Descubrimiento de una reserva natural
de CABRAS CANARIAS PREHISPANICAS
Cabras de la Caldera de Taburiente (Ejemplares disecados expuestos en el
Museo Canario, Las Palmas)
IHa sido localizada en las Islas Desiertas, cerca de Madeira I
l a técnica de 'colonización
de las frondosas islas
"". despobladas del Atlántico
fue desarrollada por los portugueses
en el siglo XV. La planificación
era estricta y minuciosa.
La isla de San Miguel
de Azores puede servirnos de
pauta para conocer bien el pro-cedimiento.
Sabemos que,
descubierta la isla, las naves
portuguesas de don Enrique "el
Navegante" se encaminaron a
ella, por segunda vez, con sus
abombados vientres repletos de
toda suerte de animales. Al
llegar a San Miguel, los portugueses
fueron soltando ordenadamente
manadas de cerdos,
cabras, vacas, caballos, burros,
ovejas y, finalmente,
conejos, gallinas y palomas;
todo ello en puntos diferentes y
distanciados alrededor de la
isla, para que cada especie
formara su asentamiento y se
desarrollara con cierta independencia
territorial. Luego
se volvieron las carabelas a
Portugal, y sólo muchos años
después, en 1!¡'J9, se pensó que
había llegado el momento de
que los primeros colonos tomaran
posesión de una isla tan
frondosa como ricamente poblada
ahora de abundantes ganados.
Este procedimiento de ~
crear una infraestructura había'
7
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
Acuerdo municipal de Funchal del 18 de Julio de 1481, por el que se
autoriza utilizar más ganado de Canarias para remozar la
existencia de cabras salvajes de las Desiertas.
En el siglo XV los portugueses
llevaron a las Islas Desiertas
ealJras oriundas de Canarias
J
sirvió para confrontar sus características
con las de la
cabra canaria de raza prehispánica
que, también desde hace
más de cuarenta años, se encuentra
disecada en el Museo
Canario de Las Palmas. Es
éste un ejemplar proveniente
del último reducto de nuestras
cabras aborígenes que se conservaba
en la Caldera de Taburiente
de La Palma. Realizaron
la confrontación el competente
conservador don José
Naranjo Suárez, y también el
Dr. Joaquín Meco, quienes opinaron
que, en efecto, se trata
de dos ejemplares pertenecientes
a la misma raza de cabras.
La consecuencia que de
esta corroboración se deduce
es bien clara: En las islas Desiertas
de Madeira pervive aún
un' importante reducto de cabras
canarias de raza prehispánica
en estado salvaje, lo
cual viene avalado no sólo por
la documentación historica del
siglo XV, sino también por la
confrontación física realizada
en Las Palmas en el Museo
bras salvajes de las Islas Desiertas,
cuya diferente fisonomta
con respecto a 1 a s cabras
domésticas portuguesas
ya ha llamado la atención de
algunos eruditos madeirenses,
los cuales no esconden su desorientación
por este hecho.
Uno de éstos, el p. Eduardo
Pereira, publicó en su enciclopédica
obra madeirense "As
ilhas de Zarco 11 una fotografía,
que aquí reproducimos, de una
de estas cabras.
Se trata de un animal de
cornamenta gruesa, poderosa,
y que muestra una notable cayosidad
ala altura de las rodillas
de las patas delanteras.
Fue cazado este ejemplar por
el Dr. Durao hace unos cuarenta
años, y se conserva disecado
en el Museo de Funchal. En
la dise,cción intervino, entre
otros, el ilustre naturalista
madeirense Dr. Mall, actual
conservador de dicho museo,
con el que recientemente sostuvimos
una conversación al
respecto.
La foto de este ejemplar
" 6)"••
si do ya ensayado, no con tanta
precisión, en el archipiélago
de Madeira, entre 14-18 y 14-20.
Por entonces se asentó la población
en la vecina isla de
Porto Santo y esperó pacientemente
dos años, hasta que la
Madeira estuviese preparada
para recibir colonos, para lo
cual fue necesario comenzar
por prenderle fuego a su tupida
floresta. La isla era abrupta,
muy diferente de Portugal y sí
más parecida a nuestras Canarias,
aún semiconquistadas en
aquel entonces.. Por eso los
portugueses llevaron allí esclavos
canarios como pastores; y
con los aborígenes canarios,
sus cabras, que tan bien se
ad~ptaban al clima insular atlántico
y a los impresionantes
barrancos y desriscaderos de
las islas. (1)"
Es de presumir que ya en
aquellos años establecieran los
portugueses en las Desiertas,
en esos tres impresionantes
islotes de roca viva que emergen
violentamente del océano
cerca del extremo oriental de
la Madeira, su primera reserva
ganadera de cabras canarias.
Ninguna otra especie hubiera
podido adaptarse mejor a aquellos
gigantescos, s e c o s y
abruptos farallones que la de
nuestra cabra prehispánica. Lo
cierto es que muc)1ísimos años
despu~s, en 14-81, esta reserva
había mermado considerablemente,
y así el ayuntamiento
de Funchal, en sesión del 18 de
julio de aquel año, acordó volver
a traer cabras salvajes de
Canarias para remozar la reserva
que aún quedaba en las
islas Desiertas.
No deja de ser una suerte
que podamos contemplar hoy,
después de cinco siglos, ese
documento inequívoco que nos
habla de la importación en
14-81 del "ganado bravo de Canarias""
en una época en que
nuestras islas mayores comenzaban
a ser conquistadas por
la corona de Castilla. Se trata
de la constatación documental
del origen de las actuales ca-
Descubrimiento de una reserva natural
de CABRAS CANARIAS PREHISPANICAS
g
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
Debería erearse en CanariAs
una pequeña reserva de
eabras prehisplÍnieas
Cabra de las Desiertas. Ejemplar disecado
que se exhibe en el Museo Distrital
de Funchal.
Canario.
Estas cabras de las Desiertas
son dueñas absolutas de
su territorio, que por lo muy
accidentado es casi inaccesible.
Se trata de unas islas que incluso
en invierno permanecen
casi absolutamente solitarias.
Los pescadores madeirenses
se acercan a ellas a pescar y
las abordan en caso de extrema
necesidad:eventualmente cazan
una cabra para aprovechar su
carne. En verano acuden algunas
embarcaciones particulares
a curiosear por los alrededores
de las imponentes masas
rocosas, e incluso algunos cazadores
se aventuran a disparar
desde el litoral sobre las
lejanas cabras, sólo para verlas
encogerse en medio de sus
saltos y desplo marse botando
de risco en risco desde las
impresionantes alturas.
Pienso que los canarios
no debemos saber todo esto
para encogernos de hombros.
Aunque esas cabras no sean
propiedad nuestra, de alguna
manera s{son algo muy nuestr~
y por eso tenemos la obligación
de poner en marcha nuestra
iniciativa y nuestro ingenio en
relación con estos animales. A
nosotros se nos ocurren varias
ideas:
1!" Lo que menospodemos
hacer espedir que se intensifique
la protección ecológica de
esa especie a nivel mundial.
Ver si la reserva natural es
suficiente para sobrevivir por
sí sola sin mayores atenciones
o si, por el contrario, es preciso
intervenir para ayudar a
que no se extinga. En este sentido,
sabemos que cualquier
acción se vería respaldada por
la cabal colaboración de las
atentas autoridades portuguesas.
2!" Creemos que no estaría
mal crear aquí en Canarias
una pequeña zona de reserva
de cabras canar-iéJ.s prehispánicas,
lo cual no dejaría de tener
un alto interés científico y, si
se quiere, hasta turístico, trayendo
una veintena de animales
de·las Desiertas. Pensamos en
algunos barrancos del sur: tal
vez Balos, acotando el terreno
para protejer conjuntamente
con las cabras prehispánicas
las inscripciones rupestres
aborígenes que allí siguen desamparadas.
Pensamos también
en los riscos de Guayedra
en Agaete, que por su orientación
climática ofrecerían acaso
mejores pastos a nuestros ancestrales
caprinos. En este
sentido nos hemos permitido.
hacer las gestiones pertinentes
en la Madeira para preparar
la "operación retorno de las
cabras" y disponemos ya de un
breve estudio sobre el camino
burocrático a seguir.
]!" Es evidente que TVE,
que dispone de un programa
ideal, "Fauna ibérica", el cual
parece estar muy bien presupuestado,
debería y podría (si el
Dr. Rodriguez de la Fuente quisiera)
realizar un interesantisimo
programa sobre la vida, costumbres
y vicisitudes de nuestras
raras cabras canarias
prehispánicas en las islas Desiertas,
y contribuir al mismo
tiempo al rescate de ese pequeño
hato de veinte animales que
pretendemos para crear aquí
n uestra reserva ecológica, .idea
a la que no debemos renunciar.
Hasta aquí llega el compositor.
Ahora le toca el turno
a los buenos directores de
orquesta, si los hubiere.
LOTHAR SIEMENS
HERNANDEZ
(1) Sobre este interesante tema véase Lothar
Siemen~ y Lihana Barreto:Los esclavos aborígenes
canarios en la Isla de la Madera(14551505)"
en "Anuario de Estudios Atlánticos""
N220 (Madrid - Las Palmas, 1974), PP. 111
- 143.
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