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LAS ISLAS CANARIAS EN LOS ORÍGENES
DEL CINE:
LOS DOCUMENTALES DE LA CASA GAUMONT
María Teresa Sandoval Martín
El cine es el periódico, la escuela y el teatro del
mañana
Charles Pathé
La visión europea de las Islas Canarias a principios del siglo XIX era el resultado de
una imagen que se había ido conformando a través de las crónicas históricas, la literatura
de viajes, los estudios científicos, los libros de geografía y de todo tipo de representacio-nes
gráficas (como dibujos, grabados y pinturas). Así sería hasta la llegada de la fotogra-fía,
que junto con el incipiente turismo propiciaría la exportación de los rincones más
típicos mediante las tarjetas postales, los álbumes-souvenir y las guías ilustradas.1 No hay
duda que la fotografía había logrado una representación más cercana a la realidad, aunque
no tardaría en ser superada muy pronto por el cine.
A partir de la presentación del cinematógrafo de los hermanos Lumière en el Salón
Indien del Grand Café de París, a finales de 1895, el que sería el último gran descubri-miento
del siglo se convertiría en una fascinante revolución por su capacidad para captar
la vida en movimiento. De hecho, ofrecía una imagen de la realidad que sería apreciada
por la audiencia con unos grados de verosimilitud y credibilidad inalcanzables por los
otros modos de representación existentes hasta aquel momento. Visto su éxito, durante los
dos años siguientes los operadores al servicio de los Lumière recorrerían el mundo
promocionando el nuevo invento y de paso tomar numerosas vistas cinematográficas2 -
cerca de mil tan sólo en ese período de tiempo-, con las que irían aumentando su catálogo
general. El repertorio de los temas de las secuencias Lumière tenía una gran parecido con
el de las tarjetas postales ilustradas (desde las escenas del quehacer diario hasta lugares
célebres y exóticos) con la principal diferencia de que el cinematógrafo ofrecía la imagen
en movimiento. El cine en cuanto „máquina que ve“ se erige como un multiplicador y
divulgador de lo visible, núcleo de toda la constelación temática de la modernidad.3 Lumière
supo explotar durante bastante tiempo el filón que proporcionaba la vista exótica, en la
que se exaltaba la ideología colonialista y la fascinación por las exploraciones geográfi-cas,
vinculado al rápido desarrollo experimentado por la industria y las comunicaciones
en el siglo XIX.4 De esta forma, el cine se constituyó en un valioso medio para dar a
conocer los lugares más exóticos, lejanos y pintorescos, antes sólo visitados por unos
pocos privilegiados, y convertidos, ahora, en accesibles para cualquier espectador a través
de la gran pantalla.
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Una de las productoras coetáneas de los Lumière -quienes terminarían abandonando la
producción en 1905- fue la firma francesa Gaumont. La empresa fundada por León
Gaumont, la más importante de las europeas junto con la gran Pathé-Frères durante lo que
se considera los orígenes del cine -1896-1914-, continuó retratando y difundiendo amplia-mente
los lugares de cierto renombre y fama del planeta, dedicando a las Islas Canarias
cuatro documentales en la temprana fecha de 1909. Revelamos aquí su existencia y el
contenido de las imágenes de tres de ellos, cerca de noventa años después de su realiza-ción.
En este estudio analizaremos principalmente los sucesos y circunstancias que propi-ciaron
y rodearon el rodaje, la posible relación de estas cintas con otros documentos cine-matográficos
y su difusión dentro y fuera de este territorio, resultado de las investigacio-nes
que hemos venido desarrollando -y que aún continuamos- desde que descubriéramos
la primera cinta -en 1995-. Para el análisis de los documentos fílmicos se ha tenido como
punto de referencia el método del francés Marc Ferro, en sus tres aspectos de crítica:
autenticidad, identificación y análisis.5
Si bien estas películas acercaron al público de la época a un mundo lejano, ahora las
mismas nos aproximan a nuestro pasado, también lejano; de ahí su encanto y su valor. Hoy
en día estas imágenes cinematográficas, las únicas conocidas de principios de siglo que se
conservan,6 son por sí mismas el vivo testimonio de una época, de una sociedad y de unos
lugares en su mayoría desaparecidos, por lo que -a nuestro juicio- aportan nuevas luces al
conocimiento de una parte de la Historia de las Islas Canarias.
Vistas, travelogues y películas de expediciones: una aproximación al género
En la segunda mitad del siglo XIX se produce una auténtica explosión de la “cultura del
viaje”, sobre todo gracias al abaratamiento de los transportes en ferrocarril y en barco, lo
que permitió que fueran dejando paulatinamente de ser exclusivos de las clases aristocrá-ticas.
Pero el cinematógrafo es el que abre una incomparable y maravillosa ventana al
mundo, fuente inagotable de variedad, acortando culturalmente las distancias en cuanto
que era capaz de acercar a un mayor número de personas de todas las clases sociales a
cualquier remota región, incluso por inaccesible e inhóspita que ésta pudiera parecer. Los
Lumière aprovecharían este deseo latente de “ver mundo” para retratar cinematográfica-mente,
en sus vistas y panoramas, la naturaleza, la arquitectura y la vida de la gente en
muy distintos lugares. Existen varios ejemplos si tomamos como base algunos de los tra-bajos
desarrollados por sus operadores: es el caso de los realizados por Gabriel Veyre en
Centroamérica y Japón, por Marius Chapuis en Rusia, o por Alexander Promio en Estados
Unidos, España, Inglaterra y Alemania, entre otros países.
Las sensaciones que podían despertar las películas de viajes en un espectador de la
época nos las resume hábilmente el autor del siguiente artículo publicado en el Mercurde
de France en 1907:7
J’aime le cinématographe. Il satisfait ma curiosité. Par lui, je fais le tour du mon-de,
et je m’arrête, à mon gré, à Tokyo, á Singapour. Je suis les itinéraires les plus
fous. Je vais á New York, quie n’est pas beau, par Suez, qui ne l’est guère plus, et
je parcours dans la même heure les fôrts du Canada et les montages d’Écosse; je
remonte le Nil jusqu’à Khartoum et, l’instant d’après, du pont d’un trasatlantique,
je contemple l’étendue morne de l’Océan (...).
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[Amo al cinematógrafo. Satisface mi curiosidad. A través de él, doy la vuelta
al mundo, y me paro, a mi voluntad, en Tokio, en Singapur. Sigo los itinerarios
más locos. Voy a Nueva York, que no es bonito, paso por Suez, que apenas lo es
ya, y recorro en la misma hora los bosques de Canadá y las montañas de Escocia;
remonto el Nilo hasta llegar a Khartoum y, al instante siguiente, del puente de un
transatlántico contemplo la extensión sombría del océano (...)].
Aquel tipo de filmaciones sobre lugares que los Lumière llamaron panoramas pronto
recibirían el nombre de travelogues y vistas de paisajes. Los travelogues eran breves
impresiones asociadas a un viaje, a menudo tomadas desde un tren o un barco, que se
limitaban a reflejar la mirada del espectador como turista. De hecho, esta denominación
era una herencia de los viajes ilustrados de la linterna mágica. Las vistas de paisajes
estaban mayoritariamente formadas por la sucesión de panorámicas sobre regiones y ciu-dades.
En sus comienzos, apenas sin diferenciación de géneros, ambos ocupaban un lugar
predominante en los catálogos de ventas de las productoras más importantes tanto en
Francia como en los Estados Unidos dado que se trataba de un producto con el que se
conseguía atraer a un gran número de público a las salas de proyección. Luego, a falta de
material para rellenar los recién nacidos actualités -los “rollos de noticias” (newsreels)
semanales que surgieron en 1909 de la mano de Pathé, cuya fórmula se expandiría rápida-mente
entre la industria- las vistas seguirían estando presentes en la gran pantalla. Y aun
cuando las películas cómicas o dramáticas fueran ganándole el terreno a los documentales
con el paso de los años, la película “no argumental” sobre vistas de lugares seguiría for-mando
parte de los habituales programas de las salas de proyección incluso pasada la
primera guerra mundial.8 Además, aquellas primeras cintas de ciudades y paisajes goza-rían
de una larga vida, ya que todavía a finales de los años veinte continuaban ofertándose
en los catálogos específicos de los denominados de forma genérica filmes de enseñanza o
didácticos en varios países.
Más tarde, las “películas de expediciones” -muchas de ellas legendarias- gozarían de
un importante prestigio entre un público selecto y participarían del gusto de un amplio
sector ávido de exóticas y fascinantes aventuras, que desde la butaca eran percibidas como
experiencias propias. Este interés y búsqueda del cameraman por lo insólito y lo especta-cular
era fruto de que el espectador se iba volviendo más exigente y había que cautivarlo
y seducirlo con imágenes cada vez más atractivas, capaces de producir infinidad de emo-ciones.
Estas preferencias del público también las tenían en cuenta los cámaras que graba-ban
las escenas para las actualidades.
Con los noticieros cinematográficos, para los que se filmaban todo tipo de aconteci-mientos
considerados de interés para la sociedad, como fueron las fiestas populares, las
coronaciones reales, las guerras, las competiciones deportivas y las catástrofes naturales -
asunto que nos interesa especialmente-, el cine asumiría su otro papel. Además del de
entretenimiento, el de medio de comunicación, cercano a la prensa, aunque con las limita-ciones
que la técnica imponía (necesidad de un equipo, desplazamiento al lugar, revelado
de los negativos, tirada de copias, necesidad de una pantalla, etcétera), inconvenientes que
se hacían sentir fundamentalmente en el retraso con el que se daba cuenta del hecho acon-tecido,
si bien ello no parecía importar demasiado al espectador.
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A estas vistas y actualidades, que se exhibían solas o acompañando a un programa de
variedades en las salas de cine, teatros o lugares habilitados para la proyección, pertene-cen
los cuatro documentales que realizara Gaumont en las islas y cuyos títulos originales
son bastante significativos: Dernière éruption volcanique à Ténériffe (noviembre 1909)
[Última erupción volcánica en Tenerife], Voyage aux îles Canaries [Viaje a las Islas Cana-rias],
A travers l’île de Ténériffe [A través de la isla de Tenerife] y Habitations troglodytes
aux Canaries [Cuevas-vivienda en Canarias]. Los dos títulos en los que no se especifica el
nombre de la isla se filmaron en Gran Canaria.
La casa Gaumont
Al igual que Pathé-Frères, la casa Gaumont cambió rápidamente el rumbo de su nego-cio
de la fotografía a todos los diferentes aspectos de la cinematografía. Desde 1905 a
1907, la compañía se transformó de empresa familiar a sociedad de responsabilidad limi-tada,
dirigida en parte por Pierre Azaria y la Banca Suisse et Française. Primeramente, las
películas de Gaumont fueron escritas y dirigidas por Alice Guy (probablemente la primera
mujer realizadora), después, la dirección de la producción sería encargada a Louis Feuillade
-en el estudio más grande del mundo en Buttes-Chaumont (La Cité-Elgé)-. Mientras in-tensificaban
la producción y mejoraban sus aparatos cinematográficos, incluidos los de
proyección,9 así como experimentaban con los procesos del color y la sincronización del
sonido, la compañía se fue expandiendo hacia la distribución y la exhibición. Gaumont
también dispondría de importantes cines, llegando a tener el mayor de la época, el Gaumont-
Palace (anterior Hippodrome Theater, remodelado en 1911 con un aforo cercano a las
6.000 personas). En 1914, bajo el emblema de la margarita, esta firma francesa tenía 52
agencias y 2.100 empleados en todo el mundo.10
En su catálogo l’Encyclopédie Gaumont de 1928,11 que reunía producciones anteriores
a esta fecha -como prueba la inclusión de los documentales de las islas en varios aparta-dos-,
se ofertaban cintas de lo más variopintas sobre lugares de los cinco continentes,
como son: En Egypte (petits mètiers indigènes), Phosphates du Maroc, Dans le Sud
Algèrien, Promenade sur le Danube, La Bavière pittoresque, y muchos otros. Además,
aparecen algunos reportajes de actualidad sobre acontecimientos de relevancia: Incendie
de l’Exposition de Bruxelles, Funèrilles de Léopold II, roi des Belges, Couronnement du
roi Albert Ier (1909), Pénétration francaise au Maroc, entre otros.
El catálogo de Gaumont contribuye en este estudio a establecer el momento en que se
realizaron los cuatro documentales en el archipiélago, como veremos más adelante.
Las filmaciones del Chinyero
Dernière éruption volcanique à Ténériffe (novembre 1909) hubiera podido ser desde el
punto de vista científico el documental de los cuatro realizados en Canarias que más inte-rés
habría suscitado en nuestros días. Pero, lamentablemente, es el único que no se conser-va
en la actualidad -o al menos no se conocen copias del mismo-. Esta ausencia de la
película cinematográfica y la carencia de una referencia textual al contenido de ésta gene-ra
varios interrogantes alrededor de la misma. La primera cuestión gira en torno a la auten-ticidad
de las imágenes: ¿fueron éstas realmente tomadas del natural o podría tratarse de
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una “reproducción”? Las “reproducciones” solían hacerse -en los estudios- cuando por
prohibiciones gubernamentales o ante la imposibilidad de prever un hecho -como era una
erupción volcánica- no se podía contar con las imágenes reales. Así ocurrió con dos pelí-culas
llevadas a cabo por Pathé y Méliès en 1902 sobre la erupción del volcán de Monte
Pelado en la Martinica.12
Pero en este caso, se producen varios factores que nos inducen a pensar que las imáge-nes
producidas por Gaumont fueron tomadas de la realidad. Ya el hecho de que se especi-fique
la fecha exacta de la erupción desde el título original confiere ciertos rasgos de
veracidad al documento. Atendiendo al testimonio de la prensa, el dato es correcto: el
volcán de Chinyero, próximo al Teide, entraría en actividad el 17 de noviembre -tres días
antes se había producido un movimiento sísmico- y una de las bocas aún echaba humo y
cenizas el día 27 de ese mismo mes.13
La prensa local es la que también nos aporta un dato valioso para la investigación
ocurrido el 24 de noviembre -mientras el volcán seguía en actividad-. Éste aparece recogi-do
en el programa de actividades previstas para ese día en el Parque Recreativo de Santa
Cruz de Tenerife,14 y se trata de la proyección de cuatro cintas sobre la erupción volcánica.
El Diario de Tenerife es el que publica en el siguiente suelto de su columna “Noticias”
la información:
Para esta noche anuncia la empresa del Parque dos secciones de diez películas
cada una.
Figuran en el programa cuatro estrenos, que son: Riffle Bill (última parte). Dos
grandes doctores. Estreno del Barquillero y Contrabandista de Diamantes.
En cada una de las mencionadas secciones se exhibirán cuatro cintas de la erup-ción
volcánica.
Por lo visto, la empresa no se muestra reacia en ofrecer novedades al público.
En otro periódico de ese día se ofrece prácticamente lo mismo, pero con la salvedad de
que no se mencionan las películas del volcán. El único aspecto novedoso que aporta es
que se trataba de un “miércoles de gala” y advierte el periodista que “dada la importancia
de la función, créese que será muy concurrida”.15 Dado que no hemos encontrado fuente
alguna que pueda confirmar el nombre de la productora o de la persona que realizó estas
tomas exhibidas con tanta rapidez no se puede asegurar que éstas hayan sido realizadas
por los operadores de Gaumont. No obstante, si tenemos en cuenta la inmediatez con que
se exhibieron, y que en las películas primitivas sean estas alemanas, francesas, rusas o
americanas, un plano equivalía a una escena, y la película terminada era entonces una
serie de escenas, parece lógico pensar que las cuatro cintas sobre la erupción que mencio-na
la prensa podían ser cuatro escenas sueltas -tomadas en el lugar- que, posteriormente,
pasaron a formar parte del documental francés cuyo título conocemos.
Aún así, hay que considerar la posibilidad de que estas escenas exhibidas el día 24
hayan sido filmadas por un realizador de las islas.16 Sin embargo, en el caso de haber sido
obra de un canario, parece lógico pensar que los periódicos sí se habrían hecho eco de su
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iniciativa, como hicieran con el trabajo fotográfico realizado por el fotógrafo alemán afin-cado
en Tenerife, Maximiliano Lohr, del que la prensa comenta -también el día 24- que
hizo una expedición al sitio de la erupción trayendo “una magnífica colección de vistas de
todos aquellos parajes”.17
Todas estas imágenes, fotográficas y cinematográficas, debieron ser de gran espectacu-laridad
a tenor de las crónicas y telegramas oficiales diarios que reproducía la prensa. Así,
el día anterior a la exhibición de las cintas en el Parque Recreativo afirmaba un comenta-rista
que las tres bocas abiertas arrojaban materias incandescentes, que “subían setecien-tos
metros de altura”, presentando un “espectáculo grandioso, imposible de describir”.18
Las corrientes de lava se prolongaban hasta el mar en una extensión de cinco kilómetros y
el pueblo de Garachico quedó bloqueado sin otra salida que la del puerto hacia el mar.19
Esto demuestra el valor documental que tendrían estas imágenes de aún existir, y justifica
sobradamente el interés de la casa Gaumont por dedicarle una película a tan espectacular
fenómeno. La evidencia de que existieron varias escenas cinematográficas tomadas de la
realidad aleja aún más la posibilidad de que la película fuera una reproducción, dándole
más consistencia a la teoría de que ésta contaba con imágenes auténticas.
Consideraciones en torno a los rodajes
Partiendo de la autenticidad de las imágenes del documental Dernière éruption
volcanique à Ténériffe (novembre 1909), queda establecer si las otras tres cintas fueron
llevadas a cabo en torno a la misma fecha. Según Marc Ferro, el análisis de los documen-tos
es más eficaz si procedemos a compararlos o reunirlos en “series”.20 Para ello, tendre-mos
en cuenta cómo aparecen recogidos en el catálogo de l’Enclyclopedie Gaumont. La
numeración asignada a los masters de las cintas en este repertorio es una interesante refe-rencia
que nos ayudará a sostener que las cuatro películas fueron realizadas a finales de
1909.
Los números de referencia de cada una de las películas de Canarias son los siguientes:
2630 Dernière éruption volcanique à Ténériffe (novembre 1909)
2657 Voyage aux îles Canaries
2676 A travers l’île de Ténériffe
2753 Habitations troglodytes aux Canaries
Comparando esta numeración con la de otros grupos de vistas tomadas en otras regio-nes
o países, se observa que, con suma frecuencia, las cintas de lugares en situación
geográfica próxima llevan números cercanos entre sí, como ocurre con las películas de
Canarias. Esto se debe a que los operadores iban enviando o entregando las cintas que
realizaban durante sus viajes a la casa central en París, donde se llevaba a cabo el montaje
de los masters de las películas, y se les asignaba el número de referencia. No obstante,
dado que el proceso de montaje de las cintas recibidas podía empezar y continuar por
cualquiera de ellas y dependía de las prioridades de la firma, el orden cronológico de los
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rodajes no tiene por qué verse fielmente reflejado en los números de los masters. Pero esto
no excluye que la proximidad de los números contribuya a determinar si un grupo de
películas fue producido en torno a una misma fecha. Esta teoría puede ser corroborada
mediante el establecimiento de relaciones entre la numeración asignada a las películas de
las islas y otro grupo de documentos con números cercanos a éstas sobre varios aconteci-mientos
históricos. Observando el catálogo de Gaumont encontramos dos actualidades -
mencionadas anteriormente- sobre los funerales de Leopoldo II de Bélgica [2612] y de la
coronación de su sucesor, el rey Alberto I [2613], con una numeración anterior y muy
cercana a la de Canarias. Así mismo, con un número intermedio aparece Inauguration de
l’Exposition de Bruxelles par le roi Albert I [2747]. Estos tres actos tuvieron lugar en la
segunda quincena de diciembre de 1909. Si tenemos en cuenta que estas cintas y las de
Canarias comparten una franja numérica que va del 2612 al 2753 y que, como hemos
visto, algunas de ellas se refieren a hechos históricos ocurridos tanto en noviembre como
en diciembre de 1909, los tres documentos de las islas de los que no tenemos constancia
de cuándo fueron filmados, debieron de ser llevados a cabo también en torno a esa fecha.
Piénsese que, de haber sido rodadas anterior o posteriormente a ese período, estas cintas
habrían tenido una numeración muy diferente.21 Por tanto, consideramos que las escenas
que muestran los cuatro documentales de Canarias fueron tomadas a finales de 1909, un
dato fundamental a la hora de realizar cualquier estudio sobre el contenido de estas imáge-nes.
Por otra parte, partiendo de las informaciones disponibles no se puede afirmar que el
rodaje comenzara por las escenas del Chinyero, aunque pensamos que éste pudo haber
sido el motivo que les atrajera hacia Canarias dado el eco “alarmante” que tuvo este hecho
fuera del archipiélago. Hasta tal punto fue así que algunos turistas llegados a principios de
diciembre “decían que eran tan graves las noticias que circulaban a la salida del buque en
Liverpool, con respecto a la última erupción volcánica, que de no haber tenido sus equipa-jes
ya a bordo y pagos los pasajes, hubiesen desistido del viaje”.22 Sería esa celebridad -“al
fin adquirida, aunque triste por desdicha“, según apunta un periodista-, la que también
atrajo a numerosos turistas y científicos que se desplazaron a contemplar y a estudiar el
volcán,23 entre los que destaca el astrónomo Camilo Flammarión, quien llegó a publicar
un artículo científico explicando este fenómeno en el diario The New York Herald de
París.24 El director de este diario solicitó también al geólogo Frank Albort Perret desplaza-do
al lugar que le comunicara el resultado de sus observaciones para darle publicidad en
su periódico.25
Si estimamos esta idea surge inevitablemente el siguiente interrogante: ¿cómo logró
Gaumont filmar las escenas de un suceso inesperado que se producía tan lejos de la capital
francesa que tuvo una duración de escasamente diez días? Es decir, resulta sorprendente la
rapidez con que uno o varios de sus operadores llegaron a este archipiélago teniendo en
cuenta la duración de los viajes en barco de aquella época, a menos que se diera la casua-lidad
de que ya se hallaban en las islas filmando para los otros documentales que conoce-mos.
Si no fue así, dado que los puertos de Canarias tenían un papel predominante en el
tráfico marítimo transatlántico como puertos de escala para el suministro de carbón y, por
tanto, por ellos pasaban numerosos barcos de camino hacia Europa, América, África y
Asia, el rodaje pudo verse favorecido porque el operador viajara en alguno de los varios
centenares de buques que pasaron por los puertos de Canarias en el mes de noviembre de
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1909 26 (la mayoría de los barcos franceses se dirigían o procedían de Argentina, Senegal
o Francia). Y, por último, queda la posibilidad de que éste se encontrara trabajando en un
lugar más o menos próximo al archipiélago, como por ejemplo: en otra región española o
en alguna de las colonias francesas de la zona occidental de África. Estos lugares fueron
ampliamente retratados en los documentales de Gaumont, dos de los cuales se da la coin-cidencia
de que tienen una numeración intermedia a la de Canarias.27
De cualquier forma, bien porque los operadores llegaron atraídos por la erupción del
volcán -que a pesar de todo resulta ser lo más convincente- o bien porque ya se encontra-ban
en las islas en ese momento, o cerca de las mismas, la firma Gaumont llevó a cabo
estas filmaciones a finales de 1909, y hoy en día podemos no sólo sorprendernos y disfru-tar
visualizándolas sino también estudiarlas en beneficio de un mayor conocimiento de la
Historia de Canarias, que es nuestro pasado.
Distribución y estrenos
Las películas de Gaumont eran distribuidas por todo el mundo a través de sus agencias.
A partir de 1910, Gaumont, al igual que había iniciado Pathé, deja de vender las películas
para comenzar a alquilarlas, y en 1921 comienza a editar su catálogo de distribución de
documentales Répertoire des Films de Enseignement l’Encyclopédie Gaumont. En sus
ediciones de 1928 y 1929 las películas de las islas se ofertaban todas en el bloque de
Geografía, y en éste figuran tanto en el apartado de África -con un epígrafe exclusivo-28
como en el de Europa junto a otras películas realizadas en España. Además, Dernière
éruption volcanique à Ténériffe (novembre 1909) aparece recogido en el bloque dedicado
a las Ciencias Físicas en el epígrafe de Geología, y la película del poblado de La Atalaya
de Gran Canaria lleva un título similar, Village troglodyte aux Canaries, en el epígrafe
Paisajes-Arquitectura del bloque de Bellas Artes. Estas películas, como puede inferirse
desde el título del catálogo, no sólo eran proyectadas en las salas de cine sino también en
centros de enseñanza. Resulta imposible de comprobar hoy en día la totalidad de países
donde fueron proyectadas, pero teniendo en cuenta la presencia del mercado francés
(liderado por Pathé y Gaumont) en todo el mundo durante las primeras décadas del cine,
éstos pudieron ser muy numerosos. Al menos, se tiene constancia de su exhibición en
España -concretamente en las Islas Canarias- y en Alemania, y es de suponer que fueron
proyectadas en su país de origen, Francia.
En Canarias fueron estrenadas dos de estas cintas en el Teatro Viana de La Laguna,
correspondiendo a Viaje a través de Tenerife y a la película de la erupción del volcán de
Chinyero.29 Así, el 10 de noviembre de 1910 comenta C. Frasconi en el diario lagunero El
Pueblo Canario que el cine anuncia el estreno, para el sábado -día 12-, de una película
titulada Viaje a través de Tenerife, siendo proyectada aún el día 23 junto con otras pelícu-las.
La Prensa, que resalta la gran reducción de precios en las funciones del teatro lagunero
en esos días, califica la cinta de, “magnífica película de asuntos canarios” y recalca que
ésta fue “elogiada por el público que con exceso llenaba las localidades del Viana”.30 Así
mismo, el 3 de diciembre, El Pueblo Canario comenta que en la función de cinematógrafo
de esa noche se exhibirá “una colección de películas variadas, figurando entre otras la
erupción del volcán de Chinyero”. Como puede observase, no se cita de forma alguna
(cursiva, entrecomillado o negrita) el título de la película en español. Sin embargo, como
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ya se ha nombrado, se conoce el título que recibió en Francia, Dernière éruption volcanique
à Ténériffe (novembre 1909) [Última erupción volcánica en Tenerife], y para el país ger-mano
fue titulada de forma muy similar: Die Letzten vulkanischen Ausbrüche auf Teneriffa
[Las últimas erupciones volcánicas en Tenerife]. En Alemania, esta película comenzó a
ser exhibida en 1910, al igual que Höhlenbewohner auf den Kanarischen Inseln [Habitan-tes
en cuevas en las Islas Canarias] y Reise auf den Kanarischen Inseln [Viaje a las Islas
Canarias] y, en 1911, lo hizo Quer durch Teneriffa [A través de Tenerife].31
Contenido y estilo de los documentales
En este apartado se describe el contenido general de las escenas que configuran cada
uno de los tres documentales existentes en la actualidad, anotándose en los casos signifi-cativos
el movimiento o la posición de la cámara. De la película Viaje a través de Tenerife,
ya que se dispone de una copia exhibida en Alemania que contiene sus respectivos carteles
o letreros, se especifican estos textos traducidos del alemán entre paréntesis. Curiosamen-te,
estos carteles están escritos en una mezcla de alemán, francés y español. Así mismo, al
lado de los títulos figura el metraje original de las cintas francesas. La película desapare-cida,
Dernière éruption volcanique à Ténériffe (novembre 1909), constaba de 146 metros.
Voyage aux îles Canaries (132 m)
Esta película fue rodada íntegramente en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y
está formada por una sucesión de planos de conjunto panorámicos y por planos generales.
1ª escena: Plaza de Cairasco a la que da un edificio (en la actualidad la Biblioteca
Insular) en cuya terraza se encuentran varias personas y de la que se aleja una tartana que
sale por la derecha.
2ª escena: Panorámica de la ciudad tomada desde lo alto (probablemente desde la Ca-tedral
de Santa Ana) de izquierda a derecha en la que aparecen las Montañas de San Ro-que,
las viviendas de los alrededores del barranco de Guiniguada, los tejados de casas del
barrio de Vegueta, la larga calle de Triana y, a lo lejos, El Puerto de La Luz con La Isleta al
fondo.
3ª escena: En el muelle. Mucho movimiento. A la izquierda de la imagen numerosas
cajas amontonadas, varias personas aparecen sentadas y otras caminando de frente o de
espaldas a la cámara, mástiles de barcos a la derecha. Por el centro, desde el fondo, se va
acercando una tartana que se dirige hacia el operador. Plano fijo.
4ª escena: Personas caminando por las aceras de la calle de Triana, el tranvía que une
Las Palmas con El Puerto de La Luz32 se aproxima de frente a la cámara, mostrando
seguidamente un lado de los vagones y las personas que se encuentran dentro de éstos.
Tartana que se aleja en dirección contraria y otra parada. Carromatos para el transporte de
mercancías a la izquierda. Plano fijo.
5ª escena: Exteriores del mercado del barrio de Vegueta. Escena de un grupo de perso-nas
que se encuentran alrededor de un puesto, entre ellas varios niños, todos miran a la
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cámara mientras por la derecha aparece un hombre montado sobre un burro que pasa por
delante de ésta.
6ª escena: Panorámica del puerto con La Isleta al fondo tomada desde lo alto de un
edificio cercano. Numerosas barcas, falúas, algunos veleros y el dique al fondo. El Muelle
de Santa Catalina, con casetas y cajas apiladas. Una tartana que sale de éste. La imagen
tiene un brillo muy intenso causado por los reflejos del sol sobre el mar.
7ª escena: Niños que rodean a dos mujeres que recogen agua de una fuente al pie de una
escalera de piedra. Curiosamente, la mayoría de los niños corren hasta subirse a un muro
y ponerse frente al operador, y uno de los más pequeños, en un repentino gesto, comienza
a imitar ayudado de un aro y una varilla el movimiento giratorio de la manivela de la
cámara mientras sonríe.
8ª escena: Plano picado de una hilera de mujeres lavanderas en una acequia en la cune-ta
de una carretera por la que baja un carromato en dirección a la cámara.
9ª escena: Panorámica de izquierda a derecha, que comienza mostrando a un burro bajo
unos árboles al borde de una vía. Por ésta se acerca un grupo de marineros33 montando en
bicicleta que rompen la línea justamente antes de pasar por delante del operador. Palmeral
al fondo.
10ª escena: Panorámica del palmeral y plataneras tomada desde la carretera donde
aparece una tartana parada a la derecha. Se observa mucha luminosidad.
11ª escena: La cámara recorre un grupo de plataneras entre las que camina un niño.
A travers l’île de Ténériffe (153 m)
Este documental fue filmado en varios lugares de Tenerife. La versión alemana encon-trada
difiere de la copia francesa únicamente en que varias secuencias del final han sido
alteraras en su orden y no aparece un plano del lugar más emblemático de la isla, el Pico
del Teide. Como comentamos anteriormente, al lado de las escenas que son idénticas en
ambas versiones se ha incluido entre paréntesis el texto de los carteles que acompañan a la
versión alemana. La película está formada por planos largos, panorámicos y generales en
su mayoría.
Hay que señalar que, lamentablemente, la única cinta que existe de la versión alemana
es una copia de nitrato que precisa de restauración, y que de no realizarse una copia a base
de acetato la película terminará por perderse.
1ª escena: (La capital Santa Cruz) Panorámica de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife
tomada desde lo alto -torre de la Iglesia de la Concepción- que va desde las montañas de
Ifara pasando por toda la población hasta el muelle con los riscos de Anaga al fondo.
2ª escena: (El puerto) Panorámica del puerto que comienza por la marquesina y conti-núa
retratando el ambiente en la entrada del puerto con el comercio de aprovisionamiento
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de buques, personas caminando, carruajes en movimiento, un vagón del tranvía parado,
barcos y veleros al fondo.
3ª escena: (Plaza de la Constitución) Niños y adultos caminando o sentados en bancos
de la Plaza de la Constitución y edificios que rodean a la plaza. Un policía municipal y un
niño se aproximan mirando a la cámara.
4ª escena: (Un drago de tres mil años. Draconea Draco. Altura 13.60 metros. Períme-tro
de la base 14.45 metros) El drago de Icod. Plano general del drago y su entorno. Otro
plano contrapicado del drago que comienza por la base y va subiendo hasta llegar a la
copa. Hay una larga escalera que llega hasta lo alto del árbol. (Esta escena es la sexta en la
película alemana).
5ª escena: Señora mayor de pie delante de la base del drago a la que se le indica que
camine hacia la cámara. Ella se acerca sonriente. (Última escena en la cinta alemana).
6ª escena: (Realejo Bajo) Panorámica de derecha a izquierda de un valle de plataneras,
el pueblo del Realejo Bajo y un carromato cargado de cajas de plátanos bajando por una
carretera. Varias personas subiendo o bajando por los bordes de la vía. (Esta escena es la
cuarta en la copia alemana).
7ª escena: (Panorámica de Icod) Panorámica desde el pueblo de Icod pasando por un
valle plantado de plataneras hasta la cumbre. (Quinta escena de la alemana).
8ª escena: Breve panorámica del Teide tomada desde el valle. (No se encuentra en la
copia alemana).
9ª escena: Amplia panorámica del pueblo de Icod, primero casas y plataneras y termina
con las plataneras y el mar al fondo. (Toma que no aparece en la alemana).
Habitations troglodytes aux Canaries (120 m)
Esta película fue rodada en su totalidad en el poblado de La Atalaya en Gran Canaria.
Las escenas son muy similares, por lo que no se estima relevante realizar una descripción
detallada del contenido plano por plano. La película comienza con una panorámica de la
montaña donde está situado el poblado, que va desde las edificaciones que se hallan en la
parte alta, pasando por la ladera que aparece completamente poblada de cuevas-vivienda
hasta llegar al final de la misma y mostrar varias terrazas de cultivo. Luego, destacan más
de cerca las construcciones de piedra junto a los hornos de loza y los caminos que atravie-san
el lugar. Por ellos transitan mujeres llevando retamas u otros objetos en la cabeza y
numerosos niños que van corriendo. Una de estas mujeres aparece frente a la cámara -en
un plano americano-, dando la impresión de que está hablándole al operador o a alguien
que se encuentra próximo a él. En varias ocasiones se muestran niños y niñas llevando
entre sus brazos a otros niños más pequeños. La cámara recoge repetidas veces el trabajo
de varias mujeres que realizan artesanalmente vasijas de barro. Finalmente, se vuelven a
enseñar las terrazas de cultivo de la parte baja de la montaña donde se encuentra el pobla-do.
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Las tres películas guardan un estilo muy similar, con planos-secuencia o planos largos,
predominando amplias panorámicas y la búsqueda de movimiento a través de las personas
y los objetos que se retratan. Algunas de estas personas pudieron ser instruidas previamen-te
de modo que su conducta puede considerarse en cierta medida “escenificada”, como es
el caso de la señora que posa delante del drago y se acerca al cámara, acortando la distan-cia
como puede hacerse hoy en día con los objetivos zoom. Pero, indudablemente, estas
películas están llenas de reacciones espontáneas de los habitantes ante la mirada de la
cámara. Y son estos comportamientos imprevistos los que aportan un componente aními-co
que enriquece aún más las imágenes. En cuanto a la técnica y a la calidad de las cintas,
éstas destacan por su alto nivel, gozando de un grado de visibilidad muy alto y de una
correcta iluminación, siendo ésta únicamente excesiva en contadas ocasiones. Ello denota
que los rodajes se realizaron en su mayoría por la mañana temprano o por la tarde, cuando
los rayos solares aún no tienen excesiva intensidad. Además, hay que tener en cuenta que,
antes del uso generalizado del fotómetro automático era muy difícil que las condiciones
de las tomas y la iluminación fueran uniformes.
Con todo, como dice Marc Ferro, ferviente defensor del cine como documento históri-co,
no pretendemos que estas imágenes ilustren, confirmen o desmientan la sabiduría que
nos viene de la tradición escrita, sino considerar las imágenes en sí mismas, ya que su
valor es irreemplazable.
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NOTAS
1 Sobre la historia de la fotografía en Tenerife véase Carmelo Vega de la Rosa. La isla mirada. Tenerife y la
fotografía (1839-1939). Centro de Fotografía, Cabildo de Tenerife. 1995.
2 Durante uno de aquellos viajes uno de los operadores de los Lumiére rodó en el puerto de Tenerife de
paso hacia otros lugares una película estrenada en México a finales de 1896 titulada Mujeres isleñas de
Tenerife abasteciendo carbón a la escuadra. (Cf. Jorge Gorostiza. “La primera película rodada en Cana-rias”.
Diario de Avisos, 22 de agosto de 1998).
3 Mónica Dall’ Asta. “Los primeros modelos temáticos del cine”. Historia general del cine. Orígenes del
cine. Vol. 1. Ediciones Cátedra. Madrid. 1998. p. 245.
4 Jaques Aumont. “Lumière”. Historia general del cine. Orígenes del cine. Vol. 1. Ediciones Cátedra.
Madrid. 1998. pp. 92 y 104.
5 Marc Ferro. Historia contemporánea y cine. Editorial Ariel, S.A. Barcelona. 1995. pp. 98-106.
6 Otros de los primeros trabajos documentados fueron realizados por un canario, Francisco González Pa-drón,
y rodados en Las Palmas de Gran Canaria en 1906, éstos eran: Lucha canaria y La procesión del
Corpus (Cf. Fernando Gabriel Martín. Un siglo de producción de cine en Canarias 1897/1997. Cabildo
Insular de Gran Canaria, Filmoteca Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 1997. p. 11).
7 Remy de Gourmont, 1 de septiembre de 1907. Texto recogido por Jean-Jacques Meusy. “La diffusion des
films de non-fiction dans les établissements parisiens”, 1895. Número 18. París. 1995. p. 178.
8 Después de la primera guerra mundial seguían exhibiéndose películas de viajes en lo que parecía un
“programa ensalada”. La receta consistía en dosis de diferentes tipos de films: un “rollo de noticias”, un
cortometraje cómico, un episodio de una serie, un largometraje dramático o cómico y un travelogue. (Cf.
Richard Abel. French Cinema. Princenton University Press. 1987. p 53).
9 Estos aparatos de proyección llegaban a las Islas Canarias durante los inicios del cine la mayoría de las
veces a través de las compañías de teatro de variedades, una de las cuales trajo consigo un último modelo
Gaumont en septiembre de 1909. (El Pueblo Canario, 9 de septiembre de 1909).
10 Richard Abel. French Cinema. Princenton University Press. New Jersey. 1987. p. 8.
11 Répertoire des Films de Enseignement l’Encyclopédie Gaumont. Imprimieres Gaumont. 1928. El primer
catálogo de l’Encyclopédie Gaumont data de 1921.
12 Eruption du Mont Pélé (1902, Pathé) y Eruption volcánique à la Martinique (1902, Méliès). Cf. Richard
Abel. The ciné goes to town. University of California Press. Londres. 1994. pp. 14 y 93.
13 El País, 30 de noviembre de 1909.
14 Según la prensa, en el Parque Recreativo empezó a funcionar un “nuevo Cine” a finales de septiembre de
1909. (El Pueblo Canario, 29 de septiembre de 1909). Este teatro, situado en la Plaza del Patriotismo, fue
el primero al aire libre de Santa Cruz de Tenerife. Su promotor, Ramón Baudet, decidiría cubrirlo en
1912, convirtiéndose en el primer local de espectáculos estable de la ciudad que proyecta cine, adelantán-dose
tan solo en tres días al Salón Novedades, propiedad de Manuel Velázquez.(Cf. Álvaro Ruiz Rodríguez.
El templo oscuro. La arquitectura del cine. Gobierno de Canarias. Santa Cruz de Tenerife. 1993. pp 87-
90).
15 El País, el 24 de noviembre de 1909, nombra los mismos títulos pero con algunas diferencias: Riffle-Vil
última parte, Dos grandes doctores, El Barquillo y Contrabando de Diamante. Únicamente se ha podido
comprobar que Riffle Bill era una serie en episodios del género western de la firma francesa Eclair.
16 En aquel entonces los únicos canarios que pudieron haber tomado estas imágenes eran Francisco González
Padrón, autor de las películas de Gran Canaria comentadas en la nota 6, y Miguel Brito, fotógrafo palmero
que se introdujo en el arte de cinematografiar trayendo a finales de 1897 un Cinematógrafo Lumière a las
islas, pero que, posteriormente, regresó a la fotografía. (Cf. Jorge Gorostiza. “Miguel Brito, pionero del
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cine”. Diario de Avisos, 21 de junio de 1992).
17 Diario de Tenerife, 24 de noviembre de 1909.
18 La Opinión, 23 de noviembre de 1909.
19 El País, 30 de noviembre de 1909.
20 Marc Ferro. Op. cit. p. 106.
21 Por ejemplo, una cinta sobre un acontecimiento histórico filmado en mayo de 1910 titulada Couronnement
du roi d’Angleterre George V lleva un número muy posterior, el 3510.
22 El Pueblo Canario, 9 de diciembre de 1909.
23 El País, 26 de noviembre de 1909.
24 “Un artículo de Flammarion. La erupción del Teide”. El País, 15 de diciembre de 1909.
25 “Sabio explorador”. La Defensa, 19 de enero de 1910.
26 Tan sólo en el puerto de Santa Cruz de Tenerife entraron 331 buques de las siguientes nacionalidades: 19
alemanes, 5 belgas, 194 españoles, 14 franceses, 56 ingleses, 13 italianos y 10 noruegos. (El Progreso, 7
de diciembre de 1909).
27 Estas películas con sus números de referencia son: L’Espagne basque [2687] y Au Sénégal [2695].
28 Los restantes epígrafes son: “Algérie et Tunisie, Afrique Occidentale Française, Afrique Equatoriale
Française, Egypte, Ile Madére et Iles environnantes, Maroc, Sénégal y Tripolitaine”.
29 Fernando Gabriel Martín y Enrique Ramírez Guedes sitúan ambos estrenos en 1910, titulando el segundo
“La erupción del volcán de Chinyero” en “Canarias”, Cine español una historia por autonomías, vol II.
Centro de Investigaciones Film-Histoira-PPU. Barcelona. 1998. p. 53.
30 La Prensa, 14 de noviembre de 1910.
31 Los datos de las películas de Canarias exhibidas en Alemania aparecen recogidos en Herbet Birett, Das
Filmangebot in Deutschland 1895-1911. Filmbuchverlag Winterberg. München. 1991. pp. 291, 398, 529
y 541.
32 Este tranvía con una locomotora a vapor sería sustituído años más tarde por un tranvía eléctrico.
33 A finales de noviembre y principios de diciembre de 1909, según datos extraídos de la prensa local,
llegaron a las islas varios cruceros de nacionalidades española (Carlos V), holandesa (Friesland) y fran-cesa
(Amiral Courbet).