EL TEMPLO PARROQUIAL DE LA VILLA
DE AGÜIMES
P O R
JOAQUZN ARTILES
En los últimos años del siglo m, empezando el pontificado de don
Diego de M11ros~ que rigió la diócesis de Canarias desde 1496 hasta
1506, se edifica la primera iglesia de Aguimes. Cuando empezó su
construcción, hacía más de trece años de la incorporación de Gran
Canaria a la Corona de Castilla y del traslado de la sede del Rubicón
al Real de Las Palmas (1485); y más de diez de la muerte en Se-villa
(año 1485) del Obispo don Juan de Frías. La iglesia de Agüimes
fue promovida a la condición de parroquia por lo menos desde e!
año 1505, ya que en este año, como consta en los libros de su archivo,
«el honrado Castellanos, vezino de Aguymes», siendo «mayordomo
de la yglesia parrochial de la dicha villa», cobra los diezmos «de
trigo e cevada e cabritos e quesos e novenes» pertenecientes a dicha
iglesia l. Cuando el 18 de abril de 1515, el Obispo don Fernando de
Arce crea las parroquias de Arucas, Moya y Agaete, hacía al menos
diez años que era parroquia la iglesia de Agüimes.
La parroquia se creó bajo la advocación del mártir San Sebastián.
La razón de esta titulación habría que buscarla en la mucha devo-ción
de los primeros pobladores hispanos a dicho mártir, como abo-gado
contra la peste (fueron muchas las ermitas dedicadas a San
Sebastián en Gran Canaria y apenas hubo parroquia donde no estu-
1 Libro 1 de Cuentas, f. 2.
NQm 23 (1977)
2 JOAQUíN ARTILES
viera su imagen), o, con más seguridad, en la fecha de la Real Cé-dula
de 20 de enero de 1487, festividad de San Sebastián, en que los
Reyes Católicos confirman la concesión del término de Agüimes como
Señorío y Cámara de los Obispos. Teniendo en cuenta que la fecha
de la Real Cédula del Señorío es, por lo menos, nueve años anterior
al comienzo de las obras del templo, debe prevalecer a la hora de
buscar las razones de este patronazgo.
Por exigencias del culto, por la devoción de los fieles y por el
aumento de la población, la pequeña iglesia fue agrandándose des-pués
hasta cambiar su primera fisonomía. En 1570, con limosnas de
los fieles y, en especial, con la ayuda y el celo de don Amador Es-pino,
se le añade una capilla por la parte norte, al lado del Evan-gelio,
dedicada después a la Virgen del Rosario. Y bastante más
tarde, hacia 1620, el Licenciado don Juan Bautista Espino, Arcediano
de la Catedral de Canarias, que había sido párroco de Agüimes,
funda otra capilla al lado de la Epístola, en la parte sur, dedicada
a la Virgen de los Remedios 2. Con estas dos capillas, emparejadas
y próximas al presbiterio, la traza rectangular primitiva se trans-forma
en una planta de cruz latina. Al exterior, la parte norte, muy
irregular, comprendía no sólo la capilla, sino también la torre, el
bautisterio, el osario y una sala de despojos. La sacristia, detrás del
altar mayor, se comunicaba con el presbiterio por dos puertas, una
a cada lado. El perímetro total de la edificación medía 112,60 metros.
La iglesia tenía tres puertas: la principal en el frontis, una me-nor
al lado sur y otra muy pequeña en la sacristía. La puerta prin-cipal,
ancha y airosa, está flanqueada por modestos baquetones o
colurnnitas de piedra, dos a cada lado, separados entre sí por una
escocia o media caña deprimida. De clara ascendencia gótica y re-matadas
por capiteles de poco realce, las columnas se prolongaban
por las archivoltas de un arco de media punto. Sobre la puerta se
abría un sencillo ojo de buey. Los ángulos de la fachada eran de
buena sillería descubierta. En el ángulo izquierdo se levantaba la
torre, cuadrada, toda de cantería, con los cuatro huecos de las cam-
2 L. 11 de C, fs. 1 y 20 v. Don Juan Bautista Espino había sido pá-rroco
de Agüimes. Muy amigo de Cairasco, éste le da poderes para am-primir
la obra Gofreao Famoso y para vender la impresión de este libro y
del Templo Mzhtante. En su testamento le deja «uno de los jarros de plata
que yo tengo, el que quisiere»
604 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEMPLO PARROQüIAL DE AGbIMES 3
panas, sin remate especial y con una altura de 10,33 metros. La te-chumbre
de la nave era a dos aguas, cubierta de tejas. Desde la
puerta principal hasta las gradas del presbiterio, la nave medía 24,80
metros de largo por 7,70 metros de ancho, con una altura de 6 me-tros
en la clave del arco central, y el presbiterio 5 m. de largo y
8,15 m. de alto en el centro de la media naranja que lo cubría. La
capilla del norte tenía 5,75 metros de largo y 5 metros de ancho. La
del sur era un poco mayor, con 5,85 metros de largo y una anchura
de 6,75 metros. La sala de despojos comunicaba con la capilla del
norte. Y el bautisterio tenía una puerta al templo, en perfecta si-metría
con la puerta pequeña del sur 3.
El ornato interior de la iglesia cambió repetidas veces, a través
de los tres siglos que se mantuvo en pie, desde finales del xv hasta
terminar el XVIII. En la Capilla Mayor había al principio un lienzo
con una ~magen de San Sebastián, una imagen pequeñita de bulto
de la Virgen de las Nieves, de origen flamenco, un Niño Jesús y una
tabla «con una imagen de Nuestra Señora de Pinzeb 4, al parecer de
la Virgen de los Remedios. El lienzo de San Sebastián fue sustituido
en 1541 por una escultura enviada «como limosna desde Flandes»
que, a su vez, fue reemplazada en 1632 por otra «traída de Hespaña>>
por orden del párroco don Juan Bautista Espino 5, debida al artista
sevillano Martín de Andújar, discípulo de Martínez Montañés La
Virgen de las Nieves se trasladó, a fines del XVI, a la ermita que
construyó en su honor el párroco don Juan López, según su testa-mento
de 23 de noviembre de 1578 7. La fisonomía de la Capilla Ma-yor
cambió totalmente cuando, el 24 de diciembre de 1673, el pá-rroco
don Mateo Pérez de Vdlanueva inaugura el Sagrario Mayor
de Lorenzo de Campos 8, que costó 4.500 reales, con dos peanas para
3 Véase el Inventarno de 13 de septiembre de 1881.
4 y. 1 de C !c. pa-q.&a, f. 123 v.
5 L . 2 d e C , f . l 9 v .
6 Celestino López Martínez: Desde Martinex Montcúñex hasta Pedro Rol-dán,
Sevilla, 1932, pag. 23.
7 A. H. P. de Las Palmas.
8 L. 1 de Bautismos, f. 1 v.
Núm 23 (1977) 605
San Sebastián y San Francisco de Asís, que costaron 28 reales. En
1718 se coloca sobre el sagrario monumental una imagen del Cruci-ficado,
del maestro de escultura Diego de Campos, hijo de Lorenzo
de Campos, que costó 800 reales 9. En 1762, al lado del Evangelio y
fuera del altar, había un nicho con una Imagen de San Antonio de
Padua. Un siglo después de la colocación del Sagrario, años 1771-
1775, ya bastante deteriorado, lo restaura el artista Antonio de Al-meida,
que lo mejora notablemente, añadiéndole el basamento, d
frontal, la credencia y los atriles, aumentando con esto la singular
prestancia del presbiterio lo. Y otro siglo más tarde, en 1870, el cura
don Ignacio Mederos desplaza el Sagrario a una capilla lateral y
coloca en su lugar un altar de tea, pintado de jaspe, de 5 metros de
zltura, con dos nichos de grandes dimensiones a los lados, dividido
en dos cuerpos rematados con cuatro perlllones. Estos dos cuerpos,
separados, forman hoy los dos retablos del fondo de las naves late-rales
del templo actual. Al centro se levantaba un manifestador gran-de,
con repisa forrada de plata, sobre un sagrario, con puerta tam-bién
de plata, que representaba un Agnus Dei, y cubierto por dentro
de terciopelo rojo con racimos, espigas y estrellas de plata ll. Todo
esto, el retablo y el manifestador-sagrario, fue comprado a las mon-jas
de San ndefonso de Las Palmas 12.
En esta capilla, edificada en 1570, recibió culto la Virgen del Ro-sario
hasta 1649, en que pasa al convento dominicano que se funda
por estas fechas en la ermita de las Nieves. Más tarde se puso en
esta capilla «un cuadro grande con su marco pintado de negro, en
que se representa a Nuestra Señora, Señor San José y Señora Santa
Teresa; y encima del altar una imagen pequeña de Señora Santa
Ana con túnica y manto de tafetán pardo» 13. En 1869, el cura don
9 L. 2 Ue C., fu. 315 g v
lo L. 3 de C, fs. 250 y v.
11 E1 sagrario-manifestador se conservaba en la sacristía del templo
nuevo, hasta hace pocos años
12 Leg. 2 de Agxiimes del Archivo de la Curia del Obispado de Canarias.
1s L 3 de C., f. 194 v.
606 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PARROQUIAL DE AG~IMES 5
Ignacio Mederos comunica al Obispo que la capilla no tiene retablo
y pide autorización para trasladar a ella el retablo del Calvario, de
la ermita de San Antonio Abad, que estaba en ruinas, con las pare-des
agrietadas y el techo caído. El retablo era una preciosa joya
anónima de 1764, tallada en tea, sin pintar. Mide 6,30 metros de alto
y 4,25 metros de ancho, con un gran remate central sumamente lla-mativo.
Tiene tres nichos con las imágenes del Crucificado, la Do-lorosa
y San Juan. Las imágenes son también de 1764. El Crucifica-do
es una escultura muy valiosa y de mucha devoción «por repre-sentar
a lo vivo su sacratísima pasión», con todo el cuerpo ensan-grentado,
el rostro impresionante y los brazos articulados para es-cenificar
el descenso de la cruz hasta el sepulcro el Viernes Santo
Tiene una altura de 1,30 metros y está hecho de madera de ciprés.
La Dolorosa, vestida de terciopelo negro, con cabeza y manos de
gran delicadeza, fue regalada por don Pedro de Westerlín. El San
Juzn es una buena escultura de cedro. Todo el conjunto, de mucho
precio, se conserva en el templo actual.
Se construyó hacia 1620, para la Virgen de los Remedios o de la
Esperanza. El primitivo retablo fue sustituido en 1718 por otro del
artista Diego de Campos, que costó 1.482 reales y 2 cuartos. Este
precio incluye «el retablo y nichos dorado y matisado de la Capilla
de Nuestra Señora de las Esperanzas, en cuya cuenta entra el fron-tal
y velos para los nichos» 14. El retablo tenía tres nichos. Al medio
estaba la imagen de Nuestra Señora de la Expectación o de los Re-medios;
al lado derecho dos imágenes que representan el Bautismo
de Sar, k a n , y e: d !u& izqi?ierdo unu imager? de C~nf-iC ztilin~
Mártir. En lo alto del retablo había un Cristo Crucificado 15. En la
capilla había además un cuadro grande de San Carlos Borromeo,
otro de San Cayetano y varios más pequeños. La imagen de la Vir-gen
de los Remedios, de la Expectación o de la Esperanza, como se
le Uama indistintamente, era de vestir. En 1793 el Obispo Tavira
manda retocarla por estar deteriorada 16, pero los cofrades acuer-
14 L. 2 de C., fs 315 y
15 L. 3 de C., f. 194.
16 L. de la Cofradía de
v.
la Esperanza, f. 140.
dan hacer una imagen nueva y, en 1799, el mayordomo de la Cofra-día
don Francisco Suárez Romero da el siguiente descargo: <iPor
mil reales, hechura y pintura de la Santa Imagen nueva. Por quince
reales, costo de los ojos de cristal. Por doscientos cuarenta y seis
reales, costo de la h e c h u r a , plata y oro del solio» 17. La nueva
imagen es de cedro, tiene 1 metro de altura. Es la mejor escultura
de la parroquia y una de las mejores de Luján Pérez. En 1870 des-aparece
el retablo de Diego de Campos y se pone en su lugar el
Sagrario de Lorenzo de Campos, desplazado de la Capilla Mayor
donde había estado durante dos siglos. La capilla de los Remedios
quedó así convertida en capilla del Santísimo, con un vallado de
caoba para la comunión de los fieles. En 1887, salvadas del incendio a
del Convento, se colocaron provisionalmente en esta capilla las imá- N
genes de Nuestra Seiíora del Rosario [i,5Ü m. de aitoj, procedente
O
de México, según la tradición, Santo Domingo de Guzmán (1,40 me- - -
=
tros) y San Vicente Ferrer (1,30 m.). Estas dos Últimas, esculpidas m
O
E
en cedro, son obras, muy estimadas, de Luján Pérez. E
2
Hasta después de 1582 había en el cuerpo de la iglesia, en su lado
derecho, un altar dedicado a la Virgen del Rosario. A1 pasar esta
imagen a la capilla del Evangelio, ocup6 su lugar la Virgen de los
Reyes, que tenía a su derecha una imagen del Niño Jesús y a su
izquierda a San Juan Bautista. La imagen de los Reyes, con el Niño
en los brazos, era pequeña y estaba vestida con túnica encarnada y
manto azul esperanza. En 1718, el artista Diego de Campos dora el
Sagrario de este altar «en que se reserva a Nuestro Señor el Jueves
Santo para los enfermos». Su costo fue de 160 reales 18. El mismo
artista, y en idéntica fecha, hace un cuadro de las Benditas Animas
del Purgatorio, que mide 4,45 metros de alto y 2,45 metros de ancho.
Fue colocado frente al retablo de la Virgen de los Reyes, al lado
izquierdo de la nave. En el descargo de esta importantisima obra,
el presbítero mayordomo de la parroquia don Sebastián Sánchez
Espino y Romero consigna el pago de 1.028 reales y medio al mismo
17 Idem, f. 142 V.
18 L 2 de C., f 315.
608 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANlZCOS
Retablo de la Capilla Mayor que enmarca hoy el Sagrario de Lorenzo de
Campos. (Foto Suárez Rohaina. )
Escultura de San Sebastih, Patrono de Agüimes, obra de Martín de Andú-jar,
discípulo de Martínez Montañés (1632). (Foto Artiles.)
Un detalle del Crucificado en el Descendimiento del Viernes Santo.
(Foto Artiles.)
Santo Domingo de GuzmBn, de Luján Pérez, procedente del Convento domi-nicano
de Nuestra Sefiora de las Nieves de Agfiimes. (Foto SuEirez Robaina.)
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 7
Diego de Campos y a Diego Pérez Infante por la hechura del altar
y cuadro de ánimas en que entran los materiales, guarniciones, si-tial,
cenefas y frontal» l" El lienzo de este cuadro fue sustituido,
por su mucho deterioro, a fines del siglo XIX por otro del pintor don
Bartolomé Ribo de Barcelona, donado por don Luis Artiles Castro,
a quien el párroco señor Parer llama «distinguido bienhechor de la
iglesia» 20.
En 1869 ya no se consigna el retablo de la Virgen de los Reyes.
Pero, por estas fechas, el cuerpo de la iglesia tiene ya cuatro reta-blos:
el retablo de San José, de tea pintada, sin tallados, con dos
columnas y un solo nicho; el retablo de San Antonio Abad, también
de tea y sin tallar, pintado y plateado, de forma oval; el retablo del
Carmen, de tea sin pintar, tallado como el del Calvario, con un solo
nicho y un sagrario pequeño. Este retablo, el mejor de los tres, ter-mina
en un remate con un lienzo del Ecce Horno, sustituido después,
ya en la iglesla nueva, por otro de la Virgen del Pino, que a su vez
fue reemplazado por la Santísima Trinidad. El cuarto altar era el
de las Animas, descrito anteriormente,
La iglesia contaba además con una imagen muy pequeña de San
Rafael, dentro de una urna, y dos tallas excelentes de Nuestra Se-ñora
de la Soledad (1,45 m.) y de San Juan Evangelista (1,53 m.), de
Luján Pérez, procedentes del Convento dominicano. Estas dos imá-genes,
de verdad primorosas, tienen esculpidas sólo las caras y
manos. La vestimenta es de lienzo endurecido y policromado. La
Soledad, aunque malamente repintada y necesitada de una seria re-paración,
es una de las Dolorosas que más llamaron la atención en
la última exposición de Luján Pérez, celebrada en la Catedral. Tam-bién
procedían del Convento un Jesús Nazareno y una Verónica,
ambos de vest~r, con solo cabeza y manos esculpidas. Anotemos
también una pintura muy buena de la Virgen del Pino, con marco
dorado, y otra muy vieja y estropeada de la Sagrada Familia. El
Via Crucis, de escaso valor, se dio por consumido cuando en 1889,
apenas inaugurado el nuevo templo, se trajo de Bolonia otro nuevo,
19 L. 2 de C., f. 315 v.
20 Iwuerztario de 1894, en el Leg. 2 de Agüimes de la Curia Episcopal
de Canarias. He podido consultar este legajo gracias a la amabilidad de don
Antonio Hernández, buen investigador de nuestros archivos eclesiásticos, a
quien agradezco ptiblicamente esta deferencia.
8 JOAQUÍNAR TILES
pintado al óleo, que gestionó el Beneficiado don Ignacio Jiménez y
que costeó una persona que ocultó su nombre. Este Via Crucis tiene
mucho que ver con el que, hasta hace poco, estaba en Los Irlandeses
de Salamanca. Terminando el siglo xrx, al acumularse en la vieja
iglesia un acervo tan importante de retabios e imágenes de singular
valor, procedentes de las tres ~glesiasd e la Villa episcopal, se formó
un considerable tesoro de arte que había de pasar casi íntegro al
nuevo templo.
Con el peso de los años el templo primitivo comenzó a envejecer. ::
Más de una vez hubo que intervenir, para evitar su ruina, con im- N
portantes reparaciones, y en 1781 casi hay que reedificarlo 21, según U
se desprende de ¿in donativo que hace el Obispo don Francisco Del- -i
gado y Venegas de ~35.905 reales de vellón corriente de Castilla para 8'
la reedificación de la iglesia parroquia1 y de las ermitas de Temisa 8
I
y el Ingenio». Este envejecimiento del templo y sus reducidas di- -e
rnensiones para la extensa y creciente feligresía, hizo que los hijos 5
Y de Agüimes empezaran a pensar en una nueva iglesia. A su reitera- =E
n da solicitud y por mandato del Obispo señor Plaza, comienzan los 6
trabajos el martes 3 de abril de 1787, con una primera partida de U
13.326 reales y 31 maravedís del fondo de fábrica 22, que se emplean E
i
en la forma siguiente: en oficiales, 11.973 reaIes y 44 maravedís: 1 a en composiciones de herramientas, 730 reales y 44 maravedís; en la A
traids de los cantos, 621 reales y 31 maravedís. Estos primesos tra- i
n
i
bajos se redujeron, por tanto, a la extracción y labra de la cantería e
5 y su transporte hasta el pueblo. La primera piedra no se colocó has-ta
nueve años más tarde, en 1796, terminando el pontificado de don
Antonio Tavira y Almanza.
Pero tres años antes, el 11 de marzo de 1793, estando en Agüimes
de visita pastoral, el Obispo Tavira reconoce que ya se cuenta con
21 L. 3 de C., f. 235 v.
22 L 3 de C., f. 318.
610 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PABROQUIAL DE AG~JIMES 9
bastantes materiales, con algún dinero de fábrica y con la esplén-dida
generosidad del vecindario, y ordena que se dé principio a la
construcción. «Hallándose, dice, con algún caudal sobrante de Fá-brica,
y teniendo acopiados no pocos materiales, y confiando, como
confiamos, de este Vecindario que continuará con el zelo que hasta
aquí, contribuyendo con sus limosnas y jornales para el edificio de
la nueva Iglesia Parroquia1 que hace tiempo está resuelto, manda-mos
se dé principio dél, luego que venga un Architecto que dé las
disposiciones convenientes, y arregle el Plan que ya está trazado,
y dé su dictamen sobre el paraje en que deberá ediflcarse, atendien-do
a la comodidad de la mayor parte del pueblo, a la mayor econo-mía
y aprovechamiento de materiales y proporción de tierra para
los sepultos, sin olvidar que Su Majestad tiene mandado Últimamen-te
que se hagan Campos Santos, renovando la antigua práctica de la
Iglesia, tan conforme a su espíritu, y tan necesaria para el decoro
de los Templos y para la salud pública» "%.
En cumplimiento de este mandato comienzan las obras el mismo
año, bajo la dirección del alarife don Juan Pérez de León, natural de
Santa Ursula, en la isla de Tenerife, siendo el primer encargado de
las obras el presbítero, hijo de Agüimes, don Francisco Xuares
Romero.
El mandato episcopal da por supuesta la existencia de unos pla-nos,
confeccionados seguramente desde que, en 1787, ordenara el
señor Plaza el comienzo de las obras. Ahora se dispone que venga
iAn zrq~iiterrtn.~n ~p ara elaborar los planos, que «ya están trazados»t
sino para «arreglarlos», dirigir las obras y dictaminar sobre el lugar
de su emplazamiento. Y fue un gran acierto que se trajera al Maes-tro
don Juan Pérez de León. ¿Quién fue el autor de aquellos prime-ros
planos?
Pedro Tarquis Rodríguez anota que «el bosquejo del plan prirni-tivo
de la iglesia de San Sebastián se ha supuesto que fue del arqui-
2s Lzbro Z de Mandatos, fs 9 v. y 10. Este mandato es de 1793 y no
de 1796, como se ha didm erróneamente. Tampoco es del Obispo Verdugo,
sino del Obispo Tavira. El señor Verdugo no es Obispo hasta fines de 17%.
tecto don Diego Eduardo». Y añade: «Viene esta idea desde el doc-tor
don Domingo Déniz Grek» 24. Y en efecto, don Domingo Déniz.
en su obra inédita Resumen Histórico-descriptivo de las Islas Ca-narias
25, nos dejó escrito: <&os planos que se conocen de esta obra
se reducen a uno topográfico en el que parece que se halla delineada
la planta del templo por la mano maestra y delicada del canónigo don
Diego Eduardo. Consta de tres naves sin capillas colaterales. Alzados
que correspondan a estos planos no existen; por tanto no sabemos
a qué orden pertenece el edificio, cuya planta denota un hermoso
templo». Por lo que vemos, en relación con don Diego Eduardo como
autor de los planos pnrnitivos, el doctor Déniz no hace una afirma-ción
terminante. sino que lo expone como una presunción: {parece
qce ...» . Y !os pluncs qrie se C C O E S P ~ V e~n~teBn ces eran solamente
de la planta, sin alzado alguno. Fuera lo que fuera, lo cierto es que.
antes de la intervención de don Juan Pérez de León, hubo unos pla-nos,
al parecer incompletos, que bien pudieron ser de don Diego
Eduardo, y que de acuerdo con estos planos, comenzó la obra Pérez
de León, completándolos o modificándolos, según su saber y enten-der,
que no era poco. Porque fue importantísima y decisiva su in-tervención
no sólo en el trazado ulterior del proyecto, sino en su
dirección y realización. A él se deben las líneas maestras de una
edificación de tanta dignidad y relieve. El mismo Tarquis comenta
que este alarife «constituye una sorpresa entre los que trabajaron
a fines del XVIII y principios del XIX en el Archipiélago y aún en
todos los tiempos. La iglesia de San Sebastlán de Agüimes es uno
de !os templos de mayores proporciones y empaque de los edificados
en Canarias, especialmente en su interior. Esto nos habla de las
condiciones del alarife Juan Pérez». No se conoce ninguna otra
obra del mlsmo autor.
--
24 Dzcczonarzo de arquitectos, alarifes y canteros, en «<Anuario de Es-tudios
Atlánticos», núm. 16 (1970), pág. 723.
25 T. 2, pág. 179 del manuscrito. Debo esta y otras noticias referentes
a don Domingo Deniz, a la generosidad de don José Miguel Alzola, bió-grafo
del señor Déniz y custodio fidelfsimo del manuscrito.
612 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANl ICOS
La prlmera piedra fue colocada el domingo 21 de agosto de 1796.
En el acta inaugural de tan importanle efemérides se menciona
como «Maestro principal» de la fábrica a don Juan Pérez de León:
«En la Villa de Aguimes, Cámara Ep., Domingo por la tarde tercero
de agosto, veinte y uno de mil set. noventa y seis años, día de Santa
Juana Francisca, termino de cantar yo Don Vicente Sánchez de
Almeida, Cura de esta Parroquia de San Sebastián de esta Villa,
con licencia del Sr. Dr. Don Mig. Mariano de Toledo, Dig. de Chan-tre
de la Sta. Iglesia, Juez Appco. de la Sta. Cruzada, Provisor y
Vic. Gral. de este Obpdo., por el Iltmo. Sr. Dn. Antonio Tavira y
A!m&n, Digm. 0 h p ~ -d e estas Tslas mi Señor, dada en Canaria
a once de dicho mes y año, bendlge la primera piedra de este nueva
Iglesia Parroq., según el Ritual Romano, y la coloqué en la esquina
colateral del lado de la Epístola. habiendo puesto el día antes la
Cruz Dn. Franco. Xares Romero, Preb. primero encargado de esta
obra, acompañándole todo el clero, lo que se hizo con Repiques,
cuya Función se celebró con la mayor solemnidad y concurso de
toda la Jurisdicción, a la que asistió todo el clero qe. se compone
de los sugetos slgtes. Presid. el referido Don Franco. Xuares Ro-mero,
Dn. Josef de Quintana Sacristán mayor, Dn. Josef Urquía
Mayordomo de la Fábrica, Dn. Antonio García, Dn. Josef de León
y Dn. Pedro Guedez, de Menores Dn. Franco. Pérez de Acinacl, y de
Tonsura Dn. Isidro Martín. Asistió asimismo la Comunidad de este
Convento de Ntra. Sra. de las Nieves de la Orden de Predicadores,
siendo su Prior el P. Fr. Juan Velásquez de Ortega Predor. General,
Alcalde Ordinario de esta Villa Dn. Juan Xuares de Albarado Tnte.
de Milis. y B. Dn. Antonio Gordillo, y el Maestro principal de esta
Fábrica Juan Peres de León, natural de la Isla de Tenerife en la
Parroqa. de Sta. Ursula y para qe. en todo tiempo conste lo firmé,
fecha ut supra. Vicente Sánchez~25 .
Como hemos visto, era todavía Obispo de Canarias el señor Ta-vira,
que fue trasladado a Osma el mismo año, sucediéndole el
Obispo Verdugo que inauguraba su mandato unos meses después. El
nuevo Obispo, tan vinculado a la Villa de Agüimes y a su Cámara
26 L. 1 de Mandatos, f. 150.
Núm. 23 (1977)
Episcopal, dona para la nueva iglesia 4.000 pesos. Las obras habrían
de durar, hasta la inauguración del templo, noventa y dos años, cua-tro
meses y nueve días.
Las obras empezaron con gran entusiasmo y fueron adelantando
de acuerdo con las posibilidades económicas. Se hícieron los cimien-tos
y fueron levantándose las columnas y paredes. Pero en 1827,
treinta y un años después de la primera piedra, todavía no se hab��a
empezado a levantar la fachada principal. Y es entonces cuando se
8
encarga de la obra el Maestro Mayor don Antonio Hernández, al N
parecer por indicación del General don Francisco Tomás ivioraies, U
nacido en el Carrizal de Agüimes. La intervención del nuevo alarife u -
fue poco afortunada. Por las razones que fueran, seguramente de tipo 8'
económico, Antonio Hernández reformó los planos del frontis, sim- I 8
plificando la parte ornamental y dejándolo empobrecido y desange-e
lado. Pedro Tarquis hace constar que «Antonio Hernández varió esta 8
parte del edificio hasta en el croquis de !a planta que se conserva Y
en el Archivo de aquella iglesia. Trató de hacer una fachada menos
- n
m
costosa. Hizo desaparecer los trazados en la planta citada. Colocó U
una lista de papel pegado encima. Sobre ella delineó los fundamen- E
tos del nuevo frontis. Así se dio principio a esta obra sin respetar u
1
los proyectos prrmitivos. Se sacaron los cimientos y se elevó esta a
edificación hasta llegar un poco más arriba del cerrado de la puer- 2
%
ta» 27. Tarquis toma estos datos de don Domingo Déniz, el cual re- !
prueba la obra como de <muy mal gusto, en que no figura orden 0
ninguno, sino unas fajas de cantería caprichosamente dispuestas, sin
bases ni capiteles». Sin embargo, el imafronte se salvaría después
por la esbeltez de las torres y la elegancia y buena disposición de
un frontón central, trunco, rematado por una cruz y con hornacina
en el tímpano, en lo que no puso la mano Antonio Hernández.
Y.r? rmri,e u! m s t ~de !a vhx, dnz Derrii~geD éniz zpertz !es si-guientes
datos: «Emprendiese ... contando con unos fondos que exis-tían
en la Fábrica, y con sus rentas ordinarias, entre las cuales fi-
27 Pedro Tarquis Rodriguez, op, cit., en «Anuario de Estudios Atlánti-cos
», núm. 13, Madrid (1967), pág. 644.
614 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N I I C O S
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 13
guraba el noveno de todos los diezmos de la Cámara episcopal que
ascendía a treinta mil reales más o menos. A esto hay que añadir
unos sesenta mil reales de donativos dispensados por los obispos
Tavira y Verdugo. Los vecinos de la Villa contribuían con poner a
su costa en el templo toda la cantería, materiales, cales y maderas
necesarias para la obra». Se trabajó «con más o menos interrupción
desde 1796 hasta 1837, que se suspendió por haber faltado las rentas
decimales, a lo que se añadió en 1841 la secularización de los bienes
del clero. Lo que está hecho admira por su extraordinaria solidez,
pues está todo construido con fuerte argamasa;r, 28.
La Villa de Agüimes contaba en su recinto con tres iglesias. Pero
las tres iban envejeciendo de un modo alarmante, mientras se le-vantaba
el nuevo templo. Mucho antes de su inauguración, la situa-ción
empezó a ser embarazosa y preocupante. Desde 1869, la iglesia
de San Antonio Abad estaba sin techo, con las paredes agrietadas
y sin esperanza de reedificación 29. La iglesia del Convento amena-zaba
ruina a los veinte años de la expulsión de los frailes. ¿Hasta
cuándo se mantendría en pie la iglesia parroquial, cada vez más
precaria, con más de tres siglos a cuestas? Parecía preveerlo el pá-rroco
don Manuel Torres cuando, en 1868, se decide a pedir de puer-ta
en puerta para salvar la iglesia del Convento ¿Para qué em-plear
dineros en la ya vieja iglesia parroquial, si se estaba cons-truyendo
un nuevo templo para la parroquia? Pero ya en 1863 se
había tramitado un expediente solicitando una subvención del Es-tado
para terminar la obra. Esta solicitud, que no tuvo respuesta
afirmativa, iba acompañada de los planos primitivos del templo, con
algunas modificaciones que habrían de tenerse en cuenta para con-tinuar
los trabajos.
2s Domingo Déniz, op. cit., t. 2, pág. 179.
29 Libro de San Antonio Abad, Archivo de Agüimes.
30 Legajo número 2 de AgUimes, Archivo de la Curia del Obispado de
Canarias.
Ndm. 23 (1977) 615
Por entonces se hizo cargo de la parroquia, como Cura Ec��nomo,
don Ignacio Mederos y Oliva. Pero no debieron preocuparle mucho
las obras del templo nuevo, todavía sin techos y muy lejos de su
terminación. Parecían otras sus preocupaciones. Porque en este
mlsrno año, aprovechando la visita pastoral del señor Urquinaona,
solicita y obtiene permiso para vender los objetos de plata, guar-dados
como inútiles en la parroquia, y las maderas y cantería de la
«derrumbada capilla de San Antonio Abad»; pero no para continuar
las obras del nuevo templo, sino «para adquirir ornamentos para la
parroquia». El 18 de diciembre de 1870 pide asimismo autorización,
que se concede el 4 de febrero de 1871, para vender el solar de la
capilla, qzi de: todo derruida», y ayudar a pagar los ternos ". Y en
1870 se permite el lujo de comprar a las Religiosas de San Ildefonso
un retablo de tea, pintado, con puerta de plata en el Sagrario (la
puerta se devolvió al Convento de Teror por mandato del Obispo de
24 de septiembre de 1888); una repisa forrada de plata; una custo-dia
de plata sobredorada (devuelta también a Teror en 1888); una
valla para el Comulgatorio; un órgano "2; un templete dorado que
costó 30 pesos, y seis blandones, en parte dorados y en parte pinta-dos,
que costaron 24 pesos 33.
Fue el 26 de mayo de 1876 cuando se tomó el acuerdo de formar
una Junta Directiva, presidida por el Cura, para dar impulso a las
obras. Para su mejor funcionamiento se formaron las siguientes
31 .Libro de San Antonio Abad, Archivo de Agüimes.
32 Necesitó arreglos al poco tiempo. Doña Dominga Ossavarry reclama
al Obispo que don Ignacio Mederos pagó a su hijo don Santiago Tejera,
por componer el Órgano, 120 reales vellón, debiendo pagarle por lo menos
320. El Cura contesta: 1) que Tejera fue invitado a pasar unos días en su
compañía; 2) que voluntariamente se puso a arreglar el órgano, que llegó
estropeacio; 33 que no hubo contrato ninguno; 4) que ie Üeüico unas horas
en tres dias; 5) que no como paga, sino como regalo, le dio al final 120
reales vellón; 6) que lo dejó desarreglado, de tal forma que, poco después,
tuvieron que desmontarlo don José Talavera y don Lorenzo Quintana.
33 Leg. 2 de Agüimes, de la Curia del Obispado. El legajo contiene
muchos documentos sin foliar, lo que impide hacer la referencia completa.
6 16 ANUARIO DB ESTUDIOS A T L A N T I C O S
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 15
comisiones: don José Ignacio Herrera y don Juan Melián, para la
cantería; don Francisco Suárez Romero, Presbítero, y don Antonio
Agustín Miles, para las cales; don Juan Rodriguez, Presbítero, y
don Francisco Romero Rodríguez, para las arenas; don Sebastián
Alvarado Díaz y don Rafael González, para los materiales; don Ma-tías
Melián y don José Alvarado Díaz, para las maderas, y para
dirigir las obras el alarife don Francisco León Quevedo 34, natural
de Las Palmas. A la llamada de la Junta, respondieron en masa los
vecinos con sus donativos y prestaciones personales. Y, ante tari
grave necesidad, se autoriza el poder trabajar los días festivos des-pués
de oír misa. Era sumamente ejemplar ver cómo acudía a la
cita el pueblo entero.
Pero, en tc& estc, Uebiz estar ya !u figura secera Ge Y m Alejan-dro
González, Beneficiado entonces de la Catedral de Canarias y
después Arcediano de Manila. Porque, en un documento del Archivo
de la Curia Diocesana 35, se hace constar que «desde 1877 a mayo
de 1881 se dedicó a impulsar la obra del nuevo templo de Agüimes
y recibi8 pzri dich.i &a: de! señm Urqfiinaona, en nctiuhre de 1877,
8.000 reales de vellón para las bóvedas, y en enero de 1878, 10.000
reales para la cúpula, y del Vicario Capitular señor Delgado 3.000
reales» 36. La fuerte personalidad de don Alejandro fue decisiva para
la continuación y aceleración de la obra, en especial para las bó-vedas
y el cimborrio, que habría de dar al nuevo templo una singuIar
prestancia. De tal forma va unido su nombre a la construcción del
cimborrio, que en Agüimes hablar del cimborrio era, y es todavía,
hablar de don Alejandro. No tiene fundamento la afirmación de que
don Alejandro trajo el diseño del cimborrio después de su estancia
en Filipinas, ya que se había terminado antes de efectuar este viaje.
El cimborrio está montado sobre cuatro arcos torales y pechinas,
con doce grandes ventanales en el tambor.
34 El alarife don Francisco León Quevedo dirige la construcción de las
bóvedas y el cimborrio. Suyos fueron también los planos de la casa niune-ro
53 de la calle de Triana. Don Eduardo Benítez dice de él que <era un
verdadero "estuche", pues lo mismo construfa primorosos muebles que fa-bricaba
edificios y los decoraba, así como era excepcional tallista en ma-dera
y piedra» («Falange», Las Palmas, 8 de marzo de 1956)
35 kg. 2 de Agtiimes, Curia del Obispado.
36 Idem fd
Núm 23 (1977)
16 JOAQU~N ARTILES
Pero el 20 de enero de 1881 don Alejandro fue nombrado Arcedia-no
de Manila, y el 2 de abril de 1882 pide permiso a su prelado para
ir a tomar posesión. La ausencia de don Alejandro trajo como con-secuencia
una nueva interrupción de la obra. Don Alejandro se va
sin verla terminada y comprometido con algunas deudas personales
que contrajo «por la fábrica del templo» y que habría de pagar des-de
Manila con su prop~op ecuho. Unos años más tarde, en 1888, siendo
Canónigo de la Catedral de Canarias, tendrá el honor de bendecir
solemnemente el nuevo templo
Los PLANOS DE FRANCISCDEO L A TORRE
iiusionacio con ei gran avance de ias obras, nombrado ya don
Alejandro Arcediano de Manila, el párroco don Ignacio Mederos
decide aprovechar un momento de optimismo popular y continuar la
construcción de la iglesia. Pero los planos primitivos, con la refor-ma
de 1863, se habían unido al expediente que se envió a Madrid,
sin dejar una simple copia, y hubo necesidad de levantarlos de
nuevo. El encargo se hizo a don Francisco de la Torre, que los
rehace íntegramente, basándose en la cbra ya ejecutada, que era
muchísima, pues ya estaban terminados «el cimborrio y techos del
templo, a lo que sólo faltan los hormigones, y colocadas las vidrie-ras
y cruz del cupulino».
Estos planos están fechados el 31 de octubre de 1881 y Francisco
de la Torre era la persona más indicada para su reelaboración, pues
conocía muy bien la iglesia de Agüimes, ya que unos años antes, en
1874, había aprovechado su interior (alterando sólo algunos detalles
como los arcos rebajados y los capiteles redondos) para los planos
que le habían encargado para el nuevo templo parroquial de Agaete.
Los nuevos planos de Agüimes, únicos que se conservan actualmen-te,
han sido respetados fidelísimamente hasta la terminación del
templo. La línea roja trazada por Francisco de la Torre en Ia fa-chada
principal y en uno de los laterales indica el estado de las &ras
37 Don Alejandro González, nacido en Aguimes el 11 de noviembre de
1828, muere en Las Palmas el 27 de marzo de 1891. Fue inhumado en el
cementerio de su pueblo y trasladado a la iglesia parroquia1 en 1974, donde
reposa actualmente, debajo del cimborrio.
618 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 17
cuando se alzaron los planos. Faltaban por hacer el remate central
del frontis, la torre izquierda desde el cuerpo del reloj, Ia torre de-recha
desde la cúpula y las balaustradas y perillones que rematar,
las fachadas. Y esto es lo que añadió en sus planos Francisco de la
Torre. Y en esto terminaron los entusiasmos de don Ignacio Mede-ros.
Gracias a él tenemos unos planos. Pero la obra exterior del tem-plo
seguiría así hasta cuarenta años después, cuando el párroco don
Enrique Báez termina la torre del campanario. Francisco de la Torre
no intervino nunca en los trabajos del templo, pero los planos que
reconstruyó serían la pauta a seguir hasta su total terminación.
En 1883 es trasladado a Gáldar don Ignacio Mederos y, en vez de
rendir cuentas y hacer entrega de todo al nuevo párroco don Se-bastián
Parer, lo hace a un miembro de la Junta, lo que provoca un
momento de desajuste. El 20 de julio ordena el Obispo que se haga
inventario de los enseres de la obra y se entregue al párroco la llave
del nuevo templo. Tarda algún tiempo el señor Parer en aceptar la
mayordomía y hace constar en una comunicación al Secretario de
Cámara que «desde que se marchó don Alejandro González, el tem-plo
está completamente paralizado». El 9 de septiembre, aceptado
ya el cargo, encomienda al maestro alarife don Pedro Mena que
presente un presupuesto para el mínimo de obras necesarias para
usar el templo. El presupuesto es de 1.650 pesos (sólo para la puer-ta
mayor, entre material y jornales, se necesitan 119). En el mes de
julio se pagaron al carpintero del Carrizal don Vicente Estupiñán
410 reales de vellón por la hechura de 12 vidrieras y 290 reales con
48 céntimos por los 180 vidrios para las ventanas. Se costearon con
320 pesetas donadas por don Salvador González Pérez y con la renta
vacante del Coadjutor. El 3 de octubre del mismo año el Obispo urge
al párroco jubilado don Francisco Suárez Romero, exclaustrado de
Santo Domingo de Las Palmas, para que daga efectiva la donación
de las puertas del nuevo templo o su importe, que a Nuestra pre-sencia
tiene ofrecidas y Nos hemos aceptado», y condiciona al cum-plimiento
de esta promesa los gastos de limpieza, ~blata y cera
para poder celebrar en el Convento, según había solicitado.
La mayordomía de don Sebastián Parer uuró desde julio de 1883
hasta el 19 de diicembre de 1885. Las obligaciones pastorales le hicie-ron
presentar la renuncia algún tiempo antes, ya que desde el 28 de
noviembre, la solicita don Gregorio Rodríguez y León, por estar va-cante
y «por el cariño que tiene a su pueblo natal», para «dar im-pulso
a dicha obra». El nuevo mayordomo, previo informe favora-ble
del párroco, fue nombrado el 14 de diciembre de 1885 y tomó
posesión el 19 del mismo mes. También por razones pastorales, el
señor Parer renuncia a la presidencia de la Junta Directiva, para
la que fue designado en 1866, nombrándose en su lugar a don Fran-cisco
Romero y, como Vicepresidente, a don Francisco Suárez Ro-mero.
Por estas fechas la parroquia tiene que trasladar sus servicios a
la iglesia del Convento, por amenazar ruina el viejo templo parro-quial.
Se acelera entonces el ritmo de los trabajos y se moviliza todo
el pueblo, dispuesto a los mayores sacrificios. Pero aún era mayor
el ritmo de la desgracia, y el 3 de julio de 1887 un incendio destruye
totalmente la lglesia del Convento y la parroquia tiene que volver a
su antigua iglesia, a punto de derrumbarse.
Verificado un examen minucioso del viejo templo, el párroco don
Sebastián Parer reúne en el archivo parroquial, el 4 de septiembre
de 1887, al carpintero don Manuel Carbacho y Martínez y a los
mamposteros don Manuel Mena Hidalgo, don Vicente Felipe Mena
y Romero, don Vicente Rodríguez García y don José Felipe Mena y
Martín. El primero dice que el techo de la Capilla Mayor amenaza
ruina, que los maderos o soleras se hallan fuera de su nivel lo me-nos
media vara y descansan en el tabique que está sobre el arco
mayor, que dicho tabique es sumamente delgado el que, empujado
por el techo de la media naranja, está también fuera de nivel tanto
cuanto se ha desnivelado el enmaderacio, que éste se ha desplazado
y no está en su verdadero sitio por la fuerza que hace ia media
naranja al tabique que está sobre el arco del altar mayor», que «so-bre
los arcos de las capillas colaterales, debajo de las sobreparedes
del techo, hay unas tablas que forran la pared que se han descla-vado
y apartado cerca de seis u ocho pulgadas, y detrás de las cua-
620 A N U A R I O DE E S T C D I O S A T L A N I ICOS
les se ve una porción de piedras o pared deshecha por haberse ve-nido
abajo toda la tierra, que estas tablas se hace preciso quitarlas
por el peligro de que se concluyan de desprender y se caiga toda la
piedra que sostienen, lo cual puede ocasionar una gran desgracia
a los fieles». Y los cuatro mamposteros informan «que las baldosas
están corrompidas e inútiles por la humedad, que ésta ha subido por
las paredes a una altura de dos varas y las arruinan a toda prisa
echando abajo el encalado y dejando salir el barro ... y que puede
decirse que están huecas y dispuestas a caerse, que las paredes en
general pueden llamarse ruinosas ..., que una de las capillas cola-terales
está amenazando ruina».
Aunque todos convienen en el estado de ruina, no están de acuer-do
en cuanto al presupuest~ de las obras ner.esarias, E;I sdor Car-bacho
cree que la media naranja de la Capilla Mayor, si sus ma-deras
salen útiles, lleva un gasto de 300 duros, y si salen inútiles,
«como lo cree por llevar colocadas más de tres siglos», 600 duros.
En lo referente a la mampostería, don Vicente Rodríguez hace el
cálculo de 1.000 duros; don Pedro Mena, de 1.500, y los dos últimos,
de 1.200.
Enterado el Obispo señor Pozuelo de la amenaza de ruina y de las
diferencias de presupuesto, envía, según escrito fechado en Teror
el 9 de septiembre, al Maestro de Obras de Las Palmas don Vicente
Rodríguez y Hernández para que emita dictamen sobre si es nece-sario
inhabilitar la iglesia; si puede usarse sin peligro una parte
del edificio, acotando la parte ruinosa; qué clase de obras se nece-sitan
y cuál sería su costo. El dictamen, emitido el 15 de septiem-bre,
era gravísimo: la iglesia debe inhabilitarse; seria peligroso
acotarla para usar una parte; las obras son muy considerables y su
gasto sería 2.500 duros, pues hay que cambiar también toda la teja.
Vistos los informes y oído el mayordomo de Fábrica don Grego-rio
Rodríguez, enviado a Teror por el párroco, el señor Obispo dis-pone
lo siguiente:
1) Si la ruina es inminente en algunas partes, pónganse señales
y que nadie las traspase, y desalójense las partes inseguras.
2) Si toda la iglesia quedara inservible, todos los servicios pa-rroquiales
se trasladarán a las iglesias del Carrizal, Juan
Grande o Sardina, oído el Alcalde y otras personas.
JOAQUíN ARTILES
Siendo el presupuesto tan elevado que pudiera terminarse con
el mismo dinero la nueva iglesia, debe hacerse esto Último.
Autorizar la adquisición de materiales para la nueva iglesia.
Aprovechar el valor del solar y materiales de la iglesia de
Santo Domingo.
El material de la iglesia vieja cuando se derribe, vendiendo
el solar y el material.
Las aportaciones del Ayuntamiento, y los rendimientos del
cementerio.
Todos estos fondos serán administrados por el mayordomo,
que llevará las cuentas en los libros necesarios y recogerá
las limosnas de los fieles.
El párroco queda autorizado para permitir el trabajo los días
festivos, después de oír la Santa Misa "S.
Todos se deciden por la urgente puesta en servicio del nuevo tem-plo,
sin regatear sacrificios. E1 mismo Obispo Pozuelo aporta príme-ramente
114 duros con 20 céntimos, que se invierten en encalar todo
el interior de la iglesia, y poco después 250 pesetas. Con una sus-cripción
del pueblo se embaldosa el presbiterio y unas 400 varas de
las naves. En Las Palmas se están construyendo de nuevo las 12
vidrieras del cimborrio, ya que las que pagó don Salvador Gonzá-lez
Pérez con 4 onzas de oro se destruyeron en el incendio del Con-vento,
donde estaban depositadas. Se pagan al carpintero Francisco
León 851 pesetas con 50 céntimos por la puerta mayor del templo (se
hace constar que la carretera sólo llegaba al Ingenio y que desde
allí había que llevarIa a hombros). En la puerta del sur se habían
colocado desde 1886 las de San Antonio Abad, prestadas por don José
Alemán Pérez, Sacristán Mayor, que las había rematado. E1 párroco
ofrece 300 pesos de su peculio partrcular para terminar las sacris-tías
y, cuando todo parece concertarse para un logro tan al alcance
de la mano, surge lo inesperado y ias obras están de nuevo a punto
de volver a ser interrumpidas. Todo, al fin, terminó como una tem-pestad
en -wi vaso de agua, Ua pocv de
3s Expedzente sobre reparaczones de En zglesza parroquia1 antigua y belz-dición
de la nueva, en Leg. 2 de Agiumes, Archivo de la Curia del Obispado.
622 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N l I C O S
TEUrPLO PARROQUIAL DE AG~~IMES 21
El mayordomo don Gregorio Rodríguez presenta las cuentas del
nuevo templo desde el 19 de diciembre de 1885 hasta el 15 de octubre
de 1887. El 8 de noviembre informa el párroco señor Parer que se
han vendido maderas sin su consentimiento y que estas maderas eran
necesarias para las obras; que «el público ve con desagrado» que
se venda lo que «después habrá que comprar», y que retira su dona-tivo
de 300 pesos si el Mayordomo percibe el 6 por 100 de adminis-tración.
«En caso de que los deba percibir, añade, ruego desde lue-go
que se me zvise para suspender los trabajos que se están hacien-do
y abandonarlo completamente.» Si el Mayordomo persiste en co-brar
el 6 por 100. «debe desautorizársele, para que no se retiren las
limosnas y cooperaciones personales». El 19 de noviembre contesta
el Mayordomo justificando la venta de la madera y aclarando, en
relación con el 6 por 100, que es costumbre en AgUimes cobrar el
6 y el 7 por esta clase de trabajos; que si a los mayordomos de Fá-brica
parroquiales se les paga el 4 por 100, siendo mucho mayor el
trabajo del nuevo templo, «no me parece estar exagerado en mis
honorarios», y que él prometió no cobrar «siempre y cuando viera
que la revisión de dichas cuentas fuera gratuita». «Si la revisión de
cuentas percibe algunos derechos de los fondos reunidos con tanta
dificultad, también quiero percibir mi 6 por 100 por tan múltiples
trabajos», «si la revisión lleva sus derechos y yo no puedo percibir
los míos por trabajos tan continuos y dificultosos, desde este día re-nuncio
a la mayordomía.» El mismo día informa el párroco que son
satisfactorias las explicaciones del Mayordomo y apela a da nece-sidad
de unión para proseguir las obras, que si se interrumpieran,
difícilmente se volverían a empezar». Y añade en favor del Ma-yordomo:
«Desconfío de hallar otro que quisiera sustituir al actual
Mayordomo».
Pero el Mayordomo insiste el 11 de diciembre, ante el Secreta-rio
de Cámara y Gobierno, en que «dejaría de cobrar el 6 por 100 si
las cuentas se revisaban gratis», y no al contrario. Advierte que en
la Villa se ha vulgarizado lo del 6 por 100 y los derechos de revisión,
lo que &a causado una viva sensación y retraimiento de cooperar a
las obras del templo». Y amenaza con el paro si «en esta misma se-mana
» no se da la solución. La respuesta del Obispo, con fecha 31
22 JOAQU~N ARTILES
de dmembre, es muy explícita: «El Mayordomo no debe hacer nada
de interés sin acuerdo y sin autorización del señor Cura, ni el se-ñor
Cura debe consentirlo». <¿Las declaraciones del señor Cura sobre
retirar las cantidades que tiene ofrecidas para las obras y sobre sus-pender
los trabajos si el Mayordomo cobra el 6 por 100 de adminis-tración
... son irreverentes a Nuestra autoridad y poco conformes
con los miramientos de delicadeza con que debe ser tratado un Obis-po.
En la forma en que están concebidos tienen todos los caracteres
de una verdadera amenaza.» <&os donativos que se hacen para obras
de iglesia y de culto llevan consigo, de un modo esencial, la condi-ción
de que se han de emplear no como quiera el donante, sino como
sea conveniente.» «Es doloroso que el señor Cura, llamado por su
cargo y por su ilustración a comunicar al pueblo ideas de orden
económico administrativo, imposible sin reconocer la legítima y li-bre
intervención de la autoridad eclesiástica, sea el primero en des-conocerla
dando ejemplo de rebelión. También parece que está en un
error, creyendo que lo ofrecido y aceptado para obras piadosas, se
puede retirar a voluntad del donante.» «El señor Mayordomo don Gre-gorio
Rodríguez, al encargarse de la Mayordomía el año 1886, fue
bajo la suposición de que sus servicios serían gratuitos. Esta cir-cunstancia
clara y terminante fue ratificada y confirmada ante Nos
en octubre Último en la Villa de Teror». Con estos antecedentes y sin
nuestra licencia no procede en justicia el abono del 6 por 100 de ad-ministración.
» <<Estas advertencias servirán de gobierno al señor
Mayordomo para cesar o continuar en la Mayordomía, según le
plazca.» «Con estas explicaciones y en atención al informe del señor
Cura de 19 de noviembre último y sólo por equidad, venimos en
aprobar y aprobamos las cuentas que abarcan desde el 19 de di-ciembre
de 1885 hasta el 15 de octubre de 1887s 'j9.
La respuesta del Obispo Pozuelo no debió satisfacer al Cura Pá-rroco,
porque el 17 de enero de 1888 oficia al Secretario de Cámara
del Obispado: «Declaro que mi silencio no se puede interpretar como
una confesión de las inculpaciones escritas en el oficio que se re-fiere
a mi persona. Declaro también que ceso de gastar iiiBs dinero
mío en el referido templo».
39 Cuentas de fábrica del nuevo templo desde 19 de diciembre de 1885
hasta 15 de octubre de 1887, del Mayordomo don Gregorb Rodriguex, en
Legajo 2 de Agziimes, Archivo Diocesano
624 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N l I C O S
Superado este pintoresco incidente, continuaron las obras, que no
llegaron a interrumpirse, continuó el Mayordomo desplegando su com-petencia
y su capacidad de trabajo y continuó el Párroco aportando
su entusiasmo y sus esfuerzos, ya que no su dinero.
El 17 de junio el Párroco pide autorización para derribar la Sa-cristía
vieja y aprovechar las maderas en las ventanas, la sala de
despojos para continuar el baldosado, y la mayor parte del templo
viejo para aprovechar los materiales. El Obispo contesta el 19 de
junio, autorizando el derribo de la Sacristía y sala de despojos, pero
no el templo, salvo que la ruina sea mmmente, hasta que se habi-lite
el nuevo. Esta habilitación urge más que el baldosamiento y las
ventanas.
El 21 de agosto insiste el Párroco en la destrucción de la parte
ruinosa del templo y en un tabique que separe la parte más segura
para los retablos y otros enseres. Y como esta parte es muy pequeña,
solicita se le autorice bendecir el presbiterio de la nueva iglesia para
celebrar los días festivos. Desde Teror, el 24 de agosto, el Obispo
lo autoriza, pero sin bendición solemne.
El 24 de septiembre plde autorización para celebrar en el nuevo
templo la misa de Difuntos del 30 y las fiestas del Rosario. El Obispo
no accede, mientras no se pueda bendecir solemnemente, salvo los
cultos necesarios.
El mismo día se comunica al Obispo que se están colocando las
diez ventanas del cuerpo de la iglesia, que ya han llegado las doce
ventanas del cimborrio, que está baldosada la tercera parte de las
naves y todo encalado, que el altar mayor está completo y el órgano
y demas enseres están ya en el nuevo templo, que está colocada la
puerta principal y que el día 30 se pondrá otra puerta y otros dos
altares.
Pero los gastos han sido tan cuantiosos que, el 10 de diciembre, el
Párroco comunica la imposibilidad de continuar las obras «por ca-recer
de recursos ni poderlos arbitrar». Y pide autorización para la
bendición solemne, ya que en el templo viejo «el Santísimo Sacra-
mento está en un rincón indecoroso, por no haber lugar mejor», y
una pieza muy reducida sirve para oír confesiones, sacristía y bau-tisterio.
Este oficio 10 lleva en persona el Mayordomo, que informa
verbalmente sobre el estado del templo. En vista de ello, al día si-guiente,
11 de diciembre, el Obispo comisiona al Arcipreste del Sur
y Cura del Ingenio don Santiago Sánchez Dávila, para que visite la
nueva iglesia, inspeccione techos, paredes, pavimentos y altares e
informe si están en buenas condiciones. El informe es favorable. El
templo presenta «gran sol~dez en su materia individual y en su ar-tística
disposición, y en su conjunto el edificio ofrece mucha segu-ridad,
arquitectónica belleza y magnificencia admirable y extra-ordinaria
». - *
El 22 de diciembre el Obispo autoriza la bendición solemne y de- N
E
lega para ello en don AIejandro González, que había regresado de O
Manila y era ya Canónigo de Canarias en este año de 1888. Señalada n-- m la fecha de1 30 de diciembre, la inauguración tuvo caracteres de ver- O
E
dadero acontecimiento. Habían pasado noventa y dos años, cuatro E
2
meses y nueve días desde la colocación de la primera piedra. Agüi- -E
mes se vistió de fiesta para celebrar el día. El acta de tan gran so- =
lemnidad recoge el hecho con rigor notarial: - -
«En esta muy leal y muy noble Villa de Agüimes, antigua Cámara 0
m
E
Episcopal, domingo treinta de Diciembre de mil ochocientos ochenta O
y ocho, hallándose concluido en su parte material la mampostería
n y arquitectura el nuevo templo; habiendo el Noble Sr. Cura Párroco -E
Don Sebastián Parer y Torrent, representado al Excmo. e Iltmo. a
2
Sr. Doctor Don José Pozuelo y Herrero, Dignísimo Obispo de esta n
n Diócesis, en diez del actual la conclusión de las obras del templo y
la necesidad de proceder pronto a su habilitación para el culto divino 3
O
por haberse arruinado y derruido la primitiva Iglesia parroquial,
único Templo que existía en esta Villa desde el tres de julio de mil
ochocientos ochenta y siete, en que un voraz incendio redujo a es-combros
y cenizas la hermosa y devota Iglesia de Santo Domingo,
Ex-Convento de Padres Predicadores, S. E. Iltma. dispuso que por el
Señor kcipreste clei Sur, Yoctor Don Santiago SAnciiez DBvZa, se
hiciese un minucioso examen del Templo y sus adherentes; lo cual
hecho y dictaminado por dicho arcipreste informe favorable, el mis-mo
Excmo. Sr. comisionó al Sr. Canónigo de la Santa Iglesia Catedral
de Canarias Don Alejandro González Suárez, Caballero del Sto. Se-
620 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PARROQUIAL DE AGOIMES 25
pulcro de Jerusalén y natural de esta misma Villa, como Delegado
para hacer la bendición solemne del referido Templo cuya dedica-ción
al Culto público decretó en la misma fecha. El dicho Sr. Ca-nónigo
cumpliendo con la comisión delegada, acompañado del Maes-tro
de Ceremonias de esta misma Iglesia Catedral Don Ignacio Ji-ménez
y Romero, se trasladó a esta Villa en el día de la fecha y re-vestido
de sagrados ornamentos en la Capilla Bautismal de dicha
Iglesia vieja, en unión de los Sres. el mencionado Cura párroco de
esta Villa y de Don Joaquín Romero y Rodríguez, Presbítero y na-tural
de la misma, que hicieron de Diácono y Subdiácono respecti-vamente,
se salió en procesión de la misma precedidos de la Cruz
parroquial, se hizo la bendición solemne del nuevo templo con todas
las ceremonias que prescribe el Ritual Romano; y por último se ce-lebró
la Misa solemne que cantó el mismo Sr. Canónigo sirviéndole
de Diácono el referido Presbítero Don Joaquín Romero y de Sub-diácono
el Presbítero Don Antonio Artiles Rodríguez.
Predicó el sermón alusivo al acto el distinguido orador sagrado
Doctor don Pedro Díaz y Suárez, Vble. Párroco de Sto. Domingo de
Las Palmas, el cual cautivó la atención del numeroso y escogido au-ditorio
con la belleza de su discurso, exhortando al pueblo en nom-bre
del Sr. Delegado a que continuasen protegiendo la obra con sus
trabajos y limosnas, como hasta el presente.
Terminada la función solemne, el mencionado Sr. Cura párroco
celebró misa rezada en el altar mayor y con ella se dio fin a la
solemnidad de este día de gratísimos recuerdos para los habitantes
de esta Villa.
Y en cumplimiento de lo dispuesto por el Excmo. e Iltmo. Prelado
Diocesano, se extiende la presente acta que firman dicho Sr. Dele-gado
y ei Vbie. Sr. Cura párroco de que yo ei presente Notar10 doy
fe». Alejandro González, Sebastián Parer, Párroco, Pedro Santana,
Notario Eclesiástico 40.
El nuevo templo, en su exterior, debió estar entonces tal como
aparece en una foto valiosísima, que conservamos, con las dos igle-
40 L. 1 de Mafldatos, fs. 151 y 152.
Núm 23 (1977)
sias. La nueva iglesia tiene todavía una sola torre, inacabada. Así
estaba el templo cuando Francisco de la Torre levantó sus planos
en 1881. La foto deb~ó ser de principios de 1889, poco después de su
inauguración, pues no se ha derribado aún la iglesia vieja. A través
de todo el frontis se observa una línea que lo divide horizontalmente
en dos porciones, con pátina más oscura en la inferior. Corresponden
a dos períodos de la construcción. Esta diferencia de color se nota
todavía en las columnas del interior, cerca de los capiteles, lo que
indica la altura de las obras en una de sus mterrupciones, ennegre-cida
la parte inferior por haber estado mucho tiempo a la intempe-rie,
antes de ser techada la iglesia. La puerta abierta y la presencia
de un grupo de vecinos endomingados es prueba de que ya está
abierta al culto. El estilo de la iglesia es neoclásico puro, de líneas
austeras, pero de una elegancia sorprendente si se contempla total-mente
acabada. Es uno de los mejores templos de la diócesis. El
proyecto primitivo dr la fachada era más suntuoso, pero la escasez
de recursos obligó a simplificar elementos arquitectónicos muy esti-mables,
como hemos indicado más arriba. Tiene tres naves, con bó-vedas
de medio cañón, separadas por arcos de medio punto y colum-nas
de orden toscano, con fuste liso y basa sobre plinto cuadrado.
En el crucero, sobre cuatro arcos torales y pechinas, se levanta el
cimborrio, elegantísimo y único en Canarias, con doce grandes ven-tanales
en el tambor. El templo es serio y austero, pero solemne v
majestuoso
Con la bendición del nuevo templo no decae el entusiasmo del
Párroco y el Mayordomo. El 30 de enero de 1891, siempre pensando
en continuar las obras, se vende a don Enrique Melián Romero, por
la cantidad de veinte pesos corrientes, una parte de la iglesia dei
Convento, que comprende «desde la puerta mayor hasta el primer
arco que se encuentra en línea recta con la Capilla, con inclusión de
la Capilla y Torre de la expresada Iglesia».
EL PÁRROCO DON ~ T O N I OIV ~ORENO
En 1894, don Sebastián Parer fue sustituido por don Antonio Mo-reno
Marrero, que ejerció de párroco durante veintisiete años, hasta
su muerte en 1921. El nuevo párroco, lleno de ilusiones, sueña en Ia
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TEMPLO PARROQUIAL DE AGULWES 27
total terminación del templo, bendecido hacía pocos años. Se en-carga
de la dirección de los trabajos a don Julián Cirilo Moreno,
Ayudante de Obras Públicas. El arquitecto diocesano don Laureano
Arroyo denuncia al señor Obispo lo que cree una mtromisión de don
Julián Cirilo; pero el Obispo contesta que, como dichas obras se
costean con dinero de los vecinos y no del Estado, no tiene porqué
intervenir el arquitecto oficial.
El 22 de enero de 1899 solicita al párroco se le autorice para con-tinuar
las obras del templo, «ya que el Mayordomo don Gregorio
Rodríguez tiene en su poder más de 3.000 pesetas que, con la can-tería
sacada y las ofertas hechas por hijos de la Villa, podría Ile-varse
a cabo su terminación». El 9 de mayo de 1902 se pide permiso
par2 vender 12s dos terceras partes del cementerio. para las obras
del templo. El Ayuntamiento se suma por unanimidad a la solicitud
del párroco, y don Cristóbal Herrera valora el terreno en (4.383 pe-setas
y 7 céntimos, o sea 1.169 pesos». Quedarían para el cemente-rio
4 celemines y 2 cuartillos, do suficiente para los entierros de
veinte años. Afortunadamente esta venta no se realizó.
Los hijos de Agüimes residentes en Santa Clara, isla de Cuba,
que nunca se olvidaban de su iglesia, envían, en 1905, 500 pesetas
para el cupulín de la torre del sur; pero el párroco, por considerarlo
más urgente, emplea el dinero en el techo de varias dependencias y
en la escalera exterior de las sacristías. Reclaman los donantes, ilu-sionados
con terminar la torre, y el Obispo ordena que se repongan
las 500 pesetas para el cupuiín y que, como no es suficiente, se les
pregunte si están dispuestos a completar los gastos. No debió pros-perar
la gestión, porque el cupulin siguió sin realizarse. Estas de-pendencias,
acabadas por don Antonio Moreno, están situadas de-trás
del presbiterio y de las sacristías colaterales. El párroco Parer,
en 1887, había logrado autorización del Obispo para destinarlas a
casa parroquial, basándose en que cuando empezaron las obras del
templo, «había dos Comunidades en esta Villa, una de Religiosos de
Santo Domingo y otra de sacerdotes seculares, siendo esta Última
fundada en la iglesia parroquiab. En algún escrito se hace además
hincapié en que no hay casa parroquial y que, en las Visitas Pasto-rales,
el Obispo tiene que hospedarse en casas particulares. Por no
tener casa, el párroco don Juan Pedro Saavedra pidió permiso para
dormir en la sacristía de la iglesia de Santo Domingo. El párroco
28 JOAQUfN ARTILES
don Antonio Moreno, a pesar de sus primeros entusiasmos, poco más
pudo hacer en la obra del templo. Murió el 28 de junio de 1921.
Don Enrique Báez Ruiz fue nombrado párroco el primero de no-viembre
del mismo año y tomó posesión el día cinco. Le hace entrega
de la parroquia el padre Andrés Alcarazo, C. M. F., que había re-gentado
la parroquia desde la muerte del señor Moreno. Está pre-sente
el Arcipreste don Joaquín Romero, Cura de Telde e hijo de
Agüimes. Don Enrique Báez entra en Agümes con pie derecho y con
muchos proyectos en la cabeza. Aunque los feligreses colaboran sin
excepción, dada la penuria de aquellos tiempos, hay que allegar los
dineros peseta a peseta, casa por casa y persona por persona, con
suscripciones, con tómbolas, con rifas y con muchos sacrificios. Pero
también con muchas ilusiones y con mucho aguante. A los quince
días de tomar posesión, el 20 de noviembre de 1921, pide autoriza-ción
para varias obras, con sus presupuestos correspondientes: en-calado
exterior de la iglesia, 1.552 pesetas; traslado del Bautisterio
a la torre del norte, 60 pesetas; dos mesas de altar, 219, y dos re-pisas
a los lados del altar del Carmen, 60. Se pide también licencia
«para hacer una colecta entre los vecinos de la Villa, siendo ésta
la voluntad de todos, para que se haga un hermoso Altar Mayor».
Con el encalado exterior en su parte de mampostería, cambió to-talmente
el aspecto del templo; y, al ser trasladado el Bautisterio,
quedó al descubierto la puerta del norte, tapiada hasta entonces,
porque en su hueco estaba instalado el Bautisterio. La obra más cos-tosa
y dificil era el retablo mayor. Desde la primera colecta hasta
su inauguración pasaron diez años. Aunque colaboró el pueblo en-tero,
es de justicia resaltar los desvelos y sacrificios de una santa
dama que se llamó doiia Isabel Domínguez. El retablo se construyó
en la casa Burillo, de Valencia, y lo bendijo el Obispo don Miguel
Serra y Sucarrats el 4 de octubre de 1931. Verdaderamente hermo-so,
todo dorado, sirve de fondo a1 presbiterio y de encuadramiento
al Sagrario Mayor de Lorenzo de Campos, la valiosa «pella de oro»
de Agüimes. Su costo fue de 37.000 pesetas.
Se construyó también el cancel, se dotó a la iglesia de muchos
enseres y, en 1929, cuando llega al pueblo la luz eléctrica, se instala
630 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 29
en todas las lámparas de la iglesia, El Obispo, al autorjzarlo, advier-te
al párroco que se procure «que haya más bien falta de luz que
exceso, pues la excesiva claridad deslumbra y no favorece la de-voción
», que das bombillas color de paja son las más indicadas» y
que debe ser «ud depellendas tenebras y no como culto».
Otro acierto de don Enrique es la terminación de la torre sur, aña-diéndole
la media naranja, la linterna y el cupulín, obra que ejecutó
el Maestro Juan Cazorla. Para las obras del templo se vendió, en
1928, un solar situado al norte de la iglesia, y para terminar el re-tablo,
un medio lote en las Cuevecillas de Sardina, de seis pulgadas
y cuatro celemines.
Trasladado don Enrique Báez a la parroquia de Guía, fue nom-brado
párroco don José Cárdenes Déniz, que rige la parroquia du-rante
veinte afiosi desde 1935 hasta 1955. Es un período extremada-mente
fecundo, debido al carácter emprendedor del Cura y a la ge-nerosidad
ilimitada de la ilustre dama de Agüimes doña María de
Jesús Melián Alvarado, que le da amplios poderes para terminar
totalmente el templo parroquial. Y así, el año 1939 comienza la obra
de la torre del norte desde la altura del techo de la iglesia hasta
su entera terminación. El mismo año se levanta el frontón que re-mata
la fachada entre las dos torres, con una hornacina en el centro
para la imagen de San Sebastián. En 1940 se hace Ia balaustrada
superior que bordea todo el exterior del templo. El mismo año se
construyen los camarines, con su escalera de acceso; se labra el
rosetón central y se ensanchan y dignifican las dos puertas de las
sacristías, según los planos del arquitecto diocesano don Rafael Ma-sanet
Faut. En 1942 se amplía y enlosa con mármol el presbiterio y
se estrena la valla del comulgatorio, con planos también del señor
Masanet. En 1950 se coloca el reloj de la torre. En 1952 se pone ri.
toda la iglesia un nuevo piso de mármol blanco y negro, costando el
blanco a 390 pesetas el metro cuadrado y el negro a 355. El monto de
estas inversiones es de un volumen no igualado en ningún período de
ta historia de la parroquia. Y el resultado ha sido la culminación de
uno de los templos más bellos y mejor logrados de la diócesis de
30 J O A Q U ~ ARTILES
Canarias. Agüimes puede estar muy orgulloso de poseerlo y gozarlo.
En todas estas obras interviene como maestro albañil don Juan Díaz
Perera, natural de Tafira. En este tiempo se coloca la cruz del cim-borrio,
de hierro forjado, con estructura transparente para evitar el
empuje de los vientos, en sustitución de la cruz antigua de madera.
Fue regalada por doña María de las Nieves Arias. También se enri-queció
el tesoro del templo con un rosario precioso de oro macizo,
que costó 750 bolívares, regalado por don Diego Artiles Romero en
1950, traído de Caracas.
En 1955 es trasladado don José Cárdenes a la parroquia de San
Mateo y, desde entonces hasta 1963, rige la parroquia de Agüimes
don Juan Pérez Sosa. En su tiempo se realizan cosas importantes
para el ornato de la iglesia y enriquecimiento de su tesoro. En 1959
se confeccionan las nuevas coronas de la Virgen del Rosario y el
Niño, en los talleres de don José David, en Valencia, sirviendo de
modelo la corona de una imagen de Kuelva. Son de plata sobredo-rada
y piedras semiprec~osas, con un peso de 6,250 kilogramos. Su
coste fue de 45.000 pesetas, reunidas por suscripción popular entre
los hijos de Aguimes, gracias a la gestión y entusiasmo de don Lo-renzo
Santana Artiles y don Manuel Carretero Garcia, a los que se
unió don Alejandro González Rodríguez en la colecta que se hizo
entre los hijos de Agüimes residentes en Las Palmas. En 1960 se
rebaja el piso del camarín central para encuadrar mejor la imagen
del Rosario en el nicho principal del retablo mayor. Esta obra se
realiza con las aportaciones de don Joaquín Artiles (20.000 pesetas),
el Ayuntamiento de Agüimes (15.000), don Francisco Melián (7.500),
y don Antonio González (7.500). En 1962 se colocan las ocho Iámpa-ras
grandes de bronce que cuelgan de los intercolumnios del templo,
regalo de don Joaquín Artiles. En 1963 se encargan y pagan al maes-tro
Batista, en Arucas, las vitrinas del Camarín, costeadas por la
testamentaría de doña María Jesús Melián Alvarado, que, por de-mora
del señor Batista, no se terminaron hasta 1965. Su precio fue
de 40.000 pesetas.
No podemos silenciar que, siendo Cura de Agüimes don Juan Pé-rez
Sosa y con su apoyo y entusiasmo, se celebró la coronación so-
632 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEMPLO PARROQUIAL DE AGUIMES 31
lemne de Nuestra Señora del Rosario, en la plaza de San Sebastián,
sirviendo de fondo el templo parroquial. El feliz acontecimiento tuvo
lugar el 4 de octubre de 1959, presente el pueblo entero. Ofició de
pontifical en la ceremonia el Obispo don Antonio Pildain y Zapiain.
El fervor y el entusiasmo superaron todas las previsiones. En el
mismo acto el Alcalde de Agüimes don Narciso Bordón le hizo en-trega
de las insignias de Alcaldesa Mayor Perpetua de la Villa.
Aquello significaba algo así como la entrega del gobierno de los hi-jos
de Agüimes y el compromiso de someterse a este gobierno. El
mismo día estrenó la Virgen un rico traje blanco con manto de ter-ciopelo
verde esmeralda, bordado por las Madres Adoratrices. La
tela costó 15.000 pesetas y el bordado 45.000. Fue costeado por la
Testamrnturlu. Y! h&h de mmVo es Ue éhann, r e g d d e per don
Vicente Marrero Herrera, que lo había heredado de su tío don Juan
Hernández. El pregón de la solemnidad estuvo a cargo de don Ale-jandro
Ponce Arias, Canónigo de la Catedral de Canarias. La idea
afortunada de la coronación canónica de la Virgen y del título de
-A -lc - a-- l -d -e - s-a - h.- i-i-l-l-í a-- d-e - -s d.. e- -h- a-.c- í- a-- -m- - i .i.c - .h- o- -s a..ñ. .n - -s en l a cabezo y en el co-razón
de don Lorenzo Santana Artiles, hijo de Agüimes y muy devo-to
de la Virgen del Rosario, que tanto tuvo que ver en estos actos.
Durante el curato de don Juan Pérez Sosa y debido a las ges-tiones
de don Joaquín Artiles y don Alejandro González, se logra que
el Canónigo don Alejandro Ponce Arias, ya enfermo de muerte, re-gale
a la parroquia el rico juego de casullas que trajo de Filipinas
su tío el Arcediano de Manilas don Alejandro González. Comprende
todos los colores litúrgicos, menos el negro, que sirvió de mortaja
al Arcediano.
Le sucede en el cargo de párroco don Serafín Rodríguez Reyes
desde 1963 hasta 1971. Habría que consignar que, en este tiempo, se
pierden para el tesoro de Agüimes, por haber sido entregados al
Museo Diocesano, cosas de tanto precio como un cofrecito flamenco
del siglo XVI que, en su tiempo, había servido para la custodia del
Santísimo Sacramento en el Sagrario y, más tarde, se reservó para
el Monumento del Jueves Santo, y una imagen de la Virgen de las
32 JOAQUÍNA RTILES
Nieves, pequeñita, también de Flandes y del siglo m, de estilo gó-tico
y del tipo llamado de chuleta, de valor incalculable. Estas dos
piezas constituyen lo más antiguo y valioso del tesoro de Agiiimes.
Se ha podido rescatar la Virgencita de las Nieves, aunque sin la
peana ni el sol; pero no el cofrecito flamenco. Añádase además una
Imagen de bulto de la Virgen del Rosario, muy antigua y algo de-teriorada,
pero museable y de mucha valía. y un cuadro hermosí-simo
de la Virgen del Pino, del siglo xvir~, la más hermosa pintura
que se conserva de esta imagen, muy distinta de las otras y supe-rior
a la de «El Moño», que se conserva en la Catedral. Este cuadro
tiene un marco dorado, con un remate barroco procedente de las an-das
de San Sebastián que hizo Lorenzo de Campos en 1684 41. Al lle-varse
el cuadro, dejaron en Agüimes el valioso remate. Tampoco se
ha podido rescatar uno de los dos atriles construidos por don Antonio
Almeida, que parece ha sido destruido.
El prunero de septiembre de 1971 tomó posesión el nuevo párroco
don José Santana Arencibia. En su tiempo se restauró la imagen de
la Virgen de las Nieves, costeada por varios vecinos de Agüimes;
se estableció la bajada y subida de la imagen del Rosario desde su
camarín, en su festividad; se enriqueció el joyero de la Virgen con
un valioso reloj de oro, regalo de don Joaquín Artiles 42; se adqui-rieron
13 hermosos sillones. costeados por don Lorenzo Santana;
se está construyendo un rico trono de plata para las procesiones de
la Virgen del Rosario, y se está construyendo la nueva casa parro-quial.
En noviembre de 1976 es nombrado párroco don José Sánchez y
Sánchez, que ha terminado la nueva casa parroquiai y ha encargado
41 Otro remate de las andas se le puso a un cuadro del Ecce Horno,
cuyo lienzo ha sido toscamente repintado.
42 Este reloj fue trafdo de Cuba por don Luis Artiles Castro, a fines
del siglo XIX, que lo regaló a su hijo con motivo de su primera misa.
634 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TEaIPLü PARROQUIAL DE AGUIMES 33
las cristaleras del cuerpo de la iglesia con las imágenes de los Pa-tronos
de las Parroquias filiales. Se inaugurarán también próxima-mente
parte de las cristaleras de los camarines. Ya se inauguró el
valioso órgano electrónico que ha donado el hijo de Agüimes don
Diego Artiles Romero, construido en Norteamérica y adquirido en
Caracas.
1) Restaurar la imagen de la Soledad, una de las más valiosas de
Luján Pérez, hoy en la sacristía.
2) Completar las cristaleras de los camarines y sacristías.
B\
D,, -.,-.~~ u,,,L ,1a s 12 crishler~sd e! cimb~rriec m !ES imBgenes de los
12 Apóstoles.
4) Dorado de los dos retablos del fondo de las naves laterales,
procedentes del Convento de San Ildefonso de Las Palmas.
5) Poner cuelgas en el presbiterio.
6) Firit~!ars pecMnar Gel cimborrio.
7) Quitar las mesas de altar del Cuadro de Animas y del retablo
de enfrente.
8) Renovar la puerta principal y las puertas laterales.