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La lista de personalidades que han destacado dentro y fuera de las fronteras realejeras
es bastante extensa, pero, sin lugar a dudas, sobresalen diversos individuos que, por
su trabajo, tesón y empeño, lograron elevar sus nombres a lo largo de diversos países.
Dentro de esa lista, sorprende observar el nombre de Ángel García Abrante1. En la
actualidad, es un nombre que permanece olvidado, víctima de la desconsideración
de todos aquellos que no han querido mirar al pasado y valorar la labor realizada por
quienes dieron su vida en favor de los demás. Ángel García no fue un realejero más.
Su vida transcurrió por multitud de países de América. Cuba, Puerto Rico, Méjico, Para-guay,
Colombia, Argentina y varios puntos de España conocieron el método que logró
descubrir este realejero nacido en 1871 en el Realejo Alto2. Con tan sólo cinco años de
edad, se trasladó junto a sus padres, Ignacio García González y Paula Abrante, a la Re-pública
de Venezuela, país en el que permanecerían durante tres o cuatro meses hasta
marchar a la isla de Cuba. En 1891, la familia se estableció en Zulueta, provincia de
Santa Clara. Ángel García comenzaría a notar los efectos de la lepra en 1898. Durante
unos primeros momentos fue cuidado por su esposa, hasta que, en 1904, ingresó en el
hospital de San Lázaro de la Habana, espacio en el que permanecería durante cuatro
años. Decidió abandonar el hospital sin curarse de su enfermedad, pasando a retirarse
a su finca «La Ceiba», en la provincia de Santa Clara. Sorprendentemente, a través de
la ingesta de determinadas hierbas, junto a baños calientes y otras medicinas, logró
curarse totalmente de sus dolencias. Aplicó su método a varios vecinos, quienes logra-ron
una rápida mejoría en unos pocos meses. Sin lugar a dudas, la utilización de aceite
de chaulmoogra3 fue fundamental para tratar a los enfermos de lepra. Ángel García
era consciente de la dificultad de ingesta y asimilación de tal aceite para el estómago,
pero, teniendo en cuenta y estudiando diversas combinaciones, acabó logrando una
fórmula a través de la cual asimilar el aceite sin problemas.
Aprovechando tal circunstancia, Ángel García marcha a La Habana. Desde allí, pasa-ría
a defender los resultados de su método y su aplicación a los enfermos de lepra.
No duda en manifestar y defender los beneficios de su trabajo a partir de la idea de
que «los Gobiernos que deseen implantar este tratamiento, tienen como resultado
inmediato, no solo el bien que difunde entre los enfermos, sino que obtienen una
inmediata economía en los presupuestos de vendajes, algodones, antisépticos y otros
medicamentos».4 Ángel García se presenta como una persona que ha sufrido la lepra,
y que por ello lucha para lograr aplicar su método y acabar así con el sufrimiento que
generaba la enfermedad en una población que se encontraba indefensa. Respetando
otras teorías y principios, pero no entendiendo aquellas voces críticas con su persona,
llegaba a manifestar lo siguiente: «Si yo ofrezco la oportunidad de una cura radical,
¿por qué hemos de dejar por el mundo que haya hombres que pierdan la vista, se
despedacen poco a poco y mueran presa de terribles sufrimientos? Expongo mis
experiencias, mis teorías, respetando todas las demás y con la intención de aumentar
el acerbo de la ciencia, ofreciéndole tanto a ella como a los gobiernos, los últimos
adelantos en el empeño de vencer una de las enfermedades que más terriblemente
ha azotado a la humanidad».5
No tardó en llegar la respuesta del Senado de Cuba, y, el 4 de junio de 1917, emite su
apoyo a favor del método de Ángel García. El Senado afirma conocer los principios y
(1) El siguiente artículo va destinado al recuerdo
y memoria de Ángel García Abrante. Destaco la
labor desarrollada por Isidro Felipe Acosta en
la recuperación –por primera vez– de su figura
a través de la publicación de una investigación
resultado de una intensa búsqueda de artícu-los
y referencias a la vida de tal realejero. Se
trata de una investigación que puede consul-tarse
en el especial número 4 (marzo de 2012)
del boletín digital sobre el acervo histórico y
patrimonial de la Villa de Los Realejos bajo el
título «La apasionante vida de Angelito García
Abrante, el realejero que curaba la lepra». Para
poder aproximarnos a la vida de tan ilustre ca-nario,
remitiremos al lector en varias ocasiones
a esta referencia.
(2) Gaceta de Tenerife, febrero de 1921. En Los
Realejos a través del tiempo. Boletín digital so-bre
el acervo histórico y patrimonial de la Villa
de Los Realejos, nº 4, marzo de 2012. Coordi-na:
Isidro Felipe Acosta.
(4) El Progreso, marzo de 1917. En Los Realejos
a través del tiempo...
(5) Ibidem
(3) «Quizá no haya en el extenso campo de la
patología enfermedad que haya sido objeto de
tan frecuentes experiencias terapéuticas como
la lepra. Desde los tiempos más remotos en
que predominaba el empirismo de los diversos
métodos curativos –muchos de ellos dentro
del área del curanderismo– hasta los actuales,
de los grandes progresos en la quimioterapia y
patología de la infección hanseniana, son in-contables
los fármacos, la mayoría de ellos con
completa nulidad terapéutica, siendo escasos
los que podemos juzgar eficaces, pero que han
sido suficientes para borrar el viejo tópico de
la incurabilidad de la lepra. Hasta 1941, año
en que se utilizan por primera vez las sulfonas
en la lepra, ninguna medicación había sido
realmente eficaz y las curaciones referidas con
diversas drogas eran mejorías de escaso valor,
sin confirmación bacteriológica, otras veces
errores y en muchos casos eran empleadas
en enfermos paucibacilares [...]. El aceite de
chaulmoogra se utilizó a principios del siglo XX
en inyección de ésteres etílicos». Terencio de
las Aguas. José. «Historia de la Terapéutica de
la lepra», Revista Dermatología y Cosmética, p.
117, vol. 4, n.º 2, marzo de 2001.
Ángel García Abrante. El canario
que pudo haber encontrado una
cura para la lepra
Javier Lima Estévez
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éxitos que se han logrado con la aplicación de las nuevas técnicas, tras la observación
y estudio de varios médicos cubanos, que acabaron por ratificar el plan de Ángel Gar-cía,
manifestando lo siguiente: «Socialmente quedan curados los leprosos: las llagas
desaparecen, las hinchazones terminan y el estado del enfermo mejora en tal grado,
que solo un hombre de ciencia podría decir que es un leproso el individuo que se pre-senta
a nuestra vista: tal es el magnífico estado en que queda después de sometido
el plan de Ángel García […]; socialmente, el enfermo queda en perfecto estado».6 El
Senado, tras recibir el visto bueno de los médicos y ante los efectos positivos que el
plan de Ángel García ha conseguido sobre la población, acuerda conceder un crédito
de 3.000.000 de dólares, con la finalidad de poder facilitar todos aquellos elementos
necesarios para continuar con la curación de leprosos en la isla.7
Hospital de San Lázaro, Cuba. Tarjeta postal
En el Hospital de San Lázaro, Ángel García tuvo a su cargo a dieciséis leprosos, a los
cuales logró curar de toda infección. Se trató de un hecho que sorprendió a todos y
cuyo eco llegó hasta los Estados Unidos, desde donde se desplazaron hasta el lugar
numerosos médicos neoyorquinos. La lepra podía ser curada en un plazo de cinco a
ocho meses, tal y como demostraba el realejero. Asimismo, la prensa destacaba el
afán que Ángel García demostraba por servir a los demás sin lucrarse por ello, pues
«no admite remuneración por las curas que practica, deseando únicamente que el
gobierno le preste el apoyo necesario para poder perfeccionar su descubrimiento y
curar a sus compañeros de infortunio».8 Su capacidad para curar de forma rápida y
eficaz a los enfermos derivó en el interés de diversos médicos por conocer el nuevo
y eficaz método para erradicar la lepra. «Había sido visitado por numerosos médicos
extranjeros, entre ellos el doctor Ricardo Gutiérrez Lee, ministro de Colombia en La
Habana. El doctor Gutiérrez habló extensamente con el inventor pues parece que,
bien impresionado, deseaba transmitir a su gobierno las impresiones que le hayan su-gerido
los experimentos. Asimismo, varios médicos americanos se disponen a seguir
de cerca el desarrollo de las curaciones y comunicar sus resultados a las academias
médicas correspondientes, a fin de no dejar malograr un sistema curativo que merece
la ayuda de los espíritus filántropos».9 En La Habana, se pronunciaron varios artícu-los
a favor del método empleado por el realejero en sus curaciones. Una interesante
muestra de ello fue recogida por el periódico La Prensa, al afirmar y dar a conocer la
visita y reunión de Ángel García con el general Menocal para exponerle los resultados
de su plan, ofreciéndose al general para atender a los enfermos del Rincón, «siempre
que se conceda el crédito necesario para la compra de medicinas y mejoramiento de
la alimentación de esos pobres desheredados de la suerte».10
El periódico Las Canarias publicó un interesante artículo protagonizado por casos
reales de curaciones efectuadas a partir del método empleado por Ángel García.
De esa forma, se expondría cómo llegó a mejorar «la esposa de un alcalde de la
provincia oriental, enferma de lepra que se está curando con el plan García, ingiere
diariamente 75 glóbulos, que equivalen a 226 gotas»11. Junto al aceite de chaul-moogra,
se muestran en el artículo otros métodos empleados para lograr la curación,
destacando los baños de agua caliente, «muy necesarios, pues dándoseles los baños
con agua fría se entorpece el curso de la enfermedad, empeorándose el leproso».12
Por su parte, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, a
través del doctor M. Ruiz Casabe (como miembro de la comisión nombrada por el
doctor Borrell), opinó sobre el tratamiento de Ángel García, observando el estado de
evolución de cinco individuos (Rafael Muñoz, Felipe Ali, Josefa García, Pablo Mena
y Nieves Marlotica) que fueron sometidos al famoso tratamiento, dictaminando que
todos los casos presentan en su linfa y mucosidades el bacilo de Hansen, por cuyo
motivo no pueden darse por curados; que la mejoría observada en algunos de estos
enfermos, opina la comisión que se puede obtener por los tratamientos usuales, y que
la comisión no puede declarar como curativo el tratamiento a que han sido sometidos
los casos.13
Ángel García. Fuente: Los Realejos a
través del tiempo. Boletín digital sobre
el acervo histórico y patrimonial de la
Villa de Los Realejos. n.º4, marzo de
2012.
(8) «La curación de la lepra», El Progreso. Dia-rio
Republicano Autonomista, 8 de marzo de
1917. En Los Realejos a través del tiempo...
(9) Ibidem
(10) La Prensa. Diario de la mañana, 17 de no-viembre
de 1917. Consultado en la prensa ca-naria
digitalizada de la ULL.
(11) «La curación de la lepra. Un canario que
será inmortal», Las Canarias y nuestras pose-siones
africanas, 4 de agosto de 1917. En Los
Realejos a través del tiempo ...
(13) «Dictamen de la Academia de Ciencias Mé-dicas,
Físicas y Naturales de La Habana sobre
el Plan curativo de Ángel García». En Los Rea-lejos
a través del tiempo...
(12) Ibidem
(6) Diario de Sesiones del Senado de Cuba. 4
de junio de 1917. En Los Realejos a través del
tiempo...
(7) Ibidem
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En Colombia, Ángel García volvería a disfrutar del éxito de su tratamiento. Durante su
estancia en el país, llegó a tratar a más de cinco mil pacientes, en lugares como Caño
Loro, Contratación y Agua de Dios. Con tristeza, el realejero observó a los leprosos
que se encontraban recluidos en la isla de Cabra. Al respecto, llegó a manifestar:
«Indudablemente esos pobres están sufriendo las más grandes torturas, porque el
enemigo más grande que tiene la lepra es el salitre y en la isla de Cabras baten
demasiado las olas».14 En la Revista de Higiene de Bogotá, se expondría un artículo
en el que se llegaría a dudar de los métodos empleados por Ángel García en sus
curaciones, argumentando la inexistencia de innovación en cuanto a la utilización de
aceite de chaulmoogra para curar enfermos de lepra, pues se trataba de una medida
que se venía utilizando en varios lazaretos del país desde muchos años atrás. Varios
doctores colombianos se mostraron escépticos con las curaciones desarrolladas por
Ángel García. Para el doctor Gutiérrez Lee, «lo que podría considerarse propio de
García es la administración de algunas sustancias vegetales, que hacen tolerables las
dosis fuertes de chaulmoogra (glóbulos de Bories), que él hace ingerir a los enfermos.
Pero esto no es esencial, porque hoy se prefieren las inyecciones de chaulmoogra».15
En 1918, y a raíz de la comisión designada por la Academia de las Ciencias, se pu-blicaron
nuevos artículos en los que se criticaba el hecho de que no se emitiera nin-gún
dictamen definitivo sobre los beneficios o no del plan de Ángel García. Muchos,
por entonces, opinaban que la comunidad científica no mostraba ningún interés en
atender a aquellas personas que pudieran mostrar pruebas a favor de la erradicación
de una enfermedad que generaba tanto sufrimiento. La comunidad científica conti-nuaba
opinando que con el método de García no se curaba, sino que desaparecían
los caracteres clínicos, afirmando que «cura, en el verdadero sentido de la palabra,
es todavía, desdichadamente, cosa desconocida para la ciencia médica; comienza a
bosquejarse su alcance, pero hasta el presente no es más que una esperanza, una
ilusión, un ensueño que pudiera convertirse en realidad; nada más».16
En 1918, además, la prensa recogió la noticia de que el propio Ángel García tenía en
tratamiento a uno de sus paisanos, don Vicente Hernández García17, «al cual comen-zó
a recetar desde Abril y ha experimentado una mejoría; pero, por la dificultad para
enviar las medicinas desde Cuba, el tratamiento se ha quedado en suspenso en los
últimos meses»18
Desde septiembre de 1916, la revista Fontilles (Alicante) fue transcribiendo las noti-cias
de prensa procedentes de La Habana que informaban de la curación de la lepra
a través del método de Ángel García. Entre 1920 y 1921, el tratamiento se aplicó
a algunos enfermos del Sanatorio de Fontilles19, tras recibir el lugar la autorización
oportuna de la Dirección General de Sanidad. En ese espacio, Ángel García trató
a ochenta enfermos. Los meses iban transcurriendo y ninguno de ellos empeoró,
Hospital de San Lázaro, Cuba.
Tarjeta postal.
Anuncio de aceite de Chaulmoogra
expedido en la farmacia Gamir de Va-lencia
(1941). Fuente: J. Terencio de las
Aguas. «Historia de la Terapéutica de la
Lepra». Revista Dermatología y Cosmé-tica,
vol. 4, n.º 2, marzo de 2001.
(14) «Ángel García, irá a España», El Progre-so.
Diario Republicano Autonomista., 10 de
septiembre de 1919. Consultado en la prensa
canaria digitalizada de la ULL.
(15) Revista de Higiene, Bogotá, n.º 102, julio
de 1917.En Los Realejos a través del tiempo...
(16) Leante, Eugenio. «Vertiendo ideas, el plan
de Angelito García. Lo que opina un sabio
particular». Gaceta de Tenerife, 27 de abril de
1918.
(18) La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 7 de
enero de 1918. Consultado en el portal de la
prensa canaria digitalizada de la ULL.
(17) Al respecto, hemos podido consultar una
nota de prensa de 1917 en la cual se mani-fiesta
la preocupación expuesta por muchas
personas en relación al estado de salud de don
Vicente Hernández García. Al parecer, el en-fermo
llevaba desde julio de 1917 recibiendo
tratamiento, «según las indicaciones del afa-mado
curador de la “Lepra”, experimenta de
día en día notoria mejoría». Gaceta de Tenerife.
Diario Católico de información., 15 de agosto
de 1917. Consultado en el portal de la prensa
canaria digitalizada de la ULL.
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mejorando –la mayoría– el estado de sus llagas, junto a otras evidencias físicas (des-aparición
de la obstrucción de las fosas nasales o la recuperación de vello en distin-tas
partes del cuerpo). En diciembre de 1920, el realejero abandonó tal espacio al
observar los beneficios que se iban logrando; aunque llegó a afirmar que regresaría
en mayo del siguiente año. Tras su marcha, la dirección del centro se mostró reacia
a continuar con el tratamiento, a pesar de las peticiones de los enfermos para que
no se interrumpiera. Una comisión médica examinó el asunto y dictaminó que se
continuara con el tratamiento hasta poder observar los resultados definitivos. El 15
de febrero de 1921 se reinició el tratamiento. Ángel García no volvería al lugar, pero
los enfermos continuaron reclamando su presencia. La visita del realejero a Valencia
en agosto de 1922 derivó en la huida de muchos enfermos del sanatorio alicantino
hasta allí, pero fueron detenidos y enviados de nuevo a Fontilles.19
En 1921, el doctor José Naveiras –quien fuera presidente del Colegio de Médicos
de Tenerife– llegó a afirmar en un comunicado a la prensa el rechazo del Colegio al
comportamiento de «simple charlatán» desarrollado por Ángel García. En términos
muy duros, llegó a afirmar que «el desahogo de algunos charlatanes ha llegado al
extremo de publicar aún pretendidos éxitos, con el mayor descaro, en las columnas
de los periódicos, haciendo alarde de la infalibilidad de los remedios utilizados […].
Como este Colegio de Médicos está convencido de que la ayuda y defensa más eficaz
de tales charlatanes la suministran la credulidad de las gentes incautas, que son las
principales víctimas de tales “industriales”, cree cumplir un deber, además de haber
denunciado el caso al Juzgado de Instrucción, advirtiendo al público para que no se
deje engañar de este despreocupado curador de la lepra».20 Asimismo, el comunica-do
llega a afirmar la duda respecto a la fiabilidad del método empleado por Ángel
García en sus curaciones, pues éste era firme defensor de la utilización del aceite
de chaulmoogra, un medicamento que era utilizado frecuentemente en la época,
pero cuya eficacia no había sido comprobada. Con ese aceite, al parecer, solamente
se lograban aliviar algunos síntomas de la enfermedad, por lo que el comunicado
pedía que los enfermos tuvieran en cuenta esta cuestión, «para no dejarse estafar».
Y añade: «… al mismo tiempo y en interés de todos, este Colegio ruega con todo
encarecimiento a cuantas personas tengan conocimiento de la intervención de Ángel
García, se sirvan de comunicarlo a este Colegio oficial de Médicos, que firmemente se
ha propuesto realizar todos los esfuerzos posibles, para lograr desarraigar de nuestro
país a toda esta taifa de frescos que ilegalmente comercia y se enriquece a costa de
los dolores de los prójimos».21
En 1921, el pleno del Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria acordó por
unanimidad, a propuesta del prestigioso consejero Antonio Cuyás y contando desde
luego con la autorización del facultativo del establecimiento, someter al tratamiento
(19) El padre Remigio Vilariño realizó una se-rie
de comentarios sobre la estancia de Ángel
García en la leprosería de Fontilles. Al respecto,
dejó una interesante descripción sobre el com-plejo
tratamiento al que tenían que hacer fren-te
los enfermos del lugar: «Es una verdadera
batalla, una brega continua desde la mañana
hasta la noche y durante la noche misma. Co-cimientos
de mangle a las siete de la mañana,
píldoras blancas una hora más tarde, lavado
nasal a media mañana, glóbulos Boris antes
de las comidas, comenzando por cuatro y su-biendo
hasta 40 y 50 y aún 109. Gotas de no
sé qué después de las comidas, nuevo lavado
nasal a la tarde, glóbulos y gotas a la cena,
nuevo lavado nasal a la noche y para termi-nar
la jornada una noche si y otra no, baño
de preparado de mangle al 40% durante 8
minutos con una jabonadora de jabón Glen,
para acostarse en seguida con toda su espuma
sin secarse, y el día que no toque baño, frota-miento
de todas las partes escamosas con una
pomada. Régimen de comida; y por bebida
agua hervida de doradilla grama y raíz de za-parrilla
». El Defensor de Canarias, 21 de marzo
de 1921. En Los Realejos a través del tiempo...
(19) Bernabeu Mestre, Josep; Ballester Artigues,
Teresa, «Ángel García en el Sanatorio de Fon-tilles
(Alicante)». En «Lepra y sociedad en la
España de la primera mitad del siglo XX: La
Colonia Sanatorio de Fontilles (1908-1932)
y su proceso de intervención para la Segun-da
República», Acta Hispanica ad Medicinae
Scientiarumque Historiam Illustrandam, vol.
1, 1991, p. 308. Consultado en Los Realejos a
través del tiempo...
(20) Naveiras, José, Gaceta de Tenerife, 21 de
noviembre de 1921.
(21) Ibidem.
Sanatorio de Fontilles (Alicante).
Fuente: Denia.com
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de Ángel García a los enfermos de lepra recluidos en el Hospital de San Lázaro22. Al
parecer, la llegada del realejero al lugar significó una gran esperanza e ilusión para
los enfermos que ya conocían las sorprendentes curaciones efectuadas con el nuevo
método en diversos lugares. Sin embargo, tan sólo dos años después, el presidente
de la Corporación del Cabildo de Gran Canaria, Tomás de Zárate, recogió las súplicas
emitidas por varios leprosos del Hospital de San Lázaro para que se reclamara la
presencia de Ángel García. En esta ocasión, se levantan varias voces contrarias a su
presencia en el lugar, afirmándose que el tratamiento solamente conseguía una leve
mejoría del enfermo. Millares, Pedro del Castillo, Sánchez Torres y González Cabrera,
entre otros, llegaron a exponer su oposición al restablecimiento del tratamiento del
realejero23. Ángel García no dudó en manifestar su tristeza al observar la prohibición
que se dictaba desde Gran Canaria: «Con desconsuelo, con gran pena, he leído en
la prensa de las Islas la noticia de que en el Hospital de San Lázaro, de Las Palmas,
se ha prohibido mi tratamiento. Más que por mí, lo he sentido por los desgraciados
enfermos que allí existen, pues la culpa no ha sido de ellos sino de quienes han des-echado
mi tratamiento para implantar otro de cuya eficacia puedo, sin temor a sufrir
una equivocación desconfiar en absoluto. He dicho que más que por mí lo lamento
por ellos, y no me rectifico, pues razones tengo para hacer tal afirmación, máxime
al ver que con mis medicamentos en vías de curación y ahora lo mucho que habían
adelantado lo volverán a perder, sin ningún género de dudas. Muchos sacrificios me
habían impuesto por llegar a la curación, de mis enfermos canarios, pero ya que no
he visto coronados por el éxito mis esfuerzos, por lo menos me cabe el orgullo de
saber que mi nombre es bendecido por aquellos desgraciados que habían perdido la
salud, pero que aun guardan el más profundo agradecimiento hacia mi persona que,
aunque momentáneamente, les he liberado de los dolores y padecimiento. Con que
infinito amargura verán los enfermos recluidos en el hospital, a aquellos otros que
como ellos, padecieron de igual mal y no ha recobrado la salud».24
El domingo 9 de septiembre de 1923, Ángel García viajó a Argentina. Hasta allí se
trasladaría para «reconocer el sinnúmero de atacados de tan terrible mal, atendiendo
a las reiteradas demandas que, desde hace tiempo se le hacían, a las cuales no había
podido corresponder debido a las múltiples ocupaciones que sobre él pesaban. Pero
desembarazado ya de tales trabas, se apresta a complacer a los bonaerenses, hasta
quienes ha llegado la noticia de las curaciones que ha logrado con su plan».25
En 1923, Ángel García se embarcó rumbo a Paraguay en el trasatlántico Reina Vic-toria
Eugenia.26 En 1925, el periódico recogería una nueva curación realizada por el
realejero en tal país. Al parecer, a través de su método de curación, logró restablecer
la salud de un hombre llamado F. Carreras Álvarez, residente en la capital del país.
El Instituto Nacional de Microbiología de Paraguay reconoció el éxito alcanzado con
el método de curación.27 Regresa a la isla de Tenerife en septiembre de 1925, para
viajar posteriormente a la isla de Cuba.
En definitiva, hemos visto la vida de un realejero que destacó en diversos países por
servir y dedicar su vida a los enfermos de una enfermedad tan terrible como la lepra.
El tiempo parece haber querido olvidar la figura de un hombre que forjó una leyenda
recogida por la prensa a través de los testimonios de aquellos a los que iba curando.
Canarias se olvidó de él; pero Venezuela, Paraguay, Méjico, Cuba, Argentina, etc.,
reconocieron la labor de un realejero que, todavía hoy, continúa siendo olvidado
en la tierra que lo vio nacer. Dejamos una referencia publicada en la prensa de la
época que muestra el agradecimiento eterno que se debería tener hacia la figura de
Ángel García: «Si se confirmara que la lepra es ya una enfermedad curable; si ante
las curaciones practicadas por Angelito García tenemos que aceptar que los leprosos
curan; si parece ser cierto que va a llegar la hora en que nuestra Academia proclame
urbi et orbe que el método curativo puesto primeramente en práctica por ese humil-de
campesino, en su propia persona, es de acción positiva en la infección basilósica
de Hassen; si la última prueba de comprobación oficial diera los resultados clínicos
y bacteriológicos que se esperan; entonces debemos levantar los ojos al Cielo y en
(22) Felipe Riquera, María Luz, «Historia del Ar-chipiélago
Canario: epidemias, grandes males
para un territorio pequeño», La Opinión de Te-nerife,
15 de diciembre de 2012.
(23) La Gaceta de Tenerife, 22 de junio de 1923.
En Los Realejos a través del tiempo...
(24) «El tinerfeño Angelito García logra éxitos
en la curación de la lepra», La Gaceta de Te-nerife,
3 de agosto de 1923. En Los Realejos a
través del tiempo...
(25) La Mañana. Diario Independiente, Santa
Cruz de Tenerife, 7 de septiembre de 1923. En
Los Realejos a través del tiempo...
(26) La Gaceta de Tenerife, 9 de octubre de
1923. En Los Realejos a través del tiempo...
(27) La Gaceta de Tenerife, 14 de noviembre de
1925. En Los Realejos a través del tiempo...
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nombre de la Humanidad dar las gracias a Dios por haber inspirado a ese pobre y
rústico artesano nacido en las afortunadas Canarias, los medios de curación de tan
(28) «La tuberculosis y el Teide», Diario de Tene- espantosa enfermedad».28
rife. Periódico de intereses generales, noticias y
anuncios, 6 de marzo de 1917. Consultado en
la prensa canaria digitalizada de la ULL.