LA EXPEDICION DE DIEGO GARCIA
AL RIO DE LA PLATA
ERIC BEERMAN
Coincidiendo esta Conferencia de Historia Marítima con el comienzo de
la última década antes del V Centenario del primer viaje de Cristóbal Colón,
es oportuno recordar el papel clave jugado por el Archipiélago canario, no
solamente en los viajes de Colón, sino también en las sucesivas expediciones
marítimas con destino a las Américas así como a las islas Molucas o Espe-cies.
No todas las expediciones con destino a las Molucas llegaron a su meta
y entre éstas, se encuentra la de Diego García de Moguer, vecino de este
pueblo andaluz, cuna de tan famosos navegantes, quien después de una es-tancia
de siete meses en Canarias continuó su expedición aunque llegando
solamente al Río de la Plata asi como lo hiciera en el mismo año el venecia-no
Sebastián Caboto, piloto mayor de Carlos V.
Con el descubrimiento por Núñez de Balboa en 15 13 del Mar del Sur, o
Pacífico, España tuvo conciencia que otro obstáculo habría de vencerse an-tes
de alcanzar las Molucas -cruzar el inmenso Mar del Sur- lo que se convir-tió
en uno de los más importantes objetivos de una serie de expediciones
marítimas, el encontrar el deseado paso a través de las Indias. Con los rela-tos
sobre el oro y la plata del Imperio del Rey Blanco y de la increfble rique-za
de la Sierra de la Plata, la busca de estas tierras se sumó al objetivo ante-rior
del paso marítimo.
Una de estas expediciones fue la realizada por el piloto mayor de Fer-nando
V -Juan Diaz de Soiís, quien salió de Sanlucar de Barrameda en Octu-bre
de 151 5 y trás una escala de una semana en Santa Cruz de Tenerife, pro-siguió
su rumbo hacia el Río de la Plata donde halló su muerte sin haber en-contrado
la buscada ruta al Mar del Sur. Los supervivientes de esta expedi-ción
regresaron a la península con plata y narrando los relatos oídos a los in-dios
sobre las increibles riquezas de la Sierra de la Plata detrás del desierto
dei Gran chaco. Esta expedición de regreso iba mandada por el cuñado de
Solís, Francisco de Torres, y por el maestre de la nao, Diego García de Mo-guer.
.\I hablar del Río de la Plata es importante recordar que en el siglo XVI
estc brazo de agua no solo era el gran rio, tal como se conoce hoy en dia por
este nombre, sino también lo incluían los ríos conocidos hoy por Uruguay y
Paraná. Los indios Guaranís lo llamaban Paranaguasu, o «río como mam
Los primeros cartógrafos españoles cambiaron su nombre a Santa María, o
Jordán, y con la expedición de Juan Días de Solís a río de Solís y más tarde
al regreso de D!az García con «plata» a -Río de la Plata.
Con la primera circumnavegación del mundo por la expedición de Ma-gallanes,
la corona española tuvo su soñado paso marítimo a las Molucas,
tierra riquísima reclamada por España y Portugal. Con el regreso de Juan Se-bastián
Elcano en 1522 los viajes a dichas islas adquirieron gran importan-cia,
por lo que Carlos V separó de la Casa de Contratación de las Indias en
Sevilla, la Casa de Contratación de las Especies, estableciéndola en La Coru-ña.
Varias razones contribuyeron a este cambio, como el cada vez mayor trá-fico
marítimo del Guadalquivir, así como la escasa profundidad de ia barra a
la entrada de esta vía fluvial para las grandes naves, necesarias en las largas
travesías al Oriente.
Con el respaldo de la Junta de Badajoz en 1524 a la opinión de ~Magalla-nes
que las Molucas pertenecían a la corona española, Carlos V ordenó cua-tro
expediciones a dichas islas sin que ninguna alcanzase su destino. La pri-mera
en 1524 por el portugués Esteban Gomes, quien no encontró el desea-do
paso norteño a Las Molucas, pero si realizó un reconocimiento la costa
oriental de América del Norte. La segunda partió al año siguiente también
de La Coruña al mando del infortunado Fray García Jofre de Loaysa, quien
murió poco después de cruzar el estrecho de Magallanes. En 1526 dos viajes
salieron: el de Sebastián Caboto y el de Diego García.
Después del viaje con Solís al Rio de la Plata, Diego García obtuvo en
1522 el nombramiento de capitán y piloto de Su Majestad y de la Casa de
Contratación de las Especies. Echando de menos la vida a bordo de un bar-co,
Diego García deseaba hacerse a la mar y en 1525 solicitó armar dos cara-belas
con las que intentaría cruzar ei estrecho de iMagaiianes y explorar ei
Mar del Sur hasta alcanzar Las Molucas. También solicitó Diego García la
explotación de todas las tierras que él descubriese por un periodo de ocho
años desde su salida de La Coruña, alegando «... no habrá otro hombre en
España ... que sabe tanto los secretos, altos y bajos en esta navegación»'.
1 <Condiciones puestas por el capitán y piloto Diego García, para armar dos carabelas con
las cuales iría a hacer descubrimientos en el Mar del Sur», Archivo General de Indias (AGI).
El director de la Casa de la Contratación de las Especies, el Conde don
Fernando de Andrade y el factor, Cristóbal de Haro concertaron un asiento
con las condiciones puestas por Diego Garcfa, para el viaje al Mar del Sur
-recibir una carabela de 50 a 100 toneladas abastecida para 40 personas, un
patache de 25 o 30 toneladas y la madera y piezas para armar un bergantín
para la exploración de rios. El coste total seria de aproximadamente 1.800
ducados recibiendo Garcfa y su piloto Rodrigo Darias cada mo 100 ducados
adelantados como sueldo. Este asiento especificaba que en aquel tiempo
-Agosto de 1525- Garcfa deberfa estar en La Coruña preparando la expedi-ción
con un mantenimiento de real y medio por &a, también se mencionaba
que Garcia trataria de encontrar los rastros de Juan de Cartagena, coman-dante
de la nao Concepción de la expedición de Magallanes, quien había sido
abandonado por éste en la Patagonia en 1520 por rebeldia2. Este asiento
para el viaje de García a Las Molucas fue aprobado en 1525 por Carlos V en
ole do^.
Confirmando este asiento, Carlos V firmó en esta misma ciudad el 10
de Febrero de 1526 la capitulación con el Conde don Fernando de Andrade
y Cristóbal de Haro para realizar varias expediciones a Las Molucas, in-cluyendo
la de Diego García, quien debfa «...dar a la vela por todo el mes de
Septiembre de este presente año de mil e quinientos y veinte y seis)), sin em-bargo
Garcfa ya habfa partido de La Coruña el mes de ~ n e r oD~e. acuerdo
Patronato, Estante 1, Caja 1, citando Luis Torres de Mendoza, Colección de documentos inédi-tos
relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones de América
y Oceanút, sacados de los arcbivos del reino y muy especialmente del de Indiar (42 vols.; Ma-drid,
1864-1884), XIII, pp. 561-563; Eric BEERMAN y Dale MIYAGI, «Diego García y
Guarn», Congressional Record (Washington, D.C.; Government Printing Office), CXXIII,
Num. 171 (21 Octubre 1977), E-6435. Sobre Diego García con Solís en el Río de la Plata, véase
la declaración de Alonso de Sanca Cruz, Sevilla, 16 Agosto 1530, AGI, 144-1-10, citando José
TORIBIO MEDINA, El Veneciano Sebartián Caboto (2 vols.; Santiago de Chile, 1908), 11, 167.
2. «Asiento que el Conde de Andiada y Cristóbal de Haro tomaron en nombre de Su Ma-jestad
con Diego García», La Coruaa, 14 Agosto i>2>, Tüiies de Mi-ndüza, XW, pp. 136-
135. Documento publicado también en José TORIBIO MEDINA, Colección de documentos
inéditos para la historia de Chile desde el vi& de Magallanes basta la batalla de Maipó (10
vols.; Santiago de Chile, 1888), 111,437-442.
3. Real Cédula, Yo El Rey, Toledo, 24 Noviembre 1525, Torres de Mendoza, XXII, 136.
4. «Capitulación que se tomó con Hernando de Andiada y Cristóbal de Haro para hacer
varios descubrimientos*, Yo El Rey, Toledo, 10 Febrero 1526, Torres de Mendoza, XXII, pp.
137.145; Lris CERY.EIY.0 RLANCO (ed.), ,Rc!acih qtie presentó a SU Majestad, e! capitln
general Diego García, de las derrotas y navegación que hizo en el segundo viaje al descubri-miento
del Río de la Plata, desde su salida del puerto de la Coruña, á 15 de Enero de 1526»
(Aquí en adelante citado &elación de Diego García»), Colección de dianos y relacionespa~ala
con otro de los términos de esta capitulación «...no hareis el dicho viaje a
descubrimientos en las partes donde hubiese descubierto otros descubrido-rem5,
por lo que se deduce que el Río de la Plata no podía haber sido el des-tino
de la expedición de 1526 pues García ya había estado allá con Solís hace
10 años.
Con la aproximación de la partida, Carlos V dió las últimas instruccio-nes
a García, tal vez teniendo en consideración su próximo matrimonio real
en Marzo de 1526 con Isabel de Portugal, hermana del Rey Joiio 111, «...no
consintais que se toque ni descubra tierra ... dentro de los límites del Serenisi-mo
Rey de Portugal)) añadiendo que debería tratar de encontrar los rastros
de la expedición anterior a Las Molucas de Fray García Jofré de Loaysa y del
piloto de Magallanes -Juan serrano6.
Una vez terminados los preparativos del viaje, la expedición de Diego
García zarpó una fría mañana del mes de Enero de 1526 -ocho meses antes
Haro, saliendo del puerto de La Coruña a bordo de la nao capitana Nuestra
Señora del Rosario, y no en una carabela como se anotaba en la capitulación y
con su destino a Las ~olucas'. El día 15 Garcfa dobló el peligroso cabo de
Finisterre, rumbo a su primera escala -la isla de La Palma en Canarias, don-de
llegó a finales de mes8.
Aunque las instrucciones reales claramente decían que García saliese de
Canarias «tan pronto que sea posible)), sin embargo la expedición permaneció
siete meses en dichas islas. La razón de esta demora era sencillamente, que a
historia de los viajes y descubhzientos (7 vols. ; Madrid, 1943-1975). IV, pp. 9-18, citando
manuscrito original en AGI, Patronato, Papeles traídos del de Simancas, leg. 3 de los rotulados
de relaciones y descripciones. Copias del manuscrito en Real Academia de Historia, Madrid
(RAH), Sig. A104, fols. 342-347 v.; AGI, Patronato (Moluco), 1-2-1 1-11, Museo Naval, Ma-drid
(MN), Colección de Navarrete, XIV, fol. 461. Relación publicada en Eduardo MADERO,
HU-toh delPuem de Buenos Aires (Buenos Aires, 1892), pp. 352-359.
5. uCapitulación», Op. cit., p. 138. Para estudios sobre Solís en el Río de la Plata, véase
José TORIBIO MEDINA, Juan Dláz de Solfi (2 vols.: Santiago de Chile, 1897) y Andrés
LAMAS, <Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la Platax, Revista del Río de La Plata, 1
(1871). pp. 415-443.
6. aInstmcción que se dió el Rey a Diego García piloto, capitán general de la Armada que
se aprestaba en la ciudad de la Coruña para su viaje a las islas del Maluco, 1526», MN, Colec-ción
de Navarrete, XV, Núm. 6, pp. 61 y 90, citando manuscrito en AGI. Patronato, Papeles
traídos desde Simancas, leg. 9 de Relaciones y Descripciones. Copia del manuscrito en RAH,
Signatura A104, fols. 290-299 v.
7. &elación de Diego Garcían, p. 12. Pudiese ser que García salió en enero para llegar an-tes
que Caboto, quien partió en abril. Además parece que García no estimaba mucho la nave-gación
marítima de Caboto, <.. .Tomó la contraria como hombre que no sabía nada*, p. 13.
8. Ibídem.
pesar que la capitulación proponía la salida de La Coruña para el mes de hep
tiembre, el armador Andrade habia ordenado a Garcfa de hacerse a la mar en
Enero, tal vez para partir antes que lo hiciese Caboto, anticipando ocho me-ses
la expedición y Garcfa, debido a su experiencia en el cono sur, sabía que
hasta el mes de Septiembre no comenzaba la primavera en aquel hemisferio,
siendo esa la mejor época de navegación9.
Tres meses más tarde, estando Garcia en la isla de La Palma, llegó Ca-boto.
Garcia había. partido del puerto gallego solamente con las suficientes
provisiones para llegar a las Canarias donde con un poder del Conde de An-drade
consiguió agua, leña y viveres para su largo viaje a través del Atlánti-co.
Provisto de todo lo necesario Garcfa se despidió del archipiélago canario
el primero de septiembre, dirigiéndose rumbo 250 leguas al suroeste -Cabo
Verde- donde llegó en una semana. En la isla de Boa Vista, García compró
de los portugeses carne, pescado, cebo, agua y; not-í que dicha ir!. iuminir-traba
algodón para Las Palmas de Gran canaria1'.
Haciéndose a la vela, se dirigieron hacia la costa brasileña de Pernanbu-co,
dentro de los iímites de la corona del entonces cuñado portugués de Car-los
V. De alií bordeando la costa pero sin tocar tierra se dirigieron hacia el
sur hasta pasar el iímite de demarcación, alrededor 44" lat. O, entrando en el
primer puerto español, San vicentel1, donde existfa una colonia de unos 30
españoles y portugueses. Allá, Garcfa recibió la sorprendente noticia que Ca-boto,
quien había zarpado de las Canarias antes que él, lejos de cumplir la ex-pedición
encomendada de ir a las Molucas, se encontraba a 70 leguas al sur,
en el Río de Los Patos (.Ita.jai) , .pre.par ando un viaje al Rfo de la Natal2. La
9. Ibídem, pp. 12-13; ~Instmcciones que se dio por el Rey a Diego García», Op. cit., p.
63. Las expediciones de García y Caboto estaban juntas en La Palma en abril de 1526, citando
carta de Luis Rarnírez, marinero de Caboto, Río de la Plata, 10 julio 1528, *...y el día 10 de
Abril (1526). y Caboto dio licencia para que toda la gente pudiera saltar en tierra, estando allá
(La Palma) 17 días ... recibiendo aguaie y leña. carne, vino, queso, azúcar; muy bueno y ham-to.
.. aquí la gente de esta tierra nos hizo mucha cortesía», en Revista de la Biblioteca P6blica
de Buenos Aires, 1 (1879), p. 123.
1 O. Ibiu7,
11. <&elación de Diego García», pp. 13-14. San Vicente se encuentra pocos kilómetros al
sur de la ciudad brasileña de Santos. El h i t e de demarcación según el Tratado de Tordesillas
de 1494 era 370 leguas oeste de Cabo Verde; una legua, siendo la vigésima parte de la exten-sión
lineal de un grado del meridiano terrestre, o, 6.650 varas castellanas. y tomando un pro-medio
de .84 metros a la vara, es 5.586 metros, por 370 leguas es 2.067 kilómetros oeste de
Cabo Verde, aproximadamente 44O Lat. O., o pocos kilómetros al oeste de Río de Janeiro y po-cos
al este de San Vicente.
12. IbZdem.
razón dada por Caboto de no proseguir su viaje a Las Molucas era, el haber
perdido su nao capitana con la mayorfa del abastecimiento al llegar a Itajai.
Otra razón de este cambio de rumbo podría atribuirse a la influencia portu-guesa
para impedir las expedicionese españolas hacia Molucas, ya que los
portugueses se consideraban los únicos dueños de las mismas, reteniendo a
Caboto con los relatos de las riquezas de plata que existian en el Rio de la
Plata. En Itajai Caboto encontró a Enrique Montés y Melchor Ramírez, su-pervivientes
de la expedición anterior de García y Solís al Río de la Plata,
quienes ofrecieorn sus servicios como «Lenguas» (intérpretes) para la explo-ración
de dicho rfo.
Mientras tanto Diego García también cambió su rumbo, abandonando
el destino de Las Molucas por el Rfo de La Plata y el gran Imperio del Rey
Blanco. En este puerto de San Vicente vivía desde hacia 30 años un bachiller
portugués, a cuyo yerno, Gonzalo de Acosta, conocedor del Río de La Plata,
ofreció ir con Garcfa como «lengua». Garcfa acordó con el bachiller y su yer-no
un contrato para traer en su regreso a España 800 esclavos. Estos escla-vos
irían en la nao Naestra Sefora de/ Rosario, adecuada para estas travesías
pero no apropiada para los ríos tributarios de la Plata. Garcia en su relación
mencionó que en varias ocasiones de haberse quejado al Conde de Andrade
que aquella nao no poda entrar en los rios y de no haber recibido las naves
estipuladas por Su Majestad en la capitulación y asiento, recibiendo en La
Coruña la nao grande, en vez de la carabela13.
Después de un año en la región de San Vicente, García partió de dicho
puerto eI mes de Enero de 1528 rumbo Itajai, donde llegó a los pocos dias14.
Aquí los indios le contaron de la reciente estancia de Caboto y de su proyec-tado
viaje al Rio de la Plata. En Itajai Garcfa se abasteció de patos, harina de
mandioca y calabazas. Para no dar demasiado ventaja a Caboto, Garcfa pron-to
se hizo a la mar rumbo a Santa María cerca del Rto de la Plata. Alcanzan-
13. Ibfdem, pp. 14-15; Declaración de Nicolao de Nápoles (patrón de la nao de Caboto,
Süiita PpIa& d e l ,O~@r )S,& !!a, 4 de diciembre de !530, d n f~n l a c i 6 n1 e"~ncadae n Sevilla
para averiguar los indios que Diego García y Sebastián Caboto habían llevado a España desde
el Río de la Platas, AGI, 144-1-10, citando José TORIBIO MEDINA, El Veneciano Sebastián
Caboto, 11, pp. 175-176; y Enrique DE GANDIA, Antecedente Diplomático de la Expedición
d e J u ~ nD láz de SOL%,S ebastiún Caboto y Dn. Ped~od e Mendoza (Buenos Aires, !935), p. 63.
14. Parece que la fecha de la salida de San Vicente en 1527 en la &elación de Diego Gar-cía
», p. 14, es incorrecta, siendo el 15 de enero de 1528, citando Francisco Adolpho VARN-HAGEN,
H&ona Gral do Brazil (2 vols.; Río dejaneiro. 1854). 1, 38; José TORIBIO ME-DINA,
El Veneciano Sebaxtiún Caboto, 1, p. 171; Luis L. DOMINGUEZ, ~DiegoG arcía: Una
crítica del artículo por Manuel Carlos Trelless, Revista de Biblioteca Pzíblica de Buenos Aires,
11 (1880). pp. 4 y 9.
do Santa María, García vio la isla de los Pargos, de gran riqueza pesquera,
donde permaneció ocho dias, esperando la llegada de su bergantfn adquirido
en San Vicente. Con su llegada, ambas embarcaciones entraron en el Río de
la platat5.
A finales de Febrero de 1528 llegaron a la isla de San Gabriel cerca de
la presente ciudad de Montevideo, donde García ordenó armar el bergantín
transportado abordo de la nao, operación que duró dos semanas -tiempo que
él y algunos hombres de su tripulación aprovecharon abordo del bergantín
comprado en San Vicente para dirigirse al rfo Luriai (Uruguay) en busca de
«plata». Veinticinco leguas rfo arriba en la estancia de San Salvador, Garcfa
vió dos naos pertenecientes a Caboto. El teniente de esta Antón Grajeda, sa-lió
con unas canoas de indios y su batel armado para enfrentarse con quien
él pensaba fuese Francisco de Rojas, antiguo capitán de Caboto, vendido por
éste como esclavo a los indios en Itajai. Sin embargo, Grajeda pronto rero-noció
a su antiguo compañero Garcfa a quien creía en Las Molucas. En el
transcurso de una conversación aquel contó a ~ a i c f aso bre la expedición de
Caboto al adyacente Río Paraná. Con esta información sobre Caboto, García
regresó a San Gabriel donde sus hombres ya habfan montado el bergantfn.
El, de acuerdo con todos sus oficiales, decidió enviar la nao Nuestra Señora
del Rosario de vuelta a San Vicente debido a su tamaño y la peligrosidad de
las crecidas de los rfos en aquella época para ir cargándola de esclavos. El pi-loto
de García, Rodrigo Darias, el intérprete Gonzalo de Acosta y alguna tri-pulación
más, regresarfan en la nave con el fin de tener listos los esclavos
para su traslado a la penfnsula, y de informar a la corona sobre las andanzas
de Caboto en el Río de la Plata en vez de las islas Molucas. En este viaje de
regreso a San Vicente recogieron a Francisco de Rojas quien había escapado
de los indios, llevándole a San Vicente.
En San Gabriel, Garcfa botó su bergantfn y junto con el otro y 60 de
sus mejores hombres se hicieron al Rio Paraná, enviando las restantes naves
suyas a la estancia de Graieda en el Uruguay. Ochenta leguas rio Píirsiná arri-ba
en la confluencia del Rfo Carcaraña, Garcfa encontró la fortaleza de Sanc-ti
Spiritus, bastión de Caboto, quien se encontraba fuera de ella en busca de
plata, habiendo dejado la fortaleza al cargo de Gregorio Caro, sobrino del
obispo de Canarias. Con una fuerza numericamente doble a la de Caro, Gar-
15. &elación de Diego Garcían. p. 15, y José TORIBIO MEDINA, El Veneciano Sebastián
Caboto, 1, p. 171.
cia advirtió a éste que el Río de la Plata no era el objetivo de la expedición
de Caboto, quien deberfa marcharselb.
La mañana del viernes santo de 1528, 10 de Abril, García y sus hom-bres
embarcados en los dos bergantines, dejaron a Caro en Sancti Spiritus,
subiendo el Río Paraná. Después de 27 días y 30 leguas antes de llegar a la
confluencia del Paraguay las dos expediciones españolas «a las Molucas)) se
encontraron en plena selva americanat7. La situación -tensa al principio-mejoró
cuando Caboto el 7 de Mayo invitó a Garcia a comer a su nave. La
arrnonfa no duró mucho, pues ambos reclamaban la primacia de la conquista
de aquel río. Sin embargo, como los ataques indios habían causado conside-rables
bajas entre los dos bandos españoles, éstos decidieron navegar río aba-jo
hasta alcanzar la protección de la fortaleza de Sancti Spiritus donde pensa-ban
construir media docena de bergantines para regresar con más hombres y
explorar juntos en busca de la Sierra de la Plata.
Dicho plan se cumplió y Garcfa y Caboto, con todos los bergantines y
hombres adicionales de Caro se dirigieron nuevamente al Paraná, entrando
en el Rfo Paraguay hasta llegar cerca de la confluencia del rfo Pilcomayo. Sin
embargo esta expedición conjunta no tuvo Cxito hallando más indios que
plata y muriendo 30 españoles, por lo que ambos navegantes decidieron re-gresar
a lo que García pensaba sería su protección en Sancti Spiritus. Pero
allá Caboto con todas sus fuerzas, superior a las de Garcfa, cercó a éstos du-rante
un largo año en plena selva del Paraná, según el propio testimonio de
Garcia dado a su regreso en ~evillal*.
Laboto, haciendose señor de todo, me tuvo a mi e a la gente que
conmigo iba tiempo y espacio de un año cercado, diciendo que yo ha-bfa
de estar bajo de su mando e de su bandera y de su justicia, e me de-
16. «Relación de Diego García~p, p. 16-17; José TORIBIO MEDINA, El' Veneciano Se-bastián
Caboto, pp. 172-174. Sobre Sancti Spiritus, «un fortín cuadrado, con foso y palizada,
que llamó Sancti Spiritus, para conmemorar probablemente el día en que la obra se inició -9
de junio, ó Pascua de Pentecostés de 1527», citando Pablo tiKOUSSAC. d a expedición de
Mendoza~A, nales de la Biblioteca (Buenos Aires), VI11 (1912), XL.
17. «Relación de Diego Garcían, pp. 16-1 7. José TORIBIO MEDINA, EL' Veneciano Sebas-tián
Caboto, pp. 173-174. El lugar del encuentro sería por la presente ciudad argentina de
Goya. Dicho encuentro detallado en Antonio HERRERA Y TORDESILLAS, Descn$ción de
Las bdias Occidentales de Antonio de Hevera ( S vols. ; Madrid, 172 5 ) , 11.
18. Declaración de Diego García, Sevilla, 16 agosto 1530, dnformación hecha en Sevilla
ante ei aicaide ordinario a petición dei capitán Eiego García, acerca de todo io que ie ocurrió
en el Río de la Plata con el capitán general Sebastián Caboton, AGI, 144-1-10, citando José
TORIBIO MEDINA, El Veneciano Sebastián Caboto, 11. p. 165.
fendió la salida, me puso muchos tiros de artilleria para no dejave sa-lir
del dicho río, e me quitó todos los mantenimientos, e no me dejó
comprar ni resgatar cosa alguna, e aún no me dejaba de partir a coger
yerbas del campo para mantener la gente, de cuya causa me destruyó e
echó a perder la dicha mi armada, e no me dejó resgatar oro ni plata ni
otra cosa, de cuya causa se perdió todo los que yo lleva a en la dicha
armada e dejé de venir muy próspero e en muy breve tiempo...)).
Dicho testimonio de Garcia fue respaldado por el de los propios oficia-les
de Caboto -los tesoreros Alonso de Santa Cruz y Alonso Bueno. A este
último, Caboto había enviado además a la estancia fluvial de San Salvador en
el Uruguay con la orden de retirar las velas y los aparejos de las naves deja-das
allí por ~ a r c i a ' ~ .
A finales de 1529, Garcfa y sus supervivientes lograron salir del Paraná
arribando en San Salvador donde Grajeda les entregó sus naves con las velas
y aparejos. Al abandonar el Rfo de la Plata rumbo a San Vicente, Garcfa hizo
una escala en Itajai, donde más tarde también llegó Caboto con noticias de la
destrucción de Sancti Spiritus por los indios. Según Garcia, Caboto vino
«...muerto de hambre ... y los indios en Itajai dieron de comer...)), pero al par-tir
Caboto se llevó consigo cuatro hijos de los jefes, dañando las buenas rela-ciones
con los indios de aquel puerto»20.
Dejando a Caboto en Itajai, Garcfa regresó a San Vicente contento de
ver su nao con su piloto Rodrigo Darias, quien le informó sobre Francisco
de Rojas, quien se encontraba en San Vicente en casa del intérprete de Gar-da
-Gonzalo de Acosta. Al poco tiempo de llegar Caboto allá, Rojas comen-zó
en abril de 1530 un proceso por agravios contra el piloto veneciano2'.
19. Declaraciones de Alonso de Santa Cruz, Juan de Junco y Alonso Bueno, ibídem, pp.
167, 168, 169, 171.
20. &elación de Diego García», p. 15; Declaración de Antonio Ponce (alguacil de la ex-pedición
de Caboto), Sevilla, 4 diciembre 1530, «Información levantada en Sevilla para ave-riguar
los indios que Diego García y Sebastián Caboto habían llevado a España desde el Río de
la Platas, Op. cit., 11, 173; y Manuel Ricardo TRELLES, ~DiegoG arcía: Primer descubridor del
Río de la Platas, Revista de la Biblioteca Pziblica de Buenos Aires, 1 (1879), p. 119.
21. Declaración de Diego García, San Vicente, 22 marzo 1530, dlequerimiento que hizo
el General Sebavián Cahot~e ' el Puerto de San Kccnce de Ir costa de! Erasi! a donde en com-pañía
del capitán General Diego García arribó al regreso del Río de la Plata para España en Mar-zo
de 1530, al capitán Francisco de Rojas que fue de la Nao Trinidadde su Armada, que ha-biendo
a la ida para dicho río dejado desterrado en el Puerto de Patos y por esclavo en poder de
un indio, le halló en el dicho San Vicente. para que se embarcase en la Nao Santa Maná delEs-
García ultimó los preparativos para e1 regreso a España cargando su
nao con los esclavos comprados a Acosta, más tres esclavos de la tribu
Atambures, que había trafdo del Río Paraguay con la esperanza que uno de
ellos fuese su «lengua» en un futuro viaje a aquellas tierras22. Todo listo, G
arda abordó Nuestra SeZora del Rosario, cruzó el Atlántico, llegando a Sanlú-car
de Barrameda el mes de Julio y a Sevilla el día 29 de ese mismo mes, una
semana antes que lo hiciese Caboto.
Después de descansar de su largo viaje de más de cuatro años, García
presentó en Sevilla un informe sobre los hechos ocurridos entre él y Caboto.
En la introducción. Garcfa escribió23:
((Diego Garcia ... salió de La Coruña e iba y fue al Rio de la Plata ...
Sebastián Caboto ... capitán que fue de otra armada que su majestad en-vió
a... Molucas se fue a meter en el dicho Río de la Plata».
Interesante observar las palabras de Garcia, él «iba» y «fue» al Rio de la
Plata; pero Su Majestad «envió» a Caboto a Molucas, quien «fue» al Río de la
Plata. Aunque parece que Garcfa tuviese tanta culpa como Caboto, pues las
dos capitulaciones claramente especifican las Molucas como destino de arn-bos
viajes24.
Así García continuó como capitán y piloto de S. M. y consejero de los
asuntos rioplatenses en la Corte, debido en parte a su protector el Conde
Don Fernando de Andrade, portugués y pariente de la Reina, y nombrado al
omnipotente cargo de asistente de Sevilla después de la clausura en 1528 de
la Casa de la Contratación de las Especies en La Coruña.
pinar.. . para pasar a España», AGI, Papeles traídos de Simancas, kg. 5, Pleitos del Consejo, ci-tando
MN, Colección de Navarrere, XV, Núm. 16, pp. 199-205; y Declaración de Diego Gar-cía
et al.. San Vicente, 4 abril 1530, dnformación levantada por Francisco Rojas en el puerto
de San Vicente para acreditar los agravios que Sebastián Caboto le había hechos, AGi, Patro-nato,
legajo 1-2-118, citando José TORIBIO MEDINA, EL Veneciano Sebastián Caboto, 11,
p. 476.
22. Welación de Diego Garcías, p. 17; y Declaración de Diego García, Sevilla, 4 diciem-bre
1530. dnformación levantada en Sevilla para averiguar los indios que Diego García y Se-bastián
Caboto habían llevado a España>, Op. cit., 11, 178-179. '
23. Declaración de Diego García, Sevilla, 16 agosto 1530, «Información hecha en Sevilla
ante el alcalde ordinario á petición del capitán Diego García acerca de todo ¡O que le ocurrió en
el Río de la Plata con el capitán general Sebastián Caborou. Op. cit.. 11, 165; y Enrique GAN-DíA.
Antecedente Diplomático, p. 68.
24. «Instrucción que se dio por el Rey a Diego García piloto^. Op. cit., MN, XV, Núm. h.
pp. 6445.
El leer detalladamente la siguiente frase de la relación del viaje de Gar-cía,
se observa que él podría haber tenido quejas contra su antiguo armador
Andrade, sin embargo, dado la influencia de éste no es de extrañar que Gar-cia
no cornenzase un proceso contra el asistente de ~ e v i l l a ~ ~ :
«...porque muchas veces (en La Corufia) le dije al Conde don Fer-nando
y a los factores que hicieron el Armada, que aquela nao no p -
día entrar en el Río (de la Plata) que era muy grande y ellos no quisie-ron
sino hacerme llevar, cargada con esclavos, e así lo hice que así la
mandé, cargada de esclavos porque ellos no hicieron ni me dieron la
Armada, que S. M. mandó que me diese, e lo que con ellos yo tenía ca-pitulado,
concertado e asentado e firmado de Su Majestad, mas, antes
hicieron lo contrario que me dieron la nao grande, e no conforme a lo
que Su Majestad mandaba, e no me la dieron en tiempo que les fue
mandado por Su Majestad, que me la diesen entrando septiembre, y
ellos me la dieron mediado de enero, que no podía yo aprovechar della,
porque aquí Vuestra Majestad lo verá por esta navegación».
Como en la gran mayoría de las expediciones marítimas al Nuevo Mun-do
de aquella época Diego Garcia no solamente hizo una escala en el archi-piélago
canario sino que permaneció una temporada de siete meses aún en
contra de lo especificado en la capitulación real.
25. «Relación de Diego Garcías, pp. 14-15.