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PUBLICACIONES DE LA ''BIBLIOTECA CANAI^ $kcoto4^C(Áda J-Ué/ÍGua Ptakua d& ¿04. hlaé^ (iciMGMCuá Animat, Ueqdaí y, WU/ne/uU) M6 :f' •. ^ TA CRUZ DE TENERIFE (CANARIAS) IMP. VALENTÍN 8ANZ, 18 AÑO 1942 DICCIONARIO DE HISTCRÍA Hmi Biniio'í '.i r• >, D I C C I O N A R I O DE HISTORIA NATURAL DK LAS ISLAS' CANARIAS o ÍNDICE ALFABÉTICO DESCKIPTIVÜ DE SUS TRES HEINOS Animal, Vegetal y Mineral POR D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO 1866 T O M O I. SANTA CRUZ DE TENERIFE (ISLAS CANARIAS). Imprenta Valentín Sanz, 15. Í942 PRÓLOGO La historia natural de na país, no es otra cosa que la descripción de sus sustaiiciíis y produccionea ©a su9i tres reinos, animal, vegetal y mineral; por consiguiente es el conocimiento exacto de lo que puede hacer el capital de sus particulares excelencias, riquezas y recursos. ¡P&- ro, cuántos nacen, viven y mueren en un territorio como el nuestro, sin conocer lo que ven, sin saber lo que pisan, sin detenerse en lo que encuentran! Para ellos las plantas más singulares no son sino yerbas; las piedras y las tierras, ca3Í todas unas; los i)ájaros los mismos que los de otras provincias; los peces los de todos los mares... Es vei'dad qiie no faltan hombres, que advertidos por el continuo ejercicio de su profesión, distinguen fácilmente aquellas cosas coa que se han familiarizado desde la niñez. ])ále el labrador a las yerbas del campo, los nombres buenos o malos que les dieron sus abuelos; el cazador a las aves; el pescador a los peces; el ollero a los barros... Conocimientas, pero conocimientos groseros, superficiales, de muy poca utilidad, pues sujetos a equivocaciones y errores, no salen de la limitada es^fera de esta clase de gente rústica, y se ocultan a los demás, con perjuicio de ías artes, de la ect^nomía política, de la materia médica, de la industria, del comercio y aún de aquella loable vanidad, que sionta bien al ciudadano que se precia de que la naturaleza haya favorecido su patria con dones singulares,. 6 PROLOGO Es, pues, la Ivistoria natural di'l propio país, uno de los estudios más importantes, más amenos y más «tigno de los racionales que lo lialutan, pero no basta que este estudio p.ea vulgar c impcrríM'to; es necesario que también sea ciontíiico, (piiero decir, acom])añado de aqiiellaa nociones que se hacen indispen.-íaljles para poder discernir a fondo 1:« cosas, i)onpK- os necesario saber la clase, género y.especie a que pertenece una planta o una piedra, o un mineral, o un pez, un ave, nn bruto, un insecto... a tín de no i^rnoiar o»l nombre común o latino que lo dan los natural islas, minevaloQ'istas, y botánicos, f,\n cuyo lentTuaje no os posible entenderse coa las demás naciones, ni con su^^ sabios, ni con sus libros. Si soy canario tí por qué no lie de dar l,astíuite razón de lo que hay en estas islas, y (]<^ lo (pie no liay? ^Do lo que abunda en ellas y de lo (pie escasea? ¿T)e lo que les es privativo y de lo que les es común cou otras comarcas? No me Imsia, por ojemjilo, salier que sobre el pico da Toido de Teneriio se encuentra cierta concreción blanca, deleznable, salina, (pie hace efervesecncia con los ácidos. Me es muy conveniente no ignorar, que este es UQ precioso álcali mineral, una barrilla nativa, una sal NATRÓN, igual o quizás s\iperior a la famosa del Egipto. No me bafsta sabor que entre nuestros «Xuagarzos» so cría la planta que llaman «Vaqiiitn», me es útil el saber también que ésta es pl «11 ¡pcKÍsto», célebre ingrediente de la tria«a: que el «Azaigo» o «Taaaigo» es la «Rubia tinctorum»- qwe el «Tártago» es el «Ricino» o «Palmacristi»: que la que algiinos equivocan Con la «Gilbalbera» es la «Zarzaparrilla»: que la «Retama blanca olorosa», y la amarilla de cumbre, «la Nota o 'Algar¡topa>\ el «Bicácaro», la «Tabaiba dulce»... son peculiares de solas nuestras islaa. Que en ellas es asombrosa la variedad do lava.s vnlnánicas. «Pómeíf», «Tobas», «Clióijlos», «Azufres» .. Que poseemos el «Trípoli», la «Tiza», la «Tierra de sombra». In «Creta», la «Arcilla», la «Greda», el «Bol rojo», y el «blanco», pl «Ocre». la «Piedra fétida do Puerco»», el «Marmol»,'.el «Jaspe», PEOLOGO 7 el «Cuarzo», el «Espalo», el «Pedernal», el «Granito», el «Cristal de Roca y Cristal de Islaudia», la «Sal gema », la «Sal Glauber», el «Yeso». Qiie el árhol que llamamos Haya no es Tínya, pino una especie muy particular de «Acebo»: que el «Alináci.no» no es Almacigo sino «Terebinto»: que ei «Til» no es Tilo, sino una especie de «Laurel» («Ijaurus matrnoliae folia»): que el «Vinátigo» es también de la familia de los laureles, y que los ingleses lo confunden con la «Caobi». Para adquirir esta patriótica erudición sin afán y sin gasto, era preciso una obra elemental, o por decirlo así, municipal^ que nos abrieso el libro voluminoso de la naturaleza., y nos sirviese como de prólogo para leer el capítulo o párrafo perteneciente a bis Canarias, y esta obra que, como tan ardua, sólo debía emiirenderla un talento más perspicaz o inTtmído, ftoy yo quien tiene el arrojo de bosijuejarla, mientras se aparece otra pluma más inteligente qué la desom))efu' mejor. Parecía que las ocupaciones de mi <lpsiino j)or una parte, v por otra la imposibilidad dg andarlo y verlo y examinarlo todo, eraa obstáculos que podían arredrarme en el trabajo; pero tal es para mí el hechizo de las gracias de la naturaleza, y el embeleso que me infunde su dulce contemplación, tal es el deseo de'que mis rom])ntriotas ,ad<iuie-ran algunas noticias más prmtuáles de la^ producciones espontáneas de nuestras islas, las disfiuten, estimen, y las celebren, que no he recelado aventurarme a formar un catálogo de todos los conocimientos que he adquirido, y de los descubrimientos que he logrado hacer. En tan vasto proyecto, me alientan algunos libros de los mejores botánicos, mineralogirilas y naturalistas, que poseo: me alientan las corresi)ondenciaa de amigos de esta isla de Canaria y las demás; y me alientan en fin aquellas cortas hiceg que no dejé de adquirir en el curso de historia natural que hice con el célebrp Valmont de Bomaro, durante mi mansión en París. Formaré pues, de mis apuntes, el ensayo de un Diccionario de Historia natural de las Canarias, prjacedien- 8 PROLOGO ido por orden alfaLétitío en las materias, método qué se • presenta como el más cómodo para el que las trata y el • que las aprende, y el más fácil para el que las escribe y para el que las lee. ¡Uicliofsus tareas, por cierto, si se consigue inspirar en la curiosidad de los canarios el gusto de la historia natural! De este estudio casto'y delicioso de las maiavillas del Criador: de este estudio que sólo puede contribuir a hacernos llevadera y aún feliz la soledad dé nuestro archipiélago, y su distancia 'del espectáculo pomposo, pero frivolo, del que llaman gran mundo. Creemos que la naturaleza tiene también en estas peñas su corte, su grandeza, su brillo, su ostentación. ¿Y por qu-é no hemos de creer igualmente que habitamos en los Campos Elíseos ? Las Canarias lo fueron en los escritos de los poetas, séanlo del mismo modo en nuestra noble ilusiónj Hagamos por complacernos con unas islas llamadas Afortunadas, quizás por su aventajada situación, por su clima benigno, por sus apacibles estaciones, por s\i suelo fértil y liberal que en parajes nos da cada año una misma tierra cinco cosechas. B saber, dos de maíz y dos de judías con otra d? papas: tan buena, en fin, que nos concede las frutas sazonadas, las carnes tiernas, los pescados sabrosos, los afamados vinos, 'las mieses con un número infinito de macollas, las maderas de algunos árboles muy raros. Yo viajo por el país, lo enciientro sumamente fragoso y desigual; pero a cada paso se muda la escena: y voy descubriendo con sorpresa agradable, diferentes puntog de vista y perspectivas que forman cuadros de paisajes, ya agraciados, ya majestuosos, ya risueños, ya terribles,.'. Allá una cordillera de cumbres ne-vadas y de escarpadas sierras, a veces frondosas. Acá im eerrp eminente, un roque piramidal, un barranco profundo, un valle ameno, una cañada, una ladera, una rambla, una montañeta de lavas de volcán, unas playas todas de arenas finas o 'de callaos y gpijarros redondos. Aquel es un pinar obscuro; el otro un bosque siempre verde de laureles, ace-biños, barbusanos, viñátigos, tilos, hayas, jinjas, ace-buchéei,' paloblancos, mirmulanos, lentiscoSj^ cedros..< PROLOGO » Estos Son los caudalosos arroyos qiie nacidos de fupnles puras, de manantiales fríos, ge reúnen, se despeñan, eerpenleaíi y corren por entre ñames, juncias y mim- .bres, para recrar viñas, huertas y sembrados, para impeler las ruedas de los molinos y de los, ingeniog &• azúcar; para abastecer las poblaciones y alegrarlas. La« otras son de agfuas agrias medicinales, que el aire fijo (gas carbónico) • que contienen, las conserva siempre acidalias. Aquellas son las cuevas cómodas y silenciosas,' moradas de los primitivos Guanches, en donde se con» servan todavía algunos de sus incorruptos cadáveres. • Yo viajo, y me acotaipaña un caballero de Madrid que acaba de llegar a estas islas. El extiende la vista por nuestros campos: se para, y atónito me dice: «Hallóme en un país donde todavía conozco muy poco la gente; pero conozco mucho menos las plantas. Todo es para mí nuevo. ¿Cómo se llaman estos árboles qu© me rodean?, No los he visto nunca>^... Aquel, le digo, es un «Drago», cuyo jugo purpúreo es una sangre, una resina preciosa^ La otra es una «Palma» descollada y longeva, cuyo fruto son dulces dátiles. Estos son los «Plátanos», «Musas » o «Bananos», que erguidos y admirables por la amplitud de sus hojas, no menos que por lo tierno de stia troncos, dan grandes racimos de una fruta que se suele llamar «Conserva del cielo». El otro árbol siempre frondoso es el «Mocan», 6uyas melosas frutillas negras eran el principal regalo, de los antiguos isleños. El que ha brotado aquel otro vastago, orlado de gajos a la nía-ñera de los mecheros de una araña de luz, cuyas arandelas son de flores liliáceas, que liban las abejas, e^ una «Pitera», especie de «Aloe» o «Agave americana». Los extraños arbustos que están vistiendo. aquellos riscos, yienen a ser «Cardones», «Tuneras», «Guaidines»,\ «Aliagas » (vulgo «Alhulagas»), «Leñanoeles», «Tüginastés», «Verodes». Este empinado peñasco está cubiferto de la yerba «Orchilla»,. cuyo tinte es tan estip^ado. Entre.tanto viene a encontrarnos un. extranjero. Ea fel botánico^ y me dice: Canaa-iot ustedes pos.egn. ejx sus 10 PROLOGO , islas un «Cítiso» muy particular, que llaman Escobón: otro Cítiso no menos singular, que llamáis «Retama blanca», una «Retama amarilla de cumbre» que no,se conoce en ningún país... Lo mismo os digo de un «Hipérico » que llamáis «Maljurada»: de un «Kali Aizoi-des » qué llamáis «Patilla»: de una «Campánula» que llwnáis «Bicácai'o»: de una «Digital» que llamáis «Ajon-» jolí»: de un «Lorantbus» que llamáis «Balo»: de una «Rumex acetosa» que llamáis «Vinaf|,Tera»: de un «Qon-volvulus fructicesus» que llamáis «Guaidin»: de un «Palo de rosa» que llamáis «Leñanoel»: de una «"Bosea» yerbamora' que llamáis «Hediondo»: do un «Dracocéfa-io » que llamáis «Algaritopa» de una «Síempre\-iva» que llamáis «Oreja de Abad»... ¿Y'acaso pensáis que •vuestro «Mocan», vuestro «Marmolán», vuestro «Bar-busano », vuestro «Paloblanoo», vuestra «Haya», vuestros «Acebiños», son producciones de otros terrenos qtio los vuestros? Abrid los ojos y conoced vuestras sinsru-lalridades. Ambos me dejan, quedo solo; pero no, menos, acompañado y divertido. Si tropiezo con una piedra, la tomo en la mano, y como veo qiie es calcárea, porque hace con el ácido efervescencia, me aplico luego a conocer si es un «Mármol», o un «Espato», o una «Estalactita », o un «Alabastro». ^,l^o bace efervescencia, y herida del eslabón despide cbispa,s? Pues quiero ver 8) es «Pedernal» o «.Taspe», o «Pizarra», o «Cuarzo», o «(¡iranito», o «Asperón», n «Roca». ¿No hace efervescencia ni ar^-oja chispas? Pues veré si es «Yeso», o «Arcillosa» o «Arenisca», o una «Zeolita». Por otra parte conozco que las piedras «Cuarzosas» medió fcristali-zadiis que tomé en el Arrecife de'Canaria, por su peso, sus pajuelas de mina de plata y oro, no pueden dejar de ser metálicas. Quo ifrualmente e$ta de roca cenicienta) sembrada de innumerables puntitos sumamente brillantes, traída de la isla de la Gomera, es parecida a la mina de plata virgen, que Domare llama «Mina de plata azulenta». Qiie la,s otras son uñad «Piritas sulfúreas y cobrizas», y estas unos trozos- de mina de «Hierro puro», de «Hierro especular», y de «Hierro micá^ PROI;OC¡0 11 ceo», líodas atraíbles al imán. Que las piedrecitas que he encontrado en el cerro de la Atalaya de Canaria junto a la Caldera de Vandama, compuesta de muchísimos cristaíitos agrupados, regulares, negruzcos, relucientes y de notable peso, tienen el aspecto de aquel eemi-metal raxo llamado por log metalúrgicog «Wbi-fang » o «Tungstein», el cual sólo se encuentra en las minas de Ale^nania y de Boliemia, a no ser^, como juzgo. de mina de estaño crietalizíMlo. ¿ T estas raíces de cañas, y gajos petrificados y sonoros d» Laurel, que se desentierran en un cerro junto al lugar de Guía? ¿Y este pedazo de cardón «agatizado» del risco de San Roque en la ciudad de La Laguna? ¿Y estos grupos de garbanzos y petrificaciones de bojas de naranjo, castaño, parra, zarza, moral, ptc. de la Rambla de Tenerife ? ¿ Y las de viñátigo y acebiño del barranco de Guadalupe en Canaria? ¿Y estas impresiones de plantas y peces F ¿ Y estas «Dendritas» o piedras arborizadas* ¿Y cdufi conipiiestati de cla-cas y otras mucbae conelias lunriñas? ¿Y estas bellas estalactitas, estalagmitas, incrustaciones, y cristalizaciones de las grutas? Si me dedico a observar las tierras q«e casualmente piso, advierto que unag son «calcáreas»»- otra« «gredosas», otras «ocráceas», otras «saponáceas», otras «ferruginosas», otras «aluminosas», otras «nitro-eas*, otras «inicáoeas», otras «vitrificadas», otras «volcánicas »... y las arenas, ya son negras de finísimo hie-íTo, atraíbles al imán, ya blanca,? de fragmentos dé Conchas, que hierven con log áciclos, ya brillantes, compuestas de materias vitrificadas, ya de |as moléculas TQ-eadas de rocas, jaspes, cuarzos, granitos. No solicitan menos mi loable curiosidad las yerbas que deleitan mi vista. Arrancólas: saco mi lente: escaño ino su traza, el número de sus estambres'y pistilos, BUS cálices, pétalos, semillas, tallos, hojaai,. Ya t© «o-nozco . Tú perteneces a tal especie, a tal género, a tal <daae>, de pjiantas del sistema del gran Lineo, jr los bota- 12 PROLOGO nicps te llaman N. Réstame sólo saber qué nombre te dan mis paisanos. Encuentro un calador que lia muerto vua. «Aleaidon» con su escopeta. Registróle el pico, log pies, las uñas, la cabeza. Jas plumas, el color; y le digo; esta> ave es la que en castellano se llama «Pega .Reborda», en francés «Pie Grieche», y «Pica «Graeca» en latín. Preséntame un muchacho otros pajarillos que acaba de coger en una trampa. Señor, este es un «Millero»; y yo digo que es un «Pinzón»; este es un «Frailero», y yo digo que es un «Muscícapa», o «Papanioscas»; este es uu «Caminero», y yo digo que es un «Becafico» o «Zorzal». Pregúntame un exiropeo entonces: ^.y aqiiél pájaro que oigo gorjear tan suave, viva y gallardamente en la espesura de estos árboles? Ese es el que llaman «Capirote », especie de «Fauvfeta», que puede competir con vuesj tro «Ruiseñor», mientras ese otro Cjue vuela en solicitud del alpiste Cgrano originario de nuestra tierra) es un legítimo, «Canario».—¿Un Canario? ¿Y nace, y vive, y canta, y bace nido y procrea suelto en él campo y libre? ¡Qué rareza! Sigo mi paseo hasta la ribera del mar, y en el ínterin que unos pescadores embarbascan con la leche cáustica del «Euforbio» o «Cardón», un gran charco para amortiguar los peces; y que otros tratan de tirar hacia la orilla las redes con qxie han echado su lance: no qu^do yo ocioso, porque averigT.io la calidad de los «Cófe-Cófé» y «Barrilla», de los «Salados», «Lechetreznas», y «Perejil del mar», de la «Perpetua marina», y de otras plantas litorales... rtSacar.án ya á tierra los peces? "Qué cardume! ¡Qué variedad! ¡Qué belleza! La plata, el oro, la púrpura, la esmeralda, lo cerúleo, todos los colores, todpB los cambiantes, brillan en sus escamas. Observo atentamente según los autores ictioiogistas el orden, la colocación, la figura de sus respectivas aletas: veo la disposición de sus cabezas, ojos, bocas, dientes, cola, manchas, raya lateral, etc., y digo: este «Lebrancho» o «Liza», es un «Mugil cepUalus»: aquella «Palometa», PEOLOGttI ia és un «Scoltiber glaucus». Aquella «Galítoa», ^ un «Spaius Maena»: aquella «Picuda», UQ «ESOX spbyrae-na »: aiquella «Sama», un «Abramis marinus»: aquel «Paje tamboril», un «Tetraodon Honckenii». Regálanme u'n canasto colmado de diferentes mariscos^ cangrejo», conchas y otras producciones marinas de nuestras costas atlánticas. Entre ellas reconozco en el «Burgao», o «Burgado », llamado en castellano «Escaramujo», la «Nerita »: en la «Claca», la «Bellota del mar», o «Balanus maritimus»: en la que llama «Almeja» nuestro '^Tilgo, la «Oreja de mar», concha univalva, y en la verdadera Almeja la «Tellina», que no es sino bivalva o de dos conchas: en el «Pies de Cabra», el «Anatifa» o «Perce- Tcs»... Estos que tiepen apaiiencias de arbolitos del mar, cuya sustancia es córnea y como barnizada, los unos de color amarillo, otros rojos, otros negros, y otros de varias pintas, son unos «Litófitos» y «Zoófitos» agraciados, y aquel tan crecido, tan encarnado, ramoso, y oloroso, que llaman «Árbol de coral», no lo es por cierto, sino una preciosa «Madrépora», obra de menudísimos «Pólipos marinas», como lo son también estos «Confites de Canaria» celebrados en todo el mundo., '¿Y podré mirar con indiferencia tantos «Mixsgos» coma visten nuestras peñas, o arroja el mar en sus resacas a las playas? Distingo entre ellos los «Escaros», la «Carolina medicinal», las «Ovas membranosas», los «Fucos», los «Sargazos»... Otro día me pasearé por ios viñedos, los huertos y pomares, donde recogeré variedad de orugas, mariposas, crisálidas, insectos... Allí me traerá mi cazador el va-i leroso Alcón canario», la «Aguililla», el «Milano», el «Cernícalo», el «Gavilán», el «Buitre», la «Gaviota», el «Alcarabán», la «Pardela», el «Pato berberisco», la «Chocha», la «Abubilla»... y veré si en realidad, merecen estos nombres por tener los caracteres .que los omitologistaa dan a estas aves, , A fin, pues, de facilitarte este imponderable recreoí se te ofrece, /benévolQ paisaiiOi el presente índice dp 14 iPBOLOGO nusstras bósas naturales, em forma de Diccionario manual. Confiésote que no es más que una primera idea, )3g lo que puede llegar a ser, si hay manos que se apliquen a levantar el edificio; siendo adv^ertencia que los artículos que echares de menos, en esta nomenclatura, son los que a mi entender no se hallan en nuestra* (-Ja-uariaa, y que loa que vieren señalados con asteriaco o estrellita son privativos de ella«. Si tratas mi trabajo con de&dén, y dejas inútil este obsequio, malo' para tí; porque debes saber que todo tombre de juicio, después de haber corrido vanamente por los estériles sueños de la distracción, la ambición, la opulencia, la pfula; por los de la política, las armas, las leyea, el comercio, la erudición, la historia, lag humanidades, la heráldica, la..., no encuentra, si despierta de la pesadilla, y se desengaña, otro puerto, ni otra bonanza, ni otra consolación, ni.otra cesa sólida y de agradable estudio que la Naturaleza. I,o mismo le sucede a los Siglos. Después que sucesivamente se ocuparon en el miserable estudio de las caducas opiniones .y 'delii'ios de los hombres, $e acabaron dé desengañar en el nuestro, de que el de la Historia Natural, y de sus subalternas, la Agricultura, la Botánica, la Medicina, la Astronomía, la Física, la Química, la Economía, es el legítimo estudio de la realidad, porque es el estudio de las obras del Criador, y por consiguiente de su sabiduría y su omnipotencia, de su magnificencia, dé su providencia, de su bondad. ¡ Oii Dios I ¡ qué >^rodigrios I ¡qué estudio! DIOCIONARIO BE HISTORIA NATURAL DÉLAS ISLAS CANARIAS ABA ABADEJO (Gadus Pollachius, Lin, 439.) qué wl-gannent* se llama también ABAD. Es imo de log pee-cados más estimados de It» mares ^e miestras ifilas, con especialidad, los de la« aguas de las costas del norte» dtirante los Ineses del verano, y cuando todavía son pe-queñ<) B, tiernos y lácteos. Pertenece al género dq los «g«dus3» y a la clase dp los «yugulares», que llevan las aletas inferiores más delanteras que las del pecho. Su cuerpo suele tener de dos a tres palmos de largo, algo comprimido por los lados, cubierto de escamas l»equo-ñas, un poco verdinegras por el lomo, y plateadas por el vientre. La cabeza y el hocico aguzados, la fíente chata, la boca rasgada, la mandíbula superior más corta que la inferior; y ambas guarnecidas de dientes menudos, con dos tubérculos en el fondo del paladar, llenos de ellos, y sin aquella^s barbillas que tiene el «bacallao», y la ^merluza»; los ojos grandes y argentados, cubiertos de una membrana transparente y flexible; sobr? el )omo tres aletas a distancias iguales; las del pecho medianas, y aún más p-Kiupñas las del vientre; dos bajo del Uino, la una mayor que la otra; y la de la cola fiscctada en ángiilo entrante cemio la de la «golondrina». Por loa costados tiene una líoe» qiie forma curvatura por debajo de la primer» aleta del lomo, luego va corriendo por medio del cuerpo hasta la cola. L03 franceses diía a este pez el nombre de «Lieu», que en las costas le Bretaña y de Galicia se suele salar y curar a manera de bacalao. Los abadejos marchan en cardumes, siguiendo al que nuestros pescadores llaman <'abad6Jo-capitán, o rey de los abades», el cual se distingue de loa demás por su color, que es de un amarillo dorado. Siendo -^iJ-servación que prendido éste huyen todos loa del rancho, y no solicitan la carnada; cuando antes se mostraban sumamente voraces, y se dejaban coger sin dificultad. Se puede suponer que el abadejo-capitán, es quizás la hembra del cardume, a modo de la reina del enjambre 'de laa abejas. ABEJAS (Apis). Insecto conocido, tan útil y precioso por la miel y cera de sus panales, tan estudiado por los naturalistas, tan admirado de los ñlósofos, tan celebrado de los poetas, y tan favorecido en todos los campos y predios; se ha dicho que^ no era i.oaocido en nuestras islas antes de su conquista, sino soluiiietite en la de Canaria (1); así parece necesario que se ccntt-aiga a ella aquella especie de Plinio, hablando de las Afortunadas, «esse copiam et mellis» (2). No hay duda que entonces todos sus enjambres serían salvajes, porque tal ha' sido siempre el estado de las abejas antes que los hombres tratasen de civilizarlas, sacándolas de los huecos de los árboles, o de las hendiduras de las peñas, y atrayéndolas a log corchos y las colmenas de sus granjas.. Fué regular qvie de Canaria se llevasen a Tenerife, Palma, Hierro y Gomera, donde desde luego, a beneficio de la grata temperie, llegaron a multiplicarse tanto que ya en el año de 1511 eran las colmenas salvajes una de (1) Núñez de la Peña. Libro 1," cap. 4 p. 31, ;(2) Plinio, libro 6 cap. 32. ' ABE IT las rentas de los propios municipales Je Tenerife. No lian dejado de llevarse también aln^unas veces a Fuer-teventura y Lanzarote; pero jamás hdJi pioereívlo, a causa de que la violencia de los vientos nornordestes que rpinan en ambas islas, particularmenta de abril hasta octubre, impiden el vuelo a las abejas cuando buscan las flores (1). La miel d.e Canaria, qué es muy buena, se emplea por la mayor parte en la lábrica de turrón, y de rosquillas de alajú. Igualmente lo es la de Tenerife, con especialidad la de las abejsr.is de cumbres, donde encuentran los retamales blancos, qua abundan en fragrantés flores. Glas, en su des'iiipción de éstas islas, celebra la miel de abejas de la l'alma, particularmente la de las colmenas que están distantes de las viñas y de las mocan"eras, pues les dan .estas llores mal color (2): hace mención de la miel de la (jomera; pero pondera sobre todo.la de la isla del Hierro, en la cual las abejas se multiplican mucho, a beneficio de JOs excelentes pastos (3). Aniialmente se suelen cogev allí, sobre mil cviartillos,. y más de trescientas libras de cera, cuya miel es de superior calidad, sobresaliendo la de las col' menas del pago del Pinar, por hallarse todo su terreno alfombrado de espesos tomillos. Es esta una miel tan sólida que rota la vasija que la contiene, conserva su figura. Las colmena^ que se iisan en nuestras islas soa las antiguas, foiiíiadas de troncos de árboles socavados,' o de, cuatro tablas unidas, con su cobertura, mientras en Europa se ha ido inventando otras más -lómo'las, algunas de varios altos que sé pueden separar, y por consiguiente castrarse, sin que casi lo noten las abejas. El curioso, consultando los más útiles escritores-de la historia natural,de las abejas, se instruirá: de la indiíf-tria y régimen admirable que en una colmena se advi?r te; de cómo un enjambre que ordinariamente, coíista d^ (1) Glas. Descrij). of. Cañar. 0^ 3. p.. 193» (2) id Cap. U pág. 263. ,(3) id Cap. 12. pág^ 273. 18 &BE diez mil laoscaSj se compone de tres especies, a saber: de la m u a maestra o reina, que es la <iu,e por uiedio da eus huevecilloB procrea, dé los san ganos que los fecundan, y de las obreras que, sin sexo decidido, trabajan en atraer la miel de los néctares de las flores, la cera d^ los polvos amarillos de sus anteras, y el propóleo o betún amargo oon qué embarran el corcho, del jugo resinoso de las plantas; de cómo multiplicada la familia se separa «de ella nn nuevo enjambre; y de cómo, finalmente, «el ¡deben castrar con dirección e inteligencia ea primavera y gn otoño. ABEJARUCO (Apiaster). 'Ave de paso que suele aportar a nuestras islas en considetrábles bandadas, como e«j vio en la ciudad de Canaria en 1788, y en Mayo de I8OO4 [Pertenece al orden de aves que tienen cuatro dedos, 9é loeonalee él del medio está Tmido con él exterior hasta la tercera articulación, y con el interior hasta la primera. Su pico es negro, fuerte, puntiagudo y aguzado; loa iojos enoamadoe, la« patas parduscas, las uílas negras, el cuerpo largucho. Tiene bermoeo plumaje, vanado con los colcKree verde, verdemar, azul turquí, azul celfste y eastaóio. Aliméntase de los insectos que pilla al vuelo, especialmente de las abejas, de donde le Hene el ]>om-hm español; y de las avispas, que en francés !e han adquirido el de «guépiei». Los latinos no sólo llaman «apiaster» al abejaruco, sino también «merops». ABEJÓN (Bombitius). Abeja bastarda, que vemos volar «01 nuestros prados, haciendo con el batiente de las alas un irambido particular. Su cuerpo está cubierto de lina felpa de pelos largos y espesos, negros todos, menos por la parte inferior que son blancos. Las alas JampiBaa parecen transparentes. Son mayores que las abejas domésticas, y están dotados loe abejones de loe miemos órganos para la labor. Sug enjambres no exceden de cincuenta a sesenta individuos, y consta también de ma- CIJOB, de bembrais y de mulos, cuyo sexo es neutral. CJonstruven su habitación en fijorura de bóveda, con un musgo muy fino que acarrean con sua .lientus, y van 'ABB. 19 cardando y acomodando con las patas, i)ara cuya larea se colocan en fila. Después embadurnan la lióveda poí dentro con cieiia especie de cera, y se apliisan a üc^piar provisiones, libándole a las flores el néct-ar que depositan en un ventrículo o saquillo interior, ^us pañales se reducen a un conjunto de bolas irregulares hechas de una pasta enmelada, y en ella desovan las nembraji. ABOBITO. Véase Abubilla. ABOCASTO (Bruchus). Nombre que solemos dar en nuestras islas a una especie, de cigarra o langosta indígena de mayor corpulencia que la cigarra común. PB/- rece voz derivada de «brucasto» o *brugo» bastardo. yéase el artículo CIGARRA. ABREPUÑOS. Véase «Adelfilla». ABRIDERO. Véase Durazno. ABRÓTANO (Arteñnisia Abrotonum). Planta de la familia de las «artemisias» y del género de los «ajenjos». Es un arbustillo de dos o tres pies de alto, leñoso, recto, acanalado, ramoso y fácil de romper. Sus hojas aon nu-mei'osas, recortadas en jironcitos capilares de un verde blanquecino, y de un fuerte olor aromático. Las flqres pequeñas, amarillentas, dispuestas en ramillos, soi^ flos-culosas, y sus cálices sé componen de escamas redondas, apiñadlas, con el receptáculo lampiño, en lo que rejyu-larmente se distingue del «ajenjo», pues éste lo tiene bel loso. El «abrótano» es el que solemos llamar «ajenjo morisco». Críase en los altos, y su calidad es acre, amarga, tónica, estomacal, emenagoga, vermífuga, carminativa, diurética, detersiva, repercusiva... El jugo de s\u8 hojas, y la lejía de sus cenizas, tienen la virtud, como se cree, de hacer crecer los cabellos. TJOS franceses le dflJi el nombre de «aurone» macha, a diferencia de la hwn-bra que llaman «santoline». Pertenece a la «singenesia polififamia superfina». Véase Ajenjos. ABUBILLA (Upupa). Ave que abui^da en nueátrae Canarias, y que se llama comunmente «al^bito». Es del tamaño de un «mirlo», y su peeo no excede ¿¡e tres on- WB. Su mejor distintivo eg el de jina btunoosa, ci^ta. 20 ACE compuesta dé una doble fila de plumas de dos pulgadas pn fonna de garzota que voluntariamente levanta. Estas ' plumas son de color rojizo, y todas rematan en una mancha negra. La cabeza, cuello y pccliuga, son casi del mismo color rubio. Las alas están taraceadas de lis- , tas largas, blancas y negras: lo demás del cuerpo es de un blanco parduzco. Tiene las piernas cortas y los pies largos. Pertenece al orden de las aves de cuatro dedos, .enteramente separados, tres hacia adelante y uno hacia atrás; y a la especie de las del pico cumplido y aíilano con alguna curvatura en. el estremo. Las «abubillas» no vuelan en b^iJidadas; buscan log parajes desiertas, elevados y de regadío, en donde encuentran locs insectns y gusanillos de que se nutren. La hembra pone de cim-tro o cinco huevos cenicientos y trps veces al año sobre el polvo de los huecos de los árboles, o de, I03 agu" jeros de las peñas. Su vuelo es rastrero y se posa en el suelo, ordinariamente sobre las paredes, donde su modo de andar es poco agraciado. Cógense ton dificultad en redes y falsetes, pero como no hnyen del cazador, cualquiera que les tira las mata. Sus polluelos se pueden criar a la mano, sin otro cuidado que el alimentarlos con carne cruda, pues aún las abubillas grandes, cuando las cogen, se acostumbran sin mucha pena al cautiverio, y se f.amiliarizan y cazan musgaños y moscas; pero son puercas y exhalan mal olor, lo que no quita que en algunos países lag coman y !as tengan por vianda delicada. La abubilla se llama «huppe» en francés. ACACIA. Véase Azomo. ACANTA. Véase Giganta. ACEBIÑO (•) llex Aquifolium Maderensis, «Lam.»)' 'Árbol siempre verde, bastante robusto y descollado, de que abundan, los montes de Canaria, Tenerife, Palma, Hierro y Gomera. Es una especie muy pai-ticular de «acebo», indígena y propio de nuestras islas y de la de la Madera, de donde se ha llevado a algunos .fardinee botánicos de Europa, por lo que el autor de la Enciclopedia Metódica lo llama «ilex maderensis», y aún entre nosotrpa lia prevalecido el nomjjre portugués dé «ace- AGE 21 bino». El aceljo común, (que no existe en .nuestro país)', es árbol pequeño, de hoias angulares, ouileadaa y rib» teadas de púas por el contorno, mientras nuestro «acecino » se eleva más de 25 pies, y son sus hojas f^asi redondas, con pezón y una corta punta, llanas, firmes, coriáceas, lustrosas, lampiñas, enteras, sin púas, coa solo tres dientecillos agudos por cada lado de su margen, teniendo algo más de dos pulgadas de largo, y una y media de ancho. Estas hojas, casi como las ramas, son alteraas-, y las flores nacen de sus encuentros, ya de una en una, ya de dos en dos, y ya de tres en tres sobre largos- pedúnculos, formando racimos vistosos, porque BUS frutos son unas bayas pulposas, redondas como cerezas, primero verdes, luego amarillas, después muy encarnadas y por último negras, llenas de un jugo glutinoso, coii cuatro huesecillos larguchos acanalados. M cáliz de las flores consta de cuatro pequeñas divisiones obtusas; la corola de cuatro petalitos redondos, cóncavos" y abiertos, cuatro estambres, y otros tantos ovai'ios, por lo' que pertenece ésta planta a la clase «tetrandria t«etraginia». Su corteza exterior es parduzca y la interior amarillenta. Eeprodúcense ferazmente de los renuevos que brotan de sus raíces; y como su madera es ¡blanca, sólida, y pesada, la mejor para tomar la tintura negra y recibir el más perfecto pulimento, la estiman mucho los carpinteros y ebanistas. De la corteza interior del acebo Sacan en Inglaterra una excelente liga para coger pájaros; y en Córcega tuestan I09 huesecillos de las bayas, las muelen y las toman con el café.- Erotando con estas mismas bayas maduras la madera pulimentada recibe una especie de barniz lustroso y duradero. Véase el artículo Haya. ] ACEBUCHE (Oleaster). Olivo silvestre, ^ndador primordial de todas las especies de olivos, a cuyo estailo vuelven cuando se giembran los huesos de las aceitunas cultivadas. Nace y crece espontáneamente en los montes 'de Canaria, Tenerife, Palma, Hierro y Gomera, y aún en Ev-erteventura, Es árbol de mediano grandor, bien que en el monte «Leutiacai» de Canaria log hay muy, 22 ACE • ¿escollados. Su tronco, por lo regular, es recto, de corteza lisa a los principios, pero áspera y escabrosa en la Tejez. Sus ramas son menos pomposas que las del olivo, y sus hojas más pequeñas, más duras, más nerviosas y blancas, así como su tronco es más recio y de color más obscuro. El acebuche florece en abril y mayo. Cada flor consta de un cáliz pequeño encanutada con cuatro dien-tecillos; una corola de una pieza dividida por el borde en cuatro recortes, de color blanquecino, dos estambres y ur^ ovario casi redondo, qu« es la aceituna, priinero verde, y- en su madurez negruzca, peqiieñita y amarga, <3e la cual se puede extraer un aceite fino. Nacen la^ dichas flores de los encuentros de las hojas, pendientes como un racimillo de un j)ezón común. Su lefia es exquisita para el fueg-o, pues arde aunque esté verde; y su madera a propósito (jara ejes de carretas, aperos He labranza y otras obras de carpintería. También se baceu de sus f?ajos unos bastones manuables, o bien lisos, o bien nudosos de que hacen uso los petimetres^ Multi-plícaíe el acebuche de los barbudos que arroja su rai¿. o de los huesos de sus bayas; puede convertirse en oliva franca si se beneficia con esmero, pues rendirá entonces un fruto mayor y más copiqso, o si se le injerta de escudete en abril o mayó sobre uno o dos Rajos nuevos, cortándoles todoá log otros. El «acebuche» pertenece a, ^a «diandria monoginia». ACEbERA. Véase Vinagrera. ACELGA (Beta vulgarjs). Hortaliza bien conocida én nuestras islas, Uamatla también en Castilla «remolar-cha bláncaJ». Su^ tallos se levantan casi dos codos, y soa acanaJadqs y ramosos, con hojas largas de más de an palmo| acorazonadas, anteras, jugosas y prolongfidaai sobre un pezón cumplido^ esposo, pálido o verdoso. Su raíz que tiene la figura de un huso, es pulposa. blauCa y largucha. Sus flores están reducidas a cinco ostambreB ein pétalos, y dos ovarios sobro un cáliz dividido en cinco puntas obtusas, cuyo fruto son dos semillaa \ de hechura de riñon. E§ planta, que dura dos ?i&os. Sua ^9" AGE ^ jas pasan por emolientes, diluentes, laxantes; al paSo qu^ el zumo y la raíz son un estornutatorio eficaz. Abunda también en nuestras islas otra especie de «acelga» silvestre, que Lineo apellida «beta marítima», porque ama las riberas del íiiar. Tiene los tallos sarmentosos, acanalados, lisos, un poco rojizos, largos, a vecee de cinco pies tendidos por el suelo y vestidos de hojas alternas, enteras, lampiñas, de hechura de corazón puntiagudo, largas de dos pulgadas, blandas, un poco jugosas sobre un pezón estriado de pulgada y media. De loa oncueintros de las hojas, nacen las florecitaa de dos en dos, o de tres en tres, sin pétalos ni pedúnculos, pues se reducen a un cáliz hemisférico, orlado de cinco pi-quilloS negruzcos, distantes unos de otros, cinco estambres y un ovario, con dos estilos o punteros, dcmde se encierran las semillas. Tenemos igualmente la «beta cicla», 'de hojas oomq de hierro de lanza, apezonadas en el pie de los tallos, pero sin pezón en las ramas, y con unae espigas muy cumplidas de florécitas apiñadas de tres en tres, y de cuatro en cuatro. Cultívase asimismo en nuestras Canarias, 'a otra preciosa acelga de color rojo, llamada «be-terrada », y en Madrid beterraga. Véase este artículo. ACEITE. Nombre que damos a diferentes sustancia», inflaniables más o menos grasas, más o menos fluida* que extraen ya de las plantas por expresión o destilación, y ya de algunos animales por liquidación. JiO» aceites que conocemos en nuestras Canarias, como producción del país, son de los vegetales: el de «oUvo», d de «ricino o palmacristi», llamado vulgarmente «tártik-go », el de «acebnche», el' de «almendra», el de «nnM», el de «linaza», Í J de «lentisco»; y de los animales: el de «pardela», y el de «quelme», y otros pescadcs de «ita clase. La cosecha de aceite de olivos es peculiar del territorio de Agüimes y de Tirájana en Canari^i, cu.va calidad es buena, pero de poca consideración para el abasto. El aceite de «tártago», pudiera ser abutidantí-s| mo en nuestras islas. Vista la suma facilidad con que 24 'ACE el «ricino» o «palmacristi» se propaga, aún en los terrenos más ingratos; la bella lozanía que adquiere en poquísimo tiempo; el fruto que rinde casi desde qué nace, y que no retrae en casi todo el año, y las buenas cualidades que tiene por su consistencia, su color de ámbar, su duración y sus utilidades para el,alumbrado, las Oirtes, y la medicina. Del acebnche se extrae también alg'ún aceite, como también de la almendra, por expre-eión, para el uso de las boticas, de la nuez y linaza para los pintores, del lentisco para loa pobres, y del laurel, aquel aceite verdoso y craso de que se suelen hacer ver las fragrantés. El proyecto de connaturalizar en nuestro país el.aoei-tfi de la semilla del «colzat», especie de col silvestre de qup recogen larga cosecha en Alemania, Flandes e Italia, obligó a que se imprimiese en Tenerife, año 1786, Ife traducción de una memoria toscana sobre el cultivo de esta planta, sin ningún efecto; pero hubiera sido sin d[uda, pensamiento más asequible, el de animar a estos naturales a aprovechar aquella innumerable cantidad de granulas de uva que se desperdicia todos los años, de las cuales se extrae en Italia un buen aceite. En él año de 1782. se publicó una memoria impresa en Ségovia, sobre este ramo de economía, manifestando el mejor modo de recoger lag gran illas, luego que se ha hecho el mosto; de limpiarlas, molerlas, sandocharlas y exprimirlas en prensa dentro de saquillos de crin. Cada diez libras de granula da una de aceite de color verdoso, que sirve para el alumbrado. El Diccionario de Agricultura 3el abate Eozier asegura que el aceite que se extrae de la graailla cruda, es el mejor; y que después se puede proceder a sacar otro de inferior calidad, siguiendo el inétodo italiano. ACEITUNA (Olea). Fruta del olivo, la cual es de alguna consideración ©n Agüimes y Tirajana de la isla de Canaria, donde s© exprime su aceite en un molino, sin contar con otras que para el regalo de las mesas se ado))an^ Las a^eitujias de Agüimes son de la esp^ciie , ACH . 25 es grato cuando están bien aderezadas: entre las de Tira-jana hay algunas grandes de la casta de las de Andalucía. Parece que en el pago de la Atalaya de la misma isla, hubo un olivar de la especie pequeña arqueada y negruzquilla, que llaman «olea fructu cornis», y se trae de Mallorca. A C Í B A R (Aloe). Jugo gomo-resinoso que se extrae íde las hojas o pencas suculentas de la planta aloe, que vulgarmente llamamos en nuestras islas «zabila». Es Bumamentfe amargo; y sabido el uso que en las boticas fie suele hacer de esta droga, bien que todo Su modo de obrar es arriesgado, y sólo loable su aplicación exterior-mente para contener el caries de los huesos. Véase Zabila. t ACHICORIA (Cichorium). Planta silvestre que co-munmente se llama «almironee» en nuestras islas. Su tallo se levanta cosa de pie y medio; y es redondo, firme, recto y ramoso con hojas alanzadais, recostadas, dentadas, alternas, guarnecidas de un nerviecillo dé alto a bajo. Sus flores son de un azul celeste, semiflos-culosas, sin pedúnculos, colocadas en los encuentros de las hojas y extremidades de los tallos. Es planta medicinal, amarga, estomacal, muy aperitiva, propia para . purificar la sangre y corregir las obstrucciones. La «escarola » o «endivia» es también una especife de «achicoria », que apellidan «cichorium intybus» los botánicos; y aunque muy cultivada en otros países, por lo blanco, suave y tierno de las hojas, rara vez se suele encontrar . en nuestras huertas, lo que es una indolencia culpable. Pertenece a la «singenesia poligamia aequalis». ACHOTE (Mitella. Lin.). Árbol americano de cuya granilla se extrae por infusión una fécula o pasta de que se usa para teñir de naranjado. Cultívase en las islas Antillas, y yo he visto alguno en la» nuestras, señaladamente' en Dante de los Silos en Temérife. Es árbol de^buena estatura y de copa frondosa. Sus hojas sobre pezones largos aon grand.es^ lisas y de un bello 26 ADO verde con venas nervosas y rojizas. Las florea de fcoloE pálido sin Sabor ni olor, constan de cinco pétalos cortados en muchas tiritas capitales, diez estaanbres y dos ovaricB, cuyo fruto es un pequeño erizo de color rubio y de figura de corazón, el cual se abr© como una caja !Bn doa mitades, y encierra porción de granulas piramidales de color de ladrillo. Tournefort y Lineo dan a t„td árbol el nombre de «mitella», los indios «urucci». En francas «roucou». Pertenece a la «decandria diginiai. ADELFILLA (Epilobium Camaenerium. Tournef.)^ planta llamada en Tenerife «abrepuños», y que se cría en algunos parajes sombríos, húmedos y cercanos a loa firtoyos á» nuestras islas. Sus tallos crecen hasta dos.o tres pies, y son redondos, bellosos, rojizos, medulosos por dentro, recios hacia el tronco, ramosos y vestidos de hojas en manojillos altemos. Estas hojas que tienen dfi cinco a seis pulgadas de largo, y menos de una de ancho, son parecidas a las de «adelfa» o «lauro-rosa»», puntiagudas con dientecilloa poco perceptibles pM" "U contomo, de un v^rde blanquizco por debajo, blandujas, bellosas. Sug flores nacen en los extremos d^ loj tallos, formando ramillertes. Compónese cada una de un pedúnculo dé media pulgada de largo; cáliz de cuatro puntas; cuatro pétalos hendidos de color purpúreo, lar^Ti-chilloe; ocho estambres de los cuales cuatro son más pequeños, y alternan con los otros mayores; y un «vario que no parece sino la continuación del pedúnculo, y] que por eonsigniiente es inferior ai cáliz, terminando dentro de éste su «estilo» o puntero en una como borlilla granujienta, cuyo fruto es una vaina cumplida, delgada, cuadrilateral, cargada de semillas, con vilano plumoso.. Pert«néca a la «octandria monoginia». ADONIS (Adonis Aestlvalls. Lin. 771), Planta que nace anualmente POT la primavera en medio de ios trigos de nuestros campos de Canaria. Es conocida en Francia con el nombre de gota dp sangre. Pertenece a ia la-tuilia de las renúnculas. Su tallo es liso, acanalado y tatnosQ. Tiene poco más de un pie de altó. La« hojas ADO 27 eon largas, todas recortadas en tiritas menudas a modo de manzanilla. Lag flores se presentan en los e-strethos de los tallos, y consta cada una de un cáliz de cinco ao-juelaa moradas; seis a ocho pétalos aovados de un color purpúreo obscuro; crecido número de estambres; y muchos ovarjos en figura de pina. Pasa por planta aperitiva y sudorífica; y por la Hermosa traza de sus flores digna de que se cultivase en nuestros jardines^. Pertenece a la «poliandria poliginia». i ADORMIDERA (Papaver). Génerp de planta de flor como la rosa, que se cría espontáneamente en nuestroa sembrados. La adormidera de flor roja es la «amapolas- Véase esta palabra. La de flor blanca, tiene su tallo de cuatro o cinco palmos de alto, que es recto, delgado, liso, ramoso, guarnecido de hojas de seis pulgadas de largo y tres de ancho, recortadas en jironcitos, puntií^- gudas con dientpcillos desiguales por el margen, un poco ásperas y de color de verdemar, abrazando el tallo por su base. Las-flores son grandes y nacen en los extremos de los tallos, desnudos dp hojas. Consta cada ,una de un cáliz de dos piezas cóncaVas, caedizas, cuatro pétalos blanquecinos, manchados de rojo en su ^ase, redondeados y caducos, gran número de estambre» y tin ovario, cuyo fruto es un copón o cajilla hemisférica por abajo que ata por arriba, y coronada de un chapitelito llano, con rayas que forman una estrella. Enciérrase en eata cajilla crecidísima cantidad de simientes menú-' das. Las cabezuelas y hojas de la adormidera, narcóticos, antiespasmódicas,^ y sus simientes dulcificáatefl y anodinas. En nuestros huertos se suelen cultivar, con. el nombre de «mari-moñas», unas adormidera» dobíes, cuyos pétalos numerosos afectan variedad de colores, pues las hay de flor blanca, de flor color de rosa, y de flor encarnada con manchas amoratadas, junto al pedúnculo. Las hojas son más anchas y de un verde máa pálido que el de la adormidera común, pero sus flores eos de solo Un día. Pertenecen a la «poliandria monogi-nia ». La adormidera blanca es el «pa^aver somaiferum» 28 • AGE de Lineo, y su jugo, coagulado se conoce con el nombre de «opio». ÁGATA (Achates). Piedra fina de chispa que sólo sé distingue en tener mayor transparencia. La hay blanca oriental, y occidental de variog colorea. Poseo en bruto un pedazo de la esi>ecie oriental hallada en Guía de Canaria, y otra traída de Fuérteventura. ACERATO (*) (Ageratum). Planta de nuestros campos, que sólo se distingue del «eupatorio» en que carecen de vüanoa plumosos sus semillas. Su tallo suele sei; de pie y medio de alto, rsimoso en la parte superior,; delgado, acanalado y ligo con una hoja en &1 nudo de cada rama, la cual hoja es de tres pulgadas (le diánietro y medio de ancho, lampiña, orlada de algunas puntitas obtusas, y sin pezón. Sus flores fiosculosas, amarillas, nacen solitarias en los extremos; cuyo cáliz común se compone de muchas escamillas larguchas, delgadas, iguales, un poco arqueadas, dentro del cual están contenidas las semillas, que al tiempo dé su madurez, sé abren a manera de un biznaguita, compuesta de pajuelas negruzcas, esquinadas, y coronadas de cinco pelos separados entre sí. Lineo da a esta planta el nombre de «ageratum ciliatum», especie que el autor del Diccio^ nario Botánico de la Enciclopedia Metódica, confiesa que no conocía, porque no había visto ningún agerato sin bello; y aún pensó que uno que se cultivaba de tíop azul en el Eeal jardín de París, aunque no del todo lampiño, pudiera ser el «ageratum ciliatum» de Lineo, que a la verdad no es otro que el -de nuestras islas. Pertenece a la «singenesia poligamia aequalis». AGF^ACERA (Agresta). Especie de parra cuyas uvas casi nunca maduran bien, pues aunque maduren, siempre permanecen como en agraz, porque conservan un ácido que no permite se haga vino de ellas. Críase en latadas o sobre árboles para que sostengan los racimos y sus delgados y rojizos sarmientos, vestidos de pompo* sas hojas profundamente recortadas; forma gratas -pío»-. rietas. El zumo del agraz eirve para condiment&r las AGU 5i9 viandas, hacer sorbetes, jarabes y gelatinas excelentes. En la medicina tiene un uso loable por su cualidad* astringente, refrigerante y antipútrida. Los antiguos I» daban el nombre de «ompbacium». También el jugo de la uva dulce, antes de madurar, tiene iguales virtudes. AGUA (Aqua). Precioso fluido que después de haber estado siempre reputado por verdadero elemento, ha descubierto la química moderna, con grande asombro, que no es sino un compuesto de los gases «hidrógeno » y «oxígeno», en los cuales se resuelve. Nuestras islas, con especialidad las de Canaria^ Tenerife, Palma y Gomera, fueron favorecidas de la naturaleza con las mejores aguas dulces y potables de sus fuentes que las eaeian, riegan y fertilizan. No hay propiamente ríosi pero hay arroyos caudalosos, hijos de manantiales, perennes, sin contar con otros periódicos en las temporadas de lluvias. La calidad de sus aguas, por punti) general, es salutífera, si bien algunas fuentes sobresalen en lo puro, delgado, frío y cristalino. En.Lanzarote es donde los manantiales vivog son muy escasos, y sus naturales se proveen de la gran mareta o hidrofilacio de las lluvias, o de las albercas y norias. Todavía son más escasos en la isla del Hierro, pues sólo ae abastecen de las aguas del cielo conservadas en muchos charcos artificiales cubiertos, habiéndose arruin,ado aquel tan decantado «árbol destilador», digno de perpetua memoria. En Fuerteventtira hay algunas fuentes, pero no. pasan por muy dulces, y tienen algo dé salobres las .aguas de los pozos, que en cualquier paraje que se abra, se encuentran muy someras. Véase Fuente. - AGUA AGRIA (Aqua acídula) o agua mineral acídula, d© que tenemos en nuestras Canarias distintas fuentes, merecedoras como en otros países, de particular atención. Las aguas agrias de Tenerife, están en el' distrito de Chasna, sobre las alturas de las bandas del sur. Las más notables de Caíiarias Son las de Teror, la de Tplde, la de Guia, la de MaÍMC en, Agüimes, Id 30 AGU de la Montaña del Eapador y la de Tinoca en la Costa de Lairaga, que brotando dentro del mar a corta distancia de la orilla, en lo más alto de una peña, se precipita en dos cascadas el agua. Por el examen analítico practicado en la fuente agria de T«ror, y en la del Valle de Casares en Telde, se puede venir en seguro conocimiento de que estas aguas están aciduladas por la mezcla y disolución • en ellas de un «aire fijo» o «gas» do tierra caliza, llamado ahora «gas carbónico», principio ignorado hasta estoa liltimos tiejnpos, y cuyo descubri-mienío ha disipado las varias copjeturas que sobre el espíritu que anima tales aguas, se solían hacer. Láe de nuestras fuentes son cristalinas, sin ningún olor ni color, y de un agrio que por el picante y agujitas que s4 perciben sobre la lengua, pudiera compararse al de la sidra, o vino nuevo que no ha acabado de fermentar. Al salir de los manantiales se presentan acompañadas de innumerables ampollitag de aire, de suerte q\ie vina botella de cristal mediada de estas aguas,' si se le agita con alguna viveza, y con el dedo se le tapa la boca, se lleii^ al punto de una infinidad de burbujitas dé gas, que' desprendiéndose sucesivamente, suben a desvanecerse en la superíicie, o se pegan como aljófares a las paredes del vaso, hasta que apartando el dedo salta aquel aire con mucho ímpetu, a manera de la espuma de la cerveza cuando se retira el tapón. El agua diáfana de MI viva mezclada con lag de las fuentes .agrias, se pone de color de leche, a causa de que el «aire fijo» o el «saa ácido» de éstas, teniendo gran' afinidad,con las partículas de la cal disuelta, se combina y abraza con ellas, haciéndolas visibles hasta que precipitándose por su propio peso al fondo del vaso, vuelve el agua a aclararse y a ponerse tan transparente como antes; pero como el ácido se precipita también con la cal, queda por consiguiente el af^na casi tan dulce como la común. Este 1 ^ o fluido aeriforme no puede servir para la respiración 3e ningún viviente, ni para que arda en él ninguna , llama: de aqtií es, que recofridc dentro de algún botijón Soudfi el agua agria ha sido agitaba, ñ se me^e 'en su 'mv¡ • 31 jBóca naa Bujía encendida, al instante se ápapi, y ftae !Sn convulsión y asfixia cualquier pájaro. Es admirable la facilidad con que se puede despojar al agua agria da su ácido para acidular otra agua dulce con él, y -volver a extraerlo de ésta para restituirlo a la otra. A este fin Be puede ver una memoria presentada a la Beal Socied.ad' Económica de Canaria, sobre la fuente agria de Te/or,; año de 1786. En ella se manifiesta, que no tiene en disolución sino pocas partículas de hierro y de sal comünj En la de Guía abunda más este metal, y bien se echa 4© ver por ©1 sedimento de ocre amarillo que deja en lá tierra por donde corro. La de Teldp contiene además lilguna magnesia blanca, que la hace amaneante y por consiguiente laxante, aperitiva y purgant*, digna >le aprecio. Sabido éB, que teniendo semejantes aguas acídulas la virtud antipútrida, esto es, de corregir la putr^-" facción de los humoreé, se usan en Europa, con teco-jnendable utilidad para las dolencias que »B originan 9e igual vicio; igualmente que para la de inapetencia,' 'debilidad de estómago, obstrucciones, colores pálidos, opilaciones, flores blancas, etc. AGUA-MALA (Aguamala, Pulmo Marlnus) llait&aaa también AGUA VIVA, especie de zoófito marino que los A A., españoles llaman «pulmón marino»,* por parecerse en el color al pulmón de los animales; los frün-ceaes «ortie nageante» y «gélatine de mer», por la *1i8- tanvia de que está hecha; los italianos «capello di maí*»» esto es, «sombrero de mar»; y los portugueses «ftgtta mar», de donde los canarios tomamos sin duda el aoai-bre de, «agua-mala», con que es conocido este TÍTiMite, •n nuestras costas. Su figTira, que eS' plana esfé^ca, se compone de una sustancia esponjosa,, lustrosa. tt%o transparente, de color cambiante o tornasolado, nueca, hundida por el medio,' con ocho patitas a qianeni de pulpo. Véselas flotar frecuentemente sobre la« aguas, impelidas de las mismas olas, sin que se note en ellas más movimiento, que el de contraerse algón tanto cnan- 'áo sp 1 ^ foca; siendo nec©sarie guardars» muy bien áo 32 AGTT, I llevar luego las mnrios a los ojos, porque lo que sólo es en ellas una ligera comezón, cuando se les manosea, es en los ojos un escozor como de fuego. Sé asegura que una varita untada con la sustancia de agua-mala, brilla como luz fosfórica en el oscuro, y que siempre que 6e ven muchas ñafiando y relumbrando sobre el mar, es presagio de alguna próxima tormenta. Una agua-mala arrojada en la arena, se va deshaciendo en agua y consumiendo poco a poco, sin dejar rastro algnino de su 63 istencia. AGUILILLA (Aquila Nevia). Especie de águila pequeña muy común en nuestras Canarias. La que tengo a la vista tiene,tres palmos y medio desde la cabeza a la cola, y ,vara y media de un estremo a otro de las alas, cuyas puntas se extienden hasta casi el fin de la cola. M plumaje de las alas y espalda está manchado y taraceado de blanco, gris, negro y leonado, al paso que el de la parte inferior de la pechuga, vientre y mvislos, es blanquecino y castaño con filetes pálidos, y unas man-chitas cumplidas de color gris. La cabeza que es abultada, 8e muestra vestida por igual de plumas delicadas del mismo color. Su frente es plana y espaciosa; los ojos grandes, hermosos, con iris dorados, y una larga pupila; las* membranas de las narices, amarillas, con pe-loe negros muy finos y remolinados por un lado y otro; el pico negro con la mandíbula superior encorvada sobre la inferior. Los pies y sus cuatro dedos amarillos, con uñas negras, largas, corvas y afiladas; los muslo» Cubiertos de mucha pluma hasta I09 pies; doce grande» plumas en la cola, de las cuales son mayores las de los extremos. Anida en los altos rijjcos de la cumbres., Es ave de presa, aunque los AA. la reputan por la meno» valiente de las águilas. Viiela dando clamores lamentables, por lo que le dieron los antiguos el nombre dé «águila quejumbrosa». Se arroja con ímpetu sobre pájaros, gallinas, palomas y otras aves pequeñas, y aún devora c/>nejos, ratones y cuantas sabandijas encuen-tra; eia esibargo ng es difícil el domesticarla. AJÍ 33 AGUJA (Esox bellone. Lin.). Pescado de los mares de nuestro Océano Atlántico, llamado «bellone» por Aristóteles y Plinio, «acus piscis» por Salviano, «acua vnlgaiip» por Aldrovando, «orfe» y «aiguillette» por los franceses. Su cuerpo es delgado, largucho y rollizo menos hacia el vientre donde es chato. La cabeza aplastada con un hocico o pico prolongado, aguzado y sutil, excediendo la mandíbula inferior a la de arriba, hasta terminar en una sustancia ternillosa. Tiene armadas ambas quijadas de \ina multitud'de dientecillos muy finos; membrana a diferencia de otros peces; las aletas del pe* cho de trece radios, las del vientre de seis; las del ano de catorce; y la del lomo de diez y ocho. Su cola está escotada en ángulo obtuso. El color de sus escamas es de un azul plateado. Su tamaño, por lo común, es de media vara; bien que se suelen pescar en nuestras costas las mayores que los ictiologistas conocen. Estas «a^rti-jas » son de carne Iblanca, tierna y sabrosa, a pesar de la dureza f sequedad que Rondelecio las atribuye. Las que se pescan en las aguas de la isla del Hierro, pasan por las más delicadas. Tíadan en cardiimes. Sus espinas, luego que se han cof^do, toi^an un cierto color verdoso. Pertenece este pez al género de los «esoces» de Tjineo, y a la clase de los «abdominales» que llevan las aletas' del vientre un poco más atrás que las del pecho. AJILLO (GladioluS), Planta que se cría abundantemente entre nuestro trigos, y alegra con sus flores encarnadas los campos. Llámase en castellano «yefba-esto-qup », y «glayeul» en francés. Su tallo es herbáceo, delgado, recto, fistuloso, lampiño, con un viso rojo. Lleva tojas largas 4é dos palmos, angostas, nervosas, lisaf, ^puntiagudas, parecidas a la hoja de una espada, abrazando- el tallo por su base como una vaina; en el extremo de él nacen las flores formando espiga, distantes unas de otras, y a veces colocadas todas de un laxlo sin pedúnculo. Cada flor consta de cinco pétalos de color carmesí, larguchos, desiguales, unidos los fres stiperio-rea, y loa ísferipres gxtgaáidos^ trgs estambres can ante- 34 AJO ras o borlas mayores que los filamentos; y un ovario con un estilo o puntero delicado, más cumplido que los estambres, y coronado de un estigma o remate de tres puntas, cuyo fruto es una cajita de tres celdas llenas de simientes redondas. La raiz del ajillp ea pulposa: lavada y raspada en agua, da un almidón tan bueno como el que se haoe de trigo. Pertenece a la «triandria mono-ginia ». AJO («Allium savitum». Lin.). Hortaliza conocida y común en nuestras Canarias. Sus flores scm liliáceas y estrelladas. Nacen en ramilletes envueltog en una ga-rrancba membranosa. Cada flor consta de seis pétalos largos, angostos, cóncavos y derechos; s^s estambres; y un ovario algo piramidal, donde se contienen mucliM semillas negruzcas y redondas. Las hojas salen de la raíz abrazando el tallo, el cual se lervanta pie y medio, y es hauy rollizo, así como ellas son largas, huecas, densas y puntiagudas. Las cebollitas o cabezas que forman la raiz del ajo, se componen de muchos cachos o dientes, •cubierto cada uno de su túnica blanca rojiza. En estas islas sobresalen por su tamaño los ajos que se crían en la Gomera, con el nombre de «canarios», pues algunos suelen pesar más de media libra. Esta raiz bulbosa de olor fuerte y de sabor cáustico, está dotada de una virtud madurativa, antistérica,' diurética, vermífuga, y propia para excitar la insensible transpiración. Aplícase en la hidropesía de pecho, en el asma pituitosa, en la tos catarral, en la diarrea por debilidad de estómago, y en los cólicos ventosos, de modo que ye ha solido Ha-mar la triaca de los pobres, para quienes es igualmente la más amada especie con qiie condimentan sus viandas, fün embargo de todas estas cualidades, Sabemos que los griegos miraban al ajo con horror, y que Ovidio oonv-puso un poema maldiciéndole. AJO-PORRO (Allium porrum. Lia.). Planta que se cría espontáneamente en medio de nuestros sembrados. Su raiz forma una cabezuela más pe(|ueña que la del ajo coman, compuesta de dos cachos Q cébglhtas, y fo- AJO 35 rrada en túnicas blancas, lisas, delgadas, puestas unas sobie ott-as. Estos cacLoa se van extendiendo y reduciendo a hojas a lo largo del tallo, las cuales son un poco densas, verdes, llanas con un canalizo. El tallo suele tener seis palmos y medio de alto; es redondeado, liso, desnudo de hojas por la parte superior, y lleva en su remate como una pina redonda, cubierta con una garnacha me:ubranosa. Compónese esta pina, de un crecido número de florecitas blancas o rojizas, sobre largos pedúnculos aparasolados. Cada flor consta de una corola de seis pétalos; seis estambres, de los cuales tres son mayores, y todos rematan en tres puntillas y un ovario, cuyo fruto es una caja suculenta, entre globosa y triangular, cubierta de una cascarita de color de perla.: El olor de esta planta participa del de la cebolla y del ajo común. Es incisiva, diurética, pectoral y emenagoga. Puede servir de condimento en la sopa. Pertenece a la «esandria monogiuia». AJONJERA (Chondrilla). Planta de los campos de nuestras islas, llamada en la de Tenerife «yesquera». Su tallo llega a dos o tres pies de alto. Es delg'ado, redondo, acanalado, algo velloso, ramoso y duro, con hojas alternas que abrazan en parte el mismo tallo, y van (saliendo muchas juntas, recortadas profundamente en tiras, de las cuales la del extremo es la mayor, todas lisas, de un verde blanquecino por un lado y amarillento por otro. Las flores nacen en el remate de las ramas, y dispuestas en ramilletitos. Son pequeñas, de color pálido, con cáliz sobre un pedúnculo encanutado, compuesto df escamas cenicientas, lineales, iguales y paralelas entre eí, una corola compuesta de unog medios^ floroncitos a modo de cintillas de cinco piquitos; y unos gérmenes cuyas semillas se coronan de Un vilano grande de pelos blancos. Pasa por planta humectante y aperitiva. Pertenece a la «singenesia poligamia aequalis». Su raíz es muy glutinosa. i ANJONiipUl (Sesamum; Lin.). Llamada también en castellano ALEGRJA; planta que Tournefort colocó en- 36 • ax"^ tre las especies de la «digitalis», por la identidad de su ilor; pero de la cual hizo un género distinto Lineo, por la diversidad de su fruto. Véasp DEDALEEA. Los í'raa-ceses le dan el nombre de «jugoline». ALABASTRO (Alabastrum). Piedra menos dura que el mármol, pero más fina, transparente, brillante en .sus roturas, y susceptible de pulimento, aunque con tez grasicnta. Hace efervescencia con los ácidos, y se calcina al fuego por su naturaleza calcárea. Encuéntrase ordinariamente en forma de «estalactitas espatosas» en las grutas. El más estimado es el alabastro blanco, color de cera, de que he visto algunos trozos tomados en cuevas de la isla de Canaria; y de la de Tenerife, uno de color de miel. El yeso que tiene la tez del alabastro, se llama «alabastrina». ALAMILLO (Sidi populifolia. Lam. Tab. v. f. 9.) j^rbusto que se cría espontáneamente en el monte de Tahodio o de las Mercedes de Tenerife. Pertenece ai género que los botánicos llaman «sida» y «abutilón», que es de la familia de las malváceas. Sus crecidos tallos son rollizos; blanquecinos y algo vellosos. Sus hojas inedianas, redondeadas en figura de corazón por la parte inferior, terminadas en punta aguda por arriba, un poco angulosas, a manera de las del álamo, con dien-tecillos desiguales por el contorno, verdosas por adentro, blanquiücaa por fuera, con cinco nerviecillos ramificados, blandu.ias, y como algo donosas, sostenidas de pezones delgados de tres a cuatro pulgadas. Las flores na^ cen de tina en una de los encuentros de las hojas sobre pedúnculos más cortos y delicados que los pezones. Consta cada una de un cáliz dividido en cinco puntas obtusas, permanentes, una corola de cinco pétalos amarillos, peqneños; muchos estambres reunidos por abajo; un ovario esférico, cuyo fruto, mayor que el cáliz, es aovado, aplastado por arriba, compuesto de doce capillas colocadas en rueda, de un verde oscuro, velludas, y cada una coii tres simientes parduzcas, angulosas. Pertenece a la «unonadplfia», y eg especie*que no sg halla 'AL A^ 37 en Lineo; sino en la Enciclopeclia Metódica por La-niarck, y en las célebres disertaciones de nuestro don Juan Antonio Cabanilles, sobre la «sida». Lamarck creía que esta especie sólo se encontraba en, los parajes arenosos de la India. El ciiidadano francés Le Dru, qué herborizaba en Tenerife, año de 179(5, colocó esta planta en sn herbario, calificándola pOr un «bibisco» o «ket-mia »; pero como yo no bailase en fila los caracterea esenciales del «bibisco», habiéndola ejraminado mejor, reconocí que ora una «sida», y que sólo tenía semejanza con la «sida popvilifolia» de los mencionados botánicos, lo que también concuerda con el nombre de «alamillo» que on nuestras islas se le da. ÁLAMO' (Popuius). Árbol de la clase «dioecia octan-dria », que llevan las flores masculinas en un pie y tas femeninas en otro. Ambas nacen de los encuentros de las hojas con los tallos. Las masculinas están ag-rupadas en un cordón, orlado de escamitas, y sobre cada escama un nectario con ocho estambres. Las femeninas se hallan también recogidas en otra igual trama escamosa, con un germen o embrión del cual se forma una cajilla aovada de las celdillas, llenas de simientes guarnecidas de vilanos blancos como algodón, que lleva el viento. El álamo blanco que es la especie que adorna los campos y cercanías de los pueblos en nuestras islas, crece con mucha prontitud, elevándose a grande altura. Su tronco que es dé mediano grosor, aunque poco recto cuando no se le cuida, tiene la cortesia lisa y blanquecina, ínterin no la ponen escabrosa los años. Sus hojas pendiente^ de largos pezones flexibles, son casi i-edondas, con puntas .y algunos'dientecillos en el margen, duras, nerviosas, "de un verde oscuro y muy lustroso por dentro, y de un vello blanco afelpado por fuera. Como los pezones de estas hojas son dóciles, y bastante aplastados, bis agita do continuo el más blando céfiro, presentando nlterna.- daracfate a la vista las faces blancas y verdes, por lo que se llaman álamos tembladores. Multiplícase fáciluu"rjte fin cualquier terreno, con especialidad ejx los sitios ba- 38 AT/A' jos y aguanosofl, 'donde sus profundas y multiplicadas raíces, siendo madres de innumerables renuevos, forman uno de los diques más oportunos para que los torrentes no roben los ribazos. El álamo se puede podar en todo tiempo, y sus hojas aún secas ofrecen un excelente pasto al ganado vacuno y lanar. Su madera es blanca, dócil, ligera y susceptible de pulimento, porque no tiene grietas como otraa maderas blancas. En Alemania y en íiÉÓn de Francia se fabricó en años pasados un papel muy fino, con la pelusa blanca de las simientes del álamo; en vía materia médica, la corteza de este árbol pasa ^or calmante, y el sumo de las hojas por útil, contra el dolor de muelas. - ÁLAMO NEGRO. Véase Olmo. ALAVAZA (Lapathum Aquaticum. Bahocim.) (Ru-mex Aquaticum. Lin.). Llamada por otro nombre ROMAZA, planta que se cría con notable abundancia, en los arroyos y terrenos más húmedos de nuestras islas. Echan un tallo grueso, recto, acanalado y ramoso. Sus raíces son bastante largas, y por dentro amarillas. Estos tallos so suelen levantar a la altura de cuatro o cinco pies. Sus hojas radicales se tienden por el suelo, y tienen casi un codo de largo, y tres pulgadas de ancho.' Son. lisas, puntiagudas, apezonadas, ondeadas, y como melladas por el margen, con un nervio que corre de alto a bajo, de color rojizo por la parte interior, y verdoso por la exterior. Las del tallo son de figiira de hierro de lanza, más pequeñas y puntiagudas. Las hojas mayores suelen tomar en su perfecta madurez un color purpúreo muy encendido. Las flores que son herbáceas y menudas, nacen en los extremos de los tallos formando espipas mvy cumplidas, delgadas y ramosas, todas dispuestas en rndajuelas distintas, constando,cada \ina de un cáliz de tres escamitas obtusas; -tres pétalos permanentes, parecidos a las escamas del cáliz, seis estambres capilares muy cortos; y un ovario, coronado de tres «estilos», o punteros plumosos, cuyo fruto es una sAmilla triangular, metida dentro de la corola por la parte inferior. ALB 39 Pertenece a la «ox&adria triginia». La raíz de la alavaza en tisana es purgante, tónica, buen gargarismo, y útil en las enfermedades cutáaeas. Los pobres suelen comer las hojas, y las h'allan una Verdura saludable. Los franceses dan a la alavaza o romaza el nombre dg «patience». En la Farmacopea se le ha llamado «planta británica>. ALAZOR. Véase AZAFRÁN DE LA TIERRA: y, la adición de la letra A.. . ALBACORA (Scomber Albacares. Slrane t. 2. p. 11). Pescado de nuestro mar canario: pertenece ai género de los «escombros», y a la clase d© los «torácicos» que llevan las aletas del vientre por debajo de las del pecho. Su carácter consiste en tener muchas aletiJlas amarillas espurias, de medio cuerpo hacia la cola, separadas una» de otras cosa de dos pulgaílas, y sobre los opérculos do las agallas dos espinas cubiertas de una piel lustrosa. Tiene el cuerpo rollizo, y enteramente cubierto de menudas escamas; el hocico aguzado con unas quijadas de seis puljyadas, más larga la inferior, armadas de carreras de dientes pequeños y afilados; la aleta del lomo en correspondencia a la del vientre; la del ano de color amarillo y un pie de largo; y la de la cola escotada en i|gura de media luna. Parte del cuerpo de la albacora es blanquecino, y parte de color aplomado oscuro. Suele tener seis pies de cumplido, sobre tres de citcunferen-ciá. Hacia la parte posterior es aboquillado. Su carne pasa por indigesta. Tiene bastante semejanza con el «bonito » y él «atún». ALBAFARA (Scfualus). Pe« de nuestros mares, del género de los «escualos» o perros^ marinos, y por oonsi-gTiiente de la familia de loe pescados de cuero, y de la clase de li» cartilaginosos que carecen de espinas en las aletas. Tiene el cuerpo largupho, casi rollizo, cubierto de un negro granujiento; la cabeza aplastada y los ojos en laa partes laterales de ella, con jin- agujerillo por detrás"; la boca rasgada debajo del hocico, y las quija-N das con dientes; oinco respiraderos, en figura de medias lunas, por cada lado, cerca dei las agallas; dos aletas 40 'ALB sobre el lomo. La de la cola dividida en dos porciones. ALBAHACA (Ocimum Basilicum. Lin.). Planta estimada por su olor suave y aromático; cuya ílor blanco- purpúrea es. labiada. El labio superior se presenta mayor que el inferior, y éste con cuatro recortes, cuatro estambres, de los cuales dos son más pequeños, y un ovario que da cuatro vSemillas negruzcas, casi esféricas, ocultas en el fondo del cáliz. Estas flores están dispuestas en rodajas y espigas con brácteas o chapetas, !as más veces de color rojizo. Las liojas son aovadas en punta, espesas, lampiñas, acerradas con pezón; los tallos principales leñosos, redondos, de diez o más pulgadas de altura, ramificados de muchos pajillos que na'':en uno enfrente de otro. Pertenece a la «didinamia gimnos- • permiaJ>, y aunque los botánicos reconocen más de veinto especies de albaíiaca, en nuestras Canarias solamenti» se_, cultivan tres. La albahaca común mediana, de tra^a elegante y olorosa, alta, poco más de un pie, vestida de muchas hojas de figura de hierro de lanza, con algunos dientecillos por el margen, lisas de un verde obscuro, colocadas unas enfrente de otras. La albahaca dé hoja menuda, entera, muy copudita, y de s^is a siete pulgadas de alto, cuyas flores blancas son pequeñitas. Cultívase en el interior de algunas casas por su verdor y su fragancia» no sólo en tiestos, sino también en vasos dé agua, en la cual arroja una macolla de raíces a manera de hebras de seda blanca: es el «ocimum miminum» de Jiineo. La tercera especie de la albahaca, «ocimum lati-folium », de hojas de más de una pulgada un poco cóncavas, cuyo tallo suele elevarse a cinco y a seis pies. J¿a albahaca pasa por cordial, diaforética, emenagoga y la infusión de sus hojas en agua caliente alivia el dolor de cabeza, así como secas, i-educidas a polvo, son preferidas por algunas personas al tabaco, porque no irrita tanto ¡a membrana pituitaria de la nariz. También la usan ios cocineros de condimento de las viandas con el toimillo. En francés se llanir ;'l'a?ilic». ALBARICOQUERO (Prunus Armeniaca. Lin.). Ar-bgl de fruta conocida, originaiip de Armenia^ provincia ALB 41 de Leva.nte. El es de los primeros que florpoen, aún antes ílo producir las hojas, y sus flores constan de cinco pétalos blancos; veinte estambres y un ovario; cuyo fruto pulposo, dulce, fragante, más o menos redondo, lleva un hueso de almendra, que es amarga, o es dulce, según la variedad de la especie. Pertenece a la «icosan-dria monoginia». Sus hojas son casi de figura de corazón con puntas, orladas de dientecillos por el contorno, de hermoso color verde, lisas y pendientes de pezones largos, que cuando se avecina el invierno se ponen amarillas, y algunas veces encarnadas. El albaricoque es fruta algo indigesta y flatulenta; pero muy propia para corregir la sequedad de, las fauces, y para deleitar el gusto; ya sea cruda o en compota, o confitada, o en conserva, o pasada en el horno. De sus pepitas frescas se hacen emulsiones o lechadas muy provechosas, rosolis, y aceite que puede sustituir al de almendra, y emplearse en los mismos usos. La goma que suelen destilar sus troncos, es dulcificante e incrasante como la arábiga. Conocemos en nuestras islas la variedad del albaricoque precoz o temprano, que llaman «damasco», casi del tamaño de una niLez verde, cuyo cutis por el lado más expuesto al sol se pone rojo, quedando amarillo por el otro, y su pulpa agridulce y bastante adhérente al hueso tiene unas espinitas carnosas junto a la ranura. El albaricoque abridero o mollar es casi esférico, dotado de una pulpa pastosa de color de ámbar y de un sabor y un agua deliciosa, con la pepita dulce. El albaricoque, que sin ser mollar, es también grande como el melocotón- aguanoso, y de biien gusto, pasa por de inferior calidad, porque, como estos frutales no se injertan, ni se trasplantan de viveros, ni se podan; tampoco adquieren la riqueza y variedad que en otro^ países, debiendo a la bondad de nuestro clima todo su mérito. ALBARRANA (Ssila Marítima. Lin.). Cebolla sil-vestrs distinta de la cultivada, cuyo tallo es de palmo y medio, cubierto ca.'si todo de hojas anchas y sin pezón, «OH florea blanquecinas, azucenadas, de la clase «exan- 42 AI^ ídña monoginia», dispuestas en espigas rematanclo los tallos, que dan por fruto unas cajillas redondas de tres esquinas, llenas de simientes negruzcas. Es planta cuyo bulbo o raíz es medicinal, y se aplica en las dolencias do asma húmeda, hidropesía principiante, toses catarrales, etc., dada en miel o en vinagre. ALBERCHIGA. Nombre que damos loa canarios: 1." ni fruto ya más tardío y desmedrado que produce el árbol de los duraznos, ya sea porque las flores que le dan, fueron las últimas que brotaron, o ya porque con la cercanía del inTierno, no sube la savia a las ramas sino con escasez; 2." al fruto de una casta de duraznos quo siempre es muy pequeño, tardío, tierno, puntiagudo, y algodonoso en su exterior. Mas en diversas provincias de España sólo llaman «albérchigos», al árbol cuya fruta es del tamaño de una manzana mediocre, de carne recia, jugosa y amarilla: fruta tfue a la verdad, viene a ser nuestro «melocotón». Nuestras albércbigas, así por ser las reliquias de esté género de fruta en el otoño, como por su delicadeza y sabor, son bastante estimadas, y muy propias para dulce de almíbar. También suce.le que en medio del benigno otoño, brotan nuestros durazneros algunas nuevas flores; pero sorprendido del invierno su fruto, se queda dpi tamaño de una almendra, y se cae. AUBILLO (Vitis Aslnis Albidis). Eapeoi© dp uva blanca que madura temprano, cuyos granos óvalos tienen el cutis flojo, y el gusto baboso, pero grato. Suele llamarse vulgarmente «uva perruna», y su vino no es de lo mejor. ALCACHOFA (Cinara Scolímtis, Lin.). Especie de cardo, que el antiguo célebre Marqués de ViHena, en su Arte Cisoria, pág. 135, llamaba «canaria», sm duda porque en griego equivale a «kinara», el nombre «cynara» que tiene esta hortaliza, y que los botánicos le conservan. Sólo se cultiva con ¿Igún esmero en la ipla dé Tenerife, sin embargo de ser tan estimada en toda Ewppa, para «si regalo de las mesas^ los franceses 5iLC 43 la llaman «articliaiit». Pertenece a la «singeúesia polir gainia aequalis». Su flor purpúrea es floaculqsa, y forma una cabezuela grande, porque las escamas de cália común, son muy gruesas y algo rojizas. Todas ellas apiñadas y colocadas unas sobre otras, presentan la figura de un vaso, y sus bases carnosas y blanquizcas son bue- . ñas de comer. El tallo suele tener dos o tres pies de altura, gordo, acanalado, recto, algodonoso, guarnecido de algunos ramos, y hojas alternas, grandes, muy recortadas, casi a manera de alas, blandujas, un poco espi- Eosas y velludas por la parte inferior, aunque dé color verdemar por la superior. Las alcachofas se multiplican lácilment« en buen terreno de sus propios renuevos. Cómanse crudas, o soasadas con aceite y sal; ^ rebozadas y fritas, o en fricasé, etc. Sus flores tiejién la virtud de cuajar la lechp. ALCARAVÁN (Calidris). Ave que se suele ver en las orillas • de nuestros mares, y que es una especie de «garza» del tamaño de una gallina, con las piernas peladas y zancudas; pico largo y arqueado; ojos orbiculares de color do oro, pies con cuatro dedos, 'tres por delante y uno por detrás; pluma sobre pardo, pintada de pajizo. •Aliméntase de pececillos, de mariscos y ranas. Buscan las aguas, pero se retiran a los árboles de log montes, en los cuales hacen sus nidos. Aman la vida solitaria, ^por lo que nunca forman bandadas, y suelen encontrarse sobre la ribera de la mar, inmóviles, el cuello doblado hacia el pecho, y la cabeza hundida hacia la espalda, esperando el paso de algún pescado, o paseándose lentamente por la arena, para escarbarla y descubrir alguna presa. En Canaria se da vulgarmente, y con ferroi;, el rombre de «alcaraván», no sólo al qué llaman «engbfia-muchachos », «gallinuela del níar», y «correligeró», ave más pequeña y más agraciada; sino también al «pardal ». Véase «Engañamuchachos» y «Pardal». ALCAUCIL (Cynara Sllvestr[;s. Baub.) (Cinara. Car- . ciunculus. Jjin.), Especie de alcachofa silvestre, que a» diatiogufi da 1^ «hoirtense^^pói; s^s tallos más alj;os, por 44 , . 'ALO 8iis liojaa más angostas, recortadas en alas, armadas de largas espinas amarillentas en las juntas, aigodonosaa por debajo, y de un verde blanquecino por encima; y finalmente por sUs flores azules más pequeñas, cuyos cálices son menos carnosos, y guarnecidos de púas. Es planta qiie se cría naturalmente en algunos campos de nuestras islas; y aunque de sabor áspero, no dejan de comerla nuestros paisanos, al paso que no se procuran el regalo dp la buena alcachofa. ALCAUDÓN O ALCAIDON (Pica Graeca). Nombre que dan en nuestras Canarias al ave que se llama «pega-reborda » en castellano, y «pie grieche» en francés. El Conde de Buffón la pone entre las aves de rapiña; porque teniendo apetito a la carne, muestra como ella la-misma osadía; con la mayor intrepidez, embiste y mata los pájaros más pequeños; y no teme a los que le son siiperiores, supliendo la falta de las fuerzas con la actividad y el coraje. Esta audacia,, tan temeraria, la funda no sólo en lo cortante de su pico, porque es recto, convexo por arriba, con un escote en la mandíbula superior, junto a la punta, la cual tiene figura de gancho vuelto hacia abajo; si también en que tiene armados los cuatro dedos de sus pies de unas uñas muy afiladas; mas como no puede usar siempre de estas ventajas, hace ordina^ riamente su comida dg insectos. Nuestro alcaidón es casi del tamaño de un mirlo. Tiene desde el pico a la extremidad de la cola un palmo y cuatro dedos, y palmo y medio desde una punta del ala a la otra. Estas alas recogidas apenas la cubren la cuarta parte de la cola. La coronilla de su cabeza que es glande, el colodrillo del cuello y toda la espalda, son de color ceniciento oscuro. Una lista muy n«gra le atraviesa de un lado á otro eí pico, pasando por los ojos y las narices hasta las quijadas. La garganta, el pecho y la parte inferior del vientre son blancos, pero las plumas de las alas son negras, con una mancha también blanca en los cuchillos de la.s diez o doce primeras. La cola consta de doce plumas sobrepuestas como en esrnlerilla, de las cuales las !dog más exteriores son blancas y las otras diez negras.. ALO 45 Igualmente son negros &1 pico, los pies y las uñas. Su vuelo no es nmy alto ni gostenido. Cuando Sg posa levanta la cola, y se anuncia por sus cliillidos o por su canto. Hace sobre los árboles su nido con musgos, briznas de hojas y de lana. La hembra pone de cinco a ocho huevos, y los pozuelos aún después de criados, no se separan de sus padres. Nuestro Diccionario de la Lengua dice que esta ave es fácil de domesticar, y capaz de aprender a hablar; pero parece que la pegareborda de que tratamos aquí, no es exactamente la pica o urraca. ALCEA (Alcea). Nombre botánico 4e un género de plantas de la familia de las malváceas, que tienen dos cálices, como las «malvas» y «malvabiscos», el uno interior de una pieza de cinco puntas, y el otro exterior recortado en seis o nueve divisiones; pero que se distingue de las «malvas», en que el cáliz exterior de éstas se compone de solas tres hojitas "puntiagudas y angostas; y de los «malvabiscos». en que ést-os tienen siempre nueve divisiones en el cáliz externo, y llevan menos número de cajillas de simientes dentro de un margen membranoso. Así, las que llaman «malvaloca», y «mal-vachina »- no son verdaderamente «malvas» sino «alcéas». Téase «Malva» y «Malvabisco». ALCIÓN (Alcyonum). Sustancia marina, destinada a servir de nido o matriz a ciertos pólipos del mar. liOS «alciones» son de diferentes consistencias y de varias figuras: pues unos son fungosos, otros cori'eosos, otros callosos, con'hechura de higos, de peras, de salvilla, etc.; pero el que se tiene ahora presente, cogido en la costa de Canaria es de la especie llamada «racimo de uvas», por componerse de un espeso conjunto de vejiguillas membranoeas, casi redondas, de color amarillo, cuyo total volumen ég de más de una cuarta de diámetro. Parece que los gusanos se crian dentro de ellas, que luego las rompen y salen a vivir en el agua. Valmont de Bomare dice que esta especie de «alción» se suele íambién conocer con el nombre de jaboncillo del mar, a causa de que los mairmos usan de él para lavarse laa manos, ' 46 aXF ALFALFA (Medicago sativa. Lin.). Por otro nombre «mielga», y en francés, «luzerne», planta de flor purpurea y amariposada de cinco pétalos, reunidos los estambres por su base a excepción de uno, y el fruto' una vaina retorcida en forma espiral y de caracol, o erizada de piquillos, en la cual se alojan lae simientes. Sus hojas van de tres en tres sobre un largo pezón, y son alanzadas con dientecillos por la parte superior. Ei tallo suele tener un pie de altura, recto y liso, y las flores nacen aí^rupadas. Pertenece a la «diadelfia decan-dria ». Aunque al presente no se cultiva la alfalfa en nuestras islas, para forraje de los ganados, como en otros países, donde se forman prados artificiales de ella, no hay duda qne en el sig^lo pasado se cultivaba tanto, que se pairaba diezmo, según consta de las Constitvieío-nes Sinodales del Obispo D. Cristóbal de la Cámara y Murg-a, Cons. 32, Ca'p. 2, páfí. 231. Vulfyarmente suelen nuestros canarios llamar trébol, a lo. que no es sino «alfalfa». ALFAIdONERO (Dolichos. Lin.). Planta leguminosa, llamada en Castilla «frísoles» o «frijoles». Cultivase en algunas huertas de nuestras islas para su adorno, trepando y enredándose en corredores y escaleras, por medio de sus tallos delgados, sarmentosos, herváceos, rollizos, mitad verdes y mitad rojos, un poco velludos. Sus hojas que nacen alternas, se componen de tres l)o-juelas de un verde oscuro, ovales, con punta, cada una de tres pulgadas de largo y cuatro de ancho por sxi base, lisas en la superficie, y franjeadas de un corto vello por el contorno, piiestas sobre un pezón común que arranca del tallo, formando una esposa curvatura con dos estípulas u hojillas en ella, otras dos al pie de los pezoncillos de las hojuela.s laterales, y otras dns en la parte superior del pezón de las del medio, qiie es más largucho. Del encuentro del pezón común, sale un Pedúnculo un poco más crriieso, en cuyo exfremo se presentan las floras olorosas de color de violeta, sobretiues+as de dos en dos, formando un vistoso racimo. Compóneee ALF 4T cada flor, de un cáliz pequeño, permanente con dos «bracteas» y cuatro dientecilloe, de ios cuales el supe-rior es más ancbo y obtuso; una corola amariposada. cuyo estandarte casi redondo, tiene en su base doa carnosidades que comprimen la^ alas, y la barqueta forma una media luna comprimida, con la punta hacia arriba, en la cual se hallan los diez estambres reunidos, y el ovario, cuyo estilo a puntero se levanta formando un codo, con algunos pelillos en la faz interior. El fruto es una vaina chata, oblonga, lustrosa, con el corte como de un sable ctiya aguzada punta mi;i'a hacia abajo, y toda plegada en verdugadillo por ambos lomos. Esta vaina contiene cuatro o cinco legumbres de figura elíptica y de color pardusco con un ombliguillo blanco a lo largo. Esta esi>ecie de frísoles es originaria de Egipto, en donde se comen a manera de judías; mas en nuestras Canarias apenas se hace de ellas el mismo uso. También se cultiva en algunos huertos otra especie de flores más menudas, de color encamado, muy fragíin-tes, las cfuales nacen en ramilletes sobre pedúnculos dé ocho piilgadas. Las hojas son más i)equeñas, de figura de corazón puntiagudo, y de un verde claro, sobre un pezón largucho. La primera especie es el «dolichos en-fiformis » de Lineo; y la segunda el «dolichos sineneis». Pertenece a la «diadelfia decandria». ALFIFE. Véase Cerrajas. ALFILELERA. Véase Pico de Cigüeña. ALFONSIÑO (Trigla Hirundo. Lin.). Jpez de nuestro Océano, llamado también alfunsiño y funsiñp; en üalicia, alfondega y fondega; en Francia, hirondelle de mer, o golondrina del mar. Corresponde al género de ios triglas, y a la clase de los «yugulare^, que llevan las alistas inferiores por delante de las del pecho. Su , cuerpo suele tener doa pies dé largo, y en figura de cuña, que va en disminución hasta la cola, cubierto de escamas menudas; la cabeza y hocico, muy, declives, cu-l'iprta de una lámina ósea con dog espinas sobre el colo-diiila; ojos grandes dorados^ la aiaiidíbula supenar algo '48 'ALQ partida, y Foradado el labio superior de dienteoilloe; el lomo y los costados de color rojo verdoso, y la parte inferior del vientre blanquecina; dog aletas espinosas sobre la espalda, acompañadas de dos filas de espinitas menudas; las del pecho muy extendidas, y por delante de ellas tres apéndices, a manera de dedos en cada lado; las del vientre también grandes y redondeadas por la parte inferior; la del ano larga con diez y nueve radios, y la de la cola un poco escotada, y las lÍQeas laterales escabrosas. Su carne, aunque resequida, es buena para Ja sopa. ALGA (Algas o Ceba). Nombre qup dan los botánicos a aquella clase de vegetales rastreros, membranosos, o coriáceos, o filamentosos, cuyas hojas, por lo común, no se distinguen de sus tallos, si es que se pueden llamar hojas, unas expansiones en forma de chapas y escudetes, a manera de costras verdosas, o blancas, o con pintas blanquecinas, un poco plegadas, recortadas por el margen, tuberculosas, y asidas a las piedras, troncos de árboles y paredes. Vulgarmente se suelen :eputar por musgos, pero como su fructificación y traza es distinta, los facultativos han hecho un orden diferente. Esta fructificación, no menos qiie la de log mis)nos musgos, es confusa, y no era conocida hasta ahora pocos años, por cuya razón ambas plantas se habían colocado en la jclase de .las «criptogamias». Tenemos diversos géneros de «algas», entre cuyas especies se debe contar la de los «liqúenes», y por consiguiente nuestra famosa «orchilla»: siendo el carácter de los «liqúenes» jfl que sus hojas no son expansiones membranosas, sino filamentosas, a modo de unas hebras largas y ramificadas, cuya fructificación consiste en ciertos botoncitos blanquizcos esparcidos sobre ellas. Las algas están en crédito de astringente, incisivas, detersivas, vulnerarias, y propias para las dolencias del hígado. El «fichen pixidiatus» de Tjineo pasa por un remedio soberbio contra aquella tos convulsiva, o tos ferina de log muchachos, llamada «coqueluche» en francés. ALG 49 ALGA MARINA (Zostera Oceánica. Lin.). Género dp plantas rastreras sobre las peñas que el mar inunda, y que suelen arrancar sus resacas, arrojándolas a las playas y orillas. Aunque se da el nombre de «alga» a los «sargasos», «escaros», «coralinas», «cebas», «ovas» «fucos », etc., el «alga marina» propiamente tal, es aquella que de una raiz articulada arroja distintos manojiilos á& hcijas largviclias, angostas, llanas y puntiagudas, sm criar tallo, pues las florecitas se presentan sobre un pedúnculo corto y delgado, en forma dg trama con ocho estambres por un lado y otros tantos ovarios por otro. De esta planta y de los «fucos», que los franceses llaman «varec», hacen los vecinos de laa costas de Nor-mandía y de Bretaña, quemándolas, cierta especie de barrilla; y en Irlanda se publicó, año de 1784, como descubrimiento útil, el que las algas marinas puestas a hervir un rato en agua diilce, son.después de haberse enfriado, un agradable pasto para las bestias: (Gaceta de Madrid, Julio 1784.) De qtie igualmente sean las dichas «algas» un excelente abono para las tierras, tenemos experiencia en nuestras islas. ALGAFITA (Pimpinella, Toum.) (Sanguisorba, Liü.i Nombre con el cual se conoce en niiestras islas "la planta «pimpinela». Sus tallos se levantan dos o tres prés, y son rectos, angulosos, lisos, rojizos, y medianamente. ramosos. Las hojas alternas y aladas, se componen de unas once o trece hojuelas cordiformes, obtusas por arriba, orladas todas de dientecilíos muy profundos, de un verde bajo por el envés. Sus flores se presentan en el remate de los tallos, dispuestas en cabezuelas globosas y purpúreas. Consta cada cual de un cáliz de dos puntas caducas, una corola pequeña de cuatro pétalos aovados, cuatro estambres y un ovario .cuadrado entre' el cália y la corola, cuyo fruto es una cajilla de dos celdas con semillas menudas. Críase en algunas praderas de los altos, y es digna de ser cultivada en los huertos para servirla en ensaladas. Es planta vivaz, esto es, que dura algunos años, y su virtud es vulneraria, astringente; {iropia para i-estañar la sangre y limpiar de areiia los 60 ALG ríñones. Pertenece ei.la «tetandria uionog-inia». ALGARITOPA. Dracocephalum Canariense, Lm.). (•) Planta indígena y peculiar de solas nuesiras isiad, conocida principalmente en la de la Palma con este nombre, y con la de «nota» en la de Canana, en cuyos altos se cría con mucha prosperidad. Es una especie de dra-cocéfalo, «cabeza do dragón», o como vulgarmente 'w dice, «boca de dragón»; pero se distingue de sus con^.é-neres por stig hojas, y mucho" más por su penetrante olor aromático, semejante al del «alcanfor»; en lo <iue el botánico «Morison», en la descripción que publicó de nuestra planta año de 1G90, se funda para darla <•! epíteto de «camphorosma»; pues los cálices de sus flores, aún deepués de' secas, conservan bastante fragancia. De sil raíz brotan algrunas veces quince o diez y seis tallos de más de vara y media, reotos, lampiños, perfécta-mente cuadriláteros, estriados, leñosos, verdee, y por la parte superior ramificados con gajillos pareaxlos. Las hojas nacen también unas enfrente de otras, separadas en nudos distantes de un jeme. Preséntanse de tres en tres sobre uu pezón común, que suele tener dog pulsadas, si -bien cada hoja tiene su pernecito. La hoja ('el medio es la mayor, y la más alta: todas tres son de figura alanzada, largas de una pulgada con dienteciilos por ©1 margen un poco velludas y rugosas. En los e:s-tremos de los tallos brotan las flores, formando unas densas espigas de cinco pulgadas de largo, las cuales ríe componen de otras espiguitas con sus pediínculos. Consta cada flor de un cáliz de una sola pieza permanente,- cilindrico, largucho, estriado con cinco puntas agudas casi ígTiales; una corola entre blanca y purpúrea con dos labios, el superior con dos divisiones, y el inferior con tres, manifestando unas fauces b(jstante abiertas y como sopladas; cuatro estambres, de los cuales dos son vnAs oortos, y un ovario con cuatro semillas abrigadas en el fondo del cáliz. Pertenece a la «didinamia rimmsoéT-miav. Cultívase con mucho cuidado en el Jardín de las Plantas de París. ALG 51 ALGARROBO (Ceratonia Siliqua, Lin.). (Garroba Siliqua), Tourn.). Ai bol grande de copa extendida siempre verde, llamado también en uuestraa islas «fa-iTobo », «garrobo» y «garrafo». Críase naturalmente eu ellas. Su tronco es de corteza oscura escabrosa, y algo roñosa; sus ramas torcidas; SU3 hojas en figura de alas, compuesta cada una de ocho o diez hojuelas opuestas, sobre un pedúnculo rojizo, las cuales son aovadas, obtusas, correosas, venosas, enteras, de un verde lustroso por encima, y por debajo pálidas, de casi una pulgada de largo, y algo menos de ancho. Sus llores se presentan formando raciinillos de seis pulg'adas de largo, los cuales nacen de tres en tres alternos sobre I08 tiernos vastagos, y consta cada florecita de un cáliz delicado de cinco puntas, cinco estambres, cuyas anteras o borli- Uas olrecen la figura de pétalo^ de color de moho de hierro, antes de dilatarse, poniéndose después amarillas, y formando como unos cinco radios, en torno del ovario, que es ui,a carnosidad chata verdosa, con cinco ángulos. Su fruto es una vaina largucha apíastaíla, encorvada, lisa, correosa, parduzca, dividida por dentro en celdillas que separa transversalmente una pulpa jugosa,' en la cual están depositadas unas pepitas elípticas, duras y lustrosas. Estas vainas son muy del gusto de la gente ordinaria, sin embargo que suelen ocasionar retortijones y diarreas. IJsanlaa también nuestros pescadories mientras están todjBvía verdes, frotando con ellas las Uñas, porque su jugo resinoso las preseiTva de una pronta corrupción en el agua; además nadie ignora que el «algarrobo » es un pasto excelente para engordar el ganado caballar y vacuno. Este árbol propio de nuestro oiímá. parece en su duración casi eterno, y su madera es comparable a la de ia encina. Próspero Alpino dice que en Egipto hacen i|ina especie de miel de las vainas del algarrobo, con la cual suelen confitar otras frutas, y que la dan a los enfermos como laxante y a propósito para remedio del asma, y de la tos. Este er» aquel manjar del cual el hijo pródigo, como dice San Lucas, al versé afligido d(il hambréi deseaba ooioeE como \os puerwis; 62 ALG l>or lo que algiinos expositores, fundados en la voz grií-ga «Kepatior», que es la algarroba, y que el testo latino tiaduce «siliqua», y como este árbol abunda en las inmediaciones de Jerusalén, han creído, que en él se ahorcó el traidor discípulo, y se le llamó después «árbol de Judas». En trances se llama «carouhier». ALGODONERO (Gossypium Arboreum, Lm.). (Xy-lón Arboreum, Tourn.). Arbusto que se cultiva en nuestras islas de la familia de las plantas malváceas. Su tullo crece ocho o diez pies. Es recto, liso, perenne y ramoso. Sus hojas son de las que se llaman palnia<las, por estar recortadas a manera de manos de cinco puntas, cojno las de la parra, ásperas al tacto. Las flores son grandes, amarillas, de hechura de campana, partidas hasta muy cerca de su base en cinco pétalos acorazonados; gran número de estambras reunidos por !a parte inferior. un cáliz duplicado, mayor el exterior compuesto de tres hojuelas planas, de figura de corazón, acuchillado eJ margen, arrtigadas por fuera, un ovario casi redondo coü un estilo o puntero más grande que los estambres, coronado de tres remates o estigmas, cuyo fruto es una cajilla de tamaño de una niiez que encierra una pina piramidal de nueve pepitas negruzcas muy duras (1), a las cuales está adherente una pelusa blanca tan apretada, que después de extraída de la caja, se explaya de manera que no es üosiblp volverla a recoger en ella. Si se poda el algodonero, renacen del tallo principal otros nueve vastagos; y si cada tres años se corta todo el tronco, sus renuevos rinden mejores cosechas de algodón, la una en el verano, que es la más abundante, y la otra en el invierno, que lo es menos. El algodonero originario de Levante y de ambas Indias se ha conna-r turalizado pn nuestras islaSj con tal dicha que coa poco (1) Kota. Esta bella especie de algodonero arbóreo es la que llaman en la Martinica algodón de piedra, por tener las pepitas muy juntas y apretadas, a diferencia de otros algodonerpe qu« ias tieneg .^paxcidag e^ la yúaos ALE 63 o ningún cultivo recogen un algodón precioso. Ojala que se aplicaF*n sus liabitanteg a multiplicar un ramo de cosecha tan útil. ALELÍ (Cheirantus, Lin.). (Leauccim, Tourn.). Planta que se cultiva en nuestros huertos. Su tallo crece a la altura de algo mas de dos pies, y del medio • arriba se ramifica en muchos gajos redondos, rectos, y blanquizcos, con hojas largas de diez a once pulgadas, obtusas al extremo, un poco ondeadas, nervosas, blandas, blanquecinas y cubiertas de una corta pelusa. Sus flores constan de un cáliz de cuatro puntas, largucho, velloso, con dos excrecencias en la base, cuatro pétalos redondeados, colocados en cruz; seis estambres, de los cuales son dos más pequeños; y un ovario de cuatro taces, cuyo frutd es una vaina cumplida, comprimida y llena de simiente. Estas flores son de vaiios colores. En unos individuos son violadas, en otros purpúreas, en otros blancas, y en otros jaspeadas de blanco, y rojo. Su olor es agradable, y se hacen regularmente dobles mediante el cultivo. Nuestro «alelí» común es el que Lineo llama «cheirantus incanus», y Tournefort «leau-couim hortense». Pero tenemos también el «alelí» de flor amarilla, que es el «cheirantus cheiride» de Lineo, y el «leucoium luteum» de Bauchino. Sus tallos no son tan crecidos, y sfe visten de mayor espesura de hojas, que tienen cinco pulgadas de largo, y son angostos, enteras, puntiagudas, compactas, lampiñas, acanaladas, de VU bello color verde, y sin pezón. Las flores son peque- Sas V amarillas. Pasan por calmantes y emenagogas, por lo que se hace con ellas un jarabe de particular tra-gancia. Aún tenemos el «cheirantus tnstis» de Lineo, que es la «hosperis siliqua terniculada» de Tournefort. Críase naturalmente esta planta en algunas de nuestras (jostas marítimas. Sus tallos se levantan cosa de un pie, y son delgados, leñosos, blanquizcos y. un poco aJgorto-iíosos, con h'ojas del mismo color, angostnas, orladas '^e dos o tres dientpcillos por cada lado, y flores pequeñas de color triste con cáliz blanquecino, casi sin pedúnculo; ciíyo fruto es una yaiaa dg t r ^ pulgadas^ es- 64 1\LH trecha, igual, graniijieuta, vellosa, terminada en dos cueriiecillos. Este género de plantas pertenece a la «di-dinatnia angiosperniia». En francés «giroüée». ALHULAGA (*) (Juncus Semiflosculosus). Arbusto ^propio de los terrenos incultos de algunas de nuestras islas, especialmente de log que están a poca distancia, del mar. Sus tallos que se elevan a la altura de un codo, son rastreros, enmarañados en grupos, con ramag ahorquilladas, delgadas, rollizas, lisas, como junco menudo, leñosas, con una esjjina en cada g-ajo desde el punto en que brotan, todos de un verfle blanquecino. De los encuentros de las ramas recientes, nacen sus hojas lineares, angostas, largas, de tres pulgadas, un poco dobladas, flexibles y con" dos horquillas, una más alta que otra, a. manera de hierro de lanza Estaa hojas son de poca duración. La planta que en Castilla se llama «alhulaga», «aliaga», «toxo», «luniestra», «espinosas», «junco marino», «argoma», y en Francia «alhagu», y «algul»", no es, según los botánicos, sino una especie de «retama», pero las flores de estos géneros son amaripo-sadas, y las de nuestra «alhulaga», semiflosculosas. Batas brotan sobre log picos de las ptíafl, y consta cada una de un cálijí, compuesto de cinco escamillas larguchas, lisas, verdosa.s, ribeteadas de blanco, y el cáliz está reforzado con otras tres o cuatro muolio más, pequeñas, al pie: bastante número de floroncitos enca- Eutados por abajo, llanos por arriba, amarillos por dentro, un poco rojizos, por fuera, son capilamentosos, de dos Cornezuelos que salen fuera de la vaina, y semillas menudas coronadas de largos vilanos de pelos blancos.- Pertenece esta planta a la «singenesia poligamia» igual.' T)e sus raíces pululan innumerables vastagos que se extienden por el terreno. Las alhulagas sirven para los hornos, y pudieran también servir en los predios para vallas impenetrables a log ganados. ALHUCEMA (Lavándula). Planta aromática con<j-ícida en Castilla con el nombre de espliego, y que apenaa «e cnltiva UQQ u otro pie gn Ipa huertoa de nuestras ALM 55 islas, y a no ser en Langarote donde ge lia multiplicado. Esta indiferenc/ia parece tantd más extraña, cuautc es constante el demasiado uso que tiene la alhucema en nuestro país, para lo que se traen conaiderablee partidas de España, y la suma facilidad con que se propaga aún. en los t«rr.e¿08 eriales por medio de pimpollos o de raigones. Es planta cordial, cefálica, emenagoga, histérica, propia para excitar la salivación. De los cálices de sus flores destilados en alambique, ,se extrae aquella esen-cia fragranté, que disuelta en espíritu de vino, compono el agua de «lavándula» tan estimada. También usan de esta misma esencia los pintores de esmaltes. Sus flores son labiadas en espiga, y pert^-necen a la «didinnmia gimnospermia». En compensación de esta especie de «lavándula spica», tan rara en nuestras islaa, se cría en Tenerife la «lavándula stoechas» o «romanillo»: y la «lavándula multifida canariensis». peculiar dé ellas, que llaman «yerba de risco». Véase Romanillo y Yerba fíe Risco. ALICANEJA. Véase Orcaneja. ALIGAYOTA. Véase Chayota. ÁLCALI. Véase Barrilla y Natrón. ALMACIGO (Terebinthus, Tourn.). Nombre que ' dan en Castilla a los «lentiscos» que producen la, «resma de almacigo», v que en nuestras Canariaa damos al «terebinto», cuya resina es igualmente apreciable. JJis-tingúese el terebinto del lentisco o almacigo, en ser un árbol procer, y de tronco robusto, cuando «1 i«°»^° aólo Ps un grande arbusto; en que la madera ^J^jJ^^^' binto es más sólida y ,más oscura; en que el t«-el?mto pierde la hoia en todos los inviernos, mientras l a ^ serva el lentisco; en que las bo.iue as pareadas, que componen, las hojas aladas del terebinto, f "«I»" ^ ° ^ impar, V las del lentisco acaban en dos hojuelas iguales, én quilas dichas hojuelas del terebinto, Son más dóciles, mayores, más lustrosas, y de color menos oscuro M .lue-las ramas del terebirto son casi redondas, y las . del Ipntisco acanaladas; en fin, en que el lentiacp da la 56 'ATM lesina «almáciga», y el tei-ebiuto da la «trementina de Cilio, corniptio dp terebcntina», si bien la trementina más ordinaria del comercio, es la que se extrae de cierta especie de pino o de melezo. Es, pues, nuestro almacigo uu verdadero terebinto. Críase natnialmente en Caaa-ria, en Tenerife, en la Palma, y con más, abundancia • en la Gomera. Las flores masculinas nacen en un pie, y las femeninas en otro; razón porque sino se hallan ambos sexos cercanos, parecen infructuosos. Consiste la flor inasculina en una trama largucha de esc'amillas enracimadas, con cinco estambres en cada chatón, y la femenina en un botón de tres puntas, que rinde por fruto una nuez pequeña, especie de penacho. En los extremos de las hojuelas de sus rainas, suele criar unas excr,ecencias ai'ticuladas de u.n encarnado muy subido, retorcidas a manera de cornezuelos compuestos de una fila, de verruguitas huecas cou el olor de trementina, accidente que da al árbol muclia hermosura. A causa de estos cornezuelps llaman en Castilla al terebinto «cornicabra ». Asimismo se registra sobre los palillos de sus hojas otro género de excrecencias o agallas, a modo de grandes verrugas de color entre amaiillo y rojo, icuya textura es correosa, resinosa, y de olor muy grato. Tienen estas excrecencias su origen en las picadas de ciertos insectos alados, con las cuales hacen atravesar el jugo propio del terebinto. Depositan allí unos menudísimos liuevecillos blancos; y nacen de ellos unas prugitas da color naranjado, en crecido número, las cuales se transforman después en mosqixitos sutiles. Es árbol de mucha duración. Multiplicase'de semillas, de estaca y por injerto; siendo para su medro indiferente pl terreno llano o peñascoso. Para extraer la resina se le hace una incisión en el tronco, o en las ramas más gruesas, durante los calores del estío, y se va recogiendo en caiiutoS de caía. Usase de ella en los barnices, y sirve para perfumar los aposentos, dar a la boca buen olor,, torta^ lecer los dientes, y aún para dar saínete al pan, antes de meterlo en pl horno. Además de esto, es balsámica y vulneraria. Las hojas y cortezas se aplicaa para conté- ALM 57 fier las inmoderadas evacuacionís del vientre. Algunas raíces del terebinto suelen ser más gruesas que el tronco, y su madera variada de \etas, y trabajada al torno, recibe un bello pulimento. De ellas se harén las ca;ia,s para tabaco, llamadas de Orihuela. T.ineo da a este árbol el nombre'de «pista<'ia terebintlius», y le coloca en la clase «dioecia pentandria». ALMAGRE (Terra Rubella Ochracsa). Por otro nom-t re ROJÜ DE MOiS'TAÑA. Tierra adámica, y tierra alma;!arrón. Es una especie-de ocre rubicundo, cargado de partículas de hierro, que en quemándolo se pone más oscuro, y del cual usan los pintores para dar el color de caoba a las maderas. Es muy común en nuestras islas, y sus vetas son más o menos rojas, más o menos ricas, más o menos compactas. Hállase en Gáldar, en Canaria, una larga caiitera de almagre petrificado, que Se puede labrar a pico; mas con la rare.-ía de que, siendo de color de ceniza, descubre el rojo y torna la superficie de un ladrillo luepo que se frota con agua. No sólo se aprovechan los pintores de.esta sustancia, sino también se valen de ella nuestras olleras y loceras para barnizar sus búcaros, tallas y cantarillas, dándoles un bruñido y un colorido agradable. ALMAJURADA. Véase Maijurada. ALMEJA. (Tellina). ALMEJILLON (Mitulus). Dos especies de marisco bibalbo, esto es, de doble concha, que se encuentra en las costas marítimas de nuestras islas. Su figura es largucha, ^distingüese la almeja del almejillón, no sólo en que es más pequeña, sino también en que tiene dos músculos la charnela, un poco distantes del medio de las dos conchas, y éstas más ligeras y más delgadas. Las dichas conchas presentan un laclo arqueado hacia dentro, y otro hacia fuera, y son de figura convexo-convexas, iguales, anchas y redondas ea jin extremo, y puntiagudas por otro. Por dentro son de color violado, anacarado, como de cuello de paloma, y negruzco blanquizcas por fuera. Con la carne de este marisco, ge condim.enta un caldo sabroso. También se 68 ALMi ctínie cocido con aceite y vinagre. La almeja es berma-fi'oilita, piocreu por sí sola: respira el agua couio los peces, se mueve asaiulo' de un uiúsculo que le sirve Je pierna. Casi lo uiisnio sucede con el alniejülón; pero éste saca un número considerable de hilos, con los cuales se asegura y agarra de los cuerpos vecinos. Su co-midí no siempre es sana, pues suele ocasionar varios aicid'ntes. La gente ordinaria de nuestro país llama con equivocación «almeja» a la «oreja de mar», marisco nniv distinto de una sola concha. ALMENDRO (Amygdalus). xirbol precioso que medra con toda prosperidad en todas nuestras islas, eie-víindüie mucho y decorando con sus llores los primeros anuncios de nuestra teniinana primavera. Su tronco es recto, de madera muy sólida, y frondoso, aunque no muy copudo. Sus hojas son largas, estreciías-, enteras, puntiagudas, orladas de dientecillos, de un verde bla-i-quecino par-ecidas a las del durazno, |)erü más cortas.' Sus flores constan de cinco a seis pétalos blancos, ile fipfura oval, escotaüos por el borde superior; Un cáliz cóncavo dividido en cinco puntas; veinte estambres dea-iguales, y un ovario, cuyo fruto de hue.so cónico> es a los principios velloso y tierno, y luego correoso y resequido, dentro de cuyo pellejo está el cuesco ligeramente picoteado, donde se encierra la pepita. Es árbol africano, y se dice que de la Maiirítania fué llevado por primera vez a Europa. Medirá en los terrenos secos y do temperie cálida. En Canaria, es el suelo de Tt'jeda una tierra de promisión para el almendro; pero el diente del ganado cabrío, v la indolencia de sus naturales, son dos obstátuloa instantes pnra la cosecha de un fruto que podría contribuir a la felicidad del país. Hay almendras dulces y (amargas, y de las dulcea, unaS son «lo-llares por lo tierno de su cascara, y otras más recias y duras de partir. Las amargas ocasionan en las aves y otros animales, mortales convulsiones. Bien conocid» es el gus+o sabroso de la almendra, aunque como al i-de en ateite sítele ser indigesta. Machacada en agua -^a uúa emulsión o lecke blanca^ propia para alivio ea las AliM 59 enfermedacles inflamatorias, y calmar e] ardor del p»- che. Sil aceite sacado sin fuego, y tomado en dosis f'on-siderable, es purgante. Su goma tiene las mismas virtudes medicinal'es que la goma arábiga; y las hojas ilel almendro son un pasto con que engorda prontameate el ganado. ALMIRONES. Véase Achicoria. ALMIZCLERA (Geranium Moschatum, Lin.). Nombre que sé da en nuestras islas, por el fuerte olor de almizcle, a una planta de «geranio» o «pico de cigüeña» o «alfilelpra», que se crja con abundancia en los cam-pos, calles y carhinos. Sus tallos son rastreros, redondos, velludos como toda la planta suelen tener casi tres cuartas de largo. Las hojas son aladas, encontradas, con pezón. Compónese cada una de cinco a siete hojuelas alternas por cada lado, ovales, nervosas, dentadas por el contorno, de un bello color vgrde, elevando en el extremo una impar, dividida en tres gironcillos. Eu la base de cada hoja hay una estípula membranosa que abraza su pezón. Las flores nacen de los encuentros dé iaa hojas sobre pedúnculos muy largos, y forman unos manojitos aparasolados. Consta cada flor de un cáliz de cinco puntas, permanente y velloso; una corola de cinco pétalos de color purpúreo, dividido cada uno «le ellos por arriba en dos porciones redondeadas, de suerte que parecen diez pétalos; diez estambres que ciBen el ovario, y tienen las anteras o borlillas azules, y un «-vario coronado de cinco remates o estigmas, cuyo frut» es una cajilla de cinco lados metida en el cáliz, y i?uar-necida de un pico de dos pulgadas de largo, a modo del ñfi ,1a cifrüeña, por cuya razón se impuso a este srénero de plantas el nombre de «geranium»; así oomo nuestro vulfro hallando en él la figura de alfiler, le llamó «alfi-lelera ». Véase Pico de Cigüeña. ALMUÑECAR (Vitis AImuñecara). Especie de parra que produce una uva de granos grandes, blancos, a/vva-dos y de crecidos racimos: fruto de muy grato sabor, y muy aparente para p.asa8. Cultívase en 'l'enerife, y j)are- 60 'ALP ce que fué traída de Almuñecar, pueblo del reino de Gramida, que en árabe quiere decir «plaza donde se venden pasas», a causa del comercio que parece fje ha'.e allí de las uvas pasas de esta casta de viña en tiempo áe los árabes. ALONDRA (Alauda). Pájaro pequeño de color llardo con collar negro, y de canto ag-ra^lable. También se llama «calandria» en castellano, y «alouette» en trances. Su particular distintivo es tener el dedo posterior iiás corto que su uña. Los historiadores de nuestro primer conquistador Juan de Bethencourt celebran las alondras dpi Hierro (Cap. 65). Se dice que la hembra bace al año tres crías de cuatro o cinco huevos. ALPISTE (*) (Phálaris Canariensis, Lia.). Planta gramínea que nuestros aldeanos llaman más comunmente «triguera», y que todos los botánicos y naturalistas conocen bajo el nombre de «grano de Canarias». Con efecto, es indígena y nativa de nuestras islas, de donde fué llevada a España, y luego a Languedoc, a Toscana, a Malta, y a otros países templados de Europa. En, ellos se cultiva, mientras naciendo naturalmente con abundancia en medio de nuestros sembrados, sg mira con indiferencia, y compramos muy caro el alpiste que nos viene deJ extranjero para alimentar nuestros caimrios. Esta planta arroja tres o cuatro cañas lisas, nudosas, de vara y media de altura, con hojas cumplidas, angostas, semejantes a las del trigo, y una^ espigas, o más híen panojas, de cinco a seis pulgadas de largo, compuesra» de uu conjunto de pequeñas escamas, huecas, pajizs.s, chatas, blanca.s, con una raya verde en el medio, qu« bacen vpces de cálices y pétalos, wsteniendo tres estambres y dos embriones. El fruto es una semilla lustrosa,' ile varios colores, parecida a la linaza, agiida por ambos extremos, envuelta en una cascarita. El «alpiste» pasa por simiente aperitiva y gran remedio para algunos males de orina y de piedra. Con s\i harina se ha solido hacer pan. Pertenece a 1» «trianílña diginia». 'ALT 61 ALPODADERA (Caléndula Arvenis, Lin.V. o FLviR DE LA MARAVILLA silvestre, que sólo se distia.arue de la cultivada, en ser más pequeñog sus tallos, hojas y flores. Críase espontáneamente esta planta en muchos de nuestros prados, viñas, caminos, altos y costas. Su tallo se levanta cosa de un pie. Es delgado, redondo, lamoso y cubierto de algún vello. Tiene las hojas ovales, oblotlg-as, moles, llevosas, a veces enteras y a veces un poco dentadas, sentadas sobre el tallo sin pezón. Sus flores son amarillas, tirando a naranjadas, compuestas y radiadas, con escamas calicinales, puntiagudas, rectas, ilispiiestas en "dos órdenes. En el centfo del disco tienen muchos floroncitos, y en la circunsferencia una corona de cintillas. Sus simientes afectan la figura dé unos cuerneoillos espinosos por la parte inferior. Es planta cefálica, aperitiva, antiespasmódica y emenago-gft. Pertenece a la «singenesia poligamin necesaria». Véase «Flor de la Maravilla». ALSTROEMERIA, Especie de azucena del Perú: se cría en algunas macetas en Canaria. Pertenece a la «he-xandria monoginia». ALTAVACA, o ALTAMACA como decían én el siglo pasado nuestros mayores. (Erigeron GraveolenSí Lin.). (Vlrga Áurea Minor Foliis Glutinosis et G»*aveolenti-, bus, Tourn.). (Solidago Viscosa, Lam.). En Castilla se llama «olivarda» y «vara de oro». Es planta muy común en casi todos nuastros sitios incultos y dehesas. De su raiü se levantan algunos tallos de la altura de tres pies, rectos, firmes, acanalados, por fuera vellosos, y por dentro de una sustancia fungosa. Sus hojas son alternas, largucha-s, angostas, velludas, dentadas por el margen,. terminadas en punta, bastante glutinosas, de un verde oscuro y olor fuerte que no es desagradable. Ims flores grandes, compue.stas, radiadas, de oolqr dft oro, nacen a lo largo del taljo dispuesta.s en ramilletes o pem'culas. ct)n un cális! de escamas oblongas, apiñadas, aíigostitas, con punta; muchos floroncitos en el disco, una corona de ciutillas por el contorno, y simientes gtiameéida? de 62 ALT7 un vilano b pelusa blanca. Es la «solidago viscoaa gra-veolens ». Pertenece a la «siugenesia poligamia super-ílua> ». Pasa por vulneraria, y se suele aplicaí en las hidropesías principiantes y males de la orina. Las abejas apetecen mucho sus flores, mientras que h^yen de sus hoja^ ¡as pulgas. El ciudadano Bronssonet reconoció en Tenerife otra especie de altavaca, y le dio el nombré de «Erigeron diversífolluní», por tener las'hojas inferiores con peciolo, y las de las ramas gin él. ALTEA. Véase Malvavisco. ALTRAMUZ. Véase Chocho. ALVERJANA (Vicia Sativa, Lin.). Planta leguminosa, llamada más ordinariamente «alverjaca», que se cría en los campos de nuestras islas. Sus tallos crecen dos o tres palmos, y son esquinados y ramosos, con hojas compuestas de otras diez o doce hojuelas, algún tanto vellosas, larguchas, de figura de cuña,, un poco escotadas por arriba con un piquillo en el medio. Cada hoja compuesta remata en un zarcillo de trea hilos, mediante el cual se agarra a otra planta. Sus flores son amariposa- 4aa y purpúreas. Nacen de los encuentros de las hojas, de dos en dos, .sobre un pedúnculo muy corto, cuyo fruto eon unaa vainas derechas, algo vellosas de ocho legumbres redondas y negruzcas. En Europa se cultiva esta planta para alimentar con ella los animales, especialmente las palomas. La barina de su simiente se usa en la medicina en cataplasmas emolientes, resolutivas y fortificantes. Pertenece a la «diadelfia decandria». ALUMBRE (Alumen). Sal mineral fó.sil, cuyo sabor es dulce al pronto, y luego astringente. Prodúcela la naturaleza en ciertog terrenos, y el arte la purifica después. Compónesfi de un ácido vitriólico, por otro nombre sulfúrico, y de una e6j)ecie de tierra arcillosa. Es verdad que la piedra alumbre que se consume en nuestras isla.s, viene toda de fuera, pero si quisiéramos ^no la podríamos fabricar? El material lo tenemos en la pToviocia, puest<> que existen en ella, por efecto de los volcanes, aquellas mismas masas de tierras arcillosas, AMA 63 rojas o blaaquecinas, penetradas de aziifre, de que so saca é alumbre'en ia Sulfatara ceroa de Ñapóles. Ader más de las que nos ofrecen las islas 'de Lanzarote V de la Palma, se hallan las dichas tierras con abundancia en nuestro Teide de 'J'enerife. Toda la maniobra consistiría en calcinarlas, redarlas después, ponerlas a disolver en ag'ua al fuej^o a modo de lejía, evaporar esta afiua, y dejarla cristalizar. Así lograríamos tener de propia oüsecha osta diog-a, que es un astringente eficaz en las hemorrag'ias; de tanto uso para fijar y avivar los colores, en los tintevs; clarificar los licores; refinar los azticares; conservar con el espíritu de vino algunos animales len los gabinetes de historia natural; impedir el mal olor de los pies; y componer aquella pasta, con la cual, se dice, que las damas inglesas, conservan la firmeza de su tez. Igualmente sirve para preparar los cueros, impregnar el papel, poner el sebo duro, preservar de gusanos mezclada con la cola, datr al pan blancura, hacer pegaír la tinta en las bolas de los impresores, etc. AMARANTO (Amaranthus). Nombre de una familia le plantas de jardín; cuyas vistosas flores, autumnales, se presentan dispuestas en espigas o grandes pe-n; icl>os de color carmesí, purpúreo y dorado. Estas nu-' inerosas flores, son pequeñitas, resequidas y por consiguiente permanentes. Compónese cada una de tres, o cinco hojuelas puntiagudas, y de otros tantos estan^- bres, cuyo fruto es una cajilla colorada, con una semilla casi redonda, fina y reluciente. Lineo hizo al amaranto de líénero.y clase distinta de la celosía: aunque los flo^- ristas comprenden bajo el mismo, nombre todas «tas plantas El amaranto de Lineo es de la clase «monoé<;ia», porqite siis flores masculinas, se hallan separadas de las femenitias en un mimw pie; mientras todas las floras de la «cfelosía» son «hermafroditas», esto es, dp uno V otro sexo. Así es una verdadera esijecie de amaranto, la hermosa planta «papatrayo». llamada así por l«s hojas manchadas de verde, de amarillo, y dé un encarnado 64 AMB muy bello, «famaranihus tricolor»; pero las que llama-iBos «moco dé pavo» y «borlón», períeiiefen al género ' «relnsi'a». aquel es la «oeiosíacristata», la otra es la «celosfa-coccinea» de Lineo. 'J'ambién entra en la familia de JOS auiaraiitos el g'eiuro achirantes, conocido l'ajo el nombre de malpica, en Tenerife. Véase Borlóni Mal-pica y Moco dé Pavo. AMAPOLA (Píipaver Rhaeas, Lin.). Planta bien conocida, que el vulgo dice «majapola», especie de adormidera que nace con abundancia en medio de los trigos de nuestros campos para hermosearlos. Sus tallos sucteii tener cuatro palmos y medio, rectos, ledondos, delgadas, acanalados, vellosos y ramificados. Las hojas aladas, cumplidas, de seis a siete pulgadas, angostas, recortadas profundamente en girones puntiagudos de un verde oscuro y cargadas de pelog distantes. I,as' flores son grandes, nacen en los extremos de los tallos, envuelta en su cáliz, el cual se compone de dos membranas ovales y •> e-lludas. Cada flor consta de cuairo pétalos, redondeadrs, planos, abiertos, lustrosos, endebles, caedizos, de un vivo color encarnado con una mancha negra en la base; gran número de estambres negruzcos, y un ovario <lel cual Se forma una cajilla chata por encima, <p^iarnecida comp de una estrella de ocho o nueve, y a veces de once radios, llena de menudísimas simientes negras. Las flores de la amapola son anodinas, sudoríficas, pectorales }'• dulcificantes. Tomadas a manera de té o en jarabe, o en oonser\-a, o en tisana, o en espíritu de 'nno, contienen el flujo menstrual inmoderado. El jugo de sus cabezuelas es narcótico, calmante, somnífero y provechoso en la diarrea, cólicos y hemorragias. En Francia donde le dan el nombre de «eoque'licot», extraen mucho aceite 'de sus semillaiS, como de las otras adormideras. Pertenece a-la «poliandria monoginia». • ÁMBAR GRIS.—Sustancia ligera, opaca, grasienta, He color de ceniza, sembrada de mancbitas blancas, inflamable, olorosa y medicinal, que elmar suele arrojar H laa orillas de algunos paíseg privilegiados^ y que fia 'AMB 65 sido uno de lo» presentes qvie la naturaleza lia hecto a iiuestrae islas Canarias en loa primeros siglos de su conquista y población. Entre las condiciones con que los vecinos de las cuatro islas menores, prestaban a sus señores el vasallaje, era una que habían de poder recoger el «ámbar» sólo con calidad de que el señor sería preferido en ]a compra, pagándolo tanto por onza. En el año , de 15:}5 compró el Cabildo Eclesiástico de Canaria doce onzas para que su diputado en Roma, regalase con ella a )o3 proceres de aquella Corte, y le costaron 100 do- Mas de la moneda de aquellos tiempos. Pagábase diezmo a la Iglesia de esta droga importante, ]>or lo que el mismo Cabildo envió en 1539 un apoderado a la isla de la Gomera, a fin de que percibiese del Conde el diez-nio de una pella de ámbar dg tres arrobas, que con otros pedazos se habían cogido en aquellas playas; y el primer Marqués de Lanzarote por sentencia del Consejo Real, tuvo que hacer pagamento de un témpano de ámbar, que liabía hallado un tal Gutiérrez, vasallo suyo, con la Vega de Taiche, la Dehesa de Ye, y el Cortijo de Iiiguadeu. También consta de nuestras memorias históricas, que en el año de 1545, encalló en las costas de Gáldar de Canaria una ballena de 35 pies de largo, ía cual tenía un pan de cuatro arrobas de ámbar dentro del buche, sobre cuya pertenencia se siguió un pleito en la Real Audiencia. De aquí es que aunque entre !o9 naturalistas, ha sido siempre un gran problema, cual sea el verdadero origen y la n,aturaleza del «ámbar-grisJ», atribuyéndolo unos a los excrementos de ciertas aves que se sustentan de aromas, otros a gomas de alg-uaos árboles; otros a un bfstún mineral; otros a panales df abejas digeridas por el sol, y alterados por el espíritu salino de los mares, etc.; parece que nuestros paisanos prefirieron la opinión de no ser sino excremento de las ballenas; y por eso para significar una pella de ámbar, no decían sino una ballena de ánrbar. En la parte del norte de la isla Graciosa cercana a Lanzarote, hay una pequeñft play^ quti UftfflaJí la p>yft M ámba?j a causa 66 'AMO de qjifi en ella se solía hallar; y atendiendo el viajero Jorge Glaa a la circunstancia de que este ámbar tenía ordiuarianaente la figura de pera con pezón, se jnclioó en su relación de eatas islas a la opinión de que cuajaba debajo de aquellas rocas, y que lais días agitadas de las tormeutaa las arrastraban a la orilla, lo cierto es que han cegado ya semejantes apariciones, y que casi no oímos hablar de ballenas de ámbar en nuestras Cananas; sin embarcfo parace constante qué el ámbar-gris es prod unción de un enorme pez cetáceo, llamaflo «cachalote»; éste en su vientre tiene una bolsa, donde se forman unas bolas, que nadan en un líquido amarillo y fraprante. Algunas de ellas han solido pesar hasta veinte hbras, y cuando las arroja a modo de excremento, el mar loa bate y las agita como es consiguiente. AMOR DE HORTELANO. Véase Raspilla. AMOR-INDIANO (Asclepias Incaí-nata- Lm.). Planta de nuestros huertos que algunos' llaman también «me* lindres», y en España «vecentosigo» y «mata de la seda».; 'Su tallo es recto, de tres cuartua de alto, rollizo, caai lampiño, de color entre verde y rojo oscuro, ramoso hacia la parte superior. Las hojas tienen de largo tres pulgadas, V SOM alanzadas, puntiagudas, enteras, lisas, dp iin verde oscuro, nacidas del nudo de la división de las ramas, de dos en dos, y de cuatro en cuatro, y unas en frente de otras sobre cortos peüones. Sus flores pequeñas están dispuestas en parasoles. Consta cada una de un cáliá muy chico, una corola encarnada dividida en cinco recortes abiertos, que encorvan hacia abajo, cinco canutillos anaranjados, con un cuernecillo en el centro;, cinco estambres del mismo tamaño de los ovarios o pistilos; cinco corpúsculos negruzcos, con uñ cuerpo truncado o cabezuela de cinco lados, con otras tantas sutiles hendí-duras. El fruto son dos vainas largas, puntiagudas, infladas en el medio, y rellenas de semillas coronadas de una pelus
Descripción del objeto
Calificación | |
Título y subtítulo | Diccionario de historia natural de las Islas Canarias o Índice alfabetico decriptivo de sus tres reinos animal, vegetal y mineral |
Autor principal | Viera y Clavijo, José de |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Santa Cruz de Tenerife |
Editorial | Imprenta Valentín |
Fecha | 1942 |
Páginas | 679 p. |
Materias |
Ciencias naturales Canarias Diccionarios y enciclopedias |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 573 Bytes |
Procedencia | . Biblioteca |
Descripción
Título y subtítulo | Tomo primero |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 14451037 Bytes |
Texto |
PUBLICACIONES DE LA ''BIBLIOTECA CANAI^
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TA CRUZ DE TENERIFE (CANARIAS)
IMP. VALENTÍN 8ANZ, 18
AÑO 1942
DICCIONARIO
DE
HISTCRÍA Hmi
Biniio'í
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D I C C I O N A R I O
DE
HISTORIA NATURAL
DK LAS
ISLAS' CANARIAS
o
ÍNDICE ALFABÉTICO DESCKIPTIVÜ
DE SUS TRES HEINOS
Animal, Vegetal y Mineral
POR
D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO
1866
T O M O I.
SANTA CRUZ DE TENERIFE (ISLAS CANARIAS).
Imprenta Valentín Sanz, 15.
Í942
PRÓLOGO
La historia natural de na país, no es otra cosa que
la descripción de sus sustaiiciíis y produccionea ©a su9i
tres reinos, animal, vegetal y mineral; por consiguiente
es el conocimiento exacto de lo que puede hacer el capital
de sus particulares excelencias, riquezas y recursos. ¡P&-
ro, cuántos nacen, viven y mueren en un territorio como
el nuestro, sin conocer lo que ven, sin saber lo que pisan,
sin detenerse en lo que encuentran! Para ellos las plantas
más singulares no son sino yerbas; las piedras y las
tierras, ca3Í todas unas; los i)ájaros los mismos que los de
otras provincias; los peces los de todos los mares... Es
vei'dad qiie no faltan hombres, que advertidos por el continuo
ejercicio de su profesión, distinguen fácilmente
aquellas cosas coa que se han familiarizado desde la niñez.
])ále el labrador a las yerbas del campo, los nombres
buenos o malos que les dieron sus abuelos; el cazador
a las aves; el pescador a los peces; el ollero a los
barros... Conocimientas, pero conocimientos groseros,
superficiales, de muy poca utilidad, pues sujetos a equivocaciones
y errores, no salen de la limitada es^fera de
esta clase de gente rústica, y se ocultan a los demás, con
perjuicio de ías artes, de la ect^nomía política, de la materia
médica, de la industria, del comercio y aún de
aquella loable vanidad, que sionta bien al ciudadano
que se precia de que la naturaleza haya favorecido su
patria con dones singulares,.
6 PROLOGO
Es, pues, la Ivistoria natural di'l propio país, uno de
los estudios más importantes, más amenos y más «tigno
de los racionales que lo lialutan, pero no basta que este
estudio p.ea vulgar c impcrríM'to; es necesario que también
sea ciontíiico, (piiero decir, acom])añado de aqiiellaa
nociones que se hacen indispen.-íaljles para poder discernir
a fondo 1:« cosas, i)onpK- os necesario saber la clase,
género y.especie a que pertenece una planta o una
piedra, o un mineral, o un pez, un ave, nn bruto, un
insecto... a tín de no i^rnoiar o»l nombre común o latino
que lo dan los natural islas, minevaloQ'istas, y botánicos,
f,\n cuyo lentTuaje no os posible entenderse coa las demás
naciones, ni con su^^ sabios, ni con sus libros. Si soy canario
tí por qué no lie de dar l,astíuite razón de lo que
hay en estas islas, y (]<^ lo (pie no liay? ^Do lo que abunda
en ellas y de lo (pie escasea? ¿T)e lo que les es privativo
y de lo que les es común cou otras comarcas?
No me Imsia, por ojemjilo, salier que sobre el pico da
Toido de Teneriio se encuentra cierta concreción blanca,
deleznable, salina, (pie hace efervesecncia con los ácidos.
Me es muy conveniente no ignorar, que este es UQ precioso
álcali mineral, una barrilla nativa, una sal NATRÓN,
igual o quizás s\iperior a la famosa del Egipto.
No me bafsta sabor que entre nuestros «Xuagarzos» so
cría la planta que llaman «Vaqiiitn», me es útil el saber
también que ésta es pl «11 ¡pcKÍsto», célebre ingrediente
de la tria«a: que el «Azaigo» o «Taaaigo» es la
«Rubia tinctorum»- qwe el «Tártago» es el «Ricino» o
«Palmacristi»: que la que algiinos equivocan Con
la «Gilbalbera» es la «Zarzaparrilla»: que la «Retama
blanca olorosa», y la amarilla de cumbre, «la Nota o
'Algar¡topa>\ el «Bicácaro», la «Tabaiba dulce»... son
peculiares de solas nuestras islaa. Que en ellas es asombrosa
la variedad do lava.s vnlnánicas. «Pómeíf», «Tobas»,
«Clióijlos», «Azufres» .. Que poseemos el «Trípoli», la
«Tiza», la «Tierra de sombra». In «Creta», la «Arcilla»,
la «Greda», el «Bol rojo», y el «blanco», pl «Ocre». la
«Piedra fétida do Puerco»», el «Marmol»,'.el «Jaspe»,
PEOLOGO 7
el «Cuarzo», el «Espalo», el «Pedernal», el «Granito»,
el «Cristal de Roca y Cristal de Islaudia», la «Sal gema
», la «Sal Glauber», el «Yeso». Qiie el árhol que llamamos
Haya no es Tínya, pino una especie muy particular
de «Acebo»: que el «Alináci.no» no es Almacigo
sino «Terebinto»: que ei «Til» no es Tilo, sino una especie
de «Laurel» («Ijaurus matrnoliae folia»): que el
«Vinátigo» es también de la familia de los laureles, y
que los ingleses lo confunden con la «Caobi».
Para adquirir esta patriótica erudición sin afán y sin
gasto, era preciso una obra elemental, o por decirlo así,
municipal^ que nos abrieso el libro voluminoso de la
naturaleza., y nos sirviese como de prólogo para leer el
capítulo o párrafo perteneciente a bis Canarias, y esta
obra que, como tan ardua, sólo debía emiirenderla un
talento más perspicaz o inTtmído, ftoy yo quien tiene
el arrojo de bosijuejarla, mientras se aparece otra pluma
más inteligente qué la desom))efu' mejor. Parecía que
las ocupaciones de mi |
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