Lexicología canaria
A PROPÓSITO DEL TRABAJO DE GERHARD ROHLFS: CONTRIBUCIÓN
AL ESTUDIO DE LOS GUANCHISMOS EN LAS ISLAS CANARIAS
(.REVISTA DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA», XXXVIII. 1954, 83-99)
Por Mal STEFFEN
Durante el primer cuatrimestre del curso académico 1950-
1951, el catedrático de Lingfüistica Románica de la Universidad de
Munich Gerhard Rohifs profesó en la Facultad de Filosofía y
Letras de nuestra Universidad un curso de su especialidad. Así
tuvimos la ocasión y el placer de conocer personalmente al eminente
lingfüista y dialectólog^o alemán que, hasta entonces, sólo
conocíamos a través de sus trabajos y estudios. El que quiera
hacerse una idea de la inmensa producción lingüística del Prof.
Rohifs, puede verla en la lista de sus trabajos publicada en
An den Quellen der romanischen Sprachen, Halle, 1952, páginas
274-286: 211 números de 1920 hasta 1952, sin contar los artículos
periodísticos ni las críticas y reseñas.
Por el momento nos interesa sobre todo el dialectólogo. Desde
1922 a 1926 el Prof. Rohifs se encargó de recoger en la Italia
meridional, al sur de la línea Roma-Monte Gargano, y en Sicilia, los
materiales para el monumental Atlas lingüístico y etnográfico de
Italia y de la Suiza meridional (AIS) de K. Jaberg y J. Jud.
Fruto de sus encuestas dialectales es el Dizionario dialettale delle
tre Calabrie, Halle-Milano, 1932-1937.
Durante su estancia en Tenerife, el Prof. Rohifs, apasionado
54 [21
cultivador de la dialectología, recogió materiales, sea personalmente
en algunos pueblos de Tenerife, sea por medio de encuestas
entre estudiantes, seminaristas y soldados de las demás islas.
De estas encuestas, Rohlfs ha publicado una selección de palabras
con el titulo arriba indicado, titulo que no me parece muy afortunado,
ya que puede inducir a una falsa interpretación. Pero, en
las páginas 84-85 de su estudio, Rohlfs declara cómo quiere que
sea considerado el material presentado:
Sin ser africanista especializado en las lenguas del grupo
beréber-camitico no se deben hacer conexiones; el romanista ha
de presentar a los africanistas los materiales canarios con la mayor
determinación posible desde el punto de vista fonético y semántico;
son ellos quiénes tienen que hacer el análisis lingüístico. Y asi
Rohlfs presenta una colección de voces usadas en los dialectos
canarios actuales que, probablemente, no se encuentran en las
lenguas y los dialectos de la península hispánica y que deben relacionarse,
tal vez, con las lenguas africanas.
Rohlfs presenta unas 90 voces, sin contar las variantes fonéticas;
muchas de ellas habían sido publicadas por Juan Álvarei
Delgfado; otras se encuentran en L. y A. Millares, Cómo hablan los
canarios. Las Palmas, 1932; otras en Alfonso de Armas Ayala,
Pequeño vocabulario de voces canarias, en TP, 1,1944, págs. 53-81,
otras en Sebastián de Lugo.
Con esta reseña yo quisiera ampliar los materiales presentados
por Rohlfs: ensanchar el área de propagación de una voz,
aducir variantes fonéticas y cambios semánticos y completar, sin
agotarlas, las indicaciones bibliográBcas.
Me serviré de las abreviaturas usadas por Rohlfs; Jos autores
generalmente conocidos en Canarias (Arribas y Sánchez, Reyes,
etcétera) los cito sólo por sus nombres. Mi amigo don Juan Régulo
Pérez me permitió copiar dos listas manuscritas de palabras
palmeras: una de don José Manuel Hernández de las Casas, de
Los Llanos (cit. Hernández), la otra de don Antonino Pestaña
Rodríguez (cit. Pestaña). La copia del manuscrito Glosario de
canarismos de Juan Matfiotte la debo a la amabilidad de don
J. M. Trujillo.
* * *
[3] 55
La isla del Hierro tiene un número considerable de voces
que se desconocen en las demás (véase Rohifs, p. 99). Son sobre
todo nombres que el pastor herreño aplica a las cabras u ovejas
según el color o colores del pelaje. Si no me equivoco, fue Luis
de Agfuere el primero en publicar estos nombres (o adjetivos) en
el diario santacrucero «La Tarde> del 14 de diciembre de 1940.
Algfunos regfistra Alfonso de Armas Ayala, Palabras y cosas, La
Laguna, 1944, p. 53. Álvarez Delgado, RHL, XII, 1946. págs. 161-
162 y 282-283, reproduce los anteriores y añade nuevos; Álvarez
Delgado hace resaltar el predominio de los esdrújulos. Los informadores
herreños de Rohlfs conocen, a veces con definiciones
algo distintas, estas voces. Veamos las diferentes acepciones y
acentuaciones.
L Luis de Agüere
II. Alfonso de Armas Ayala
IIÍ. Juan Álvarez Delgado
IV. Rohlfs
I. ambracasáca «oveja blanca y bermeja»
II. ambracasáca «canelosa con lunares blancos por todo el
cuerpo»
III. ambracasáca «bermeja o canelosa con manchas blancas por
todo el cuerpo, es decir, pardo blanqueado»
IV. embracasáca «oveja de color canelo en la parte anterior y
blanca en la parte posterior».
III ambracafiranca; IV. embracafiránca
III. «oveja blanca de medio atrás y firanca por delante»
IV. «oveja blanca por detrás y de color gris por delante».
I, III, IV cómbaca; III cónvaca; II combáca.
I. «oveja canela clara con la cabeza y extremidades rayadas
en bermejo y canelo»
II. «canela clara con la cabeza pintada como las patas, en rayas
de bermejo canelo»
56 [4]
III. «canela clara con rayas rojas en cabeza y patas, o sea bermejo
subido»
IV. «oveja con el vientre color ceniza y el lomo color canela>.
m, IV chocalla
III. «oveja bermeja oscura con pintas blancas»
IV. «oveja de color ceniza con cabeza blanca».
II, III, IV yírónca; III/í/anca
II. «canelosa obscura»
III. «g;ris oscuro o revuelto de blanco y negra»
IV. «cabra u oveja de color gris oscuro».
III gaméita; IV gamita
III. «cabra de color blanco con pintas bermejas»
IV. «cabra con el vientre gris y el lomo color canela (corresponde
a la oveja cómbaca).
I, III, IV Jarana; 11 jorána
I. «oveja negra tintada de bermejo en el vientre»
II. «negra y bermeja toda la barriga»
III. «de color negro y con la barriga bermeja o rojo dorada»
IV. «oveja de'lomo negro y de vientre amarillento».
I, II, III manajáis', II, III manajáisa; III, IV manajáise
I. «oveja negra manchada de blanco sobre la cabeza»
II. «cuerpo negro con lunar blanco sobre la cabeza»
III. «negra con lunar o mancha blanca en la cabeza»
IV. «oveja negra que tiene la cabeza blanca».
I, III, IV mástuca; II mastúca
I. «oveja firanca revuelta en blanco»
II. «firancauniforme, o sea un color revuelto de blanco y negro»
III. «firanca y blanca, o sea revuelto de blanco y negi^o con
.predominio de blanco»
IV. «oveja de color castaño».
[5]
HEMEROTECA P. MUNICIPAl
SaiU& Cruz lié Tenerifí
/ ^ "
/^
57 s
I, III, IV mérusa
I. «cabra, cuando en su composición entran el blanco y canelo>
III. «blanca y canelosa, en las cabras; oveja o cabra bermeja
con pintas blancas*
IV. «oveja con manchas de un canelo muy fuerte».
I, III, IV ómana; III hómana
I. «oveja firanca y blanca»
III. «mezclada de firanca y blanca, es decir, blancazca o blanquecina
»
IV. «oveja de color gris con cabeza blanca».
I, III, IV pipana; II pipána
I. «oveja a la que adornan lunares de varios colores»
II. «pintada uniformemente o con lunares de varios colores»
III. «alunarada de varios colores, según otros blancazca con
manchas oscuras en las quijadas»
IV. «oveja pintada de canelo y blanco».
La forma grave pipána me fue dada por mi alumno Manuel
Navarro Correa para Valle Gran Rey, Gomera (i), «cabra con lunares
de varios colores». Sebastián Sosa Barroso me indica pipána de
un romance recogido por él en Agaete (Gran Canaria): «Adiós
mi cabrita rucia, / adiós mi cabra pipána, / adiós zurrón y gabeta /
donde yo las ordeñaba». ,
Vemos qu.e no concuerdan siempre ni las definiciones ni tampoco
la acentuación. No creo que se trate, como supone Rohifs,
de acentuación errónea en las voces paroxítonas dadas por Armas
Ayala; véase Álvarez Delgado ambracásaca frente a ambracasáca
en Luis de Agüere, Armas Ayala y Rohifs; pipána en Armas Aya-la,
La Gomera y Gran Canaria, frente a pipana en Luis de Agüere,
Álvarez Delgado y Rohifs. Se trata más bien de una acentuación
fluctuante como en el herreño coriseo y cárisco; en los canarios
beléte y beleté; tinique y tinique, etc.
***
58 [6]
ajerjfo (Ten., Gomera), juércan (Hierro) <vara con pelota de
tela en su extremo para revolver el trigo en el tostador».
Creo que hay error en la localización de las dos voces:
juércan es típica dicción gomera [que puede aparecer también
en El Hierro, aunque mis informadores herreños la desconozcan].
En Hermigua y Valle Gran Rey (Gomera) se dice Juércan
y no se conoce ajergo. En el Sur de Ten. (San Miguel) he
oído ajergo; Reyes, p. 87, registra para Ten., sin localizar, ejergo.
En Arguayo (Ten.) he recogido el lergo (la informadora dice
también e/ lamón «jamón», el labón «jabón»), que parece ser
eljergo recogido en el no muy distante Chirche.
Al lado de esas voces, cuya etimología no está clara, hay,
para el mismo objeto, otras de etimología transparente. En Tenerife
existe aún el verbo mejer «batir una cosa para condensarla
o hacerla más fluida» (Dice. Acad. para Zamora); leemos
en los documentos que se refieren a la Inquisición en Canarias
(ed. Bute, U, p. 847) del año 1678: «los guevos los echó en un
vaso de bidrio y los mexió...»; véase el participio adjetivado en
huevo mejído, yema mejida del Dice. Acad.', también existe en
Canarias remejer, el gallego remexer (Carré) «revolver, agitar,
menear una cosa o moverla mucho» me fue explicado por una
señora de Pontevedra «remover la sopa o el potaje para que
no se pegue en la marmita». De (rejmejer vienen: mejedero en
Garafía (La Palma), mejeriquero o mejerequero (La Palma), re-mejeque
(Ten.), remejedero (Santa Cruz de La Palma; Puerto de
la Cruz, Ten.), remejiquero (Tacoronte y otros lugares de Tenerife),
remejequero (Los Llanos, La Palma; Tenerife), con níetátesis
merejequero (Tijarafe, La Palma), remejiriquero (Breña Alta, La
Palma); véase Lugo, p. 150. En Tijarafe (La Palma) también
remenejero con influencia de menear; en Gran Canaria (Gáldar)
meniador. En Los Llanos (La Palma) estopero. Para El Hierro
he recogido jurgonero que, en Ten. y La Palma, es el «barredero
».
arrife« arrifal «terreno inculto».
Añadimos arri/afe en Fuerteventura (Maffiotte; Álvarez Delgado
RHL, XII, 1946, p. 156 y RDTP, III, 1947, págs. 212-214);
[7] 59
arrifáfalo (Álvarer Delgado, RHL, XII, 1946, p. 156), pero arri-fafalo,
arrifafak (RDTP, III, 1947, p. 213, donde Álvarez Delgado
parece poner en duda la existencia de la voz). La forma
arrifáfalo <C arrifafe no me parece imposible, aunque no la he
oído nunca. El 'Bidens pilosa' generalmente conocido en las
islas por amor seco se llama, en Tacoronte, también amorsécalo
o amorsécano.
a s a l t o (Ten.), t a d a i g o (Hierro) 'Rubia fruticosa*.
L. Ceballos y F. Ortuño, Vegetación y flora forestal de las
Canarias occidentales, Madrid, 1951, p. 125, dan tasaigo, en La
Gomera, también para la 'Rubia peregrina'. Tadaigo también
en La Palma (Régulo Pérez; Pérez Vidal, RDTP, III, 1947, p. 539
y nota). En Tenerife, al lado de asaigo, también tasaigo. En
Arguayo (Ten.) he oído aseigo; en Teño (Ten.) jaseigo (RHL,
XI, 1945, p. 430). En sus Apuntes para un diccionario popular
de botánica de la isla de Tenerife (manuscrito de 1891 en la Biblioteca
Municipal de Santa Cruz de Tenerife, que conozco
gracias a la amabilidad de mi amigo don Miguel Tarquis), E. Rodríguez
Núñez registra, al lado de azaigo, tasaigo también azan-go,
voz que no he oído nunca.
b a i l o «cabrito», pancanario.
Según Álvarez Delgado, RHL, XII, 1946, p. 157, no se
emplea la voz en El Hierro aunque algunos la conozcan como
usada en La Gomera y Tenerife; sobre su uso en La Palma, véase
Régulo Pérez, RHL, XIII, 1947, p. 253.
Antero Simón expone una opinión, que, desde hace tiempo,
es también mía, acerca de la etimología de baifo (RHL, XX, 1954,
p. 198). ¿No hay alguna relación con el gallego-portugués bafio?
. Antero Simón aduce la definición de Figueiredo; más valor
tiene la de Cuveiro para el gallego bafio «el olor desagradable
que sale de un animal recién muerto y aun caliente al abrirse,
como un cerdo al quitarle los intestinos». No creo, sin embargo,
que la variante bafio «cabrito» que Rohlfs recogió en Gáldar
(Gran Canaria) pueda servir de prueba tajante para baifo < bafio,
ya que podría tratarse de una metátesis ulterior en baifo.
60 [8]
balando, malango 'Avena fatua*.
En Tenerife y en La Palma también balanco, palabra que
A. X. Pereira Coutinho, Flora de Portugal, 2'. ed., Lisboa,
1939, p. 836, da para 'Avena sterilisV'Avena fatua' y 'Avena
barbata'.
Véase port. balanco en Corominas, I, p. 382 b, renglón
50, sub ballico.
balo, bale'Plocama péndula'. .
í * ®" ^^20 encontramos balo (Mus. Can. W. 4, 1934, p.
/ I ) . El balo es un arbusto de olor desagradable; las cabras gustan
mucho de esta planta, que suele comunicar un mal sabor
a la leche (Viera y Clavijo, Dice. 1/108). Si una persona echa
una ventosidad muy apestosa, se dice en Arguayo (Ten.): «ése
comió balo>.
bea «nombre genérico de 'Sempervivum' en La Gomera>.
Una de esas especies, que una alumna me trajo de La Gomera,
fue identifícada por mi amigo el botánico E. R. Svensson
Sventenius: 'Greenovia diplocycla Webb', syn. 'Sempervivum
diplocyclum (Bolle) Burchd.'
bejéque, bebéque, bequéque «diferentes especies de 'Sempervivum'
en Ten., La Palma, La Gomera».
En Guía de Isora (Ten.) he oído beqaeqaé; véase un ejemplo
paralelo de acentuación vacilante en beléte/beleté.
beléte, beleté, beletén, tafór, tafosa «calostro».
Ya Maffiotte trae beletén para Gran Canaria y beléte para
La Palma (y, añadimos, para La Gomera). En Tenerife hemos
recogido'Aetó/e en Arguayo (al lado de tafo), en Guía de Isora,
en.Güímar (al lado de tafosa). Hernández da, para La Palma,
también beleto. Beletén, en Gran Canaria (en Mogán, según Sosa
Barroso, también para la primera leche que dan las mujeres
después del parto), fue recogido, en Tenerife, por Rohlfs (en
Tacoronte) y por Serra Ráfols (en La Laguna; véase RHL, IX,
1943, p. 80).
[9] 61
Tafor, Rohlfs para Icod (Ten.); un campesino del Puerto
de la Cruz (Ten.) me da tafor y desconoce belete; tafo, belcte en
Arguayo (Ten.); un amigo me da tafor también para Lanzarote.
Tafosa en Güímar (Ten.) al lado de beléte. Según Álvarez
Delgado (MG, p. 29) es tafosa, en Giiímar, más vulgar; las clases
más cultas prefieren beléte.
beril «roca sobresaliente» en El Pinar y La Frontera (Hierro).
Beril o veril, que no es guanchismo, no es voz exclusiva
del Hierro, como afirma el autor, p. 99. Interesante es la voz
por las diferentes acepciones que tiene en Canarias.
El Dice. Acad. registra •uer//[derivado de vera «orilla» (con
etimología equivocada < ORA)] como término marinero «orilla
o borde de un bajo, sonda, placer, etc.» y, para Zamora, «faja
estrecha de terreno colindante con un camino o una carretera».
La. Enciclopedia Espasa Calpe da veril «refiriéndose al fondo o
sonda, es la línea que une los puntos de igual sonda (veril
de 20 m)», acepción que falta en el Dice. /Icarf.; "usa veril en
este sentido Elias Serra Ráfols, RHL, XXI, 1955, p. 262; «...los
fondos marinos que rodean las islas o mejor el veril de 200
metros que las ciñe estrechamente»; véase también en la citada
Enciclopedia: veril acantilado «el que forma a modo de escalón,
pasando bruscamente de una sonda a otra mucho mayor».
Con acepciones marineras hemos recogido la voz:
1° En Valle Gran Rey (Gomera): «bajío, es decir, la parte
de la playa que, durante la marea alta, está cubierta, y, con marca
baja, libre de agua».
2° En La Palma: «roca horizontal que sale de la playa adentrándose
en el mar, cubierta más o menos por el agua»; un refrán
de La Palma reza: «En abril llegan las viejas [una clase de
peces] al beril». Un alumno de Lanzarote me dice que los pescadores
lanzaroteños, en verano, pescan de los veriles, es decir,
cerca de la costa; véase el relato de una excursión en barca a
Teño («La Tarde», n° 7795, 25 de septiembre de 1952): «si nos
acercamos demasiado al veril, peligrarán nuestras vidas>.
María Rosa Alonso, RHL, XI, 1945, p. 358: «El wenV marino...
extiende [en Canarias]... su acepción a toda clase de orilla o
62 [10]
borde». En La Palma (referencia de Régulo Pérez) beril es la
«orilla o borde de la mesa, del plato, del lebrillo»; cpr. el gallego
beiril (Carré) «borde de un puchero, de un plato, etc.»
En Arguayo (Ten.) he recogido beril como voz anticuada para
«borde del lebrillo», pero, según me informan, no se usaba
nunca por «borde de la mesa». En La Palma es el beril también
el «borde de un barranco» y se dice, p. e.: «no te acerques
al beril». En Voces canarias que, ta su juventud, recopiló Pérez
Galdós (incluidas en Elias Zerolo, Voces y frases usuales
en Canarias, Sta. Cruz, «Bibl. Canaria», s. a.; p. 34) encontramos
beril «filo».
Nueva es la acepción de beril que Rohifs recoge para El
Hierro; «roca sobresaliente». En Guía de Isora (Ten.) y Arguayo
(Ten.) se llama beril al filo de un risco o al mismo risco, esté en
tierra o en el mar. Véase también José Rial, Malo/icio, novela
canaria, Madrid-Las Palmas, 1928, p. 52: «En la isla de Lobos
[entre la isla de Lanzarote y la de Fuerteventura], a todo lo largo
del camino hasta el Puertito, no se ven sino baifos, cabras y
machos... Han llegado dos o tres barcos de Lanzarote, y en ellos
una muchedumbre de reses de todas clases, grandes y chicas. La
presencia de estos animalitos anima singularmente el paisaje
austero. Por entre las rocas, en lo alto de las montañas, en el
filo agudo de un beril, saltan y corren a su antojo..., trepan, desaparecen,
vuelven a aparecer» [beril, aquí, parece ser «risco»
en la tierra].
Veril viene de vera «orilla» < ribera (REW 7328 RIPA)
como, p. e., cantil «lugar que forma escalón en la costa o en el
fondo del mar» < canto. Véase en REW 7328 continuadores
de RIPA que, en otras partes de la Romanía, significan también
«roca».
berode, beroet berol(e) 'Kleinia neriifolia'
Estos nombres no designan solamente la 'Kleinia' sino también
diferentes especies de crasuláceas: 'Aeonium spathulatum'
(S:son Sventenius, Notas sobre la Flora de las Cañadas de Tenerife,
Madrid, 1946, p. 161); Verode de los tejados o bejeque de
los tejados 'Sempervivum urbicum' (Ceballos y Ortuño, p. 355);
[11] 63
verode de los techos 'Sempervivum holochrysum' (Ceballos y
Ortuño, p. 357).
En el Puerto de la Cruz (Ten.) se llama berol a la 'Kleinia'
y berode a diferentes crasuláceas. Un intento de etimología de
berode hace Vycichl, RHL, XVIII, 1952, p. 195, < ber-udi, cpr.
ibidem udi «mantequilla> y p. 179, silha udi «gfrasa> (véase también
E. Laoust, Cours de berbére marocain, 2" ed., París, 1936,
p. 28: oudi «beurre salé».
El portugués berol es una planta submarina, sinónimo de
pepino-do-mar (Figueíredo), que falta en el lugar correspondiente.
bimba «roca suelta», «piedra grande suelta» en El Hierro.
Reyes apunta para Tenerife 6im6a «pelota, pella», «piedra
arrojadiza», y yo he oído en Ten.: «lo mató de una bimbada»
i. e. «de una pedrada». Pestañada, para La Palma, bimbarse
«caerse de alguna altura»; cpr. el miñoto bimbar (Figueiredo)
«fazer que uma coisa bata ou caia com fórfa sobre (outra)».
cairamo, cairanoi cairón «zurrón de pellejo de cabra donde
transportan las herramientas, azadas y otros instrumentos» en los
montes de Anaga (Ten.).
Véase Luis G. de Ossuna, RHL, X, 1944, p. 385, donde se
habla con más detalles del uso que se hace del cairamo, cairano
en los montes de Anaga. Para El Hierro registran cairano Luis
' de Agüere («La Tarde» del 14 de diciembre de 1940) «mochila»
y Álvarez Delgado, RHL, XII, 1946, p. 154, «alforja». He recogido
en los altos de Tajanana (Ten.) cariano «mochila». Rohlfs
tiene apuntado de Güímar (Ten.) cairán «odre de cabra donde
se transporta leche».
Álvarez Delgado, RHL, X, 1944, p. 155: «Dice Abrcu que
las cestas de hojas de palma o juncos, que a modo de espuertas
o serones hasta hace pocos años y al presente todavía, aunque
eri menor escala, y desde la época de Niccoloso da Recco eran
empleadas en Canaria para guardar los higos pasados, secos y
azucarados, se llamaban carianas*. Abréu Galindo, edición crítica
por Alejandro Cioranescu, Santa Cruz de Tenerife, 1955, p.
64 [12]
161, dice mucho menos: «Guardábanlos [los g:rancanarios a los
higos] todo el año; echábanlos a pasar en esteras de junco, y
guardábanlos después de pasados en grandes esportones como
seras, que llamaban cariarías*. Es muy probable que estos esportones
estuvieran hechos de hojas de palma o de juncos,
aunque Abréu no lo dice. Me parece que estas voces aducidas
están, etimológica y semánticamente, relacionadas una con otra.
Giese, RHL, XV, 1949, p. 199, compara el grancanario cariaría
de Abréu Galindo con tariált «panier d'alfa» en el silha, y «pa-nier
pour les cereales et la laine» en el beréber. Me dice Sosa
Barroso que en Agaete (Gran Canaria) se le llama al macho
cabrio también cairo: «llevar la cabra al cairo»; ¿tiene que ver
algo con cairón? Un campesino en Vilaflor (Ten.) me dijo que
su madre llamaba cairel a lo que hoy se llama zurrón de espesar,
odre en el que se hace la mantequilla. De la preparación de la
mantequilla en Tenerife nos da F. Coleman Mac-Gregor, Die Car
narischen Inseln nach ihrem gegenwártigen Züstande, Hannovcr,
1831, p. 163, una bonita descripción: «AuBerdem wird aus der
Milch, deren cine gute Ziege alie 24 Stunden drei bis vier Quart
fiebt, cine Butter von schneeweíBer Farbe bereitet, welche
mantequilla genannt wird, und sehr schmackhaft ist, aber frisch
gegessen werden muB. Man laBt námiich die Milch in Nápfen
sauer werden^ dann füllt man den Rahm in einen Schlauch von
Ziegenhauten, der oben verschlossen wird, und an dem sich zwei
Stricke befinden, die an den beiden entgegengesetzten Seiten
der Zimmerdecke nach der Mitte zu befestigt werden. An diesen
Stricken wird der Schlauch eine Zeitlang von einer Seite zur
andern geschleudert, und sobald sich die Butter hinlánglich
angesetzt hat, laBt man die Milch durch ein dünnes Tuch
ablaufen». Una sola vez he logrado recoger caire/ para esta clase
de zurrón. Cairel, en las Azores, es una «vasija grande»
(Figueiredo), que Corominas apunta I, p. 577. ¿Cuál es el significado
de cairelen Rómulo Gallegos, La Rebelión y otros cuentos,
Coi. Austral, p. 136?: «Los pescadores que llegan se van
reuniendo a sus mujeres que, apurando la escasa luz que va quedando
en la calle, tejen o hilan bajo los alares; éstas: la cabuya
p«ra las redes; aquéllas: esteras o caireles».
[13] 65
carabuco «vasija de barro de forma típica» en La.Gomera.
Reyes, p. 257, da carabuco para Tenerife «cacharro, vacija
(sicf) tosca>. Véase el dibujo de esta clase de vasija en TP,
p. 193.
cariaco (Hierro) 'Persea indica Spreng*.
Los informadores herreños de Rohlfs dan coriseo; como
esdrújula registra la palabra Luis de Agüere, «La Tarde» del 14
de diciembre de 1940. Los demás autores que mencionan la voz
la dan como paroxítona (Viera y Clavijo, Dice, 1/173 y La Flora
de Canarias, p. 48; Berthelot, Ethnographie, p. 188; Millares,
Historia general de las islas Canarias, p. 452; Arribas y Sánchez,
páginas 376 y 383; Dacio V. Darlas y Padrón, Noticias generales
históricas sobre la Isla del Hierro, p. 19; Alvarez Delgado en
RHL, Xll, 1946, p. 159).
cresM «frutos de la *Myr\ca taya* o del haya canaria».
Viera y Clavijo, Dice. U/8 da, para El Hierro, erúes, en que
Alvarez Delgado (RHL, XII, 1946, p. 159) ve, seguramente con
razón, un error de escritura (véanse all! otras grafías equivocadas).
A pesar de ello, Ceballos y Ortuño, p. 265, aducen de
nuevo, para £1 Hierro, la forma erúes, probablemente no oída de
viva voz sino copiada de Viera y Clavijo. En Tegueste (Ten.) el
haya canaria se llama también cresero (Leoncio Rodríguez,/ir6o/e«
históricos, 1/172), voz que he oído también por Guamasa (Ten.).
En La Palma, los frutos de la 'Myrica faya* se llaman/aj^Oí y,
en algunas partes, fitos.
chaboco «cavidad natural en la lava para sembrar árboles» en
Lanzarote, y cbajoco «huerto pequeño» en El Hierro.
Alvarez Delgado, RHL, VIH, 1942, p. 12, define chaboco en
Lanzarote: «cavidad natural o artifícial abierta en la lava para
sembrar árboles en la arena volcánica soterrada», y el herreño
chajoco (RHL, XII, 1946, p. 156) «trozo de terreno o huerto pequeño
[siempre] cercado de piedras» (véase p. 290); en «Emeri*
ta», XIV, 1946, p. 121, aduce chabuco/tabuco, chaboco/taboca
con alternación dialectal t/ch.
KHL, 5
66 [14]
Por Valle de Guerra (Ten.) he recogido chabuco «fcharco»;
cpr. el portugués de Ribatejo xabo(u)co (Figueiredo) «lagoa cu
grande P090 de água> <; árabe xaboke.
Pestaña da para La Palma caboco «precipicio más pequeño
que el llamado caldero*, y caldero «hondo precipicio que hay en
los barrancos, generalmente en sus cauces, cortado perpendicu-larmente
y en forma semicircular».
Álvarez Delgado, MG, p. 56, da para el topónimo de Tenerife
El Cabuco «hondanada rodeada casi del todo por un fuerte
baluarte rocoso»,pero véase el port.cabouco (Figueiredo) «fósso,
cova comprida, em que se assentam alicerces; o espado em que
gira o rodizio da azenha». En Tenerife, año 1506: «...los quales
dichos treynta e un mili mrs. me aveys de dar e pagar la mitad
estando la rueda del dicho yngenro montada en los exes e asentada
en su cabuco y la otra mitad...» (RHL, X, 1944, p. 322), y,
en las Antiguas Ordenanzas de la isla de Tenerife, págs. 58-59:
«que cada vn señor de ingenio e molino tenga adobadas y estancas
las canales y cabucos de agua...».
Para Ten. cabuqaero «el que trabaja en piedra», cpr. port.
cabouqaeiro (Figueiredo) «aquele que faz caboucos; aquele que
escava; cavador»; véase «El Día», n' 3562, del 29 de marzo de
1951, en una noticia de La Victoria de Acentejo (Ten.): «según
averiguaciones hechas se desprende que X, de profesión cabu-quero,
intentó lanzar al mar un petardo de dinamita...»
Pestaña da, para La Palma, tabuco, cabuco «equivoco»: «en
esta cuenta hay cabuco»; «está Vd. cabucado».
chaora» chajorai chaborra «diferentes especies de 'Leuco-phae'
('Sideritis')».
La voz se encuentra con -r- y con -rr-. Con -r-: chacra
(FrancíB Coleman Mac-Gregor, Die Canarischen Inseln nach
ihrem gegenwartigen Zustande, Hannover, 1831, p. 40); cha-jora
(A. Millares, Historia general, p. 419; Berthelot, Ethno-graphie,
p. 188; D. Bello y Espinosa, Un jardín canario, Santa
Cruz de Tenerife, 1880, p. 122); chahora (Sventenius en Vizcaya,
p. 124, y en Notas sobre la Flora de las Cañadas de Tenerife, p.
164). Con -rr-'. chaorra (Catálago de las plantas que contiene
[15] 67
el jardín de aclimatación de La Orotava, Año 1879, p. 25); cha-jorra
(Arribas y Sánchez, p. 376; Álvarez Delgado en «Mus.
Can.», n° 21-22, 1947, p. 31); chahorra (Ceballos y Ortuño,
págs. 178, 301, 417. 418). Luis Diejo Cuscoy (RHL, XVII, 1951,
p. 375) ha oído siempre chajora, con fuerte aspiración de la /tin-tervocálica,
nunca chahorra. Pero chaora y chaorra demuestran
que hay formas sin aspiración: Barker-Webb y Sabin Bertheiot,
III/lOO y 102-103 y Ceballos y Ortuño, p. 417, registran chagorra,
y yo he recogido en lo alto de la Esperanza (Ten.) chabora
que parecen provenir de formas sin aspiración con g y b an-tihiáticas.
Para el endcmismo gomero 'Sideritis Gomerae de Noe'
Burchard, Oekologie, p. 188 sgte. y Ceballos y Ortuño, p. 419,
traen tajara; sobre la alternancia t/ch en chajor(r)a/tajora véase
Álvarez Delgado, «Mus. Can.., n" 21-22, 1947, p. 31; cpr. en
Rohlfs tajinaste/chajinaste; tenique/chénique.
Pobablemente pertenece a este mismo grupo también tajóse
de Lanzarote para el endemismo lanzaroteño 'Thymus origa-noides
WB' registrado por Barker-Webb et S. Bertheiot, 111/69;
Burchard, Oekologie, p. 181, da el nombre vulgar lanzaroteño
orlgano de monte (véanse las definiciones: chajora [Bertheiot,
Ethnographie, p. 188] «espéce de thym» y A. Millares, Historia,
p. 419: chajora «especie de tomillo»).
Según Álvarez Delgado, RHL, VIII, 1942, p. 13 existe en
Lanzarote tajóse «tomillo» al lado de tajóse «pardela pequeña».
charasco (La Gomera), charamusco (El Hierro) «trozo de ramo
seco».
De La Gomera tengo recogido charasca «leña menuda con
que se enciende el fuego»; de Chirche (Ten.) charisca «chamiso»
i. e. «leña fina seca». Charamusco (El Paso, La Palma) y chara-meso
(La Palma) ambos en Pestaña, «leña delgada y seca». Para
charamusca véase Lugo, p. 81.
cheire «lluvia fina» en Garafía (La Palma).
Pestaña da, probablemente para Garafía, cheire «niebla espesa
y baja acompañada de menuda lluvia». Pérez Vidal, RDTP,
68 [16]
V, 1949, p. 187, relaciona la voz con el port. cheiro «olor>, lo
que parece poco probable a Rohlfs. En Garafia existe cheire
también con la acepción de «mal olor que exhala alguna persona,
sitio u objeto» (Pestaña). Es muy significativo el paralelismo con
morrinha (Brasil) «mau cheiro, exalado por pessoa ou animal» y
morrinha (Beira; can. morriña) «chuvisco», aducido por Pérez
Vidal, p. 188. Cpr. además el port. relento (Figueiredo) «humi-dade
atmosférica, de noite», relentar «orvalhar», frente al francés
relent «mauvais goQt que rhumidité ou un lieu fermé fait con-tracter
á un aliment//mauvaise odeur»; cpr. también el siciliano
mu/fura «nebbia», muffura di cauda <pioggia velenosa in tempi
di caldo» (Traina), que son derivados de MUFF «moho», «olor a
moho», en mi tesis doctoral, p. 138, y REW 5713.
chéniqne, chfniqne» tenfque» tinfque, tfniquet tenéque
«cada una de las tres piedras que se colocan en el fogón isleño».
La corrección hecha por Rohlfs a Millares {leño por lecho)
está justificada por la 1* ed. del vocabulario de Millares, Las
Palmas, 1924.
En Arguayo (Ten.) he recogido chinlque, en Chirche (Ten.)
tlnquene. En Garafia (La Palma) tenéque «trozo grande'de carne*
queso, piedra» (Régulo Pérez). Para Mogán (Gran Canaria) me
da Sebastián Sosa Barroso teníque «piedra para el hogar» y
«piedra deforme, sin labrar». Benito Pérez Armas, Escenas marineras,
«Bibl. Can.», s. a., p. 19: «Si lo cojo [al sargento de la
Guardia provincial] pa parte sola, sin sable, le bato las costillas
de un tenicazo. ¡Rayos encendios se lo coman!». Pestaña da,
para La Palma,/{'m^uiar «pescar con cuerda desde tierra». En
el Puerto de la Cruz (Ten.) llaman pandullo a una piedra que se
ata en la liña de pescar en lugar de los balines de plomo (cpr. el
port. pandulho «lastro da tralha inferior das redes; pedra grande,
presa a uma corda, e que serve de áncora a barcos pequeños»);
¿se llama esta piedra en La Palma teníque?
dmchanso «caracol».
En Ten. he oído exclusivamente chuchanga; chuchango es
forma grancanaria; es verdad, sin embargo, que mi amigo y
ri7] 69
compañero Sebastián Sosa Barroso me da chuchanga también
para Agaete (Gran Canaria). ¿Está la voz en alguna relación con
chucha «almeja», que encontramos en Pedro de Cieza de León,
La crónica del Perú, «Col. Austral», p. 37, cap. 11: «por la costa,
junto a las casas de la ciudad [Panamá], hallan entre la arena
unas almejas muy menudas que llaman chucha, de la cual hay
gran cantidad»?
eres «hoyo o poceta en las rocas impermeables del álveo de los
barrancos donde se acumula con el agua de lluvia arena fina».
Rohlfs recogió en Güímar (Ten.), en boca de los jóvenes,
lere; la misma forma un lere, con aglutinación del articulo, la
tengo recogida en Guía de Isora (Ten,). •
Giese, RHL, XV, 1949, p. 200, relaciona eres con el tuareg
azar «source»; Marcy (véase RHL XV, Í949, p. 359) con el
tuareg ires «puits».
2aln¿> «puño de gofio amasado».
Reyes, p. 119, da gainás, güeinas «puño de gofio amasado»;
Maffiotte registra, para Fuerteventura, gaisna «puño o puñado
de gofio».
Salpo (Gomera); garpo (Hierro); galfo, gaiflto, galpito,
gaipito (La Palma) «animal que tiene un solo testículo».
Cpr. alent. galispo, beir. galizo; galhasiro, galhispo, etc. con
la misma acepción en José Gonzalo Choráo de Carvalho, Derivados
do latim GALLA, «Boletim de Filología», XI, 1950, p. 9;
véase, ibidem, nota 28, port. guipo, gaipa «cacho de uvas»,
«chifre».
gamame, agamame» gagame «puñado de gofio en polvo».
También Maffiotte ¿A gagame «pequeña cantidad de gofio»
para Fuerteventura. Álvarez Delgado, RDTP, IV, 1948, p. 435,
gágame.
gánigo «vasija de barro».
Véase el dibujo de esta clase de vasija en TP, p. 193. En los
70 Í181
documentos referentes a la Inquisición en Canarias (ed. Bute),
al lado de ganigo (II, 608, 614 de 1658, y passim), del mismo año
1658 (II, 621) dos veces guanigo, y, II, 859 de 1678, dos veces
gaanigo y una vez ganigo en el mismo documento.
gasta «nombre vulg'ar del 'Cytisus stenopetalus' en La Palma».
Burchard, Oekologie, p. 151 sg^te., da gacia también para El
Hierro. David Fairchild, Buscando plantas en las Canarias, «Biblioteca
Canaria>, s. a., págs. 26 y 27, áagacio o gasio, forma que
se encuentra también en una lista de nombres vulg^ares de plantas
de La Palma que me proporcionó mi amigo donjuán Régulo.
Me pregunto si el can. gasia no tiene que ver algo con gasja
(Guzmán Alvarez, El habla de Babia y Laciana, Madrid, 1949,
p. 297) «vaina de las leguminosas» y si no tiene alguna, relación
con acacia, *agacia; cpr. REW 58 el prov. gacia.
Corominas I, p. 16, sub acacia aduce guacia «otro nombre
de la acacia y de la goma que de ella se extrae... es palabra recogida
sólo por la Acad. que no puedo localizar ni documentar;
acaso sea deformación americana de acacia por influjo de los
numerosos americanismos en gaa-...». Guacia se encuentra en
Laguna, Materia médica de Dioscórides, ed. César E. Dubler,
p. 87: «La primera especie crece abundantissima enl Perú,
adonde la llam&n Guacia*.
goflo «harina gruesa de maíz, trigo o cebada tostada», pancanario.
Corominas, II, p. 735, suh gofo «necio, ignorante, grosero»,
tomado del ital. goffo «grosero, torpe», 1* doc: 1517» dice lo siguiente:
«Hoy vive [gofo] en hablas americanas: Costa Rica bofo,
bofe «pesado, antipático», mej. boje «simple, tonto», venezol.
gofio, debido a influjo de necio, sandio, zafio, y aplicado también
a cosas, vid. Cuervo, BDHA IV, 251, n. 2. No veo razones decisivas
para afirmar que en canario gofio «harina g r u e s a de maíz,
trigo o cebada tostada», alimento típico del pueblo canario, sea
otra cosa que esta variante del adjetivo, con el sentido primitivo
de «comida grosera» o «molida gruesa», aunque Max Steffen
(RHL, n" 62, 1943, p. 135) afirme que es de indudable origen
guanche; desde luego será indígena la comida, ya descrita por
tl9] 71
Virgilio como propia de Libia, pero esto no prueba que lo sea
su denominación canaria. Pérez Vidal cita ejs. de ^ofio en cronistas
antisruos, pero sin fecharlos». En nota a este párrafo:
«Sin embars:o, vid. ahora Régulo Pérez, RHL, n" 78, p. 250, que
cita abundante documentación de gofio en los SS. XVI-XVII, con
ej. en A. Bernáldéz, de hacia el año 1500 o 1510. Ante fecha
tan temprana se hace imposible adniitir el orig^en italiano y muy
difícil el románico: será, pues, voz indígena, o habría que deducir
que el adjetivo gofo era onomatopéya española paralela y no
descendiente de la italiana. Véase también el estudio monográfico
de J. Álvarez Delgado, «Actas de la Soc. Esp. de Antrop.,
Etnol. y Prehist.», XXI, 20-58. En realidad no parece, aunque
Cuervo dé a entender lo contrario, que lá forma con í sea adjetivo
en parte alguna, pues el venezol. gofio sólo me es conocido en
el sentido de «especie de alfajor hecho con harina de maíz agregándole
dulce». Luego parece asegurado el origen guanche».
Régulo Pérez, RHL, XIII, 1947, págs. 250-251 da algunas
citas de gofio del siglo XVI (Bernáldéz, Anónimo mairiíense,
Sedeño); reproducimos estas citas, abreviándolas un poco, y añadimos
algunas otras del mismo siglo XVI.
Bernáldéz (muerto en 1513); citado por Régulo Pérez: «no
hacían pan, salvo gofío envuelto el grano majado con
la leche é con la manteca».
En un inventario de 1513 (RHL, XVI, 1950, p. 141) que
serla según Leopoldo de La Rosa y Olivera (p. 127)
el más antiguo documento en que se menciona el nombre
de gofio; pero Bernáldéz tiene que ser anterior:
«unos molinillos de gofio».
En el Anónimo matritense, anterior a 1540, citado por Régulo
Pérez: «Tenian mucha leche y manteca e gofio
[en el ms. gosio] que es harina de sebada tostada la cual
ellos molían en unos molinitos de mano y esta harina
masaban con agua o cosina o leche como lo amasan oy
dia todos los de las islas y este era su pan».
En el mismo Anónimo matritense «Mus. Can.», n° 5,1935,
p. 56): «...zebada, que tostauan y la molían, y aquella
harina amasauan con agua o leche o cosina, y éste era
72 pO]
su pan ordinario y llaniáuanle goño [también aquí pone
el ms. gosio]*. Cozina (Covarrubias, sub verbo) «en al-
Sfunas partes llaman cozina el caldo»; véase Corominas,
I, p.'828 b, renglón 60: cocina «potaje, caldo».
En la crónica de Sedeño, mediados del XVI, citado por
Régulo Pérez: «El mantenimiento ordinario [de los canarios
indígenas] era gofio qe. hacian de cebada tostada
en sus tostadores de barro. Después de tostada se
muele en unos molinos de mano y ciernenla pr. unos
cedazos de pergamino de cuero agujerado. Amasanlo
cuando lo han de comer con caldo de carne y es bueno,
y con leche y lo mejor con miel y manteca. Es gran socorro
pa. años de necesidad y comida enjuta y sana».
En la crónica anónima. Conquista de la isla de Gran Canaria
(alrededor de 1550); Fontes Rerum Canariarum, I,
La Laguna, 1933; págs. 3-4: «...sebada, que tostaban y
molian, y aquella harina amasaban con leche y cossina,
y otros con agua y sal, y éste era su pan quotidiano, y
llamábanlo gofio...» y, p. 39: «comian mucho gofio, que
hacian de harinaa (sicl) de sebada tostada, y lo amasaban
con leche, o con el caldo de la olla otros lo
amasaban con agua y sal como oy hacen muchos de las
islas, y lo comen, y este era su pan quotidiano».
Gaspar Fructuoso, Saudades da Terra (hacia 1590): Ponta
Delgada, 1939; p. 48: «Comiam gofia de cevada torrada
» [gofia es seguramente errata]; p. 50: «tém suas
moendas de mao, e usam de gofio, como mouros»;
p. 52: «comem [los habitantes de Fuerteventura y Lan-zarote]
mais gofio que outro pao»; p. 60: «Faciam [las
mujeres tinerfeñas] suas lavouras de cevada para seu
gofio»; p. 65: «seu comer [de los habitantes de La
Palma] é gofio de trig'O e cevada amassado com azeite,
mel e leite; tem tostadores, que éles mesmos fazem de
barro..., em que tostam ao fogo sobre brasas o trigo e
cevada; e tem também moinhos pequeños de mió, com
que o moem»; p. 98: [del Hierro] «el rei mandoutrazer
uns vasos a modo de pratos de barro... chelos de re-
[21] 73
queijóes e natas e de gofio amassado com leite, porque
tinham uso de cevada, de que tostada e moida antre
pedras ou pisada e limpa, o faziam a seu modo»: p. 99:
«aínda que tivessem [los herreños] uso de cevada e a
colhiam, era lavrada a térra com paus tostados de tea e
til, com que recolhiam para seus gfofíos o que haviam
mister»; p. 101: «o pao que mais se dá nesta ilha
[Hierro] é cevada branca muito boa, de que fazem goño
os islenhos»; p. 112: «os moinhos em que fazem jfofio».
Torriani, ed. Wolfel, 1590, sin dar el nombre, p. 80:
«...uiuono di... fariña d'orzo brusculato nel forno secca,
ó meschiata con acqua, ó con melé...»; p. 150: «man-gfiano
[ios canarios] poco e solamente fariña d'orzo
bfuscolata impastata con acqua che loro chiaman gofio*.
Fray Alonso de Espinosa, Del origen y milagros de la Santa
Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció
en la Isla de Tenerife, Sevilla, 1594; citado según la
edición de Santa Cruz de Tenerife, 1952, págs. 37-38:
«esta cebada, después de limpia, la tostaban al fuego y
la molían en unos molinillos de mano, que son los que
en España tienen para moler el cebo (si'c/) de los bueyes;
esta harina llaman gofio, la cual cernida era su
ordinaria comida, amasándola o desliéndola con agua o
con leche y manteca de ganado, y ésta servia por pan,
y es de mucho mantenimiento».
Pedro Gómez Escudero —añadamos, por último, el testimonio
de Gómez Escudero—, Historia de la conquista de
la Gran Canaria, de 1484 (parece copia tardía [1639]
de la crónica primitiva de 1484), Gáldar, 1936, p. 75:
«Su mantenimiento cebada tostada molida y amasada,
su harina llamada gofio, con leche, caldo, miel silvestre
agua y sal...».
Si la palabra gofio está en la primitiva crónica de Gómez
Escudero, tenemos la primera documentación de la voz en
el año 1484.
Puede parecer extraño que en los Acuerdos del Cabildo de
Tenerife, 1497-1513 {Fontes Rerum Canariarum, IV y V), donde
74 f22]
tanto se habla de trisco y de cebada, no aparezca —si no me
equivoco— la dicción gofio; ¿será porque los canarios tostaban
y molían los cereales en sus casas como particulares?
Antero Simón, RHL, XX, 1954, p. 198, destaca que, en las
citas antiguas, ss usa la palabra gofio como voz corriente, sin la
atribución a los indígenas canarios que harán autores nías tardíos,
— Antero Simón se refiere a los ejemplos aducidos por Régulo
Pérez. Eso es verdad para Bernáldez; pero Bernáldez no explica
tampoco lo que es el iamarco (véase sub tamarco). Fructuoso es,
por lo tanto, el único que habla de gofío como si él y sus lectores
portugueses —aunque la obra de Fructuoso permaneció
inédita hasta 1939, fue escrita seguramente para la publicación—
conociesen perfectamente la voz, tal vez con acepción algo distinta;
interesante es el plural seus gofios. Los demás autores
explican lo que es el gofio, o cómo se prepara; creo que no consideran
la voz como corriente y, con sus explicaciones, dan a
entender que para ellos gofio es dicción canaria. Antero Simón
cree, según me dice, que gofio es voz peninsular, desaparecida
hoy o arrinconada aún en alguna parte de la Península ibérica y
que tenía, tal vez, una acepción un poco diferente que en Canarias,
por eso, p. e., en Sedeño: «el mantenimiento ordinario era
gofio que hacían de cebada tostada» y no, como en la Península,
de otro cereal o sin tostar. Eso es posible, pero habría que encontrar
algún testimonio. Además el Anónimo ma/ri'/ense, la Crónica
anónima, Torriani, Alonso de Espinosa y, en cierto modo, también
Gómez Escudero hacen ver que, para ellos, es voz canaria.
La postura de Corominas frente a gofio es más que dudosa,
sobre todo la nota, contradictoria, en su conclusión, con el texto
anotado, como hace ver Antero Simón. Esta contradicción resulta,
sin duda, del hecho de que el texto estaba redactado antes
que la nota y que Corominas no tubo ocasión de refundirlo.
Corominas no está del todo persuadido del guanchismo de la voz,
como lo demuestran su: será, pues, voz indígena, y IA conclusión:
luego parece asegurado el origen guanche. Pero es seguro que
Corominas cree imposible gofio <igo/o < ital. goffo. Si el adjetivo
español gofo —^proceda del ital. goffo o sea onomatopeya
española independiente— está documentado por primera vez,
123] 75
como afirma Corominas, en 1517, serla verdaderamente sorprendente
encontrar el adjetivo con i epentética o analógica convertido
en substantivo (gofio) de uso general en Canarias ya antes
de 1517.
¿Qué sig'niñca el adjetivo venezolano gofio, debido a influjo
de necio, etc., que se aplica también a cosas y que Corominas
cita sesfún Cuervo? No lo dice ni el uno ni el otro. Corominas,
como se ve en la nota, acaba por dudar de la existencia del adjetivo
venezolano gofio que, en el texto, si lo entiendo bien, servía
de punto de partida para el canario gofio.
Antero Simón recuerda bofo, fofo, gofo, que ofrecen entre sí
relaciones indudables, y aduce, según Corominas (auh fofo), fofa
de la Valtelina «harija».
No cabe duda que fueron los mismos canarios quienes llevaron
con la comida también la voz a los países de la América
latina, donde pudo sufrir, entre la población no canaria, ligeros
cambios semánticos, p. e. venezol. gofio «especie de alfajor
hecho con harina de maíz agregándole dulce».
¿Es gofio voz romance? Hasta ahora no se ha logrado explicarla
satisfactoriamente, relacionándola con alguna palabra
romance. ¿Es guanche? No me atrevería a afirmarlo con tanta
decisión como lo hice en RHL, IX, 1943, p. 135. Sigamos el
consejo de Rohlfs: presentemos a los africanistas los materiales
canarios y dejemos a ellos la tarea de un análisis lingüístico; tal
vez nos defi ellos alguna luz. Vycichl, RHL, XVIII, 1952, p. 195
relaciona gofio con el rifeño gzoatui, pl. f: tigztmwin.. Una palabra
de estructura fonética y de valor semántico parecidos es el brasileño
gáfio (Figueiredo; Simóes da Fonseca, Diccionario ency-clopedico
da lingaa portugaeza, Rio de Janeiro-Paris, s. a.)
«mandioca» que no es sólo la planta 'Jatropha manihot', sino
también la «raíz de que se faz farinha e polvilho» y, según Santamaría,
«harina fina o tapioca, extraída de la raíz tuberosa de
esta planta». No creo, sin embargo, que estas dos voces (gofio
y gáfio) tengan relación alguna entre sí.
Los antiguos mejicanos conocían el gofio; véase Bartolomé
de las Casas, Apologética historia de las Indias, NBAAEE, p.
559 a: «Su común bebida era cacao y otros brevajes hechoi de
76 [24]
harina de mahiz tostado, que no embriaga, sino da fuerza y re*
fresca todo el cuerpo». De las Casas no nos dice el nombre
indígena mejicano.
(Oga «pequeña cantidad de goBo que se coge con los dedos>.
Véase Álvarez Delgado, RHL, IX, 1943, págs. 146 y 147
para Tenerife. Reyes, p. 121, «puño de gofio seco». He recogido
la voz también en Cruz Santa (Ten.) «puñadito de gofio en
la palma de la mano, que se come bebiendo un vaso de vino»;
en el Puerto de la Cruz (Ten.) cabrilla.
^ a n i l «ganado salvaje, libre, sin dueño, no marcado» en Lan-zarote.
Rohlfs documenta la voz además para El Hierro y Fuerte-ventura.
Pestaña da guanil para La Palma en dos acepciones:
«el ganado que está suelto, sin marca alguna» y «el objeto que
teniendo par se ha quedado sin compañero». Guanil ae encuentra
dos veces en unas capitulaciones que presenta al rey la isla
de Tenerife en 1513 (Fontes Rerum Canariarum, V, p. 281):
«...muchos ganados de vacas, puercos e ovejas e cabras e bestias
cavallares e asnales andan aleados e se hazen bravos sin que sus
dueños los puedan herretar ni marcar quando van a herrarlos e
marcarlos, de quya cabsa muchos ganados de los susodichos,
que se llaman guaniles, an andado e andan perdidos por las
sierras...». La voz se encuentra también en las Antiguas Ordenanzas
de la isla de Tenerife, págs. 102 y 103, del siglo XVL
gnargasot cualgaso «jaguarzo».
La voz corriente, en Canarias, para el 'Cistus monspeliensis'
ta Juagarso; otras variantes y deformaciones: juargaso (Güímar,
Ten.)', guagarso (Tegueste, Ten.); yor^a^o (Gáldar, Gr. Can.).
Saásimot gnáraamo, guásamo.
Luis de Agüere («La Tarde», del 14 de diciembre de 1940)
da del guásamo (Hierro) la siguiente definición} «concavidad,
labrada natural o artificialmente, en la rama de un árbol, con el
fin de obtener, por destilación o lluvia, agfua potable»; véase
[25] 77
también Urtusáustesfui en Darías y Padrón, Hierro, págs. 91-92.
Álvarez Delgfado, RHL, XII, 1946, p. 156, da una definición que
no resulta muy ciara: «cuenco o hueco de las gruesas ramas de
árboles, abiertas (sic/) para recoger en ellas {sicí) el agua destilada
por las ramas durante las nieblas frescas».
(uinso «tambor» en El Hierro.
Rohlfs no ha podido recoger la voz; la cita según Álvarez
Delgado, RHL, XII, 1946, p. 155. Parece que Álvarez Delgado
tampoco la recogió de viva voz; la toma de Darias y Padrón,
Hierro, p. 291, el cual, a su vez, la cita según Urtusiustegui: «al
son de cierto guinso o tambor». ¿Es guinso verdaderamente voz
canaria?
guirre «buitre» en Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, £1
Hierro.
Según Johann Polatzek, Die Vogel dar Kanaren, sep. de
«Orn. Jahrb.», XIX, 1908, p. 97, es el guírre'Neophron percnop-terus',
«Aasgeier»; cpr. Fuset Tubiá, Manual de Zoología, A* ed.,
Barcelona, 1944, p. 696, esp. abatido {sic!) ¿por abanto?, alimoche.
La voz fue llevada por los canarios, a finales del siglo XVIII,
a la Luisiana, donde vive aún (RHL, XVI, 1950, p. 425).
inSansOí engaso «raspa que queda del racimo de uvas».
Véase Corominas, I, p. 213, sub angazo.
Iramai orijama 'Cneorum pulverulentum*.
Véase ahora RHL, XIX, 1953, págs. 98-100.
Jaicán «en La Gomera 'Parmelia perlata Ach', planta tintórea».
De Fuerte ventura y Lanzarote tengo apuntado ajicán «musgo
en los árboles y paredes»; acaso sea la misma planta.
jameo «cueva grande y muy profunda» en Lanzarote.
£1 geólogo y catedrático de la Universidad de Madrid L. Fernández
Navarro, Islas Canarias, Madrid, 1926, nos dio, p. 46, la
siguiente descripción: «También es notable la frecuencia con
78 [26]
qu^ en esta isla [Lanzarote] puede reconocerse la existencia de
túneles en el espesor de las corrientes de lava, que, cuando se
les hunde el techo, originan larg'as canales, a que llamanyameo5.
El más importante de estos accidentes es la llamada Cueva de
los Verdes, de anchura de 8 a 20 metros, de altura muy variable
y que puede recorrerse en un espacio de tres kilómetros>. Véase
Jameo en Fray José de Sosa, Topografía de la isla de Gran Canaria,
año 1678, Santa Cruz de Tenerife, 1943, p. 230, ai hablar
de Lanzarote.
Jlrdana «especie de retama en La Gomera y en El Hierro».
Viera y Clavijo, Dice, 1/309 y 11/330 da, para La Palma,
equivocadamente, el nombre vulgar girdana para 'Trigonella
foenum-graecum'; tanto Maffiotte como Arribas y Sánchez toman
el nombre vulgar y botánico de Viera y Clavijo.
Gildana, cildana es> en Tenerife, el nombre vulgar para el
endemismo tinerfeño 'Cytisus canariensis' (Barker-Webb y S.
Berthelot, 11/38 sgte.para 'Teline ramosissima' que es una variedad
de 'Cytisus canariensis'; Burchard, Oekologié, p. 151; Sventenius,
Vizcaya, p. 123 cildana', Ceballos y Ortuño, p. 368, gildana).
El Catálogo de 1879 da cildana para- varias especies de
'Genista*.
Gildana de la cumbre es, en Gran Canaria, el 'Cytisus con-gestus'
(Sventenius, Vizcaya, p. 124).
Hirdana, herdanera es, en La Palma, el 'Cytisus linifolius,
var. latifolius' (Barker-Webb et S. Barthelot, 11/41 sgte.; Ceballos
y Ortuño, p. 370) y, en Gran Canaria, el 'Cytisus rosmarinifolius'
(Burchard, Oekologié, págs. 152, 153).
¿A qué 'Cytisus' se refiere girdana de La Gomera y de El
Hierro? Según Ceballos y Ortuño se dan en La Gomera y en
El Hierro sólo 'Cytisus stenopetalus', 'C. proliferus, var. Cana-ríae'
(no en La Gomera) y 'Spartocytisus fiiipes'.
Interesantes son las formas gildana y cildana (can.: sildana),
¿*>ant. * > y?
pantana «especie de óalabaza en La Gomera y en El Hierro».
La voz pantana es pancanaria; véase Lugo, p. 139.
[27] 79
pincora «cima del árbol» en Breña Alta (La Palma).
También en Garafía y El Paso (La Palma). Pestaña da, para
Garafia (La Palma), pingara <la rama más alta de un árbol»; véase
pingorota, picarota en RFE, Vil, 1920, p. 355 y VIII, 1921, p. 58.
En Ten., la voz tal vez más usual es pericosa; asi, al lado de
gavia, también en La Gomera. En Adeje (Ten.) he recoj^ido
penicosa; en Punta del Hidalgo (Ten.) picarosa también para
«cima de un monte, de un risco», véase María Rosa Alonso, La
Punta del Hidalgo, La Laguna, 1944, p. 71. Pincora no parece
Sfuanchismo; véase pingorote en Corominas, III, p. 7748, renglón
51.
•orejona «cabra u oveja que tiene las orejas muy pequeñas»
(Hierro).
No creo que esta voz sea guanchismo. ¿No está emparentada
con oreja? Cpr. desorejar «cortar las orejas a una persona
o animal»; el hispanoamericano orejón (Santamaría) «orejudo» y
desorejado «de orejas cortadas, sin orejas, mocho».
aorimba «lluvia muy fína; miedo, vergüenza, cortedad, frió».
Véase Pérez Vidal, RDTP, V, 1949, p. 197.
Maffiotte: «vientecilh> frío, acompañado de lluvia fría y molesta;
miedo» y asorimbarse «coger miedo». .Sorim¿a (Sebastián
Sosa Barrosa para Agaete, Gran Canaria) «parte fresca y húmeda,
umbría». En Breña Alta (La Palma) «vara delgada y larga; persona
alta y delgada» (Régulo Pérez, Cuestionario).
tabaiba «diferentes especies de Euphorbia» y tabaibo (Cabo
Verde) «figueira-do-inferno».
La figueira-do-inferno de Cabo Verde no es, como en Portugal,
la 'Datura Stramonium' como se podría deducir de Fi-gueiredo
y de Pereira Coutinho. El tabaibo o figueira-do-inferno
de Cabo Verde es la 'Opuntia Bcus-indica (L) Mili.'; véase Aug.
Chevalier, Les lies du Cap Veri; flore de l'archipel; extrait de la
«Revue de Botanique appliquée», XV, 1935, p. 938. Para la illa
de la Madera, Lowe (R. Th. Lowe, A manual flora ofMadeira and
the adjacent islands of Porto Santo and the Desertas, 2 partes,
80 [28]
London, 1868, 1/313) da para la Madeira, tabaiba 'Opuntia Tuna*.
Las obras de Chevalier y de Lowe las pude consultar en la biblioteca
del Jardín Botánico del Puerto de la Cruz, g^racias a la siempre
solícita amabilidad de mi amigo don E. R. S:son Sventenius.
Añadamos algfunas voces antillanas y centroamericanas, sacadas
de Santamaría, que se refieren a arbustos lechosos:
'Plumaria alba': Cuba: atabaiba; Puerto Rico: tabaiba; Venezuela:
tamaiba, atapaimo; Antillas: tapaiba, tambaiba.
'Plumaria nivea': Puerto Rico: tabaiba.
'Maba sintenissii': Puerto Rico: tabaiba '(III, 508 ¿erróneamente?
tabairá),
'Sapium laurocerasus': lechero, tabaiba.
Cpr. también Toro Gisbert, «Bol. Real Acad. Esp.», VII,
1920, p. 620 sub atabaiba y el cubano atabaiba sub lirio en
Suárez, págs. 324-325.
tabaraste «ajo silvestre en El Paso, La Palma>.
Barker-Webb et S. Berthelot, 111/347 dan, para Tenerife, ta-robaste
o gamonilla 'Allium trifoliatum*. Mi amigo Sebastián
Sosa Barroso recogió en San Benito (La Laguna, Ten.) tarabas-tillo.
La forma tabaraste parece palmera.
F. del Busto y Blanco, Topografía médica de las islas Canarias,
Sevilla, 1864, p. 68 da ajo tarabaste para 'Allium triquetrum',
especie que parece ajena a la flora canaria (Véanse Barker-Webb
et S. Berthelot y Pitard et Proust).
tabef«t tabique «suero de queso».
Millares, tabefe «pasta de suero y gofio»; la voz es también
andaluza «requesón» (RFE, XXIV, 1937, p. 227).
tabobo «abubilla», 'Upupa epops'.
A las diferentes formas y variantes canarias dadas por
Rohlfs (tabobo, abobito, Jabobo, jabobito, jabubo, apupú) añado
abubute (Arribas y Sánchez, p. 367 para Ten.); capupúh, pl.
capupuses en Adeje (Ten.); abobo (Reyes para Ten.); pupú
(Tacoronte, Ten.); cpr. catalán, mallorquín y aragonés (Litera)
puput.
[29] 81
tahona «piedra azufrosa».
Véase Álvarez Delgado, RHL, XI, 1945, pigs. 202-205,
donde se pudieran añadir ios testimonios de Fructuoso (segunda
mitad del siglo XVI), págs. 47 y 48.
tabona «antiguo molino, puesto en marcha por un burro» en
Breña Alta (La Palma).
Se trata seguramente de la voz castellana tahona, atahona
«molino de harina movido con caballería»; véase Steiger, Fonética
hispano-árabe, p. 264. La b es antihiática.
tafefia «maíz tostado» en Güímar (Ten.), La Gomera, El Hierro,
Fuerteventura.
En Hermigua (Gomera) es «maíz o trigo al que, al tostar,
se le añade ün poco de azúcar»; en el Puerto de la Cruz (Ten.)
«maíz tostado muy floreado». En Tacoronte (Ten.) he recogido
fafeña al lado de chafeña con alternancia dialectal conocida
t/ch. Chafeña, para Tenerife, en Reyes, p. 61, y en Arribas y
Sánchez, p. 51, el cual dice: «el millo «maíz» se tuesta añadiéndole
un poco de arena, con el objeto de que se floree, formando
lo que se llama chafeña*.
Giese, RHL, XV, 1949, p. 199, relaciona la voz con el silha
táfffjiwin, pl. de tdf(f)a «montón de trigo» y con el beréber
taffiwin, pl. de taffa «tas de gerbes établi sur Taire».
Chafeña, en Ten., es también «riña, revuelta, paliza» (Reyes,
p. 61); véase «una chafeña de palos» en Benito Pérez Armas,
Tradiciones y anécdotas canarias, «Biblioteca Canaria», p. 64.
tafuriaste «tambor» en Tenerife.
Álvarez Delgado menciona la voz en Tagoro, 1,1944, p. 123.
Rohlfs no consiguió obtener tafuriaste de ninguno de sus informadores;
yo conozco la voz sólo por los trabajos de Álvarez
Delgado. Reyes, p. 209, da, para Ten., ía/iir/asfe «vulva». Hay
Tafuriaste para un caserío en el municipio de La Orotava, Ten.
¿Tiene la voz alguna relación con el árabe taifur «bacía de cobre
» y taifurija «plato hueco y hondo» (REW 8532 y 8533;
Steiger,//is/>ano-ára6e, p. 118; y Henry y Renée Kahane, El
RHL, 6
82 [30]
término mediterráneo TAFUREA "buque para caballos*, en
Estudios dedicados a Menéndez Pidal, I, 1950, págs. 75-89,
especialmente p. 76)?
tagasaste 'Cyti^us proliferus'.
En La Palma se dice también tegasaste. Con la planta entró
el nombre tagassasto en Portugal: véase RHL, XVII, 1951,
p. 18, nota 17.
tajaraste «baile típico canario».
Según Álvarez Delgado, Tagoro, I, 1944, p. 123 y p. 124,
nota, tajaraste es originariamente «pandereta», que ha dado
nombre a Ja canción y baile típico de Tenerife.
tapiñaste, chajinaste, tajinasque, tainaate «diferentes
especies de Echium».
Creo que la forma tabinaste.dt Vasco Díaz Tanco, de 1520
(«Mus. Can.», n° 4, 1934, p. 20), es error tipográfico; véase p. 14,
donde, con otro error, tahinate. No pasemos por alto la nota
que Juan del Río Ayala añade a tajinaste, explicativa de los nombres
vulgares de plantas canarias mencionadas por Díaz Tanco:
«Según Díaz Tanco, parece que los aborígenes gomeros, tradi-cionalmente,
cubrían los órganos sexuales de sus mujeres recién
paridas con ramas de esta especie, para evitar las acometidas
de un macho cabrío monstruoso. Si consideramos la constitución
folial de esta planta, no nos extrañará el singular empleo:
hojas coriáceas, finamente lanceoladas, puntiagudas, con el limbo
provisto de innumerables pelos rígidoís, punzantes como espinas,
y protuberancias callosas que hieren fácilmente las manos de
quien no las toque con cierta precaución» («Mus. Can.», n" 6,
1935, p. 68).
En Arguayo (Ten.) usan el tag|naste, llamado allí teginaste,
para colar la leche: se ponen hojas de esta planta (o del aseigo,
véase asaigo) en el colador de barro y se cuela la leche; en los
muchos piquitos de las hojas se quedan adheridos los pelos,
moscas y otras cosas que hayan caído en la leche.
83 [31]
tamaihina, tamaisma «aguzanieves» en La Gomera.
He recogido de La Gomera también tamahma\ cpr. Viera
y Clavijo, Dice, II, p. 298, iamasmas.
tamarco» tamargo «zurrón de cuero» (Hierro); en los historiadores
de Canarias: «túnica de cuero de los nativos guanches».
WSIfel, en su edición de Torriani, p. 292, da algunos testimonios
antiguos de tamarco «Fellmantel»; añadimos el de
Bernáldez, primeros años del siglo XVI {Historia de los Reyes
Católicos en BAAEE, Madrid, 1878, págs. 612-613) «...hacian
mantas de los pellejos con su pelo muy sobados é adobados, en
que se echaban, é tamarcos, que se cobijaban algunas veces por
el sol, y por el aire, que traian en los hombros é en las espaldas*.
Abercromby relaciona tamarco con el tuareg tabroq; véase
Vycichl en RHL, XVIII, 1952, p. 187.
Con acepción muy distinta trae la voz M. de Ossuna Van
den Heede, Impresiones de viajes e investigaciones científicas,
Santa Cruz de Teneri(e, 1912, págs. 6-7; una testigo presencial
relata al autor: «Hace años, en ocasión de hacer un viaje del
Palmar á El Río en compañía de mi madre y de otras personas,
descansamos para almorzar en las inmediaciones de la Cruz de
Gala. Serían los once de la mañana cuando hallándonos á una
distancia de 30 metros de la dicha Cruz, dirección N. Q., se
oyó un ruido fuerte de viento como subterráneo, que produjo
cierta impresión de temor á las personas allí reunidas, las cuales
se levantaron exclamando jun tamarcol |un tamarcol A este
rumor fuerte como de huracán, que se sintió sin otra manifesta-ción
externa y aparente de viento ni en los árboles, ni en el aire,
ni en las personas, siguieron, con intervalos de segundos, tres
estruendos que pueden compararse á detonaciones; á estas detonaciones
se siguieron, también con intervalos de segundos, tres
ruidos semejantes á los que se produjesen en el suelo arrastrando
una zalea, y al propio tiempo se vio en la superficie del terreno
de aquellas inmediaciones moverse la arenilla y pedrizcos
pequeños, como si fuese el Movimiento producido por ráfagas
ligeras de aire». Vecinos del Palmar refirieron a Ossuna Van
den Heede el fenómeno en términos iguales y añadieron los
84 [32]
lug^ares en que se siente (montaña de la Cruz de Gala; El Lu-chadero,
sito en Masca; Los Quemados, jurisdicción de San*
tiagfo; Monte del Agfua; Montaña de Sámara); segfún ellos, el
fenómeno se siente de 11 a 12 del día o de la noche; véanse
también pá^fs. 15 y 16, donde se trata de explicar el fenómeno.
En una encuesta muy precipitada en el Valle de Santiago
no logré obtener aclaraciones: mis informadores desconocen
tanto el fenómeno como el nombre; pero es muy probable que
una investigación menos superficial dé resultados positivos.
tambnfo» pambnfo «gordo y bajo».
En Ten. he oído también pandufo «barrigudo». Hernández
da, para La Palma, pambufo «tripudo, mofletudo»; cpr. en Maf-fiotte
pambo «boliche grueso» y sub balicho «boliche, bola
pequeña, generalmente de piedra, que usan los chicos en sus
juegos; los más gruesos se llaman pambas y los pequeños chinchas*.
Hernández, para La Palma, pambufeta «comilona». No
creo que estos adjetivos sean guanchismos.
tapagán «especie de lechuza» en La Gomera y La Palma.
He recogido en Tacoronte (Ten.) tapagao, apagaa y pájaro
cochino para la misma ave. Benitez, p. 330; Arribas y Sánchez,
p. 366; Maffíotte*. estapagaa; Arribas y Sánchez: «debe su nombre
a su canto especie de clamoreo».
Francis Coleman Mac-Gregor, 06. cit, p. 89: «AUgemeines
Schrecken verbreitet das Geschrei eines Vogels, den man apagado
nennt, von der Aehnlichkeit dieses Wortes mit den Lauten,
die er in einem gellenden Tone von sich giebt. Er gehort zum
Eulengeschlechte, und man sieht ihn zuweilen bei Mondlicht
die Háuser umflattern, deren Bewohner seine Gegenwart, ais
den Vorboten eines nahen To'desfalles, fürchten».
Leandro Serra y Moratín, Ornitología canaria, «Revista de
Canarias», n" 48, 1880, p. 352, identifica el apagao, estapagao cpn
'Athene meridionalis' y el pájaro cochino con 'Syrnium aluco';
as! también, en la misma revista, n° 25, 1879, p. 368, Bello, en
notas al estudio de Gundlach, y Polatzek, en el artículo citado,
p. 161.
[33] 85
tolda 'Euphorbia aphylla*.
Voz resfistrada por Burchard en Ahlers, p. 46 y por Ceba-llos
y Ortuño, p. 379.
Rohlfs aduce aún los sig;uientes nombres: algaritofe, (al)ga-ritopa,
(aljcalilofe, garitope, caletoce 'Dracocephalum canariense'
alparroba 'Sempervivum holochrysum'; arija «lluvia muy fina»
chajasco «clase de escalera para transporte de un herido»
eamirna «corteza del pino»; gavia «punta más alta de un árbol»
gocho, cocho «trozo de terreno»; goro «pocils^a»; juanil «único
sencillo»; majo «calzado»; perinquén, perenquén, pracan «g^ecko»
petequén «trozo de piedra»; sanjora «nombre de un árbol»
taifa «reunión».
Hay, en la lista de Rohlfs, alj^unas voces que el autor mismo
atribuye, con dudas, al fondo prehispánico: alparroba, arija,
gavia, inganso; hay otras que yo no considero gfuanchismos:
balango, beril, cheire, pincora, aorejona, tahona «molino», tam-bufo;
en algunas más he expresado mis dudas. Hay más voces
que no me parecen guanchismos, pero que tampoco puedo relacionar
con dicciones que pertenecen a las lengfuas o dialectos
de la Península hispánica; mientras no haya pruebas contrarias,
hay que contar, en esos casos, siempre, con la posibilidad de
que se trate de una palabra aboris:en.
La distribución s^eográfica de las palabras expuesta en la
pig. 99 tampoco corresponde a la realidad, pues muchas de las
voces aducidas como de una o dos islas se dan asimismo
en otras.