Vol. 4 Nº 3 págs. 343-350. 2006
www.pasosonline.org
© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
La recuperación del patrimonio del área metropolitana de Lima (Perú)
a través del desarrollo turístico
Joan Feliu Franch †
Universitat Jaume I (Castellón- España)
Centro de Investigaciones de América Latina. CSIC
Resumen: Con este artículo se plantea evitar un enfoque estrictamente macroeconómico y sectorial, y
plantear el desarrollo turístico y su potencial en la conservación y sostenibilidad del patrimonio con un
carácter poliédrico y transversal, en una ciudad como Lima, Patrimonio de la Humanidad. El objetivo
general del artículo es de ayudar a alcanzar una serie de estrategias por medio de modelos que incidan en
un mejor desarrollo del patrimonio a través de la sistematización turística integrada.
Palabras clave: Turismo cultural; Recursos patrimoniales; Patrimonio; Sostenibilidad.
Abstract: This article regarding the city and metropolitan area of Lima avoids sectorial or strictly mac-roeconomic
focus. It offers a view on tourist development, considering its possibilities as an element of
conservation of patrimony and its sustainability. The main objective is to improve the procedures and
results by adapting succeeding models in order to achieve a concrete but also dynamic system.
Keywords: Cultural tourism; Patrimonial resources; Patrimony; Sustainability.
† • Joan Feliu es doctor en historia del arte por la Universitat Jaume I de Castellón, donde ejerce la docencia, y
miembro del Gabinete de Estudios Turísticos (GETUR) de esta universidad y del Centro de Investigaciones de Amé-rica
Latina (CSIC). E-mail: jfeliu@his.uji.es
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Introducción
Decía Castro León que el turismo es un
fenómeno dinámico y cambiante, y aunque,
desde sus comienzos ha estado relacionado
con la cultura, el turismo cultural no se ha
consolidado como una práctica hasta los
últimos años (Castro: 2005). Lima no es
una excepción. Como buena parte de las
grandes ciudades de América Latina, a
partir de los correspondientes procesos
externos de globalización e internos de es-tabilización
socioeconómica y política, la
capital peruana ha empezado a identificar
el turismo cultural y la consecuente recupe-ración
del patrimonio como una de las prin-cipales
fuentes de riqueza futuras. Dejando
a parte la imagen negativa que en el exte-rior
produce la pobreza, el rápido proceso
de asentamiento poblacional en los cerros
cercanos, o la inseguridad ciudadana, pare-ce
ser que existe una buena oportunidad,
tanto en el plano político, como en el de los
recursos humanos disponibles en la Muni-cipalidad
Metropolitana Lima, para apro-vechar
y consolidar un elevado potencial
turístico en un territorio con altas expecta-tivas
y con alicientes para la inversión. No
obstante, este proceso encuentra graves
inconvenientes: en primer lugar el de la
inicial financiación, y en segundo lugar el
de un desarrollo en clara concepción equili-brada
de principios ecológicos, sociales y
culturales; en otras palabras, un desarrollo
respetuoso con respecto al medio natural y
cultural, ejerciendo con precaución la apro-bación
de los nuevos proyectos urbanísticos.
En este contexto, el área metropolitana
de Lima debe esforzarse por aparecer como
un destino cultural singular, competitivo y
adaptado a las características e idiosincra-sia
de la ciudad y de su entorno. Sin em-bargo,
el proceso de globalización económi-ca
ha hecho que la capital peruana haya
volcado sus esfuerzos a reforzar sus funcio-nes
de gestión y coordinación económica
internacional de forma similar a como lo ha
hecho México D. F, según Castillo Néchar,
lo que significa una transformación paula-tina
de su estructura espacial para el cum-plimiento
de dichas funciones, como ocurre
con varias de las vías de ensanche donde se
localizan importantes corredores financie-ros,
o las nuevas promociones inmobiliarias
(Castillo: 2005). Y a la vez, este hecho ha
producido una desestructuración de la capi-tal
en múltiples periferias que se extienden
a lo largo de sus más de ciento treinta ki-lómetros,
en incansable aumento, lo que
complica una planificación turística cultu-ral
integral.
Las tendencias del turismo mundial
apuntan hacia la búsqueda de experiencias
más genuinas y menos artificiales, las cua-les
pueden encontrar en Lima un amplio
escenario donde concretarlas, donde si se
aplican, sobre la base de las características
que requieren los espacios arqueológicos
urbanos, los proyectos de recuperación pa-trimonial,
estos pueden ayudar al desarro-llo
socioeconómico, cultural y medioambien-tal
del distrito.
No debemos desentendernos de la reali-dad
de Lima, que responde a un espacio
geográfico que presenta una serie de pro-blemáticas
territoriales de difícil solución,
desde las derivadas del deterioro medioam-biental,
los rápidos y drásticos cambios en
las dinámicas demográficas y sociales, has-ta
las comprobadas fragilidades económicas
y productivas; y todo ello con una presencia
amenazante de catástrofes naturales.
En Lima, la situación que se derivaría
de los condicionantes anteriores, se ve
agravada por la ausencia, provocada por la
rapidez de su evolución urbanística, de
procesos de redifinición funcional de los
distritos, donde la población se enfrenta a
retos muy distintos y a los desafíos de un
mundo cada vez más interrelacionado e
inmerso en importantes procesos de cam-bio.
En todo este marco, la rehabilitación
patrimonial puede jugar un papel clave.
Lima presenta, además, una caracterís-tica
común a las ciudades con un desarrollo
demográfico desmesurado y casi inmediato:
la violencia y la pobreza. Y este tipo de
situaciones repercute claramente en el de-sarrollo
turístico y en la conservación del
patrimonio de la zona.
El turismo como fuente de financiación del
patrimonio
La única solución a las situaciones ante-riormente
descritas está en potenciar un
turismo de disfrute del patrimonio de forma
activa, de manera que el visitante pueda
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conocer e interpretar los valores culturales
de la ciudad, en estrecha interacción con la
comunidad de habitantes y con un mínimo
impacto sobre los recursos, y con la premisa
de apoyar los esfuerzos dedicados a la pre-servación
y manejo de ese mismo patrimo-nio.
Dice la OMT que el turismo es un ins-trumento
de desarrollo personal y colectivo
para buscar la comprensión y la promoción
de los valores éticos comunes de la huma-nidad,
en un espíritu de tolerancia y respe-to
de la diversidad de creencias, prestando
atención a las tradiciones y prácticas socia-les
y culturales de todos los pueblos (OMT:
2001). En este sentido, en el Perú se ha
seguido hasta ahora un modelo macroeco-nómico
de desarrollo turístico, conocido
como planificación turística PASOLP, que
trabaja bajo el lema de destino de vacacio-nes
de claro carácter exógeno, cuando el
Programa de Naciones Unidas PNUD 2000
incide más en la importancia del desarrollo
humano que se consigue abarcando, de
forma interdisciplinar, todas las dimensio-nes
que contribuyen o pueden contribuir a
la calidad y el bienestar, en la línea de la
Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sosteni-ble
de Johannesburgo (2002), que en su
Plan de Desarrollo, reconoce la importancia
de integrar los tres componentes de la sos-tenibilidad:
el crecimiento económico, el
desarrollo social y cultural, y la protección
del medio ambiente (López, Obiol, Feliu et
alii: 2005).
Pero los beneficios del turismo cultural
no pueden ser solo sociales, lo son también
económicos. El Centro Histórico de Lima es
Patrimonio Cultural de la Humanidad des-de
el año 1991, por ser un ejemplo sobresa-liente
de un conjunto o paisaje arquitectó-nico
que ilustra episodios significativos
para la historia de la humanidad. Esta
ciudad es como un ser humano que se sintió
bello, y ahora no está teniendo un buen
envejecer. Y no hay dinero para cirugías
estéticas. Sin embargo, sus recursos cultu-rales
tienen una gran potencialidad como
destinos, y una adecuada gestión, una co-rrecta
conservación y una buena planifica-ción
de la oferta los convertirían en claros
dinamizadores económicos.
En la conservación del patrimonio ya
nadie habla de utopías, lo cual no es nece-sariamente
malo. Lo que sucede es que
hemos caído en la atopía y no en el mero
realismo. El patrimonio de América Latina
sufre un exceso de diagnósticos y un déficit
de terapias. Muchas de las agendas de ges-tión
patrimonial no dejan de ser, en el peor
de los casos, banales, y en el mejor, políti-camente
correctas y técnicamente miopes.
En el Perú todavía son mayoritarias las
voces que reclaman más Estado en labores
patrimoniales, y por tanto, todavía son po-cos
los que están detrás de pedir una mayor
integración del patrimonio en el mercado,
detrás de pedir más competencias para los
gestores más cercanos. Todos estamos de
acuerdo en pedir más inversión en educa-ción,
en infraestructuras, en políticas de
prevención, mantenimiento y salvaguarda,
pero aún es minoritaria la voz que apuesta
claramente por la incorporación del sector
privado en el mantenimiento del patrimo-nio
con fines turísticos.
El problema de la conservación y gestión
del patrimonio latinoamericano está, no
sólo en la falta de propuestas prácticas
reales, sino en que las buenas ideas quedan
muchas veces asfixiadas por la corrección
política. Es cierto que la teoría sobre la
conservación del patrimonio ha evoluciona-do,
pero se siguen necesitando soluciones
concretas, y en la medida de lo posible re-gionales,
si no locales.
Lima debe centrar su proyección en el
legado histórico y cultural que alberga,
considerándolo claramente como un pro-ducto
emergente, y compatibilizarlo con sus
recursos naturales. Y en este asunto es
necesario comenzar a pensar en cual es el
papel real que en la práctica puede desarro-llar
el Estado. En primer lugar desestacio-nalizando
y diversificando la oferta. Y en
segundo lugar, teniendo en cuenta que,
salvando las diferencias entre estados, si en
algo coinciden los países latinoamericanos,
es en que el Estado no lo puede todo, y su
función, respecto al patrimonio que tutela,
ha de ser sobretodo de garante, empezando
a dar las oportunidades, vigiladas pero
necesarias, a aquellos que pueden mejorar
el objetivo básico de la conservación del
patrimonio mediante la dotación de funcio-nes
y la inclusión de dinero privado y/o
externo. Una especie de tercera vía de la
gestión del patrimonio, que lejos de las uto-pías
o el realismo mágico, se centre en las
propuestas concretas que, aunque no sean
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las ideales, sean las posibles.
En torno a una metodología
Como dice Castro León, la primera pre-misa
que se debe exigir a estos proyectos es
la calidad, es decir, que sean proyectos que
satisfagan, según la percepción del consu-midor,
las expectativas de éste (Castro:
2005). La idea de aplicar este precepto apa-rece
ya en el principio tercero de la Carta
Internacional sobre Turismo Cultural del
ICOMOS, que habla de que la experiencia
del visitante merezca la pena y le sea satis-factoria
y agradable; y de que los progra-mas
de conservación del patrimonio optimi-cen
la comprensión del visitante acerca de
las características más significativas de ese
patrimonio y la necesidad de su protección.
En la práctica, y continuamos siguiendo
las teorías de Castro León, la calidad se
traduce en un trabajo planificado que bene-ficia
al visitante (en forma de previsión de
paneles, audiovisuales, guías, servicios de
seguridad, confort, accesibilidad, etc.) y en
otro que beneficia la correcta conservación
del bien. Si se planifica correctamente y se
atiende a los dos aspectos, los planes de
conservación del patrimonio se acercarán a
su sostenibilidad.
La sostenibilidad del patrimonio es po-sible
si este se entiende como un producto
del turismo cultural, porque el turista que
lo visita suele tener un gasto superior a la
media, porque lo que se está consumiendo
son bienes suministrados por el destino
turístico, porque el patrimonio es duradero
como destino en el mercado turístico, por-que
se consigue además un respeto hacia el
patrimonio, hacia las tradiciones y hacia
las costumbres, porque se produce un inter-cambio
cultural, porque la integración de
los turistas en el destino significa la acep-tación
de la actividad turística, y sobre todo
porque el gasto turístico debe revertir en la
conservación del patrimonio y en conse-cuencia
puede ayudar al aumento de la
tasa de empleo (Montero, Oreja: 2005).
Pero para lograr una planificación de ca-lidad,
como decíamos, es necesario realizar
un estudio con un correcto instrumento de
medición objetiva que permita jerarquizar
la importancia de los distintos distritos de
Lima sobre la base de los recursos cultura-les
disponibles en la ciudad, y a su vez, la
importancia relativa de los elementos cul-turales,
de acuerdo a su relevancia conjun-ta
y a las corrientes que generan y pueden
generar. En este sentido ha venido traba-jando
el Gabinete de Estudios Turísticos de
la Universitat Jaume I, o la Universidad de
la Laguna, entre otros centros.
Estos estudios pretenden la planifica-ción
de un turismo integrado, lo que res-ponde
a la aplicación de un modelo en el
que los turistas y los servicios se presentan
como instrumentos para revitalizar y po-tenciar
los espacios socioeconómicos adap-tándolos
a los nuevos procesos de desarrollo
desde los supuestos de la sostenibilidad y la
implicación de la sociedad local. Todo ello
aprovechando las tendencias turísticas ya
existentes y la imagen de modernidad y
prosperidad que representan, lo que puede
generar sinergias sobre el resto de sectores
económicos en los que a su vez se apoya
para su implantación.
El sistema turístico integrado es absolu-tamente
necesario y prioritario en la ciudad
de Lima, consecuencia de la complejidad y
transversalidad que representa la actividad
turística, la cual se refleja tanto en la dia-léctica
territorial como sociocultural de los
diferentes espacios. Así, las repercusiones
de su implantación no son únicamente eco-nómicas,
y no se refieren únicamente a la
conservación del patrimonio, aunque ese es
el tema que nos ocupa, sino que también se
ramifican hacia la perspectiva social, cultu-ral
y medioambiental tal y como reflejan las
siguientes consecuencias previsibles:
Se pretende generar la diversificación y
revitalización económica distrital por medio
de una planificación integrada de los servi-cios
de hostelería, casas de alojamiento,
artesanía, comercio o industria agroalimen-taria,
además de los efectos indirectos en la
industria de la construcción, infraestructu-ras
o contribución a los ingresos y gastos
públicos.
Se apuesta por repercutir socialmente
en las condiciones de vida de la población
local, además de incrementarse las interre-laciones
sociales.
Se refuerzan los intercambios cultura-les,
dando mayor reconocimiento a las cos-tumbres
y tradiciones, incluidas las gastro-nómicas.
Se potencia la conservación del patrimo-nio
y su utilización, reforzando las actua-
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ciones de rehabilitación.
Se pretende la protección de los recursos
naturales y la ordenación del territorio en
general.
Para todo ello, y para garantizar su via-bilidad,
se debe insistir en la participación
de la población local a través de la red de
voluntariado de Lima Metropolitana, lo que
se traduce además en la realización de cur-sos
básicos de formación.
El objetivo general de este tipo de pro-yectos
es el ayudar a alcanzar una serie de
estrategias por medio de modelos que inci-dan
en un mejor desarrollo del patrimonio
a través de la sistematización turística in-tegrada,
armonizando la conservación y la
dinamización socioeconómica y cultural del
área metropolitana de Lima. Esto supone la
realización de varios objetivos específicos,
como son: transformar los recursos patri-moniales
en productos y potenciar los ac-tuales
integrando las empresas, tanto aque-llas
que tienen unas relaciones principales
con el sector turístico, como las que de ma-nera
jerarquizada se encuentran relaciona-das
en un proceso sinérgico con el desarro-llo
turístico del patrimonio; conectar el pro-ducto
con la demanda para poner las bases
de una mayor competitividad, apoyándose
sobretodo en la formación; plantear diseños
distritales en función de los recursos, gene-rando
escenarios atractivos; e identificar
las unidades patrimoniales turísticas para
priorizar actuaciones singulares que sean
la clave y el ejemplo de un desarrollo que
facilite las inversiones privadas y su coor-dinación
con las públicas; adecuar el desa-rrollo
turístico a la capacidad de acogida y
la sostenibilidad del patrimonio (Montero,
Oreja: 2005).
Se trata, por tanto, de un modelo de con-servación
del patrimonio participativo, en-dógeno
y formativo de los recursos huma-nos.
Por este motivo se deben contemplar
de forma paralela jornadas de sensibiliza-ción
y cursos específicos para que el volun-tariado
adquiera un compromiso de partici-pación
y colaboración real, igual al de la
institución pública que lo acoge, con su
inclusión en los trabajos de campo.
El estudio previo del que hablábamos
consistiría en un análisis de todos los ele-mentos
del sistema turístico, para definir
luego las estrategias recomendables, tales
como: los recursos territoriales, ya sean
básicos o complementarios; los mercados, es
decir, la demanda tanto real como poten-cial;
las empresas directamente relaciona-das
con la actividad turística y aquellas que
generan sinergias; y las instituciones, que
deben facilitar aquellos factores que remo-delan
los recursos y la oferta en general,
posibilitando la integración y calidad de sus
productos. Es decir, todos aquellos elemen-tos
que conforman el producto turístico, el
cual nos viene dado por los propios recur-sos,
la oferta de alojamiento y turística
complementaria, pero también por los ser-vicios
generales, la formación del personal
de contacto, las tipologías edificatorias, las
infraestructuras, los transportes, etc.
Por lo tanto, la conservación del patri-monio
como recurso turístico necesita en su
construcción el conocimiento de los diferen-tes
aspectos territoriales y socioeconómicos,
desembocando en un producto heterogéneo
que reflejará necesariamente la sostenibili-dad
de los recursos, junto a la viabilidad y
rentabilidad económica y social a través de
la cualificación productiva; el carácter en-dógeno
del desarrollo patrimonial integra-do,
como parte de un desarrollo sostenible;
el producto patrimonial turístico como su-ma
de infraestructuras, servicios, empre-sas,
tecnologías y recursos humanos, su-perando
una posible limitación de estrate-gias
dirigidas exclusivamente a las tradi-cionales
empresas turísticas, y por tanto,
apostando por la transversalidad; el patri-monio,
más que como un simple soporte de
la actividad turística, como configurador
del producto final; y la participación de la
sociedad en general, y en particular de los
agentes, tanto públicos como privados, para
alcanzar consensos que hagan posibles fu-turos
objetivos básicos que permitan estra-tegias
y programaciones coordinadas.
Ejemplos prácticos aislados
Una vez determinados los recursos sobre
los que se debe actuar se debe intentar in-tegrar
una rehabilitación en un esquema de
gestión financiera institucional, privada y
de participación vecinal para lo que se debe
promover lineamientos de ordenanzas para
el desarrollo de todo el entorno inmediato
que eviten el tradicional patrón de creci-miento
disperso y desestructurado de Lima.
En los proyectos que defendemos, la au-
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toridad pública actúa como promotor del
proceso, pero éste se sustenta en el sector
privado. Por todo ello el proyecto debe con-llevar
la sostenibilidad económica en forma
de creación de concesiones del tipo de esta-cionamientos
vigilados y de pago, muy úti-les
en la cercanía de Lima Cuadrada, o
bares y restaurantes que complementen la
oferta. No hay porque desdeñar, como me-dio
de información al visitante, la creación
de museos de sitio.
En definitiva, se deben potenciar ejem-plos
de estrategia de la tercera vía de la
que hablábamos, que viene a consistir en
una inversión primera concertada entre la
administración pública y la empresa priva-da.
Para atraer la financiación externa de
deben intentar liberar espacios circundan-tes
mediante la emisión de ordenanzas que
permitan la remodelación del distrito y
hagan atractivas las inversiones en cons-trucción
de viviendas, oficinas y comercios,
de tal manera que el Estado tutele, pero
sea el sector privado el que lidere el desa-rrollo.
Los estudios mencionados en el apartado
anterior conllevarían la realización de pro-yectos
de rehabilitación, especialmente
sostenidos por la iniciativa privada, con
fines turísticos. Pongamos ahora varios
ejemplos de trabajos ya realizados, aunque
no dejan de ser singulares y descoordina-dos.
Si tuviéramos que decidirnos por un
proyecto de rehabilitación con finalidad
turística que se encuadre en los esquemas
que hemos decidido, sin duda deberíamos
atender al llamado Parque de la Muralla.
Las murallas de Lima se levantaron duran-te
el gobierno del duque de la Palata, el
virrey Melchor de Navarra y Rocafúl, y
encerraron la ciudad por tres de sus cuatro
costados, dejando como protección natral el
cauce del río Rimac. El trazado, a pesar que
los muros alcanzaban entre cinco y seis
metros de alto por unos cinco de ancho, y
estaban reforzados por un total de treinta y
cuatro baluartes que, dicho sea de paso,
arrasaron gran parte de las wakas de la
ciudad, respondía más a una cuestión de
límites urbanos que a la atención de resol-ver
las necesidades defensivas. El proyecto
fue obra del ingeniero español Luís Vene-gas
Osorio, luego reformado por el cosmó-grafo
mayor del Reino, el jesuita holandés
Juan Ramón Coninck, y el alarife Manuel
de Escobar. Aunque en las trazas primeras
se planificaron cinco puertas de acceso,
finalmente fueron seis las que se abrieron,
funcionando como tales hasta 1870 en que
el gobierno de Balta ordenará su derribo.
La desaparición de las murallas, en parte
subvencionada por el contrato Dreyfus que
dio a esta firma francesa todas las conce-siones
de obras de desarrollo de la ciudad
(un deseo de modernidad que se convirtió
en una imitación de la arquitectura france-sa,
aquello que el viajero francés Wiener
llamó europeización de Lima, aunque las
obras estuvieron a cargo del empresario
norteamericano Enrique Meiggs) permitió
el crecimiento de la ciudad hacia el oeste,
es decir, hacia el mar, y la construcción de
amplios bulevares afrancesados que ocupan
hoy el terreno de la muralla, como es el
caso de las avenidas Alfonso Ugarte o Grau,
bajo la cual, la construcción de unas vías
subterráneas está permitiendo constatar el
recorrido de la fortificación (García Bryce:
1980).
De todas las murallas, hoy en día, sólo
se puede disfrutar de algunos restos de
forma comprensible para el espectador, en
el llamado Parque de la Muralla, interven-ción
realizada junto al cauce del río Rímac,
que, por tanto, refleja los restos de una
construcción amurallada de cerramiento. El
nuevo parque se encuentra ubicado en la
primera cuadra del jirón Amazonas y la
avenida Abancay sobre la margen izquierda
del río Rímac, abarcando un área de 20000
m2 aproximadamente, que antes era sólo un
terreno baldío refugio de drogadictos y de-lincuentes,
y estacionamiento de vehículos
viejos y abandonados. Hoy es un lugar tu-rístico
y de esparcimiento para limeños y
visitantes del interior y del extranjero,
aunque falta solventar el problema de que
durante la noche se manifieste un alto nivel
delincuencial que hace intransitable la zo-na,
especialmente en los puentes cercanos,
donde se producen robos y hay tráfico de
drogas y prostitución.
El Proyecto del Parque de la Muralla re-cupera
así para la ciudad un terreno del
centro histórico que permaneció abandona-do
por muchos años, el cual se suma a otras
obras de atractivos turísticos como el cir-cuito
de la Luz, la alameda las Malvinas, la
alameda Chabuca Granda, la recuperación
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y remodelación del parque Universitario, la
plaza San Martín y la plaza Perú. Esta
área ha sido declarada Monumento Inte-grante
del Patrimonio Cultural de la Na-ción.
La imagen actual del parque se debe al
arquitecto Santiago Agurto. En la actuali-dad
el Parque cuenta con dos niveles en los
que se conjugan restos de la Lima colonial
con la arquitectura moderna. El nivel supe-rior
se encuentra cercado con rejas metáli-cas
con una longitud de aproximadamente
250 metros y tiene dos puertas de ingreso
en piedra hacia la alameda que une la pile-ta
monumental con la plazuela Bellas Ar-tes.
Cuenta también con una pérgola mira-dor
y dos pozos de observación. Completa la
zona un área verde de alrededor de seis mil
metros cuadrados, mobiliario urbano de
tipo colonial con bancos llamados modelo
Parra, noventa y ocho farolas del tipo Cóni-ca
y un puente peatonal.
En el nivel inferior se puede apreciar
una alameda con adoquines de concreto y
lajas de piedras, un carril de bicicleta de
250 metros de longitud, rampas de acceso
vehicular y peatonal, rampas para minus-válidos
y puentes peatonales que intentan
recrear la Lima antigua, además de un
estacionamiento para más de 40 vehículos.
También tiene cuatro espejos de agua, y
por supuesto la restauración de la antigua
muralla de Lima, de 300 metros lineales,
junto con un Museo de Sitio donde se ex-hiben
elementos arquitectónicos coloniales
encontrados durante los trabajos, la esta-tua
llamada itinerante de Francisco Piza-rro,
tiendas comerciales, un restaurante y
cabinas telefónicas, entre otros servicios.
También se ha trabajado en una ilumi-nación
artística que convierta el Parque de
La Muralla en un atractivo especial en la
noche. A todas estas obras se suman los
trabajos de ampliación y mejoramiento de
la cuadra uno del jirón Amazonas, con la
colocación de careta asfáltica, sembrado de
césped, iluminación, estacionamientos
vehiculares, arborización de la berma cen-tral,
etc.
Los trabajos de construcción del Parque
de La Muralla duraron 11 meses (termina-ron
en 2004), con una inversión del orden
de los siete millones de soles (1850000 €),
obtenidos con recursos propios de la Muni-cipalidad
de Lima.
Quizá el resultado final fuera mejorable.
Sin duda el nivel inferior, más claro y con-ciso
que el superior, y mejor resuelto, arras-tra
la ubicación de la escultura ecuestre de
Francisco Pizarro colocada al nivel del sue-lo
en un rincón del parque donde reside
ahora de forma velada e inadvertida. El
arquitecto Santiago Agurto, responsable de
este traslado por orden de la alcaldía, expli-có
que la estatua de bronce fue colocada en
las inmediaciones de la Plaza de Armas
durante el gobierno de Manuel Prado, y que
antes, en 1935, había pasado por el atrio de
la Catedral de Lima y el patio de Palacio de
Gobierno. Finalmente, y luego de destruir
un antiguo edificio ubicado en el cruce del
jirón de la Unión con la calle Conde de Su-perunda,
durante el gobierno militar, se
hizo una plazuela en la que, para bien o
para mal, se colocó la cuestionada repre-sentación
de bronce, así que su ubicación de
nuevo se modificaba en pro de una mayor
armonía histórica de al menos cuestionable
veracidad.
En general, el Parque acierta en la dis-tribución
general y en un diseño que queda
supeditado al espectacular emplazamiento,
un mirador del cerro San Cristóbal, sin
embargo, y aunque está por encima de la
media de este tipo de instalaciones en Li-ma,
el Museo de Sitio carece de una ade-cuada
concepción museográfica.
Quizá lo peor sea la resolución del nivel
superior del parque, excesivamente recar-gado,
lo que lo hace ciertamente confuso.
También se podrían haber mejorado algu-nos
materiales y sobretodo colores, para
una mayor garantía de durabilidad. De
hecho, a un año de su inauguración, algu-nas
partes del parque presentaban ya cier-ta
imagen de vejez prematura, acentuada
por los altos índices de contaminación de la
zona.
Desde un punto de vista turístico, el
proyecto de rehabilitación se debe enmar-car
en un ambicioso plan por recuperar el
medio ambiente natural de la degradada
orilla del río creando áreas para la recrea-ción
pública y el deporte, proyecto encarga-do
a Noé Carbajal Velazco, Manuel Zubiate
Vidal, Tito Fernández-Dávila y Raúl Flores,
miembros de la Corporación Andina de
Urbanistas (Carvajal, Zubiate: 2005). Lejos
de realizar un estudio meramente histórico,
artístico y arquitectónico, en este caso se
han planteado estrategias para atraer nue-
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vas inversiones hacia la zona del malecón y
para constituir una identidad propia para
el distrito de San Juan de Lurigancho, el
distrito ribereño que vive hasta ahora de
espaldas a un río convertido en un basure-ro,
a partir de la consecución de una rela-ción
más directa y amigable con un cauce
mejorado en sus condiciones medioambien-tales
y de higiene, y con funciones recrea-cionales
y de área verde. Si se aborda con el
interés que merece, esta sería la primera
zona recuperada integrando las necesida-des
turísticas de la ciudad conforme a los
planteamientos expuestos en este artículo.
Un último ejemplo de rehabilitación pa-trimonial
mediante esta llamada tercera
vía es el centro Comuplaza de Lima, una
galería comercial ubicada en la avenida
Garcilaso. En este frente se encontraba un
edificio construido en la década de 1930
como ampliación del colegio de la Recoleta,
que si bien no estaba protegido por el Insti-tuto
Nacional de Cultura, sí fue considera-do
de interés por la Municipalidad Metro-politana.
El proyecto de los arquitectos
Rossana Agois y Reynaldo Ledgard, termi-nado
en 2003, permitió la conservación de
la fachada conectándola por vigas de acero
a las nuevas estructuras, pero no de forma
totalmente pegada, sino creando una calle
interna de cinco metros de ancho para el
acceso del público. Gracias al ingenio de los
arquitectos, a las directrices de la Munici-palidad
de Lima, y al interés por preservar
el patrimonio mediante una inversión pri-vada,
se ha podido salvar la complicada
situación de sostenibilidad de un edificio
legalmente desamparado, convirtiéndolo en
un recurso turístico en forma de contenedor
comercial (Legard: 2004).
Este tipo de proyectos se corresponden
con la intención de evitar un enfoque estric-tamente
macroeconómico y sectorial, plan-teando
el desarrollo turístico y su potencial
en la conservación y sostenibilidad del pa-trimonio
con un carácter poliédrico y trans-versal,
sobretodo en algunos distritos de la
ciudad de Lima donde, si no hay recursos
territoriales básicos, sí existe una globali-dad
de recursos territoriales complementa-rios
y actividades sectoriales, dominadas
generalmente por pequeñas empresas. Son
proyectos que permiten aplicar modelos de
desarrollo turístico adecuados a las carac-terísticas
naturales y culturales de cada
distrito de la ciudad, lo que nos posibilita-ría,
a través de su cohesión, un desarrollo
equilibrado y un patrimonio sostenible (Ló-pez,
Obiol, Feliu et alii: 2005).
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Recibido: 10 de enero de 2006
Aceptado: 20 de junio de 2006
Sometido a evaluación por pares anónimos