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EL RETORNO DE LOS INDIANOS EN EL MARCO DE LA NAVEGACION CANARIO-AMERICANA (SIGLO XVIII) El planteamiento fundamental de la comunicación aquí presentada se basa en el desarrollo de los siguientes puntos: l. La navegación canario-americana. l. l. El viaje de ida. 1.2. El tornaviaje. 2. La población de las Canarias en el siglo XVZII. 2.1. Fuentes para el estudio de la evolución demográjka. 2.2. Factores que condicionan la evolución demográjka en el Antiguo Régimen. 3. El retorno indiano. Hemos considerado oportuno analizar en primer lugar la infraes-tructura y desarrollo de la navegación canario-americana, a lo largo de los últimos años del siglo XVII y los inicios del siglo XVIIIq, ue va a posibilitar y facilitar la salida de numerosos emigrantes canarios hacia las Indias Occidentales. En general el conjunto de la población isleña que se trasladó hasta América, definitivamente o para períodos de tiem-po más o menos largos, mantuvo los lazos familiares, económicos y culturales que los unía a su tierra de origen. En segundo lugar vamos a tratar de bosquejar cómo se desarrolló el retorno de los emigrantes cuxriss, !us censeruer?cias de su partida e:: !a esPr:ctürü ec~nSr icay social de las Canarias; así como, la llegada a las mismas de diversas e importantes aportaciones económicas y culturales. Todo ello referido al período que abarca aproximadamente desde 1680 a 1720 y utilizando preferentemente la documentación de los archivos Histórico Nacional, General de Indias, Provincial de Santa Cruz de Tenerife e Histórico del Rectorado de la Universidad de Sevilla. Contrastándola posteriormente con la bibliografía especializada, especialmente nuestra Memoria de Licenciatura: "Aportación al estudio de las interrelaciones canario-ame-ricanas, 1680- 17 18"'. 1. LA NAVEGACION CANARIO-AMERICANA l. 1. El viaje de ida En el Archipiélago Canario a partir de su incorporación definitiva a la Corona de Castillaj incluso desde el siglo x1vj se fue consolidando un complejo entramado de interrelaciones e intercambios económicos que se basaron en tres niveles bien diferenciados pero con numerosas interdependencias. Nos referimos al establecimiento y organización de un mercado local, insular y regional que se articuló de forma muy estrecha para el mantenimiento y desarrollo de un comercio exterior necesario y prusperu. La burguesía comercial extranjera radicada en las Canarias contará, además de con sus propios recursos, con el apoyo e identidad de intere-ses por parte de un núcleo significativo de familias naturales de las islas mayores y dedicadas también a la actividad comercial. Ambos grupos de poder económico van a introducir a las Canarias en los circuitos comerciales europeos, convirtiéndolas en un centro periférico y depen-diente de la compleja red del capitalismo comercial, fundamentalmente del Norte de Europa; erigiéndose Londres como motor principal y dinamizador de tales circuitos comerciales atlánticos. Ello provocará a lo largo del Antiguo Régimen, la dependencia de las islas del exterioI.2, básicamente en lo que se refiere a la actividad comercial, intercambio de mercancías y caudales, suministro de productos manufacturados o de alimentación, etc. Dentro de ese comercio exterior del Archipiélago Canario, va a jugar un papel fundamental la existencia aquí del "privi-legio de comerciar con Indias". Esta navegación canario-americana se apoyó indefectiblemente en a,.. :,F,,,"+.".,+..,, ,,..+..,A, :,1,=, ,... ,, ",..,-' +,, hnL.:l:*nrl,n ,c,:.-.1 uua IIIII~GJLI U L L U I ~ FUI LUCUI ~ IJIGII~, LUY UJ ~ U GLIU J u a u u l L a u u J ullwal-mente para comerciar con Indias fueron: - En la isla de Tenerife: Garachico, Puerto de La Cruz y Santa Cruz de Tenerife. El retorno de los indianos en el marco... - En La Palma: Santa Cruz de La Palma. - En la de Gran Canaria: el de La Luz o de Las Isletas. Junto a estos puertos principales no debemos olvidar la importantísima función desempeñada por una serie de pequeños puertos, surgideros y desembarcaderos distribuidos por todas las costas del Archipiélago Ca-nario. Por ellos saldrán grandes cantidades de productos agrícolas, bien para el abastecimiento insular o bien, para ser reembarcados hacia los mercados exteriores de las Canarias (fundamentalmente al americano, a donde se enviaban los vinos, aguardientes, frutos secos, quesos, pro-ductos textiles, etc.). A la sombra del disfrute del régimen de excepcionalidad comercial por parte de los canarios, estuvieron presentes desde el siglo XVI al xvnr numerosos comerciantes extranjeros (irlandeses; ingleses, flamencos; genoveses, portugueses, etc.) que acabarían fijando su residencia en alguna de las islas del Archipiélago, principalmente en los principales puertos insulares y en la capital de las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma. Las razones esgrimidas por parte de los grupos de poder económico j; socid Uc ias ca3aíiiaíis= z disfiuiaTdu de la. pemisi&j cuíi Indias, a partir de la segunda mitad del siglo xvrr, era la propia supervi-vencia de la economía insular; tales minorías que controlaban los resortes de poder precisaban la reproducción y mantenimiento de este sistema económico que les beneficiaba notablemente. Desde 1650 se observa una restricción en el cupo de toneladas asignado a las Canarias por el Consejo de Indias, haciéndose efectivas las presiones ejercidas por la Casa de la Contratación de Sevilla, especialmente sensibilizada por las quejas de los comerciantes andaluces ante el contrabando reali-zado en el comercio canario-americano. ¿Cómo participaron los canarios en la Carrera de Indias? Por un lado lo hacen desde el ámbito estrictamente personal. actuando como pilotos de Indias3, maestres, capitanes y dueños de navíos; así como formando parte de las tripulaciones de los navíos que cruzaban ininte-rrumpidamente el camino Canarias-Indias-Canarias. A partir de 1688 las islas deben pagar unos determinados derechos para contribuir al sostenimiento de la Universidad de Mareantes y Real P n l m & n Ca-knAfi Aa Pnn T a l m r \ Aa Cn.i;lln Do-o al -adnrln 1 /;QP 171 7 L U L G ~ L U u c ~ i u i i a ~ ui ue ua~ir eiiiiu UG u e v u l a . 1 a ~ eal Y ~ L I U U UL VUU-L I I I el pago de tales impuestos supuso para la economía de las islas el desembolso de 20.809 y 228.460 reales de plata respectivamente. Como contraprestación se habían adjudicado diez plazas de colegiales en di-cho Colegio-Seminario, que podían ser ocupadas por muchachos pobres 240 Manuel A. Fariña González procedentes del Archipiélago Canario y que estuvieran especialmente interesados en obtener una cualificación profesional en la navegación indiana. Las plazas que fueron efectivamente ocupadas para el mismo período de tiempo ascendieron a dieciséis4. La existencia de una fructífera navegación entre ambas orillas atlán-ticas fue una de las apoyaturas básicas que favoreció el traslado de los canarios hacia Indias. Eran esos navíos los que transportaban y redistribuían por tierras americanas a los emigrantes isleños. Para el período comprendido entre 1680 a 1720, hemos localizado la salida de 305 navíos que zarparon de las siguientes islas: Tenerife (192); Gran Canaria (50); La Palma (55) y del origen genérico, Canarias (8); (ver gráfico n." 1). Para el cómputo total tuvimos en cuenta los datos ofreci-dos por los protocolos notariales de Santa Cruz de Tenerife y los datos publicados por la profesora Elisa Torres Santana para la isla de Gran canaria; ambas series las hemos contrastado con la información oficial de la Casa de la Contratación y del Real Seminario de San Telmo, así como con la bibliografía especializada. Si tenemos en cuenta los por-centajes del conjunto de navíos y la frecuencia cm la que aparecen citados en las fuentes documentales de los archivos, anteriormente indi-c~ dev?, e&&mes !e vi,ouien.te: &chive de! &a! Ce!egio se minar!^ de San Telmo (85,9%); A.G.I. (22%); A.H.P. de SIC. de Tfe. (36,2%). Tales resultados pueden ser orientativos de la fiabilidad de los datos oficiales conservados, así como de lo significativos que pueden ser los que hemos recopilado en los protocolos notariales, máxime si valora-mos que los datos referidos a Gran Canaria también fueron obtenidos fundamentalmente de los protocolos notariales. Si desglosamos los da-tos observamos que los correspondientes a la isla de Tenerife se distribuyen entre Garachico: 12 (evidentemente la destrucción del puer-to por la erupción de 1706 tuvo especiales consecuencias en la decadencia de este puerto y en el ascenso y desarrollo del resto de los puertos tinerfeños); Puerto de La Cruz: 12; Santa Cruz: 100; y a la isla en su conjunto le corresponden 68. Estos 305 navíos desplazaron a Indias un total de 13.036 toneladas computadas. En este sentido hay que reseñar el hecho de que era relati-vamente frecuente que algunos navíos fueran a completar la carga a otra isla distinta del puerto de salida inicial, en el que había quedado inscriin e! regi~trn !i &!q+&b~ i f i s ~ d!e~! Jnzg& de Inci,ias en Canarias. Bastantes capitanes y maestres de estos barcos conseguían cubrir el cupo de toneladas útiles con las mercancías cargadas en algu-na de las islas mayores, en caso de que una en concreto no pudiera hacer frente al cupo asignado. En este sentido tenemos que matizar lo El retorno de los indianos en el marco. .. 24 1 siguiente; del total de las 305 salidas hemos registrado 27 navíos que hacen una escala insular antes de proseguir su camino hacia Indias, las escalas realizadas fueron: CUADRO 1 ORIGEN Y N." DE NAVIOS ESCALAS DESTINO Tenerife: 25 Tenerife: 1 Habana: 13 i - n - 1 - - . 9 ~ i r al l l l l d . L T La- rni-lj~-l-l.l a ,*1 r2 LnH I I I ~GLILI -G. . nY Gran Can.": 11 La Guaira: 3 Cumaná: 2 TOTAL TONELADAS Fuentes: M. Farina (1987); Torres Santana (1991). Elaboración propia. Con respecto a los puertos americanos que recibieron los citados navíos y sus respectivas cargas, debemos tener en cuenta que los puertos receptores de Indias que se mencionaban en la Real Cédula de 1657 eran, siguiendo las permisiones anteriores, los de Tierra Firme, Barlovento y La Habana. A ellos se le añadió el de Puerto Rico, con la aplicación de la R: C; de 1678: Desde la puesta en vigor del Reglamento de Comercio de 1718 aparecen citados como puer-tos habilitados para el comercio canario-amricano: La Habana, Campeche, Caracas (La Guaira), Trinidad, Puerto Rico, Cumaná y Santo Domingo. Durante el siglo XVII y los inicios del XVIII asistimos a la consolidación de los contactos comerciales entre el Archipiélago Laiiaio j; las Ifi&as &cidei,ta:es iiarés de iies de s.Gs pueiiuS principales: La Habana, Campeche y La Guaira. En el cuadro n." 2 podemos observar el reparto de las llegadas a América de los 305 navíos estudiados: Manuel A. Fariña González CUADRO 2 Entradas en Indias PUERTOS La Habana Campeche La Guaira Maracaibo Indias Puerto Rico Santiago de Cuba Santo Domingo Veracruz Santa Marta Cumaná Trinidad Cartagena Fuente: Manuel Fariña Glez. (1987). 1.2. El Tornaviaje NAVIOS 1 O5 49 33 17 14 8 6 6 6 3 1 1 1 TONELADAS 6.759 3.71 1 1.485 417 258.5 90 146 34 - 120 55 2 1 En este apartado nos vamos a referir al tornaviaje o retorno de los navíos señalados anteriormente que al atravesar el Atlántico, desde las Indias hasta el Archipiélago Canario, van a cerrar el circuito económi-co y comercial y, por otra parte, consolidan y materializan las aportaciones americanas en Canarias. Al no disponer del mismo tipo de fuentes documentales para el estudio de los retornos no podemos ofre-cer datos totales del volúmen de toneladas que, procedentes de América, entraron en las Canarias (ver gráfico n." 2). Gran parte de las mercancías indianas eran reembarcadas en los puertos canarios hacia los mercados peninsulares (Sevilla y Cádiz), o al extranjero (Londres, etc.). En cuanto al tipo de mercancías embarcadas desde las in(Jias hacia canarias hay que los (je tinte o de Campeche, azúcar, tabaco, cacao, etc., a los que habría que añadir la plata y moneda acuñada que también llega, regulada oficial-mente, en concepto de cobro de deudas, cancelación de obligaciones, testamentaría y bienes de difuntos, etc. El retorno de los indianos en el marco ... 243 Todo este conjunto de mercancías y dinero conformaba el registro de los navíos. Sin embargo hay una gran cantidad de operaciones co-merciales que no aparecen registradas en los protocolos notariales y sí en la contabilidad de la Casa de la Contratación como no era menos de esperar. Igualmente habría que acudir a los testimonios documentales que se conservan en los archivos americanos; una vez hecho el estudio comparativo con los datos conservados en esta orilla del Atlántico po-dríamos hacernos una idea aproximada del total de navíos, mercancías e indianos que oficialmente zarparon desde Indias para Canarias, pero nunca podremos evaluar el monto real, ya que a las cantidades oficiales habría que añadirle los procedentes del intercambio fraudulento y ello casi es imposible. El total de retornos que hemos podido registrar para los años 1659 y 1717 es de 72 navíos, posiblemente el número real sea superior pero no tenemos constancia documental de ello. En cuanto al origen americano de estos tornaviajes podemos plantear lo que aparece reflejado en rl siguiente cuadro n." 3: CUADRO 3 Retornos Indias-Canaria (1659-1 71 7) PUERTOS NA VZOS La Habana 40 Campeche 20 Puerto Rico 5 Maracaibo 2 La Guaira 2 Santa Marta 1 HabanaPto. Rico 1 SantiagoIHabana 1 Fuente: Manuel Fariña Glez. (1987). 244 Manuel A. Fariña González El tornaviaje se iniciaba en el correspondiente puerto indiano, donde las autoridades competentes tramitaban la documentación o registro que obligaba al capitán y maestre de un barco a retornar al puerto canario correspondiente. De este rumbo prefijado en Indias no podían desviarse por ningún concepto, bajo pena de incurrir en delito; sin embargo eran muchos los imponderables que podían interferir en la buena marcha de la travesía, desde los temidos temporales, a los ata-ques piráticos o las arribadas mal intencionadas con el objeto de realizar contrabando. Aunque los puertos isleños de donde salian los navíos para Indias eran diversos, no ocurre lo mismo con el tornaviaje donde se va a producir una centralización de las arribadas en el puerto de Santa Cruz. En casos aislados se permitía a alguno de los retornos llegados a La Palma continuar su viaje a Tenerife para poder vender su carga: ya que en la isla palmera no había encontrado suficientes compradores. De los 72 navíos citados que arribaron a Canarias, 11 de ellos lo hicieron para traer el registro que habían llevado otros navíos que se vieron imposibi-litados de realizar el tornaviaje; la mayoría de tales embarcaciones llegaron al puerto de Santa Cruz, y tan sólo una lo hace al de Garachico /I-o..a..:*a\ \ r LIKA u%). Al contrabando real que se efectuaba en el comercio canario-ameri-cano, tanto a la salida como en el tornaviaje, habría que añadir el realizado por algunos navíos que teniendo. su registro fijado para las Canarias, continuaron viaje a la Península o al extranjero. Se conservan algunos pleitos tramitados en el Consejo de Indias que tuvieron su origen en estos retornos anómalos, acabando con el embargo de las mercancías llevadas de forma ilegal a los puertos peninsulares. 2. LA POBLACION DE LAS CANARIAS EN EL SIGLO XVIII 2.1. Fuentes para el estudio de la evolucióli detnogrhjica La documentación conservada para el estudio de la población de las Islas Canarias desde los primeros momentos de la conquista hasta bien entrado el siglo XVIII no es demasiado abundante. El interés por conocer los efecc,rosp o~lacioilaless üscepfl~esd e iiiGUnci~il hizo pos,bie que la Corona española planificara, especialmente a partir del siglo xvrrr, la realización de varios censos. Esto no significa que en siglos anteriores el Estado no tuviera asumida la necesidad política de contar con esa información del total de efectivos de población, sino que se llevaron a El retorno de los indianos en el marco ... 245 cabo menos recuentos, por parte de las autoridades civiles, y por lo tanto se conservan menos datos del monto de vecinos o habitantes de los reinos de España. Por lo que se refiere a las Canarias, habría que citar el hecho de que son contadas las ocasiones en las que se elabora-ron censos de población durante la primera etapa de la colonización castellana del Archipiélago Canario, entre ellos cabe señalar la inclu-sión de las islas en el "Censo de Población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo xvr". Otras series estadísticas de gran utilidad son los vecindarios, como el conservado en La Laguna o "Vecindario de la ciudad de San Cristó-bal de La Laguna en el siglo xvr". Esto en lo que se refiere a la documentación originada por el poder civil, pero no debemos soslayar el interés de los datos recopilados por las autoridades eclesiásticas a raíz de la conquista de las islas y conservados en las constituciones cinda!es, censes ( c e m !es redizades e:! e! rr?andato de! ~ h i s Gp m~ f a Ximénez: 1676, 1678, 1684 y 1688; o los del obispo Guillén 1742 y 1747), visitas pastorales, libros sacramentales, recuentos (como el de Fray Juan de Medinilla, 1757) etc., que complementan los datos obteni-dos por la organización civil y, en muchas ocasiones, constituyen la única fuente de información de los efectivos poblacionales de las Cana-rias durante ei Aniiguv Rkgimen. Dentro de las fuentes básicas para el conocimiento de la población de las Canarias debemos valorar en su justa medida la existencia de los libros sacramentales de las diversas parroquias repartidas por la geogra-fía insular. Esta información ha sido elaborada y sistematizada, en la pasada década, por diversos autores sin embargo aún quedan por apli-carles nuevos y enriquecedores sistemas analíticos5. Este conjunto de fuentes para el estudio demográfico ha sufrido, a lo largo de los siglos, toda una serie de vicisitudes tales como incendios, ataques piráticos, expolios, etc., que han reducido el número de docu-mentos de por sí escasos, haciendo muy difícil y tremendamente compleja la reconstrucción de la evolución demográfica de las islas Canarias desde finales del siglo xv hasta el siglo XIX, época en la que se inicia la etapa estadística. Si para el siglo xvr no se conserva una profusa documentación que nos informe de los efectivos de población de las islas; con respecto al siglo XVII el panorama se hace más sombrío ya que no se conocen o al menor ng cgfi~~rvcfi ~ g ~ & t i&~ &~i&f d cgfi&fite niip Y"" permitan estudios globales6. El siglo xvm presenta una información más completa sobre la pobla-ción insular si bien hay que matizar esta afirmación, la segunda mitad 246 Manuel A. Fariña González del siglo es mucho más prolífica en datos que la primera. Para ésta, sóio conocemos la existencia de un censo de vecinos del año 1733 y otro de 1737; y para la segunda mitad del xwr contamos con los siguientes recuentos: "Compendio de las ciudades, villas, lugares, aldeas y otras poblaciones ... con distribución de los que tocan a las Reales Audiencias de Sevilla y Canaria, 1755." Dicho informe trata de subsanar la ausencia de las islas en el Catastro de Ensenada, que sí se verán contempladas en el Censo de Aranda (1772), en el Censo del Marqués de Tabalosos (1776) y en el de Fioridablanca (1787). Además D. José de Viera y Clavijo nos aportó otro censo de habitantes, fechado en 1776 que puede completar la información referida al período intercensal 1772-1787 y para los años finales del siglo x w c~on tamos con el significativo recuento elaborado por Escolar que abarca los años 1793- 1806'. En todo caso todas estas series documeniaies no timen ei irisíiiu valor estadístico, ni por el ámbito de aplicación ni por el rigor en la elabora-ción de los datos por parte de sus impulsores. Este es el panorama general de las fuentes demográficas existentes para las Canarias del Antiguo Régimen, por lo que cualquier intento de estudiar la emigración canario-americana en el siglo xvnr se encuentra con obstáculos casi insalvables para su evaluación y cuantificación y no digamos para el estudio del retorno más o menos definitivo de estos emigrantes. Las fuentes documentales que más datos aportan (si bien no secuenciados), de ese movimiento migratorio entre ambas orillas atlánticas son los protocolos notariales y fundamentalmente los libros sacramentales de las parroquias establecidas en los temtorios americanos a los que llegaron nuestros isle-ños8. En todo caso y partiendo de las posibles lagunas que pueden darse en las fuentes señaladas, los historiadores no podemos obviar el estudio de estos contactos humanos y menos si somos conscientes de lo que supuso el camino hacia Indias, tanto para los que lo hicieron como para los que se quedaron en este lado del océano. En este punto damos por descontado la inexactitud de varias relaciones de emigrantes canarios que se elaboraron teniendo como punto de partida exclusivo la "información oficial" conse~adae n la Casa de Contratación de Sevilla. Hay varias obras que tratan la emigración española a Indias desde los inicios de la colonización y en ellas se hace referencia a la participación escasa de canarios en dicha emigración americana; sin embar-g~ !a muyda de estar n~ticiasn o se ajustan a la realidad histórica ya que aún hoy se desconocen las cifras totales de las personas que pasaron efecti-vamente a Indias, desde Canarias, a lo largo de los siglos xvi, XWI y xwr. El retorno de los indianos en el marco ... 247 En el antiguo, y repetidamente citado, Catálogo de Pasajeros a Indias elaborado por el Archivo General de Indias son escasos los canarios que figuran en él; las razones de dicha ausencia han sido explicadas, entre otros autores, por Richard Konetzke9. Por su parte investigadores como Boy-Bowman o Pérez BustamanteIo no consideraron en su justa medida la importancia de la emigración canario-americana, en el contexto de la emigración española a Indias a lo largo del Antiguo Régimen. Según Pérez Bustarnante la mayor aportación ernigratona en el siglo XVI la hizo Andalucía para luego ir descendiendo en importancia regional reduciéndose al mínimo en Canarias, si bien especifica: "... aunque de esta última (Canarias), escala en el viaje de la Península a América, es muy probable que hayan pasado numero-sos pobladores directamente y sin registrar sus nombres en la Casa de la C~ntratación"~~. Para acercarnos al conocimiento de la evolución de la población de las islas Canarias a lo largo del Antiguo Régimen hemos realizado el cuadro n." 4 y la gráfica n." 3, incluyendo en ellos los hitos anuales de 1587, 1686, 1769 y 1787 y comparándolas con los totales insulares de 1857, año en que se confeccionó el primer censo de las Canarias en la etapa estadística. Así pues los datos globales de población, organizados por islas y en los años citados son los siguientes: CUADRO 4 La población de las Canarias, 1587-1 8.57 Gran Can." Fuertevr.' La Umma El Hierro Lanzarote La Palma Tenerife TOTALES (Habtes.) Fuentes: Femández Martín (1975); Jirntnez de Gregono (1968): Sánchez Herrero (1975). Elabo-ración propia. 248 Manuel A. Fariiia González Las conclusiones a las que llegó el profesor Martín Ruiz para la pobla-ción de Gran Canaria, en la segunda mitad del siglo xvm, podríamos hacerlas extensivas (con ciertas matizaciones) al conjunto formado por las otras dos islas mayores, Tenerife y La Palma. Siguiendo su planteamiento tendríamos una población con un crecimiento destacado, a pesar de la incidencia de la emigración hacia Indias; el saldo natural era importante y venía explicado por los índices muy elevados de natalidad y unas tasas de mortalidad bas-tante reducidas. Se desarrollaba tempranamente la nupcialidad y se combinaba con índices bastante significativos del celibato permanente. En función de los altos valores de la fecundidad nos encontramos ante una población joven; con respecto a la estructura socioprofesional se confirma el predominio de las actividades agrariasI2. 2.2. Factores que condicionan la evolucidn demogrdfica en el Antiguo Régimen El conjunto de ciclos pestíferos que afectó a la Península ibérica, a lo largo del Antiguo Régimen, parece que no incidió en la población de las islus; si^ rmh&rge ésta si niia se xrie &cta& p ~ :fi u-:~sus Y-" hambrunas que van a azotar a distintas islas, especialmente a la de Fuerteventura. Según Viera y Clavijo, los años más críticos para el conjunto insular fueron 1676, 1680, 1683 y 168413, siendo mucho más abundantes en Fuerteventura (1650, 1651, 1652, 1676 y 1683, pudiendo alargarlos hasta el siglo XVIII con las crisis de 1769 y 1771)14; por otra parte, la epidemia de viruela de 1694 había tenido especial virulencia en la ciudad de Las Palmas de Gran CanariaIs. Con respecto al panorama demográfico de la isla de Tenerife duran-te los siglos XVII y XVIII habría que destacar los siguientes aspectos: a) A partir de 1679, y desde una perspectiva global, se inicia un descenso en los efectivos totales de población que se acentúa en 1787. Ello viene explicado por la crisis demográfica y económica de la isla a lo largo del siglo XVIII. b) Si comparamos la población asentada en la zona norte de la isla con la de la banda sur, la primera supera con bastante margen las cifras p&!ucibfi, rxp!ic&q,?ci,csres tu &uzciSfi per rz=ne~d.e icd=!e g q : & fico, histórico, económico y político, etc. c) Repasando los núcleos de mayor población a lo largo de estos dos siglos, siempre nos encontraremos citados los de La Laguna, La Orotava, Santa Cruz, Puerto de la Cruz y Garachico. El retorno de los indianos en el marco ... 249 Sobre la evolución demográfica de la isla de La Palma, en el siglo xvm, no contamos con suficiente documentación; para las primeras décadas de este siglo el profesor Rumeu de Armas establece un total de 3.679 habitantes, cantidad que utilizada como punto de referencia den-tro del conjunto regional nos permite evaluar el crecimiento de población alcanzado por la isla y principalmente por su capital Santa Cruz de La Palmai6. La isla de Gran Canaria se ve sometida durante el siglo xvrI a los mismos avatares que el resto del Archipiélago: epidemias, langostas, hambres, etc.; todos ellos incidirán en una sociedad y estructura econó-mica determinada por la actividad agraria y por la posesión de la tierra y el agua. Para D. Pedro Agustín del Castillo la ciudad de Las Palmas alcanzaba en 1686 una cifra global de 1.700 vecinos (cifra quizás un poco abultada para la época). Sin embargo en estos momentos la ciudad experimenta una serie de transformaciones urbanísticas y si bien no crece en extensión crecerá en densidad". En distintos períodos del siglo XVIII, dicha ciudadla y también el resto del Archipiélago Canario experimentarán cierta decadencia demográfica que se debió a las consecuencias de las levas (fundamentalmente para mandes), la ~migpcibn,12 s fidnesks se~c&s & 12 && qi&-vic & vin~& & !@A, etc. Durante la mayor parte del siglo se experimentarán una serie de altiba-jos en el comercio provocados por la sucesión de las malas cosechas, los efectos relativos de la emigración acabarán suavizando el ritmo de creci-miento de la población de Gran Canaria, pero nunca alcanzaría las cotas experimentadas en la isla de Tenerife que se encontraba atravesando una profunda crisis demográficaI9. Para el tema que nos ocupa el análisis de las características de la emigración canario-americana (siglo XVIII) puede ayudarnos a encontrar las claves para entender el comportamiento de la población de las Ca-narias, así como la incidencia de la emigración y, especialmente el índice de retornos de dichos emigrantes a lo largo del siglo XVIII. Según determinados autores, la emigración canario-americana a lo largo del Antiguo Régimen presenta las siguientes características: es una comen-te emigratoria de carácter secular, con un elevado componente familiar, fundamentalmente tiene un origen rural (sobre todo en la isla de Tenerife), sin excesivo control jurídico (a pesar de la implantación del !!m~adn ''trihiltn de sangre") y tenia C I ~ Gp iintc de d ~ t i n npr incip! Cuba y Venezuela. Frente a la tesis tradicional que trata de explicar la corriente migratoria canaria hacia Indias, a partir de un elevado y constante saldo vegetativo (1,O al 1,5% anual); o por la pobreza de la economía insular 250 Manuel A. Fariña González (afectada por sequías, hambrunas, presión fiscal, crisis agrarias, etc.); o debida a razones de tipo sociológico como el reclamo familiar o el deseo de emulación de los indianos, el profesor Macías Hemándezzo ha planteado acertadamente esta apreciación: "Creo que las sequías y las malas cosechas tienen un alcan- , ce explicativo muy reducido, habida cuenta de que su reiterada actuación no originó siempre el éxodo y, en todo caso, sólo afectó a la población de las islas de Lanzarote y Fuerteventura provocando la emigración de una parte de sus efectivos hacia Tenerife, Gran Canaria y La Palma, para retomar a sus hogares pasadas las dificultades. En todo caso, sequías y subproducción propiciaron la emi-gración cuando se presentaron asociadas a otros factores tales como el caracter marginal y las reducidas dimensiones de las unidades familiares campesinas, incapaces de augurar su repro-ducción en una etapa de auge de la presión rentista, séase del Estado por la vía fiscal o de la terratenen~ia"~'. Efectivamente, somos conscientes de la complejidad del análisis y valoración de la emigración canario-americana durante el Antiguo Ré-gimen. En todo caso debemús ir completando el análisis de la misma, aplicándole las técnicas de evaluación demográfica, estadística e histó-rica, y profundizando en las razones de fondo que originaron este trasvase de población de una a otra orilla atlántica. La emigración insular se vio potenciada a lo largo de los siglos xvi al xvrrr, no sólo por las necesidades económicas (reales) de los isleños que cruzaban el Atlántico, o por las necesidades planteadas por las colonias americanas, sino también por la confluencia de los intereses de los grupos de poder económico y social de las Canarias; así como el desarrollo en Indias, de una determinada política ernigratoria por parte de la monarquía española en Indias. A io iargo dei sigio xvr, ai amparo dei desarroiio demografico insu-lar y del aprovechamiento de las posibilidades geoestratégicas del Archipiélago Canario que hacían las expediciones a Indias, se potenció la salida de diversos contingentes de población isleña hacia tierras ame-ricanas hasta el año 1574 en que se prohibió la corriente rnigratoria hacia el Caribe y el continente americano. Aquel momento de euforia dio paso, ya en el siglo xvir, a un cambio de orientación. Las islas, y en su representación los Cabildos, comenzaron a plantear su oposición y en todo caso su desánimo ante la grave situación económica y demo-gráfica por la que atravesaban las islas. De ellas salía una constante El retorno de los indianos en el marco ... 25 1 sangría humana, arruinándose así cualquier posibilidad de recuperación económica insular dado que se estaban perdiendo elevados contingen-tes de población. Hacia fines del siglo XVII (1678) la Corona española a través del Consejo de Indias y la Casa de la Contratación y a instancias de la terratenencia y burguesía comercial isleñaz2, estableció la norma-tiva que permitía a las Canarias seguir manteniendo su situación excepcional dentro del monopolio comercial hispano con Indias, pu-diendo enviar 1.000 toneladas de vino a cambio de la salida de cinco familias de cinco miembros destinadas a poblar las tierras americanas. En años posteriores esa concesión tuvo varias renovaciones, obligándo-se las autoridades isleñas a la contribución de familias pobladoras para las islas de Barlovento. Durante los años 1678, 1681, 1684, 1687 y 1690 saldrá del Archi-piélago canario un amplio efectivo de familias que marchaban a Indias23, entre las que destacan las fundadoras del pueblo de San Carlos, en la isla de Cuba24. Para los años 1680-1718, hemos localizado el paso de un total de 136 familias (ver gráfico n." 4) de las que 63 hicieron el viaje "por cuenta del Rey" y el resto lo hizo financiándose su propio pasaje. Si hacemos un recuento general tendríamos los siguientes datos: 613 p&seri.us cerilpniun e! teta! de fami!izs, 2 !as qce hay qw afiadir 28 individuos que se agregaron para completar el cupo de los módulos familiares de cinco miembros, dándonos una cifra total de 641 perso-nas. La composición de estas familias emigrantes no era uniforme, si bien la normativa existente la establecía en cinco personas. En determi-nados casos aparecen citados como miembros pertenecientes al módulo familiar, los criados, esclavos, personas ajenas a la misma, etc. De ese total de 136 familias la mayor parte de ellas procedían de la isla de Tenerife, así lo tenemos documentado, y en esta isla especialmente de la zona Norte, con especial relieve la ciudad de La Laguna ya que ella sola aportó 1 18 familias. Junto a ese grupo de familias nos encontramos con una cifra signifi-cativa de emigrantes que también marchan a las Indias, si bien lo hacen de forma individual. Igualmente y para el mismo período hemos cons-tatado el paso de 152 emigrantes que procedían de la isla de Tenerife (en la cifra total de emigrantes de esta isla no hemos computado el paso de algunas formaciones militares que fueron enviadas al servicio militar en Tn-dias), 322 perrmu de Grm Cmzfiz (en este t@d, pxs~~m~h!emenl, están unificados los datos de familias e individuos aislados (civiles o militares); 6 de La Palma y 2 de La Gomera (estos últimos procedían de las islas citadas pero embarcaron en la isla de Tenerife). Después de un arduo trabajo, fundamentalmente en los protocolos notariales del Archi- 252 Manuel A. Fariña González vo Histórico de SIC. de Tfe., hemos podido rescatar del anonimato un total de 1.123 emigrantes canarios que pasaron a distintos territorios americanos desde el año 1680 al de 1718. De esta cifra, más la de los desconocidos hasta el momento, proceden los pocos indianos que he-mos podido reconocer en las Canarias de la primera mitad del siglo XVIII. El destino asignado a los grupos familiares fue fundamentalmente Santo Domingo, La Habana, Maracaibo y Puerto Rico; con el Regla-mento de 1718 se fijan una serie de puertos permitidos para el comercio canario-americano y como consecuencia para la emigración isleña, des-tacando La Habana, La Guaira, Campeche, Santo Domingo, Puerto Rico, Trinidad y Cumaná; posteriormente y por la vía reservada se ,, incluiría Maracaibo. n E En 1720 la emigración canaria se va a dirigir fundamentalmente a Buenos Aires, Puerto Rico, Trinidad, Montevideo, Maldonado y Tejas. n Ya en la segunda mitad del XVIII, desde 1749 a 1764, se establecieron - m O E en La EspaÍíola unas 1.635 personas. Por lo que se refiere a La Florida, E desde los primeros años del siglo y después de una serie de peticiones 2 de las autoridades coloniales, fueron muchos los canarios que marcha- - ron a esta zona del continente norteamericano en los años 175? a 1761; 3 sin embargo a pesar de estas continuas aportaciones pobladoras no se O-- llegó a cubrir el cupo total asignado por el Consejo de Indias de unas m E 500 familias isleñas. Esta sangría de sangre pobladora canaria se man- o tuvo a fines del siglo XVIII y durante todo el siglo x i x . Si bien ya en este 6 último siglo los puntos de destino variarían considerablemente, siendo n E Venezuela uno de los puntos más atractivos para esta emigración. - a Los puntos de origen insular del total de emigrantes individuales 2 n estudiados siguen siendo los mismos que los de los grupos familiares: n n La Laguna, Santa Cruz, Garachico, San Juan de La Rambla, etc.; y por 3 lo que se refiere a los puertos de destino hay que decir que son princi- O palmente los de La Habana y Campeche, a los que se une el genérico de Indias y finalmente el de la Guaira. La mayor parte de estos emigrantes individuales o aislados eran hombres, casi todos solteros salvo 24 casados que procedían de la isla de Tenerife. Analizando someramente la profesión de todos ellos, hayan emigra-do en grupos familiares o de forma individual, tenemos lo siguiente: suelen aparecer como grupo claramente diferenciado los jornaleros y agricultores (sobre todo de la isla de Tenerife), pero junto a ellos tienen especial relevancia todos aquellos vinculados al comercio, la navega-ción o la carrera militar. Además están representadas otras profesiones El retorno de los indianos en el marco ... 253 que podriamos reconocer como bien remuneradas, como las de doctor, platero, escribano, cargos eclesiásticos, etc. La presencia de todas estas profesiones nos habla del complejo entramado económico-social que se tejió en tomo a la navegación y al comercio canario-americano y que posibilitó el deseo y la esperanza de la consolidación de grandes fortu-nas indianas, que fueron escasas si tenemos en cuenta la posible cifra total de emigrantes canarios que pasaron a Indias a lo largo de todo el siglo XVIII. Otro aspecto a señalar sería el paso de clérigos y frailes a distintos puntos del continente americano, algunos con determinados encargos como el de cobrar ciertas limosnas, donaciones o contratos que se hu-bieran hecho en Indias por parte de algunos isleños para usufructo de sus respectivas parroquias o conventos, como por ejemplo el caso de los conventos de Vilaflor o Candelaria. Sin embargo no todos los que pasaron a Indias tenían una profesión o dedicación económica definida; en más de una ocasión pagar un flete para tierras americanas suponía el primer paso para iniciar toda una serie de aventuras o para desembarazarse de algún hijo un tanto "pro-blemático", como le ocurre a Cristóbal Vandama, de Tenerife, quien en E,L,-,, A, lLAL A-,l-..A ,,+, -1 ,..AAL~,, ,,--,,-,A:,-+, ,.., l.-Ll- IGUIGIU UG IU-W ucualu auLc GI cauluauu L U I I ~ J U I I U I G I I L G yuí llaula encaminado de su casa a Alonso Vandama, su hijo "con el matalotaje y ropa de vestir a Indias y un poder para cobrar cierta cantidad"24. En relación a la edad de las personas que emigraron no podemos aportar demasiados datos generales, aunque sí podemos aventurar que la mayoría eran jóvenes y en la plenitud de sus.vidas, lo cual agravará aún más la situación económica de las islas que no sólo perdía gran parte de su población sino que además era gente que por edad estaba en las mejores condiciones de ser productivas. Quizás sería ahora el mo-mento de plantear los problemas de diversa índole que la partida de r estas personas, en su mayoría hombres jóvenes, o casados que dejan en las islas a su familia y que en todo caso van a originar problemas de desintegración familiar, desarraigo, ruina económica, herencias, etc.; problemas que se van a traslucir en el cuerpo social de las Canarias. También hay que tener en cuenta que no todo fue desarraigo, dándose bastantes casos en que hombres casados, residentes en Indias, reclaman a sus esposas o familia para reemprender una nueva vida en Indias. Coto o" i... tomn :..+nrornr*+n e.. ,..o,+, n ln ,,..r,l:An,;X, Ari lar A;rt;..tor ~ J L GCID u11 L G L U ~ LLILGICI J ~ ILLGCIII b u a I I w a la buuauuuauuu ub las UmL u l L a a colonias canarias en América, ya que muchos de los emigrantes no sólo reclaman a la familia nuclear sino que hacen extensiva esa petición a sus padres, hermanos, primos, sobrinos, etc. que habían quedado en las islas esperando dicha llamada. Paulatinamente surgirán distintos nú- 254 Manuel A. Fariña González cleos de población isleña en Indias que van a actuar como elemento de protección y cohesión de los colonos isleños, manteniendo y reforzando los lazos de identidad y contacto con la tierra que les vio partir quizás para siempre. Junto a esta emigración que podríamos calificar como oficial o "vo-luntaria" (cuando el hambre y la necesidad aprietan, la capacidad de elección es bastante relativa), debemos citar la ilegal o clandestina. La que se desarrolló en el siglo XIX y la primera mitad del siglo xx se dirigió fundamentalmente a Venezuela, dándose un cambio significati-vo con respecto a la época anterior. Para la emigración clandestina, por el hecho de serlo, no disponemos de abundante documentación. Existen continuas referencias y denuncias por parte de las autoridades encarga-das del control del comercio y emigración canario-americana, fundamentalmente en los organismos dependientes de la Casa de Con-tratación de Sevilla. Sobre la gravedad del problema se manifiesta Fernando VI en una Real Cédula del 18 de junio de 1758 dirigida a la Casa de Contratación de Cádiz, en los siguientes términos: "Hallándome con seguras noticias de que contra lo preveni-do en las leyes y repetidas Reales Ordenes, se ha continuado en la misma ciudad el inveterado y perjudicial abuso de embarcar-se polizones o llovidos en los navíos que salen para los reinos de América y al presente con más exceso, pues sólo de los que conducía el nombrado "San Rafael" que en 26 de Enero de este año salió de este puerto para lo del mar del Sur, se dejaron en Canarias 63 sin contar el gran número que sacaron al tiempo de hacerse a la vela"25. Finalmente debemos considerar el traslado o levas de contingentes militares a Indias. Si bien esa salida de personas cualificadas profesionalmente no constituye estrictamente una emigración, sí nos interesa conocer la presencia de estos soldados canarios y su integra-ción en la sociedad indiana. Para el período estudiado hay que recordar la organización de varias levas, aunque la mayoría de ellas (fundamen-talmente las de finales del siglo XVII)s e dirigían a Flandes, el Capitán General D. Jerónimo de Velasco realizó una leva de mil hombres cana-rios para defender los presidios americanos de los ataques filibusterosZ6. F- 1 - - - 2 .------ cri I U ~~ I I I I ~ Ga~ííuUs~ d el sigiü xviii conücemüs la creación de una compañía de Infantería con sesenta soldados canarios que marcharon a Puerto Rico, siendo su capitán D. Juan Castilla Cabeza de Vaca. Para su organización se esgrimieron dos razones: una, la concesión real fechada en junio de 1701 en virtud de los servicios prestados por el El retorno de los indianos en el marco. .. 255 propio D. Juan de Castilla y su padre D. Fernando. Por otra, se argu-mentó la razón geoestratégica de la defensa de Puerto Rico. El coste de la leva ascendió a 16.358 reales de plata, se reclutó en La Laguna, La Orotava y la isla de Canaria; saliendo para Puerto RICO en el navío El Aguila Negra un total de 52 soldados, siendo admitidos por la Real Hacienda en Puerto Rico, el 30 de noviembre de dicho año. En cuanto a los muchos militares que pasaron a Indias a ocupar cargos en la administración colonial de Indias no podemos profundizar en este mo-mento. Lo que sí podemos comentar es que numerosas personas de la profesión militar marcharon al Nuevo Mundo para cumplir un destino castrense, pero ello no estaba reñido con la inversión y participación en determinados negocios que tenían como base el comercio canario-ame-ricano. Igualmente debemos citar el traslado forzoso de personas a Indias A ..---.- -1 -:-1- U U I ~ I I LCCI M ~ L UA..V. .I..I. I,L UIIIUe n el caso de los esclavos que servían y trabajaban para alguna de las familias canarias que marcharon a Indias; formando parte en muchas ocasiones del séquito de las mismas o de determinados personajes con una elevada posición social se dirigieron también hacia América. Hemos comentado que la presencia de estos esclavos servía en algunos casos para cubrir el cupo de los cinco miem-bros por famiiia, dando iugar a enojos y picarescos acontecimientos. En el juicio de residencia de D. Juan Franco de Medina, gobernador de Puerto Rico se le hizo el siguiente cargo: "... cuando vino a este gobierno trajo sobre catorce familias, faltando seis al cumplimiento de dicha obligación valiéndose para el lleno y complemento de ellas de diferentes personas, oficiales y criados y otras personas que traía en su servicio; uniendo y casando unas con otras siendo casados en dichas islas y dejando sus mujeres en ellas y pasando algunos dos veces, unas por padres y otras por hijos"Z7. En este seiltido soii mchas las iii¿iíieiZS iiiediaiiie las cüales se realiza desde las Canarias el comercio de esclavos con Indias. La ma-yoría de ellos habían nacido en el Archipiélago, eran negros o mulatos que entregaban sus dueños a terceras personas que hacían viaje al con-tinente americano, para que los vendieran allá y al retorno le entregaran el producto del negocio en dinero o en mercancías indianas. General-mente ei sistema por ei que se adquirian ios ~ S C ~ ~ VerOa Sp or compra o bien por dote matrimonial o herencia. Otro de los medios utilizados, en el siglo XVIII, por los capitanes y maestres de navíos para sortear la regulación del paso de personas y esclavos a Indias, era declararlos 25 6 Manuel A. Fariña González como miembros de la tripulación que generalmente ocupaban el puesto de cocinero, y una vez llegados a Indias eran vendidos. Al salir de las islas, el maestre dejaba una fianza en metálico como señal para la administración aduanera de que iba a retomar dicho esclavo, lo cual en bastantes ocasiones no sucedió por haberse realizado su venta en Amé-rica. En esta época el comercio esclavista realizado entre el continente africano, Canarias e Indias que ya se venía ejecutando desde el siglo XVIv, a a entrar en una situación crítica que se agudizó con la concesión del asiento de negros a Inglaterra fruto del Tratado de UtrechZx. 3. EL RETORNO INDIANO Bajo este epígrafe vamos a centrar nuestra atención en cómo revier-ten en las canarias las consecuencias de la emigración, analizada anteriormente; éstas suponen la plasmación definitiva de las interrelaciones humanas y económicas establecidas entre el Archipiélago Canario y América. Muchos de los emigrantes isleños, desperdigados por tierras indianas provocan con su partida una dislocación de la vida familiar y !eca!; e!!n se mmifiestíl en e! sinnúmere de cmas de peder, de eh!iga-ción, reconocimientos de deudas, testamentos, particiones, etc., que se otorgan en el momento de la partida. Una vez que llegan a Indias las deudas contraídas o las obligaciones estipuladas en las Islas, van a continuar durante algunos años, obligando a los acreedores a enviar con terceras personas documentos de apercibimiento. Es frecuente que el isleño con una posición económica mínima re-clame a su familia, o en caso contrario envíe dinero o mercancías que puedan contribuir al mantenimiento de la misma, o bien a la compra de terrenos en la isla como previsión para un retorno definitivo. Estas partidas de dinero pueden convertirse en dotes, donaciones o creación de capellanías y patronatos establecidos en el Archipiélago. Para el período estudiado hemos encontrado una gran cantidad de car-tas de poder que tratan de recuperar los bienes y propiedades de los familiares que han fallecido en Indias. Igualmente son frecuentes los testamentos donde no sólo se hacen constar los deseos del otorgante sino una relación de bienes, deudas y obligaciones. Sin emhirgn, h q fin2 inmensl mílyerh de emiao-r- a-n.t-~-rq -fi e mmen en América sin haber vuelto a su tierra y sin haber alcanzado el sueño de toda su vida: el convertirse en indiano, figura estereotipada del emi-grante que regresa a su pueblo natal, rico, vestido de blanco o "a la americana" y con abundante profusión de anillos o leontinas. Quizás el El retorno de los indianos en el marco ... 257 ejemplo más patético sea el de Francisco de Molina, del que se dice en abril de 1687 lo siguiente: "Residente en La Habana y natural de La Laguna hijo de Luis de Molina y de María Rodríguez, difuntos, estaba enfermo en el Hospital Real del señor San Juan de Dios y quiere se le entierre en el hospital como un pobre más. En su testamento declara las deudas que tiene contraídas y nombra por herederos a sus sobrinos. Estuvo casado con Dominga Núíie~"~~. Este emigrante aunque sólo fuera para morirse luego, se acordó de sus sobrinos que vivían en La Laguna; pero hay un buen número de isleños que una vez han perdido de vista el perfil de las islas en el horizonte, no dieron señales de vida en muchos años, algunos hasta veinticinco años o más. Intentaremos dar a los diferenies que la emigración indiana produjo, directa o indirectamente, en las Islas Cana-rias. En el conjunto de la documentación notarial analizada no es infrecuente la petición hecha por mujeres, cuyos maridos han emigra-do, que solicitan a las autoridades el permiso necesario para vender algún terreno o propiedad que les permita hacer frente a los gastos de manutención de su familia o Uc eiias iiiismas. Esw iiecesitiad iii;iic;iani~ es la que lleva a María de la Cruz Machado a solicitar lo expresado, en La Laguna el 26 de noviembre de 1701 : "Mm'a de la Cruz Machado, mujer de José de Vega ausente en Indias de su Majestad ha tiempo de diez años sin tener noticia en qué parte reside, parezco ante vmd. y digo que tengo sobre El Portemelo, camino de Tegueste el Nuevo, media fane-ga de tierra heredada de mis padres por cuenta de mi legítima, y viéndome con mucha necesidad por haberme criado en la casa del cap. Miguel de Palenzuela, me han recogido en ella habrá tiempo de un año, sustentándome por caridad; que no haber sido así hubiere pasado gran necesidad, yo y una nija y de dicno mi marido llamada María, de diez años la cual la tengo en casa de María Penedo su abuela y para poder ayudarla a sustentar y vestirla como asimismo comprar para mí algún vestuario, de que estamos necesitadas no tengo otro remedio que valerme que el vender dicha media fanegada ..."'O. En la mayoría de los casos estudiados, se acude a la justicia para obtener la licencia cuando no se dispone de ningún documento de pode-res del cónyuge; otras ventas se realizan exhibiendo dicho poder enviado desde las Indias. 258 Manuel A. Fariña González La compra de terrenos o la inversión en obras pías, donaciones, etc., eran las fórmulas más corrientes para invertir parte del caudal indiano que revertía en la propiedad agraria insular. Sobre el particular, y co-mentando la actitud de los emigrantes que van a ocupar cargos administrativos, políticos o militares, se nos dice por parte del profesor Suárez Grimón: " ... Esta situación no produce un desarraigo de sus parroquias de origen y tratan de obtener el reconocimiento de la riqueza adquirida mediante estas fundaciones pías y vinculares. Con ellas no se persigue el reconocimiento en sus lugares de origen tras largos años de ausencia ..., sino el lustre y conservación de la familia y sus linajes ... y la ayuda de cóngrua para algún pariente que quisiera ordenarse o el cumplimiento de determi-na& &a pfa."31. La compra de tierras no realizada directamente por el indiano, sino por su esposa o apoderado residente en el Archipiélago Canario, es el sistema más práctico y común para aumentar el patrimonio familiar. Estos contratos podían realizarse espontáneamente por parte de la espo-sa o a iiisianeias del emigrante. "17 16. Diciembre, 26. Garachico. Antonio Juan, vecino del lugar del Realejo de Abajo, vende a Theodora Francisca mujer de Sebastián Alonso, ausente en Indias ha mas tiempo de diez y seis años, sin saber si es vivo o muerto, un pedacillo de viña que tengo en el lugar de El Tanque por ciento cuarenta y cuatro realesw3*. Y por otra parte, "1 7 10. Noviembre. 1. Garachico. Pedm CumucN~ y Pau!a Francisca, recims de! PUege de L:. Cruz, marido y mujer residentes en Garachico, venden a Fran-cisco López. vecino y ausente en Indias y en su nombre a Ana Hemández. su mujer, toda la parte que le toca como una de los herederos que quedaron de Joan Días y de Isabel Francisca, sus padres difunto^..."^^. Las escrituras de compraventa de bienes isleños podían otorgarse, como de hecho se hicieron, en las Indias; por ejemplo, el 12 de sep-tiembre de 1697 Cristóbal López, cabo de escuadra de las compañías presentes en San Agustín de La Florida, dio poder a Juan Izquierdo, El retorno de los indianos en el marco ... 259 vecino de La Habana, para que en su nombre y como heredero de Juan Miguel Pérez, vecino de la Punta del Hidalgo en Tenerife, pudiera cobrar los "bienes y alajas que por derecho me tocaron de María Betancurt" y que el otorgante dejó en su poder y que no se los vendiP. El mayor porcentaje de escrituras realizadas ante los notarios de las islas, por lo menos en la de Tenerife, eran los poderes que se otorgaban a diferentes personas que pensaban marchar a Indias o a otras residen-tes en ellas, para que pudieran hacer efectivas las múltiples deudas que se habían contraido en Canarias a través del tráfico comercial. El moti-vo principal de las mismas eran las inversiones hechas35 en la compra de vinos, aguardientes u otras mercancías canarias que serían enviadas a los mercados americanos. Ya vimos en apartados anteriores el volu-men en reales que estas escrituras de poder y de obligación alcanzaron, a fines del siglo xvn y los primeros años del siglo XVIII en los principa-les puertos isleños. En los contratos de obligación y riesgo, así como en los posteriores de poder, participa la sociedad canaria con sus distintos estamentos, desde los capitanes, maestres y dueños de navíos, pasando por los cargadores o comerciantes especializados en el tema, a institu-ciones religiosas o personas individuales. Las deudas no se liquidaban cm !a zurce de !m cmtrutuntes sim +e eran trus!aU2das 2 !m here-deros o albaceas testamentarios quienes procuraban cobrar no sólo el capital inicial sino los intereses devengados. El cobro de estas escrituras de obligación y riesgo constituye sin ningún género de dudas la mayor fuente de los ingresos procedentes de Indias, y era el aspecto fundamental de todo el entramado comercial canario-americano. No sólo se recupera el capital invertido inicialmen-te sino los intereses del mismo, representados por los intereses y la bonificación ofrecida por la moneda americana en las islas. El mercado indiano era el que potenciaba un mayor desarrollo de las tasas de inte-rés pudiendo alcanzar en los primeros años del siglo XVIII unos niveles del 50 al 60% en los préstamos a riesgo. A ello se venía a unir el seguro marítimo que para los años 1703-1727 estaba en torno al 619%; y final-mente el cambio de moneda de plata sencilla a la doble suponía el pago de un interés del 2%36. La entrada de esta moneda americana en el Archipiélago Canario era uno de los mayores atractivos para los extranjeros que residían en CuxRas y c;ue ponlrár! en murchu todos !os mecu~ismosp ~sihlesYn... Ua rs conseguir el desvío de caudales indianos hacia los mercados europeos. Ya dijimos que esta abundante documentación comercial y financie-ra no sólo fue originada por la iniciativa privada sino que también participaban en su génesis las instituciones religiosas, intentando hacer 260 Manuel A. Fariña González valer sus derechos en tierras indianas. Para el año 1705 nos hemos encontrado con una carta de poder otorgada por Fray Jerónimo Espino-sa, Prior provincial de la Orden de Predicadores al prior del convento de Nuestra Señora de Candelaria para cobrar todas las limosnas que se habían ofrecido a la mencionada imagen en el continente americano, expresándose en estos términos: " ... en las Indias hay cantidades que pertenecen a la Virgen y están en manos de diferentes personas; se han obtenido por limosna, donación, mandas, legados y no se podían cobrar. ' ~ a licencia a Fray Angel de San Francisco ... paraque pueda dar poder a terceras personas que vayan a cobrar talei cantida-des..." 37. Lo interesante de la cita no sóio es ei sistema empieaao para cobrar estas limosnas sino la tipificación que realiza de las posibles donaciones hechas a la imagen de la Virgen de Candelaria. Un año después volve-mos a encontrarnos con un caso similar, al otorgar los frailes del convento de San Juan Bautista de Vilaflor un poder a su superior, fray Pedro de Mena, para que a su vez pudiera firmar la documentación necesaria en Panamá que le permitiera intervenir en un pleito sobre el pago de cierta cantidad de reales que pertenecían al Convento; el viaje a realizar suponía una escala en la' ciudad de La Habana3%. Antes de adentrarnos en el tema de las herencias y testamentos realizados por los isleños en Indias, vamos a referimos a la figura del indiano y cuál es su tipología. Los indianos contribuirán a la economía de las islas con las remesas de partidas invisibles, que traen personal-mente a su regreso o que envían previamente a sus familias. Evaluar la cantidad, de moneda americana que entró en el Archipiélago a través de dichos cauces o por la venta de las mercancías americanas como cacao, tabaco, palo de Campeche que igualmente venían consignadas a los faKiiizes isiefios, es &mea Casi impoSibie de auñque acuda-mos a la documentación existente siempre corresponderá ésta a un porcentaje reducido del producto final. Existe en la obra de D. Jesús Hemández Perera una interesante descripción de los mecanismos de retorno del emigrante canario: " ... el emigrante canario no suele perder el contacto con la isla que lo vio nacer. A muchos la nostalgia de la tierra nativa les hace regresar, unas veces con la satisfacción de haber amasado una fortuna; otras, con la tristeza y la amargura de quien busca un sanatorio donde reconstruir los pulmones o la sangre ami- El retorno de los indianos en el marco... 26 1 nada en las duras fatigas tropicales. A otros, en cambio, la ventaja de la posición alcanzada en las Indias no les deja volver al pueblo natal a dormir eternamente junto a sus mayores, aun-que muchos de éstos no mueren sin haber visto las islas otra vez en un rapto de extremada añoranza ..."39. Esta añoranza fue constante a lo largo de los siglos XVI-XVII y XVIIIy, al igual que ocum'a con otros emigrantes españoles, el deseo de volver rico o cuando menos el ser enterrado en el pueblo natal, se manifestó en numerosas ocasiones. Para los años 1826 y 1853 se han identificado un total de 154 repatriados o indianos que se reparten de la forma siguiente: Gran Canaria con 135; Lanzarote con 12 y Fuerteventura con 4. Las islas occidentales aparecen poco representadas al haberse utili-zado preferentemente los protocolos notariales de Las Palmas de Gran Canaria. Las remesas siguen llegando en el siglo XIX, a través de los mismos medios que en el siglo xvnr, constituyendo un secreto difícil de aclarar el contenido de las famosas "culebrinas" con monedas de pla-ta40. En algunas ocasiones estos indianos donan sus propiedades a los parientes más cercanos, produciéndose un enriquecimiento notable de los mismos. Bartolomé de Ponte y Hoyo, viejo conocido nuestro* dona algunas tierras que había heredado de sus padres a Isabel María de Ponte Benítez del Hoyo y Rojas, hija del Gobernador de Venezuela Nicolás de Eugenio de Ponte. Este hecho podría enjuiciarse como una muestra de agradecimiento de Bartolomé hacia el hermano, en la perso-na de su hija, dado que su fortuna personal la había conseguido en la Gobernación de Venezuela. La donación se efectuó en octubre de 1707, en Garachico. Las propiedades cedidas son una huerta en La Orotava más, en caso de muerte, el resto de las propiedades isleñas o indianas; el documento lo otorgó en Garachico en los días previos a su partida para Indias41. Comentábamos anteriormente que la copiosa documentación exis-tente en ios protocoios notariaies, es aemostrativa aei interés que ios parientes de las personas fallecidas en Indias manifiestan sobre la recu-peración de sus bienes muebles como inmuebles, obligaciones de terceros, etc. Por ejemplo, en la escritura de poder otorgada por Juan González Laderas, en Garachico el 17 de diciembre de 1710. En ella se expone que es: "padre de Juan Gonzalez, difunto, da su poder al teniente de Cap. de Caballos Pedro Mendosa, v.", que en. su nombre pueda cobrar del alférez Joan Francisco Carvallo, v." de La Habana, o Manuel A. Fariña González de sus bienes, la cantidad de mil setecientos y veinte y ocho pesos y tres reales de plata y tres mil quatrocientas y sesenta libras de tabaco somonto que en poder del susodicho dejó el cap. D. Roberto Rivas, pertenecientes al dicho mi hijo"42. En cuanto al tema de herencias y testamentos de indianos que retor-nan a Canarias hay que plantear las siguientes matizaciones. Nos encontramos en primer lugar un número de personas que al regresar de Indias o en el propio continente americano, dejan estipuladas ante el escribano público sus últimas voluntades. Por otra parte hay otras que mueren allá sin haber testado haciéndose cargo de sus bienes, hasta la localización de los herederos directos, la propia Corona a través del ,, Juzgado de Bienes de Difuntos. Ambos procedimientos suponían el trasvase de capitales de cierta importancia desde América hacia el Ar- E chipiélapn, si bien ello cnnraha con la aprobacirín y asentimiento plenos O -: de la Hacienda Real o de la Administración indiana. Con respecto a - m O este asunto plantea la siguiente reflexión el profesor Muñoz Pérez: EE 2 E "Es lógico que andaluces, castellanos, cántabros, extreme- - ños, gallegos, vascos y naturalmente canarios fallecidos en In-dias' deseasen en el momento de su muerte en leianas y extra- 3 ñas tierras que sus bienes fuesen a sus familiares dejados en la - 0 m patria chica y que una parte de sus ahorros logrados con el E esfuerzo de años revirtiese en beneficio de la tierra de origen O (capellanías, fundaciones, escuelas, dotes, edificios, etc.). Este sentimiento, que es muy humano, le parece a la Corona algo n E peligroso -parecer en la que no andaba equivocada- y sobre a todo, injusto con las nuevas tierras, base de la prosperidad de n esos españoles concretos.. ."43. n n Vamos a ceñimos primero a comentar algunos ejemplos de testa- 3 O mentos de indianos canarios para luego analizar la incidencia de los autos llevados a cabo por el Juzgado de Bienes de Difuntos de la Casa de La Contratación con especial referencia al caso canario. Para el año 1700 aportamos el testamento de una indiana que si bien es bastante específico y personal puede servimos como apoyatura para la comprensión general de los testamentos otorgados por canarios iIi-dianos, bien en América, bien a partir del regreso definitivo al Archipiélago. Este es el testamento de Leonor Pérez Freile. viuda de Juan Rodríguez Manzano, siendo vecinos ambos de La Laguna. En primer lugar declara que tuvieron por hijos legítimos a Jerónima, Diego, fray Félix y Teresa; después de enumerar las cantidades que ambos El retorno de los indianos en el marco ... 263 habían entregado a los hijos por dote, viajes a Indias o por diversos gastos, pasa a dar una relación de posesiones que eran: - una suerte en el cercado que dicen de Barbado, - una casa, de su morada, frente al convento de San Agustín de esta ciudad. (Ambas propiedades se habían comprado con el dinero de su dote), - una casa junto a La Cruz de La Oliva, en La Laguna, - un tributo de trigo que su marido compró a D. Lope Salazar y Fonte. En Indias poseían los siguientes bienes: - casas que tenían en La Habana, posteriormente vendidas por 2,400 pesosj cantidad que a! final quedó rebajada a 1.900: por los gastos ocasionados en un viaje de su hijo fray Félix a Cádiz. Estos 1.900 pesos se le había remitido por su hijo, desde Cádiz, empleados en mercancías; gracias a los cuales se habían mantenido ella y su hija Teresa y "nos emos vestido y comprado algunas alajas de casa necesa-rias, con que estaran en ser hasta mil quinientos", - . L . A- L c- - A- . *"-¿A,. -,.-.A -.. u11 LIIUULU uc UUIU uu1cgm uc LII~U quc jU lualluu LUIII~IU GII Indias a Pedro de Fonseca Mejía, - 500 pesos que su difunto marido había enviado a su hijo fray Félix para que "le dijese quinientas misas por su alma y la mía". Después de haber repartido la herencia entre sus cuatro hijos, una vez liquidadas diferentes obligaciones pide ser enterrada en el convento de Santo Domingo de La Laguna, como efectivamente se hizo, en una de las sepulturas de la capilla de Nuestra Señora del Rosario". En general estos documentos hacen un repaso de la situación econó-mica familiar, incluidas deudas y obligaciones, se reparten los bienes indicando su procedencia y en algunos casos se estipulan mejorasi para finalmente destinar alguna cláusula de salvaguardia de su alma como era el dedicar algunas cantidades para misas, donaciones, etc., o incluso pedir que se les enterrara en lugares concretos. Otro de los procedimientos por el que llegan caudales indianos a las Canarias es a través del Juzgado de Indias instaurado en las diferentes ctU;icncias indianas y cii la. casad.c coiitiaiaci&i & Scuilla; Gutiérrez AlviS se pueden definir a los bienes de difuntos como, "... aquella categoría o clase especial de bienes dejados en Indias por españoles o extranjeros que, fallecidos en aquellas Manuel A. Fariña González remotas regiones, en España o en su viaje de travesía, carecían de herederos residentes en aquellos países, con lo que tras el óbito surgía la indeterminación de quien o quienes pudieran ser los legítimos sucesores de tales bienes hereditarios y quién habría de pechar con la vigilancia, conservación y tutela de los mismos hasta su adición por el sucesor"45. Por nuestra parte y en el año 1976 iniciamos la investigación en los posibles autos, referidos a los isleños, tramitados a través del Juzgado de Bienes de Difuntos y en la época que nos afectaba. Esta documenta-ción junto a la ofrecida por el profesor Muñoz Pérez nos ha permitido conocer el número aproximado de canarios fallecidos "con testamento o ab intestato", desde 1654 a 1750. Con esta comunicación lo que hemos pretendido es analizar desde J- -.:-L.. 1 1- --:--,.,.:A- 2- -.2 ,.a--A- un yuriiu ue visia gciieiai ia Cuugiauuu L ~ L I O I I U - ~ I I I C I I L ~ULCJIU~C I-I-IC - diados del siglo XVII hasta 1718. No ha interesado analizar las consecuencias que esta emigración isleña tuvo no sólo en algunos luga-res de recepción de la misma como mierto Rico, Cuba y Venezuela, sino también las que provocó en el Archipiélago, trastocando en nume-rosos casos la vida familiar y local. Fundamentalmente hemos tratado de averiguar las interrelaciones económicas y sociales ya que en otros trabajos hemos analizado las de tipo sociológico y cultural. En el fenómeno emigratorio canario-americano se establecen a lo largo de su desarrollo diferentes matizaciones: una epigración "volun-taria", el tributo de familias a partir de 1678, el paso de militares cualificados a ocupar determinados cargos políticos o militares en las provincias y Virreinatos indianos, el enganche de algunas compañías de soldados canarios que se envían a las guarniciones americanas, así como la nada despreciable aportación de los polizontes o "llovidos". Por otra parte; hemos intenta. do. valorar la presencia del indiano, con sus riú;tip:es v.&5afiies, iíicideíicia !a ecofioirnjsaU a! =:;a. +s de "las remesas invisibles", o con la compra de tierras, donaciones, capellanías y patronatos. El retorno de los indianos en el marco... 1. Memoria de Licenciatura (inédita), leída en 1987 en la Universidad de La Laguna, bajo la dirección del profesor D. Antonio Béthencourt Massieu. 2. Ver Mapa n.' 1: Mercados para Canarias (siglo xviri), pág. 89 de la Tesina citada en la nota anterior. 3. "Entre los pilotos de Indias procedentes de las islas Canarias que se examina-ron entre 1650-1717, hemos localizado un total de 20; destacando los palmeros (12), seguidos por los tinerfeños (4). canarios (1). más uno que se ignora su origen insular, y un gallego avecindado en las islas". Manuel Fariña González "Aportación al estudio de las interrelaciones canario-americanas, 1680-1718", pág. 224. 4. "La aportación canaria al Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla", en V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), Las Palmas de Gran Canaria, Mancomunidad Provincial de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Cana-ria. Las Palmas, 1986. Tomo 11. 5. Debemos acudir a las publicaciones de Tomls González (Madrid, 1829); Leopoldo de La Rosa Olivera (La Laguna, 1949); Fernando Jimfhez de Gregorio (Madrid-Las Palmas, 1968); Luis Fernández Martin (Madrid-Las Palmas, 1975); José Sfinchez Herrero (Madrid-Las Palmas, 1975). Igualmente hay que contar con la elabo-ración de los datos registrados en los libros sacramentales de las parroquias de las diócesis de Canarias. a lo largo del Antiguo Régimen, realizada por Antonio Macías Hernandez en su tesis doctoral inédita: Economía y Sociedad en Canarias durante el Antiguo Régimen, c. 1500-1850. 6. "En el siglo xvn solamente hay algunas relaciones de vecindad, correspon-dientes al año 1646, que se custodian en el Archivo de Simancas, Diversos de Castilla. A pesar de la búsqueda hecha no hemos conseguido encontrar estas relaciones de los pueblos de nuestras islas." Jimknez de Gregorio, Fernando "La población de las Islas C&n&ri,er !e q-nrl_a mitad &! rig!~ XV?!!'', .Angeri~ & EJ~~&Q: A&&~cQ:. Madrid: Las Palmas, Casa de Colón-CSIC, 1968 (n." 14), pág. 127. Para los efectivos poblacionales del siglo xw, registrados en los libros parroquiales de las islas de El Hierro y La Gomera, debemos consultar la obra de Gloria Díaz Padilla y José Miguel Rodríguez Yanes, El señorío da las CMariclr Occidentales. La Gomera y El Hierro hmta 1700. Santa CNZ de Tenerife: Cabildos Insulares de El Hierro y La Gomera, 1990. 266 Manuel A. Fariña González Por nuestra parte hemos localizado dos vecindarios, uno de 1655 para Adeje (Tfe.) y otro del conjunto de la isla de El Hierro (siglo xvrr). Es evidente la dispersión de los documentos y la ausencia de datos globales de la población canaria para el siglo xvrr. 7. Con referencia a los años finales del siglo xvnr y primeros del XK, Francisco Escolar y Serrano elaboró un detallado recuento de la población y diversos aspectos económicos de las islas en su Estadística de las Islas Canarias, 1793-1806 (Edición de Germán Hernández Rodríguez). Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Aho-rros, 1983-1984 (3 vols.). 8. El análisis de la salida de emigrantes canarios, en el siglo XVIIIa, través de la documentación notarial lo hemos aplicado en el trabajo Aportación al esrudio de las interrelaciones canario-americanas, 1678-1718. Con respecto a la utilización de los libros sacramentales de las parroquias isleñas desde la perspectiva geográfica-históri-ca (Jiménez de Gregorio, Sánchez Herrero, Bumel de Onieta, Martfn Ruiz, Macías Hernández ...) y para la evaluación de la inmigración isleña conocemos la de algunos historiadores y antropólogos en las parroquias de las tierras americanas destacando especialmente la de D. Jesús Guanche y sus investigaciones de demografía histórica en la isla de Cuba, y las de Cristhopher Luks en Guatemala. 9. Vid. Richard Konetzke "Las fuentes para la historia demogrhfica de Hispano-américa durante la época colonial", en Anuario de Estudios Americanos. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1948 (n." S), pig. 279. 10. Vid. Peter Boy- Bowman. "La procedencia de los españoles de América, 1540- 1559". Historia Mexicana México: 1967 (n." 6.5). pp. 37-71; C. Pérez Bustamante. "Las regiones españolas y la población de América", Revista de Indias, Madrid: 1941 (n." 6); A.G.I. Catálogo de Pasajeros a Indias, durante los siglos XVI, XVII, XVIII, Madrid-Sevilla: AGI, CSIC, Instituto Gonzalo Femández de Oviedo, 1930-1942 (11 Vols.); Analola Borges "La región canaria en los orígenes arnezicanos", Anuario de Estudios Atldnticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1972 (n." 18), pp. 199- 276; y "Aproximación al estudio de la emigración canaria a América en el siglo xvr", Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1977; (n." 23), pp. 239-262. 11. Vid. Pérez Bustamante. Op. cit., pp. 81-88. 12. Vid. Juan Francisco Martín Ruiz, "Análisis geodemográfko de la población de Gran Canaria en la segunda mitad del xvirr", en VI11 Coloquio de Historia Canario- Americana (1988). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1991 (Tomo 1), pPg. 387. i3. Vid. ;osé Viera y Ziavijo, ihiicias para ia íiisiorio Cenerai isias Canariüs, Santa Cruz de Tenerife: Ed. Goya, 1967. 14. Roberto Roldán Verdejo. Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura, 1729-1798, La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1966, pág. 18. 15. Emilia Sanchez Falcón. "Evolución demográfica de Las Palmas", en Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1964 (n." lo), p6g. 213. 16. Antonio Romeu de Armas. Piraterías y ataques navales contra las Islas Cana-rias, Madrid: CSIC, 1945-1950. (Reedición facsímil, 1992). 17. Vid. Emilia Sánchez Falcón, ob. cit., pp. 336 y 349-350; Antonio Rumeu de Armas, ob. cit., pp. 276-277. Para D. José de Viera y Clavijo, la población de Las Palmas en dicho año, era de 9.435 habitantes. 18. En Gran Canaria "... Hay en 1787 unos 88 varones por cada 100 mujeres, lo que denota una cierta disimeda de los sexos no muy pronunciada, consecuencia por E1 retorno de los indianos en el marco ... 267 un lado de la sobremortalidad masculina, mucho más importante a partir de las edades adultas, y de otro al hecho de la superior emigración de los hombres, varones jóvenes o jóvenes adultos, como indica la relación masculina de 78,4 en el intervalo 25-39 años de edad. "La emigración a ultramar, aunque significativa, no alcanza la relevancia de otras islas, como El Hierro y Tenerife". Juan Francisco Martín Ruiz, ob. cit., pág. 372 y 379. 19. "S610 disponemos de la información que proporciona el Censo de Floridablanca, de fiabilidad dudosa en esta variable, aunque nos da una aproximación bastante gran-de acerca de la estructura social y profesional de la población. Se puede admitir que a escala insular más del 63% de la población activa se hallaba empleada en el sector agrario. Hay un ligero predominio de labradores, presumiblemente propietarios de la tierra, aunque tambikn se pueden incluir medianeros, arrendatarios, enfiteutas, etc., sobre los jornaleros, al contrario que en Tenerife, donde los jornaleros son una mayo-ría abrumadora." Ibídem, pág. 339. 20. Antonio Macías Hernández. "La emigración canaria a Amtrica (siglos xvr-xx)", en La emigración espafiola a Ultramar, 1492-1914. Madrid: Tabapress, 1991, pp. 283-298. 21. Ibídem, pig. 292. 22. "Mayor significación tiene en este nivel crítico la tesis que responsabiliza de la emigración isleña en primer término a la política emigratoria de la Corona. Tal grado de responsabilidad pierde parte de su fuerza si consideramos que el *derecho de familiasn, impuesto sobre el tráfico canario-americano, fue adoptado a instancias de la r!sp hmlnantc. Vendi6 :, sus paisanos desheredados a cambin de pantizarse la continuidad de su excepcional régimen comercial con América, especialmente ahora, cuando la pérdida del mercado colonial lusitano para sus caldos vidueños, así como las dificultades impuestas a su entrada en las colonias inglesas, exigían la colocación de todo el excedente en el mercado colonial hispano. Al propio tiempo, y como indican los propios defensores de la propuesta, el «derecho» de familias permitió aligerar la tensión social provocada por la regresión económica que define la centu-ria ..." Ibídem, pág. 292. 23. Francisco Morales Padrón. "Las Canarias y la política emigratoria a Indias", en 1 Coloquio de Historia Canario-Americano (1976). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1977; pág. 214. 24. A.H.P.S.T. Protocolos de Angel Domínguez Soler. Leg. 725, cuad. 4.", fols. 182-190. 25. A.G.I. Secc. Indiferente General. Leg. 2.484. Cita de Richard Konetzke, ob. cit., pig. 281. 26. Francisco Morales Padrón. "Las Canarias y la política ernigratoria a Indias" en I Coloquio de Hisloria Canario-Americano (1976). Las Palmas de Gran Canaria: Ca-bildo Insular de Gran Canaria, 1977, pág. 214. 27. AGI. Secc. Indiferente General. Leg. 2.484. Cita de Richard Konetzke, op. &.,pág. 281. 28. Vid. Manuel Lobo Cabrera "Relaciones entre Gran Canaria, Africa y América a través de la trata de negros" en 11 Coloquio de Historia Canario-Americana (1977). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979. 29. AHPST. Protocolos de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 530, cuad. 1.'. fols. 5-9. (El subrayado es nuestro). 30. Ibídem, 1701, cuad. 6.", fol. 304 rt.". 31. Vicente Suárez Grimón. "Contribución al estudio de la propiedad de la tierra en Gran Canaria: fundaciones pías y vinculares de origen indiano en el siglo xvr~r". V 268 Manuel A. Fariña González Coloquio de Historia Canario-Americana (1982). Las Palmas de Gran Canaria: Man-comunidad de Cabildos de Las Palmas de Gran Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1986; p. 530. 32. AHPST. Protocolos de Francisco Fernández Delgado. Garachico. Leg. 2.168, 1716; fol. 341. 33. Ibídem. Leg. 2.165, 1710, cuad. 6."; fols. 352 vt."-354 vt.". 34. AHPST. Protocolos de Angel Domínguez Soler. La Laguna. Leg. 726, 1705, cuad." 2."; fols. 49-50. 35. Ver cuadro anexo: Esquema del cobro de una deuda en el comercio canario-americano, 1701. 36. Agustín Guimerá Ravina. Obra cit., p. 270. 37. AHPST: Protocolos de Juan Fernández Machado. La Laguna. Leg. 1.209, 1705; fol. 388 rt.". 38. AHPST. Protocolos de Pedro Alvarez de La Cruz. Vilaflor. Legajo 3.741, m 1706, cuad." l."; fol. 177. - 39. Jesús Hehández Perera. Orfebrería de Canarias. Madrid: CSIC, 1955, p. 22. E 40, Marla Cristina b!hP!o MU?ín. "Ctun-riac y !m indianos repatriarlns durante !a ii primera mitad del siglo xix". N Coloquio de Historia Canario-Americana (1980). Las n-- Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Mancomunidad Provincial m O Interinsular de Cabildos de Las Palmas. 1982. (Vol. 11). pp. 526-527. E 41. Pedro Hernández de Vergara. Garachico. Leg. 2.340, 1701, cuad. 2."; fol. 85. E 2 42. AHPST. Protocolos de Francisco Fernfindez Delgado. Gmhi co. 1710. Leg. -E 2.165, cuad. 7; fols. 390-391. A 9 1--L XK..=-- EL..-- .'l -0 hi--c.~ A- A;f.,-+ae ., 1-0 ,--nmAfic f-Il-,-;Ane T-A~Qo: 3 -,J. .,UD+ I " I " L I V & I S,,+&. LIVi ".*llrJ U* U . I U . I b Y . 7 J .Y., bUL.LU.V.7 .Y"L.C'UV.. 1.. L..".'&= una primera aproximación al tema". IV Coloquio de Historia Canario-Americana -- (1980). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Mancomunidad 0 m Provincial Interinsular del Cabildo de Las Palmas. 1982 (Vol. II), pp. 101-102. E 44. AHPST. Protocolos de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 529, 1700, O cuad. 4."; fols. 227-229. 45. Citado por José Muñoz Pérez. Obra cit., p. 86. n -E a 2 n n El retorno de los indianos en el marco.. . 269 A F R I C A Manuel A. Fariña González GRAFICO 1 Salidas de Navíos hacia Indias, 1680- 1720 1674 1679 1884 1689 1694 1699 1704 1709 1714 AliO8 La Habana m ~ampecb m ~ e n e z u ~ a 0 puerto RICO TOTALES Fuentes: Cu. (1992); Faña. (1987); T. 9.' (1991). GRAFICO 2 Retorno de Navíos, 1674- 1714 r - - - - - - Tenerlb La Palma Oran Canaria lela8 Fuentes: Cioranescu (1992); Fariña (1987). El retorno de los indianos en el marco... GRAFICO 3 La Población de las Canarias, 1587-1857 Gran canaria @S3 ~uertewnturaU L. ~omera EI Hlerro E 3 ~anrarote m ~a alma Tenerife m TOTALES fHabtea.1 Fuentes: Fdez. (1975); Jiménez (1968); Sánchez (1975). GRAFICO 4 Salidas de Emigrantes, 1680-1718 (Tenerife-Gran Canaria-La Palma) Emigrantes 250 j Fuentes: M. Fariña (1987); E. Torres (1991). ESQUEMA DE UNA DEUDA CANARIO -AMERICANA. 1701 Acreedor Deudores Diego Yanes .Oramas 1 Agustín García de Bustamante 1 Antonio Sotomaior y Balenzuela Dueños del Pingue: Nuestra Señora del Rosario, San Pedro Alcántara ... Vale por 1.2150 pesos escudos U 2 Fdo. por Gonzalo Pereira de Ocampo U IL Regidor de la isla c Vale por 1 .O00 pesos escudos Pdo. por el Cap. Lázaro de Abreu 0 ,a ri - - - - 2.000 quintales de palo de Campeche libres de costos, a entregar por el Cap. Francisco Martín de Fleitas, Maestre del citado pingue (*) h I I de los 250 pesos; escudos que faltan 1 Como fianza de la operación ponen el seguro del pingue que asciende a 12.000 pesos escudos Fuentes: (A.H.P.S.T. Protocolo de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 530. 1701, cuad. 42, fols. 171 - 175). (Elaboración propia). (*) En nombre de Agustín García de Bustamante, se podían entregar al Capitán Cristóbal Perdomo o al Capitán Juan Tomás de GumiBn, vecinos de Santa Cm.
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Título y subtítulo | El retorno de los indianos en el marco de la navegación canario-americana (siglo XVIII) |
Autor principal | Fariña González, Manuel A. |
Publicación fuente | X Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 10. Tomo 1 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1992 |
Páginas | P. 0236-0271 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1886752 Bytes |
Texto | EL RETORNO DE LOS INDIANOS EN EL MARCO DE LA NAVEGACION CANARIO-AMERICANA (SIGLO XVIII) El planteamiento fundamental de la comunicación aquí presentada se basa en el desarrollo de los siguientes puntos: l. La navegación canario-americana. l. l. El viaje de ida. 1.2. El tornaviaje. 2. La población de las Canarias en el siglo XVZII. 2.1. Fuentes para el estudio de la evolución demográjka. 2.2. Factores que condicionan la evolución demográjka en el Antiguo Régimen. 3. El retorno indiano. Hemos considerado oportuno analizar en primer lugar la infraes-tructura y desarrollo de la navegación canario-americana, a lo largo de los últimos años del siglo XVII y los inicios del siglo XVIIIq, ue va a posibilitar y facilitar la salida de numerosos emigrantes canarios hacia las Indias Occidentales. En general el conjunto de la población isleña que se trasladó hasta América, definitivamente o para períodos de tiem-po más o menos largos, mantuvo los lazos familiares, económicos y culturales que los unía a su tierra de origen. En segundo lugar vamos a tratar de bosquejar cómo se desarrolló el retorno de los emigrantes cuxriss, !us censeruer?cias de su partida e:: !a esPr:ctürü ec~nSr icay social de las Canarias; así como, la llegada a las mismas de diversas e importantes aportaciones económicas y culturales. Todo ello referido al período que abarca aproximadamente desde 1680 a 1720 y utilizando preferentemente la documentación de los archivos Histórico Nacional, General de Indias, Provincial de Santa Cruz de Tenerife e Histórico del Rectorado de la Universidad de Sevilla. Contrastándola posteriormente con la bibliografía especializada, especialmente nuestra Memoria de Licenciatura: "Aportación al estudio de las interrelaciones canario-ame-ricanas, 1680- 17 18"'. 1. LA NAVEGACION CANARIO-AMERICANA l. 1. El viaje de ida En el Archipiélago Canario a partir de su incorporación definitiva a la Corona de Castillaj incluso desde el siglo x1vj se fue consolidando un complejo entramado de interrelaciones e intercambios económicos que se basaron en tres niveles bien diferenciados pero con numerosas interdependencias. Nos referimos al establecimiento y organización de un mercado local, insular y regional que se articuló de forma muy estrecha para el mantenimiento y desarrollo de un comercio exterior necesario y prusperu. La burguesía comercial extranjera radicada en las Canarias contará, además de con sus propios recursos, con el apoyo e identidad de intere-ses por parte de un núcleo significativo de familias naturales de las islas mayores y dedicadas también a la actividad comercial. Ambos grupos de poder económico van a introducir a las Canarias en los circuitos comerciales europeos, convirtiéndolas en un centro periférico y depen-diente de la compleja red del capitalismo comercial, fundamentalmente del Norte de Europa; erigiéndose Londres como motor principal y dinamizador de tales circuitos comerciales atlánticos. Ello provocará a lo largo del Antiguo Régimen, la dependencia de las islas del exterioI.2, básicamente en lo que se refiere a la actividad comercial, intercambio de mercancías y caudales, suministro de productos manufacturados o de alimentación, etc. Dentro de ese comercio exterior del Archipiélago Canario, va a jugar un papel fundamental la existencia aquí del "privi-legio de comerciar con Indias". Esta navegación canario-americana se apoyó indefectiblemente en a,.. :,F,,,"+.".,+..,, ,,..+..,A, :,1,=, ,... ,, ",..,-' +,, hnL.:l:*nrl,n ,c,:.-.1 uua IIIII~GJLI U L L U I ~ FUI LUCUI ~ IJIGII~, LUY UJ ~ U GLIU J u a u u l L a u u J ullwal-mente para comerciar con Indias fueron: - En la isla de Tenerife: Garachico, Puerto de La Cruz y Santa Cruz de Tenerife. El retorno de los indianos en el marco... - En La Palma: Santa Cruz de La Palma. - En la de Gran Canaria: el de La Luz o de Las Isletas. Junto a estos puertos principales no debemos olvidar la importantísima función desempeñada por una serie de pequeños puertos, surgideros y desembarcaderos distribuidos por todas las costas del Archipiélago Ca-nario. Por ellos saldrán grandes cantidades de productos agrícolas, bien para el abastecimiento insular o bien, para ser reembarcados hacia los mercados exteriores de las Canarias (fundamentalmente al americano, a donde se enviaban los vinos, aguardientes, frutos secos, quesos, pro-ductos textiles, etc.). A la sombra del disfrute del régimen de excepcionalidad comercial por parte de los canarios, estuvieron presentes desde el siglo XVI al xvnr numerosos comerciantes extranjeros (irlandeses; ingleses, flamencos; genoveses, portugueses, etc.) que acabarían fijando su residencia en alguna de las islas del Archipiélago, principalmente en los principales puertos insulares y en la capital de las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma. Las razones esgrimidas por parte de los grupos de poder económico j; socid Uc ias ca3aíiiaíis= z disfiuiaTdu de la. pemisi&j cuíi Indias, a partir de la segunda mitad del siglo xvrr, era la propia supervi-vencia de la economía insular; tales minorías que controlaban los resortes de poder precisaban la reproducción y mantenimiento de este sistema económico que les beneficiaba notablemente. Desde 1650 se observa una restricción en el cupo de toneladas asignado a las Canarias por el Consejo de Indias, haciéndose efectivas las presiones ejercidas por la Casa de la Contratación de Sevilla, especialmente sensibilizada por las quejas de los comerciantes andaluces ante el contrabando reali-zado en el comercio canario-americano. ¿Cómo participaron los canarios en la Carrera de Indias? Por un lado lo hacen desde el ámbito estrictamente personal. actuando como pilotos de Indias3, maestres, capitanes y dueños de navíos; así como formando parte de las tripulaciones de los navíos que cruzaban ininte-rrumpidamente el camino Canarias-Indias-Canarias. A partir de 1688 las islas deben pagar unos determinados derechos para contribuir al sostenimiento de la Universidad de Mareantes y Real P n l m & n Ca-knAfi Aa Pnn T a l m r \ Aa Cn.i;lln Do-o al -adnrln 1 /;QP 171 7 L U L G ~ L U u c ~ i u i i a ~ ui ue ua~ir eiiiiu UG u e v u l a . 1 a ~ eal Y ~ L I U U UL VUU-L I I I el pago de tales impuestos supuso para la economía de las islas el desembolso de 20.809 y 228.460 reales de plata respectivamente. Como contraprestación se habían adjudicado diez plazas de colegiales en di-cho Colegio-Seminario, que podían ser ocupadas por muchachos pobres 240 Manuel A. Fariña González procedentes del Archipiélago Canario y que estuvieran especialmente interesados en obtener una cualificación profesional en la navegación indiana. Las plazas que fueron efectivamente ocupadas para el mismo período de tiempo ascendieron a dieciséis4. La existencia de una fructífera navegación entre ambas orillas atlán-ticas fue una de las apoyaturas básicas que favoreció el traslado de los canarios hacia Indias. Eran esos navíos los que transportaban y redistribuían por tierras americanas a los emigrantes isleños. Para el período comprendido entre 1680 a 1720, hemos localizado la salida de 305 navíos que zarparon de las siguientes islas: Tenerife (192); Gran Canaria (50); La Palma (55) y del origen genérico, Canarias (8); (ver gráfico n." 1). Para el cómputo total tuvimos en cuenta los datos ofreci-dos por los protocolos notariales de Santa Cruz de Tenerife y los datos publicados por la profesora Elisa Torres Santana para la isla de Gran canaria; ambas series las hemos contrastado con la información oficial de la Casa de la Contratación y del Real Seminario de San Telmo, así como con la bibliografía especializada. Si tenemos en cuenta los por-centajes del conjunto de navíos y la frecuencia cm la que aparecen citados en las fuentes documentales de los archivos, anteriormente indi-c~ dev?, e&&mes !e vi,ouien.te: &chive de! &a! Ce!egio se minar!^ de San Telmo (85,9%); A.G.I. (22%); A.H.P. de SIC. de Tfe. (36,2%). Tales resultados pueden ser orientativos de la fiabilidad de los datos oficiales conservados, así como de lo significativos que pueden ser los que hemos recopilado en los protocolos notariales, máxime si valora-mos que los datos referidos a Gran Canaria también fueron obtenidos fundamentalmente de los protocolos notariales. Si desglosamos los da-tos observamos que los correspondientes a la isla de Tenerife se distribuyen entre Garachico: 12 (evidentemente la destrucción del puer-to por la erupción de 1706 tuvo especiales consecuencias en la decadencia de este puerto y en el ascenso y desarrollo del resto de los puertos tinerfeños); Puerto de La Cruz: 12; Santa Cruz: 100; y a la isla en su conjunto le corresponden 68. Estos 305 navíos desplazaron a Indias un total de 13.036 toneladas computadas. En este sentido hay que reseñar el hecho de que era relati-vamente frecuente que algunos navíos fueran a completar la carga a otra isla distinta del puerto de salida inicial, en el que había quedado inscriin e! regi~trn !i &!q+&b~ i f i s ~ d!e~! Jnzg& de Inci,ias en Canarias. Bastantes capitanes y maestres de estos barcos conseguían cubrir el cupo de toneladas útiles con las mercancías cargadas en algu-na de las islas mayores, en caso de que una en concreto no pudiera hacer frente al cupo asignado. En este sentido tenemos que matizar lo El retorno de los indianos en el marco. .. 24 1 siguiente; del total de las 305 salidas hemos registrado 27 navíos que hacen una escala insular antes de proseguir su camino hacia Indias, las escalas realizadas fueron: CUADRO 1 ORIGEN Y N." DE NAVIOS ESCALAS DESTINO Tenerife: 25 Tenerife: 1 Habana: 13 i - n - 1 - - . 9 ~ i r al l l l l d . L T La- rni-lj~-l-l.l a ,*1 r2 LnH I I I ~GLILI -G. . nY Gran Can.": 11 La Guaira: 3 Cumaná: 2 TOTAL TONELADAS Fuentes: M. Farina (1987); Torres Santana (1991). Elaboración propia. Con respecto a los puertos americanos que recibieron los citados navíos y sus respectivas cargas, debemos tener en cuenta que los puertos receptores de Indias que se mencionaban en la Real Cédula de 1657 eran, siguiendo las permisiones anteriores, los de Tierra Firme, Barlovento y La Habana. A ellos se le añadió el de Puerto Rico, con la aplicación de la R: C; de 1678: Desde la puesta en vigor del Reglamento de Comercio de 1718 aparecen citados como puer-tos habilitados para el comercio canario-amricano: La Habana, Campeche, Caracas (La Guaira), Trinidad, Puerto Rico, Cumaná y Santo Domingo. Durante el siglo XVII y los inicios del XVIII asistimos a la consolidación de los contactos comerciales entre el Archipiélago Laiiaio j; las Ifi&as &cidei,ta:es iiarés de iies de s.Gs pueiiuS principales: La Habana, Campeche y La Guaira. En el cuadro n." 2 podemos observar el reparto de las llegadas a América de los 305 navíos estudiados: Manuel A. Fariña González CUADRO 2 Entradas en Indias PUERTOS La Habana Campeche La Guaira Maracaibo Indias Puerto Rico Santiago de Cuba Santo Domingo Veracruz Santa Marta Cumaná Trinidad Cartagena Fuente: Manuel Fariña Glez. (1987). 1.2. El Tornaviaje NAVIOS 1 O5 49 33 17 14 8 6 6 6 3 1 1 1 TONELADAS 6.759 3.71 1 1.485 417 258.5 90 146 34 - 120 55 2 1 En este apartado nos vamos a referir al tornaviaje o retorno de los navíos señalados anteriormente que al atravesar el Atlántico, desde las Indias hasta el Archipiélago Canario, van a cerrar el circuito económi-co y comercial y, por otra parte, consolidan y materializan las aportaciones americanas en Canarias. Al no disponer del mismo tipo de fuentes documentales para el estudio de los retornos no podemos ofre-cer datos totales del volúmen de toneladas que, procedentes de América, entraron en las Canarias (ver gráfico n." 2). Gran parte de las mercancías indianas eran reembarcadas en los puertos canarios hacia los mercados peninsulares (Sevilla y Cádiz), o al extranjero (Londres, etc.). En cuanto al tipo de mercancías embarcadas desde las in(Jias hacia canarias hay que los (je tinte o de Campeche, azúcar, tabaco, cacao, etc., a los que habría que añadir la plata y moneda acuñada que también llega, regulada oficial-mente, en concepto de cobro de deudas, cancelación de obligaciones, testamentaría y bienes de difuntos, etc. El retorno de los indianos en el marco ... 243 Todo este conjunto de mercancías y dinero conformaba el registro de los navíos. Sin embargo hay una gran cantidad de operaciones co-merciales que no aparecen registradas en los protocolos notariales y sí en la contabilidad de la Casa de la Contratación como no era menos de esperar. Igualmente habría que acudir a los testimonios documentales que se conservan en los archivos americanos; una vez hecho el estudio comparativo con los datos conservados en esta orilla del Atlántico po-dríamos hacernos una idea aproximada del total de navíos, mercancías e indianos que oficialmente zarparon desde Indias para Canarias, pero nunca podremos evaluar el monto real, ya que a las cantidades oficiales habría que añadirle los procedentes del intercambio fraudulento y ello casi es imposible. El total de retornos que hemos podido registrar para los años 1659 y 1717 es de 72 navíos, posiblemente el número real sea superior pero no tenemos constancia documental de ello. En cuanto al origen americano de estos tornaviajes podemos plantear lo que aparece reflejado en rl siguiente cuadro n." 3: CUADRO 3 Retornos Indias-Canaria (1659-1 71 7) PUERTOS NA VZOS La Habana 40 Campeche 20 Puerto Rico 5 Maracaibo 2 La Guaira 2 Santa Marta 1 HabanaPto. Rico 1 SantiagoIHabana 1 Fuente: Manuel Fariña Glez. (1987). 244 Manuel A. Fariña González El tornaviaje se iniciaba en el correspondiente puerto indiano, donde las autoridades competentes tramitaban la documentación o registro que obligaba al capitán y maestre de un barco a retornar al puerto canario correspondiente. De este rumbo prefijado en Indias no podían desviarse por ningún concepto, bajo pena de incurrir en delito; sin embargo eran muchos los imponderables que podían interferir en la buena marcha de la travesía, desde los temidos temporales, a los ata-ques piráticos o las arribadas mal intencionadas con el objeto de realizar contrabando. Aunque los puertos isleños de donde salian los navíos para Indias eran diversos, no ocurre lo mismo con el tornaviaje donde se va a producir una centralización de las arribadas en el puerto de Santa Cruz. En casos aislados se permitía a alguno de los retornos llegados a La Palma continuar su viaje a Tenerife para poder vender su carga: ya que en la isla palmera no había encontrado suficientes compradores. De los 72 navíos citados que arribaron a Canarias, 11 de ellos lo hicieron para traer el registro que habían llevado otros navíos que se vieron imposibi-litados de realizar el tornaviaje; la mayoría de tales embarcaciones llegaron al puerto de Santa Cruz, y tan sólo una lo hace al de Garachico /I-o..a..:*a\ \ r LIKA u%). Al contrabando real que se efectuaba en el comercio canario-ameri-cano, tanto a la salida como en el tornaviaje, habría que añadir el realizado por algunos navíos que teniendo. su registro fijado para las Canarias, continuaron viaje a la Península o al extranjero. Se conservan algunos pleitos tramitados en el Consejo de Indias que tuvieron su origen en estos retornos anómalos, acabando con el embargo de las mercancías llevadas de forma ilegal a los puertos peninsulares. 2. LA POBLACION DE LAS CANARIAS EN EL SIGLO XVIII 2.1. Fuentes para el estudio de la evolucióli detnogrhjica La documentación conservada para el estudio de la población de las Islas Canarias desde los primeros momentos de la conquista hasta bien entrado el siglo XVIII no es demasiado abundante. El interés por conocer los efecc,rosp o~lacioilaless üscepfl~esd e iiiGUnci~il hizo pos,bie que la Corona española planificara, especialmente a partir del siglo xvrrr, la realización de varios censos. Esto no significa que en siglos anteriores el Estado no tuviera asumida la necesidad política de contar con esa información del total de efectivos de población, sino que se llevaron a El retorno de los indianos en el marco ... 245 cabo menos recuentos, por parte de las autoridades civiles, y por lo tanto se conservan menos datos del monto de vecinos o habitantes de los reinos de España. Por lo que se refiere a las Canarias, habría que citar el hecho de que son contadas las ocasiones en las que se elabora-ron censos de población durante la primera etapa de la colonización castellana del Archipiélago Canario, entre ellos cabe señalar la inclu-sión de las islas en el "Censo de Población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo xvr". Otras series estadísticas de gran utilidad son los vecindarios, como el conservado en La Laguna o "Vecindario de la ciudad de San Cristó-bal de La Laguna en el siglo xvr". Esto en lo que se refiere a la documentación originada por el poder civil, pero no debemos soslayar el interés de los datos recopilados por las autoridades eclesiásticas a raíz de la conquista de las islas y conservados en las constituciones cinda!es, censes ( c e m !es redizades e:! e! rr?andato de! ~ h i s Gp m~ f a Ximénez: 1676, 1678, 1684 y 1688; o los del obispo Guillén 1742 y 1747), visitas pastorales, libros sacramentales, recuentos (como el de Fray Juan de Medinilla, 1757) etc., que complementan los datos obteni-dos por la organización civil y, en muchas ocasiones, constituyen la única fuente de información de los efectivos poblacionales de las Cana-rias durante ei Aniiguv Rkgimen. Dentro de las fuentes básicas para el conocimiento de la población de las Canarias debemos valorar en su justa medida la existencia de los libros sacramentales de las diversas parroquias repartidas por la geogra-fía insular. Esta información ha sido elaborada y sistematizada, en la pasada década, por diversos autores sin embargo aún quedan por apli-carles nuevos y enriquecedores sistemas analíticos5. Este conjunto de fuentes para el estudio demográfico ha sufrido, a lo largo de los siglos, toda una serie de vicisitudes tales como incendios, ataques piráticos, expolios, etc., que han reducido el número de docu-mentos de por sí escasos, haciendo muy difícil y tremendamente compleja la reconstrucción de la evolución demográfica de las islas Canarias desde finales del siglo xv hasta el siglo XIX, época en la que se inicia la etapa estadística. Si para el siglo xvr no se conserva una profusa documentación que nos informe de los efectivos de población de las islas; con respecto al siglo XVII el panorama se hace más sombrío ya que no se conocen o al menor ng cgfi~~rvcfi ~ g ~ & t i&~ &~i&f d cgfi&fite niip Y"" permitan estudios globales6. El siglo xvm presenta una información más completa sobre la pobla-ción insular si bien hay que matizar esta afirmación, la segunda mitad 246 Manuel A. Fariña González del siglo es mucho más prolífica en datos que la primera. Para ésta, sóio conocemos la existencia de un censo de vecinos del año 1733 y otro de 1737; y para la segunda mitad del xwr contamos con los siguientes recuentos: "Compendio de las ciudades, villas, lugares, aldeas y otras poblaciones ... con distribución de los que tocan a las Reales Audiencias de Sevilla y Canaria, 1755." Dicho informe trata de subsanar la ausencia de las islas en el Catastro de Ensenada, que sí se verán contempladas en el Censo de Aranda (1772), en el Censo del Marqués de Tabalosos (1776) y en el de Fioridablanca (1787). Además D. José de Viera y Clavijo nos aportó otro censo de habitantes, fechado en 1776 que puede completar la información referida al período intercensal 1772-1787 y para los años finales del siglo x w c~on tamos con el significativo recuento elaborado por Escolar que abarca los años 1793- 1806'. En todo caso todas estas series documeniaies no timen ei irisíiiu valor estadístico, ni por el ámbito de aplicación ni por el rigor en la elabora-ción de los datos por parte de sus impulsores. Este es el panorama general de las fuentes demográficas existentes para las Canarias del Antiguo Régimen, por lo que cualquier intento de estudiar la emigración canario-americana en el siglo xvnr se encuentra con obstáculos casi insalvables para su evaluación y cuantificación y no digamos para el estudio del retorno más o menos definitivo de estos emigrantes. Las fuentes documentales que más datos aportan (si bien no secuenciados), de ese movimiento migratorio entre ambas orillas atlánticas son los protocolos notariales y fundamentalmente los libros sacramentales de las parroquias establecidas en los temtorios americanos a los que llegaron nuestros isle-ños8. En todo caso y partiendo de las posibles lagunas que pueden darse en las fuentes señaladas, los historiadores no podemos obviar el estudio de estos contactos humanos y menos si somos conscientes de lo que supuso el camino hacia Indias, tanto para los que lo hicieron como para los que se quedaron en este lado del océano. En este punto damos por descontado la inexactitud de varias relaciones de emigrantes canarios que se elaboraron teniendo como punto de partida exclusivo la "información oficial" conse~adae n la Casa de Contratación de Sevilla. Hay varias obras que tratan la emigración española a Indias desde los inicios de la colonización y en ellas se hace referencia a la participación escasa de canarios en dicha emigración americana; sin embar-g~ !a muyda de estar n~ticiasn o se ajustan a la realidad histórica ya que aún hoy se desconocen las cifras totales de las personas que pasaron efecti-vamente a Indias, desde Canarias, a lo largo de los siglos xvi, XWI y xwr. El retorno de los indianos en el marco ... 247 En el antiguo, y repetidamente citado, Catálogo de Pasajeros a Indias elaborado por el Archivo General de Indias son escasos los canarios que figuran en él; las razones de dicha ausencia han sido explicadas, entre otros autores, por Richard Konetzke9. Por su parte investigadores como Boy-Bowman o Pérez BustamanteIo no consideraron en su justa medida la importancia de la emigración canario-americana, en el contexto de la emigración española a Indias a lo largo del Antiguo Régimen. Según Pérez Bustarnante la mayor aportación ernigratona en el siglo XVI la hizo Andalucía para luego ir descendiendo en importancia regional reduciéndose al mínimo en Canarias, si bien especifica: "... aunque de esta última (Canarias), escala en el viaje de la Península a América, es muy probable que hayan pasado numero-sos pobladores directamente y sin registrar sus nombres en la Casa de la C~ntratación"~~. Para acercarnos al conocimiento de la evolución de la población de las islas Canarias a lo largo del Antiguo Régimen hemos realizado el cuadro n." 4 y la gráfica n." 3, incluyendo en ellos los hitos anuales de 1587, 1686, 1769 y 1787 y comparándolas con los totales insulares de 1857, año en que se confeccionó el primer censo de las Canarias en la etapa estadística. Así pues los datos globales de población, organizados por islas y en los años citados son los siguientes: CUADRO 4 La población de las Canarias, 1587-1 8.57 Gran Can." Fuertevr.' La Umma El Hierro Lanzarote La Palma Tenerife TOTALES (Habtes.) Fuentes: Femández Martín (1975); Jirntnez de Gregono (1968): Sánchez Herrero (1975). Elabo-ración propia. 248 Manuel A. Fariiia González Las conclusiones a las que llegó el profesor Martín Ruiz para la pobla-ción de Gran Canaria, en la segunda mitad del siglo xvm, podríamos hacerlas extensivas (con ciertas matizaciones) al conjunto formado por las otras dos islas mayores, Tenerife y La Palma. Siguiendo su planteamiento tendríamos una población con un crecimiento destacado, a pesar de la incidencia de la emigración hacia Indias; el saldo natural era importante y venía explicado por los índices muy elevados de natalidad y unas tasas de mortalidad bas-tante reducidas. Se desarrollaba tempranamente la nupcialidad y se combinaba con índices bastante significativos del celibato permanente. En función de los altos valores de la fecundidad nos encontramos ante una población joven; con respecto a la estructura socioprofesional se confirma el predominio de las actividades agrariasI2. 2.2. Factores que condicionan la evolucidn demogrdfica en el Antiguo Régimen El conjunto de ciclos pestíferos que afectó a la Península ibérica, a lo largo del Antiguo Régimen, parece que no incidió en la población de las islus; si^ rmh&rge ésta si niia se xrie &cta& p ~ :fi u-:~sus Y-" hambrunas que van a azotar a distintas islas, especialmente a la de Fuerteventura. Según Viera y Clavijo, los años más críticos para el conjunto insular fueron 1676, 1680, 1683 y 168413, siendo mucho más abundantes en Fuerteventura (1650, 1651, 1652, 1676 y 1683, pudiendo alargarlos hasta el siglo XVIII con las crisis de 1769 y 1771)14; por otra parte, la epidemia de viruela de 1694 había tenido especial virulencia en la ciudad de Las Palmas de Gran CanariaIs. Con respecto al panorama demográfico de la isla de Tenerife duran-te los siglos XVII y XVIII habría que destacar los siguientes aspectos: a) A partir de 1679, y desde una perspectiva global, se inicia un descenso en los efectivos totales de población que se acentúa en 1787. Ello viene explicado por la crisis demográfica y económica de la isla a lo largo del siglo XVIII. b) Si comparamos la población asentada en la zona norte de la isla con la de la banda sur, la primera supera con bastante margen las cifras p&!ucibfi, rxp!ic&q,?ci,csres tu &uzciSfi per rz=ne~d.e icd=!e g q : & fico, histórico, económico y político, etc. c) Repasando los núcleos de mayor población a lo largo de estos dos siglos, siempre nos encontraremos citados los de La Laguna, La Orotava, Santa Cruz, Puerto de la Cruz y Garachico. El retorno de los indianos en el marco ... 249 Sobre la evolución demográfica de la isla de La Palma, en el siglo xvm, no contamos con suficiente documentación; para las primeras décadas de este siglo el profesor Rumeu de Armas establece un total de 3.679 habitantes, cantidad que utilizada como punto de referencia den-tro del conjunto regional nos permite evaluar el crecimiento de población alcanzado por la isla y principalmente por su capital Santa Cruz de La Palmai6. La isla de Gran Canaria se ve sometida durante el siglo xvrI a los mismos avatares que el resto del Archipiélago: epidemias, langostas, hambres, etc.; todos ellos incidirán en una sociedad y estructura econó-mica determinada por la actividad agraria y por la posesión de la tierra y el agua. Para D. Pedro Agustín del Castillo la ciudad de Las Palmas alcanzaba en 1686 una cifra global de 1.700 vecinos (cifra quizás un poco abultada para la época). Sin embargo en estos momentos la ciudad experimenta una serie de transformaciones urbanísticas y si bien no crece en extensión crecerá en densidad". En distintos períodos del siglo XVIII, dicha ciudadla y también el resto del Archipiélago Canario experimentarán cierta decadencia demográfica que se debió a las consecuencias de las levas (fundamentalmente para mandes), la ~migpcibn,12 s fidnesks se~c&s & 12 && qi&-vic & vin~& & !@A, etc. Durante la mayor parte del siglo se experimentarán una serie de altiba-jos en el comercio provocados por la sucesión de las malas cosechas, los efectos relativos de la emigración acabarán suavizando el ritmo de creci-miento de la población de Gran Canaria, pero nunca alcanzaría las cotas experimentadas en la isla de Tenerife que se encontraba atravesando una profunda crisis demográficaI9. Para el tema que nos ocupa el análisis de las características de la emigración canario-americana (siglo XVIII) puede ayudarnos a encontrar las claves para entender el comportamiento de la población de las Ca-narias, así como la incidencia de la emigración y, especialmente el índice de retornos de dichos emigrantes a lo largo del siglo XVIII. Según determinados autores, la emigración canario-americana a lo largo del Antiguo Régimen presenta las siguientes características: es una comen-te emigratoria de carácter secular, con un elevado componente familiar, fundamentalmente tiene un origen rural (sobre todo en la isla de Tenerife), sin excesivo control jurídico (a pesar de la implantación del !!m~adn ''trihiltn de sangre") y tenia C I ~ Gp iintc de d ~ t i n npr incip! Cuba y Venezuela. Frente a la tesis tradicional que trata de explicar la corriente migratoria canaria hacia Indias, a partir de un elevado y constante saldo vegetativo (1,O al 1,5% anual); o por la pobreza de la economía insular 250 Manuel A. Fariña González (afectada por sequías, hambrunas, presión fiscal, crisis agrarias, etc.); o debida a razones de tipo sociológico como el reclamo familiar o el deseo de emulación de los indianos, el profesor Macías Hemándezzo ha planteado acertadamente esta apreciación: "Creo que las sequías y las malas cosechas tienen un alcan- , ce explicativo muy reducido, habida cuenta de que su reiterada actuación no originó siempre el éxodo y, en todo caso, sólo afectó a la población de las islas de Lanzarote y Fuerteventura provocando la emigración de una parte de sus efectivos hacia Tenerife, Gran Canaria y La Palma, para retomar a sus hogares pasadas las dificultades. En todo caso, sequías y subproducción propiciaron la emi-gración cuando se presentaron asociadas a otros factores tales como el caracter marginal y las reducidas dimensiones de las unidades familiares campesinas, incapaces de augurar su repro-ducción en una etapa de auge de la presión rentista, séase del Estado por la vía fiscal o de la terratenen~ia"~'. Efectivamente, somos conscientes de la complejidad del análisis y valoración de la emigración canario-americana durante el Antiguo Ré-gimen. En todo caso debemús ir completando el análisis de la misma, aplicándole las técnicas de evaluación demográfica, estadística e histó-rica, y profundizando en las razones de fondo que originaron este trasvase de población de una a otra orilla atlántica. La emigración insular se vio potenciada a lo largo de los siglos xvi al xvrrr, no sólo por las necesidades económicas (reales) de los isleños que cruzaban el Atlántico, o por las necesidades planteadas por las colonias americanas, sino también por la confluencia de los intereses de los grupos de poder económico y social de las Canarias; así como el desarrollo en Indias, de una determinada política ernigratoria por parte de la monarquía española en Indias. A io iargo dei sigio xvr, ai amparo dei desarroiio demografico insu-lar y del aprovechamiento de las posibilidades geoestratégicas del Archipiélago Canario que hacían las expediciones a Indias, se potenció la salida de diversos contingentes de población isleña hacia tierras ame-ricanas hasta el año 1574 en que se prohibió la corriente rnigratoria hacia el Caribe y el continente americano. Aquel momento de euforia dio paso, ya en el siglo xvir, a un cambio de orientación. Las islas, y en su representación los Cabildos, comenzaron a plantear su oposición y en todo caso su desánimo ante la grave situación económica y demo-gráfica por la que atravesaban las islas. De ellas salía una constante El retorno de los indianos en el marco ... 25 1 sangría humana, arruinándose así cualquier posibilidad de recuperación económica insular dado que se estaban perdiendo elevados contingen-tes de población. Hacia fines del siglo XVII (1678) la Corona española a través del Consejo de Indias y la Casa de la Contratación y a instancias de la terratenencia y burguesía comercial isleñaz2, estableció la norma-tiva que permitía a las Canarias seguir manteniendo su situación excepcional dentro del monopolio comercial hispano con Indias, pu-diendo enviar 1.000 toneladas de vino a cambio de la salida de cinco familias de cinco miembros destinadas a poblar las tierras americanas. En años posteriores esa concesión tuvo varias renovaciones, obligándo-se las autoridades isleñas a la contribución de familias pobladoras para las islas de Barlovento. Durante los años 1678, 1681, 1684, 1687 y 1690 saldrá del Archi-piélago canario un amplio efectivo de familias que marchaban a Indias23, entre las que destacan las fundadoras del pueblo de San Carlos, en la isla de Cuba24. Para los años 1680-1718, hemos localizado el paso de un total de 136 familias (ver gráfico n." 4) de las que 63 hicieron el viaje "por cuenta del Rey" y el resto lo hizo financiándose su propio pasaje. Si hacemos un recuento general tendríamos los siguientes datos: 613 p&seri.us cerilpniun e! teta! de fami!izs, 2 !as qce hay qw afiadir 28 individuos que se agregaron para completar el cupo de los módulos familiares de cinco miembros, dándonos una cifra total de 641 perso-nas. La composición de estas familias emigrantes no era uniforme, si bien la normativa existente la establecía en cinco personas. En determi-nados casos aparecen citados como miembros pertenecientes al módulo familiar, los criados, esclavos, personas ajenas a la misma, etc. De ese total de 136 familias la mayor parte de ellas procedían de la isla de Tenerife, así lo tenemos documentado, y en esta isla especialmente de la zona Norte, con especial relieve la ciudad de La Laguna ya que ella sola aportó 1 18 familias. Junto a ese grupo de familias nos encontramos con una cifra signifi-cativa de emigrantes que también marchan a las Indias, si bien lo hacen de forma individual. Igualmente y para el mismo período hemos cons-tatado el paso de 152 emigrantes que procedían de la isla de Tenerife (en la cifra total de emigrantes de esta isla no hemos computado el paso de algunas formaciones militares que fueron enviadas al servicio militar en Tn-dias), 322 perrmu de Grm Cmzfiz (en este t@d, pxs~~m~h!emenl, están unificados los datos de familias e individuos aislados (civiles o militares); 6 de La Palma y 2 de La Gomera (estos últimos procedían de las islas citadas pero embarcaron en la isla de Tenerife). Después de un arduo trabajo, fundamentalmente en los protocolos notariales del Archi- 252 Manuel A. Fariña González vo Histórico de SIC. de Tfe., hemos podido rescatar del anonimato un total de 1.123 emigrantes canarios que pasaron a distintos territorios americanos desde el año 1680 al de 1718. De esta cifra, más la de los desconocidos hasta el momento, proceden los pocos indianos que he-mos podido reconocer en las Canarias de la primera mitad del siglo XVIII. El destino asignado a los grupos familiares fue fundamentalmente Santo Domingo, La Habana, Maracaibo y Puerto Rico; con el Regla-mento de 1718 se fijan una serie de puertos permitidos para el comercio canario-americano y como consecuencia para la emigración isleña, des-tacando La Habana, La Guaira, Campeche, Santo Domingo, Puerto Rico, Trinidad y Cumaná; posteriormente y por la vía reservada se ,, incluiría Maracaibo. n E En 1720 la emigración canaria se va a dirigir fundamentalmente a Buenos Aires, Puerto Rico, Trinidad, Montevideo, Maldonado y Tejas. n Ya en la segunda mitad del XVIII, desde 1749 a 1764, se establecieron - m O E en La EspaÍíola unas 1.635 personas. Por lo que se refiere a La Florida, E desde los primeros años del siglo y después de una serie de peticiones 2 de las autoridades coloniales, fueron muchos los canarios que marcha- - ron a esta zona del continente norteamericano en los años 175? a 1761; 3 sin embargo a pesar de estas continuas aportaciones pobladoras no se O-- llegó a cubrir el cupo total asignado por el Consejo de Indias de unas m E 500 familias isleñas. Esta sangría de sangre pobladora canaria se man- o tuvo a fines del siglo XVIII y durante todo el siglo x i x . Si bien ya en este 6 último siglo los puntos de destino variarían considerablemente, siendo n E Venezuela uno de los puntos más atractivos para esta emigración. - a Los puntos de origen insular del total de emigrantes individuales 2 n estudiados siguen siendo los mismos que los de los grupos familiares: n n La Laguna, Santa Cruz, Garachico, San Juan de La Rambla, etc.; y por 3 lo que se refiere a los puertos de destino hay que decir que son princi- O palmente los de La Habana y Campeche, a los que se une el genérico de Indias y finalmente el de la Guaira. La mayor parte de estos emigrantes individuales o aislados eran hombres, casi todos solteros salvo 24 casados que procedían de la isla de Tenerife. Analizando someramente la profesión de todos ellos, hayan emigra-do en grupos familiares o de forma individual, tenemos lo siguiente: suelen aparecer como grupo claramente diferenciado los jornaleros y agricultores (sobre todo de la isla de Tenerife), pero junto a ellos tienen especial relevancia todos aquellos vinculados al comercio, la navega-ción o la carrera militar. Además están representadas otras profesiones El retorno de los indianos en el marco ... 253 que podriamos reconocer como bien remuneradas, como las de doctor, platero, escribano, cargos eclesiásticos, etc. La presencia de todas estas profesiones nos habla del complejo entramado económico-social que se tejió en tomo a la navegación y al comercio canario-americano y que posibilitó el deseo y la esperanza de la consolidación de grandes fortu-nas indianas, que fueron escasas si tenemos en cuenta la posible cifra total de emigrantes canarios que pasaron a Indias a lo largo de todo el siglo XVIII. Otro aspecto a señalar sería el paso de clérigos y frailes a distintos puntos del continente americano, algunos con determinados encargos como el de cobrar ciertas limosnas, donaciones o contratos que se hu-bieran hecho en Indias por parte de algunos isleños para usufructo de sus respectivas parroquias o conventos, como por ejemplo el caso de los conventos de Vilaflor o Candelaria. Sin embargo no todos los que pasaron a Indias tenían una profesión o dedicación económica definida; en más de una ocasión pagar un flete para tierras americanas suponía el primer paso para iniciar toda una serie de aventuras o para desembarazarse de algún hijo un tanto "pro-blemático", como le ocurre a Cristóbal Vandama, de Tenerife, quien en E,L,-,, A, lLAL A-,l-..A ,,+, -1 ,..AAL~,, ,,--,,-,A:,-+, ,.., l.-Ll- IGUIGIU UG IU-W ucualu auLc GI cauluauu L U I I ~ J U I I U I G I I L G yuí llaula encaminado de su casa a Alonso Vandama, su hijo "con el matalotaje y ropa de vestir a Indias y un poder para cobrar cierta cantidad"24. En relación a la edad de las personas que emigraron no podemos aportar demasiados datos generales, aunque sí podemos aventurar que la mayoría eran jóvenes y en la plenitud de sus.vidas, lo cual agravará aún más la situación económica de las islas que no sólo perdía gran parte de su población sino que además era gente que por edad estaba en las mejores condiciones de ser productivas. Quizás sería ahora el mo-mento de plantear los problemas de diversa índole que la partida de r estas personas, en su mayoría hombres jóvenes, o casados que dejan en las islas a su familia y que en todo caso van a originar problemas de desintegración familiar, desarraigo, ruina económica, herencias, etc.; problemas que se van a traslucir en el cuerpo social de las Canarias. También hay que tener en cuenta que no todo fue desarraigo, dándose bastantes casos en que hombres casados, residentes en Indias, reclaman a sus esposas o familia para reemprender una nueva vida en Indias. Coto o" i... tomn :..+nrornr*+n e.. ,..o,+, n ln ,,..r,l:An,;X, Ari lar A;rt;..tor ~ J L GCID u11 L G L U ~ LLILGICI J ~ ILLGCIII b u a I I w a la buuauuuauuu ub las UmL u l L a a colonias canarias en América, ya que muchos de los emigrantes no sólo reclaman a la familia nuclear sino que hacen extensiva esa petición a sus padres, hermanos, primos, sobrinos, etc. que habían quedado en las islas esperando dicha llamada. Paulatinamente surgirán distintos nú- 254 Manuel A. Fariña González cleos de población isleña en Indias que van a actuar como elemento de protección y cohesión de los colonos isleños, manteniendo y reforzando los lazos de identidad y contacto con la tierra que les vio partir quizás para siempre. Junto a esta emigración que podríamos calificar como oficial o "vo-luntaria" (cuando el hambre y la necesidad aprietan, la capacidad de elección es bastante relativa), debemos citar la ilegal o clandestina. La que se desarrolló en el siglo XIX y la primera mitad del siglo xx se dirigió fundamentalmente a Venezuela, dándose un cambio significati-vo con respecto a la época anterior. Para la emigración clandestina, por el hecho de serlo, no disponemos de abundante documentación. Existen continuas referencias y denuncias por parte de las autoridades encarga-das del control del comercio y emigración canario-americana, fundamentalmente en los organismos dependientes de la Casa de Con-tratación de Sevilla. Sobre la gravedad del problema se manifiesta Fernando VI en una Real Cédula del 18 de junio de 1758 dirigida a la Casa de Contratación de Cádiz, en los siguientes términos: "Hallándome con seguras noticias de que contra lo preveni-do en las leyes y repetidas Reales Ordenes, se ha continuado en la misma ciudad el inveterado y perjudicial abuso de embarcar-se polizones o llovidos en los navíos que salen para los reinos de América y al presente con más exceso, pues sólo de los que conducía el nombrado "San Rafael" que en 26 de Enero de este año salió de este puerto para lo del mar del Sur, se dejaron en Canarias 63 sin contar el gran número que sacaron al tiempo de hacerse a la vela"25. Finalmente debemos considerar el traslado o levas de contingentes militares a Indias. Si bien esa salida de personas cualificadas profesionalmente no constituye estrictamente una emigración, sí nos interesa conocer la presencia de estos soldados canarios y su integra-ción en la sociedad indiana. Para el período estudiado hay que recordar la organización de varias levas, aunque la mayoría de ellas (fundamen-talmente las de finales del siglo XVII)s e dirigían a Flandes, el Capitán General D. Jerónimo de Velasco realizó una leva de mil hombres cana-rios para defender los presidios americanos de los ataques filibusterosZ6. F- 1 - - - 2 .------ cri I U ~~ I I I I ~ Ga~ííuUs~ d el sigiü xviii conücemüs la creación de una compañía de Infantería con sesenta soldados canarios que marcharon a Puerto Rico, siendo su capitán D. Juan Castilla Cabeza de Vaca. Para su organización se esgrimieron dos razones: una, la concesión real fechada en junio de 1701 en virtud de los servicios prestados por el El retorno de los indianos en el marco. .. 255 propio D. Juan de Castilla y su padre D. Fernando. Por otra, se argu-mentó la razón geoestratégica de la defensa de Puerto Rico. El coste de la leva ascendió a 16.358 reales de plata, se reclutó en La Laguna, La Orotava y la isla de Canaria; saliendo para Puerto RICO en el navío El Aguila Negra un total de 52 soldados, siendo admitidos por la Real Hacienda en Puerto Rico, el 30 de noviembre de dicho año. En cuanto a los muchos militares que pasaron a Indias a ocupar cargos en la administración colonial de Indias no podemos profundizar en este mo-mento. Lo que sí podemos comentar es que numerosas personas de la profesión militar marcharon al Nuevo Mundo para cumplir un destino castrense, pero ello no estaba reñido con la inversión y participación en determinados negocios que tenían como base el comercio canario-ame-ricano. Igualmente debemos citar el traslado forzoso de personas a Indias A ..---.- -1 -:-1- U U I ~ I I LCCI M ~ L UA..V. .I..I. I,L UIIIUe n el caso de los esclavos que servían y trabajaban para alguna de las familias canarias que marcharon a Indias; formando parte en muchas ocasiones del séquito de las mismas o de determinados personajes con una elevada posición social se dirigieron también hacia América. Hemos comentado que la presencia de estos esclavos servía en algunos casos para cubrir el cupo de los cinco miem-bros por famiiia, dando iugar a enojos y picarescos acontecimientos. En el juicio de residencia de D. Juan Franco de Medina, gobernador de Puerto Rico se le hizo el siguiente cargo: "... cuando vino a este gobierno trajo sobre catorce familias, faltando seis al cumplimiento de dicha obligación valiéndose para el lleno y complemento de ellas de diferentes personas, oficiales y criados y otras personas que traía en su servicio; uniendo y casando unas con otras siendo casados en dichas islas y dejando sus mujeres en ellas y pasando algunos dos veces, unas por padres y otras por hijos"Z7. En este seiltido soii mchas las iii¿iíieiZS iiiediaiiie las cüales se realiza desde las Canarias el comercio de esclavos con Indias. La ma-yoría de ellos habían nacido en el Archipiélago, eran negros o mulatos que entregaban sus dueños a terceras personas que hacían viaje al con-tinente americano, para que los vendieran allá y al retorno le entregaran el producto del negocio en dinero o en mercancías indianas. General-mente ei sistema por ei que se adquirian ios ~ S C ~ ~ VerOa Sp or compra o bien por dote matrimonial o herencia. Otro de los medios utilizados, en el siglo XVIII, por los capitanes y maestres de navíos para sortear la regulación del paso de personas y esclavos a Indias, era declararlos 25 6 Manuel A. Fariña González como miembros de la tripulación que generalmente ocupaban el puesto de cocinero, y una vez llegados a Indias eran vendidos. Al salir de las islas, el maestre dejaba una fianza en metálico como señal para la administración aduanera de que iba a retomar dicho esclavo, lo cual en bastantes ocasiones no sucedió por haberse realizado su venta en Amé-rica. En esta época el comercio esclavista realizado entre el continente africano, Canarias e Indias que ya se venía ejecutando desde el siglo XVIv, a a entrar en una situación crítica que se agudizó con la concesión del asiento de negros a Inglaterra fruto del Tratado de UtrechZx. 3. EL RETORNO INDIANO Bajo este epígrafe vamos a centrar nuestra atención en cómo revier-ten en las canarias las consecuencias de la emigración, analizada anteriormente; éstas suponen la plasmación definitiva de las interrelaciones humanas y económicas establecidas entre el Archipiélago Canario y América. Muchos de los emigrantes isleños, desperdigados por tierras indianas provocan con su partida una dislocación de la vida familiar y !eca!; e!!n se mmifiestíl en e! sinnúmere de cmas de peder, de eh!iga-ción, reconocimientos de deudas, testamentos, particiones, etc., que se otorgan en el momento de la partida. Una vez que llegan a Indias las deudas contraídas o las obligaciones estipuladas en las Islas, van a continuar durante algunos años, obligando a los acreedores a enviar con terceras personas documentos de apercibimiento. Es frecuente que el isleño con una posición económica mínima re-clame a su familia, o en caso contrario envíe dinero o mercancías que puedan contribuir al mantenimiento de la misma, o bien a la compra de terrenos en la isla como previsión para un retorno definitivo. Estas partidas de dinero pueden convertirse en dotes, donaciones o creación de capellanías y patronatos establecidos en el Archipiélago. Para el período estudiado hemos encontrado una gran cantidad de car-tas de poder que tratan de recuperar los bienes y propiedades de los familiares que han fallecido en Indias. Igualmente son frecuentes los testamentos donde no sólo se hacen constar los deseos del otorgante sino una relación de bienes, deudas y obligaciones. Sin emhirgn, h q fin2 inmensl mílyerh de emiao-r- a-n.t-~-rq -fi e mmen en América sin haber vuelto a su tierra y sin haber alcanzado el sueño de toda su vida: el convertirse en indiano, figura estereotipada del emi-grante que regresa a su pueblo natal, rico, vestido de blanco o "a la americana" y con abundante profusión de anillos o leontinas. Quizás el El retorno de los indianos en el marco ... 257 ejemplo más patético sea el de Francisco de Molina, del que se dice en abril de 1687 lo siguiente: "Residente en La Habana y natural de La Laguna hijo de Luis de Molina y de María Rodríguez, difuntos, estaba enfermo en el Hospital Real del señor San Juan de Dios y quiere se le entierre en el hospital como un pobre más. En su testamento declara las deudas que tiene contraídas y nombra por herederos a sus sobrinos. Estuvo casado con Dominga Núíie~"~~. Este emigrante aunque sólo fuera para morirse luego, se acordó de sus sobrinos que vivían en La Laguna; pero hay un buen número de isleños que una vez han perdido de vista el perfil de las islas en el horizonte, no dieron señales de vida en muchos años, algunos hasta veinticinco años o más. Intentaremos dar a los diferenies que la emigración indiana produjo, directa o indirectamente, en las Islas Cana-rias. En el conjunto de la documentación notarial analizada no es infrecuente la petición hecha por mujeres, cuyos maridos han emigra-do, que solicitan a las autoridades el permiso necesario para vender algún terreno o propiedad que les permita hacer frente a los gastos de manutención de su familia o Uc eiias iiiismas. Esw iiecesitiad iii;iic;iani~ es la que lleva a María de la Cruz Machado a solicitar lo expresado, en La Laguna el 26 de noviembre de 1701 : "Mm'a de la Cruz Machado, mujer de José de Vega ausente en Indias de su Majestad ha tiempo de diez años sin tener noticia en qué parte reside, parezco ante vmd. y digo que tengo sobre El Portemelo, camino de Tegueste el Nuevo, media fane-ga de tierra heredada de mis padres por cuenta de mi legítima, y viéndome con mucha necesidad por haberme criado en la casa del cap. Miguel de Palenzuela, me han recogido en ella habrá tiempo de un año, sustentándome por caridad; que no haber sido así hubiere pasado gran necesidad, yo y una nija y de dicno mi marido llamada María, de diez años la cual la tengo en casa de María Penedo su abuela y para poder ayudarla a sustentar y vestirla como asimismo comprar para mí algún vestuario, de que estamos necesitadas no tengo otro remedio que valerme que el vender dicha media fanegada ..."'O. En la mayoría de los casos estudiados, se acude a la justicia para obtener la licencia cuando no se dispone de ningún documento de pode-res del cónyuge; otras ventas se realizan exhibiendo dicho poder enviado desde las Indias. 258 Manuel A. Fariña González La compra de terrenos o la inversión en obras pías, donaciones, etc., eran las fórmulas más corrientes para invertir parte del caudal indiano que revertía en la propiedad agraria insular. Sobre el particular, y co-mentando la actitud de los emigrantes que van a ocupar cargos administrativos, políticos o militares, se nos dice por parte del profesor Suárez Grimón: " ... Esta situación no produce un desarraigo de sus parroquias de origen y tratan de obtener el reconocimiento de la riqueza adquirida mediante estas fundaciones pías y vinculares. Con ellas no se persigue el reconocimiento en sus lugares de origen tras largos años de ausencia ..., sino el lustre y conservación de la familia y sus linajes ... y la ayuda de cóngrua para algún pariente que quisiera ordenarse o el cumplimiento de determi-na& &a pfa."31. La compra de tierras no realizada directamente por el indiano, sino por su esposa o apoderado residente en el Archipiélago Canario, es el sistema más práctico y común para aumentar el patrimonio familiar. Estos contratos podían realizarse espontáneamente por parte de la espo-sa o a iiisianeias del emigrante. "17 16. Diciembre, 26. Garachico. Antonio Juan, vecino del lugar del Realejo de Abajo, vende a Theodora Francisca mujer de Sebastián Alonso, ausente en Indias ha mas tiempo de diez y seis años, sin saber si es vivo o muerto, un pedacillo de viña que tengo en el lugar de El Tanque por ciento cuarenta y cuatro realesw3*. Y por otra parte, "1 7 10. Noviembre. 1. Garachico. Pedm CumucN~ y Pau!a Francisca, recims de! PUege de L:. Cruz, marido y mujer residentes en Garachico, venden a Fran-cisco López. vecino y ausente en Indias y en su nombre a Ana Hemández. su mujer, toda la parte que le toca como una de los herederos que quedaron de Joan Días y de Isabel Francisca, sus padres difunto^..."^^. Las escrituras de compraventa de bienes isleños podían otorgarse, como de hecho se hicieron, en las Indias; por ejemplo, el 12 de sep-tiembre de 1697 Cristóbal López, cabo de escuadra de las compañías presentes en San Agustín de La Florida, dio poder a Juan Izquierdo, El retorno de los indianos en el marco ... 259 vecino de La Habana, para que en su nombre y como heredero de Juan Miguel Pérez, vecino de la Punta del Hidalgo en Tenerife, pudiera cobrar los "bienes y alajas que por derecho me tocaron de María Betancurt" y que el otorgante dejó en su poder y que no se los vendiP. El mayor porcentaje de escrituras realizadas ante los notarios de las islas, por lo menos en la de Tenerife, eran los poderes que se otorgaban a diferentes personas que pensaban marchar a Indias o a otras residen-tes en ellas, para que pudieran hacer efectivas las múltiples deudas que se habían contraido en Canarias a través del tráfico comercial. El moti-vo principal de las mismas eran las inversiones hechas35 en la compra de vinos, aguardientes u otras mercancías canarias que serían enviadas a los mercados americanos. Ya vimos en apartados anteriores el volu-men en reales que estas escrituras de poder y de obligación alcanzaron, a fines del siglo xvn y los primeros años del siglo XVIII en los principa-les puertos isleños. En los contratos de obligación y riesgo, así como en los posteriores de poder, participa la sociedad canaria con sus distintos estamentos, desde los capitanes, maestres y dueños de navíos, pasando por los cargadores o comerciantes especializados en el tema, a institu-ciones religiosas o personas individuales. Las deudas no se liquidaban cm !a zurce de !m cmtrutuntes sim +e eran trus!aU2das 2 !m here-deros o albaceas testamentarios quienes procuraban cobrar no sólo el capital inicial sino los intereses devengados. El cobro de estas escrituras de obligación y riesgo constituye sin ningún género de dudas la mayor fuente de los ingresos procedentes de Indias, y era el aspecto fundamental de todo el entramado comercial canario-americano. No sólo se recupera el capital invertido inicialmen-te sino los intereses del mismo, representados por los intereses y la bonificación ofrecida por la moneda americana en las islas. El mercado indiano era el que potenciaba un mayor desarrollo de las tasas de inte-rés pudiendo alcanzar en los primeros años del siglo XVIII unos niveles del 50 al 60% en los préstamos a riesgo. A ello se venía a unir el seguro marítimo que para los años 1703-1727 estaba en torno al 619%; y final-mente el cambio de moneda de plata sencilla a la doble suponía el pago de un interés del 2%36. La entrada de esta moneda americana en el Archipiélago Canario era uno de los mayores atractivos para los extranjeros que residían en CuxRas y c;ue ponlrár! en murchu todos !os mecu~ismosp ~sihlesYn... Ua rs conseguir el desvío de caudales indianos hacia los mercados europeos. Ya dijimos que esta abundante documentación comercial y financie-ra no sólo fue originada por la iniciativa privada sino que también participaban en su génesis las instituciones religiosas, intentando hacer 260 Manuel A. Fariña González valer sus derechos en tierras indianas. Para el año 1705 nos hemos encontrado con una carta de poder otorgada por Fray Jerónimo Espino-sa, Prior provincial de la Orden de Predicadores al prior del convento de Nuestra Señora de Candelaria para cobrar todas las limosnas que se habían ofrecido a la mencionada imagen en el continente americano, expresándose en estos términos: " ... en las Indias hay cantidades que pertenecen a la Virgen y están en manos de diferentes personas; se han obtenido por limosna, donación, mandas, legados y no se podían cobrar. ' ~ a licencia a Fray Angel de San Francisco ... paraque pueda dar poder a terceras personas que vayan a cobrar talei cantida-des..." 37. Lo interesante de la cita no sóio es ei sistema empieaao para cobrar estas limosnas sino la tipificación que realiza de las posibles donaciones hechas a la imagen de la Virgen de Candelaria. Un año después volve-mos a encontrarnos con un caso similar, al otorgar los frailes del convento de San Juan Bautista de Vilaflor un poder a su superior, fray Pedro de Mena, para que a su vez pudiera firmar la documentación necesaria en Panamá que le permitiera intervenir en un pleito sobre el pago de cierta cantidad de reales que pertenecían al Convento; el viaje a realizar suponía una escala en la' ciudad de La Habana3%. Antes de adentrarnos en el tema de las herencias y testamentos realizados por los isleños en Indias, vamos a referimos a la figura del indiano y cuál es su tipología. Los indianos contribuirán a la economía de las islas con las remesas de partidas invisibles, que traen personal-mente a su regreso o que envían previamente a sus familias. Evaluar la cantidad, de moneda americana que entró en el Archipiélago a través de dichos cauces o por la venta de las mercancías americanas como cacao, tabaco, palo de Campeche que igualmente venían consignadas a los faKiiizes isiefios, es &mea Casi impoSibie de auñque acuda-mos a la documentación existente siempre corresponderá ésta a un porcentaje reducido del producto final. Existe en la obra de D. Jesús Hemández Perera una interesante descripción de los mecanismos de retorno del emigrante canario: " ... el emigrante canario no suele perder el contacto con la isla que lo vio nacer. A muchos la nostalgia de la tierra nativa les hace regresar, unas veces con la satisfacción de haber amasado una fortuna; otras, con la tristeza y la amargura de quien busca un sanatorio donde reconstruir los pulmones o la sangre ami- El retorno de los indianos en el marco... 26 1 nada en las duras fatigas tropicales. A otros, en cambio, la ventaja de la posición alcanzada en las Indias no les deja volver al pueblo natal a dormir eternamente junto a sus mayores, aun-que muchos de éstos no mueren sin haber visto las islas otra vez en un rapto de extremada añoranza ..."39. Esta añoranza fue constante a lo largo de los siglos XVI-XVII y XVIIIy, al igual que ocum'a con otros emigrantes españoles, el deseo de volver rico o cuando menos el ser enterrado en el pueblo natal, se manifestó en numerosas ocasiones. Para los años 1826 y 1853 se han identificado un total de 154 repatriados o indianos que se reparten de la forma siguiente: Gran Canaria con 135; Lanzarote con 12 y Fuerteventura con 4. Las islas occidentales aparecen poco representadas al haberse utili-zado preferentemente los protocolos notariales de Las Palmas de Gran Canaria. Las remesas siguen llegando en el siglo XIX, a través de los mismos medios que en el siglo xvnr, constituyendo un secreto difícil de aclarar el contenido de las famosas "culebrinas" con monedas de pla-ta40. En algunas ocasiones estos indianos donan sus propiedades a los parientes más cercanos, produciéndose un enriquecimiento notable de los mismos. Bartolomé de Ponte y Hoyo, viejo conocido nuestro* dona algunas tierras que había heredado de sus padres a Isabel María de Ponte Benítez del Hoyo y Rojas, hija del Gobernador de Venezuela Nicolás de Eugenio de Ponte. Este hecho podría enjuiciarse como una muestra de agradecimiento de Bartolomé hacia el hermano, en la perso-na de su hija, dado que su fortuna personal la había conseguido en la Gobernación de Venezuela. La donación se efectuó en octubre de 1707, en Garachico. Las propiedades cedidas son una huerta en La Orotava más, en caso de muerte, el resto de las propiedades isleñas o indianas; el documento lo otorgó en Garachico en los días previos a su partida para Indias41. Comentábamos anteriormente que la copiosa documentación exis-tente en ios protocoios notariaies, es aemostrativa aei interés que ios parientes de las personas fallecidas en Indias manifiestan sobre la recu-peración de sus bienes muebles como inmuebles, obligaciones de terceros, etc. Por ejemplo, en la escritura de poder otorgada por Juan González Laderas, en Garachico el 17 de diciembre de 1710. En ella se expone que es: "padre de Juan Gonzalez, difunto, da su poder al teniente de Cap. de Caballos Pedro Mendosa, v.", que en. su nombre pueda cobrar del alférez Joan Francisco Carvallo, v." de La Habana, o Manuel A. Fariña González de sus bienes, la cantidad de mil setecientos y veinte y ocho pesos y tres reales de plata y tres mil quatrocientas y sesenta libras de tabaco somonto que en poder del susodicho dejó el cap. D. Roberto Rivas, pertenecientes al dicho mi hijo"42. En cuanto al tema de herencias y testamentos de indianos que retor-nan a Canarias hay que plantear las siguientes matizaciones. Nos encontramos en primer lugar un número de personas que al regresar de Indias o en el propio continente americano, dejan estipuladas ante el escribano público sus últimas voluntades. Por otra parte hay otras que mueren allá sin haber testado haciéndose cargo de sus bienes, hasta la localización de los herederos directos, la propia Corona a través del ,, Juzgado de Bienes de Difuntos. Ambos procedimientos suponían el trasvase de capitales de cierta importancia desde América hacia el Ar- E chipiélapn, si bien ello cnnraha con la aprobacirín y asentimiento plenos O -: de la Hacienda Real o de la Administración indiana. Con respecto a - m O este asunto plantea la siguiente reflexión el profesor Muñoz Pérez: EE 2 E "Es lógico que andaluces, castellanos, cántabros, extreme- - ños, gallegos, vascos y naturalmente canarios fallecidos en In-dias' deseasen en el momento de su muerte en leianas y extra- 3 ñas tierras que sus bienes fuesen a sus familiares dejados en la - 0 m patria chica y que una parte de sus ahorros logrados con el E esfuerzo de años revirtiese en beneficio de la tierra de origen O (capellanías, fundaciones, escuelas, dotes, edificios, etc.). Este sentimiento, que es muy humano, le parece a la Corona algo n E peligroso -parecer en la que no andaba equivocada- y sobre a todo, injusto con las nuevas tierras, base de la prosperidad de n esos españoles concretos.. ."43. n n Vamos a ceñimos primero a comentar algunos ejemplos de testa- 3 O mentos de indianos canarios para luego analizar la incidencia de los autos llevados a cabo por el Juzgado de Bienes de Difuntos de la Casa de La Contratación con especial referencia al caso canario. Para el año 1700 aportamos el testamento de una indiana que si bien es bastante específico y personal puede servimos como apoyatura para la comprensión general de los testamentos otorgados por canarios iIi-dianos, bien en América, bien a partir del regreso definitivo al Archipiélago. Este es el testamento de Leonor Pérez Freile. viuda de Juan Rodríguez Manzano, siendo vecinos ambos de La Laguna. En primer lugar declara que tuvieron por hijos legítimos a Jerónima, Diego, fray Félix y Teresa; después de enumerar las cantidades que ambos El retorno de los indianos en el marco ... 263 habían entregado a los hijos por dote, viajes a Indias o por diversos gastos, pasa a dar una relación de posesiones que eran: - una suerte en el cercado que dicen de Barbado, - una casa, de su morada, frente al convento de San Agustín de esta ciudad. (Ambas propiedades se habían comprado con el dinero de su dote), - una casa junto a La Cruz de La Oliva, en La Laguna, - un tributo de trigo que su marido compró a D. Lope Salazar y Fonte. En Indias poseían los siguientes bienes: - casas que tenían en La Habana, posteriormente vendidas por 2,400 pesosj cantidad que a! final quedó rebajada a 1.900: por los gastos ocasionados en un viaje de su hijo fray Félix a Cádiz. Estos 1.900 pesos se le había remitido por su hijo, desde Cádiz, empleados en mercancías; gracias a los cuales se habían mantenido ella y su hija Teresa y "nos emos vestido y comprado algunas alajas de casa necesa-rias, con que estaran en ser hasta mil quinientos", - . L . A- L c- - A- . *"-¿A,. -,.-.A -.. u11 LIIUULU uc UUIU uu1cgm uc LII~U quc jU lualluu LUIII~IU GII Indias a Pedro de Fonseca Mejía, - 500 pesos que su difunto marido había enviado a su hijo fray Félix para que "le dijese quinientas misas por su alma y la mía". Después de haber repartido la herencia entre sus cuatro hijos, una vez liquidadas diferentes obligaciones pide ser enterrada en el convento de Santo Domingo de La Laguna, como efectivamente se hizo, en una de las sepulturas de la capilla de Nuestra Señora del Rosario". En general estos documentos hacen un repaso de la situación econó-mica familiar, incluidas deudas y obligaciones, se reparten los bienes indicando su procedencia y en algunos casos se estipulan mejorasi para finalmente destinar alguna cláusula de salvaguardia de su alma como era el dedicar algunas cantidades para misas, donaciones, etc., o incluso pedir que se les enterrara en lugares concretos. Otro de los procedimientos por el que llegan caudales indianos a las Canarias es a través del Juzgado de Indias instaurado en las diferentes ctU;icncias indianas y cii la. casad.c coiitiaiaci&i & Scuilla; Gutiérrez AlviS se pueden definir a los bienes de difuntos como, "... aquella categoría o clase especial de bienes dejados en Indias por españoles o extranjeros que, fallecidos en aquellas Manuel A. Fariña González remotas regiones, en España o en su viaje de travesía, carecían de herederos residentes en aquellos países, con lo que tras el óbito surgía la indeterminación de quien o quienes pudieran ser los legítimos sucesores de tales bienes hereditarios y quién habría de pechar con la vigilancia, conservación y tutela de los mismos hasta su adición por el sucesor"45. Por nuestra parte y en el año 1976 iniciamos la investigación en los posibles autos, referidos a los isleños, tramitados a través del Juzgado de Bienes de Difuntos y en la época que nos afectaba. Esta documenta-ción junto a la ofrecida por el profesor Muñoz Pérez nos ha permitido conocer el número aproximado de canarios fallecidos "con testamento o ab intestato", desde 1654 a 1750. Con esta comunicación lo que hemos pretendido es analizar desde J- -.:-L.. 1 1- --:--,.,.:A- 2- -.2 ,.a--A- un yuriiu ue visia gciieiai ia Cuugiauuu L ~ L I O I I U - ~ I I I C I I L ~ULCJIU~C I-I-IC - diados del siglo XVII hasta 1718. No ha interesado analizar las consecuencias que esta emigración isleña tuvo no sólo en algunos luga-res de recepción de la misma como mierto Rico, Cuba y Venezuela, sino también las que provocó en el Archipiélago, trastocando en nume-rosos casos la vida familiar y local. Fundamentalmente hemos tratado de averiguar las interrelaciones económicas y sociales ya que en otros trabajos hemos analizado las de tipo sociológico y cultural. En el fenómeno emigratorio canario-americano se establecen a lo largo de su desarrollo diferentes matizaciones: una epigración "volun-taria", el tributo de familias a partir de 1678, el paso de militares cualificados a ocupar determinados cargos políticos o militares en las provincias y Virreinatos indianos, el enganche de algunas compañías de soldados canarios que se envían a las guarniciones americanas, así como la nada despreciable aportación de los polizontes o "llovidos". Por otra parte; hemos intenta. do. valorar la presencia del indiano, con sus riú;tip:es v.&5afiies, iíicideíicia !a ecofioirnjsaU a! =:;a. +s de "las remesas invisibles", o con la compra de tierras, donaciones, capellanías y patronatos. El retorno de los indianos en el marco... 1. Memoria de Licenciatura (inédita), leída en 1987 en la Universidad de La Laguna, bajo la dirección del profesor D. Antonio Béthencourt Massieu. 2. Ver Mapa n.' 1: Mercados para Canarias (siglo xviri), pág. 89 de la Tesina citada en la nota anterior. 3. "Entre los pilotos de Indias procedentes de las islas Canarias que se examina-ron entre 1650-1717, hemos localizado un total de 20; destacando los palmeros (12), seguidos por los tinerfeños (4). canarios (1). más uno que se ignora su origen insular, y un gallego avecindado en las islas". Manuel Fariña González "Aportación al estudio de las interrelaciones canario-americanas, 1680-1718", pág. 224. 4. "La aportación canaria al Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla", en V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), Las Palmas de Gran Canaria, Mancomunidad Provincial de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Cana-ria. Las Palmas, 1986. Tomo 11. 5. Debemos acudir a las publicaciones de Tomls González (Madrid, 1829); Leopoldo de La Rosa Olivera (La Laguna, 1949); Fernando Jimfhez de Gregorio (Madrid-Las Palmas, 1968); Luis Fernández Martin (Madrid-Las Palmas, 1975); José Sfinchez Herrero (Madrid-Las Palmas, 1975). Igualmente hay que contar con la elabo-ración de los datos registrados en los libros sacramentales de las parroquias de las diócesis de Canarias. a lo largo del Antiguo Régimen, realizada por Antonio Macías Hernandez en su tesis doctoral inédita: Economía y Sociedad en Canarias durante el Antiguo Régimen, c. 1500-1850. 6. "En el siglo xvn solamente hay algunas relaciones de vecindad, correspon-dientes al año 1646, que se custodian en el Archivo de Simancas, Diversos de Castilla. A pesar de la búsqueda hecha no hemos conseguido encontrar estas relaciones de los pueblos de nuestras islas." Jimknez de Gregorio, Fernando "La población de las Islas C&n&ri,er !e q-nrl_a mitad &! rig!~ XV?!!'', .Angeri~ & EJ~~&Q: A&&~cQ:. Madrid: Las Palmas, Casa de Colón-CSIC, 1968 (n." 14), pág. 127. Para los efectivos poblacionales del siglo xw, registrados en los libros parroquiales de las islas de El Hierro y La Gomera, debemos consultar la obra de Gloria Díaz Padilla y José Miguel Rodríguez Yanes, El señorío da las CMariclr Occidentales. La Gomera y El Hierro hmta 1700. Santa CNZ de Tenerife: Cabildos Insulares de El Hierro y La Gomera, 1990. 266 Manuel A. Fariña González Por nuestra parte hemos localizado dos vecindarios, uno de 1655 para Adeje (Tfe.) y otro del conjunto de la isla de El Hierro (siglo xvrr). Es evidente la dispersión de los documentos y la ausencia de datos globales de la población canaria para el siglo xvrr. 7. Con referencia a los años finales del siglo xvnr y primeros del XK, Francisco Escolar y Serrano elaboró un detallado recuento de la población y diversos aspectos económicos de las islas en su Estadística de las Islas Canarias, 1793-1806 (Edición de Germán Hernández Rodríguez). Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Aho-rros, 1983-1984 (3 vols.). 8. El análisis de la salida de emigrantes canarios, en el siglo XVIIIa, través de la documentación notarial lo hemos aplicado en el trabajo Aportación al esrudio de las interrelaciones canario-americanas, 1678-1718. Con respecto a la utilización de los libros sacramentales de las parroquias isleñas desde la perspectiva geográfica-históri-ca (Jiménez de Gregorio, Sánchez Herrero, Bumel de Onieta, Martfn Ruiz, Macías Hernández ...) y para la evaluación de la inmigración isleña conocemos la de algunos historiadores y antropólogos en las parroquias de las tierras americanas destacando especialmente la de D. Jesús Guanche y sus investigaciones de demografía histórica en la isla de Cuba, y las de Cristhopher Luks en Guatemala. 9. Vid. Richard Konetzke "Las fuentes para la historia demogrhfica de Hispano-américa durante la época colonial", en Anuario de Estudios Americanos. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1948 (n." S), pig. 279. 10. Vid. Peter Boy- Bowman. "La procedencia de los españoles de América, 1540- 1559". Historia Mexicana México: 1967 (n." 6.5). pp. 37-71; C. Pérez Bustamante. "Las regiones españolas y la población de América", Revista de Indias, Madrid: 1941 (n." 6); A.G.I. Catálogo de Pasajeros a Indias, durante los siglos XVI, XVII, XVIII, Madrid-Sevilla: AGI, CSIC, Instituto Gonzalo Femández de Oviedo, 1930-1942 (11 Vols.); Analola Borges "La región canaria en los orígenes arnezicanos", Anuario de Estudios Atldnticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1972 (n." 18), pp. 199- 276; y "Aproximación al estudio de la emigración canaria a América en el siglo xvr", Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1977; (n." 23), pp. 239-262. 11. Vid. Pérez Bustamante. Op. cit., pp. 81-88. 12. Vid. Juan Francisco Martín Ruiz, "Análisis geodemográfko de la población de Gran Canaria en la segunda mitad del xvirr", en VI11 Coloquio de Historia Canario- Americana (1988). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1991 (Tomo 1), pPg. 387. i3. Vid. ;osé Viera y Ziavijo, ihiicias para ia íiisiorio Cenerai isias Canariüs, Santa Cruz de Tenerife: Ed. Goya, 1967. 14. Roberto Roldán Verdejo. Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura, 1729-1798, La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1966, pág. 18. 15. Emilia Sanchez Falcón. "Evolución demográfica de Las Palmas", en Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas: CSIC, Casa de Colón, 1964 (n." lo), p6g. 213. 16. Antonio Romeu de Armas. Piraterías y ataques navales contra las Islas Cana-rias, Madrid: CSIC, 1945-1950. (Reedición facsímil, 1992). 17. Vid. Emilia Sánchez Falcón, ob. cit., pp. 336 y 349-350; Antonio Rumeu de Armas, ob. cit., pp. 276-277. Para D. José de Viera y Clavijo, la población de Las Palmas en dicho año, era de 9.435 habitantes. 18. En Gran Canaria "... Hay en 1787 unos 88 varones por cada 100 mujeres, lo que denota una cierta disimeda de los sexos no muy pronunciada, consecuencia por E1 retorno de los indianos en el marco ... 267 un lado de la sobremortalidad masculina, mucho más importante a partir de las edades adultas, y de otro al hecho de la superior emigración de los hombres, varones jóvenes o jóvenes adultos, como indica la relación masculina de 78,4 en el intervalo 25-39 años de edad. "La emigración a ultramar, aunque significativa, no alcanza la relevancia de otras islas, como El Hierro y Tenerife". Juan Francisco Martín Ruiz, ob. cit., pág. 372 y 379. 19. "S610 disponemos de la información que proporciona el Censo de Floridablanca, de fiabilidad dudosa en esta variable, aunque nos da una aproximación bastante gran-de acerca de la estructura social y profesional de la población. Se puede admitir que a escala insular más del 63% de la población activa se hallaba empleada en el sector agrario. Hay un ligero predominio de labradores, presumiblemente propietarios de la tierra, aunque tambikn se pueden incluir medianeros, arrendatarios, enfiteutas, etc., sobre los jornaleros, al contrario que en Tenerife, donde los jornaleros son una mayo-ría abrumadora." Ibídem, pág. 339. 20. Antonio Macías Hernández. "La emigración canaria a Amtrica (siglos xvr-xx)", en La emigración espafiola a Ultramar, 1492-1914. Madrid: Tabapress, 1991, pp. 283-298. 21. Ibídem, pig. 292. 22. "Mayor significación tiene en este nivel crítico la tesis que responsabiliza de la emigración isleña en primer término a la política emigratoria de la Corona. Tal grado de responsabilidad pierde parte de su fuerza si consideramos que el *derecho de familiasn, impuesto sobre el tráfico canario-americano, fue adoptado a instancias de la r!sp hmlnantc. Vendi6 :, sus paisanos desheredados a cambin de pantizarse la continuidad de su excepcional régimen comercial con América, especialmente ahora, cuando la pérdida del mercado colonial lusitano para sus caldos vidueños, así como las dificultades impuestas a su entrada en las colonias inglesas, exigían la colocación de todo el excedente en el mercado colonial hispano. Al propio tiempo, y como indican los propios defensores de la propuesta, el «derecho» de familias permitió aligerar la tensión social provocada por la regresión económica que define la centu-ria ..." Ibídem, pág. 292. 23. Francisco Morales Padrón. "Las Canarias y la política emigratoria a Indias", en 1 Coloquio de Historia Canario-Americano (1976). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1977; pág. 214. 24. A.H.P.S.T. Protocolos de Angel Domínguez Soler. Leg. 725, cuad. 4.", fols. 182-190. 25. A.G.I. Secc. Indiferente General. Leg. 2.484. Cita de Richard Konetzke, ob. cit., pig. 281. 26. Francisco Morales Padrón. "Las Canarias y la política ernigratoria a Indias" en I Coloquio de Hisloria Canario-Americano (1976). Las Palmas de Gran Canaria: Ca-bildo Insular de Gran Canaria, 1977, pág. 214. 27. AGI. Secc. Indiferente General. Leg. 2.484. Cita de Richard Konetzke, op. &.,pág. 281. 28. Vid. Manuel Lobo Cabrera "Relaciones entre Gran Canaria, Africa y América a través de la trata de negros" en 11 Coloquio de Historia Canario-Americana (1977). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979. 29. AHPST. Protocolos de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 530, cuad. 1.'. fols. 5-9. (El subrayado es nuestro). 30. Ibídem, 1701, cuad. 6.", fol. 304 rt.". 31. Vicente Suárez Grimón. "Contribución al estudio de la propiedad de la tierra en Gran Canaria: fundaciones pías y vinculares de origen indiano en el siglo xvr~r". V 268 Manuel A. Fariña González Coloquio de Historia Canario-Americana (1982). Las Palmas de Gran Canaria: Man-comunidad de Cabildos de Las Palmas de Gran Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1986; p. 530. 32. AHPST. Protocolos de Francisco Fernández Delgado. Garachico. Leg. 2.168, 1716; fol. 341. 33. Ibídem. Leg. 2.165, 1710, cuad. 6."; fols. 352 vt."-354 vt.". 34. AHPST. Protocolos de Angel Domínguez Soler. La Laguna. Leg. 726, 1705, cuad." 2."; fols. 49-50. 35. Ver cuadro anexo: Esquema del cobro de una deuda en el comercio canario-americano, 1701. 36. Agustín Guimerá Ravina. Obra cit., p. 270. 37. AHPST: Protocolos de Juan Fernández Machado. La Laguna. Leg. 1.209, 1705; fol. 388 rt.". 38. AHPST. Protocolos de Pedro Alvarez de La Cruz. Vilaflor. Legajo 3.741, m 1706, cuad." l."; fol. 177. - 39. Jesús Hehández Perera. Orfebrería de Canarias. Madrid: CSIC, 1955, p. 22. E 40, Marla Cristina b!hP!o MU?ín. "Ctun-riac y !m indianos repatriarlns durante !a ii primera mitad del siglo xix". N Coloquio de Historia Canario-Americana (1980). Las n-- Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Mancomunidad Provincial m O Interinsular de Cabildos de Las Palmas. 1982. (Vol. 11). pp. 526-527. E 41. Pedro Hernández de Vergara. Garachico. Leg. 2.340, 1701, cuad. 2."; fol. 85. E 2 42. AHPST. Protocolos de Francisco Fernfindez Delgado. Gmhi co. 1710. Leg. -E 2.165, cuad. 7; fols. 390-391. A 9 1--L XK..=-- EL..-- .'l -0 hi--c.~ A- A;f.,-+ae ., 1-0 ,--nmAfic f-Il-,-;Ane T-A~Qo: 3 -,J. .,UD+ I " I " L I V & I S,,+&. LIVi ".*llrJ U* U . I U . I b Y . 7 J .Y., bUL.LU.V.7 .Y"L.C'UV.. 1.. L..".'&= una primera aproximación al tema". IV Coloquio de Historia Canario-Americana -- (1980). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Mancomunidad 0 m Provincial Interinsular del Cabildo de Las Palmas. 1982 (Vol. II), pp. 101-102. E 44. AHPST. Protocolos de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 529, 1700, O cuad. 4."; fols. 227-229. 45. Citado por José Muñoz Pérez. Obra cit., p. 86. n -E a 2 n n El retorno de los indianos en el marco.. . 269 A F R I C A Manuel A. Fariña González GRAFICO 1 Salidas de Navíos hacia Indias, 1680- 1720 1674 1679 1884 1689 1694 1699 1704 1709 1714 AliO8 La Habana m ~ampecb m ~ e n e z u ~ a 0 puerto RICO TOTALES Fuentes: Cu. (1992); Faña. (1987); T. 9.' (1991). GRAFICO 2 Retorno de Navíos, 1674- 1714 r - - - - - - Tenerlb La Palma Oran Canaria lela8 Fuentes: Cioranescu (1992); Fariña (1987). El retorno de los indianos en el marco... GRAFICO 3 La Población de las Canarias, 1587-1857 Gran canaria @S3 ~uertewnturaU L. ~omera EI Hlerro E 3 ~anrarote m ~a alma Tenerife m TOTALES fHabtea.1 Fuentes: Fdez. (1975); Jiménez (1968); Sánchez (1975). GRAFICO 4 Salidas de Emigrantes, 1680-1718 (Tenerife-Gran Canaria-La Palma) Emigrantes 250 j Fuentes: M. Fariña (1987); E. Torres (1991). ESQUEMA DE UNA DEUDA CANARIO -AMERICANA. 1701 Acreedor Deudores Diego Yanes .Oramas 1 Agustín García de Bustamante 1 Antonio Sotomaior y Balenzuela Dueños del Pingue: Nuestra Señora del Rosario, San Pedro Alcántara ... Vale por 1.2150 pesos escudos U 2 Fdo. por Gonzalo Pereira de Ocampo U IL Regidor de la isla c Vale por 1 .O00 pesos escudos Pdo. por el Cap. Lázaro de Abreu 0 ,a ri - - - - 2.000 quintales de palo de Campeche libres de costos, a entregar por el Cap. Francisco Martín de Fleitas, Maestre del citado pingue (*) h I I de los 250 pesos; escudos que faltan 1 Como fianza de la operación ponen el seguro del pingue que asciende a 12.000 pesos escudos Fuentes: (A.H.P.S.T. Protocolo de Juan Machado Fiesco. La Laguna. Leg. 530. 1701, cuad. 42, fols. 171 - 175). (Elaboración propia). (*) En nombre de Agustín García de Bustamante, se podían entregar al Capitán Cristóbal Perdomo o al Capitán Juan Tomás de GumiBn, vecinos de Santa Cm. |
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