B E L L A S A R T E S
ESCULTURAS CENOVESAS EN TENERIFE
POR
JESUS XERNANlDEZ PERERA
CatedrAtico de la Universidad de La Laguna.
En la historia del arte canario ha jugado destacadisirno papel
no sólo la presencia de artistas forasteros peninsulares, especial-mente
andaluces --sevilIanos, granadinos-, sin que falten los ex-tremeños
ni vascongados, y la activa intervención de canteros,
albañiles y arfebres portugueses, sino también la llegada. de maes-tros
del otro lado de los Pirineos: franceses, italianos, flamencos y
hasta ingleses. Las infiuencias forasteras se acusan además con la
arribada a .las Islas de cuantiosas piezas artísticas de origen p'en-insular
l, desde pinturas y esculturas2 hasta orfebrería, muebles,
tejidos y bordados. En el repertorio de importaciones no escasean
tampoco las obras procedentes de otros paises como Portugal, Flan*
des 3, Italia, Alemania, y nunca será destacaiio bastante el estímulo
que para los artistas y artesanos isleños ha supuesto la abundancia
de legados venidos de la América española 4, desde donde tantas
i Earqués', de hzoya: Irnpreszones artisticas de una excursi6n a Ba?za-tias.
"Boletín de la Sociedad Española de Earcursiones", LXVII (1944), 5-14.
2 J. J. Martín Gunzáiez: La infEu&a de Mo.ntatñés en. Temerife. "Archivo
Español de Arte", XXXDC (1959), 322-324.
3 Jesús Hemández Perera: La Catedral de Sa~ztaA na y Flawües. "Revista
de Historia", 100 (1952), 442-4.54; Miguel Tarquis y Antonio Vizcaya: Docu-rnmtos
para la H.istoria del; Arte en Zas Islus Cwrias, tomo 1, Santa Cruz de
Tenerife, 1959, 43-52.
4 Cf. Jesús Hernández Perera: Orfebreria de Canarias. Madrid, 1955, pá-ginas
XII-XV.
generaciones de emigrantes canarios sostuvieron y sostienen cons-tantes
relaciones con el Archipiélago natal.
De todo ese tráfico artístico transmarino sobresale, tanto por su
volumen y calidad como por el sensible influjo que ejerció sobre 10s
obradores locales, el intenso comercio que en el campo de la escul-tura
mantuvo el Archipiélago Canario con la ciudad de Génova.
Pese a la pérdida de algunas imágenes y mámles, casi todas las
Islas guardan muestras eminentes de la plástica genovesa, pero
Tenerife es acaso la que tuvo mayor predilección por los talleres
escultóricos de la Superba, y el legado ligur a las iglesias y a las
plazas tinerfeñas ha contribuído de modo pereme y monumental
al más rico y preciado ornato de la Isla. De aquí la importancia e
a
interés que ofrece la catalogación, siquiera sea provisional y for- N
zosamente incompleta, de las esculturas genovesas llegadas a Te- E
nwZe y el estudio tiei influjo que sobre 10s artistas iocaies ejei.ci6 O ---
tan continuo mensaje italiano. En este terreno, los estímulos co- m
O
E
rren parejos con los ejercidos sobre toda la escultura española por SE
los talleres y los artistas activos en Liguria, unidos al mármol mi- -E
versalmente codiciado de las famosas canteras de Carrara.
3
- -
0
m
E ESPARAY LOS TALLF,RES GENOVESES.
O
Por muy distintas autoridades5 se ha insistido en la trascen- -
E
dencia que para la instauració-n del Renacimiento en la escultura -
a
española de principios del siglo m tuvo el foco artístico de Liguria, 2-
canalizado a través del activísimo puerto de Génova. No contó me- -
nos la estancia en la Península de escultores y marmolistas de Li- O3
s Cli.ieg mrti: ,E&zñia 6, E--&?> W~Lrid,< <LaI -ST~~MGodIe rna".
s. a., tomo 1; Mmuel Gómez-Moreno: La escuZtura deZ Renacimiento en Es-paña,
Florencia, Pantheon, 1931; ídem: Las ág%iZas del R e d m i e n t o e m i o z ,
Madrid, 1941, 12-13; José Camón Amar : La escultura y la rejeria espa?íolas
del siglo XVI, "Summa Artis", vol. XVIII, 4-8; Marqués de Lozoya: Historia
del Arte Hrnánico, Barcelona, tomo Iii, 221-222; María Elena Gómez-Moreno :
RT&,o h¿d--n'n ,?O o w w 7 f r i l - n o~inZn7n 9 o d i o Msrlrirl la61 71-74; E. G. u. --u 'Y-"". 'W Urr rruiurrw. w ri-rw."rrr) ". u*-..----,
Proske: CastGmz SmEpture, Gothic -¿o Renaissawe, Nueva York, 1951; José
María de Azcárate: Escultura deZ siglo XVI, "Ars Hispaniae", Xm, Madrid,
1958, 17.
378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TEXERIFE 3
guria, bmbardia y de Toscana, relacionados con las canteras ca-rraresas,
que la traída de sepulcros, fuentes y retablos, como ha
puesto de manifiesto el Marqués de Lozoya en un reciente libro
dedicado a tan fecundas relaciones. Génova, como decía Bertaux ',
ciudad y puerto del mármol, no sólo exportaba los mármoles, sino
además los mamolistas.
Aunque, como señala Azcárate *, la relación directa con obras
españolas no sea fácilmente perceptible, es indudable que la gran
afluencia de mármoles ligures contribuyó a imponer el gusto ita-liano
sobre los germanismos del estilo Reyes Católicos.
Todas las piezas artisticas que puso. en movimiento el comercio
genovés presentan, dentro de la diversidad de personas y tempe-ramentos
de los artistas, una cierta unidad, que explica Lozoya
por la concentración de brazos en tomo a Carrara, en la serie de
talIeres escalonados entre las montañas ligures y el mar, a donde
acudían escultores y decoradores de toda Italia -recuérdese entre
ellos al mismo Miguel Angel-, siendo más frecuentes los del norte
de la PenínsuIa, y no es raro que allí encontremos a estatuarios espa-ñoles
como Bartolomé Ordóñez.
El valor artístico de esta producción no resulta siempre muy
sostenido, e incluso en las obras más importantes se advierte una
cierta blandura amanerada que contrastaba desfavorablemente con
la rudeza y vigor de los canteros góticos. Pese s que no es fácil dis-tinguir
siempre al escultor de genio del hábil cantero, la clientela
española se akionó a sus productos, y la riqueza y optimismo que
en los días de Carlos V volcaba a manos llenas el oro de América,
se plasma en fastuosas fundaciones, sepulturas marmóreas espe-cialmente,
en las que España tomó gusto a los grutescos y cande-labros
quattrocentistas, asimilando muchas veces, más que la fór-mula
toscana y florentina, su versión lombarda 9.
6 Marqués de Lozoya: EsczcZtura de Carrara en Espa4a. Madrid, Instituto
Diego Velázquez, 1957.
7 E. Bertaux: La ~enaissmce en Espag%e et en Portugal, "Histoire de
1'Art" de A. Michel, tomo IV, Paríe, 1911.
8 J. M. de Azcárate, ob. cit., 17.
0 Mario Salmi: L'arcñitettzcra del primo rinascimemto in Spagna e gli
influssi lombardi, "Atti del iV convegno nazionale di Storia dell'Architettura",
XVII, Milán, 1939.
La mayor parte de los talleres ligures aparecen adscritos a fa-milias
de escultores, que durante generaciones mantienen constante
dedicación a la talla del mármol. Entre estas dinastías genovesas,
la que más precozmente se relaciona con España es la de los Gazzini
o Gaggini (también apellidados Gaziini y Garrini, según Melani lo).
Dos de sus miembros, en fecha tan próxima como el primer cuarto
del siglo a,tod avía labran mármoles para Tenerife, como vere-mos.
LQS Gaggini son originarios de Bissone 11, en la vecina Lom-bardía,
junto al lago de Lugano, pero en el siglo xv se hallan esta-blecidos
en Liguria, de donde irradiaría la familia hasta Nápoles y
Sicilia. Eí más antiguo miembro de la dinastía en Génova, según
A. Venturi 12, es un Beltrame o Beltrán, citado como arquitecto en a
documentos de principios del siglo xv, de quien descienden Pedro, N
E Juan y Pace. De Pedro es hijo Pier Domenico, famoso en la Génova O
de mediados de siglo por ia fachada interior (1458) de la capiiia n--
de San Juan Bautista en la catedral; fue discípulo de Brunelleschi m
O
E
y lo cita Filarete en su Tr&& de Arquitectura; se traslada luego SE
a Nápoles, donde Venturi 10 identifica con el Domenico Lombardo -E
que trabaja con Rancesco Laurana en 1458 en el Arco de Alfonso V 3
en el Gaste1 Nuovo, y en 1463 se establece en Palermo, donde se le --
ocupa con importantes encargos y muere en 1492. Con el estilo 0
m
E
naplitano de Domenico relaciona Azcárate l3 algunas Vírgenes, de O
alabastro, derivadas lejanamente de la Virgen de Prato de Giovanni
Pisano, que se hallan en España: la Virgen de Teana (Villarreal, n
-E
Castellón) ; la de la Salud, de Játiva; la de la capilla del Cristo de la a
2 catedral de Orense, y otras dos en Mallorca. n
n
Su hijo Antonello (f 1576) es el más destacado representante
de la rama siciliana de los Gaggini, continuada hasta finales del 3
O
siglo XVI por sus descendientes Giovanni Domenico, Giacomo y An-tonino.
10 Aifredo Melani: ScuZtura itaZiarza antica e moderna, 3.-ic., odilán,
Hoepli, s. a., 348-360.
11 L. A. Cervetto: I Gaggini da B?ssone e Te ioro opere in Genova e aitrove,
?.X&I:, Ilaep!i, 1904; Lczcjm: Ysczohrc;c Ez CCLTTGT7G-,1 4.
12 Adolfo Venturi: Storb deZPArte Italiana, vol. VI, La scuZtura del
quattrocefito, Milán, 1908; Lozoya: EscuZtura de Carrara, 10.
13 J. M. Azcárate, ob. cit., 23.
380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 5
Los otros vástagos de Beltrame permanecieron en Génova, y
allí Juan esculpe el "portale" 4 1 di ntel característico con que se
adornan las fachadas genovesas- del Palacio Quartara con un re-
Iieve de San Jozge (1451). El tercer vástago de Beltrame, Pace
Gaggini, que trabajaba a fin de siglo en la Cartuja de Pavía, está
estrechamente relacionado con España y es autor del sepulcro de
D." Catalina de Ribera, en la iglesia de la Universidad de Sevilla,
firmado por él en Gnoíva. Sobrino de éste era Elía Gaggini, cotla-borador
de Juan y de Pier Domenico. Se apellida también Gaggini
el Bernardino de Bissone que labra en las primeras décadas del xvi
divemos mármoles para Sevilla. La dinastía contaba en el siglo Xvn
con arquitectos y escultores famosos en toda la Riviera, como los
hermanos Giacomo, activo a mediados del siglo, y Giuseppe, que
murió hacia 1713. Contemporáneos eran los llamados venecianos
Domenico (7 1645) y Giambattista Gaggini (hacia 1656), que tam-bién
conquistaron un puesto en la escultura ligur Todavía el neo-clasicismo
contó en la Superba con arquitectos pertenecientes a esta
familia, como Giacomo Naría (1754-1812), y escultores del renom-bre
del "ca~aliero'G~ iuseppe Gaggini (1791-1867), cuyo arte lle-garía
hasta Canarias.
Con los Gaggini del siglo xm estaba estrechamente relacionado
otro clan de escultores, los Di Aprile o D'Aprile, naturales de Ca-rona,
aldea de Lugano cercana a Bissone, la patria de aquéllos.
Antonio María D'Aprile firma el sepulcro de D. Pedro Enríquez
de Ribera, pareja del de Catalina en la capilla de la Universidad
hispalense. La familia de los Aprile estaba avecindada, desde el
Último cuarto del siglo xv, en Génova, donde se cita a un Jorge Di
Avrile di Carona. Pietro, activo en Génova toda la primera mitad
del xvr, estuvo relacionado con Miguel Angel, que le encargó esta-tuas
pma San Lorenzo de Florencia. Antonio María IYAprile, el
firmante del sepulcro sevillano de D. Pedro Enríquez, es también
autor del retablo y estatuas orantes de los marqueses de Ayamonte
que, del desaparecido convento de San Francisco de Sevilla, se tras-ladaron
a Santiago de Compostela. Este mismo artista contrata
en 1528, junto con Pietro D'Aprile y el antes citado Bernardino
14 Melani, ob. cit., 498.
Gaggini, sobrino del primero, varios sepulcros de la familia de
Ribera para la cartuja de las Cuevas, que también paran hoy en la
iglesia universitaria de Sevilla. A %S Aprile hay que atribuir, según
Azcárate 15, el retablo y sepulcro del obispo de Escalas, D. Baltasar
del Río, en la catedral hispalense, que Camón l6 asigna a los Gaggini.
Otro sepulcro genov6s de mármol reúne los apellidos de 10s
Aprile con los Della Scala: la tumba del obispo D. Francisco Ruiz,
en San Juan de la Penitencia de Taledo (destruido en 1936), que
labró Giovanni An t o ~ oD 'Aprile, hermano de Antonio María, en
colaboración con Antonio Della Scala; en su colocación en la igle-sia
toledana intervino asi&mo Bernardino Gaggini. Otro miem-bro
del clan, originaria también de Carona, era Pier Angelo Della
Scala, citado en relación con los sepulcros de los marqueses de - e
Ayamonte, hoy en San Lorenzo de Compostela. E
Cm IGS A@!e t&=bik zpareee .r&a;ir, 1;n ,bt~ni~@ i Nwo, O n - perteneciente a la dinastía de los Da Novo, igualmente ocupado en =m
O
mármoles con destino a la Casa de Pilatos de Sevilla. Antonio María EE
D'Aprile y Antonio Di Novo di Lancio contratan en 1529 una por- 2
E
tada y cuatro ventanas para el desaparecido palacio de D. Hemando
SUTÍfi& 3
Desde fecha muy temprana aparece decorando en la Sierra Ne- -
0m
vada granadina el Castillo de la Calahorra, como jefe de un equipo E
en que militan españoles y genoveses, Michele Carlone. Era éste O
vástago de otra dinastía originaria de Rovio Val dYIntervit,a mbién n
E localidad del Luganesado, que contó en Génova con arquitectos, a
escultores y pintores de renombre, prolongando la fama familiar
n hasta bien avanzado el siglo xm.
Todavía surge en el cinquecento geauvés el clan Della Porta, O 3
uno de cuyos escultores estuvo también en relación con España: el
15 Azcárate, ob. cit., 24.
16 Camón Aznar, ob. cit., 24; también José Guerrero Lovillo: Guias artís-ticas
de EspaGa: rSeuiZh Barcelona, Aries, 1952, 46.
Pueden -bien incluirse como obra del taller de los Aprile los yacentes
del sepulcro de los marqueses de Zenete, sobre sarcófago acaso mCts tardío,
en la capilla de los Reyes de Santo Domingo, de Valencia, obra genovesa como
apunta F. M.* Garúl Ortiz de Taranco: Valencia Nonwmental, Nadricl, 1959,
74-75.
382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 7
milanés Antonio Della Porta, llamado Tamagnino (el chiquillo), que
trabajaba en colaboración con su sobrino Pace Gaggini tanto para
Francia como en la cartuja de Pavía, y sin duda en los conjuntos
que de este último guarda Sevilla. Con otros Della Porta, Giangia-como
y su hijo Guglielmo, estuvo asociado el decorador del Palacio
de Carlos V en la Alhambra de Granada, Niccolo Di Corte, natural
de Cima, junto al. lago de Lugano; el primer trabajo conocido de
Niccolo Di Corte era una fuente encargada para España, obra en la
que le ayudó Antonio Sormano, y Melani dice que Pace Sormano
era asimismo colaborador de NiccoG, Erm los Sormano otra de las
familias de escultores establecidas en la Riviera, en Savona.
A todas estas dinastías de los Gaggini y los Aprile, los Della
Scala y los Della Porta, los Carloni y los Di Novo, los Sormano y
Di Corte, hay que agregar la presencia en tierra ligur de escultores
procedentes de otras regiones que a Carrara acudieron en el pri-mer
cinquecento en busca de mármoles para España, como el flo-rentino
Domemico Fancelli, que labró sepulcros de hornacina para
Sevilla - e l del cardenal Hurtado de Mendoza en la catedral- y
tumbas reales exentas para Axila -la del infante D. Juan en Santo
Tomás- y Granada, el de los Reyes Católicos, que, iniciados en
Carrara y embarcados en Génova, fueron instalados por su propio
autor en las citadas iglesias españolas 17. ]Lo mismo hay que decir
de las magnas creaciones de Ordóñez, el sepulcro de los reyes
D." Juana y D. Felipe, los de los Fonsecas en Coca, y el destruído
del cardenal Cisneros en Alcalá de Henares.
La importación de mármoles genoveses llegó a su auge en Es-paña
bajo Carlos V, pero no decreció mucho en los años siguientes.
No se ha estudiado con tanta interés la traída a nuestra Península
de obras de arte Iigur en los siglos xm y xm, pero, sin que su,
influjo sobre el arte español haya sido tan marcado como el de los
sepulcros y retablos del primer cinquecento, no dejan de esparcirse
por todo el pais las productos artísticos de la activa Gnova, que
sigue siendo la puerta de Italia. Por ella pasarían en el XVI escul-tores
como Fancelli y Ordóñez, Alonso Berruguete y tantos otros,
17 Cf. además de la nota 5, Jesiís Hernández Perera: Escultores floren-tinos
ea Espha, M,acirid, Instituto Diego Velázquez, 1957, 8-15.
8 JESOS HERNÁNDEZ PERERA
pintores, sobre todo, que hacím el viaje a Roma. De alli haría venir
Felipe 11 a decorar las bóvedas del Escorial al pintor manierista
Luca Cambiaso. En el Palacio de El Viso ocu* el marqués de Santa
Cruz, además de a Juan Bautista Castello el Bergamasco, a un maes-tro
Domenico de Génova, citado por Ponz l8 en 1571, y de Génova
proceden, según el mismo autor, las pizarras, que los italianos lla-man
"la~agne'~co, n que se revisten escalones, chimeneas y otros
ornatos de las puertas y ventanas del citado palacio.
En el siglo- m , Génova fue par algunos años el lugar de trabajo
de los colosos flamencos Rubens y Van Dyck y por alli embarcó
nuestro D. Diego Velázquez. Los mármoles ligures siguen propor-cionarido,
durante toda esta centuria, riqueza a. los más diversos
a edificios españoles. Recordemos los relieves y los jaspes, traídas de N
Génova según Ponzm, que adornan el trascoro de la catedral de E
Seviiia, 'iabracios en el siglo xw. jaspes y mármoies al gusto dei xvn O
n--
tiene el convento de Madre de Dios de Baena (Córdoba). El pfilpito m
O
E
de la catedral de Segovia es, seguramente, trabajo genovés de me- s£
diados de ese siglo; lo regaló al convento de San Francisco de Cu& -E
llar algún duque de Alburquerque, a juzgar por las armas que os-
3
tenta, y es obra en jaspe de diversos coiores, que ai centro de1 -
ambún lleva un relieve de la. Inmaculada flaqueado por otros de los
-
0
m
E
Evangelistasm, no diverso en estilo del púlpito de la catedral de O
Génova. Aunque no sea esta ciudad su centro de actividades, recor-demos
que de Carrara eran Pietro Tacca y Giuliano Finelli, tan ocu- n
-E
pados por los Awtrias españoles. a
2
A fines del siglo m, la importación de mármoles de Carrara n
n
vuelve a adquirir el ritmo de los días de Carlos V. Bajo Felipe V,
y aún más en los reinados de sus hijos Fernando VI y Carlos 111, se 3
O
acude a menudo a Génova. Además de Madrid, Toledo enriquece
su catedral con el archifamoso y discutido "Transparente" de Nar-ciso
Tom6 (terminado en 1732), y en los teatrales efectos de esta
barroca empresa cuentan superlativamente las estatuas, hechas en
1s Antonio Ponz: Viaje de E@a%a, edición Apilar, Madrid, 1947, 1.398.
19 Ponz, edic. cit., 771.
20 Santiago Alcolea: GuO artisticas de Espaiia: Segoz;ia y su povinha.
Barcelona, Aries, 1958, 70.
384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 9
bCarrara, como asegura Fonz 21. Este autor dedica, con tal motivo,
párrafo especial a los italleres carrareses, en los que la tarea de loa
mamolistas se cifraba no &lo en rebajar y desbastar 10s bloques
.solicitados a medida, sino además en tallar estatuas, jarrones g>
otras cosas destinadas al comercio. De sus '%felices oficinas", dice,
procede el gran surtido que se halla 'desparramado por los jardines
y palacios de toda Europa. Si se les pide, son capaces de labrar
~escultwlasd e mayor empeylo, siempre a precios comerciales.
Otro gran conjunto dieciochesco decorado con mármoles de Ca-mara,
,del que me ocupar4 más abajo, es e1 retablo mayor de la
catedral de Cuenca, que en 1751 trazól Ventura Rodríguez y tiene
relieves y estatuas de mármol labradas en Génova 22. a
Una de las decoraeioner, marmóreas más suntuosas de la Pen- N
E ínsula en el siglo x w puede admirarse en el interior del monaste-
O
rio portugués de Mafia, iniciado en 1717, donde ei rey Juan V de =
Braganza rivalizó en magnificencia y riqueza con El Eascorial de m
O
E
Felipe 11. Bajo la direccih del gran arquitecto Federico Ludwig, SE
un equipo de escultores capitaneado por Alessandro Giusti, entre E
los que se contaban muchm italianos, intervino en el revestimiento 3
de la iglesia, y de esa escueia surgio ei magno escuitor iusiiano -
Joaquín Machado de Castro 23. Despu6s de haber morado en Cádiz, 0m
E
por ~SOSa ños moría asesinado en Lisboa el joven escultor genovés O
6. B. Maragliano .24, de cuyo padre me ocupar4 a propósito de varias
obras esculpidas para Tenerife. n
E
También en Levante, por su mayor proximidad a Italia, es dable a
encontrar numerosais esculturas importadas de Liguria, que alter- n
nan en Murcia con las napolitanas 25. Pero la ciudad española que
$1 Ponz, edic. cit., 44. Sobre estatuarios itálicos en España en esta cen-tc'ldc
y en 12 sigdie~tev, &se Enriqce Pardo Ccna!,lr~.B: wt&pres ?ffl,Zinn,os de
los siglos XVIII y XIX en Eqmña, "Archivo Español de Arte", XXVii (1955),
97-115. Como naturales de Génova se cita en este trabajo a Juan Domingo
Olivieri, Antonio Capellano, Santiago Baglieto, los Silici, más otros varios
de Carrara.
22 Panz, bbidem, 251.
23 Lazoya: Historia del Arte Hisphniw, m 432434.
24 Melani, ob. cit., 505.
25 José Shchez Moreno : Vida y obra de Francisco SuZxillo, Murcia, 1945,
69-71.
10 JESÚS HERNÁNDEZ PERERA
todavía hoy puede ofrecer un museo sobresaliente de mármoles e
imágenes genovesas, en cierta modo comparable al legado que GB
nova dio a Canarias, es Cádiz.
M transferirse en 1717 a Cádiz el monopolio del comercio de
Sevilla, la atracción que ejerce el puerto gaditano sobre mercaderes
y banqueros la convierte en una de las ciudades más opulentas de
la Península. Ya desde fines del siglo anterior muchos flamencos
y genoveses se instalan allí, además de los que desde el siglo xv
poblaban la ciudad, y bien pronto, dice César Pemán26, acumulan
grandes riquezas, traducidas en construcciones magníficas. Llevan
flamantes escudos las casas recién construíh, como las de los
Eoquin de Bocanegra y otras familias, pronto enlazadas con los
linajes locales. Entre ellas sobresale la de los genoveses Cibo de a
Soprani, los Sopranis gaditanos, que durmte varias generaciones N
E
rigen hegem6nicamente los destinos de la ciudad. Esta misma fa- O
milia cuenta en Canarias con rama de larga permanencia y múl- n-- m
tiples enlaces en el Archipiklago. Recordemos también que a trav��s O
E
de los comerciantes genoveses de Cádiz Diego (rornelissen y Já- E
2
E come Porrata el cabildo catedral de Las Palmas de Gran Canaria -
encargaba a Andalucía y a Gnova egregias piezas de plata 27. 3
Los genoveses avecindados en Cádiz no pierden contacto con O--
su patria nativa y a su gestión se debe mucho del mármol con que m
E
se adorna la hermosa catedral de Vicente Acero. Los barrocos alta- O
res todavía llamados "de los genoveses" en la catedral vieja (1671) n
y en Santo Domingo proclaman la fama de que gozaban en la ciu- -E
dad los marmolistas de Génova, a los que se deben otros conjuntos, a
2
como el retablo mayor de la citada iglesia dominicana (1694), el de n
n
la capilla del Camino o el del sagrario de San Felipe Neri, ya
3 del xvm, costeados por los acomodados comerciantes italianos o O
por las propias corporaciones, imponiendo el gusto por las colurn-nas
salomónicas de mármol y por la estatuaria de los discípulos
ligures de Bernini, lo que da a Cádz carácter tan diferente del resto
de Andalucía. Incluso otros gaditanos no oriundos de Génova ador-nan
con mármoles y c o l m a s salom6nicas las fachadas de sus man-siones,
como el opulento caballero D. Diego de Barrios, construc-
26 César Pemán y Pemartín: EZ Arte en Cádiz, Madrid, 19.30, 21-22.
27 Cf. Jesfis Hernández Perera: Orfebreria cie Canarias, 111, 160. .
386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 11
tor 28 de las dos portadas particulares más suntuosas de Cádiz: la
de la plazuela de S m MartÉn (1686) y la Casa de las Cadenas (1693).
Además de Im grandes máquina citadas conserva Cádiz buen
nhamero de escultusas sueltas de origen genovés. Pemán 28 elogia
como excelente obra genovesa el relieve de alabastro con el Extasis
de Santa Catalina de Génwa que preside la Sala Capitular de la
catedral. En el mismo templo se exhiben las grandes estatuas mar-rai6re.
e.ad~ e San Pedro y San Pabb (1672), un tiempo en la catedral
vieja, de las 'que es autor el genovés Stefano Fñ.uco. Del mismo gusto
cree Bernán los Triunfos de loe Santos patronos Servando y Ger-mán
(1705) a la entrada del puerto; de San, Francisco Javier, en el
Seminario, y el de la Inmaculada en el patio de Capuchinos. De 1761 a N
es otro monumento de mármol sobre alto pedestal, el de la Virgen E
d d Rosario en el patio del Hospicio. Del siglo x w y~ m uy barroco O -
es el AngeF Crwtodio de la parroquia castrense, policromado y fir- -
=m
O
mado por Nicolás Fmo. Otro Angel Custodio se dice talló para EE
San Juan de Dios el genovhs Antonio María Maragliano 30. De in- SE
fluencia lligiar parece a Pemh el magnífico lavamanos de mármol =
en la saccristia de Santa María, como otros lavabos del mismo ma- 3
terial en otros templos. Anotemos, por fdtimo, los bellos púlpitos
- -
0m
de jaspes, como los de San Francisco y del Carmen, los mejores, E
adornados con estatuas y relieves. O
Después de la Guerra de la Independencia, tras la creación de
los cementerios al suprimirse desde Carlos IHI los entierros en las
iglesias, la importación de mármoles genoveses prefirió los monu-mentos
funerarios. A más de que su valor artístico decrece extra-ordiaariam~
ente, la participación del escultor es menos relevante
que la del simple cantero. Pero no faltan monumentos de otra ín-dole,
como estatuas mitológicas, fuentes de mármol, obeliscos con-memorativos,
etc., que la mismo quedan en Barcelona o en Madrid,
que atravesando el mar se instalan en las plazas de La Habana o
28 César PemSLn: Arquitectura barroca gaclitana. Las casas de Don Diego
de Barrios, "Archivo Español de Arte", =VI11 (1955), 199.
29 Pemán y Pemartín: E2 Arta en Cddix, 61-62; Pom, ob. cit., 1.565-1.568.
30 Suboff en Thieme-Becker: Allgemeines Lexicon üer Mden cien Kümtbr,
XXRT, 49-50.
en los templos del Ped, romo el retablo de mármoles encargado
a Génova en 1872 por los herederos del obispo ayeneche para la
catedral de Arequipa 31. Tendré ocasi611 de hablar de dos monu-mentos
labrados para Lima y Puerto Rico p r el escultor genovb
Cdnessa, muerto en el presente siglo.
Ekta incompleta enumerackh, que apenas Cia idea del cuantioso
legado escultórico que a Génova d&e nuestro país, es índice del
ininterrumpido contacto que en este campo, como en el politico y
mercantil, sostuvo España con $la Superba. Las Islas Canarias con-h
a n con reiterados ejemplos la importancia que tuvieron estas
fecundas relaciones.
a
-3 GmOVFSES Y !?&h%r&m. O
n-- m
No es mera casualidad el. que una de las Canarias, Lanzarote, O
E
lleve el nombre de un navegante genovés, Lanrelotto Malocelb, que E
2
E antes de 1339 arribó a las islas orientales, redescubriendo el Archá-piélago,
enteramente olvidado en la Alta Edad Media 32. 3
Los genoveses, como es sabido, estuvieron ligados desde muy -
0
pronto a las empresas marítimas castellanas gracias a su especial m
E
vocación marinera. Su predominio naval en @astilla y PortugaI O
arranca de fecha tan temprana como 1113, desde que Mamtro Oge- n
rioS3 construyó las primeras naves de guerra que la historia re- £
cuerda sobre la vertiente atlántica de la Península Mrica, la flota a
2
n
n
31 Lowya: Historia deZ Arte Hispánico, V, 209.
32 Eiías Serra Ráfols: Lamelotto MaloceZio en bs 1sla-s Cmrias, "Actas O3
do Congreso Internacional de História dos Descobrimentos", vol. m, Lisboa,
1961, 3-4 de Ii sepirata; idem-. Tios p r t u p e s m en. Cccnnrias, La Laguna.
1941, 10-12.
A la expedici6n de Lancelotto habían precedido otros genmeses, los her-manos
Vivaldi, que no regresaron a Génova de su viaje de 1291; véase kntmio
Rumeu de Armas: Piraterb y ataques navales contra las I s h Canarias,
Madrid, 1947, tomo 1, 7-8 y bibl. anterior.
f)trir ~ s p e ~ t ecnx a arkg VerIinden: Inf!gmwe itrdinna neZh colonizza-xione
i b m h (ecomini e metodi), 'Wuova Rivista Storica", XXXV'I, 3-4 (1952), 7.
33 Roberto López: Il p-eüominio economico dei Gmovesi nelb Monarchict
spagnob, "Giornale Storico e Eetterario deila Liguria", 1936, 6 de la separata.
388 ANUAíZIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 13
del arzobispo compostelano Gelmirez. Aunque m intervinieron
navíos genoveses en la armada de Ramón Bonifaz que ayudó a Sm
Fernando en la reconquista de Sevilla, en 1292 Benedetto Zaccaria
cmpr6 con Saneho W en la pan victoria de Tarifa. Desde enton-ces,
dos familias genovesas, los Boccanegra y los Pessagno, se
transmitieron durante m& de un siglo el cargo de almirante ge-neral
de Castilia y Portugal, respectivamente. Al final de la Edad
Media, las naves genovesas hubieron de sopoortar la fuerte com-petencia
de los catalanes y maZlorquines, a quienes los monar-cas
castellanos ocupan en m& de una empresa. Pero al frente de
la magna andadura castellana de todos los siglos, el descubrimiento
de Arnérica, CTrist6bal Colón unirá en puente ilusionado las Islas
Canarias con el Nuevo Mundo. Abundando en esta estrecha coope-ración,
desde 1528 Andrea msia obtiene de Carlos V el generalato
de la*. Ue Eap&& y e: Cargo perdeii- laa f mipia. Ecirice,
como en otras dinastías genovesas, los Sauli, los Negrone, los Im-peride,
los Grimaldi, 10s De Mari. Recordemos en el terreno militar
el papel desempefiado al frente de los Tercios de Flandes por un
genovk, Ambrosio Sphola, el expugnador de Breda.
Ei ascendiente genovh en ia Península Ibérica no fue tanto mi-litar
como econ6mico. Las genoveses, dice Roberto López 34, eran
más numerosos y más ricos en el extranjero que en su propia ciu-dad.
S610 en Castilla se contaban, a principios del siglo xva, casi
10.000, cuando no llegaba Génova entonces, incluidos los foras-teros,
a 70.000 habitantes. Todaváa Mallorca y Aragh contaron con
colonias m& numerosas, y no sólo en ciudades italianas como Milán
y Náples abundaban los genoveses, sino hasta en Amberes. Tan
copiosa penetración se basaba en la hábil política mercantil de la
Superba, cuya superioridad técnica y avanzada organización de los
negocios permitió a Doria obtener ei tratado de 1528, que concedía
a los genoveses libertad de comercio en todos los Estados de los
Aiastrias, en paridad con los mismos españoles.
Tal situación de privilegio venía respaldada por una inteligente
política naval, que había dado a Génova el predominio de su ban-dera
sobre las de Pisa, Barcelona y Marsella en el Tirreno y, tras
34 Pdern, ib.idem, 3.
Nam. 7 (1961)
frecuentar las costas mediterráneas hispánicas, al fin del siglo xm
úrumpe en el Atlántico, estableciendo a principios de la inmediata
centuria líneas regulares entre Italia, Espazla y Flandes. La crisis
de Oriente empujó hacia el Mediterráneo occidental y el Océano a
toda la marina genovesa, y los descubrimientos colombinos pro-porcionaron
buena oportunidad a los particulares genoveses para
surcar el gran mar. E l mismo gobierno de la Repúlblica acordaba
en 1517 anticipas a cuantos constmyeran grandes galeras para
América. Con los acuerdos firmados con Es-wiía por Doria vino la
máxima prosperidad de la marina genovesa 35. Dwante todo el
siglo m y principios del xvn pudo decirse que el corazón de las
comunicaciones terrestres y marítimas del Imperio Habsburgo es-taba
en Génova. Su privanza declinó cuando decayó el poderío espa- a N
ñd, y tanto la competencia holandesa e inglesa, como el resurgi- E
mimb CtP ki z - ~ imfrz mes~U!, ZCOXU~W~ceGdSie,U =- a G ~ m O
n -
parte de su antiguo esplendor. =
Om
E A las prestaciones de la flota hay que surfiar de modo muy eficaz E
2 la solidez de su política dineraria. Carlos V solicitaba empréstitos
=E
a famosos banqueros alemanes, como 10.9 'Weher y los Fugger, pero
su acuer& ter, pr9pGrci=aS a los bayue- ~ ~ T ; G T Jp~ iS~ ;- 3
-
@es operaciones 36, que se incrementaron con Felipe II al sepa- -
0m
rarse Espafia del Sacro Romano imperio. No es exagerado &mar E
O que en esos años fueron árbitros, en cierta manera, de la política
hispánica el Banco de San Gimgio y particulares como los entu- n
E
rione (que en una ocasión prestaron al rey diez millones de duca- -
a
dos), los Inwea, los Pallavicini, los Spínola o los Grirnaldi, apellidos 2
n
todos genoveses, por su control sobre las hamas españslas en 0
asientos y juros. Es cierto que {las bancarrotas produjeron penosos O3
sacrificios, pero' las compensaciones no dejaban de ser remunera-doras,
como el monopolio & la sal otorgado en 1575 por Felipe II
y los impuestos sobre bienes eclesiásticos. No es necesario insistir
35 Charles Verlinden: Les infZumces i t d i e nws &ns Z ' é c o ~ i eet &m la
coZon&atz'on espagnoles 2G li6poqzce de Ferdinand le Catholiqwe, "V Congreso
de Historia de la Corona de Arag6nW, m, Zaragoza, 1954, 275.
36 Sobre los genoveses y la industria de La seda en España véase Ramón
Carande: Carlos V y sus banque~osX, adrid, Sociedad de Estudios y plrblica-ciones,
1949, ii, 323.
390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
sobre el pago de intereses por los subidos emprbtitos a la Corona,
contra el oro y la plata de América, que proporcionó a los geno-veses
grandes ganancias. Las cifras dadas a fines de siglo por el
embajador Vendramin -24.000.000 de ducados en sesenta y cuatro
años, por 56.000.000 solo que quedaron en España- son bien elo-cuentes.
Y aunque el monarca intentó desviarlo hacia los portu-gueses,
éstos acaban por depender de manos genovesas, siempre
bien pertrechadas en 1% grandes ferias internacionales. Anotemos,
por Último, que el comercio con América fomentó en Sevilla 37 una
numerosa colonia genovesa, y que buena parte de sus ingresos pro-venía
de la trata de esclavos, monopolio que en 1601 Felipe III
concedía a un portugués, pero que al independizarse Portugal en
1663 volvió a manos Qwes ".
La conquista de Canarias quedaba finalizada por Castilña al tér-mino
,del siglo xv y no sin intervención de manos y dinero genove-ses.
Gracias a sus ofertas .de dinero se comuna la conquista de La
Palma, y lo mism ocurre en la de Tenerife. Las posibilidades mer-canticles
de las Islas recién conquistadas atraen pronto a otros co-merciantes
genoveses que en el primer momento no habian arries-gado
dinero para domefiarlas. H a1 punto surge una colonia, cada
vez más numerosa. La Srta. Manuela Mamem ha señalado en un
trabajo muy sugerente el papel jugado pos los genoveses en la
conquista y colonización de Tenerife. Por su actuación junto al
Adelantado D. Alonso Fernhdez de Lugo sobresale Mateo Viñq
que tuvo rango de conquistador y descendencia ilustre en la familia
Lugo-Viña, entre otras. Tras 61 vienen m5.s genoveses que ee esta-
37 P. Gribaudi: Navigatori, banchieri e mercanti italiani nei documer~ti
degti archivi notariaM di SSiviglia, "Bolletino della Societa Geografica Italia-na",
1936; R. Almagia: Comercianti, banchieri ed armatori genovesi a Siviglia
nei primi decenni del secoío XVI, "Rendiconti Acad. dei Lincei", 1935; Hipó-lito
Sancho de Sopranis: Los genmeses en Cdciix a t e s de 1600, Sociedad de
Estudios Históricos de Jerez de la Frontera, 1939, criad. 4; ídem: Los geno-veses
en b regwn Gaditw-Xericie-e de 1460 a 1500, "Mispania", VIII (1948),
355-402.
38 R Lopez, art. cit., 8.
Manuela Narrero: Los genoveses en Za colonixación de Tenerife, 1496-
1509, "Revista de Historia", 89 (19UO), 52-65.
16 ~ z sOsH ERNÁiiEZ PERERA
blecen asimismo en la Isla con fijeza: son Ckist6bal de Ponte, de
quien descenderán los futuros marqueses de Adeje y de la Quinta
Roja; Bautista -4scani0, también tronco de los actuales Ascanios
distribuídos por las Islas; y Tomás Jalstinia;lzo. A estos ricos geno-veses
se agregan algunos parientes, como Diego Negrón o Di Negro,
sobrino de Ascanio, y buen nfimero de transeúntes, que visitan la
Isla sin perder contacto can otros centros de negocios, entre los que
descuellan Cosme y Francisco Rlberol, vecinos de Cádiz y Sevilla,
que tratan igualmente con el Adelantado. Procurador de los Ribe-roles
es otro genovés, Jácomo Cacaña, documentdo como mercader
de esdavos. Esteban Nenton parece dedicarse a comprar ropa. En
la n6mina confeccionada p r la Srta. Marrero, que comprende datos
entre 1496 y 1509, figuran como vecinos de Tenerife unos siete ge- a N
noveses y otros once estantes o transeúnites, más otros varios en E
c-ym &n,iu. y Yu,p din_~. a&iTí&,&s ~ ~ e r c z ~et iin!d~~ s - O n triales abarcan la faibricación de aziicar, la orchilla, los cereales y -
m
O
el siempre lucrativo negocio de esclavos, además de las funciones E
E
2 especificas de la banca. E
Por etapas y enlaces sucesivos, estos primeros genoveses, pronts
-
i ~ c ~ ~ p r a2d1 =ggsb ier~g& 12 ccm r@&res v cínrlionc EP
3
Y U'---""w' "' -
duplican, y nuevos apellidos ligures se instalan en Tenerife. Con los -
0
m
Benitez de Lugo, pariencks del Adelantado, entronca el también E
conquistador Dornenigo Grimaldi Rizo, noble patricio de Génova, O
y de los Benitez de Lugo Grimaldi quedará larga descendencia. n
E Otra de las casas originarias de la Repkblica de Génovz es la de -
a
Franchi, en la que recaerían los marquesados del Sauzal y de la 2
n
Candia; a poca de la conquista se estableció en La Orotava su pri-n
n
ner representante, -4ntcnio de Franchi Luzardo, entroncando sus O3
descendientes del siglo xvm con los C61ogm, de origen irlandés. Los
s..,.&:,:,,: ,,-el,, ,,, 1,,- ':..rl, ,,&,.,,,,, ,,,,,,,",, ,,"C"I,lani-r~
ubuiliaul culabail L U ~ L lwa P~CLL~LL aUu uD. u ,u l F~CIIUV-ac r JwwAL u r -
dos antes en Gran Canaria, formando en Tenerife, desde mes del
siglo xvn, la familia Eercaro-Justiniani, cuyos miembros se hicieron
inscribir sucesivamente en el Libro de Oro de la nobleza genovesa,
y enlazan adem5.s con la casa de Ponte. También dentro del siglo xm
aP-eCiiidall erL Tenerse los CiTjO Ge SOprzn.&, zee&uS 22
Cádiz, e igualmente enlazan con otros linajes italianos como los
Gentile. Wros apellidos de ascendencia genovesa, como Cairasco,
392 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE l?
Interián, Doria, Calimano, I?oggi, Saviñón, Leardo, Pinelo, Colom-bo,
se unen a los precedentes40 durante aquella centuria y la si-guiente.
En el siglo xvnñ la presencia de genoveses en Tenerife es com-tante.
Los Mongioti o Mongeotti, de los que alguno desempeña el
consulado de la RepÚtblica de anova en el primer tercio de la cen-turia,
se relacionan con varias familias de La Laguna 41. Y con los
Logman, de origen alemán, enlaza, a mediados del xvur, D. Nicolás
Bignoni y Dagnino, noble patricio de Génova 42. Tenían casa en la
capital de la Isla los Da Pelo o Dapelo, marinos de la carrera de
Indias. En la matrícula de extranjeros radicados en Tenerife en 1791
que confeccion6 el corregidor D. Joaquín Bernard y Vargas, dada
a eonocer por Ruiz Alvarez 43, constan en esta fecha siete natu-rales
de Génova, apellidados Lavaggi, Benvenuti, %ara, Real, Rol-dán
y mano, cuyas profesiones van desde mercaderes y sastres a
escribientes y marineros.
La lista aún podría aumentarse si no bastara con los apellidos
genoveses aquí transcritos para corroborar la activa vinculación
de los hijos de Génova con la vida tinerfeña en los pasados siglos.
La colonia tomó parte destacada en las construcciones y viviendas
de las ciudades, y Manuela Ma r r e r ~ r"e~cu erda la distinción de h
casa que Tomás Justiniano se había hecho edificar en La Laguna,
utilizada, como lla mejor residencia de la ciudad, por el inquisidor
mayor en 1506 y el juez de residencia D. Lope de Sosa, huéspedes
distinguidos de la capital insular. La casa de los Lercaro-Justi-
40 Para la genealogía de estas familias, Francisco Fernández de SeYflen-court:
No7Eiliario de Omarias. Ampliado por una junta de especialistas, La
Laguna, J. Régulo, 1952-1954, tomos 1, 11 y III, passim. También Hipólito
u=c--iAiibLr-i v uA nr <uT.w-.--*:y-. ~ c i i ~ i uuT.v e on u 0 rwi mp- rr i wr rrl .inr e vm vn rwi nr nv-w- :rn n < ln 0 + E 0 6 < < D l r i n C n 2- U:- c-, ryír r -rvuvt rb?vlucoi u= rlru-toria",
95-96 (1951), 318-336.
Sobre los Colombo~ en las islas véase Alejandro Cioranescu: Co16n y Ca-narias,
La Laguna, 1959, 210 SS.
41 José Antonio de Anchieta: Diario, 1731 a 1767, Ns. 83-2/21 Biblioteca
Universitaria de La Laguna, fol. 43 v., 110 v. y 114 v.
42 Fe,rr,L?Uez de PeA&eai;c-ÜI-t, ob. cit., E, 9.25.
43 Antonio Ruiz Alvarez: Matricula de extranjeros en Za isla de Tenerife a
fines del sigb XVIII, "Revista de Historia", 105-108 (19541, 102-111.
44 M. Narrero, art. cit., 63.
18 JESiJS HERXÁNDEZ PERERA
niani, en la calle de San Agustin, es hoy uno de los más rancios y
hermosos ejemplares del bajo Renacimiento en La Laguna y, si bien
más tardía, no es menos suntuosa la de la misma familia en La
Orotava, hoy albergue de excelentes esculturas de arte genovb,
como veremos.
De la teqranz. relación del arte canario con los genoveses da
fe el concierto que, ante el escribano Cristóbal de San Clemente,
firman los mercaderes genoveses estantes en Las Palmas en 1518
con los frailes franciscanos de la ciudad, en virtud del cual se com-prometen
a la entrega de cierta suma para la fábrica de la capilla
mayor del convento a cambio de que se les concediera bóveda sepul- a
cral para ellos y sus connacionales en la nave de la iglesia "j. Aquel N
E año habían contratado los frailes la construcción del templo con el
O maestro cantero seviiiano Pedro de Lierena4" que desde catorce n--
afios antes había venido de Sevilla a edificar la catedral de Las Pal- m
O
E
mas. En el contrato firmado por Llerena en Sevilla en 1504 com- SE
prometiéndose a construir la catedral, dado a conocer por Enrique -E
Marco Dorta "', aparece el genovés Francisco Riberol, arriba nom-brado
como estante en Tenerife -por aquellos ai'íos. Desgracia&&-
3
-
mente, no se ha conservado la fábrica de Llerena en San mancisco,
-
0
m
E incendiada en 1599 por el holandés Van-der-Does 48, pero los geno- O
veses conservaron allí !la bóveda sepulcral, en la que yacía desde
1563 Jerónimo Lercaro, primero de este apellido que se estableció n
-E
en Gran Canaria ". a
La primera vez que desde Canarias se pide a G6nova una pieza 2
n
esculpida en mámd fue, según mis notas, en 1529. En la sesión n
celebrada por el calsildo catedral de Las Palmas el lunes 7 de junio O3
de este año, se acuerda adquirir en Génova una pila de mármol
45 A. Millares Torres: Anales de las IsZas Canarias, Las Palmas, 1877,
Ms. en el Museo Canario.
46 Vhse Jesús Hernández Ferera: Sobre los arquitectos de la Catedral de
Laos Palmas, 1500-1570, "El Museo Canario", 73-74 (1960), 266-267; Rumeu
de Armas, ob. cit., ii, 289.
g7 Erfl.iYYiize& iiCo mef.:r& í-u , L;ersiiu, GIq2't&-to Za b C¿i.ts&.Gl da
Las Pazmas, I'~evista de Historia Canaria", 121-122 (1%8), 123-121.
48 Rurneu de Armas, ob. cit., 11, 881.
49 Fernández de Bethencotrrt, ob. cit., 1, 520-521.
394 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
ESCULTURAS GEKOVESAS EIi TEh;ERIFE 19
igual o mayor que la de .la catedral de Cádiz jO. Tampoco se ha con-servado
tan antigm ejemplar, que pereció en ei saqueo del pirata
holandés, pero la referencia a la pila de Cádiz es seguro la debian
10s canónigos a algún comerciante genovés activo en ambos puertos.
La pila bautismal más antigua de cincel genovés que conozco en
las Islas no está en Gran Canaria: es ,la de la pai.roquia del Sal-vador
en Santa Cruz de La Palma, anterior a 1600, y parece obra
muy tipica de los marmolktas camareses, decorada su taza gallo-nada
con relieves, querubes y guirnaldas, cuyo conjunto corona una
etatuíta del Bautista 51.
Pieza famosa de procedencia genovesa en la catedral de Las
Palmas es la gran lámpara de plata suspendida en la nave central,
que de Gnova hlzo verGr en 1678 el obispo Garcia Jimériez, obra
de tamaño y peso excepcionales, en cuyo encargo se prefiriú la ciu-dad
italiana en desventaja de Sevilla, adonde primero se había acu-dido,
y que dejaría larga estela en ia orfe:brería insular 52.
Esta predilección por el arte genovés prende también en la cer-cana
isla de Tenerife, in crescendo en los siglos inmediatos, como
pasamos ahora a ver en las numerosas esculturas en mármol: ma-dera
policromada, plata y marfil que hasta nuestros dias guarda la
isla mayor del Archipiélago, acicate y estimulo, como también lo
fue la lámpara genovesa citada, para muchos logros del arte canario.
La fama .del gran escultor murciano Francisco S W o y la a M -
ración que suscita su pintoresco y mágico Belén, atractivo de1 Mw
seo SalzilIo de Murcia, pueden fundamentar la opinión de que la
aparición de esia imaginería navideña & data en España desde
50 Actas capitulares de la catedral de Las Palmas, lib. Iii, fol. 32: "lunes
7 junio 1529, mandaron al señor mayordomo de la fábrica el maestrescuela
que enbíe por una püa de mármol a Génova conforme a la de Cádiz o algo
mayor para lo qual. le dieron cmysi6n".
Se reproduce como del siglo m en Dacio V. Darias y Padrón, José Ro-driguez
lldoure (t) y Luis Benítez Inglott: Historia de la ReZigih m Canarias,
1, Santa Cruz de Tenerife, Editorial Cmantes, 1957, fig. 86.
52 Hernández Perera: Orfebrerta üe CaWbs, 156-163 y fig. 44.
Núm. 7 (1961) 395
20 JESOS HERXUDEZ PERERA
la segunda mitad del siglo XVIII y que por sugerencias del taller
paterno, del naplitano Nicolás Salzillo, a Nápoles tom6 e1 artista
la idea originaria de su escultórico Nacimiento 53.
No fue Nápoles, sin embargo, la única ciudad italiana donde
los Belenes formados por figurillas esculpidas en madera o en cera
policromada acreditaron talleres especializados en este género plás-tico,
que España acogib con entusiasmo, renovando una tradición
que contaba en nuestro suelo con reiterados y bellos ejemplos, na-cidos
al socaire de toda la imaginería policromada hispánica. Tam-bién
Liguria, donde la estatuaria en madera corrió en muchos casos
pareja de la escultura en mármol y que, en menor tamaiío, emula en
primor las labores de mam, produjo cuantiosos "Presepi", que ri-vahan
en colorido y abigarramiento con los Kacimientos napoli- a
N tanos. Génova, que en los siglos XVII y XVIII, comenta Melani 54, se E
=meja a hT5poles en la a.bundancia; y los pesebres de madera na- o politanos f raternizan con los Belenes genovesea, logró también repu- --- m
O "ación en sus Nacimientos diminutos, que en más de una ocasib EE
salieron de los lindes de la Liguria, solicitados por extranjera SE
cientela. -
Lh be!!^ ejemp!~ de "-Presepi~" de =ader~ policromada de mano 3
genovesa puede admirarse en Tenerife. A la ingenua y menuda be-
- -
0
m
ileza de sus figurillas debe agregarse el interés de su temprana E
fecha, bastante anterior a muchos de los Belenes partenopeos exis- o
"Lentes en España y, desde luego, al famoso de Francisco Salzillo -
en Murcia. Lo guarda en su vitrina original la Sra. D." Eugenia E a-
Lemaro, viuda de Fernández, en La Orotava j5 (lámina 1). l -
El apellido Lercaro -de la rama Lercaro-Justiniani a que ami- --
"m me he referido- justifica que esta galería de esculturm geno- =
vesas comience por varias piezas de su pertenencia. E1 contacto O
frewente cpe ce:: @~cvrh, .r= -, &U fz~siaq, ~ d~e geen erlcmn en
generación cuidó de no romper los lazos que la ligaban a la Superba
y asentó en los registros de la nobleza genovesa los nombres de sus
63 Cf. Juan Torres Fontes: Guúm de Zos ~Huseos de España, X, Museo
SalziZlo (Murcia), Madrid, 1959, 49-51.
54 Mdani, ob. &t., 497-498.
55 Agradezco a la Sra. Lercaro su amabilidad al permitirme estudiar las
esculturas genovesas Üe su colecci6n y consultar su archivo.
396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
AN~NIMGOE KOVES:R e l h , conjunto v pormenor d e la Adoración de los Pnstorrs.
(princi~?iosd el siglo xvi;rl. Colección Lercaro. 1.a Oiotava.
TALLEGR ENOVÍ:~P:l i l i l i t o de miirmal y Jaspe (17361.I glesia de la Concepción. Santa
Cruz de Tenerite*
( F o t o B e n $ r ~)r
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 21
miembros nacidos en Canarias, fue también vehículo constante de
obras de arte que no sblo enriquecieron sus rancias casonas de La
Laguna y La Orotava, sino también los templos tinerfeños desde
fecha bien temprana.
La más antigua obra de arte genovés que conozco en Tenerife
es precisamente un precioso Crucifijo 'de marfil existente en la ci-tada
colección Lercaro, de La Qrotava (alto, 67 cm.). Está fechado
en 1652 y firmado con las iniciales J. C. T. grabadas, que no he lo-grado
identificar en la escasa bibliografía de que dispongo. Se trata
de un relicario, ya vacío, constituido por una caja cilíndrica, hora-dada
por cuatro ventanales elípticos, y encerrada en un templete
que forman cuatro columnillas torsas sobre basamentos decorados
con rowtas y prolongadas en sendas perillas por cima de la cor-nisa,
'de la que arranca una esbelta cruz también de marfil, a la cual
se arrosca una serpiente. El árbol de la cruz, muy prolongado y
recorrido por cinta ondulante en toda su longitud2 lleva brazos muy
cortos rematados en perillas y sostiene un Cristo agonizante, de
brazos poco separados, como es frecuente en los crucifijos de me-diados
del siglo xw, cercano al que suele llamarse Cristo janse-nista
y cultivaron Rubens y el mismo Velázquez, en talla primorosa
y musculatura estudiada y prominente, suspendida de tres clavos.
Por la finura de su 'decoración, la labra cuidadosa del cuerpo del
Cristo en agonía, la serpiente y la calavera aplicada junto a la base
de la cruz, debe reputarse como excelente trabajo de Génova y uno
de los marfiles más notables de arte europeo que puedan admirarse
en Canarias.
Algo más tardía, fechable hacia el primer cuarto del siglo m,
posee (la misma propietaria otra escultura de la ZnmacuZada, esta
vez en madera policromada y dimensiones algo menores que la al-tura
de la cruz de marfil (alto, 38 cm.). La peana presenta tres cabe-eitm
aladas y una media luna, sobre la que se eleva una figurilla
de María, perdidas las manos, arropada en túnica Manca y mangas
rojas asomando entre ampuloso y verde manto, que imprime al con-junto
m ritmo _helicnir?lL E1 rostro redondoj algo girado a 1a iz-quierda
y con deterioros en la carnación, lo animan ojos azules y
cabellera dorada. Parece también talla anónima. genovesa, tal vez
cercana al estib o escuela de Antonio Maragliano, de quien vere-
22 JESOS HERNÁNDEZ PERERA
ms luego varias muestras. Es 12stima no se haya preservado in-tacta
la plicromía.
Consta en el archivo familiar j6 que a principios del siglo xvm
había traído de Génova un Nacimiento y lo tenia instalado en su
residencia de La Laguna el caballero D. Diegs Eercaro-Justiniani
y Urtusáustegui (f 1726). Es el mismo que se conserva actualmente
en La Brotava. Protegido por una vitrina y asentaso sobre sen-cilla
mesa, se despliega el Belén ante rocoso paisaje casi cortado a
pico, que sirve de solar a una diminuta ciudadela amurallada sobre
la cual brilla ;la estrella de los Magos, ondulando como sierpe su
cola de cometa. Ante el acantilado pétreo, por cuyos vericuetos des-cienden
hasta media docena de pastores -alguno atraviesa m
puente-, acompañados de asnos, terneros, perros, cabras y ovejas, a N
representados por su lejanía a escala menor (unos 10 cm. de altura E
media) qur e! de 1~ 5 g ; r u ~& pe&-=pyi pirr plu_q~, nO
ordenan otras dos docenas de personajes (alto aproximado, 20 cm.) -
m
O
que componen dos escenas sin solución de continuidad: la Ahm- E
E
ción de los Pastores, a la derecha del espectador (lámina 1) ; la A&- 2
E
ra& de los Reyes, a la izquierda. En ambas se repite la Sagrada
-
Fa~~i I iggl,~ -$&, on&c ghy-ivoc & 12 ~QCI5,1 ccxra ~ o r n i ~CPa
3
a-'- J - ------ --
adhieren entre nubes angelitos desnudos y cabecitas aladas de que-
- -
0
m
rubes. En 'la primera, el Niño Jesús se reclina en diminuto pesebre; E
en la Epifanía recibe el homenaje de los Magos sentado en las ro- O
dillas maternas. Las dos figuras de San José demuestran en su n
barroca actitud y ademán declamatorio especial cuidado, sensible -E
a
en el modelado de bariba y cabellera. Todos los pastores acercan nl
ofrendas en ademán marcial, que reiteran al lado siniestro los tres n
n
Reyes y sus pajes, vestidos con casacas de alegre policromía y 3
anchos sombreros o turbantes orientales. El conjunto respira ani- O
u - ~ c j hy c&ridc, y 1 s a &i t ~&~ , P Z ~ X ~ > E gra&sa 8fit;ci-pación
rococo, acusan refinamiento y elegancia. El estilo refleja
indudablemente la manera coetánea de la escultura genovesa en
gran tamaño. En los rostros y movimiento de las figuras asoma el
acento abigarrado y ala gracia musical que impuso en la estatuaria
limir ~n rnsiifera el i l n dr ~ irns)gifie~-A _nt^cic ~ ~ r 8 g l i ~ ~ ~ , -E) -'- --- - -'- -' - - - - - - - - - - - -
56 Archivo de la Casa de Lercaro, La Orotava, leg. de i~ventarios. Doy
las gracias a D. José Lugo y Méndez por sus amables indicaciones.
398 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCZ~ZTURAS GENOVESAS EN TE~~ERIFE 23
de quien guarda la isla de Tenerife algunas obras eminentes, famoso
también por sus Belenes, como recuerda Nelani 57.
Este mismo autor cita como especialista de "presepi" dieci-ochescos
en Ligexria a Girolamo Pittaluga de Sampierdarena, a
quien llama valentísimo animalista y maestro estimado p r otros
maestros célebres. El género contaba en Génova con precursores
en el m, como Niccol6 Roccatagliata, apreciado por el Tintoretto
como escultor en figuritas lígneas de Nacimiento; y en el XVII, como
Giovambattista Gaggini (hacia 1656, arriba citado), maestro de
Marco Antonio Poggio y Stefano Costa; también cultiva la peque-ña
escultura policromada Pietro Andrea Torre y su hijo Giovanni
Andrea Torre, ambos tallistas en madera de fácil estilo. Alizeri 5S
recuerda además los nombres de algunos discipulos e imitadores
de Maragliano en la técnica de $los "presepi" : Muraglia, Conforti
y el más tarde académico Bernardo de Scopft, cuya obra se con-funde
can la del maestro.
Producción de taller, en la que han intervenido varias manos,
como demuestra un cotejo entre las figuras de Reyes y pastores
frente a los ángeles y animales, cabe, no obstante, destacar el Belén
de la colección Lercaro como ejemplo de escultura genovesa a la
vez popular y refinada. Algunas figurillas, dañadas por la polilla,
como es tan frecuente en estas tallas genovesas en madera, piden
restauración cuidadosa.
Una referencia contenida en el archivo de la familia Lercaro
en La Orotava, cuyo conocimiento debo a mi buen amigo José Lugo
y Méndez, documenta otras obras genovesas traídas a La Laguna
por mediación del antes citado D. Diego Lercaro-Justiniani. Se
trata de dos pilas para agua bendita que hacia 1725 ingresaron en
Ia iglesia parroquial de los Remedios y de ella pasaron a las dos
puertas laterales de la actual catedral de La Laguna. Por comisión
57 Melani, ob. cit., 504.
58 Federigo Alizeri: Notixie dei Profesori del disegno i% L i y u ~ hd alla
Fondaxione delZyAccademia, Génova, 1864, vol. 1, 24.
24 JESUS HERNÁND~ PEREKA
de los beneficiados de la parroquia lagunera las había hecho venir
de Génova el citado caballero, que por propia declaración sabemos
hizo varios viajes a la patria de su linaje 59. Son dos piezas talladas
en mármol de Carrara, cuya taza rectangular, no muy profunda,
apoya sobre m astil piramidal abalaustrado, al que recubren al-nos
relieves vegetales brmrocos de escasa prominencia, concebidos
con la blandura amanerada que hicieron t6pica los marmolistas
carrareses y genovaes.
No faltan en Canarias pilas bautismales y benditeras de már-mol
a las que puede asignarse origen genovbs, pero no son tantas
las que, como la de Santa Cmz de La Palma y las dos de la cate-dral
de La Laguna, van enriquecidas con relieves esculpidos. Desde
que por prescripciones de los obispos quedaron prohibidas las pilas a N
de cerámica, las llamadas pilas verdes por el color de su vidriado, E
que Impi-iaiim de Sevjyia. eriiPiea"uail desde FIILeb S&:G x-q y -On
durante todo el x v ~las parroquias más añejas del Archipiélago y =m
O
aún conservan corno reliquia algunas de ellas "O, se impusieron pau- E
E
2 latinamente las pilas marmóreas. Algún párroco uudió. a Lisboa E
en el siglo xw para sustituir su pila verde por una de mármol, =
la &i ñeaiejoB itoa,& -&rida eTr l g l o 61, u. la & la (TGrLeep= 3
-
ción de La Orotava, que también se trajo de Lisboa en 1626 62; pero -
0m
con mayor frecuencia fue Génova el mercado preferido. E
La parroquia de la Concepción en Santa Cruz de Tenerife posee O
n
z.9 Archivo de la Casa de Lerearo, Testamentos. -E
a
60 Cf. Jesús Hernández Perera: Una. buutismd de cercímicu vialriada A
sezvlzkma en. Gran Canaria, "Archivo Español de Arte", XXV (1952), 292-293. n
61 Guiilermo Camacho y Pérez-Galdós: La iglesia de Sa&iago del Beakjo 0
Alto, "El Museo Canario", 33-36 (1950), 148449. Antes de esta pila de jaspe 5
O
tenia el ba@isterio un lebrillo verde en sustitución de la primitiva pila cerámica
deteri~rada.
e2 En la visita pastoral del obispo D. Francisco Martínez, 23 de julio de
1605, se habla de "la pila del Baptismo que estaba en una capilla pequeña con
una reja de palo que servía de puerta, la cual era de barro bidriada de verde,
y dentro estaba un librillo verde por estar quebrada la pila". Cuentas de fá-brica
de la Concepción de La Orotava, lib. I, fol. 1.
E.= lr ~'ientzs de 1626, 181- 1, fol. 109 v, el mayordomo paga "una pila
que mand6 traer de Lixboa y traerla de Santa Cruz y asentarla y fletes". No
existe la pila lisboeta por haberse s~~stituideon el XIX por otra venida de Gé-nova.
Véase más abajo, nota 182.
400 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 25
una pila 6azltkal del siglo xm, donada en 1697 por el capitán
Pascua1 Ferrera y su mujer D." Marcela Josefa de Guzmán 63. El
pedestal abalaustrado mantiene una taza circular cuya Única orm-mentación
es un círculo de gallones. De parecido astil de balaustre
liso es la pila bmditem que un año antes, según reza la inscripción,
regalaron a la parroquia santacrucera los mismas esposos Ferrera
IG~ zmá ny~ s~e halla colocada junto 81 segundo pilar de la nave
del Evangelio, en la entrada norte o de la torre. La pila frontera
de esta última, aplicada al tercer pilar de la misma nave, es dona-tivo
del capitán D. Pedro Castellano, que la costeó en 1737 65.
Entre las seis que posee el templo, Poggi encomia la pila fe-chada
en 1696 y recoge la entusiasta opinión de un viajero franchs,
a quien sorprendib esta "verdadera joya de mármol, . . . obra ita-liana
de las más fines, de una sencillez ideal" e6. De compartirse e1
elogio, duda dwr-nt.Umluhdaob, I-fa y-at: cn~ej&r~tOaj T1,bi&a
del baptisterio y a la situada junto a la entrada sur, donada por el
capitán Ferrera y su esposa, de estilo similar a aquélla. Otra pila
marmórea colocada junto a la puerta que da hacia el barranco de
Santos carece de inscripcibn y Padrón Acosta se inclina a s u p
rieria &diva & lohsem aiiVU u. i5Tlacjo D. Rv&ig9 L05TIa.6i7 i
cuando costearon la capilla de Nuestra Señora del Carmen en que
están sepultados (1120-241, personajes que también acudieron a
Génova para adquirir esculturas, como tendré ocasión de comentar.
Muy probable es asimismo la procedencia genovesa de las dos
restantes pilas benditeras de la parroquia1 matriz de Santa Cruz
de Tenerife, colocadas hacia 1765 junto a la puerta principal o del
63 S. Padrón Ac&: Apwntes ihistór4cos sobre Za Parroqukt Matriz, Cam-pa%?
as g fiZm, "La Tarde", Santa Cruz de Tenerife, 15 diciembre 1943.
64 Inscripción en el borde de la3 taza- U8 DIO _DE WMOSNA EL ARO
DE 1696 EL CAPN. PASQVAL D* MARSEU IOSEFA DE
GVSMAN SV MUIER.
65 Según inscripción: ESTA PILA DIQU EL CAPN. DN. PEDRO
CASTELLANO PARA. ESTA 1GL;FrSIA PAFL0QVIA.L. DE S. CRVZ ANNO
DE 1737.
66 Feli-pe Migiel Popgi y EorSotto: G2tb histórico-descriptim de 8mta
4 h de ~Ten erife, Santa Cruz de Tenerife, 1881, 64.
67 S. Padrbn Aeosta: Apuntes 7vistóricos sobre b Parroq& Natrix,
generosidad de los hermwos Eogmum, "La Tarde", 9 septiembre 1943.
Núm. 7 (1961)
26 JESfiS NERNÁNDEZ PERERA
poniente. Sus relieves de temas vegetales blandos y amanerados
parecen labor de los marmorarios de Génova, dentro del mismo
espiritu de las pilas antes citadas de la catedral de La Laguna.
Entre los devotos que contribuyeron a su adquisición figura D. Ma-tias
Bernardo Rodriguez Carta 68, el constructor del Palacio de
Carta en la Plaza de la Candelaria, monumento nacional.
El apellido Rodríguez Carta está unido a otra o r a de mármol
existente en el mismo templo, la más rica de cuantas llegadas de
Génova decoran el interior de la ConcepcPón santacrucera: el pÚZ-pito
de jaspe (lámina Ih) que el 8 de diciembre de 1736 69 donaron a
su parroquia los padres del anteriormente citado, el capitán don
Matías Rodr��guez Carta y su esposa D:" María de la Concepción
kminguez Carta 'O. No es obra propiamente escultórica y su estu- a N
dio, por tanto, no interesa a nuestro propósito, pero debe citarse E
como otra más de l a s irnpo~tarionesg enovesas de m6md qiip p ~ a r - O n -
dan los templos tinerfeños. Su astil ochavado, con grueso nudo de =m
O
jarrbn, lo mismo que su tribuna achaflanada, son de mármol blanco EE
de Carrara con incrmtaciones o "intawie" de jaspes verdes y rojos 2
E
formando motivos geométricos o vegetales, hojas y flores colgan- =
t e ~ , T . ~ & Q $ ~ &&o JT kl_&bi!p f i l im~mE. l bzmgc~tg rn,,-rr~zp f &ra 3
-
local que imita en madera pintada las taraceas de jaspe del ambón; -
0m
10 decoran, además de un Crucifijo, las imágenes sedentes de los E
cuatro Padres de la Iglesia latina y un hgel volador. O
La exposición "El siglo de! rococo" que, bajo los auspicios del
Consejo de Europa, se abrió el verano de 1958 en el Palacio Resi-d
e n ~d e Munich, mostró en su sección de escultura un grupo en
-"Anwo mnl:nvn-oA#. n 4 4 m 0 1 An1 ..-n--TA7-+,.-L:,. I,r-*:" -&,r"-"-l:e
U L ~ U G L a J+U~LUIII~-U~ VL ISULCU UGL fjcuw v w NI~VIIIU IVULL la rual asua-
6s Fadr6n Acosta: Apurrztes.. ., Campanas y p $ h , "L. T.", 15 diciembre
i943.
69 Lo remerda inscripción en la parte baja del mbón: DIOLO EL CA-PITAx
DN. MATHUS RODRIGVES CARTA. Y SV MVGER D* IiL4R.U DE ~ o~uiV,U-~-v-I;~ G ~ I A .E; N~ 8 DE;D~ ~GI~BRE~ DE i~z~o. ~ ~ 70 Oprimo de Arribas y Sánchez: A través de las Islas Canarias, .Santa
Cruz de Tenerife, 1900, 58.
402 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 27
no (1664-1741), a quien me he referido antes como tallista de Be-lenes
en madera. Se trata de un grupo de la Virgen y San Juan
(alto, 120 cm.), perteneciente al Descendimie.nto del convento de
Nuestra Señora de la Vkitación2 de Génova (lámina VE), anterior-mente
en la iglesia de Santa María de la Paz, que había figurado
en otra exposición, "La Madonna nellYArte in Liguria", celebrada
en 1952 en b misma Gnova Ambas ewsiciones han puesto de
relieve últimamente la importancia de A. M. NaragEiano dentro del
panorama de ]la escultura ligur de finales del barroco y su dedica-cién
casi constante a la talla en madera policromada, a Ia que debe
su fama como el mejor genovés de su tiempo, solicitado por los
templos y conventos de su ciudad natal y de la Riviera ligur. Su
hijo Giovmni Battista Maragliano, escultor también, tmbajia en
Cádiz y en Lisboa, donde murió asesinado, todavía joven.
Aclamado y famoso, rivai en madera policromada Gel arte en
mármol del igualmente famoso Bernardo Schiaffino, Antonio María
Maragliano (también se escribe Maraggiano) aprendió en el taller
de m tal Arata, y sus primeros contratos fueron Crucifijos tallados
en madera 72, género en el que sobresalió, abrumado por las solici-tudes
de 10s Gratorios cie Discipiinantes, deseosos de cubrir 10s
muros de sus capillas con aparatosos Calvarios o "casacce", má-quinas
adornadas y pesadias a las que Maragliano elevó. a formas
eminentes, iniciando, dice Ndelani 73, toda una escuela que siguió
los dictados de este jefe, orgullo ligur en el arte de la estatuaria
lígnea. Alizeri 74 advierte que cuando se instaura en Génova la Aca-demia
Ligústica y con ella el academicismo neoclásico, los últimos
cultivadores de la escultura en madera quedaban restringidos a
la escuela de Maragliano, oscurecidos despu6s de tanta celebridad
del maestro. Ninguno de sus contemporáneos le dkput6 la supre-macia
en su arte. Además de un hábil modelado, en muchos casos
al servicio de un lenguaje que bebía su inspiración en el Teatro
Sacro, su manera desenvuelta y ágilmente escalonada debe mucho
a los disefios de su coetáneo el pintor Domenico Piola. Los Cmci-
28 JESBS HERNÁNDEZ PERERA
fijos y Calvamhs de tantos y tantos oratorias desarrollaron en el
maestro su típica destreza compusitiva, que resplandece en muchos
grupos escultóricos más que en imágenes sueltas.
Los discípulos acudieron a su taller más con deseo de benefi-ciarse
de la clientela habituada a las características del maestro
que con el acicate de una auténtica personalidad, lo cual explica el
vicio generalizado de adscribir a la propia gubia de Maragliano cud-quier
imagen policromada de su estilo. Despu6s de su muerte en
1741, la producción decae, pero incluso en las escasas estatuas de
madera de sus seguidores se ahierte una uniformidad amanerada
a la que contribuía mucho la gracia y pastosidad de la policromía,
creída por los inexpertos, dice Alizeri, común habilidad del taller,
cuando en realidad se debe a otro artirrta, incluso ajeno a la técnica a
N
escultórica, Lorenzo Compostano. Era éste un hábil pintor esto- E
CoAnn kmonnA<n;mn nn o n ~ ~ n l lnon m+ ~ . < 4 n-n no Aor, t ;n+qo -. rinn o l-ac O
L~UVI , UU.X~~UWLIIIV CAL ayucua UCLILUALI~ p ~ uaa a ~iui íruy v ~ av s- n-imágenes
de madera, al que llegó a remunerarse con esplendidez
- m
O
E que no se prodigaba con el escultor mismo. Se sabe docurnental- E
2 mente que policromó una estatua de Maragliano en 1774, treinta -E
y tres años después de muerto éste, y si no sirvió en vida al escul-d.-..
-:- a.*a... 1- L:#.:.-...m ,-.A- m l - . m e a,-. "*.m a;m,-.:n3~lfio Ann -1 nnnei-
3
LVL, DAU uuua 1v U A C I A G A ~ CIVIL ~ I ~ L U L UU G uuu W~I~UIV-VUIL , UVA-*- -
guiente parecido y reiteración del policromado. Por alteración del -
0
m
colorido original, buena parte de las efigies de Maragliano han te- E
nido que sufrir repintes y éstos cubren el modelado hasta desfi- O
gurar muchas veces la talla fina y directa del imaginero. n
E
El catálogo de sus obras es copioso, abundantkimo de piezas
-
a
existentes en Génova, y abundantes también en todo el Genovesado, 2
n
con algún especimen fuera de Liguria, como un Angel de la Guarda, n
citado por Suboff en Sm Juan de Dios, de Cádiz, al parecer no reco- O3
gido por la bibliografía española. En los templos genoveses, aparte
de los QrzccZfijos (San arlo, Oratorio de San Antonio Eremita aih
Marina, etc.), los grupos de la Piedad (San Felipe Neri) , el arriba
citado Descendimiento de la Visitación, los Calvarhs (Santa María
delle Vigne) , y Entierro de CTisto (San Mateo), esculpidos con des-tino
a los desfiles procesionales del rito de la Pasión, abundan las
imágenes marianas a las que acompañan teorías angzicas muy
75 Me atengo al Thieme-Eecker, Zoc. cit.
404 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 29
prodigadas por el artista, como la bnmaculada con ángeles (Capu-chinos)
o sus versiones de la As&& (altar mayor de San Fran-cisco
de Baula, retablo mayor de San Marcos, 1736), pero aún más
los santos famiciscmos captados en momentos de éxtasis o1 arre-bato
visionario, como San PwcuaI B a i h arrodillado ante un ángel
con la custodia (Stma. Amunziata di Portoria), una Estigmati-xac%
vz de San Francisco (Capuchinos de la Concepción) o la VisiOn
de San Antonio de Pdua (Santa Mariia delle Vigne), con fondo de
pintura debido a bola. Aunque afeaida por sepintes, Suboff consi-dera
su mejor obra la Virgen del Carmen en Santa Fede. Tawbikn
guardan trabajos suyos las mansiones civiles de anova, como el
P d w o de'Uari y el Palazzo Spinola de via all'Acquasola, donde
se ven las figuras alegúricas de iana Giloria y una Verdad, ambas
fechadas en 1730; también el Palazzo Bianco tenía, antes del bom-bardeo
de 1942, cuatro putti de Maragliano y uno de sus populares
WTcxcimien~se n madera pdicromada.
Las esculturas de A. M. Uaragliano en b Riviera de Poniente
reiteran llos Crucifijos procesionales (las hay en Albissola, Sam-pierdarena,
Savona, etc.), pero amplian el repertorio hagiográfico
de muerdo con las advocacimes de 30s templos : el Milagro de San
Nicolds (Oratorio de S. Niccoló, A1bissola), San Ambrosio y eZ em-perador
T e o h s h a la puerta de la iglesia (Legine, junto a Savona),
la Virgen wrr2 San Marti% (1703), precisamente el grupo repintado
y dorado en 1774 por Lorenzo Compsstano (Oratorio de San Mar-tín,
Sampierdarenia,). No faltan grupos del ciclo pasional, como el
Cristo en Getsemhani (Oratorio' de San Juan, Savona) , ni aparatosos
retablos poblados de figieras, como la Sagrada Familia, San Zam.
rias, Santa Isabel y los Sojntos Juanes, esculpidos para el Oratorio
de Santa Maráa della Costa en San Remo; Variante de la. 'ladoma
carmelitana de Génova es el grupo de la Enitrega del E s c ~ u l a r w
a San Simón. Stock en el Oratorio de San Agustín de Savona.
h s temas pedidos al artista por #las iglesias de la Riviera de
Levante fueron grupos, como el Bautismo de Cristo para el baptis-terio
& san -rlncis-o de J&I~Q, la T~n.fa&& 1i70 8~8A.n -toro'o
(NPadonna delly0rto, Chiavari) o el 1Martirio de Santa Catalima (Le-vanto),
o también imágenes sueltas : S w Sebastián (Oratorio de
la S. Trinidad, Rapallo) o el San Roque de Sturla, en las que acusa
30 JESaS HERNÁNDEZ PERERA
alguna nota dramática, siempre comedida por el freno y pasividad
de su estilo.
Entre los discípu2os seguros de Maragiiano enumera Ratti76
unos pocos solzmente: su hijo Gam-kattista, asesinado en Lisboa?
y Pietro Galleano o Galleno (1627-17613, a los que Alizeri añade
Agostina Storace, autor de un estimable San Nicol& de Tdentino
Qagustinos de la Consolación, Génova) y un Swz Jerhipmo Hiani en
la Magdalena. Más numerosos debieron ser sus seguidores en la
pequeña escultura de "presepio", cuyas obras confmdiéronse ]-ron-to
con las del maestro y celebraron con énfasis los coetáneos; fue-ron
Muraglia, Conforti, Bernardo de Scopft, este último acogido
ya por la Academia entre sus miembros.
a
N
Esa era la personalidad artística del f ecmdo escdtor genovés E
cuyo arte iiegó a Canarias y es dable a h i r ~hro y en más de -ai
O
n--
ejemplo conservado en Tenerife. La obra fechada que 2 él puede m
O
E
adjudicarse con toda certeza es el grupo de la T7fifgen de In Copnm- E
2
?ación o de la Cinta, con San Ayz~sthy Smt a Hhiw a~..r.roldillados -E
(lámina 111). Pertenece a la iglesia de San Agustín de La Laguna
3 desde 1'734, año en que llegaron 6e &nova las tres escuitUr.as, por -
encargo de la cofradía de la Cinta para su retabb y procesiones de -
0
m
E los cuartos domingos de cada mes ", Es lástima que tan bello grupo
O
76 Soprani-Ratti: Le vite dei pittori, . . . genovesi. Glnova, 1768, ii, 165-1'73. n
77 Archivo parroquia1 de la Concepción, La Lzguna, Li'oro D de San A,%s- -E
a
tin, Cuentas de la Cofradía de la Cinta desde 1726, lib. 11, fol. 14: “imáge- l
nes.-Por dos mil novecientos setenta y sinco rrs. que tienen de costo las Imá- n
n
genes que se trajeron de Génova para los domingos quartos cuyo costo hasL@
ahora no se a satisfecho; por que se revajzá del alcance que hace el gasto O3
al resivo". Esta partida pertenece al descargo de la cuenta presentada por el
P. u,u"o fray Josg SuBrez C?e F r l I ~ i ~moa,;y orciorno de la citada co-fradía,
enero 1734-abril 1735.
En el resumen de la misma cuenta, fol. 15 v. : "dos mil novecientos setenta
y sinco rrs. que en las partidas de gasto quedan cargados por costo de la8
Imágenes que se mandaron a buscar a Génova de Nra. SePiora de la Consola-ción,
nro. Pe. Sn. A,gustín y nra. Xe. Sta. Múnica para el altar principal de
CcfracYa y prusersirnes de IQS ciexingni qi-lrt--3, las qmles Imkgenes no se
an colocado por no haverse aun satisfecho ni pagado sd costo".
En la cuenta de 1752, fol. 20, que abarca hasta 1754, se descarg&n 249 rea-les
por la colocación de las imágenes, hechura del nicho, frontal, peana, y tres
406 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 31
haya sido retirado del tekpb y permanezca oculto, cuando es una
de las mejores piezas escultóricas de aquella iglesia 78.
Sentada sobre nubes y ángeles, tno de ellos en vuelo horizontal
con sus manecitas cruzadas sobre el pecho, la Virgen (lámina W)
sostiene con la diestra al Niño desnudo, en pie sobre el manto ma-terno
dispuesto sobre los muslos en pliegues amplios, mientras con
la mano izquierda deja caer sobre Santa Mónica la cinta negra y
estrellada 'de su advocación. Viste la Virgen t5nica con c i n t d n
cuyo extremo llega hasta el borde de la sandalia y un abierto p-ñuelo
cubre a medias la cabeza, enmarcando una faz serena y ova-lada
que sobre largo cuello mira con ojos bajos a la Santa arrodi-llada.
Las cejas en pronunciado arco y los párpaelos carnosos son
los habituales en la producción maraglianesca. El Niño Jesh, de
cabecita exvesiva y más realista que las de los querubes, se vuelve
al obispo de Hipna, que al recoger la otra cinta ofrece en alto su
corazón. Las cabezas de ambos Santos, mejor la de San A3gustíra,
expresivas y devotas, fueron el v6rtice superior del romo en que
el artista incluye cada una de sus esculturas, componiendo las tres
un conjunto piramidal que cortan, al modo barroco, sensibles &a-gonales
dictadas por el vuelo de los plegados. Una polñcromia de
tonos oscuros, matizados por abundante oro en motivac' lones ve-getales
y fiorales, contribuye a prestar nobleza al grupo ge-novés.
En mi opini~n,e sta obra de Antonio Maraghano influye pode-rosamente
sobre la escultura tinerfeña y prefijará muchas de las
características escdtóricas del 1aguner.o Jos6 Rodríguez de la
Oliva (1695-1777), como demuestra, p r ejemplo, un cotejo con la
Santa Ana y el Sw Joquin de la iglesia de la Concepi6n en Santa
r(n..- -a., -.,, rn,.r.rim.Cri D-a. IcUcI LAC. !a atribüción del sipu 1agaero a, M-&-
onzas y media de plata para las diademas de las esculturas. Tias wtrdlas y
aureola de la Virgen las don6 el P. Predicador fray José Martín de los Re-medios
y Wiltschut.
Agradezco a D. Gliseo Izquierdo Pérez la transcripcidn de estos datos.
rs Reproducido, sin indicación de fecha ni autor, $en M. Tarquis y A. Viz-caya,
ob. cit., lAm. m. "rambien en D. V. Darias y Padrón, ob. cit., fig. 49,
dande equivocadamente se da como del siglo XVII y se la titula Nuestra Se-ñora
del Carmen.
32 JESdS HERNÁIiDEZ PERERA
gliano, cuya estilo corrobora la disposición de la Madonna y la téc-pica
con que están tallados los santos arrodillados, se incli-pa
el Prof. Pasquale Rotondi, Superintendente de las Galerías
y obras de arte de Liguria, a quien desde aqui hago presente mi
gratitud por sus valiosas indicaciones, así como a la Sra. D.% Ma-rianna
Minola de Gd10tti~p~o r su mediación y amabilidad en soli-citarlas.
Otra obra genovesa, la Pnmacuiada (lámina VI, en madera esto-fada
y policromada que se guarda en el tesoro de Santo Domingo,
en La Laguna ha de unirse a la Virgen de Za Cinta en el catálogo
tinerfeño de Antonio María Maragliano por su estrecho parentesco
con ella y con otras representaciones similares del artista. La escul-tura
se conserva en muy mal estado, toda vez que la madera se ha a
N
apolillado totalmente de la cintura para abajo y el estofado ha caído E
en muchas partes del manto y la timica, así como en ei ghbü sobre O
n--
el que apoya la Virgen sus pies. Ea cabecita alada que lleva al lado m
O
E
derecho está seriamente daiiada, pero xim permite compararla con E
2
los angelitos de 9a Virgen de la Cinta, indudablemente de tia misma -e
mano. Tanto el plegado del manto, movido en sentido diagonal en
dirección opuesta al ritmo beiicoiciai que la túnica y la 5gur.a en- 3
-
tera imprimen al conjunto, como el tipo de rostro -lo mejor con- -
0
m
E servado de esta Hnmaculada laag.mera-, con sias ojos bajos, pár- O
pados semicerrados y cuello largo, abonan la atribución al gran g
maestro genovés. La polierda, sobre el azul del manto y el blanco n
E
de la túnica y el pafiuel~d e caiBeza, ofrece abundantes motivos $10- -
a
rala en oro. 2
n
Ea similitud en disposición, modelo, plicromado y conforma- n
ción de los brazos cruzados ante el pecho es completa con otra O3
ArnacuW de Antonio María Maragliano que en 1958 ingresó en
ei Wadsworth Atheneum de Hartford (t'snneciicutij y constiiuyt
otra de las novedades sobre el escultor dadas a conocer en los años
más recientes (lámina VI). De menor tamaño esta Última y adecuada
a una alta peana y florido dosel rococo bajo aéreo baldaquino, cons-
I g ~ a h e t&e g m&zrv d Esf. Rctc?nYi y u !u sra. Uzlbtti- sls m?~h?es
gestiones para obtener fotografías de este y otros escultores genoveses.
80 Reproducida en Darias y Padrón, ob. db., fig. 50, también mal fechada
en el xv~r.
408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTONIOM A R ~ AM ARAGLIANOI:n mnculnd~.T he Watlsworth Athencum. Hartfortl. Conn.
(Foto Rlomntrann, Pnr d s f e ~ e n c t nd el Wndsinorth Ath~nelirrr de Hnrtford.)
AXT'IICIOM A H ~~AIA HACL.IASOL:a Virgen y San Junn Euangelistn. De u n Descendimiento
Ielesia de Kiiestra Señora de la Visitación. G&iiova.
Escuela de ANTONIOM ARÍA MARAGLIANOS:a nta Teresa de Jesús (hacia 17301. Iglesia de
la Conce[iciOri. Santa Ci-uz de Tenerife.
IFolo BPnitw )
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 33
tituye otro ejemplo más de la iconografía de la Inmaculada, tan
afín a la devoción española, y otra prueba de la difusi6n por el área
italiana de un tipo plástico que el arte espafiol definió desde el si-glÓ
xvr. Los brazos cruzados sobre el pecho, en lugar .de las manos
juntas y dirigidas hacia delante --que parece ser el modelo espaíío3
más frecuente-, apartan estas dos Inmaculadas genovesas de 1 s
Purísimas hispánicas y se dan en artistas más sensibles al influjo
italiano, Salzillo, par ejemplo, mientras que el movimiento de los
paños y el giro de cabeza se asemejan a las ImmuZdas de nues-tro
Pedro Duque Cornejo riguroso coetáneo (1677-1757) de Ma-ragliano.
La base de la I~.maculadad e Hartford permite hacerse idea de
cómo sería antes de su deterioro la imagen de Santo Domingo de
La Laguna, que pudo tener al lado izquierdo del globo otra cabeza
alada de querube, aunque no llevase Ia media luna ni la serpiente,
De fecha muy cercana a estas imágenes de La Laguna posee la
iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife una barroca efi-gie
de Smta Taesa de Jesús (lámina IX). Se halla en el nicho del
retablo del Carmen, al lado del evangelic J p r !a d ~ ~ l m e ~ t a ~ i 6 n
parroquia1 dada a conocer por Padrón Acosta ", sabemos la don6
a este templo el beneficiado D. Ignacio Logman (1678-1747) 83.
Junto con su hermano D. Rodrigo, que la concibieron como capilla
sepulcral y en ella están sepultados, como reza su lápida fechada
en 1748, costearon ambos la construcción de la capilla y retablo
de la Virgen del Carmen, así como el correspondiente camarín. Co-locaron
en el retablo la imagen antigua de la Virgen que poseía la
81 Cf. Manuel Gómez-Moreno: La InwcuZada en Za escultura espalzoh,
Comillas, Universidad Pontificia, 1955, figs. M-68.
82 S. Padrón Acosta: Apuntes históricos sobre la Parroquia Matriz, Ca-piZZa
de Nuestra Señora. del Carmen, "La Tarde", 7 septiembre 1943; tambien
Pedro Tarquis: La Ccvpilb del Carmen en b Iglesia Xatrk de Santa Cruz fzs
funda& por los sacerdotes hermanos Lochman, '<Hoja Oficial del Lunes",
Santa Cruz de Tenerife, 16 julio 1956.
83 Una curiosa semblanza da José Antonio de Anchieta: Dimh, fol. 9 v.
V. además Pedro Wquis: Tradiciones carutrkzs. La última procesión del ~ a r -
mn de don Rodrigo Lochwn, "L. T.", 16 julio 1957, y S. Padrón Acosta: Santa
Cruz dt? Tenerife y su imagen ds Nuestra Señora del Carmen, "L. T.", 16
juiio 1945.
34 JES~S HERNÁNDEZ PERERA
iglesia por devoción de D. Francisco de Vera Pacheco s4, quien la
don6 en 1659, y en las hornacina laterales pusieron una talla de
Smta Teresa y otra de Santa Catdina, al lado de la epístola, luego
sustituida por otra escultura de Sav, NicoEs de Eari que asimismo
donaron los hermanos Maman a la capilla de San Pedro Apóstol,
atendida ésta por la Congregación de Esclesiásticos. La construc-ción
de la capilla del Carmen fue autorizada en 1120 por el obispo
D. Lucas Conejero de Molina y según Padrón Acosta estaba con-cluida
once arios después. El retablo barroco que afin hoy la decora
debe ser también de hacia 1730, y las efigies de Santa Teresa y
Santa Catalim no serian colocadas mucho más tarde, por toda la
cuarta década del siglo seguramente.
Ya había advertido D. Sebastián Padrón que la escultura de
Santa Teresa parecía talla barroca esculpida por algún admirador
dei barroquismo 6e Lorenzo Bernini. En un libro suyo posterior 35
la considera obra del escultor galaico del siglo xvm, de ascendencia
genovesa, Jos& Gambino (1719-1775). No creo que pueda asignarse
al gallego Gambino, que no contaba hacia 1730-1740 con edad bas-tante
para tallar esta imagen y tampoco su estilo concuerda, según
me aclara mi buen amigo y compaiiero Ramón Otero TÚÍíez, con
el de las esculturas conocidas en Galicia de este artista, aficionado
a un plegado menudo y sinuoso, así como a disponer siempre las
nubes en líneas concéntricas características, que no aparecen en la
talla de Santa Teresa. La atribución a otro Gambino anterior -el
Gambino gallego era nieto de otro Gambino, escultor genovés de
finales del siglo m- no entra en la data que asignamos a la Santa
Teresa. Por otra parte, no encuentro recogido su nombre en la bi-bliografía
que conozco sobre escultura ligur ni en los diccionarios
de artistas aparece registrado otro escultor de este apellido que el
José Gambino de Galicia, e ignoro por tanto si la actividad artktica
de aquél tenía por campo la talla en madera policromada y cuál
pudo ser su estila
84 S. Padrón Acosta: Apantes histoficos sobre la Parfcqzcia Matriz. La
A-ririru. 2- ATnr-o+rrri nnzrirri An7 r-lnwmnrrr Irivwyorr - Lr UVIYVIU. llYVIV y d w Frmv;Um dz TTcra Pmhecn,
"L. T.", 7 octubre 1943.
85 S. Padrón Acosta: Centenario & VaJelztin 8anx (1849-1949). El paisaje
camarw del sigzo XIX, Santa Cruz de Tenerife, 1950, 13.
410 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 35
El indudable pathos berninesco de la imagen tinerfeña, su equi-
1Wi0 inestable, arrodillada sobre nubes compactas, el esquema
rombidal en que aparece inscrita, así como la policromía de temas
florales no frecuente en la imaginería española coetánea, a más del
rostro oval y la configuración carnosa de los párpados, todo ello
me inclina a incluirla con bastante certeza en la escuela genovesa
y dentro de la 6rbita de Antonio María Maragliano. Obra menos
lograda que la Virgm de la Cinta de La Laguna y de técnica menos
apurada, por su actitud no deja de asemejame al San Agmtin de
La Laguna, y a la Santa iMhica por el modelado un tanto rudo del
rostro. El ritmo (diagonal que imponen los paños y la apariencia
pastosa de las nubes son otras tantas concomitancias entre ]La Santa.
de Avila y el grup de San Agustin de La Laguna. Tal vez su menor
finura y la "impstazione" menos estudiada obIiguen a incluirla en-tre
la producción de escuela, pero son evidentes sus contactos con
el arte de Maragliano.
Ek muy posible que a Génova acudieran también los hermanos
LPogman para adquirir la efigie de San Nicol4.s de Bari que hoy se
venera en el mismo retablo del Carmen. Su estilo no revela un pa-rentesco
tan estrecho como la Santa. Teresa con la manera mara-glianeeca,
pues dada la decoración de BU vestimenta, menos rica en
oros y con mayor empleo 'de la rocalla, puede ser de fecha posterior,
acaso después de la muerte del genovés, si bien anterior en todo
caso a 1747, año en que fallecieron los Logman.
Si no es posible concluir la filiación maraglianesca en el caso
del San Nico1á.s con tanta certidumbre, acaso resulte más abonable
respecto a otra de las donaciones escultóricas de los Logman a
su iglesia parroquia1 de la Concepción: la Virgm Dolo~osa que se
exhibe en exigua hornacina en el retablo de Animas. Este retablo,
cuyo lienzo del Purgatorio documentó Pedro Tarquis como obra
del pintor palmero Luis José de 1745, debió ser armado por esos
anos y la data de esta Dolorosa puede oscilar entre 1745 y 1747.
El rictus dolorido del rostro, poco logrado en el sentir realista que
al tema imprimieron los imagineros españoles, la dureza de las
86 Idem : Apuntes.. ., la generosidad de los hermanos Logmun, cit.
87 Pedro Tarquis: Uds JosepF, pintor regional del XVIII. EZ cuadro de
Animas de la Concepción de Santa Cruz, 1-Di, L. T., 1, 3 y 7 agosto 1956.
cejas, el tono pastoso del estofado, rico en oros y motivos florales
muy semejantes a las esculturas que atribuyo a Maragliano en La
Laguna, la posición del cuerpo y el giro de la cabeza impuesto por
la declamatoria expresión del dolor manifestado hacia lo alto, de
modo similar a como la Santa Teresa ,desploma hacia atrás su ca-beza
conmovida por la fuerza del éxtasis, son notas que identifican
esta obra con el mismo foco genovés de donde salieran las escul-twas
anteriores. Menos sostenida de factura y más torpe de dic-ción,
no corresponderá a la gubia del maestro, pero no veo incon-veniente
para reputarla como obra de la escuela de Antonio Ma-ragliano.
Tarnbisien obra de esta escuela, en la que una mano más depurada a
se advierte en el 'modelado de la cabellera, me parece la Virgen del N
Carmen del Realejo Bajo (lámina VIII), traída también de Génova E
O en ei segundo cuarto dei sigio XVIII por ia confraternidad de Iu'uesira n--
Señora del Carmen que estuvo un tiempo radicada en el conven- m
O
E
to de San Agustín, incendiado hace pocos años. Por estar vestida SE
con los tradicionales ropajes de damasco y brocado y cubierta de -E
5cas preseas y coronas barrocas, lo mismo que el Niño Jesús, no 3
me ha sido posibie reaiizar un anáiisis más compteto de ia venerada -
y popular Patrona de los marineros, que no se ha fotografiado sin
-
0
m
E telas superpuestas. Aunque el tono de la carnación es más claro Y O
la dirección de la mirada divergente, no se me ocultan los indu-dables
parentescos formales que tanto el Niño como la Virgen. del n
E
Realejo Bajo presentan con la Virgen de La Cinta de La L a p a :
-
a
el peinado, el óvalo del rostro, los ojos casi entornados bajo los 2
n
prominentes de los párpados, la cabecita del Niño casi idéntica a la n
del angelito que adora con sus manos en cruz a la Madonna lagu- O3
nera, etc.
Todavía dentro de la iglesia parroquid de ia CÜmepei6ii de
Santa Cruz de Tenerife cooperan a la suntuosidad del más rico re-cable
barroco del templo, al que añaden otras tantas notas de color
en un conjunto que, por haberse construído con maderas ricas, no
recibió añadidos de oro ni plicromía, las tres imágenes de San
8s Guillermo Camacho y P6rez-Galdós: El Realejo de Abajo y su Virgelz
de$ Carmen. Programa de las fiestas en honor de Nuestra Señora del Carmen
de Realejo Bajo, 1950, 2-5.
412 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 37
MatZas, San Andrks y San Carhs Borrmeo (lámina X) que don
Matias Rodriguez Carta importó. de Génova cuando concluyb (1737)
su capilla sepulcral en la antesacristiaa9, en la que fue enterrado
el 29 de mayo de 1743 Allí, baja una bóveda octogonal sostenida
por trompas, rasgada por alta claraboya que con su luz cenital pro-yecta
con mayor prominencia los profusos relieves barrocos del
retablo, con efectos que en menor espacio y materiales no tan ricos
emulan las fantasmagorías teatrales de Narciso Tomé en el Trm-parente
de la catedral de Toledo (inaugurado en 1732, pocas fechas
antes que esta capilla de Cartq) , las tres estatuas genovesas pare-cen
agitarse al compás de un ritmo helicoidal con el movimiento
funicular de las columnas salamónicas de cedro, agitado en el San
Matias, de aspecto nervioso y cabeza ascética pugnando por salirse
del cuerpo ; más reposado en el San Andrés, inscrito en el cua&án-guio
que abren ias üiagonaies de su cruz en aspa; tranquiio en ei
San Carlos Borromeo, cuyos hhbitos se desploman en acanaladas
&rías caliilyaniarias, mientras extiende sus brazos en actitud su-plicante.
Predomina el rojo cárdeno en las vestiduras, en contraste
con la sobrepelliz o las t��nicas blancas. No ofrecen sobre el estofado
los moi;ivos ñoraies ni ei empieo de oros que Üistinguen a ia pro-ducción
de Maragliano, aquí catalogada, pero se encuadran en las
características de toda la escuela genovesa en madera policrorniada
de la primera mitad del m, que tanto debe a la maestría del fa-moso
escultor ligur.
EL CRISTOA LA COLUMNA DE LA CATEDRAL TINERFEÑA.
Las importaciones de esculturas genovesas continuaban suce-
GénGose a medida que avanzaba ei sigio XVIII, y no todo eran imá-genes
de talla, pues también arribaron de Génova piezas de otros
talleres, si ya no, una lámpara de plata tan costosa y rica como la
que de allí hizo traer el obispo García Jiménez en 1678, al menos
artísticos bordados, como el estandarte que anota en su diario e1
80 Sebastián Padrón Acosta: Apuntes históricos sobre Za Pawoquicc Ma-trix.
La C"@lb de los Cartas, "EY Día", 30 diciembre 1943.
00 Poggi y Borsotto, ob. cit., 63.
38 JESOS HER-DE2 PERERA
regidor Anchieta, llegado de Génova en la primera semana de agos-to
de 1744 con destino a la Hermandad Sacramental de la iglesia
de los Remedios, de La Laguna, que al no ser aceptado por la co-fradía,
el intermediario D. Pedro Muiíoz lo envi6 a Ainérica 91.
Llegti el turno esta vez a una de las mayores estatuas en madera
policromada que de Génova vinieron a enriquecer los templos tiner-feaios
: el Cristo atado a Za columna (lámina XP) , venerada en su ca-pilla
propia de la catedral de Tenerse. Lo había hecho venir de Ita-lia
D. Manuel Dapelo, quien lo colocíl en la capilla colateral del evan-gelio
en la antigua iglesia parroquia1 de los Remedios, antecesora
de la actual catedral 92, y otra vez el regidor Anchieta es quien nQS
da, can su precisión habitual, la fecha del suceso : 6 de junio de 17'56,
domingo de Pentecostés 93. a
Era el donante marino mercante de la carrera de Indias D a r i a s N
y Padrón "4 lo supone propietario de su barco- y al regreso de uno O
de sus viajes a América costeó el dorado del retablo que también n -
=m
a su costa habia hecho edificar entre 1163 y 1765. Después que e1 O
E
mismo D. Manuel hubo donado para las procesiones una rica basa E
2
E forrada de chapa de plata, la familia Dapelo o Da Pelb continuó =
enriqueciendo e1 retablo del Cristo a Za coZumna. De 1775 datan los 3
candelabros y bujías de plata, así como el dosel de terciopelo car- - - 0
mesí con galones de oro, la capa pluvial de negro terciopelo y galo- m
E
nadura de plata, y terno del mismo color costeado por los Dapelo O
para el culto del Cristo a Za columna 95.
n
-E
Ql José Antonio de Anchieta: Diario, fol. 105 v.: "Esta semana primera a
2 de agosto an andado enseñando el estandarte nuevo bordado que a traydo para n
n
la yglesia da los Remedios la ermandad del Señor; vino de Génoba, 1744.-Pe- o
learon los hermanos, y D. Pedro Waos lo Jieb6 y mandó a Indias". Biblioteca 5
Universitaria, La Laguna, Ms. 83-2/21. O
92 José Rodrí,guez Moure: Guia histórica de La Laguna, La Laguna, 1935,
41-42. Llama al donante, erróneamente, D. Domingo Dapelo.
93 José Antonio de -4nchieta: Diario, 1747 a 1764, B. U. La Laama, Ms. 83-
2/20, fol. 176, al margen: "Domingo 6 de Junio de 1756 colocaron al Señor de
la coluna en los Remedioedía de pasqua de espíritu Santo-que bino de Gé-noba".
94 Dacio V. Darias y Padrdn: A propósito de$ bicentewrio de una sacra
efigie: EZ C&o a Za C ~ Z u ~ f idme la Catedral, "El Día", 13 jmo 1956.
95 Cf. además Lope Antonio de la Guerra y Peña: Memorias, "E1 Museo
Canario", 31-32 (1949), i.66.
414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAMINAX II
ANÓNIMO GFVOV~CS~:i s t on la collinlna (1756). Antes [le la restauración. Catedral. La
Lamna.
(Foto Beniter.)
LÁMINAX III
ANONIMOG ENOVES:C rZsto n In col i i rn~~np.o rmenor (17.56). Catedral. L a Laguna.
(Foto Gz~er ra)
~ ~ ~ r c e sMcAoR ~SACI IIAFFINROa:p to de Proserpinu. Palacio Real. Gériova.
(Foto Broqi.)
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 39
Es imagen de tamaño mayor del natural. Ea calidad de la rna-dera
en que está tallada no ha resistido, como ocurre con frecuen-cia
-acaso pueda influir el clima- en tantas imkgenes genovesas,
la Pnrnaczclada antes citada en Santo Domingo de la misma ciudad
entre otras, sin que a1 cabo del tiempo no haya sufrido deterioros
en una de las piernas y en la carnación, lo que obligó hace tres lus-tros
a una restauración, desacertada par el lamentable repinte que
se dio a toda la escultura. E1 poco cuidado que se tuvo en conservar
la primitiva encarnación en todas las partes sanas, hacihdola des-aparecer
bajo una gruesa capa de pintura que oculta y desfigura
el fino modelado del rostro, la cabellera y la barba (lámina XIII), y
todavía más las adiciones injustificadas de toques oscuros y man-chas
de sangre que no tuvo la ~~olicromoiari ginal, han sido causa
de que no pueda contemplarse hoy con la pureza deseable esta escul-tura
genovesa, tan represenhiiva de la. Semana Sáiita Iagimrz Y
una de las obras que, aunque con retraso de fecha y por vía indi-recta,
traen a Tenerife el estilo de uno de bs más ilustres y discu-tidos
artistas que Ghova dio al arte italiano.
Porque el Cr*o a la mlumna de la catedral de La Laguna ea
reflejo del arte de Filippo Parodi (1630-1702 j. Tal es ei d6bit.0 con
el Cristo ata& a 'la coZzcrnm de este escultor en el monasterio de
las Brignoline de Génova, que el Prof. Pasqude Rotondi me su-giere
si no se trata de una copia de éste. La fecha, 1756, no permite
considerarlo una réplica original de Parodi, que había muerto en
Génova, su ciudad natal, cincuenta y cuatro añss antes.
Había sido Filippo o Giaeomo Filippo Parodi el gran escultor
que con más talento había divulgado la manera berninesca en el
norte de Italia, discípulo de Bernini él mimo, a cuyo lado habáa
permanecido dos temporadas, la primera durante seis años, la se-gunda
casi otros seis, llevando el estilo del barroco "cavdiero" na-pditano
a Gnova, a Savona, a Venecia, a Padua, ciudades donde
en madera y en mármol asombró a los contemporáneos como excitó
más tarde los dicterios de los neoclásicos, a los que, como su maes-tro
Giankwenzo, sólo modernamente consiguió silenciar. Hijo de un
tallkta, Domenico, de 61 aprendió el arte de la gubia, aprendizaje
96 Andrea Moschetti en Thiene-IBecker, XXVI, 25:.
40 JESOS HERNÁXDEZ PERERA
eficaz que alentó su contemporáneo el pintor Damenico Piola (1628-
1703), y con Bernini se ejercitó en el mármol, material que domi-naba
como pocos. Alternando con sias trabajos en anova, estuvo
en 1683 en Venecia, donde el sepulcro del patriarca Francisco Mo-rosini,
en San Nicolás de Tolentino, y el busto en bronce del dux
Morosini el Pelsponesíaco (1687) del Palacio Ducal, ganan siempre
elogios, y más tiempo en Padua, de 1686 a 1690. En esta última ciu-dad
se acumulan las esculturas del maestro ligur en Santa Justina
(la Piedad de 1689 es una de sus mejores obras), en San Francisco
y en el Duomo; pero asombra más el conjunto de sus trabajos en la
Basílica de San Antonio, en la que, además del Sepuho de Oraxio
Secco (1686), traz6 la barroquisima Capilla de las ReZiquim (16901, a
uno de los camarines más suntuosos del barroco italiano, poblado N
E de estatuas suyas en la balaustrada y el techo y de estucos en la
O cornisa. n-=
m
El número de sus esculturas devotas o mitológicas en toda la O
E
Riviera es cuantioso y Génova contiene todavía, pese a las destruc- E
2
E ciones ~Mlicas, notables conjuntos en Santa María de Carignano, =
la M&m del C%rmefi en San Carlos de vía Balbi, y la caprichosa 3
gruta artificial ideada por Parodi y realizada por su discípulo Biggi e--
en el patio del Palacio del Podes&. Del Cristo a la c o ~ ummhi zo para m
E
la capilla del Palacio Real una variante del antes citado de Santa O
María del Refugio. El artista se movía con soltura, más que en las n
imágenes sueltas, en los grupos, integrándolos en conjuntos esta- E a-tuarios
de gran empaque decorativo, siempre ampuloso y grandilo- l
n
cuente, pero refinado en los detalles, concentrando la inspiración n
0
en las cabezas y una grácil habilidad en las manos. Filippo Parodi, 3
exclama Melani maravilla con su vena compsitiva y su cono- O
cimiento del mármol.
Tampoco conviene la fecha de nuestro Cristo a la calumnia con
la biografía del hijo de Filipp Parudi, llamado Domenico y tam-bién
nacido en Génova en 1668, porque murió en 1755, un año antes
de la llegada a Tenerife de la escultura. Era, como su padre, artista
; I f i + e ; I ~ ~ ; n n r i : + e d ~AnA l e , +n,, ,A,, ,,Y-,,,, d,,e..:d,d, ,, ,nr...; UWULUV, GJGL ~AIA~UVL UG w w al LCD ulay VI U, U ~ ~ L U L U ~ U U GLI aI YUI-
97 Melani, ob. cit., 502.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENFRIFE 41
tectura, más inspirado en la pintura y la escultura, cuyo ~ d o n i s
suscitó tiernos versos a Juan Bautista Richieri.
Tampoco pudo ser su autor Andrea de Rossi, discípulo asimismo
de Parodi y buen estatuario, que murió en 1715 tras fundir algunos
bronces en Roma para la capilla de San Ignacio en la iglesia del Ge&
El Prof. Pásquale Rotondi, con quien nuevamente me hallo en
deuda por SUS advertencias, apunta como posible autor al tambikn
genovés Pasquale Navone (murió el 11 de octubre de 1791), que
alcanzó en 1719 el premio de invención como alumno de la Aca-demia
y dos años después el ser nombrado académico de mérito
de la Ligústica de Bellas Artess8. Pocas son las obras conocidas
de Navone en su ciudad natal y tampoco se sabe que tema e.sculpi6
como trabajo de mérito para la Academia, si bien Alizeri piensa
pudo ser un bajorrelieve de asunto alegórico que vio fechado en
1780, con las iniciales P. N. No ha dejado en G6nova obra alguna
en mármol y de su estilo úaicamente habla el grupo en madera que
el mismo Alizeri cita en la capilla votiva de San Antonio de los
Reformados alla Pace (17841, al que Lab6 sitúa modernamente en
Santa María di Castello. Se muestra aquí tributario de Maragliano,
con cierto aire clasicista que le 'dictaban la época y la Academia.
Se dice que la mayoría de sus trabajos emigró al extranjero, pues
la suerte no le favoreció en su patria tanto como en tierra ajena.
Las Academias de Florencia, Bolonia y Parma le contaron entre
sus socios, la idtima por un bajorrelieve marmóreo del Arnor divino
subyugctndol al p r o f a w ; la Clementina de Bolonia, por otro de Jd-
@ter y Antiope. Era, al parecer, hombre de estudio y, cuando se
le ofrecía algún tema que le invitase a laboriosos ejercicios, se entre-gaba
a ellos con toda tenacidad, en búsqueda de voluntariosa sin-mlaridad.
Muri6 joven; pues sólo contaba cuarenta y cinco años, '2 --
lo cual explica lo reducido de su obra, pero la muerte no impidió
la vigencia de su escuela, prolongada hasta finales de siglo por dos
discípulos: Giuseppe Anfosso (Martirio de Santa GataZim, Gagliari,
en madera) y Car1o Castello (una Sa~ztaZ ita, 1793), que terminó
esculturas inacabadas !por Navone.
es Mario I ~ h eon Tñieme-Becker,X XV, 367.
Alizeri, ob. cit., 1, 173-175, y 11, 188.
Me inclinaría por la atribución del Prof. Rotondi si no presen-tara
la cronología evidente contradicción: Pasquale Navone naciól
el 5 de enero de 1746 y sólo podría contar diez años cuando llegó. a
La Laguna el Cristo a la columna encargado por Dapelo. Aunque
sugestiva, no resulta válida la hipótesis.
Si no fuese porque casi toda su producción la labró en mármol
y su talento no permite adjudicarle una talla en madera que sigue
tan de cerca el prototipo de Filipp Parodi, la fecha de 1756 con-viene
a otro gran ibamoco genovés, Francesco María Schia.fffino
(1691-E765), a quien es muy probable se conociera en La laguna
cuando &os después se quiere contratar un púlpito para la misma
iglesia de 10s Remedios y seguramente se le hubiera pedido de no
sorprenderle la muerte, como luego di&. La finura de la gubia en a N
la barba y cabellera, en el bigote y en los labios de nuestro Cristo E
a lu coiTumnui sensible en la fotogafia loO anterior a la restaixa- O n
ción (lámina XII), se acerca mucho a la manera con que el menor -
=m
O
de los Schiaffini esculpía sus relieves en mármol, como los dos de EE
la I n f a h de Jesús (láminas XV y XVT) en la Academia geno- SE
vesa lol.
=
Falta en el Cristo flagelado de La La-9.ia el énfasis dinámico, 3
la expectación anhelante y el tono patético tan característico del - -
0m
arte apasionado de Francesco Schiaffino Io2, heredado de Bernini y E
de sus seguidores Puget y Rusconi, cuyos modelos tantas veces imi- O
tara el genovés, pero, sin que me sea posible por ahora extraerlo del n
anbnimo, quisiera incluirlo en la esfera de influencia de Schiaffino, E a-este
otro ilustre estatuario que, elegido académico de mérito en nl
1752, tres años después comenzó en la LBgUstica sus clases de mo- n
0
delado, donde ejerció oficialmente hasta su muerte un magisterio 3
que ya avalaba su copiosa obra anterior. Aunque no: dispongo de O
material comparativo adecuado para fu~damentarlo, no me hurta
a la sospecha de identificar al ariónimo escultor del Cristo a la
columna con algún discípulo de Francesco María Schiaffino, to-davía
sin un estilo personal, aplicado juvenilmente a reiterar el
Cristo de Parodi en el monasterio de las Brignoline.
l~~beprc~L:c' ;&+ *alvsL-p&r z -y+mL aO,.-,.y,, uu: " y A. '7v :r-u ,b,c-rTy.a,, v,Lv . b,ncw ., ui nu,u . VI-
101 Agradezco las dos fotografías aquí reproducidas (láminas XV y XVI) a
la amabilidad del Prof. Rotondi y a mi Wen amigo el Dr. Roberto Gallotti.
m Mario Labo en Thieme-Becker, XXX, 44-45.
418 ANUAIIIO DE ESTUDIOS ATLANTICOX
LÁMINAX VI
FRANCFSCMO ARÍA SCHIAPFISEOl :N i30 Jeslis entre los Doctores, Academia. Génova
(Foto Si~permtendencin de Monumentos de Cholin.)
A pesar de la belleza del prototipo parodiano y del policromado
inherente a la talla en madera, el Cristo azotado genovés no ha con-tado
en la devoción popular con el asenso de que gozan otras repre-sentaciones
del tema existentes en Tenerife, como el Cristo a la
columna de Pedro Ptoldán (1689) en La Orotava. Resulta frío en su
mirada glacial y perdida, en su postura entre erguida y sufriente,
en su ademán melancólico, lejos, en su clasicista serenidad, de la
nota realista que a sus Cristos psionales exige la sensibilidad his-pánica,
realismo que no consigue plantear ante el espectador el
estudiado modelado anatómico ni el vuelo barroco del paño de pu-reza,
surcado a grandes tajos como estilaban los berninescos ligu-res.
Su culto llegó a enfriarse después de los fervores con que lo
Testejabam los Dapelo y, aunque su función se llamaba de las Damas
por las que la costeaban en la vieja iglesia de los Remedios, a me-diados
del siglo xxx hubo de ocuparse -así lo historía el cronista
local D. José Olivera, citado por Darias y Padrón =O3- de su pro-cesión
el canónigo M6ndez. En los últimos años ha venido a contar
con una cofradía procesional lo4.
No es Única esta imagen genovesa en el mecenazgo piadoso de
los Dapelo, porque hay noticia de otras donaciones igualmente ori-ginarias
de la capital de Liguria. Pedro Tarquis, en sus notas sobre
el antiguo convento de San Miguel de las Victorias, en La Lagu-na
105, hace memoria de un retablo, citado en un inventario de 1756,
dedicado a San Nicolás de Bari y recién construído por D. Manuel
Dapeb Saviñón. Con anterioridad había tenido la iglesia francis-cana
otro altar, dorado y pintado a expensas de un familiar del
citado donador, D. Nicolás Saviñón, altar en que se veneraba un
cuadro de San Nko'kás. Consta de documento fechado en 1729,
siendo guardián fray Jo.4 L%nchez. El mismo D. Nicolás trajo
de Génova, tres afiw más tarde, para su altar, ma imagen del Niiio
103 Darias y Padrbn, art. cit., "m Día", 13 junio 1956.
104 Otros aspectos en Miguel Tarquis: S m w Bamta e% Tenerife. Pre-sentación
por el Excmo. y Rvdrno. Sr. Dr. Don Domingo Pérez Caceres, Santa
. . Cruz de Tenerife. Imp. Cervantes, 1960, 27.
105 Pedro Tarquis: Sarrtzmrio del Cristo de La Lagunu. Pequeficls cu.rio-sidades
ñktómcas. RetabZos de2 cuerpo de ín iglesia; "L. T.", 13. octubre
1961.
Jesús, perdido, supone Tarquis, en el incendio que destruyó el con-vento
a principios del siglo =. Los inventarias de la casa añaden
que para el uso del mismo altar D. Nicolás Saviñón había impor-tado,
de Génova asimismo, dos frontales, uno de damasco y otro
de brocatel, manteles y ramos.
UNAO BRA MAESTRA: EL PÚLP~TO DE PASQU~AC~C U R D O
EN LAGUNA.
El historiador tinerfeño Rodríguez Moure, al describir las be-llezas
y mtigüedades de la catedral de La Laguna lQ6n, o vacila en
proclamar como la joya artística de más valía del templo catedral a
N
de Tenerife, y quizá de todo el Archipiélago, el magnífico ~ t p i t doe E
=:&r=:d O&mk,n,a. LF.Y], siha, a! !A de! eiar,ge!i~. Eu !o. pri= O
n mera redacción de su Gaia hZstór2ccc de La Laguna lolo7 fil fa como -
m
O
obra "de autor an6nim0, pero que en su corrección de dibujo y va- E
E
2 lentia de ejecución acusa, sin disputa, la escuela de Canova". Esto E
Último no puede aceptarse de ningún modo, dado su estilo todavía
-
Lnr.r.nnri rr m r ~ n L r rm r i - r i n arin nr. Crir.Ln rrnnLo;ln ~1 -Annlr\ 1V E 7 3
AJa?l.IVCIV) y LLLUCiLLV ULGILVU p I UU 1cbI1a, SLCIiVCIiUQi GU GL IrVbaAU, 4.1 VI) -
año en que el más tarde gran escultor neoclásico acababa de cum- -
0
m
plir los diez años y debía residir aún en su Véneto natal, en Pos- E
sagno. Sólo se explica tan inadecuada atribución por el prestigio O
de que goz6 por estas tierras Antonio Canova, a quien es corriente n
E atribuir toda obra en mármol de @arra,raz sea o no de estilo neo- -
a
clásico. 2
n
Luego, en nota añadida a su primer texto, al comentar el púl- n
pito de la iglesia de la Concepci6n y lamentarse de no haber lo- =O
grado sacar a éste del anónimo, Rodríguez Moure celebra su buena
fol.funa que le hah, m;iiOe rieoiiirar del P-apito de la Cate-draI
en un legajo de la Biblioteca Provincial los. Consta en las car-tas
que mediaron, dice, entre D. Andrés José Jaime y su encargado
en Génova, que el escultor fue Pascua1 Bochiardo, el mejor discí-
106 J& ~oür íguezM oure: Noticias üeZ Templa bate&d 6% Temrife, La
Laguna, 1914.
107 José Rodríguez Moure: G-uia hWrica de La Laguna, 39.
10s Idem, iMdem, 113, nota l.
420 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAMINAX VII
LÁMXNA XVIII
FA~QVALBFo c c r ~ ~ o oA:m hiin del 1K1lpito con los cuatro Ezwnqelistns (1767) Catedral La Laguna.
(Foto Beníter.)
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 45
pulo de Schiaffino de anova, al que se le encargó el 26 de agosto
de 1763, y llegaron los mármoles a Tenerife el 14 de julio de 1767,
siendo su costo de 800 ~ Q de Sesta s Islas.
Hasta la edición (1 9%) de la GuZa de RocMguez Moure, las des-cripciones
del púlpito de la catedral s61o citan el nombre del do-nante,
recordado en la inscripción del zócalo : "Diólo Andrés Joseph
Jaisme. Am. 1767", pero no aventuran el posible nombre del ar-tista.
En un artículo fechado también en 1935, meses antes de la
aparición del libro de R. Moure, Dacio V. DariaslOD creía casi
imposible determinar el autor, aunque no le fuese desconocida la
procedencia italiana del pllpito, pues eran frecuentes las importa-ciones
de obras artisticas de Italia a travk de los comerciantes de
aquella península, especialmente genoveses, que desde antiguo se
establecieron en Tenerife. Como muestra de tal origen, dice en su
artículo que es calificado p r 1- inteligentes como obra maestra
de la escultura grecorromana italiana, y recoge la bien significa-tiva
opinión de m. André-Pierre Udm, viajero francés que escri-bi6
un libro sobre Tenerife: "'Es una obra maestra el púlpito de
mármol, ejecutado en Gnova en 1767; consiste en una tribuna
ornada de figuras alegóricas y sostenida por un ángel de pie sobre
m zócalo".
Otros autores pr.odigan los elogios. Cipriano de Arribas (1900)
lo llama "un buen pfilpito de mármol blanco que fue esculpido en
1767; un majestuoso ángel también de mármol le sirve de sos-tén"
"O
Con la referencia de Rodráguez Moure al legajo de la Biblioteca
Provincial que contiene la correspondencia entre A. J. Jaime y
J. D. Cavasola sobre el encargo del púlpito, Pedro Tarquis amplió
la noticia publicada por aquéli extrayendo de las cartas los datos
allí contenidos, que explan6 en cuatro artículos publicados en el
verano de 1942 lll. Como éstos vieron la luz en un diario local y no
se da en ellos transcripcib completa de esta singular y rara corres-
109 Dacio V. M a s y Padr6n: De La Laguna artbtica. EZ pzilpito & la
Catedral, "La Prensa", Santa Cruz de Tenerife, 23 mayo 1935.
110 Arrihs, ob. cit., 58.
111 Pedro Taquis: EZ pziZpito de la Catedral de La Lagura@ "La Tarde",
18, 19, 22 y 28 de agosto de 1942.
46 JESOS HERNÁNDEZ PERERA
pondencia, como tampoco signatura del legajo de la antigua Biblio-teca
Provincial, hoy Biblioteca Universitaria de La Laguna, élorade
al presente se encuentra112, y en los citados articules se da una
grafía errónea del apellido del escultor, error que se ha repetido
luego en publicaciones de mayor alcance lI3, creo de interks recoger
aquí la historia del púlpito de la catedral de La Laguna y las vici-situdes
de su adquisición, tal como puede deducirse de las mencio-nadas
cartas, acompañando en las natas transcripción íntegra de
ellas para dejar documentada debidamente esta magna obra de la
estatuaria dieciochesca genovesa.
En la génesis del proyecto 114 debieron influir varios motivos.
El primero, sin duda, la piedad del donante, del que nos han quedado a
múltiples pruebas de devoción y cristiana afecei6n a su iglesia pa- N
E rroquial de los Rermdios, a 1a que hizo abjeto de miiltiples obse- o
quios. Rodríguez Moure explica el auge que tomó a mediados del n-- m siglo mn: la cofradía del Carmen por el entwiasmo del mismo do- n E
nador del púlpito y a él se debía el incremento de la capilla y reta- E
2
blo churrigueresco de la Virgen carmelitana, en el que invirtiió bas- -E
tante dinero ll? rico frontal de plata de ese retablo, que aim se 3
conserva adherido a la m s a del altar en la actual capilla de los --
Remedios de la catedral, -perpetúa el nombre de Andrés José Jaime, 0
m
E
y la fecha de 1142 en que era mayordomo de la cofradía del Car- o
men116. Otro de los motivos correría parejo de la devoción del pia-n
doso Jaime, p r o tendria su origen en distingas raciales si hemos -E
de creer la leyenda que sobre el donante del piilpito ha recogido a
2
n
112 Biblioteca Universitaria de La Laguna, Manuscritos, 83-1/23 : "Car-tas
relativas a la construccih del Púlpito de mármol de la Catedral de la Ciu-dad
de La Laguna, su autor, costo, etc., colocado el año de 1767".
3 Lo he advertido ,en "Revista de Historia Canaria", 131-132 (1960), 441.
U* Años antes de ofrecer Jaime un púlpito labracio en anova, intent6 la
parroquia construir uno en La Laguna, sin resultado, según anota J. A. An-chieta:
Diamo, 1747 a 1764, fol. 144: "esta semana de mediado mayo de 1754
ley que cmensavan a haser el @pito para la Iglesia de los Remedios; - há-senlo
en una sala baxa de la casa del Conde de el Valle [de Salazarl. la de la
calle la de avaxo; - no se hiso cosa, que luego se acabó la obra".
1x5 Rodríguez Mowe: &íu, 43.
116 Hernández Ferera: Orfebreriu de Canarias, 242 y fig. 111.
422 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 47.
Darias y Padrón l17. Parece que en su ascendencia había mezcla de
sangre, y no era cómodo entre la sociedad de entonces descender
de negros o mulatos. Rodnguez Noure dice que la mezcla de san-gre
le venía por raza de su abuela, conocida por "la Castañera", Y
lo confirma además su nombre de pila, ayuno de apellidos, se@
se estilaba entre mulatos y morkcos. El comercio le había propor-cionado
una buena fortuna y con ella el deseo de robustecer su po-sición
social. El mayordom de la cofradía del Carmen aspiraba
también a ingresar en la Hermandad del Santísimo, en la que, aparte
otras exigencias, era condici6n "sine qua non" en aquellas fechas
probar notoria limpieza de sangre. El aspirante logró salvar el
~scollos,u pone Darias, regalando el púlpito de mármol que, a tenor
del costo de cerca de un millar de pesos, le acarrearía la satisfac-ción
de vestir en los cultos eucarísticos la hopa de seda roja usada
$por la Hermandad Sacramenital. Todavía pudo infiuir en el gene-roso
feligrés de la parroquia de los Remedios un estímulo más banal,
si se quiere, pero cotidiano en ]La Laguna de la época, que contem-plaba
a diario un pugilato entre las dos parroquias de Arriba y de
Abajo, y no tiene nada de extraño que su gesto constituyera la res-puesta
al púlpito admirable que desde unas d6cadas antes se alzaba
en mitad de la iglesia de la
Por una u otra causa, Andrés José Jaime (o Jaisme) tenía ma-durado
su proyecto en el verano de 1763. h habría consultado con
los expertos de la ciudad y alguien le había trazado un diseño, del
que habla en su primera carta a su agente y amigo D. José Domingo
Cavasola. No indica en ninguna frase quién pudo ser el autor de
este diseño, extremo del que se lamentaba en 1935 Rodriguez Mwe.
Me atrevo, sin embargo, a supner que no andaba ajeno al dibujo
el máximo escultor lagunero del momento, el polifacético artista
José Rudríguez de la Oliva (1695-177?),q ue descoilaba a la vez
como pintor, retratista, imaginero y dibujante, y no silencian sus
biógrafos D. Lpope Antonio de la Guerra y S. Padrón Acosta 119 que
cuando se ofrecía la ocasih no regateaba sus conocimientos en
117 Darias y art. ziiiim. &t.
31s TarqUis y Vizcaya, OO. Cit., láms. XX y XXI.
129 S. Padrón Acosta: La psondiciud artistica de D. José Rodriguex de
b OZW, "Revista de Historia", 61 (1943), 25.
proporcionar diseños 10 mismo para obras de escultura y pintura
como para una custodia o un bordado. Dígalo bien claro el hermosa
ostensorio de Santo Domingo de Ea Laguna, labrado en 1734 por el
&gil orfebre Ildefonso de Sosa, que lo fimó a la rpar con su "inven-tor"
José Rodríguez de la Oliva, autor del dibujo 120.
No se me oculta la similitud tecthica que el púlpito presenta
con esta custodia, en la que también el astil que mporta el viril se
transforma en un barroco atlante, la figura de Santo Tomás de
Aquino, en efigie alada de Angel de las Escuelas, al modo como en
el gran cáliz de mármol, que es en síntesis muestro pulpito, otro
Angel eleva en los aires la copa del amMn. A un escultor como 10
era de preferencia Rodriguez de la Oliva, no se le podía ocultar la
adecuación al astil de un ángel atlante al contemplar el otro púl- a N
pito ya colocado en la iglesia de la Concep5órm, cuya tribuna se E
z p y s~eb re 1 l n ~ @i !~ q ~ e s w g ~ r r ean 1 ~ 2 n~ ~. f em, nO
-
solución que no enlaza zócalo y amMn con el más ambicioso y =m
O
orgánico nexo de un aligero manceh convertido en esforzado E
E
atlante. 2
E
La pérdida del diseco queda compensada con la descripción mi- =
~wi n s yai ie 6. J. Jzimr in~luye 1S E CIL,W del 36 Ue zgestg de 1763, 3
-
escrita en Santa (Jruz de Tenerife horas =tes de que Cavasola par- -
0m
tiera rumbo a anova lZ1. Por ella podemos deducir que la obra defi- E
O
120 Hernández Perera: OrJetn-eriu de Canarias, 229-232, 458-461 y fig. 94, n
121 B. U. La Laguna, M%. S-1/23: -E
a "La fineza que a de merecer Don Andrés Joseph Jayrne a su amigo Don l
Joseph Domingo Cavazoa del viaje que al presente sigue a Génova, es que el n
diceño para un Púlpito de mármol qEe le terigo entregado solicite mandarlo 0
fabricar en la forma que le tengo expresado, que es a saver: Sus medidas desde 3
O el suelo al fin de la caxa a de tener diez y ocho a diez y nuebe palmos de 10s
nuestros que hazen quatro y tres quartas varas espaliolas; es, todo d
alto, y en él, el Maestro que lo hiciere arregla% 10 que le deve dar de alto al
pie, para recivir la caxa donde entra el predicador, como también d alto que a
de llevar dicha caxa, todo en la dicha medida de diez y ocho a diez y nuebe
palmos españoles.-El bueco que a de tener dicha caxa por dentro para que
quepa el predicador a de tener en limpio cinco quartas en quadra para que no
quede oprimido el predicador.-La dicha caxa a de ser seisabada según va
senalado en la planitud y no quadrada ni en otro nodo, y an de quedar los
quetro paños enteros, y los otros dos cortados para la puerta donde ha de entrar
el predicador según va seaalado y demostrado en dicha planitud-El pie a
424 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 49
nitiva no se aparta mucho de las condiciones exigidas por el dona-dor,
y que el escultor apenas se limit6 a escoger entre las dos va-riantes
propuestas para 12 colocación de los evangelistas, y modi-ficar
la postura del ángel, obedeciendo puntualmente los deseos de
su cliente. La altura total quedaba fijada en unos 3,80 metros, y
dentro de estas dimensiones debería calcular el artista cuánta debía
darle al pedestal y cuánto a la tribuna. El ambón debia tener forma
hexagonal, en lo que coincidía con el púlpito de madera de la Con-cepción,
frente al tipo de tribuna rectangular seguido en el genovés
de cer un Angel revestido, y no desnudo que mire para la frente del medio de
dicho pfdpito y no para los lados; el recevimiento de dicha caxa,, a de ser
según va demustmdo~ el dicho diseño.-los quatro Evangelistas podrán hir e3B
las quatro esquinas, según va anotado en dicha {planitud, o bien en medio de los
quatro paños enteros que a de llevar dicha caxa; y dichos quatro Evangelistas
an de ser en figura de hombres bien relevados aunque vaian en medio de dichos
paños que si así fuere se les podrá hacer en los ángulos, o esquinas de dicha
seisado una piiastrita o moldura que divida los dichos Evangelistas. -E&
mármol de que se hiciere, a de cer 'del más fino y blanco, y nada de colores,
arreglando con el Maestro que lo hiciere Q. que todo su costo, hasta puesto a
bordo con el ynporte de caxones que a de venir bien reparado, no eceda de
ochocientos a novecíentos pesos, que con el costo de fletes puesto' aquí en esta
Isla llegará a mil pesos.-Y luego que Vm. haya practicado dicho ajuste se
servirá darme abiso para librar a favor de Vm. la cantidad que me previ-niere,
qudando yo bien enterado que de el favor que a Vm. meresco executará
en todo como si fuere cosa. propia, y que se exercitard. que por ser obra pía
procurará todos los haorros que se puedan, como el que se logre con la maior
brebedad que sea posible a fin de que Dios y su Madre tenga este culto en su
templo, a 'quien pido dt5 a Vm. feliz biaje y buen suceso en todo. Santa C m
de Thenerife y agosto 26 de 1763".
Al reverso:
"Sr. Don Joseph Domingo Cavasola.
Uesso cünie u.prüpli~a saiüci &e 'V7=i. y e= mmto Ue :u. qiie p z . k i e 'IX.
por - su compañero Don Antonio Marzelo digo que en mi orden que di;
a Vm. para la f��brica del Púipito de mármol con fecha de 26 de Agosto de 1763,
y ratifico en esta, que ciendo dicho Púlpito de mármol Manco fino, y arre-glado
al diceño, y esecución que va anotado en él y sus medidas, no me puedo
exceder a (dar más que lo's 800 a 900: pesos, encamnado y puesto a bordo, a
eac%iúii de 26 a 26 IEso.sii i&rs, sj-l q-üe de exce& '$iii., a güia-r
deseo que Dios Nuestro Señor lo guarde muchos años. Santa C m de Thene-rife
a 21 de =yo de 1164~'.
AZ margen: "Encargo dd Púlpito a Don Josaph Cavazola, a Génova".
de mármoles y jaspes que desde 1738 tenía la parroquia matriz de
Santa Cruz de Tenerife, y su diámetro interno por lo menos 1 m.
para que el predicador pudiera moverse con holgura. De las seis
caras de este prisma hexagonal, dos quedarían libres para el ac-ceso.
La gran novedad introducida por el diseño, frente a los púlpitos
anteriormente construídos en las Islas - s u precedente tinerfeiío
ya he apuntado antes que pudo ser la custodia de Rodríguez de la
Oliva e Ildefonso de Sosa, más que el águila del cercano púlpito de
la Concepción-, fue la sustitución del astil por un ángel, a1 que se
pedía, en su mera función de cariátide, recibiendo el peso del ambón
sobre su cabeza, que kta mirase frontalmente, tomando como eje
la cara central de la exedra, y no volviese los ojos hacia los lados. a
N
El escultor debió permitirse aquí cierto cambio, tal vez por inter- E
nm&.,v al -m-n,4-* A=".,.l %.nv7n"!4An ..-m,. A#.".A,. -7.- -:m,. -.-.-o O
yr b bur b~ bbbybv I*U CIJ-GL I G Y ~ j n u u wy ILW uwuuuu ~ U UGU I c. pala n -
la frente del medio de dicho púlpito y no para los lados" en el sen- =m
O
E tido de que la cabeza debería quedar libre para mirar hacia el cen- E
2
tro de la tr3buna y no en dirección frontal al espectador, como pa- =E
rece la intención primitiva del texto. Esta variación, admirable y
&&&z ,Fd, e: &&.do UaiIoco y &y&-4c0 cOiL L -&-j to, rs.dt8 3
-
concorde con el más acusado barroquismo que prefirió el artista de -
0m
E las dos soluciones, permitidas por las bases, impuestas para los cua-
O
tro evangelistas: o bien altorrelieves en mitad de los paños del
amMn, en cuyo caso las aristas quedarían revestidas por pilastrillas n
-E
o molduras separando a cada uno de los evangelistas, o bien situán- a
dolos en las cuatro esquinas en "figura de hombres bien relevados" 2
n
-no se& la simbología del Tetramorfos-, que era la colocación 0
apuntada en la planta del diseño. Este último fue el criterio seguido O3
por el estatuario, que no olvidó tampoco las pilastrillas y las du-pEcó
en cada arista, cajeándoias y ñaciéndoias soporte de una cor-nisa
moldurada en orden toscano que recorre las cuatro caras de la
exedra, dejando a éstas de mármol liso, sólo decoradas con un marco
ochavado.
El material en que debía ser esculpido el púlpito no podía ser
sir0 que mármoi üei más Manco y Mo, sin adición aiguaa de jaspes
de colores. Es interesante advertir cómo hasta en el material se
prefiere distinto d único púlpito de mármol hasta entonces exis-
426 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 51
tente en la Isla, el regalado a la Concepción de Santa Cruz por los
esposos Rodríguez Carta en 1738. Y el costo total no debería exce-der
de 800 ó 900 pesos, para que con el flete hasta esta Isla no obli-gara
al comprador a desembolsar más de 1.000 pesos. No deja de
rogar A. J. Jaime a su apoderado que tome el encargo como cosa
propia y, por ser obra pía, procure todos los ahorros que pueda,
insistiéndole en la mayor brevedad posible.
.Con la carta y el ~disefiop erdido, D. José Domingo Cavasola ini-ció
al llegar a Génova las gestiones que Ye encomendara su amigo
Jaime, y la primera impresión que sacó de los talleres de mamolis-tas
no debió ser muy propicia a obtener la obra en la cantidad pre-supuestada.
Por ello hizo saber, a través de un compañero suyo, a
Antonio Marcelo, al comerciante lagunero las dificultades que en- N
E contraba en Génova y le pedía un incremento de presupuesto, a b O
que replicó Andrés Jos8, nueve meses después, que se atuviera a - -- m los 800 ó 900 pesos que le había autorizado, sin excederse más de O E
unos 20 a 25 pesos sobre dicha cantidad, y le ratifica integra su E
2
primera carta y el dibujo, al que debía arreglarse la obra, e s d - -E
pida en mármol blanco bo. 3
Es muy posible que Cavasoia se dirigiera en ei primer momento --
con el proyecto del p6Ipito al máximo mamolista genovks de que- 0
m
E
lla hora, F'rancmo María Schiaffino, cuyo nombre no debía ser O
desconocido en Tenerife, muy posiblemente a través de la familia
Lercaro Justiniani, que ya hemos visto actuó en ocasiones de inter- n
-E
mediaria entre los templos isleños y Génova, o quizá por la de don a
9
Manuel Dapelo, que ocho años antes importó el Cristo a Za columna n
de la iglesia de los Remedios, cercano-al arte-del maestro,.sibien ..
n
talla acaso de algún imaginero de su círculo. Ello explicaría el costo 3
O
más elevado que Cavasola tanteó al primer encuentro y le obligb
a pedir a Tenerse mayores Iacuitades paza ei ajuste üei púipito
marmóreo. Schiaffino esiaba entonces ea el ocaso de su vida y no
se avendría fácilmente a esculpir obra de tal volumen, ocupado
solamente, por quellas fechas, de sus clases de modelado en la
Academia genovesa, que desempeñaba desde 17.55,y alejado de la
dura ia-mr dei cincei, como deja peasar ia cronoiogía de sus obras
fechadas postreras, que no rebasan el año 1748 122. Por otra parte,
122 V. nob 102.
52 JESOS HERNÁNDm PERERA
de haber sido rnancesco María el contratado por Cavasola, el re-sultado
habrfa quedado ya lejos de aquel arrebzto tan suyo, bebido
por el artista, más que en su hermano y maestro Bernardo, en e1
arte romano de Gianlorenzo Bernini, a quien de lejos vislumbró al
copiar de joven estatuas de Gaspar Puget en la basílica genovesa
de Santa María de Carignano, y en los modelos de Francisco Rus-coni,
por él estudiados durante su estancia en Roma, ciudad donde
tuvo ocasián de ponerse en contacto con la "terribiliW7 miguelan-gelesca.
De los tres citados £autores del barroco ronlano participa
su famoso grupo del Rapto de Proserpina, en el Palacio Real de Gé-nova,
la más reproducida y característica de sus obras (lámina XIV) .
La fuerza impetuosa de este Rapto, en el que acentúa e1 vertica-llismo
con m& violencia que el mismo Bernini, con mayor derroche a N
de tensión y espectacularidad que Juan de B o I ~ n i a e~n* p~a rejos E
a c i ~nfnen rr n r i x n 9 Cohioffinra ;lo mno inninfnnr i ;~n n lno A a t e l l n n n o - O
-.u-ruw, **u S .L., CU U"**IWIIII*" U,, UIU IIWW*,,*IUIU ,,*A A V - Ub,,",IIW -U- n -
turalistas como el Cancerbero tricéfalo y la roca acariciada por las =m
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llamas del Averno, y de una especial afición, que identificaríamos E
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2 con el manierismo, a sacar el máximo partido de las manos, ner- E
= viosas, elocuentes y abiertas en declarnatoria catarata. Y esto es
~ i lm~ s6e1n en e1 R q t n de P~merpinne, n e! n;¿le ser52 Xwrb Lzb6 3
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oUedecia a un modelo de Rusconi, sin9 aún más en los relieves de la -
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Infancia de Cristo (reproducidos en las láminas XV y XVI) , de ín- E
dole manifiestamente pictórica. O
EIl caso es que con el retraso con que a manos de Cavasola llegó n
E en junio de 1764 la respuesta de A. J. Jaime, el encargo del púlpito -
a
no podía ajustarse entonces con Schiaffino, a quien aquél sabía ya nl
difunto cuando vuelve a escribir desde Génova el 28 de agosto si- n
0
guiente 124. Esta carta contradice, por cierto, la fecha que los dic- 3
O
1-23 De Giambologna quedan en Génova los bronces de la Universidad,
cf. Melani, ob. cit., 435.
124 B. U. La Laguna, Ms. 83-1/23:
" t Señor Don Andrés Joseph Jaime.
Mui Señor mío y Amigo. K respuesta a la estimada de Vmd. de Junio
p. p. por lo tocante a la dependencia o encargo que Vmd. puso a mi cuidado
del P��-mto de mármol, después de pmcticadas quantas diligencias me han
sido posibles para llevarlo a fin con honra y la maior ventaja, he logrado con
intervencibn deste Señor Lercari, cerrar ajuste de él con el Escultor Pasqual
Bochiardo criatura del famoso ya munto Sciafino, arreglado el todo al diseño
428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURAS GENOVESAS EN TENERIFE 53
cionarios de artistas