BUROCRACIA FISCAL Y SOCIEDAD «COMERCIANTE» :
EL VISITADOR PEDRO ÁLVAREZ EN CANARIAS ( 1 752 - 1755)
A don José Peraza de Ayala, pionero de la historia del comercio
canario.
La visita de Pedro Alvarez, comisionado de la Real Hacienda
para el arreglo de las aduanas de Canarias, es un buen ejemplo
de la oposición entre Estado y sociedad en el siglo XVIII espa-ñol.
Una forma de vida hispánica en donde el Estado encuentra
numerosos obstáculos para regular y fiscalizar la actividad mer-cantil,
especialmente el comercio colonial. La Carrera de Indias
era un negocio muy especulativo, en donde se utilizaban alter-nativamente
la vía de la legalidad o del fraude, dependiendo de
las circunstancias. En una primera parte, se dibuja el marco ge-neral
en donde se inscribe la visita de Alvarez a las Islas: las re-formas
de la Real Hacienda y del comercio americano; los ini-cios
de la crisis del régimen de excepción canario ante la competi-tividad
establecida por otros participes del monopolio. Esto permi-tirá
conocer los grandes intereses que se escondían tras la vida coti-diana
del comercio atlántico y explicar mejor las vicisitudes por
las que atraviesa Alvarez en los años de estancia en el Archipié-lago.
La narración de estos hechos ocupará la segunda parte.
En teoría, la política desplegada por la Monarquía borbbnica en
el comercio exterior español del siglo XVIII, concretamente en el co-mercio
colonial, tendía a ser una política reguladora de los intercam-bios.
En otras palabras, trataba de constituirse, antes de 1778, en el
fiel de la balanza entre el monopolio de puerto único y la libertad
comercial que rec.l am.a ban otros puertos españoles. Pero, en la prác- tr.-i-b a, -"t- ....,.t-n~.A-.n-,. GJLG pLuI~bbIVIIIDIIPlUuS ~üpeditadoa !as grandcs necesidades
hacendísticas. El control estatal de la Carrera de Indias producía im-portantes
dividendos fiscales. Hay autores que llegan a defender la
42 6 A. Guimera Ravina
tesis de que la verdadera razón de ser de todas estas reformas del co-mercio
colonial fue la de asegurar la continuidad y el aumento de las
arcas reales. Si a todo esto le unimos los rigores y abusos de un apa-rato
político-jurídico-administrativo propio de una époco como la
del Antiguo Régimen, la conclusión a que llegaríamos sería la de que
el vasallo se veía obligadogado a realizar su actividad mercantil en
unos marcos muy estrechos.
Pero esto es sólo una parte de la verdad. Frente a este Estado
fiscalizador se oponía una realidad social muy compleja. En el caso
de Canarias, partícipe de aquél monopolio, la adminstración de la
Real Hacienda tropezaba con numerosos obstáculos. No sólo tenía
que evitar los conflictos de jurisdicción con otras autoridades sino
también hacer frente a la actitud hostil de una sociedad muy impli-cada
en el comercio lejano. El funcionario de turno se veía obligado
a esconger entre la rigidez y la tolerancia, cuando no la corrupución.
El mandato de Pedro Alvarez, entre los años 1752 y 1755 es
buen ejemplo de este conflicto. Siendo tan importante como el de
sus predecesores Diego Navarro y Juan Antonio Ceballos, ha mere-cido
una menor atención por partye de los historiadores, debido al
final, espectacular o trágico, que aquéllos experimentaron.
Mi exposición constará de dos apartados. En el primero, trataré
de situar la gestión de Alvarez en sus coordenadas históricas, tanto
generales como particulares. Por un lado, están las reformas de la
Real hacienda y del comercio colonial, acompañadas por el cambio
de coyuntura en el comercio hispano-americano, que tendrá una in-cidencia
negativa en las relaciones de las Islas los acontecimientos de
los cuales fue protagonista principal. La narración cronológica de es-tos
hechos será el contenido del segundo apartado.
l. MARCO GENERAL
1.1. HACIENDA BORBÓNICA Y COMERCIO COLONIAL
Durante el siglo XVIII se sentaron las bases de una administra-ción
racionalizadora de la Real Hacienda. Para ello, se intentó dotar-la
de mayores medios para hacerla más eficaz. Así, se crean nuevos
elementos institucionales, como la Secretaría de Hacienda o los In-tendentes,
que harán posible la administración directa de las rentas,
separándola de los arrendadores particulares. Por otro lado, se sim-plifican
y regularizan los sistemas administratios: es la época en don-
Burocracia fiscal y sociedad «comerciante»: el visitador ... 427
de surgen las primeras elaboraciones estadísticas de la Hacienda. Fi-nalmente,
se intenta sustituir la contribución indirecta -alcabalas,
millones, cientos y otros impuestos análogos-, por la genera-lización
del sistema catastral: la denominada Unica Contribución.
Esta ultima medida había tenido precedentes en el catastro ordenado
por José Patiño para Cataluña, pero fue especialmente promovida
por el Marqués de la Ensenada, que en 1749 manda realizar las ope-raciones
catastrales. Artola Gallego considera esta reforma fiscal
((iniciada por Ensenada y promulgada en tiempos de Muzquiz, sin
comparación posible, la medida fiscal de mayor alcance de la histo-ria
del Antiguo Régimen " l .
Sin embargo, a la hora de medir el alcance de este espíritu refor-mista
en el comercio colonial, otros autores mantienen una postura
más crítica. García Baquero, al analizar las reformas emprendidas
-el Proyecto de Flotas y Galeones de 1720, el Derotn y Rea! Ins-trucción
de 1765 y el Reglamento de Libre Comercio de 1778 -, Ile-ga
a la conclusión que «al igual que el tráfico, el sistema fiscal que lo
gravaba adoleción de confusionismo, exceso de reglamentación ino-perante
y caos organizativo en la percepción ... un punto en el que
suelen coincidir con una unanimidad absoluta todos cuantos se pro-nunciaron
a este respecto es el de denunciar al régimen fiscal impe-rante
como uno de los principales causantes del decaimiento de la
actividad comercial hispanoamericana y del consiguiente auge ad-quirido
por el tráfico ilícito»2. Resumía los defectos de este sistema
fiscal en los puntos siguientes: excesivo número de impuestos, eleva-das
tarifas, desorden en la determinación de la base imponible y ar-bitrariedad
en los procedimientos de percepción.
Otros autores van aún más lejos en su crítica al régimen fiscal
del comercio ultramarino. Para Fernández de Pinedo, el objetivo de
la Corona era preservar las estructuras propias del Antiguo Regimen.
Esta idea se traducía, a la hora de la política fiscal, en la no interfe-rencia
en la percepción de la renta de la tierra -base de la riqueza
del grupo social dominante- y sí en la imposición de gravámenes
en los sectores secundario y terciario. Por esta razón la Monarquía
l . ARTOLLA GALLEGO, M. (1982), La Hacienda del Antiguo Régimen, Ma-drid,
pp. 249-319; cita en p. 279.
2. GARCIA BAQUERO, A. (1976), Cádiz y el Allántico (1717- 1778) Sevilla, pp.
183-224; cita en p. 195.
428 A. Guimera Ravina
estaba interesada en el desarrollo de dichos sectores, pues de ellos ex-traía
la mayor parte de sus rentas3. Delgado Ribas, al estudiar las medi-das
liberalizadoreas del comercio colonial, defiende idéntica tesis, al
afirmar que la filosoíia subyacente de estas reformas era {garantizar que
la mayor parte del comercio con Aménca se efectuase por causes lega-les
o, en otras palabras, contribuyendo a la Real Hacienda)k4.
Existen numerosas pruebas que apuntan en esta dirección. Por
ejemplo, en el caso del comercio canarioamericano, sólo los impues-tos
representaban entre el 20 O/o y el 30 O/o del capital invertido en
la empresa, cifras que coinciden con las estimadas para el comercio
catalán con Américas. Las afirmaciones de Juan Cólogan Blanco, co-merciante
irlandés radicado en Tenerife, se hacen eco de este des-contento
general sobre la fiscalidad imperante en el comercio colo-nial.
En 1756, poco tiempo después de haberse restaurado el régi-niieri
& fioias a Nueva Espai'ia, escribe:
«Por cartas de Cádiz de 27 de marso, no avía apariencia
que este año aya flota, pues aunque el Ministerio hacía
ynstancia para que despachase, el Comercio no se halla-ba
con disposición ni fuersa para ello, pues bien conside-raban
el estado de la América, y que por lo menos deve
tener de hueco este año; pero el Ministerio lo que quiere
es que vayan y vengan navíos, para que aya mucho teso-ro,
cuando es preciso que sea en perjuicio del Vasallo6.
3. FERNANDEZ DE PINEDO, E. (1980), «Coyuntura y política económicas»,
en Historia de Espuria dirigida por M. Tuñón de Lara. Torno VII: Centralismo, Ilus-tración
y agonia del Antiguo Régimen (1 715- 1833), Barcelona, pp. 12- 13.
4. DELGADO RIBAS, J. M. (1981), Cataluña y el sistema de Libre Comercio
(1778-1818), Universidad de Barcelona, resmen de tesis doctoral. Ver también (1978),
«Comercio colonial y fraude en Catalunya. Algunas consideraciones en tomo a los re-gistros
del Libre comercio a Indias (1 778 - 1796)», Estudios Históricos y Documentos de
los Archivos de Protocolos, VI, pp. 3 11 -326 y (1980), «Fiscalidad y comercio con
Aménca: los resguardos de rentas de Catalunya (1 778 - 1799)», Boletín Americanista,
Año XII, Núm. 30, 1980, pp. 69-88.
5. Toda la información complementaria en tomo al comercio canario-americano
puede consultarse en mi libro Burguesía extranjera y comercio atlan~ico:la empresa
comerctal irlandesa en Canarias (1 703- 1771), Santa Cruz de Tenerife, 1986, capítulo 6.
6. Carta de Cólogan a Martin de Miranda y Tellechea (Veracruz) 10-5 - 1756
(Archivo Zarate- Cólogan, La Orotava, Tenerife, Copiador de Cartas «C»). A partir de
este momento, todas las referencias a cartas de Cólogan se remiten a este archivo y a
este copiador de cartas.
Burocracia,Jiscal y sociedad «comerciante»: el visitador ...
1.2. LA REALH ACIENDYA L A SOCIEDAD CANARIA
Pero esto es sólo una parte de la verdad. Algunos autores se re-fieren
al fraude y al contrabando como una actividad sumamente lu-crativa
que pretende aumentar los beneficios «normales» del comer-cio
eludiendo el pago de los aranceles7. Malamud, al estudiar el co-mercio
directo francés con el espacio económico peruano, nos da la
clave de esta aparente ambiguedad en el comercio atlántico: «si
coincidimos que se trata de un fenómeno estructural (para el mundo
colonial), es obvio que tenía que tener alguna racionalidad, que tenia
que participar dentro de la lógica interna del sistema)); el comercian-te
europeo «prefería la seguridad del sistema de flotas y galeones, y
recurría al contrabando cuando las circunstancias así lo exigíama. Es
bien sabido que el armamento demasiado próximo de las flotas satu-rabaii
E-m: ercado: los géíieros iio tienen satida, !os precios descien-den
vertiginosamente, se experimenta falta de liquidez entre los car-gadores.
Algunos comerciantes argumentaban que era más fácil cal-cular
la marcha del mercado con un sistema de flotas que con otro
de barcos aislados. Sin embargo, el control del ritmo de ventas, a tra-vés
del sistema de flotas, beneficiaba de otras maneras a aquéllos. Un
largo intervalo de al menos tres años entre dos convoyes provocaba
la escasez de géneros europeos en Indias y garantizaba la venta del
cargamento a unos precios fijados por los comerciantes. Además, si
en estos intervalos, introducían los géneros que escaseaban, el nego-cio
podía ser redondo.
En el caso de Canarias, a estas características generales se unen
otras particulares. Los isleños supieron sacar partido a las ventajas
comparativas de su situación geoestratégica, tan preciada para la Co-rona.
Estas circunstancias -cruce de rutas mundiales y paso obliga-do
desde Europa hacia la América Tropical hicieron que la Corona
concediese a las Islas un régimen especial en materia comercial y fis-m!.
?nr ii2i pirte, !a permisiSn de exportar I.000 toneladas aniiales
de productos agrícolas canarios a ciertos puertos americanos, aunque
recortada por numerosos controles y normativas. Por otra, un
7. Véase nota 4.
8. MALAMUD, C. (1 982), «España, Francia y el comercio directo con el espacio
peruano, 1695 -1730: Cádiz y St. Malo», en La economía española aljinal del Anti-guo
Régimen. Tomo 111: Comercio y Colonias, Madrid, pp. 6-9.
430 A. Guimera Ravina
régimen fiscal caracterizado por la aplicación de un número limitado
de impuestos y de tarifa inferior a la aplicada en otras áreas de la
Monarquía Hispánica. El régimen de excepción en el monopolio de
puerto único se mantuvo hasta 1765 y el régimen fiscal diferenciado
se modificaría en 18 17. Canarias se convierte también en una zona
de atracción de capitales extranjeros que usan el archipélago como
plataforma para introducirse en el monopolio español: reexporta-ción
de manufacturas y alimentos de origen foráneo a Indias; rexpor-tación
de caudales y otros productos coloniales a Europa, como sal-do
del déficit de la balanza comercial entre el continente y las Islas.
Para beneficiarse al máximo de esta situación los isleños se apunta-ron
al doble juego: disfrutar del régimen de excepción y la utiliza-ción
de esta vía legal para comerciar ilícitamente, sacando ventaja a
sus competidores. No voy a extenderme sobre este particular, pues
ello queda bien aclarado en otro trabajo9. Lo que me interesa aquí es
destacar las consecuencias de esta actitud en la vida cotidiana del co-mercio
canario.
El quehacer cotidiano del mundo mercantil isleño ofrecía una
doble faceta: por un lado, la apariencia o el marco legal, al cual to-dos
públicamente obedecen; por otro, la realidad del fraude y del
contrabando, respaldado y practicado por todos. La sociedad isleña
en su totalidad se hallaba implicada en estas operaciones ilegales:
comerciantes, navieros, cosecheros, marinos, pasajeros, cónsules ex-tranjeros,
clero y hasta las propias autoridades -oficiales de adua-nas,
apoderado del Consulado de Cadiz, Juez de Indias, regidores y
Comandante General. El comercio ilícito es vox populi, pero
siempre se esconde tras una cortina de humo. Por esta razón, las
mismas autoridades que amparan este fraude insistían siempre
que se guardase la suficiente discreción y disimulo por parte de
sus protegidos. La mentira o el falso testimonio, cuando se trataba
de burlar la vigilancia de la Real Hacienda o de la Casa de la Con-tratación,
no se consideraba un cieiito grave sino una necesidad,
hasta un mérito.
Las autoridades tenían intereses comunes con aquéllos que se
dedicaban al comercio. Esto es bien significativo en el caso de los
Comandantes Generales, la máxima autoridad política y militar del
Archipiélago. Los comerciantes traban amistad con ellos, les agasa-
9. Véase nota 5.
Burocracia fiscal y sociedad ((comerciante))e: l visitador. .. 43 1
jan con fiestas y regalos, les nombran su juez conservador -en el
caso de los comerciantes extranjeros-, hacen valer ante él las reco-mendaciones,
etc. 'O.
Por estas razones, la Real Hacienda tropezó siempre con nume-rosos
obstáculos a la hora de racionalizar su administración en Ca-nanas.
La distancia de las Islas respecto de la Corte dificulta la vigi-lancia
y facilita los abusos. Los administradores particulares de las
rentas oscurecen las noticias, cuando no pagan con retraso. La
Real Hacienda consigue administrar directamente las rentas a
partir de 1740, pero los ingresos no alcanzan a pagar los sueldos
de los funcionarios y los enormes gastos militares que conlleva la m
defensa de unas islas de tanto valor estratégico. En un memorial E
de 1761 se decía que los ingresos de la Real Hacienda en Canarias O
ascendían a 200.000 pesos anuales en concepto de Tabaco, Tabla n - m
Mayor de Indias, Tercias, Almirantazgo, Quintas, Cruzada, Subsi- O
E
dio, Excusado, Orchillas y Lanzas; pero que, debido a los motivos E
2
antes enunciados, estos ingresos no se contabilizaban en el presu- E
puesto de la Corona". 3
La Real Hacienda intentó organizar esta administración, en- -
viando agentes especiales a las Islas: intendentes, jueces factores -
0
m
del tabaco y visitadores. Pero estas medidas tuvieron poca efectivi- E
dad ante la oposición esgrimida por los isleños. La sociedad canaria O
intentaba primero atraérselos a su causa. Se exigía de cada uno de n
ellos que ((hecho cargo de la cortedad de ese Paiz, lo mirara con más E a
conmi~eración»'~Pe. ro si alguno se mostraba intolerante, la socie-dad
entera le declaraba al «guerra fría)): no sólo se oponían los direc- n
n
tamente afectados sino también las autoridades, que veían recortadas
sus respectivas jurisdicciones con la llegada del intruso. Ya en el si- 3
O
glo XVII un funcionario real advertía a la Corte que cuanta más alta
10. Sobre la fiscalidad canaria pueden consultarse los trabajos de PERAZA DE
AYALA, J. (1977, edic. rev.), El regimen comercial de Canarias con las Indias en los
siglos XVI, XVII y XVIII, Sevilla; MORALES PADRON, F. (1955), El comercio ca-nario-
americano (siglos XVI, XVZI y XVIII), Sevilla; y MORENO ALONSO, M.,
«Aspectos económicos de Canarias a fines del Antiguo Régimen», en II Coloquio de
I-llst~viaC U. ~ ü i ? ~ -A~ ~ i i iLüansú P.d, iiiii~U C:G idii Canaria, I%i , T. i.
11. MORENO ALONSO, «Aspectos económicos...», pp. 301 -307.
12. Cartas de Cólogan a Federico Berwout, 4- 11 - 1755; y a Juan Santiago Lobo y
Jacobo Gough (Veracruz), 7 -5 - 1756.
432 A. Guimera Ravina
fuese la jerarquía encargada de reprimir el contrabando, menos faci-lidades
darían el resto de las autoridades canariasi3.
Los ejemplos anteriores a la visita de Pedro Alvarez son bien
ilustrativos de esta pugna entre marco legal y realidad comercial. El
primero de ellos se refiere al Juez Factor del Tabaco Diego Navarro
(1 7 17 - 17 19), enviado a las Islas para encargarse del traspaso de la
administración particular de esta renta a la de la Real Hacienda. El
rigor con que actuó lesionó muchos intereses creados. El descontento
general culmina el 17 de enero de 17 18, cuando estalla una revuelta
en La Laguna en donde el pueblo, agitado presumiblemente por
diferentes personas relacionadas con el comercio, obligan al juez a
embarcarse en un navío francés, que ya le esperaba a la vela en Santa m
N
CruzI4. La situación no mejoró con la institución de la Intendencia E
General de Canarias, en cuyo cargo se pretendía agrupar numerosas O
n
fudtadev po!iticis, ecnn6mirar, militares y hacendísticas. El primer O - m
intendente, que arriba a Canarias ese mismo año, era Juan Antonio EE
Ceballos, hombre adusto y de poca flexibilidad. Al igual que su pre- S
decesor tomó una serie de medidas, algunas de carácter arbitrario,
suscitando numerosas críticas en el grupo comerciante y en las auto- =
ridades. Un suceso inesperado, que probablemente nadie había pre- -
visto ni deseado, ocasiono la muerte de Ceballos, a manos del popu- 0
m
E
lacho de Santa Cruzi5. O
Cuando el Marqués de la Ensenada toma posesión del Ministe-rio
de Hacienda, Guerra, Marina e Indias en 1743, ordena recabar n
E información precisa sobre el estado de la Real Hacienda en las Islas. a
De resultas del expediente inicial, fechado en 1749, el abandono en n
que se encuentra esta administración es evidente: el déficit que pre- n
n
sentaba era de 60.000 pesos. Ensenada decide entonces enviar perso- 3
nas de juicio y habilidad que tomen a su cargo esta administración. O
Aquí es donde entra en escena el visitador Pedro AlvarezI6.
13. PEREZ-MALLAINA, P. E. (1982), «El Consulado de Sevilla y el contraban-do
canario con América en la segunda mitad del siglo XVIIn, en IV Coloquio de His-toria
Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria, T. 1, pp. 642-643.
14. Véase nota 5.
15. Zdem.
16. MORENO ALONSO, «Aspectos económicos...», pp. 301 -307.
Burocracia fiscal y sociedad ((comerciante)): el visitador..
Los años de su visita son decisivos para la economía canaria.
Por una parte, se inscriben en el reinado de Fernando VI, un largo
paréntesis bélico, de «paz armada», entre el final de la Guerra de Su-cesión
Austríaca (1 740 - 1748) y la entrada de España en la Guerra
de Siete Años en 176 1. El comercio atlántico vivirá una etapa de re-lativa
tranquilidad. Pero en estos años se asiste a numerosos cambios
en la reglamentación y en el ritmo del comercio colonial que afecta-rán,
de una forma negativa, a la relación entre Canarias y América.
En primer lugar, se lleva a cabo una reforma trascendental en el sis-tema
de transporte: la generalización de los registros sueltos a Indias,
tras el éxito alcanzado por este tipo de navegación transoceánica du-rante
el período bélico 1739 - 1748. El restablecimiento de la flota de
NUcm Csíjai'ia en 1754 no supuso graiides cambivs eñ esta nueva es-trategia
mercantil: el 79% del tráfico se siguió realizando con regis-tros
sueltos. En segundo lugar, entre 1740 y 1769 se acelera el ritmo
del casi estancamiento en que se encontraba el comercio colonial. La
tendencia alcista del tráfico oficial, a pesar de las fluctuaciones habi-das,
es bien manifiesta en este cuadro:
Años Años Años
1681-1709 1710-1747 1748-1778
Número de navíos: 793 1.27 1 2.365
Número de toneladas: 175.201 330.476 738.758
Media anual navíos: 27,3 34,3 76,2
Media anual toneladas: 6.041 8.932 23.83 1
Media valor respecto
al índice 100 N: 73,9 92,8 206,O
Indice 100= 1725-1735
Fuente: A. GARCIA BAQUERO, «Las mudanzas del condicionamiento americano»,
en Historia de Andalucia, dirigida por M. González Jiménez y J. E. Lbpez de Coca
Castañures. Tomo VI: los inicios del capitalismo (1621 - 1778), Madrid- Barcelona,
1980-81, págs. 245-271.
434 A. Guimerá Ravina
De la lectura de este cuadro se deduce la gran recuperación del
tráfico ultramarino, tanto en términos de tonelaje como en número
de navíos. Entre 1748 y 1778 la media del valor respecto del índice
100, situado en los años 1725 - 1735, se ha duplicado. Esta gran acti-vidad
comercial en la cabecera del monopolio tiene su incedencia en
Canarias, donde la competitiyidad de los registros sueltos, no sólo
propiedad de comerciantes peninsulares sino también de negociantes
isleños, se manifiesta de diversas formas: falta deliberada de sus
compromisos por parte de los consignatarios indianos, malas ventas
en América, estadías largas de los registros en los puertos canarios,
viajes redondos dilatados, suspensión de encargos al Norte de Euro-pa,
retraimiento del comerciante canario que no se atreve emprender
otros negocios en Indias, escasez de moneda, etc. Ya desde una fecha
tan temprana como 1750, Cólogan nos describe esta situación críti-ca,
al escribir a un corresponsal europeo lo siguiente:
«Yo de ningún modo aconsejaría a V.Ms. el remitir nada
para acá porque la América está perdida, que es donde
pende este pobre comercio; y los registros que solían ha-cer
sus viajes en 7 y 8 meses y un año, según el puerto
adonde se dirigían, oy gastan lo menos dos años y se vie-nen
con la mitad de sus returns además de las malas ven-tas,
de modo que estávamos mucho mexor en tiempo de
guerra aún con el riesgo de Enemigos))".
Si a esto añadimos la decadencia del comercio de vinos malva-sía
a Europa, consumada ya en 1720 - 1730, se comprenderá que, a
mediados de la centuria, la situación económica era muy crítica para
todos aquellos interesados en el comercio canario. La presencia de
un nuevo funcionario real en las Islas suscitó grandes esperanzas en
esta comunidad tan implicada en la actividad mercantil.
2.1. PRIMERAASC TUACIONES DE ALVAREZ
La memoria de lo sucedido a su predecesor Ceballos condiciona
Ia actitud de Alvarez para con el comercio canario, caracterizada por
17. Carta de Cólogan a Domingo Falciani y Cía. (Cádiz), 3 1 -7 - 1750; Copiador
de Cartas «B».
Burocracia fiscal y sociedad ((comerciante»: el visitador ... 43 5
la prudencia y la diplomacia. Viera y Clavijo nos narra su entrada en
el escenario isleño, de una forma magistral:
(c.. honorario del Consejo de Hacienda, hombre mañoso,
cargado de comisiones secretas y facultades sin límite.
~Cú aelr a, pues, el carácter de que llegaba revestido?. Pa-recía
intendente, pero él temblaba que se le diese ese
nombre y prefería el de visitador. Fuese lo que fuese, lo
recibieron con palmas. A los principios conservó la más
perfecta armonía con el comandante general»'8.
En efecto, él firma como «Comisionado de los Directores de
Rentas Generales para el arreglo de las Aduanas de Canarias)), y por-truo
1u.nii riinibniinaruojb; ~uA bnli ~hAr iour niyi iu&b aur l oi il ou ~E n.irinanboiirul ru. aur li;irl;gni;ur lun uo i1u-0a uriuisrtunlr;irulnarulnbcai
y a la sociedad isleña, en la que se incluye la amenaza de suspensión
del régimen de excepción en el comercio con Indias. Estimo intere-sante
transcribir esta carta, pues revela la firme intención de Ensena-da
por acabar con el fraude y el contrabando:
«que el Rey, sin embargo de hallarse en ánimo de sus-pender
los permisos que tiene consedidos para la Améri-ca
en benefizio de estos naturales, por no arreglarse éstos
a su real voluntad y términos de la consezión, en conoci-do
perjuisio de sus propias conveniencias, llevado de su
acostumbrada piedad les exorta y manda que, bolviendo
en sí de las extrañas preocupaciones que hasta aora enga-ñosamente
han padecido por su ruyna, miren por sus
verdaderos intereses)) 19.
El propio Alvarez da muestras de esta nueva orientación de la
f;isca!idÜd a! !levar 2 cabG ~ n reads & el Nario pJucstrü Señora &
la Soledad, que arriba a Santa Cruz de Tenerife en mayo de 1753,
18. VIERA Y CLAVIJO, J. (1967), Noticias de la Historia General de las Islas
Canarias, Notas e índices de CIORANESCU, A., Santa Cruz de Tenerife, T. 11, pp.
365 -367, Aciüacioiies de Aluaiez en & íii<I'iczisn, difeieri-te
General, legajo 3 101. En adelante AGI.
19. Cita del documento ante escribano público, Santa Cruz de Tenerife,
1 1 -7 - 1753 en CIORANESCU, A. (1 9771, Historia de Santa Cruz de Tenerfe,
1949 - 1803, Santa Cruz de Tenerife, T. 11, p. 458.
436 A. Gtrimerá Ravina
descubriéndose la suma de 62.203 pesos venidos fuera de registro, en
contraposición a los 4.7 17 pesos registrados. Ante el gran número de
personas implicadas en el fraude, muchas de ellas pobres, Alvarez
comunica a Ensenada que amotivos de la lástima y de la considera-ción
que un Pais donde hasta aquí havía estado tan tolerado el frau-de,
era rigor empezar con tal estrago la corrección, nos pareció al
Comandante General y a mí mandarlos bolver el dinero con sólo la
contribución de derechos a S.M.n20. Y advierte a los comerciantes
que deberán, a partir de ese momento, registrar la plata «y pide que
se observará este método porque cualquier otro podrá salir mal res-pecto
que no estará en su mano el usar de la moderación que ha ,,
practicado hasta aquí»2'. MD
E
La carta de Ensenada y el asunto del navío La Soledad levantan O
un gran revuelo en los círculos mercantiles isleños. Las tres «clases» n-- m interesadas en el comercio -cosecheros, dueños de iiaviüs y comer- =
E
ciantes-, radicadas en Santa Cruz, Puerto de la Orotava y Las Pal- E
2
mas, dan poder a vanos de ellos para que los representen en las jun- -E
tas que sobre este tema se celebrarán en casa del Comandante Gene-ral,
en La Laguna, a partir del 12 de julio de ese año2'. 3
- -
0
m
E
2.2. EL PROYECTO DE COMPAÑÍA PRIVILEGIADA DE COMERCIO O
Merced a estas actuaciones, Pedro Alvarez y el Comandante Ge- n
E neral -a la sazón Juan de Urbina (1747 - 176 1)- consiguen reunir a
aquél día «el más lucido y numeroso cabildo general abierto de que hay n
memoria», según palabras del propio Viera y C l a ~ i j oA~ ~el.la asisten el n
n
Conde de la Gomera, el Fiscal de la Real Audiencia de Canarias y cua- 3
renta rocales, representantes de las tres «clases» del comercio. El pro- O
pio Cólogan nos cuenta este acontecimiento, cuando escribe:
20. Carta de Alvarez a Ensenada, 10-5-1753 (AGI, Indiferente General, leg.
3101).
2 1. Carta de Cólogan al capitán Ambrosio Rodriguez de la Cruz, 4-6- 1753. ,
22. Poder de vecinos de Santa Cruz de Tenenfe, 11 -7-1753 (CIORANESCU,
Historia de Santa Cruz ..., T. 11, p. 458); poder de vecinos del Puerto de La Orotava,
11 -7-1753 (Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerlfe, Protocolos, leg.
.18.2-8.); y poder de vecinos de Las Palmas de Gran Canaria, 1 1 -7-1753 (SUAREZ
GRIMON, V. (1979), ((Incidencias en el registro de Indias, 1730-1765», en 11 Colo-quio
de Historia Canario- Americana, Las Palmas de Gran Canana, T. 11, p. 70).
23. VIERA Y CLAVIJO, Noticias ..., T. 11, pp. 365-367.
Burocracia fiscal y sociedad «comerciante»: el visitador ... 437
«Ya emos savido de la Junta que ubo en 12 del corriente
en Casa de Su Excelencia, y de las conferencias que han
de aver los jueves de cada semana, de las que espero re-sulte
favorable al pais, mediante la buena yntención del
Cavallero Dn. Pedro Alvareswz4.
Después de 18 juntas, se llega a la conclusión de que sólo el es-tablecimiento
de una compañía privilegiada de comercio podría dar
satisfacción a todas las partes interesadas en el comercio indiano.
Los puntos principales de este proyecto son los siguientes:
1) Capital fundacional: 600.000 pesos corrientes.
2) Máximo de acciones: 10.000 pesos corrientes.
3) Aumento del tonelaje de exportación a Caracas, de las 225
Tn. concedidas a 300 Tn.
4) Aumento del tonelaje de exportación a Cumaná, Trinidad,
Puerto Rico y Santo Domingo, de 200 a 300 Tn.
5) Restablecimiento del comercio con Buenos Aires, concedido
en 1729 y suspendido en 173 1.
6) Red de factores en los principales puertos de Indias.
7) Importación de plata en mayor cantidad que la autorizada,
fuera de la enviada por los particulares, a los cuales se les de-bía
tolerar introducir la que quisieran.
8) Permiso para exportar textiles iseños.
9) El tonelaje permitido se repartiría en 2/3 para el comercio y
1 /3 para la compañía.
Junto a estas medidas, había otras relacionadas con la disminu-ción
de derechos, el envío de colonos, la cesión del arbitrio del uno
por ciento, el arrendamiento a la compañía del «haber del peso», la
formación de segundones de familias distinguidas en materia de na-vegación,
etc. Ya existían anteriormente algunos proyectos de com-pañía,
en los años 1687 y 1742, pero la autona de éste se atri-buye
ai regidor Baitazar de Ayaiai5.
24. Juan Cólogan a Santiago Eduardo (La Laguna), 18-7- 1753.
25. «Puntos principales que contiene el proyecto enviado por Don Pedro Alvarez
en vista de las Juntas que en presencia del Comandante General, don Antonio de Be-navides,
y de cuarenta vocales se tuvieron y firmaron por los Diputados de las tres is-las
de Canaria, Tenerife y La Palma», Santa Cruz de Tenerife, 22- 1 1 - 1753.
438 A. Guimerá Ravina
Hubo comerciantes que criticaron el proyecto «que son los que
sienten y murmuran al modo de un hidrópido que llora la gota que se le
escapa del vaso, y éste es el misterio de quererlo todo)), tal y como de-nuncia
el propio Al~arez*E~x.i stieron con toda probabilidad presiones
en la Corte para que este proyecto no se aprobase. Ramos estima que la
Compañía Guipuzcoana de Caracas tuvo que ver con ello. Lo cierto es
que en 1754 Ensenada comunica a Alvarez que el proyecto ha sido de-negado
y le aconseja que ((propusiese otra cosa que fuese más conforme
al interés de todos los vecinos de las Canarias, sin pensar en estancos,
monopolios ni compañías exclusivas»27. La fundación de compañías
como la de San Fernando de Sevilla (1747), la de Barcelona (1755) y
la Gaditana de Negros(1765) contradice la tesis de la Monarquía bor-bónica,
y su representante Ensenada, como defensora a ultranza del li-bre
comercio. Quizás ésta fuese la opinión personal del ministro. Una
vez separado del cargo en 1754, la política proteccionistaj defensora
de intereses muy concretos, volvena a sus viejos cauces.
Volviendo a la gestión de Alvarez, ésta, a pesar de la convocatoria
de las juntas, comienza a granjearles enemigos. En la mañana del 17 de
agosto de 1753 aparece en una calle de Santa Cruz, junto al castillo
principal, un pasquín dirigido a su persona, que rezaba los siguiente:
«Sr. Dn. Pedro Alvarez.
V.S. mire cómo se va portando,
porque va a perder la vida;
sirva de aviso uno que sacaron
debajo de un Santo Palio,
y guárdese bien;
otra ocasión me firmaré;
de noche a la calle no salim.
El documento original se guarda en AGI, Indiferente General, leg. 3101. Véase tam-bien
actas dei Cabiido de Tenerife, iL y 25 - iu- i 753 y 3 - i i - i 153 (Archivo nílúnicipai
de La Laguna). Citas en MORALES PADRON, El comercio ..., pp. 86-89 y PERAZA
DE AYALA, El régimen ..., pp. 149 - 15 1.
26. Carta de Alvarez, 2-4- 1753, citada por RAMOS, L. (1979), «Navíos extran-jeros
habilitados como nacionales para efectuar el comercio con América a mediados
del siglo XVIII*, en 11 Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran
Canaria, p. 28.
27. Sarta de Ensenada a Hivarez, i2-3- i754 (Gracia por MORALES PHDRON
El comercio.., p. 88). Véase también actas del Cabildo de Tenerife, 30-4 y 2-5- 1754
(Archivo Municipal de La Laguna).
Burocracia fiscal y sociedad «comerciante»: el visitador ... 439
La referencia al Santo Palio está en relación con el asesinato del
intendente Juan Antonio Ceballos en 1720. El beneficiado de la pa-rroquia
matriz de Santa Cruz había intentado salvarle de las iras del
populacho, acudiendo a su casa con el Santo Palio y las Sagradas
Formas. En una habitación de la planta alta se había refugiado el in-tendente,
cubierto con el Santo Palio y con la capa de sacerdote.
Pero de nada le sirvió. La turba enfurecida le arrastró a la calle
y le dio muerte.
Tras la noticia de esta amenaza al visitador, se alza un gran re-vuelo
en la Isla. Los cosecheros de La Orotava y el Conde de la Go-mera
envían cartas de protesta al Comandante, que ordena una in-vestigación
al respecto. En noviembre de ese año han cesado los ru-mores
y el propio Comandante General notifica a sus superiores este
particular, estimando que todo aquello había sido solamente una
hvn-0 A- m - 1 niirtn Cntrntontn A l x r ~ r o vP P P ~ ~9 PE ~ P P ~ Q A~ IQI P"A uivii1u Ub iiiui g u a N J . I r L I L I b C L I I I L U , ' L I V U l b ' . b L I U I I " U U LIII.,UI.UUU YUU .1"
ha hecho caso de estas amenazas, haciendo una vida normal, día y
noche28.
2.3. PERMISOPA RA EXPORTAR TEXTILES ISLEÑOS A INDIAS
Si el proyecto de compañía privilegiada no había sido admitido,
al menos dio algún fruto. Entre los puntos principales del proyecto
se incluía la necesidad de exportar textiles canarios, de origen artesa-nal,
a Indias. El régimen mercantil al uso sólo autorizaba la exporta-ción
de frutos de la tierra. Ya desde 1737, los isleños habían expues-to
al Rey la necesidad de esta permisión, que reportaría unos benefi-cios
importantes para una gran masa de población, pues ya «se fabri-can
sombreros ordinarios y se emplean mujeres en tener gusanillo
para hacer calcetas y encajes»29. Ahora, Pedro Alvarez trata de con-vencer
a la Corte de la bondad de esta medida legislativa: la toleran-cia
de esta exportación es tan beneficiosa como perjudicial es el con-trabando
de géneros extranjeros a América; si no se permite su en-vío,
sacarían estos textiles de forma ilícita; y, por último, la salida de
28. Carta de Alvarez, 16- 10- 1753 (AGI, Indiferente General, leg. 3101).
29. SUAREZ GRIMON, «Incidencias...», p. 48. Véase también mi libro citado
en nota 5, capítulo 5, epígrafe 5.1 .B), en donde trato las actividades artesanales en Ca-narias
durante el siglo XVIII y el mercado americano.
440 A. Guimerá Ravina
estas labores artesanales en dirección a Indias evitaría'da aflicción
de tanto pobre». La Corona estima justas estas consideraciones y en
1755 autoriza a las Islas a exportar tafetanes, cordones, encajes ordi-narios,
cofias, medias, calcetas, lienzos y otros textiles de manufactu-ra
local, en una cantidad que no excediese los 24.000 pesos al año.
La importación de plata que se derivase de estos envíos sería el mis-mo
valor más el 40°/o, porcentaje estimado del beneficio a obtener
con estos intercambios. Las Islas encontraron un desahogo en esta
concesión. A pesar de sus detractores, Pedro Alvarez había demos-trado
su capacidad de administrador30.
2.4. REPRESI~DENL FRAUDE Y EL CONTRABANDO
Pcro, jünto a estas medidas tendentes a racionalizar e! trAfico
indiano, hubo otras que provocaron fuertes críticas en el seno de la
sociedad canaria. El visitador fue sacando a la luz todo el fraude que
existía en estas transacciones. Podríamos resumir esta acción fiscali-zadora
en los siguientes apartados: habilitación de navíos extranjeros
para el tráfico colonial; exportación fraudulenta de harinas nortea-mericanas
a Indias; y, sobre todo, tráfico ilegal de caudales america-nos
para su reexportación a Europa.
Los navíos extranjeros eran utilizados en la Carrera de Indias,
obviando generalmente el pago del derecho de habilitación. El méto-do
seguido era el siguiente: un numero de testigos, entre ellos maes-tros
carpinteros de oficio nombrados por el Juez de Indias, afirma-ban
que el barco extranjero en cuestión había sido «dado al través»,
es decir desguazado, en algún punto de las Islas, construyéndose un
barco nuevo con madera del Archipiélago, aprovechando tal o cual
palo de la embarcación deshecha. Hay numerosos ejemplos que de-muestran
que esta costumbre era anterior a la llegada de Alvarez.
Este acusa al propio Juez de Indias de aceptar informaciones defec-tuosas.
La carta que envía al Juez merece la pena ser insertada aquí,
pues nos ilustra sobre el modo con que Alvarez criticó la actuación
de las autoridades isleñas en materia comercial:
30. Real Cédula de 22-8- 1755; citada por PERAZA DE AYALA, El régimen ...,
p. 1 13 y MORALES PADRON, El comercio ..., p. 209.
Burocracia fiscal y sociedad «comerciante»: el visitador ... 44 1
«Reconozco que V.S. está olvidado de la palabra que me
dió cuando le hice cargo de la habilitación de los navíos
extranjeros y menos regular conducta que había seguido,
ofreciéndome seguiría usía vida nueva con total enmien-da
de la pasada ... su forma de actuar le ha proporcionado
mucho más que los 24.000 pesos que suplió a la Real
Hacienda su tío de vuesa merced D. Pedro Casabuena, en
cuya recompensa se le dió por Su Magestad la adminis-tración
de este juzgado»3'.
Solicita, ante la deshonesta actuación del Juez, la colegializa-ción
de sus decisiones en la aceptación de los documentos del navío,
con la participación del Comandante General, con voto decisorio.
Asimismo, sugiere la prohibición absoluta de la habilitación de na-ves
extranjeras en la Carrera de Indias, después de una etapa de tran-sición.
En cuanto a la exportación fraudulenta de harinas extranjeras a
América, Alvarez informa a Ensenada en torno al método utilizado.
El comercio se aprovecha de la «generala», partidas de mercancías
concedidas al capitán del navio para el consumo de la tripulación
durante la travesía a Indias, para enviar harinas extranjeras, en canti-dades
importantes. La razón de estos envíos era su mejor calidad y
mas barato precio que la harina nacional. Alvarez intenta atajar este
fraude disminuyendo el volumen autorizado en las generalas. Esta
medida afectará sensiblemente a los capitanes y maestres de navio,
que utilizaban esta vía para realizar algún negocio3?.
Pero donde mas lesionó intereses creados fue en la importación
y reexportación fraudulenta de caudales indianos. Esta actividad era
geeralizada en toda el área del monopolio. En el caso de Canarias, el
arribo de caudales americanos venidos fuera de registro era potencia-do
por distintos factores: necesidad de compensar el déficit de la ba-lanza
comercial con Europa; menor tarifa en los derechos de entrada
3 1. Cartas de Alvarez de 26 -5 - 1753 y 1 -6- 1754, citadas por RAMOS, «Navíos
extranjeros...)): p. 23.
32. Carta de Alvarez de 22-2- 1755 (Cita de MORALES PADRON, El comer-cio
..., p. 291); y RAMOS PEREZ, D. (1970), «El problema de los embarques de hari-nas
en los registros para América)), en II Coloquio de Historia Canario-Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, T. 11.
442 A. Guimera Ruvinu
y salida de mercancías; y tolerancia de los oficiales de aduanas que
permitían la importación de caudales venidos fuera de registro, con
sólo pagar una pequeña bonificación en concepto de indulto. Las ci-fras
indirectas de estas importaciones nos hablan de 300.0000 y has-ta
400.000 pesos anuales, frente a los 50.000 pesos autorizados por
la Real Cédula de 1755, en donde se autorizaba a exportar los texti-les
isleños. Su envío, clandestino o no, a Europa reportaba beneficios
interesantes por la diferencia en el cambio de moneda33. Ante esta
situación, Alvarez escribe a Ensenada:
«Estas gentes tienen mucha dureza en sujetarse a lo que
le entre ganando el corazón con beneficio. La costa es
mui avierta, el vicio está arraigado, el dinero que venga
fuera de registro se ha de introducir de fraude, sin contri-buir
al Rey los derechos; y quando se les persiga con fru-to,
quizás lo traerán por mano de estrangeros, partiendo
con ellos alguna utilidad, que será peor que todo»34.
Las causas de la importación fraudulenta de caudales son varia-das
según Alvarez: la regulación de 50 pesos por tonelada exportada
no es proporcionada a la realidad, pues siempre se supera esta cifra a
la hora de los beneficios en Indias; la exportación de géneros extran-jeros
hace aumentar estos dividendos; y el aprecio a los productos
indianos es muy grande, en Canarias y en Europa. Y concluye: «es
todo un negocio instituido y se considera algo natural; el dinero en-tra
con sólo abonar a las autoridades el 2% de lo importado»35.
Alvarez organiza varios registros de navíos y pasajeros, que rin-den
resultados espectaculares. Ya quedó citada la redada en el navío
La Soledad. En una estadística, que elabora Alvarez sobre los cauda-les
importados en los años 1753 - 1754, se muestra con claridad que
la moneda indiana traída fuera de registro ascendía a 176.033 pesos,
de los cuales 16.OOO ni siquiera se manifestaron a su llegada a Cana-r
i a ~ ~ ~ .
33. Véase nota 5.
34. Carta de Alvarez de 15 -5 - 1753 (Cita de MOKALES PAUKON, Ei comer-cio
..., pp. 291 -292).
35. Idem.
36. Idem.
BurocraciaJiscal v sociedad «comerciante»: el visitador ... 443
Estas operaciones siembran la alarma entre los comerciantes,
que ordenan a sus corresponsales americanos que envíen el caudal
bajo registro. Cólogan es un buen ejemplo de la respuesta del comer-cio
a las presiones de Alvarez:
«Estamos viendo el mucho rigor que se está practicando
en punto de desembarque, por cuya razón no ay que pen-sar
en remitir o traer dinero fuera de registro, pues el que
lo hiziese en adelante se expone a perderlo, que me ha
parecido conveniente comunicar a todos mis amigos a fin
de que esta noticia les sirva de gobierno; y por lo que me
toca no quiero medio real por alto mientras las cosas es-tuviesen
en los términos que al presente^^'.
En otra carta a un corresponsal americano le explica los méto-dos
utilizados por Alvarez, para perseguir este fraude:
e... aviendo venido Guardas de España que registran has-ta
los sapatos, sin contentarse con eso, pues ay quatro re-gistros,
antes de poderse cualquiera safar, esto es a bordo
del navío, en la varqueta en la bahía, al saltar a tierra y
después en la casilla del muelle»38.
El propio cónsul francés se hace eco de este descontento gene-ral,
cuando escribe a sus superiores acerca de «la vigilance de cet es-péce
d'yntendant qui a bondé tout out le port et la cotte de g a r d e s ~ ~ ~ .
Así no es de extrañar que los comerciantes diesen órdenes de impor-tar
su dinero bajo registro, pues la diferencia entre uno y otro siste-ma
no era muy grande, no compensando los riesgos que se corrían.
Si venia bajo registro pagaba el derecho de almojarifazgo -6,75O/o-,
37. Carta de Cólogan a José Antonio Gutiérrez Caballero, 9 -5 - 1754.
38. Carta de Cólogan a Pedro Rodríguez de Salazar, 9-5 - 1754.
39. Carta de Henry Casalon, 25-1-1755; citada por MINGUET, CH. (1981),
«Documentos inéditos sacados del Archivo Nacional de Francia y relativos al comer-cio
canario-americano, 17 13 - 1785», en IV Coloquio de Historia Canario- Americana,
Las Palmas de Gran Canana, T. I., p. 33.
mientras que si se traía fuera de registro, el agente que lo transporta-ba
cobraba una comisión del 4,5941~~.
2.5. EL VISITADOR Y LA SOCIEDAD ISLEÑA
Las actuaciones de Alvarez no sólo perjudicaron a los comer-ciantes,
dueños de navíos, marinos y pasajeros. Los comerciantes ex-tranjeros
y sus cónsules fueron también blanco de sus ataques. Los
navíos extranjeros eran frecuentemente utilizados para el contraban-do
en el comercio colonial: traspaso de géneros foráneos en alta mar,
embarque de caudales y de productos coloniales fuera del muelle o
en una caleta desierta, etc. La circunstancia de que el navío extranje-ro
estaba protegido por la bandera de su nación en puerto canario
evitaba p~sib!es registres. F~t enc e sA ! wm nrdena a !m cSnsii!es
que hagan fondear sus embarcaciones en la bahía para poder así fis-calizar
sus movimientos. Viera nos cuenta al respecto: «ceden a la
fuerza los mas, y sólo don Arnaldo Van Steinfort, cónsul de Holan-da,
sujeto de vasta literatura, prefiere el ser arrestado en un casti-l
l o ~ ~E'l .o rigen de este incidente con el cónsul holandés fue la nega-tiva
de éste a colaborar en un asunto de contrabando de tabaco en un
barco de su nación, El Neptuno, en 1754. Alvarez le acusa de estar
implicado en asuntos de contrabando y escribe a Ensenada:
«era tanto su séquito, que lograba disfrutar muy bien el
comercio de la América, valiéndose de algunos naturales
incautos, habiendo llegado su atrevimiento a tanto que
tuvo arrojo para soltar un papel bien atrevido contra los
comerciantes naturales que solicitaban justar en el mis-mo
comercio»4L
El cónsul francés, a raíz de estos hechos, se queja a sus superio-res
de las ve!aciones que padece la nación francesa con el despotismo
40. Cuenta de Venta de Cólogan, 29-7 1753, por valor de 600 pesos fuertes remi-tidos
de Campeche, bajo registro, que paga el 6,75% de impuesto (Libro de Facturas y
Cuentas de Venta «B», 1752-1760). En Cuenta de Venta de 12-5- 1754, por valor de
200 pesos fuertes enviados desde la Habana, fuera de registro, se paga por comisión de
transportar y poner en tierra a 43% (mismo iibroj.
41. VIERA Y CLAVIJO, Noticias ..., T. 11. pp. 365-367.
42. Carta de Alvarez, citada por RAMOS, «Navios ... », p. 23.
Burocracia fiscal v sociedad acomerciante)):e l visitador. .. 44 5
de Alvarez, y solicita intercedan ante la corte española sobre este
asunto43.
Los cosecheros poderosos tampoco escaparon a su control. Tal
es el caso de Bartolome Benítez de Lugo, al que la Corona concede el
registro anual de Tenerife a Caracas, durante tres años consecutivos
- 175 1 a 1753-, mediante el pago de 2.000 pesos por cada uno de
ellos a la Real Hacienda. Alvarez denuncia el hecho que «la princi-pal
utilidad o beneficio de este negocio es público se refunde en la
casa inglesa de los Bristoles, establecida en Lisboa, con una rama en
este puerto»44. Cólogan reconoce esta circunstancia cuando afirma
que Lugo «vino demasiadamente descubierto, pues a aver sido con el ,,
correspondiente disimulo nadie lo hubiera podido perjudicar en lo
E mínimo»45. Alvarez pretende que Lugo pague el derecho de extran-
O jería del navío utilizado en estos registros, establecido en 100 reales n por tonelada. Lugo pretendía pagar sólo 33 reales. Los amigos de
-
m
O
E Lugo presionan a Ensenada y consiguen que sólo se cobre 50 reales. E
2 Pero Alvarez ya tenía otro enemigo46. Por último, a la muerte del E
Juez de Indias, Pedro de Casabuena y Guerra, en 1754, Alvarez se
apropia de sus funciones, provocando un malestar general pues la fi- 3
gura del Juez de Indias era considerada como el elemento institu- O-cional
que, junto al Comandante General, podía poner freno a las m
E
actuaciones de Alvarez. Por supuesto, la familia Casabuena pasó O
a engrosar las filas de los oponentes del visitador4'.A este coro de
n críticas se unen el propio Cabildo de Tenerife y el Comandante Ge- E
neral que le acusan de interferir en sus respectivas jurisdicciones. La a
presión de Alvarez en el mundo mercantil canario se había hecho in- n
tolerable para muchos. La tormenta podía estallar de un momento a n
otro. 3
O
43. Carta de H. Casalon de 25- 1-1755; citada por MINGUET, «Documen-tos...
», p. 690.
44. Carta de Alvarez, citada por RAMOS, «Navios ... », p. 23.
45. Carta de Cólogan a Magon y Le Fer (Cádiz), 23 -8 - 175 1. Más información
sobre los registros de Benítez de Lugo en cartas de 20-1 1 - y 16-12- 1751; de
25-2-1752; de 10-4- 1752; 17-5-1752 y 18-8-1752 (Copiador de Cartas «B»). Bení-tez
de Lugo tuvo dificultades en sus negocios indianos y sólo pudo enviar un solo re-gistro,
el del año 1752 (Citas en PERAZA DE AYALA, El régimen ..., p. 123). John
Bristol o Bristow era un conocido comerciante de Lisboa.
46. RAMOS, «Navíos...», p. 23.
47. PERAZA DE AYALA, El régimen ..., p. 128.
446 A. Guirnerá Ravina
2.6. EL REGRESO DE ALVAREAZ LA CORTE
La caida de Ensenada en junio de 1754 fue la ocasión oportuna
para librarse del visitador. Cólogan, de nuevo, nos ilustra sobre el
particular, al escribir a sus corresponsales europeos: ((tenemos la es-peranza
que con la mudanza que a avido en el ministerio tomarán
las cosas mexor semblante; Dios lo quiera para aIivio de estas pobres
Ys l a ~ ) )E~n~ .e nero de 1755 se nombra nuevo Juez de Indias en la
persona de Bartolomé Casauena y Guerra, sobrino del anterior. CÓ-logan
anuncia a un corresponsal americano que «ya ay algún disi-mulo
en quanto al dinero y demás, aunque siempre es mexor que
venga registrado^^^. En otra carta, comunica que ya pueden venir
fuera de registro, «pues qualquier modo que venga no abrá riesgo,
respecio que ya iiu estarido ei rigor y siempre que se manifiesta a ia
llegada del Navío, pasa corrientemente pagando el derecho co-m
~ n »L~as~ co.sa s van volviendo a su cauce.
Mientras tanto, Alvarez, que había intentado volver a la Corte,
se ve obligado a retornar a Tenerife, donde puede comprobar «una
asombrosa mutación del teatro», tal y como nos lo cuenta Viera y
Clavijo :
(L.. se vió reinar la discordia, las reservas y las competen-cias
entre él y el comandante general. Don Pedro, aban-donado,
sin parciales ni amigos, sabía esgrimir la pluma
bravamente por sí mismo; mientras don Juan de Urbina,
que casi no sabia escribir, tenia un diestrísimo y sabio pa-ladín
en Don Marcos García, su secretario^^'.
Por fin, en octubre de 1755, llega a Tenenfe el nuevo adminis-trador
general, Don Lorenzo Vázquez Mondragón, Caballero del
HáMa de Calairaua. Todos los iiiieresados eii el comercio se presen-tan
ante él, incluído Cólogan, para presentarle sus respetos y ganarse
sus amistad5'. Pedro Alvarez se restituye a Madrid el día 6 de No-
48 Cana & Cblngan a bar? de Pridn (Amsterdzim!, !2- !@- ! 754.
49. Carta de Cólogan a José Félix de Monteverde (Caracas), 22 -6 - 1755.
50. Carta de Cólogan a Nicolás Padilla Carminatis (Habana), 10- 10- 1755.
5 1. VIERA Y CLAVIJO, Noticras ..., T. 11, pp. 365 -367.
52. Carta de Cólogan al Marqués de la Cañada (Cádiz) 5- 1 1 - 1755 y a Federico
Berwout (Amsterdam), 4- 1 1 - 1755.
Burocracia fiscal v sociedad «comerciante»: d visitador ... 44 7
viembre. Cólogan, al comentar este hecho, resume la opinión que le
merece el visitador:
K.. ha dexado bastante memoria aquí, por las restriccio-nes
que puso en este Comercio y ha tirado especialmente
a los Estrangeros, sin hacerse cargo que las Islas no pue-den
subsistir sin ellos. Todos estamos esperansados que el
Señor Don Lorenzo mirará el Comercio con otro sem-blante,
pues le emos conceptuado Cavallero de buen co-razón;
y es cierto que es ocazión de levantarse una Esta-tua,
por los postrado que está todo»53.
Viera y Clavijo resume la actuación de Alvarez con una frase
muy dura, que bien podía considerarse un epitafio:
«Aplicábasele a don Pedro Alvarez aquello de Bonifacio
VII: entró como una zorra, mandó como un león, salió
como un perro. La corte desaprobó sus proposiciones~~~.
Con la marcha de Alvarez no se cierra este capítulo
de las relaciones entre la Real Hacienda y Canarias. Las
Islas conocerán otros funcionarios que intentarán poner
orden en el comercio colonial, en donde seguirán exis-tiendo
las especulaciones y el contrabando. Pero el fin de
este viejo sistema mercantil estaba cerca. La llegada del
Libre Comercio a partir de 1765 cambiará el panorama
del comercio americano. La Carrera de Indias dejará de
se; eqUe! i;egocio especU:aiiuo haGia incitado a la so-ciedad
canaria a ponerse, en numerosas ocasiones, al
margen de la ley.
53 Thm
54. VIERA Y CLAVIJO, Notlcras ..., T. 11, pp. 365-367. Cólogan afirma que la
desaprobación de su conducta en la Corte, le costó la vida a Alvarez; carta a José An-tonio
Gutiérrez Caballero (Habana), 9 -7- 1757.