CANARIAS Y AMERICA EN EL PENSAMIENTO
DE NICOLAS ESTEVANEZ
NICOLAS REYES GONZALEZ
I. INTR OD UCCION
En este trabajo que presentamos a la consideración y a la crítica de
los asistentes al V Coloquio de Historia Canario-Americana, nos
proponemos una serie de objetivos, que vanios a esbozar en esta
introducción. También repasaremos las fuentes que hemos utilizado,
realizando alguna crítica a la historiografía existente sobre el tema que
vamos a desarrollar. Después, haremos una breve semblanza biográfica
de D. Nicolás Estévanez y Murphyi, sin profundizar con todo detalle,
porque algunos aspectos 18s tocaremos en las dos partes en que
dividimos esta ponencia. La primera dedicada a Canarias y su plasma-ción
en el pensamiento y en las obras de Estévanez y la segunda, a
realizar en el mismo estudio, referido al continente a~pericano. Termi-nando
con unas conclusiones, como tercera parte.
Hemos estudiado en primer lugar su concepción de Canarias, porque
no podemos entender sus ideis sobre América, sino a través de su
identidad canaria. También es cierto, que su pensamiento de América,
debido a su permanencia y a la comprensión del problema colonial,
debió influir, sin duda, en sus ideas acerca de Canarias. Nos ha resultado
difícil llegar a conclusiones definitivas en esta primera más bien
hemos apuntado algunas hipótesis de trabajo, que es preciso*qbe sean
desarrolladas en ulteriores investigaciones. Estévanez da cierta 3e nsación de inseguridad cuando trata temas de las islas, debido a veceq~arcarecer
de información o a tener, quizás, una visión deformada a.,causa de la
distancia. En cambio, sobre América opina con una mayor r~tundidady
expone con firmeza sus opiniones y juicios. Su conocimiento de
1. Vid. REYES GONZALEZ, Nicolás: "144 Aniversario del nacimiento de D. Nicolás
Bzévanez y Murphy". Serie de cinco artículos publicados en "La Tarde", de Santa Cruz de
Tenerife, los días 27 de enero y 3, 9, 13 y 17 de febrero de 1982.
Espana es también importante; esto nos ha llevado a realizar mi trabajo so-bre
su visión de la República de 1873 y de las razones de su fracaso, que está
próximo a publicarse2.
En cuanto a las fuentes, ocupan un lugar importante sus inacabadas
Memorias, que sólamente abarcan el período comprendido entre su nacimien-to
(1838) hasta 1878~P. or otra parte, vamos a encontrar en ellas escasas re-ferencias
a Canarias, salvo cuando realiza descripciones idealizadas del paisa-je
insular, sin ninguna alusión a la problemática canaria. Sobre la ausencia de
Canarias &eis te texto fundamental, podemos explicarla por su Carácter pe-riodfstico,
ya que fueron publicadas originalmente en el periódico madrilefio
El Iq6arn'ad teniendo por lo tanto, que ajustarse a la censura que imponía el
régimen de la Restauración a la prensa. También es posible, que sus largos
períodos de ausencia del Archipiélago, hicieran que su conocimiento de la
realidad canaria, no fuera muy grande. Las Memotias, en cambio, nos propor-cionan
datos de indudable interés para el conocimiento de la Historia de Es-paña
y de América; debido a la participación directa que D. Nicolás tiene en
los acontecimientos que narra y analiza.
En esta misma línea, ocupan un lugar importante dos obras que nos
descubren una faceta apenas conocida de Estévanez, la de historiador. En
1904 publica en la Editorial ascuela Moderna dirigida por el anarquista
catalán Ferrer Guardia, un Resumen de HMtoria de España y en la Editorial
Garnier Hermanos de París, su Resumen de Hktoria de ~ m é t i r aE~s.ta s obras
las utilizaremos en la segunda parte de este trabajo, para enriquecer las apor-taciones
que nos ofrece D. Nicolás Estévanez en sus Memorias.
Creemos que estas obras, merecen un estudio monográfico, porque el
pensamiento históxico de Estévanez, se acerca, en cierto grado, a una histo-ria
explicativa y razonada, no cayendo en interpretaciones subjetivas y chau-vinista~.
Hemos tenido que recurrir a su obra literaria, sobre todo a la poética,
tanto en su etapa romántica de la juventud, como de su poesía social y com-
2. REYES GONZALEZ, Nicolás: Lr primera Rep.dbIlr(a e+&h vista por D. Nimk EsfLva-
Histmia & nn faasa En vias de publicación en la aRevista de Historia», de la Universidad de
La Laguna
3. ESTEVANJ%Z, ~ i & kM: is Mcmoriar. Ed Giner. Madrid 1975. Reedición reciente de la
2" edición, 1903.
4. ESTEVAiW.2, Nicoiás: Rcsnmm & Hisforia & Erpñiz Ed Escuela Moderna Barcelona,
1904. Rewmm & Hisforia & hhia Ed Garnier.. París. (Nueva edición continuada pt Isidoro
L. Lapya).
3 Nicolás Reyes González
prometida polfticarnente de su madurez. La obra poética de Nicolás Estéva-nez
ha despertado vivas polémicas, pues ha sido considerado, por algunos, el
padre de la escuela regionalista canaria5 y otros han atacado sus poemas, so-bre
todo el mítico almendro del célebre poema Canariar6. Pero esta cuestión
ya la trataremos en la primera parte del trabajo que hoy presentamos. Hemos
de advertir que no vamos a reaiizar un análisis literario de su producción
poética, sino ian análisis de contenido, que nos permita profUndizar en el co-nocimiento
del pensamiento de Nicolás Estévanez.
Otro tipo de fuentes que hemos tenido ocasión de consultar, son los ar-tA.+
-..L.At"t:--" A- 17-+A7"--* ".-.....-a L*-&" -L-:.-.- .-. ...-A- --- :-"A-wo
p u u u n u b w n u\ -aLCivau-, a u u y u C i GaLL uauap uu 10 h=u,ua L c a L m u u
de una forma exhaustiva, porque para llevarlo a cabo es necesario recurrir a
fondos de otras hemerotecas. Hemos revisado las colecciones de los siguien-tes
periódicos: El Diario de ~ e n e r i f eL~ a; ~e d e r an' óny~ e l ~ u e b l oó~r,g anos cer-canos
al republicanismo federal. También hemos recogido información de la
Revista de Canaria10 y de La Ilusttan'ón de Canariarl1, sus articulas publicados
en órganos de prensa republicanos y anarquistas de Madrid, Barcelona y
otras capitales esparlolas. 12.
Aparte de las obras de Nicolás Estévanez especificadas, hemos recurri-do
a las cartas que envia a D. Ramón Gil-Roldán y Nos y a D. Luis Maffiot-te
La-Roche, recopilación y publicación que debemos al trabajo de D. Mar-cos
Guimerá Peraza 13. También hemos utilizado las obras dedicadas al estu-dio
de Nicolás Estévanez, de este autor14; trabajos que suponen una valiosa
5. El profesor D. Sebastián de la Nuez en Historia a'e Cmrias de Viera y C1avi'pp Tomo EL
6. ALONSO, Eüidio: Los o h s canat~os. E/ mito &/ aimmdm y don Nimkis Ertctmn Serie de
diez aafcuios publicados en El Día de Santa Cruz de Tenerife, entre los días 21 de junio y 11 de
julio de 1968.
7. D.-& A&- c.."A"A.. -"r, n-. -- ------ --La:-->- --- - . ~. bA,V-, IVII-uu pA U. 1 a t i i ~L I D~L S V ~ l C L , puuucduo p r p mera vez ei 29 cie no-'
vimbre de 1886 y desaparecido en 1917.
8. Organo del partido republicano de Santa Cruz de Tenerife, dirigido p r D. Miguel Viiial-ba
Hervás. Aparece el 21 de agosto de 1869 y deja de publicarse a pamr de 1874.
9. Periódico de matiz republicano federal, dirigido por D. Antonio F€lk Daroca. Comienza
en 1870 y acaba en 1874.
10. Revista de cuácter científico-literario, dirigida por el republicano federal D. ~ ~ Zearolos
Herrera Publicada por primera vez en 1878 y acaba en 1882.
ii. "nevisca h&da por 9. Patricio Esthanez, ei 15 de fuiio de 1882; cesa de publicarse a
partir del 8 de septiembre de 1884.
12. Son numerosas las colaboraciones periodísticas de don Nicoiás Estévanez y seria $=e-sante
recopilar y estudiar -has fuentes.
13. ESTEVANEZ, Nicolás Carta. Ediadn, estudio y notas por Marcos Guimerá Peraza
Aula de Cultura 1975.
Cananary América - Nicolás Est&mez 4
aportación al conocimiento de la vida y obras de D. Nicolás, aunque estime-mos
que si analizarnos esta obra con cierto rigor histórico, tenemos que ma-nifestar
nuestro desacuerdo con algunas interpretaciones del autor y hacer
también algunas objjciones de carácter metodológico. A lo largo del presen-
, te trabajo, tendremos ocasión de hacer esta critica, que en muchos aspectos,
se reduce a que D. Nicolás es estudiado bajo una óptica conservadora y se
cae en un relato biográfico, que a veces se convierte en una abrumadora
aportación de datos, que impiden la comprensión del personaje en su totali-dad
Es conveniente que Nicolás Estévanez sea estudiado en el seno de una
circunstancia histórica concreta y condicionado por unos orígenes sociales
que dan lugar a una ideología, que se desarrolla y cambia a lo largo de su di-latada
vida. Creemos firmemente que todavia no se ha hecho una monografia
histórica sobre este personaje, que merezca este ~ ~ c a t i vNoo. se puede
comprender, el a veces contradictorio pensamiento de Nicolás Estévanez, si
no lo explicamos dentro del marco general de la expansión imperialista de la
Europa de Bismarck, de la Espafía del Sexenio y de la «Restauración» borbó-nica
No hemos pretendido en lo expuesto, reseñar toda la bibiiograffa exis-tente,
ni siquiera toda la que hemos utilizado, se trata más bien de una selec-ción
de la que tiene un carácter más relevante y constituye la base que sus-tenta
nuestra investigaci6n. El resto de la bibliogafia la iremos comentando
o dando a conocer en las citas y notas aclaratonas del trabajo.
A continuación, trazaremos las iíneas generales de tipo biográfico que
nos permitirán valorar el interés y validez de las opiniones de Nicolás Esté-vanez,
para la comprensión de Canarias y América, objetivo primordial de la
presente exposición, como ya hemos indicado.
Nace D. Nicoiás Esthanez en Las Palmas de Gran Canaria un 17 de
febrero de 1838, pero su familia se trasladó pronto a Santa C m de Teneri-fe15.
Muere en París, el 21 de agosto de 1914, en plena guerra mundial.
¿Cómo sintetizar una vida tan intensa y apasionante? Podemos comenzar di-ciendo
que fue primeramente un militar comprometido en la lucha por la de-
< A P v m r r n A nrn A V A l'----- XT:-,L =--L.-- - ,- -L~,.L,- A.-L ~ - r . . l - . -
1.t. V U U I - T ~ , I V l a T W S . I Y I C U I Y ) W - M C 4 V ~ I C Y T I Y I U i Z ~ C U < I U C L U L Y l d U C I U L C I A -
fe. 1979. NimLás está,^ mluciomzrio, El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria
Xxxm-XXXTV: 1972-1973.
15. Siempre se considera tinerfeño, pero tendremos ocasión de comprobar que don Nicolás
es por encima de todo un canario que siente a todas y cada una de las islas.
5 Ni~vkás R yes Gonzákz
mocracia y la justicia social, permaneciendo en el ejército mientras sus ideas
no le impidieron hacerlo. Estévanez fue un hombre de acción, un conspira-dor
que participó en los preparativos de la llamada «Revolución Gloriosa» de
septiembre de 1868, en los levantamientos federales de 1869 y 1872 y co-mienza
a brillar con luz propia en la República de 187316. En esta actividad
política destaca su actuaci6n como Gobernador Civil de Madrid y como Mi-nistro
de la Guerra durante el primer Gabinete del segundo Presidente de la
República, D. Francisco Pf y Margall. En esta etapa es elegido diputado para
la Constituyente, por Santa Cruz de Tenerife y participa en el célebre «com-promiso
dei 73)) tan importante para esa historia del llamado (¿Pleito Insu-lam;
cuestión que trataremos con una mayor profundidad17.
Estévanez evolucionará a lo largo de su vida, desde posturas liberales
burguesas, que le hacen pertenecer a los progresistas como otros militares
espaiioles de su época, hasta una ideologia anarquista que no impide que par-ticipe
en la gestación del partido republicano federal de Pf y Margali. Pero
por si esto no fuera suficiente, podemos afíadir que D. Nicolás fue, además:
periodista y poeta, historiador y gran traductor. Negándose a cobrar pensión
alguna como ex-ministro o militar. Otra característica de su mentalidad es su
anticlencalismo y marcado atefsmo, que nos explica así: «...mi regla es hablar
poco de lo que no entiendo. Yo no sé una palabra de Dios, de su existencia,
de su grandeza, ni de su necesidad»18. Y sobre su ideologia anarquista trans-cribimos
lo siguiente: «...mi belio ideal es la anarquia; (...) la científica, la ra-cional,
la que tiene por medio la destrucción, y por fin la felicidad humana.
?Crees tú que la libertad es compatible con el funesto principio de autoridad'
Se ha dicho que todas las formas de gobierno son buenas, pero yo dgo que
todas son muy malas. Mientras haya gobiernos, mientras haya leyes, habrá
también tiradas, soldados, guerras y calamidades. Pero como la poiítica es
una ciencia práctica, yo que reconozco la imposibilidad de llegar a la realiza-ción
de mi ideal en cuatro siglos, defiendo la república federal como la solu-ción
práctica más compatible con la libertad, la justicia y las innumerables
preocupaciones de la sociedad» 19.
16. REYES GONZALEZ, Nicolás, op. d.
17. Fue diputado también en dos ocasiones, una durante la monarquía de Arnadeo de Sa-boya
en 1872 y otra durante la Restauración en 1903. En estas dos ooisiones por Madrid
18. ESTEVANEZ, Rartfos dc la Vida Articulosj nmembranurr. París. Garnier He-manos.
19 13. pág. 67.
19. ESTEVANEZ, Nicok Ca*. Op. cit., pág. 34. Carta dviada desde Ciudad Rodrigo
el 26 de mayo de 1870 a su +sano, el monárquico conservador D. Ram6n Gil-Rol& y Rios.
Canatiasy América - Nicok Ezteiana 6
Creemos que como presentación es suficiente, ahora sólo resta comen-zar
el desarrollo de esta investigación, D. Nicolás Estévanez tiene ahora y
hasta el final, la palabra; nuestra labor consistirá en relacionar y analizar las
posibles interpretaciones que puedan darse a su pensamiento; dejando claro,
una vez más, que no haremos sino una aproximación incompleta al tema.
Esperamos contribuir a un mejor conocimiento de esta figura tan importante
y tan olvidada de nuestro siglo XM.
NICOLAS ESTEVANEZ Y CANARIAS (1838-19 14) .
APROXLMACION Y PLANTEAMIENTOS GENERALES
De la misma forma que evolucionan las ideas poiíticas de Estévanez a
lo largo de su vida, también sufre un lento proceso de maduración intelec-tual
su concepción de Canarias. Este proceso lo vamos a encontrar lleno de
múltiples y variadas contradicciones, que van a dificultar enormemente
nuestro trabajo. Muchas veces tendremos que interpretar su pensamiento
dentro del contexto en el que se desarrolla, con sus condicionanees poiíticos,
propios de momentos históricos concretos. Otras veces, intentaremos leer
entre ííneas y aventurar alguna hipótesis que necesita una mayor comproba-ción.
Por todo ello, hemos de distinguir tres etapas, al menos, en este proce-so
que vamos a estudiar: un primer período que corresponde al joven Esté-vanez,
etapa que trancurre entre 1838 y 1852, en la que se configura su
mentalidad liberal avanzada, gracias a la educación recibida en el seno de su
familia en Tenerife. Después transcurre su etapa militar desde 1852 hasta
1871, en la que ya comienza a producir poemas dentro de la línea romántica
de la época y la visión que tiene de Canarias es una visión idealista y contor-sionada
por la lejanfa. En este -período no ven&& a las islas sino en tres oca-siones:
1857, 1862 y 1866, durante cortas estancias. Por último, se desarro-lla
su etapa de mayor actividad poiítica, que corresponde a su protagonismo
directo durante el Sexenio y a su exilio voluntario, cuando fracasa la expe-riencia
republicana de 1873 y se restaura, por la fuerza de las armas, la mo-narquía.
La mayorfa de los testimonios con los que contamos, van a tener su
rige^? en estz teroríl P~?rM- d--e S-U- vid% que coincide con su madurez política
e ideológica.
Qué factores influyen en su creciente interés por su Canarias natal? En
primer lugar, su paulatina y forzada @rdida de la vocación militar que le
7 Nicoiás Reyes González
hace abandonar el Ejército, porque sus ideas se oponen al papel que le está
tocando desempefiar al ejército espafíol, es decir, reprimir todo tipo de le-vantamiento
republicano en la Peninsula y sostener el dominio sobre los res-tos
del imperio colonial español. Ninguno de los dos cometidos satisface a
don Nicolás, por ello abandona el ejército y se dedica plenamente a una acti-vidad
política de tipo revolucionario.
El fracaso de la República de 1873 y del federalismo va a tener un gran
impacto en Estévanez, que radicalizará sus posturas y verá con preocupación
el futuro de Espafía. Esta gran frustración que le lleva al exilio voluntario,
c-1-1 TL:*-ILJU- - VI ~--L: >II~Ic-I-lCl TML I-IU-CAU-,-C -J u2c opucL. a, y--d-la- a--~..aL.u..aL-. ."C: .3~LI-AC..L ICIIUUG- IL- LD ..~..,'- LI Jl1"a, m
D
capital de la ID República francesa, ciudad donde va a refugiarse en su traba- E
jo como traductor de la Editorial de los Hermanos Gamier, cuya dirección O
literaria ostenta su paisano Elías Zerolo Herrera. Canarias va a convertirse n-- m
en el pensamiento de Estévanez, en una tierra soiiada e idealizada por la leja- O
E
nfa y los muchos aiíos de ausencia E
2
-E
EL (@LEITO INSULAR>, Y SU MANIPULACION 3
Vamos a ocupamos en primer lugar, de sus opiniones sobre el iiarnado
((Pleito insulam que divide a las dos mal llamadas d a s mayores)) del Archi-piélago20.
Este pleito respondfa a una rivalidad entre los grupos oligárquicos
de la entonces capital del Archipiélago: Santa Cruz de Tenerife y a los de Las
Palmas de Gran Canaria Creemos que este «pleito» ha tenido nefastas conse-cuencias
para el desarrollo de la conciencia canaria y que ha servido para
ocultar los verdaderos problemas que abrumaban al pueblo islefio.
Hubo políticos -y éste es el caso de Nicolás Estévanez-, que compren-dieron
que era necesario limar asperezas y defender la unidad del Archipiéla- - A- &-A- A - 1 - -1 1 0 .l- L. 4 Q 7 2 -- gU ..--L.-- l..- A:--- J+JL C11Lllllr UC LUUU. AJl pUC4 C1 17 UC JUlllU UC 10 1 J JC LGUllCII IUJ UpU-tados
canarios de la Constituyente y firman un ((compromiso)) redactado por
el entonces Ministro de la Guerra y diputado, Nicolás Estévanez, por el que
se comprometían a proponer y sostener en la Comisión Constituyente que,
en lo político, el Estado de Canarias se subdivide en dos sub-Estados, y en el
caso de que la Comisión se oponga a ello, que tume la Dieta entre las dos is-ias
de Tenerife y Canaria (sicj. -iMa&ci, junio 19 de 1873, N. Estévanez, F.
León y Castillo, Santiago Verdugo, L. Benitez de Lugo, Eufemiano Jurado
20. GUIMERA PERAZA, Mmcos: ElPhifo Zmuhr. Santa C m de Tenerife. 1976.
~ o r n i n ~ u e rPne~ro~ e.s te compromiso seria papel mojado, porque la Consti-tución
federal no sería aprobada y esto arrastrada tras de sf a la República.
Los diputados tinerfeiíos, Estévanez y Benítez de Lw, sufrirían las criticas
del Ayuntamiento santacrucero, porque estimaban que el pacto iba contra la
rapitalidad de Santa Cruz, D. Nicolás contestó con una carta con fecha del
31 de julio, en la que aseguraba que no existfa dicho compromiso, no debien-do
por tanto preocuparse el Ayuntamiento capitalinoz2.
El 26 de agosto escribe a su paisano D. Ramón Gil-Roldán sobre el
problema que estamos tratando: «...seguiré tu consejo, no perdiendo de vista
para nada las pretensiones de León y Verdugo, como las de Jurado, acerca
de la capitalidad. Y entre paréntesis: si no hubiera capitales, no habrfa cues-tiones.
Puedes dar a esta frase toda la extensión que quieras»23. Esta carta la
escribió después de producirse la intervención del diputado León y Castillo
en contra del proyecto de Constituaón federal presentado por Pf y Margall.
Esta intervención de D. Fernando, parece ser que provocó el fracaso del de-bate
constitucional. Más adelante, en otra carta, escribe lo siguiente:
«No me convenzo de que tan sin razón se alarme todo un pueblo, ni me
convenzo tampoco de que me he de morir sin que desaparezcan todas las capi-tales,
todas las capitalidades (...).
Mientras los hombres y los pueblos, y las naciones piensan tanto en sus
intereses Imenguados intereses! no hay honra ni libertad posibles»24.
Estarnos de acuerdo con los profesores A. Voituriez y O. Brito, cuando
afirman que «...la creación del «bloque de poden), con base en el pacto de la
Restauración borbónica, a partir de 1876, garantizaba a Madrid que no se
producirían veleidades «criollistas» en Canarias, en la confianza depositada,
(...), en la figura que jugará un papel clave hasta el fmal de nuestro siglo:
remando i,&n y h%iiio.
La agudización de la pugna intracanaria y la habilidad de D. Fernando
para acentuaria, utilizarla y rentabilizala para sus propios objetivos, desarti-culará
las escasas posibilidades de profundizar en la identidad canarimZ5.
21. GUIMERÁ PERAZA, Marcos: Nimkás Erthmie o ka Rebeldía Aula de Cultura de Tene-
LL- ,07c -1- 7L
L l l C 17 <J. <U.
22 Vid op. d. nota 20, págs. 116 SS.
23. ESTEVANEZ, Nicolás: Carta. Ed, estudio y notas por Marcos Guimerá Peraza. Aula
de Cultura de Tenerife. 1975, págs. 58 y 59.
24. Ibid pág. 59.
En una carta que escribe Estévanez años más tarde, el 5 de b i o de
1881, se lamenta de los disgustos con Canaria (sic) y dice que: &so se arre-glarfa
llevando la capital a Lanzarote. En cuanto a León y Castillo, no se
ocupa ahora de capitalidades. Conoce bien a los suyos y piensa satisfacerlos
con títulos n~biliarios))Y~ ~e.l 19 de Marzo de 1911 , en plena madurez, le
escribe a D. Luis Maffiotte a Madrid, un último pensamiento: «Si pudiera
improvisarse el tendido de un puente que uniera ambas capitales, habría pu-ñaladas
esta misma noche»27.
De lo expuesto, podemos sacar las siguientes conclusiones, D. Nicolás
r:-ii*L--c*i-ir a -i,1-ei aii~,,r,,;,i ir;l~a^rilr~;;: j^aAu,u. uA-r . i1a"J" r-s.r..., iruiLl li"a"a .y. ~,;,i,nvl;aAniril,ru a u ~r;.oi.,ii .iln>.u.~iar rLu, lnr bu iai> ~ W L
se encuentran sumidos los demás políticos canarios. Quizás este distancia-miento
es posible gracias al alejamiento de Estévanez, que le permite una
mejor comprensión de la problemática canaria; se declara contrario a toda
capitalidad, ya que como buen federalista y también como anarquista, defien-de
la mayor descentralización posible, porque comprende que las Islas son
unidades económicas y tienen que-autogobernarse, porque sus intereses son
a veces antagónicos con las otras islas. D. Nicolás no se manifiesta contrario
a la unidad del Archipiélago, sino que plantea la necesidad de no sustituir el
centralismo de Madrid por uno o dos centralismos locales. Unidad si, pero
respetando, en la medida de lo posible, los intereses de cada isla, creando la-zos
de solidaridad entre ellas.
LOS CONOCIMIENTOS DE LA REALIDAD CANARIA EN ESTEVANEZ
Su prolongada ausencia de las Islas hace que su conocimiento de los
problemas sociales y económicos, de éstas, no sean muy exhaustivos. El 19
de julio de 1877, escribe a Gil-Roldán lo siguiente:
«Lo que no comprendo es cómo ni en que pudiera yo serviros para ia
cuestión del Instituto, cosa que considero (más) importante hoy que un faians-terio,
porque un falansterio sólo no serviría de nada. Además, en esas islas
donde se muere de hambre poca gente y mucha de indigestión, no se hace
sentir ia necesidad de las reformas tan vivamente como por
25. PEREZ VOITIJRIEZ, A. y BRITO GONZALEZ, O.: Canurias enmajada intmoml.
C.E.S. de Canarias. Ecotopfa Sta Cruz de Tenerife, 1982, pág. 48.
26. Vid Op. cit. nota 23, p 94.
27. Ibid. pags. 252253.
28. Ibid pág. 97.
Camriasy América - Nim& fitbanez 10
No hemos de discutir que en Francia, en particular, existieran proble-mas
graves de tipo económico y social, pero nos parece un tanto subjetivo e
irreal su juicio sobre Canarias, aunque esté escrito con cierta dosis de ironfa
y humor.
En otra carta, el 5 de noviembre de 1878 vuelve a demostrar su igno-rancia,
pidiendo el siguiente favor a su amigo: «Cuando tengas una hora li-bre,
dime algo sobre el cultivo del algodón en Canarias (...).
No sé una palabra del asunto. Ignoro si se cultiva o se ha cultivado al-guna
vea>29. Sefialamos el fragmento de su carta del 27 de sgptiembre de
1879, en la que se refiere a un ofrecimiento que le hizo Eiías Zerolo, para
que realizara unas leyendas canarias: «Las leyendas han de ser históricas y yo
no sé palabra de la historia de las islas, porque no creo en ella ni en ninguna
historimf0.
Este desconocimiento que hemos detectado, podria ser como conse-cuencia
de las dificultades inherentes a su exilio, y por consiguiente a su leja-nfa
del Archipiélago. Su información de Canarias la recibfa a través de su
hermano Patricio que desde 1886 residfa en Tenerife, o bien de sus amigos:
Gil-Roldán y Wos, Luis Maffiotte y La-Roche, Andrés Antequera y Benve-nutti
y Elías Zerolo Herera entre otros. Cuando prepara su Diccionario Mili-tar3',
recurre a Luis Maffiotte para preguntarle sobre palabras de carácter
militar que se utilizaran en Canarias, parece ser que no fueron de su agrado
las que le envió Maffiotte, porque el 19 de abril de 1897 le contesta asi:
«Le aseguro que no figuran en el Diccionario esas palabras guanches que
ha exhumado V. no se de donde. Supongo que serán guanches, porque las
sabe V. no porque yo las ignore; pasan de 6.000 las lenguas en que pueden in-sultarme
sin que yo me entere, ... ni me
EL VALOR ESTRATEGICO Y LA DEFENSA DE CANARIAS
En este apartado, sale a relucir el viejo militar que subsiste en Nicolás
Estévanez durante toda su vida33. En sus Memoria se refiere en escasas oca-
29. Ibid pág. 79.
30. Ibid pág. 93.
31. ESTEVANEZ, Nicolás Diccimrio Militor. Parfs. Garnier. 1897.
32. Vid Op. Rf. nota 23, pág. 133.
33. Nicoias Estevanez, sigue teniendo afición por los temas militares, dedicándoles algunas
obras y artículos.
11. Nimh Reyes Gonzáiez
siones a sus islas tan alabadas y tratadas en el resto de su obra literaria. Qui-zás,
el único párrafo que merezca ser resaltado, es el que transcribimos a
continuación:
«Englobo en mi c d o a aquellas siete isks tan hermosas y espafiolas, y
me quita el suefio el abandono en que las tiene Espaila. En estos tiempos difi-des,
en estas horas crfticas, no están fortificadas ni ardadas. Pueden surgir
de pronto' nuevos conflictos nacionales o internacionales, y depués dirán que
no se han defendido si de elias se adueiía un invasor. No lo hard sin resisten-cia
de los insulares, pro la época de los milagros ya hace tiempo que pas6»34.
m
D
D. Nicolas sufre como todos sus contemporáneos el impacto de la de-rrota
de 1898 y ve peligrar sus islas, que como estudiaremos en este aparta- -
do, van a ser objetivo apetecido por su situación estratégica y pide que se
ponga remedio al abandono que sufren, porque no se pueden conseguir vic- E 2 torias siempre, como la conseguida ante el Almirante inglés Sir Horacio Nel- E
son el 25 de julio de 1797. Para Estévanez resulta justificada la actitud de los $
habitantes de Puerto Rico que no se opusieron a los norteamericanos, por- -
que «ellos dirían, pensando con acierto, que los peninsulares volverían a la
Península después de la catástrofe y que ellos se quedarfan a merced del ven- E
cedor. Para exigir bravura, para pedir virtudes, para ensefiar patriotismo es
indispensable dar ejemplo»35. Si se dejaba indefensos a los canarios, podrfa
E ocurrir lo mismo, según pensaba Estévanez. a
En este sentido, habfa manifestado en una carta escrita el 11 de abril de
1898, con motivo de la guerra con los Estados Unidos: n
3
O «Salvo impedimento, me iré a la tierra en cuanto la guerra se declare. A
Inr gj -u, e r q +e!e,rn& & p l ~ y C&a ~7 en 11 ppphs&; & .u " 1 --- ---
defensa de la patria chica pelearé hasta los 100 arios, si los vivo (como temo).
Si estoy allí y me hacen caso, no habrá bombardeo de Santa Cruz. Para
evitarlo basta hacer una defensa floja que les permita operar el desembarco, lo
cual no impide que se le tenga preparada la ratonera, aunque sea en la recova
(...). Estoy convencido de que los Estados Unidos, necesitan un.de@sito de
carbón cerca del Mediterráneo; para eso les bastaría tomar el Hierro o Lanza-rote,
que estarán casi indefensos; pero si allá me escuchan no tomarán ni los
islotesn3d
34. ESTEVANEZ, Nicol+ Mis Mcmori~E~~d.ic iones Gier. Madrid 1975. pág. 20.
35. Ibid pág. 21.
Camriasy América - Nicoh Estcianez 12
D. Nicolás Estévanez no hace sino expresar los temores de que el de-sastre
del 98 alcanzase proporciones aún mayores, con un ataque norteame-ricano
al archipiklago canario. El periódico madrilefio La Epoca dice: «En
cuanto a las Canarias, aquella provincia adyacente, siempre leaiísima a la Pa-tria,
está bien guarnecida y fortificada; pero las islas son siete, el enemigo
busca lo fácil y no teniendo intereses en Africa, no aspirando a una ocupa-ción
permanente, tal vez se estableciese en alguna de ellas poco defendida, y
de la que no seria fácil expulsarlo por nuestra inferioridad maritima.~~~.
En este mismo sentido se expresa el profesor Julio Hernándei cuando
afirma que en 1898, «Canarias atraviesa por una fase de inquietud e incerti-dumbre,
ante el temor de una invasión de los E.E.U.U. La angustia y el pá-nico
se refleja no sólo en las calles de Canarias, sino que igualmente se con-tagia
a las altas instancias de la administración central, que decide aprobar
-para poder hacer frente a los Estados Unidos-, en 1898 un presupuesto des-tinado
a instalar cafíones en los lugres más estratégicos de las islas, iiegándo-se
a pensar incluso en fortificar las torres de la catedral de'las Palmas y de
la iglesia de San ~ ~ u s t f m ~ ~ .
Las medidas presupuestarias adoptadas por el gobierno, vienen a dar la
razón a Nicolás Estévanez cuando afirma que la defensa de las islas no está
garantizada, como supone La Epoca Como hemos tenido ocasión de com-probar
en la prensa canaria de la época, se reflejan estas inquietudes y se co-mentan
las intenaones inglesas. Además, a lo largo de nuestro siglo XM,
Canarias se va a convertir en una colonia mercantil de Inglaterra; la mayoría
del comercio islefio se desarrolla con este país y suele ser lugar de residencia
en las vacaciones de algunos ingleses, que.son bien recibidos por la pobla-ción
canaria Esta penetración inglesa es denunciada por la prensa peninsu-lar,
como estudiaremos más adelante3'.
En el siguiente ,párrafo$ Nicolás Estévanez nos advierte de los @igros - -
que acechan a nuestro futuro y este fragmento recobra hoy un gran valor,
cuando Esp&a acaba de ingresar en la Organización del Tratado del Atlánti-co
Norte:
36. Vid Op. Rt. nota 23, *. 144-145.
37. ESPADA BURGOS, Manuel: El mfmi a/nnánpor Canarias cn v l j p m aé la Primera GYC-wa
Muda4 en Homenaje a Antonio Domíngua Oaiz Ministerio de Educaaón y Ciencia. Ma-drid
1981. pág. 745.
38. HERNANDEZ, Julio: «Nota preliminam de Op cit. nota 25. pág. W.
39. MORALES LEZCANO, Victor: Inversiones inghas m +~riar durante e/ siglo XlX en
Moneda y Crédito, CXW. 1971, págs. 101-102.
Nicolás Reyes Gomk-z
«Nadie conoce ni es ficil prever lo porvenir, pero puede presumirse que
la arruinada Europa buscará el suyo en la riquísima Africa Sabemos, además,
que la situación de las Canarias es ventajosisima, y nadie ignora que los pue-blos
tienen por garantfa eficaz y única de su irrdependencia, su propia valentía,
su fuerza propia.
Las Islas Canarias, cada vez más codiciadas, pudieran ser teatro de san-grientas
luchas en el siglo XX. Lo que no consiguió Nelson, quizás por el ac-cidente
de su herida, pudiera lograrlo un almirante cualquiera con menos peri-cia
y náutica»40.
En esta Enea de pensamiento, D. hcir6s Antequera y Benvenutti, pai- m
sano y amigo de Estévanez, escribe en el DUItio de Comercio de Barcelona en E
mayo de 1893, el siguiente fragmento, que por su indudable interés vamos a
transcribir: -
=m
O
E
E
«Los canarios son antes que todo espafioles, y siempre se han honrado S
E
con su nacionalidad, confundiéndose sus aspiraciones con las aspiraciones na-cionales,
y ligados se encuentran por los lams de la sangre y del cariño con la 3
madre patria; pero no olvidemos que los ingleses aguardan con paciencia las - 0 ocasiones propicias para sus planes, y seguramente han creído que vendrá un m
E
día en que podrán beneficiarse de las rencillas locales, y antes que esto suceda, O
antes que llegue tarde la protesta de Espafia y de los habitantes del tan desea-do
archipiélago, al gobierno le corresponde estudiar las necesidades de aquel n
E pis, y cumpliendo su misión, poner remedio a las rivalidades entre unas y a
otras islas, luchas que hacen alíí la vida difí~ilfsima»~~. n
Este articulo lo escribe D. Andrés, porque en el periódico Fortnigbtb
Rey& de Londres, se habia publicado un articulo titulado «Cambio por Gi- O
braltam, en el que se plantea la conveniencia de prooponer al Gobierno de
Madrid el cambio del Pefión por las antiguas Afortunadas, para tener asegu-rada
la ruta del Cabo de Buena Esperanza que conduce a la India En otro
articulo escrito en el mismo diario barcelonés, un mes mis tarde, termina
afirmando que: <<Nuncah a entrado en la mente de aquel pueblo la idea odio-sa
de cambiar de nacionalidad, y aunque Espafia le negara lo @e en justicia
reclama, antes l e volver los ojos a una nación extraiiq preferirfin_ zb-de-'
nar el país en que han nacido, buscando en.otros climas el hogar perdido; so-
40. El G m h . Revista quincenal Afio 1. Caracas, 24 de diciembre de 1897, n' 3 (Edia6n
facsímii. Ecotopía Ediaones, Santa Cruz de Tenerife, 1981).
41. Insertado en el Diario a2 Tmer@, mayo de 1893.
fiando con sus agrestes valles y con las grandes montañas de su patria»42.
Este abandono de las islas lo efectúan muchos canarios durante el siglo
XM, unos voluntariamente y otros obligados por circunstancias poiíticas.
En las tierras de Latinoamérica, a las que ilegan, van a integrarse y participa-rán
activamente en los problemas de esos países, luchando y dando la vida,
como ocurri6 en la independencia de Cuba, por citar s610 un ejemplo43.
En este ambiente de inseguridad ante una posible invasión extranjera,
ya sea norteamericana o inglesa, y hasta francesa o alemana, no es de extra-fiar
que D. Nicolás Estévanez se expresara en los siguientes tCrminos, sobre
todo teniendo en cuenta que había sido elegido diputado por Madrid en
1903:
«¡Separatismo en Canarias! Existirá tal vez en alguna región de la penín-sula,
pero en Canarias no se ha conocido nunca, ni lo hay ahora, ni existirá ja-más.
Los canarios somos espafíoles por la sangre, por los apellidos, por la his-toria
En el archipiélago canario no hay mezcla de razas ni diversidad de pro-cedencias,
como en las colonias de Asia y de América, perdidas para Espana;
por otra parte, nunca fue ~ o l o n i m ~ .
D. Nicolás Estkvanez olvida que su segundo apellido es de origen irlan-dés
y parece, una vez más, no conocer la realidad canaria, convertida como
hemos sefialado en una «colonia» inglesa, comercialmente hablando, por ne-gligencia
y abandono del poder central madrildo. Pero dejemos que sea el
propio Estévanez el que exprese su pensamiento libremente:
«Y si algún islefio, por cualesquiera causa, pensara en la independencia de
las islas para constituir una o siete nacionalidades, renunciaría al deseo de ver
realizado el pensamiento cuando reflexionara que en la actual política del
rnuiido no es kdepei7&üiie ni libre h riz&:: c3dci?n& n ikir a meod &
un cónsul extranjero. La independencia canaria duraría hasta el primer roza-miento
con el cónsul de cualquier ~ s t a d o ) ) ~ ~ .
42 Ibid
43. H-ANDm GtCIA, juija La nnigaci0i.l mmnk dnrane ei S+ XiX. &ano. Lanii-do
Insular de Gran Canaria 198 1.
44. ESTEVANFZ, Nicok (Carta-prólogo»e n RUIZ Y BENITEZ DE LUGO, Ricardo:
Ertwdio soc~o&imy emínim de kzs hkzs Camrk. Biblioteca Canaria. Madrid 1904. pág. 1 1- 12.
45. Ibid pág. 12
Ya conocemos el estado de inquietud que se vivia en el Archipiélago;
Estévanez refleja en este fragmento su razonamiento en contra de la inde-pendencia,
quizás pensando en su también querida Cuba que se encontraba
bajo el dominio de los Estados Unidos. De lo expuesto hasta aquí, conclui-mos
que Estévanez advierte del peligro que se corre en plena época del Irn-perialismo,
obteniendo una falsa independencia dirigida por el cónsul extran-jero
que logre dominar la situación. Y termina diciendo: «Sino existe ni pue-de
existir una aspiración de independencia, hemos de ser anexionistas? iJa-más!
No servimos para ingleses, no queremos ser americanos; los alemanes
querrían enseñamos un idioma que jamás aprende ti amos...^^^. .
El pensamiento político de Estévanez queda claramente dibujado, los
canarios se sienten españoles, no quieren separarse y ser independientes,
tampoco ser anexionados por ninguna potencia extranjera. En el siguiente
apartado, vamos a estudiar las caracteristicas e ~ p e ~ cqaues h acen que Cana-rias
tome forma en Nicolás Estévanez, pero esto se produce tras una lenta
evolución, marcada por los acontecimientos que tiene ocasión de vivir. Estu-diaremos
su obra poética, pero si entrar en el análisis literario; destacaremos
los contenidos que nos den información sobre sus ideas y sobre su pensa-miento.
CONlXADZCCZONES EN LA CONFZGURACZON DE CANARIAS COMO
LA PATRZA DE NZCOLAS ESZEVANEZ
Estas contradicciones que se observan al estudiar los contenidos ideoló-gicos
de Estévanez, deben ser explicadas en el contexto histórico en el que
se producen. Además, la poesía, como toda obra literaria, si la utilizamos
como fuente histórica, hemos de tener sumo cuidado en la tarea En primer
lugar, porque nos encontramos con recursos literarios que tienen un signif-cado
metafórico y hasta simbólico. En segundo lugar, muchas palabras tie-nen
un contenido semántico propio y característico del siglo XIX, que no
tienen relación con el sentido y utilización que le damos en nuestros días. En
tercer lugar, en el caso de Nicolás Estévanez, su actividad como poeta, aun-
,",* *= ;-,.,,,.+,,"+,% ,.,,'. e x , ",,l;A",4 .* ""-+:A"A ..- -- ---.d....-..1 2- .---- -:--:
Y-- -'" " p~Y U ---U J WULIUPU, 11w GJ GI ~ U U U L L UUG uwa a u l v i -
dad constante, sino que la realiza a golpe de impulsos, es decir, cuando le ile-ga
la inspiración. Hay poemas que escribid en su juventud o en su etapa mili-tar,
que no se dieron a conocer sino despuks del &exenion (1868-1874). Y
46. Ibid
en último y cuarto lugar, creemos que la poesía supone para Estévanez una
actividad que le permite evadirse, aunque sea temporalmente, de sus preocu-paciones
y problemas diarios. Esto nos explica que a veces se deslicen A: d eas
que no parecen revolucionarias, pero es que su pensamiento anarquista le
hace no caer en una estrecha y @da concepción dogmática, que admite la
coexistencia de una poesía social comprometida junto a una poda romántica
sentimental, que se acerca a los poemas del joven ~stévanez~~.
En su poema Cmarias, publicado por vez primera, según parece, el 23
de diciembre de 1878 en la Rnii~tad e Canarias, fundada por su amigo, paisa-m
y correligionario E h Z erolo ~ e r r e r an~o~s ;e ncontramos por vez pri-mera
con una defiición de su Canarias natal, simbolizada en esa dulce, fres-ca
e inolvidable sombra del almendro de su infancia No vamos a entrar aquí
en el estudio de la polémica que ha levantado el mítico almendro de Santa
María de ~ r a a aC~re~em.o s que este poema lo compuso bajo la influencia de
algún acontecimiento que le hace recordar su lejana Canarias. Pensamos, y
no es más que una hipótesis, que tras el fracaso de la República de 1873,
cuando se convence que su «República federal» tiene que esperar mejores
momentos, se exilia voluntariamente y se re* en la poesia, escribiendo
este poema
La mayoría de los autores consultados, coinciden en afirmar que este
poema fue escrito en París y enviado a Canarias para su publicación. En
cambio, Elfido AI o n ~ op~re~fi,e re defender que este poema fue escrito en su
último viaje a Tenerife, en 1862; en contacto con el paisaje tinerfefío.
Hemos leido varias veces el poema, y hemos sacado las siguientes con-clusiones.
Comienza con un canto de alabanza a la resistencia de los guan-dies
ante los conquistadores; en este sentido entra de lleno en h comente
poética de matiz regionalista que ensalza, en sus versos, las gestas de los an-tiguos
pobladores. Pem Estévanez expone que los que lograron sobrevivir,
se fundieron en un sólo pueblo con los soldados espafíoles, que también eran
47. ALONSO, Elfdio: L o s p m m s versar de D. Nimkis Erfévmrcz serie de 4 actfculos publica-dos
en El Dfa de Santa Cruz de Tenerife, los dias 6, 13 y 27 de septiembre y 4 de octubre de
1969.
48. Era republicano federal y dirigia literariamente la Editorial Gamier Hermanos, cuando
don Nicolás iiegó a París, donde mantendrían una estrecha amistad
49. ALONSO, Eüidio: Los otros uu~riosE. l mito del afmmdmy da Nimúú Ertévmtn Serie de
10 artículos publicados en El Dfa de Santa C m de Tenerife, desde el 21 de junio hasta el 11 de
julio de 1968.
50. Ibid
vfctimas de los magnates, hambrientos segundones de Castilh y de otros
mercaderes, que acudieron después de la conquista, «como acuden después
de la matanza / las asquerosas aves de rapifian5$ También merecen destacar-se
por su contenido, los siguientes versos que expresan el estado en que se
encontraban los canarios después de la conquista: «Todos son esclavos viles
/ en aquella tierra ingrata / del hacendado los unos / los otros de la igno-rancia~~~.
En la tercera, cuarta, quinta y sexta parte del poema, Estévanez nos da
una visión histórica, posiblemente influido por Viana, como apunta Elfidio
~ l o n s oE~n~ e.st e relato de la conquista, es posible que caiga en errores his-tóricos,
e incluso en anacronismos, pero tambih destaquemos que Estha-nez
defiende al débil y oprimido frente al poderoso opresor.
Siguiendo con el estudio de este poema, diremos que Canarias no es
únicamente la sombra del rnitico almendro; es también una roca y una fuen-te
y una peña; pero no olvidemos que Canarias es su patria. ?Qué significado
hemos de darle a esto? ?Qué entiende Estdvanez por Patria? Pero sigamos en
el estudio del poema para ver si podemos contestar a estas preguntas. Su pa-tria
es ademds, una senda y una choza y hasta el espfritu, pero este espfritu lo
define como «isleno», así pues su patria es también una <usb>P. ero hemos de
destacar por su indudable interés, que su patria no es ninguna isla en parti-cular;
este poema puede ser leido y sentido por todos los canarios, puede ser
asumido como un canto a la región, o si se prefiere al Archipidlago. En este
sentido, la poesfa de Estévanez nada tiene que ver con la poesfa localista de
la escuela regionalista, que canta las excelencias de una determinda isla, con-virtiendo
sus poemas en ataques a esa unidad entre iguales, que tan necesaria
es para Canarias.
Estévanez se remonta a los afios de su infancia, y nos dice que la patria
es la memoria, y la cuna, y también una ermita y unafosa Asi pues, Canarias se
configura en la obra poética de Don Nicolás, como un medio geográfico ca-racterístico
y concreto, unas islas rodeadas por el mar. Pero, hasta aquí, fal-tan
algunas ideas .por desarrollar y para ello, vamos a utilizar otro poema, el
5 1. Hemos consultado este poema en tres publicaciones: 1) Revista de Ca~r iar2, 3 3 diciem-bre
de 1878. 2) ESTEVANEZ, Nicok Romanasy runtms. Gamier Hermanos Editores. París.
1891, 31 edicidn. 3) ESTEVANEZ, Nicolás: Mwa Cmr~aSa nta Cruz de Tende. Irnpwta Is-lefia
1900.
52. Ibid
53. Vid Artículos citados nota 49.
titulado Mis Banderas, que parece ser lo escribió en julio de .1893~E~s. te poe-ma,
nos aclarara tambikn, esos versos del poema Canaria que tan mala im-presión
ha causado en algunos estudiosos, me refiero a los que dicen: «Mi
patria no es el mundo /mi patria no es Europa /...D~~Q. ue han servido para
que don Nicolás sea calificado como reaccionario, por no defender el inter-nacionalismo
y no considerarse ciudadano del mundo, como la inmensa
mayoría de los revolucionarios de la época Hemos de tener en cuenta, como
ya hemos indicado, que Estévanez. atraviesa un mal momento cuando escribe
lo siguiente: «Y olvido muchas veces / del mundo las zozobcas / pensando
de las Islas / en los montes, las playas y las olas /dÚ.
Vamos a transcribir para su conocimiento y posterior comentario unos
versos de su poema Mis banderas escrito, como ya dijimos, en 1893:
«Se equivocan los que piensan
que no se debe luchar
por mitos y convenciones
como patria y libertad.
La libertad no es un mito;
y aunque fuera un ideal,
la lucha por ella es lucha
por la propia dignidad.
La patria no es un capricho;
no es cosa convencional
que la diplomacia pueda
a su antojo cercenar.
En los imperios de Europa,
las fronteras cambiarán
por la fuerza de las armas
y el despotismo brutal;
pero no hay fuerza en el mundo
que pueda reaificar
de las siete islas Canarias
la frontera natural:
pues forman eterno grupo
que no se mutilará,
dominado por el Teide,
protegido por el rnam5'.
NicoIás Reyes GonZalez
Comienza defendiendo la lucha por la libertad y por la patria, en este
sentido hemos de recordar que por esta época ya Pf y Marga11 ha escrito su
obra sobre las Nacionalidades y ambos defienden abiertamente en el periódi-co
federal madrileño El Nwo Regimen, la independencia de Cuba Su defensa
de la libertad y de la patria, hay que relacionarlas con el pensamiento que pre-domina
en la burguesfa de la época: el liberalismo' y el nacionalismo. Un li-beralismo
progresista, eso sf, que d&ende que los pueblos pueden constituir-se
en naciones y 'se opone a los viejos imperios europeos que tienen someti-dos
a pueblos como el polaco; las fronteras de Europa se cambiarán por la
íuerza de ias armas, en cambio sus queridas idas poseen algo que las caracte-riza
y las hace diferentes, al poseer una frontera natural, «que no hay fuerza
en el mundo que pueda rectifican).
Pero continuemos con otro fragmento del mismo poema, en el que ex-presa
ideas que ya han aparecido en otros poemas:
«Que los füósofos hablen
de la patria universal,
y menosprecien al hombre
pensando en la Humanidad;
su facultad afeaiva
así se difundirá,
y amarán al mundo entero
con amor superficial.
Pero mi amor se concreta
ganando en intensidad;
que yo no lo desperdicio
en lo remoto y f k ,
en lo indefinido y vago
ni en la ignota inmensidad.
Yo no divago en lirismos
de amor intenracionai,
o amor interplanetario
y por una eternidad.
54. Vid Op. &, nota 51. 3) &usa Canaria».
55. Vid Op. cit., nota 51
56. bid
57. Vid Op. cit, nota 54r
Canariar y América - Nicok Estévanez
Todo mi amor, y aunque es mucho
quisiera que fuese más,
lo guardo para mis islas,
para el Teide y para el mam5'.
Estévanez nos critica a los filósofos que se pierden en abstracciones, di-vagando
sobre la «Humanidad» o la «patria universal» y menosprecian al
hombre. Defiende el amor a su patria islefia, ' a sus rocosas peñas, porque
piensa que concentrando su facultad afeaiva en algo defuiido y concreto,
este amor gana en intensidad y se hace, incluso, universal. En cambio los
que eaT,ur i~macioliabse, ,-A fi en -GIaiT IOí iisützl<ici-ab.
Estas ideas son discutibles, pero explican y enriquecen las hipótesis ya apun-tadas,
cuando comentabamos el poema Canaria; vemos pues, que la asombra
del almendro», se va definiendo cada vez más, y va tomando una forma con-creta,
un archipiélago de siete islas con una definida «frontera natural»: el
mar.
Pero para completar su pensamiento, hemos de seguir transcribiendo
algunos versos del mismo poema, son en los que, tras defender su amor a
Espafia y su bandera, concreta desde un punto de vista polftico la situación
que debe adoptarse en Canarias, desde perspectivas republicanas federales:
«La bandera espaíiola
será siempre bandera de mi patria,
por voluntad que expresará algún día
la plebe soberana.
Pero a la sombra del augusto lienzo
con los colores de la madre Espaíia,
lucirán ante los mundos
la tricolor bandera de Canarias;
bandera que en mis sueiíos
se me aparece roja, azul y blanca;
en lienza rojo,
el Teide azul de cúpula nevada.
Espafíoles y autónomos seremos
los africanos hijos de Canarias,
cuando los pueblos vivan
en plena y efectiva dem~cracian~~.
58. ibid
59. ibid
2 1 Nicolás Reyes González
Es preciso comenzar advirtiendo, que la bandera española de la que
Estévanez habla, es la tricolor: roja, amarilla y morada en franjas
horizontales, con un triángulo azul con base en el asta y con estrellas que
simbolizan los distintos Estados ibéricos federado@. Bajo esta madre
España, los federales y Estévanez también, verían con buenos ojos
integrarse todas las Repúblicas latinoamericanas. Se trata de conseguir
grandes federaciones, integradas por todas las nacionalidades que
'-libremente expresen su deseo de pertenecer a esa federación. Cada
E\sta do con su propia bandera y su autonomía. Otra idea que surge en
n"t*" rrnno*n ni.- ..- buruo vbiUuu y yub liu e~ XEYZ eii e! peii~amiciiio de Estévaiiez, es ia
definición africana del archipiélago canario, tema este que tanto ha dado
que hablar61.
De otro tema, que trataremos de nuevo en el segundo apartado, pero
que conviene estudiar aquí, es que debido a su trabajo como traductor en
la Editorial Garnier Hermanos, de París, va a sentir un profundo amor
hacia la lengua española, pero respetando las otras lenguas de la
Península ya que Estévanez pensaba que "la lengua que se aprendió en la
cuna es la única tradición que debe re~petarse"~Pi~e.n sa que los federales
catalanes no debían de abandonar el partido por esta razón; además,
veamos lo que opina sobre el catalanismo, como expresión del naciona-lismo
burgués: "Me ha sido profundamente antipático por demasiado
tradicionalista. Precisamente lo que necesita Cataluña, lo que le cunvie-ne
a toda España, es arrancar de cuajo todo lo tradicional, (...), he visto
en las filas del catalanismo, y a su cabeza, curas, frailes, obispos y otros
explotadores del pueblo catalán7'63. En Canarias, se acercan a estas
posturas, los llamados "regionalistas" que son burgueses, apegados
también a las tradiciones y de ideología conservádora. Su amistad con
Secundino Delgado, y admiración que siente el nacionalista canario por
Estévanez, nos permite suponer, que la obra de Estévanez y su pensa-miento,
estaba sirviendo de puente entre las tradiciones revolucionarias
del siglo xix y la nueva generación de revolucionarios canarios, que se
habían formado ayudando en Cuba a los insurrectos.
60. Vit. SVAKEZ ROSALES, Manuel; ''Zistüriu de ia Eanáera Canaria' Ecotopia
Ediciones. Santa cruz de Tenerife. 1981.
61. Nicolás Estévanez califica siempre que puede a los canarios,' como africanos y
también defiende que España debía tener una política exterior africana más expansiva.
62. Vid. ESTEVANEZ, Nicolás: "Pensamientos revolucionarios". Olañeta' Editor.
Barcelona, 1978, pág. 26.
63. Ibid. pág. 25.
Canarias y América - Nicolás Estévanez 22
El primer nacionalismo canario va a tener unas fuentes originarias e
inspiradoras en el "criollismo" americano. Resulta, por otra prte,
sorprendente que la poesía de Estévanez haya servido como tema de
"inspiración" a los reaccionarios poetas de la "escuela regionalista de La
Laguna" y que también sus poemas fueran leídos con atención y cariño
por los líderes del nacionalismo canario64.
No nos hemos referido aquí a la poesía de don Nicolás con temática
social, como por ejemplo "La alcuza", o las dedicadas a la Gloriosa de
1868 o a la Comuna de París de 1871. Quizás un estudio detallado de este
conjunto de obras aclare las posibles dudas sobre el talante revoluciona-rio
de Estévanez.
III. AMERICA Y NICOLAS ESTEVANEZ
1. La Historia de América según Nicolás Estévanez.- La introduc- =m
O
E ción histórica del presente apartado, vamos a dejar que sea desarrollada E
2 por Estévanez e+su mencionada faceta de historiador: E
=
"La vieja España, descubridora, pobladora, civilizadora de la mayor y
mejor parte de América, debe su decadencia entre diversas causas, a la
colonización del Nuevo Mundo. Se despobló para poblar las tierras
americanas. Pero su actual anemia está compensada por la gloria de haber
engendrado tan hermosas hijas, que harán perdurable su lengua y su
memoria. Si la madre patria es un tronco carcomido, de ese carcomido
tronco han brotado ramas verdes de pomposa lozanía: veinte repúblicas,
llamadas a ser teatro de futuras glorias y que son desde luego esperanza de
la Humanidad."65.
En 1892, antes de escribir este fragmento que hemos transcrito,
escribió bajo seudónimo, un libro con el siguiente título: "España.
Irnprp-inner d e un viajero hi spanoamer icano e n l a ~ ~ f i e v t ranol omhinas ':
del que hemos escogido, por su indudable interés, el siguiente párrafo:
"En el siglo XIX había en España dos clases de hombres: los unos eran
bravos, de espíritu aventurero, de corazón heróico y avezados a pelear con
los moros en Granada, en Antequera y en Málaga; los otros eran unos
infelices, muy apegados al terruño y muy devotos de Dios y de los santos.
Les p r i ~ e r c rse emh r c z r i n y c i n q i k t ~ r o n!a AmPrira; de e!!nr descien-den
los americanos. Los últimos se quedaron en España, donde se
64. Vid. SUAREZ ROSALES, Manuel: "Secundino Delgado. Apuntes para la
biografia del padre de la nacionalidad canaria': Col. Benchomo. Islas Canarias. 1980.
65. Vid. Op. cit. nota (4), págs. 499-500.
Nicolás Reyes' González
hicieron inquisidores, o frailes, O cuadrilleros: de éstos descienden los
actuales españoles"66.
En su obra histórica nos hace una comparación entre los conquista-dores
del siglo xvi y los descendientes de estos, los que enarbolaron la
bandera de la revolución y lograron su independencia en el siglo xIx;
Estévanez lo expresa así:
"Si fueron gigantes los españoles del sigloxv~co nquistando un mundo
material, colosos fueron sus descendientes los hispanoamericanos con-quistando
en el siglo xIx la libertad de aquel mundo, si los primeros
treparon, hollando imperios, a las cumbres de los abruptos Andes, los m
D
segundos escaiaron volcanes inaccesibles, para enarbolar sobre las nieves E
eternas la bandera de la Revolución. Si fue heroico en los unos vencer la O
n resistencia de imperios populosos, no menos heróico fue en los otros -- m
arrasar la fortaleza tres veces secular del fanatismo ignorante, la monar- O
E
quia despótica y la rutina ciega. Unos y otros realizaron titánicas 2E
empresas; la raza, en tres siglos, no había degenerado."67. -E
5
Tenemos material suficiente, para sintetizar los aspectos más desta- -
cables de la concepción de América en el pensamiento de Nicolás B
E Estévanez. Nos parece una visión "criollista", es decir, considera que los
que se levantan en armas contra España en el siglo XIX, son descendien-tes
de los conquistadores del siglo XVI; esto en gran parte es cierto, pero 8
nos introduce un concepto como el de "raza') que quizás en el siglo XIX,
-
a
no tenía las connotaciones negativas que tiene en nuestros días. Por otra
parte, nos parece un poco maniqueísta, el pensar que todos los que
embarcaron hacia América, poseían las virtudes y eran revolucionanos y
los que se quedaron en España, eran todos conservadores. La Historia de
América nos enseña que también embarcaron nacia ei nuevo continente:
inquisidores, frailes, etc.
Otra cuestión que Estévanez tratará con atención, es que estos
republicanos latinoamericanos que surgen en el siglo XiX, van a hacer
perdurar la lengua española. En este sentido, a través del personaje
literario de la ficción, el "viajero hispanoamericano", Estévanez nos
habla de la lengua:
66. Vid. ESTEVANEZ, Nicolás: "España. Impresiones de un viajero hispanoamerica-no
en las fiestas colombinas". Madrid Imprenta J . Palacios. 1892, pág. 38.
67. Vid. Op. cit. nota (4), pág. 223.
Canariasy América - Nimlás Erteianez 24
«Es verdad que he visto llegar a América millares de vascuenses, gallegos
y de catalanes que aprendieron alld (de los indios y de los negros) la lengua de
Castilla; pero esto no me extrafiaba, por tratarse de campesinos rudos, nacidos
en comarcas muy alejadas del centro. Lo que me extrafia sobremanera, y no lo
hubiera creído a no haberlo escuchado, es que en Madrid hable tan toscamen-te
la generalidad de las personasn6*.
Según nos explica Pfo Baroja, don Nicolás Estévanez, «federal entusias-ta,
tenia muy pocas simpatfas por las regiones españolas que no hablaban el
castellano, sobre todo por los vascos o catalanes. Por esto para él; un cubano
o un argentino eran más espaiioles que un vasco o un catalán. Lo que a mf
-seiíala Baroja- me parece falso»69. Esto es sin duda una exageración; ya he-mos
sefíalado la defensa de la lengua materna hecha por Estévanez y señala-mos
que lo que él ataca son las tradiciones, que suponen un pesado lastre
para el desarrollo de estos pueblos, tradicionalismo que se refiigia en las filas
del nacionalismo burgués para impedir como fuera la posible revolución que
podrfa venir, de las manos de los republicanos federales. Lo que sin duda es
cierto, es el cariño que Estévanez sentia por los pueblos americanos, porque
se sentfa plenamente identificado con sus problemas y con su devenir histó-rico,
quizás por haber participado en esta historia, como tendremos ocasión
de comprobar en esta parte de la ponencia.
Sobre el mismo tema de la lengua, el «viajero hispanoamericano)) dice:
«Los espafioles tienen la pretensión de que hablemos como ellos, soste-niendo
que nosotros hablamos mal y no escribimos mejor, sin considerar que
son ellos los sacrificadores de la lengua que nos es común. En ciertas repúbli-cas
de América hay abundancia de modismos, de provincialismos y de neolo-gismos,
con alteraciones poco lícitas en la sintáxis; pero en Colombia, el Ecua-dor,
Venezuela y algunos otros países, hemos sido más conservadores que los
castellanos, en lo que al idioma se refiere*".
Pero dejemos el tema de la lengua, que tanto preocupa a Estévanez, so-bre
todo porque en su trabajo de traductor en París, estos Libros que edita
Garnier Hermanos, son vendidos en América. Entre otros autores, don Ni-colás
traduce a Diderot y Montesquieu, pero haciendo traducciones que han
68. Vid. Op. cit. nota 66; pág. 39.
69. BAROJA, Plo: Obras mmpbtas. Memoriar.
70. Vid. Op. dinto.t a 66, pág. 40.
25 Nicola3 Reyes Gonw'Iez
pasado a la historia y siguen siendo utilizadas hoy en da7'.
En el párrafo que vamos a estudiar a continuación, va a justificar el de-seo
de España de mantener su dominio en América, justificaciones que no
acaban de convencer:
((España defendió con perseverancia la posesión de América, porque la
amaba, América debe pagarle con amor, ya que al querer conservarla se ajustó
España a la lógica inflexible del sentimiento, de la tradici6n y de la historia.
Por otra parte, -según Estévanez- en la guerra americana de la independencia
no iiu'w raza vencida ni raza verizeriura. Quedó ven~icia la esciaviruá, vence-dor
el ideal. Tan buenos soldados fueron los que defendfan la libertad de su
patria, como los que sin estímulo se sacrificaban por el deber personal y el ho-nor
de su bandera. Como dijo un ilustre americano, don Andrés Bello, 'en la
guerra de la índependencia americana, la constancia española se venció a si
misma'»72.
Resulta curioso que Estévanez cite a una personalidad como Andrés
. Bello, cuyos antepasados eran también canarios, pero lo importante es que la
Guerra de la Independencia dejó patente el valor y el coraje del que hicieron
gala ambos bandos; que al hablar la misma lengua, vencieron los que lucha-ban
por unos ideales más altos: la libertad y la independencia.
LA ANEXION VOLUNTAMA Y LA GUERRA DE SANTO DOMINGO
Hagamos una pequeña introducción histórica, para poder comprender
las opiniones de un testigo directo de estos acontecimientos: Nicolás Estéva-nez.
La anexión voluntaria de Santo Domingo por España es quizás el único
ejemplo de reafirmación de la soberanfa europea sobre un antiguo territorio
colonial en el Nuevo und do'^. El desorden, la anarquía y las coritinuas gue-rras
civiles, con la falta de estabilidad política, ocasionaron que un grupo de
dominicanos pensara asegurar la paz, colocándose de nuevo bajo la soberanfa
española. Ya se habia hecho una gestión en este sentido en 1843 cerca del
gobernador de Cuba. En 1857, Santana, que era el nuevo presidente, intentó
71: BOZAL FERNANDEZ, Valeriano. Introdución y notas a E/ sobrino de R a w . Ed.
Ciencia Nueva, S. L. Madrid, 1968. pág. 181.
72. Vid. Op. cit. nota 4, págs. 223-224.
73. HUMPHREYS, R.A.: Hisfotia del Mundo Modem. X. El cenit del poder europeo.
1830- 1870. Cambridge V.P. Ed. Ramón Sopena. Barcelona, 1980, págs. 493 y SS.
Camtiary América - Nicoh Esteí~ane 26
realizar la incorporación, obsesionado, además por el peligro de sus vecinos,
los haitianos, que pertenecían en su mayoría a otra cultura, la francesa y a
otra etnia, la negra. Santana envió un delegado con ese objeto; en 1860 es-cribió
a Isabel II pidiéndole la anexión y asegurando que una parte conside-rable
del pueblo la deseaba. Gobernaba entonces O'Donneii, muy partidario
de desarrollar una poUtica activa y hasta imperialista Apoyaba la anexión Se-rrano,
Capitán General de Cuba en esos momentos. Santana logró que se vo-tara
la reincorporación, a pesar de los enemigos que tenia, y se proclamó por
el acta del 18 de marzo de 1861, por la cual se renunciaba a la soberanía en
favor de la reina de España, y que fue aceptada por R. O. de 19 de mayo de
1861, obligando al gobierno español por la iniciativa dominicana. No se
opusieron con fuerza los Estados Unidos, enfrascados en la guerra de Sece-
~ i ó n ~ ~ .
Como ya hemos tenido ocasión de exponer en la introducción de esta
ponencia, Nicolás Estévanez fue militar y parte de su carrera la desarrolló en
las islas del Caribe, zona por la que va a sentir gran cariño; quizás, por ser is-las
como su patria canaria El batallón de los Cazadores de Antequera se ha-llaba
destinado en Tenerife y Nicolás Estévanez formaba parte de él; junto
con otros doce canarios componían parte de la oficialidad del Batallón. Pero
poco tiempo iban a estar en su tierra, porque repentinamente fueron trasla-dados
a Puerto Rico en 1863. Estévanez nos dice en sus Memorias que algu-nos
de sus compañeros canarios estaban contrariados y que circulaba una
«caricatura» que les hacia reir, «en ella aparecía el ministro de la Guerra con
una larga caña de pescar, pescando canarios con alpiste y llevándolos con la
misma caña al Nuevo und do»^^.
Según nos cuenta Estévanez, parece ser que este Batallón fue el primer
destinado a América desde la guerra de la independencia americana, pero
con motivo de la insurrección y guerra de Santo Domingo, habfan pasado a
esta isla casi todas las fuerzas de Puerto Rico, siendo este el motivo por el
que se había producido este repentino traslado. Nos dice Estévanez que «casi
todos los antequeranos estábamos impacientes por pasar al teatro de la lu-cha,
lo que no sorprenderá a quien conozca la manera de ser, la psicología,
por no decir la psicometria del militar. Aun creyendo que los dominicanos
74. Dic~onariod e Historia de Erpnña dirigido por Germán Bleiberg. Tomo Tercero N-2. Se-gunda
Edición. Revista de occidente. Madrid 1969. Pág. 610-61 1.
75. Vid Op. cit. nota 34, pág. 92-93.
27 Nimlás Reyes GonZáIez
defendían una causa justa iqué importaba eso! (...). He dicho que los domini-canos
defendían una causa justa, y, en efecto, aunque pudo llamárseles torna-dizo~
y, a que ellos mismos pidieron la anexión para rebelarse al poco tiempo,
la verdad es que no la habían pedido porque envidiaran la suerte de Puerto
Rico y de Cuba, sino en busca de la protección de España por sentirse débi-les
ante la doble amenaza de Haití y los Estados Unidos. Los haitianos,
como buenos vecinos, aborrecen a los dominicanos que les pagan en igual
moneda; los Estados Unidos tienen clavados los ojos y el pensamiento en la
isla dominicana y en todas las del mar de los
xlwT: -c-ulLi-a s Est&aíiez cmsidera jus~al a causa de 10s dominicanos y nos
presenta el peligro haitiano y el norteamericano, como causas de la anexión.
Como ya indicamos, Estados Unidos no pudo oponerse a dicha anexión por-que
se encontraba en plena guerra de Secesión, pues de no haber sido así,
hubiera esgrimido la célebre y conocida doctrina Monroe, que le permitía
ejercer un discreto, pero férreo, predominio en el continente americano.
Pero, según nos cuenta don Nicolás, España fracasó en Santo Domingo por-que,
«los dominicanos querían unirse a España conservando su libertad inte-rior
y el bienestar relativo que disfrutaban. ?Y qué sucedió? Que al año de la
anexión se les habian triplicado o cuadruplicado los tributos, se les negaba
representación en Cortes y se sometía la isla a un régimen despótico, inun-dándola
de generales, intendentes, obispos, canónigos, magistrados y cova-chuelistas,
casi todos inútiles, cuando no venales.
Por otra parte la anexión la solicitó un partido, no el país, bien pudiera
decirse que la hizo un hombre: ~ a n t a n m ~ ~ .
Sigue una descripción histórica, que coincide con la que expresamos al
comienzo del presente apartado. Pero sigamos la explicación de las causas
del conflicto:
«El despotismo de algunas autoridades, (...X el aumento considerable de
ias contribuciones, la mania de' algunos apiatanados procedentes de Cuba, que
querían tratar a los negros de Santo Domingo, hombres libres, como se trata-ba
en Cuba a los esclavos, fueron concausas que produjeron la explosión mu-cho
antes de lo que podia preverse»78.
76. Ibid. pág. 97.
77. Ibid pág. 98.
78. ibid.
Canariasy América - Nicolás Estévam 28
D. Nicolás Estévanez pasó, junto con otros oficiales, del batallón de
Antequera al recién formado batallón de Voluntarios de Puerto Rico, que
fue destinado a la campaña de Santo Domingo. No vamos aquí a relatar el
desarrollo bélico que con tanto realismo nos brinda Estévanez en sus Memo-rias.
Realmente lo que interesa saber es lo. que ya hemos expresado, y que
como consecuencia de todo ello, no habfa más solución que abandonar la isla
y reconocer la República Dominicana, y así lo hizo el gobierno del general
Narváeq el 1 de mayo de 1865 fue aprobado por las Cortes y la orden llegó
a Santo Domingo el 28 de mayo de 1865. Hasta 1875 no se reanudarfan las
relaciones entre Espaiía y la República ~ominicana~~.
Mientras estuvo en Santo Domingo, y aprovechando ocho meses de
tregua, después de la acción bélica de Montecristi, D. Nicolás Estévanez va a
realizar un viaje a Estados Unidos, a través de Haitf, tomando contacto con
el coloso del norte. El mismo nos cuenta en qué momento llegó a los Esta-dos
Unidos:
«...era una época de inmensa agitación. El 9 de aquel mes (abril) se había
rendido el último ejército confederado, que mandaba Lee; seis dias después ha-bía
sido asesinado Lincoln; por las calles de Nueva York, que años después he
recorrido sin ver un uniforme, circulaban entonces, con el aire de vencedores,
los soldados federalesnSO.
Hemos hecho referencia a este viaje de Estévanez, porque se tienen no-ticias
de que escribió una memoria sobre la Guerra de Secesión de los Esta-dos
Unidos, de la que no hemos encontrado ningún ejemplar, hasta ahoraa1.
Este interés de Estévanez por esta guerra, no es solamente por motivos de
ampliar sus conocimientos militares, sino que también le interesan los acon-tecimientos
que timen lugar en una República federal como la norteamerica-na;
además, ie interesa profundamente ei probiema de ia a'boiición de ia es-clavitud,
que tanta importancia va a tener en Cuba años depuésS2. Cuba va a
ocupar un lugar importante en el pensamiento de Nicolás Estévanez, preo-
79. Ibid. pág. 104.
ag. !bid. pig. 198.
81. Enn'chpdia &pasa, Tomo XXII. 1924, pág. 939, afirma que publicó Estévanez una inte-resante
Memoria sobre la Guerra de Secesión norteamericana
82. La esclavitud será para Nicolás Estévanez uno de los problemas que han de ser resueltos
m Cuba
29 . Nicolás Reyes Gowiez
cupándose por ella, años más tarde, cuando sea Ministro de la Guerra duran-te
el segundo gabinete del Presidente Pi y Margall.
CUBA EN SU LUCHA POR LA INDEPENDENCIA
En el presente apartado, vamos a analizar las opiniones de Estévanez
sobre los errores cometidos por los gobiernos que se sucedieron en el siglo
XIX, que no supieron o que no quisieron tomar las medidas necesarias para
que Cuba no se perdiera. En su ya citado Resumen de HUtoria de APnéricil, Es-
&X ------ --- L-Ll- 2- 1- -:-.--:2- 3- P--L- -- 1-- -'-.:--L-. A! . LCVIUICL 11US IldUld UC Id 31LUaClUII UC LUVd, Cil 1VS Sl~UICIILtlb LCIiIlUlUS:
«Cuba prosperaba en lo perecedero, como las riquezas materiales; pero la
libertad brillaba por su ausencia. Los que imaginaban que la opulencia, genera-dora
de la molicie, basta a dar satisfacción al espiritu de un pueblo, han tenido
un costoso desengafio.
Los pueblos no pueden sobrevivir sin dignidad donde impera el despotis-mo;
no pueden vivir sin libertad, y esto es incompatible con los privilegios y
la esciavitu~b~~.
En este fragmento, Estévanez nos resume la situación histórica de la
Cuba del siglo XM. Es cierto que como nos señala Hugh Thomas: «La ri-queza
de Cuba entre 1823 y el final del siglo XM alcanzó altisirnos niveles.
Los prolongados poderes absolutos de los Capitanes Generales se convirtie-ron
también en una verdadera dictadura, (...). La riqueza cubana crecia y la
dictadura, también, mientras España, la Madre Patria, languidecía. La escla-vitud
y el trXko de esclavos, aunque este último era ilegal, eran las institu-ciones
sobre las que se asentaban la riqueza y la dictadura»84.
En 1866, Nicolás Estwanez es destinado al ejército de Cuba, como ofi-cial
de reemplazo, sin estar destinado a ningún batallón; de esta época nos
cuenta en sus Memorias: («No tuve apenas relaciones en la sociedad cubana,
pero saqué la impresión de que nos era hostil. Los hombres, las mujeres, las
familias, wn toda su hospitalidad tan ponderada, con toda su cortesfa tradi-cional,
(...), mostraban a todas horas su afán de independencia La juventud
habanera, (...) no perdía ocasión de hacer desaires a los españoles, fueran o
83. Vid Op. kf. nota 4. pág. 495.
84. THOMAS, Hugh: Cuba La lucha por h libertad. 1762- 19 70. Tamo I. De la dominación
española a la dominación norteamericana, 1762- 1909. Ediciones Grijalbo. Barcelona-México.
1973. Pág. 153.
no militares (...); yo creia respetable en todo hombre el amor a la indepen-dencia
y a la libertad; pero no creia que se alzaran en armas los que tradu-cfan
aquel noble sentimiento en grosería contra nosotros, que no habíamos
hecho el mundo ni las leyes. Poco después aquellos mismos tecos (jóvenes
cubanos) demostraron mi equivocación; arrastrando a los guajiros, sin los
cuales nada hubieran hecho, sostuvieron una lucha de diez o doce años. Su-cumbieron,
si, pero en aquella primera rebelión, y no en la última, acabaron
con el prestigio y quebrantaron el poder de ~ s ~ a ñ m ~ ~ .
Cuando abandona Estévanez en 1867 Cuba, ya está convencido de que
su belia isla antillana está perdida, y en Sus obras, opina que Cuba se hubiese
perdido para España desde el 68 si no hubiera ocurrido la revolución espa-ñola
de Septiembre. En sus Memo~as nos dice que «...el movimiento separa-tista
iniciado por Céspedes en Yara, seguramente hubiera sido secundado
por todos los cubanos, sin distinción de sexos, edades, ni colores, si el triun-fo
de la revolución en la Península no hubiera alentado esperanzas ilusorias
de los que, al verla triunfante, creyeron que España rectificaría su política ul-tramarina,
modificaría su régimen colonial. Desgraciadamente no fue asi,
todo siguió en el mismo estado; la revolución de España, tímida ante los ele-mentos
perniciosos que explotaban a Cuba ni siquiera abolió la esclavitud»86.
Y sobre este importante problema de la esclavitud, añade lo que sigue:
«...la cuestión de razas era una dificultad para los cubanos y para los espa-fioles;
pero los primeros, anticiphdose a abolir la esclavitud cuando los se-gundos
vacilaban, no s610 fueron más humanos, sino tarnbiCn más políticos
(...), y eso que entre los cubanos abundaban los hostiles a la raza negra, por in-flujo
del medio en que viviann8'.
Se abre un paréntesis revolucionario de gran actividad en la vida de Es-tévanez,
participando en la gestación del proceso revolucionario de Septiem-bre
de 1868, pero también entra en contacto con los republicanos federales y
participa en los levantamientos de estos en 1869, cayendo prisionero hasta
que la amnistía promulgada por Prirn, ante la llegada del nuevo rey, Arnadeo
de Saboya, le reintegra al ejército, y se encuentra en espera de destino y con
el temor de tener que combatir a los republicanos. D. Nicolás recibe el aviso
85. Vid Op. cit. notá 34. Pig. 125.
86. Ibid
87. Ibid pág. 126.
31 NicoláJ Reyes Gonw'1ez
de su próximo destino a un regimiento, y decide, por los temores que ya he-mos
apuntado, pedir traslado con su propio empleo al ejército de Cuba, em-barcando
el 15 de octubre de 1871 en Cádiz. Al llegar de nuevo a la isla an-tillana,
se encuentra con una situación condicionada por el estado bélico, que
no alcanzaba a notarse en La Habana.
«Sin la revolución española de Septiembre, la isla de Cuba se hubiera per-dido
entonces para España. Aun con la revolución triunfante en la peninsula
estuvo muy a pique de perderse, no sólo por los errores y timideces de la re-voiución,
sino por ias intransigencias e insensateces de aigurios espa'ioies &-
miciliados en Cuba que se rebelaron, más de una vez contra sus legítimas au-toridades,
como sucedió, para no citar más que un ejemplo, con el benemérito
General Dulce; éste de ser obedecido, hubiera pacificado la isla sin tantos sa-crificios
como ha costado la guerra; pero aquellos españoles, fanatizados por
un ,falso patriotismo, constituyeron batallones y escuadrones de voluntarios,
más bien de «voluntariosos» y con sus tropelías, a veces criminales, daban más
disgustos al gobierno español que los separatistas sublevados. Los del campo
se batfan; los de las ciudades no hicieron más que perturban>88.
En una de estas ((tropelías criminales», los voluntarios decidieron ajusti-ciar
a ocho estudiantes cubanos, acusados de profanar en el cemementerio la
tumba de Gonzalo Castañón, fundador de La Voz de Cuba, el periódico de
los voluntarios. Estos no aceptaron la sentencia del Consejo de Guerra, por-que
la consideraron benigna y constituyeron un nuevo Consejo de Guerra,
((compuesto en su mayoria de voluntarios, el cual dictó ocho sentencias de
muerte. Sentencias ilegales, como el consejo mismo, cuya formación no de-bió
consentir la autoridad»89. La reacción de Estévanez ante esta injusticia
fue fulminante, en sus Memorias nos narra su estado de ánimo:
«Nunca, ni antes ni después, en ninguno de los trances por los que he pa-sado
en la vida, he perdido tan completamente la serenidad. Me descompuse,
grité, pensé en mis hijos, creyendo que también los fusilaban; no sé lo que me
pasó; ahora mismo no acabo de explicármelo»90.
88. Vid. Op. 02. nota 4, pág. 497.
89. Vid. Op. cit. nota 34, pág. 214
90. Ibid. pág. 215.
Canarias y América - Nicaláf Exfévanez 32
Dos camareros ayudaron a don Nicolás a calmarse y seguramente le sal-varon
la vida Nos cuenta que no pudo dormir y que tomó la firme decisión
de abandonar la isla y dejar la carrera militar, porque no querfa tener la des-gracia
de formar parte de algún consejo de guerra, y no era capaz de conde-nar
a inocentes por ningún género de consideraciones y añade:
«...lo que agitaba mi conciencia y me perturbaba el ánimo no era sola-mente
el crimen de lesa humanidad, sino también el baldón eterno para Espa-ña
(...). Si la fría razón podia decirnos que la patria es una convención un art-ficio;
que las fronteras no son inmutables; que asi como se muere por casuali-dad
en cuaiquier parte dei mundo, también se nace por pura casualidad. Pero
la razón no puede nada contra el sentimiento, y yo no podía renegar ni pres-cindir
de una patria por la que siempre he sentido algo semejante a la venera-ción
(...). El patriotismo fue, precisamente, lo que me hizo abandonar la isla
de Cuba. Yo no podía permanecer en ella. Si hubiese permanecido, segura-mente
hubiera acabado mal: antes que la patria están la humanidad y la justi-cim91.
Este fragmento supone una aportación interesante, porque volvemos a
encontrar una definición que ya hemos encontrado cuando estudiábamos Ca-narias,
pero en este texto nos plantea incluso, que la «humanidad» y la «justi-cia
» están por encima de la «patria». Puede ser que todos estos razonamien-tos,
escritos para El Imparn'u1: traten de jusficar las críticas que recibió siem-pre,
en los cfrculos conservadores, por abandonar el ejército. Algunos histo-riadores,
como Hennessy, lo califican de desertor, no siendo cierto, ya que
Estévanez cumplió los requisitos legales para abandonar el ejército92.
Lo que resulta más lamentable y decepcionante para Nicolás Estévanez,
es que tampoco la República de 1873, en la que jugó un importante papel de
piGi2g~iii~iaj, ~peii frcni~rsea !os pr&!czias de &Va. Desde tiemps de!
General Prim, Estados Unidos había entablado negociaciones con España, a
través de su embajador Daniel Sickles, que proponía la compra de Cuba y su
anexión al pafs n~r teamer icano~Es~t.a s negociaciones parece no conocerlas
Estévanez, en cambio, en sus Memorias nos dice que el presidente Figueras
91. Ibid.
92. Muchos le pidieron, entre ellos el presidente Figueras, que reingresara en el ejército,
pero él se negó. Y cuando se exilió no quiso cobrar pensión militar, ni tampoco corno ex-ministro.
93. Vid. Op. &f.n,o ta 84, pág. 334.
33 Nicolás Rtyes Gonw'Iez
las lleva a cabo, aspecto este que no cita Hugh Thomas: Así pues, Estévanez
nos indica lo siguiente: «Ofrecía el general (Sickles), en nombre de su go-bierrio,
todo género de seguridades en cuanto al porvenir de Puerto Rico y
de Cuba, con tal de que estas islas se constituyeran en estados autónomos de
la República Española. Reconocida España, en ese caso, como potencia ame-ricana
(porque tendría en América dos de sus Estados federales), nada tenía
que temer de la llamada ((doctrina Monroe)), y aun podrfa invocarla en su
provecho contra injerencias (sic) extrañas^^^.
Hemos de tener presente que las relaciones con los Estados Unidos que
mantenía ia Primera ñepúbiica, eran buenas, y? que éste había sido ei primer
país que había reconocido al naciente régimen democrático español. Ni la 111
República francesa hizo lo propio. Podemos decir, que este aislamiento exte-rior
no facilitó realmente las cosas para el logro de la estabilidad política en
~ s ~ a ñ a ~ ~ .
De lo expuesto, parece desprenderse que Nicolás Estévanez conocía a
fondo los problemas coloniales, por haber estado destinado durante su carre-ra
militar en Cuba, como hemos señalado. Esta circunstancia y el prestigio
alcanzado como Gobernador Civil de Madrid, desde el 25 de febrero de
1873 hasta la dimisión del presidente Figueras, el 11 de junio del mismo año;
destacando por su labor «pacificadora», desarticulando dos intentos de pro-nunciamientos
militares, uno encabezado por el entonces Capitán General de
Madrid, el General Pavía, el 23 de abril y otro que se produce aprovechando
el desconcierto de la dimisión de Figueras. En estas circunstancias, y antes
de su dimisión, Figueras le preguntó a Estévanez si aceptaría el Gobierno
Superior de Cuba. Estévanez le contestó que sí, «con una condición: que se
diera el mando militar al general que yo dijera y que llevaramos de la Penín-sula
20.000 hombres de ejército y voluntarios con los jefes que yo designa-ría~~
6.
El presidente Figueras le contestó que no era fácil sacar de la Penfnsula
20.000 soldados con la guerra carlista en marcha; pero a pesar de todo le
preguntó a Estévanez qué haría si los tuviera a su mando; éste le contesto
94. Vid. Op. d.,n ota 34, págs. 256-257.
95. SALOM, Julio: España en ¿a Europa de Bismarck: La política exterior de Cánouas
(1871- 188 1). Madrid. 1967.
96. Vid. Op. tit. nota 34, pág. 257.
Canasiar y América - Nicokí~ Ertéuanez 34
«Disolvería los voluntarios de La Habana, aunque se resistieran, y expul-saría
de la isla hasta una docena de personas. Hecho esto, los insurrectos se
someterían en un plazo relativamente corto, mediante una completa amnistía
y otras garantias más eficientes. Mientras la isla esté gobernada por las turbas
o por sus inspiradores, los insurreaos no depondrán las armas»97.
Lógicamente la solución al problema cubano pasaba por la implanta-ción
de la República Federal en España, en su cargo de Ministro de la Gue-rra
en el segundo gabinete de Pi y Margall, no va a tener tiempo, porque los
problemas de política interior y las desavenencias internas del partido repu-bEran9
feler~!, iqidierofi !m priJ-)!es rolnciones que se deberían haber
dado al problema cubano, es decir, la concesión de autonomia para Cuba y
Puerto Rico. Cuando estas medidas se llevaron a cabo más adelante, la inde-pendencia
era ya inevitable. Otra cuestión a tener en cuenta, es que la «paci-ficación))
de Cuba era muy importante, para de esta forma lograr la victoria
frente a los carlistas. De todas formas, como nos dice Estévanez, aquella Re-pública
tan calumniada, no «vendió colonias con sus habitantes inclusive, ni
perdió una pulgada del territorio nacional^^^.
En su obra poética, también ocupa un lugar Cuba, cuando escribe a
bordo del barco «City of Veracrum, en 1879, estos versos:
«Yo quisiera una casita
de Cuba en las verdes lomas,
cercada de tamarindos,
de albahacas y de rosas;
donde mis hijos crecieran
lejos de la ruin Europa,
y entre el rumor de las cañas
aprendieran en mi historia
semejante a la de Cuba
en que lágrimas rebosa»99.
La paz de Zanjón en 1878, ocupa un lugar destacado en las Memorias de
Estévanez, elogiando al general Martinez Campos por su habilidad política y
talante liberal, a pesar de que este general era el que había restaurado la Mo-narqufa
en España:
97. Ibid.
98. Ibid. Pág. 246.
99. Vid. Op. cit. nota 51, obra 2) Romancesy Cantares.
Nicolás Reyes González
«Los insurreaos no depusieron las armas por el cansancio que en reali-dad
sentían, ni pórque los recursos efectivamente se les agotaban, ni siquiera
por la llegada de todo un ejército peninsular capitaneado por Marthez Cam-pos;
las depusieron por la política discreta, liberal y humana de tan ilustre cau-dillo.
Mis correligionarios no fueron nunca admiradores de aquel excelente ca-pitán,
de aquel afortunado pacificador. Yo mismo, si él viviera, no le dedicaría
en estos apuntes ni una sola línea. Pero muerto ya, y tratándose de un hombre
que en vida y muerte ha sido mal juzgado por sus propios amigos y calumnia-do
por unos y otros, no he de negarle un recuerdo como testimonio de la sim-a
- A
patía de un consecuente adversano»'"".
Nos habla de las dificultades que tuvo que vencer Martfnez Campos
para pacificar la isla, porque los españoles que vivfan en ella, no querfan la
paz, sino el exterminio de los insurrectos. Pero, no supo exigir que se cum-pliese
lo pactado, asf pues:
«El pacto de Zanjón quedó en gran parte incompleto; aunque él no fue
personalmente culpable de su incumplimiento cometió la falta de no imponer-se
con todo su prestigio a los que pusieron trabas a su obra. La honra de Es-paña
y la suya estaban interesadas en que el pacto se cumplierado'.
En una carta dirigida a su amigo Ramón Gil-Roldán, el 27 de Septiem-bre
de 1879, nos dice: «Lo de Cuba está perdido. Aquello no tenía más sal-vación
que el cumplimiento de los pactos por el pacificador; pero éste, como
hombre de buena fe, más familiarizado con Polibio que con Maquiavelo, ha
sido engañado por Cánovas, Robledo, etc., y se pierde la isla»lo2.
En las cartas a don Luis ~ a f f i o t t e ls~e ~re,f iere de forma critica al en-tü~
icesC apirán Generai de Cuba, ei General Weyier, ei Marqués de Tenerse,
que no va a gozar del aprecio de Estévanez, veamos lo que nos dice el 9 de
mayo de 1896, después de reanudarse las hostilidades: «Nuestro marqués lo
está haciendo rematadamente mal y nos quedan pocos días de dominación ...
y procure acordarse de mf en sus oraciones»104. En una carta posterior, aña-
1UU. Vid. Op. cit. nota 34. págs. 318-319.
101. Ibid. Pág. 319.
102. Vid. Op. cit., nota 23. Pág. 87.
103. Nos habla tarnbikn de una serie de cuatro artículos publicados en el Nueuo Regim y
que exponen sus ideas sobre el problema cubano.
104. Ibid Pág. 1 15.
de: «De Cuba no hay que hablar, eso está concluido. Para los que conozcan
aquello, el secreto de la cosa está en el recorte que le incluyo: nuestros solda-dos,
los más andarines del mundo, tardando nueve días en caminar una le-gua
»105.
Terminarnos la presente ponencia, con unos versos que Estévanez dedi-ca
a criticar al General Weyler, en los que se refiere a los errores cometidos
por éste cuando estuvo destinado en Cuba:
((Mirada de reptil, cuerpo de enano,
instinto de chacal, alma de cieno,
hipócrita, cobarde, vil y obsceno,
como el más asqueroso cuadrúmano.
Azote un tiempo del país cubano,
a todo noble sentimiento ajeno,
hasta el mismo Satán convierte en bueno
esa excrecencia del linaje humano.
Ruinas, desolación, hambre y miseria
las obras son que a ejercitar se atreve
ese horrible montón de vil materia
iY a un monstruo tal, con intención aleve,
el gobierno de Cuba encarga Iberia
al acabar el siglo diez y nueve!»lo6.
Hugh Thomas en su obra ya citada, no trata mejor al General Weyler,
cuando nos indica lo siguiente: «A principios de 1896, la mayor .parte de
Cuba era «zona militan>, toda la isla se iba a convertir nada menos que en
un inmenso campo de concentración. A estos proyectos se añadieron decre-tos
que castigaban la traición con ia pena de muerte; que ordenaban que se
registrase a la población de todas las provincias del este; y que daban a los je-fes
militares poderes judiciales extraordinarios para juzgar, castigar e incluso
ejecutar a todo el que contraviniese estos decretos (...). Esta política, seguida
con firmeza y energía durante todo 1896, implicaba la destrucción de la ri-queza
agrícola del país» 'O7.
105. Ibid. Pág. 11 7.
106. Vid. Op. cit. nota 21, pág. 130.
107. Vid. Op. cit. nota 84, pág. 431 y SS.
CONCLUSIONES FINALES
Nicolás Rtyes Gonw'lez
Como hemos indicado en la introducción, nos proponíamos estudiar, a
través de las obras de D. Nicolás Estévanez, su pensamiento sobre Canarias
y América.
En estas conclusiones, vamos a respetar el esquema de la ponencia e
iremos enumerándolas, siguiendo el orden que nos marca éste y no la impor-tancia
y trascendencia de la conclusión. Así pues, empezaremos por las con-clusiones
referentes a Canarias.
?O) gemGGbsS ema& ~ u i , p ~ sva teman& ff=-a en e! ~- PU -LoO~~- ;APZ- L C I ~ -
to de Nicolás Estévanez, al mismo tiempo que se produce su evolución ideo-lógica.
En sus primeras etapas, el joven Estévanez es un liberal burgués, que
entra en la carrera militar y su poesía está dentro de los moldes estéticos del
romanticismo. Su actividad revolucionaria y su protagonismo político duran-te
el «Sexenio Revolucionario» le hacen evolucionar hacia posturas anarquis-tas,
pero sin dejar el partido republicano federal. En esta época su poesía
adopta un claro matiz social y curiosamente Canarias es el principal tema de
inspiración de muchos de sus poemas.
2") En el «Pleito Insulan) que divide a las islas, la actitud de Nicolás Es-tévanez
es bastante clara, aunque sus amigos «regionalistas» de Tenerife in-tentan
convencerle para que tome partido contra sus rivales de Gran Cana-ria.
D. Nicolás siempre defenderá la necesidad de limar asperezas y el mante-nimiento
de la unidad del Archipiélago. El verdadero enemigo de esta uni-dad
es el «caciquismo» de las dos oligarquías insulares de Tenerife y de Las
Palmas, que se enfrentaban para conseguir un predominio, y todo esto se
producía con la asistencia pasiva de los perjudicados por esta política, las cla-ses
populares de todas las islas, que por su bajo nivel cultural, no compren-dían
o eran engañadas y utilizadas en esta lucha; viéndose obligados a emi-grar,
cuando la economía de las islas no los podía sostener. Nos encontra-mos,
pues, con una burguesía, si es que se puede emplear este término, sin
conciencia de su propia identidad, dependiendo para su desarrollo del merca-do
internacional y durante mucho tiempo de Inglaterra y no de España.
D. Nicolás Estévanez, defiende la plena autonomía de Canarias como
una unidad entre iguales y con una máxima descentralización administrativa.
No se defiie en el tema de la capitalidad porque por su ideología anarquista,
no la encuentra indispensable. Quizás la postura neutral y objetiva que adop
ta Estévanez ante estos problemas se pueda justificar por su prolongada au-
Canarimy América - Nicolás Esfévanez
sencia del Archipiélago.
3") En el estudio que hemos realizado, con cierta frecuencia hemos en-contrado
cuestiones en las que Nicolás Estévanez no parece estar muy ente-rado
en. lo que a Canarias se refiere. En la correspondencia que mantiene
con sus amigos, les pregunta con frecuencia sobre temas canarios. Hemos de
tener presente, como ya hemos señalado que la mayoria de su vida va a estar
lejos de Canarias, y además, la información que le puede proporcionar la
prensa española, no pensamos que fuera abundante; entre otros motivos,
porque existian otros temas de mayor importancia, como eran: Cuba, Puerto
Rico, Filipinas, etc.
D. Nicolás también recibía información a través de su hermano Patri-cio,
fundador y director del Diasio de Tener& y de otros paisanos y correli-gionario~
suyos como Elías Zerolo o Andrés Antequera. En cuanto a sus
cartas con Ramón Gil-Roldán y Luis Maffiote, es posible que estuvieran
condicionadas por la ideologia de sus autores. De todas formas, parece ser
que la situación económica de las islas, al menos para esa proto-burguesía ca-naria
de tipo mercantil, no era del todo mala, gracias a las relaciones con In-glaterra.
Relaciones que tuvieron una enorme influencia en la sociedad cana-ria
en todos los niveles.
4") D. Nicolás Estévanez, a pesar de haber abandonado voluntariamen-te
su carrera militar, sigue conservando una gran afición hacia los temas mi-litares,
estudiando todos los conflictos bélicos que se producen, siguiéndolos
'de cerca. Es lógico que se planteara el tema de la defensa del Archipiélago,
sobre todo en unas circunstancias internacionales, en las que las islas eran
un objetivo claro para los imperialismos que luchaban entre sí, sobre todo en
el ambiente de ((paz armada» que se percibe en los últimos años del siglo
XM y primeros del XX, que desembocarán en la Primera Guerra Mundial.
La defensa de Canarias para Estévanez. no está asegurada y era insufi-ciente;
por otra parte, es difícil lograr una óptima seguridad debido a su ca-rácter
insular. Esta preocupación no es exclusiva de D. Nicolás, sino que
surge como tema de candente actualidad, porque existe un peligro real de in-vasión
del Archipiélago. Y el peligro no víene de Inglaterra solamente, como
sería lógico suponer, sino que también Estados Unidos se interesa por nues-t
r i -A_r&pi&p, czíindo se prorliice la gwrr. entre España y
este país en 1898. A pesar de tener sesenta años, Estévanez ofrece sus expe-riencias
y su persona para defender las islas frente a la posible invasión nor-teamericana,
proponiendo planes para resistir a este ataque. Nos dice ade-
39 Nicolás Rtys Gonw'lez
más, algo de sumo interés, que Estados Unidos necesita un depósito de car-bón
cerca del Mediterráneo y advierte que no se puede culpar a los canarios
si no logran una victoria porque no siempre se van a producir milagros
como el triunfo sobre e1 Almirante Nelson el 25 de julio de 1797. Y por últi-mo,
destaca la advertencia que hace Estévanez sobre los peligros que ace-chan
en el siglo XX a las islas, debido a su situación estratégica próxima a
Africa, que según Estévanez, será el escenario en el que se-dirimirán los en-frentamiento~
e ntre los imperialismos occidentales. La historia le ha dado la
razón a nuestro paisano, Canarias se encuentra hoy situada en una zona de
5-r''oun' U;n"t"e'" tbc a. '"ectrnt.+Jc~ q ~ eest a rnn&c~nmt&e& pih!p s ~ l ~ &&f i siir
problemas políticos y económicos.
5") En esta situación en la que Canarias peligra, Nicolás Estévanez reac-ciona
declarando como hacen muchos paisanos suyos, la españolidad del Ar-chipiélago
y mantiene que los canarios no quieren la independencia, ni la
anexión, que prefieren seguir bajo la bandera española. En este aspecto, D.
Nicolás nos dice que Canarias no es una colonia española, en esto puede ser
que tuviera razón, si se refiere a la dependencia que sufre con respecto a In-glaterra,
ésta no necesitaba plantearse la invasión porque su presencia en Ca-narias
se percibe y se constata, a través de todo tipo de testimonios que pue-den
recogerse, tanto de canarios, como de visitantes peninsulares o extranje-ros,
incluso en la misma prensa canaria se detecta esta influencia inglesa.
G) Tras un estudio de su poesfa nos encontramos con dos temas princi-pales:
Canarias por un lado y la problemática social y poiftica por otro. Nico-lás
Estévanez se nos presenta como un intelectual abierto a todo tipo de in-fluencias;
hemos de tener en cuenta que por su oficio de traductor, recibe y
asimila las ideas que se le presentan, porque D. Nicolás, cuando traduce a
Montesquieu o a Diderot, los comprende en su lengua original francesa y los
vuelve a recrear y adaptar a la mentalidad de la lengua española.
Salvando las dificultades que presenta el análisis de contenido en poe-mas
y sobre todo cuando se entremezclan estilos, temas, intenciones y hasta
significados, porque se emplean conceptos que tienen un valor semántico
propio del siglo XM, conceptos que hoy tienen diferente significado, Cana-rias
no es solamente la sombra del «almendro» de la infancia. Canarias es su
«patria», pero es una «patria» que unas veces toma la forma de una roca y de
una fuente, o de una peña y siguiendo con esta concreción ffsica y nada abs-tracta,
su «patria» es también una senda y una choza, una ermita y una fosa.
Nos define su «espfritu» como isleño y nos asegura que su «patria» también
Canariasy América - Nicolás fitétrana 40
es «espfritu» y por lo tanto su «patria» es isla. De lo concreto se va a lo abs-tracto
y de los abstracto se vuelve a lo concreto, como sucede en su otro
poema: Mis banderas, en el que defiende que se puede luchar por lo que algu-nos
consideran mitos y convenciones, por la patria y la libertad. En cuanto a
la lucha por la libertad la defme como lucha por la propia dignidad y en
manto a la patria, nos indica que sus islas Canarias poseen unas fronteras
naturales, que no hay fuerza en el mundo que pueda rectificar, forman un
eterno grupo, dominado por el Teide y protegido por el mar.
7") Junto a esta poesfa de temática canaria, e incluso en algunos de los
fragmentos de ellas, se nos presenta el poeta comprometido polfticamente.
TYicoiás Estévanez piensa que no se debe divagar sobre abstracciones filosó-ficas
como la «humanidad» o la «patria universal», hay que colocar al «Hom-bre
» en el lugar que se merece. Estévanez nos explica que a través de un ob-jeto
concreto, donde concentra toda su capacidad afeaiva, se hace más fuer-te
su amor hacia el «Hombre», porque su amor no se difumina, sino que se
concentra en su patria canaria y a través de este amor puede ir luchando por
otras uniones o federaciones más amplias; la federación ibérica, que une a to-dos
los pueblos que habitan la Península, o nos habla de los Estados Unidos
de Africa, de Asia, etc. D. Nicolás Estévanez se define como canario y afri-cano,
español y autónomo, federalista y anarquista y como «republicano»,
que en el siglo XM es lo mismo que decir «demócrata».
Vamos ahora a resumir las conclusiones que hemos sacado, en lo que se
refiere al continente americano.
8") En su faceta de historiador, comienza refiriendose a la empresa del
descubrimiento, conquista y colonización de América, que presenta como
una gesta heroica llevada a cabo por hombres bravos, de espíritu aventurero,
que lograron vencer la resistencia de imperios populosos. Estévanez conside-ra
que esta aportación de España en una de las causas que explican su deca-dencia,
porque en la Península, se quedaron los apegados al terruño, los de-votos
de Dios y los santos; que convirtieron a través del devenir histórico a
España en un «tronco carcomido)), en una fortaleza tres veces secular del fa-natismo
ignorante.
Esta España regida por una monarquía despótica serfa vencida en el si-glo
XIX, por los descendientes de aquellos heroicos conquistadores del siglo
XVI; que conquistarian la libertad para aquel mundo. En esta visión un tan-to
maniquea y «criollistm de la Historia de América, Estévanez nos dice que
la decadencia española del siglo XIX queda en parte compensada, por haber
41 Nicolás Reyes Gonaíiez
contrTbuido a la gestación de veinte jóvenes repúblicas que constituyen una
esperanza para la Humanidad y que harán perdurable la lengua y la memoria
de España.
9") En cuanto a la lengua castellana, don Nicolás cree que no es cierto
que el hablante latinoamericano sea peor que el peninsular; por el contrario,
esta len-gu a se ha conservado en América con una mayor pureza y fidelidad,
hemos de tener en cuenta, que la opinión de Estévanez sobre este aspecto, es
una opinión cualificada, dada su actividad como traductor y su obra poética.
D. Nicolás defiende, sin embargo, el uso de la lengua materna como puede
..A- 01 ,,.+,.ln, -1 wnccn n -1 -011--. meen n n c ~o~-P,-rPn w re i n ~ l i m r ,M * PI hi-
>\.1 L.1 ,.araiaii, L.& va.,Lu u L.. suiir~up, r u i iuu yurrrr Y"' ""'" """ Y' " -- m
lingüismo y defiende la coexistencia entre esas lenguas. Esto no parece com-
E
prenderlo, de esta forma, Pio Baroja, que nos dice en sus memorias, que Ni- O
colás Estévanez consideraba a los hispanoamericanos como más españoles - m
que a los vascos o a los catalanes, por no hablar éstos la lengua española co- O
E
rrectamente. Lo que si es cierto, es que Estévanez se opone a los nacionalis- E
2
mos de origen burgués, que empiezan a florecer en aquellos tiempos en que E
vive don Nicolás. 3
10") El estudio que hacemos de la «anexión voluntaria» de Santo Do- - -
mingo, nos pareció importante porque es un caso que reviste el carácter de 0
m
E
único pues es la primera antigua colonia en la que se re&rma la soberanfa O
europea. El partido ((españolista))d el presidente Santana solicita la anexión al
gobierno del General O'Donnell, debido al miedo a sus vecinos de Haiti y E
aprovechando que los Estados Unidos se encuentra en plena guerra de Sece- a
sión y no puede hacer valer la célebre ((doctrina Monroe)). Estévanez va a es- -
tar presente en la guerra que se desencadena, cuando España conmienza a
cometer los mismos errores poiíticos que le harán perder Cuba y Puerto O3
Rico. D. Nicolás piensa que realmente la causa de los rebeldes dominicanos
es justa, porque la anexión no era m sentir generalizado de toda la población
dominicana. Fue más bien obra de un hombre, Santana y cuando éste desa-parece
resulta dificil mantenerla. Además los dominicanos querfan conservar
su libertad interior y el bienestar relativo que disfrutaban y lo que sucedió
-según Estévanez- es que los tributos se habfan triplicado, al año de produ-cirse
la anexión, negándoseles representación en Cortes y sometiendo a la
isla al mismo régimen despjtico que imperaba en Cuba o Puerto Rico. D.
Nicolás da la razón al gobierno del General Narváez cuando decide abando-nar
la isla y reconocer la República Dominicana, ya que la guerra habia lle-gado
a una situación de estancamiento, en la que no se inclinaba el triunfo
Canariac y América - Nitolás Estévanez 42
por ninguno de los dos bandos.
1 lo) Otro foco de interés para Nicolás Estévanez, lo constituye la pode-rosa
nación que se está configurando en el norte del continente americano,
C' nos referimos a los Estados Unidos. Cuando Estévanez se encuentra en San-to
Domingo, se está viviendo en ese país un momento crucial de su historia,
la Guerra de Secesión. D. Nicolás va a trasladarse al& aprovechando un mo-mento
de tregua en la campaña de Santo Domingo, después de la acción bé-lica
de Montecristi.
Su interés por Estados Unidos, podemos explicarlo primero porque es
un país en el que se desarrolla en la práctica un régimen republicano federal;
además, como buen militar ie interesa estudiar ei desarroiio de ia menciona-da
guerra, parece ser que escribió una Memoria dedicada a esta tema, que
hasta ahora no ha sido encontrada. Lo expuesto y otros datos que poseemos
nos hacen que destaquemos otra actividad literaria en Nicolás Estévanez, la
de tema militar. A ella nos hemos referido brevemente en el presente traba-jo,
pero creemos que podrá ser objeto de un estudio posterior.
12") Los mismos errores que hacen que Santo Domingo vuelva a reco-brar
SU libertad, son los que provocan la pérdida de Cuba, Puerto Rico o las
FiEpinas. La situación de la economia cubana era próspera en la segunda mi-tad
del siglo XIX, como hemos tenido ocasión de comprobar y como tam-bién
nos dice el propio Estévanez; pero la libertad brillaba por su ausencia.
Desde que abandona Cuba en 1867, Estévanez está convencido de la pérdida
para España de esta isla del Caribe. Ha detectado en la sociedad cubana cier-ta
hostilidad hacia los españoles y el afán de independencia se percibía en to-das
partes. Si no hubiese ocurrido la revolución española de 1868, Cuba hu-biera
alcanzado su independencia bajo el liderazgo de Céspedes. Pero la revo-lución
de septiembre alentó ciertas esperanzas de que España rectificarfa su
política colonial; desgraciadamente no fue así. Y como nos apunta Estéva-nez,
ni siquiera se abolió la esclavitud. Y esto se convirtió en un arma políti-ca
que los rebeldes cubanos supieron utilizar; sobre todo gracias al consejo
de los vencedores de la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, los fede-rales
abolicionistas del norte. La anexión de Cuba por los Estados Unidos,
era una idea que se venía gestando desde hacía tiempo, esta idea era acaricia-da
por los Estados del Sur, que les interesaba ejercer un dominio total sobre
esta zona de América.
13") Estévanez abandona el ejército porque no puede soportar la injusti-cia
cometida con ocho estudiantes cubanos que son fusilados por una falta
43 Nicolás Reyes González
que no era tan grave para merecer este castigo. Pero la autoridad cedió ante
las presiones de los voluntarios, que exigian este derramamiento innecesario
de sangre inocente. Para Estévanez, una de las causas que impedia la pacifi-cación
de la isla era la actitud violenta y fanática de estos batallones que die-ron
más disgustos al Gobierno español que los sublevados separatistas.
Cuando se implanta la República en España, don Nicolás seguirá pensando
que es necesario acabar con estos batallones de voluntarios y sustituirlos por
tropas regulares procedentes de la Peninsula.
Esta solución no es posible porque los problemas de indole interna que
d-g-u-u1l:d-ll- a 1- D--.CLl:,, A, 1Q7 -2,1 ,l;,+, -,-1 a+., y. 1-0 ,-nrr+r\rrnl;~t~~ la ~ \ c p u u ~uca iu 1 J, rua ~ a ~ u a ~~ ai aLiL i i v r y~ r~v u ~ a i i r v i r a i i u r a o m
D
en levante, hacen que no se pueda enviar a Cuba ningún contingente militar. E
Para Estévanez puede resultar justificado que los hombres de la «Revolución E
de 1868~no solucionen la situación de Cuba, pero le resulta decepcionante
m
que la República por la que habia luchado, tampoco pudiera lograrlo. En E
aquellos momentos, la autonomía podfa haber sido la solución, con el bene-plácito
de los Estados Unidos que así podan seguir ejerciendo el dominio
comercial que realizaban desde hacia tiempo. D. Nicolás evoluciona, desde $
posturas autonomistas en el problema cubano hasta defender, como su ami- %-
go y correligionario Pf y Margall, la independencia de Cuba en las páginas ' E
del periódico madrileño El Ntrevo R&imen. Este cambio se produce antes del E
desastre de 1898 que tanto efecto y trascendencia tendrá en el desarrollo his-tórico
posterior de España. n
-E
14") En muchos escritos de Nicolás Estévanez sobre América hemos
encontrado la idea de la unidad de todos los pueblos americanos, una unidad
entre iguales, constituyendo federaciones que respeten las fronteras natura- n
les, es una nueva versión de la utopia de Bolivar de una América unida y li- O
bre. Su actitud poiítica es claramente anticolonialista, respeta a los pueblos
que luchan por su libertad e independencia, pero cree en la necesidad de ir
hacia la configuración de unidades poiíticas y económicas, en las que se ga-ranticen
los derechos individuales y se dé la mayor descentralización posible
en las decisiones de carácter político y administrativo.