La minoda política de Gran Canaria
entre los años 1979 y 1995
FRANCISJCAOV IESÁRN CHEHZE RRERA
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED
La política está presente en todas las relaciones sociales, dado que el nú-cleo
duro de la política es el poder, su desarrollo y su utilización. El poder in-fluye
sobre todos los aspectos de la vida social. Para estudiar el poder, nada
mejor que hacerlo por medio de una investigación empírica concreta sobre
las personas que lo ejercen, analizar las características y el comportamiento
de los poderosos y hacer un estudio comparado, cuantitativo y cualitativo.
La política implica diferencias de poder y de autoridad. La élite política
se diferencia de la población en que la primera tiene el poder y los puestos de
autoridad y la segunda no. Mediante una teoría verificable empíricamente, la
teoría pluralista enarbolada por DAHL, pretendo explicar porqué existe una
minoría de poder, cómo se comporta y cuáles son sus características.
Existe una élite política que realiza el trabajo político. En la dirección de
los partidos y como especialistas en los cargos de confianza constatamos la
presencia de personas con una serie de características que sólo las ostenta una
minoría social. Para hacerse cargo del gobierno de las instituciones del Esta-do
los electores tienen que elegir entre personas que le presentan los partidos
en listas cerradas y que cuentan con esas cualidades.
Las élites políticas circulan fundamentalmente en nuestro país entre estos
tres puntos: los partidos, los cargos de confianza y las instituciones electivas. Si
deseo investigarlas, tengo que buscarlas en los cargos públicos electivos, en las
direcciones de los partidos y en los cargos de confianza (ya sean del partido o
asesores de los políticos en las administraciones del aparato del Estado). Si in-vestigo
a los cargos públicos electivos, estoy investigando, por extensión, a los
dirigentes de los partidos y a los cargos de confianza. Porque son los mismos.
Boletín Millares Carlo, núm. 15. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1996.
Una mayoría aplastante de los componentes de la élite política, por no de-cir
todos, son al mismo tiempo cargos públicos o de confianza y dirigentes de
los partidos. Los estudios realizados son reveladores al respecto.
La minoría del poder político está compuesta por políticos profesionaliza-dos,
cuyas caracteristicas les diferencia y, por tanto, les distancia de la masa
de la población. Este hecho, la elección democrática y la necesidad de dar so-lución
a los problemas de los ciudadanos, les otorga un ámbito de actuación
autónomo, una autoridad legítima, que también echa por tierra la teoría de
la élite unitaria como ente manipulable por los empresarios capitalistas, sus
supuestos compañeros de clase social. No existe tal élite unitaria.
En las sociedades actuales nos encontramos una diversidad de élites re-presentativas
de sectores sociales (económicos, culturales, militares, deporti-vos,
etc.) con intereses frecuentemente contrapuestos que luchan por apode-rarse
de los recursos públicos de todo tipo. "7
D
Los conflictos intrapartidarios que se produjeron en el período que estu- E
dio arrojaron el siguiente saldo: O
n-- m
a) la disolución de la UCD y la consiguiente creación del CDS; la poste- -
O
E
rior conversión del CDS en el CCI y más tarde en el CCN; la formación E
2
del PCL por ex-consejeros capitulares de la UCD; la creación de UCC E
por parte de otro ex-dirigente de UCD;
b) la ruptura de Coalición Popular (AP - PDP - UL) hace que AP se pre- 3
sente sola a las elecciones locales de 1987; la conversión de AP en el PP. -
0
m
c) la desintegración de la UPC; E
d) la crisis del PCC y la consiguiente creación de ICU; la anulación de O
ICU y la formación de IUC y de ICAN (a partir de la fusión de un sec- n
tor de ICU con AC-INC). E B-Los
gobiernos del Cabildo Insular de Gran Canaria han sido estables, a n
n
pesar de que tres de los cuatro mandatos democráticos tuvieron gobiernos
nacidos de pactos interpartidistas para lograr las mayorías legales necesarias 3
O
para poder gobernar. El primer gobierno, encabezado por la UCD, fue el úni-co
formado directamente, gracias a la consecución de la mayoría absoluta de
consejeros en las elecciones locales.
Los pactos municipales del año 1979 entre el PCE y el PSOE, así como
los acuerdos por unos ayuntamientos democráticos de 1983, no tuvieron re-percusión
en el Cabildo Insular de Gran Canaria, debido a que el PCC-PCE
no obtuvo escaños de consejero en ambas convocatorias electorales.
El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en cambio, ha sido
muy inestable. Ha estado presidido por cinco alcaldes, tres de los cuales
han ejercido el cargo en dos ocasiones y se produjeron ocho cambios en la
mayoría de gobierno. El transfuguismo ha sido un fenómeno corriente por
la asiduidad con que se ha producido, causando daño al prestigio institu-
La minoná polttica de Gran Canaria entre los años 1979 y 1995 327
cional de la corporación municipal, con la consiguiente merma de apoyo
popular.
El primer alcalde de la capital, Manuel Bermejo Pérez (UPC), fue derri-bado
con la colaboración de un tránsfuga perteneciente a su misma coalición
(Santiago Gutiérrez Peña). En 1989, Diego Perdomo Manzaneque abandona
el CDS, integrándose en el Grupo Mixto como independiente, aunque conti-núa
formando parte de la mayoría gobernante. Actualmente milita en el PP.
En 1990, una moción de censura suscrita por los concejales del PSOE, de
ICU y del tránsfuga Miguel Angel León Zalve (CDS) arrebata la alcaldía a
José Vicente León Fernández (CDS), reuniendo los quince votos necesarios
para imponer por mayoría absoluta al candidato alternativo, el socialista
Emilio Mayoral Fernández. León Zalve -primo hermano y compañero de
partido de León Fernández- milita actualmente en el PSOE.
En mayo de 1992, seis tránsfugas del PP -Adelina de la Torre Benito,
Antonio Lorenzo Rodríguez, Claudio Ojeda Conzález, Oscar Gutiérrez León,
Antonio Betancor León y José Sintes Marrero- forman el Grupo Mixto del
mandato 1991 -19%.
En noviembre es elegido alcalde José Sintes Marrero con dieciocho votos
correspondientes a CDS, ICAN y los citados tránsfugas del Grupo Mixto, tras
la dimisión de José Vicente León en cumplimiento del pacto que debía con-ducir
a la alcaldía a los representantes de CDS, ICAN y PP por períodos de
tiempo iguales a lo largo del mandato. En diciembre pasan a engrosar el Gru-po
Mixto, José Luis Guereta Fajardo (tránsfuga de ICAN) y Augusto Menvie-lle
Laccourreye (tránsfuga del CDS) .
José Sintes cambia la composición de la mayoría de gobierno que le eligió
alcalde y pasa a apoyarse en los concejales del PSOE y del Grupo Mixto.
Pero el Tribunal Constitucional dio la razón al PP, obligando a una nueva
elección de alcalde por el Pleno del Ayuntamiento, en el que se proclamaran
candidatos solamente aquellos concejales que continuaran ostentado la con-dición
de cabezas de las listas por las que fueron elegidos. El Tribunal Cons-titucional
proclamaba que Sintes no llegó siquiera a alcanzar la condición de
alcalde, al tiempo que exigía un nuevo acuerdo plenario para la elección vá-lida
de alcalde.
Los candidatos proclamados fueron Josefa Luzardo Perdomo (PP), José
Carlos Mauricio Rodríguez (ICAN) y Emilio Mayoral Fernández (PSOE), re-sultando
elegido este último con los votos socialistas y de seis tránsfugas del
Grupo Mixto.
En las postrimerías de este mandato, la situación política degeneró hasta
el punto de haber en el Pleno siete portavoces, correspondientes a otras tan-tas
fuerzas políticas, a pesar de que sólo cuatro obtuvieron representación
edilicia.
La UCD fue el partido que obtuvo más apoyos en los primeros comicios.
En las tres últimas consultas electorales, el partido más votado ha sido el
328 Francisco Javier Sánchm H m r a
PSOE, colocando a su cabeza de lista en la Presidencia de la Corporación h-sular.
Tras la última consulta, inmediatamente después de su elección, Car-melo
Artiles fue desalojado de la Presidencia por una moción de censura sus-crita
por ICAN, PP y CDS, que eligieron en su lugar a Pedro Lezcano, &
ICAN. En términos de izquierda y derecha, esta Última fue más seguida en las
primeras elecciones, en tanto que la izquierda sumó más votos en los demás
comicios.
También en el Ayuntamiento de la capital la UCD obtuvo el mayor núme-ro
de concejales en las elecciones inaugurales de la democracia local, pero se
quedó a un concejal de lograr la mayoría absoluta. La primera mayoría la
formaron los concejales de las restantes formaciones, que eligieron alcalde a
Manuel Bermejo Pérez, de la UPC.
En las otras tres consultas electorales, el PSOE fue el partido más votado,
llegando incluso a tener mayoría absoluta en la segunda, con Juan Rodríguez "7
D
Doreste como cabeza de lista y, por tanto, elegido alcalde directamente por el E
pueblo e indirectamente por los concejales en la elección de segundo grado que exige la normativa legal. En términos de izquierda y derecha, la izquier- On-- m
da ha sido más apoyada en las elecciones, salvo en las del año 1987, en que O
E
lo fue la derecha. E
2
El transfuguismo es un fenómeno desconocido en el Cabildo Insular. La -E
movilidad de los políticos se ha producido siempre fuera del período de man- 3
dato, o sea, durante la campaña electoral o entre comicios, una vez abando- --
nado el cargo de consejero. 0
m
E
Durante el mandato 199 1 - 1 995, al desaparecer el CDS de la escena polí- O
tica nacional, la sección local del partido decide continuar la actividad políti-ca,
cambiando su denominación por la de Centro Canario Independiente n
E (CCI) y posteriormente por el de Centro Canario Nacionalista (CCN), aco- -
a
giendo a todos sus consejeros insulares. 2
n
Los políticos manifiestan su repulsa por el transfuguismo, a cuyos prota- n
n
gonistas denominan con los apelativos más condenatorios, considerando que 3
este fenómeno habría que impedirlo por ley. En el Cabildo Insular no se ha O
producido ningún caso, pero en el Ayuntamiento se ha producido reiteradas
veces. A pesar del transfuguismo, pactos extraños, presiones y chantajes, los
políticos locales siguen declarándose satisfechos con el funcionamiento del
sistema democrático. En mayor medida los concejales que los consejeros.
En el Ayuntamiento capitalino, el PSOE ha sido el que ha contado con
más concejales leales (continuidad de la élite política) y nuevos (renovación),
sin tránsfugas en sus filas, aunque se apoya en los surgidos en otras formacio-nes
para conseguir las mayorías de gobierno y las alcaldías.
El partido que más tránsfugas ha tenido es el PP, con seis, seguido del
CDS, con tres. La izquierda se ha mostrado más fiel, aunque también ICAN
ha tenido un tránsfuga. El PP sigue de cerca a los socialistas en lo concernien-te
a la renovación de sus candidatos, por lo que la situación en el terreno de
La minoría polftua de Gran Canaria entre los años 1979 y 1995 329
la continuidad y de la renovación de la élite política es similar a la del Cabil-do
Insular. La diferencia entre las dos corporaciones se produce respecto al
fenómeno del transfuguismo.
Durante toda la etapa democrática local se han producido, como ya he-mos
visto, varios casos de transmutaciones, refundaciones e integraciones de
partidos políticos, que han modificado el sistema de partidos vigente en el Ca-bildo
Insular desde el sistema de partido predominante del primer mandato
(UCD) hasta el pluralismo moderado del último mandato, pasando por el
pluripartidismo extremo del segundo y tercer mandatos.
El partido político que se muestra más estable y que cuenta con los con-sejeros
más leales a lo largo de todo el periodo estudiado es el PSOE. Igual-mente,
el partido que ha logrado una mayor renovación por el número de
concejales nuevos en cada mandato es también el PSOE, seguido de cerca por
el PP (CP-AP-PP) y a cierta distancia por el CDS (CDS-CCI-CCN).
El sistema de partidos del Ayuntamiento se puede calificar globalmente
de pluralista moderado, dado que en las cuatro consultas electorales han ob-tenido
representación sólo cuatro partidos. No obstante, en las elecciones de
1983, se configuró un sistema de partido predominante al obtener el PSOE
la mayoría absoluta de los concejales. En las demás ocasiones ha sido necesa-rio
firmar acuerdos entre varias fuerzas políticas para poder elegir alcalde.
La edad media de los consejeros cuando accedieron al cargo es de 43
años, lo cual indica que se ha producido una renovación de la élite política y
una ruptura con el franquismo y con la 11 República. No conocieron la gue-rra
civil. Los consejeros provenientes del franquismo alcanzan un 30% en el
primer Cabildo Insular democrático y un 22% en el segundo. Pero en las dos
últimas corporaciones quedaron reducidos a un residual 7%.
La media de edad de los concejales en el momento de acceder al cargo fue
de 41 años, dos menos que la de los consejeros. El número de franquistas en-tre
los concejales es irrelevante-tres-. En este aspecto, la renovación de la éli-te
política es aún más tajante.
Más de un tercio de los consejeros son originarios de Las Palmas de Gran
Canaria y otro tercio de la zona sur de la isla. La mayoría reside en la capital
(56%) y una cuarta parte en el sur; la zona centro-norte ha venido perdiendo
peso desde hace décadas en favor del área metropolitana y del sur. La urba-nización
prima, pues, sobre el ruralismo y la franja costera sobre el interior.
Todo ello producto de la explosión del turismo y de la construcción, que en-cauzó
el movimiento migratorio en tal dirección.
La gran mayoría de los políticos están casados o viven en pareja. Los se-parados,
divorciados y solteros son minoría.
Los concejales nacidos y residentes en el propio término municipal capi-talino
son mayoría; los peninsulares ocupan la segunda plaza, siendo el doble
de los consejeros de la misma procedencia.
Por sexos, el Cabildo Insular sólo ha tenido seis consejeras, tres por el
330 Francisco Javier Sánchez Harrera
PSOE y otras tres por el PP, mientras que el número de concejalas dobla al
de consejeras, con un porcentaje similar al de las Cortes Generales, destacan-do
el PSOE con seis representantes. La élite política grancanaria es, pues,
masculina. Dado que el poder, hoy por hoy en manos de los hombres, es rea-cio
a reformarse a sí mismo, la democracia paritaria tardará aún en implan-tarse.
La democracia paritaria consiste en que mujeres y hombres participen
cincuenta por ciento en la política, con una variación máxima del diez por
ciento en la composición de las candidaturas. Arribar a una solución de este
tipo conllevará una serie de medidas de acompañamiento que posibiliten la
igualdad en el acceso al mercado de trabajo y en la realización de las tareas
domésticas.
Las mujeres han comenzado a negarse a ser meras votantes para conver- m
tirse también en candidatas. Consideran las cuotas de participación sólo D
como un medio para la igualdad, no un fin en sí mismo. Desde luego, la par- E
ticipación femenina supondrá la oxigenación de la política actual al imponer O
n una visión más racional a problemas como el control demográfico y la con-
-
m
O
servación del planeta, así como un acercamiento más humano a los proble- E
E
mas cotidianos del ciudadano. 2
E
Abrirles las puertas resulta una medida de salud pública, porque el pro- -
greso de las mujeres ha coincidido siempre con el desarrollo de la democra- 3
cia. Si la población está compuesta por hombres y mujeres al cincuenta por - -
0
ciento y sigue en vigor el principio democrático de una persona, un voto, no m
E
es lógico que el poder continúe casi exclusivamente en manos de los hombres. O
Casi todos los políticos del Cabildo Insular pertenecen a la clase media. Es
más, los ubicados en los estratos medio-medio y medio-alto de la misma son n
-E
algo menos del noventa por ciento. Si comparo la clase social de los políticos a
con la de la población canaria, constato que en ésta dichos estratos suman 2
n
sólo el 30%. n
Los consejeros se sitúan, por tanto, en los estratos minoritarios de la so- =O
ciedad. La clase social, el nivel de estudios y la profesión son variables inte-rrelacionadas
y que indican la existencia de una élite política en la corpora-ción
insular. Los consejeros insulares constituyen una minoría social, una éli-te.
Porcentajes similares definen la pertenencia de clase de los concejales
capitalinos.
La posesión de riqueza implica no solamente poder sino que ((permite ad-quirir
mucho más fácilmente los demás medios de influencia social: conoci-mientos
especiales, puestos elevados en las jerarquías eclesiástica, militar y
administrativa)) (MOSCA).
Diferentes datos revelan lo acertado de la observación del teórico de las
élites: un 9 1 % de los representantes capitulares cuenta con títulos universita-rios,
el 54% de ellos, superiores; asimismo, se corroboran los resultados de
otros estudios empíricos que revelan que la carrera de Derecho (26%) y las
La minoná polttica de Gran Canaria entre los años 1979 y 1995 33 1
oposiciones a diversas administraciones públicas (35%) constituyen escalones
básicos en la carrera política.
Los concejales sólo confirman esa tendencia en lo que respecta al porcen-taje
que trabaja para las administraciones públicas, que es el 33%, pero no
por los que tienen la carrera de Derecho -8%-.
Es estadísticamente significativo en esta investigación que el nivel de estu-dios
está infiuenciado por la variable clase social, esto es, por el poder econó-mico
familiar, al punto de que casi el noventa por ciento de los consejeros
pertenece a los estratos medio-medio y medio-alto. Son los que provienen de
familias capaces de sufragar la obtención del 91 % de credenciales académicas
de alta cualificación.
De hecho, la derecha del Cabildo Insular -con mayor poder económi-co-
reúne el doble de titulos superiores que la izquierda. El toque más eli-tista
lo proporciona la comparación entre el 91% de títulos universitarios que
ostentan los políticos insulares y el modesto 6% de los mismos que ha conse-guido
la población de nuestra isla.
Si a las 55 personas que estudiaron en centros públicos se les restaran las
19 correspondientes al Instituto de Enseñanza Media Pérez Galdós -duran-te
mucho tiempo el único centro acreditado oficialmente para instruir, exami-nar
y expedir titulaciones académicas- el número de consejeros que estudia-ron
en centros privados es superior (48) al de los que lo hicieron en centros
públicos (36).
Y si sumamos los que estudiaron en centros públicos y privados, totaliza-mos
84 casos, que es el universo de consejeros de la investigación. Esto quie-re
decir que después de cursar estudios en un colegio, ya fuera privado o pú-blico,
tuvieron que pasar obligatoriamente por el Instituto de E.M. Pérez
Galdós para obtener la única credencial académica de enseñanza secundaria
reconocida oficialmente.
Que esta élite política tiene poder económico para sufragar los gastos que
conlleva una educación de alto nivel lo confirma el dato de que la mayoría de
las familias prefirió universidades peninsulares (58%) a las canarias (42%).
La diferencia de costes entre unas y otras es evidente por múltiples conceptos.
Los concejales, en cambio, cursaron sus estudios superiores tanto en uni-versidades
canarias como peninsulares, al cincuenta por ciento, mostrando
que su potencial económico es inferior.
El nivel académico de los concejales del Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria es notoriamente inferior al de los consejeros capitulares, pues
tienen un 19% menos de titulados superiores.
Son más los concejales que estudiaron en centros privados (54%) que los
que lo hicieron en centros públicos (46%), confirmando el razonamiento que
argüí anteriormente al referirme a los consejeros.
Los profesores, los diredores-gerentes, los funcionarios, los abogados, los
empresarios y los médicos suman el 77% de las profesiones. Para desempe-
332 Francisco Javiw Sánchez Hewera
ñar estas profesiones se precisa generalmente una cualificación especializada
superior. La educación ha sido para los consejeros una inversión que les ha
facilitado el desempeño de profesiones que, a su vez, condicionaron su estilo
de vida y el acceso a una clase social acomodada y al poder.
El nivel profesional de los concejales es más modesto. La diferencia se
percibe netamente en el porcentaje de empleados que aparece en el Ayunta-miento
(27%) y el del Cabildo Insular (7%).
Una amplia mayoría (79%) de los consejeros insulares ocupó cargos de di-rección
en los partidos y un 69% adquirió experiencia política sosteniendo a
la Dictadura del General Franco, oponiéndose a ella o durante la democracia
vigente. Observo, pues, una preferencia por los candidatos que ofrecen más
confianza al partido, que cuentan con experiencia política y que son partida-rios
del sistema democrático. ",
Si se añade la competencia profesional-legitimidad académica, es claro -
que los dirigentes de los partidos han buscado los candidatos más competen- E
tes, eficaces y representativos de entre los que les merecían confianza, esto es, O
n -
generalmente, ellos mismos. -=m
O
Por su parte, un 69% de los concejales también pertenecían a los órganos E
E
de dirección partidarios. Los dirigentes desean ser candidatos al Cabildo In- SE
sular en mayor medida que al Ayuntamiento. Sólo el 42% de los ediles mu- =
nicipales contaba con experiencia política cuando accedió al cargo. 3
En lo que concierne a las actividades previas desarrolladas por los políti- e--
cos, constato que en el Ayuntamiento son más numerosos los que provienen m
E
del movimiento ciudadano, en tanto que en el Cabildo lo son los que provie- O
nen del mundo empresarial.
Los políticos con vinculaciones económicas, es decir, ligados a la propie- n
-E
dad de empresas privadas, son de derechas. Todas estas actividades son mi- a
noritarias en la sociedad, incluyendo la pertenencia a los partidos y sindica- 2
n
tos, pues es sabido que los niveles de afiliación a los mismos son muy bajos 0
(3% ). Señalan que los políticos constituyen una élite o minoría social, con di- =o
ferencias radicales frente al resto de la sociedad.
El nivel de institucionalización de los sectores económicos es muy bajo,
teniendo en cuenta su mínima representación en la élite política. Concreta-mente,
sólo una cuarta parte de los concejales y de los consejeros aseguran
pertenecer a una organización empresarial, circunstancia que influyó a la
hora de nominarles candidatos.
Más de un tercio de los consejeros provienen del propio Cabildo Insular y
de los Ayuntamientos de la Isla (algunos de la época franquista). El escaño
capitular supone un ascenso para concejales y alcaldes, al igual que para los
consejeros los cargos políticos de rango superior que ocuparán posteriormen-te.
Son escalones de la carrera política.
Porque un 61% ha ocupado otro cargo público y un 32% ha acumula-do
dos cargos a la vez. Los alcaldes y concejales que cuentan con poder
La minoría polttica de Gran Canaria entre los años 1979 y 1995 333
electoral en sus términos municipales exigen habitualmente un puesto de
salida en las candidaturas a la corporación grancanaria. De manera que al
resultar elegidos simultanean los cargos de alcalde o concejal con el de
consejero insular.
Sólo un 42% de los concejales ha ocupado otro cargo público y un 7% ha
estado en dos cargos simultáneamente. El Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria tiene niveles más bajos en casi todos los aspectos, por lo que ha-bría
que pensar que es un escalón menos codiciado que el Cabildo Insular
para ascender en la carrera política.
Por todas las razones expuestas, parece que los dirigentes de los partidos
consideran más importante al Cabildo Insular de Gran Canaria que al Ayun-tamiento
de la capital de la isla, al nominar para el primero a políticos más
notables. No obstante, es un hecho que las dos corporaciones locales tienen
una importancia similar y pugnan por el poder, la influencia, el prestigio, la
representatividad y los fondos para sufragar sus programas.
Si las variables sociodemográficas definen a los ediles consistoriales y ca-pitulares
como miembros de la élite política grancanaria, más aún los indica-dores
de tipo político. Ocho consejeros del Cabildo Insular de Gran Canaria
y siete concejales del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de cada
diez afirma que acuden habitualmente a las manifestaciones autorizadas e in-cluso
van a las no autorizadas ocho de cada diez concejales y la mitad de los
consejeros.
Un dato que les califica como adivistas políticos, sobre todo consideran-do
que sólo una cuarta parte de los españoles participa en tales actividades.
Si exceptuamos las manifestaciones no autorizadas, los políticos se muestran
contrarios a realizar otro tipo de actividades ilegales, especialmente las que
conllevan violencia o boicot fiscal.
Más de dos tercios de los representantes de ambas corporaciones dicen
que su interés por la política se mantiene igual o ha aumentado. Es un inte-rés
alto si lo comparamos con el que muestran los ciudadanos españoles: sólo
un tercio está interesado en los asuntos públicos. Casi todos los que han per-dido
interés por la política se sienten desengañados, aunque uno de cada cin-co
consejeros alega también falta de tiempo u otras causas.
Dos de cada tres concejales y cuatro de cada cinco consejeros opinan que
es necesario participar en política para poder influir en la situación real. La
opinión de la gente es más importante para los consejeros que para los con-cejales.
En cambio, la actitud de los concejales frente a la política es aún más ins-titucionalista
que la de los representantes insulares cuando manifiestan que la
sociedad se puede mejorar más desde las instituciones que desde fuera. Más
de la mitad de los políticos consideran que la abstención se debe al descono-cimiento
de la importancia que tienen las elecciones en la democracia.
Cuatro de cada diez consejeros estiman que el Cabildo Insular ha perdido
334 Francisco Javier Sánchez H m r a
mucho o bastante apoyo popular y otros tantos dicen que ha perdido algo del
mismo. Esta pérdida de prestigio se debe, en primer lugar, a una crisis de
identidad por la indefinición de su papel. A su vez, dicha indefinición se debe
a que la Autonomía de Canarias fue implantada en detrimento de los Cabil-dos
Insulares. Estos perdieron competencias y las haciendas propias -segun-do
motivo declarado de la pérdida de apoyo popular-. En tercer lugar, los
pactos de varios partidos para conseguir mayorías de gobierno. Por pura 1ó-gica,
se podría pensar que este motivo es alegado por los socialistas, que per-dieron
la Presidencia del Cabildo en una moción de censura firmada por to-dos
los demás grupos políticos (PP, CDS e ICAN).
Claro está que sin competencias ni dinero suficientes (desmontaje del
acervo económico), no puede haber capacidad para satisfacer las demandas
sociales. Los demás motivos son minoritarios. No perciben datos que permi-tan
darle mayor relevancia en el Cabildo a la falta de participación ciudada-na,
las sospechas de corrupción o a campañas de desprestigio. En términos
comparativos, esta es una institución tranquila. La ideologización del Cabil-do
Insular es inferior a la del Ayuntamiento, que ha sufrido una exacerbación
en tal sentido.
Dos de cada tres concejales creen que el Ayuntamiento ha perdido mucho
o bastante apoyo popular. La misma cantidad de ediles opina que dedican
poco trabajo a la institución. A menor dedicación, menor prestigio. Uno de
cada tres piensa que la administración capitalina ha perdido algo de apoyo.
En total, más del noventa por ciento estima que ha perdido prestigio. En el
Cabildo llega sólo al ochenta por ciento.
Los motivos de la merma de prestigio se encuentran, por este orden, en
los pactos de gobierno, la incapacidad para solucionar los problemas, las sos-pechas
de corrupción, la falta de competencias y sus dotaciones económicas y
el déficit de participación democrática.
Los concejales reconocen que el Ayuntamiento como institución ha
perdido prestigio debido a su comportamiento ineficiente y negativo. La
inestabilidad y la ingobernabilidad han sido generadas por las luchas des-carnadas
por el poder traducidas en mociones de censura, transfuguismo,
pactos extraños y un largo etcétera de despropósitos. Eso sin contar la otra
lucha por el poder entre todos los niveles de la administración pública en
Canarias.
Comparemos ahora lo que se opina en el Ayuntamiento y en el Cabildo
Insular sobre la afirmación de que los partidos se encuentran en manos de
una élite inamovible.
Los porcentajes en ambos colectivos son muy similares. No desmienten la
ley dde hidewo dg la oligavquía de Michels, sin llegar a afirmarla tajantemente.
Pero es significativo el bajo porcentaje de los que no están de acuerdo con la
afirmación propuesta, mientras que es sensiblemente mayor el de los que es-tán
de acuerdo con la misma.
La minoría política de Gran Canaria entre los años 1979 y 1995 335
Consejeros Concejales -
De acuerdo:
Algunas veces:
En desacuerdo:
NC :
Los políticos no consiguen negar el componente elitista del poder en los
partidos. Se defienden afirmando que esto ocurre sólo algunas veces. La sec-ción
de la élite que domina el poder en el partido es más restringida, en tan-to
que la representativa que ocupa los cargos públicos de elección democráti-ca
es más abierta.
En definitiva, lo que dibujan las respuestas de los encuestados es una oli-garquía
partidaria, mientras que la circulación de élites (renovación o movi-lidad)
ha sido alta en los dos consistorios por la renovación de los políticos.
Dos tercios de los políticos entienden la política. Un cuarenta por ciento
cree que los partidos trabajan por el bien de todos. Mayorías muy amplias
opinan que los partidos son necesarios en democracia. Más de la mitad no
está de acuerdo en que los partidos dividen a la gente.
Un porcentaje superior piensa que gracias a los partidos, la gente puede
participar en política. Pero sólo la mitad de los consejeros y un cuarenta por
ciento de los concejales considera que los partidos están realizando una bue-na
labor en la democratización de la sociedad. Entre otras cosas porque se-gún
afirma el 70% de los consejeros, dentro de los partidos no hay democra-cia
o no siempre y más de la mitad de los concejales, que los afiliados o los
militantes de base no se enteran de lo que hacen los dirigentes del partido.
Las personas están en política por ambición de poder, afán de servicio a la co-munidad
y búsqueda de prestigio social. En menor medida, por la defensa de
intereses particulares, estar bien relacionado y tener un puesto remunerado.
Un político sin ambición de poder ni deseo de prestar servicio a la comunidad
-el verdadero patriotismo- no hace carrera en la esfera pública.
Investigar las élites políticas locales es importante tanto por razones cien-tíficas
como políticas. Debemos saber el poder que tienen y la relación que es-tablecen
con la sociedad civil y con el sistema político. Sin olvidar en ningún
momento que no existe una élite unitaria en la sociedad, sino una serie de éli-tes
sectoriales con intereses frecuentemente contrapuestos, que les impelen a
luchar por los recursos públicos.
Una de esas élites sectoriales es la élite política. Esta se atribuye faculta-des
y privilegios que le conceden una posición superior a la del ciudadano.
Tiene un nivel de cohesión, camaradería y solidaridad muy estrechos, que
contrasta con el individualismo reinante en la sociedad. Todos los controles
democráticos son pocos para atajar esa tendencia casi natural por la cual la
élite política se desliza hacia la oligarquización y el alejamiento de los ciuda-danos
y sus problemas.
35%
42%
21%
2%
33%
43%
12%
12%
336 Francisco Javier Sánchez Hevera
La élite política grancanaria se diferencia radicalmente del resto de la so-ciedad
en una serie de variables sociodemográficas. Sexualmente, la minoría
de poder es de género masculino, en tanto que la sociedad es bisexual; suelen
acceder al cargo a una edad madura, mientras que la población canaria a
mayoritariamente joven; las distintas profesiones que desempeñan los conse-jeros
y los concejales precisan generalmente de una alta cualificación, que a
la que les otorga la preparación universitaria.
Compárese con la baja cualificación profesional de la sociedad canaria; la
mayoría de los políticos pertenece a los estratos sociales medio-medio y me-dio-
alto, en tanto que en la sociedad predominan los individuos del estrato
medio-bajo; los ediles han podido estudiar en centros docentes privados, don-de
se imparte educación de calidad superior a la de los centros públicos, úni-ca
posibilidad para la mayoría de los canarios.
Todas estas variables indican que los políticos grancanarios constituyen
una minoría social, una élite. La comparación establece unas diferencias tan
tajantes que no dan lugar a dudas. Y si las variables sociodemográficas les re-trata
como componentes de la élite política grancanaria, no digamos los indi-cadores
de tipo político que he venido desgranando a lo largo de este último
tramo.
Revisando las decisiones tomadas por el Cabildo Insular y por el Ayunta-miento
principal de Gran Canaria durante el período del estudio, observo que
no hay ningún dato que indique que la élite sea un solo grupo bien definido.
La élite única no existe. Lo que hay es una serie de élites parciales (política,
cultural, de sectores económicos y sociales, etc.). La élite política es una de
ellas.
El proceso habitual de toma de decisiones en los dos consistorios se ha
fundamentado en negociaciones entre los partidos, los grupos de interés, la
sociedad civil y los funcionarios superiores (la tecnoburocracia y los genera-listas).
No ha sido decretado por ninguna élite única. Hasta el punto de que
incluso se ha institucionalizado este sistema neocorporativo a través de distin-tas
comisiones o consejos consultivos especializados en cada materia compe-tencial.
Se han tomado unas decisiones «en las cuales las preferencias de la hi-potética
élite rectora son contrarias a las de cualquier otro grupo que pue-da
indicarse)) o no han podido prevalecer (DAHL). Si la teoría de la élite
unitaria sostiene que los grandes banqueros y empresarios y los altos fun-cionarios
y militares forman una élite única, los datos provenientes de
otros estudios empíricos de ámbito más general y los datos sobre la situa-ción
local indican más bien que, aunque todos ellos constituyen grupos eli-tistas,
no existe tal élite unitaria. Hay una pluralidad de élites sectoriales
en la sociedad, cuyos intereses no coinciden necesariamente, aunque co-yunturalmente
pueda producirse alguna coalición temporal basada en in-tereses
compatibles.
La minoría política de Gran Canaria sntrs los aiws 1979 y 1995 337
Es más, los partidos políticos actuales necesitan imperiosamente, ineludi-blemente,
cosechar votos en diversos sectores sociales que no tengan graves
conflictos de intereses entre sí. Una vez en el gobierno, se ven impelidos a eje-cutar
una política que compatibilice intereses contradictorios, porque tienen
que dejar de ser partidos exclusivamente clasistas o sectoriales para conver-tirse
en gobierno de todo el pueblo.
Esto conlleva una pérdida de peso de las ideologías y de la influencia de
los grupos de interés. Además, la financiación pública de los partidos resta
poder de influencia a los grupos de interés y a los propios afiliados. Sin me-noscabo
de que los grupos de interés sigan teniendo cierta influencia sobre los
partidos.
Las patronales y las corporaciones profesionales y sectoriales suelen de-signar
candidatos en los partidos de derechas y los sindicatos en los de iz-quierda;
las asociaciones de vecinos y los clubes de todo tipo ejercen igual-mente
influencia en la selección de candidatos. Siempre supeditado a la can-tidad
de votos que supuestamente puede aportar cada asociación. Sin
embargo, seguir teniendo cierta influencia no es lo mismo que tener el domi-nio
sobre los partidos y los gobiernos democráticos.
La élite unitaria es una conjetura no demostrada. Los gobiernos democrá-ticos
son de centro en la práctica, aunque mantengan sus tradiciones y sím-bolos
clasistas a derecha e izquierda. El continuo izquierda-derecha mantie-ne
su vigencia, pero mucho más difuminado.
INGLEHART ha hablado de valores postmaterialistas y de una fractura
que distancia a las élites de los ciudadanos. Da igual que las élites sean de de-recha
o de izquierda, de un partido conservador o de uno socialista, de una
organización sindical o empresarial. El alejamiento es un hecho.
Los ciudadanos se han venido organizando también en los llamados nue-vos
movimientos sociales (ecologistas, pacifistas, feministas, etc.) o mante-niendo
comportamientos políticos no convencionales ante la falta de respues-ta
oficial a sus demandas. Sin olvidar las organizaciones nacionalistas o regio-nalistas
en busca de autonomía política.
Esta situación cambia el panorama político al yuxtaponerse o superpo-nerse
a la dimensión clásica izquierda-derecha. Las clases sociales han cam-biado
de características y de cultura política. La clase obrera ya no es la que
era. Ni los estratos sociales medios. Sus condiciones de vida han mejorado.
Electoralmente, estas clases votan de forma mucho más diversificada e inde-pendiente.
La alfabetización, la secularización y los medios de comunicación de ma-sas
juegan un papel fundamental en el cambio de la cultura política de cual-quier
sistema democrático. Ahora, un líder impulsado por un partido profe-sionalizado
y por los medios de comunicación suele lanzar campañas caris-máticas,
-centradas en su propia persona- y en un programa político
difuso, para atraer los votos más heterogéneos.
338 Francisco Javier Sánchez Herrera
Las variables y los indicadores revelan que la élite política grancanaria
tiene un nivel alto en todos (o en casi todos) los aspectos, dejando al margen
su competencia en el desempeño del cargo. Para empezar, tenemos políticos
demócratas para ocupar los cargos públicos de nuestra democracia. A pesar
de la cultura política del apoliticismo estimulada por el régimen del General
Franco, tenemos políticos. Aunque bajo aquel régimen dictatorial los ciuda-danos
no podíamos participar en política y esta actividad estaba mal vista so-cialmente,
la democracia ha podido arraigar en la sociedad española.
Si consideramos que, a causa del apoliticismo, muchos ciudadanos cuali-ficados
para la cosa pública no quieren saber nada de ella, nuestros políticos
adquieren más valor democrático, porque tienen cualificación académica, ex-periencia
política, la legitimidad de los votos populares y generosidad al so-meterse
al escrutinio público de unas elecciones. Todo ello en un país donde
es corriente denostar genéricamente a los políticos, se lo merezcan o no. Se "7
D
olvida con demasiada frecuencia el ambiente social en el que tiene que desa- E
rrollar su labor la élite política. O n
Un indicador del interés de los ciudadanos por la política es el índice de -- m
abstencionismo. Según más de la mitad de los consejeros del Cabildo Insular, O
E
los que se abstienen desconocen la importancia del sistema democrático. Y E
2
E sólo un tercio cree que se trata de una forma de castigar a los partidos. -
En términos similares se pronuncian los concejales del Ayuntamiento, por 3
lo que los partidos políticos no parecen haber perdido mucha legitimidad, no --
hasta el punto de poner en peligro la estabilidad del sistema. Los abstencio- 0
m
E
nistas tampoco dejan de votar por cansancio, indiferencia o comodidad, en O
opinión de los políticos encuestados. Más bien da la sensación de que el elcc-torado
grancanario se resiente de un cierto grado de alienación política. n
E Todas las variables e indicadores mencionados caracterizan y diseñan una -
a
élite política cohesionada y solidaria, una minoría social que se diferencia -y 2
n
se distancia- netamente de la sociedad insular. Sus miembros constituyen n
n
un cuerpo con un interés común fundamental: mantenerse en los puestos de 3
poder, retener el poder y resistir frente al resto de la población -la no-élite, O
la sociedad invertebrada y desorganizada-. La causa de la desigiiddad se
encuentra en la diferente distribución del poder político y de la propiedad
privada. Aunque más determinante es el poder político. Y los sistemas políti
cos no se diferencian por la existencia o inexistencia de minorías de poder. Lo
que viene distinguiendo a una democracia de una dictadura es la existencia o
no de élites políticas en competencia libre por los votos de los ciudadanos.