LOS HERMAhTOS MILLARES
1
En octubre -16 y 8- se ha cumplido aniversario de
la muerte de los hermanos Luis y Agustín Millares Cubas
(cuarenta y treinta años respectivamente). Nos proponemos
dedicar este número de MILLARES al homenaje que con tal
motivo se les debe. Ello sera un testimonio más de nuestra
memoria abierta hacia esas dos figuras de nuestras letras.
Anida en nosotros tambien el deseo de hacer que otros
conozcan el paso de aquellas existencias por una realidad
ya desvanecida, pero cuyas raíces aún nos tocan y nos
hablan de un tiempo atado a nuestra espalda, que de nin-guna
manera debemos ignorar.
Ambos hermanos libraron una batalla en su vida con
éxito. Su victoria es la de algunos hombres, pocos, que
con su personal esfuerzo constante empeñan su coraje en
la tarea de ser útiles a los demás, manifestando de alguna
forma, sin importar la que sea, su afán sincero de coope-racibn
y ayuda, o sea, dar claridad a las mentes con ideas
sanas y elevadas en intento de hacer a los que les rodean
dignos unos de otros. Decimos algunos hombres, pocos,
porque contados son los que conservan el fuego animoso,
sagrado y las generosas ideas de la juventud hasta el fin.
Éstos, soto éstos, serán los que alcancen de veras la vida
perdurable.
Mas el que procura reunir, mientras dura su aliento,
n ultranza, toda clasc de bienes y hace de esto el motivo
principal de su existencia, vive solamente bajo esa enaje-nación
mientras su pecho vibre con vigor. Creerá ciega-mente
en la propiedad de aquellos bienes, pero, mas tarde,
cuando el proceso de senectud del cuerpo enerve su es-píritu,
comprenderá de súbito que un viento crudo hizo
volar las horas y los días sin que consiguiese su principal
anhelo. La vida es sorprendentemente fugaz. La idea de
propiedad entonces se quiebra, se frustra en el nuevo
163
campa de la realidad que ahora percibe. Se dirB con tris-teza
que alargar su vida en Ia conciencia de sus seme-jantes
es algo que estd reservado a los que vieron claro y
siguieron IR senda contraria: la que nos deja ver junto a
nuestras necesidades las de los que a nuestro lado cami-nan.
Si su poder es grande, tal vez consiga, cuando desa-parezca,
de sus deudos, el frío perpetuo del bronce en al-guna
colina de su ciudad natal. 0 puede que el rdtulo de
una entidad bcnefica con la cual especuló para librarse de
impuestos. Y hasta es posible que un m8rmoI de carrara
describa su perfil en una plaza. Pero ni el miZrmo1, ni su
nombre, ni el bronce dirdn nada de él, de su persona que
siempre estuvo oculta.
Por desgracia el kowto necoi20~22’~us está atín transido
del pavor de la inseguridad del Jtonzo sapiens. No se ha
liberado hasta ahora del ego de Pste que descubrid cabaI-mente
los innumerables peligros a que estaba expuesto.
Aquel emprende el viaje de su existencia creyendo que
los bienes materiales aseguran indefinidamente el ritmo
feliz de sus días.
La posesidn de las cosas es ~610 una niebla conven-cional
que, en el mejor de los casos, puede ser alargada
hasta la muerte, nunca más allá. La obra teatral de Luis
y Agustín Millares titulada Viz)n Zn Vi&, nos explica, con
otras palabras, en el curso de la accibn, que el mundo
inanimado, que envuelve al hombre, le sobrevive. La silla
donde descansa; la cama donde reposa y muere; la mesa
en que come; la casa que habita; el automóvil que le trans-porta;
el reloj que mide sus horas; el libro que le recrea,
e incluso, la ropa que le viste, que cubre su cuerpo, tan
próxima a 61, tal vez conservando aún restos de su calor
y olor naturales, pasan al dominio de otros hombres que
pueden llevar o no su misma sangre.,. Asi y todo la ima-gen
de la propiedad es algo tan metido en la conciencia
de tantos seres, que algunos pierden literalmente su vida
en realizar incesantemente bienes en acopio desorbitado,
Este vicio consustancial en muchos hombres, sin duda, es
favorecido por las estructuras sociales que se mantienen
en gran número de países todavía, basadas en el principio
de la libre empresa y que permiten al individuo acumular
riquezas hasra una saciedad que nunca se produce. ‘ram-
bien es innegable que tal incremento no contenido se llega
a convertir, en ciertos casos, en una magnitud de bienes
de fortuna, para el que los detenta, excesiva y tan consi-derable
que provoca una situacion totalmente ildgica, real-mente
absurda, hasta podríamos decir ridícula.
Nos explicaremos: si la riqueza está constituida por
bienes de consumo (grandes plantaciones agricolas, copio-sas
cosechas, conservas de carne, etc.), es manifiesto que
el propietario, tanto para producir como para consumir,
tiene forzosamente que recurrir al concurso de los otros
hombres. Él solo no puede hacer ni una cosa ni otra. En
el caso de los bienes de uso, paralelamente ocurre lo mis-mo.
Tomemos el caso de Ford, un hombre que alcanzo la
edad provecta. Pues si su vida se hubiese alargado aún
cuarenta veces mas no habría podido siquiera probar los
coches de que fue duefio. No digamos nada de Rockefeller
y su petrdleo que para gastarlo, conforme n sus necesi-dades
diarias, no le hubiera bastado con un plazo tan largo
como la era cuaternaria. En todos los casos lo único que
puede aprovechar al individuo es el poder de mando. Sin
embargo, vemos que esto tampoco se verifica en la prác-tica:
los grandes financieros y terratenientes se desprenden
asimismo de su poder traspasándolo a una serie de ayu-dantes
que les liberan totalmente de toda preocupación,
trabajo y responsabilidad. La única y pobre ventaja real
que les queda, en dicha alienacibn, es el ocio. Bien poco
es en verdad y, por otra parte, punible.
Se dice hoy que la idea de propiedad está en crisis, que
el pensamiento humano se va desprendiendo lentamente de
esa tara anacrdnica. Y se dijo antes, de la misma idea, con
tono mas lírico, que la propiedad es la proyeccibn del
hombre sobre las cosas. Mas, pasando por alto la fortuna
de esta frase -desde el punto de vista estetico-, se puede
comprobar que la estatura humana a contraluz proyecta
una sombra en la tierra, cuyas dimensiones, con un poco
más, debieran ser el predio del hombre. Así, despojan-do
de su sentido metafbrico a las palabras aquellas y
ateniéndonos n una interpretacidn directa, sacaríamos una
distribución -de seguro- mas racional de las cosas. No
hay gigante que logre eclipsar montes enteros, ríos e in-mensas
llanuras., . Mucho se ha comentado este concepto
167
y na hemos de pasar sin recordar R Pierre Joseph Prou-dhon,
cl inolvidí~ble tipógrafo que acu?id la paradoja más
extraordinaria sobre este tema en @ ‘es?-ce pe la jwo-
~‘Qdh!?: uLa propiété c’est le ~01%. La propiedncl cs un robo.
Esta curiosa afirmación, sin más, es una paradoja mons-truo.
Formalmente afirma, en su interno sentido niega y,
por último, en sí lleva implícito el reconocimiento de la
propiedad. En efecto, la expresi6n es un aserto que indica
que la propiedad es algo; este algo es esencialmente dis-tinto
de la propiedad; luego In propiedad es negada: no es
la propiedad, es un robo. Y he aquí su sentido final y
miis profundo: el robo nu puede existir si no existe la pro-pieda.
l, puesto que es un cambio injusto, una sustracción
de esta.
La sujecicin de los objetos materiales, cuyo aspecto
evolutivo histbrico parece haberse verificado a la inversa
(primero camunnles, luego tribales, familiares y al fin in-dividuales)
en su estado actual no nos convence. Sin em-bargo,
creemos que hay electivamente algo que cumple en
rigor con esa imagen de proyeccibn del hombre sobre las
cosas y que responde a ese deseo de intensidad que se
quiere imprimir a ZO UU’O. Ahora que, es -y es natural que
lo sea- singular. La Unica propiedad real del hombre es
su pensamiento. Esto sí que no puede serle arrebatado y
pertenece por entero R 61. Luis y Agustín Millares Cubas,
;I trav& de esa propiedad nutkntica, siguen viviendo, con-tinúan
hablando con nosotros.
2
La unidn de los hermanos es amplia. No se constrifie
a su creación literaria. Entre ellos parece haber una iden-tidad
de sentimientos e ideas poco común. íVosotros cree-mos
ver la clave de esta afinidad tan perfecta, en la asom-brosa
personalidad del padre, Agustin Millares Torres, que
supo infundir su beneficiosa inffuencia, desde la mzis tem-pr:
ma edwl, a sus hijos. De niAo, Agustín rebosaba de.ad-miracicin
por su hermano Luis, mayor, R quien seguía cie-gamente
en todas sus nerviosas e imaginativas travesuras.
Las primeras correr& de jdvenes las realizan junto con
Nicolás Navarro Doreste, joven que frecuentaba la casa y
tomaba parte en el teatro familiar como músico y actor de
vis cbmica. En el diario intimo de Agustín (1) son relatadas
escenas alegres y pícaras de juventud, dentro del marco
de la ciudad de antafío (IL%!...), cuyos actores reales son
los tres. Dichas aventuras tienen un sabor distinto a las
que hoy practican los pioneros de las nuevas generaciones,
pero unas y otras presentan tres factores comunes: la gui-tarra,
el ron, la hembra. El divino Baco impone su vigen-cia
al espíritu del hombre desde el fondo de los tiempos...
Existe en las memorias a que no estamos refiriendo un
caudal estimable de aneodotas y hechos contados con gran
humanidad y gracia que est& reclamando ser recogido en
un volumen. Mas el carácter intimo que tiene y el res-peto
a la voluntad de su autor que se opone tácitamente,
hace preciso que se alejen mas en el pasado aquellos acon-tecimientos
para poder hacerlo. El documento esta redac-tado
en un tono exquisito de sinceridad. Lo que se des-prende
de sus líneas no es solo la imparcialidad u objeti-vidad
impuesta par el escritor como disciplina a la que
se somete, que constituye el estilo de casi todas las obras
que conocemos de este género. Hay algo mas. Encontra-mos
una perspectiva de altura, con juicio sereno para todos,
incluidos el mismo, sus familiares -proximos y lejanos-,
amigos y enemigos, pues ninguno escapa a la verdad his-tórica,
escueta a veces, otras acompañada del comentario
sagaz de una mente equilibrada, casi sin prejuicios y
abierta. Hay paginas, sobre todo las que incumben a la epo-ca
de estudiantes de los dos hermanos en la ciudad condal,
llenas de un humorismo directo, sin artificiosas figuras ni
tropos manidos, que parecen haberse escrito ahora. Alguna
vez también se ven lineas que dejan escapar una ternura
conmovedora, ingenua quizá, aunque estos brotes son des-ahogos
que surgen un solo instante, como relámpagos, en
la tersa superficie de la prosa.
Antes de acabar el comentario a las citadas memorias
de Agustín Millares Cubas nuestra indiscreción va a trans-cribir
un pkrafo en el que alude a su gestión como Ase-sor
de Marina de la provincia de Gran Canaria (cargo
para el que fue nombrado en febrero de 1.890 y desem-peRó
hasta 1.893 en que toma posesion de la Notaría):
169
@Durante mi actuacibn fueron Comandantes de Marina
don Pedro del Castillo Westerling, don Antonio Moreno
Guerr;\, don Emilio Rol. Moreno Guerra pidió para mí la
cruz de Twbel la Católica, como recompensa por haberse
g;mndo una competencia entablada con la Audiencia Te-rritorial.
Vo no quise desairarle, pero dejé caducar el plazo
para el pagu de 10s derechos.>
I-Ie nqui un hecho que retrata la conciencia lúcida y
centrada de un hombre. Pocos son los capwes de actuar
asi. Todos hacernos mofa de las condecoraciones, honores
y medallas, pero lo hacemos siempre como la raposa des-defia
las uvas. Cuando tenemos el fruto a nuestro alcance
la mano se nos convierte en la garra del azor y no suelta
su presa, al tiempo que se abre el abanico de la vanidad
como estupidez suprema. Nadie resiste hoy al extraíío pla-cer
de cubrirse la casaca con cintas de colores.
Si alguien nos ha seguido hasta aquí, puede ver clara-mente
la heterodoxia de este artículo. Por ello no debe es-perar
alusiones formales y cronolc@icamente ordenadas de
las obras literarias de los Hermanos Millares, como se ven
en otros trabajos. Tampoco nuestro ritmo apresurado nos
permite otra cosa. Ahora, eso si, intentamos al hablar de
ellos, de lo que han puesto en nuestra conciencia despu&
de desaparecidos biológicamente, transferir, a otros, datos
fríos del pasado con el calor de nuestra emocidn al cono-cer
aquellos seres que se estremecieron entonces, como
nosotros hoy en iguales ideas y esperanzas.
Nos parece interesante consignar los gustos literarios
de Agustin. Nos dice: uHe siclo siempre un tragador de
libros, y aquí, donde nadie me oye, voy a exponer con
toda lealtad mis gustos y aficiones, que no son juicios,
pues a ello no llega mi atrevimient0.n Seguimos con nues-tras
indiscreciones. Desde los diez afios leía apasionada-mente
y en los lugares mas inverosímiles, ya en una cesta
en que su madre guardaba rollos de tela, ora en la azotea,
royendo chocolate *que robaba en la despensa,. Sus lec-turas
primeras SOR Julio Verne, Gald6s (la primera serie
de los Episodios). Alejandro Dumas le cautiva enteramente
durante su niñez y adolescencia. La prohibición que se
le hizo de leer a Paul de Kock, excitb de tal forma su cu-
170
riosidad que aprendi6 el frances sin saber c8mo para leer
una serie de novelas mediocres p mondtonas a escondidas.
El gran novelista portugués EC;\ de Queiroz es intensa-mente
leído y apreciado también. La literatura castellana
en su gusto es desplazada por la francesa. Estas lecturas
fueron seguidas tambkn por su hermano Luis. 0 mejor,
fueron sirnultúneas o iniciadas por Me. Creemos que res-pecto
á las preferencias en general coincidian. En lo par-ticular
eran arraidos por polos opuestos. Mientras Agustin
es conquistado por Zola, el entusiasmo de Luis por este
no obscurece su fidelidad a Victor Hugo,
En un artículo de Tuan Millares Carlo publicado en la
revista El MZIS~OG wnko correspondiente a octubre-diciem-bre
de 19-i-1t,i tulado: Tres cnrtas de don ]ost! Mwía Peredq
se da el texto íntegro de los escritos citados del novelista
monta¡%% en el cual discierne, sobre dos volúmenes que
le envían 10s hermanas, De la tiwrn camwia y el otro que
contiene Pepe Sadma y Smtiago Bonld~~, cuáles son los
trabajos de Luis y los de Agustín, y los alaba como ad-mirablemente
escritos, aunque tacha a los de Luis de con-tener
*una nota tétrica y artificiosa*. Entresacamos de la
carta del 22 de junio de 1.89s estas palabras: *como lector
desapasionado y sincero, envío a ustedes mi cordial aplauso,
a su sefior hermano sin r-eservas wzetztnles, y a usted con
las consabidas.;.x (se dirige a Luis). El autor del Snbor de
In tiernrca, embalsamada su vida con el aire rico en oxî-geno
de las altas montafias, no puede admitir en forma al-gun3,
ni en ningún momento, que haya en la realidad crun
negro fatalismo*.
3
La. per-sonaliclad de Luis se nos presenta menos clara
que la de Xqustin. tiste, con sus papeles intimos, exhibe
su pensamiento diáfano. Aqudl no nos dejó, o no hemos
podido encontrar escritos de ese carácter, que tal vez exis-tan,
La mayor parte de lo que sabemos de el se lo debe-mos
a su hermano. Su figura es la del hombre menudo,
delgado, nervioso. Su rostro barbado y oscuro luce una
mirada penetrante tras los círculos de cristal soportados
por la montura de las gafas. No corresponde esa actitud
171
escrutadora al literato sofiador y romántico, pertenece mas
bien al cirujano, La gente que vivir5 en su tiempo le tuvo
por un medico excelente. No es extraordinario el aspecto
negro y tetrico que cubre la realidad que pinta en SU obra
literaria un hombre que, por su profesión, se encuen-tra
tan junto al dolor y a la miseria organica. El azar que
compone los acontecimientos de su propia vida familiar
no le es enteramente favorable. Estas y otras circunstan-cias
van fraguando, como causas y efectos a la vez, el re-flejo
de su ciclo vital. Hemos de contar ademas con su
temperamento imaginativo que desborda constantemente
su fina inteligencia. Nos preguntamos a que grado de pe-simismo
llegaría su espíritu, consciente en una epoca que
se dio en llamar de udulce vida,, trasladado a unos tiem-pos
como los nuestros, estragados por toda clase de guerras,
luchas, violencias, miserias, confusiones y enrarecidos por
el humo sangriento de Hirosima.
La colaboraciön tan estrecha entre dos personas cuyas
cualidades particulares muestran esa divergencia, se tiene
que buscar más que en la afinidad fraternal, en el beneficio
mutuo de corrientes de influencias obrando siempre entre
ambos en función de complementos. Si los impulsos mági-cos
son llevados por uno, el .otro aporta el freno de su
vision racional y objetiva. El hecho fue que literariamente
el trabajo conjunto no termino sino con la muerte de Luis.
Aunque Agustin escribe poco en verso, Luis es un
poeta estimable por las composiciones que publicõ, cuyos
temas se acercan siempre o están dentro de los asuntos
románticos. No obstante, a los dos les tenemos por almas
poéticas. El espíritu de JOS poetas ronda siempre la llama
del teatro y ellos quemaron sus esfuerzos en ese fuego.
Lo fundamental de su obra es teatro. No menospreciamos
obras como Pf2pe Sn~ttrrnn, Suntiugo Barddn, Nwimientu y
Cristobalito MoZiHos, estas últimas traducidas al frances por
Camilo Saint-Saens (2), el famoso mtisico y escritor galo,
que se encuentran fuera de la producción teatral, pero con
similar altura en importancia.
Pensamos que Luis es m&s adepto al teatro que Agus-tín.
ES precisamente en la casa de aquel donde se funda
el Tentrillo, donde se celebran toda clase de reuniones lite-rarias.
Lugar al que acuden todos los inquietos de espíritu
de la ciudad y los ilustres forasteros que recal:ib:m por la
isla. Fue una especie de reinado glorioso de la familia Mi-llares,
que controlaba todas las manifestaciones artísticas
de Las Palmas. NOS parece que, en cuanto hermano ma-yor,
Luis llevaba un poco de la mano al noble Agustín,
m5s recatado y suyo. Se nos antoja que era empujado
casi, cuando tenía que aparecer en primer plano,
El estilo del módico -nos referimos tanto al vital co-mo
al del escritor- es mucho mris lifetwrio. Queremos
decir mas grandilocuente y retbrico, tocado probablemente
del vicio de la epoca, mientras que el del notario es mlis
sobrio y ello hace que llegue n nosotros con mayor fuerza
y lozania. Aunque uo es extremadamente Ellcil separar, en
obra firmada por ambos lo que cada cual escribe, nos
ayuda a distinguirlo la obra de Agustín, despu& del fa-llecimiento
de su hermano. CnwwintZns, artículos diversos
publicados en la prensa, el Diario de dort Attto?tio Betan-
COIIY~, obra interesantísima consistente en un prólogo ma-gistral
a viejos papeles del siglo XVIII de un comerciante
de la ciudad de Las Palmas (editada en Madrid), nos pro-porcionan
un rico material de comparacidn para determi-nar.
sin investigaciõn laboriosa. el origen de cada escrito.
No hemos dicho antes, al referir las preferencias en
literatura de estos escritores, a través de las repetidas me-morias
de *Agustín, que este declara tener muy poco fervor
por don Honorato de f&lzac, mientras que muestra un en-tusiasmo
grande por Naupassant. [Estas inclinaciones sertin
solamente suyas: ;Estnrli Luis implicado en ellas, como
presumiamos lo estaba en las lecturas de Galdbs, Dumas,
Hugo, Lola etc., de que hablbbamos antes? En todo caso,
respecto a la forma de escribir, mrls quedó influido Agus-tín
que Luis por Maupassant, de quien son estas palabras:
XQuelle que soit la chose qu’ont veut dire, il n’y
a qu’un mot pour I’exprimer, qu’un verhe pour l’animer
et qu’un adjectif pour la qualifier. Il faut donc cher-cher
jusqu’ii ce qu’on les ait dkouverts, ce mot, ce
verbe et cet adjectif, et ne jamais se contenter de 1%
peu pres, ne jamais avoir recours B des supercheries,
meme heureuses, Il des clowneries de langage pour
eviter la difficult&>J
173
Y está claro. Si examinamos la construcción de Luis,
encontramos un torrente de adjetivos, verbos, sustantivos
que si bien se ordenan con finura y gusto, no dejan de
provocar en el animo del lector, en especial del lector de
hoy, una distcwcibn que le apnrta del relato propiamente
dicho y lleva su atención a la manera del lenguaje con
que se dice. Por el contrario, en Agustín, las palabras son
dóciles, adaptadas suavemente al asunto. Su valor semfin-tic0
no suena por sí. Cumple estrictamente la misión en-comendada.
La lectura nos pone en conlacto directo con
el tema. Podemos decir propiamente que nos szanwgiînos
e!t In obwz. En ningún momento flotamos en la superficie,
Se ve claro que el consejo del escritor frances sobre la
economía del estilo es seguido por el canario, aunque no
rigorosamente, porque, ciñéndose a la hiperbolica afirma-cidn
que encabeza la frase didáctica de Maupassant, es-cribir
sería algo así como desentranar un crucigrama o
descifrar un jeroglífico. No se puede creer, al pie de la
letra, que cualquier cosa que se quiere decir tiene un sus-tantivo
único para expresarla, ~610 un verbo para animarla
y nada mas que un adjetivo para calificarla. Al menos en
lo que concierne al castellano. CDonde dejaríamos enton-ces
el tan famoso tópico de la riqueza de nuestro idioma?
4
A pesar de lo que dejamos expresado mís arriba la
literatura de uno, como la del otro, nunca podrán encua-drarse
en la llamada gratuita, ni la de uno de ellos sola-mente.
Es decir, según el cuadro justo que nos hace Sa-bato,
no puede ser encajada, atendiendo a su propAsito,
en: juego - palabras - forma - acento estetico - indiferencia -
pompa - espíritu cortesano. La parte de acento costumbrista
que caracteriza algunas obras no se encuentra sola, esta.
aliada siempre a un fom'o, el cual, con palabras de hoy,
habríamos de llamarlo testiwwio. Las dimensiones de la
realidad que nos presentan en su obra, ambientadas ex-presamente
en el marco atldntico, rebasan este lindero fre-cuentemente
para ponerse en un plano universal,
174
Vease Et Viejo, cuento teatral que describe tipos y
paisaje insulares, por ejemplo. Obra que es, por demas,
corta (un solo acto). Si analizamos los personajes que en-reda
el drama, les encontramos una profundidad seria-mente
humana, de una consistencia sorprendente. El mo-tivo
que provoca el juego dramático es el antagonismo en-tre
dos posiciones (representadas por los personajes prin-cipales:
Matlas e Isidro), determinadas por diferentes si-tuaciones
economicas, ante los prejuicios religiosos y de
la sociedad. Uno, impetuoso, audaz, no se detiene por
nada. Le empuja la vida y la necesidad de atender a su
numerosn prole. El otro, temeroso, pusilbnime, no se atreve
a romper con las costumbres, quiere reflexionar, ir despa-cio
al topar con un acontecimiento inesperado, importante,
que exige rapida solución. Su situacion económica, natu-ralmente,
no es desesperada, ni tiene una gran cantidad
de hijos que mantener.
Si a Galdós se le achaca haber escrito muy poco de
su tierra natal -no nos referimos a los infundios que le
han atribuido, con bastante mala fe, por cierto, ni 8 la
famosa anécdota de que cuando salió por primera vez de
la isla expresó, sacudiéndose, que no queria conservar ni
el polvo-, los Hermanos Nillares realizaron un gran es-fuerzo
en el sentido contrario. Creemos que el más digno
y eficaz que se haya hecho. Les corresponde el honor de
haber construido la base, el primer escalón, de una rea-lidad
historica de las letras canarias con suficiente solidez
para espantar temores de los que estan llamados a conti-nuarla.
Así como don Benito a los ojos de la mayor parle de
sus coterráneos pasa por hombre despegado y poco amante
de su tierra atldntica, apreciacibn incierta solo para aque-llos
que tienen noticia de sus frecuentes veraneos aquí,
los Millares, con todas las pruebas que han repartido de
su ferviente amor por el terruno, donde fijaron desde siem-pre
sus plantas y rinden sus laboriosas vidas, no recibie-ron?
no han recibido, correspondencia a un fervor tan cla-rameute
manifestado. En esta encrucijada de mer-idianos
y paralelos, donde un sol rabioso atrae a los rubios habi-tantes
de los paises del norte, la flora social que germina,
con muy escasa agua, es la indiferencia.
173
En la revista El Afz~scoC mtnrio de enero-abril 1.936,
se anuncifi en preparación las Obras Completas de Luis
y Agustín Millares Cubas. Los terribles vientos desenca-denados
poco después impidieron, en aquella ocasidn, con-seguir
aquel buen propõsito. La edición iba a ser prolo-gada
por Luis Doteste y con noticia bibliográfica de A.
3lillnres Carlo. Como dijimos, aquellos momentos de ca-tktrofe
deshicieron, junto a tantas otras cosas, tal pro-yecto
admirable, El curso de la vida nacional se rornpid
por algunos anos, pero desde entonces acá, como agua
entre los dedos, se nos han escurrido cerca de treinta afios
y hasta el presente nada se ha hecho, que sepamos, sobre
edición de tanto interes.
Desconocemos las causas que producen la floracibn de
la ingratitud y la indiferencia en este caso. Tal vez sea
sc510 desidia o esa singular apatía que nos distingue a ve-ces,
mas si se tratase de obstdculos concretos, no sabría-mos
concederle otro origen que el de esas fuerzas oscuras
y ciegos poderes afanados -por fortuna utõpicamente-en
detener el normal desarrollo, en cualquier comunidad,
del adelanto en nivel y cultura de los hombres,
Noviembre 1.963.
ISIDRO MIRANDA MILLARES
(I) Debemos a Agustín Millares Sal], su nieto, la lectura de la
copia de este documento.
(2) ChrisI’ophc Jfoolinos. De L. et A. Millar&-Cubas. Traduit de
I’espagnol par Camillc Saint-Sacns. En La Nouuellc Revuc, I de No-vembre
18gg. Pp. fóg-1Bg. (Del archivo de A. Rlillares Sall.)
NoX Camille Saint-SaiJns(.T raduit de Louis et Augustin Millar&.)
En La ~Vouvcl¿~ RCVUC, I j février 1.900. Pp. 514-518. (Del archivo de
A. Millares Sall.)
176
CARTAS DE ENILIO TUUILLIER A LOS
HERI~~ANOS MILLARES CURAS
Reunimos aqul un interesante grupo de cartas que el
célebre actor malaguefio, Emilio Thuillier, dirigid a los
hermanos Luis y Agustin Millares Cubas en conexibn con
la representacibn de Ln Jtevencia de Amus, drama en tres
actos y en prosa, estrenado en el teatro Cervantes de
Málaga, el 5 de enero de 1.903,
Thuillier, nacido en 1.868, fue importante actor de la
época, actuando con otros tan renombrados como María
Guerrero, Margarita Xirgu, y Fernando Díaz de Mendoza.
Participó en varios estrenos de obras de Galdds; a saber,
Renlidad (15 de marzo de 1.893), La de San Qtktth (27 de
enero de 1.894), Los condewndos (11 de diciembre de 1.894)‘
Dotla Perfecta (28 de enero de 1.896), y ACnw y vida (9 de
abril de 1.902). En estas cartas, donde se trata en gran
detalle muchos de los aspectos de La Jaerencia de At-am,
se recogen asimismo acertadas impresiones sobre el esta-do
del teatro en aquellos tiempos, Notase especialmente
en ellas el lenguaje llano, a veces populachero y descui-dado,
mas siempre expresivo y carifíoso; el orgullo de
Thuillier por descubrir a los Millares; y sus certeros
conocimientos de lo que el llama *picardías teatralesa,
todas dirigidas, claro esta, a darle al público lo que este
desea porque, como vemos bien por las cartas, el teatro
además de ser arte es forzosamente negocio.
JOSÉ SCHRAIBMAN
UNlVERSIDAD DB PXIWCBTON
177
San Sebastian 30 agosto 1902.
Sr. Don Luis Millares.
Muy seilor mío y de mi mayor consideracidn: No en-cuentro
palabras para pedirle perdon por mi aparente gro-sería,
no habiendo contestado aun R su muy atenta carta.
Esta endemoniada vida que llevo me hace dejar las
cosas para luego, despu& para manana, y así se pasan
los días y los dias hasta caer en falta, y en falta tan grave
como esta de no haber escrito a usted en tanto tiempo. No
basta que yo diga todo esto, y que todo sea cierto, es ne.
cesario que usted, haciendo un gran acopio de bondad, me
disculpe, porque yo no encuentro frases para convencerle
de que debe perdonarme. Júzgueme usted y sentencie a su
gusto, que yo, a su conmiseracibn me entrego en absoluto.
Leí con grandisimo gusto su drama (2) y, nuestro co-mún
amigo Néstor (3), podrá decirle de palabra mi entu-siasmo,
porque tengo la seguridad de que ustedes han de
hacer una obra muy hermosa y de grandisimo éxito.
5610 lamento de que esta no sea a propósito para el
personal de mi compafiia. Toda la obra descansa sobre la
dama-matrona y no creo que hoy pueda hacer ese papel
mas que María Tubau (4) para quien parece escrita, quizás
sin conocerla ustedes, pero le aseguro que es un traje a la
medida.
Me pregunta usted que si quiero hacer una comedia de
ustedes. NO quiero; la espero con los brazos abiertos y sería
para mi una honra inmensa y un placer infinito dar a co-nocer
dos autores que según mi pobre criterio haran obras
muy hermosas. Por una de las cosas que siento no ir a
Madrid en la temporada próxima es por no poderles hacer
allí SU comedia, pero si eso no les importa a ustedes, venga,
y venga pronto ese original porque donde yo este lo es-trenare
en el acto.
Mi tour~rée empieza en MBlaga el ‘20 de octubre y es-tare
allí hasta Reyes, luego voy a Valencia hasta Carnaval
y ?... ahora una consulta: iCree usted que podría yo hacer
una temporada a partir de la Cuaresma entre Las Palmas
y Santa Cruz llevando una buena compafiia y un magní-fico
repertorio con decorado nuevo y todo lo necesario?
A usted se lo pregunto, primero, porque no se por qué, sin
conocerle, me inspira gran confianza y luego porque Gal-dos
me ha hecho de ustedes una verdadera apoteosis que
desde luego creo sera justa. Don Benito es uno de los que
mas me empujan a que haga esa excursión y hasta podria
ser que lograra yo llevarlo allb.
Contando con que usted me perdonara mi falta pasada,
y, prometiendo solemnemente no reincidir, aprovecho esta
ocasiõn para ofrecerme de usted, en mi insignificancia, para
todo y por todo, esperando verme honrado con que me
tengan por un amigo, que no por ser el ríltimo, será menos
sincero y cariñoso que el que mas lo sea para ustedes; y
digo para ustedes, porque ruego haga extensiva esta carta
a su hermano.
En espera de sus gratas noticias se reitera suyo afmo.
amigo y s. s.
EMILIO THCILLIER
Aquí estaré hasta el 5 de septiembre y despues hasta
el 20 en Salamanca (Teatro Liceo). En esa fecha en Madrid
calle Santa Catalina 2 donde ofrezco a ustedes su casa.
Sr. Don Luis Millares.
Mi distinguido amigo: Esta mafiana apenas recibí su
carta y leí el plan de la obra de que me habla le puse un
telegrama que ahora confirmo (5). Me parece el asunto so-berbio
y de éxito seguro a poco que cuiden ustedes darle
calor a la frase. El protagonista me entusiasma y deseo
ver terminado el drama. Ya sabía yo que ustedes acertarían
179
y que daríamos que hacer. No pueden figurarse la alegría
tan grande que siento al pensar que yo voy a tener la
honra de desczdkr¿es y perdónenme esta palabra que me
arranca el entusiasmo. iHacen tanta falta autores para re-novar
este ambiente de cnstrndos cerebrales que nos rodea1
Creame usted, fuera de Dicenta (6), lo demás vuela muy
bajo, y yo salto de alegría al haber tropezado por mi buena
estrella con ustedes.
&imo pues y a acabar esa obra sin perjuicio de que
me hagan ustedes IR otra de que me habla. Ciertamente que
los públicos de Malaga y Valencia son impresionistas y
mrls dados a lo pasional en el teatro que a otro cualquier
estilo, pero, si es que ese plan que usted me describe, (sic)
esd rebosando pasion y con toda su psicología es romhn-tico
hasta la medula, pero del romantico puro, del que no
muere ni morirá jamas. Me chupo los dedos de gusto al
pensar que voy a crear ese simp&tico señor de Araus de
quien veo ya la fisonomía moral y material y que tengo
la pretensidn que me va a venir como anillo al dedo. Y
ahora a título de picnrd~ízs teatranles adquiridas en la prac-tica,
me voy a permitir decirles algunas cosas y ustedes
acepten de ellas las que les convengan y dejen las que no.
Ante todo que estoy dispuesto a poner su obra con todo
lo que necesite, es decir, a pintar para ella todo el deco-rado
que haga falta y aquí entra mi primera y casi única
advertencia.
Hay en el público cierta tendencia a todo lo que tenga
carácter regional, sobre todo en lo externo, es decir, en
costumbres y trajes; Canarias es poco conocida o por me-jor
decir nada. ~NO podrían ustedes localizar la obra en esas
islas atrasando la epoca un poco y si hay por ahí trajes
caracteristicos, aunque sea fantaseando un poco, darle a
la obra esa nota de color siquiera en el fondo del cuadro?
Creo que esto sería de gran efecto y pintando el ca-seron
feudal con arreglo a algún croquis que ustedes me re-mitiesen
de ahí y el bosque con esa hermosa vegetacion
africana dariamos al drama una visualidad hermosfsima
que tanto gusta a nuestro público. Si el protagonista no
puede vestir traje regional (que si puede ser, sin faltar a
la verdad, seria muy bueno) que lo vistan por IO menos
los sirvientes o alguien que de color local al cuadro total.
180
En fin ustedes veran. Aunque yo no me explique bien us-tedes
ya saben lo que yo quiero decir.
Tengo una fe ciega en el tlxito de la obra y siento
frío de pasidn cuando leo el plan de ella y le advierto a
usted que desde esta maííana que recibí su carta lo habre
leído cincuenta veces y cada vez me gusta m8.s. Llevo
como primera actriz una muchacha llamada Ana Ferri que
ni pintada para la dama de su obra. Por correo le envío
un retrato de ella y otro mío como recuerdo este y para
que aprecien el físico en el de ella. Aquí termino el día 21
y enseguida salgo para Madrid donde tienen su casa en
Santa Catalina 2 pral. Allí estnr6 hastn el 6 de Octubre
descansando unos días y el S empiezo en Sevilla, Teatro
de San Fernando, mi nueva towi¿Lltt.
Aunque no nos hemos tratado ni casi escrito siento
por ustedes una afección como si fuer-amos amigos de largos
arlos y en esta creencia les envía abrazos muy apretados
y la enhorabuena más entusiasta su devoto.
EXILIO THUILLIER
Cuando vea a Joaquín le dare sus recuerdos y le ruego
los de míos al buen amigo Néstor de la Torre.
Salamanca 16 Septiembre 1902.
Como no conozco las costumbres de esos isleíios no
sé si quedarztn por ahí en el interior sucesores de antiguos
nobles convertidos en labradores ricos. Me seria un gran
punto para localizar la obra porque la ambiciún que de-muestran
los parientes encaja bien en la gente del terrufio.
En fin ustedes veran.
Sr. Don Luis Nillares.
Mi distinguido amigo: Me tiene en gran preocupacion
su silencio a mis últimas noticias, Al16 por el 15 o 20 de
Septiembre recibí en Salamanca una carifiosa carta de usted
1st
donde me relataba el asunto de un drama que según usted
me decía tenían ustedes en el telar. Tan g-rara impresion me
produjo lo que usted me decía que en el acto le contesté por
cierto muy extensa y entusiasticamente. No bastándome
con eso adelante a ustedes en un telegrama mi opinídn fa-vorable
a su proyectado trabajo. No puedo suponer que
carta y telegrama se hayan perdido y hoy me dirijo a usted
para preguntarle: {Les he ofendido en algo?
Esta noche salgo para Málaga (Teatro Cervantes) y
allí espero impaciente sus noticias.
No olvide usted tampoco que deseo ir a trabajar en esa
ella por el mes de Marzo. Aquí se dice que en Diciembre
irá Sanchez de León. Claro esta que no puede favorecer
a mi temporada que el público se canse antes con otra
compafiia de verso y que lo mejor para mí sería que En-rique
no fuese pero amo trabajando el arte, mi espectáculo
lo conceptúo de fuerza y llevando la obra de ustedes sancio-nada
ya, el exito es segurísimo.
Un sefior, don Victoriano Brañas, me escribió hace
días proponiendome hacer el negocio conmigo. CSabe usted
quien es ese señor? ?Sería usted tan amable que me infor-mase
acerca de el?
Espero sus noticias y rogándole dé mis saludos a su
sefior hermano me reitero suyo afmo. amigo.
EMILIO THUILLIER
Madrid 12 Octubre 1902.
Sr. Don Agustín Jlillares.
Mi muy estimado amigo: Con gran satisfaccibn he re-cibido
noticias de usted porque deseaba comunicar con los
dos hermanos y su carta ha venido a realizar mi deseo.
Con ella he recibido el drama, el hermoso, el hermosísi-mo
drama; yo le garantizo a usted el éxito enorme, grandi-simo,
y si así no sucediera habría que convenir que el
gusto de nuestro público esta totalmente perdido. Lo he
18”
leido J mientras miis me fijo m8s asombrado estoy de las
condiciones que tienen ustedes para In literatura dremgtica.
Estoy entusiasmado, tanto que la obra la dart! aquí la no-che
de mi beneficio y espero tener uno de los éxitos ma-yores
de mi vida. He notado algunos cambios del plan
primitivo que me envid su hermano pero esos cambios
favorecen y encuentro mbs veraz el final trdgico, que el
romántico de antes. Ademas creo m& exacto que el ideal
sea muerto por lo real y prosaico. La escena de los invi-sibles
de una novedad asombrosa y de efecto seguro acor-tfindola
un poco para la representacibn. i’1’ que lastima me
va a dar cortarla, es tan hermosa! ipero el pfiblico es im-paciente
y estoy seguro que a esas alturas desea ver la
pareja y sólo la pareja. En lo demks casi nada habrá que
tocar, parecen ustedes maestros amigos mios. Si ustedes me
conocieran sabrían que soy parco en mis elogios y que
ahora los prodigo porque realmente estoy entusiasmado,
Pintaré dos decoraciones y estoy estudiando el modo de
hacer real la laguna y el revoloteo de los ojos. Todo se
har8, todo se hard. Supongo que su hermano de usted con-testaría
a mis indicaciones en esa carta que me dice es-cribid
pero esa carta no ha llegado a mi poder quizks por-que
yo la esperaba con ansia <quiere usted hacerme el favor
de reproducirmela?
ìc’ecesito saber si se decidieron a localizar la obra y
si esas criadas y aun el protagonista han de vestir de otra
manera que la corriente 0 con trajes que marquen regidn.
Ilústrenme ustedes sobre todos los detalles que les pedia
porque todo me servirá de ayuda. He recibido sus retra-tos
que agradezco y espero me serlin pedidos muy pronto
para ser publicados por los diarios ilustrados.
El fuego de que me habla usted no fue en Cervantes
sino en un teatro de verano que hRy aquí, a nosotros no
nos ha sucedido nada y el negocio marcha espléndida-mente.
Agradezco todos los informes que me da referente al
negocio mío en esas islas y hare todo lo que me dice. Lle-varé
estrenada SU obra y se han de comprometer a tener-me
otra lista para esa t5poca. Escríbame y mdndeme copia
de esa carta de su hermano y todos los datos o consejos
que se le ocurran. ;2yuí estaremos hasta Reyes de modo
153
que espero estrenar Cnsn-Arnus a mediados de Diciembre.
Por cierto que no me gusta el título de la obra, es lo único
de ella que no me gusra. Hay que variarlo, piensen otro,
que si a mi se me ocurre yo la bautizare. Y nada más por
hoy sino enviarles mil enhorabuenas anticipadas y un
abrazo de un buen amigo que se les ofrece incondicional-mente.
EMILIO THUILLIER
:lfectos a su hermano.
Sr. Don Luis Millares.
hli muy querido amigo: Por fin llega a mis manos su
carta que desde Sevilla me envían y ahora me explico lo
sucedido. Como yo dije a usted desde Salamanca que haría
algunas funciones en aquella ciudad y después no me fue
posible realizar mi proyecto, usted envib su carta allá, y allá
ha debido estar nada menos que hasta ayer que la recibí.
Estoy contento porque veo que coincidimos en todo al
apreciar su hermosa comedia. Ya habra usted podido leer,
en la carta que hace días escribi a su hermano, Agustín,
que estoy conforme en que el final de la obra debe ser el
que ahora tiene, que es el lógico, y que le da grandeza
trágica al final, cosa de que antes carecía. Tambien me
parece mucho mejor el final del 2.’ con la muerte de Acero,
cosa que justifica aún mCls que antes la huida al bosque,
y la huida que en él se da para ca~w a los fugitivos.
5’ vamos a lo peliagudo, 0 sea las voces sin verse los
personajes. Esto es lo que mtis me entusiasma de toda la
obra y descuide usted que defender& a palmas esas voces que
me hacen el efecto como si el bosque hablara, como si se
quejara, como si aquellos drboles y aquellas raíces secu-lares
presintiesen y llorasen su prdximo fin; como si un
cuerpo vivo diese gritos de angustia y de dolor al ver ante
sí la cuchilla que le había de descuartizar, y así como este
cuerpo daría esos lamentos por Iii Luca, asi me hace el
184
efecto a mí de que esos rumores son quejicios de los Br-boles
y de la tierra misma. El pensamiento es hermoso,
novisimo y creo que teatral, pero hay que andar con cui-dado
por la rutina del publico y porque, como usted dice
muy bien, el número de los intelectuales es reducidisimo.
Se lo repito, defender6 linea por línea esa escena y puede
estar seguro que cada frase que quite me doler& a mi
mucho mas que a ustedes.
La pasada de la vieja lefiadora cuesta arriba, da un
efecto maravilloso y, como ese símbolo está muy claro, la
creo de efecto seguro. Sigo opinando que el título no me
gusta. Me figuro que ustedes han querido simbolizar en el
toda la obra y, asi resulta con efecto, pero, a pesar de
ello, no me gusta.
Yo pienso en ello y no encuentro nada que me guste,
a ver si ustedes dan con él. Parece una nimiedad al pronto
pero no lo es, se lo juro. El golpe de agua (sangre) del
final no lo conceptúo como usted un simple desahogo román-tico,
no, es lo que debe ser y de un realismo hermosísimo.
Me estAn pintando los bocetos de dos decoraciones, cosa
que me preocupa mucho, porque, en esta obra, conceptúo
el medio, el ambiente, como cosa esencialisima. He man-dado
hacer unos grandes fuelles, que colocare a los lados
del escenario, para hacer volar las hojas secas que por
tierra haya y tengo en estudio un sistema de tablecillas
que agitadas imiten el ruido del aire entre los Arboles.
Para el lago he mandado hacer una gran tina que cogerá
medio escenario y lo que ahora me preocupa es como haré
la salpicadura sin que el público se aperciba porque, se va
usted a reir, me entusiasma tanto la obra, que, si en vez
de ser invierno, fuera verano, me echaría yo mismo en el
agua, pero no pudiendo hacer eso, yo le respondo a usted que
se logrará cl mismo cfccto. Otra cosa que hay que alige-rar
es el comienzo del acto 2.“, la coronacion de la dama.
Y en fin no escribo mas por hoy.
Dos palabras referente al negocio. Deseo con toda mi
alma ir. La hoja del teatro me parece un poco elevada
pues su cabida no es muy grande y usted tiene que pensar
que el presupuesto de mi compaília es caro. En cuanto a
los precios tambien me parecen excesivamente bajos. Po-dríamos
senalar 2’50 para las butacas y a ese tenor lo
demk; sin embargo someto a su consulta esto como todo.
Yo hare el negocio todo por mi cuenta y si usted me con-sigue
el teatro gratis miel sobre hojuelas.
Aunque no me importaría gran cosa bueno sería que
no fuese antes ninguna compafiía de verso. Iré en Pascuas
de Resurreccjdn como usted me indica y har6 mi combina-cibn
marchando despu& a Santa Cruz. Comprometa usted
el teatro de ahi desde luego a mi nombre por m8s que yo
escribir& al administrador de 61. No espero para hacerlo
m.ls que recibir curta de don Benito. Desde luego har6
Rcalidotl, D.” Pe~fccta y Electta y Loca de Za casct. Si
pudiese arrancar a Galdós quiz:ts lo llevaría. Conste que
cuento con otra obra de ustedes para esa época y que no
admito disculpas sobre este particular. El año prdximo iré
n Madrid y quiero llevar allí por lo menos dos obras de
ustedes. ‘Ir no va mas por hoy. Mis cariflosos recuerdos a
su hermano y usted reciba un abrazo de su buen amigo
EMILIO THUILLIER
MBlaga 12 noviembre 1902.
Le envío ese largo snelto que da cuenta de la presen-tacicin
del Tenorio para que vea usted lo que me preocupo
al poner las obras. Algo se me habia de pegar de mi maes-tro
el inolvidable Mario (q. e. p. d.).
Sr. Don Luis biillares.
ali distinguido amigo: No s6 cuando fue la última vez
que le escribí pero sí hace mucho tiempo; no pueden ustedes
figurarse los dias que llevo de trabajo. Por fin salí de
Hadet y Otclo dos obras que me han traído de cabeza y
que han sido dos kitos enormes. Ahora ensayo ya Ln
Itwerrcia (lt? Ayazts que así se llamar5 en definitiva nnestrn
obra. No me acaba de gustar el titulo pero no le encuen-tro
otro. Espero estrenarla del 2 al 4 y en el acto les te-legrafiar
extensamente si el cable espaÍío1 est6 servible
y dos palabras que espero sean d?vi:to gmitdtho2. Por su
última carta veo que aún tiene usted desconfianza. &o la
tenga, la obra es hermosa y de Cxito seguro
Mi amig-o (?) Fuentes desesperado porque vino aquí y
los traductores del ffnrtllet no se lo dejaron hacer reser-vbndose
el derecho de estreno. Quiere vengarse a todo
trance de mí y pretendía engafius a esa empresa diciendo
que yo no iría pero supongo que habrd usted recibido el
cable que le puse por la vía Senegal diciendo que insisto en
ir y que eso había destruído los planes del cnbnlkcuo. Si,
amigo SIillares, persisto en mi idea de ir por esas islas y con-fio
en que Irì variedad de trabajo que IlevarCs den (sic) cl
buen resultado a que siempre se aspira en los negocios.
Le enviaré con tiempo una relacidn detallada del re-pertorio.
Ahora puedo adelantarle que har&
E.l pdncipe Hwnled con seis decoraciones, nuevos todo
el atrerrn y síistmrh.
Ote2a con cinco decoraciones.
Teizorio con siete.
Cyrcwo de Bergernc con cinco.
Aninwndo Lulio con una.
Ekctra con cuatro.
Ln heremin de Atwrs con dos.
Lic dicittn njetta con una.
Lu golrcmndoru con una.
El patio con una, y que hare todo el repertorio noví-simo
dando ademãs a conocer una obra arreglada para mí
expresamente de la novela de Tolstoi Reswreccidrz. Con
estos elementos, una compailía bastante buena y el pres-tigio
que yo lleve ayudado por ustedes confío en que la tem-porada
sea buena, No creo que Sánchez de Lebn (7) me
haga mucho dnfío aunque procure desflorarme algunas
obras aún esas espero que el publico las vuelva a ver a
gusto una noche.
Conste que ustedes me tendr8n otra preparada para
cuando yo vaya. Por este mismo correo les envio un pa-quetito
con programas, con los que uno para anunciar las
obras que tienen espectkula. Por ellos podrh ustedes apre-ciar
el decorado del Hndct aun cuando el grabado no dé
exacta idea de su importancia. Yo terminnrt? aquí el 10 de
enero próximo, al día siguiente salgo para Valencia donde
actuar6 (Teatro Principal) hasta Carnaval, la Cuaresma
la haré en Harcelona y en este punto embarcar6 para em-pezar
ahí el domingo de Resurreccidn.
He escrito a Santa Cruz pero aún no he recibido res-puesta.
Si ustedes tienen alguna influencia allí apoyen mi
peticibn.
Al loco Araus he decidido actuarlo entre cazador y
campesino. Vea usted el tipo Polo enmarafiado dejando caer
algunos rizos sobre la frente, barba algo clara tirando a
rubia, camisa sin planchar con cuello vuelto y ancho, Cor.
bata deshecha, traje cazadora y pantal6n corto de pana
color chocolate, chaleco azul con cintur6n encima de cue-ro,
botas retazadas de caza hasta cerca de la rodilla y
sombrero ancho de fieltro. No sé si habré acertado en la
confeccidn pero le aseguro que no encuentro otra y bien
me he preocupado en ello, Los dem& personajes incluso
la dama son Mciles de vestir. Ya tengo 1~ tina hecha. Es
de lona embreada para poder llevarla y tiene cuatro me-tros
de largo por dos de ancho de modo que coge (sic) la
laguna la mitad del escenario y espero que haga el efecto
de la realidad que es lo que busco. Los ruidos de la sel-va
estlìn domados y resultarán de efecto seguro. Com-prendo
la ansiedad de ustedes pero vuelvo a recomendarles
fe en el kito; yo la tengo ciega. Y no tengo m3s que de-cir
por hoy. Mis carifiosos recuerdos a su hermano Agus-tin
y usted ahi lleva un fuerte abrazo de su buen amigo
E. THUILLIER
Málaga, 25 Diciembre 1902.
Mis queridos amigos: Con gran alegría les escribo hoy.
iGran noche de ayer! Podrãn quitarme lo que venga de-trds
pero la gloria inmensa de haberlos dado a conocer,
eso no me lo quita ya nadie. Sucedid lo que yo había
previsto, la obra para gente que entiende entró enseguida;
para la masa fue una cosa que no acababa de entender
bien pero que le arrebataba como todo Jo que se impone
por su grandeza. Con gran atención se oyd todo el pri-mer
acto y al final empezó el éxito; este fue en aumento
y se convirtiú en explosion al terminar e\ segundo cuyas
últimas frases no se oyeron. Salimos R escena ocho ve-ces.
La primera escena del tercero causo extrafíeza pero
fue oída con religioso silencio y cuando al terminar 1~
obra nos arrojamos al estanque y el agua salpicó a mas
de un metro de altura la ovación fue formidable. ‘L’n exi-to
completo, redondo y de los que honran a ustedes como
autores y a mí por haber tenido la suerte de ser el padri-no
de este hermoso ~ziiio que nwe robusto y pujante J
que es una hermosisima promesa de lo que pueden hacer
sus padres. T’ital Aza que esta aquí invernando y que
presenció el estreno estaba entusiasmado sahre todo con
la escena final del segundo acto y a voz en cuello procla-maba
que son ustedes dos grandes autores. Ya saben que
yo siempre lo he dicho (no tolero que nadie me quite esa
gloria). Por este correo les envío todos los periõdicos y
por ellos verãn el efecto causado (8). Entre ellos como
ustedes podrán apreciar hay amigos yenemigos. Entre es-tos
el criterio de Ln Ujridn, hombre listo pero que no estb
bien conmigo porque no he queriio ponerle un dramita. El
del Crow’stn me cogió la carta de ustedes que yo leí en mi
cuarto después del estreno y como ustedes verbn ajusta su
crítica a la que ustedes habían hecho ya. Creo que ahora
deben ustedes no dar paz a la mano y espero ese drama
pasional, sin síttzbolos, con gran impaciencia. Debo admitir-les
que he cortado mucho en la obra pero creo que nada
se ha perdido con ello. Manana salgo para Valencia, ve-remos
que efecto produce allti la obra. Anoche les tele-grafié
dos palabras CExito grandísimo* que espero les ha-br,
Z llenado de alegría. Yo estoy loco de júbilo. Siento no
haber podido dar aqui antes la obra pero el empeño de
hacerla para un beneficio y el mucho trabajo que he te-nido
han sido la causa del retraso. Esra noche segunda
representacion la obra ha causado aún mayor efecto que
anoche y así espero sucederli. en todas partes. Escríbame
a Valencia, Teatro Principal. Deseo con ansia que llegue
la hora de hacer la obra nhi para que ustedes vean lo gIle
hart heclzo, La compafiía ha estudiado con carino y yo he
puesto mi alma entera en el papel y nunca como ahora he
lamentado tanto no ser un gran artista para poderle dar
todo el relieve que merece R la hermosa figura del LO-renzo.
Ahí les envío con mi felicitacidn entusiasta un abrazo
fuerte, fuerte y del cornzbn.
Su buen amigo y grande admirador
EMILIO THUILLIER
bl8laga 6 Enero 1903.
Gran Hotel Ingles.
Valencia, 18 de enero de 1903.
Sres, Don Luis y Don Agustín Millares.
Mis queridos amigos: Gran alegría me produce la lec-tura
de su carifiosa carta y espero que a estas horas ten-drbn
en su poder la mía en la que les daba detalles del
estreno de su obra y los periodicos de RIálaga.
Nada tienen que agradecerme. Si la obra por sí no
hubiese valido nada habria yo hecho. Nos haran muchas y
muy hermosas. Ustedes darán vigor a nuestra decaida dra-m8tica
y el orgullo de haber sido yo su iniciador es para
mí la mayor recompensa. Agradezco con toda mi alma y
acepto la distinciún de poner mi nombre en la primera
pagina del libro. Ahora me preocupa una cosa y es que
les duela a ustedes demasiado las mutilaciones que por con-veniencia
escenica he tenido que hacer, pero en ello ve-ran
ustedes mi deseo de llegar a buen puerto sin tropiezo y
sin desconfianza (fundada) de la nerviosidad de nuestro
público en general. Nsida crea haber quitado de miga y si
solo retdricas, muy hermosas, pero que podian pesnr en
la representación. Creo que no deben ustedes imprimir la
obra hasta que la vean representada y de acuerdo con-vengamos
en respetar los cortes hechos por mí o abrir
algunos de ellos (9). LOS derechos de propiedad los ha co-
190
brado la Sociedad de Autores, de que es Presidente TTital
Aza (10) y esa Sociedad dar& a ustedes cuenta exacta de
ellos como esa Sociedad se encargará de 1a impresibn del
drama cuando ustedes deseen que se haga. Supongo que
habrán ustedes leído el telegrama que publicaba El He-
~uldo de rlindrid dando cuenta del estreno en 5Maga. Yo
antes de venir aquí par6 en Madrid, para ver a mi madre
y mi hijo, (toda mi familia) 12 horas; vi en ese tiempo a
mi intimo amigo don Jose Francos Rodríguez, director
del He~aZtEo, con él hablé de ustedes como se merecen,
le esplique detalladamente el asunto del drama; tan encan-tado
quedó que tomó la rlirecci6n de ustedes para escri-birles
pidiéndoles algún trabajo. Esto sería muy conw
niente porque iría sonando el nombre de ustedes. Yo por mi
parte en las pocas horas pasadas en Madrid batí bien el
porche (haciendo justicia seca) y tengo la seguridad que
Vital Aza, que como ya les dije presentid el estreno y
estaba entusiasmado, cuando vaga a Madrid hablar8 de
ustedes mucho y bien. Nada de esto digo para que me lo
agradezcan sino para que se convenzan ustedes, y sobre todo
usted peor pesimista don Luis, que tengo la seguridad del
brillante porvenir que les espera, &Se conceptúan ustedes en
deuda conmigo? Sea así y reclamo el pago {cdmo? pues
ya lo saben, cuando yo vaya ahí han de tener terminado
un drama pasional que se estrenar& la noche de mi bene-ficio.
CConque quedamos en ello eh?
Y vamos al negocio puesto que hay que descender a
la tierra sin remedio ninguno. Ante todo gracias mil por
el interes que demuestran y yo también confío en que la
temporada ser8 buena.
Yo desearía dar ahí el mayor número posible de repre-sentaciones
pero como no conazco la resistencia de la po-blación,
a ustedes confío ese detalle pero creo que menos
de 20 funciones no debo dar. En pliego aparte les envío
detallado mi repertorio completo y agradecer6 a ustedes me
digan cu&les son las obras nuevas en esa de las que yo
envio en esa lista. Para un debut me convendrían (sic)
una de estas obras De mala rasa, JSau José o Fedova:
en cualquiera de ellas tengo confianza.
He escrito a Santa Cruz y espero contestación de un
dia a otro pero conviene que ustedes aprieten un poco.
191
Les he dado a escoger fechas o empezar allí en Cuares-ma
antes que en T,as Palmas 0 al acabar en este filtimo
punto. No sk lo que resolver8n porque cuento con que
acepten.
jilhl su amigo, el médico de hldl;tga, estA loco de en-tusiasmo,
fue el que dio algunas de las noticias que venían
en los periódicos referentes a las carreras de ustedes y me
dijo que les escribiría dfindoles nuevos detalles del estreno.
Charlamos largo y tendido de ustedes, les quiere mucho,
pero mucho, y gozó lo indctible como si dc Cl hubiese
sido la obra y en representacibn de ustedes me dio un
abrazo fuerte, fuerte y carifiosísimo.
Ahora, aunque esta carta es para los dos, un parrafito
para el Millares cnrzíctS. epa usted mi querido amigo que ya
me figuraba yo que ustedes adivinarían la fecha del es-treno
y que lo seguirían escena por escena pero lo que no
puede usted saber por grandes que sean sus condiciones
adivinatorias es la gran noche que se perdieron. Esto se
lo digo para que rabie un poco por no haber recibido los
aplausos en la propia cara (metafóricamente hablando).
Les diria a ustedes con la condicibn de novelistas que tie-nen
que contentarse con el elogio (sic) escrito,
Pronto nos veremos, pues dos meses pronto se pasan,
entonces me darxi usted ese abrazo que ahora me envía y
que yo a mi vez, y vuelvo a hablar con los dos, les man-do
a ustedes al finalizar esta carta.
Ahí va pues con la expresión sincera de afecto, más,
de carifio de su buen amigo
EMILIO THUILLIER
Valencia 3 febrero 1903.
Sr. Don Agustín Millares.
Ni muy querido amigo: Cuanta alegría me producen
sus cariiiosas cartas al verlos a ustedes contentos y satisfe-chos
de mí. Vuelvo a repetir que no tienen que darme
gracias; si acaso denlas a la Providencia por haberles
concedido talento a ustedes y a mí papila para verlo.
Quería retrasar esta carta hasta poderles enviar un
retrato que me he hecho en Lorewso Amus pero pasan
los días sin estar listo y yo no quiero retrasar contestara
SU carta. Dentro de poco podrán ustedes apreciar el fisico
de nuestro pobre loco y dentro de poco tambit?n verñn al
personaje de carne Dios quiera que no sea para ustedes una
decepcidn el verme dar vida a lo creada por ustedes.
Agradezco con toda mi alma el interés que me están
tomando por mi pr6ximo negocio en esa. Espero que será
bueno y no tendr6n ustedes poca parte en el Cxito, Conste
que necesito otra obra para esa época y que no admito
disculpas.
He recibido una atentisima carta de un sefior don Arturo
Sarmiento ofreciéndome su periddico cEspaira* y solici-tando
hacer carteles, programas, etc. Como yo no sP. las
costumbres de ahí, para no herir a nadie, le escribo a ese
selior diciendo que de acuerdo con ustedes haga lo que
quiera. Perdone usted que le tome por representante pero
èque voy a haces? Es el modo de no equivocarme.
Hace días envié a Luis lista completa del repertorio;
dentro de poco mandaré lista de compaília. Aquí termino
el 12; después voy a Nurcia 1 o dos dias y luego a Car-tagena.
En este último punto empeznrk el 1 de Marzo pa
ra terminas en los primeros días de :\bril y en f2.1e mbar-care
para esa directamente si hay vapor y si no a Cádiz
para tomarlo allí. Debutaremos en esa del í1 al í2 de
Abril. 1’ nada mtis por hoy. Mis afectuosos recuerdos a
Luis y usted reciba un abrazo de su buen artigo
E. THL'ILLIEB
Camacho’s English Hotel
Santa Cruz de Tenerife.
Queridisimo. . . notario. Hasta hoy no he querido con-
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testar II usted y ya con el pie en la escala del buque que
h;t de llerarn~c II In Iknínsula. Aunque todavía no 10 he
pcrdonído que no viniese comprendo que habrá usted
tenido razones poderosas para no hacer este viaje que le
hubiese a usted proporcionarlo un paréntesis en su labor
constante y a nasotros la satisfacción de tenerle entre
nosotros Linos días.
De sobra y con todos los detalles le habrti contado
Luis la impresidn producida aquí por la obra para que yo
le repita ahora lo que ya sabe (ll). En Orotava dwde la
puse el otro día se quedaron en ayunas mi querido Agus-tin,
y puesta sin decorado ni nada. Yo no queria hacerla
pero c-e empefiaron; intente colocar la decoracidn del Ylti-mo
acto pero todo fue imposible y así salió ello. De todos
modos no In hubieran entendido porque conque yo le di-ga
que el O’OJZd e mi temporada allá han sido Nulns Iìe-rewins
comprenderá usted que Rencomo (sic) hubiera teni-do
mejor gusto literario por instinto siquiera.
En fin aquí me tiene usted dispuesto a partir y deseAn-dolo
porque tengo hambre de ver R mi gente, sobre todo
desde que ayer recibí un telegrama del chico que dice
~Acabo de salir bien en todas las asignaturas*.
Comprender& usted que ese telegrama hay que pagarlo
con algo más que mandar beso.5 por cl cnbZe,
Q-lasta cuándo? iQuien sabe! pero confio en que no
pasar& mucho tiempo sin vernos nuevamente. Como he-mos
de seguir comunicúndonos constantemente ya les di-ré
mds adelante mis planes para el porvenir aunque la
cosa no está por ahora muy clara. A Luis le digo toda
mi tournée del verano; no quiero repetirla aquí. Mis afec-tos
carifioskimos a todos sus hijos, a Lola un abrazo muy
fuerte, para su madre de usted muchos recuerdos, a Paquita
Rosa y Franchy y muy especinles a la simphtica hlaría 4'
para usted frailón empedernid2 otro abrazo del corazõn de
su buen amigo
EMILIO.
No se si Luis le diría lo de la Guerrero pero si
usted quiere que yo le de la carta que me pedía se la en-viaré.
KO dejen de la mano el trabajo aunque ahora yo
haya sido duro.
NOTAS
I. Agradecemos a don Agustín .\Iillares Sal1 la gentileza de facj-litarnos
estas cartas del rico archivo familiar que posee. Al copiar-las
hemos modernizado la acentuacidn y la ortografía.
2. Se refiere, probablemente, a íün ccrw y tan k+s, según se
puede comprobar en la lista de las obras de los hlillares en el ar-chivo
anteriormente citado.
3. Nestor de la Torre (1875~1933), barítono, pariente de los Mi-llares.
Cantó en La Scala de Rliián, en ~10x6, y otras ciudades im-portantes
de Europa.
4. Maria Alvarez Tohau que hace su debut en 1866 en cl tea-tro
La PriIlcesa. 1 ucgo hace el papel de Catalina en h’esurrrcciiin de
Tolstoi, mencionada más abajo por Thuillier
5. Este telegrama, fechado en Salamanca el 16 de septiembre,
dice: *Entusiasmado con plan obra que creo para toda alma-tele-grafío
adelantando enhorabuena-abrazos-escribo>.
6. Se trata, por supuesto, del celebre autor dramdtico Joaquín
Dicenta (1863-rgr7), autor de El scfiw /cudai, Juan Jord, El lobo, y
otros dramas apasionados subre temas sociales y costumbristas.
7. Actor coetáneo de Thuillier, tambi&n malagueño; naci6 en
1830 y murió en Madrid el 28 de febrero de rgi5.
8. Estos periódicos no se encuentran entre los papeles de los
hermanos Millares; sin embargo, sí hay un número de Las Efcmiri-des
(Las Palmas), 21 de enero de 19~3, en que se reproducen los
juicios de los siguientes periódicos de Mlaga: La Libertad, El clfi-mo,
El Cronista, La L’niOn .l/et-can#iC, y La Iqfõrmncicín.
9. Este consejo no se siguió. La obra fue impresa en su forma
original y dedicada a Thuillicr (Las Palmas, Martínez y Franchy, I9o3),
ro. Autor dramático asturiano (r851-rgrz) que se dedicó a es-cribir
versos festivos y graciosas comedias con sabor de sainete. Co-laboró
en varias revistas; entre ellas, La Ilusfraciót~ Española, EI
Día, Blanco y Negro, Et Heraldo de Madrid.
II. En efecto la obra fue muy bien recibida. Entre los muchos
elogios en la prensa (los dc La Opini&, EC Itnicpsadie?ttc, 22 i?iur-io
de Tettertye, Uni& Conservadora) cabe citar uno de Froisse en EC
Cron&a de Twerljc (29 de mayo de 1903) sobre la brillante aCtUa-cidn
de Thuillier; cNo hay frase en la rica lengua de CerVanteS, pa-ra
expresar de un modo gráfico y elocuente la impresión que sn
trabajo en La hcrcnciu de Araus, nos produjo,.. Pues allá va. El se-ñor
Thuilher (sic) estuvo anoche hecho un bárbaro de inspiración,.
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