LOS BAILONES O PROMESAS A SAN PASCUAL BAILON
EN EL SUR DE TENERIFE
Manuel J. Lorenzo Perera
Dionisio M. González García
Gabriel Rancel González
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
UNA TRADICION ANTERIOR AL DESARROLLO TURISTICO
Pretendemos con el presente artículo aproximamos a una promesa
que se pagaba mediante la celebración de un baile con peculiaridades un
tanto especiales, vigente durante años en el Sur de la isla de Tenerife (San
Miguel, Arona), evento que tenía por intercesor a San Pascual Bailón. Las
edades límite de nuestros informantes -ciento dos y cincuenta años en
1995- son una muestra evidente de que la promesa estuvo arraigada, al
menos, desde los momentos finales del siglo pasado hasta los años sesenta
del actual, teniendo constancia de algunas desarrolladas en 1960 y en
1964.
Perduró, pues, hasta los prolegómenos de la ocupación turística en
el Sur de Tenerife1
. Es decir, en una larga etapa en la que sus moradores
se dedicaban, esencialmente, al pastoreo, a la agricultura y a la pesca. Esta
última actividad, para los habitantes de determinados enclaves costeros,
llegó a constituir su ocupación primaria, faenando a bordo de pequeñas
embarcaciones; procediendo las mujeres, con posterioridad, a vender la
mercancía -el pescado que no adquirían los marchantes y la gente de Santa
Cruz-, a los habitantes de los pueblos próximos, que en ocasiones solían
recorrer andando y con la cesta a la cabeza, con el fin de venderlo o
cambiarlo, llevándolo ensartado, es decir, trabado por las agallas, de forma
que en cada sarta ( que vendían a tres perras o a real) fuesen tres pescados
de tamaño grande o cinco pequeños.
Fue una época, además, ajustada en bailes y diversiones, razón por
la que se solían esperar con ansia y disfrutar todos los que tenían lugar.
Mujeres y hombres acostumbraban a desplazarse descalzos hasta las
cercanías de la población donde hubiese fiesta, procediendo allí a lavarse
los pies, cuando había posibilidad, y a ponerse el calzado2 .Las mujeres
1 Véase sobre el particular: SABATE BEL, F. (1993): Burgados, tomates, turistas y
espacios protegidos. Usos tradicionales y transformaciones de un espacio litoral del Sur
de Tenerife: Guaza y Rasca (Arona). Servicio de Publicaciones de la Caja General de
Ahorros de Canarias, Madrid.
2 Tal cosa acaecía, por ejemplo, cuando acudían a la fiesta de Arona, lavándose los
pies en la zona del cementerio. Agradecemos la información a doña Dolores González
Alayón, 84 años; Cabo Blanco (Arona), IX/1995.
2
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Jovenes se irúciaban en el arte de bailar de la mano de alguna persona
mayor: "Cho Agustín Donate me enseñó a bailar"3
. Y algunos de nuestros
informantes nos han relatado, con curiosidad, circunstancias de los
bailes de entonces. En San Isidro (Granadilla) existía la costumbre,
interpretándose las malagueñas, de ser la mujer la que sacaba a bailar al
hombre, cortando ellas mismas las parejas cada tres cantares4
. Llamaban
poderosamente la atención, y ejercían un destacado interés, los cantares de
pique, frecuentemente entre una mujer y un hombre; los que aparecen a
continuación tienen su origen en el hecho de que el galán no asistiera al
baile un deterrrúnado dorrúngo, ocasionando la correspondiente impaciencia
y enojo de su pretendienta:
"Si crees que yo pretendo
de la costa el cardón,
yo pretendo de la cumbre
de la retama la flor.
El le contestó:
Zapato que yo desprecie
y lo tire al muladar5
,
venga otro y lo recoja,
a mí qué se me va a dar"6
.
3 Agradecemos la información a doña Dolores González Alayón, 84 años. Cabo
Blanco (Arona), IX-1995.
4 Agradecemos la información a don Salvador González Alayón, 75 años. El Fraile
(Arona), IX-1995.
5 Lugar donde hay abundantes tuneras.
6 Agradecemos la información a don Salvador González Alayón, 75 años. El Fraile
(Arona), IX-1995.
3
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"Esta era la gente que había antes"
Aquella sociedad -que al decir de nuestros informantes era más
pobre pero había más unión entre la gente- fue también muy inclinada al
arte de bromear, es decir, a gastarse bromas unos a otros, aprovechando,
en ocasiones, determinadas circunstancias. A los iniciados o jóvenes que
principiaban en el trabajo de las grandes fincas de tomates, se les dejaba
solos de noche, a oscuras y con un saco abierto por la boca con las dos
manos, cogiendo gambusinos, mientras no cesaban de repetir el siguiente
pareado: "gambusinos al costal/pelados y sin pelar". O se les mandaba a
cargar, desde un lugar a otro, la piedra cerda, obligándoles a volver para
que trajeran otra cada vez mayor. Todo tenía su origen en la inocencia y en
los consejos que los padres daban a sus hijos cuando éstos se iniciaban en
algún trabajo fuera de las casas: "la gente mayor a donde los manden,
vayan". En los típicos asentaderas de los pueblos los viejos revitalizaban
aquella tradición haciendo mención de relatos irreales que en muchas
ocasiones hicieron dudar a los jóvenes y niños: "que si un pulpo con una
cachimba, un pulpo con una cachimba que da miedo ... 11
•
5
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Con lo expuesto hemos pretendido bosquejar el marco cultural
donde tuvieron lugar los bailones o promesas bailadas que se hacían bajo la
advocación de San Pascual Bailón. Algunos de los participantes en aquéllos,
personas naturales de Gran Canaria7 y de La Gomera8 no recuerdan
que en sus islas de procedencia tuviera lugar la celebración de tal costumbre.
Sí sabemos de su implantación y asiduidad, hasta tiempos muy
recientes, en Fuerteventura9
. En dicha isla se hacía con la misma intencionalidad
que hemos observado en el Sur de Tenerife: pedir la lluvia,
solicitar la curación de algún familiar, animal ... ; en el recinto donde se
bailaba, ponían una gran vela con un lazo rojo en la mitad, de forma que
hasta que el fuego llegara al lazo, eran las mujeres quienes invitaban a
bailar a los hombres, discurriendo, a partir de entonces, en la forma
comúnmente establecida, siendo los hombres quienes acudían a sacar a las
• 10 muJeres .
No sabemos si la tradición del Sur de Tenerife proviene de Fuerteventura
o viceversa, existiendo también la posibilidad de que, traída
desde el exterior, perdurara en ambas islas.
Pero acerca de lo dicho, no conviene olvidar que la isla de Tenerife
ha acogido, a lo largo de su historia, a considerable cantidad de majoreros,
con frecuencia escapados de años de penas y crueles sequías. Estas fueron
pródigas a lo largo de la centuria XIX, tal como traslucen los apuntes de
don Ramón Castañeyra11
. Desde entonces, a través de la tradición oral, se
tiene información sobre la presencia de familias majoreras en el territorio
ya indicado del Sur de Tenerife, donde tan representados estuvieron los
bailones.
7 Agradecemos la información a doña Cannan Sanabria Sánchez, natural de Gran
Canaria, de 68 años de edad. Las Galletas (Arona), VI-1995.
8 Agradecemos la información a don Juan Plasencia Dorta, natural de La Gomera, de
70 años de edad. El Fraile (Arona), VI-1995.
9 GONZALEZ ORTEGA, M. (1989): Aproximación al folklore musical de
Fuerteventura. Excmos. Cabildos Insulares de Lanzarote y Fuerteventura, p. 309.
10 Varios autores (1994): Aportaciones al folklore tradicional de Fuerteventura.
Excmo. Ayuntamiento de Puerto del Rosario. Santa Cruz de Tenerife, pp. 71-72.
11 CASTAN- EYRA, R (1991): Afemoria sobre las costumbres de Fuerteventura.
Edición, introducción y notas de Francisco Navarro Artiles. Servicio de Publicaciones
del Excmo. Cabildo Insular de Fuerteventura. Puerto del Rosario, p. 50.
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Antes del año 1893, en la finca de Los Bebederos (Arona) había
un cabrero majorero con un criado del mismo origen. Fue por el mencionado
año cuando el nuevo propietario de Los Bebederos, conocido por
don Carlos, acogió a dos familias de Fuerteventura. Esos majoreros fueron
autores de los siguientes hechos:
- Trajeron una manada de camellos de Fuerteventura: 'y después la
gente tenía miedo de ir pal mar porque habían muchos camellos en
Bebederos". El corral de los camellos, que encerraban de noche, era destapado:
"ahí ponían las aulagas picadas para hacet el estiércal".
- Hicieron casas de torta, con techo a una sola agua, algo inclinado
hacia delante. Las paredes eran de piedra seca, sin recubrir de barro por
dentro ni por fuera.
Casas con techo de torta (mezcla de barro, paja y agua) las hubo, y
hay, en algunos pueblos, entre ellos Las Galletas (Arona). Los techos de
las que allí sobreviven son ligeramente convexos. Varias han sido restauradas
recientemente, cubriéndose la parte exterior del techo y las
paredes con cal.
Arando con camello en las tierras del Sur de Tenerife
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Antigua casa de techo de torta (Las Galletas, Arona)
Casas de techo de torta (Las Galletas, Arona)
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- Construyeron la pajera para depositar la paja: "era altísima".
- Y gavias de tierra, y entre la tierra disponían chamizos. Las gavias
retenían el agua: "¡las cosechas de garbanzos, calabaceras, arvejas ... , que
dieron un ej emplo a los de Tenerife, sí!".
Raza de majoreros hay en La Escalona (Vilaflor), Jama (Vilaflor),
El Roque (San Miguel) ... Un apellido común entre ellos es Cabrera.
Hay una raza de cabras, diferenciada por un color, el majorero,
que llegó a predominar en algunas manadas: "es un color amarillo.so,
cerro negro y la parte del anca negra" 12
.
ACERCA DE SAN PASCUAL BAILON
Este lego franciscano español, cuya festividad se celebra el 17 de
mayo, nació ese mismo día en Torrehermosa (Zaragoza) el año 1540. Pastor
en su niñez tomó el hábito franciscano contando con veinticuatro años
de edad. Narra su biógrafo que "encerrado en el refrectorio, se le vio
muchas veces bailando transportado de gozo delante de la santa imagen
de la Virgen" y que pasó gran parte de su existencia "consolando a los
afligidos~ alentando a los débiles y aliviando a los enfermos". Murió el
mismo día en que nació, el 17 de mayo del año 1592, en el Convento
Francisco de Villareal (Castellón). Al morir su tumba se convirtió en
centro de pereg1inación para cuantiosos fieles entre los que se encontraban
algunos monarcas y numerosos nobles. Todo ello acrecentó su fama e
influencia, aunado a los numerosos milagros atribuidos a la intervención de
San Pascual. La devoción de que gozó entre las capas más populares, la
consolidó, igualmente, su alto y estricto sentido de la justicia del que dio
muestras, durante su época de cuidador de ovejas, toda vez que se
planteaban los caracteristicos y típicos litigios entre pastores y agricultores.
Los golpes que en determinados momentos se escuchaban en su tumba
eran considerados por aquéllos como presagios de desgracias. Bastantes
12 Los datos sobre la presencia majorera se los debemos, esencialmente, a don
Salvador González Alayón, 75 afios. El FrajJe (Arona), IX-1995.
10
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años después de su fallecimiento, concretamente en 1897, el Papa León
XIII lo declaró patrono de las asociaciones eucarísticas13
.
Hemos expuesto el último de los datos porque es común que en
todas sus representaciones, cuadros y esculturas, San Pascual aparezca con
el cáliz y la hostia o con una custodia, bien a su lado o con ella en la mano
derecha. De esa forma, vestido de franciscano, está ·representado en dos
estatuas de cuerpo entero, las únicas imágenes de las que tenemos noticias
en Tenerife, conservadas, respectivamente, en la parroquia de Nuestra
Señora del Rosario en La Perdoma (La Orotavá) · y en la capilla del
Seminario de la Diócesis Nivariense. Se trata de dos obras barrocas
anónimas, de madera policromada, correspondientes, con gran probabilidad,
al siglo XVIII. La de La Perdoma ( que mide 64 cm de alto)
perteneció, inicialmente, al Convento Franciscano de San Lorenzo de La
Orotava, pasando, tras su incendio ocurrido el 19 de mayo de 1801, a la
Parroquia de San Juan del Farrobo y, posteriormente, a la ya aludida de
Nuestra Señora del Rosario en La Perdoma. A la que se conserva en el
Seminario de La Laguna se tiene en consideración en el transcurso de la
misa que se celebra allí el 17 de mayo, onomástica del Santo. Lo expuesto
es claro testimonio de un tiempo, ya transcurrido, en el que la importancia
de San Pascual Bailón debió haber sido más destacada y notoria.
La opinión popular nos relató, sobremanera la de personas que
intervinieron en los bailones, que San Pascual "es muy nombrado", "que
era muy devoto a los enfermos", "que fue un mal estudiante, que el padre
lo puso a cuidar las ovejas y él cuidaba las ovejas y bailaba". Nuestro
informante de mayor edad -don Leonardo Delgado Rodríguez, quien contaba
con ciento dos años en octubre de 1995, que, como los restantes,
jamás ha visto una efigie del Santo- respondió a la pregunta que le hicimos
en los siguientes términos: "nosotros ni sabíamos quién era San Juan
Bailón".
13 Los datos de esta breve biografía han sido ex1raídos, esencialmente, de la obra que
citamos a continuación. Varios autores (1863): Biografía eclesiástica completa. Tomo
XVI, Madrid, pp. 828-879.
11
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San Pascual Bailón (Capilla del Seminario Diocesano de La Laguna)
LOS BAILONES: SUS MOTIVACIONES, ORGANIZACION Y
DESARROLLO
Los términos bailón/bailones siiven para rememorar una antigua
práctica que durante muchos años se sostuvo por razones de fe, tradición y
divertimiento: "quitaba penas y daba alegrías".
Los bailones se hacían por promesas a San Pascual Bailón, casi
siempre por mujeres de edad avanzada. El móvil de las mismas podía ser
vano:
12
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a. Relacionadas con enfermedades de personas, casi siempre seres
próximos y queridos. En este caso el bailón, después de prometerlo,
se cumplía estando aún la persona enferma ("hacer un bailón a ver si
se mejoraba"), o bien toda vez que se había recuperado:
"La promesa la ofreció mi esposo Andrés Sánchez Yanes porque
yo estaba enferma. Mi marido era el encargado de los Bony y
cuando yo estaba enferma le dijeron: Andresito, mira que San
Pascual era muy devoto a los enfermos, ¿por qué no le ofreces
una promesa a San Pascual?. Por mí, porque yo estaba enferma
(..). Ya estaba curada cuando hicieron el bailón, hasta yo
bailé"14
.
b. Ante el padecimiento de algún animal.
c. Tras haber salido ileso de una situación determinada (guerra, viaje ... ):
''por la llegada mía de la Guerra" 15
. La madre del personaje que
organizó el bailón, hizo también otras promesas por la misma circunstancia:
acudir durante seis años caminando a la fiesta de agosto
de la Virgen de Candelaria y a la de la Luz, celebrada en septiembre
(tercer domingo) en el pueblo de Guía de Isora16
.
d. Por razones de índole climatológica. Por no llover, como acaeció en
1960. O por lo contrario, es decir, por llover en demasía, creyendo y
entendiéndose que antes llovía más que ahora porque la calidad de la
gente era distinta, superior, lo que intercedería en la voluntad de la
divinidad o creencia superior que enviaba la lluvia de forma más
complaciente que como acaece en la actualidad:
14 Agradecemos la información a doña Carmen Sanabria Sánchez, 68 años. Las
Galletas (Arona), Vl-1995.
15 Agradecemos la infonnación a don Salvador González Alayón, 75 años. El Fraile
(Arona), IX-1995.
16 La ida la hacían caminando. El regreso, en camión o en guagua.
13
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"Un mes lloviendo y viviendo en ese cuartito de torta. Una vez a
mi madre se le ahogó un cochino. Promesas pa que no lloviera.
Antes había gente buena, gente sana. ¡Dios, apoya estopa que
no lloviera y las casas no se enfonden!" 17
.
Por motivos laborales el bailón tenía lugar algún domingo o día de
fiesta. Frecuentemente en tiempos de verano, al finalizar las zafras. Comenzaban
a una hora muy temprana, dos o tres de la tarde. Una vez
pagada la promesa, el baile proseguía, participando entonces quien quisiera,
como reiteraremos más adelante.
El lugar de celebración podía ser diverso. A veces se hacía en la
sala de determinadas casas particulares, bien en la propia o en alguna
solicitada al efecto. Otras, en el salón anexo a alguna de las reducidas y
escasas ventas de otrora. O en salones que casi siempre cumplían otro(s)
objetivo como podía ser el de servir de almacén de tomates, tal es el caso
de los que se ubican en las cercanías del Porís o antiguo embarcadero de
Las Galletas (Arona). Los propietarios de tales inmuebles no acostumbraban
a cobrar cantidad de dinero alguna, aunque sí era común que
aprovecharan la circunstancia -máxime cuando se disponía de una venta al
lado- para vender a los asistentes algo de comida y bebida18
.
Los invitados a participar en el bailón acudían bien arreglados, con
el traje de los domingos. Durante mucho tiempo, las mujeres con faldas
hasta los tobillos o más rabonas y sin pañuelo ni sombrera: "eso era pal
campo". Y los hombres sin sombrero, bien peinados19
.
La duración del bailón estaba en función del tiempo que se había
prometido: una o, más asiduamente, dos horas. En una de las ocasiones
que nos han descrito, se midió a través de una vela encendida dispuesta
17 Agradecemos la información a dofia Isabel Alayón Alayón, 90 afias. Las Galletas
(Arana), X-1995.
18 Nuestros informantes hicieron alusión a los siguientes. En Las Galletas (Arana):
Casa Valeriana, Casa de Manolo Rizo, Casa de Agustín Fumero, Casa de Antonio
Reverón, Almacén de Casiano Afonso en el París, Salón de Pepe y Maria la de Los
Corrales. En Aldea (San Miguel): la Casa de Jovita González, con venta y salón al lado.
19 Agradecemos la información a dofia Dolores González Alayón, 84 afias. Cabo
Blanco (Arana), IX-1995.
14
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sobre un bloque de canto, colocado encima de una mesa; a mitad de la vela
(promesa de media vela) se ató un lazo de color rojo, de manera que
cuando la llama llegó a la altura de aquél concluyó el pago de la
promesa20
. Es muy probable que el color del lazo -siempre rojo- pudiera
deberse, tal como acaece en otras manifestaciones de la cultura tradicional
canaria (mal de ojo ... ), a la necesidad de evitar y erradicar determinados
daños y males.
A lo largo del espacio de tiempo estipulado, los tocadores y los
bailadores intervenían de forma ininterrumpida, es ·decir, sin descansos,
interpretando una pieza tras otra, bailándose de forma valseada o agarrada:
"sin soltar la pareja".
Los salones de El Porís (Las Galletas, Arona)
La persona que había hecho la promesa señalaba el día, la hora y el
sitio donde tendría lugar el bailón, avisando a sus invitados y se encargaba,
además, de los otros detalles organizativos. Sobre el proceder de dicha
20 Agradecemos esta última infonnación a doña Carmen Sanabria Sánchez, 68 años.
Las Galletas (Arona), VI-1995. La vela utilizada era de las usadas en las casas, siendo
adquirida en las ventas.
15
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persona -la mayoría de las veces una mujer de cierta edad-, hemos recogido
los si6ruientes relatos:
- Permanecía sentada, mirando.
- Se ponía en un rincón de rodillas, con una vela en la mano, desde que
empezaba el baile hasta que temiinara.
- Estaba pendiente de la mesa y de los tocadores, observando aquélla
para que no faltara de nada.
Sobre la mesa las opiniones también han sido varias: que no se
ponía, que se hacía al final para brindar a los tocadores, y los que afirman
que sí y que se colocaba, al centro del salón, antes de empezar el baile.
Sobre la mesa se disponía lo que había: almendras, higos pasados,
rosquetes, galletas y berrenda (gofio amasado con miel, queso y almendras);
agua y alguna botella de vino; había quien, además, ponía una vela
encendida21
. Como la promesa establecía que la música y el baile no
podían interrumpirse, cuando alguna pareja quería ir hasta la mesa al
objeto de consumir algo, la mujer se agarraba al brazo del hombre, sin
dejar de moverse, al ritmo de la música; o bien, daban vueltas alrededor de
la mesa, sin dejar de bailar, cogiendo alguna cosa el hombre con su mano
izquierda y la mujer con la derecha. En lo concerniente a los tocadores,
cuando uno de ellos se dirigía a tomar algo, los demás seguían tocando o
la organizadora del bailón le llevaba lo que apeteciera.
En los bailones se tocaban instrumentos de cuerda. Sus intérpretes
eran músicos populares que aprendieron de oídas o bien con otros de
mayor edad y que, casi nunca, cobraban cantidad alguna por enseñar lo
que sabían, actitud común en el seno de unas comunidades reducidas en las
que no había dinero y en las que los lazos de parentesco y amistad estaban
tan visibles. Nos contó don Leonardo Delgado Rodríguez, quien en
octubre de 1995 contaba con ciento dos años, que aprendió a tocar la
guitarra con "un muchacho que había en Aldea [San Miguel]", de nombre
Rafael Martín, y que su primera guitarra, con la que intervenía en los
21 Este último dato nos lo proporcionó doña Dolores Gonz.ález Alayón, 84 años. Cabo
Blanco (Arona), IX-1995.
16
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bailones, la compró, a sus dieciocho años, en San Miguel, en la tienda de
don Martín, costándole seis pesetas.
Cuando eran varios los tocadores, a tramos podían turnarse. Ahora
bien, esa situación no era demasiado pródiga, por lo que los mismos debían
tocar la totalidad del tiempo.
Maestro Leonardo Delgado Rodríguez, camellero y tocador de guitarra en los bailones
La forma de agrupac1on musical más antigua la constituye la
representada por una guitarra y un guitarro (timple). En algunas de estas
parejas de tocadores era bastante común que, a ratos, se intercambiaran los
instrumentos, como es el caso de Antonio García Díaz, de Buzanada
(Arona) y Manuel González González, Maestro Manuel Mandarria,
natural de La Laguna pero que vivía en el Valle de San Lorenzo
17
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(Arona)22
, indicativo, además, de que los mus1cos que tocaban juntos
podían ser del mismo o de pueblos cercanos, como en el caso descrito.
Como se nos ha referido, los instrumentos de púa surgieron más
tarde23
, tal vez por influencia cubana, como lo es también el tipo de púa -
en forma de triángulo isósceles, alargado, hecha de cuerno- conocida en
otros lugares del Archipiélago como escamilla:
"Los tocadores que habían eran yo que me gustaba la u [el laúd]y
Antonio Alayón Roque, Antonio el de Eloína, la guitarra (. .. ).
Eran dos horas f,jas bai landa, sin parar. La u se tocaba con una
púa sacada de las astillas de los cuernos de cabra, vaca y otros
animales (. .. ). Cuando terminábamos de tocar, sobre todo el
segundo [bailón], prometí no tocar más bailones porque hasta
sangre me salía de los dedos de tocar"24
.
En alguna ocasión a esta forma de agrupación conformada por la
guitarra, el guitarro o timple y el laúd, se le unió el violín. Todos estos
músicos son frecuentemente renombrados ("era la música que había") en
medio de escenas pródigas en cariño y gratitud:
"Los tocadores de este baile fueron Juan Plasencia, Antonio el de
Gloria, Jesús Mallorquín y Manolo Chinea (...). Los tocadores
tocaban con guitarras, bandurria y u"25
.
"El bailón siempre se hacía con cuerdas. Aún me recuerdo que en
alguno Manolo Rizo tocaba el violín. Maestro Juan tocaba la u.
La guitarra la tocaba Antonio el de Eloína"26
.
22 Agradecemos la información a don Salvador González Alayón. 75 aí'íos. El Fraile
(Arona), IX-1995.
23 Agradecemos la información a don Leonardo Delgado Rodríguez, 102 años. El
Fraile (Arona), X-1995. Y a don Salvador González Alayón. 75 años. El Fraile (Arona),
IX-1995.
24 Agradecemos la información a don Juan Plasencia Dorta, 70 años. El Fraile
(Arona), VI-1995.
25 Agradecemos la información a doña Carmen Cabello Marichal, 59 años. El Fraile
(Arona), VI-1995.
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Doña Isabel Alayón Alayón
Los tocadores se disponían en las cercanías de uno de los laterales
del salón, sentados en sillas colocadas en el propio piso o encima de un
escenario circunstancial conformado con bidones sobre los cuales descansaban
varias tablas o tablones de madera. El repertorio musical estaba
constituido, esencialmente, por jotillas o isas, malagueñas, folías, polkas y
pasodobles. Había géneros más descansados que otros: "donde más se
descansaba era con los pasodobles". La iniciativa de lo que se iba a
interpretar partía de los propios músicos o se solicitaba por alguno de los
presentes. Cantaban los propios tocadores o todo aquél que quisiera.
Debido a su significado religioso, en los bailones no se cantaban coplas de
26 Agradecemos la información a doña Clara Cabello Marichal, 50 años. El Fraile
(Arona), VI-1995.
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pique ni desvergonzadas. Algunos de los informantes de edad más avanzada
nos han referido que el bailón se iniciaba con el siguiente cantar,
entonado a ritmo de isa:
"Dichoso Pascual Bailón
que bailando ganó el cielo
y se fue a gozar de Dios
bailando en ese terrero"21
.
En lo concerniente a los que bailaban, acaecía lo siguiente. La
promotora del bailón se lo comunicaba a las mujeres: seis, doce o un
número variable, según las distintas versiones recogidas, y éstas se encargaban
de avisar a sus correspondientes parejas. Se trataba casi siempre de
mujeres jóvenes que se iniciaban y participaban a edades muy tempranas:
"El bailón primero que bailé fue cuando tenía quince o dieciséis
años"28
.
"Dieciséis o diecisiete años tenía cuando los bailones (. .. ). Yo era
chica, tenía dieciséis años cuando eso"29
.
Esas muchachas nuevas aceptaban la invitación, en un tiempo no
demasiado sobrado en diversiones, con notable júbilo: "bailar sí me gustaba,
contentas cuando nos invitaban". La duración y el carácter del baile
-sin descanso- ayuda a entender por qué se recurría a ellas, además del mayor
carácter de pureza que con su presencia ganaba el ritual de la promesa
que se estaba celebrando. Cada una de las escogidas invitaba a un joven: el
novio, algún amigo o alguien que fuera de su agrado, prefiriéndose,
27 Agradecemos la información a doña Dolores González Alayón, 84 años. Cabo
Blanco (Arona), 19-IX-1995. Y a doña Isabel Alayón Alayón, 90 años. Las Galletas
(Arona), VI-1995.
28 Agradecemos la información a doña Antonia Oramas Rodríguez, 75 años. El Fraile
(Arona), VI-1995.
29 Agradecemos la información a doña Isabel Alayón Alayón, 90 años. Las Galletas
(Arona), X-1995.
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sobremanera en los dos últimos casos, que la persona designada supiera
bailar bien.
Al comenzar el bailón los músicos se encontraban ya sobre el
escenario y todos los bailadores dentro del salón, las mujeres sentadas y los
hombres generalmente de pie. Al sonar la música las mujeres, que teman la
iniciativa, iban y sacaban a los hombres que previamente habían invitado.
No se podía cambiar de pareja ni pararse durante las dos horas que, la
mayoría de las veces, solían durar los bailones; si se cansaban, se cogían de
brazo partido (la mano derecha de la mujer agarraba ·el brazo izquierdo del
hombre) y se movían sin parar, siguiendo el ritmo, y luego volvían a bailar
en la forma tradicional: valseada, agarrados o en pareja. Mientras, los
músicos no podían dejar de tocar3° .
Al local donde se estaba celebrando el bailón podían entrar o
aproximarse otras personas, pero sólo bailaban los convocados, las parejas
del bailón. Toda vez finalizado aquél, después de dos horas, proseguía un
baile en el que podían intervenir todos los presentes.
De ese modo, la promesa -el ritual- fue el cauce que contribuyó a
abrir la estrecha puerta de la diversión y el entretenm:uento. Allí se continuaba,
en ocasiones, hasta bien entrada la noche. Tiempo después, muy
temprano, había que seguir mirando al mar, al ganado o a los cultivos.
30 Algwms opiniones recogidas, las menos, han indicado que a los bailones podían
acudir todos los invitados y que era allí -en el salón- donde se fonnaban las parejas,
aunque, eso sí, de la forma ya comentada: no dejaban de bailar, haciéndolo las mismas
parejas desde el comienzo hasta el final del bailón:
"En el bailón siempre bailaban las mismas personas, desde el comienzo hasta que se
terminaba (..). Las parejas para el bailón eran siempre seis (. .. ). Mi marido era el
encargado del empaquetado del salón y entonces no invitó a nadie, sino a los que
quisieran venir" (dofia Antonia Oramas Rodríguez, 75 años; El Fraile, Arona, VI-
1995).
"Iban todos los que querían, no se invitó a nadie. La mujer tenía que sacar al
hombre, se ponían unos .frente a los otros y la mujer avanzaba hasta los hombres"
(dofia Carmen Sanabria Sánchez, 68 años; Las Galletas, Arena, VI-1995).
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BAILONES INDIVIDUALES
Hubo también quien celebró bailones en solitario, después de hacer
la promesa y concederle San Pascual la gracia solicitada. Un caso representativo
se narra en el siguiente texto:
"Mi madre, Efigenia Rodríguez Pérez, le ofrecía a San Pascual
Bailón porque le gustaba fumar, y se fumaba un cigarro y
escondía en las paredes las puntitas de los cigarros, y cuando
tenía ganas de fumar iba a buscar las puntitas que había
escondido y decía: San Pascual bendito, si me representas una
punta de cigarro te hago un bailón. Encontraba la punta de
cigarro, se la fumaba y cuando terminaba empezaba a cantar y
bailar sola. Su promesa podía ser de un cuarto de hora, diez
minutos o media hora, según lo que prometiera"31
.
TRASCENDENCIA DE LOS BAILONES
La buena disposición, y afición, de algunas personas a participar en
los bailones, motivó que se les impusiese y fuesen diferenciadas con el
apodo Bailón o Pascual, atributo que han continuando heredando sus
descendientes:
"Eloína Pascua/a, porque el padre era muy aficionado a los
bailes de San Pascual Bailón. El padre se llamaba Domingo o
Antonio Matías, pero lo conocían por Domingo o Antonio
Pascua/"32
.
31 Agradecemos la información a doña Antonia Oramas Rodríguez, 75 años. El Fraile
(Arona), VI-1995.
32 Agradecemos la información a don Salvador González Alayón, 75 años. El Fraile
(Arona), IX-1995.
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EL BAILE DE SAN PASCUAL BAILON O DE LA VELA EN
ARAFO
No hemos escuchado nada similar a lo que hasta aquí hemos
descrito en otros pueblos de la isla de Tenerife.
En Arafo, por diversión y desligado de cualquier tipo de promesa,
hemos recogido datos sobre el denominado Baile de San Pascual Bailón o
de la Vela. Según lo recopilado, la costumbre en Arafo no es, al parecer,
muy antigua y se mantuvo, hasta hace algunos años-, en el casino viejo de
la población.
En un principio el baile era conocido como de San Pascual Bailón
o de la Vela, desarrollándose algún sábado próximo al día del Santo ( 17 de
mayo). Más recientemente se le ha denominado Baile de la Vela, teniendo
lugar uno de los sábados cercanos al día de Reyes (6 de enero).
La celebración, amenizada por alguna de las orquestas locales,
discurría de la siguiente manera: en el escenario, delante de los músicos, se
ponía una vela encendida con un lazo rojo hacia la mitad. Hasta que la
llama se aproximara al lazo, el baile se desarrollaba en su forma habitual,
invitando a bailar los hombres a las mujeres. Ahora bien, al llegar al lazo, la
orquesta le daba a la reunión algo de pompas y circunstancias, siendo el
momento en el que las mujeres sacaban a los hombres, cobrándose éstos
las desavenencias en medio de escenas cargadas de las lógicas muestras de
simpatía.
AGRADECIMIENTOS
El estudio de investigación que hemos presentado no hubiese sido
posible de no haber contado con la valiosa información proporcionada por
las personas cuyos nombres pasamos a relacionar a continuación:
- Isabel Alayón Alayón, 90 años. Las Galletas, VI-1995.
- Carmen Cabello Marichal, 59 años. El Fraile, VI-1995.
- Clara Cabello Marichal, 50 años. El Fraile, VI-1995.
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- Leonardo Delgado Rodríguez, 102 años. El Fraile, X-1995.
- Dolores González Alayón, 84 años. Cabo Blanco, IX-1995.
- Salvador González Alayón, 75 años. El Fraile, IX-1995.
- Antonia Oramas Rodríguez, 75 años. El Fraile, VI-1995.
- Juan Plasencia Dorta, 70 años. El Fraile, VI-1995.
- Carmen Sanabria Sánchez, 68 años. Las Galletas, VI-1995.
También queremos expresar nuestra gratitud a don José Manuel
Espinel Cejas y a doña Maria Candelaria Díaz Palmero, por su paciencia,
amistad e importante colaboración.
Y a don Avelino Gil Fariña, a don Manuel Rodríguez Mesa y a
don Lucio González Gorrín, por los valiosos datos aportados.
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