EL PROYECTO INDEPENDENTISTA DE 1868
Y LA MASONERÍA CUBANA
EDUARDO TORRES-CUEVAS
(Casa de Altos Estudios «Femando Ortiz», La Habana)
La evolución del pensamiento cubano hacia el séptimo decenio del siglo
XIX se caracteriza por el desarrollo de dos corrientes contrapuestas
tanto en los métodos como en los objetivos y las concepciones. Por una
parte, predomina, dentro del sector hegemónico de la burguesía esclavista
y comercial, el liberalismo conservador reformista. Esta ideología política,
que a su vez también se expresa en las manifestaciones culturales y sociales,
constituye la ideología predominante en el período. Una lectura de los
principales diarios, revistas y otros órganos de prensa puede llevar a la
conclusión de que la misma está generalizada en la masa social del país.
La otra corriente, que parece moverse subterráneamente en el conjunto
del pensamiento cubano se desarrolla dentro de los paradigmas del liberalismo
radical independentista que después del fracaso político, ideológico
y militar del anexionismo, quedó despejada, aunque no exclusiva, como
opción que recuperaba una base social en las capas medias, con fuerte influencia
en los sectores populares, y cuya plasmación comenzaba a hacerse
posible al descansar en una plataforma ideológica que permitía una vía
propia e independiente para la solución de los problemas cubanos.
La Revolución del 68 fue el resultado de un largo proceso de evolución
ideológica, de maduración política y de convergencia de clases, sectores,
capas y grupos sociales que pudieron unirse en un núcleo central de aspiraciones.
El desarrollo de un pensamiento propio, cada vez más distante de
la opción anexionista y de la vía reformista, madura en esta década de
1860.
La visión que ha transitado a través de los escritos de los propios reformistas
de esta época de lucha ideológica y de discusiones teóricas, ha
descansado en la definición que dieron de sí mismos: representantes de los
intereses globales cubanos. En esta imagen se representa como único el en-frentamiento
entre los reformistas y los integristas españoles. Así, se hace
derivar al movimiento revolucionario independentista del fracaso del mo-
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vimiento reformista. Pero no resulta coherente la ideología de este liberalismo
conservador con el ideario de los Hombres del 68 ni hay modo de
unir su dirigencia con la de ese movimiento. Sus concepciones teóricas,
sus intereses y las fórmulas para resolver los problemas nacionales y sociales
no son convergentes. Por tanto, vista así nuestra historia, se nos presenta
una especie de eslabón perdido entre las derivaciones del pensamiento
cubano a finales de la década del 50 y el estallido revolucionario
del 68. El silencio a este respecto parece intencional.
El estudio del pensamiento de los insurgentes de antaño y hogaño da
las claves del misterio. Una pieza fundamental en ello lo constituye la masonería
irregular creada por Vicente Antonio de Castro y Bermúdez^ en
1862.
La formación de Vicente Antonio transcurre entre dos momentos de
particular significación para nuestra historia: el primero, el de auge del ciclo
de las revoluciones burguesas y desarrollo del movimiento indepen-dentista
latinoamericano; y el segundo, el de la restauración, a partir de
1823, del absolutismo en España y sus colonias y de dificultades y crisis
en las recién surgidas repúblicas de Latinoamérica. En 1821 comienza a
estudiar en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Se vivía por entonces
en esta institución un ambiente de efervescencia producto de la
etapa constitucional impuesta en España y sus colonias. En las cátedras de
Filosofía y Constitución se impartían las nuevas concepciones filosóficas
y jurídicas. Várela había destrozado el monolitismo filosófico de la Escolástica
y de las estructuras teóricas del Antiguo Régimen abriendo los caminos
a la modernidad, tanto en el pensamiento teórico como en el científico
y político.
De Castro viaja a Europa con el fin de «poder ser algún día útil a mi
patria y a la humanidad»^. Este viaje parece haber sido importante en el desarrollo
no sólo de sus concepciones médicas sino, también, de las políticas
y sociales pues entró en estrecho contacto con lo más avanzado de la
medicina, la literatura y el arte de su época y de las teorías e investigaciones
que por entonces se efectuaban.
En 1829 ya está de retomo en La Habana. Por entonces las referencias
que se hicieron del joven médico, lo catalogan como un hombre de inteligencia
poco común, al que se le atribuía una cultura enciclopédica.
' Vicente Antonio de Castro nace el 24 de marzo de 1809 en la ciudad de Sancti Spí-ritus.
^ Archivo Histórico de la Universidad de La Habana: Expediente Docente Antiguo, n."
2.663.
290
Las actividades de Vicente Antonio de Castro como médico constituyen
una importante expresión de su saber científico y de su sensibilidad
humana. Continuador del espíritu crítico y creativo de Várela, Saco y Luz,
se dedicó a un intenso trabajo de publicación y traducción de obras científicas.
En él se integra la búsqueda del conocimiento, con el objetivo del desarrollo
de la Isla, la inquietud política como consecuencia de la crisis social
y del status colonial del país y la necesaria expresión estética de sus
sentimientos patrióticos. La idea vareliana de crear ciencia con conciencia
y desde la ciencia desarrollar la conciencia patriótica está aquí expresada.
La crisis política de la década del 40, las consecuencias que en el plano
de las ideas científicas y culturales implicaban el sistema esclavista y el poder
colonial, parecen ser determinantes en un cambio de actitud, por esta
época, en Vicente Antonio de Castro. Documentalmente está probado que
por lo menos desde 1852 ya es un activo conspirador. Cuando en 1855 se
inicia el proceso contra Ramón Pintó las referencias a Vicente Antonio de
Castro lo colocan, por lo menos en la versión de Pintó, como una de las
principales figuras en la conspiración fraguada en aquellos tiempos. En
consecuencia, de Castro fue condenado a la pena de 10 años de presidio ultramarino
el 17 de julio de 1855, sentencia dictada en ausencia del encartado.
De 1853 a 1856, Vicente Antonio tiene una intensa labor conspirativa
en México y Estados Unidos. En 1857 se inicia en Nueva Orleáns en una
institución masónica irregular. Es importante diferenciar este grupo, con
centro en Nueva Orleáns, de tradición hispano-francesa, de otros núcleos
conspirativos de la época y que se asocian todos con el movimiento anexionista.
El mismo no es el del «capital del occidente» esclavista de Cuba
sino más bien de intelectuales y capas medias sociales y tienen, más que
una influencia anglosajona la emanada del ideario de las revoluciones francesas.
Llama la atención que si bien los movimientos separatistas entre 1842
y 1856 habían tenido un marcado carácter anexionista, en 1859, ya fracasada
esa opción, Vicente Antonio de Castro crea logias con fines conspirativos,
ahora abiertamente independentista.
En este mismo período, en España, las luchas políticas han tomado un
sesgo favorable a la élite esclavista cubana. Para 1862 el poder colonial, en
busca de lograr una cierta conciliación con sectores dominantes en la Isla,
adopta una posición favorable al movimiento reformista. En este contexto
se enmarca la amnistía política decretada en aquellos momentos, la cual le
permite a Vicente Antonio de Castro retomar a Cuba.
Ante la situación de la masonería en Cuba compuesta de españoles o
cubanos españolizados y la imposibilidad de desarrollar el proyecto inde-
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pendentista dentro de la misma, Vicente Antonio de Castro decide crear
una organización independiente que sirva a los objetivos que se ha propuesto.
El 28 de marzo de 1862 funda en La Habana el Gran Oriente de
Cuba y las Antillas (GOCA) y a partir de esa fecha comienza la creación
de una veintena de logias en las principales ciudades y villas del país.
Pese al silencio posterior de las fuentes históricas con relación a esta
institución, existen numerosas referencias que nos permiten valorar la importancia
que tuvo el GOCA en la creación y divulgación de un proyecto
teórico, social y político para una sociedad nueva e independiente. Esta organización
arrastró a la juventud y a lo más granado del pensamiento de la
época precisamente porque sus liturgias eran un cuerpo teórico coherente
que contenía una proposición socio-política para Cuba.
El contenido político y social de este cuerpo masónico provocó no sólo
la suspicacia del poder colonial sino también la de la élite dominante. Un
enfrentamiento teórico e ideológico entre esta institución y las que dominaban
el ámbito de las ideologías de masas, fundamentalmente la Iglesia
Católica y el cuerpo masónico oficialmente constituido en Cuba, Gran Logia
de Colón, constituye lo más espectacular de la época.
Vale la pena citar algunas de las opiniones que por entonces vertieron
diferentes figuras opuestas al GOCA, todas las cuales coinciden en el carácter
revolucionario e independentista de esta institución: la más alta autoridad
masónica de los Estados Unidos en ese momento, Albert Pike, escribía:
«Yo no juzgaría al cuerpo creado por él [Vicente Antonio de Castro]
con títulos para ser reconocido sino más bien repudiado como club central
de jacobinos»^. El punto de vista del poder colonial se expresa claramente
en las palabras del periodista español Rafael de Rafael quien lanzó varios
ataques desde el órgano de los voluntarios españoles en la Isla, La voz de
Cuba. Refiriéndose a las logias del GOCA escribe: «[En ellas] estaban afiliados,
no sólo todos los que levantaron el infame pendón del vandalismo
en el ingenio «De majagua» el funesto 10 de octubre de 1868 sino también
los que el 3 de noviembre del mismo año secundaron el grito de Yara en la
ciudad de Puerto Príncipe»'*.
No estaban alejados de la realidad los que veían a esta organización
como un «club central de jacobinos» si aceptamos la utilización del concepto
en el sentido de un movimiento revolucionario radical. Este se hizo
' Aurelio Miranda y Álvarez: Historia documentada de la masonería en Cuba, Molina,
La Habana, 1933, p. 164.
'' Rafael de Rafael: «Las sociedades secretas y la insurrección cubana. I». La voz de
Cuba, La Habana, lunes 7 de marzo de 1870, año 2, n.° 43.
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atractivo a aquellos sectores sociales que podían encontrar la legitimación
teórica de sus aspiraciones en los postulados del mismo. Por otra parte, la
concepción de su fundador era crear una organización que sirviese de base
secreta para la unión de todos los elementos opuestos al sistema colonial.
Desde su fecha de creación, 1862, hasta octubre de 1868, se fundaron
por lo menos 20 logias en toda la Isla. Cierto que las actividades de las diferentes
logias estuvieron matizadas por las características regionales, sectoriales
e, incluso, por el amplio espectro estratégico, en el cual se enmarca
el proyecto teórico e ideológico del GOCA, así como por la formación personal
de sus distintos afiliados. Pero lo fundamental estaba en la colocación
de las bases para un proyecto revolucionario coherente en sus objetivos
y concepciones.
Para 1867 ya estas logias funcionaban en toda Cuba pero lo más des-tacable
es que en ellas militaban todos los conspiradores revolucionarios
del 68, independientemente del lugar de ubicación de las logias lo cual le
dio al movimiento un carácter verdaderamente nacional. Sin seguir un orden
cronológico de sus fundaciones, haremos referencia a algunas de ellas
y a sus militantes. En la región oriental funcionaron Fraternidad N.° 7 y
Caridad Fraternal N. ° 8, ambas en Santiago de Cuba. A ellas pertenecían
todos los conspiradores independentistas de esa ciudad, de los cuales debemos
resaltar a Manuel Ramón Fernández quien recibió plenos poderes
de Vicente Antonio de Castro para crear logias en toda la provincia oriental.
Militaban en estas logias Manuel Ascencio Ascencio y Esuperancio
Álvarez, el primero padrino de Antonio Maceo y, el segundo, su iniciador
en la conspiración independentista. Ambos fueron asesinados, dos meses
después de iniciada la Revolución del 68.
Manuel Ramón Fernández fue el enviado de Vicente Antonio de Castro
para la creación de dos logias de gran importancia en la historia cubana.
La primera fue la logia Estrella Tropical N." 19 de Bayamo, cuyo cuadro
de dirección quedó conformado por Francisco Vicente Aguilera, Francisco
Maceo Osorio y Pedro, «Perucho», Figueredo. El cuadro de dirección de
la logia coincide con la dirección de la Junta Revolucionaria de Bayamo,
coordinadora de la conspiración independentista del 68 en Oriente. Un escrito
del general Calixto García Iñiguez comenta que «fundaron en Bayamo
una logia que con el nombre de masonería encubriera la conspiración
que se tramaba»^.
' Juan A. Cué Bada: Sobre un discurso inédito del general Calixto García Iñiguez que
trata sobre los primeros días de la Guerra de los 10 Años en Holguín y Jiguaní. (El subrayado
es del autor, copia mecanografiada).
293
La extensión del movimiento de Bayamo a Manzanillo se logró con la
creación de la logia de Buena Fe, también por Fernández, y cuyo venerable
maestro lo fue Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de la Revolución
del 68. La misma contó con 37 miembros, casi todos involucrados en los
hechos del 10 de octubre y con posterioridad de una larga ejecutoria inde-pendentista.
El 2 de septiembre de 1867 viajaron a Holguín, Francisco Vicente
Aguilera y otros miembros del GOCA para fundar la logia 5o/ de Oriente,
que pocos días después cambió el nombre por el de Hijos de la Viuda,
siendo elegido para presidirla Belisario Álvarez quien asumía también la
dirección de la conspiración en la región. A ella estaban asociados figuras
que más tarde tendrían un destacado papel en los acontecimientos de la Revolución
del 68; basten los nombres de Calixto García, Limbano Sánchez
y el de los hermanos Grave de Peralta.
Más o menos en esta etapa se fundó la logia de Las Tunas en la cual
militaban Francisco Muñoz Rubalcaba y Vicente García que dirigían el
movimiento conspirativo en la zona. No pueden dejarse de mencionar aquí
los casos de Donato Mármol y Máximo Gómez. Mármol será el primero
en ocupar la jefatura militar de la Revolución y Gómez su más brillante estratega^.
Por las características poblacionales y territoriales de Camagüey sólo
funcionó en el territorio una logia de la cual hay noticia desde 1866, Tí-nima
N.° 16. De los 76 alzados en el Paso de las Clavellinas el 4 de noviembre
de 1868, militaban en ella 72, entre estos Salvador Cisneros Be-tancourt,
Eduardo Agramonte, Napoleón y Augusto Arango, Carlos Loret
de Mola y Bernabé, «Bembeta», Varona. Su Venerable Maestro lo fue José
Ramón Silva Barbieri.
En la región de las Villas funcionaron logias en Trinidad, Cienfuegos,
Santa Clara, Remedios y Sagua la Grande. No de todas tenemos suficiente
información pero por diversas fuentes podemos conocer que para ser iniciado
en la conspiración era necesario militar en el GOCA. La Junta Revolucionaria
de las Villas pertenecía por completo a esta institución y estaba
constituida por Antonio Lorda, Arcadio García y Traquilino Valdés.
* Hemos confirmado la pertenencia al GOCA de Máximo Gómez, no sólo porque,
como Antonio Maceo, siempre firmó con los tres puntos del triángulo masónico, sino también,
por haber encontrado en el Archivo Nacional de Cuba, fondo Máximo Gómez, legajo
1, n.° 6, una libreta que contiene una versión resumida de las liturgias de este cuerpo irregular
masónico. Según nota de Gómez la letra era de Sanguily y se las copió de otra libreta
perteneciente a Manuel de Jesús Peña.
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Eduardo Machado, uno de los principales conspiradores y miembros del
GOCA, en su autobiografía, narra que Miguel Jerónimo Gutiérrez, quien
no pertenecía a este cuerpo masónico, fue iniciado en él como medio de juramentarlo
en el movimiento^.
Un ejemplo de las actividades de estos grupos lo constituye la logia
Luz del Sur N. ° 20 de Trinidad compuesta por los conspiradores de la zona.
Funcionaba clandestinamente y efectuaba sus reuniones en la cueva Can-toja
de esa ciudad^. Tenía por Venerable Maestro a Federico Hernández
Cavada, figura principal del alzamiento en esta localidad. En ella militó
Juan Bautista Spotomo quien llegaría a ser presidente provisional de la República
en Armas durante la Revolución del 68.
En la región occidental funcionaron varias logias pero de ellas las más
destacadas fueron los Hijos de Hiram en La Habana y Constancia N.° 11
en Matanzas. En los Hijos de Hiram militaban jóvenes habaneros que se
unieron al movimiento independentista en Camagüey a través de expediciones
como la del Galvanic.
Puede observarse que fue dentro del GOCA que se desarrolla la conspiración
que estallaría en octubre de 1868. También puede constatarse que
las principales personalidades que figuran no sólo en los inicios del movimiento
sino también en su continuación y permanencia se iniciaron en esa
institución. Las referencias que sistemáticamente hicieron al pensamiento
contenido en las liturgias de ese cuerpo obligan a un necesario estudio de
este núcleo de ideas que se corresponden con una corriente de pensamiento
que le da unidad a la primera gran revolución en la historia de Cuba. Más
aun, sin su conocimiento no se podrá entender la fuente nutricia del pensamiento
de la liberación cubana y su permanencia a lo largo de siglo y
medio.
Al tomar en su conjunto estas liturgias puede reconstruirse un cuerpo
teórico coherente en el que se expresa, dentro de los lincamientos del liberalismo
radical decimonónico, un pensamiento racionalista, anticolonia-hsta,
nacionahsta, republicano, demócrata, anticlerical, antimonopólico y
de economía de libre concurrencia, basada en el desarrollo de la pequeña
propiedad. Según Vicente Antonio de Castro, su autor, el GOCA era un
cuerpo áe, pedagogía social, fundado en los principios de Ciencia y virtud,
por lo que perseguía como objetivo la formación de hombres moralmente
^ Eduardo Machado Gómez: Autobiografía, Comisión de Extensión Universitaria, La
Habana, 1969, p. 16.
* Esta cueva se encuentra en los bajos del actual motel Las Cuevas. En ella existe una
tarja alegórica.
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útiles, despiertos al pensamiento y dispuestos a actuar en beneficio del
país. Esta concepción explica que para él su proposición pedagógica-filo-sófica-
política constituya «el sistema más perfecto de educación social del
hombre»^.
Analizando los contenidos de estas liturgias, llegamos a la conclusión
de que la decisión de Castro está determinada por el criterio de que el modelo
y las proposiciones norteamericanas no constituyen ni abren el camino
a la realización de una sociedad de plena libertad y de plena igualdad,
base inquebrantable de la fraternidad. Por ello afirma que el objeto de
estos estudios es: «Recorrer los diversos países estudiando las miserias del
pueblo y sus causas, para hallar el modo de remediarlas: de suerte que
aquella Fraternidad, aquella Libertad y aquella Igualdad reinen en el Universo
»'*^. Ya aquí se hace ostensible el carácter revolucionario del GOCA
pues asume la tendencia más radical de las proposiciones de las revoluciones
burguesas con lo cual compromete, si bien paternalmente, la solución
de los problemas del pueblo con la acción transformadora y ética de sus
miembros.
Quien estudie la Revolución del 68 podrá encontrar constantes referencias
al tríptico revolucionario francés: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Pero la pregunta era, ¿cómo se había difundido en los campos de Cuba? La
respuesta está aquí: era el lema de las logias revolucionarias del GOCA
que estaban presentes en todo el país y a las que pertenecían los «Hombres
del 68», como los llamó Máximo Gómez.
Para de Castro, dentro de la concepción clásica burguesa de la época,
la riqueza parte de tres fuentes: la propiedad, el capital y la industria. Pero
precisa que ellos deben estar «tan justamente ordenados que cada uno pague
conforme a sus medios»''. El rechazo al monopolio y el intento de
crear una sociedad con un equitativo ordenamiento del capitalismo es la
expresión de un liberalismo radical del agrado de las clases medias, pero
en modo alguno sustenta las posiciones de la élite de poder económico. Por
el contrario, la reivindicación de la clase obrera ocupa un lugar importante
en su proyecto. Si esta sociedad no se concibe con la existencia de la esclavitud,
es en el desarrollo de una clase obrera justamente compensada
donde puede hallar su fuerza creativa y su estabilidad. Por esto uno de los
' Vicente Antonio de Castro: Liturgia con el ritual del grado 32, Editor Daniel Ber-múdez.
La Habana, [s.f.], pp. 13-14.
'" Vicente Antonio de Castro: Manual con las liturgias y catecismo de los tres grados
simbólicos. Editor Daniel Bermúdez, La Habana, [s.f.], p. 14.
" Ibídem, p. 406.
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más llamativos juramentos de los iniciados en el GOCA es: «Yo..., juro
por mi honor guardar inviolable mis obligaciones, sostener el principio de
la Igualdad Social y hacer cuanto pueda en lo humano para la Rehabilitación
de las clases proletarias y la abolición de todo fuero, privilegios y división
fundada en la nobleza de cuna, el oficio o la riqueza...»'^. Semejantes
ideas, en la Cuba de 1868, eran lo más radical y atrevido que se
podía concebir.
Acorde con esta concepción de la sociedad se propone una estructuración
política para la misma. Se adopta la división clásica de poderes: ejecutivo,
legislativo y judicial. Se crea un sistema electivo para cada uno de
ellos fundamentado en una estructura de base que desUnda las facultades
desde el Municipio hasta el Congreso. Con respecto al llamado poder judicial
su objetivo no es sólo garantizar la equitativa impartición de la justicia
sino también el medio para que la Hbertad de la persona no sea lesionada
por los abusos del poder de la autoridad. En ese aspecto las
proposiciones de Vicente Antonio de Castro sobrepasan el marco del liberalismo
radical para penetrar de fondo, y al fondo, en las concepciones verdaderamente
democrático-populares.
La proposición de Vicente Antonio de Castro en lo jurídico no es más
que la confirmación de toda una línea de pensamiento donde la tradición
popular española y la realidad cubana se unen en busca de una fórmula
para una sociedad nueva. Por ello, lo más llamativo es la escasa influencia
norteamericana en el conjunto teórico.
La proposición política del Estado es esencialmente republicana y sólo
concibe los cargos públicos como resultado de la elección popular sin condicionar
como sucede en otras constituciones burguesas de la época, la
elección al Congreso a la propiedad o a la riqueza. Sólo la virtud es condición
necesaria para los cargos públicos.
En esta concepción, el término liberal se refiere a los partidarios de las
libertades. La proposición, sin embargo, es una herencia cubana que plantea
una doble soberanía, la del pueblo y la de la nación. En un caso es la
soberanía hacia dentro; en el otro la soberanía hacia fuera. La plena soberanía
del pueblo, sólo es concebible mediante la igualdad social. Y, como
para lograr ésta había que derribar las fronteras sociales -clasistas, racistas
y estamentales - esta lucha se convirtió en el camino de la liberación de los
sectores desfavorecidos. La soberanía de la nación implica la lucha anticolonial
y su conversión en un movimiento ascendente por la plena libertad
económica, política y cultural. Para lograr esta soberanía la lucha antico-
'2 Ibídem, p. 395.
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lonial se transformó en movimiento de liberación nacional. El principal
obstáculo, a largo plazo, no era el cada vez más periclitado imperio español
sino el cada vez más consolidado expansionismo norteamericano. En
este último problema estaba la esencia misma de la subsistencia y plena
realización de la nación cubana.
La síntesis del compromiso y de las ideas de los miembros del GOCA
se encuentran en el siguiente juramento: «...juro y prometo marchar con
paso firme al noble objeto de la Orden, proteger la inocencia y castigar al
crimen, consagrándonos desde ahora a la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad
del linaje humano. Juro y prometo trabajar por todos los medios en
destruir la tiranía, desenmascarar y confundir la impostura, contribuir con
todo mi poder a la difusión de las luces y propagación de las ideas liberales
donde quiera que me encuentre, no descansar, hasta que obtengan los
demás hombres según su capacidad y su conducta, la parte a que tienen naturalmente
derecho en la Soberanía del Pueblo. Juro y prometo defender el
bien público, tomar a los oprimidos por hermanos y a los opresores por
enemigos...»'^.
Toda la proposición del GOCA está dirigida a subvertir la sociedad colonial
y esclavista, dentro de los límites propios del liberalismo radical.
Para ello era necesaria la liberación de las conciencias. Esta es la base de
la acción humana. Pero no hay libertad de conciencia sin libertad religiosa;
esta es la razón por la que uno de los aspectos más importantes de las liturgias
se concentra en la crítica a lo que denomina la «tiranía religiosa».
Dedicando un amplio espacio a la crítica anticlerical contrapone a la fe, a
la esperanza y a la caridad religiosa, el sentido social y humanista del lema
de libertad, igualdad y fraternidad.
El conjunto de proposiciones del GOCA adquiere su núcleo de unión
interna y su nexo con la tradición del pensamiento revolucionario cubano,
iniciado por Félix Várela, a partir de que toda la concepción teórica se une
en el concepto de patriotismo. La patria es, dentro de la más pura tradición
vareliana el hogar común de todos los que la aman, nacidos en ella o no;
es el núcleo social y cultural de las tradiciones y hábitos del pueblo y, sobre
todo, fuente de justicia social y proyección hacia un porvenir común
más justo y libre.
Las 12 columnas del templo que se exponen en el grado 27 contienen
los principios fundamentales del GOCA: 1. Soberanía del pueblo; 2. Libertad
del trabajo; 3. Contribución directa; 4. Libertad religiosa; 5. Liber-
" Vicente Antonio de Castro: Liturgia con el ritual del grado 30, Editor Daniel Ber-múdez,
La Habana, [s.f.], p. 9.
298
tad de la persona; 6. Soberanía de las naciones; 7. Derecho de reunión; 8.
Libertad de imprenta; 9. Libre cambio; 10. Habeas corpus; 11. Juicio por
jurado; 12. Igualdad social.
Vicente Antonio de Castro no fue filosófico en el sentido de la creación
ontológica, lógica o gnoseológica; tampoco fue un jurista o un político en
exactitud, pero sintetiza un proyecto de sociedad, la república democrática,
soberana y de justicia social, que desde el conocimiento y experiencia universales
traza para Cuba un paradigma. El proyecto republicano que se esboza
en estas liturgias se convierte en la expresión más acabada, que conozcamos,
de las aspiraciones de todos los sectores, capas, clases y
estamentos del país, en tanto asume aspiraciones globales, separándose
sustancialmente del proyecto conservador reformista del sector hegemó-nico
de la élite económica.
Estas proposiciones teóricas explican la unidad ideológica de los Hombres
del 68. En el amplio rango de la proposición del GOCA puede encontrase
también el origen de las discrepancias internas del movimiento in-dependentista.
Las liturgias del GOCA son sólo la expresión teórica e
ideológica inicial. Los hombres que a partir de estos principios abstractos
y de un proyecto no materializado, enfrentaron realidades concretas, tuvieron
que superar limitaciones reales y elaborar nuevas ideas para situaciones
nuevas. La practica política decantaría, profundizaría y obligaría a
nuevas reflexiones.
La obra de Vicente Antonio de Castro era el eslabón perdido entre la
proposición de la emancipación del pensamiento y la sociedad cubana de
Félix Várela y el independentismo que abre la vía revolucionaria en el 68.
Es, también, la superación de aquel exógeno anexionismo y del debilitado
reformismo de los años 1860. Aquellas liturgias del Gran Oriente de Cuba
y Las Antillas tenían sabor subversivo.
Como colofón a este estudio no puede faltar una referencia final a Vicente
Antonio de Castro. ¿Por qué las historias nacionales cubanas han ignorado
la importancia de su obra organizadora y del papel de su pensamiento
en el movimiento del 68? Seis razones pueden aducirse a este
respecto. La primera se observa en la obra de numerosos autores que escriben
sobre los sucesos vinculados a los inicios de la Revolución del 68.
Al interpretar el GOCA como un cuerpo masónico no penetran en el nexo
entre la conspiración y las logias, separando a ambas. Segunda, no conocían
el contenido del pensamiento expresado en las liturgias por lo que desvinculan
las ideas de los revolucionarios del 68 del carácter y contenido de
las mismas. Tercera, el pensamiento político o religioso de muchos le hacen
sospechar «lo inadecuado» de tratar un tema tan espinoso. Cuarto, Vi-
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cente Antonio de Castro muere el 12 de mayo de 1869''*, siete meses y 2
días después de iniciada la Revolución del 68. Cuando ésta se produce se
encontraba gravemente enfermo. Quinta, el propio 10 de octubre de 1868
se disolvió en La Habana el GOCA como consecuencia de los innumerables
ataques de que era objeto por el poder colonial, el sector hegemónico
de la élite económica, la Iglesia Católica y la masonería regular. Por último,
los papeles del GOCA desaparecieron en medio del caos ocasionado
por el inicio revolucionario. La importancia que adquirieron los nuevos sucesos
y la entrada en el panorama nacional de las nuevas figuras sostenedoras
de la beligerancia revolucionaria desdibujó un pasado que, además,
había sido secreto y compartimentado. Pero por los barrios, pueblos y campos
de Cuba, circulaba y se debatía un pensamiento que marcarían profundamente
la idea y la imagen que en la mentalidad popular cubana sería el
cauce por el que correrían las desbordadas aguas de la Revolución: del
sueño heroico, de la utopía cubana, que no dejó de adecentíir su impulso en
el realismo práctico enarbolado por su lema: CIENCIA Y CONCIENCIA;
CIENCIA Y VIRTUD.
'* Partida de defunción de Vicente Antonio de Castro. Parroquia del Espíritu Santo. Libro
26 de entierros, folio 154 vuelto, n.° 915.
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