NOTA SOBRE ALGUNOS TQPQ
BRES ANTIGUOS DE T
BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS
POR
OTEOEGES MARCY (P)
POE
9WAN ALVARiEZ DELGADO
Catedrático de la Universidad de La Laguna.
Queremos recoger aquí, en traducción española acompañados
de unas notas nuestras, los párrafos más importantes de un trabajo
in6dito de Georges Marcy titulado Note sur quelques toponyrnes et
mm de tribus berbsres anciens des fZes CancurZesl.
1 Sería difícil reproducirla textualmente en su conjunto por las nume-rosas
erratas, trasposición de renglones y otras alteraciones que no siempre
dejan claro Io que Marcy escribió, y la mecanógrafa que copió el ejemplar que
tenemos pudo alterar.
Se trata de un denso trabajo de 27 páginas mecanografiadas a espacio uno,
m n ::U pr:r=mellicd e 56 rrngkmv per p&gn%.
Nos lo facilitó. Emile Janier, Mr. le Proviseur du "Lycée d'Enseignement
Franco-Musulmán" en Tfemcen (Orán) , Argelia.
Núm. 8 (1962) 239
2 GEORGES NARCY
Los amplios conocimientos bereberes de Georges Warcy, deplo-sablemente
fallecido cuando sólo tenía cuarenta y aasi a5os (1905-
19461, y el entusiasmo que siempre mostró por los estudios lin-güístico~
y etnográñcos relativos a las blas Canarias, aunque siem-pre
no se compartan sus ideas, hacen considerar interesantes sus
datos, informaciones y trabajos sobre nuestras Islas, particular-mente
para quienes, como nosotros ahora, dedicamos nuestra aten-ción
a la comparación bereber del guanche 2.
Sabíamos por sus cartas, y las conversaciones durante su estan-cia
en el Archipiélago, que Marcy preparaba un estudio comparado
del guanche y el bereber, del que fue dejando un centenar de datos
sueltos, atisbos o citas aisladas en otros trabajos suyos de diverso
contenido y propósito ?.
a
N
Por ello sospechábamos que aquella obra había quedado manw- E
crita a su fallecimiento en septiembre de 1946, y procuramos ha- O
n--
llarla, al ver que Marcel Cohen recogía. la siguiente referencia: m
O
E "G. Marcy : Le Langue des Guanches, ouvrage psthume a paraitre". E
2
N~estros esfuerzos han resultado hasta ahora infructuosos, y =E
creemos que la obra no se hizo, pues el propio Marcel Cuhen, Ende
3 Laoust y otros amigos franceses nos pusieron en relación con la -
única persona que a su juicio podía tenerla : el director de la Hédersa -
0m
E de Tlemcen, Emile Janier 5 quien en carta de 6 de abril de 1954
O
contestó así a nuestros requerimientos : "Usted sin duda sabe que
el trabajo proyectado p r G. Marcy sobre las Mas Canarias era n
-E
una obra completa, que desbordaba los limites de la iingiiktiea. a
Este trabajo, en su intención, debía comprender un estudio hisM- 2
n
rico, otro arqueológico, una parte geográfica, otra histórica, una 0
3
O
2 Tocamos el problema desde otro punto de vista en nuestra GramrEticn
comparacZa del Gwncñe, en preparacián, pero el artículo de Marcy tiene otras
proyecciones que merecen darse a conocer.
3 De muchos de ellos nos hicimos eco en la reseña necroI6gica que inser-tamos
en ''Revista de Historia", núm. 77, La Laguna, 1947, págs. 128-130.
4 En Les Langues du Non&, ed. París, 1952, pág. 181. M. Cohen ade-más
estuvo en contacto con Marcy para la segunda edición (París, 1947) de su
Bssai Gomparatif sur Ze Vocabulaie et Za Phon6tique du Ghamito-Sémitique,
aparecido poco después de la muerte de aquél (véase pág. xi).
5 Era en 1954 Provisew del Liceo de EnseEanza Franco-Musulmán de
Tierncen, ver nota l.
,240 ANGARIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS EEEEBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 3
parte consagrada a la etnografía, otra a las actividades artísti-cas,
etc. De este gran trabajo G. Marcy pensaba hacer una Tesis de
Doctorado. Desgraciadamente, las fichas que é1 ha dejado (en la
Médersa de Tlemcen) son difícilmente utilizables por nadie más, y
.sólo quedú redactada la Nota lingüística unida a esta carta".
A ella. en efecto, acompañaba M. Janier la copia mecanografiada
del artículo antes mencionado.
Aunque ese año 1954 se publicó nuestra Toywrnirnia Hispá.niccl
de C m r h6, redactada desde 1950, al aludir a las ideas de Marcy
sólo podíamos citar SUS trabajos en "Hespéris" (6935), por ignoras,
en la fecha de la redacción, que Marcy había ya formulado in. e x t m
sus ideas sobre los topónimos insulares de Canarias.
La fecha del artículo de G. Marcy es, a nuestro juicio, la de 1943
o del año siguiente, según confirman estos indicios: muerto en
septiembre de 1946, G. Marcy debió redactar la mencionada Nota
bastante antes de la operación y enfermedad que lo llevó al sepul-cro;
el mismo trabajo indica que despertaron su idea artículos nues-tros
publicados en "Revista de Historia", de la Universidad de La
Laguna, el año 1942, citando en él sólo publicaciones hasta ese año
y ninguna posterior, pues a pesar de que recibía puntualmente to-dos
los artículos de "Revista de Historia", al tratar de los nom-bres
plinianos de las Canarias no cita nuestro artículo Las I s b
Afmtuszadm en P k w , publicado en dicha Revista en el primer
trimestre de 1945. Ello indica, sin duda posible, que el texto de
esa Nota de Narcy tenía su actual redacción definitiva antes de
marzo de 1945.
Las dificultades de lectura y posibles errores de la copia me-canografiada
que poseemos, y su antigüedad de veinte años, nos
impide publicarla en su actual forma, porque si el propio Marcy
viviera tampoco la publicaría así.
Pero EmiEe Janier nos rogaba en su carta la publicación de este
trabajo de Marcy, que nosotros creemos de interés para los estu-diosos
de Canarias, porque Marcy expone en este artículo intere-santes
observaciones de método, hipótesis y etimologías, en que
otros tratadistas hemos tropezado, con las que hemos coincidido o
6 En Estudios Dedicaüos a 17lenhdez. Pidal, tomo V. Madrid, 1945, p&-
@nas 3-38, citamos ideas de Marcy, pág. 8.
Núm. S (19521
4 GEORGES IvlARCY
de las que discrepamos, que conviene recoger con extensión y en
detalle.
Y como la Dirección de este ~ T A R I O desea que el planteamiento
de tales problemas se actualice con las notas y objeciones que a
nuestro juicio sean convenientes, vamos a desarrollar la Nota de
G. Marcy con el siguiente método, que permitir& al lector discri-minar
la responsabilidad de las afirmaciones en cada punto del
artículo.
Simplificamos las notas a pie de pagina del texto de Marcy, redu-ciéndolas
a la mera referencia de fuentes, y eliminamos los demás
particulares. Pero llevamos al cuerpo del texto aquellos puntos de
importancia lingüística o interés etnográfico que, con frecuencia,
mete G. Marcy en sus largas notas : una llega a cien renglones, otra
a sesenta.
Los pasaj?s gezera!es, mq-~ ~ m ~ i &G dxe mener rievedxd
para el problema, los .presentamos resumidos sobre el texto de
G. Marcy; y aceptando íntegra la responsabilidad, aseguramos al
lector que nuestras palabras corresponden en cada caso al pen-samiento
de G. Marcy en este artículo.
T 7 . -- --e---- 4-".4-- 2-1 ..?.t..,.l;A -7,- a*+--
MS ~ u ~ . J c . lYlli 23 i l i lpl L a u L c i 5 u c L cr3Luuxv, pvl a- uabuu, ~P,o-rías
o giro de las ideas, van en traducción castellana, presentán-dolos
entrecomillados y metidos de caja, para que el lector sepa
que posee una traducción del texto francés de Georges Marcy.
Nuestras personales observaciones o discrepancias van consig-nadas
en notas al pie del texto, cerradas con n ~ e s t r as igla perso-nal
entre paréntesis (J. A.), o en el mismo texto en adiciones al
final de cada parte, en caja normal.
Y queremos prevenir al lector sobre posibles dudas del método
que empleamos, pues alguien podría pensar que hubiera sido mejor
fu rmir lar por n-jieStTcau erita ls conc:-G~ones de este acr;to c+
piando las alusiones concretas del trabajo de Georges Marcy.
Pero ello no daría a conocer ese trabajo en su articulación inte-gral.
Y al rechazar muchas de sus identificaciones y etimologías
nos veríamos obligados a omitir sus juiciosas observaciones lin-g.
üfsticas y de eiicu&a, si bierl irlap:icab:es erl e: cuacretc:
en estudio, pueden ser tenidas en cuenta en otra ocasión.
Personalmente, además, teníamos interés en publicar este único
242 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAXTiCOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS SEREBERES ES LAS ISIAS CANARIAS 5
trabajo que conocemos inédito de Georges Marcy, porque sus ideas
coinciden con otras opiniones menos autorizadas lingüísticamenb,
dadas a conocer con frecuencia en Canarias, pues no hay lingÜist.2
s historiador, poeta, periodista o novelista, aficionado o investi-gador,
que trate tema de Canarias, que al punto no se crea obligado
a echar su cuarto a espadas sobre este espinoso y difícil problema
de los nombres de las Islas, que a fuerza de manosearlo se ha conver-tido
en un auténtico embrollo. ;Y cuántas veces y de cuántas ma-neras
nos hemos equivocado todos, científicos y meros aficionados!
Por otra parte, el desconocimiento de los argumentos desarro-llados
por Marcy en apoyo de estas etimologías, apuntadas simple-mente
en notas de otros trabajos suyos publicados, suscitaban
siempre en nuestros colegas dudas sobre nuestras objeciones a
ellas y frente a las explicaciones que hemos de proponer en nues-i
ra Grclrrizáiica cümpa~cIáad el Guanche. Anora en este iraba~op üe-den
ver las de Marcy en su plena exposición cuantos se interesen
por ello.
Y no era posible editar simplemente el artículo de Marcy, sin
las réplicas y anotaciones breves que le ponemos, reduciendo el
problema al estado actual de los estudios guanches, en su lato sen-tido,
que no aplicado sólo a lo tinerfeño, porque parecería que este
ANUARIOy nosotros mismos prestábamos plena adhesión al conte-nido
fundamental de esta Nota de Georges Marcy.
"La civilización originaria de los Guanches, 10s primeros y
más antiguos pobladores conocidos de las Islas Canarias, se
extinguió, como es sabido, hacia mediados del sigIo XVI, menos
,-To n;rr,,..rin+nnñn ,. ?L..Z .-.,, a+ "--,:.. ,,,T,, - - - - .=-1- 3 - 1 .--1^: u= u i r b u c r r i a al~uuU C ~ J U G ~ut : ta Gu uYu l uLa cbpaliulai UCL KLGLIL-piélago.
Privada durante toda la Edad Media de verdaderas
relaciones marítimas con el mundo exterior, y reducida por
tanto a vivir como en círculo cerrado, casi un mileno, de sus
propios recursos exclusivamente, se mantuvo hasta entonces
en un estadio tosco y rudimentario, cuyo carácter fuertemente
primitivo no pudo menos de herir vivamente la imaginación
de los primeros europeos que abordaron a las Islas.
"Para los españoles que participaron en las duras exp-diciones
de conquista (escalonadas a lo largo del siglo m),
los Guanches aparecen desde luego como una poblaciítn suma-mente
belicosa, relativamente grande en mimero, compuesta
sobre todo de hombres de raza blanca, de cabellos claros, $e-neralmente
de muy alta talla, casi desnudos o vestidos de pie-les
de animales apenas trabajadas, que ignora la navegación,
el arado y los metales, y todavía estaba en la primera Edad de
Piedra bajo el aspecto industrial '.
&E& prno~n&.-ja &a tan extraña raza humana.
cuyas costumbres, debidamente registradas por los cronistas
de la época, no recordaban a los eruditos de entonces ningún
otro pueblo conocido? Este enigma histórico debía interesar
durante cuatro siglos la curiosidad del mundo sabio, y particu-larmente
de los historiadores locales, dando origen en varios
autores a múltiples hipótesis muchas veces sorprendentes" '.
En una amplia nota cita Marcy algunas de ellas : la muy confusa O
de Marín y Glinkm; la de los "atlantófilos", como llama a los que n
E consideran a Canarias, geográfica y culturalmente, como restos de a
la Atlántida de Ratón; la del origen "americano" de 10s Guanches,
n
y la del origen africano, defendido por Verneau. P agrega que el n
único argumento de la tesis americana no resuelto pos Verneau, O3
Ias pimtaderm de Canarias, consideradas como las que emplearon
7 8. B&.h&t. ~ & ~ ü p ~ , p ~T~Z~~c ~?:8,3SJ .-,G . &=~y: LT%3~ G . , M . % c v I&%=
taine du monde 6erW-e: lYArchipeZC anarie?~e t son histoire, en "Bull. de 1'En-aeignement
Public du Maroc", 1933, págs. 170-191.
S Amplia reseña de las fuentes canarias bien conocidas: P. Margry ("Ca-narien"),
Türriani (ed. W%lfel), Gomes Eannes da Azurara (Chronica), Espi-nosa
(Historiu), Abreii Gaiindo (Hisforiu de Za compcista), Núñez de la Pesa
f,,n,,,,n,.Y6 anAvw,,;,1 e +Pc., 8 ~ u a(T epogrúficc), Xarín :, Cubas (Uistnriw), Anhr,io de
Viana (Poemu), Gómez Escudero (ed. Darias), Viera y Clavijo (Noticias),
Dr. Verneau. etc.
244 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 5'
los indios de Mhjico y Pucat&n para pintarse el cuerpo, él "había
demostrado que son idénticas a los sellos empieados para cerrar las
puertas de los graneros-fortalezas bereberes", citando el trabajo
que recogimos en "Revista de Historia", núm. 58, 1942, pág. 123.
P el cuerpo de1 texto continúa así :
"Aquel enigma se puede decir que está hoy resuelto en su
líneas generales. El estudio profundo de los vestigios lingüís-ticos,
etnográficos y antropológicos de la civilización guanche
demuestra que ésta ha sido, en sus elementos esenciales, im-portada
del inmenso continente vecino en época bastante an-tigua
sin duda, pero no prehistórica. Nos encontramos, por
tanto, en presencia de una civilización bereber, venida tiempo
ha del Afriea menor, y cuya facies, particularmente arcaica
en las Canarias, se explica por una razón bien sencilla : la inva-s
i h musulmana del siglo MI p. C. puso fin bruscamente, casi
durante un milenio, a las relaciones marítimas 9, más O menos:
espaciadas pero reales, que ~robablementee xistían entre 1 s
Islas y la costa septentrional de Africa durante la dominación
cartaginesa y romana. Así logró el Archipiélago Canario (se-parado
entonces en un total aislamiento cultural) el privilegio
único de conservar intacto hasta la aurora de bs tiempos
modernos un estado de civilización contemporáneo, por lo me-nos,
del vivido en e1 Continente en los últimos siglos de la do-minación
romana del Africa del Norte lo. T'ales son las con-clusiones
a que, desde luego, se puede llegar.
"La demostraci6n lingtiística que nosotros estamos pre-parando
hace muchos años y que esperamos sea plenamente
Q (Personalmente dudamos de que existieran relaciones marítimas entre
MRm y C,anariss hasta el siglo VI p C; ni los Romanos fileron muy nave-gantes,
y cuando vinieron a Canarias se aprovecharon de Gaditanos u otros;
ni los Guanches practicaron nunca, a lo que parece, la navegacibn; ni los Bere-beres
desarrollaron instintos náuticos, como saben cuantos han tratado de
explicar la piratería berberisca del siglo xvIr. Este fenómeno debe ser de in-fluencia
forastera (turca, árabe oriental ?), como cierto fue forastera la mari-nería
Cartaginesa: aun.que a veces utilizara nativos norteafricanos.-J. A.)
10 G. Marcy: A prqos du wme de ZYOued Mellad, en ''Bul. de la Soc. de
Pr6histoire du Maxoc", 1933, )págs. 46-69.
8 GEORGEC MARCY
convincente para todos, está todavía inédita en el momento
en que redactamos estas notas, por lo que algunos autores no
berberistas, refugiados como en una -última trinchera en la
totalmente vana ilusión del carácter sui generis de la lengua
de los antiguos guanches, dudan todavía en admitir del todo
estos resultados, que no dejan subsistir misterio fundamental
en el origen de los viejos insulares de Canarias. De esta acti-tud
de prudente reserva científica, matizada quizá en algunos
de tintes de pena pojtica, nos parece encontrar su prototipo
hasta en la hipótesis alternativa siguiente, con la que el pro-fesor
3. Pérez de Barradas resumía en 1938 el balance de la
investigación antropológica en las Canarias: es posible admi-tir
como hipótesis modernas de trabajo que 10s tres tipos
indicados (se alude a los tres tipos humanos principales seña-lados
por los antropólogos en la antigua población de las Islas)
corrwpuaden efectivamerite a migruci~nesd e p~ebleov ezidw
de la costa atlántica de Marruecos (hombres afines del Cro-
Magnon), del Sahara (bereberes) y del Sur (negroides) ; o
bien -y como se puede deducir de los estudios de Bertholon
y Chantre sobre Argelia y Túnez-, que estos tres tipos repre-sentan
en el fondo sLirnpZes variedades del t.ipo bereber ll.
"O dicho de otro modo, el problema está antropológica-mente
resuelto en cuanto al origen territorial africano de los
diversos elementos raciales del pueblo guanche, pero no desde
el punto de vista cronológico ; porque en principio no sabemos
si estos inmigrantes africanos en Canarias eran ya de cultura
bereber, o más precisamente, teniendo en cuenta el criterio
básico que sirve para definir un medio cultural, s i habiabm~y a
la lengua bereber. Y esto toca responderlo a la Lingüística. El
estudio de fondo y total más arriba mencionado que tenemos
en preparación l2 sobre las hablas ,panches establecerá (lo
esperamos así), sin duda posible, el carácter pummente be-
11 Pérez de Barradas: "El Museo Canario", 1939, pág. 10.
12 (Estas líneas nos parecen clara confirmación de que la citada tesis de
Marcy no estaba escrita, como dijimos al comienzo de este trabajo, pues sS~Q
dos afios antes de su muerte habla de eiia como de obra en proyecto (como aice
en "Hespéris" desde 1935), en preparación, y no terminada.--.J. A.)
246 AXUARIO DE ESTUDIOS ATLAhTTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 9
reber del idioma de Zos antiguos isleños. Mas desde ahora, y
a título de muestra del contenido de esa obra en vías de próxi-ma
realización, queremos inventariar seguidamente lo que,
recogido por los historiadores en la toponimia indígena cono-cida
de las Canarias y entre los nombres de los antiguos pue-blos
guanches, nos permite en la hora presente articular y
completar el testimonio de los datos antropológicos preceden-temente
aludido, relativo al origen bereber más o menos re-ciente
del primitivo poblamiento de las Islas Canarias".
PRIMERA PA.RTE
NOMBREDSE LAS ISLAESN LA ANTIGUEIIAD.
"La más antigua mención que tenemos de las Islas Cana-rias
en la Antigüedad se halla en la Historia Natural de Pli-nio
13. En ella conviene distinguir varias series de nombres.
[Según Saboso. ]
"Los que provienen de Estacio Seboso y son simplemente
nombres latinos dados por los navegantes romanos se&n el
aspecto exterior o caracteres geográficos dominantes en las
Lslas. Así :
"Pluuialia, la isla desprovista de fuentes, es ciertamente
la de Lanzarote, la más desheredada en este aspecto. Actuai-mente
sólo se conocen, fuera de Amaos y cisternas de obra hu-mana,
dos fuentes apreciables, una al borde del mar, casi cu-bierta
por las mareas 14.
13 Libro VI, XXXVII, apud Der Naturalis Historia C. Plinius Seczcndus, Por
Detlefsen en Quellen und Porschumgen.. ., 1904, págs. 172-173.
{Grnitimus ias riutas con ias frases de Fiinio; y ya advertimos que MarCy
ignora otras identificaciones como la que hicimos en nuestro trabajo Las Islas
Af ortwmadas en P2inio.-J. A. )
14 A. J. Benítez: Historia de k s Islus Ca?mrius, ed. 1912, pág. 128.
GEORGES 3fARCY
"Capraria, la isla de las cabras, es Fuerteventura.
"En C m d l i s , la isla cóncava, puede haber otro nombre
de la misma Isla, cuya dirección general se curva efectiva-mente
seagím un arco de círculo.
"Phnasia, así llamada por su aspecto uniforme, sólo puede
corresponder a Lanzarote 13.
[Según Juba: generdes.]
"Más interesante es para nosotros la toponimia contenida
en el relato hecho por Plinio de la expedición enviada por el z
rey Juba a reconocer e! Archipiélago. Parece que hay en él E
tres series de términos. En primer lugar, nombres de origen
n O
latino o griego (Juba era heienistaj, como ios precedentes. - m
O
Así Om'brks, traducción griega de Pluvialia, que es Lanza- £E
rote. En su vecindad, Capraria, la ya citada isla de las cabras, SE
que es Fuerteventura, y 21Tivaria, la isla nevosa, apelativo la- -
tino de Tenerife. 3
"En segundo lugar, el recitado de Juba, según Plinio, en-
- -
0
m
cierra un nombre propiamente indígena y latinizado solamen- E
te en su terminación: el de Canaria, que se aplica a Gran Ca- O
$ rnaria, y Plinio da de él una etimología caprichosa: "así nom- n
brada -dice- a causa de los perros de enorme talla que en E
a
elfa se encuentran en gran número, y de los que se llevaron
n
dos a Juba" ("Canariam vocari a multitudine canum ingentis n
n
magnitudinis, ex quibw perducti sunt Jubae duo" j. Muchos 3
historiadores, y especialmente Sosa, mencionan, en efecto, la O
existencia de perros salvajes en Gran Canaria; otros escri-
+LUfiLr rci.o3 -pr\ni ~n-LiinUnL n Wc , ~nV~I ImI VTn vT ~ inbr Us.> u9-frAi i.man AA&u A- n ~ lenc indívenac e^- y A"" 'A*"'b"'-
mían también carne de perro, considerada por ellos como un
regalo, lo que es, por otra parte, muy verosímil, y volveremos
15 (Ya dijimos que nuestro artículo Las Islas Afoi-tunadas en PZinBo no
coincide en sus identificaciones insulares con Marcy, y otros muchos histo-riadores
de Canarias habían discrepado antes, como puede ver el lector en
Chil : Estudios, 1, págs. 205-207.-J. A,)
2.iS -4NUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CAKARIAS 11
sobre el particular lG. Pero Canaria realmente es un nombre
sacado del apelativo étnico con que se llamaban, muy proba-blemente
ya desde la época de Juba, ¡os indígenas de Grm
Canaria. En Boutier y Leverrier aparece claramente que la
isla de Canaria se llama así del nombre del pueblo de los
"Canares" que la habitan 17.
"Luego, el propio Plinio, en otro pasaje de su Histov%a Na-taraI,
menciona, sobre la orilla meridional de Marruecos, ha-cia
la actual región de Tafilelt, el p ~ e b hlib io de los C w r i i ,
alcanzados por Suetonio Paulino en su famosa expedición a
través del Atlas Suetonio Paulino, dice Plinio, llegó a un
250 llamado Ger (el actual Guir), y agrega: "quienes habitan
los bosques vecinos, Uenos de elefantes, fieras y serpientes de
todas clases, se llaman Caniarios; porque ellos viven como
tprros (cmes) y comparten con estos animales las entrañas
de las fieras" ("qui proximos inhabitant saltus refertos ele-phanturum
ferarumque et serpentium omni genere Canarios
appellari, quippe victum eius animalis promiscuum his esse
et dividua ferarum viscera") .
"Se advierte la tendencia de este autor latino a la etimo-logía
popular por juego de vocablos. Era, por lo demás, muy
corriente en aquella época, y uno de los procedimientos seudo-cientíñcos
bien conocidos en todo folklore antiguo y moderno,
particularmente en boga entre los semiletrados. Todavía flo-rece
extraordinariamente en los autores arabo-bereberes. El
origen de estos comentarios de Plinio está, sin duda, en la
costumbre de comer carne de perro, comprobada, al parecer,
entre los Canarios de Tafilelt, como entre los Canarios de Gran
Canaria. Este detalle, a que hemos sido arrastrados, no tiene
en sí mismo nada de arbitrario o fantástico. Pues se conserva
la cinofagia todavía hoy en la región de Gabos y los oasis de
la orilla del Sáhara; está testiguada no sólo en Trípli, donde
16 Sosa: Topografia, ed. 1848, pág. 72.-Abreu Galindo, ed. 1848, p&g. 19%.
Viera y Clavijo: Noticias, ed. 1858, 1, pág. 137.
-- 1 8 Margry: Cunarism, págs. 137, i44, í48, i54, iSS, 162, eii ioe iiüm"urei, de
la Isla emplea Canarie (p5.g. 129) y Canare (págs. 129, 131, 192, 244).
18 Plinio: NaturaZis Historia. V. Detlefsen, cit., pág. 89.
Núm. 8 (1962) 249
12 GEORGES 3IARCY
la carne de perro se halla usualmente en venta en los esta-blecimientos
de los carniceros, sino también en Souf, en el
Djerid, en el Fezzan, en Gat, en Gadamés, en el Touat y en
fiab '" Y en lo que respecta al Tafilelt precisamente, posee-mos
para el pasado el testimonio veraz del Bekri, escritor del
siglo xr, quien dice que "en Siyelmassa (es decir, en Tafilelt)
se engordan los perros para comerlos, como también se prae-tica
en Gafsa y en la región de Qastiliya" (es decir, en Tozeur
y el Djerid) "O.
"Sobre el nombre de los Canarii del Sur marroquí, descri-tos
por Plinio, ya había hecho observar el General Faidherbe
que Gamr es el nombre genérico dado todavía hoy por los ne-gros
Wolofs a las tribus bereberes que viven al Norte del Se- z N
negal (dato perfectamente exacto), y él aproxima esta pala- E
bra Ganar a la designación de los Camrzi y al nombre latino O n de ia Gran Canaria : Canaria, que según Faianer'be habría sido -
m
O
poblada en parte por los Canarii venidos de la costa de enfren- E
E
te ?l. Estas deducciones parecen harto verosímiles, y se puede 2
agregar en su apoyo que el geógrafo griego Tolomeo coloca
-
al Sur de Marruecos el promontorio G m a r i a , que parece debe 3
situarse hacia la punta meridional del Anti-Atlas, frente a las
- -
0
m
Canarias 22. Por último, Kerne, último establecimiento comer- E
cial fundado por el almirante cartaginés Hannón en su fa- O
6
moso periplo, hacia la desembocadura del Saguiet el Hamra, n
también frente al Archipiélago, pudo recibir igualmente SU E a-nombre
del pueblo bereber de los Canarii" ?'.
nl-
Varias objeciones pueden hacerse a esta tesis de G. Marcy sobre
el berberismo del nombre Canaria, que tiene a su favor la extrañeza 3
O
19 Hooton: The ancient inhabitunts of the Ca?zary Islands, apud <'Harvard
African Studies", VII, pág. 53.-Bertholon et Chantre: Recherches anthropo-
Zogiqices sur Za Berbérie orientale, Lyon, 1913, pág. 561.
20 E1 Bekry: trad. Slane, 1913, pág. 284.
21 Faidherbe: "Revue Africaine", XVIU, 1874, pág. 37.-Id.: 'Revue An-ehropologique",
1874, 3, págs. 91-94.-Marcy: "Hespéris", 1935, pág. 68.
22 Carl X,Üller: Clnudii Itolomuei Geogrcnphicr, París, Didot, 1901, 1, 2, pá-ginas
731, 737.-Berthelot: LJAfrique Saharieane et Solcdanccise, París, 1927,
pág. 353, con errores.
23 Marcy: "Hespéris", 1935, cit., pág. 68.
250 AY VARIO DE ESTUDIOS ATT,BiVTIC!OS
'YOMBRES ANTIGUOS DE TRIEUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 13
de que ninguna fuente insular haya recogido nombre peculiar de
estos indígenas, cuando conocemos el de guanches, majos, etc. Pero
en otras islas ocurre otro tanto. Las apuntaremos brevemente.
a) Ninguno de los textos del Cmarien dice terminantemente
que el nombre Canaria se deba a los "pobladores" de la Isla; m&
bien parecen indicar lo contrario, al aplicar el nombre Gavzare tanto
a la Gran Canaria como a los "indígenas" de todas las islas del
Archipiélago. Diremos más: nada vale el testimonio de Boutier-
Eeverrier sobre este nombre, que toman (ya escriban Canarie,
C m r e o Grcwzt Cmare) a los portulanos y a los textos castellanos
anteriores a la venida de Bethencourt y Gadifer, como la CrÓnka
de Enrique 111 24, terminada en 1396, donde se cita a "Canaria la
Grande".
b) No puede considerarse como "etimología fantasista" la de
Plinio: Canaria t "isla de los perros", si admitimos que valen los
otros nombres del mismo relato (Nivaria, PZanaria, PZuwiaZia.. . 1
como expresiones de detalles singulares de otras Islas, y los ma-rinos
de Juba allí mismo señalan que en una isla había grandes
lagartos: los Lacerta Simoni de los roques de Salmore de la isla
del Hierro.
C) No tienen fuerza probativa los textos de Sosa y Viera con-tra
la aseveración de Plinio, por no ser otra cosa que reelaboración
de etimologistas del Renacimiento que basculan su pensamiento
eligiendo entre "Canaria = isla de los perros" y "Canarios = que
comen carne cruda como perros", o bien "Canarios = que comen
carne de perros", o variantes similares recogidas por Viera (Noti-cias,
1, 181, Chil (Estudios, 1) , etc.
d) Marcy supone que el nombre Canaria y Ganar son una
forma bereber latinizada, pero no señala la etimología bereber de
la palabra: su valor sernántico y sus relaciones morfológicas.
e) Si los datos de Marcy sobre la cinofagia bereber, particu-larmente
los del Tafilelt, significan algo, resulta que el nombre
C m r i i encierra una significación muy próxima a la de Plinio:
"cumedores de perros", en vez de "isla de los perros". Mas esta
24 J. Albvarez Delgado: El Episodio G% Avemhio, La Laguna, 1957, pfL-
&nas 50-52.
14 GEORGES LMARCY
etimología bereber nos llevaría a 1.2 ecuación con el nombre c m
cha = "perros", segían el P. Espinosa; pero el nombre está sólo
asegurado para Tenerife.
f) ;Podemos asegurar que el nombre Ca~oarii del Tafilelt no
es efectivamente m latinismo creado antes de Plinio, o por enton-ces,
sobre la costumbre de aquellos indígenas de comer carne de
perro ? Porque el nombre del cabo Gmaru, también escrito Cha3t
%aria o Chauncwia extrema en otros textos, puede no tener relación
alguna con tal nombre latino; o también estar tomado al mismo
Plinio, ya que Tolomeo es un siglo posterior a él. Sólo el nombre
Ganar de los rwolofs del Senegal para designar a sus vecinos bere-beses
tiene valor, si podemos asegurar que es un nombre bereber
de etimología indiscutible, y no tomado a la misma forma latina
Canam.i de Plinio.
Pero continuemos con el texto de Marcy.
C
[Según Juba: especiaZes.1
"El tercer tipo de topónimos que nos interesan del relato
de Plinio tomado a la expedición de Juba, es el de Iunonia,
llevado por dos islas, distintas al parecer, cercanas a Lanza-rote.
Curt Müller propuso reconocer en ellas los dos minúsculos
islotes de Alegranza y Graciosa, situados al Norte de Lan-zarote
*j. Estz identificación despierta algunas dudas, aun-que
el orden de enumeración de las diferentes islas adoptado
por Plinio es de todo punto arbitrario, y ya hemos visto que
Lanzarote y Fuerteventura se hallan citadas con nombres di-versos
dos veces. Algunos autores pen.s aro.n, que este nombre ii¿n&~ &%a SU rigen a üna denoiiiinacion anterior carta-ginesa,
que había consagrado estas Islas a la gran diosa de
Cartago !Tkxn.it ZG. Y, efectivamente, a Juno asimilaron los ro-
25 Curt Müller: Studien zur Geschichte der Erdkunde im Altertum, Bres-iau,
1902.
26 Abreu Galindo: Historia, cit., pág. 167.-Berthelot: Ethnographie, pá-gina
8.
252 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
XOMBRES A'UTIGUOS DE TRIEUS BEREBERES EN LAS ISL4S CAXARIAS 18
manos la diosa Tanit, y el valor religioso del nombre lumtaia
de estas Islas parece confirmado por testimonio del geógrafo
griego Tobmeo, que reemplaza bunonia p r la Mrmula griega
"isla de Hera", siendo Hera el nombre griego de Juno y Ta-nit
27. Ahora bien, Tanit parece haber sido una diosa de ori-gen
bereber, Iíbico, adoptada por Cartago, primitivamente
personificación deificada de la "palma-datilera", el árbol nu-tricio
por excelencia de los primeros habitantes de la Berberáa
prerromna
"Las pruebas lingüísticas que reunimos en el trabajo ei-
&do en la nota precedente demuestran que el nombre libio-pfinico
de la diosa tenía una probabilisima estrecha relación
con el tema bereber tayniut y t.ly.n.it, designación de la "palma-datilera"
y su fruto, en el que verosímilmente se inspb6 tam-bién
por calembour el nombre latino de Iuno, relacionado con
el tema radical bereber ainyu "palmera".
"Precisamente "cinec o %net o chimech (con la pronunaT
ciación africada de la t bien conocida del habla local de Te-nerife)
era, al decir de los historiadores españoles, uno de los
nombres manches de la isla de Tenerife. Las trascripciones
españolas de la voz son Chinet (NÚíiez de la Peña) y Chineck
(grafiado Achkech) en Espinosa y Galindo; constando tam-bién
formas secundarias hispanizadas por adición de vocal
paragógiea a la africada final : CP1itech.e (Galindo), Chkcki
(Galindo y Marín y Cubas). Otra forma "ceni o cheni IGa-lindo),
*&ni o chiazi (Galindo y Marin) aparece en la expre-sión
compuesta que sirve para designar "el indígena, osigi-nario
de Tenerife" : bh-cheni o *&-m-cmi, literalmente %el
de Tenerife" Esta última res-mnde bien a una variante dia-lectal,
bien a una marcada tendencia de la t final a debilitarse
en final absoluta en un grupo fonético largo y probablemente
27 Stephen Gsell: Histotre c e n n e de Z'Afrique du Nord, 1, pág. 257.
Curt Mtiller, o. cit., pág. 754.
-Q,. - nu. L7.vr.A.-,a.-r. Ly. Oi@hi~.¿e. t S-@mjiCutbun des tcli-ouagcs des tr%rzázcsb erberes, en
"Revue de 1'Histoire des Religions", tomo 102, 1931, págs. 49-54.
99 Núfiez de la Peña, o. cit., pág. 33.-Espinosa, ed. 1848, pág. 2 -Galindo.
o cit., pág. 190.-Marín y Cubas, p6.g. 248.--Galindo, o. cit., pág. 197.
Núm. 8 (196%) 253
GEOEGES MARCY
paroxítono. Núñez de la Pena da normalmente guan-chirzet
(= %a-n-cinet), donde la distinta forma del relativo de po-sesión
(*u;a-n en vez de wi?2 o bin) implica una efectiva dife-rencia
dialectal 30.
"Estas diferentes lecturas nos llevan a la probabIe
restitución siguiente del prototipo : t?nZt, con tratamiento
;i por e, bien conocido de las actuales hablas bereberes saha-rianas,
observado ya en el guanche 31 y que explicaría las for-mas
secundarias guanches "Cinec, "cinet y *cmi.
"Las raras trascripciones españolas de este nombre de
que disponemos tienen todas ch inicial. Y si bien hemos su-puesto
que esta africada representa una *t inicial, sería, no
z
obstante, posible imaginar, sin salir de las leyes de la foné- N
E tica bereber, que correspondía a una "k o al grupo *tk primi-
O
tivo 32, que nos obligaría a proponer una restitución distinta
n-=
*kinit o "tkinit, cuya verificación debilitaría nuestra hipó- m
O
E
tesis. 2E
"Habida cuenta de esta reserva necesaria, aparece sin em- =E
bargo muy tentador ver en 'Tinit el origen del nombre latino
3
Iunwia, que vendría a ser una sencilIa interpretación de1 - -
nombre indígena primitivo de la Isla, que significaría "la isla 0m
E
de las palmas", árbol que abundaba en el Archipiélago hasta O
el siglo XVI, y Plinio mismo lo constata según el relato de
Juba 3" o tal vez "la isla de Tanit" en bereber, o ambas cosas n
-E
a la vez, por estar consagrada la Isla a la diosa por la presen- a
2 cia en su suelo de numerosos árboles emblema de esta dios. n
"No es obstáculo a esta suposición el hecho de que Tene- 0
rife se halle de nuevo citada poco después bajo el nombre de 3
O
Ninguaria o Nivaria, pues nuestro autor comete análoga con-
30 Núñez de la P d a , o. cit.> pág. 33.-P. Foiicauld: Notes po?w .sert)?r i z w?,
essai de g-rammaire tomregue (dialecte de lJAnaggar), Argel, 1920, pkgs. 33-34.
31 Xarcy: Apóstrofe de IbaZla, en "El Museo Canario", núm. 1, 1934, pB-ginas
6, 12.
32 Para *tk cf. por ejemplo Tkz~kta, ctual topónimo del Aur6s.
83 Así Azurara: Chronica, cit., p&g. 378.-Plinio, apud Detlefsen, cit.. p&-
gina 173 : ' l . . . hanc et palmetis caryotas ferentibus ac nuce pinea abundare".
Para nuestra propuesta variante son particularmente idénticas las formas be-rekeres
del nombre de los "dátiles" tiefzit (Mzab! , tipzit (Zenaga, Djerba, Siwa).
254 AIíGARIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EX LAS ISLAS CANARIAS 17
fusión en las de kanzarote y Fuerteventura, como se dijo. Y
en nuestra hipótesis, la primera Iumn2cc de Plinio sería así
Tenerife y la segunda La Palma 34, su vecina inmeaiata, de
la que es posible que su actual nombre español "La Fdma"
(= "palma-datilera") conserve el recuerdo de una denomina-ción
indígena local más antigua, idéntica a la de Tenerife. Y
más normal es pensar que el nombre divino de dmnia se diera
a estas dos grandes Islas mejor que a los dos minúsculos islo-tes
de Alegranza y Graciosa, deshabitados en todo tiempo 35.
"En resumen, parece que Plinio entremezcla en su relato
muchas etimologías de fuentes diversas. No obstante, tal
vez podamos deducir (analizándolo en detalle, como estamos
haciendo) que los romanos de los alrededores de nuestra Era
conocían el Archipiélago Canario por haberlo abordado, y
hasta yüizá conocian 10s mmbres Ua6m wr !íis indígenas a
las tres Islas principales : Gran Canaria, Tenerife y La Palma,
y el hecho parece seguro para Gran Canaria. Esto implica con-tactos
con la población indígena, quizá raros y espaciados, pero
seguros en todo caso" 36.
En &S Zargas notas, puestas por Marcy a! capítulo precedente,
expone el insigne berberista algunos datos lingüísticos del mayor
interés, que parece conveniente recoger.
34 (Nuestros tratadistas en general han identificado las dos Iunortia. de
Plinio con La Palma. y Gomera, cosa que creemos absolutamente cierta. 6610
los escritores franceses (Bory, D'Avezac.. .) prefirieron otras soluciones; esta
de Mwcy es nueva. ¿Y nació del parti pris de identificar whinech con el.
nombre de Tu&?-J. A.)
35 (Alegranza y Graciosa ya hace años que tienen algunos, aunque pocos,
hab:&&ntes. Pero cieeu e;hI-ieron desha>itadas ii&La iiiücho de sp-u es de la
conquista española.-J. A.)
36 Marcy: A propos du vase de BOued Mellad, cit., págs. 46-49. (Personal-mente
no creemos en las arribadas de romanos a Canarias: los viajes de Ser-torio
(proyectado) o algh otro (Seboso) y de Juba son independientes de los
propósitos políticos de Roma y fueron hechos seguramente con navegantes
m m A i t s n n o T o@ Ai3Ao@ A- Dl;m;n moro o A n n + n r 1-0 ilnC.-.n A- riir f..,.-Ln- -..-C-..- b W U A ' W " V Y . MUY YUUWV U1 A. Ilia." C*ULyLCLI IYU UOiV.3 Ut: *Un IUC-IILC., ,,","LIII,&,I
que los romanos de su época ignoraban de hecho las Canarias, fuera de sus
informes 1ibrarios.-J. A.)
Cree Marcy, citando su estudio sobre El Ap6strofe de PbaZla "7,
que
"es'm pronunciación particular de ;'t viene señalada en é-poca
antigua en todo el Archipiélago, pero especialmente en Teane-rife
38, por Galindo y Marín y Cubas. Y se está de acuerdo en
constatar que subsisten efectivamente en Tenerife numerosos
topónimos indígenas que no tienen articulación paladial de "'t,
pero ésta está no obstante bien confirmada en el pasado (apar-te
de los testimonios citados) por la pervivencia de otros mu- a
chos topónimos que la llevan. Se verá también en la conse- N
E cución de este estudio que en el interior de cada Isla existía O
una diversidad de hablas 39, correspondientes a divergencias n--
profundas de vocabulario y hasta de sintaxis. Esta diversidad m
O
E
de hablas locales ha sido subrayada también por los historia- E
2
dores, &rín y Cubas entre otros, que nos dicen que los insu- -E
lares tenían "para designar una sola cosa hasta dos y tres 3
vocablos, y a veces más". --
0
m
La grafiu de Achinech y Za a protéticc.
"Realmente (en vez de Chinech o "cinec) , la lección de Es-pinosa
y Galindo es Achinech. Mas en esta grafía Achinech,
según toda probabilidad, es preciso suprimir la vocal inicial,
que constituye un elemento adicional. No debe olvidarse, @ni
37 En "El Museo Canario", 1934, pág. 6, nota 1.
as (Puede añadirse también la Gomera de igual preferencia por las afri-cadas.-
J. A.) Ver Galinoo, o. cit., pág. 18.-Marín y Cubas, pág. 250.
39 (NO vemos claro estas diferencias de hablas en una misma Isla, aunque
nunca puedan negarse "patois" locales o hablas ligeramente diferentes en
menudos detalles, por ejemplo entre el Norte y Sur de Tenerife, o entre dos
cantones gorneros. Pero ¿pueden apreciarse en los restos de nuestras fuentes
tales divergencias? E2 texto de Marín citado (o. cit., pág. 250) a nuestro juicio
se refiere a otra cosa: la variedad de formas para expresar una misma idea:
bastones, lanzas, picos, monWías, ptedras, aguas, etc.-J. A)
256 ANGARIO DE ESTUDIOS ATLA'TSICOS
XOMERES AhTICCOS DE TRItWS BEREBERES M S ISMS CANARIAS 18
efecto, que estos nombres guanches los recogieron autores
españoles que prácticamente ignoraban del todo la lengua de
los insulares, y, por tanto, eran iricapaces de separar conrve-nientemente
las palabras. Y por otra parte, los viejos im5-
genas que sugeráan estas voces sabían poco más del espriiíol,
en raz6n de las condiciones especiales que parecen presidir en
el Archipiélago e9 cambio de lengua de los nativos. Puesto
que la lengua familiar (el gitanche) se extinguió hacia Ia mitad
del siglo m al p.recer, y si es wiMe admitir que algunos
viejos la sabian a6n en bs primeros años del sigb XTJHEs,o n
&tos los qne sirvieron de informadores a Espinosa, GaI.hd0
[y Vianal, y el P. Espinossz lo d m a por su parte expresa-mente
gO. Estos informadores, Ultimos depositarios del viejo
idioma inisulzr, deberían también hablar convenientemente
casi el español, ya que el fenómeno de extinción de una len-gua
supone normalmente el estadio intermedio del bidiliingiih-
%o. Tal, sin embwgo, no parece haber sido el caso de 1% a-narias,
precisamente por la brusca ruptura lingiiástica entre
las generaciones, que debió ser 9% consecuencia inevitable de
medidas sociales draconiainas tomadas por los conquistadores.
En efecto, sobre la iniciativa de los obispos, y para asegurar
su más r5pida ~aistianización~lo~s ,n iños guanehes fueron
separados en gran n h e r o de sus parientes y confiados a fa-milias
espahlas en una especie de tutela, que se puede creer
estaba próxima a b servidumbre doméstica Mas estss ni-
50s no llegaron a ser bZing-Ues, y los indígenas que comer-varon
el uso del ,panche fueron quienes, escapando a este sis-tema
de educación, y For ello mismo, q~edaroaa l margen de
Espinosa, o. cit., pág. 17.
41 (Esta sugestiva explicación de Marcy tropieza con las ideas de W6ifel
sobre la üctuacion de los obispos; y no advierte la zbundante venta de esclavos
menores de edad, conocida por los documentos de Valencia, Sevilla, etc. pero tie-ne
a su favor datos ciertos, como la entrega de la Princesa Tenesoya a Mayorga
(A'oreu. 11, 23, pág. 235), y que los panches de Tenerife sirvie~on mucho
tiempo coxo cab~eros,o se agruparon cíl Cmdslar~a,s eparados de los con-quistaaores.
--J. A )
42 Cf. yincrpalmente ASreu Gaiindo. o. cit.. p%. 153.
una verdadera hjspamización. Puede deducirse de esto que
aquellas "sesiones de infamación" con los nativos, aludidas
por Espinosa y Galindo, debían parecerse ieaa poco a la vulgar
"conversación de dos sordos".
"Estas condiciones desfavorables expBcalz el estado tanr
defectuoso del materid Eingiiístico que se nos ha transmitido,
a despecho de la buena voluntad y de la conciencia evidentes
de los autores de las encuestas, en particdar del P. Espinosa,
cuya obra refleja tan profundamente el cuidado personal de Ea
sinceridad. Estos autores no podían recoger casi por este me-dio
más qIie palabras aisladas de sentido casi siempre mal.
precisado; y, en efecto, casi esto s6lo han recogido. a
"Los i?rforma6ores indígenas, habituados al lenguaje po- N
E
pdar expresivo y mímico, salían Clel apura mostrando al in- O
t e r l e c ~ t ~ r ~ b j e tw~ GE ( ~ ~ &QQ; ~ ~ t r g g &paa ra n-- m
ellos en el uso guache el empleo normal de un término demos- O
E
trativo como el francés "vuiS:', "voiciY9", voii¿%",e tc. Wars- E
2
E
veees también, engañados auditivamente por la enclisis de dos -
términos, los autores de la encuesta escribían inocentemente 3
el todo por una parte, agrupando en la forma palabra1 consi- - -
0
m
derada aquel "se-udo-prefijo" que les era del todo extraño. E
"Los ejemplos son numerosos, y esos seudo-prefijos más O
frecuentemente encontrados son : zw y ka;r en bereber (trans- n
E critos por los españoles ser, har o ar], d e valor "'miray9o "hé" : -
a
ha-t, o h ~ to ia- t-i "he aquí" o "helo aquí" (transmito por los 2
n
españoles at, uti, ata, et, y cm pronunciación pdadial de la "t, n
n
uch, achi, ccchad. 3
O
"Como lo revela la comparación de las otras variantes
Chkt, Chinechi, Chimmhe y sobre todo las compuestas Bin-
Ghgr~ie, eic., iras preposici6~n , la kctura &&&& & Espi-nosa
y Abreu debe contener precisamente uno de estos seudo-prefijos.
"Y debemos notar que para la simple enunciación de una
palabra, al responder a una pregunta de vocabulario, cuando
aquéia designa un objeto actualmente %risible, un bereber ar-ticularía
Ea palabra sencilla y aislada muy raramente, pua
238 AXURRIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
XOMERES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 21
deber& decir muy ordinariamente : ha "voici" seguido de la
palabra pedida."
SEGUNDA PARTE
"EslEstamos mucho mejor informados acerca de la toponimia
de Chwarias en la época de la conquista española. Todos ~ Q S
n~mbresin digenas recogidos en esta época por los historia-dores
son indudablemente nolr,lms %reberes.
"Cierto número de estos nombres eran almasioizes al earáe-ter
volchico de las Islas, Ias euakes, como es sabido, com-prenden
vollcanes todavía activos
"Se;ien Butier y Leverrier, Lamarote se llamaba Tite
rogakccet 44. Su sentido en francés no ha sido transmitido, mas
a primera vista es evidente para un berberista que tenemos
ahí una forma dialectal muy cercana. al tuareg-ahaggar ta-
C ~ g a g e td, e sentido "la que está quemada, la ardiente". P si
Ia transcripción francesa de estos autores es fiel, podemos
restituida fonéticamente en *ti-terzcgakkccet. La fomna dia-iwtal
ti del pronombre dernost-rativo femenino singi~lar [en
vez de ta) es bien conocida, y aún se observa en varios dialec-
43 A. J. Benitez: Historia de las Islas C a ~ r i a s(e d. 1912), pkg. 29 y sigs.
(No es muy exacta la aseveración, pues algunas Islas (Gomera) no tienen vol-canes
recientes, aunque Ia naturaleza de todo el Archipiélago sea volcánico;
y el i~!cui , ium~d e Lamnrute más mtor ie es recie~te7 ==y p s t e e ~ ar ?c.
conquista.-J. A,)
44 Margry, o. cit., pág. 248.
22 GEORGES MARCY
tos bereberes orientales "$ y se encuentra en Pite 4" otro nom-bre
indígena de Lanzarote según varios historiadores, que es
una equivocaciór; de los autores de la encuesta, por tratarse
de m simple complejo demostrativo titti, "ésta", "esta isla9'.
"El radical imperativo aoristo del verbo comideradc "in-cendiarse"
actualmente en ahaggar es regigi, con alternancia
vocáliea usual en pretérito (3." p. sing. masc.) i r g a p "él esth
incendiado". Y nuestra restitución supone que la e furtiva
tras la primera comonante se ha coloreado era Lanzarote, come
es frecuente en bereber, en u por el contacto con la velar subsi-guiente.
P la segunda $'-g se ha geminado t-ras ssála5a media
tónica del tema 47, como exige su ensordecimiento en k, bien
notado en la transcripción, y feaiómeno bien conocido y ^re-cuentemente
ya advertido en antiguo 1í.bico "-; s i resulta
"rugigi > '+rugiggi> *í.ugikki. Por último, nos lza~lamose n
presencia en Lanzarote de otro fenómeno ígualnente bere-ber
49: la diptonigaci6n de -*i final en -iy, que nos da el tema
imperativo restablecido "mgikkiy (por el ahaggar regigi) ,
que corresponde al tema de pretérito ""i^ugakkay (por ,el abag-gar
rgaga). De aquí en la 3." p. sir,g. petérito tendríamos
" t e~u g a k k a y( ahag. tergaga), y en el participio corres-pan?-
diente Verugakkait > terugakkaet, con paso de vocal y > é
e$ritesis consonántica final ante el sufijo -t del participio,
y alteración secundaria sahzriana de timbre : i > e."
Omitimos aon pmto debatido por PJlsmy sobre si la forma era
de pretérito (posible y conforme con la sorda k) , o de presente tua-
45 Por ejemplo, nefusí; G. Marcy: Pronombre i.eZutil;o, apud. "Bul. Soc.
Linguistique de Parls", 37, 1, 109. 1936, pág. 46.
46 Así en Marín y Cubas, o. cit., pág. 57, y en Escudero. (Este es un nom-br;;'
ef &u, tvmdo &e ?u. g"~ &Y,& Tit~~eyn&sefd ada en 12s coLn- -i-n- s- de l
ms. Ganarielz de Juan V de Bethencourt Tite Roy Catra, abreviadamente ci-tado
por Marín y escritores posteriores Tite.-J. A.)
47 Ver para estas formas P. Foucauid: Dicdo~znaire, cit., págs. 404 y 745,
y Marcy: 9izscriptk?%esL ybiques.. ., "Hespéris", 1938, pág. 293.
48 Marey: Inscript., cit., págs. 293-294; íd.: Iascriptiones Libyqzíes bi-
Zilzp~ves, pigc. 24, 59.
49 Narcy: ''Eespéris", 1933 (tercer trimestre), pág. 147; íd.: I?zscrapí. bá-
Zingues, cit., págs. 28, 69.
260 ANLTARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
NOiLtBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 23
G '
re$ (también posible, pero inexplicable la geminada de Marcy).
P queremos observar que habíamos propuesto a esta palabra
otra distinta etimología. En esta misma. Revistaso explicamos
f i te~og~kaepto r "ti-terog-cakaet = "la montaña colorada", aup-niendo
el nombre indígena basado en el afin vivo topónimo menor
'6Las Coloradas", nombre actual de la zona donde se asentb el
Rubk6az (latinismo de Eeverrier) y primitivo cmtil%ob etancuriano
de Ba isla de Unzarote, y nombre de la primera iglesia y di6cesis
erigidas en ella.
En la toponimia siempre nos queda la duda enando Ig;rmoramos,
coam ya subray6 Marcy que no la dice el texto, la significación real
de la palabra, Pues si supi6rams qué quemrian decir los majos de
kanzarote al pronunciar Tyterogaka o Tgtemgakaet 51, comas, se*
el Canariere, "se llama en su lengua" la isla de Lanzarote, el pro-blema
estaba decidido.
Mas si algo vale la toponimia actual, nos parece preferible nues-tra
valoracih que identifica Tyterogakaet con "Las ~braédas",
pues el volcán de Lanzaroteet, odavía hoy activo, se llama Timanfaga
y "Las Moñitaiias de8 Fuego".
P continua Marey estudiando otro nombre.
''El sentido antes propuesto para el nombre TyterogakaeE
está indirectamente confinarado por otro nombre irzdigenóe de
Lamarote, recogido, también sin acepción expresa, por Marin
y Cubas.
"Esta nueva denominación se nos presenta bajo la forma
Toicma "",esde iuego restituible en :x'Tzc-ikus-ao +Tu-ibckw-a,
es decir en bereber "la que está caliente, la ardiente". %a acep
ción central es ciertamente concordante, p r o hay profiarada
divergencia de ambiente dlaalectal denunciado por este segun-
24 GEORGES lMARCY
do término ; por lo que parece se debe concluir ora una diver-sidad
de poktlarniento en la bla, ora que esta segunda expre-sión
emana de informadores indígenas no originarios de Lan-zarote,
los que simplemente han traducido en san propia Bem-gua
la verdadera designación local de Lanzarote.
"En efecto : aquí el pronombre demostrativo femenino sin-gular
no es ti, sino tu- "kta", frecuente con esta vocalizarión
en las hablas bereberes zenetas 53. Y es fácillrnente recapos-cikile
Ba raíz verbal correspondiente al verbo tuareg uk;as "'estar
caliente o tener calor", que se conjuga en pretérito ahaggar
3." pers. rnasc. sing. yekkus "él está caliente" ".
"Con gran verosimilitud la geminación de !a k en tuareg a
en esta forma es de origen puramente fonético y determinada N
E
por el empleo en ahaggar en cierto tipo de verbos de la forma O
consvnh6,ica de prefije rerku! de !u 2." pers. rring. n~ase.e n n-- m
vez de su fmma vocálica usual. Como en la lecthlz'a guanche O
E
tenemos i- (no y-), la restitución "ikm es más probable que E
2
*ikkzes, que sin embargo no queda del todo excluida. El sufijo -
-a de participio no se emplea hoy con tal valor m% que en 3
ciertas hablas orientales de Cirenaica, muy particularmente O- -
en siwa ". Pero aquí el verbo ' ikus está construido en mascn- m
E
lino, según concordancia normal en bereber antiguo, aunque O
el sujeto *%teus femenino, en contra del uso s k i ; porque la n
estructura con lógica concordancia daria aquí 'tze - tkzas - a-'' -E
a
Vemos que 6. Marcy tomó a Marín y Cubas " su grafía Tohsa,
n
ignorando la variante Twcusa, vulgarizada en los textos canarios n
desde Chil Naranjo 57, que la copió de Berthelot. Ambos Ha atri- 3o
buyen con error a Abreu Galindo, en cuyos textos hoy eosiscidos
2 E~t r eot ras, %m:s nms, figxig, &ni-memrer, oilar,"i_a,g harismi..:
54 Foucauld: DictionmZre, cit., pág. 602 (11, pág. 750 m).
55 Marcy: F0nctknt-s origi- ... des prmms démostratives rehtifs. , en
"Bu1. Soc. de Linguistique de París", XI, 2, núm. 119, p8g. 162.
6s (Cítalo por la copia Miiiares del Museo Canario, Las Palmas, 13-R-8;
también lo consigna (cap. 13) la copia de la Biblioteca Municipal de santa
Wcz de Te?ierle (3-8-56) c m estas palahrss: %as naturales la llaman (a
Lanzarote) Tite ... y rambién es llamado Toicusa".-J. A.)
37 Chil : Estzdios, T, 451.-Berthelot : Ethnograpbie, Ng. 199.
262 A-NUARIO DE ESTUDIOS ATLANTPCBS
XOiMBBES ANTIGUOS DE TRTBUS BERElBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 25
no aparece; ni la encontró Viera y Clavijo, que manejó y siguió a
este autor cuidaba y ampliamente. Tampoco la cita ningún escri-tor
anterior a Berthelot, y algmnos modernos la han dado como falsa,
cual el autor de la & t o a de A. J. Benítez, que otras veces copia
a Chil Naranjo 5.8.
La errúnea atribución a Abrear de Berthelot-Chil y la notoria
inseguridad de la afirmación de Mwh hacen esta voz muy proble-mática
y posible interpelación o descuidada lectura en el si-glo
xm tanto en Marín como en el Abreu aludido por Berthelot.
]Idas por si esta tardia información, como otras contemporáneas,
fuese auténtica, queremos subrayar ,dos particulares de la explica-ción
de Marcy, qate conviene tomar en consideración.
Es curioso que ,la grafía Tsrma se explique bien tanto por
errata de Tbiwa cuanto por e1 hipotético "tutkusa de Marcy. Y
este escritor, sin que Marín y Cubas lo diga en su texto, ni recuerde
la atribución de Berthelotahil, explica ToYicma como perteneciente
a dialecto distinto del de Lanzarote, al que corresponde Tytero-gNcmd,
como afirma Berthelot de Torcwa "nombre que daban a la
Psla de Lanzarote los habitantes de Fuerteventura"; y Abreu Ga-lindo
consigna expresamente que ''estas dos ISIm (Lanzarote y
Fuerteventura) se dividieron antes que se poblaran de gentiles,
porque si se dividieran despub.. . no fuera su modo de hablar tan
diverso'' 60.
58 (Historia de éw Islas @amw.ius, d. A. J. Benítez (19121, págs. 402 y 388-
392. Otro ejemplo es la ea. moderna mabana, 19-45) de la Historia de Xillares,
donde se omite el pasaje de la edición prúici.pe (lib. SSi, 1, pág. 87, año 1893), en
que dice : "d mismo Marín ... nos afirma que era llamada por sus naturales
Toicusa", sin aludir para nada a la procedencia de Fuerteventura, consignada
--- -7 2. pul UII, que sin duda conoció Miliares.-J. A.j
50 personalmente la consideramos falsa, y hasta inventada. Sospechamos
que quizá se trate de una daboración de Marín (o sus copistas) sobre Tite Roy
Gatra descompuesto en dos partes distintas: la primera, Tite, nombre de la
Psla según Marín (y Escudero, reelaborado por Marín); el segundo elemento
(Royyatra), mal leído, ha podido dar Toicusa. Esto no sería más difícil que cam;
-%,:o.. m,?+or*nn7.ri09 nn m.... b<^.&-. ^Au^ LL-- -1 a-.--..:- r
UIPl VYLY~UVI=. U A < I ~ UY \ IV~VW L I u, GWULU ILW CI ~ A I I C LLIG PL. -J. A. j
60 (Esta idea de Abreu (o de su copista de 1682) no parece cierta, ni ha.
sido confirmada.-J. A.)
Núm. S 11967: 268
Pero a la duda de ia autenticidad de la forma hay que siiadir
a q la~ du da del sentido, y preferimos prescindir de esta voz.
Y pasa Marcy a estudiar el nombre de Tenerife.
"En el nombre más conocido de la isla mayor, Tenerife,
nos hallamos ante dos series de formas indígenas, igualmente
antiguas, citadas por bs autores.
"a) Una serie tPisílábica: Tmerfiz O Temrgix @ora"Ler-
Eeverrier) ; Tenerfe s TkLeme~fe( Marh y Cubas) 61, y
" b) una serie cuackisílaba : Tamwife (Azurara), Tanerije
(Galindo) y Tenerife ( n ~ e r o s a~usto res), que se ha mante-nido
en el mm-bre act.daln 62.
Despuks, citándonos reiterada y elogiosamente, ya acepte o dis-crepe
de nuestros trabajos aludides expresamesate 63, invierte Narcy
mas dos páginas en ei estudio de Ea forma Tenerfe, por nosotros
dos considerada antes como fonetisms oriental de Ia forma occi-deuta!
Tev&*Je .
Omitimos ese texto, porque hoy estamos seguros de que Tenerfe,
Tenerfiz, TonmfT.s, Timrfe, Chenerfe y otras innecesarias varian-tes
de los textos son puras invenciones s erratas de copista del
texto Gadifer de8 Gana&n, dmde se escribe 64 Tmmefix sobre de-w
e p z del Libro &Z CowsCimhto del I&wncEO, redactado entre 1348
y 1359 por un Fraile franciscano de Sevilla. Conocen y citan esta
obra Boutfer y Leverrier, y coincide en fecha cola mapas contem-pr2neo.
s com los del Planisferio Pizzigami y con el Laaarentiano-
61 Margryi O. cit.? @g. 2$3;-3Zzrin; ms. Nillares, phg; 248.
e? Azurara: Chronzca, pág. 375.-Gdindo, ed. 1848, Ngs. 190-191. (Otros
datos en Chil: Estadws, lI, phg. 58 y sigs., y Beraelot: XdicnagrWh&, e,&-
gina 232 y sigs.-J. 8.)
63 (Misceüinen gzcancb, pág. 46 y sigs.-Voces de Timanfaya, en "Re-vista
de Historia", 57, 1942, pág. 4.-EiimoZogia de EEep-80, íb. núm. 54, 1941,
T&Q- 270-J. A.1 =-o-
64 (Así dice Cioraneseu, ed. Canwie?~e, n Fmt e s Emtm C~~zariarzcmI,X ,
pág. 240. Para el texto del Frz.ile ffrzcciscano, cf. Eonnet: "Revista de Histo-.
da", núm. 67, 1944, págs. 205-227.-J. A.)
264 BXTíilRIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMBRES AKTIGUOS DE TRIBUS BEEEBERES EN LAS ISUS CANARIAS 27
Gaddiano de 1351, que llaman a Tenerife (ademk de Le Pic ma
vez) "Isla del Infierno", como tambien la conocen el Fraile sevillano
y el Ca"rzm4e.n
En cuanto al otro nombre es preciso consignar que además de
Tenmife, grafia wual hace siglos, también se escribe Teneriffs,
alternando hasta en mapas y textos portugueses con Tanarife, [Fe-nhfe,
T m i f e ( IMawscrito VQZ~YLP~m~n?m~d es ) , evidentes erra-tas;
y conocemos las antiguas variantes Tene~efk(F raile francis-cano
hacia 1351) y Tene~et ixd,e l texto Gadifer del G a m ~gr,af ia
francesa que intenta represerntar 1% dricada castellana y anda-luza
% del siglo mv pronunciada por el Fraile franciscano. Tambikn
ignora Maacy la variante T m d f y o T m d f i , como se consigna el
nombre de esta &la en el Testsmerit~ de Alfonso de Ias C!a.ss
en 1421 66.
Pero este nombre, se advierte, qued6 reducido al circulo de lw
navegantes sevillanos: desde el Fraile franciscano y el Canmien
hasta Alfonso de las Casas y Inego GuilP6n de Eas Casas; y si naciíb
de rana expedición desde Sevilla, relacionada o dependiente de la
prt.-rig'?-sa. de 1341, cnyn piloto NicoIcisai rf-. &eco i n l ~ r m ~ &a
a seis jefes desde esta ciudad, no podemos comprobarlo 67.
Porque el otro nombre, Infierw, dado a Tener& sin duda por
erupciones vokániicas entre 1'340 y 13!S ($urado ya en el mapa
catalán con el viaje de Ferrer a Rio de Oro en 13461, se repite como
nombre exclusivo de esta Isla en todos los pkmisferiss y rateros
del siglo xv y principios del siguiente, como puede ver el lector en
La Ronelere. &i aparece también llamada esta Hala puramente
INFIERNenO fu entes literarias comno la Crónica de Ewique 111 al
relatar la expedición a Canarias de 1393, y así mismo se nombra
65 p a r a estos mapas ver nuestros estudios: Toponimia Flisph.1ca de Ca-mrias,*
en Estzcdios dedicados a M. Pidal, torno V, pág. 12, y Primera Cmqwist~~
y Cristimización de la GComera, ANUARIOD E ESTUDIOAST LÁNTICOS, n b . 6,
1960, pág. 5.-J. A.)
$5 &&ai~eato de :as Casco fue pc1&¿.ado p o ~re r,=+za se e2j
"Revista de Historia7'.-J. A,)
97 (El conocido texto de la Expedición de 1341 ha sido publicado en 1828
por Giarnpi, y entre otros, posteriormente, por B. Bomet en 1945.-J. A.)
Núm. 8 (1962) 26 5
2* GEOEGES 3XARCY
en la venta de Maciot al Conde de Niebla el año 1418, cuando poco
después Alfonso de las Casas la llama simplemente Tenerify a-
Veamos la etimología que propone Marcy para la forma cierta.
"Tene* seria la f orrna oriental, Según Alvarez, del nombre
de Tenerife.. . ; significaría algo así como "isla del fuego o del
infierno" ; . . . Tamer¿$i (sic !) sería la forma occidental.. . y sig-nificaría
"la montaña de nieve". . . Admitimos plenamente la
localización de estos prototipos, que resulta evidente de los
textos. f ero la segunda interpretación del sentido de la pala-bra
es pura fantasía, y conviene desde luego destruir lo qur
no es más que una leyenda nacida de la ingenuidad de un his-toriador
local de espíritu demasiado penetrado de cultura clá-
, a N
sica. El inventor de la traducción "la montaña de nieve" es el
propio Espinosa G9, en el si,guiente pasaje : "Concuerda muy
O n
1- - - - - el no1ii70>ra iitigao con el que los PalxIeses le p-fii-n, -- m
O que es Tenerife, porque según estoy informado Tener quiere EE
decir "nieve", y Fe "monte", así que Tenerife dirá "monte S
E
nevado", que es lo mismo que Nivaria" 'O.
-
"No es necesario estar muy práctico en encuestas lingüís- 3
ticas o etnográficas en medio norteafricano actual para saber
- -
0
m
que la mentalidad del informador indígena corriente (sin for- E
mación metódica en tal tarea) le empuja, al ser repreguntado, O
a no sugerir una enseñanza exacta, sino la apropiada respues- n
t a a1 deseo del preguntador novicio, cuya gran ingenuidad ha E a-
2
6s (El texto de la Crónica de 1393 véase en nuestro citado Episodio de n
n
Avenckño, pág. 50; la venta de Maciot a Niebla, en mil: Estudios, 11, pa-gina
453 (fechada 15 noviembre 1418), llama a Tenerife sólo "Infierno"; en 3
O
la cesión de Niebla a Guillén en 1430 (ibídem, pbg. 546) no se nombran las
Islas; pero en la confirmación regia de Juan 11 (fecha 29 agosto 1420) (N. B.
A= E, Rivadeneyna, LXXVI, pág. 271) se dice "isla de Tenerife ,que suelen
llamar de! Infiernov.-J. A.)
69 (Veremos en nota la falsedad de esta hipótesis, consignada sin duda
en fuente anterior a Espinosa.-J. A)
70 Espinosa, ed. 1848, pág. 2. (Los subrayados son de Marcy. Afirmaciones
iguales en Torriani, Viana y Abreu Galindo, donde consta como segundo ele-mento
yfe.. obligando a ponerlo también en el transcrito de Eqimosa, aunque
loa editores consignen otra cosa. Con ello es innecesaria nuestra nota de Mime-anea
gt~auche,p ág. 49, a la que en otra, que omitimos, alude Marcy.-J. A.)
266 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIB.US BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 29
dejado trasparentar en su pregunta el punto que puede sede
grato. No hay lingiiista o etnógrafo que haya trabajado en
Berbería y no haya observado muchas veces esta tendencia,
que sólo ayuda a descubrir un conocimiento más experimen-tado
de la psicología indígena.
"Así las cosas, se comprende en seguida la escena : el P. Es-pinosa,
movido por su erudición literaria, está preocupado
por saber si el nombre indigena de la isla Tmehfe no tiene
relaciones con la Nivaria antigua. Y habiendo interrogado
vanamente sin duda sobre ello a sus informadores habituales
tinerfeños, se dirige, perdida la esperanza, a un indígena de
La Palma, éste más sutil, preguntándole : ;el nombre de Tene-rife
no significará algo así como "montaña de nieve" ?
"Se sabe que los bereberes, iletrados sobre todo, están
prestos a taiea etimoiogías populares, y uno de sus pasatiem-pos
favoritos es el calembour etirnológico sobre los top6ni-rnos.
Asi, nuestro palmero "encuentra" inmediatamente y su-giere
un "algo asi como "tMré-fa", formado conforme las
más clásicas reglas del topónimo compuesto bereber, con
crasis de la vocal inicial del segundo término en función de
complemento determinativo '1 "Gjia "cima, eminencia" ; pala-bra
bien conocida de los dialectos del Sur de Marruecos ?", y
que es probablemente la etimología de la forma larga argelina
de la preposición bereber af "sobre".
"El primer término timere es palabra corriente hoy en el
Sahara tuareg y tibbu, que 73 significa "llano" (extensión bas-tante
grande de terreno llano sin montaña ni duna de arenal,
71 Esa crasis es constante en bereber en tq6nimos de este tipo : v. gr. Pmu-gadir
por imi zlgadir "entrada de la fortaleza"; Amukulan por w u ik ulatt "k
piedra decorada", etc. EX complemento determinativo ¿¿f& "pico" tendría aquñ
una forma de anexi6n @fa) conforme al antiguo Ifbico. Cf. Marcy: Inscript.
bilingiies, cit., págs. 40-41.
72 Cf. Laoust: Contribution d une étude de la toponymie berbere du Ha&
AtZccs, apud "R. E I.", 1939, p��gs. 27-28.
73 Foucauld: Dictionmire, 11, pág. 275.-F. Nicolás en "Hespbris", 1938,
pág. 44.-La -6 rinai nota en fonetica tuareg una -i (c twma) y la palabra
pervive en toponimia. kabilia bajo la forma tiniri, cf. Hanoteau: Grammaire
Kabyle, 1906, pág. 246, nota.
GEORGES MARCY
y quizá estk en relación con la sak ener "guiar, servir de
guía" 74, porque se une con frecuencia en tuareg a adjetivos
de eolar, tendiendo a mostrar que se trata de m Ilam bien
destacado sobre el fondo del paisaje visible desde Iejos por
su colorido: por ejemplo, entre otros, tenere mdiet "el Gano
Manco" 75. Y no es aventurado, en efecto, pensar que este tér-mino
pudo emplearse en dialecto palmero para designar los
campos de nieve persistente que lucen con deslumbrante blan-cura
sobre el pico del Teide. El "casi" etianol6gico que a Espi-nosa
&o su informador pahero debe initerpret2rse definiti-vamente,
a nuestro juicio, con muy gran probabilidad "el
campo de nieve de la cumbre", o si se quiere, trasponiendo lige-ramente
para aproximarse ai málisis dcrasurnario de Zspi- N z
nosa, "la nieve de la montaña". E
"Aun admitiendo el imposible de que Ia expresión toponi- O
n mica considerada fuese real y ras forjada por el informador,
-
m
O
E ésta designaría en el dialecto de Ea Palma si~cto serasu el E
2 pico del Teide, y es hipótesis lingliísticamente inaceptable *" - E
que tal topónimo haya podido aplicarse a la Isla entera. El
sentido, de todos modos, es precisamente el inverso del pro- 3
-
puesto por Espinosa "el inonte nevado", que no puede expre- -
0
m
sarse en bereber más que por "la montaña de nieve", y asi no E
coineide con el latín Nivaria, como lo creía nuestro autor. Pero O
6
el indígena así asediado no pdo haver nada mejor para llevar n
E adelante la curiosidad de su interlocutor. -
a
"Abreü Galindo, cuya principal fuemte en lo concerniente 2
n
a Tenerife es Espinosa, pero que pseist con toda evidencia n
vagas nociones gramaticales del guanche 77, no ha dejada de O3
74 Foucauld, O. cit., pág. 273.
75 Foucauld, O. cit., pAg. 275.
76 (Por el contrario, todos los topónimos canarios seguros son detalles de
toponimia menor generalizados, así como los cantones gozneros, los reinos
de Tenerife, e! nombre del Hierro, etc.-3. A.)
77 (Las dos añrmaciones son erróneas: la fuente de Abreu coincide con
Torriani, y ambos recogen varias formas guanches diversas de Espinosa; y el
propio Abreu, como el P. Espinosa, indican que desconocen el habla guanche
y sus datos son informaciones de viejos guanches o textos anteriores.-J. A.)
268 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMíIBES ANTIGUOS DE TRIBUS BEeEBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 31
notar la comt?rucci6n, en apariencia defectuosa, de la expre-sión
dada por Espinosa, con el determinativo colocado al prin-cipio,
y para acercarse al latín (porque se trata, como debemos
advertir en toda esta historia, de ian tipo de "etimologia soli-citada")
ha pensado deMa corregirse la versión de Espinosa
(quizéi con ayuda personal de m indí*gena) de la manera si-guiente:
"Los naturales de ña isla de La Palma le pusieron
este nombre, Tenorife, compuesto de dos dicciones : tener, que
quiere decir "monte", y ife, que es "blanco9', y asi quiere decir
"monte blanco"
"En realidad, :%fpa (= ife en grafia española defectiva que
ignora la notación de lasi, ff) significa ''a es 1wmiaioso, el
brilla" 79, por lo que +tenwe-ifjli (por Tefier-iffe) es "el campo
de nieve brillante". a m o Espinosa, tampoco Galindo parece
haber C0~11p~eIIdlcheol valor preciso de tenme; mas aunque su
versión de fuente indígena es tambic5.n solicitada, se le ve re-cortar
de manera muy sugestiva el análisis que acabamos de
déir de la anterior, y en particular el sentido local preciso que
nuestro sentimiento del bereber nos permite pmponer para
tmere ''campo de nieve".
Narcy en dos notas amplias sugiere que
"en la comtmceión Tmwe iffi8, el verbo %ff& del segundo
término deberia estar en participio, bien *iffB, bien %$faya.
Pero debe tratarse aHi de ma especie de "etirnologia macaró-nica"
dada en petit-dgre: "la nieve-él brilla", como suelen
hacerlo en las encuestas los iletrados indígenas, sin preocu-parse
en demmia ,de teas imperiosas necesidades gramaticaks
-.e la sinta-xc: aqid il-esacuerifn en gknero de slrjeto J verbo7'.
78 Galindo, o. cit., pág. 190. Su grafia errada tener demuestra que copia
.a Espinosa.
79 De iffau, ifiu, ufu conjugado en chdja 3.a pers. sing. masc. iffau,
u-0 . n,....+~.i.T.7-r.i r inhr i l r i r iu- f n r r r ~ l r n n o k-krhro in9n Z?J, Y ex puupeg ~ ~ f f ~ , u r ; u L a i i ~ . v ""iuvruuwu~ tí , r wríyww-"vi "vi v, su-",
cf. Foucauld, o. cit., págs. 207 0) y 771 (a).L a forma guamhe Zff6 como Ia
tuarsg llevan reduccih del diptongo final.
32 GWRGES MARCY
Dice también que
"el informador de Abreu Galindo debió mostrarle con la mana
el "campo de nieve" de las faldas del Teide. Y Galindo entendió
que le señalaba la "montaña" misma. Como, segirn idéntico
proceso, Espinosa al hacer su encuesta habia traducido el
"gesto" de su interlocutor por "nieve".
U luego continúa en el cuerpo del texto:
"En cuanto al origen "pahero" del nombre de Tenerife?.
Ehpinosa y Galindo, que lo reproduce, son los únicos autores
que hablan de eIloaOy, esta hipótesis, admitida por Alvarez
Delgado, no es sostenible a nuestro parecer, pues basta leer a
el pasaje de Espinosa, citado antes, para convencerse de que E
se trata de una sencilla inducción de este último autor, sacada O
de que un Mio palwro ha podido sugerirle una etimoloyáa n - m
precisa y satisfactoria de la palabra en cuestión. O
E
"Descartada así la interpretación "monte nevado", cuya E
2
arbitrariedad pensamos haber demostrado suficientemente, E
nos encontramos en presencia de los dos prototipos "Tenerji 3
y *Plmerifi, simples variantes dialectales evidentemente de -
0 una misma y única expresión, que los navegantes europeos pa- m
E
recen haber traducido casi por "Isla del Infierno", o si se pre- O
fiere por "Isla del fuego, o del calor intenso".
n
"En efecto, tenemos que aludir aquí, sin duda alguna, al E
tipo de topónimo de primer término demostrativo, usual en el a
Sáhara tuareg, tan-n "la de" (aquí "la isla de" 1, siendo el eom- n
n
pfemento determinativo erfi (= "iirfi o "irfi) , mifi (= "ir'ifi
o arifi). Estos datos son claros, desde luego, por ser estas 61- 3
O
timas voces formas dialectales variadas del nombre verbal
correspondiente a aref "calentar por medio de piedras calien-so
(Marcy ignoraba que un texto anterior, el de Torriani, citado por Espi-nosa
al cornienzo de su libro Iii, también dice "da i Palmesi fa detta Tenerife
che tanto significa in lingua loro come monte di neve", pero no da la descom-posición
de palabras. Viana dice que t e m significa "blanca nieve", recogiendo
los dos matices, dados uno por Galindo (a quien no conoce) y otro por Espinosa,
a quien comenta. Pero Viana tiene frases y palabras que Espinosa ignora, por
Lo que, como Abreu Oalindo, disfrutó de otra fuente.-J. A)
273 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAWTICOS
NOIMB&ES ANTIGUOS DE TRIBUS BER%BERES EN LAS ISL4S CANARIAS 33
tes, tostar" En bereber actual, este nombre verbal ("accibn
de quemar, de tostar") reviste acepciones diversas concretas
o simbólicas: ir@ "sed" (=ardor interno provocado por la
sed), "siroco" (=viento cálido y seco), arefei (ahaggrar)
"erupción de granos por el calor" "*. La variante dialectal con
crasis de la vocal media (equivalente al guanche 'erfi) est&
asegurada en chelja por el plural urfm "piedras que cubren
el interior del horno del pan", cuyo singular analógico muy
usado urf reemplazó, sin duda, a un normal 'arfi '"piedra ca-liente",
cuyo plural "arfm disimiló en u~fm.
"En definitiva, creemos posible admitir para el nombre de
Tmmife una de las dos etimologías muy cercanas que siguen :
"Ta-n-ürfi cr *TE-n-erifi "la de la roca ígnea" [= "%a Isla de
la roca ígnea") o "la del gran calor interno" (= "Ea Isla del
fuego interior") " s3.
Esta explicación de Marcy (aunque juiciosas sus observaciones
sobre encuestas, que hubieran evitado muchos errores a investi-gadores
entre los magos de nuestras Islas), en cuanto a la etimo-
]Logia de "Tenerife", choca con fuertes objeciones evidentes, que
vamos a resumir.
8) Quien considera "una ingenuidad" de Espinosa la ecuación
Tfe = N&oM.Za, jno debe hacer otro tanto con Ire de Tene-dfe
= Pn$kmm?
Subrayamos, por otra parte, que sólo dos escritores antiguos,
fuera del Franciscano de Sevilla, que ignora sean una mfsma Isla,
81 Foucauld, o. cit., IK, págs. 394-395.-Destaing: Vocabulaire, cit., pági-na
146.-R. Baset: Btude sur le dlaEecte xmaga, París, 1909, pág. 100: ref
es "cocer".
82 Marcy: Notes ~ ~ t w usuer hs. t ernzimZogie w n c n i n e &$,g&e &S
Wts, en "X6m. Soc. des Sciences Naturelles du Maroc", a,193 5, pág. 96.
Foucauld, o. cit., 11, pág. 396.
83 Desta- en Méla$$ges E. Basset, 1925, 11, pág. 265.-J. Abercromby:
A studyt of the ancient speech of the Canary IsZcbt~dS, 1917, propone un sentido
anáiogo para ti-n-irifz.-Nuestra interpretaci~nh oy amplía la que dimos en E2
Apóstrofe de IbalEa, en "El Xuseo Canario". 1934, pág. 12; nota. [Esta expli-cación
también prapone Werner VycicN en "Revista de Historia", niuns. 98-99,
1952, págs. 172-173.-J. A)
34 GEORGES MARCY
recogen juntos los dos nombrts de esta Isla: el Cmnwkn (hacia
1404) y Guillén de las Casas (hacia 14201, que saben que TenerSfe
se llama también Infierno, pero no dicen que signifiquen b mismo.
Cosa bien extraña en autores que manejzn 10s datos primitivos y
tratan con indígenas conocedores del nativo idioma.
b) No es "error" de Espinosa atribuir a los palmeros el nom-bre
de Tenchfe, porque lo dicen también sus contempor5.neos To-rriani
y -4breu, que manejan fuente distinta, com señalamos; ni
esa voz puede ser tinerfeña, como ingenuamente crey6 Viana
a pesar de estar leyendo a Espinosa. Si los nativos llamaban a su
Ida Chizech o AchkxA, como dicen Espinosa, Tomiani y Abreu
(antes lo vimos recogido en Narcy), es evidente que el nombre indí-gena
Tmwife IQ impuso %% Falma aa o t a Ida. a
N
C) Para poner el nombre I n f i m , a los mallorqanines (que E
entonces recorrían 1% Islas y tenían su sede en Telde, ignorado en O
n ei ~ a p Da t ikeri; de 1339, mas ya cunlüfgixidü eil e$ Eam-enLiam -o,
O de 1354 y los catalanes paco posteriores) les basta la conocida EE
concepción medieval que liga bs volcanes y el Infierno; y la e d - S
E
tencia de fen��menos erarptivos en Tenerife en ese decenio es COSB
más que probable 85. 3
d) Minucia sin vaEor discutible es la equivalencia "monte rse- O-m
vado" de Espinosa por "monte de nieve" que dan Torsiani y Viana E
y exige 1% composición bereber. Pero la discrepancia de valor de O
los componentes en Espinosa y Abreu puede ~nstificajrless u atri- n
hcian, par m comignar1a Torriani y faltar quizá en la fuente. aE
7ero &rey se ha desentendido fácihnente de la africada final ori-n
ginaria, asegurada por las grccfías primitivas : Tenerefix (FraneIs- n
s-1 (Antonio de Viana: Poema, ed. Moure, 1905, pág. 23 (Canto 1, v. 357) :
"que téner en su lengua significa "blanca nieve", y quere decir $fe "monte
zlto".-5 -4.)
sí (Los vulcanólogos que se5alan una erupción en Tenerife hacia 1430
(coincidente casi con la de Tacande-La Palma en 14-46) advierten que las erup-ciones
insulares suelen distanciarse casi un siglo, lo que asegura otra anterior
hacia 1340. Por lo demás, en ese siglo i r ~ vo el anterior ocurrieron tres grandes
erupciones prehistóricas de Tenerife: la del Pico Viejo sobre Icod y Rambla,
la de la Media Montaña en Ara30 y ia 6ei Roque de Maipaso en Amna. Ci. A. J.
Benítez : Eisroria. cit., pág. 92.-J. 18.)
272 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BERWRES FX'J LAS ISLAS CANARIAS 33
cano), Tenerefiz (Canarkn) y Tenerify (quizá por Tenwifiy, las
Casas).
e) Suponiendo probada (cosa que no logramos ver) la arbitra-riedad
de la ecuación en guanche Tenmife = "monte de nieve",
Narcy no se detiene a probar su absoluta imposibilidad en bereber,
como sientan con harto desenfado Werner Vycichl y otros B&s-taría,
para despertar dudas de tan categárica afirmación, recordar
que el rifeñoa7 conoce para "nieve", junto al susí &fez, también
la forma x@irizfcc (o tuiijriixfa), tan cercana a la de Tenerife. Por
nuestra parte, en la Gramática Comparada del Gwcwhe, en prepa-ración,
creemos tener demostrado que Tenerefiz = T'erzerefix =
Tenerify, por *tener - édfsy, es una simple variante dialectal evi-dente
y cierta de tener - adfeZ "monte de nieve", como explica Abreu
Galindo y traduce Torriani. P debe ser un simple lapsus de Espi-nossi
en SE t^ma de ds?t^c !a t rmp s i ~ i 6de~ v a10res de !m cmzp-nentes,
que erróneamente habíamos aceptado siempre como más
cierta.
Y siendo esto así, es equivocado rechazar una etimología dada
en las fuentes más antiguas y más conforme que otra alguna con
las variantes formales primitivas. Hay que seguir manteniendo la
valoración de Temerife "monte de nieve" que aseguran Torriani,
Espinosa y Galindo. Y Tenerfe es falsa grafía.
Veamos cómo continúa Marcy.
"Fuerteventura, por su nombre guanche 'zArbcmy o *m--
bani, literalmente "el lugar de la muralla" según las trans-
S6 revista de Historia", ntims. 98-99, 1952, pág. 172.-J. A.)
87 (Diccionario Español Rifeño, de Fi-. Esteban Ibfiez, 1944, pági-m.,
9aC; -2 A \
AL", U",. . ri.,
88 Sobre bani "murallaw y ar (zenaga al) "lugar", cf. Marcy: Inscript.
bilingües, cit., pág. 31, nota; y Périple cZe Hawm, cit., en "Hespéris", pág. 53.
36 GEORGES MARCY
cripciones E ~ bmy eE, rbanne, Albanye ( C a d n ), E r w i a ,
Erualnkz, Uerbania (notaciones hispánicas de Marín y otros),
sacó su nombre de la existencia de un gran muro de piedra
seca que levantaron los indígenas, al decir de todos los auto-res,
en la parte más estrecha de la Isla [hoy llamada "el Istmo
de la Pared".-J. A.], para separar los territorios de las dos
tribus (o reinos) en que se dividía
"Este término bani "la muralla" se encuentra igualmente
en la toponimia marroquí, donde sirve para designar de ma-nera
figurada la gran cordillera rectilínea abrupta que se le-vanta
casi a plomo sobre el curso inferior del valle del Dr& @O.
No ofrece difrcultaci en nuestro caso canario la interpretación
a
bereber directa, puesto que no tenemos sino una sola versión N
E gráfica totalmente cercana en su aspecto.
O
n
"La isla de Fer -Hierro en español- ha recibido su nom-- 2
E
bre moderno por un calembour bastante divertido de los con- -
quistadores sobre el nombre indígena Esero (Galindo) , Eccero 3
(Marín) y Hero (Viana)" 91. Om-
Y continúa Marcy exponiendo casi textualmente el artículo
luego publicado en "Revista de Historia" 92 por J. Régulo Pérez, con
unos "escarceos" personales y una objeción cruda de André Basset.
Por ello lo omitimos aquí, no sin consignar algunas conclusio-nes
sobre el problema, harto resumidas.
Margry, o. cit., pág. 246.-Abreu Galindo, ed. 1848, pág. 33.
90 Marcy: Iwm-ipt. biii@¿es, cit., pág. 31.
91 Galindo, o. cit., pág. 46.-Marin, ms. Millares, pág. 88.-Viana, ed. 18<MF
pág. 20.
92 (J. Ré,gulo Pérez: El topóni.mo "Hierro". Escarceos etimoZógicos, en
"Revista de Historia", La Laguna, núm. 88, 1949, págs. 354-362.-Incluye el
artículo de Marcy: L o r i y i ? ~ ed u ?zom de Z'iie de Fer, apud Mélanges ... David
Lopes-Pierre Cenival, Lisboa, 1945, págs. 219-223, y el de André Basset: De
nouveau a propos du nom de Z'Zle de Fer, apud Onomástica, 11, 1948, págs. 121-
122. Ambos en traducción española.
Tanto Marcy como Juan Régulo aluden a nuestro trabajo, J. Alvarez: Eti-nwZogia
de Hierro, en "Revista de Historia", 1941, pág. 210.-J. A.)
274 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMBRES AhTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 37
a) Hay que prescindir de la forma HerO, invento del círculo
de Viana para la semejanza gráfica con Hierro.
b) Igual justificación tiene la grafía de Viana heres "charco"
en vez de éres, guanchismo usual del español de Canarias paralelo
del tuareg ires "pozo", señalado por Marcy.
c) No parece explicable "Hierro" por oposición a "Madera",
voz no traducida en los Portulanos hasta el siglo xv; porque estos
nombres, ademk, debieron imponerse por el orden de su explora-ción:
primero el de Canarias y luego el de Madera 93.
d) El primer nombre dado a la Isla del Hierro por navegantes y
cartégrafos del s. XIV es lo fero (pon. con r o con rr, tanto sea forma
italiana como mallorquina). Así aparece desde e1 Laurentiano de1
año 1351 hasta algunos Portulanos del siglo xv. El Fraile francis-cano
de Sevilla (j- 1351) copia ese nombre sin traducirlo, escribiendo
20 fero (en algunos códices lo ferro) en vez de consignar EZ Fierro
en español de su época, como ya dirán la expedición de 1393 y los
documentos antes citados de Xaciot y las Casas. También el Ca-narien
lo traducirá al francés en Per
e) Esto parece indicar que el nombre insular es de origen ro-mance,
y dado, mejor que por el color de sus piedras, como dice
Gaspar Fructuoso, por la forma de "media luna7' que dice el Cana-rim,
o de "herradura" con que lo dibnjan varios Portulanos cata-lanes
e italianos del siglo xrv y xv desde el Cresques de 1375. Así
pensamos que 1m.k de b fero puede ser "Isla de la (forma de) he-rradura",
valor de fero y fer en catalán, italiano y francés, junto al
primario de "hierro" 95.
f) La tesis de derivación indígena Esero > Fero > Hierro
sólo es admisible sobre una de dos erratas. Errata gráfica, si el
nombre indígena Esero escrito- con S larga fuera mal leído E f m
y escrito así o ffero, grafía del Mapa Viladeste que exige una expli-cación
similar 96 por su extraña geminada inicial. Errata fónica, si
a3 (Sobre la cartografía de la Madera hablamos en Jumz Machin, &zaino
de2 siglo XV, en ANUARIDOE EST.A TLÁNTICOS, n . O 7, 1961, pkgs. 133-213.-J. A.)
e4 (Ver para estas fuentes antes pág. 34.-J. A.)
95 (Los mapas pueden verse en La Ronci*re, cit.-Fructuoso: iga-,
!.I,c. %=.-J. A,)
96 (Citar6 otro caso similar: La?tsera?zo es grafia conocida por LJIm-fern0.-
J. A.)
38 GEORGES ,M.ARCY
un forastero que oyó el nombre indígena, por equivalencia acústica
equivocada (inversa por ejemplo al vulgar espaiíol Ceiipe por Fe-lipe),
interpretó Esero por Efero o Fero.
g) Nos parece indubitable la explicación bereber de Marcy
para el Acw6 (La Palma) y Esero (Hierro) de sentido "fortaleza",
sobre el bereber axru, axeru, azri "piedra, roque, muralla". Pero su
inducción para sacar de ahí el nombre actual Hierro parece inadmi-sible
por lo que diremos. Aunque no consideramos válidas contra
su tesis las dos razones de André Basset (sobre el cambio x = h y
la afkresis inicial), salvo si acaso como argumento ad hominem por
encerrarse "dentro del sistema bereber" que Marcy mismo dice.
Las analizamos seguidamente. z
h) Es cierto que en tuareg la silbante enfática Z es inalte- M
E
rable y no cambia en H. Pero además de la variante dialectal mi O
sin mrii mismu taLilpocola tiem en nef-ui y en n-- m
según Destaing y houst. Esta alternancia también se produce era O
E
E el otro nornbre bereber del "hierro" wxd sin enfática en nefusí y S
E
en bersber, que tiene enfática en tuareg taxoR @T. hTada impide que -
en un dialecto distinto como el guanche, wru o azeru sin enfática, 3
pudiera ser tratada con H. Pero a Marey y Basset escapó una difi- - -
0
m
cultad insoluble para su tesis: si Esero (no "Ehero) es la forma E
indígena herreña, seg6n Abreu Galindo y Marín, y parecida la O
forma palmera, no pudo ser indígena la variante *Ehero a la vez, n
E ni menos "Efwo o Pero reclamada por la cartografía. -
a
i) No obstante la exactitud de las observaciones de A. Baset 2
n
sobre el condicionado fenómeno de la caída de vocal plena incial n
en algunos dialectos bereberes que allí cita, G. Marcy tiene sin duda O3
sazón en dos datos que aquél pone en duda:
Las grafías Aceró (La Palma) y Eseró (Hierro) responden a
variantes dialectales guanches bien advertidas, pues Abreu Ga-
97 (Para axru, axeru, artículos citados de Marcy y Basset; Laoust: Siwa,
pág. 289.-Destaing: Vocabulaiire, cit., pág. 219.-Para uzzal, Destaing, cit.,
pAg. 126.-Marcy: Inscript. bilingües, cit., .@g. 62.-J. A.)
98 (LOS estudia él mismo otra vez en La Langue Be-rbke, Londres, 1952,
pág. 26, como otros tratadistas.-J. A.)
276 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 39
lindo en un mismo pasajem Ias recoge diferenciadas al decir:
"Acero.. . que en lenguaje palmero quiere decir "lugar fuerte", pa-rece
significar lo mismo que en lenguaje herrefio Ecerro", y siem-pre
escribe para La Palma Acero, Axero, Asero (como Torriani) , Y
para el Hierro siempre Esem, Ecerro.
Por otra parte, sabemos que entre axru y ccxeru sólo hay una dife-rencia
de grado cero absoluto o relativo de vocal interior, pero siem-pre
ausencia de vocal plena. No cabe duda, por tanto, de que Esero,
correspondiente en fonética bereber a " azaru O :k asarei, representa
respecto a Acero (= uzam ) una aféresis dialectal o caída de vocal
plena inicial en el dialecto herrefio. Análogamente, también, ante
nefusi tazurin, sened tixurin; y arrao frente d ahaggar ar&i
consonante doble, la ofrece el siwi, por ejemplo taxrh "uva" por el
"Eomcs, espalda", etimología evidente del topónimo gomero "Lomo
& AJr?-re71' 00-
"Nombres de Zm Islas, los más interesccntes consermdos, que
erm nombres étnicos tomados a desriignwiones de tribus
bereberes pobladoras del Archipiélago.
"Mahorata es el nombre hispanizado por los conquistado-res
europeos de la parte norte de Fuerteventura, ocupada par
Ia tribu de los Nahoreros. Este último término se aplica igual-mente
por muchos autores a los indígenas de Lamarote. Los
dos nombres han estado siempre en uso y parece que reci-bieron
su final hispánica respectiva muy pronto
39 (kbreu Galindo, ed. Cioranescu, 111, 3, pág. 268. El índice recoge todas
las citas de estas variantes.-J. R.)
100 (T-aourt : Siwn. 1. So?? pw!er, p&s. 8 y 9.-J. A)
101 La misma opinión en Alvarez Delgado: Miscekínea, cit., pág. 19, y
Voces de Tinumfaya, cit., pág. 11.
GEORGES 3L4RCY
"Las transcripciones más antiguas son :
"1." Para el nombre de la Isla iYíahorata, Maxorata (Via-na)
, dos transcripciones con x y h, equivalentes en la fonética
española de aquella época, como h y j en la fonética canaria
actual, donde las grafías Majorata y Mahorata son también
equivalentes =O2.
"2." Para el nombre de los habitantes: Maohreri, Maho-revi
(Torriani, transcripciones italianas), Mahoreros (Espi-nosa
y Galindo) , Majoreros (Marín) lo? De estas formas nota-blemente
concordantes se puede deducir, eliminando las fina-les
españolas -ata y -era, un radical común *Nuhor.
"Conviene descartar desde luego las etimologias fantasis-tas
que se han propuesto. Galindo dice que "los naturales de
estas dos Islas, Lanzarote y Fuerteventura, se llamaban maho-reros
porque traían calzados de los cueros de las cabras, el
pelo afuera, unos como zapatos a que ellos llaman rfiahos (y
algunos quieren decir que el nombre propio de la Isla se dijo
de este nombre Maho) " lo'. El nombre de estas sandalias está
dado bajo la forma fónicamente equivalente majos por Marín
y Cubas; y el Dr. Verneau declzra haber encontrado e s h
groseras sandalias todavía en uso, con el nombre rncfJms, du-rante
su estancia en Lanzarote" *O5
102 Viana: Poema, ed. 1854.
103 Torriani, ed. Wolfel, fol. 27 v.-Espinosa, ed. 1848, pág. 38.-Windo,
ed. 1848, pág. 29: i i o r e r o s , ms. Mahoxeros, por error evidente de copia.-
Marin y Cubas, ms. Millares, pág. 82.
(Al contrario, suponemos que la forma primitiva fue mahofm-o, corregida
por la usual majorero ulteriormente. La prueba lo da la forma todavía usual
en Lanzarote: Majos (nativo) y "Casa ae majosii (construcciones de ios pri-mitivos).
Esto coincide plenamente con el nombre Mahoh de Torriani para
la Isla.-J. A.)
104 Abreu Galindo, o. cit., pág. 29 (ed. Cioranescu, 1, 9, pág. 54.-J. A,)
105 Marín, o. cit., pág. 82.-R. Verneau: Cinq années áe séjo.ur a w fles
Catzaries, 1891, pAgs. 70 y 162. (En nuestro trabajo Ecero, en "Revista de
~ s ~ o r i a snú, m. 74, 1946, págs. 152-153 y 164 diryios referi;liCia fot-,@eca
y textual de su uso actual en el Hierro.-J. A,)
278 ANUARIO DE ESTUDIOS -4SLANTICOS
NOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEEGBERES EN L4S ISL4S CANARIAS 41
Agrega Marcy en amplia nota que
"el original *mhw no está atestiguado con este sentido en
bereber actual, pero esta palabra corresponde a un masculino
normal, con aféresis dialectal de prefijo a-, al término usual
tuareg tamhit "saco de piel de dimensión media que sirve para
el transporte de víveres" lo6. La identidad del radical es de las
más probativas" 10*.
Y luego continúa textualmente :
"Se puede preguntar hasta qué punto no podría acusarse
a la cultura clásica de Abreu Galindo y a la posible reminis-cencia
del antiguo nombre de Cerdeña SctndaZbtk, de esta eti-mología
ridícula, que por lo demás pudo ser sugerida (en otra
hipbtesis) por un indlgena muy poco cuidadoso de las nece-sidades
lingiiisticas de la derivación. No hay, en efecto, acer-camiento
posible entre maho y "mahor (con r final), radical
del topónimo en cuestión.
"J. Alvarez Delgado, que omite recordar y discutir la "eti-mología"
de Abreu Galindo, creyó poder imaginar por su parte
otra hipótesis, de la que resulta que Nahorero significaría en
su valor concreto "campesino, paisano, hombre de la tierra",
y Mahor-ata sería "la tierra" (?) brevemente, o sea "la tierra
de los campesinos o paisanos" =O8. Esta denominación singu-lar
es, en verdad, poco característica, y de todos modos muy
mal escogida para dos islas, Lanzarote y Fuerteventura, que
son precisamente las más áridas y menos susceptibles de ex-plotación
agrícola. Y la argumentación invocada es también
de lo más arbitrario (!). Parte del hecho de que en Lanzarote
106 (Cita Marcy a Foucauld: Dictiolznaire, 11, pág. 126, y G. N,ounier: Le
IrasaiZ des peaw chez les Touareg-Hoggar, en "Travaux de 1'Inst. de Rech.
Sahar.", 1, Argel, 1942, pág. 150.-J. A.)
107 (La etimología de Marcy, con igual exclusiva referencia tuareg, recó-gela
también Wolfel: EurafriJcalzische Wortschichtem als KuZtwschichtew, Sa-
;Iamanca. 1955, pág. 100. En nuestra Grudtica Comparada daremos distinta
explicación para acercarnos al valor guanche.-J. A.)
10s Alvarez Delgado: Voces de Timanfaya, cit., págs. 11-12.
42 GEORGES MARCY
se Ilania hoy "ccevas de majos" (fonéticamente mahos) a cier-tas
cavernas naturales utilizadas por los ixdígenas hace tiem-po
como moradas o gru.tas funera.rias. Identifica Alvarez Del-.
gado esta voz majo con mago, en el habla rural de Tenerife
"'paisano, campesino, rústico". Se hallaría también en el nom-bre
Maoh (dado, nstémoslo bien, únicamente por Tbrriani lo"
en las más sospechosas condiciones para hacer el yerro evi-dente)
como nombre indígena de Lanzarote. Precisemos bien
que, según Torriani lio, Naoh no designa "el indígena de Lan-zarote",
sino "la Isla" misma. Y estas tres palabras, supuestas
idénticas, tendrían por radical "wk o más bien ahoh, de-biendo
corregirse, según Alvarez Delgado, la grafía Maoh de
Torriani en "Nahoh. a N
"Este radical es el mismo, afirma Alvarez Delgado, que el E
que figura en ei nombre indígena de La Palma, Benahoare, O
n -
glosado por Galindo "mi tierra, mi patria" '". De aquí se re- - m
O
E monta a mago = majo = mabh "campesino, hombre de la E
2 tierra"; pero notemos que este último sentido no puede con- -E
venir al nombre de la, Isla.
"Además, la demostración peca en numerosos puntos. Sólo 3
-
estamos seguros de que Benahowe debe descomponerse en -
0
m
Ben-ahoa~e; y, como veremos luego, esta expresión no ha sig-nificado
jamás "mi tierra" más que en 12. imaginación dema-siado
fértil de GaIindo, que interpreta mal las explicaciones
de su informador indigena. El nombre de f%'aoh, para Eanza-rote
es un error evidente de Torrialti, como lo reconoce en
109 (Error, pues tsmhién lo dice Abreu Galindo (loc. cit.), por lo que aña-dimos
la frase final entre paréntesis, omitida en el texto de Marcy.-J. A.)
110 Torriani, o. cit., ed. Wolfel, fol. 27 v. (Lo vuelve a repetir Torriani en
el cap. 25 (ed. Cioranescu, pág. 83), omitido en la ed. Wolfel: "dicen que se
llamó Maoh, lo mismo que Lanzarote, porque hasta ahora los Isleños se dicen
Mahorerz (Maohreri) .-J. A.)
111 Alvarez Delgado: ZisceZárhea, cit., págs. 65, 140, 141. (Galindo, ed. Cio-ranescu,
III, 1, pág. 260: "los naturales llamaban a esta Isla en su lenguaje
Bmhoare, que en castellano quiere decir "mi patria" o "mi tierra". Torriani
tamblen trae iguai idea escriixendo: "si chiamó Bemhorare cioé "patria1'.-
3. A.)
280 AYUAEIO DE ESSüDIOS ATLANTICOS
NOMBRES AXTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 43
otro pasaje J. Alvarez Delgado mismo 112, y aun suponiéndolo
auténtico aplicado a la Isla, no podría verterse sin extrañeza
por "el del país". En cuanto a mago, "campesino" del habla
rural de Tenerife, ¿se trata de voz guanche o española? Alva-rez
Delgado en el mismo trabajo señala un nombre femenino
de origen gallego, que en la canción sentimental que
transcribe podría tener el sentido de nuestro francés popular
pq8e [= '"aisana amante a que se es fiel de lejos" ; notoria
equivocación de Marcy, pues magua es "penan.-J. 8.1, y que
nosotros sospechamos no carece de relación con el masculino
>'Por último, las "cuevas de majos" en Lanzarote no son
probablemente "las grutas de los campesinos", sino "las cue-vas
de los espiritus o fantasmas". [El nombre exacto es "ca-sas
de majos.-J. A.] Queremos ver: en efecto, en esta pala-bra
majos la pervivencia local del gumche majios "espíritus,
fantasmas, Amas de los antepasados", bien atestiguado al
menos en Gran Canaria. Las transcripciones antiguas de esta
última palabra en los diversos autores son majios, mm&s y
magbs en Marín y Cubas y Escudero l13. Puede sacarse de ahí
un prototipo "mayzc que lleva a majo, pronunciado luego
inceho1'14 en da articulación actual de Canarias, donde la aspi-ración
de "y en posición intervocálica es, como se sabe, muy
usual I". Por lo demás, esta *y era ya aspirada en guanche,
112 Hiscel&?zeu, cit., p&g. 139.
113 Marín y Cubas, o. cit., ms. 11.-Escudero, o. cit., ed. 1845, pág. 85.-
AIvarez Delgado da con el mismo sentido magos. (Aludimos a la voz española
magos y nzagiu para una explicación de la voz por hispanismo, si era forma
inventada por Marín y Cubas. Marín arranca de Escudero y por tanto se trata
Ye una m!zi fUsnte.-Z. ii.)
114 Cf. Alvarez Delgado: Puesto de Canarzas, cit., pá-gs. 27-31.-j, x, g son
aspiradas prepalatales en la fonética del español de Canarias.
115 (No está claro el pensamiento de Marcy. La yod espafiola (mcvyo) y la
canaria (Turnadaya) no aspiraron nunca. Las que se aspiraron en el español
(y se sustituyeron por la laríngea castellana antigua h. en Canarias) son las
f'ri_~&yasp -epala&&s ~&e!!awy _ig~a:: s~~;,t8u8, j, g, &sir S, f.
Algunos textos primitivos sólo confundieron j e y en posiciones muy cerca-nas.-
J. A.)
44 GEORGES N4XCY
como prueban las antes citadas grafías, que implifican foné-ticamente
la primaria *m@u 116, voz muy interesante [agre-ga
Marcy en nota] estrechamente li'gada con otra docena de
palabras pertenecientes al mismo vocabulario hieronimico,
que seráxí el tema de un largo capítulo de nuestro trabajo
en preparación sobre las hablas guanches. Esas "grutas de
majos" son frecuentemente antiguas cavernas sepulcrales
donde las gentes del país han encontrado momias guanches, y
para los campesinos encierran, naturalmente, fantasmas, y
además hay allí un nombre de folklore: "la gruta de los fan-tasmas"
o "del fantasma", que es corriente y familiar a todos
los etnógrafos especializados".
a
Las "casas de majos" son primordialmente "moradas" o "habi-
E
tación". Chil Naranjo no había conocido ninguna momia de Fuer- o
teventura ni de Tmarote, P i=omrnos esa "Cueva del fantasma" ; n - m
aunque otro topónimo muy usual en Canarias "Cueva de la Bruja" O
E
o "Las Brujas" nos parece significa cosa distinta a la sospechada E
2
por Marcy. e
Este continúa luego dudando sobre nuestra equivalencia maho- 3
hero > mahorero, y de la explicación usual del grancanario maúro
e-
(no máuro) citada por los hermanos Millares, para concluir así m
E
esta parte: o
6
"Nos vemos, en definitiva, empujados al solo radical n
E "mahor, desde el principio encontrado, y cuya directa evidern- a
cia parece indiscutible. Y es tentador acercarle el nombre de n
n
los Mauros norteafricanos de la Antigiiedad. Si estos acerca-miento~,
tras un hiatus cronológico de más de un milenio,
O3
revisten evidente aspecto conjetural, y casi no pueden justi-ficarse
cuando se aplican a poblaciones del Norte de Africa,
sOrile'ddas aiirarltteo &)e l -*&&his tóRctr a ull cuiitima&
acoso y presiones, no es lo mismo en las poblaciones canarias,
prácticamente aisladas desde los primeros siglos de nuestra
116 (Xejor será *maZu o si acaso *?naZyu.-J. A.)
117 (Este futuro de Marcy confirma una vez mas que no estaba escrito este
trabajo, como dijimos al principio.-J. A)
282 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
XOMBRES AKTIGUOS DE TRIE.US BmC.F93ERES EN LAS ISL4S CANARIAS 45
Era. Stephan Gsell cree que el nombre de los Mantri en latín
era de origen libico, y dice que en su opinión no hay buenas
razones para rechazar el aserto de Estrabón, asignando a
Mawi origen indígena l19. Si este término en latín pasó luego
a una acepción más amplia, no designaba primero m& que
una sola tribu habitante de Marruecos. Poseemos a este res-pecto
el testimonio formal de Plinio 120 así concebido : "De las
tribus de la provincia romana de Wretania Tingitana (es de-cir,
Marruecos), la principal era antes la de los Mauri, que le
dio su nombre, y a los que muchos llaman Maurusii. Las gue-rras
los han reducido a pocas familias".
"Así cabe pensar que, como vimos en los Canares de Gran
Canaria, también los "Mahor de Fuerteventura y Eanzarote
vinieron en el pasado de las riberas marroquíes."
Como en nuestra Gramciiica Comparada dei Guanche no soste-nemos
ya las explicaciones que Marcy combate, es innecesario rec-tificar
varias aseveraciones que no se refieren a datos, cuales las
ya apuntadas. Mas como nuestras etimologías tampoco coinciden
con las de Marcy, juzgamos precisas dos afirmaciones ciertas de
dato y método.
Es absolutamente seguro el nombre indígena mahoh, forma
cierta deducida de Torriani, Galindo y el actual majos. Caprichoso,
por tanto, *mahur, tampoco identificable como Mauri.
118 Gsell: M. A. A., cit., V, 90. (Marcy cita en nota la tesis de Bocharé
(Geographiu Sacra, Caen, 1646, pág. 5441, derivando Mauri del fenicio Maubn-rim
"los extremo-occidentales", de sentido análogo, dice, al Mugrib eZ Aqsa
arábigo, y sospecha que Bochart podría invocar en su apoyo que Marruecos
siempre ha tenido denominación impuesta por los conquistadores, pero que su
radical mahor está más cerca de la forma c?e Bochart.-J. A.)
119 (Estrabón no habla del nombre Mauri, sino dice que los Muurusii mis-mos
"son un pueblo líbico". Y muy distinto al de Gsell es el parecer de los
helenistas, como Korting, que suponen el nombre latino Mauri y el grieg@,
derivados de ! L U U ~ O SO C ( ~ U P O ''~o scuro, negro", como el español moreno, mo-rueco;
y de otra palabra griega salen mora, morado y nzurrin. Y si bien Meyer-
Ltibke y otros suponen que es primario el Muurus "moro" y de él sacado eI
sentido "moreno" y las derivaciones romances, no puede basarse esta teoría
sobre un problema discutido y siempre difícil, como un nombre de color.-J. A,)
120 Plinio: NaturaZis Historia, en Detlefsen, cit., pág. 89.
El valor de un informe textual, en que el cronista sólo lo copia
sin elucubración personal, hay que tomarlo o dejarlo íntegramente ;
pues declarar, por ejemplo, que en el testimonio de Galindo y To-rriani
Benahoare significa "patria" (nosotros lo igualamos con "lu-gar
de los antepasados"), es veraz la forma y faIso el significa60,
es meter en ello el eapricho del investigador moderno, que elige una
cosa y rechaza lo que no se aviene a su tesis preconcebida.
Y continuemos con el texto de Marcy.
"La isla de La Palma, en el momento de la conquista espa-ñola,
estaba ocupada por el pueblo de los Auaritas, y de allí
sacaba su nombre indígena Benahoare. Las transcripciones
antiguas conocidas para el nombre de los pobladores son Agua-rita,
Hauarita, Ahuai-itn l", y para el nombre de la Isla, Be-naho~
are (Torriani) , Bemthoare (Galindo) , Benajoare (Ma-rin)
122. Admitimos, con Alvarez Delgado l?:, que ha sido his-panizado
el nombre de los pobladores, no por adición de1 final
español -ita, como él supone, sino por la sola adición de una -c6
al nombre guanche original ya terminado en -it, y para iden-tificar
precisamente de rechazo esta terminación indígena con
el sufijo espafiol -ita.
121 (No salió Benahoare del nombre Auuritas, sino la verdad es sólo que
inventamos el nombre de los pobladores sobre el topónimo. Son posibles erratas
de la mecanógrafa, pero las grafías -M,arcy cita a Berthelot: Ethnographie,
pág. 114, exclusivamente- conocidas de éste son Haouarythes y Kaouarwh.
Abercromby: Stzcdy:, cit., pág. 115, cita también Hoare, Xav~ura y Haoara.
Nosotros mismos, culpubles de haber vulgarizado modernamente esta creación
de Berthelot, que inventó totalmente el sufijo ythes, hemos escrito uuarita y
a l p n a otra variante. Pero esta voz no figura en nin-ouna fuente, ni es otra cosa
que un intento de explicación, a nuestro ver actual inaceptable; solamente era
posible si Be~zahoa~sieg nificaba "el país".-J. A, )
122 Torriani, ed. Wolfel, fol. 90 r.-Galinclo, ed. 1848, pág. 168.-Marín,
rns. Millares, pág. 174. (Otros textos dan Bemhoa~e (Viera) y Berzehoare
(Senítez) .-J. A.)
123 Niscelúnea, cit., pág. 62. (Ya dijimos que el sufijo es invento de Ber-melot.
PITi siquiera Chil, que lo sigue a cada paso, se hace eco de esta voz,
como indígena.-J. A.)
284 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
WOMBRES ANTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CAX4RIAS 4'7'
"Dto nos lleva a las restituciones siguientes: "Ahuarit
para el nombre de los "indígenas de La Palma", y para el nom-bre
de la &la #Ba (o bi) -n-Ahwari (con caída de t final cono-cida
en bereber y ya señalada en guanche) l", que significa
literalmente "el de los Ahuarit". En este i��ltimo tipo de to$-
nimo de primer elemento demostrativo (tipo sahariano y guan-che)
lZ5, e1 pronombre "wa = ba o *iwi = bi sobreentiende feel
sustantivo "lugar", "país" O aun "isla", que habría sido mascu-lino
en La Palma.
"Al decir de Abreu Galindo, este nombre Benahare ano
tenia otro sentido, según los indígenas, que "mi patria" o "mi
tierra,, 126 . Alvarez Delgado "27 y otros autores han aceptado
esta "traducción", y no ven ninguna inverosimilitud en admi-tir
como nombre propio étnico un "Ahuarit, cuya acepción
cericrutw suriu kUur,u=ente " h c d r e de! pis". Ahrurez Del-gado
sostiene seriamente esta tesis, que parece una "lapa-lissade";
su inverosimilitud había chocado no obstante a
Abreu Galindo, que creyó un deber sugerir de este nombre
insólito la mala explicación siguiente: la Isla se llamó así
"porque como los nombres sean los que distinguen las cosas,
y los gentiles no tenían noticia de otra tierra, ni la distinguían
de otra con otro nombre que supiesen, más de llamarla "mi
tierra" o "mi patria" lZ8. Esta explicación nada vale, pues,
como lo advierte Alvarez Delgado lzS,b astaba a los palmeros
abrir los ojos para descubrir en el horizonte a Tenerife, m-
124 IEablamos a t e s de ,ellos a propósito de Bin-Gheni.
125 Foucauld: Grammaire, cit., págs. 33-34.-Abercromby: Study, cit., N-gina
115.
126 (El texto de Abreu, ed. Cioranescu, 111, 1, pág. 260, "los naturales Ha-m.
lihon n neto Tnln dr. n,, lanrr,.oin Do"..,"í.r\riuo -..- ,," nnn+-11n..n -..:--- a--ir
r v b u ruiu r i z uu ~ r l iguu~u urr u w i u v w i vt yuc- r;ii i raoi c r rai iv rjurrrrj ucbri.
"mi patria" o "mi tierra", hay 'que cotejarlo con el de Torriani, ed. Wolfd,
pág. 196: "questa Isola da gli antichi Pdmesi si chiamó Bmahorare (Bew.fr,-
hoare en Cioranescu) cioé "patria". El posesivo "mi" no debía estar en la
fuente común.-J. A.)
127 MisceZálzea, cit., págs. 63-65 y 95, aunque reconoce la inexactitud lite-ral
de 'esta versi&, de 11 n;'e n e q~iprpr e t e ~mr ás nyUr <<@S, ~ e - is!&'.
128 Galindo, o. cit., pág. 168.
129 Misceícinea, cit., pág. 63.
GEORGES MARCY
mera y aún, en tiempo claro, el Hierro (desde Fuencaliente).
"Una elemental experiencia de la información llevada a
cabo en medio bereber ayuda, sin detención, a reconstituir
fácilmente los hechos: Benahoare significa "el de Ahuarit",
no-mbre de la población cuyo primario valor concreto, como
sucede con frecuencia, se había perdido de la memoria indí-gena
130, y e1 informador traduce literalmente en español "el
país" o "la tierra de los Ahuarit". Galindo advierte la pero-grtallada;
él sabe bien que es "la tierra de los Ahuarit", pero
¿cuál es el verdadero sentido de la voz? ru'uestro historiador
insiste y entonces el indígena trata de explicarlo : Ea! es como
si dijera "mi tierra, mi patria". Todo conocedor de los lazos
y trampas de la información lingüística admitirá sin dificul-tad
nuestra exégesis, porque el propio estilo del pasaje de
Galindo, que estudiamos, descubre los tropiezos de la encues-ta,
sospechando que no se ha captado el sentido real de la
respuesta de su informador.
"Resulta así seguro (!!), sobre este análisis, que la isla E
de La Palma estaba poblada de "Ahuarit. Proponemos reco- 3
nocer en la sflaba final de este nombre la final bereber antigua -
de plural de nombres étnicos : -it 131, lo que nos autorizaría a 0
m
E
aislar una radical '%Ahuarq, ue Berthelot y Abercromby han O
pensado en aproximar al nombre de la tribu norteafricana de
los Howw1ra, históricamente bien conocida en el Continente n
E
africano 132.
a
n
n
130 (En Gramática Comparada del Guawche demostramos que la versión 3
O
coincidente de Galindo y Torriani "patria" = "lugar de antepasados" conserva
precisamente el sentido de la voz indígena. La imaginación de Marcy se desbocó
aquí; Galindo no oyó jamás ahuarit, ni se lo dijo un indígena, sino lo encontró
en la fuente misma que por esos mismos años había leído Torriani (hacia 1591).
El error de Galindo, como el de Alvarez Delgado por haberlo seguido, está en
haber interpretado "patria" por "país o tierra", en vez de dejarnos llevar del
sentido latino vivo de la palabra patria "tierra de los padresn.-J. A.)
131 G. Marcy: Ume tribu berbhe. .. los Ait Jeliiduse~z, en "Hespéris", 1929,
pág. 109, nota.
132 Berthelot: Ethltographie, cit., pág. 114.-Abercromby: Study, cit., pá-gina
127.
286 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAA'TICOS
NOMBRES ASTIGUOS DE TRIBUS BEREBERES EN LAS ISLAS CANARIAS 49
"Sabemos por Ibn Jaldún principalmente 133 que la Tripo-litania
fue la cuna de los Howlwhra, y que una parte de ellos,
posteriormente corrida hacia el Sáhara, uniéndose a otras tri-bus
saharianas, ha dado nacimiento a los actuales Tuaregs
lhaggaren. La comparación de Molzdlw~raf, orma arabizada del
antiguo nombre bereber, y el singular tuareg Ahaggar, nos
llevaría a restituir, para el nombre norteafricano común, un
prototipo "ahawwar, pues en tuareg efectivamente -9.9.- es el
tratamiento normal de *iww-.
"Si el redoblamiento de ww- es, como se puede creer, un
fenómeno fonético simple, tras vocal acentuada, frecuente en
bereber actual y antiguo 13*, la adición al prototipo *Aha(wwar
del sufijo plural -it, al correrse el acento, puede determinar
la simplificación de la geminada, explicando la forma guanche
"Ahcuwarit o *Ahwarit, por crasis subsidiaria de la -a- protó-nica.
Por ello no se puede admitir (como hacen Berthelot y
Abercromby razonando harto sumariamente sobre la forma
árabe Hioiwwia"ra) la identidad directa entre el nombre de 10s
"ATuwarit y el de los Hoiwiw&ra o Ihaggaren.
"La hipótesis es, no obstante, muy sugestiva. Las frac-ciones
de los Homara son numerosas todavía en Africa del
Norte, en particular en Marruecos, donde se encuentran gran-des
tribus, notablemente al Este de Taza y en la llanura del
Sus, cerca de Tarudant. Estos Hmvwiira de Marruecos son hoy
puramente arabeífonos, lo que es una lástima para la posible
comparación lingüística. Pera el guanche de Canarias ofrece
contactos evidentes, coma hemos señalado antes, con el habla
de los actuales tuaregs del Hoggar. Es verdad que estos con-tactos
no están limitados a La Palma, pues nada nos autoriza
a negar que se establecieran también en otras Islas fracciones
de ios ~ñwaSt.''
3
"En lo que concierne al nombre español de la Gomera,
creemos que conviene dar crédito a la aserción de Galinda
133 Ibn Jaldun, trad. Slane, 1852-56, 1, 275-276.
134 Marcy: InscriptMns lib., cit., pág. 293.
(una vez no establece costumbre), que procuró saber de 10s
indígenas "el nombre que tenía antes.. . y nunca !o pude alcan-zar,
ni entender jamás haber tenido otro nombre sino es Go-mera,
desde que a ella vinieron los africanos, que debió de ser
quien se lo dio7' l"'.
"Se sabe que los españoles hispanizaron hace mucho tiem-po
en el nombre Gorv~rao Gomara el de los Gma~ab,e reber=
del Rif Ocidental, ~ertenecientes a los Masmfida del Norte,
que formaban un bloque potente, durante la primera conquista
árabe del siglo VI., y extendían su dominio sobre una gran
parte de la actual provincia de Pez lJ6S.a lvo urnas pequeñas
fracciones, los Gmartr, son totalmente arabófonos, y su mismo
nombre Gmura es una forma árabe segunda de un nombre a N
bereber, cuyo primario a s~e c ton os es hoy desconocido. Del E
pasaje de Galindo parece podemos deducir que los conquis- O n
iadores españoles oyeron a los hakitanies de la íaurnei-a de-
-- m
O
signarse con un nombre guanche (también perdido), pero que EE
ofrecía una asonancia vecina a la de los Gmara norteafrica- 2
E
nos, aplicándoles de golpe el epíteto de Gomera, que les era
-
ya familiar. ¿Tuvieron razón en esta identificación étnica 3
espontánea? Ek uno de los secretos de la Historia, pero más
- -
0
m
bien nos inclinamos por la afirmativa." E
O
Creemos .que las precedentes palabras de Marcy son el punti-llazo
de muerte a la vieja teoría por él declarada probable y soste-nida
de antiguo en Canarias 13i de la población de Gomeru por los
Gmara. Hoy sabemos que el nombre aparece en los l?ortulanos se-senta
años antes de Bethencourt y ya el Fraile franciscano conoce
este nombre de la Isla 13s.
133 Galindo, o. cit., ,pág. 41. (Trasladamos el texto según la ed. Cioranescu,
1, 15, pág. 73, no sobre la adaptación francesa de Marcy, donde se omite la
frase final, que por su incorrección gramatical (verbo en singular) permite
sospechar interpolación de lo de los africanos en la refundición de Galindo
de hacia 1592-1605, refiriéndose a Juan Bethencourt "se lo dió", el citado tres
renglones antes.-J. A.)
136 Colin: Le par& berbae des Gn~hrae, n "Hespéris", 1929, págs. 46-50.
137 (Viera: Noticias, 1, 21.-J. A.)
135 (J. Alvarez Delgado: Prinzeru Conquista y Cristiu~tisuciónd e la Go-mera,
en ~ u U A R ~DZO E STUDIAOTSL ~XTICOnSú,m . 6, 1960, pág. 446.-J. A)
288 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
S610 la prueba fibl6gica bereber del nombre de Pos Gmarca, que
Marcy declara incognoscible, pdria apoyar una hipjtesis explica-tiva,
que ningb texto, ni siquiera el de Galindo, que demuestra su
vacihción y error, apunta de liejos. %lo queda Ba entrevista ]por Ia
"goma" de 10s a1Pffl&eigos, que ya haEa sugerido, por los mismos
años que Galiaado, el p h o c o de Ias &ores, Gaspar ~ c t u o s loS9.
Termina Wrgw Marcy esta larga NNQ 6e Onomástica insular
de Canarias, aparte puntos menos interesantes, con algunos prlla-cipios
o conclusiones que damos en sántesís:
a ) Los estudios lion~ísticos,r aciales y osteológicos, de con-sinno,
"'inc8ican que h epoca de pblamiento de Ias Canarias, aun-que
es antigua, no es prehist6rica9' en sentido estricto s de crono-logia
europea.
bb Ea población de Canarias está ftanndamentalmente constP-tuida
por "elementos afiki.es a Tos bereberes norteafricanos, más ali-luídos
modernamente que los guanches de Has Islas" en el momento
de Za conquista.
c) "Muestras comprobaciones no excluyen en modo algu-no
la posible participación de otms .núcZms m-bwberófonos
en los guanc2aes, tarnbiéai venidos diel antinente africano.
Pero en el estado actual de nuestra documentación y por nues-tros
estudios ling2;iísticos de las hablas de los guanches, cree-mos
poder afirmar que esos antiguos ocupantes no han dejado
huella alguna Singüistica, o dicho de manera científica más
exacta: el guache no contiene, con toda probabilidad, sus-t
r z t ~~ j~@fYtic&ok tin$y de? Yey&er ~&eafriczno."
Estas conclusiones de Marcy parecen ya sólidamente adqui-ridas.
153 (Su?l;aades da Terra, lib. 1, cap. =.-J. A.)