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La conquista de Gran Canaria*
Por B. BONNET Y REVERÓN f
De nuevo mi dilecto amigo Don Emilio Hardisson y Pizarroso
trata, en el último número de esta revista, de la fecha en que
Gran Canaria se sometió a Castilla. El trabajo publicado por el señor
Hardisson' es de valía por la crítica que emplea y lo meditado
de sus conclusiones. También reconocemos que con su estudió y
sugferencias ha rectificado ese período de la conquista de Gran Canaria;
sin duda han de tenerse en cuenta por los historiadores
cuando traten ese punto, ya que hasta ahora se seguía copiando a
los escritores regionales sin discernir sus afirmaciones mediante
una sana crítica.
La detenida lectura del concienzudo artículo del señor Hardisson
nos ha hecho notar la abundancia de fuentes y documentos que
aduce a favor de su tesis; en cambio, al pretender sostener la nuestra,
hemos de reconocer la indigencia de éstas y de aquéllos, haciendo
más difícil la prueba. También hemos de confesar que su
estudio nos hace modificar algunas de nuestras afirmaciones.
* En lugar de honor de este número centenario de REVISTA DE HISTORIA incluímos
este trabajo de nuestro inolvidable colaborador Buenaventura Bonnet, que a
su muerte quedó inédito en nuestra cartera, diferida por el propio autor su publicación
cuando, no mucho antes, el fallecimiento de otro colaborador inestimable
de esta publicación, Don Emilio Hardisson y Pizarroso, interrumpió dolorosa e
inesperadamente el diálogo que ambos sostenían en estas columnas. Como se verá,
el trabajo de Bonnet no ha perdido nada de su interés y valor histórico. Es un serio
intento de reconstrucción cronológica de todo el proceso, no sólo del término,
sino de la conquista de la Gran Canaria, que no se había ensayado todavía con tanto
acopio de datos y cotejos, aunque no haya sido aún posible eliminar toda hipótesis.
El original de que disponemos estaba falto de sus notas; aparte algunas de
redacción, no hemos añadido más que algunas citas exigidas por el texto; otras
referencias son fáciles de identificar en el artículo mismo de Hardisson, antecedente
del de Bonnet.—N. DE LA R.
' EMILIO HARDISSON, Sobre la rendición de Gran Canaria, RHL, XV, 1949,
páginas 42-62.
[2] 309
Acaso hubiéramos puesto final a esta cuestión histórico cro-nológ'ica
si una revisión de fuentes conocidas desde hace tiempo
no nos proporcionara juicios para sostener nuestra hipótesis. Sin
embargo, afirmamos que no aportamos documentos inéditos, y todos
son conocidos por los estudiosos; nuestra labor consistió en
relacionarlos entre sí, y en esas condiciones los publicamos. Acertadamente
el señor Hardisson Pizarroso escribe que nadie puede
vanagloriarse de poseer la verdad absoluta en cuestiones históricas
controvertidas, pero ello no obsta, decimos nosotros, para esclarecer
los hechos sin pretender llegar a lo definitivo.
Y aquí damos fin a estas líneas que sirven de introducción a
este artículo, haciendo público nuestro profundo agradecimiento al
señor Hardisson Pizarroso por las frases que nos dedica, si bien
se nos antojan efecto de la cordial y sincera amistad que nos une.
Esta cortesanía de que hace gala el amigo demuestra la compatibilidad
de aquélla con la disparidad de criterios.
Origen de la controversia
Desde los tiempos del P. Espinosa hasta los actuales, excepr
tuando contadísimos autores, todos los historiadores han afirmado
que Gran Canaria se rindió a las armas españolas el año 1483. Así
permaneció este punto histórico, hasta que en el número de esta
revista correspondiente al trimestre julio-septiembre de 1946 mi
amigo Hardisson Pizarroso publicó un artículo divulgando un documento
dado a la luz en 1915, en el cual se hacía referencia a la sumisión
de Gran Canaria terminada con anterioridad al mes de enero
de 1484. Como en ese estudio se hacía una alusión directa al
autor de estas líneas, escribí en el núm. 77 de la misma revista un
artículo manifestando las razones en que pretendía apoyar mí
aserto, o sea que la rendición fué en 1484 y no en 1483, según lo
había sostenido en convefsaciones con el señor Hardisson.
Poco después (1947), se publicaba en Las Palmas el monumental
Libro ROJO de Gran Canaria. La introducción, las notas y
transcripción de las provisiones y reales cédulas se deben a la pluma
del erudito archivero Don Pedro Cullen del Castillo, el cual re-
310 [3]
cogió en la introducción todas las cuestiones de interés para la isla.
En un estudio de esa naturaleza no podía faltar el punto referente
a la fecha de la rendición. Y efectivamente el profesor Cu-llen
le dedica algunas líneas, en las que cita al señor Hardisson, a
Néstor Álamo, Jiménez Sánchez y al que esto escribe, terminando
con estas palabras: «A nosotros, a pesar de tan documentados trabajos,
nos parece que la cuestión cronológica, desconcertante y
sugestiva, sigue aún sin resolverse de forma definitiva... Pero el tema,
por apasionante que sea, escapa a nuestro cometido y al espacio
de que disponemos».
El doctor Don Leopoldo de La Rosa y Olivera:, en la recensión
al Libro Rojo, al tratar el tema de la conquista lo hace con mesura,
sin decidirse abiertamente por ninguna fecha, y escribe de la de
1483 «que es la más generalmente aceptada». Recientemente, en
el magnífico estudio preliminar de El Adelantado Don Alonso de
Lugo y su residencia por Lupe de Sosa, escrito en colaboración
con el erudito Serra Ráfols, son más explícitos ambos investigadores
y en cierto modo abundan en nuestra tesis, cuando escriben por
nota: «La conquista [de Canaria] termina en 1483 según los cronistas
de Castilla y los documentos, pero ésta pudo ser la fecha oficial,
mientras hubo todavía un levantamiento parcial al año siguiente
(y algunos críticos retrasan hasta éste el término de la conquista)».
Por último hemos de consignar que en el número 79 de la expresada
revista (julio-septiembre 1947) y con el título: Más sobre
la conquista de Gran Canaria, escribimos otro artículo respondiendo
a una comunicación publicada en el número 77 de esta revista
por Don Hipólito Sancho de Sopranis, Las fechas extremas de la
presencia de Pedro de Vera en la campaña de Canarias, interpretando
el texto del cronista Benito de Cárdenas, que dicho autor
exhuma, en el sentido de que por error del copista se afirma que
el conquistador de Canaria estaba en Jerez de la Frontera por el
año de 1483 en vez del 1493.^
' Posteriormente (RHL, XVIII, 1952, pág-. 224) el señor Sancho hizo notar
que este supuesto error no es posible en este caso, por tratarse de una colección
de notas redactadas en orden cronolójr¡co, entre las que se halla la aludida de
1483.—N. DE LA R.
[4] áii
De esta suerte quedaba estancada la controversia, hasta que el
señor Hardisson Pizarroso renueva con su mag^nífico estudio la
cuestión suscitada tres años antes.
La cronología
Tres han sido las fechas utilizadas por nuestros historiadores
y cronistas para datar la rendición de Gran Canaria: la de 29 de
abril de 1483, que ha sido la más comúnmente seguida; la de 1484,
aceptada por el historiador Castillo, más tarde adnjitida por Rodríguez
Moure y en la actualidad por el que esto escribe; y, por último,
la de nuestras crónicas primitivas (Matritense, Lagunense,
Sedeño, Ulloa, Escudero, etc.), que la fijan en 29 de abril de 1477,
utilizada también por escritores tardíos como el P. Sosa y Marín
y Cubas.
A nuestro juicio esa fecha sería tomada de una fuente primitiva,
hoy perdida. También creemos que ese autor, hoy ignorado y
que sirvió para datar la rendición en 1477 a los cronistas que le siguieron,
utilizó la era hispánica en vez de la era cristiana o vulgar.
No de otro modo se comprende que la Crónica Lagunense diga al
frente de la obra: «Comenzóse por Musiut loan de Betancurt El
año de 1439 y se acauó el año de 1477 día del bien abenturado S.
P°. mártir a 29 de abril y duró 38 años esta conquista».
Así vemos que, con el error de un solo año (1401 por el año
1402 en que llega Juan de Béthencourt a las Canarias), tenemos:
1401 más 38 =1439; 1439 más 38 = 1477.
El error consiste en fijar la terminación en el año 1477, o sea
cuando en virtud de la pesquisa de Cabitos los Reyes Católicos
determinaron, visto el informe de fray Hernando de Talavera y de
otros ministros de su consejo, unir a la corona de Castilla las tres
islas mayores, entre ellas Gran Canaria, para realizar la conquista.
Esta incorporación sería acaso la que se tomaría como base para
el cómputo, señalando como fin de la sumisión el 29 de abril, que
era una data conocida. Creemos que el año 1477 de los cronistas
/ ,1
312 [5]
corresponde al 1483 de los historiadores. Más adelante insistiremos
sobre este particular.
La fecha que Castillo señala como fin de las hostilidades (abril
de 1484), si bien fue conocida por Viera y Clavijo y después por
Millares Torres, estos autores ni la aceptan ni la impugnan: la omiten.
El objeto del presente estudio es intentar la demostración de
que Castillo no estaba equivocado; para ello ponemos a contribución
los datos que hemos reunido, tomando como guía en la sucesión
de los hechos la crónica de Mosén Diego de Valera, coetáneo
de los acontecimientos que narra, casi siempre bien informado
y el que mejor detalla la conquista de Gran Canaria.
Los documentos
Los exhumados correspondientes a los años de 1483 y 1484 no
parecen muy convincentes. La real cédula expedida en Vitoria el
2 de diciembre de 1483 y dictada para evitar la despoblación de
las islas menores, establece que sus habitantes pueden <ir a uiuir a
otras partes», pero prohibe se llevasen sus ganados. Esto no induce
a creer que Canaria estaba conquistada, ya que un fenómeno semejante
ocurre en Tenerife, donde se volcaron de improviso casi
dos mil aventureros de las islas después de la batalla de La Laguna,
cuando aun no se había terminado la conquista, pero que ellos consideraban
concluida y venían a recoger los despojos, sin traer mantenimientos,
a un país desolado por la guerra.
La cédula de 22 o 26 de diciembre del mismo año de 1483 iba
contra las extralimitaciones de Pedro de Vera al inmicuirse en los
asuntos de las islas de señorío gobernadas por Diego de Herrera.
En dicha soberana disposición se ordena «que ni Pedro de Vera ni
ninguno de sus sucesores se entremetiesen en ningún tiempo en la
jurisdicción, rentas, vasallos y gobierno municipal de las cuatro islas
de señorío, declarando que las debían dejar enteramente libres,
haciéndoles buena vecindad, so la pena de privación de oficios y
de confiscación de bienes...»
Este documento no viene a ser sino la reiteración de otra cédula
expedida por los Reyes Católicos en 12 de mayo de 1478, di-
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[6] 313
rígida al obispo de Rubicón, al deán Bermúdez, a Juan Rejón, capitán
general de la conquista, y a los demás oficiales y gente de
armas que venían a Gran Canaria, encargándoles que «por ningún
pretexto perturbasen a Diego de Herrera en la posesión de las cuatro
islas del señorío de su mujer, ni molestasen a sus vasallos, damnificándoles
en sus personas, ganados, orchillas u otros bienes...»
Esta carta de seguridad, poniendo a Herrera con toda su familia,
vasallos, bienes y posesiones bajo la salvaguardia, amparo y protección
real, sujetaba a los contraventores a gravísimas penas.
Por último, en un asiento de 12 de enero de 1484 en el Libro
de Rentas de la catedral de Burgos, se entrega a Mateo Pinelo,
procurador de Francisco Pinelo, para satisfacer a la Santa Sede, la
deuda que con ella tenía el canónigo de dicha catedral Juan Sánchez
de Bilbao, colector que había sido de la indulgencia pontificia,
concedida por breve, que se conserva original en el archivo, de
8 de abril de 1478 para la conversión de Gran Canaria. Parece que
en virtud del breve ya citado los Reyes escriben al concejo de Sevilla
en febrero de 1479 acerca del cobro de la indulgencia expresada,
la que tenía su origen en Benedicto Xlll, que la concedió a
Juan de Béthencourt y que después constituyó el fondo utilizado
para la sumisión y cristianización de Gran Canaria en la primera
fase de la conquista. Así vemos que con Juan Rejón asiste a la conquista
el deán Bermúdez, fiscalizador de los gastos y representante
del clero.
En la segunda fase de la conquista la Iglesia no interviene pecuniariamente.
Los Reyes encargaron a sus consejeros los doctores
Talavera, Villalba y Lillo que concertaran un asiento con Alonso
de Quintanilla, su contador mayor, y con Pedro Hernández Cabrón,
para la conquista. El importe total de los gastos se calculó en
900.000 maravedises, de los cuales la Corona abonaría por conducto
de Quintanilla 300.000 y los restantes 600.000 se pagarían por
Hernández Cabrón, dueño de una pequeña flota. Este contrato, fechado
el 24 de febrero de 1480, estipuló que se darían 100.000
maravedís al mercader que se encargase de las ropas y otras cosas
menudas; que se empleasen en trigo y cebada 200.000 maravedís y
otros tantos en los fletes de las naos. A Pedro de Vera, capitán
nombrado para dirigir la expedición, debían darse 36.000; a Juan
314 [7]
Rejón, «el cual ha de ir allá para el bien del negocio», se le daban
20.000. Para llevar a efecto «tan santo viaje» se estimó duraría «esta
empresa por espacio de diez años... e de las presas que en ellos
se faga placiendo a Dios durante los dichos diez años, e los quintos
pertenecientes al Rey e Reyna sean de ellos e para ellos, en
enmienda y satisfacción e arrisco de sus personas e faziendas...»
El guanarteme de Gáldar
A nuestro juicio la personalidad de este guanarteme, estudiada
con detención, puede darnos la base de nuestra hipótesis respecto
al final de la conquista o aclarar algunos puntos oscuros.
Según Castillo, el jefe de Gáldar se presentó voluntariamente
a Don Alonso de Lugo en la madrugada del 13 de febrero de 1483
(debe leerse 1481), fecha que nos parece compatible con los hechos
subsiguientes. Oigamos al autor nombrado: «Algunos han es-
• crito que todo lo tenía prevenido Guadartheme con Lugo, pulsado
su corazón de superior impulso...» (Lib. II, cap. 15). Y más adelante:
«Habíase conferido sobre negarle a Thenesort el merecer el título
que tenía por la sospecha que tuvieron (no sin alguna fragancia) los
canarios de que había sido su prisión voluntaria...» (Ibid. cap. 17).
Por el contrario, lá crónica de Valera afirma que la sumisión
del guanarteme fue debida al gran daño que recibían los canarios,
por lo que rogaron la paz y se bautizaron muchos. Esta es la primera
vez que los naturales piden la suspensión de las hostilidades.
Pedro de Vera creyó conveniente, dada la calidad del prisionero,
enviarlo a los Reyes. Muchos fueron los que pretendieron el
honor de conducirlo, pero los elegidos fueron Michel de Moxica,
que vino con el gobernador como receptor de quintos, muy afecto
a los monarcas, y Juan Mayor, versado en la lengua canaria, que iba
en calidad de intérprete. La presentación del guanarteme se hizo
cuando se celebraban cortes en Calatayud (mayo de 1481). •
Acompañaban al rey de Gáldar cuatro guaires o personas notables
de su consejo, entre ellos el esforzado Manínidra, al decir
de Viera. Valera escribe; «Y enbiaron al rey y reyna cuatro canarios
principales para les dar la obediencia, la cual les dieron en
[8] 315
i
Calatayud». Galindo se expresa de un modo semejante: «y dio orden
[Pedro de Vera] como mandarlo a Castilla a los Reyes Católicos,
entregándoselo a Miguel de Mujica, con otros cuatro canarios
Gayres de los más principales que habían preso, para que los llevase
con los demás a sus Altezas... > (Lib. II. cap. 22).
Para nosotros no existe duda de que el guanarteme estaba en
Calatayud al expedir los Reyes en 31 de mayo de 1481 la carta privilegio
concedida a los canarios. Del texto de Valera se desprende
de un modo terminante. Dice: «.... cavalgaron los dichos cavalleros
[Pedro de Vera y Michel de Moxica] e llevaron consigo al principal
de los cuatro que avían enviado a los reyes...» Luego es evidente
que el guanarteme era el principal de los cuatro y que necesariamente
estaba en Calatayud al expedirse la carta privilegio.
Siendo esto así, el texto publicado por el doctor Wolfel debe
estar viciado por el copista. Dice así: «sepades que al tienpo que
los Guanartemes e caballeros e otras personas del común de la
Gran Cauallería [sic, por Canaria] después de ser por la grazia
de Dios rreducidos e convertidos a nuestra santa fee católica nos
ynbiaron a dar e prestar la obediencia...»
De la frase «al tienpo que los Guanartemes...» se ha deducido
que Vera envió a prestar obediencia a más de un guanarteme ante
los Reyes, pero esa conjetura no puede sostenerse. De los datos
que conocemos se sabe que unos cronistas afirman la existencia de
un solo guanarteme en Gran Canaria, mientras que otros se inclinan
por la coexistencia de otro; Gáldar y Telde eran las sedes de
ambos reinos.
Ahora bien: si no hubo más que un reino, es evidente que no
puede hablarse de guanartemes en el documento; y si eran dos los
jefes tampoco en la carta privilegio era posible referirse al de Telde,
que se entregó a las armas españolas en fecha muy posterior al año
1481. Queda en pie la aseveración de que el texto está viciado.
Puede consultarse la carta privilegio que en enero de 1515 obtuvieron
Juan Beltrán y Juan Cabello dé la reina Doña Juana y que
reprodujo en fotocopia el Dr. Wolfel."
^ J. WOLFEL, La Curia Romana ¡/ ¡a Corona de España..., «Anthropo»», Vien>,
XXV, 1930, pág. 1078 y láms. adjuntas.
•- rt"i
316 [9]
En la ciudad de Córdoba
Es indudable que Don Fernando Guanarteme residió en la ciudad
de Córdoba algún tiempo; pero, ¿cuándo sucedió esto? Un
testigo veraz y de excepcional importancia, el canónigo y tesorero
de la S. I. Catedral de Canaria Don Fernando de Alvarez, que estaba
en Sevilla acompañando al obispo de estas islas Don Juan de
Frías, nos lo va a decir en la Información de Margarita Guanarteme/
cuya pregunta 13.^ dice:
«Iten si saben e vieron que el dicho Don Fernando Guadarte-me,
Rey de la Gran Canaria, se fue en persona a presentar ante sus
Altezas de los Reyes Católicos en la su Corte y les suplicó lo mandasen
baptizar y tornar cr¡stian9, y sus Altezas lo proveyeron así y
por su mandado fue baptizado siendo sus Altezas sus Padrinos y el
cardenal Don Pedro González de Mendoza, Arzobispo de Toledo>.
El canónigo Alvarez dice: «De la trece pregunta dijo que sabe
e vido que fue presentado ante sus Altezas en la Corte el dicho
Guadnarteme e que oyó decir que sus Altezas lo mandaron Baptizar;
e este testigo lo vido después de Baptizado en la ciudad de Córdoba,
donde a la^sazón estaban sus Altezas, e allí andaba encabalgado
e ataviado como buen caballero...»
Del contenido de esta declaración se desprende la presencia
indubitada del guanarteme en la ciudad de los califas, precisamente
cuando los Reyes Católicos estaban en dicha población, y formando
parte del cortejo real. Que lo afirmado por el canónigo Don
Fernando de Alvarez ocurre en el año de 1482 es evidente, ya que
el itinerario de la corte después de celebrarse las cortes en Cala-tayud
fue como sigue: de aquella ciudad pasó a Valencia y desde
allí se trasladó por Teruel, Celha, Daroca, Calatayud y Hariza a
Medina del Campo, adonde llegaron en los comienzos de 1482.
Tras un corto descanso en la última población, el rey Don Fernando
se dirigió a Córdoba, mediado el mes de marzo, siguiéndole poCo
después Doña Isabel. Por lo tanto el canónigo Alvarez vio en efec-
* G. CHIL, Estudios históricos, III, pág. 203 y siguientes.
f'X
[10] 317
to al guanarteme en la ciudad de Córdoba, y fue precisamente en
la primavera o verano del año 1482.
Más adelante expondremos las razones por las cuales en ese
año residían en la Península el obispo Frías y el canónigo Alvarez,
además de otros capitulares de la catedral de Rubicón.
Viera, siguiendo al historiador Castillo, que a su vez toma el
dato de la Información de Margarita Guanarteme, afirma que el rey
de Gáldar fué bautizado en Toledo por el cardenal primado Don
Pedro González de Mendoza, siendo apadrinado por el rey Don
Fernando, quien le impuso su nombre. Pero los Reyes no estuvieron
en la Ciudad Imperial el año 1481 ni en el siguiente de 1482;
tampoco el cardenal Mendoza fué Primado de España hasta el mes
de marzo del 1483, en que tomó posesión de tan elevado cargo.
Lo más cierto es que el bautismo se verificara en Calatayud,
antes de expedir los Reyes la carta privilegio de 31 de mayo de
1481 concediendo ciertos beneficios a los canarios. Eso mismo parece
deducirse de las fuentes narrativas que describen ese acto.
Viera las resume en pocas líneas. Dice que el guanarteme pronunció
las siguientes palabras: «Recibidme bajo vuestro amparo y protección:
deseo ser cristiano y que vosotros seáis mis padrinos». Como
fuente documental tenemos la cédula real fechada en 30 de
mayo de 1481, ya citada antes, en que se lee acerca del guanarteme
y guaires presentados a los Reyes en Calatayud: «... después
de ser por la grazia de Dios rreducidos e convertidos a nuestra
sarita fe cathólica... >
Nosotros creemos que fue el cardenal Mendoza quien bautizó
al guanarteme, pues asistió como metropolitano de Sevilla a las
Cortes de Calatayud que juraron al infante Donjuán. De suerte que
no fue en Toledo sino en la primera ciudad nombrada donde el rey
de Gáldar recibió las aguas regeneradoras del bautismo, de mano
del Cardenal de España cuando era aún arzobispo de Sevilla.
Michel de Moxica
Es tan interesante su personalidad, que bien merece le dediquemos
unas líneas. En 13 de abril de l*i80, los Reyes expiden una
318 [11]
carta de creencia, dirigida al concejo de la ciudad de Sevilla, sobre
la conquista de Canaria, que termina así: «... Nos vos mandamos
le dedes [a Moxica] entera fe e creencia, e lo que vos dirá poned
en obra, en lo qual mucho plazer e seruicio nos fareys...» Era
Moxica, según declaran los mismos Reyes, «nuestro criado e continuo
de nuestra casa, el qual... vos fablará de nuestra parte». Esto
demuestra la estima en que le tenían los monarcas.
Moxica vino a la conquista de Canaria con Pedro de Vera. El
Cura de los Palacios nos da a conocer su categoría, pues dice que
Vera era el capitán mayor, «e un vizcaíno que llamaban Michel, era
capitán debajo de Pedro de Vera», es decir, el segundo o lugarteniente
de aquél. Su función era, además de guerrera, la de receptor
de los quintos y derechos reales, cargo que sabemos ejerció
cuando la captura de Don Fernando Guanarteme, en que «se repartió
la presa que se había tomado, con mucho regocijo, dando el
quinto a Miguel de Mujica, receptor de los quintos y rentas reales...
» (Abreu Galindo). Tal fue la persona que llevó ante los Reyes
al guanarteme de Gáldar.
La prolongada estancia de este canario en la Península—cerca
de año y medio—no tuvo otra causa que la de esperar a que Moxica
terminara la misión que le encargaron los Reyes para luego regresar
juntos a Canaria. El historiador Abreu Galindo dice: «Y asi
el Rey Católico le mandó fuese a Vizcaya, a las montañas, y juntase
doscientos vizcaínos, y con ellos se viniese a esta isla [Canaria] lo
más presto que pudiera, dáodole todo lo que fuera menester y orden
para ello, y asi lo hizo con la diligencia posible, y trajo consigo
al guanarteme de Gáldar Don Fernando...»
El historiador Castillo, mejor informado, expone que Moxica,
después de presentar el guanarteme a los Reyes, pidió licencia
para volver a su casa en la provincia de Guipúzcoa y Villafranca
para sacar gente y navios que traer a la conquista de Gran Canaria.
En esta comisión gastó de su peculio unos 700.000 maravedís,
«como me consta—escribe Castillo—de una escritura otorgada por
el Ledo. García Oñes de Mujica, su hermano, del Consejo de sus
Altezas, a favor del Adelantado Don Pedro Fernández de Lugo, viniendo
también con Miguel, Juan de Siverio Mujica, su primo hermano,
con gente a su costa y navio suyo, dejando su casa...»
[12] 319
Castillo aclara por nota lo expuesto anteriormente. Dice: «El
Ledo. García de Mujica, del Real Consejo, presentó una escritura
que otorgó en la ciudad de Falencia a favor del Adelantado de estas
islas Don Pedro Fernández de Lugo de ocho cavallerías de tierra
de regadío, en la isla de Tenerife, de que su Alteza le había
hecho merced con encomienda y en satisfacción de los 700.000 maravedís
que Miguel de Mujica, su hermano, hizo en la conquista de
Gran Canaria, en 30 de julio de 1507, por ante Francisco Fernández
de Gulroa o Figueroa, secretario de la Reina y escribano de
Falencia, la cual hize protocolar con autoridad de la real justicia
de esta isla de Canaria, ante Francisco Mendoza Guerra, escribano,
en 23 de julio de 1726».
Dicho escritor agrega: «Porque parecerá a mi lector poco costo
el de 700.000 maravedís hecho para navios y doscientos hombres,
abreviando esta digresión diré lo que en su historia del reino
de España el rey Don Alonso el Sabio de la guerra que el rey Don
Alonso IX de León hizo a su hijo don Fernando III de Castilla el
Santo qué ganó a Sevilla, porque le debía diez mil maravedís, que
pagado cesó la contienda, y se hizo la paz. Setenta y seis años antes
de este gasto de Miguel de Mujica, que fue el de 1407, en que
testó el rey Don Enrique III, mandó erigir siete capellanías en la
santa Iglesia catedral de Toledo, primada de las Españas, de 1.500
maravedís cada una de principal, que son cinco pesos y medio de
renta cada año, como dice Garcilaso...>
Regreso del guanarteme
¿Cuándo vuelve de la Península el rey de Gáldar? Es una
cuestión que va unida, como dijimos, a la recluta de gente por Mo-xica
en el norte de la Península. Terminada aquélla en los comienzos
del año 1482, el jefe vizcaíno lo participó a los Reyes pidiendo
instrucciones, y éstos, que ya estaban en Córdoba, le ordenaron que
fuera «a los puertos de Andalucía a buscar al guadarteme», y a tal
efecto dispusieron el traslado del rey de Gáldar a Sevilla, «aposentándose
en la Collación de Santa Cruz con los suyos, en casas que
a la sazón había en aquella Collación vacas, pertenecientes a sus
•^•;
320 [13]
Altezas...», según declara Don Fernando Alvarez en la Información
ya citada (Contestación a la pregunta 5.°).
Dicho testigo corrobora lo transcrito en su contestación a la
pregunta 13.", en la que dice lo vio en Córdoba y luego en Sevilla.
Oigámosle: «E después en Sevilla lo vido comer a la mesa del
Obispo de Canaria Don Juan de Frías, señor de este testigo, con
quien este testigo a la sazón vivía>.
Como los Reyes permanecieron en Córdoba hasta mediados
de septiembre del año 1482 (Ortiz de Zúñiga), es casi seguro que
recibieron en audiencia a Michel Moxica en aquella ciudad, adonde
se trasladó desde Sevilla. Es muy posible que entonces los monarcas
hicieran merced a Juan Mayor de la vara de alguacil mayor
perpetuo, de la isla de Gran Canaria, transmisible a sus herederos;
y a Michel Moxica la gracia que pidió para Fernán Peraza, relevándole
de continuar en la conquista de Canaria a que había ido, castigado
por la intervención que tuvo en la muerte de Juan, Rejón y
autorizándole para regresar a La Gomera, pero dejando el contingente
de gomeros que había llevado.
De Córdoba regresó Moxica a Sevilla, abasteció sus naves, recogió
al guanarteme que allí le esperaba con su séquito compuesto
de quince personas, se despidió del obispo Frías, y zarpó para
Canaria, a la que llegó el 24 de octubre, según Zurita, o el 28 del
mismo mes, según Valera. El año no pudo ser otro que el de 1482.
Se ha discutido si Moxica vino a Gran Canaria una sola vez o
hizo dos viajes a la isla, cuestión que plantea el doctor Pérez Vidal
en su recensión al vol. Fontes Rerum Canariarum, 11, con estas
palabras:
«Otro viejo problema recibe ahora nuevos datos, aunque no
toda la luz que fuera de desear: el viaje o viajes que en esto estriba
la duda, de Miguel de Mogica a Gran Canaria. Núñez de la Peña,
siguiendo a Viana, y hasta el Cura de los Palacios, según parece
desprenderse de cierta frase, dicen que Mogica fue a Canaria en
compañía de Pedro de Vera. Ésta parece ser también la opinión de
Abreu Gaiindo, al considerar el viaje de Mogica anterior al de Pedro
de San Esteban y Cristóbal de Medina. Y esto es, igualmente,
lo que hace pensar la real cédula dada en Toledo el 13 de abril de
1480, en la cual los Reyes Católicos declaran que «sobre las cosas
[14] 321
tocantes a las yslas de Canaria enbiamosalláaMíchel de Moxica...»
Pérez Vidal termina diciendo: «Concordes todos estos datos
y afirmaciones, el conflicto nace ante la Crónica de Valera, a la cual
siguen Zurita y Castillo, quienes colocan el viaje de Mogica después
del de Medina y San Este^ban. Ante este problema surge la
pregunta: ¿hizo, en efecto, Mogica dos viajes a Canarias?; y si los
efectuó, ¿cómo Mosén Diego de Valera, que tanto se extiende en
otros pormenores, no hace la menor referencia al que debió de
realizar en compañía de Pedro de Vera? Queda abierta ia interrogación
y esperemos a que algún nuevo hallazgo nos saque de
dudas».
El problema en cuestión no tiene tanta dificultad. Para nosotros
es inconcuso que Michel de Moxica vino a Canaria con Pedro
de Vera; no se explicaría entonces que aquel jefe le encargara
la presentación del guanarteme a ios Reyes ni que ejerciera en dicha
isla el cargo de receptor de quintos antes de conducir a la
corte el rey vencido. El problema habrá de resolverse afirmando
que Miguel de Moxica hizo dos viajes a la isla de Gran Canaria.
El silencio de Valera no es razón para negarlos, cuando existen tantos
datos en favor de ambos viajes.
El 29 de abril de 1483
Y llegamos al 1483 en que tradicionalmente se ha fijado la
rendición de Gran Canaria. En los comienzos de este año la guerra
fue más cruda con la llegada de los nuevos refuerzos traídos
por Moxica. Tanto fue así, que un núcleo de canarios solicitó rendirse
a Pedro de Vera. Es la segunda sumisión conocida.
Oigamos lo que a este respecto dice Valera: *E como los canarios
vieron que tierra tan fuerte no les podía aprovechar, ovie-ron
tan grand miedo que buscaron de remediarse, e los principales
demandaron seguro para venir a hablar al governador. Los quales
con sus fijos e sus mugeres e ganados se vinieron a poner en la
obediencia del governador, el qual les recibió con condición que
todos los hombres se viniesen en Castilla en los navios que les
mandarían dar, e con esta condición se vino el guanarteme de Tel-
322 [15]
de con toda la gente que era de su vando, y el faicán de Gáldar
con su vando...»
El Cura de los Palacios confirma el testimonio anterior con
estas palabras: «... e los de Telde viendo que no se podían amparar
ni defender diéronse a partido a Pedro de Vera con su guárdateme,
diciendo que querían ser christianos e los dejasen libres, e ansí
los recibieron...»
Pero la relación más detallada y verídica de este suceso la encontramos
en la Información, tantas veces citada, de Marg^arita
Guanarteme. El testigo Alonso Hernández de Arévalo declara que
«fue de los primeros conquistadores que a la Isla vinieron, que decían
de los pardillos»; que conoció y trató al guanarteme de Gáldar;
y repite con frecuencia que era «de los primeros que vino a
Canaria y se encontró en todas las peleas o las más de ellas». Este
testigo, serio, honrado y veraz, contesta a la pregunta 6' del interrogatorio
lo que sigue:
«...Que sabe lo contenido en la pregunta por lo que dicho
tiene en la pregunta antes desta e sabe e vido que un día de San
Pedro Mártir el dicho Don Fernando [Guanarteme] trajo al vise-ñor
de Telde consigo con más de cien hombres de sus naturales,
porque les dijo que se diesen a sus Altezas e viniesen con él; si
no que él mismo les faría la guerra e los mataría e que así los trajo
como dicho ha, en lo cual lo hizo como gran varón y como caballero
y bueno».
En lo transcrito observamos que el testigo Hernández de Arévalo
señala «un día de San Pedro Mártir», sin especificar el año,
pero éste no pudo ser otro que el de 1483, pues en el de 1481 el
guanarteme estaba de viaje a la Península, y en el de 1482 sabemos
que residía en Córdoba. Por consiguiente fué el 29 de abril
de 1483.
Otro punto comprobado por las crónicas de Castilla y los documentos
de la época es la expatriación de los canarios y su envío
a la Península. Valera dice que ésta fue la condición que impuso
Pedro de Vera a la parcialidad de Telde, según vimos; y el Cura
de los Palacios la confirma al escribir: «en las caravelas los envió
a España, e los trajeron a Cáliz, e al Puerto, e dende a Sevilla el
año de J4S3 cerca de San Juan de Junio..,* Que éstos fueron los
[16] 323
canarios de Telde sometidos lo indica el mismo cronista con estas
palabras: *y toda la parcialidad del rey de Telde vino a Sevilla, y
fueron allí vecinos a la puerta de Mihojar; e muchos se mudaron
donde quisieron libremente, e muchos se finaron que no" les probó
la tierra...»
Documentalmente se prueba la permanencia de éstos y otras
remesas posteriores de canarios. En 1485 el ex rey de Gáldar Don
Fernando Guanarteme eleva un escrito de queja ante los Reyes
«en su nombre y en el de los canarios y canarias residentes en Sevilla,
sobre agravios que les hacían tomándoles mujeres e hijos
para servirse de ellos so color de no ser cristianos, y aun siéndolo
de haber sido reducidos, después de presos y cautivos de buena
guerra, sobre otros malos tratamientos».
Los Reyes dispusieron que «para remedio de eso, y también
para que ellos no sigan juntándose en las casas que les señalaron
haciendo los actos e comunidades e gentilidad que solían, se da
comisión a Juan Guillen, alcalde mayor de Sevilla, para que privativamente
entienda en el régimen de dichos canarios...» Un grupo
de esos canarios pertenecía sin duda al reino de Telde.
La resistencia
¿Podemos considerar sometida o conquistada la isla, porque
el guanarteme de Telde, con un centenar de adeptos, se entregara
a Pedro de Vera? ¿No contaba la isla con seis mil hombres de
guerra, de los cuales por lo menos dos mil estaban aún en situación
de pelear? Una cosa es la sumisión de un jefe con un grupo
de adeptos, y otra la rendición de todo un pueblo. Cuando Napoleón
obligó a Fernando Vil y a su padre Carlos IV a cederle la
corona, el pueblo español se alzó airado ante tanta ignominia. Pedro
de Vera y sus capitanes pensarían que la guerra había termi-
' Este no h> sido añadido al texto por los modernos editores de la Crónica
del Cura de los Palacios, desconocedores del valor que tuvo el verbo probar, equivalente
entonces a 'dañar'. Debe suprimirse, como está en los manuscritos.—
N. DE LA R.
324 [17]
nado con la rendición de los dos guanartemes o jefes que gobernaban
en Canaria, y fijaron, con carácter oficial, la terminación de
la conquista en 29 de abril de 1483, pero ésta no fue la realidad.
En efecto, el cronista Valera nos da la razón con estas palabras:
«E visto esto [la sumisión del guanarteme de Telde] el otro
faycán de Telde se apartó con la gente que le quiso seguir, dizien-do
que más quería morir en defensa de la ley de sus antepasados
que no ser christiano. E a la hora un canario principal se subió encima
del risco muy alto, e desde allí a grandes bozes dixo a los
canarios que venían con guanarteme a se tornar christianos que todos
debían hazer por su libertad lo que él hazía: y en presencia de
todos se dexó caer del risco abaxo e se hizo pedamos».
El cronista prosigue diciendo: «Y el faycán con la gente que
con él se quiso ir se fue a unas sierras muy ásperas, a una parte
de la ysla que se llama Tasarte, donde está una fortaleza de peñas
muy altas. Fueron los que se apartaron con él fasta dozientas personas...
» Después de lo transcrito no es posible sostener la terminación
de la conquista en la fecha señalada.
La guerra continuó tan encarnizada como antes de someterse
el guanarteme o jefe de Telde. Desde ahora se tilda a los canarios
de rebeldes, nombre que también se dio en la Guerra de la Independencia
a los heroicos guerrilleros por el grave pecado de pelear
contra los invasores de la patria.
Los canarios llevaban consigo a la Señora de la isla, la que
representaba el poder supremo, del cual emanan los demás dentro
de la filiación matriarcal, y esto les daba valor y osadía. Esta princesa
era hija de Guanarteme el Bueno (recuérdese la leyenda de
Silva), y antes de morir encomendó a un sobrino suyo, qup más
tarde fue Don Fernando Guanarteme, la defensa militar del reino,
y nombró faicán de Gáldar a un tío de la reina, hermano de la madre,
al que llamaban Guanache Semidán (Sedeño, 8).
Esto tiene una importancia'capital en el matriarcado, de cuyo
sistema se rastrean vestigios muy acusados en la sociedad canaria.
Así vemos que mientras a Don Fernando Guanarteme apenas se le
obedece, Guanache Semidán, hermano de la madre de la princesa,
ejerce, como tío materno, la máxima autoridad. Tiene reconocido
derecho sobre todas las cosas, da órdenes que nadie se atrevería
Í18] 325
a formular y menos a desobedecer, y hasta interviene en el matrimonio
de sus sobrinas. El Don Fernando Guanarteme era un subordinado
del faicán, y esto explica que no se rindiera Gáldar hasta
no someterse el faicán representante de la reina, y explica también
el hecho de que Don Fernando se limitara no a mandar sino a amonestar
a los canarios «que se diesen y entregfasen a su Señora»
(Sedeño).
Terminaremos apuntando la idea de que Don Fernando Guanarteme
no parece que tuviera la cualidad de rey como hasta ahora
se le ha asignado. A nuestro juicio perteneció a la familia real, pero
nunca ejerció el supremo mando. No pudo impedir la guerra seguida
por los canarios, y el número de sus adeptos parece que no
traspasó la cifra de cuarenta.
Esto podría tener explicación en que en un sistema de fíliación
femenina, combinado con la exogamia, donde los cónyuges son de
tribus distintas y la descendencia pertenece a la de la madre, los
hijos de los varones no forman parte de su tribu, mientras que los
de una mujer, cásese con quien quiera, pertenecen a la suya. De
aquí que, mientras ni los hijos de un hombre ni los de su hermano
quedan incluidos en la misma tribu que él (caso de Don Fernando
Guanarteme), los de su hermana sí, y por lo mismo se reputan sus
herederos para todos los fines (caso del faicán). Un hombre mira
siempre como suyos los hijos de su hermana.
En otra ocasión insistiremos sobre tan interesante cuestión.
La tragedia de Ajódar
Tomada la resolución de no someterse a Castilla, los canarios,
llevando consigo a la Señora de la isla, se defendían subiendo a las
sierras y cerrando los puertos. Algo semejante a lo que hicieron
los guanches después de la rendición parcial de Los Realejos.
Los cronistas e historiadores de esta última etapa de la conquista
no están acordes en los nombres de las fortalezas en que se
resguardaban los naturales ni los hechos de armas que acontecen
en cada una de ellas. Mas io cierto es que la guerra se recrudeció
con ardor. Abreu Galindo afirma que «andaba el gobernador Pe-
326 [19]
dro de Vera por las sierras y montañas con gran determinación por
acabar y dar fín a la conquista, y que los canarios andaban acosados
y seguidos en las cumbres, y en cuevas por los riscos...» En
otro pasaje escribe: «Por la cumbre de la tierra pasó Pedro de Vera
corriendo todos los riscos y pasos malos que habían...»"
Al finalizar el otoño de 1483 los canarios se habían recogido
con la Señora del país, «a la cual guardaban y defendían con amor»,
a una eminencia hecha por la naturaleza en un alto de un risco tajado,
fuerza ciertamente inexpugnable. £1 cronista Sedeño, de quien
son las anteriores palabras, la describe como sigue: «...Esta fortaleza
es un cerro pendiente, y cuánto un tiro de arcabuz le cerca en
redondo un risco tajado con sólo una subida, y hace un andén que
se puede andar en torno, y luego otro risco redondo con otra
subida, y arriba un llano y una fuente de agua para beber cien
personas...»
Pedro de Vera, de acuerdo con sus capitanes, ordenó atacar
esta fortaleza por dos partes simultáneamente: por tierra y por la
parte que cae hacia el mar. La compañía que por este lado iba a
la cabeza era la de Michel de'Moxica, que era de ballesteros y tenía
la misión de proteger la subida de los piqueros. El general ordenó
a Muxica no acometiese hasta que no se le mandara hacerlo, pero
este capitán, impetuoso y enardecido, comenzó a subir la cuesta sin
esperar la orden convenida, hasta llegar al segundo andén, sin ser
ofendido de los canarios; pero cuando éstos los vieron en situación
de. no ser socorridos, arrojaron sobre los que subían una verdadera
lluvia de piedras, riscos y galgas, sembrando la muerte entre sus
filas. Uno de los primeros en caer fue el valiente Michel de Moxica,
con los brazos y piernas quebrados y malherido en la cabeza.
El Cura de los Palacios nos dice que la muerte de Muxica fue
en el invierno del año 1483, y debió de ser en esa fecha. Veámoslo.
Este capitán llegó a fines de octubre de 1482 a Canaria; en 5 de
noviembre tomó parte en la acción contra Fataga; el día 10 fue a
Agaete, el 22 entró en Arguineguín; el 15 de diciembre estaba en
° Este paso por las cumbres es un error de Abreu Galindo. Sabemos por Va-lera,
Sedeño, Sosa, etc., que Pedro de Vera se trasladó a Tasarte y Ajódar por vía
marina.—N. DE LA R.
[20] 327
Gáldar. En el combate acaecido en la montana de Doramas, ocurrido
por febrero o marzo de 1483, asistió con otros capitanes; después
de la rendición del guanarteme de Telde (29 de abril de 1483)
toma parte en la batalla de Ajódar o Tasarte, en la que fallece por
diciembre de 1483 o enero de 1484: es el invierno de que habla el
cronista Bernáldez.
El desbarate de Ajódar fue uno de los más sangrientos combates
de la conquista de Gran Canaria, y solamente es superado
por el de Acentejo en Tenerife. Bernáldez asegura en su crónica
que murieron doscientos cristianos y cien canarios auxiliares. £1
cronista Sedeño lo califica de «desbarate y matanza, que no escapó
ninguno de cuantos habian subido con Michel de Moxica>. De modo
semejante se produce Abreu Galindo, que dice: «...y si Pedro de
Vera no los socorriera y Hernando de Gáldar no acudiera, a quien
los canarios tuvieron respeto, todos murieran aquí, porque al socorro
de la fuerza acudió una cuadrilla de más de trescientos canarios...
» Este autor concluye diciendo: * nunca otra tal como ésta
pasó en lo que duró la conquista...*
Obsérvese que el desastre de Ajódar acontece cuando ya se
había sometido la isla, según la cronología generalmente aceptada.
La rendición
Después del combate de Ajódar el gobernador Pedro de Vera
y las reliquias de su ejército se recogieron en Gáldar «y todos los
heridos se traxeron y curaron lo mejor que pudieron en una casa
grande que estaba en el canto del lugar ... y mientras allí estuvieron
rehaziéndose por causa de los malheridos que avía y de los muertos,
hicieron allí junto de la iglesia un fuerte o torrecilla ... allí estuvieron
los heridos hasta que sanaron, y visto por el Governa-dor
Vera que sus heridos estaban ya con salud volvió con mayor
esfuerzo otra vez a juntar su gente por ver si podía dar fin a su
buen deseo que era ver acabada aquella conquista...» (Crónica
Lagunense).
Si la muerte de Moxica fue en el invierno del 1483 (diciembre)
o enero de 1484, es de presumir que la cura de los heridos tardara
328 [21]
unos tres meses, y entonces es casi segura la fecha que nos da Viera
para comenzar nuevamente las hostilidades: la de 8 de abril de
1484 y no de 1483.
Cuando las tropas se retiraron a Gáldar, el gobernador Pedro
de Vera dejó espías en los alrededores de Ajódar, que le indicaran
los movimientos de los canarios. Estos bajaron de dicha fortaleza
y por el valle de San Nicolás fueron a otra montaña llamada
Bentaiga, situada entre Acusa y Tejeda, donde se proveyeron de
mantenimientos. AHí hubo tratos por parte de Don Fernando Gua-narteme
para que se rindieran, a lo que negáronse, trasladándose
por Tirajana a una fuerte eminencia dicha Ansite.
El choque por ambas partes iba a ser terrible. Los canarios estaban
dispuestos a morir antes de rendirse, y los castellanos a terminar
de una vez la conquista. Todos los historiadores están conformes
en que el guanarteme de Gáldar fue quién decidió la rendición,
en lo que acaso influiría de un modo decisivo la falta de
mantenimientos. Parece que una de las condiciones impuesta por
los naturales fue que el ejército cristiano regresara a Las Palmas,
que ellos se entregarían con su Reina, después de recogidas las
cosechas, cláusula que fue aceptada por Vera.
Fecha de la rendición
Desechada la tradicional de 29 de abril de 1483, por inexacta,
intentemos fijar la verdadera. De la cronología que nos da el cronista
Valera parece deducirse que la conquista se había terminado
con anterioridad al 14 de abril (¿1484?). El «Testimonio» que publica
Rodríguez Moure, en su apreciable folleto Tenesor Semidán,
dice que fue el 20 de abril. El historiador Castillo señala el 23 del
mismo mes. Y el biógrafo de Pedro de Vera en el Diccionario
Hispano-Americano confirma la dat^ anterior, al asegurar que se
«ajustó el tratado que pacificaba la Gran Canaria en 23 de abril de
1483» (debemos leer 1484).
El cronista Sedeño, el historiador Castillo, y el «Testimonio»
publicado por Rodríguez Moure nos hablan de una cláusula por la
cual los españoles habían de retirarse a Las Palmas, adonde irían
[22] 329
los canarios después de recoger sus panes, pasado San Juan, no como
rendidos sino como voluntarios a entregar a su Reina y Señora.
Pedro de Vera se llevó en rehenes 160 canarios de los más esforzados
para obligar a cumplir lo tratado.
Después de esto dice el «Testimonio>: «Aviendo pasado el
mes de junio le embió recado Pedro de Vera a Don Fernando Gua-narteme,
que hiciese venir a su hija (?) con los demás nobles sus
parientes a el Real, a entregarse como estava pactado, y luego dio
orden el dicho guanarteme que se le trageran su hija (?) y todos
cuantos con ella estaban; tragéronla de Tirajana por Telde, sin que
viniese con ella ningún cristiano español...»
¿En qué fecha ocurre este hecho que señala la verdadera sumisión
del poder insular con la entrega de la Reina de la isla? Intentaremos
deducirlo. Dice Valera que ese día «fizo el sol grande
eclipse, e después llovió e fizo muy gran viento; e pasaron en
aquella ysla muchas aves que ante nunca avían visto, las quales fueron
grullas y cigüeñas e golondrinas, e otras muchas aves que no
saben los nombres».
Este eclipse acaso nos daría la fecha deseada. Para ello escribimos
a los observatorios de San Fernando, de Madrid, Barcelona
y del Ebro. De las contestaciones que nos enviaron se desprende
que ni en 1482, 1483 y 1484 hubo ningún eclipse total de sol visible
en las Canarias. Por consiguiente, tuvimos que buscar otra interpretación
al dato de Valera, que pudiera ser la siguiente:
Es posible, según ya dijimos, que este cronista tuviera a la vista
alguna memoria, crónica o relato primitivo de la conquista de
Canaria, en la cual se seguiría la era hispánica y la cronología equivocada
que daba por terminada la conquista en el 1477. Si la guerra
continuó un año más, habríamos de suponer que terminó en
el 1478.
Fue en ese año cuando hubo un gran eclipse de sol, citado por
Ortiz de Zúñiga en sus Anales y descrito por el Cura de los Palacios
con estas palabras: «En dicho año de 1478, a 29 días de julio,
día de Santa Marta, a medio día, fizo el sol un eclipse, el más espantoso
que nunca los que fasta allí eran nacidos vieron, que se
cubrió el sol de todo, o se puso negro, e parecían las estrellas en
el cielo como de-noche, el cual duró así cubierto muy grande rato,
330 [23]
fasta que poco a poco se fue descubriendo; e fue gran temor en las
gentes, y fuían a las Iglesias; y nunca aquel hora tornó el sol en su
color, ni el día esclareció como los días de antes solía estar, así se
puso muy caliginoso >.
El editor de la Crónica lo refiere así: «En el mismo año [1478],
a 29 de julio, miércoles, hubo eclipse de sol total visible en Europa.
Asia y África, a 42 pulgadas del centro al S. E. y empezó a observarse
en Sevilla como a las dos de la tarde».
Este fenómeno, por su magnitud, fue anotado por todos los
cronistas generales, y Valera lo une a la rendición de Canaria.
Si es cierto que los canarios se entregan a Pedro de Vera el mismo
día del eclipse, én 1478, que corresponde al 1484, la última rendición
total de la isla fue el día 29 de julio del año 1484.
Las Instrucciones de 1484
Se han tomado como argumento definitivo para afirmar la rendición
de Gran Canaria en 1483 las Instrucciones que los Reyes
dieron en 20 de enero de 1484 al cardenal de Gerona y al comendador
Gonzalo de Beteta para negociar en la corte pontificia. En
dicho documento los monarcas afirmaban que la isla de Gran Canaria
«por la piedat de Dios se acabó de conquistar...»
Asimismo decían al papa que deseaban fundar «e edificar
una yglesia catredal e otras parroquiales» en dicha isla, rogándole
concediera «el patronadgo de las yglesias y que a su presentación
S. S. provean del Obispado de Canaria y de todas las otras dignidades
y calongías y raciones...»
Veamos el valor que podemos dar a ese documento para demostrar
el fin de la conquista. Para solicitar los Reyes esos beneficios
del Vaticano, era indispensable que con anterioridad se hubiera
dictado el breve trasladando la catedral de San Marcial de
Rubicón a la isla de Gran Canaria; que se dividieran las prebendas,
se arreglase el oficio divino y se estableciera el régimen interior.
Para dar cumplimiento a todo eso se reunió en Sevilla, el 22 de
mayo de 1483, un cabildo compuesto de dos miembros de la metropolitana
y de otra parte el obispo Don Juan de Frías, Don Pe-
[24] 331
dro de la Fuente, arcediano; Don Fernando Rodríguez de Medina,
tesorero de Rubicón; el bachiller Pedro Juan de Millares, y Fernando
Álvarez, canónigo. A este último ya lo hemos citado en varias
ocasiones.
La fecha de este cabildo llena de confusión a Viera y Clavijo
que escribe: «El lltmo. Don Cristóbal de la Cámara y Murga se
equivocó cuando en sus Sinodales fija este concordato entre los
diputados del arzobispado de Sevilla y obispado de Rubicón en el
año 1483, a 22 de mayo. Es constante que Canaria se había rendido
en 29 de abril. ¿Pues cómo en el corto plazo de 23 días pudo
transitar aquel prelado a España, negociar en la corte, recurrir a
Roma por el breve y, después de obtenido, celebrar el ajuste y modo
de traslación? >
Viera estaba en lo cierto. Era imposible gestionar todo eso
antes de ser conquistada la isla; pero si aquella gestión se hubiera
realizado antes de la rendición tradicional de la isla, la confusión
en las fechas desaparece. Y en efecto, así aconteció, según nos dice
el mismo Viera en el tomo IV de sus Noticias:
«Finalmente sabemos que al tiempo que se arreglaron los estatutos
para la traslación [de la Catedral], concurrieron en la casa
de cuentas de la S. I. Catedral de Sevilla, con el apoderado del
obispo de Rubicón, el tesorero y tres canónigos de su cabildo;
cuyos estatutos, por haber yo creído que no se debieron hacer hasta
después de la conquista de Canaria nos indujeron a error en el tota
II de esta obra... Pero no hay duda que se arreglaron en 1483...*
Viera continua así; «Y que el obispo Donjuán de Frías, desde
que fue aprisionado el guanarteme de Gáldar, aún sin estar enteramente
rendida aquella isla a las armas del general Pedro de Vera,
remitió sus poderes a España para que se tratase con la metropolitana
de Sevilla de la traslación de la catedral de Rubicón, y se
arreglasen sus rentas y prebendas de nuevo, mediante otra bula de
Sixto IV, de 29 de agosto de 1482».
De lo transcrito se desprenden consecuencias interesantes. El
obispo Don Juan de Frías embarcó para la Península con algunos
capitulares, a raíz de la supuesta prisión del guanarteme de Gáldar,
al objeto de gestionar el traslado de aquella sede a Gran Canaria,
dando a entender que la isla quedaría sometida en breve tiempo.
332 [25]
Esto debió ocurrir por el año 1481, en sus postrimerías, pues ya el
29 de agosto de 1482 el papa Sixto IV ordenaba la traslación, accediendo
a los deseos de los Reyes Católicos.
Las dudas de Viera se desvanecen y rectifican aceptando la fecha
de 22 de mayo de 1483 y desechando la de 22 de mayo de 1485,
que consigna primeramente, para la celebración del concordato
entre la metropolitana de Sevilla y los delegados del obispo Frías.
Todo ello verificado antes de la rendición tradicional o días después,
que es la objección capital formulada por Viera.
Las Instrucciones de 1484 dadas por los Reyes a sus embajadores
tienen como base la rendición de Canaria en 1483, fecha
convencional adoptada por los conquistadores.
Conclusiones
De cuanto hemos expuesto; se deduce:
Que el guanarteme de Gáldar se presentó a los españoles el
12 de febrero de 1481, y estaba en Calatayud el 31 de mayo de
dicho año. En la primavera del siguiente residía en Córdoba, con
los Reyes Católicos (marzo-abril de 1482), y en el verano en Sevilla,
de donde embarcó para Gran Canaria;
Que Michel de Moxica vino con Pedro de Vera a la conquista
de la isla ya citada; que este gobernador le designó para presentar
al ex guanarteme ante la Corte; que luego pasó a Guipúzcoa, donde
reclutó doscientos ballesteros a su costa, y después pasó a Sevilla,
donde recogió a Don Fernando de Gáldar, y desembarcó, en fin,
en Gran Canaria, el 24 o 28 de octubre de 1482. Allí asistió a diferentes
combates y murió en Gáldar (diciembre de 1483-enero
1484) a causa de las graves heridas que recibió en el asalto de
Ajódar;
Que en cuanto a la rendición de Gran Canaria en 29 de abril
de 1483, habrá de reconocerse que es una fecha adoptada por los
conquistadores al someterse el jefe o guanarteme de Telde, y tiene
carácter convencional, aunque causó estado oficialmente. Pero
no responde a la realidad de los hechos, ya que la guerra continuó
tan encarnizada o más que antes;
[26] 333
Que la sumisión de la isla hemos de situarla en el sigfuiente
año de 1484. Esta aseveración se apoya en los sucesos ya estudiados
y en la declaración del testigo Don Fernando Alvarez al decir
que «después de ganada la isla, cerca de un año, anduvieron
rebeldes alzados en cuadrilla por los campos e partes fuertes...»
(Contestación a la pregunta 11°). Lo mismo afirma Castillo (en su
nota a la página 142, edición de la Isleña, Santa Cruz de Tenerife,
1848);
Que acaso pudiera considerarse como la pacificación última
del país el 29 de julio de 1484, en que los canarios entregaron a
su Reina y Señora de toda la Isla.
Julio de 1949