Estado de la Poesía
LOS POETAS
EN BUSCA DE
LA POESÍA
PARA ARRIESGAR UNA
DEFINICiÓN
Los poetas buscan la poesía en los
estertores de este segundo milenio que se
acaba y se disponen a e ntrar con un nuevo
equipaje en cllercer milen io que se acerca.
Los críticos buscan una definición de
poesía teóricamente aceptada para que les
cuadre el balance literario del siglo que
termina. La poesía como fenómeno dependi
ente en todo momento de su propio ejercicio
creativo --en el poema están los resul tados
de su más inmediata y cohere nte
defin ición-, se ade ntra en estos años finales
necesitada de nuevos elementos formales
y conceptuales - los tiempos cambian,
dicen-, que la si tú en como producto
original que aporte los mágicos fu ndamentos
de la certeza tomados de la reali dad
más inmedi ata que la alcanza: de la
exterior y de la interior. ¿ Se busca e ntonces
la poesía así misma en este umbral del
milenio deshecho de movimientos artísticos
y agotado el ovil lo deAriadnade los
grandes relatos?
En el segundo Congreso de Poesía
Canaria celebrado en pasado año en el
Ateneo de La Laguna y posteriormente con
la publicación de sus actas donde se arti culan
todas las ponencias que de fo rma sistemática
abordan, cada una inde pe ndie ntemente,
pero con una ilación hi stórica. los
accidentes de la poesía desde los años
cincuenta o el medio siglo hasta los noventa
y más concretamente hasta los últimos
años de la década que viv imos actual-mente,
se pone de manifiesto la preocupación
y el esfue rzo de muchos escritores
para in te ntar di lucidar los derroteros
por los que la poesía ha tran sitado en los
últimos años.
En este proceso de análi sis, tanto desde
fuera de la poesía, tratada por crít icos y
¡x>r escritores que no son poetas, o ¡x>r periodi
stas, y desde dentro de la propia poesía,
esto es, analizada por los propios poetas,
se pone de manifiesto que la poesía actual
bascula entre el ser y la nada, entre la pretensión
de querer segui r siendo la que es:
camino de contemplación y certeza o la
que se rutila en estét icas vacuas y fo rmalmente
concebidas ligeras para la galería
y críticos de suplementos literarios.
Estos últimos, cada vez más abiertos al mercado
y más cerrados a la reflex ión, se quedan
en soportes de recensiones de unos
libros donde también la poesía con otras
interpretacio nes teóri cas- como la que
dice que el léxico empleado por el poeta
tiene que ser igual al léxico que emplea
e lleclor-, se dirige a un público que consume
besr sella a lo que puede añadir
ahora una poesía que entiende y deglute
sin esfuerzo, e ncontrando así. la poesía,
mayoría de lectores dentro de ese contexto
cultural. O como lodefineA. E. Díaz
Pac heco en una aproximación a la narrativa"
la lite ratura parece haber entrado
irremisiblemente en el laberinto fen ic io,
y la tiranía de l marketing y las modas
quieren imponer la ex trema celeridad
desencadenada por el libro rápido y el
besr sella, mostrando en no pocas ocasiones
su cortejo de tri vialidades y ser-vidumbres
tanto nac ional como internacionalme
nte"
Esta búsqueda, que en mucha'i ocasiones
queda en el papel formulada , está pocas
veces resue lta en el propio poema. Así.
hemos asistido y estamos asi sti endo a lo
que alg unos c reían abocada a la desaparición:
las defin ic iones de poesía. En este
a partado de la re fl exión, entiendo que
desde Aristóteles, Horacio, Boileau. Guillen,
Paz o Valente, la poesía mantiene in strucciones
arcanas, literariamente deterministas
si se quiere. que la siguen convirtie
ndo como la ll amó Jorge Rodríguez
Padrón en "ofi c io sagrado, por religioso
y por secre to, c uyo lugar natural es siempre
el interior, latitud de reconocimie nto
y recogimiento. Como toda literatura debería
ser."
Pero te nemos. que la poesía,
hablando de una forma muy genérica, ha
sido concebida de formas muy di versas
según hayan e ntrado en los momentos
his tóricos que al poeta le ha tocado vivir
en suen e o en desgracia: desde las vanguardias.
desde la trad ic ión o conviviendo
con ambas y entre es tas corri entes,
pon iendo el acento más en unas cuestiones
que en otras, ya sea usada para trasmitirenteramente
Jos sentimientos, ya sea
para usarla como arma psicológica o como
terap ia, - recordemos aq uí que Emesl
Hemingway deCÍa que s u psicólogo era su
máq uina de escribir-, para concebir un
mundo más humano. para denunc iar, para
arriesgm'la bel leza y sugerirla O ya sea para
romper, comunicar. conocer y conocerse,
la poesía ha seguido manteniendo en su
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íntima raíz las formas determinantes que
la hacen ser lo que en un principio la definió:
su poder conmovedor. Cuando, desde
cada una de estas pos iciones el poela no
ha sabido hallar el asombro que produce
su oficio se ha quedado en el intento;
podrá haber conseguido poner en ve rso
algún re lmo o al guna c uita. pero no habrá
con seguido el pocma.
Pero aun así y con lo dicho, la mejor
del1nición de poesía. la más acertada, es
aquella que se abre en su propia metáfora,
en su propia estructura poemática, atendie
ndo a sus propos ic iones y organizando,
desde los e lementos de la
experie nc ia, su imagen. Las defi niciones
de poesía que por s istema
se hacen fu e ra del contexto del
poema. quedan casi s iempre como
requiebros emblemáticos o declaración
de principios que en el poema
deben acla rarse, puesto que en el
poema se halla el principio de la verdad
que para el poeta es un valor
absoluto. Aunque esto último también
se llegue a cuestionar, digamos
razonablemente, cuando el yo
poético se disocia del yo real, en
una dis tancia que permite al poeta
articu lar un di scurso más llano y
comuni cat ivo, e mp!eado frecuentemente
en la llamada poesía "rba-
110. donde en una asepsia literaria
pretendida se tiende a la no cont aminación
del conocimiento y la
experi e nc ia que el poema le trasmite
al poeta y va directame nte a
ser consumido por el lector.
Se puede trabajar, escribir. orden¡
u el materi al léx ico desde la experi
enc ia y usur la poesía como material
de conoc imiento para expresar
elmulldo, el mundo del poeta. suje-to
a otros ritmos di s tint os.
Recordando el primi genio sentido
que algunos mortales le dieron al principio
de su andad ura, la poesía in tenta ordenar
el "caos" que ya ex iste, sin preguntarse
por el origen de ese ··caos". Dado ya
por paradigmático, hay que inte ntar dar,
a modo de tragedia. -y s i ~ ui e n do el espíritu
de la tragedia en la hi storia. una tragedia
postmoderna-. un hi lo conductor, un
esperanzado discurso para que los seres
humanos se sientan más libres y reali zados
o más pe netrados por la be lleza. Este
moclo de entender la poesía. esta circun stancia
para comunicar y conocer. llámese
más lu z en la CavelllíJ. -los hombres están
30 -D... T
de ntro. pero pueden salir y volver a e lla.
sin esperanza, acabados. en sombras de
nuevo-o e ntiéndase como pre fil osofía o
como ocas ión para la sabid uría, es tan
necesaria. como aque lla otra que se desatTolla
en la propia concepción estética de
su propuesta para que. al límite de su le nguaje,
en los andamios de su ex presión,
intente encender otra luminari a, que sea
parte de la misma lu z, pero de la mi sma
luz poé tica.
Arturo Maccanti
PARA ARRIESGAR UNA
VISiÓN HISTORICA
Como decía antes. sin conocer la totalidad
de lo publicado dentro de los aspectos
crít icos o hi stóricos sobre la poesía de
los últimos años y sin conocer, desde
luego. la totalidad de lo publicado en poesía
en Canarias, y ate ndiendo a aq uellas
pub licaciones que he ido cotejando en
estos años fronterizos. la Ix>csía cn Camu"ia."
no ha s ido aje na, pues sería absurdo que
lo fu era. aún conse rvando c ie rtos recur-sos
identitarios. a los movimientos poéticos
que se han sucedido con una rapi dez
ta l, que al mismo tiempo se pueden
superponer en un mismo contexto o el
propio poeta dar una se ñal inequ ívoca de
que está en es te y en otro tiempo, en ésta
yen otra formu lación. Si de modo general
tenemos una poesía en la década de los
sesenta - mencionemos aquí la publicación
de Poesía canaria lÍ/ti/IJu -. que deja atrás
la poesía social y se adentra en unos planteamientos
más inte lectualcs buscando en
la unidad textual del poema mayores cotas
de re nex ión en detrimento no
sólo de la idea del poema como
estru ctura y soporte del senti miento
s ino también en contra-posic
ión a usar el poema únicamente
como móvi l ideológico.
esto da lugar a que la poesía
se e ncue ntre en una pos ición
más ventajosa para abri r el
camin o a la atenc ión que el ofi c
io req ui e re -recordemos que
cn el año 1966 se pub li ca Arde
e/mar de Pere Gi mferrer. ll amado
a ser por la c rit ic~l como
el punto de e nc uentro de la poesía
con su func ión re novadora,
estet icista y cultur<lli sta-. Pero
esta propuesta que tendía un
pu e nte hacia la tra di ción en
detrimento de la vanguardia más
vis ib le, acabaría s ie ndo lo que
antes se había comido y digeri do:
la asunc ión de una retórica.
Pero el papel de la critica y mercancía
que se vende en los suplementos
esconde desde el desconocimie
nto lo que hay en la
base: desde lugares lejanos y
pe rifé ricos y desde hace una
década hay poetus que vienen
trabajando ca lladame nte pero
invariablemente en la re novación
de la poesía: Claudio Rodríguez. DOII de
la ebriedad. 1953; Manuel Padomo. Oí crecer
las palomas, 1955; Gil de Biedma.
Compailems de viaje. 1959: Francisco
Brines, Las brasas. 1959. Luis Feria.
Conciencia. 1962 y Artu ro Maccanti , El
cora::.61l en e/tiempo, 1963, de estos, los
que desde la posición in sular. recolTen el
camino a la parque otros desde otros contextos
cu lturales también la transitan.
En un mome nto detenninndo parece
que la poesía le da la mano a los movimie
ntos a rtís ticos o pictóri cos propiamente
dichos porque ya a mediados de los
ochenta campan a s us anchas por el panorama
lite rario nume rosas corri e ntes o
iSl1Ios que se van superpo ni endo o entrelazando,
sin llegar a conocer lo que son
más que en las libretas de los teóricos o
en la marginalidad de algún libro. Aunque
algunos sí tuvieron e ntidad como para
crear escl/.ela como los lIo vísimos, pero
también la vuelta de la poesía de la experiencia
- junto a los postllovísimos- , cons
igue una inmediata presenc ia en todo en
ámbito poético que perdura hasta hoy día;
por otro lado hay también una corriente
que domina como e l real ismo. -el
uno suc io y el otro más limpio-,
junto a tende nc ias como el vitalismo
... y los nunca perdidos del
lodo anclajes s urreali stas. como
reverenci a a las vanguardias.
Todo esta presenc ia de te ndencias
y concepciones de la poesía
se dan c ita en un corto espacio
de años produciendo el efecto contrario
que el pretendido: de una
ori gi nalidad con la apo rtac ión de
elementos nuevos pasa a una compacta
y uniforme manera de escri bir
y c ntender la poesía.
Contrariame nte a lo que sería
e l lugar de la poes ía urbana, que a
panir de la mitad de los años ochenta
aparece con fuerza en la poesía
española, en Canarias se esconde
ese elemento o se adelga7.. .1. . o se econo
mi za, y se siguen aprehendiendo
elementos geográficos conceptuados
de forma reiterativa y tradicio
nal. Desde la experie nc ia y
desde la fo rmulac ión del paisaje .
roturado como por asombro. e l
sentimiento del mar casi ciencia del
mar y e l argumento o nto lóg ico,
son analizados con más precisión
apo rtando rudimentos s ig nificati -
vos.
Si la poesía escrita en Canarias contie
ne los recursos básicos de toda poesía
en lo que se refiere a la temática. una
mirada a lo consu ltado cle lmate rial de los
más jóvenes poetas canarios que se encuentran
y desarrollan su ex istencia en c iudades
de 4C)(HXXl habitantes. con UIlOS baITios
periféricos, llamados polígonos. donde
viven haci nadas miles de personas; en
unas ciudades con partes muy oscuras.
con los ingredientes de vértigo. de un tráfico
infernal yen las que se vive a l día con
gente pegada al tetra-b ri ck. o a l jaco o en
la inmensa pobreza que p,ldecen muchos
vis ibles en sus asentamientos de chabolas
... decía que no he encontrado una poesía
que se pueda denominar urbana y que
la consultada está a lejada de sensaciones
y visiones como 1<Le;; narradas. Eso sí, siguen
primando el solips ismo, e l recogimiento,
la ironía. el amor. e l sexo, los estados de
desencanto y decepción y un sesgo no muy
conc retado de ecolog ismo. Po rque preguntarse
por la pobreza, por la dignidad
yen definitiva por el sufrimiento del hombre
es labor de la poesía.
Pero quizás, la s in tol11atología que se
Alicia Llarena
deja sentir en el poeta no le obligue a
desandar caminos en unas c iudades cercadas
de confus ión urbanística ya la vez
activas -que pueden dar lugar a la ex iste
nc ia de una escenificación trágica de la
existencia humana-, para construir esas poéticas
- acción y descubrimi ento: conmociÓn-.
que lo sumerja en otra nueva dimens
ión de la poesía. Desde mi punto de vista
- pcrmítasemc la brevedad de la argumentación
en este punto concreto por ser
una lectura que necesita de una mayor
profundidad en el aná li s is, como quedó
demostrado en las comunicac io nes de l 11
Congreso de Poesía CmlaI'ia antes reseñadoel
extraño uniform ismo y la cercana interacción
de formulaciones tan di spares hay
que buscarlas no sólo en una falta dcespí,-
itlt poético. sino de manera precisa en
la sincrética realidad que nos envuelve;
como muestra, lo escrito por Bernd Dietz:
"s i la post modernidad es e l ine ludible
recipie nte te mporal que nos conti cne. las
corri entes poéticas que lo surcan habrán
de evide nc iar ese incómodo y contradictorio
conjunto de maneras de habitar el presente".
PARA ARRIESGAR
AL UMBRAL DEL
TERCER MILENIO
En las lecturas cons ultadas
publicadas en Canarias en estos
años fronterizos. sí creo que hay
const.."1.ntes que pellllanccen como
boyas en un mar de tinta, señalando
de alguna forma, las cons
ignas que en los poemas se dan.
Superar e l confli cto que supone
inte ntar arriesgar -escribir
s intomatizado-, y no poder crear
un nuevo modo de poética. que
vue lva a nombrar al hombre y
sus cosas. que desvele la función
de descubrir y aportar elementos
originales al proceso poético.
que lo conceptúe y convie rta
en ideas aptas para el conoci
miento los propios recursos
léx icos es labor p<lra ahondar
en la tarea de la poesía en este
espacio tempo ral .
Al tiempo que e l poema se
socializa atendi endo m:.ís a razones
comunicati vas que a consideraciones
más purallle nte formalcs,
estéticas o contemplativas,
alejándose de la raíz de su
func ión, e l hombre o la mujer, el ser humano.
el poeta, compromet ido con su tiempo.
frase hecha pcro atinada, posibilita que
la poesía no sea un requi ebro encadenado
y atomizado, sino un e leme nto peculiar
dentro del contexto cultural donde se
asien ta e inmersa en su hi sto ria - progreso
en e l tiempo y en e l espacio-o intenta
arriesgar, creo que seriamente en muchas
ocasio nes. una vis ión de las geografías.
las configuraciones del paisaje. las func
io nes sociales de l poeta que determi nando
en gran medida su escritura y ale-
3 1
jadas de los tópicos, lleguen a dar en el
hallazgo: en la cri stal ización del poema.
y aquí rompo una lanza, que no nece- '
sit.a para ganar la·batalJa, en la ri gurosidad
y cal idad que la poesía canaria se
merece y tiene. Como si de un descubri miento
se tratara cuando aparece un poeta
canario anto logado cn una publicac ión de
ámbito estatal sale en la prensa casi con
titu lares como si 'alguien de vuelta por
aquí diera con algún ¡xJeta escondido y marginal
- peri fér ico s í. desde luego, y no es
victimismo-, que le asombrara y lleva ra
rápidamente a fOll1lar pru1e del parnaso poético
es tatal. Cabe decir que al desconoc imiento
de la literatura que se produce en
Canari as, hay que unir una ignorancia
supina: si los canales de di stribución y de
difu sión no están suficie ntemente conectados
con la península; si las revistas o
los críticos de supleme ntos no hacen una
cata en la escritura de las is las, es obv io
que parte de la literatura que se escribe en
español quede sepultada sin resuello. Si
cuando en los años ochenta y buena parte
de los primeros noventa en la penín sula
las corrientes imperantes coincidían todas
en una especie de rémora de la poesía de
la experiencia y el realismo, aquí se investigaban
y se anal izaban las posibilidades
del poema en una labor, que si resultó ser
con el tiempo una retórica, fue y sigue siendo
un lugar importante en nuestra literatu
ra. Y me refiero a los que a lgunos llamaron
poética del silencio, otros más críticos,
retórica del s ile nc io y otros el vaCÍo
del poema. Pues bien, aq ue lla hornada de
poetas, que tenían como cabeza vis ible a
Andrés Sánchez Robaina y a Miguel
Martinón entre otros, y que junto a pintores
y pensadores venían retlex ionando
en torno a la rev ista Syntaxis y luego para
los más jóvenes en to rno a la rev ista
Paradiso, fue un intento serio de man iFest<.u·
la libertad de la escritura, los aspectos
fronterizos del lenguaje, frente a la uni formidad
imperante y lo que es más importante
era una necesidad de conocimiento
del poema. Ev identemente el poema no
se podía vaciar, -es decir, por neces idad
se pudo vaciar en su momento-, porque
su razón metafórica, su ligazón metonímica,
lo tendrían que llevar. indefectiblemente,
a un lugar sin salida. A casi diez
años, queda demostrado que fue necesaria
esa incursión por la que muchos transitamos,
para volver al si lencio. no del
poema, sino de la escritura , o para seguir
ahondado, esta vez con el poema crecido
32 A. T
-""-"",,-ATENEO
DE LA LAGUNA
en allllllbramiento poético, en el cami no
del conocimiento. Y efectivamente e l
poema se ha vuelto a condensar de recursos
lumínicos, a llenarse, aun en los casos
más ex tremos como en el último lib ro de
Andrés Sánchez Robayna, Sobre lII/{I piedra
extrema, 1995. O como dice Jorge
Rodríguez Padrón "Que ei hallazgo poético
no sea consecuencia de una simple operac
ión de ingen ioso artificio (agotadores
adjet ivos cuya gravedad retórica e innecesaria
abundanc ia anulan toda opción de
reve lac ión"). En este camino del poema,
vienen trabajando muchos poetas en las
is las, algunos sin publ icar pero fie les a su
seriedad y rigor como Aventino Sarmiento
o Marcos Martín Artiles, o en otras líneas
específi cas menos di scurs ivas si se quiere
pero con igual espíritu crítico y sensitivo,
como es el caso de Angel Sánchez.
Dentro de las publicaciones recientes cabe
señalar en la senda de la purificación textual
y de ntro de las vari ables de madurez
experiencial, contexto hi stórico y procedimientos
conceptuales, pero implicados
en el hecho poético, a Paula Nogales,
Recintos, 1994; Antonio Puente, COlltrazul,
1994; Arturo Maccanti , No es 11Iás qlle SOI1Ibra,
1995; Juan Jiménez con Epigramqs,
1995; Baltasar Espi nosa, De la sombra.
1995; Eugenio Padorno, Paseo ames de
la tormenta, 1996; Juan José Delgado,
VII espacio bajo el día, 1996; Alicia
Llarena, Fauna para el olvido, 1996;
Lázaro Santana, Para que exista el navegante,
1997; José Carlos Cataño, A las
islas vacías, 1997; Manuel Padorno, Para
mayor gloria , 1997; Cecilia Domínguez
Luis, Y de pronto anochece. 1997; Ernesto
"" l"
TNEO lU J .\, I AGUIIr"IA
Suárez, Relato del cartógrafo, 1997; Victor
Alamo de la Rosa, Altamarinas, 1997;
José María Mi ll ares Sal1 , Escrito para
dos , 1997; y la últ ima entrega leída de
los poetas nac idos avanzada la década de
los setenta como es el caso de Antonio
Mart ín Medi na, Estancias, 1998.
PARA ARRIESGAR UN
FINAL
Modernidad, postmodernidad y para
a lgunos autores de moda. la ultramodernidad
-sin que nadie hasta la fecha haya
ccnificado la muerte de la mooernidad: año,
día y hora-,
Lo que está claro es que los síntomas
son evidentes y no va a estar la poesía al!scnte
de este debate: es e l hombre el que
escJibe - así desde una hermenéutica superfi
cial , pues hay ;.lig ullos que reclaman el
papel de mediaqores del misterio-, y escribe
versos: es el poeta; el resultado de
esos versos es el poema: no hay más.
Pienso que una de las formas de buscar
un lugar para el poema y para el poeta pasa
por un trabajo riguroso y conten ido, alejado
del prosa ísmo cotidiano, de las cui tas
lastimeras y la repenti zación yabierto
a la propia indefens ión que la dinámica
de la poética produce: en ocasiones
sólo hay que esperar. Pero si hay a lgo
sobre lo que vale la pella detenerse al fin ~l l .
es en el esfuerzo que hacen los poctas
para inte n.tar djluc idar los caminos del
poema d ~s d e sus propias refl exiones. La
post modernidad no ha sido benevolente
con muchos, conmigo tampoco; y me pre·
gunto por qué a las artes plásticas, dentro
de la misma situación tempora l, e l mismo
espacio 'y c.asi el mismo ofi c io, no trae,·
esta crisis, tanta zozobra COlllo a la literatura.
Si los pintores tan"dados a pi ntar
y no a teorizar -coil el ~o n sig ui e l1t e ri esgo
de que pinten lo que otros teorizan-,
se hubieran puesto en el empeño de hablar,
escri bir y discutir sobre el hecho pictórico,
como lo han hecho los poetas sobre
su materia y de una ¡llanera ri gu rosa en
e l reciente 11 Congreso de Poesía Canaria.
y desde contextos culturales muy d isími les,
creo que eSl"aríamos más eerca de
conocer q.ué es lo que los hombres y mujeres
dedicados a los ofi c ios secretos y religiosos
buscan a las puertas abiertas dc
par e n par de este tercer mile nio que. con
más monstruos que en el medievo, está a
la vue lta de ulla defini ción.