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ARQUEOLOGÍA Coordinadores: Dr. D. Antonio Tejera Gaspar. ULL Dr. D. Ernesto Martín Rodríguez. ULPGC 294 CONDICIONES PARA EL SURGIMIENTO DE LAS SOCIEDADES CLASISTAS Luis Felipe Bate El surgimiento y desarrollo de las formaciones clasistas iniciales a partir de sociedades tribales supone una articulación de condiciones, estructurales e históricas, tanto a nivel de la base material del ser social como de las superestructuras. Es un tema bastante complejo como para ser tratado en detalle en unas pocas páginas, de manera que nos limitaremos a apuntar algunas de dichas condiciones de posibilidad, señalando algunas alternativas. Pondremos énfasis en discutir las condiciones económicas que hacen posible el surgimiento de la explotación clasista, particularmente en la esfera de las fuerzas productivas. Luego, veremos muy brevemente cómo éstas se relacionan con otras diversas condiciones, tanto en lo que se refiere a las relaciones sociales que constituyen el modo de producción y de reproducción, como a la psicología social y la institucionalidad. Como todos estos aspectos de la sociedad están relacionados y en interacciones mutuas, aunque intentaremos sistematizar ordenadamente la exposición, el análisis suscinto de los diversos tópicos nos hará ir apuntando a los aspectos por tratar, o regresar a lo ya expuesto, desde diversas perspectivas. Modos de producción El modo de producción integra a los procesos de producción, distribución, intercambio y consumo. Su calidad distintiva se define en torno al proceso productivo, a través de las relaciones sociales de producción que se corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Centraremos el análisis en la consideración de las condiciones del proceso productivo. 1. Fuerzas productivas Éstas pueden analizarse desde el punto de vista de su composición cualitativa, tanto como de su magnitud entendida como grado de desarrollo. Por lo que se refiere a la composición cualitativa de las fuerzas productivas, una condición que se desarrolla en la sociedad tribal tiene que ver con la división del trabajo.1 En este caso, se trata del surgimiento de especialistas en diferentes áreas del conocimiento. Conocimientos que, en principio, no están disociados de los agentes de diversas actividades prácticas necesarias a las comunidades. Y éstos no requieren estar necesariamente retirados de las actividades productivas con que aseguran su subsistencia, al igual que otros miembros de la comunidad en sus mismas posiciones de género y edad. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 295 Puede tratarse de conocimientos relacionados con la organización y estrategias de defensa de la propiedad comunal sobre sus condiciones de producción, del manejo de las redes y rutas de intercambio, de técnicas constructivas especiales o de la planificación y administración de sistemas de regadío, de los diversos procedimientos terapéuticos basados en saberes tradicionales acerca de las cualidades de plantas, animales o minerales o en técnicas sugestivas. Pero adquieren particular importancia los conocimientos especializados que permiten la predicción de ciclos y eventos naturales que inciden en la producción o de las propiedades de objetos y procedimientos de trabajo que permitan la producción de bienes que pongan a sus productores en situación de exclusividad y ventaja en las relaciones de intercambio, dentro o fuera de sus comunidades. El desarrollo del conocimiento especializado constituye un importante factor de desarrollo de las fuerzas productivas, cumpliendo un papel instrumental en la producción. Los conocimientos se convierten en medios de producción, como instrumentos de transformación de la naturaleza que racionalizan y elevan la productividad media de la fuerza de trabajo. Como trabajo vivo, el conocimiento especializado también se consume en calidad de instrumentos de manejo o control de las relaciones que rigen a la organización comunal o la estructura de relaciones con otras comunidades. El surgimiento de especialistas portadores de conocimientos especializados crea, por otra parte, las condiciones de la división social del trabajo entre trabajo manual e intelectual; entre los productores materiales directos ligados a la producción agroartesanal y los especialistas que tienden a retirarse de la producción directa de bienes de subsistencia para dedicarse de tiempo completo a sus actividades especializadas. En suma, crea las condiciones de existencia de los grupos sociales distintos en que se fundará la división clasista.2 Considerando a las fuerzas productivas en su dimensión cuantitativa, es decir, en cuanto magnitud del desarrollo económico de la sociedad, nos situamos frente a una condición básica y fundamental de la existencia de las clases, como es la disponibilidad potencial de excedentes productivos. La existencia misma de las clases consiste precisamente en la enajenación sistemática de los excedentes, a sus productores, por parte de otro grupo social. El precedente histórico del excedente, en las comunidades tribales, es la existencia de plustrabajo o plusproductos, según se trate de trabajo vivo u objetivado en productos. Desde el punto de vista meramente cuantitativo, plustrabajo y plusproducto son equivalentes y, para tal efecto, los usaremos como sinónimos. El plusproducto es un volumen de trabajo vivo o pasado, que los productores directos generan además de lo que necesitan consumir para satisfacer sus necesidades subsistenciales.3 El plusproducto se convierte en excedente cuando sus productores lo transfieren, perdiendo la capacidad de disponer sobre el mismo. En las sociedades tribales, son diversas las circunstancias que hacen necesaria la producción de plusproductos, aunque difieren según los modos de vida.4 La situación más común se da por la necesidad de obtener y almacenar reservas alimentarias en previsión de eventualidades drásticas de escasés. El riesgo -previsible- se presenta cuando los ciclos producción-consumo se extienden temporalmente tendiendo a coincidir con ciclos estacionales, generalmente anuales, de disponibilidad de los recursos bióticos, base de la alimentación. Sea que se trate de especies migratorias objeto de apropiación (caza y pesca)5 o de los ritmos de reproducción biológica de especies objeto de recolección, domesticación o cultivo. El riesgo se controla por la vía de generar y transferir reservas, desde un ciclo de productividad normal elevada, al siguiente, que siempre es incierto. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 296 El ejemplo nos regresa a otro aspecto relativo a la composición cualitativa de las fuerzas productivas, cual es el de la viabilidad diferencial de conformación de estructuras clasistas a partir de distintos modos de vida. Así, una sociedad tribal básicamente cazadora recolectora o pescadora, tiene un límite a la producción de plusproductos, impuesto por la productividad natural no controlada de las especies apropiadas.6 Esto significa que están imposibilitadas de mantener las tasas de crecimiento de los volúmenes de producción que requiere la consolidación de una sociedad clasista. Los modos de vida pastoriles o ganaderos deben realizar un plustrabajo sostenido, con el fin de mantener un “almacén viviente” (livestock) algo mayor que el que habitualmente resolvería sus necesidades de subsistencia, en previsión de posibles ciclos de baja notable de la reproducción. Y han tenido, históricamente, capacidad de desarrollar relaciones clasistas. No obstante, han sido los modos de vida basados en producción agraria las que han mostrado mayor potencialidad de crecimiento sostenido de la producción y la productividad. En todo caso, estos modos de vida basados en distintas orientaciones de la producción alimentaria no se dieron “puros” y muchas sociedades, desde las formaciones tribales a su desarrollo clasista, complementaron diversos recursos y tecnologías para resolver sus necesidades de reproducción o crecimiento. Aquí nos hemos referido sólo a uno de los aspectos de la sociedad tribal que requirió de la generación de plusproductos. Sin embargo hubo otros, como la necesidad de sostener o construir sistemas defensivos o de disponer de sobreproducción de determinados bienes apetecidos por otras comunidades, para mantener un intercambio que evitara presiones por los recursos de la comunidad, por poner un par de ejemplos. Volviendo al aspecto cuantitativo del desarrollo de las fuerzas productivas, veremos algunas alternativas que ese proceso presenta, lo cual nos llevará a considerar aspectos demográficos o de relaciones intercomunales que tales opciones implican. Para ello me valdré de una fórmula que he propuesto para medir las fuerzas productivas [Bate, 1974] y que, más que para efectuar mediciones precisas -lo que requeriría de un esfuerzo considerable- está orientada a mostrar que, en principio, tales mediciones son posibles. Pero, sobre todo, nos ha interesado mostrar de qué manera pueden jugar diversas variables en el desarrollo de las fuerzas productivas y, en particular, la producción de excedentes.7 La fórmula mencionada nos permite hacernos una idea acerca de la incidencia real de los factores de la productividad en la generación de los excedentes en que se fundan las relaciones sociales de explotación clasista. Tendremos en cuenta, antes que nada, que todas las relaciones deben ser consideradas para rangos de tiempo determinado. Y que siempre se parte de un monto determinado de trabajo pasado, que varía en cada momento del desarrollo histórico y que, en el largo plazo, se da como un incremento acumulativo que eleva, por así decirlo, la “composición orgánica” de las fuerzas productivas. En primer lugar, tenemos un coeficiente de rendimiento del proceso productivo ( p ), que expresa la relación entre la producción total real ( Pt ) y el consumo social destinado a la subsistencia ( Cs ), donde éste se expresa como la media del consumo subsistencial individual (csi ) multiplicado por la población ( D ). Así, si Cs = csix D entonces p = Pt : Cs x 100 Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 297 de manera que en una sociedad sin excedentes, el 100 % de la producción se consume en la subsistencia, incluyéndose en csi el plusproducto medio invertido por cada productor en obras de interés comunal y que aseguran la subsistencia y el funcionamiento de la comunidad. Si la sociedad es excedentaria, entonces p > 100 Luego, formulamos un coeficiente de rendimiento relativo de la fuerza de trabajo ( fpr ) que expresa cuántas veces un productor pleno produce las condiciones materiales de subsistencia de un individuo de su sociedad. fpr = p: f t = f p r = [ Pt : Cs x 100 ] : f t donde ft es el porcentaje total de la población que se realiza como fuerza de trabajo. Es importante considerar que no todos los trabajos son realizados por “productores plenos” y que, particularmente a partir de las sociedades productoras de alimentos, los trabajos de niños y ancianos pueden significar un importante porcentaje de la fuerza de trabajo desplegada por la sociedad. Y luego, considerando que los niveles medios de consumo subsistencial varían de una sociedad a otra, tendríamos el coeficiente de rendimiento medio de la fuerza de trabajo ( Fp ), que no es otra cosa que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas: Fp = fpr x csi = Fp = [ p. : f t ] x csi = [ Pt : [csi x D] ] x 100 x csi Fp = f t Para este efecto, representaremos la medida del volumen de la producción en hipotéticas unidades (Q) que expresarían unidades de trabajo vivo o su equivalente en trabajo pasado, es decir, materializado en productos. Así, podremos apreciar que hay diferentes maneras de elevar la productividad del trabajo y de producir excedentes, para lo cual realizaremos un juego de hipótesis alternativas posibles, sintetizadas en el Cuadro 1. Comenzaremos suponiendo la situación de una sociedad tribal no excedentaria, con una población de unos 20.000 individuos, en que el consumo subsistencial individual es de 15 Q anuales (Caso A). A partir de éste, veremos cómo pueden operar las distintas variables, o sus combinaciones, en la generación de excedentes y qué efectos posibles presentaría ésto en la conformación de una estructura clasista inicial. 1) Una de las vías para generar excedentes es a través de la reducción del consumo subsistencial. Como se ha reiterado en la literatura a propósito del llamado “modo de producción asiático” -término que se ha intentado aplicar a cualquier sociedad clasista inicial XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 298 y que hemos descartado-,8 éste poseería como característica frecuente el hecho de que el instrumental básico de producción no evidenciaría cambios tecnológicos muy espectaculares, como factor del desarrollo de las fuerzas productivas (p.e., Bartra, 1968). La reducción del consumo subsistencial sería una manera de explicar esta situación, pues no implicaría cambios tecnológicos ni, de hecho, del grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Calcularemos esta reducción en un mínimo, pues hay que pensar que los grupos dominantes aún no han logrado acumular volúmenes de excedentes suficientes como para costear acciones represivas mayores. Y, aún así, su actividad debe aparecer, al menos ideológicamente, ya que no lo es del todo en lo económico, como conveniente a los intereses de la comunidad de productores directos. En el Caso B, tendríamos a la misma comunidad del Caso A, donde la mayoría de la población ha reducido su consumo subsistencial a 14 Q, es decir, en un quinceavo.9 De esta manera, en el caso B se produce un plusproducto transferible como excedente enajenable de 20.000 Q, lo que equivale a las condiciones de subsistencia anual de 1.428 individuos de esa sociedad. Eso podría permitir mantener, retirados de la producción subsistencial directa10 a, por ejemplo: a) una élite de 100 especialistas de tiempo completo, con un nivel de consumo cinco veces mayor que la media de la población, cubriendo en parte los insumos requeridos para sus actividades; b) más un cuerpo militar de 500 efectivos disponibles de tiempo completo en condiciones de consumo subsistencial medio, contingente que, eventualmente, estaría disponible para otras tareas y c) además, otro contingente de fuerza de trabajo de 428 individuos por año (o su equivalente en productos), ocupables en tareas separadas de la producción subsistencial. Eso equivaldría a disponer, cada 50 años, de la fuerza de trabajo de 21.400 individuos por un año completo, con la cual puede emprenderse la construcción, curaduría y ampliación de obras públicas, ceremoniales o administrativas de mayor magnitud. 2) Otra vía para aumentar el volumen de la producción y la proporción de excedente enajenable es la de intensificar el uso de la fuerza de trabajo o, más probablemente, de extender las jornadas medias de trabajo. Para no complicar las cosas con más fórmulas,11 consideraremos que la jornada media de los productores plenos en el Caso A, era de 6 horas diarias y un hipotético Caso C, en que ésta se ha aumentado a 7 horas. Así, el volumen total será de 350.000Q, lo que genera un excedente 2.5 veces mayor que en el caso anterior. 3) Sin embargo, el hecho de que los instrumentos de producción no muestren un desarrollo espectacular, no quiere decir que estas sociedades estén tecnológicamente estancadas, ni mucho menos. Por lo pronto, una de sus características es que cuentan entre sus especialistas de tiempo completo a aquellos que desarrollan y sistematizan principalmente los conocimientos que redundan en una mayor productividad del trabajo, que a todos conviene: a los productores, porque el elevar la productividad aseguran sus subsistencia y, a los especialistas, porque así es como justifican y consolidan situaciones de privilegio y, en el largo plazo, un aumento de la proporción de excedentes enajenables. Dichos conocimientos Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 299 van desde la astronomía y el establecimiento de ciclos calendáricos cuya ritualización religiosa marca los ritmos de los procesos productivos, al desarrollo de técnicas de regadío y fertilización o a la gestión del uso de fuerza de trabajo a gran escala para producir obras de infraestructura productiva. Podemos suponer conservadoramente que el incremento de la productividad debido a factores de desarrollo tecnológico tuviera una incidencia similar a una no exagerada prolongación de la jornada media de trabajo que hemos ejemplificado en el hipotético Caso C. 4) Otra variable que puede incidir en el aumento del volumen de excedente enajenable, una vez que se ha asegurado su producción sistemática, es el incremento de la población y, consecuentemente, del número de individuos que constituyen el porcentaje de fuerza de trabajo. Aunque hay que considerar que, en cualquier población en proceso de incremento demográfico, aumenta la proporción de infantes que no son productores plenos y que deben ser mantenidos por éstos, como pretendemos mostrar en el Caso D. Por lo tanto, aumenta el número de productores, pero disminuye su proporción en relación a la población. Desde luego, insistiremos en que este ejercicio sólo busca mostrar de qué manera las variables apuntadas afectan a la productividad y podrían contribuir a explicar las posibilidades de generación de excedentes. Un panorama más cercano a la realidad de los procesos de surgimiento y desarrollo de las sociedades clasistas debió ser resultado de la combinación del incremento del volumen de la producción por: 1) extensión de la jornada de trabajo, y 2) el aumento demográfico, además del desarrollo de la productividad del trabajo debido a 3) factores de desarrollo tecnológico y racionalización del uso de la fuerza de trabajo. De modo que no debió ser muy exageradamente diferente de la que mostramos en el hipotético Caso E, que combina la incidencia de los tres factores mencionados. Además debe pensarse en que los grupos dominantes podían recurrir de vez en cuando al expediente de la reducción del consumo subsistencial bajo diversos pretextos (Caso F), en situaciones que debieron parecer menos drásticas que la amenaza de un año de malas cosechas debido a factores climáticos. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 300 En el ejemplo del Caso E, tendríamos un volumen de excedentes que equivaldría a la posibilidad de sostener, para una sociedad de 30.000 habitantes: a) Una elite dirigente y de especialistas de 500 miembros con un consumo cinco veces superior a la media subsistencial. b) Una servidumbre permanente de 1.000 personas. c) Un contingente militar o policial de otros 1.000 individuos. d) Un contingente equivalente a 3.000 hombres por año, destinables a la construcción de obras públicas, sean infraestructurales o cúlticas. Mismos que podrían sumar 30.000 hombres cada diez años o distribuirse de diferentes maneras. e) Además, un excedente de 2.500 personas o su equivalente en productos, eventualmente disponibles para ser tributados anualmente hacia centros mayores, si se tratara de una casa estatal incorporada a una estructura clasista mayor, en calidad de subordinada.12 Por supuesto, en las sociedades concretas, los usos del excedente y las proporciones destinadas a ellos, pudieron configurarse de muy diversas maneras. Es claro que el ejemplo no tiene otra finalidad de permitirnos imaginar las posibilidades y magnitudes de excedentes que las diversas combinaciones de variables permitirían generar. Caso hipotético A B C C+C’ D E : (C+C’+D) F csi (Q) por año 15 14 15 15 15 15 14 D (población) 20.000 20.000 20.000 20.000 30.000 30.000 30.000 Pt (Q) 300.000 300.000 350.000 400.000 525.000 600.000 600.000 ft (% de D) 50 50 50 50 40 40 40 Cs (Q) 300.000 280.000 300.000 300.000 450.000 450.000 420.000 p 100.00 107.14 116.66 133.33 116.66 133.33 142.85 fpr 2.00 2.14 2.33 2.66 2.91 3.33 3.75 Fp 30 30 35 40 43.75 50 50 Excedente: En unidades Q 0 20.000 50.000 100.000 75.000 150.000 180.000 Nº de personas 0 1.428 3.333 6.666 5.000 10.000 12.857 con csi por año Cuadro 1 Caso A: Sociedad no excedentaria Caso B: Reducción de 1 quinceavo del consumo subsistencial. Caso C: Intensificación o extensión del uso de la fuerza de trabajo Caso C+C’: Intensificación/extensión del uso de la fuerza de trabajo, más aumento equivalente de productividad por desarrollo tecnológico. Caso D: Aumento de la población (y aumento de la proporción de no productores plenos) Caso E: Combinación de las variables C + C’ + D. Caso F: Combinación del Caso E, con una disminución del consumo subsistencial. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 301 Luego será necesario hacer algunas observaciones acerca de los usos y transferencia de los excedentes. Constatar, por ejemplo, que no todo el excedente se pudo consumir en obras o artículos suntuarios y actividades no productivas, aún cuando éstas fueran muy importantes en la conformación de mecanismos superestructurales de transformación y reproducción social. Particularmente en las fases más tempranas del desarrollo de las sociedades clasistas, parte de los excedentes debieron invertirse en obras y actividades que redundaran en beneficios reales para sus productores y que, en parte, inciden en nuevos aumentos de la eficiencia productiva o del volumen de la producción. 2. Sobre las relaciones sociales de producción Si la ley de correspondencia determinada de calidad y magnitud tiene que ver con la realidad histórica, la constitución de la sociedad clasista no puede ser tratada como el proceso de surgimiento de clases “en general”, de desarrollo de cualquier tipo de clases sociales. Implica la conformación de un modo de producción determinado, cualificado por un tipo específico de relaciones de producción y propiedad fundamentales, en torno a las cuales se articularán diversos tipos de relaciones secundarias de producción. Al respecto, hemos planteado una propuesta para definir las relaciones de clases que caracterizarían a las que denominamos sociedades clasistas iniciales.13 Éstas se estructurarían en torno, al menos, a dos clases fundamentales: a) Una clase explotadora -políticamente dominante-, propietaria de la fuerza de trabajo de los productores directos del excedente y de una parte de los instrumentos de producción: el conocimiento especializado. b) Una clase explotada de productores que, mientras están organizados en comunidades agroartesanales -sean gentilicias o de vecindad- conservan la propiedad comunal de los medios básicos de producción. Es decir, de los objetos de trabajo (tierras, ganados) e instrumentos de trabajo manual. Esta división en clases tiende a coincidir con la división social del trabajo entre los agentes del trabajo intelectual y manual. Las bases de esta diferenciación surgen también en un tipo determinado de formaciones sociales, como son las que caracterizan a las sociedades tribales jerarquizadas. Además de los especialistas en diversas áreas del conocimiento, se crean en ellas las condiciones de la futura expropiación de la fuerza de trabajo. En primer lugar, las jerarquías se conforman en la medida en que se da la necesidad de estructurar un sistema efectivo de toma de decisiones que afectan a la colectividad, cuando ésta ha alcanzado una magnitud demográfica y extensión espacial que harían prácticamente imposible responder con la oportunidad necesaria a cada coyuntura, consensando cada decisión. Los mecanismos que permitirán la expropiación de la fuerza de trabajo se originan cuando las jerarquías han adquirido el consenso de los productores para organizar (y controlar) el uso de la fuerza de trabajo y de los plusproductos que ésta crea, respondiendo, en principio, a los intereses de la comunidad y de los mismos productores. La relación clasista se establece cuando los productores pierden la posibilidad de participar en esas decisiones y los representantes de las jerarquías comienzan a disponer de la fuerza de trabajo y de la plusproducción. En otras palabras, la conversión de la capacidad consensada de XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 302 uso (posesión) en capacidad de disposición (propiedad), con o sin consenso, es el proceso de expropiación y apropiación de la fuerza de trabajo de la población, por parte de un grupo social que asienta de ese modo las bases de su constitución en clase explotadora. Consecuentemente, en el proceso de distribución, la explotación clasista se realiza en la conversión, por enajenación, de la plusproducción en excedente, sea en trabajo vivo o pasado. Cabe anotar que una clase explotadora no es necesariamente, y mucho menos en sus fases iniciales, una clase ociosa. Es explotadora porque se apropia del trabajo o los productos del trabajo ajeno, obteniendo en la distribución una mayor cantidad de éste que el que aporta a la producción, pudiendo disponer de él en cuanto al consumo. Las formas de la distribución, esto es, la manera en que una clase transfiere el excedente y la otra se apropia de él, pueden ser diversas. Puede darse de manera directa como tributo, en trabajo o en especies,14 o a través de los procesos de intercambio “asimétrico”. Los procesos de intercambio pudieron tener diversas formas, a distintos niveles. Desde el ámbito doméstico e intracomunal, hasta el que se desplegaba entre comunidades y a largas distancias. En el intercambio intracomunal, una forma de enajenar excedentes fué a través del control del sistema de centralización y redistribución en los casos en que éste se dió. Y, por lo general, las jerarquías tribales y, luego, las clases dominantes, tendieron a controlar los intercambios entre comunidades. Donde las desigualdades sociales crecientes que se generaron con la sociedad clasista se hicieron más patentes fué en el acceso diferencial al consumo, tanto en las calidades de los bienes consumidos, habiendo algunos reservados sólo a las clases dominantes, como en los montos del consumo posible. Modo de reproducción Un tema que sería muy importante para explicar los desarrollos históricos de las sociedades concretas es el de las calidades y magnitudes que presentan diversos tipos de relaciones sociales comprendidas en la dinámica de sus modos de reproducción. No se expondrán acá, pues aún estoy trabajando en ello y, de cualquier modo, el punto se extendería más que el espacio del que disponemos. Los aspectos cualitativos tienen que ver tanto con los diversos tipos de relaciones de parentesco, localidad, movilidad y filiación, así como con la estructura de la población. Esta última se manifiesta en la configuración demográfica, que puede ser analizada en términos cuantitativos. Sólo mencionaremos acá un par de puntos que tienen que ver con la reproducción de la población y la fuerza de trabajo. Una característica central de las formaciones tribales es que han establecido la propiedad comunal sobre los medios de producción, incluyendo los objetos naturales de trabajo y, para ello, necesitan estar en capacidad real de defenderlos. Uno de los recursos adoptados para esa defensa fué aumentar la población, bajo el principio de que es más difícil atacar a un grupo grande que a uno pequeño.15 La otra medida, sin la cual la anterior no habría tenido efectividad, fué la de crear un sistema de relaciones sociales que comprometía recíprocamente a todos los miembros de la sociedad en la defensa de los medios comunales de producción y de las gentes mismas, como forma de asegurar la subsistencia. Dicha organización fué, en sentido estricto, la estructura tribal. Como hemos indicado en otro lugar, el denominado parentesco clasificatorio es la principal forma que adquieren, en las sociedades pre-clasistas, las relaciones sociales de producción. Secundariamente, en las sociedades tribales, el Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 303 parentesco clasificatorio puede enmarcar la operación de las normas de acoplamiento y la asignación de la descendencia, tendiendo a regular la distribución de la fuerza de trabajo entre las distintas agrupaciones de unidades domésticas. A diferencia de las formaciones pre-tribales, las sociedades tribales necesitan y están en capacidad de crecer demográficamente. Como lo constatara Childe [1954], la “revolución neolítica” muestra la primera “explosión demográfica” de la historia. Pero no por ello ha sido un crecimiento descontrolado sino, por el contrario, siempre sujeto a diversos mecanismos de regulación, como el aborto, el infanticidio, la malnutrición selectiva y otros. Y, como lo han mostrado con claridad Harris y Ross [1987], los costos vitales, los riesgos biológicos, la discriminación alimentaria y las cargas laborales que dichas regulaciones implican, organizadas bajo relaciones sociales de reproducción -con sus concomitantes superestructurales-, generalmente son cargadas a las mujeres. Esto, por cuanto los mecanismos más efectivos de regulación de la estructura poblacional se vinculan a la realización, limitación o eliminación de sus capacidades reproductivas. Los sistemas de linajes basados en el parentesco clasificatorio, en algunas sociedades clasistas incipientes, pueden encubrir las relaciones de explotación, como sería el caso del reino Abrón del Gyaman, documentado por Terray [1977]. Pero, por lo general, adoptan un papel secundario en este sentido, pasando a constituir una de las formas -no la única- de adscripción a las distintas clases sociales, tanto dominantes como subordinadas. En el imperio Inka, por ejemplo, la adscripción a la clase dominante es étnica y gentilicia. En la mayoría de los casos, las relaciones gentilicias son una forma de pertenencia a las comunidades tributarias y de participación en la co-propiedad de medios comunales de producción. Aunque el reclutamiento también puede darse a través de comunidades de vecindad. En otros casos, los sistemas de linajes incluirán a miembros de las mismas comunidades étnicas de origen, que pertenecen a distintas clases sociales. En cualquier caso, el parentesco clasificatorio continúa siendo una de las formas de regulación de las dinámicas de la estructura poblacional y de distribución de fuerza de trabajo. Debe anotarse que una de las características de las sociedades clasistas iniciales-incluyendo el modo de vida esclavista clásico grecorromano- es que las clases explotadoras no se ocupan de los costos de reproducción de la fuerza de trabajo. Estos recaen sobre las comunidades agroartesanales que, para ello, disponen de medios de producción. Y de las cuales, aparte de los posibles tributos en especies, la fuerza de trabajo es sacada -bajo la forma de tributo o de “cautivos” de guerra- cuando ésta está en capacidad más o menos plena de producir. Y hay que considerar que, en las sociedades clasistas, desde que la fuerza de trabajo puede producir excedentes, se convierte en el principal factor de creación de riquezas y la posibilidad de disponer de fuerza de trabajo ajena se convierte en una motivación social. Y, como hemos visto, en la medida en que la fuerza de trabajo es una proporción de la población y, por lo tanto, del volumen de excedentes acumulables, la tendencia general al aumento demográfico responde a los intereses de las clases dominantes. Sin embargo, si analizáramos diversas configuraciones demográficas posibles (considerando, por ej., tamaños y composiciones de las unidades domésticas, tasas de crecimiento y mortalidad) comparándolas con las vías de producción y proporciones de los excedentes, apreciaríamos que ambos factores están en interdependencia. Es decir, determinadas alternativas y volúmenes de producción de excedentes, se corresponden con XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 304 alternativas determinadas de composición y dinámicas poblacionales. Se podrían, así mismo, evaluar las tasas de explotación de los trabajadores. Y habría que considerar que, habiendo clases sociales diferenciadas, las configuraciones demográficas de ambas serán diferentes. Y también habrá diferentes configuraciones y ritmos de desarrollo entre distintos sectores de los productores. La regulación del crecimiento demográfico y los flujos o desplazamientos de población es tarea que, hasta donde resulte posible, deben efectuar las instituciones de una sociedad clasista. Superestructuras Con el desarrollo de la estructura clasista, en las esferas superestructurales de la sicología social y la institucionalidad, surgen nuevas instancias específicas como son, respectivamente, las ideologías y el estado. El concepto de ideología se refiere, en sentido estricto, a una concepción de la realidad que responde a intereses de clases. En una sociedad, por lo tanto, hay más de una ideología. Las clases dominantes en formación usarán medios institucionales buscando, si no imponer desde un principio, al menos sobreponer a las concepciones de las clases explotadas su propia cosmovisión y sistema de valores, convirtiéndose en ideología dominante. Por lo general, con la aparición de la cosmovisión clasista de la ideología, surge históricamente la religión como centro de la ideología dominante. La principal diferencia entre los mitos comunales y la religión no es de forma, sino de contenido. Debido a la proyección analógica de las relaciones sociales, las representaciones de las relaciones de los hombres con los entes míticos o “divinidades” -más bien divinizaciones- ya no son de reciprocidad, sino de subordinación. Y los máximos representantes de la institucionalidad religiosa, que instaura los ritos reproductores de los mitos, ya no representan a los hombres frente a los “dioses”, sino a los “dioses” frente a los hombres. Donde la mayor parte de las veces los dioses han sido humanos, aunque de una naturaleza diferente: sobrenaturales. Las ideologías, en particular las ideologías dominantes, son necesariamente concepciones falsificadoras de la realidad. No tanto por lo fantásticas e imaginarias que puedan ser las representaciones más o menos metafóricas de la realidad, sino porque necesitan justificar lo injusto: la explotación y la enajenación. La principal dificultad que presenta la conformación de ideologías dominantes es que tienen que romper, con la menor violencia aparente o aparentando que no lo hacen, con los ancestrales valores tribales de reciprocidad y solaridad, profundamente arraigados en tanto constituían la base del sistema social. Buscan aparentar no romper radicalmente, en la representación, unas relaciones que, en la realidad social, se violan inexorablemente. Uno de los mecanismos ideológicos, en este sentido, es establecer un “intercambio” de elementos o servicios intangibles o inconmensurables a los que se otorga elevado valor, a cambio de los trabajos y tributos, considerados como “ofrendas”.16 La naturaleza diferente de las “divinidades” permite también hacer incomparables los elementos del intercambio. De ahí que los conocimientos especializados, monopolizados y crípticos, se manejen ideológicamente para evidenciar la naturaleza y capacidades diferentes de los representantes de las clases dominantes ocupados del control ideológico. Y, de cualquier manera, sobre todo cuando sea difícil asegurar la credibilidad de las clases Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 305 subordinadas, algunos elementos importantes en tales intercambios deben beneficiarlas objetivamente. El riesgo es la sublevación indignada o el tiranicidio -que no fueron históricamente infrecuentes-, cuando los aparatos represivos aún no han crecido lo suficiente como para enfrentar eventos generalizados de ese tipo. Así, los conocimientos que se tradujeron en predicción de fenómenos medioambientales que favorecieran notablemente las cosechas, la provisión a través del control de un sistema de intercambio de bienes necesarios, la creación de obras de infraestructura, como los sistemas hidráulicos, que elevan o hacen más segura la producción, la mantención de reservas para ser redistribuídas en tiempos de escasés, la regulación de los conflictos entre comunidades, son elementos que pueden parecer suficientemente convenientes a los productores directos. La nueva institución, que tiene sus antecedentes en los consejos tribales y que ahora gestiona la relación entre clases sociales, es el estado. Esta nueva relación, institucionalizada, entre las clases sociales, es la política. El estado es básicamente una institución política. Y su papel es gestionar la mediación entre las clases sociales a través de las actividades de administración y coerción. La gestión del estado debe aparecer, ante las clases, como una gestión conveniente. Es el estado el que se encargará de organizar, cuando sea necesaria, la fuerza de trabajo a gran escala para crear obras de infraestructura, el que garantizará la paz entre diferentes comunidades, que regulará los intercambios a largas distancias, que organizará los procesos productivos buscando elevar la productividad. Así, por ejemplo, una estructura de dominación clasista requiere de un aparato militar especializado, que ya no es “el pueblo en armas”. Pero en una sociedad pequeña, de relaciones cara a cara, difícilmente sería bien visto un contingente militar o policial muy numeroso, ni en ociosidad permanente ni en constante acción represiva. El cual, por lo demás, tampoco podría ser tan numeroso como para enfrentar una rebelión popular masiva en respuesta a tales abusos. De ahí que, aunque fuera un grupo social que debía estar siempre disponible para las actividades represivas, también debió mantenerse movilizado realizando actividades más aceptables para el resto de la población, como el transporte de comunicaciones, resguardo de caravanas de mercaderes, colaborar en la construcción de obras públicas y aún, apoyando la producción en sus unidades domésticas. En general, como hemos mencionado, la gestión del excedente también debió ocuparse en parte en tareas que redundarán en beneficio de la población y, por supuesto, ya que interesará a las clases explotadoras, en la elevación de la productividad y la producción. También pudo darse a una parte de los excedentes un uso común en diversas sociedades, que nace desde las sociedades tribales en ceremonias como el pótlach y que aún hoy está presente en la tradición de las mayordomías: la reintegración de plusproductos a la comunidad a través de fiestas y ceremoniales que tienen, por lo demás, una importante función cohesionadora de las relaciones sociales. Por último, una referencia a un punto que estimamos relevante en la explicación del surgimiento y conformación de sociedades clasistas iniciales a partir de las sociedades tribales: el de la gestión política de las relaciones interétnicas. La historia de las sociedades tribales es la historia de una compleja red de relaciones entre grupos étnicos, entendiendo que éstos conformaban unidades de reproducción social - económica y biológica- que se identificaban y distinguían de otros a través de diversas dimensiones de la cultura. Pero, sobre todo, que se unificaban internamente alrededor de la XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 306 defensa de la propiedad de los medios de producción compartidos que constituían la condición básica para producir sus condiciones materiales de vida. Las relaciones interétnicas, sin embargo, podían alcanzar diversos grados de tensión, hasta el enfrentamiento, debido a los conflictos que causaban las presiones por acceso a recursos desigualmente distribuídos en la geografía, apropiados por unas comunidades y de los cuales otras carecían. O se mantenía un equilibrio pacífico mediado por relaciones de intercambios. Sin lugar a dudas, en el interior de algunas comunidades tribales se produjo la diferenciación que conducía a la división en clases. No obstante, como hemos apuntado, en el seno de sociedades con relaciones gentilicias, de origen y tradición comunal, se hacía difícil desarrollar un sistema eficiente de explotación y enajenación económica, sin socavar las bases de la estabilidad social interna que residía en la existencia de ya precarios vínculos de reciprocidad y que no podían ser violados muy abiertamente sin crear un ambiente de violencia social que podía ser irreversible. De ahí que uno de los mecanismos eficaces en la conformación de relaciones “asimétricas”, inequitativas, debió ser el establecimiento de relaciones interétnicas, entre antiguas organizaciones tribales que obtienen recíprocas ventajas relativas y que no arrastran compromisos de reciprocidad solidaria o compensada que debería objetivarse en una distribución igualitaria de la producción. Así, si una comunidad es propietaria exclusiva de medios naturales de los cuales otras no disponen, pero demandan, o que han desarrollado originales técnicas de producción, pueden destinar su capacidad de trabajo no subsistencial a la explotación de tales recursos y técnicas para un intercambio ventajoso, aún para obtener alimentos a bajos costos. También aquellas comunidades que carecieran de recursos naturales suficientes para asegurar su subsistencia tendrían la posibilidad de transferir fuerza de trabajo a otras sociedades que les garantizaran medios de consumo subsistencial a cambio de trabajo generador de excedente. Además, aquellas sociedades que hubieran conseguido consolidar aparatos estatales más fuertes, tenderían a reforzar sus posiciones de privilegio frente a otras similares por la vía de imponer, a las comunidades o casas estatales menos poderosas, la generación y transferencia de excedentes. Aunque de todas maneras estamos hablando de relaciones políticas que debían ser manejadas con cautela, otra ventaja que tenía la explotación de comunidades étnicas distintas era la de que la clase dominante también podía gestionar los desplazamientos de contingentes de fuerza de trabajo a distintos territorios, fuera de sus ámbitos tradicionales, donde su productividad fuera más rentable. Dejamos hasta aquí estos apuntes sobre algunas condiciones de posibilidad del surgimiento y desarrollo de las sociedades clasistas iniciales, que creemos que pueden contribuir a orientar la investigación arqueológica de esos procesos en la historia concreta. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 307 BIBLIOGRAFÍA ACOSTA, G. “Procesos de trabajo determinado: la configuración de modos de trabajo en la cultura arqueológica”. Boletín de Antropología Americana, nº 35. 1999. BATE, L. F. Sociedad, formación económicosocial y cultura. Ediciones de Cultura Popular, México, 1978. “Hipótesis sobre la sociedad clasista inicial”. Boletín de Antropología Americana, nº 9. 1984. “Towards quantification of productive forces in archaeology”. En Marxist perspectives in archaeology, M. Spriggs [Ed.]. CUP. Cambridge. 1984. El proceso de investigación en arqueología. Ed. Crítica. Barcelona. 1998. CHILDE, V. G. “Los orígenes de la civilización”. Fondo de Cultura Económica. México. 1954. GÁNDARA, M. “El modo asiático de producción ¿Explicación marxista del origen del Estado?” en El origen y desarrollo del estado en Mesoamérica, Serra, Medina y López Austin [Eds.]. UNAM, México. 1985. HARRIS, M. & ROSS, E. Death, sex and fertility. Columbia University Press. New York. 1987. TERRAY, E. “Clases y consciencia de clases en el reino Abrón del Gyamán”, en Análisis marxistas en antropología social, Llobera [Ed.]. Anagrama, Barcelona. 1977. VARGAS, I. “Modo de vida: categoría de las mediaciones entre formación social y cultura”. Boletín de Antropología Americana, nº 12. 1985. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 308 NOTAS 1 En otro lugar nos hemos referido a la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la diversificación de la división del trabajo ( BATE, 1978) 2 Lo cual no significa que todos los especialistas adquieran la condición de explotadores, ni las mismas posiciones de clase, al estructurarse el nuevo sistema de relaciones sociales de producción. 3 Lo que necesitan para subsistir incluye, cuando es el caso, a las condiciones de vida de los miembros de sus unidades domésticas que no son productores plenos. 4 Empleamos la categoría de modo de vida para referirnos a particularidades del desarrollo histórico de las formaciones sociales [ver el concepto en VARGAS 1985; BATE 1998 , ACOSTA 1999] 5 No todas las sociedades tribales cazadoras recolectoras dependieron de los flujos migratorios estacionales de especies de apropiación, ni tuvieron que depender necesariamente de sistemas de almacenamiento. 6 Además, los productos de caza y pesca requieren una gran inversión de trabajo para su preservación que, aún así, no es generalmente por largo plazo y los volúmenes de disponibilidad natural de especies vegetales recolectables y de conservación más prolongada, como granos o semillas, son siempre limitadas. 7 Éste es un ejercicio que he realizado para otro ensayo que escribimos con Manuel Gándara y nunca se publicó [Cacaxtla, un sitio y muchas preguntas, MS de 1991] 8 Ver GÁNDARA, 1985 o BATE, 1984. 9 Menos de lo que suele reducirse anualmente el poder adquisitivo de los trabajadores del “tercer mundo” en la actualidad, debido a políticas económicas inflacionarias que aumentan la tasa de la plusvalía por la vía de la pérdida de capacidad adquisitiva del salario de la mayoría de la población. 10 Al retirarse de la producción subsistencial directa no significa que sean retirados de la producción sino que participan en ella a través de otro tipo de tareas. Por ello, no los hemos descontado del cálculo de la fuerza de trabajo generadora de excedente. 11 Hemos propuesto otras para medir productividad por tiempo de trabajo [BATE 1984:56]. 12 Desde luego, concentraría para sí misma todo el excedente si estuviera en posición central. 13 BATE 1984: Hipótesis sobre la sociedad clasista inicial. 14 Y, en las fases más desarrolladas, también en dinero. 15 “Another value of rearing children relates for the need of individual and group defense. Where internecine threats and/or chronic warfare exists, childless individuals and smaller groups are exposed to greater hazards and higher mortality rates than larger groups. Small groups also are less able to contract marriage-mediated alliances essential for military success” [HARRIS & ROSS 1987:11-12]. 16 Hasta el día de hoy hay religiones que nos presentan “ofertas” que ningún supermercado ni lotería alguna podría igualar: la felicidad celestial eterna a cambio de unos poquísimos y miserables años de sacrificios e injusticias en este terrenal “valle de lágrimas”.
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Título y subtítulo | Condiciones para el surgimiento de las sociedades clasistas |
Autor principal | Bate, Luis Felipe |
Publicación fuente | XIV Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 14 |
Sección | Arqueología |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2000 |
Páginas | P. 0293-0308 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 80383 Bytes |
Texto | ARQUEOLOGÍA Coordinadores: Dr. D. Antonio Tejera Gaspar. ULL Dr. D. Ernesto Martín Rodríguez. ULPGC 294 CONDICIONES PARA EL SURGIMIENTO DE LAS SOCIEDADES CLASISTAS Luis Felipe Bate El surgimiento y desarrollo de las formaciones clasistas iniciales a partir de sociedades tribales supone una articulación de condiciones, estructurales e históricas, tanto a nivel de la base material del ser social como de las superestructuras. Es un tema bastante complejo como para ser tratado en detalle en unas pocas páginas, de manera que nos limitaremos a apuntar algunas de dichas condiciones de posibilidad, señalando algunas alternativas. Pondremos énfasis en discutir las condiciones económicas que hacen posible el surgimiento de la explotación clasista, particularmente en la esfera de las fuerzas productivas. Luego, veremos muy brevemente cómo éstas se relacionan con otras diversas condiciones, tanto en lo que se refiere a las relaciones sociales que constituyen el modo de producción y de reproducción, como a la psicología social y la institucionalidad. Como todos estos aspectos de la sociedad están relacionados y en interacciones mutuas, aunque intentaremos sistematizar ordenadamente la exposición, el análisis suscinto de los diversos tópicos nos hará ir apuntando a los aspectos por tratar, o regresar a lo ya expuesto, desde diversas perspectivas. Modos de producción El modo de producción integra a los procesos de producción, distribución, intercambio y consumo. Su calidad distintiva se define en torno al proceso productivo, a través de las relaciones sociales de producción que se corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Centraremos el análisis en la consideración de las condiciones del proceso productivo. 1. Fuerzas productivas Éstas pueden analizarse desde el punto de vista de su composición cualitativa, tanto como de su magnitud entendida como grado de desarrollo. Por lo que se refiere a la composición cualitativa de las fuerzas productivas, una condición que se desarrolla en la sociedad tribal tiene que ver con la división del trabajo.1 En este caso, se trata del surgimiento de especialistas en diferentes áreas del conocimiento. Conocimientos que, en principio, no están disociados de los agentes de diversas actividades prácticas necesarias a las comunidades. Y éstos no requieren estar necesariamente retirados de las actividades productivas con que aseguran su subsistencia, al igual que otros miembros de la comunidad en sus mismas posiciones de género y edad. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 295 Puede tratarse de conocimientos relacionados con la organización y estrategias de defensa de la propiedad comunal sobre sus condiciones de producción, del manejo de las redes y rutas de intercambio, de técnicas constructivas especiales o de la planificación y administración de sistemas de regadío, de los diversos procedimientos terapéuticos basados en saberes tradicionales acerca de las cualidades de plantas, animales o minerales o en técnicas sugestivas. Pero adquieren particular importancia los conocimientos especializados que permiten la predicción de ciclos y eventos naturales que inciden en la producción o de las propiedades de objetos y procedimientos de trabajo que permitan la producción de bienes que pongan a sus productores en situación de exclusividad y ventaja en las relaciones de intercambio, dentro o fuera de sus comunidades. El desarrollo del conocimiento especializado constituye un importante factor de desarrollo de las fuerzas productivas, cumpliendo un papel instrumental en la producción. Los conocimientos se convierten en medios de producción, como instrumentos de transformación de la naturaleza que racionalizan y elevan la productividad media de la fuerza de trabajo. Como trabajo vivo, el conocimiento especializado también se consume en calidad de instrumentos de manejo o control de las relaciones que rigen a la organización comunal o la estructura de relaciones con otras comunidades. El surgimiento de especialistas portadores de conocimientos especializados crea, por otra parte, las condiciones de la división social del trabajo entre trabajo manual e intelectual; entre los productores materiales directos ligados a la producción agroartesanal y los especialistas que tienden a retirarse de la producción directa de bienes de subsistencia para dedicarse de tiempo completo a sus actividades especializadas. En suma, crea las condiciones de existencia de los grupos sociales distintos en que se fundará la división clasista.2 Considerando a las fuerzas productivas en su dimensión cuantitativa, es decir, en cuanto magnitud del desarrollo económico de la sociedad, nos situamos frente a una condición básica y fundamental de la existencia de las clases, como es la disponibilidad potencial de excedentes productivos. La existencia misma de las clases consiste precisamente en la enajenación sistemática de los excedentes, a sus productores, por parte de otro grupo social. El precedente histórico del excedente, en las comunidades tribales, es la existencia de plustrabajo o plusproductos, según se trate de trabajo vivo u objetivado en productos. Desde el punto de vista meramente cuantitativo, plustrabajo y plusproducto son equivalentes y, para tal efecto, los usaremos como sinónimos. El plusproducto es un volumen de trabajo vivo o pasado, que los productores directos generan además de lo que necesitan consumir para satisfacer sus necesidades subsistenciales.3 El plusproducto se convierte en excedente cuando sus productores lo transfieren, perdiendo la capacidad de disponer sobre el mismo. En las sociedades tribales, son diversas las circunstancias que hacen necesaria la producción de plusproductos, aunque difieren según los modos de vida.4 La situación más común se da por la necesidad de obtener y almacenar reservas alimentarias en previsión de eventualidades drásticas de escasés. El riesgo -previsible- se presenta cuando los ciclos producción-consumo se extienden temporalmente tendiendo a coincidir con ciclos estacionales, generalmente anuales, de disponibilidad de los recursos bióticos, base de la alimentación. Sea que se trate de especies migratorias objeto de apropiación (caza y pesca)5 o de los ritmos de reproducción biológica de especies objeto de recolección, domesticación o cultivo. El riesgo se controla por la vía de generar y transferir reservas, desde un ciclo de productividad normal elevada, al siguiente, que siempre es incierto. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 296 El ejemplo nos regresa a otro aspecto relativo a la composición cualitativa de las fuerzas productivas, cual es el de la viabilidad diferencial de conformación de estructuras clasistas a partir de distintos modos de vida. Así, una sociedad tribal básicamente cazadora recolectora o pescadora, tiene un límite a la producción de plusproductos, impuesto por la productividad natural no controlada de las especies apropiadas.6 Esto significa que están imposibilitadas de mantener las tasas de crecimiento de los volúmenes de producción que requiere la consolidación de una sociedad clasista. Los modos de vida pastoriles o ganaderos deben realizar un plustrabajo sostenido, con el fin de mantener un “almacén viviente” (livestock) algo mayor que el que habitualmente resolvería sus necesidades de subsistencia, en previsión de posibles ciclos de baja notable de la reproducción. Y han tenido, históricamente, capacidad de desarrollar relaciones clasistas. No obstante, han sido los modos de vida basados en producción agraria las que han mostrado mayor potencialidad de crecimiento sostenido de la producción y la productividad. En todo caso, estos modos de vida basados en distintas orientaciones de la producción alimentaria no se dieron “puros” y muchas sociedades, desde las formaciones tribales a su desarrollo clasista, complementaron diversos recursos y tecnologías para resolver sus necesidades de reproducción o crecimiento. Aquí nos hemos referido sólo a uno de los aspectos de la sociedad tribal que requirió de la generación de plusproductos. Sin embargo hubo otros, como la necesidad de sostener o construir sistemas defensivos o de disponer de sobreproducción de determinados bienes apetecidos por otras comunidades, para mantener un intercambio que evitara presiones por los recursos de la comunidad, por poner un par de ejemplos. Volviendo al aspecto cuantitativo del desarrollo de las fuerzas productivas, veremos algunas alternativas que ese proceso presenta, lo cual nos llevará a considerar aspectos demográficos o de relaciones intercomunales que tales opciones implican. Para ello me valdré de una fórmula que he propuesto para medir las fuerzas productivas [Bate, 1974] y que, más que para efectuar mediciones precisas -lo que requeriría de un esfuerzo considerable- está orientada a mostrar que, en principio, tales mediciones son posibles. Pero, sobre todo, nos ha interesado mostrar de qué manera pueden jugar diversas variables en el desarrollo de las fuerzas productivas y, en particular, la producción de excedentes.7 La fórmula mencionada nos permite hacernos una idea acerca de la incidencia real de los factores de la productividad en la generación de los excedentes en que se fundan las relaciones sociales de explotación clasista. Tendremos en cuenta, antes que nada, que todas las relaciones deben ser consideradas para rangos de tiempo determinado. Y que siempre se parte de un monto determinado de trabajo pasado, que varía en cada momento del desarrollo histórico y que, en el largo plazo, se da como un incremento acumulativo que eleva, por así decirlo, la “composición orgánica” de las fuerzas productivas. En primer lugar, tenemos un coeficiente de rendimiento del proceso productivo ( p ), que expresa la relación entre la producción total real ( Pt ) y el consumo social destinado a la subsistencia ( Cs ), donde éste se expresa como la media del consumo subsistencial individual (csi ) multiplicado por la población ( D ). Así, si Cs = csix D entonces p = Pt : Cs x 100 Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 297 de manera que en una sociedad sin excedentes, el 100 % de la producción se consume en la subsistencia, incluyéndose en csi el plusproducto medio invertido por cada productor en obras de interés comunal y que aseguran la subsistencia y el funcionamiento de la comunidad. Si la sociedad es excedentaria, entonces p > 100 Luego, formulamos un coeficiente de rendimiento relativo de la fuerza de trabajo ( fpr ) que expresa cuántas veces un productor pleno produce las condiciones materiales de subsistencia de un individuo de su sociedad. fpr = p: f t = f p r = [ Pt : Cs x 100 ] : f t donde ft es el porcentaje total de la población que se realiza como fuerza de trabajo. Es importante considerar que no todos los trabajos son realizados por “productores plenos” y que, particularmente a partir de las sociedades productoras de alimentos, los trabajos de niños y ancianos pueden significar un importante porcentaje de la fuerza de trabajo desplegada por la sociedad. Y luego, considerando que los niveles medios de consumo subsistencial varían de una sociedad a otra, tendríamos el coeficiente de rendimiento medio de la fuerza de trabajo ( Fp ), que no es otra cosa que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas: Fp = fpr x csi = Fp = [ p. : f t ] x csi = [ Pt : [csi x D] ] x 100 x csi Fp = f t Para este efecto, representaremos la medida del volumen de la producción en hipotéticas unidades (Q) que expresarían unidades de trabajo vivo o su equivalente en trabajo pasado, es decir, materializado en productos. Así, podremos apreciar que hay diferentes maneras de elevar la productividad del trabajo y de producir excedentes, para lo cual realizaremos un juego de hipótesis alternativas posibles, sintetizadas en el Cuadro 1. Comenzaremos suponiendo la situación de una sociedad tribal no excedentaria, con una población de unos 20.000 individuos, en que el consumo subsistencial individual es de 15 Q anuales (Caso A). A partir de éste, veremos cómo pueden operar las distintas variables, o sus combinaciones, en la generación de excedentes y qué efectos posibles presentaría ésto en la conformación de una estructura clasista inicial. 1) Una de las vías para generar excedentes es a través de la reducción del consumo subsistencial. Como se ha reiterado en la literatura a propósito del llamado “modo de producción asiático” -término que se ha intentado aplicar a cualquier sociedad clasista inicial XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 298 y que hemos descartado-,8 éste poseería como característica frecuente el hecho de que el instrumental básico de producción no evidenciaría cambios tecnológicos muy espectaculares, como factor del desarrollo de las fuerzas productivas (p.e., Bartra, 1968). La reducción del consumo subsistencial sería una manera de explicar esta situación, pues no implicaría cambios tecnológicos ni, de hecho, del grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Calcularemos esta reducción en un mínimo, pues hay que pensar que los grupos dominantes aún no han logrado acumular volúmenes de excedentes suficientes como para costear acciones represivas mayores. Y, aún así, su actividad debe aparecer, al menos ideológicamente, ya que no lo es del todo en lo económico, como conveniente a los intereses de la comunidad de productores directos. En el Caso B, tendríamos a la misma comunidad del Caso A, donde la mayoría de la población ha reducido su consumo subsistencial a 14 Q, es decir, en un quinceavo.9 De esta manera, en el caso B se produce un plusproducto transferible como excedente enajenable de 20.000 Q, lo que equivale a las condiciones de subsistencia anual de 1.428 individuos de esa sociedad. Eso podría permitir mantener, retirados de la producción subsistencial directa10 a, por ejemplo: a) una élite de 100 especialistas de tiempo completo, con un nivel de consumo cinco veces mayor que la media de la población, cubriendo en parte los insumos requeridos para sus actividades; b) más un cuerpo militar de 500 efectivos disponibles de tiempo completo en condiciones de consumo subsistencial medio, contingente que, eventualmente, estaría disponible para otras tareas y c) además, otro contingente de fuerza de trabajo de 428 individuos por año (o su equivalente en productos), ocupables en tareas separadas de la producción subsistencial. Eso equivaldría a disponer, cada 50 años, de la fuerza de trabajo de 21.400 individuos por un año completo, con la cual puede emprenderse la construcción, curaduría y ampliación de obras públicas, ceremoniales o administrativas de mayor magnitud. 2) Otra vía para aumentar el volumen de la producción y la proporción de excedente enajenable es la de intensificar el uso de la fuerza de trabajo o, más probablemente, de extender las jornadas medias de trabajo. Para no complicar las cosas con más fórmulas,11 consideraremos que la jornada media de los productores plenos en el Caso A, era de 6 horas diarias y un hipotético Caso C, en que ésta se ha aumentado a 7 horas. Así, el volumen total será de 350.000Q, lo que genera un excedente 2.5 veces mayor que en el caso anterior. 3) Sin embargo, el hecho de que los instrumentos de producción no muestren un desarrollo espectacular, no quiere decir que estas sociedades estén tecnológicamente estancadas, ni mucho menos. Por lo pronto, una de sus características es que cuentan entre sus especialistas de tiempo completo a aquellos que desarrollan y sistematizan principalmente los conocimientos que redundan en una mayor productividad del trabajo, que a todos conviene: a los productores, porque el elevar la productividad aseguran sus subsistencia y, a los especialistas, porque así es como justifican y consolidan situaciones de privilegio y, en el largo plazo, un aumento de la proporción de excedentes enajenables. Dichos conocimientos Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 299 van desde la astronomía y el establecimiento de ciclos calendáricos cuya ritualización religiosa marca los ritmos de los procesos productivos, al desarrollo de técnicas de regadío y fertilización o a la gestión del uso de fuerza de trabajo a gran escala para producir obras de infraestructura productiva. Podemos suponer conservadoramente que el incremento de la productividad debido a factores de desarrollo tecnológico tuviera una incidencia similar a una no exagerada prolongación de la jornada media de trabajo que hemos ejemplificado en el hipotético Caso C. 4) Otra variable que puede incidir en el aumento del volumen de excedente enajenable, una vez que se ha asegurado su producción sistemática, es el incremento de la población y, consecuentemente, del número de individuos que constituyen el porcentaje de fuerza de trabajo. Aunque hay que considerar que, en cualquier población en proceso de incremento demográfico, aumenta la proporción de infantes que no son productores plenos y que deben ser mantenidos por éstos, como pretendemos mostrar en el Caso D. Por lo tanto, aumenta el número de productores, pero disminuye su proporción en relación a la población. Desde luego, insistiremos en que este ejercicio sólo busca mostrar de qué manera las variables apuntadas afectan a la productividad y podrían contribuir a explicar las posibilidades de generación de excedentes. Un panorama más cercano a la realidad de los procesos de surgimiento y desarrollo de las sociedades clasistas debió ser resultado de la combinación del incremento del volumen de la producción por: 1) extensión de la jornada de trabajo, y 2) el aumento demográfico, además del desarrollo de la productividad del trabajo debido a 3) factores de desarrollo tecnológico y racionalización del uso de la fuerza de trabajo. De modo que no debió ser muy exageradamente diferente de la que mostramos en el hipotético Caso E, que combina la incidencia de los tres factores mencionados. Además debe pensarse en que los grupos dominantes podían recurrir de vez en cuando al expediente de la reducción del consumo subsistencial bajo diversos pretextos (Caso F), en situaciones que debieron parecer menos drásticas que la amenaza de un año de malas cosechas debido a factores climáticos. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 300 En el ejemplo del Caso E, tendríamos un volumen de excedentes que equivaldría a la posibilidad de sostener, para una sociedad de 30.000 habitantes: a) Una elite dirigente y de especialistas de 500 miembros con un consumo cinco veces superior a la media subsistencial. b) Una servidumbre permanente de 1.000 personas. c) Un contingente militar o policial de otros 1.000 individuos. d) Un contingente equivalente a 3.000 hombres por año, destinables a la construcción de obras públicas, sean infraestructurales o cúlticas. Mismos que podrían sumar 30.000 hombres cada diez años o distribuirse de diferentes maneras. e) Además, un excedente de 2.500 personas o su equivalente en productos, eventualmente disponibles para ser tributados anualmente hacia centros mayores, si se tratara de una casa estatal incorporada a una estructura clasista mayor, en calidad de subordinada.12 Por supuesto, en las sociedades concretas, los usos del excedente y las proporciones destinadas a ellos, pudieron configurarse de muy diversas maneras. Es claro que el ejemplo no tiene otra finalidad de permitirnos imaginar las posibilidades y magnitudes de excedentes que las diversas combinaciones de variables permitirían generar. Caso hipotético A B C C+C’ D E : (C+C’+D) F csi (Q) por año 15 14 15 15 15 15 14 D (población) 20.000 20.000 20.000 20.000 30.000 30.000 30.000 Pt (Q) 300.000 300.000 350.000 400.000 525.000 600.000 600.000 ft (% de D) 50 50 50 50 40 40 40 Cs (Q) 300.000 280.000 300.000 300.000 450.000 450.000 420.000 p 100.00 107.14 116.66 133.33 116.66 133.33 142.85 fpr 2.00 2.14 2.33 2.66 2.91 3.33 3.75 Fp 30 30 35 40 43.75 50 50 Excedente: En unidades Q 0 20.000 50.000 100.000 75.000 150.000 180.000 Nº de personas 0 1.428 3.333 6.666 5.000 10.000 12.857 con csi por año Cuadro 1 Caso A: Sociedad no excedentaria Caso B: Reducción de 1 quinceavo del consumo subsistencial. Caso C: Intensificación o extensión del uso de la fuerza de trabajo Caso C+C’: Intensificación/extensión del uso de la fuerza de trabajo, más aumento equivalente de productividad por desarrollo tecnológico. Caso D: Aumento de la población (y aumento de la proporción de no productores plenos) Caso E: Combinación de las variables C + C’ + D. Caso F: Combinación del Caso E, con una disminución del consumo subsistencial. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 301 Luego será necesario hacer algunas observaciones acerca de los usos y transferencia de los excedentes. Constatar, por ejemplo, que no todo el excedente se pudo consumir en obras o artículos suntuarios y actividades no productivas, aún cuando éstas fueran muy importantes en la conformación de mecanismos superestructurales de transformación y reproducción social. Particularmente en las fases más tempranas del desarrollo de las sociedades clasistas, parte de los excedentes debieron invertirse en obras y actividades que redundaran en beneficios reales para sus productores y que, en parte, inciden en nuevos aumentos de la eficiencia productiva o del volumen de la producción. 2. Sobre las relaciones sociales de producción Si la ley de correspondencia determinada de calidad y magnitud tiene que ver con la realidad histórica, la constitución de la sociedad clasista no puede ser tratada como el proceso de surgimiento de clases “en general”, de desarrollo de cualquier tipo de clases sociales. Implica la conformación de un modo de producción determinado, cualificado por un tipo específico de relaciones de producción y propiedad fundamentales, en torno a las cuales se articularán diversos tipos de relaciones secundarias de producción. Al respecto, hemos planteado una propuesta para definir las relaciones de clases que caracterizarían a las que denominamos sociedades clasistas iniciales.13 Éstas se estructurarían en torno, al menos, a dos clases fundamentales: a) Una clase explotadora -políticamente dominante-, propietaria de la fuerza de trabajo de los productores directos del excedente y de una parte de los instrumentos de producción: el conocimiento especializado. b) Una clase explotada de productores que, mientras están organizados en comunidades agroartesanales -sean gentilicias o de vecindad- conservan la propiedad comunal de los medios básicos de producción. Es decir, de los objetos de trabajo (tierras, ganados) e instrumentos de trabajo manual. Esta división en clases tiende a coincidir con la división social del trabajo entre los agentes del trabajo intelectual y manual. Las bases de esta diferenciación surgen también en un tipo determinado de formaciones sociales, como son las que caracterizan a las sociedades tribales jerarquizadas. Además de los especialistas en diversas áreas del conocimiento, se crean en ellas las condiciones de la futura expropiación de la fuerza de trabajo. En primer lugar, las jerarquías se conforman en la medida en que se da la necesidad de estructurar un sistema efectivo de toma de decisiones que afectan a la colectividad, cuando ésta ha alcanzado una magnitud demográfica y extensión espacial que harían prácticamente imposible responder con la oportunidad necesaria a cada coyuntura, consensando cada decisión. Los mecanismos que permitirán la expropiación de la fuerza de trabajo se originan cuando las jerarquías han adquirido el consenso de los productores para organizar (y controlar) el uso de la fuerza de trabajo y de los plusproductos que ésta crea, respondiendo, en principio, a los intereses de la comunidad y de los mismos productores. La relación clasista se establece cuando los productores pierden la posibilidad de participar en esas decisiones y los representantes de las jerarquías comienzan a disponer de la fuerza de trabajo y de la plusproducción. En otras palabras, la conversión de la capacidad consensada de XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 302 uso (posesión) en capacidad de disposición (propiedad), con o sin consenso, es el proceso de expropiación y apropiación de la fuerza de trabajo de la población, por parte de un grupo social que asienta de ese modo las bases de su constitución en clase explotadora. Consecuentemente, en el proceso de distribución, la explotación clasista se realiza en la conversión, por enajenación, de la plusproducción en excedente, sea en trabajo vivo o pasado. Cabe anotar que una clase explotadora no es necesariamente, y mucho menos en sus fases iniciales, una clase ociosa. Es explotadora porque se apropia del trabajo o los productos del trabajo ajeno, obteniendo en la distribución una mayor cantidad de éste que el que aporta a la producción, pudiendo disponer de él en cuanto al consumo. Las formas de la distribución, esto es, la manera en que una clase transfiere el excedente y la otra se apropia de él, pueden ser diversas. Puede darse de manera directa como tributo, en trabajo o en especies,14 o a través de los procesos de intercambio “asimétrico”. Los procesos de intercambio pudieron tener diversas formas, a distintos niveles. Desde el ámbito doméstico e intracomunal, hasta el que se desplegaba entre comunidades y a largas distancias. En el intercambio intracomunal, una forma de enajenar excedentes fué a través del control del sistema de centralización y redistribución en los casos en que éste se dió. Y, por lo general, las jerarquías tribales y, luego, las clases dominantes, tendieron a controlar los intercambios entre comunidades. Donde las desigualdades sociales crecientes que se generaron con la sociedad clasista se hicieron más patentes fué en el acceso diferencial al consumo, tanto en las calidades de los bienes consumidos, habiendo algunos reservados sólo a las clases dominantes, como en los montos del consumo posible. Modo de reproducción Un tema que sería muy importante para explicar los desarrollos históricos de las sociedades concretas es el de las calidades y magnitudes que presentan diversos tipos de relaciones sociales comprendidas en la dinámica de sus modos de reproducción. No se expondrán acá, pues aún estoy trabajando en ello y, de cualquier modo, el punto se extendería más que el espacio del que disponemos. Los aspectos cualitativos tienen que ver tanto con los diversos tipos de relaciones de parentesco, localidad, movilidad y filiación, así como con la estructura de la población. Esta última se manifiesta en la configuración demográfica, que puede ser analizada en términos cuantitativos. Sólo mencionaremos acá un par de puntos que tienen que ver con la reproducción de la población y la fuerza de trabajo. Una característica central de las formaciones tribales es que han establecido la propiedad comunal sobre los medios de producción, incluyendo los objetos naturales de trabajo y, para ello, necesitan estar en capacidad real de defenderlos. Uno de los recursos adoptados para esa defensa fué aumentar la población, bajo el principio de que es más difícil atacar a un grupo grande que a uno pequeño.15 La otra medida, sin la cual la anterior no habría tenido efectividad, fué la de crear un sistema de relaciones sociales que comprometía recíprocamente a todos los miembros de la sociedad en la defensa de los medios comunales de producción y de las gentes mismas, como forma de asegurar la subsistencia. Dicha organización fué, en sentido estricto, la estructura tribal. Como hemos indicado en otro lugar, el denominado parentesco clasificatorio es la principal forma que adquieren, en las sociedades pre-clasistas, las relaciones sociales de producción. Secundariamente, en las sociedades tribales, el Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 303 parentesco clasificatorio puede enmarcar la operación de las normas de acoplamiento y la asignación de la descendencia, tendiendo a regular la distribución de la fuerza de trabajo entre las distintas agrupaciones de unidades domésticas. A diferencia de las formaciones pre-tribales, las sociedades tribales necesitan y están en capacidad de crecer demográficamente. Como lo constatara Childe [1954], la “revolución neolítica” muestra la primera “explosión demográfica” de la historia. Pero no por ello ha sido un crecimiento descontrolado sino, por el contrario, siempre sujeto a diversos mecanismos de regulación, como el aborto, el infanticidio, la malnutrición selectiva y otros. Y, como lo han mostrado con claridad Harris y Ross [1987], los costos vitales, los riesgos biológicos, la discriminación alimentaria y las cargas laborales que dichas regulaciones implican, organizadas bajo relaciones sociales de reproducción -con sus concomitantes superestructurales-, generalmente son cargadas a las mujeres. Esto, por cuanto los mecanismos más efectivos de regulación de la estructura poblacional se vinculan a la realización, limitación o eliminación de sus capacidades reproductivas. Los sistemas de linajes basados en el parentesco clasificatorio, en algunas sociedades clasistas incipientes, pueden encubrir las relaciones de explotación, como sería el caso del reino Abrón del Gyaman, documentado por Terray [1977]. Pero, por lo general, adoptan un papel secundario en este sentido, pasando a constituir una de las formas -no la única- de adscripción a las distintas clases sociales, tanto dominantes como subordinadas. En el imperio Inka, por ejemplo, la adscripción a la clase dominante es étnica y gentilicia. En la mayoría de los casos, las relaciones gentilicias son una forma de pertenencia a las comunidades tributarias y de participación en la co-propiedad de medios comunales de producción. Aunque el reclutamiento también puede darse a través de comunidades de vecindad. En otros casos, los sistemas de linajes incluirán a miembros de las mismas comunidades étnicas de origen, que pertenecen a distintas clases sociales. En cualquier caso, el parentesco clasificatorio continúa siendo una de las formas de regulación de las dinámicas de la estructura poblacional y de distribución de fuerza de trabajo. Debe anotarse que una de las características de las sociedades clasistas iniciales-incluyendo el modo de vida esclavista clásico grecorromano- es que las clases explotadoras no se ocupan de los costos de reproducción de la fuerza de trabajo. Estos recaen sobre las comunidades agroartesanales que, para ello, disponen de medios de producción. Y de las cuales, aparte de los posibles tributos en especies, la fuerza de trabajo es sacada -bajo la forma de tributo o de “cautivos” de guerra- cuando ésta está en capacidad más o menos plena de producir. Y hay que considerar que, en las sociedades clasistas, desde que la fuerza de trabajo puede producir excedentes, se convierte en el principal factor de creación de riquezas y la posibilidad de disponer de fuerza de trabajo ajena se convierte en una motivación social. Y, como hemos visto, en la medida en que la fuerza de trabajo es una proporción de la población y, por lo tanto, del volumen de excedentes acumulables, la tendencia general al aumento demográfico responde a los intereses de las clases dominantes. Sin embargo, si analizáramos diversas configuraciones demográficas posibles (considerando, por ej., tamaños y composiciones de las unidades domésticas, tasas de crecimiento y mortalidad) comparándolas con las vías de producción y proporciones de los excedentes, apreciaríamos que ambos factores están en interdependencia. Es decir, determinadas alternativas y volúmenes de producción de excedentes, se corresponden con XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 304 alternativas determinadas de composición y dinámicas poblacionales. Se podrían, así mismo, evaluar las tasas de explotación de los trabajadores. Y habría que considerar que, habiendo clases sociales diferenciadas, las configuraciones demográficas de ambas serán diferentes. Y también habrá diferentes configuraciones y ritmos de desarrollo entre distintos sectores de los productores. La regulación del crecimiento demográfico y los flujos o desplazamientos de población es tarea que, hasta donde resulte posible, deben efectuar las instituciones de una sociedad clasista. Superestructuras Con el desarrollo de la estructura clasista, en las esferas superestructurales de la sicología social y la institucionalidad, surgen nuevas instancias específicas como son, respectivamente, las ideologías y el estado. El concepto de ideología se refiere, en sentido estricto, a una concepción de la realidad que responde a intereses de clases. En una sociedad, por lo tanto, hay más de una ideología. Las clases dominantes en formación usarán medios institucionales buscando, si no imponer desde un principio, al menos sobreponer a las concepciones de las clases explotadas su propia cosmovisión y sistema de valores, convirtiéndose en ideología dominante. Por lo general, con la aparición de la cosmovisión clasista de la ideología, surge históricamente la religión como centro de la ideología dominante. La principal diferencia entre los mitos comunales y la religión no es de forma, sino de contenido. Debido a la proyección analógica de las relaciones sociales, las representaciones de las relaciones de los hombres con los entes míticos o “divinidades” -más bien divinizaciones- ya no son de reciprocidad, sino de subordinación. Y los máximos representantes de la institucionalidad religiosa, que instaura los ritos reproductores de los mitos, ya no representan a los hombres frente a los “dioses”, sino a los “dioses” frente a los hombres. Donde la mayor parte de las veces los dioses han sido humanos, aunque de una naturaleza diferente: sobrenaturales. Las ideologías, en particular las ideologías dominantes, son necesariamente concepciones falsificadoras de la realidad. No tanto por lo fantásticas e imaginarias que puedan ser las representaciones más o menos metafóricas de la realidad, sino porque necesitan justificar lo injusto: la explotación y la enajenación. La principal dificultad que presenta la conformación de ideologías dominantes es que tienen que romper, con la menor violencia aparente o aparentando que no lo hacen, con los ancestrales valores tribales de reciprocidad y solaridad, profundamente arraigados en tanto constituían la base del sistema social. Buscan aparentar no romper radicalmente, en la representación, unas relaciones que, en la realidad social, se violan inexorablemente. Uno de los mecanismos ideológicos, en este sentido, es establecer un “intercambio” de elementos o servicios intangibles o inconmensurables a los que se otorga elevado valor, a cambio de los trabajos y tributos, considerados como “ofrendas”.16 La naturaleza diferente de las “divinidades” permite también hacer incomparables los elementos del intercambio. De ahí que los conocimientos especializados, monopolizados y crípticos, se manejen ideológicamente para evidenciar la naturaleza y capacidades diferentes de los representantes de las clases dominantes ocupados del control ideológico. Y, de cualquier manera, sobre todo cuando sea difícil asegurar la credibilidad de las clases Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 305 subordinadas, algunos elementos importantes en tales intercambios deben beneficiarlas objetivamente. El riesgo es la sublevación indignada o el tiranicidio -que no fueron históricamente infrecuentes-, cuando los aparatos represivos aún no han crecido lo suficiente como para enfrentar eventos generalizados de ese tipo. Así, los conocimientos que se tradujeron en predicción de fenómenos medioambientales que favorecieran notablemente las cosechas, la provisión a través del control de un sistema de intercambio de bienes necesarios, la creación de obras de infraestructura, como los sistemas hidráulicos, que elevan o hacen más segura la producción, la mantención de reservas para ser redistribuídas en tiempos de escasés, la regulación de los conflictos entre comunidades, son elementos que pueden parecer suficientemente convenientes a los productores directos. La nueva institución, que tiene sus antecedentes en los consejos tribales y que ahora gestiona la relación entre clases sociales, es el estado. Esta nueva relación, institucionalizada, entre las clases sociales, es la política. El estado es básicamente una institución política. Y su papel es gestionar la mediación entre las clases sociales a través de las actividades de administración y coerción. La gestión del estado debe aparecer, ante las clases, como una gestión conveniente. Es el estado el que se encargará de organizar, cuando sea necesaria, la fuerza de trabajo a gran escala para crear obras de infraestructura, el que garantizará la paz entre diferentes comunidades, que regulará los intercambios a largas distancias, que organizará los procesos productivos buscando elevar la productividad. Así, por ejemplo, una estructura de dominación clasista requiere de un aparato militar especializado, que ya no es “el pueblo en armas”. Pero en una sociedad pequeña, de relaciones cara a cara, difícilmente sería bien visto un contingente militar o policial muy numeroso, ni en ociosidad permanente ni en constante acción represiva. El cual, por lo demás, tampoco podría ser tan numeroso como para enfrentar una rebelión popular masiva en respuesta a tales abusos. De ahí que, aunque fuera un grupo social que debía estar siempre disponible para las actividades represivas, también debió mantenerse movilizado realizando actividades más aceptables para el resto de la población, como el transporte de comunicaciones, resguardo de caravanas de mercaderes, colaborar en la construcción de obras públicas y aún, apoyando la producción en sus unidades domésticas. En general, como hemos mencionado, la gestión del excedente también debió ocuparse en parte en tareas que redundarán en beneficio de la población y, por supuesto, ya que interesará a las clases explotadoras, en la elevación de la productividad y la producción. También pudo darse a una parte de los excedentes un uso común en diversas sociedades, que nace desde las sociedades tribales en ceremonias como el pótlach y que aún hoy está presente en la tradición de las mayordomías: la reintegración de plusproductos a la comunidad a través de fiestas y ceremoniales que tienen, por lo demás, una importante función cohesionadora de las relaciones sociales. Por último, una referencia a un punto que estimamos relevante en la explicación del surgimiento y conformación de sociedades clasistas iniciales a partir de las sociedades tribales: el de la gestión política de las relaciones interétnicas. La historia de las sociedades tribales es la historia de una compleja red de relaciones entre grupos étnicos, entendiendo que éstos conformaban unidades de reproducción social - económica y biológica- que se identificaban y distinguían de otros a través de diversas dimensiones de la cultura. Pero, sobre todo, que se unificaban internamente alrededor de la XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 306 defensa de la propiedad de los medios de producción compartidos que constituían la condición básica para producir sus condiciones materiales de vida. Las relaciones interétnicas, sin embargo, podían alcanzar diversos grados de tensión, hasta el enfrentamiento, debido a los conflictos que causaban las presiones por acceso a recursos desigualmente distribuídos en la geografía, apropiados por unas comunidades y de los cuales otras carecían. O se mantenía un equilibrio pacífico mediado por relaciones de intercambios. Sin lugar a dudas, en el interior de algunas comunidades tribales se produjo la diferenciación que conducía a la división en clases. No obstante, como hemos apuntado, en el seno de sociedades con relaciones gentilicias, de origen y tradición comunal, se hacía difícil desarrollar un sistema eficiente de explotación y enajenación económica, sin socavar las bases de la estabilidad social interna que residía en la existencia de ya precarios vínculos de reciprocidad y que no podían ser violados muy abiertamente sin crear un ambiente de violencia social que podía ser irreversible. De ahí que uno de los mecanismos eficaces en la conformación de relaciones “asimétricas”, inequitativas, debió ser el establecimiento de relaciones interétnicas, entre antiguas organizaciones tribales que obtienen recíprocas ventajas relativas y que no arrastran compromisos de reciprocidad solidaria o compensada que debería objetivarse en una distribución igualitaria de la producción. Así, si una comunidad es propietaria exclusiva de medios naturales de los cuales otras no disponen, pero demandan, o que han desarrollado originales técnicas de producción, pueden destinar su capacidad de trabajo no subsistencial a la explotación de tales recursos y técnicas para un intercambio ventajoso, aún para obtener alimentos a bajos costos. También aquellas comunidades que carecieran de recursos naturales suficientes para asegurar su subsistencia tendrían la posibilidad de transferir fuerza de trabajo a otras sociedades que les garantizaran medios de consumo subsistencial a cambio de trabajo generador de excedente. Además, aquellas sociedades que hubieran conseguido consolidar aparatos estatales más fuertes, tenderían a reforzar sus posiciones de privilegio frente a otras similares por la vía de imponer, a las comunidades o casas estatales menos poderosas, la generación y transferencia de excedentes. Aunque de todas maneras estamos hablando de relaciones políticas que debían ser manejadas con cautela, otra ventaja que tenía la explotación de comunidades étnicas distintas era la de que la clase dominante también podía gestionar los desplazamientos de contingentes de fuerza de trabajo a distintos territorios, fuera de sus ámbitos tradicionales, donde su productividad fuera más rentable. Dejamos hasta aquí estos apuntes sobre algunas condiciones de posibilidad del surgimiento y desarrollo de las sociedades clasistas iniciales, que creemos que pueden contribuir a orientar la investigación arqueológica de esos procesos en la historia concreta. Condiciones para el surgimiento de una sociedad clasista 307 BIBLIOGRAFÍA ACOSTA, G. “Procesos de trabajo determinado: la configuración de modos de trabajo en la cultura arqueológica”. Boletín de Antropología Americana, nº 35. 1999. BATE, L. F. Sociedad, formación económicosocial y cultura. Ediciones de Cultura Popular, México, 1978. “Hipótesis sobre la sociedad clasista inicial”. Boletín de Antropología Americana, nº 9. 1984. “Towards quantification of productive forces in archaeology”. En Marxist perspectives in archaeology, M. Spriggs [Ed.]. CUP. Cambridge. 1984. El proceso de investigación en arqueología. Ed. Crítica. Barcelona. 1998. CHILDE, V. G. “Los orígenes de la civilización”. Fondo de Cultura Económica. México. 1954. GÁNDARA, M. “El modo asiático de producción ¿Explicación marxista del origen del Estado?” en El origen y desarrollo del estado en Mesoamérica, Serra, Medina y López Austin [Eds.]. UNAM, México. 1985. HARRIS, M. & ROSS, E. Death, sex and fertility. Columbia University Press. New York. 1987. TERRAY, E. “Clases y consciencia de clases en el reino Abrón del Gyamán”, en Análisis marxistas en antropología social, Llobera [Ed.]. Anagrama, Barcelona. 1977. VARGAS, I. “Modo de vida: categoría de las mediaciones entre formación social y cultura”. Boletín de Antropología Americana, nº 12. 1985. XIV Coloquio de Historia Canario-Americana 308 NOTAS 1 En otro lugar nos hemos referido a la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la diversificación de la división del trabajo ( BATE, 1978) 2 Lo cual no significa que todos los especialistas adquieran la condición de explotadores, ni las mismas posiciones de clase, al estructurarse el nuevo sistema de relaciones sociales de producción. 3 Lo que necesitan para subsistir incluye, cuando es el caso, a las condiciones de vida de los miembros de sus unidades domésticas que no son productores plenos. 4 Empleamos la categoría de modo de vida para referirnos a particularidades del desarrollo histórico de las formaciones sociales [ver el concepto en VARGAS 1985; BATE 1998 , ACOSTA 1999] 5 No todas las sociedades tribales cazadoras recolectoras dependieron de los flujos migratorios estacionales de especies de apropiación, ni tuvieron que depender necesariamente de sistemas de almacenamiento. 6 Además, los productos de caza y pesca requieren una gran inversión de trabajo para su preservación que, aún así, no es generalmente por largo plazo y los volúmenes de disponibilidad natural de especies vegetales recolectables y de conservación más prolongada, como granos o semillas, son siempre limitadas. 7 Éste es un ejercicio que he realizado para otro ensayo que escribimos con Manuel Gándara y nunca se publicó [Cacaxtla, un sitio y muchas preguntas, MS de 1991] 8 Ver GÁNDARA, 1985 o BATE, 1984. 9 Menos de lo que suele reducirse anualmente el poder adquisitivo de los trabajadores del “tercer mundo” en la actualidad, debido a políticas económicas inflacionarias que aumentan la tasa de la plusvalía por la vía de la pérdida de capacidad adquisitiva del salario de la mayoría de la población. 10 Al retirarse de la producción subsistencial directa no significa que sean retirados de la producción sino que participan en ella a través de otro tipo de tareas. Por ello, no los hemos descontado del cálculo de la fuerza de trabajo generadora de excedente. 11 Hemos propuesto otras para medir productividad por tiempo de trabajo [BATE 1984:56]. 12 Desde luego, concentraría para sí misma todo el excedente si estuviera en posición central. 13 BATE 1984: Hipótesis sobre la sociedad clasista inicial. 14 Y, en las fases más desarrolladas, también en dinero. 15 “Another value of rearing children relates for the need of individual and group defense. Where internecine threats and/or chronic warfare exists, childless individuals and smaller groups are exposed to greater hazards and higher mortality rates than larger groups. Small groups also are less able to contract marriage-mediated alliances essential for military success” [HARRIS & ROSS 1987:11-12]. 16 Hasta el día de hoy hay religiones que nos presentan “ofertas” que ningún supermercado ni lotería alguna podría igualar: la felicidad celestial eterna a cambio de unos poquísimos y miserables años de sacrificios e injusticias en este terrenal “valle de lágrimas”. |
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