La familia del gobernador Pedro de Vera
por HIPÓLITO SANCHO DE SOPRANIS
Desde hace ibastantes años comenzamos a estudiar la fig^ura histórica
d«l conquistador de la Gran Canaria Pedro de Vera, movidos por razones
de índole sentimental a las que se agregaban las circunstanciales de haiber
sido patrón y dotador del entieiro de la capilla mayor del convento da
Predicadores de Jerez de la Frontera, cuya historia preparábamos. Pronto
nos dimos cuenta de dos cosas: una, que ino existían estudios serios
«obre el miamo, salvo, acaso, en lo tocante a su actuación en Canaria, y
otra, que las escasas noticias que libamos hallando repetidas en autores
que se coipiaiban «in citarse, pedían una revisión, pues resultaban inconci-
Maiblea con datos seguros que íbamos .penosamente alumbrando. La diifi-cuitad
deil a.'mnito lejos de acuciarnos en la ibusca produjo el efecto contra
rio, desanimándonos, y la carpeta abierta con el encabezamiento Pedro de
Vera fué nutriéndose muy lentamente y sólo cuando muestras lecturas o
nuestras investigaciones en asointos muy diferentes nos suministraban
algTin dato relativo ail famoso al<«dde de Jimena, nuestro abuelo. Hubo
un momento en que la aparición de cierto interesantísimo documento qu«
hubimos de preparar para la publicidad pareció que nos obligaba a intent
a r un ensayo biográfico de aquél, pero las circunstancias adversas—^la intranquilidad
reinante en el segundo tercio del año 1936 esipecialmente—
olbligó a interrumpir unas -investigaciones que se anuncdiaban fecundas
con la aparición deJ importantísimo documento, y a la hora presente, cuando
desconfiamos de poder or^ranizar el abundante material histórico que
en treinta años de labor de archivos hemos venido acopiando, ante anuncios
de la proximádad de la que dijo el poeta es
la que a nadie non perdona
vamos a tratar de reunir en una serie de pequeños trabajos, cediendo a la
doble presión de amigos y de aficionados a la historia, los no muy nume-
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rosos aunque si interesantes datos que tenemos soibre Pedro de Vera, comentando
por un estudio acerca de sus familiares inmediatos que ayudará
a «ituiar socialmente al conquistador y rectificará a los historiadores
de la conquista y a los redactores de nobiliarios, al que secarán otros sobre
lias diferentes etapas de la vida de aquél,—^salvo el trienio de la conquista—
para terminar con la edición de un interesante documelnto. Aunque
de modestas pretensiones creemos, sin embargo, que las noticias nue
vas en ellos dadas a conocer justificarán su publicación.
Los datoe tradicionales acerca de la familia de Pedro de Vera.—
Árboles (fenealógicos—13 punto flaco de los mismos.—Situación
distinguida de los Veras en la comarca gaditano-xereciense desde
fines del trescientos.—El verdadero punto de vista.
La procedencia del alcaide de Arcos, Jimena y Cádiz, más tarde conquistador
y gobernador de Canaria, Pedro de Vera, es problema resuelto
.»i nois atenemos a lo afirmado así por los historiadores de la conquista—
el P. Abreu y Viera y Olavijo como los de mayor estima—como ,por los
genealogistas de oficio que en tiempos de Felipe IV y expemsas del Conr
de de Villamediana, se ocuparon de sacar a luz antecedentes y glorias de
la familia Vera. Con pequeñas variantes—alguna de las cuales parece testimoniar
que el P. Abreu bebió en buenas fuentes—vienen a darnos «n
ártbol que amplían y comentan con cierta tendencia a la hipérbole que a
comtiinuación insertamos y en parte pudimos comprobar años hace.
Árbol de Pedro de Vera Mendoza por linea materna
1. Alfonso García de Vera, señor de la Isla,
con D* Mencfa Martínez de Zurita.
II. Rodrigo de Vera, caballero de la B«nd&,
con D9 Catalina Coronel.
III. García de Vera, regidor de Jerez,
con D> Aldonza ,de Vargas.
IV. £» María de Vera de Vargas,
con Diego Gómez de Mendoza, alguacil mayor.
V. Pedro de Vera Mendoza, conqui«tador de Canaria,
con D! Beatriz de Hinojoea.
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Según él, el alcaide de Arcos provendría directamente de Alfoinso García
de Viera, famoso y rico caballero señor de la casa, puente e isla tíe
Cádiz—no de la ciudad como algunos falsamente han interpretado—siendo
su tercer nieto por línea femenina, pues era hijo de D* María de Vera,
mujer de Diego González de Mendoza. Dificultades cronológicas, uin número
excesivo de generaciones para un espacio demasiado restringido aun
habida cuenta de lo temprano de los matrimonios en aquella época, el paso
del señoirío de la isla a los Suazos quedando sucesión masculina de su
primer poseedor, a más de la falta de docaimentación positiva que vaya jus-tificando
cada una de las generaciones, mos olbliga a guardar garandes reservas
antes de aceptar sus afirmaciones, quedándonos tan sólo con dos
cosas: una que el ailoaide pertenecía a la familia de los primeros señores
de la isla—sin contar el efímero señorío de Gonzalo Díaz^—^y otra que su
situación dentro de ella parece haber sido un tanto secundaria, especialmente
cuando se la campara con la de sus primos el comendador su homónimo
que llamaron el Bermejo y los hermanos de éste, el jurado Francisco
de Vera, que constantemente aparece en las actas capitulares de Jerez,
y el comendador Juan, del mismo apellido (1).
Pero si de la línea materna del conquistador hablan todos con bastante
extensión no ocurre lo mismo con la paterna y es necesario bucear en los
genealogistas locales, uno de los cuales justifica el £^pelativo de Mendoza
y las armas que se pusáeron en el entierro de la capilla mayor de Santo
Domingo, con el árbol siguiente que por su fedha, por su tronco y por lo
frecuente de amaños en semejantes casos, creemos producto combinado
de la fantasía y de la buena voluntad de D. Pedro Colón de Mendoza, a
quien se atribuye el anónimo tratado en que lo encontramos.
(1) Cfr. López de iHlaro A.: Árbol de los Veras. Milán, 1636. Línea
de los Veras de Jerez, pág. 54. Sobre la falta de descendencia de Alfonso
de Vera, el señor de la Isla al fallecer su hijo y sucesor, May que hacer
grandes reservas después de encontrado un inventario de papeles de la entrega
del señorío al Marqués de Cádiz que haremos público en estudio sobre
la familia de los Suazo, señores de la Isla. Sobre el Bermejo y su hermano
el jurado Fraincisco hablaremos a lo largo de estos estudios sotora-damente,
por lo que prescindimos aquí de referencias que cargarían la
nota.
263
Árbol de Pedro de Vera por la linea paterna
I. D. Diego Hurtado de Mendoza, alinirante de Castilla y señor de Hita
y Buitrago,
con D* Leonor de la Vega, señora de la casa y solar de la Vega.
II. Gonzalo de la Vega Mendoza.
III. Diego González de Mendoza, algiuacil mayor de Jerez,
con D* María de Vera.
IV. Pedro de Vera Mendoza, 24 de Jerez, conquistador de la isla de Gran
Canaria,
con D! Beatriz de Hinojosa (2).
Porque es el caso, que encontrando con frecuencia a Dieigo Gómez, el
padre del alcaide, en las actas cajpitulares de la primera mitad del cuatrocientos,
si se menciona su oficio de escribano y su alguacilazgo, ni una
vez «ola le hemos visto denominado Mendoza, a pesar del enlace de sus
hijas con un caballero de esta casa, en Jerez, bien situada social y económicamente
desde hacía muchos años-, detalle que nos hizo pensar si de
aquí provendría el Mendoza que la vanidad del quinientos quiso trocar
por la de los señores de Hita y Buitrago, ya Duques del Infantado. Ptaro
consideradas despacio las cosas, la hipótesis que a primera vista aparece
bien fundada resulta insostenible cuando se comparan las ai<mas que usaron
los Mendoza de Jerez por empresa—cinco panelas de oro sobre gulee
más o menos añadidas, de donde se oriíginó llamarles los Mendozas de las
Panelas, desde la erección de su capilla seípulcral en la parroqm^ de San
Marcos (cedida en solar en 1372)—con las las que ,por lo menos desde los
días de la conquista del Río de la Plata usaban los Veras de Ja línea del
gobernador, según prueba el proceso de su nieto Alvar Núñez Cabeza de
Vaca, Vera por su varonía (8). Ahora bien, descartados los Mendozas lo-
(2) Así Descendencia dn Rafael de Spinola sacada de los escritos
de D. Pedro Colón González de Mendoza, año de 1735, que hemos encontrado—
bien que omitido el nombre del autor—en el archivo del Marqués
de Casa Vargas Machuca, de Jerez, fol. 51. El autor, como se ve, no se
paraiba en barras.
(3) Sobre los Mendoza de las Panelas la escritura de fundación de
cuya capilla de San Marcos hemos encontrado y publicaremos por el interés
que ofrece donar el suelo de aquella, no la autoridad eclesiástica, sino
la asamblea de la parroquia, cfr. Marqués de Casa Vargas: Estudio ge-
264
cales, no queda otra solución que el dilema de estarse en presenicia de una
mixtificación de las que no escasean casos en el quinientos, nacida de la
vanidad del explorador de la Florida, siguiendo la opinión de los enemigos
de éste; o encontrando demasiado audaz el falseamiento cuando vivían
en Jerez tantos que estaban al tanto de las cosas y que enemigos de
la memoria del gobernador hubieran sacado a plaza la superrihería, admitir
que se trata de un vastago de los Mendoza que tan alto subieron, 'pero
de "ana rama segunda de los mismos, alejada lo bastante del tronco para no
recibir influjo del mismo, aunque conservaba lo substancial de la empresa
familiar, opinión esta última que nos parece la más probable y segura (4).
Que los Veras ocupasen en Jerez una situación bonoraible lo convence
una sencilla excursión por las actas de los libros del cabildo- en buena parte
conservados. Los del apellido que figuran oonstantemente como alcaldes
mayores—tal Rodrigo de Vera—cuando la ciudad se gobernaba por ellos y
no ipor corregidores; como regidores—el Bermejo que desempeña además
numerosas comisiones ein la corte y la alcaidía de Estepona—o como jura-dos^
Francisco de Vera, otro de los jefes de la vida concejil durainte más
de ooho lustros, y el Pedro de Vera, hijo de Rodrigo de Vera, como le llaman
los documentos contemporáneos para diferenciarle de sus tres parientes
homónimos y coetáineos, a máa de Pedro de Vera Baiiades, de tristes
recuerdos—turnan en los m&s dedicados y apetecidos oficios de la ciudad y
es raro ^el cabildo en el cual de alguna manera no intervengan. Los de la
linea de Trebujena, que uaan generalmente el patronímico Díaz, no figuran
menos y todos los del aipellido constituyen un clan familiar no menos numeroso
ni menos temido que los de los Dávilas y Villavicenciois, a los cuales
aventaja en la rposesdón del señorío de la casa fuerte, ,puente y puebla de
nralógico sobre los Caballeros Mendoza de esta ilustre casa jerezana^
(Documentos interesantes del archivo del Marqués de Casa Vargas Machuca,
pág. XXIX y as.) Allí se verá una reproducción de las primitivas
armas según se hallan esculpidas en la capilla sepulcral hoy muy modificada
pero conservando intacta la portada ojival con el blasón encima.
(4) Cfr. The Odyssey af Cabeza de Vaca. New York, 1933, pági-r
ñas 278-79. Reproducción del folio del proceso de Alvar Núñez en que
Bfparecen dibujadas las armas que el adelantado del Río de la Plata uaó
en la expedición. Por cierto que nuestro docto «migo pone al pie esta línea
que dista bastante de ser exacta como lo demuestran las armas allí
reprcáducidas: "Notice the cows'heads not a pairt of Cabeza de Vaca's pro-perdevioe".
Y los escaques de un cuartel y los ibucranios de la cimera, ¿qué
dicen ?
265
la isla de Cádiz y en da posesiAu de la capilla mayor d«il templo parroquial
de San Lucas erigida a exjtensas del primer señor de la isla Alfonso
de Vera t>ara entierro propio y de aus familiares cuando apenas los Na-teras
y Mendozas oomáenzan a edificar capillas secundarias en el bdlo
San Marcos (5). Perteneciente a la primera línea o a una secundaria, pero
que en la sociedad jerezana ¡no contaba menos—así lo lacreditan los matrimonios
y los oficios desempeñados por el alcaide y sus afines^—^los que
tras del encumibramiento que la conquista de Gran Canaria trajo consigo
vivieron, por una falta de ipersipectiva ihistárica muy frecuente, creyeron
que la estaibilidad económica que hasta muy avanzado el cuatrocientos
jerezano no adquirieron los principales linajes de la ciudad, había sido cosa
adquirida desde los primeros días de la reconquista y que por entonces
era tamibién un hecho la formación de una casta cerrada por la noit>le-za
íocal, abierta ahora a cuantos lograiban destacarse en la gfuerra o alcanzar
el favor de los Reyes, desoonoertándose ante el hecho cáerto de
haber sido escribano el ipadre del conquistador—lo que no le impidió des-
(5) Rodrigo de Vera aparece como alcaide en el segundo semestre
de 1496 y así preside el oalbiído de 25 de noviemibre en que se dio .petición
al Papa en demanda de una indulgencia para construir el claustro del Convento
de Santo Domingo de Jerez. Cfr. Rallón: Hisloria oit., trat, XII, capítulo
XXXV, pág. 246. El texto de la petición, hoy perdido por haber des-
8)parecido el cuaderno capituliar, fué salvado por el P. Pr. Dieigo FVanco en
sus Memorias históricas drl. B»^/, Cormonlo df Sto. Domingo dr Xereí,
núm. 41, pág. 19, utilizando una copia testimoniada del pasaje aún existente
en su original. Del comendador Bermejo y su hermano habremos de
ocupiarnos desipués, y en cuanto a Pedro de Vera, hijo de Rodrigo, su título
de jurado puede verse inserto en el cuaderno capitular de 1464, cabildo de
14 de septiembre, en que se le recibió como tal, merced a la intervención
amistosa de D. Beltrán de la Cueva. (Cfr. fol. 140 v.) Leyendo los que
ocuparon los oficios de regidores y veinticuatro, según el estadillo antiguo
de los mismos inserto en Bandos rn Jerez, vcl. I. pág. 41, se llega al pleno
convencimiento de lo diciho en el texto sobre la capilla mayor de San Lucas.
Cfr. Grandellana, Luis de: Soñeia hislórieo-arfística de algunos de
los principales monumentos de Jerez, Jereí, 1885, pág. 56. Mesa Xitiete
nadia dice de esta fundación en su Historia, pero su silencio, como el ded
P. Rallón, puede ser fácilmente explicado, pues las modificaciones experimentadas
por la iglesia y'la desaparición del sepulcro así como las fábulas
que empezaron a correr sobre patronato real del templo hicieroli ((aer en
el olvido un» memoria a la que faltaban interesados que estuviesen presen-tea
para hacerla respetar, como se hizo respetar durante ciasi tres siglo» el
entierro de la capilla mayor de Santo Domingo, no obstante haberse quitado
no una solía vez las armas que en él habia ipregonando los señores del
mismo. Tenemofi aibundante documentación inédita sobre el caso, que dare-nwa
a conocer al ocuparnos en un estudio monogrráfico, de Pedro de Vera
y su entierro en Predicadores de Jerez.
266
envpeñar el aliguacilazgo mayor y pesar en la administración de la ciu-dad^—
y la escasa fortuna personal de Pedro de Vera, y conisiderando punto
de honra engrandecerle, le formaron ©sos ár'boles fantásticos y le adjudicaron
parentescos que sólo en sus fantasías existieron. Los investigadores
modernos, reaccionando justificadamente ante semejantes manejos
un poco Ihiperoríticamente, han negado rotundamente la noble extracción
del alcaide árcense sin pararse en separar la cizaña del i^ano, posición
exagerada en nuestro sentir, pues en este caso como en el discutidísimo
en el setecientos de la guzmanía de Santo Domingo hay un fondo de verdad
que ha iservido de punto de partida a los fantaseadores, cuando no falsarios,
que bordaron los coanipilica;dos árlboles geneaióigicos en que más o
menos mañosamente injertaron aquellos jjersonajes hiatóricos 'bien destacados
qaie servían ipara dar visos de veracidad a sus infundios.
Y didho esto entraremos en materia examinando separadamente quienes
fueron los padres dei conquistador de Canarias, quienes sus hermanas
conocidas, quienes las dos esposas con quienes compartió largos años
su vdda y, por fin, quienes sus hijos, teniendo especial cuidado en situar-ilos
en el medio social en que vivieron ya que la finalidad que en este trabajo
perseguimos no es solamente la de corregir tal detalle equivocado o
añadir aliguna menuda noticia, sino adtuar bien la recia figura de Pedro
de Vera, pues estamos convencidos que con ello se adelanta «o poco para la
delineación de su rica y complicada psicoloigía y la formulación de un
juicio equitativo sobre su persona y su discutida actuación. Para no detenernos
haciendo una labor negativa no por necesaria menos enfadosa,
prescindiremos en general de este aspecto de la cuestión estudiada salvo
en algún caso de particular importancia, bieti que con dar en notas las
opiniones de historiadores pasados el lector podrá orientarse (6).
(6) Viera y Olavijo: Notirinn, lib. 85, pág. 136, dice sobre la familia
d« Pedro de Vera: "Había casado... con D* Beatriz de Hlinojosia,.. en quien
tuvo cinco hijos: 12 Diego Gómez de Vera, del Orden de Santiago. 22 Fernando
de Vera, del mismo Orden y 24 de Jerez. 32 Francisico de Vera, asimismo
24 y de la dicha Orden, capitán general del Río de la Plaitia (sic.)
42 Rodrigo de Vera, regidor de Canaria. 52 Martín de Vera, 24 de Jerez...
Abreu Galindo 'atrübuye al general Pedro de Vera otro sexto hijo llamado
Jorge de Vera, que dice fué maestrescuela, digniéad y canónigo de la ca>-
tedral de aquella isla. Bl P. Abreu da más, pero no saibemos .si más seguras
noticias, en las siiguientes líneas: "Era hijo de Diego Gómez de Man-doza...
su aasa «olar y apellido de la ciudad de Soria. Fué casado cotn
D* Beatriz Camacho... tuvo sei.s hijos y los tres fueron veinticuatros de
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Utilizareinos caai exclusivamente la documentación directa, tanto inédita
como hecha del dominio público, y solamente en caso de faltar aquella
o para ®u mejor inteligrencia emplearemos los historiadores que pueden
oonsideraT9€ como ecos de una tradiciAn digna de crédito. No es que sis-temáticamen/
te prescindamos de este elemento informativo, sino que la experiencia
adquirida en liargos años de estudio de mucbas de los que parecían
mejor fundadas nos ha hecho un tanto suspicaces y preferir peoar
por carta de menos utilizajido él documento que nos dará noticias seguras,
que no por carta de más llenando vacíos ;pero con detrimento dei la
solidez ideológrica de nuestra construcción.
Diego Gómez de Mendoza
Tod'ois están conformes en que el alcaide Pedro de Vera, conquistador
de la Gran Canaria y de triste memoria entre los gomeros, fué hijo dle
Diego Gómez, ipero la uinanimidad se rompe cuando se trata de precisar
quien era este Diego Gómez, pues en tanto que en los escritores jerezanos
del quinientos en adelante, particularmente los que escribieron genealogías
de las casas más ilustres de la ciudad, se le ai)ellida Gómez de
Mendoza, enlazándole con la casa de Hita y Buitrago, cuyas armas se dicen
iseír las suyas, loa modernos acogen con desconfianza tal genealogía
e imoluso ailguno más aipasionado que en condicione» de formular un juicio
serio, pues su preparación histórica no plisaba de ser la de un modestísimo
aficionado, afirma ser todo ello una de tantas supercherías en uso
durante el seiscientos y sus aledaños, para envejecer pergaminos demasiado
frescos, y aaí el conquistador no sería hijo de Diego Gómez de Mendoza,
simo dte loa que pasan por ser sus abuelos. García de Vera y D* Al-donza
de Vargas (7). La cronología echa por tierra estas suposiciones de
Jerez... y otro fué regidor de Canaria, que fué Rodrigo de Vera, y Jorge de
Vera fué niaestresouela y canónigo de Señora Santa Aua; Martín de
Vera fué ca,pitán de Infiantería en la guerra de Nápoles; Hernando de Vera,
ciego de pasión, hizo ciertas coplas de las cuales sintieron mal los Católicos
Reyes... Historia de In conquista de las sirte islas de Gran Canaria, Tenerife,
1940, lib. 22, cap. XXX, pág. 185.
(7) Cfr. Parada Barreto: Hombres ilustres de Jerez de la Frontera,
Jerez, 1875, pág. 203. Jiménez de la Espada en La guerra del moro a
Í incs del siglo XV, Ceuta, 1940, pág. 28, nota, se indirta a la opinión de
'arada, inisostenilble en cuanto a los padres del alcaide Vera, bien que el
Mendoza pueda ser objeto de discusión.
268
Parada y Barrete, pero obliga a plantearse el problema d* la averiguación
de la porsonaJidad del padre del alcaide de Jimena y Arcos, estudiánr-dolo
desde sus fvunidamentos.
Ea indudable que Diego Gómez es una persona cuya realidad histórica
no se puede poner en duda, pues los fragmento® de actas capitulares cma-trocentistas
que se custodian en el archivo municipal de Jerez nos lo presentan
como regidor de la ciudad durante bastantes años y adeimás con
el iimiportante oficio de alguacil mayor que le obliga a intervenir en negocios
muy importantes, según puede verse no ya en los originales sino
en los extractos de los mismos que, fielmente el P. Rallón y con menos
exactitud el analista Gutiérrez, nos dejaron.
Así, pues, no cabe duda que fué escribano ipúblico die Jerez, como poco
antes lo era otro de su apellido. Ñuño Díaz; y era oficio que no esitiaiba
entonces en la minutio capitis que andando el tiempo, aunque dado lo remoto
de la feciha, sean pocas las escrituras que se podrían mencionar lau-torizadas
por él (8); tanwbién fué regidor pasado ya el tercer decenio del
cuatrocientos y obtuvo los oficios de fiel ejecutor y el preciadísimo de al-guiacil
mayor que desempeñó en 1435 en turno de coJlaciones y volvió a
desempeñar «1 año siguiente por nombramiento del juez ^pesquisidor Miguel
Rodríguez de Madrid, como •peraona ajena a la* facciones y ibande-rías
que destrozaiban a Jerez (9).
El oficio de alguacil mayor, al cual iban anejas funciones militares
que años andando fueron de la competencia del alférez mayor, como enr
tre otras era la de llevar la enseña de la ciudiad cuando se salía a campaña,
iha hedho que tomando parte Diego Gómez en diferentes empresas
guerreras de su tiempo su huella en la historia jerezaim sea más fácil de
«eguir. Así sabemos que tomó parte en el socorro al Maestre de Alcántara
que derrotado por los moros en Ardiite se encontraba en apurada ei-tuiación,
pues en las actas capitulares de 1435 se ordenó se le Mibrarain
sobre los propios de la ciudad seiscientos maravedís por 'haber llevado el
(8) Solamente conocemos una que citan los nobiliarios de la casa de
los Dávila, el testamento de Juan Bernalte Dávila otorgado en 15 de octubre
de 1439.
(9) Cfr. por de más fácil consulta Rallón: Histnrin de Jem. Tratado
XII, cap. 22, pág. 127 para el primer nombramiento y cap. 24, pág. 139
para el segundo. El P. Rallón v«. siguiendo el hilo de las actas caipitularee
y ha podido utilizar no pocas que hoy nos faltan. De aquí su autoridad
que hemos podido comprobar está justificada.
269
pendón «n la salida a socorro a D. Gutierre de Sotomayor, frontero de
Andalucía, y en 21 de agoato del año siguiente en vísperas de salir piara
Giibraltar, para tomar parte en la desgraciada aventura en que encontita-ron
la muerte tanto su jefe el Conde de Niebla como muchos de sus soldados,
entre las oJas del miar ante los muros de la plaza, una exigenciaj
suya nos hace saber que igualmente portaba el pendan de Jerez que llevaba
la hueste de la ciudad (10). Se trataba, pues, de una personalidad en
armonía con el amibiente social en que vivía y a quien «u profesión un
tanto sedentaria y pacífica como era la de escribano, no impedía consa.-
g^rarse a la guerra, primera función social entre los jerezanos idel cuatrocientos,
cada y cuando las circunstancias lo impusiesen.
Otros detalles curiosos laoerca de la actuación de Diego Gómez en la
vida xericienae del cuatrocientos podríamos espigar en las' inacabables páginas
de los frRigmentos capitulares conservados, pero, pues íiada espe»
cial añadirían a lo diciho y aquí no hacemos la biografía del padre del
conquistador de Gran Canaria, sino tan solamiente nos interesa situarle
sociadimiente, prescindimos de ellos sin exceptuar más que uno, su elección
para fiel ejecutor—^tercero en discordia—nombrado por cédula real datada
en Avila a 18 de marzo de 1446 que nos dice primerd su influencia en
la corte, pues no siendo allí conocido y bienquisto no se le concediera la
m«rced, y después el carácter y prestigio del agraciado cuya misión era
concoirldar los «ncontrados pareceres de los dos fieles ejecutores jia existentes,
cuya discordia se reflejaiba desventajosamente en la vida local (11).
Del escribano saibemos bastante menos que del regidor y alguacil mayor
del Concejo, cosa nada ;die extrañar puesto que de esa época no sola^
mente no -se conservan protocolos notariales sino que hasta las menciones
de documentos a ella pertenecientes son raras; pero entre nuestras
notas figura una procedente del archivo de los Dávila que menciona ©1
testamento de Juan Bemalte, señor de 1» casa, que presente estuvo en la
deagraciáda batalla de Aljubarrota, otorgado en 15 de octubre de 1480 y
que autorizó eJ escribano xericienise Diego Gómei de Mendoza. No hemos
podido dar con copia íntegra y fehaciente del referido -testamento que ret-solvería
vea problema planteado por historiadores del pasado siglo acerca
(10) Cfr. Rallón, op. cit, trat. cit., cap. 22, pág. 127.
(11) Cfr. Rallón, op. cit., trat. cit., cap. 24, pá,g. 139. Copiaremos d«>s-pués
©1 texto por justificar la existencia y el matrimonio de una de sus
hijas.
270
de la procedencia familiar del padre del alcaide Pedro de Vera y así nos
q^eda siempre el temor de que el Mendoza haya sido una ofixaioisa agre-ig'ación
del que tomó la nota acostumibrado la lo que era comunmente creído
en Jerez y parecía confirmarse con las armas colocadais en la capilla
mayor de Santo Domingo xericiense, donde el gobernador de las Afortunadas
esperaba la resurrección de la carne (12).
DS María de Vera
Eaiposa de Dieg^o Gómez y madre del conquistador Vera, esta señora
de la cual toonó el cogmomen su hijo sigruiendo la costumbre, tan extendida
entonces, de Uamanse el segundo de los hijos como los abuelos maternos,
poco podemos decir de ella ya que ni se nos ha conservado su testamento
ni dejó fxuidaciones pías, viviendo en el retiro característico de la
mujer española del cuatrocientos en estes ciudades de frontera. Hija de
García de Vera y D* Aldonza de Vargas, eu mujer, si damos crédito a los
genealogi'Sitas, no .nos atrevemos a garantizar el no corto ánbol genetaló-gico
de esta señora, pues si los personajes que en él figfuran son plenai-mente
históricos, él acoplamiento familiar de loa mismos ofrece dificultades
cronológicas en lias que, sdn duda, no iparó mientes el que alegremente
lo formó (13). Como ya apuntamos, una falta de perspectiva histórica,
frecuente entre nuestros historiógrafos de los siglos XVI a XVIII, ha con-tribuido
no poco a descentrar a los personajes de los siglos medios y
creyendo que la estabilidad social y económica propias del quinientos en
adelaTite se dieron en las centurias anteriores «e deslumhraron con el señorío
de la isla de Cádiz donado a Alfonso de Vera y las alcaidías desempeñadas
por varios de aus deudos que volvían luego a la obscuridad (14).
lias hermanas del alcaide Pedro de Vera
Nos consta ciertamente de la existencia de dos, de una de la» cuales
desconocemos el nombre, bien que sepamos el de su marido, regidor de Je-
(12) Cfr. Rallón, op. cit., trat. cit., cap. 32, pág. 185.
(13) Cfr. Moreno de Guerra, J.: Bandos en Jerez, vol. 22, Madrid, 1932.
Casa Dávila, pág. 52. El autor utiliza los documentos de los archivos de
Campo-Real y Casa Vargas de Jerez para la formación de estas genea-logias,
algunas de las cuales son antipas.
(14) Cfr. López de Haro, A.: Árbol de los Vera. Milán, 1636, pág. 63.
Primera línea de los caballeros Veras de Jerez de la Frontera.
271
rez y perteneciente a una familia antigua de dicha ciudad eanpaT«ntiada
reijetidamentie con los Dávila. Fué la conocida Elvira García, a quien los
nobiliarios lliaman de Mendoza, quien casó brillanteimente con Criatóball
L6pez de Mendoza, de familia bien conocida en los anales jerezanos por
la iposesión de la ermita de Sanitiago de Efe en las mesas de su nomibre
y cierta leyenda ratificada por un privilegio que aunque aipócrifo viene
circulando entre los historiadoreis comarcales desde mediados del quinientos
por lo menos. Pué este calballero alcaide de Tempul—oficio que circulaba
por las collaciones jerezajias lo mismo que los otros concejiles—y
tuvo además por algún tiempo el cuidado y gobierno de las naves que
Jerez tenía en su surgidero de la Argamasilla, cargo que la megalomanía
de los comipiiadores de genealogías tratisformó en almirantazgo. Hombre
poderoso entre los suyos, rico en tierras y patrono de uno de los más
antiguos entierros de la ciudad, la capilla de los de su ai>ellido «n la iglesia
del monasterio de San Francisco, fundaci6n de su abuelo Gonzailo de
Mendoza, en la cual se sepultaron tanto él como su esposia, el enlace de
una hija de Diieigo Gómez con él ©s una prueba más de la consilderaci^ln
que el alguacil mayor y los suyos disfrutalbain por entonces. El testamento
de Elvii» García, otorgado ante Fernando de Orbaneja «m 6 de octubre
de 1483, nos da a conocer con seguridad, además de los nombres de sois
hijos, uno de ellos desaparecido en la rota de Ríoverde—Cristébal López
de Mendoza—su buena situación económica que le permitía legar a la
capilla de los Mendoza, que eligió para su entierro, un cáliz de plata del
que daba Tiecibo el guardián Fr. Francisco Camaoho en 12 de agosto
de 1491, legado que dada la escasez d^ metales preciosos de la época es
una prueba más de la desahogada situación económica de la donadora (15).
En cuanto a la otra hermana, casó con Antón Pocasangre, a quien su suegro
Diego Gómez de Mendoza pedía por sustituto en el alguacilazgo, aS
auaemtarse con ©1 -pendón de la ciudad para ayudar el Conde de Niebla en
(15) Cfr. Moreno de Guerra: Bandos en Jerez, vol. 22, .pág. 54, (Dávila
línea del Almogávar), y pég. 79, (López de Mendoza línea del alcaide
de Tempul). Numerosos docximentos relacionados con esta familia de los
Mendozas de la® Panelas en el archivo del Marqués de Casa Vargas y en
el de D» María Isabel Ángulo de Mendoza, ambos ©n Jerez. Cfr. Marqués
de Casa Vargas: Estudio genealógico de los Caballeros Mendoza), ipági*^,
ñas XXVI-XLIV de Documentos interesantes del archivo del Marqués de
Casa Vargas Machuca. Sobre el recibo del cáliz cfr. Varios siglo XV. Protocolos
notariales de Jerez, fol. 170, v.
272
su desgraciada empresa contra Gibraltar, en que tantos encontraron la
muei^. El testimonio no puede aer reculado, ya que ,no caibe confusión
en el apelativo de yerno (16).
DS Beatriz de Hinojosa
De esta señora, primera mujer deJ alcaide Pedro de Vera según contestes
afirman aquellos genealogiatas que de aquél se ocuparon y los escasos
documentos conocidas referentes a esta familia, solamente podemos decir
dos cosas: una de ellas que fué la primera mujer del famoso guerrero y
otra que también fué la madire de sus hijos legítimos. Ni su genealogía, que
id apellido Hinojosa, entonces en gran honor en Jerez como lo acreditan
sus entierros—la capilla mayor del ibellíaimo San Juan de los Caballeros
donde estaban y aún es fácil encontrar sus armas—y los restos de la casa
que .paredaña con el cementerio de la mencionada iglesia levantó Alvar López
de Hinojosa al promediar el ciuatrocientoisi, hace presumir ilustrísima,
ni aún sus más inmediatos deudos, podemos establecerlos con seguridad,
pues es de «ospechar que aceptando una costumbre muy generalizada entonces
en la comarca no haya tomado el apellido de sus padres, sino el de
alguno de sus ascendientes al constar con absoluta certeza era hermana
de Pedro Camaoho, de aquel linaje, que enlazó con los VillavLcencio y más
tarde con los Spínola y tuvo espléndida capilla en San Mateo xericiense;
donde aun lucen las bandias de sinople sobre oro de sai fundador Francisco
Camaoho el Rico, que hace pensar en el delicioso episodio del Quijote, escrito
demaisiado tarde para que pueda .pensarse en urna alusión al caballero
jerezano, isi ibien la presencia die Cerviantes en la ciudad y su comarca
ha .podido hacerle conocer algún episodio de la vida del opulento marido
die D* Teresa de Suazo. Así, pues, la mujer de Pedro de Vera, hija de
Juana Gutiérrez y hermana de un Pedro Camadho que aun no hemos podido
identificar, aunque sospechamos con fundamentos bastantes sólidos
fuese nieta de Francisco Camacho el Viejo y Catalina Gil, su mujer, era
persona de buena extracción y del isufioiente patriinonio piara que en isu
(16) "que por qiíanto él va en servicio del Rey nuestro «eñor y ,por
mandato de esta ciudad lleva su ibandera a Giibraltar, que deja en su lugar
por akgwucil, en tanto que va a este feoho hasta que torne a Antón Martínez
Pocasangre, su yerno". Rallón, op. cit., trat. XII, cap. 25;, ipág. 1434
haciendo referencia a Diego Gómez.
273
madr« se repartieaen los oficios más importantes de la collación de San
Mateo donde ests^ban avecindados, entre ellos la alcaidía del castillo ée
Tempul tan estimada, por lo que suponía die honor y de provecho, entre
los caballeros jerezanos de la época. Bn cuanto 'a las armas los Camacho
llevaron las tres .bamdaa de sLnople sobre oro y los Hinojosa la flor de lis
de plata sobre azur, orlada de plata con carga de cuatro leones de gules
afrontados en flanco y pasantes en jefe y punta (17). Afortunadamente
su permanencia en monumentos medievales, autentica unas y otras armas.
D! Catalina de Zurita
Será una sorpresa para los que no conozcan muy a fondo la historia de
los linajes históricos de Jerez durante la sagunda mitad del siglo XV encontrar
figurando entre Jos miem'hros de la familia estricta del conquistador
de la Gran Canaria a la ilustre ««eñora arriba nombrada, (subiendo
de punto la dificultad cuando una vez aceptada provisoriamente como segunda
«sposa de Pedro de Vera se la trata de situar encuadrélndolla ein
alguw) de Jos bien conducidos y documentadlos trabajos que relativo® a
genealogía e Ihistoria del linaje de Zurita conserva el archivo jerezano de
Oamipo Real, tan rico en fondbis de esta época.
Ni López de Haro en su conocida genealogía de los Vera, ni Mona en
au más dilatado trabajo sobre los señores de Sierra Bravia, ni los historiadores
de Jerez que nos dejaron nximerosois memoriales', cam^po <selv¿tivo
en que se mezcla abundantemente la hierba loca con el grano, nos hablan
(17) Sobre la familia de los Hinojosa en Jerez cfr. El artesanado mu-dcjar
<ífí la aaüigva casa de los Marqueses de la Mesa dr Asta, "Revisita
del Ateneo", Jerez de la Frontera, 1929, año VI, núm. 53, págs. 96-102.
Sobre los Camadho noticias interesanitea, entre otras, la escritura de fundación
de la capilla del linaje en San Mateo em la Historia de la casal
Spfnola. Linea d.p Agustín de Spínola, del P. Pr. Jvian de Splndla y Torres,
oaip. VIII. Inédita y en poder de D. José M. VeJázquez GaateJu, en
Arcos de la Frontera. Sobre que D* Beatriz de Hinojosa fuese hermama
de Pedro Oamacho e hija de Juana Gutierre* no deja lugar a dudas este
pasaje del cabildo de 6 de enero de 1466, fol. "963: "quel dicho su padre
ovo ofwsyo de algua^iJadigo seys meses e asy mismo ouo después de su fin
oficio de alcaidía de tempul e juana 'gi^erres au madre que lo ouo en mi
nomihre pedro de vera alcayde su yerno" (el que habla es Pedro Camacho,
jurado de Jerez). Recuérdese ahora que el P. Abreu: Historia d.<* la conquista
d<e las siete islas de Gran Canaria, (Ed. Tenerife, 1940), lib. Ú\
oap. XXX, pág. 185, dice de Pedro de Vera: Fué rasado tm Jerez de ta
Frontera ron D.' Beatriz Camacho.
274
más que de un matrimonio del Zurdo, de cuyo matrimonio nos consta positivamente
además proceden todos los hijos conocidos de aquél y, por otra
parte, entre las varias Catalinas de Zurita coetáneas y que podrían haber
ftido esta segurada mujer de Pedro de Vera, resulta por el momento imposible,
ateniéndonos a los datos seguros y bastante abundantes que poseemos,
descubrir a la que con dicho nombre y como mujer del gobernador
menciona vm importante documento conservado en el anti;guo archivo
del monasterio de Santo Domingo el Real, de Jerez, tan ligado con los
Venas, cuyo encaibezamiento nos conservó el Hl. FV. José Cantero en uno
de «US memoriales. Elstablezcamos primeramente la exactitud de la noticia
y diesipués tratemos de identificar la pensona.
Dice así el H. Fr. José Cantero en sus Apuntaciones nacidas del protocolo,
escrituras e informaciones del archivo dni Real Convento de
Santo Domingo de Xerez para que sirvan muchas de ellas en la genealogía
de los Villavicencio: "Doña Catalina de Zurita, hija del veinticuatro
don Femamjdo de Zurita, oaisió con don Pedro de Vera porque nos hallamos
con tin instrumieinto que dice así: "sepan qu'antos esta carta vieren
como yo dioña Catalina de Zurita, muiger del honrado caiballero el gover-
•nador Pedro de Vera, contino del Rey e de la Reyna mueatros señores,
vecina que soy de la muy notole e mui leal cibdad de Xerez de la IVonte-ira,
otorgo e comoaoo...", después de lo cual no caibe otra cosa que, pues, es
ciertíslltno el matrimonio del alcaide Vera con D* Beatriz de Hinojosa, ise
trata de unas seg^umdas nupcias a las que eran muy aficiomiados los jere-zaiiioia
die linaje ilustre, así hombres como mujeres del cuatrocientos. Es
lástima que Cantero, que tan puntvial es en sus 'ainotaciones y nos dejó
•en ellas tm instrumento preciosísimo de trabajo, 'no haya podido dar máa
detalles—entre otros el de <ki diata—del documento aludido, ¡pues si comeni-z6
a saoaír la copia le oíbligaron a imterrumipirla, pero la mención que en
él testamento del gobernador ee hace de su segunda eaiposa D^ Catalina
de Zurita, nos permite no alegar aquí otra prueba ée la existencia de las
segundas nupcias de uno y otra.
Porque aunq.ue el H. Caaitero, canfundiendo a tía y sobrina, haya creído
se trata de la hija del famoso Femando Alfonso áe Zurita, gxierrero di»-
tiniguido cuando las campañas del Infante de Antequera contra Granada y
habilísimo ndminiístradoír en el Concejo jerezano, que casó con Pedro Núñez
de Villavicencio y premurió a sus padres, la segunda mujer del conquista-
275
dor de Gran Catiaria fué la nieta de Fernando Alfonso e hija de Diego Fernández,
el maestresala de Juam II y su emibajador en Granada., y de Mencía
Suárez de Moscoso, «u mujer, que halbía casado oon el veimticuatro de Sevi^
lia Pedro Fernández Oalbeza de Vaoa, ya viudo de su ;primera mujer D* Vio-lamta
de Tebes, a quien los contemporáneos nomibran casi siempre Pero Vaca,
dando origen a confuisiomes con cierto caiballero ara^^onéa de linaje judio,
amigo y protegido del Rey Católico (18).
No isabemos de la fecha exacta de este matrimonio posterior a la venida
de Pedro de Vera terminada su oanupaña de Canarias, pues Pedro Vaca es-taiba
aún vivo en 1483, según acreditan las actas capitulares xericiensee (19);
pero creemos muy probaible sea vecino al año 1488, en que viuda y libre
por el matrimonio de su ihija Beatriz Oabeza de Vaca con Pedro Batopiñán
de Virués, a quien haría famoso entre otros hechos notables la conquista de
la plaza africana de Melilla, habían desaparecido los obstáculos para un
matrimonio en el que los hijos que aportaran los cónyuges no habían de
facilitar la paz doméstica. Eln 1606 debía haber fallecido ya, pues en lia
escritura otorgada por los herederos del gobernador en punto de la capilla
mayor de Santo Domingo xericiense no figura, como no figuran Fran^
cisco de Vera ni su hermano Rodrigo, el primero de los cuales nos consta
positivamente era ya muerto (20).
Por la ilustre ascendencia de esta segunda mujer del alcaide de Arcos
y por iser un árbol de la veracidad del cual responde u,na documentacióta
fidedigna, daremos el de D* Catalina de Zurita, ipues además de darnos a
conocer la alta extnacción de didha señora es prueba comcluyenite de lo que
había aiubido en la estimación de sus contemporáneos el alcaide de Jime-na,
cuando pudo casairse con ella.
(18) Cfr. Lihi-o azxd. Archivo del Marqués de Campo Real en Jerez
de fa Frontera. De esta señora hemos hablado ya con indicación de las
fuentes en la biografía de su padre, cfr. Diego Fernández de Zurita, aé-caide
de Arcos, embajador en Granada, "Revista de Historia y Genealogía
Eírpañola'', enero-febrero, 1929, pég. 41, y en el estudio Los familiares
inmediatos del conquistador de Melilla. Pedro de Estopiñdn, "Mauritania",
julio, 1942, pág. 219. El conquistador de Melüla era yerno de D* Cai-taliiina.
(19) Cfr. hoja suelta del libro capitular de 1483, fol. 166 v.: "veno
pero vaca veintiquatro de Sevilla e dixo alos sennores..."
(20) Cfr. dicho documento en Documentos del archivo del Marqués
de Casa Vargas Machuca. II. Un documento interesante para la biogrcÉt-fia
de Pedro de Vera. Apéndice I, págs. 32'-S8, Cádiz, 1948.
276
I. Diegro Fernández de Zurita él Viejo, regidor de los trece de Jerez,
caballero d« la Banda,
- con £lvira García de Natera.
II. Femando Alfonso de Zurita (hermano de Sancho de Zurita, de Elvi-vira
García de Zurita y de Isaibel Fernández de Zurita),
con Juana García de Colsantos.
III. Diego Fernández de Zurita (hermano de Teresa, de Sancho, de Juan,
de Catalina y de Juana de Zurita),
con Mencía Suárez de Moscoso.
IV. Catalina de Zurita ('hermana de Francisco.y de Femando Alfonso de
Zurita), con Pedro Fernández Caibeza de Vaca (con sucesión); y
con Pedro de Vera, g-obernador de la Gran Canaria (sin sucesión).
Alíruiios de los contemidos en el árbol precedente haibían enlazado con
deudos del gobernador, entre ellos una tía de D* Catalina llamada D* Jua-i^,
que es la esposa de »u próximo pariente el Comemdadoír Bermejo, y
un hermano de ésta—Juan^—que casó con Catalina de Vera (21).
Las annias de esta señora son bien conocidas ein> Jerez: la banda de oro
enigolad'a de dragantes die sinople ilamipasados de gules, «obre azur, que
los suyos usaron desde la victoria del Salado (22).
(21) Este árbol formado a base de los testamentos de los parientes
mayores de la casa de Zurita, cons«rvados en el larohivo de Campo Real,
solamente añade el detalle del segundo matriimomio de D* Catalina, que
consta por el documento citado por el H. Cantero: Apuntacioes, fol. 66.
(22) Pueden verse dichas armas en las caisas de Campo Real (antigua
del Comendador Pediro de Bemavente) y «obre laa tiendas del Rey cedidas
desde mediados del siglo XV a la casa de Zurita.