TOPONIMIA PREHISPÁNICA
TRES APORTACIONES
SOBRE TOPONIMIA PREHISPANICA
DE CANARIAS
P O R
CARMEN DÍAZ ALAYQN
Los estudios de la toponimia canaria se han centrado de
modo especial en el análisis de los materiales prehispánicos. Pn-meramente
se da un período de recopilación. Los cronistas y
los historiadores de los siglos XV, XVI, y XVII recogen estas vo-ces
geográficas, y alguno de ellos, como Abreu Galindo, mues-tra
una singular preocupación por la toponimia indígena e in-daga
el significado de los términos: Taburiente 'llano', Tedote
'monte', Tacande 'piedra quemada', Acero 'lugar fuerte', Adeya-hamen
'debajo del agua', Ajerjo 'chorro de agua', Ayatimasquaya
'bajo los riscos', etc. Luego, a partir de la segunda mitad del
siglo XVIII se inicia una etapa de estudio y análisis que llega
inintermmpidaiefite hasta nuestros dias. Autores como 2. Gias,
Viera y Clavijo, Bory de Saint Vincent, S. Berthelot, Bute, J.
Abercromby, J. Álvarez Delgado, W. Giese, W. Vycichl, E.
Zyhlarz y D. J. Wolfel forman, entre otros, la amplia nómina
de investigadores que han hecho aportaciones al conocimiento
de l2 recl;ldud lir,,üistica de los afit&-+Gs y- de la tu-ponimia
prehispánica en particular.
En esta corriente de estudio se inscriben las contribuciones
que aquí se recogen. Estos tres trabajos ya han visto la luz,
en alemán, en dos números de la revista Almogaren, que pu-
Núm 36 (1 990) 56 1
2 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
blica el Institutum Canarium de Hallein, Austria (cf. Ortsnarnen
und Religiositüt auf den vorspanischen Kanaren, vol. XVIII-XIX,
1987-1988, pp. 67-76; Das Ortsnarnenrnaterial aus der Sicht
sprachlicher Hornogenitat bzw. Verschiedenheit der Altkanier,
vol. XX, 1, 1989, pp. 42-50, y Notizen über vorspaniche kana-rische
Ortsnarnen, vol. X X , 1, 1989, pp. 161-178).
Desde diversas instancias se nos ha indicado la conveniencia
de que estas contribuciones se divulguen en español y puedan
así ser conocidas por un público más amplio. Con esta publi-cación
atendemos complacidamente estas indicaciones.
B
c.
E
MOTAS DE TOPONIMIA PREHISPÁNICA CANARIA 0
d-- -
Tratar de las culturas neolíticas que existieron en Canarias
hasta la llegada y el establecimiento de los europeos a partir
del siglo xv constituye invariablemente una apasionante tarea
y hay sobradas razones que justifican esta respuesta. Entre los
elementos característicos de estas culturas prehispánicas el as-pecto
lingüístico posee un singular atractivo, atractivo que ema-na
especialmente de un hecho relevante: cuando las lenguas
románicas ya se encuentran conformadas y las estructuras feu-dales
dan paso al estado europeo de corte moderno, en las an-tiguas
y legendarias Fortunadas se utiliza un sistema de co-municación
añejo y primitivo, una lengua que llega a Canarias
en fechas no conocidas con certeza, que pierde el contacto, ais-lada
geográfica y temporalmente, con el tronco lingüístico al
que pertenece, y que llega a perdurar en medio del Atlántico
hasta !u época en !a qiie !m ojos de los europeos contemplan
asombrados el Nuevo Mundo. Por ello, la relevancia filológica
que poseen estas hablas canarias se advierte sin excesivo co-mentario
al respecto: el conocimiento de esta lengua hubiese
constituido una base inapreciable para tener una idea más cer-cana
y fundamentada de los sistemas lingüísticos de las cultu-ras
antiguas establecidas en el noroeste de África, el occidente
meridional de Europa y la cuenca mediterránea.
Sin embargo, a pesar de que la lengua de los aborígenes
canarios sobrevive hasta una época relativamente reciente, no
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 3
se dan, de manera lamentable, las condiciones que hubieran
permitido su adecuado conocimiento y estudio. Ello es así por-que
los anexionadores de todas las etnias, tiempos y lugares
rara vez atienden a las ventajas de la ciencia sino que se afa-nan
mayoritariamente por el dominio cultural, económico y po-lítico,
y el caso canario no habría de ser una excepción. El mar-cado
componente económico-político de la empresa de la
conquista, la polarización de los intereses y de las actuaciones
hacia lo material y lo doctrinal (los beneficios de la anexión,
los repartimientos de la tierra y el agua, la formación de una
estructura administrativa, la rápida cristianización de los abo-rígenes,
etc.), junto con la posición ideológica de los conquis-tadores
que se sentían cvlt1.1ral y erpirit~~íilrnentseu peri~resy
legitimados para imponerse a un pueblo pagano e incivilizado,
y todo el trasiego y efervescencia social propios del surgimiento
de una nueva comunidad, son las causas lógicas y seguras de
que en aquel momento histórico esencial e irrepetible -en ro-tundas
palabras de Agustín Millares Torres- «se abandonara
como estéril y pecaminosa toda investigación dirigida a conse-var
un recuerdo exacto de las leyes, usos, costumbres, religión
y lenguaje de los aborígenes, y que fuesen asimismo despre-ciadas
las tradiciones referentes a su origen, llegando en fin a
desaparecer todo medio seguro de profundizar cuestiones que
luego habrían de adquirir un interés tan vital para la solución
de muchos e interesantes problemas etnográficosn l.
Desafortunada e inevitablemente, la acción combinada de los
factores mencionados hará que de las lenguas prehispánicas
sólo sobrevivan algunos materiales caracterizados por una po-breza
numérica y por una calidad cuestionada. En este sentido,
el investigador que quiere analizar el sistema lingüístico de los
antiguos canarios se encuentra ante unas referencias que pro-ceden
de tres fuentes:
a) La información proveniente de los primeros textos de la
historiografía insular. Estos materiales ofrecen la interesante ven-taja
de su cercanía temporal al epílogo de la etapa prehispánica
' Cf. Historia general de las Islas Canarias, Las Palmas d e Gran Canaria,
vol. 1, 1974, p. 6.
4 CARMEN DÍAZ ALAYÓN
y a los hechos de la conquista del Archipiélago, pero también
poseen algunos inconvenientes, como las inevitables corrupciones
textuales que se producen en el trasvase de información
manuscrita, la existencia de datos singulares que no pueden ser
debidamente contrastados con otra fuente, y la elaboración de
los trabajos a partir de referencias y materiales indirectos, fac-tores
suficientes que suscitan razonables dudas sobre su fiabilidad.
b) Los elementos léxicos del sustrato prehispánico supervi-vientes
en el español de Canarias. Estas escasas voces conser-vadas
se encuentran mayoritariamente dentro de las parcelas
léxicas de la alfarería y la ganadería, actividades específicas de ;
las culturas neolíticas insulares. De modo natural, en estas ac- E
tividades se ocuparon numerosos aborígenes tras la conquista
y esta circunstancia permitirá el arraigo de estos vocabios in- -
=m
O
dígenas en las hablas modernas del Archipiélago. EE
c) Y, finalmente, a los materiales anteriores hay que sumar
un importante conjunto de topónimos. Estas formas toponímicas
han sufrido un proceso de castellanización a lo largo de la eta- $
pa histórica, pero ofrecen grandes ventajas para el estudio. De
una parte, está el hecho de que son elementos arraigados, re- E
lacionados con unas circunstancias específicas de la realidad. O
Asimismo, está la característica de que son elementos que se
encuentran en todas las Canarias y ello permite una valoración
de los rasgos lingüísticos de cada territorio y también un aná-lisis
del conjunto. n
0
Estas circunstancias específicas de la toponimia prehispánica $
la convierten en una referencia de manifiesto atractivo y de O
evidentes posibilidades para el estudio del lenguaje de los an-t
i g ~ ? c~isn zios. Pero a! mirmn tiempo estos materiales plantean
unas exigencias ineludibles, como la documentación exhaustiva,
el planteamiento de hipótesis razonablemente fundamentadas y
la aceptación humilde de los resultados, condiciones que no
siempre se han tenido en cuenta, ya que cuando se analizan
los trabajos existentes sobre este conjunto toponímico se puede
advertir que no se ha hecho honor al rigor, a la objetividad y
al sentido común en todas las ocasiones.
Uno de los errores más comunes consiste en admitir como
formas aborígenes denominaciones geográficas que se encuen-
564 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
tran lejos de serlo. El comentario de tres voces toponimicas
será suficiente para apoyar con el ejemplo esta afirmación.
Vandama es un topónimo menor de Breña Baja (La Palma),
y también recibe el mismo nombre -si bien tradicionalmente
ortografiado Bandama- una bella caldera situada en Tafira
(Gran Canaria). Tradicionalmente se ha venido considerando
esta voz como de indiscutible origen canario. Así, para Anselmo
José Benítez no existe duda alguna de que Bandama es tér-mino
prehispánico y que de la forma grancanaria procede la
de La Palma. Además, Juan Álvarez Delgado incluye este ele-mento
como voz de los aborígenes palmeros en su estudio Mis-celánea
Guanche 3. Con Dominik Josef Wolfel la dirección del
análisis cambia un poco. Este lingüista austríaco, que recoge y
estudia únicamente el topónimo de Gran Canaria, opta iniciai-mente,
aunque no encuentra los paralelos necesarios, por re-conocer
Bandama como forma prehispánica, apoyándose en el
testimonio de Núñez de la Peña relativo a que naturales de
Gran Canaria de nombre Bandama vinieron a poblar Tenerife,
pero concluye el comentario de esta voz planteando a modo
de interrogante la vinculación entre el topónimo isleño y el ape-llido
flamenco Van Dama 4.
Efectivamente, la explicación de esta forma geográfica ca-naria
no puede ir en otro sentido que no sea el último apun-tado
por Wolfel: la procedencia europea y el carácter antro-ponímico
original del topónimo Vandama -ésta es su grafía -
correcta- no admite dudas. La oportuna investigación docu-mental
muestra que el nombre Van Dama figura entre la nó-mina
de apellidos flamencos arraigados en Canarias tras la con-
+,;,., y u r a~ a .nA,: a, en La 1D2 1'-1-1i a l1-a I--G'~-~-:L"I-Ud Le ~v ecinos de origen
flamenco es particularmente numerosa: Bolfart, Bonjiel, Braca-mar,
Boot, Van-de-Walle, Brier, Guebels, Daizel, Nurembergue,
Vandala, Vantrile, Wanguemert. Y, a este respecto, hemos po-dido
registrar la presencia en 1582 en Santa Cruz de La Palma
de un tal Eusie! Vundari,a, veciim de Grm Caiiax-ia y muy viri-
Cf. Historia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, s. a., p. 399.
Santa Cruz de Tenerife, 1941, p. 87.
Cf. Monumenta Linguae Canariae, Graz (Austria), 1965, p. 721.
Núm 36 (1 990) 565
6 CARMEN DíAZ ALAYÓN
culado a Estacio Banboern, comerciante de Flandes establecido
en La Palma. La referencia viene recogida en uno de los libros
sacramentales de la Iglesia del Salvador en Santa Cruz de La
Palma
«En este día arriba dho. [14 de noviembre] yo melchior
biscayno beneficiado baptize a lucas hijo de fco. de la to-rre
y de fca. herns. de acosta su muger fue su padrino
daniel vandama vz. de canaria y madrina jacomina de
acosta muger de estacio banboern.))
Las mismas fuentes documentales hablan del mercader Juan
Vandama, vecino de La Palma en 1606. Junto a esto, estas apre-ciaciones
nuestras concuerdan con la opinión de Aurina Ro-
&@+ez, i j ü ~d estaca la impsjb2i&d de nyse 12 au-r- a-n-c-a-n--a-r---i ~
Bandama proceda de las hablas aborígenes, puesto que proviene
de un flamenco apellidado de este modo, que fue poblador de
Gran Canaria 6.
Veamos otro ejemplo. Buenaventura Pérez Pérez en su tra-bajo
Topónimos tinerfeños ' recoge la voz geográfica AtaZisca,
nombre de una punta en Icod, que considera de extracción abo-rigen.
Sin embargo, la forma y la estructura fonética de Ata-
&a, inusuales en los materiales lingüísticos prehispánicos que
nos han llegado y la existencia del vocablo talisca en la Ro-mania
son relevantes factores que cuestionan esta inclusión. La
voz talisca presenta en Canarias una relativa difusión, de ma-nera
especial en las zonas rurales. En La Palma, este término
tiene el sentido de 'grieta de poca profundidad' y 'hueco pe-queño
en el que puede esconderse un animalito' y las formas
verbales entaliscar y entaliscarse los sentidos de 'encajar, atas-car,
empotrar' y 'meterse en una talisca', respectivamente En
Cf. Libro de Bautismos, 1, fol. 216.
Apud F. NAVARROA RTILES: Teberite, Edirca, Las Palmas de Gran Ca-naria,
1981, s. v. Bandama. ' Hallein (Austria), 198 1, p. 39.
La primera definición corresponde a J. RÉGULO PÉREZ: Notas acerca
del habla de La Palma, sep. Revista de Historia (Universidad de La Laguna),
XXXII, 1970, p. 109. La segunda definición, recogida en Fuencaliente, puede
verse en M. ALVAR: Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias
566 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
El Hierro, talisca posee el valor equivalente a los ya vistos de
'grieta alargada que se hace en una roca volcánica' y también
existe en el habla común la palabra talkquero 'pájaro que hace
sus nidos en las grietas de las montañas y tiene la cabeza con
listitas amarillas' (Valverde), 'pájaro pequeño ni pardo ni blanco'
(Frontera), y 'pájaro rayado de blanco'(Sabinosa) '; y en Gran
Canaria, esta voz presenta el significado de 'piedra, por lo co-mún,
la grande, en riscos muy quebrados; piedra de agudos
perfiles en que rematan los riscos altos y broncos' y el adjetivo
entaliscado se usa con el valor de 'subido en una roca o sitio
difícil y hasta peligroso' lo. Estas formas isleñas, frecuentes en
el uso, son de clara procedencia lusa. En portugués existe el
sustantivo talisca (y talisga en las Beiras) con el significado de
'feiida, esti:lia, lasca' y e! --.-.ml "."+"l;on"wo" '--+-,-." V C I UU G l L L U L L J L - U I J C lllbl-bI JL
em taliscas ou em lugar estreito' 11, valores -como puede apre-ciarse-
equivalentes a los canarios.
El tercer topónimo seleccionado como ejemplo es El Rito,
voz geográfica de Cueva de Agua, en el norte de La Palma.
Álvarez Delgado recoge este término dentro de su estudio de
las denominaciones prehispánicas de La Palma 12, señalando, por
todo comentario, que se trata de una toponimia muy llamativa.
Wolfel, por su parte, trata esta forma tomándola de Félix Duar-te
pero no se pronuncia de manera rotunda al respecto, aunque
le parece improbable que este topónimo proceda de una forma
culta como Ritus 13. Sin embargo, la procedencia de esta voz
(ALEICan), 11, 1976, km. 838. Asimismo, véase J. RÉGULO PÉREZ, op. cit.,
p. 105, y J. PÉREZ VIDAL: «Clasificación de los portuguesismos del es-pañol
hablado en Canarias)), separata del vol. 111 de las Actas do V Coló-qúio
~ii~e,.nac~odieiu E~s iúdios Lúso-Bfasiki COini~i-a,1 966, 8.
Cf. ALEICan, 11, lám. 838, y 1 (1975), km. 333.
'O Cf. F. GUERRAN AVARROL:é xico popular de Gran Canaria (Obras com-pletas,
1), Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, s. v. taZisca y enta-
Ziscado.
" RÉGULO y PÉREZ VIDAL, en las obras citadas, ya señalan la vincula-ción
pnrtcgvrsl de tn&a La definiciSn Iusa de 'i~m atnlicrnrce nrn. J -'-------' - r- -
cede de C. DE FIGUEIREDOG: rande dicionário da Zíngua portuguesa, Lisboa,
s. a., 2 vol.
l2 Cf. Miscelánea Guanche, p. 92.
l3 Cf. Monumenta Linguae Canariae, p. 878.
Núm. 36 (1 990)
8 CARMEN D ~ AZLAY ÓN
geográfica no puede ser más fácil de advertir, ya que procede
de la forma común riito; el contacto entre las dos vocales idén-ticas
-la de la raíz del término y la del sufijo- ha producido
la fusión o abreviación que se advierte en la denominación to-ponímica
actual. Además, la misma forma, esta vez conservando
todos los elementos de su estructura original, se encuentra en
El Riito, topónimo menor de Roque del Faro, también en el
municipio de Garafía.
Junto al hecho de la filiación errónea de algunas voces, los
estudios de la toponimia prehispánica canaria han venido pre-sentando
otras prácticas de difícil justificación y negativos efec-tos,
como la falta de documentación e información rigurosa y
el empecinamiento en orientar de modo unívoco la dirección
de la explicación, ignorando otras posibilidades dignas de ser
consideradas. Y el análisis que se ha hecho de los topónimos
Taburiente y Tenerra constituye una muestra de estas prácticas.
Taburiente es la denominación que recibe una zona relati-vamente
llana situada en el centro geográfico de La Caldera y
que contrasta fuertemente con la generalizada irregularidad del
terreno circundante. Con el tiempo, esta voz toponímica se vino
a añadir, de manera impropia y poco acertada a nuestro pa-recer,
al término La Caldera, fórmula sencilla, expresiva y ajus-tada
con la que se conoce desde los primeros momentos his-tóricos
la notable depresión de La Palma. La fuente más
remota de Taburiente, al igual que otras formas prehispánicas,
es Abreu Galindo, que escribe en su Historia de la conquista
de las siete yslas de Gran Canaria refiriéndose a La Caldera 14:
«Esta concavidad tendrá de través por todas partes dos
leguas. La arboleda que tiene son pinos de tea, palmas,
laureles, retamas, leñanueles. En toda esta cantidad de cir-cuito
no hay más de llano de veinte y cuatro aranzadas
de tierra, al cual los antiguos llamaban Taburienta, que
quiere decir llano.»
l4 (Ed. crítica con int., notas e índice por A. CIORANESCUG), oya Edi-ciones,
Santa Cruz de Tenerife, 1977, p. 285.
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 9
Todos los registros posteriores de esta voz aborigen proceden
de este historiador franciscano. Sabin Berthelot, en su estudio
LEthnographie et les Annales de la conquete, es el primero en
intentar un comentario etimológico de esta voz geográfica de
La Palma, buscándole paralelos en formas de las lenguas be-réberes
y cambiando el valor significativo aportado por Abreu
Galindo; y, así, refiriéndose a un posible paralelo de la lengua
chouiah manifiesta:
«Le mot thaouwent 'fontaine' ... peut servir a expliquer celui
de tabouventa, par lequel les Haouarythes de l'ile de Pal-ma
désignaient cette partie du vallon de la Caldera, que
donne naissance a plusieurs sources)) 15.
Junto a este análisis se encuentra el de J. Álvarez Delgado,
que estudia Taburiente en tres ocasiones, partiendo de hipótesis
permanentemente cambiantes. En la primera de ellas 16, siguien-do
el método de considerar los topónimos hispánicos del Ar-chipiélago
como traducción romance de las correspondientes for-mas
aborígenes originales desaparecidas y ofreciendo una in-terpretación
que él mismo califica de segura, Álvarez Delgado
llega a establecer para esta forma toponímica indígena el sen-tido
de 'llanura' y afirma que la forma Taburiente se encuentra
traducida en el actual topónimo romance Los Llanos, sin aludir
a los fundamentos en que basa sus afirmaciones. Estos argu-mentos
lo llevan a rechazar, en consecuencia, el paralelo beré-ber
propuesto por Berthelot: thaouwent 'fuente o manantial', ex-plicación
a la que reconoce alguna probabilidad en el plano
fónico pero que carece, en su opinión, de apoyos tanto en la
fuentes históricas como en el aspecto geográfico, ya que para
Álvarez Delgado -en olímpica soledad a este respecto- la zona
llamada Taburiente por los aborígenes palmeros corresponde al
valle de Aridane y no a la Caldera.
l5 París, 1842, p. 197.
l6 Cf. Miscelánea Guanche, pp. 69 y 97.
Núm 36 (1990)
10 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
Con posterioridad, este lingüista cambia y amplía el sentido
de sus apreciaciones iniciales sobre Taburiente ", pero sin
ofrecer un resultado coherente y sin percatarse de la escasa
solidez de sus fundamentos. Así, reconoce que es equivocado
pensar que la forma toponímica Los Llanos es calco o versión
del término indígena Taburiente y, de la misma forma, que Ari-dane
es la denominación de la totalidad de la zona y que Ta-buriente,
~ c e r ó , Tajuya y otros son los nombres parciales del
territorio, conclusión a la que había llegado por datos tomados
tanto de Juan Bautista Lorenzo Rodríguez como de Webb y
Berthelot; y apoyándose en fuentes de segundo orden y en el
parecido formal entre el topónimo tinerfeño Taburco (nombre
de una lomada en la zona de Teno) y Taburiente, concluye ad-judicando
a la voz palmera el valor de 'lomada' o 'cabezo' y
reservando para Aridane el significado de 'los llanos' o 'llanura'.
Como puede apreciarse, estas conclusiones de Álvarez Del-gado
suponen un giro de ciento ochenta grados en relación con
su hipótesis inicial y, además, hay que hacerles importantes re-paros.
De un lado, no existe error alguno en las notas manus-critas
de Juan Bautista Lorenzo en las que se ubica Taburiente
en el término de Los Llanos, ya que con anterioridad a 1837
el lugar de Taburiente pertenecía a la jurisdicción municipal
de Los Llanos, pasando desde esta fecha a formar parte del
término de El Paso, segregado del anterior. Asimismo, tampoco
puede inducir a equívoco la cita de Webb y Berthelot en la
que se consigna que el príncipe Tanausú había establecido su
residencia en la llanura de Tabubenta o Taburiente; Taburiente
es el lugar de la Caldera más apropiado para establecerse por
sus peculiares características (terreno llano, abundancia de agua,
centro geográfico de la depresiónj. Por otro iacio, kivarez Dei-gado
ignora aquí, de manera injustificada, la división de La Pal-ma
en señoríos durante la etapa inmediatamente anterior a la
conquista, el carácter autónomo y relativamente cerrado de es-tos
cantones, la precisión de sus límites y la existencia de un
soberano o capitán al frente de cada uno de ellos, hechos que
l7 Cf. «Los Llanos de Aridane)), Revista de Historia (Universidad de La
Laguna), IX, 1943, pp. 243-245.
570 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
vienen reflejados singularmente por Abreu Galindo, para quien
no hay confusión posible entre la comarca de Aridane (o Adi-rane)
y Acero (o Aceró).
Además, Álvarez Delgado ofrece una tercera explicación para
Taburiente, que contiene variaciones significativas con respecto
a las anteriores 18. Según esta hipótesis y partiendo del indige-nismo
tabona (o tava en Torriani) 'piedra cortante', señala que
este elemento forma parte de las voces toponímicas canarias
Taburco, Taburiente, Taborno, Tababayo, Tabayesco y otras, que
se refieren, según su opinión, a elevaciones del terreno; y, asi-mismo,
pone en relación estas formas isleñas con las voces ana-tolias
taba 'peña, peñasco' y Ataburion 'lugar en peñasco o ca-bezo'
recogidas por P. Kretschmer, lo que le lleva a explicar
Taburiente como Tabur t ienre 'parte liana de un cabezo o ce-rro',
hipótesis etimológica donde claramente se intentan conciliar
sus dos explicaciones iniciales (Taburiente 'llanura' y Taburien-te
'cabezo').
La inexplicable ausencia de la crucial referencia de Abreu
Galindo sobre Taburiente en el primer análisis que Álvarez Del-gado
hace de esta voz toponímica, y la valoración errónea que
con posterioridad hace de la referencia del historiador francis-cano,
sumadas a la falta del necesario asesoramiento geográfico
y la insistencia en concluir de modo unívoco sus explicaciones,
son factores que condicionan manifiestamente los resultados
que este lingüista obtiene en el análisis de este término.
Por nuestra parte, pensamos que resulta poco probable que
en la forma Taburiente se encuentre implícita la idea de 'altura'
o 'elevación', porque esta voz se ha venido aplicando durante
cimlnc a iin- vnn- r a l a + ; ~ r ~ m n n + n1 1 - n ~ A01 ;ntnAnr rla T o Prilrlnrri r i ' L 5 1 V O UII'A 1iVIIU I b I U C I Y U I I I b I I C b l A L U l U UCI I I I L b L IVI U+ LILI ULIIUbI U.
Este uso específico está corroborado por el testimonio de una
de las fuentes que es especialmente rica en información sobre
la lengua, la cultura y la historia de La Palma prehispánica.
También corrobora este uso de la voz Taburiente uno de los
eStE&GSGmc& nrnfiinrlnc de l2 pI-Phisteri2i Esii!2r: S&iE Rer- r' " ----"
thelot, conocedor de excepción de la geografía palmera. Y, fi-
Cf. «Tahona», Revista de Historia (Universidad de La Laguna), IX,
1943, pp. 202-205.
12 CARMEN DÍAZ ALAYÓN
nalmente, también está corroborado por los pastores y campe-sinos
actuales de la zona, que conocieron la voz de sus abuelos
y éstos de sus antepasados.
Con relación a Taburiente las conclusiones de Wolfel no ayu-dan
de manera significativa. Wolfel rechaza que la forma tau-went
sugerida por Berthelot pueda explicar Taburiente y no en-cuentra
una sola palabra en las lenguas beréberes con el valor
de 'plano', 'llano' o 'llanura', que pueda considerarse como pró-xima
al topónimo palmero. No obstante, Wolfel cita tres pala-bras
que pueden estar relacionadas con Taburiente desde el
punto de vista fonético: tebruri 'neige', tawarait 'tas de pierres'
y tawurta 'Erdloch',pero, en cualquier caso, prefiere no aportar
conclusiones de carácter firme en relación con esta voz de La
Palma 19.
Otro caso es el de Tenerra, topónimo con el que se conoce
una zona situada al noroeste de Dos Aguas, entre el barranco
de las Trabes y el lomo del Ciempiés, en la mitad occidental
de La Caldera. Wolfel, en su intento de aportar una explicación
etimológica de Tenerra, no llega a ninguna conclusión impor-tante,
limitándose a constatar su duda sobre la pertenencia de
la -M- a la raíz de la voz o al elemento inicial 20. Álvarez Del-gado,
por su parte, para explicar Tenerra recurre al topónimo
Tenerife, que él analiza descomponiéndolo en los elementos
Tener-ife y al que adjudica el significado de 'nevado monte';
de este modo, Tenerra debena entenderse como Tener-ra, hecho
que según Álvarez Delgado se corresponde con sus caracterís-ticas
de altiplanicie de La Caldera donde en otro tiempo se
amontonaba la nieve en bancanales 21.
Sin embargo, estos argumentos del profesor canario se re-sienten
en algunas cuestiones. De un lado tenemos que, en el
caso del término Tenerife, la presencia de la nieve o la blan-cura
que ésta implica pueden ser considerados como el motivo
originario de la voz atendiendo a la amplitud espacial y a la
perdurabilidad en el tiempo. Pero en Tenerra, este razonamiento
l9 Cf. Monumenta Linguae Canariae, p. 601.
20 Cf. op. cit., p. 868.
21 Cf. Miscelánea Guanche, pp. 5 1 y 142.
572 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 13
resulta insostenible porque la nieve que, sólo en inviernos sin-guIarmente
rigurosos se deposita en los picos del borde de La
Caldera y algunos de la cordillera dorsal de la isla, nunca
alcanza la cantidad y efecto caractensticos del Teide y, además,
constituye un fenómeno bastante extraordinario en el interior
de la gran depresión de La Palma, en la que, en cualquier
caso, nunca sería privativa únicamente de la zona denominada
Ten erra.
De otro lado, hay que considerar que la información legada
por los cronistas sobre el topónimo Tenerife, voz que Álvarez
Delgado toma como fundamento para explicar Tenerra, no pre-senta
la necesaria uniformidad y fiabilidad. En este sentido,
Abreu Gaiindo escribe:
((Los naturales de la isla de La Palma le pusieron este
nombre, Tenerife, compuesto de dos dicciones: tener, que
quiere decir "monte" y ife que es "blanco"; y así quiere
decir "monte blanco", porque este monte de esta isla de
Tenerife está mirando de frente a La Palma y della se
ve claro)) 22.
Además, Alonso de Espinosa refiere:
«A la cual (Tenerife) los antiguos llamaron Nivaria, por un
alto monte que en medio de ella está, llamado Teide, que
por su gran altura casi todo el año tiene nieve. Vese este
pico de Teide de más de sesenta leguas a la mar, y desde
él se divisan todas las demás islas. Concuerda muy bien
con el nombre antiguo con que los palmeses le pusieron,
que es Tenerife, porque según estoy informado Tener quie-re
decir nieve y Fe monte; así que Tenerife dirá monte
nevado, que es lo mismo que Nivaria)) 23.
Asimismo, Antonio de Viana en su obra poética de la con-quista
& Tenerife escrjloe Téner su leiigua /
22 Cf. op. cit., pp. 290-291.
23 Cf. Historia de Nuestra Señora de Candelaria (int. por E. SERRA
RAFOLSB, . BONNETy N. ALAMO), Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife,
1952, p. 26.
14 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
la blanca nieve, y quiere decir Ife / monte alto» 14. Y Leonardo
Torriani, sin ofrecer comentario sobre la composición del tér-mino,
refleja el valor de ((monte di neve»
Según se observa, las manifestaciones de Abreu contradicen
las de Espinosa y Viana. Y, además, el mismo análisis compo-nencial
de Tenerife plantea divergencias, ya que mientras Wolfel
prefiere establecerlo en Tene-rife, Álvarez Delgado propone los
segmentos Tener-ife 26.
Por nuestra parte, intentando establecer una relación signi-ficativa
entre la morfología de la zona y la voz que la designa
-en Tenerra el abrupto relieve de La Caldera se suaviza mo-mentáneamente-
hemos obtenido los paralelos beréberes tinir
'la plaine, la campagne, le désert', tanari 'pays, terre' y tene-re/
tinarawin 'plaine', muy cercanos fonética y significativamente
a Tenerra. Estos paralelos son citados por Wolfel en su estudio
del antropónimo Juan de Teneri (indígena natural de Gran Ca-naria,
que figuraba entre los conquistadores de Tenerife) y del
topónimo grancanario Artenara, pero son asombrosamente ig-norados
en el análisis de Tenerra 27.
Estas prácticas erróneas a las que se ha aludido -la de ad-mitir
como aborígenes denominaciones geográficas canarias que
se encuentran lejos de serlo, junto a la de trabajar sin una
documentación rigurosa y la de orientar de modo unívoco la
dirección de la investigación, ignorando otras posibilidades que
merecen ser tenidas en cuenta- nada positivo pueden aportar
al estudio de la toponimia prehispánica del Archipiélago. En
todo caso, su único y mínimo valor reside en que proporcionan
la ocasión de reclamar la necesaria ponderación en el análisis
de nuestros nombres geográficos más remotos. La humiiciad
que caracteriza a estos materiales lingüísticos conservados, co-rrompidos
insistente y profundamente por el tiempo y por el
Cf. Conquista de Tenerife (ed., estudio, int., notas e índices por A.
CIORANESCUA),u la de Cultura, Santa Cruz de Tenerife, 1968-1 97 1, p. 28.
Cf. Die Kanarischen Inseln und ihre Urbewohner (ed. D. J. WOLFEL),
Leipzig, 1940, p. 298.
l6 Cf. respectivamente, Monumenta Linguae Canariae, pp. 607-608, y
Miscelánea Guanche, p. 152.
2' Cf. Monumenta Linguae Canariae, pp. 722 y 729.
5 74 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 15
hombre, nunca constituye una excusa para arriesgados e in-fundados
posibilismos. Todo lo contrario. Es esta misma hu-mildad
la que requiere una cautela especial, un redoblado
esfuerzo y unas posiciones seguras.
Además, la extensión de estos añejos materiales lingüísticos
es susceptible de ser ampliada con la aportación de nuevas vo-ces
no catalogadas ni estudiadas hasta los momentos actuales.
Es preciso reparar en el hecho de que todavía, a pesar del no-table
interés por las antiguas hablas canarias y la importante
intensidad investigadora en este sentido, no se cuenta con una
relación rigurosa y exhaustiva de los materiales toponímicos pre-hispánicos.
Los estudios realizados muestran que la atención se
ha ieiiti-ado, de forma preferen~e, en e1 análisis de los topóni-mos
mayores, relegando e infravalorando otros materiales de
igual importancia como el importante volumen de formas que
se encuentra dentro de la toponimia menor. Y no debe asom-brar,
por otra parte, que este proyecto de realizar un catálogo
exhaustivo de las voces geográficas aborígenes no se haya re-alizado.
Hay que admitir que la tarea, por descontado hermosa
y plenamente justificada, es bastante ardua. Una empresa in-vestigadora
de esta envergadura -teniendo en cuenta tanto la
extensión del territorio como la amplitud del material documen-tal
y de fuentes referenciales que lleva aparejado- solamente
podría ser llevada a cabo por un equipo de investigadores, para
realizarla en condiciones óptimas a la vez que en un lapso de
tiempo racional y no excesivamente dilatado. Pero, a pesar de
la gran operatividad y alcance del trabajo coordinado, de todos
suii conoddas las dificultades que se oponen a ia formación
de estos deseables colectivos de trabajo. Y la iniciativa indivi-dual,
aun cuando no le falte ánimo y entrega, no alcanza a
cubrir de forma satisfactoria la realización de un Corpus rigu-roso,
porque se encuentra desafortunadamente limitada por múl-
1L lpiC3 ~-~- A L -L-U--L GM~ a. s , a1 igual que ocurre con otros proyectos
de gran amplitud, la labor personal puede, en este caso, aco-meter
objetivos restringidos, cuya suma alcance la totalidad de
la investigación. De esta manera, en nuestro estudio de la to-ponimia
de La Palma hemos podido obtener un exhaustivo cor-
Núm 36 (1990) 575
16 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
pus de las denominaciones geográficas de esta isla ': Aquí junto
a voces de origen gallego-portugués y castellano se encuentran
abundantes términos de procedencia prehispánica y entre ellos
algunas formas que no habían sido inventariadas ni analizadas
con anterioridad, como los topónimos Mayantigua, Tacande, Ta-cote,
Taganana y Tirimoche.
Mayantigua es la denominación de una zona, una fuente y
un pinar situados al norte de Taburiente y dominados por las
alturas de la cornisa septentrional de La Caldera. El paralelo
más cercano de esta voz es el antropónimo indígena Mayantigo,
B nombre del soberano del señorío de Aridane, según la relación
de Abreu Galindo. E
Tacande es el nombre de una zona abrupta y montuosa de =
Puntallana. Es bien conocido, sin embargo, el topónimo Sacan- f
de, que designa un sector del municipio de El Paso, entre Las
Cuevas, Las Manchas y la cumbre. =E
La voz Tacote corresponde a un lomo de la zona sureste j
de La Caldera, situado al norte de La Cumbrecita y al oeste -
del Roque Idafe, entre el Barranco de las Ribanceras y el Ba- f
rranco del Escuchadero. Este lomo pronuncia su relieve en dos
ocasiones conocidas como Tacote Grande y Tacote Chico. Los !
paralelos canarios más cercanos de esta forma se encuentran %
en Taco (montaña en Buenavista, Tenerife), Taco (montaña y
lugar en La Laguna, Tenerife) y Taco (lugar en San Sebastián,
La Gomera).
Taganana es una zona situada entre el Lomo de Sargenta
y el antiguo Camino Real, sobre el amplio valle de las Cuevas
y próxima a la boca oeste del Túnel de la Cumbre. El topóni-mo
tinerfeño Taganana constituye una firme referencia.
Tirimoche es la denominación actual de un morrete próximo
a la Hacienda del Cura, en la zona suroccidental de La Caldera.
El elemento final de este topónimo se puede advertir en Chi-moche,
que corresponde a un lugar cercano a Izaña (Tenerife),
28 Cf. C. DÍAZ ALAYÓN: La toponimia menor de La Palma, Secretariado
de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, 1987, y Materiales to-ponímicos
de La Palma, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de La Pal-ma.
1987.
576 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
y también se puede apreciar en Tamaimoche, voz geográfica
desaparecida y que pertenecía a un lugar de Todoque (La Pal-ma).
El elemento inicial de Tirimoche se comprueba en
numerosos topónimos prehispánicos canarios.
Es evidente que estudios realizados en esta dirección, bien
por comarca o por islas, aportarán ignorados materiales lingüís-ticos
aborígenes y este hecho redundará con toda seguridad
en un conocimiento mucho más profundo del lenguaje de los
antiguos canarios.
LOS MATERIALES TOPONÍMICOS Y LA HOMOGENEIDAD O DIVERSIDAD
LINGÜÍSTICA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS
El primer autor que, si bien de una forma poco detallada,
intenta establecer un «mapa» lingüístico de las Canarias pre-hispánicas
es fray Juan de Abreu Galindo en su Historia de la
conquista de las siete yslas de Gran Canaria Este historiador
franciscano del siglo XVI, además de apuntar otras explicaciones
posibles, piensa que los aborígenes canarios proceden de África
y fundamenta esta opinión en la similitud lingüística existente
entre algunos pueblos de la Berbería meridional y las antiguas
etnias del Archipiélago, con la excepción de los indígenas de
Tenerife, de los que dice que «su habla era diferente de las
otras islas: hablaban con el buche, como los africanos)) 29.
Aproximadamente dos siglos más tarde, George Glas en su
breve pero interesante aportación An Enquiry Concerning the
Origin of the Natives of the Canary Islands 30 hace suya la ex-piicacion
de Abreu Gaiindo sobre las zonas dialectales de Ca-narias
y la enriquece mediante la crítica y la aportación de
otros argumentos.
Para este inquieto viajero inglés es evidente que los primeros
pobladores del Archipiélago fueron pueblos Micos cuya llegada
29 Cf. op. cit., pp. 31-36 y 295.
Cf. The History of the Discovery and .Conquest of the Canary Islands
Translated from a Spanish Manuscript LateZy Found in the Island of Pal-ma..,
printed for R. and J. Dodsley in Pall-Mall, and T. Durham in the
Strand, London, 1764, pp. 166- 180.
18 CARMEN DÍAZ ALAYÓN
se produce dentro de unos límites temporales precisos: de una
parte, con posterioridad al momento en el que Plinio redacta
su Historia Natural donde recoge que las Islas se encontraban - -
deshabitadas y, por otra parte, con anterioridad a la conquista
de la Berbería por los árabes, porque en caso contrario se de-bería
encontrar alguna ceremonia mahometana en la religión
de los aborígenes canarios y no parece improbable que la lle-gada
de los árabes al noroeste de África sea el origen de la
migración de estos pueblos líbicos hacia Canarias.
El análisis de los materiales lingüísticos recogidos por Abreu
B Galindo lleva a Glas a destacar la cercanía entre las lenguas
indígenas del Archipiélago -a excepción de la de Tenerife- y E
las lenguas líbicas, especialmente el shilha, y reconoce que de O
d--
las más de ocho decenas de elementos registrados por el his- m
O
E
toriador franciscano solamente un 25 por 100 de ellos pueden SE
explicarse satisfactoriamente a partir del shilha, pero para des- E
pejar este obstáculo a su hipótesis Glas llama la atención sobre
el hecho de que algunos dialectos líbicos, difieren unos de otros
3
como las voces canarias de las del shilha.
-
0
m
E
El autor inglés dispone los materiales lingüísticos inventa- O
riados en seis grupos. Los cinco grupos primeros corresponden 5
respectivamente a Lanzarote y Fuerteventura, El Hierro, La Go- n
E
mera y La Palma, y algunas de las voces se acompañan de a
posibles paralelos en shilha, circunstancia que no se repite con n:
n
las palabras del sexto grupo que corresponde a Tenerife, cuya
lengua encuentra Glas parecida al peruano y a otras lenguas 3
O
amerindias 3'.
Ya en el siglo xx, Ernst Zyhlarz y Dominik Josef Wolfel van
a proporcionar dos hipótesis manifiestamente divergentes sobre
la cuestión de la homogeneidad o diversidad lingüística de los
antiguos canarios.
La explicación de Zyhlarz, que figura en su trabajo de 1950
((Das Kanarische Berberisch in seinem sprachgeschichtlichen Mi-lieu
» jZ y del que Wilhelm Giese hace dos años más tarde un
31 Cf. op. cif., p. 172.
j2 En Zeitschrift dev Deutschen ,2lovgenlandischen Gesellschaft, vol. 100,
1950, Wiesbaden, pp. 403-460.
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 19
amplio comentario en español 33, parte del hecho de que la plu-ralidad
racial que se da en las Canarias prehispánicas justifica
la heterogeneidad de lenguas y, una vez analizados los
materiales conservados, llega a establecer un mapa lingüístico
bastante detallado.
Las islas de La Palma y La Gomera constituyen para
Zyhlarz una comunidad lingüística con unas características es-pecíficas:
en ellas se habla una lengua beréber muy cercana
al beréber del continente y que ha sido traída por una pobla-ción
que aún no ha recibido la influencia de la islamización
por lo que se trata de un estrato lingüístico anterior al de la
población berberófona islamizada que llega a Canarias con pos-trrioridud
desde Afric~ G desde AEC-Z!LIC~I. LI existencia de al-gunos
elementos púnicos en estas dos islas indica que las etnias
líbicas que las poblaron procedían de una región de África en
la que se había producido un contacto con pueblos púnicos.
La isla de El Hierro, como las de La Palma y La Gomera,
es colonizada por pobladores líbicos venidos a las islas con la
expedición del rey Juba 11 de Mauritania. En El Hierro, además
de la etnia de origen líbico, vive en el norte de la isla una
población de habla púnica llegada con posterioridad, y consti-tuida
por campesinos libio-fenicios del norte de África.
La lengua indígena de Gran Canaria es, al menos por los
elementos conservados, una lengua centum, probablemente el
hitita o un sistema estrechamente emparentado con él.
El comentario que Zyhlarz hace de las hablas de los indí-genas
de Lanzarote y Fuerteventura es corto y escasamente
concluyente, y en relación con la lengua de Tenerife no se es-tablece
ninguna conclusión sobre su filiación y características.
Esta pluralidad lingüística de las Canarias prehispánicas de-fendida
por Zyhlarz se contrapone claramente a la amplia pre-sencia
de elementos beréberes en todo el Archipiélago, pero el
investigador alemán explica la existencia de estos materiales re-mitiendo
al estrecho contacto de las Islas con África y a la
presencia en Canarias de numerosos moros y moriscos venidos
33 Cf. «LOS estudios de las lenguas canarias de E. Zyhlarm, Revista
de Historia, XVIII, 1952, Universidad de La Laguna, pp. 413-427.
Núm. 36 (1 990) 579
20 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
desde Andalucía y el noroeste africano al tiempo de la con-quista
y con posterioridad a ella.
D. J. Wolfel, por su parte, mantiene una explicación mani-fiestamente
diferente de la de Zyhlarz. De un lado, las conclu-siones
del lingüista austríaco subrayan el parentesco entre las
hablas indígenas canarias y las beréberes, si bien se reconoce
que no todos los elementos conservados de las lenguas prehis-pánicas
se pueden explicar a través del beréber y, de otro lado,
defienden la homogeneidad lingiiística original, situación que
con la concurrencia de factores como el tiempo y la insularidad
cambia progresivamente a una dialectalización en grado variable 34.
El análisis de los materiales toponímicos conservados cons-tituye
un relevante instrumento -y no es el único- que per-mite
valorar estas hipótesis sobre ia homogeneidad o diversidad
lingüística de los antiguos canarios. Los topónimos prehispánicos
conservados son unos materiales lingüísticos con unas caracte-rísticas
específicas. Se diferencian claramente de las voces y
textos ya perdidos, que únicamente conocemos a través de fuen-tes
escritas que, al pasar de un manuscrito a otro y de un
copista a otro, resultan manifiestamente corrompidos. De modo
diferente, los topónimos que perviven en la actualidad poseen,
independientemente de su registro en fuentes escritas, una línea
interrumpida de transmisión oral. Por ello, los materiales topo-nímicos,
si bien inevitablemente corrompidos y castellanizados,
constituyen elementos lingüísticos especialmente indicados para
el análisis por su relativa seguridad.
El estudio de la toponimia prehispánica que pervive en la
actualidad hace inadmisible el mapa lingüístico propuesto ini-cialmente
pm Abreü C - a h d ~y mafitenido í;os:erivrmen:e por
George Glas en el que se discrimina la lengua de los naturales
de Tenerife de las del resto del Archipiélago, que formaban una
comunidad lingüística. En Tenerife existen numerosos nombres
geográficos que también se encuentran en otras islas: Veamos
dgums 'jmp!"'.
Teneguía es la denominación con la que se conoce desde
antiguo un bello roque situado en el sur de La Palma y que
34 Cf. Monumenta Linguae Canariae, pp. 129 y SS.
580 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 2 1
dio nombre a la erupción volcánica que se produjo en las in-mediaciones
en el año 1971; en Tenerife se llama Tenejías a
un roque, de similares características al de La Palma, cercano
a Las Carboneras en la costa norte de Anaga 35. También en
Tenerife se encuentra el topónimo Anambro -denominación de
un roque en Anaga-, que en La Palma cuenta con el paralelo
Nambroque, nombre de una montaña en la cordillera dorsal de
la isla. A estos ejemplos de materiales toponímicos comunes de
estas dos islas se puede añadir, además, el elemento Tijarafe
que es el nombre de un lugar en Santa Úrsula y también se
encuentra la variante Las Chicarafas, con la que se conocen
tres cerros rocosos en Güímar.
De igual modo, Tenerife y La Gomera comparten algunos
nombres geográficos. La forma Arguayo -iocaíiciad del noroeste
de Tenerife- se repite en el elemento de La Gomera Argua-yoda
-loma y caserío situados al oeste de Alajeró-. También
la voz geográfica de La Gomera Erque -caserío y barranco
al noreste de Valle Gran Rey- tiene un doble paralelo topo-nímico
en Tenerife, puesto que Erque o Erques es el nombre
de dos barrancos de Tenerife -uno situado entre los munici-pios
de Güímar y Fasnia, y otro en Guía de Isora, donde da
nombre a la localidad de Vera de Erque. Igual sucede con la
forma de La Gomera Taco -lugar al noroeste de Playa de San-tiago-
que posee un paralelo doble en los materiales toponí-micos
de Tenerife: Taco es el nombre de una montaña en el
extremo noroccidental de la isla y también de una montaña y
zona en La Laguna. Otros casos en los que se aprecia comu-nidad
toponimica entre estas dos islas son las voces tinerfeñas
T-nJ T n n 9 tn Chigziergue y m:-- -- . --- rbvu, JU6MU, L I L L I L ~ M U I O , que se corresponden res-pectivamente
con las formas geográficas de La Gomera Gua-nicode,
Jagüe, Guerguenche y Chinguarime.
Asimismo, la toponimia herreña muestra algunos elementos
que también figuran en la de Tenerife. Uno de ellos es la for-
,lora -!ecu!fdud y barranco sitUa&s sGr de 'Jaiverde-que
cuenta con una forma tinerfeña idéntica, Isora (o Guía de
-
35 Cf. CARMEN DÍAZ ALAYÓN: Materiales toponímicos de La Palma,
pp. 154-155.
Núm 36 (1990) 581
22 CARMEN DÍAZ ALAYÓN
Isora), que da nombre a una zona del noroeste de la isla. Otro
de los paralelos toponímicos es Tejina, que en El Hierro es la
denominación de un lugar cercano a Taibique y en Tenerife
da nombre a dos localidades: una en La Laguna, al noreste -
de la isla, y otra en Guía de Isora, al oeste. Igualmente, el co-nocido
topónimo Tacoronte -denominación de una zona del
noreste de Tenerife- es similar a la forma herreña Tacorón
(o Tacorone) -nombre de un lugar en la costa meridional de
la isla. Otra forma de especial interés es el topónimo de El
Hierro Azofa -nombre de una zona en el centro de la isla-que
probablemente es el resultado actual de la castellanización
de la voz Acof, recogida por Abreu Galindo como denominación
de una fuente en El Hierro; en este caso, el paralelo de Tene-rife
es el término Tacofote, nombre de una fuente en GranadiUa 36.
Esta comunidad de materiales toponímicos que tiene Tenerife
con las islas occidentales (La Palma, El Hierro y La Gomera)
también se produce con el resto del Archipiélago. Mogán es un
municipio del suroeste de Gran Canaria y también es la deno-minación
de un lugar en El Porís de Abona, en el sureste de
Tenerife. El topónimo Samara -nombre de una montaña al oes-te
del Teide- constituye un paralelo de la voz Famara, con la
que en Lanzarote se conoce una abrupta zona de la costa no-roeste,
frente a La Graciosa. Esta situación se repite con el to-pónimo
de Lanzarote Tenecheide, que es una forma paralelística
evidente del elemento Teide de Tenerife. Y otro caso es Adeje,
que antiguamente daba nombre a uno de los menceyatos o rei-nos
guanches y en la actualidad es la denominación de un mu-nicipio
del oeste de Tenerife, a la vez que también existe como
topónimo en Tuineje, Fuerteventura. Junto a esto está el hecho
de que existen nombres geográficos de Terierife que cuentan
con paralelos en más de una isla, como es el caso de Tamaimo,
denominación de una localidad del oeste de Tenerife, que tam-bién
en La Gomera da nombre a un lugar de Agulo y en La
36 Cf. EL~ASSE RRARA FOLS:L as Datas de Tenevife, Instituto de Estudios
Canarios, La Laguna, 1978, p. 155: «Pedro Madalena. Una fuente q. es ta.
de Abona q. llaman los guanches la fuente Tacofote, q. es encima del Puer-to
de los Abrigos, con más unas cuevas q. están juntas para ganado, y
do vos la dha. fuente para q. podáis hacer un parrar con una huerta.»
582 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 23
Palma se poseen registros del topónimo Tamaimoche, hoy des-afortunadamente
perdido, que correspondía a una zona de To-doque,
al sur de Los Llanos.
El análisis de todos estos ejemplos de la toponimia prehis-pánica
-y de otros que podría igualmente aducir- lleva a ad-mitir
que Tenerife no parece constituir un territorio lingüístico
completamente diferente del resto de las Islas. Además, si se
tiene en cuenta la totalidad de los materiales toponímicos del
Archipiélago, se observa claramente la existencia de numerosos
casos de formas idénticas o similares en varias islas, hecho que
no se puede explicar sin la existencia de una comunidad lin-güística
general y que resta fundamento a la tesis de la plura-lidad
lingüística mantenida por Zyhlarz. Consideremos algunos
C2EGC.
Gando (Gran Canaria) / Agando (La Gomera) / Aragando
(El Hierro).
Ginama (El Hierro) / Ginámar (Gran Canaria) / Giniginámar
(Fuerteventura).
Güime y Tenegüime (Lanzarote) / Agüimes (Gran Canaria)
/ Bentegüime (La Palma).
Ajuy (Fuerteventura) / Tajuya (La Palma).
Uga (Lanzarote) / Ugán (Fuerteventura) / Tapahuga (La Go-mera).
Izcagua (La Palma) / Izcagüe (La Gomera).
Tecine (El Hierro) / Tecina (La Gomera).
Benijo o Benijos (Tenerif e) / Benijobre (La Palma).
Erese (El Hierro) / Erese (Ea Gomera).
Tijirorte (El Hierro) / Tiguerorte (La Palma).
Tamaduste (El Hierro) / Tamadiste (La Gomera) / Tamadite
(Tenerife).
Tunte (Gran Canaria) / Tacuitunte (El Hierro).
Amanay (Fuerteventura) / Amanay (El Hierro).
El Time (La Palma) / El Letime (El Hierro) / El Gretime
(La Gomera) / El Time (Fuerteventura).
'Tao (Lanzarote) j Tao (Fuerteventura) / Tao (Tenerife).
Los Ajaches (Lanzarote) / Ajache (El Hierro) / Agache (Te-nerif
e).
Guiniguada (Gran Canaria) / Iniguaden (Lanzarote).
Arure (La Gomera) / Aterura > Teror (Gran Canaria).
Anaga (Tenerife) / Higanaga (La Gomera).
Tacoronte (Tenerife) / Tacoronte (La Gomera) / Tacorón (El
Hierro).
Igara (Tenerife) / Garajonay (La Gomera).
Taiga (Lanzarote) / Bentaiga (Gran Canaria).
Guaza (Tenerife) / Guasaguar (El Hierro).
Afur (Tenerife) / Tanafú (El Hierro) / Mafur (Gran Canaria).
Tinizara (La Palma) / Tenezav (Lanzarote).
Temejereque (Fuerteventura) / Timejiraque (El Hierro).
Tazo (La Gomera) / Artazo (Gran Canaria).
Izque (La Gomera) / Tenisque (La Palma).
Ectnc rnaterial~c -.i7 ntrnc de Simi!lreS ~ 2 ~ 2 ~ t ~ r f ~ t i c 2 s - U.,,."., L l A U L U L AUL.," J ""'""
son fruto de la invención. Tampoco están ahí por simple coin-cidencia
o por el capricho del azar. Afortunadamente existen
para mostrar que las lenguas que hablaban los aborígenes ca-narios
constituían sistemas cercanos, mucho más próximos que
los que recogen diversas fuentes históricas de los siglos XIV,
xv y XVI.
TOPONIMYIA R ELIGIOSIDAD EN LAS CANARIAPRSE HISPÁNICAS
La religión es un fenómeno común a las culturas de hoy y
de antaño. De igual forma, en cualquier geografía, tanto los
pueblos de organización primitiva como los que han alcanzado
un desarrollo apreciable crean y poseen simbología, ceremonial
y ser,timiezt=s re!i@sos. Lu re]i@esici,uci,, crppfi&s y 1 ~ s
tos se reflejan en múltiples niveles: edificaciones sagradas, lu-gares
de peregrinaje, imágenes, existencia de un estamento o
casta social diferenciada, festividades, organización del calen-dario,
además de otros aspectos; y, también, las creencias y
práctic~s religins~s se ref!eja~, de! mism~ m d e que otras rir-cunstancias
de la vida del hombre, en los topónimos, Así ocurre
en Canarias, donde las fuentes históricas recogen diversos nom-bres
de lugar -muchos de los cuales afortunadamente se con-
584 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 25
servan en la actualidad- vinculados a los ritos y creencias re-ligiosas
de los aborígenes 's.
Uno de estos topónimos de carácter religioso es Idafe, que
corresponde a un roque de La Palma situado en la zona cen-tromeridional
de La Caldera, entre el Barranco del Almendro
Amargo y el Barranco del Limonero, al noreste del lugar lla-mado
Dos Aguas. Este roque es, sin duda, el más llamativo de
los monolitos de la gran depresión de la isla, formados de aglo-merados
volcánicos que han resistido la erosión del agua.
La fuente más antigua que recoge este topónimo es la His-toria
de la conquista de Juan de Abreu Galindo. Este historiador
franciscano, al tratar de los ritos y costumbres de los indígenas
de La Palma, refiere:
«Eran estos palmeros idólatras; y cada capitán tenía en su
término adonde iban a adorar, cuya adoración era en esta
forma: Juntaban muchas piedras en un montón en pirá-mide,
tan alto cuanto se pudiese tener la piedra suelta; y
en los días que tenían situados para semejantes devociones
suyas, venían todos allí, alrededor de aquel montón de pie-dra,
y allí bailaban y cantaban endechas, y luchaban y
hacían los demás ejercicios de holguras que usaban; y és-tas
eran sus fiesta de devoción. Pero no dejaban de en-tender
que en cielo había a quien se debía reverencia; y
al que ellos entendían que estaba en el cielo, lo llamaban
Abora. Pero el capitán o señor de Acero, que es La Cal-dera,
no tenía estos montones de piedra, a causa que en-tre
el nacimiento de las dos aguas que nacen en este tér-mino
está un roque o peñasco muy delgado, y de altura
de más de cien brazas, donde veneraban a Idafe, por cuya
contemplación al presente se llama el roque de Idafe. Y
tenían tanto temor, no les podía dañar, por estar ias mo-radas
de ellos muy apartadas, por sólo el temor acordaron
que de todos los animales que matasen para comer, diesen
a Idafe la asadura. Y así, muerto el animal y sacada la
asadura, se iban con ella dos personas; y llegados junto
--
ls Aderriás de ias principales fuenres de ios siglos xv, XVI y XVII, cf.
sobre esta cuestión ANTONIO TETERAL: a religión de los guanches. Ritos, mi-tos
y leyendas, Santa Cruz de Tenerife, 1988; y JUANA LVAREZD ELGADO:
Teide Ensayo de filología tinerfeña, Instituto de Estudios Canarios, La La-guna,
1945.
26 CARMEN DÍAZ ALAYÓN
al roque, decían cantando, el que llevaba la asadura: -Y
iguida y iguan Idafe; que quiere decir: "dice que caerá
Idafe". Y respondía el otro, cantando: -Que guerte yguan
taro; que quiere decir: "dale lo que traes y no caerá". Di-cho
esto, la arrojaba, y daba con la asadura, y se iban;
la cual quedaba por pasto para los cuervos y quebranta-huesos,
que en esta isla llamaban guirresn 39.
De igual forma que Abreu Galindo, los autores posteriores
presentan mayoritariamente la forma Idafe. Tomás Arias Marín
de Cubas, que conoce la obra manuscrita del historiador fran-ciscano,
recoge en su Historia de las siete islas de Canaria 40,
B de finales del siglo XVII, la variante Aidafe, donde se advierte :.
el prefijo a-, hecho que no es infrecuente en los materiales to-ponímicos
y antroponímicos prehispánicos de La Palma según {-
puede verse en los registros de las crónicas de Abreu Galindo
y Leonardo Torriani así como en protocolos notariales y libros
administrativos de fecha más reciente: Tanausú/Atanausú, Gua- E E
tabar(a)/Aguatabar(a), Garorne/Agarorne. 3
En los dos últimos siglos, diversos autores han intentado una
explicación etimológica de la voz Idafe. Así, José Agustín Álvarez
Rixo en su obra Lenguaje de los antiguos isleños 41 establece O
que el elemento efe o ife parece significar 'cosa elevada o pun-n
tiaguda' como en los topónimos Achiefe (o Archefe) 'pequeño
pico' y en Tenerefe (o Tenerife) 'blanco o nevado pico', por lo
que el elemento -afe que se advierte en Idafe puede referirse
al pico o extremo de este roque de La Palma.
Una dirección similar muestra el análisis de Juan Álvarez 3
O
Delgado que está convencido de que varias voces geográficas
canarias -como Tirrna < Adirrnac 'risco rojo', Tirajana < Adi-
39 P. 270.
40 (Ed. de A. DE JUANC ASARASy MAR~AR ÉGULO)R, eal Sociedad Eco-nómica
de Amigos del País de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria,
1986, p. 274.
41 Manuscrito autógrafo de mediados del siglo XIX, Puerto de la Cruz,
Tenerife, primera parte, apartado 18.
42 Cf. Puesto de Canarias en la investigación lingüística, Instituto de
Estudios Canarios, La Laguna, 1941, p. 39, y «Notas», Revista de Historia,
VIU, Universidad de La Laguna, 1942, p. 130.
586 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 27
rahánac 'risco blanco'- aluden en su forma al medio físico o
material. De este modo, para Álvarez Delgado el segmento -fe
de Idafe, de la misma forma que en el topónimo Tenerife, sig-nifica
con toda seguridad 'pico' en la lengua de los aborígenes
de La Palma, y así llega a analizar el término como Ida-fe 'sa-grado
(divino) pico', sentido que con anterioridad había sido ex-puesto
por Juan Bautista Lorenzo Rodríguez. El mismo valor
de 'pico' adjudica también al elemento -afe, que Álvarez delgado
advierte en el antropónimo de Gran Canaria Gumidafe, conse-cuentemente
explicado como gomed-afe 'espalda en pico' o 'pe-tudo'.
Asimismo, Rossler 43, apoyándose en las conclusiones de J.
Abercromby 44, a propósito de la frase de la lengua de Tenerife
Hrguaycha fun uiurnun co~iio (g)wü iiiejeíi ütü-íi 'he whu ha-bitually
holds or supports atuman (the sky)' da a Idafe el sen-tido
de 'Weltpfeiler' ('columna del mundo').
D. J. Wolfel 45, por SU parte, cuestiona la cientificidad del pro-cedimiento
seguido por Rossler y las conclusiones que obtiene,
y además proporciona paralelos más cercanos según su opinión,
como los términos beréberes adaf-adafen 'sentinelle, surveillant,
garde-champetre', daf-tedaf 'guetter, surveiller', t?d&f (plural) 've-dettes,
éclairceurs, sentinelles', e idfa 'doux'.
A estas explicaciones se suma la de F. Krutwig ", que quiere
ver en Idafe el componente fe 'debajo', con lo que esta forma
toponímica de La Palma vendría a significar 'debajo de Ida'.
Pero, independientemente del análisis lingüístico, también la
consideración detenida de los datos originales puede aportar al-guna
indicación en el estudio de este término. Así, puede com-probarse
que Abreu Galindo presenta inicialmente a Idafe como
el nombre de la divinidad adorada por los indígenas del cantón
de Acero, mientras que el resto de la comunidad aborigen de
La Palma veneraba al dios Abora. Pero el relato del historiador
43 Apud WOLFEML:o numenta Linguae Canariae, pp. 376 y 440.
+<f. «A Sruciy of rhe Ancien-c Speech uf iiie Cdridry islddsn, b'üriü
Africana 1, Harvard African Studies 1, Cambridge, Mass., 1917, p. 107.
45 Monumenta Linguae Canariae, pp. 376 y 440.
46 Cf. Garaldea. Sobre el origen de los vascos y su relación con los
guancíles, San Sebastián, 1978.
28 CARMEN D ~ A ZA LAYÓN
franciscano, sobre todo en la parte donde se reproduce el texto
bilingüe del rito aplacatorio de los habitantes de La Caldera,
permite advertir que, contrariamente a las afirmaciones del
cronista, Idafe no parece ser la denominación de una deidad
abstracta, sino la del accidente geográfico (o, si se prefiere, al-tar)
donde los indígenas realizaban sus prácticas religiosas. A
esto se suma el hecho de que en un territorio relativamente
pequeño como es la isla de La Palma, condicionado por el mar
y donde las comunidades aborígenes presentan lazos de paren-tesco
independientemente de sus disputas y rencillas, resulta
poco fundado admitir, con toda la reserva que merece la ig- B
norada prehistoria insular, la existencia de una divinidad para N
E
la mayor parte de la isla (Abora) y de otra diferente para el O
P Q ~ + A;n~+a r;fir de Acero / T r ' ~ f n \ D n r e!!0, a! igüa! we n bu l L V l l I I I C b I I V L \ I U L I L L , . I VI -
m
ejemplos canarios (Tirma, (A)mag(r)o) y de otras culturas anti- O
E
E
guas, parece evidente que el roque de La Caldera servía de S
E
altar y de símbolo sagrado, y su denominación tiene que hacer -
referencia a estas características inmediatas y materiales 3
Además, el análisis comparativo de Idafe con otros paralelos
- -
0
m
canarios no ofrece resultados positivos. A este respecto, se pue- E
de observar la presencia del sufijo -fe en algunas voces pre- O
hispánicas referidas a elevaciones (Achiefe/Archefe, risco pun- n
E tiagudo en Masca, Tenerife; Archefe, risco en Hermigua, La -
a
Gomera; Jafe, peñasco en Adeje, Tenerife; Ijerfe, montaña en 2
n
Adeje, Tenerife). Este hecho parece apoyar la teoría ya expuesta n
que adjudica a -fe el valor de 'pico'. Sin embargo, el elemento O3
-fe también se encuentra en términos que no están referidos
a elevaciones específicas del terreno, como en los antropónimos
GürüÚüfe (esclavo cariario veridido en Valencia) y Samarife (in-dígena
herreño bautizado en Sevilla), ante los que se resienten
las explicaciones que da Álvarez Delgado para Gumidafe. Asi-mismo,
se pueden establecer relaciones formales entre Idafe y
el antiguo topónimo de Tenerife Idafchoron (nombre de una
de las bandas del Barranco Binanca, en Anagaj así como con
los antropónimos de La Palma Idacencio, Idafane, Idaira, Idaorte
47 Cf. C. DÍAZ ALAYÓN: Materiales toponírnicos de La Palma, pp. 118-1 19.
588 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
TRES APORTACIONES SOBRE TOPONIMIA PREHISPÁNICA DE CANARIAS 29
e Idartegis, correspondientes a indígenas palmeros bautizados
en Sevilla 48.
La forma hispánica baiíadero constituye otra referencia to-ponímica
que habla de los ritos religiosos de los aborígenes.
Los bailaderos se encuentran en casi todas las Canarias y son
enclaves situados por lo general en puntos elevados y en oca-siones
de difícil acceso. La voz hispánica original parece haber
sido balaclero, denominación que proviene de una de las cos-tumbres
religiosas más pintorescas de los indígenas y de la que
dan cuenta varios cronistas. En este sentido, Abreu Galindo re-lata
refiriéndose a los naturales de El Hierro:
«Y, como el principal sustento de los herreños era el ga-nado,
ya que por la sementera no les pudiese cuidado la
falta de agua, poníanles por los yerbajes y pasto para el
ganado. Y así, cuando veían tardar las aguas del invierno,
juntábanse en Bentayca, donde fingían estar sus ídolos y
alrededor de aquellos peñascos estaban sin comer tres
días, los cuales con la hambre lloraban y el ganado balaba
y ellos daban voces'a los dioses ídolos, que les mandasen
agua)) 49.
De igual forma, el historiador franciscano escribe acerca de
los aborígenes de Tenerife:
((Cuando habían menester agua o tenían alguna necesidad,
tomaban las ovejas y cabras, y con ellas se juntaban to-dos,
hombres y mujeres y niños en ciertas partes; y allí
las tenían dando voces toda Ia gente y el ganado balando,
alrededor de una vara hincada en el suelo, sin que co-hasta
que ilovia)) %.
Gaspar Frutuoso también se refiere a este rito religioso cuan-do
trata sobre los naturales de Tenerife:
48 Cf. C. DÍAZ ALAYÓN: Materiales toponímicos de La Palma, p. 119.
49 Op. cit., PP. 90-91.
Op. cit., p. 294.
Núm 36 (1 990)
CARMEN DÍAZ ALAYÓN
cissoes, levando os gados a lugares grandes e espacosos,
como pracas, que tinham já limitados para isso, a que cha-mavam
e chaman ainda hoje bailadeiros, e tangendo o
gado ao redor como quem debulha em eira, lhe faziam
dar tantas voltas, até que de esvaecido o mesmo gado
caia um para uma parte, e outro para outra; e feito isto
se iam entiio dali com esperanca da chuva que desejavam;
a qual Deus mandava, quando era a vontade do mesmo
Deus, e niio a sua deles, que com tal modo e superstiqiio
lha pediam))
*
El registro de la denominación bailadero hecho por Frutuoso D
E se repite en Alonso de Espinosa, pero en la variante baladero. O
R&L+k;n,&s~, a != c ~ s t l ~ ~dp p c g t ~ ~ ~ ~&hniennsi,a cnniip-a: n
- ----- -
Oo>
«Cuando los temporales no acudían, y por falta de agua
no había yerba para los ganados, juntaban las ovejas en
ciertos lugares que para esto estaban dedicados, que lla-maban
el baladero de las ovejas, e hincando una vara o
lanza en el suelo, apartaban las crías de las ovejas y ha-cían
estar las madres al derredor de la lanza, dando bali-dos;
y con esta ceremonia entendían los naturales que
Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les pro-veía
de temporales)) 52.
2
j' Cf. Las Islas Canarias, de Saudades da Terra (pról., trad., glosario e n
n
índices por E. Serra Rafols, J. Régulo y S. Pestana), Instituto de Estudios
Canarios, La Laguna, 1964, p. 24. 3
O
52 Seguimos la edición que con el título de Historia de Nuestra Senova
de Candelaria publica A. CIORANESCenU Santa Cruz de Tenerife, 1980,
p. 34. Esta edición es reproducción de la que con el mismo título hicieron
en 1952 E. SERRAR AFOLSB, . BONNETy N. ALAMO, donde también figura
la voz baladero (p. 34). No ocurre lo mismo con las ediciones anteriores.
En la edición hecha en Santa Cruz de Tenerife probablemente en 1940
figura bailadero, p. 38 (véase ALONSO DE ESPINOSALa: primitiva historia de
Tenerife, 3 vol., Biblioteca Canaria). En la edición de Santa Cruz de Te-nerife
de 1848, que se publica con el título original de Del origen y mila-gros
de N. S. de Candelaria que apareció en la isla de Tenerife, con la
descripción de esta isla (compuesto por el P. Fray Alonso de Espinosa de
la orden de Predicadores, y predicador de ella), se consigna bayladero, p. 8.
La voz no aparece en la versión inglesa The Guanches of Tenerife. The
Origin and Miracles of Our Lady of Candelaria, and the Spanish Conquest
Otra fuente histórica del siglo XVI, el relato de Edmund
Scory se refiere del mismo modo a este rito de los indígenas
de Tenerife:
«Si les faltaban las aguas del cielo, o sobraban, u otro mal
sucedía, llevaban a sus ovejas y cabras a un cierto lugar;
apartaban las crías de sus madres, estimando que por el
balido de estos animales hacia una parte y otra, se apla-caba
el enojo de aquel soberano y que remediaría su ne-cesidad~
53 .
Todas estas referencias que nos proporciona la histor-iografía
canaria del siglo XVI constituyen un informe bastante completo
de esta ceremmii imprec~tm-izd e !m ahmigrnvs. E e U, !,de,
es evidente el carácter esencialmente propiciatorio del rito que
se realiza para implorar a la divinidad ante cualquier adversi-dad:
sequía, lluvias torrenciales, etc. De otro lado, se comprueba
que no se trata de una ceremonia individual sino claramente
colectiva. También se ven las características específicas del lu-gar
en que se lleva a cabo el rito: lugares espaciosos, como
plazas, elegidos expresamente para ello.
José María Zuaznávar y Francia en su Diario de mis ocu-paciones
durante mi mansión en Telde a fines del año 1805 y
principios de 1806 consigna en el apartado relativo al 26 de
octubre un esclarecedor e interesante comentario relativo a la ,
evolución de baladero a bailadero:
((También vi este día una hacienda de don Agustín La Ro-che,
vecino del "Real de Las Palmas", situada a la entrada
del p e b b en la 01-ia de1 Barranco; hoy la llaman ei "Bai-ladero";
pero Cristina Báñez, muger de Alonso Matos, cuya
era el año 1570, le da el nombre de "Baladero" en su tes-tamento
otorgado aquel año ante Juan de la Vega, sin
and Settlement, by the Friar Alonso de Espinosa, of the Order of Preachers
(traiis!ated alid ediied, with iioies arid a11 iniroduciion, by Sir Ciements
Markham) London, 1907. Desafortunadamente, no hemos podido consultar
la edición príncipe publicada en Sevilla en 1594.
53 Cf. BUENAVENTUBROAN NET«:O bservaciones del caballero inglés Sir
Edmond Scory acerca de la isla de Tenerife y del Pico del Teide)), El Mu-seo
Canario, 8 (enero-abril), Las Palmas de Gran Canaria, 1936, p. 50.
Núm. 36 (1 990) 591
duda porque, según tradición que hay en el ueblo de
"Telde", confirmada por Núñez de la Peña, cuan fo los "Ca-narios"
imploraban la misericordia de Dios encerrando su
ganado lanar en una gran plaza tosca que hay en dicha
hacienda junto al barranco, donde se veían perseguidos
de la hambre, de la peste o de otra cosa semejante, pri-vándolo
de pasto y comida por unos quantos días, le obli-gaban
a "balar", lo cual consideraban como un medio de
implorar la misericordia divina)) 54.
Esta información recogida por Zuaznávar a comienzos del
siglo XIX confirma las referencias de los primeros historiadores
en las que se ve -en algunos casos de forma indirecta y en
otras ocasiones de modo explícito- que la voz hispánica ori-
g-:.-.-i1 iial c.,- luG b ~ l a d em Tambiér, esta ii,f~rr?,uciór?d e. S ~ z n á ~ a - ,
junto a otras de idéntico contenido, muestra que la evolución
de baladero a bailadero se produce prontamente. De modo des-afortunado
los textos antiguos no dejan constancia de la voz
indígena para estos lugares sino su correspondiente traducción
o interpretación hispánica. Sin embargo, D. J. Wolfel piensa a
este respecto que la forma indígena para baladeuo es el topó-nimo
de El Hierro Tacuitunta 56, que consecuentemente analiza
como ta-kwutu-n-ta 'Ort des Blokens' ('lugar de los balidos').
Además de Idafe y de la forma hispánica bailadeuo, existen
otras voces prehispánicas como Esquén, Tirma y Amagro, con-servadas
en los materiales toponímicos actuales, y que también
están relacionadas con los ritos religiosos de los antiguos ca-narios.
A estos términos dedicaremos un próximo estudio.
54 Cf. AGUSTÍNM ILLARESC ARLOy MANUELH ERNÁNDEZS UÁREZ: Biobiblio-grafía
de escritores canarios (siglos XVL XVII y XVIII), El Museo Canario, Las
Palmas de Gran Canaria, 1975.
Cf. JUAN ALVAREZ DELGADO: Teide. Ensayo de filología tinerfeña,
pp. 25-26.
j6 Cf. Monumenta Linguae Canariae, p. 453.
592 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS