Las contrariedades de los últimos años de
Pedro de Vera
(.of HíPÓLiTo SANCHO DE SOPRANIS
Son obscuros los últimos años del conquistador de Gran Canaria,
como son los de otros muchos de sus conteiriporáneos A quienes la
desgracia, la avanzada edad ó los achaques retiraron del servicio
activo antes de sobrevenirles la muerte. Los documentos públicos
dejan de mencionarle; los privados escasean hasta el punto de poderse
decir nulos, y, si'no fuera por información que adelatitado del
Río de la Plata, su nieto, Alvar Núñez Cabeza de Vata, harto necesitado
de la ayuda regia después de regresar de sus aventuras en la
Florida y tierras aledañas, hizo abrir en Jerez cuando aun no se
había extinguido del todo la memoria de ciertas cosas, nada sabríamos
de las circunstancias en que tuvo lugar la muerte de Pedro de
Vera y de las contrariedades que en sus postrimerías le amargaron
unos días de por sí ya bastante llenos de difícultades, tanto materiales
como de orden espiritual. Unos documentos que amplían lo
ya conocido y la información aludida nos permiten intentar un
pequeño estudio ilustrador de este período de la vida del Gobernador
—como documentación v cronistas le llamaron en su tiempo—, en
el cual, precisando unas fechas, limpiando ciertos hechos de detalles
que los desfiguraban y poniendo de relieve una situación hasta ahora
no bien precisada, se aporte algo utilizable para la futura biografía
del conquistador de Gran Canaria, empresa que requiere una labor
investigadora menuda y detallista que está aún muy lejos de haber
alcanzado no ya su perfección pero ni aun siquiera madurez. En el
estudiaremos las contrariedades que amargaron los últimos días de
la vida de Pedro de Vera, nacidas unas de la conducta no siempre
laudable de sus hijos, y originadas otras del olvido en que los Reyes
Católicos tuvieron sus servicios. Procuraremos ser breves y documentados
y, cuando preciso sea, centraremos los hechos en su ambiente
para evitar equivocadas perspectiva», falseadoras de la historia,
a que fácilmente se propende. Quizá algunas afirmaciones resulten
un tanto extrañas y se las encuentre faltas de comprobación
inmediata^ pero haya paciencia, y en estudios especiales, cuya documentación
básica esta reunida, se aportarán su» pruebas y darán
[2] 326
soluciones muy sencillas -^la realidad'suele ser así— a los que hoy
se consideran problemas insoiublesi Las duplicidades de homónimos,
cuando la documentación escaüea, suelen originar no pocos de
aquéllos.
£ntre las amarguras que tuvo que devorar Pedro de Vera en sus
últimos años, dos han sido las principalet), además de su remoción
de la conquista y capitanía general de Canarias: el matrimonio de
su hijo Martín con una mujer de sangre infecta, por pertenecer a
linaje de conversos, y la desgracia de su otro hijo Fernando, tan destacado
en la conquista y ahora en riesgo, de muerte por haber provocado
la ira de los Reyes Católicos, primero y por haber caído en
manos de una mujer avarienta y desleal que proyectó venderle a
sus enemigos, después. De ambas vamos a tratar, aumentando en
algo, corrigiendo en más y, sobre todo, asentando históricamente
lo que se presentaba con el halo de lo legendario, pues constituyea
episodios importantes de lu vida d« un capitán ilustre, cuya personalidad
queremos rehacer. Procediendo cronológicamente, nos ocur
paremos primero del matrimonio de Martín de Vera que sale al^o
fuera del marco cronológico de este estudio, pero que hubo de
influir —y no poco— en la retirada que el Cohernador hizo da »u
patria; y después trataremos del destierro de Fernando, levantttdo
más prestamente de lo que se suele afirmar.
Martín de Vera, acaso el más querido de los hijbs del gobernador
de Cran Canaria, ya que a él se concedió la merced del castillo del
Berrueco con las cien caballerías colindantes en 1466 y a él se ratifica
la gracia, bien que disminuyéndola por los Reyes Católicos en
1477, en premio a los grandes servicios prestados a la Corona por
su padre en la alcaidía de Ximena, al contraer matrimonio no se
fijó en ninguna de las numerosas candidatas al mismo con que contaban
los linajes jerezanos, sino que buscó consorte en una familia
que por entonces empieza a figurar, intervinieftdo en la administración
de la ciudad, ya quo no gozando de v^nticuatría sí disfrutando
de una de las juraderías de la misma: la de los Carmona, acaso
atendiendo a su buena situación económica, cosa no de descuidar
por quienes como los Vefa tenían más sangre ilustre en las venas
que excelentes de oro en las escarcelas. Llamábase la escogida Elvira
Gutierres y era hija de Juan de Carmona, jurado por la collación de
Santiago, y pertenecían una y otro a una de las familias qne, por
provenir de la aljama, eran miradas con prevención en Jerea, ya
que se las acusaba insistentemente de practicar el judaismo. Y los
rumores debían tener base, si no sólida, por lo menos bastante probable,
por lo que luego demostraron los hechos'.
1 Cf. lo eeorlto sobre Martín de Vera en el estudio La familia M go-hwmador
Ptdro de Vera, en tBevista de Historia», La Laguna de Tenerue,
a» [3]
La conjuración de Benadeva, Susán y otros judíos sevillanoa,
apoyados por los conversos, el descubrimiento de la cual dio pie al
establecimiento de la inquisición castellana con caracteres peculia-rísimos
que la distinguen de la medieval universalmente establecida,
tuvo su repercusión en Jerez, donde los rigores inquisitoriales
más que contra los judíos se dirigieron contra los conversos, por
considerárseles más peligrosos y culpables. Benito de Cárdenas, el
cironista jerezano que por estos años va recogiendo todo lo que afec^
tó a la vida local, después de consignar lo ocurrido en Sevilla y la
obra de saneamiento religioso emprendida por los dos inquisidores
continúa: e enviaron a Xerez de la Frontera a prender otros conversos
e llevaron a algunos e fueron los otros a San Lúcar e Medina^. Los
procedimientos estaban terminándose a fínes del año 480, en que
un delegado de los inquisidores hispalenses hacía acto de presencia
en Jerez para tomar posesión de las tierras de los condenados per-fenecientes
al fisco real, entre ellas varias de los representantes de
la familia Carmona, que habían sido penitenciados gravemente,
unos y otros, como el jurado de Santiago, Juan —el consuegro del
conquistador de Gran Canaria—, quemado no sabemos si en Jerez
o en Tablada, pues el texto de Cárdenas dista de ser claro^. Su
muerte más sonada que la de otros, por el puesto que ocupaba, aun
hnbo de dar ruido largo tiempo, pues, proveyendo los Reyes en una
núms. 75-77. La muier de Martín de Vera no se menciona en el documento
de cenión del juro de diez mil maravedís sobre el almojarifazgo de Arcos
para dotación de la capilla mayor del convento de Sto. Domingo de Jerez,
entierro del gobernador. Es verdad que vivía su marido que aparece otorgando,
pero a otras consortes se las menciona, lo que parece indicar sufría
una postergación entre los familiares de su marido. Cf. Documentos interesantes
del archivo del Marqués de Gasa Vargas Machuca. Un documento interesante
para la biografía de Pedro de Vera, Apéndice 1.°, pág. 32, Cádiz, 194'J.
2 Of. BENITO DE CÁRDENAS, Memoria y verdadera relación de cosas aeon-teeidas
en esta cibdad y fuera della... desde el año de mil y quatrocientos y setsnta
y uno en que entro el Marques en Xeres fecha por un hombre mui honrado desta
cibdad que se llamaba..., publicada por J. MORF.NO DE GUERRA, Bandos en
Jeree. Los del puesto de»abajo, vol. I., Madrid, 1929, pág. 101. Sobre la inquisición
sevillana y sus representantes en Jerez cf. HIPÓLITO SANCHO, LO»
conversos y la inquisición primitiva en Jere» de la Frontera según, documentos
inéditos (1483-1496) «Archivo Ibero-Americano», Octubre-Diciembre 1944,
p&gB. 595-609.
3 Cf. CÁRDENAS, op. cíi, pág. 102. Véase el texto: «Vino un bachiller de
Sevilla de los inquisidores para Xerez para fazer los asentamientos de las
viñas e easas e otras heredades de los conversos para los reyes e fueron
de Xerez e quemaron a diez e siete dias del mes de Deciembre año de
XCCCCLXXA" aBo8>. Como se ve, o la redacción es muy poco feliz, o faltan
petlabras —cosa qne creemos muy probable—, con lo cual resulta imposible
saber ti quemaron a diez conversos de Jerez o la quema de un número
no indicado tuvo lugar en 17 de Diciembre. En el archivo del convento d«
Sto. Domingo de Jerez existen documentos relacionados con el jurado Car-mooa,
pues una viña del mismo fué donada por los Beyes Católicos a dicho
OMivento. Lo mismo ocurre en e4 de la familia Valeía, por parecida oausa.
^Di
[4] m
persona su juradería y dándola a otro los ihquisidorea, sa origina- /^ j^j*
ron de aquí numerosas discusiones, con episodios violentos como e l í^ Mi^
de la excomunión de los veinticuatro por los inquisidores, q u e , l^ 't '
afrentando a los deudos del judaizante, debieron amargar y no poco
al mal aconsejado Martín de Vera, que veía a los suyos hechos el
blanco de la prevención con que los cristianos viejos da Jerez miraban
a los de origen judaico, y más si sobre ellos había recaído el
estigma infamante de una condenación inquisitorial. Y aunque por
el momento, ausente en la conquista Pedro de Vera, esto» sucesos
no le afectaron, al saberlo tuvo quo experimentar la misma amarga
contrariedad que su hijo y sentirse molesto en Jerez, ciudad que
desde ahora frecuentaba poco, aun cuando al final de sus días, viejo
y tullido, tenga que regresar a ella^.
Si desagradable y casi intolerable para un castellano de fines dei
siglo XV era la perpectiva de una descendencia infecta, no era menos
f)enoso tener que soportar en otro de sus hijos la mancha de la des-ealtad
a los Reyes, a quienes había sacrificado las mejores energías,
buena parte del haber familiar y, cuando preciso fué, hasta la libertad
de aquéllos. Y esta segunda amargura tuvo que devorarla Pedro
de Vera, y casi al mismo tiempo que el célebre proceso de los gomeros
le colocaba al borde de la más completa desgracia. Es conocido el
episodio de Hernando de Vera, aquel hijo del conauistador canario,
regidor o veinticuatro, por más exactitud en la denominación, de
su patria Jerez, que refieren con variedad de detalle los historiadores
tanto locales como de la conquista de Canarias. Pero como estos
últimos agregan nuevos detalles, algunos de los cuales fallan al ser
contratados con la documentación, y aun confunden al hijo del alcaide
de Jimena que fué objeto de la ira y de las justicieras medidas
de los Reyes Católicos, inclinábase un tanto el animo a considerar
el episodio como uno de tantos otros nacidos al calor de la escusa
simpatía—por no decir odio manifiesto—que muchos escritores
de las Canarias, seguidos por otros peninsulares, manifestaron por
Pedro de Vera, acusado repetidamente de codicioso, inhumano y
cruel. Hoy, después de las piejsas encontradas acerca del asunto
—bien que desconozcamos el resultado de la apelación contra la
sentencia dictada por el alcalde mayor del corregidor Juan de Robles,
de poco gratos recuerdos—, no se puede negar su realidad ni
cabe duda de en qué consistió la ofensa, y aun podremos reconstituir
lo ocurrido, dándole un carácter de mayor veracidad que el
que ofrecen las narraciones de Viera y Clavijo y los que en él se
han venido inspirando.
4 Sobre el epitodio de la juradoria concedida a Alonso de Lugo por
los inquisidores y a Francisoo de Salas por los Reyes, oí. CÁRDICNA8,
828 [6]
Ocurrió en Jerez, al llegar el año 1490, que la opinión contraria
al corregidor de la ciudad Juan de Robles, persona si muy acepta a
los Reyes Católicos poco recomendable desde varios puntos de vista,
irritada por lo infructuoso de las gestiones hechas para que se cambiase
su primer magistrado, comenzó a manifestar de modo ostensible
el descontento que aumentaba con lo penoso de la cooperación
del concejo a la continuación de la campaña contra Granada,
que exigía grandes sacriñcios, así en dinero como en trabajo personal
y sangre. Era una situación peligrosa que, no escapando a la
f)erspicacia del corregidor, le hizo extremar la vigilancia, a lo que
e estimulaban no solamente su lealtad a los Reyes, sino su propio
medro, ya que los que contra aquéllos se manifestaban eran al mismo
tiempo sus enemigos declarados. Cabeza de bando o por lo menos
personalidad saliente entre los descontentos fué Hernando de Vera,
ya bien destacado en la conquista de Gran Canaria, donde había
apadrinado a una princesa indígena, y miembro del concejo jerezano
como poseedor de uno de los oficios de veinticuatría acrecentados
para satisfacer a los linajes jerezanos que aspiraban a intervenir en
el régimen de su ciudad al perpetuarse los regimientos*. ¿Fué él
quien compuso un libelo infamante contra los Reyes Católicos o
unas coplas análogas a las que circularon por Castilla en el reinado
anterior o se limitó a darles publicidad? Detalle es éste que ignoramos;
pero lo que es cierto es que, aprovechando la concurrencia de
personal al oficio de escribanía que en la plaza de los escribanos
tenía Bartolomé de Amaya, hermano del comendador Juan Riquel,
una de las personas de mayor representación de la sociedad jerezana
de entonces, dio lectura y probablemente comentó agravando los
cargos a un libelo y a unas coplas contra el mal gobierno de los
Católicos, con la mala fortuna de tener en su auditorio soplones o
fiersonas menos discretas que hicieron llegar a oídos de la justicia
o ocurrido. Fernando de Vera se puso entonces en salvo, escapando,
primero de Jerez y luego de los dominios castellanos, por mar,
utilizando para ello la carabela que su padre tenía y de la cual era
op. eil., pág. 103. Numerosos detalles y no pocos documentos en los cuadernos
capitulares del 1483 en la parte conservada y que llegó hasta nosotros.
5 El cansancio de Jerez ante las vejaciones y dureza del gobierno del
corregidor Juan de Eobles llevó a un verdadero golpe de estado cuando
quedó cautivo en las Axarquías, pues el concejo determinó motu proprio
volver a su antiguo gobierno de dos alcaldes mayores, nombrando a éstos,
destituyendo al alcalde mayor de la justicia que servía a Robles, por ser
éste L^go en derecho, y distribuyendo los cargos concejiles, bien que el
conato fué reprimido enérgica/rápidamente por los Reyes. Algún día nos
ocuparemos de este episodio. Hernando de Vera desde su regreso de Gran
Canaria ocupó su oficio de veinticuatro, el quinto de los acrecentados,
sunque haciendo frecuentes ausencias. Cf., a más de los cuadernos capitulares,
donde aparece inteviniendo: Los oflñoa del concejo y suceaionea en ellos,
relación antigua publicada en Bandos en Jerez, cit., vol. I., pág. 44.
[6] 329
maestre un adicto a los de su familia, Bartolomé García de Triana,
que, afrontando los peligros de incurrir en el desagrado regio, lo
transportó a la isla de La Gomera, donde esperaba encontrar auxilio
en la señora de aquella isla D.* Beatriz, a cuyo marido habían
prestado eminentes servicios los Veras, salvándolo de un cerco de
sus vasallos y vengando después tan duramente su muerte, que su
rigor hubo de ponerles a dos dedos de la perdición*. Esto, que consta
por la documentación relacionada con la pérdida por su cómplice
Maya del oficio de escribanía y cierto documento de lianza que encontramos
en los restos de los protocolos cuatrocentistas de Jerez,
da plena certeza histórica al episodio narrado por los cronistas locales
y de Canarias. Y se comprende el rigor del castigo, pues, ai al
cómplice se le castigó con destierro y perdida de la escribanía, al
autor de un delito laesae maiestatis le correspondía la pena de
muerte.
¿Cuándo ocurría esto? No lo podemos precisar por completo,
pero sí fijarlo con bastante aproximación, utilizando tanto la carta
de fianza del maestre como la apelación del destituido Bartolomé
de Maya.
En 1.° de Agosto de 1490 estaba de vuelta de su viaje el maestre
de la carabela del gobernador Pedro de Vera, Bartolomé García
de Triana, puesto que, preso en la cárcel real de Jerez bajo la
imputación del delito de haber tomado parte en la fuga de Fernando
6 En el cabildo celebrado por el consejo de Jerez el día 18 de Abril de
1491 se insertan con motivo de la presentación del título de escribano del
número en la vacante dejada por Bartolomé de Maya varios documentos
que ilustran y dan base segura a este episodio que pudo costar tan caro a
Hernando de Vera; son los siguientes, cuyo texto daremos en apéndice:
1) Instancia del comendador Juan Biquel pidiendo no sea recibido Don
Francisco de Villaoreces en la escribanía concedida, por ser injusta la sentencia
y haber apelado de ella Bartolomé de Maya, su hermano. 2) Certificación
de la toma de posesión dada por los veinticuatros a Villaoreces.
3) Titulo del mismo despachado por los Reyes Católicos en la Rambla a
14 de Abril del afto 1491. En la deelarsción de Esteban de Villaoreces, el
antiguo alcaide de Gibraltar y de Jimena, prestada este mismo día, se
diee con respecto a las causas de la pérdida del oficio por parte de Maya:
ser sobre rrason de unas coplas e libelo diafamalorio e famoso que se diuulgaua
en esta cibdad en que se redundaba grande deservicio de sus olletas y de su estado
real; y en cuanto al lugar de la comisión del delito dice haber sido
sn su poyo e tienda de la escribania publica que es en la plata publica de san
dionis desta cibdad, señalando como agravante de lo hecho auerle dado a
otros para que lo escriuiesen. Cab. cit., fol. 101 r. El detalle de la huida en la
carabela que tenía su padre y gobernaba el maestre Bartolomé García de
Triana consta de la escritura de fianza otorgada por Pedro de Vera, nieto
del gobernador—no sabemos cuál, pero suponemos que el hijo de Diego
Gómez de Vera—, en Jerez, el 1 de Agosto de 1490, para que el referido
maestre, preso en la cárcel real de Jerez sobre que se dite que llevó a Hernando
de Vera, sea puesto en libertad con obligación de reintegrarse a su
prisión, siempre que los Reyes o el corregidor Juan de Robles lo exijan.
880 [7]
de Vera, era entregado bajo fianza a Pedro de Vera, el nieto del
Gobernador, con el cual se le ha confundido por más de un historiador
de nota, como a su tiempo podremos aemostrar^. Si estaba
de vuelta, hay que colocar viaje y suceso algún tiempo antes, y no
Será muy fuera de camino ponerlos en los primeros meses del año,
cuando Hernando de Vera figura no poco en las actas capitulares
jerezanas con motivo de la campaña de Granada. Y confirma lo anterior
el hecho de que, despachado en 14 de abril de 1491 título de
escribano en la vacante de Maya a favor de don Francisco de Villa-creces,
hijo del alcaide que fue de Gibraltar, Esteban, esto implica
una ya bien lejana terminación de su proceso, pues se había dado
lugar al recurso a la curia real para obtener la sucesión y al despacho
del nombramiento con las lentitudes propias de la chancillería
regia*.
Maya recurrió contra la sentencia pronunciada por el alcalde
mayor —-Juan de Robles era lego en derecho-— Antón de la Zarza y
IB posesión dada a Viliacreces por los veinticuatros; y en cuanto a
Hernando de Vera, sentenciado en rebeldía, había de correr gravísimo
peligro de caer en las manos de la justicia regia, de la que al
cabo le salvarían los méritos de su padre, pues, contra lo que se ha
venido creyendo, antes de mucho estaría reintegrado en su veinti-ouatría
y sirviendo a los Reyes en la campaña*.
Amarguras grandes las del gobernador al saber estos detalles,
prontamente llegados a sus oídos por la continua comunicación entre
Jerez y Granada durante las campañas de aquellos años, en que
el anciano guerrero demostró conservar las mismas aptitudes de
años más floridos. Uno tras otros se derrumbaban sus sueños de gloria
y, por si fuese poco, la desgracia le hería anulando por distintos
motivos a dos do sus hijos. Abrumado, debió acudir a la clemencia
de loe Reyes Católicos, y sus servicios merecieron la gracia del imprudente
divulgador de libelos.
Veamos ahora la relación de las nuevas desgracias de Hernando
de Vera, después de su huida en la carabela, según las narra Fr.
Juan de Abreu, mezclando lo cierto con Jo que no parece serlo tan-
7 Gf. lo apuntado en la nota precedente.
8 Según Esteban de VilIaGreces en su declaración anteriormente mencionada,
el asurito habría llegado a conocimiento de los Reyes, que enviaron
a Jerez pesquisidor, y, después de la averiguación, es cuando Juan de
Boblea habría procedido en forma Jurídica, pronunciando la sentenoia de
muerte contra unos de privación de oficio contra Amaya. Lo que si es cierto
ea que la toma de posesión fué muy apresurada, sin duda por temerse
el nseurso del destituido y la influencia en la corte de los amigos de los
Uiquei, oabeza del bando de los Ponce.
9 Antón de la Zarza debió de ser el escribano que actuó en el proceso,
ya que a ól se pidió certificación del contenido de la sentencia diotada,
pues lo» autos, ai apelarse de «UOB, debieron remitirse al Consejo Real.
[8] 381
to; «El teniente de Jerez que se decía el barhiller Trujillo fué degollado
en la plaza y Hernando de Vera en ausencia fué sentenciado
a muerte y como lo supo no teniéndose por sefturo en Portugal se
vino a La Gomera confiado en que D.^ Beatriz de Bobadilla lo recibiría
bien y lo favorecería por la buena obra que Pedro de Vera le
hizo en castigar y allanar a los gomeros sus vasallos que habían
muerto a. Hernán Pereza, su marido. La reina D." Isabel deseaba se
prendiese a Hernando de Vera para castigar el delito y atrevimiento
que había tenido [y] mandó pregonar que cualquiera que lo diese
preso le perdonaría todo delito y le haría mercedes. Venido a oídos
de D.' Beatriz de Bobadilla, por venir a Castilla, que era cosa que
mucho deseaba, procuró prender a Hernando de Vera y con él se
vino a Castilla y con teuiporal arribó a la isla de Madera. Los portugueses,
como supieron iba en él D.^ Beatriz de Bobadilla y llevaba
preso a Hernando de Vera, hijo de una persona tan conocida como
Pedro de Vera, pretendieron quitárselo y sacarlo del navio, como
lo hicieron, convidando y rogándole quisiese ir en tierra lo cual no
quiso, y arrimando muchas barcas al navio le quitaron el preso, el
cual se volvió a Portugal y D." Beatriz se tornó a su isla de La Gomera
de donde venía»"". Hasta aquí creemos está el buen franciscano
en lo exacto, debiendo haber bebido sus noticias en fuente
exacta y segura; pero ya precisa ir tomando su testimonio con cautela
en esto que continúa; «Hernando de Vera se pasó de Portugal
a Andalucía, donde fué preso y por industria de sus deudos fué suelto.
Pedro de Vera, estando muy viejo, acordó llevar su hijo a la
corte y presentarse con él ante sus altezas, atento a los muchos servicios
que había hecho, poniendo muchos terceros que por él intercediesen,
y así se presentó y lo perdonaron con que fuese a servir
en Melilla, que es en Berbería, con ciertas lanzas a su costa, y allá
murió cumpliendo su destierro». En el fondo de todo esto creemos
late una verdad indudable: que el viejo conquistador imploró la
clemencia de los Reyes a favor de su hijo alegando sus servicios
hasta ahora tenuemente premiados y movilizó a sus muchos e influyentes
amigos para que apoyasen sus ruegos. Ahora bien, como
Hernando ae Vera es uno de los tres capitanes designados en 11 de
Agosto de 1491 para conducir al real sobre Granada a la gente que
allá enviaba Jerez, ¿no sería en la campaña contra el último baluarte
de los musulmanes españoles y no en Berbería donde Hernando de
10 Cf. F. JUAN DE ABREÜ, Historia de la conquista de las siete islas de
Oran Cañaría, Sta, Cruz de Tenerife, 1940, libro 1° cap. 30. págs. 185-86. El
buen franciscano, en este mismo capítulo, incurre en un error al escribir
en sus últimas líneas; «Pedro de Vera... vino a morir y está enterrado en
el monasterio y convento de Sefíor Santo Domingo de Jerez de la Frontera
que el hizo y dotó para su entierro y del apellido Vera». La verdad es muy
otra; pero no tenemos aquí tiempo para establecerla, máxime siendo muy
fácil rectificar la equivocación.
332 [9]
Vera sirvió a los Católicos en desagravio de su anterior desacato?
Todavía más penosa para el altivo carácter de Pedro de Vera fué
la tercera de las amarguras que tuvo que devorar en sus últimos
días —el abandono en que la Corona le tuvo—, pues no solamente
se le prohibió la vuelta a Gran Canaria, justificada en parte por las
quejas que contra los suyos había, sino que continuó en él la inexplicable
política que siguieron los Reyes Católicos con la mayoría
de aquellos que fueron el mejor instrumento para el logro de sus
designios, una vez que no les fueron necesarios de momento. Y, tocante
al conquistador de Gran Canaria, el caso era tanto más grave
y complicado, cuanto que Pedro de Vera se encontraba desamparado
en 9u ciudad, privado del que hubiera sido su más firme apoyo,
el gran Marqués Duque de Cádiz D. Rodrigo Ponce de León, a
quien sirvió y cuyo entierro había acompañado como miembro de
la familia, tal como entonces se entendía ésta, según se cuidó consignarlo
quien fué testigo presencial de aquel funeral apoteósico, y
con la mayor parte de su hacienda personal —que no debió ser
mucha nunca—- sacrificada por haber sido preciso hacerlo para
cumplir el asiento hecho con el fisco real al hacerse cargo de la
empresa de someter a la corona de Castilla la principal de las mitológicas
Afortunadas.
No» lo dicen los numerosos testigos que desfilaron por la probanza
que de los servicios del Gobernador se hizo en ,Jerez de la
Frontera, su patria, en 1537, a instancias de su nieto Alvar Núñez
Cabeza de Vaca, el dicho de uno de los cuales transcribiremos para
que no se crea se trata de una de esas quejas que nunca faltan en
la biografía de un hombre ilustre:
a la tercera pregunta dixo que sabe que andando en la dicha
conquista el dicho gouernadorpedro de vera passo muy gran [des]
travajos e hambres faltándoles los mantenimientos... fasta tanto
quel dicho gouernador envió a esta su tierra un navio para qtie
le enviasen mantenimientos y aquí [en esta] cibdad de xerez [se]
vendterott ciertsa cavallerias de tierra e posesiones e otras cosas
que el dicho pedro de vera governador en esta cibdad tenia e
cargaron el dicho navio de vituallas e mantenim^ientos e todo lo
que convenia e se lo enviaron a la dicha ysla de gran canaria...
e esto sabe porque lo vido e porque un sobrino deste testigo hijo
de su hermano murió en la dicha conquista con otras muchas
personas de la hambre que padesieron... a la onse pregunta dixo
que sabe que según los muchos servicios quel dicho gouernador
[pedro de vera] fizo a los reyes católicos de gloriosa memoria
que [no fué] gratificado dellos por [que] este testigo vick) qud
dicho pedro de vera murió pobremente e ansí es publico e notorio
en esta cibdad".
11 Ct. Un dacumento interesante para la biografía de Ptdro de Vero, oit,
pág. 19, testimonio de Francisco Kamírez. Lo mÍ8n>o vienen a decir, oca
[lOJ 388
Como esto lo repiten uniformemente en substancia, aunque con
diferencias en el detalle que garantizan —decían lo que era público—
otros testigos, tenemos que aun quitando lo que la distancia
pone de más en casos parecidos, es un hecho cierto que el conquistador
de Gran Canaria tuvo motivos de amarga queja para con sus
señores los Católicos, máxime habiendo dejado por servirles los saneados
provechos que la alcaldía de Arcos y otros oñcios que hubiese
podido esperar de la conocida liberalidad del señor de la caaa
de Marchena le producían ^^.
Y la cosa llegó a tanto, que, cuando son interrogados los testigos
que por su mayor intimidad con el gobernador pueden descender
a detalles, la impresión que sus dichos producen es muy penosa
y da al mismo tiempo 'a explicación de ciertas fábulas que corrieron
y corren sobre las circunstancias de la muerte de aquél, siniestramente
interpretadas por quienes conservaban en la memoria
el recuerdo del terrible escarmiento hecho en los gomeros rebeldes,
muchos de los cuales fueron vendidos como esclavos de guerra en
los puertos andaluces^'. Daremos en extracto los de dos de ellos que
hablan del asunto como de cosa pública y notoria y, por consiguiente,
materia de comentarios nada favorables a quienes mantuvieron
en Jerez durante muchos años como corregidor a persona tan
poca digna de la confianza que en ella ponían, como fué Juan de
Robles:
a la nueve pregunta dixo que sabe quel dicho gobernador
pedro de vera fue caballero hijodalgo e por tal habido e tenido e
como tal cavallero se trato siempre e este testigo lo vido tolíido
e enfermo en una cama de los muchos trabajos que ubo passsdo
por la mar y por la tierra en servicio de los reyes pasados... de
las quales dichas enfermedades el dicho pedro de vera tnurid en
esta cibdad...'*.
variantes de detalle, los demás que desfilan ante el juez en la información.
12 AI terminarse la guerra de Granada volvió Pedro de Vera a acercarse
a la casa de Marchena y parace haber recibido de la Duquesa viuda
de Cádiz D.* Beatriz Pacheco oficios honrosos y de provecho que su avanzada
edad y las enfermedades que le sobrevinieron hicieron fracasar.
Ocurrió al gobernador, al pasarse al servicio de los Reyes dejando el de
los Ponces, algo de lo pasado al cronista Mosén Diego de Valera, cuando
hizo lo mismo, dejando a los Medinaceli: que cambió oro por cobre.
13 Es conocida la fábula según la cual Pedro de Vera Mendoza habla
muerto hacia 1496, cubierto de lepra, en la mayor miseria y abandonado
de los suyos, justo castigo de su crueldad en la conquista de Oran Canaria
y de los abusos cometidos con los indígenas vendidos como esclavos ftii
Andalucía. Los hechos ciertos, como se ve, de una larga enfermedad—parálisis
de origen artrítico problablemente—, de menos que mediana situación
económica y del olvido en que se le tiene en la corte han podido ser
el núcleo cierto del cual ha salido la falsedad aludida, calificada con juí-ticia
de judaica por JIMÉNEZ DE LA ESPADA, La guerra del Moro en el tigi»
XV, Ceuta. 1940. pág. 28, nota 18.
14 Cf. Un documento interesante, cit., pág. 23.
334 [11]
A «ato que testificaba Francisco Zarco, añadamos esta línea tomada
dé la declaración de Lope de Ocaña, que acompañó al gobernador
a la conquista: lo vido morir pobre sin dexar bienes; y el oscuro
fondo del cuadro que constituyeron los últimos días del conquistador
de Gran Canaria está completo.
Y no se diga que se trataba de gentes que por no estar en contacto
directo con el interesado hablaban sin verdadero fundamento
de lo que decían, pues uno de aquellos que por su edad, familia y
relaciones estrechas con el gobernador no puede ser acusado de ignorancia,
el licenciado Francisco Riquel, persona de peso en el Jerez
de principios del quinientos, decía en su declaración"":
a la once pregunta dixo [¿qué sabe?] que según los muchos
servicios que! dicho gouernador pedro de vera hizo a los reyes
católicos e tan sennalados que el dicho gouernador pedro de vera
no fue gratificado dellos porque si lo fuera este testigo lo supiera
e no pudiera ser menos por la conversación e trato
que con el tuvo.
Enfermo en cama —tullido, repiten los que estaban bien enterados—
durante varioü años, privado de honores y preeminencias v
escaso de medios materiales en las largas horas de soledad y con el
espíritu ensombrecido, según ocurre en enfermedades prolongadas
y más del género de la que él padecía, el conquistador de Gran Canaria,
al repasar en la memoria sus trabajos y éxitos, no solamente en
la conquista de la isla más importante del Archipiélago, sino en la
guerra de Granada, donde a las delicadas y enfadosas funciones de
proveedor agregó otras de tipo militar, debió encontrar —los defectos
propios tendemos a disminuirlos al ponerlos en parangón con los
males que nos causan—, debió encontrar muy teñido de ingratitud
el olvido en que los Reyes Católicos lo tenían. Y tanto más, cuanto
que hasta última hora le han estado utilizando como enviado diplomático
y no sabemos qué más, por la pobreza de los archivos
así locales como familiares en lo que respecta a estos años.
Sería una imperdonable falta de perspectiva histórica tomar pie
de lo dicho para afirmar sin más que el conquistador de Gran Canaria
murió en la miseria, componiendo sobre las declaraciones de la
información de 1537 uno de aquellos cuadros tan del gusto romántico
del pasado siglo. Los dichos de la probanza referida, aun encerrando
verdad, se limitan a responder a una pregunta concreta —la
de que el gobernador no había sido premiado como sus servicios
16 Cf. Vn documento interesante, cit. páf,'. 30. Sobre la persona do Francisco
Kiquel, uno de los quo intervienen de modo más activo en la administración
de .lorez durante cusí medio sifrlo, se encuentran datos abun-danteB
en las actas capitulares de dicha ciudad, que darían material suficiente
para un estudio biográfico quo no carecería de interés desdo el
punto de vista de la historia interna local.
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merecían— y en esto diciendo lo que a cada cual le constaba y que
en parte era público y notorio, quizá en la expresión se haya exagerado
un tanto —hay que tener presente la finalidad que con esto se
perseguía: obtener una compensación, aunque tardía, para los herederos
del preterido—, y a quienes no conozcan la psicología de la
época suenen un poco desconcertantemente algunas expresiones demasiado
rotundas. Que vivía pobremente, esto es, no conforme a
su clase social y carecía de bienes en la comarca jerezana por haberlos
vendido durante la campaiía de las Islas, no implica falsedad,
cuando se recuerdan los que tenía su segunda mujer ü." Catalina de
Zurita, rastro de los cuales se encuentra todavía en la partición de
los dejados por la hija de esta y nuera del gobernador D." Teresa
Cabeza de Vaca. Y hay más: en Canarias conservaba una importante
hacienda, que sus herederos venderían en 1516; pero que sin duda
a distancia, mal explotada y con las dificultades de comunicación
existentes, debía redituar poca cosa, si es que algo de substancia
procedente de aquélla llegaba a Jerez. La historia es la mayor enemiga
de los poetas y los hechos son así: ni tan nobles y excelentes,
que parezcan sus autores criaturas sobrehumanas, ni tan menguados
en todo que los que en ellos intervinieron semejen ser de naturaleza
diabólica. Con Pedro de Vera ocurrió lo que con otros muchos: se
le olvidó, y las mercedes ofrecidas al venir de África y al concluirse
la guerra granadina y sólo iniciadas en la realidad, quedaron en
proyecto, sobre todo desde que, viejo y tullido el enérgico jerezano,
ni fué útil ni estuvo presente en la corte importunando, no ya con
ruegos o reclamaciones, sino sencillamente con su presencia. Y no
se quií^ra ver en esto un castigo por lo ocurrido con la venta de esclavos
y las represiones de la sublevación de los gomeros, pues aun
dejando de laao lo que a su tiempo se dirá, que es algo diferente de
lo que comúnmente se ha venido creyendo, los puestos de confianza
mantenidos años después y que llevan a Pedro de Vera a figurar en
el acto emocionante de la entrada de los Católicos en Granada, son
prueba convincente de que aquellos habían perdonado los pasados
yerros, como lo hicieron siempre que a los intereses del servicio
convino hacerlo"".
Ni premiado ni abandonado hasta la última miseria, Pedro de
Vera —podrá comprar en sus últimos años la capilla mayor del convento
de Predicadores de Jerez para su entierro, bien c[ue dotándola
16 Cf. Datos para el estudio de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, separata do
«Revista de Indias», Enero-Marzo, 1947, pág. 34. El manso de Zurita, las caballerías
de Montcífil y la huerta de Tiros, que en el documento transcrito
allí aparecen, provienen todos del patrimonio do I)."* Catalina do Zurita, a
cuyo padre Diego Fernández do Zurita, antiguo alcaide de Arcos y emba-jndor
en la corte granadina, pertenecieron. Sol)re la hacienda de Canarias
y su venta, hablaremos en estudio especial que ilustrará algfm tanto lo
que sabemos acerca de la situación económica de los Vera en Jerez.
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tenuemente con un juro sobre Arcos, merced recibida del gran Marqués
de Cádiz por su intervención en ia toma de Cárdela— tuvo
que devorar en sus últimos años la amargura de verse olvidado y
preterido, mientras otros triunfaban, y esta injusticia, tan frecuente
en la vida, amargó tanto como las contrariedades que le producían
sus hijos los largos años que pasó tullido en cama, antes de comparecer
ante la justicia de Dios''.
APÉNDICE
1." Carta de seguro otorgada por Pedro de Vera a Bartolomé
García de Triana, maestre de la carabela del gobernador Pedro de
Vera Mendoza, su abuelo. Jerez de la Frontera, 1 de agosto de 1940,
Oficio 1.», Varios, siglo XV, fol. 141.
otorgo pedro de vera cryado [P] del Rey vecino desta cibdad
de xeres que rescibe del sefior corregidor Joan de Robles a Bartolomé
garcia de triana maestre de la carauela del gouernador
pedro de vera questa présenle sobre [blanco^ que dize que llevo
a femando de vera el qual dicho pedro de vera se obligo de
poner preso en la cárcel desta cibdad como esta al presente al
dicho bartolome garcia de triana cada e quando que por el Rey
e la Reyna nuestros señores al dicho Joan de Robles le fuere pedido
e demandado so petia de [roto'\ maravedís para la cámara de
sus altezas e para lo cumplir obligo a sy e a sus bienes e asy
mesmo de dar otro fiador el qual se obligue de la forma e manera
quel se obliga el qual fiador [¿í/ara?J desde oy hasta mafíana
en todo el dicho tiempo... testigos ñuño de portyllo e anton e
anton martines camacho escriuano del Rey.
2."* Petición del Comendador Juan Rlquel al concejo de Jerez
presentada en cabildo del mismo celebrado en 18 de abril de 1491.
Libro capitular, fol. 97. v.°.
muy vertuosos señores justicia e veinte e quatros desta cibdad
de xeres de la frontera —yo el comendador juan rriquel pa-resco
ante vuestras mercedes en nombre e como procurador de
bartolome de maya mi hermano scriuano publico desta cibdad e
digo que a mi noticia es venido y del dicho my parte como don
francisco de villacreces de orden e mandado del Rey e de la Reyna
nuestros señores [¿tiene?] la escriuania publica que el dicho
bartolome de maya tenia diziendo que el la aula perdido por
una sentencia que aula dado contra el el señor juan de robles co-
17 El entierro de Pedro de Vera del cual hablamos en los apéndices
a Vn documento interesante cit., núm. 1, pág. 31, será objeto de una próxima
publicación. A ella remitimos.
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rregidor desta cibdad y sus altezas si supieren como el dicho j
bartolome de maya fue sin cargo ni culpa de lo contra el propuesto
e asy mismo fuera [la] relación fecha [¿falsaP] como la
sentencia fue ninguna e injusta e contra justicia no se le ficiera
merced al dicho don francisco de dicho su oficio e porque el dicho
bartolome de maya siguiendo su justicia ovo apelado e apelo
de la sentencia dada por el dicho señor corregidor y es ydo en
seguimiento de su apelación ante sus altezas para ser remediado
e complido de su justicia e yo señores vos pido y requiero en su
nombre que non resclbais al dicho don Francisco de Villacreces
al oficio de dicha escribanía hasta que sea determinada la cabsa
ante sus altezas porque la tal [borrado] e merced del dicho non
a lugar estando la cabsa pendiente...
3.* Certificación de Juan Román de Truj'illo, escribano mayor
del cabildo de Jerez, del recibimiento de D. Francisco de Villacre'
ees, como escribano del número, en la mañana del dia 18 de abril
de 149!, en presencia del cabildo reunido en la iglesia de San Dionisio.
Libro capitular cit., fol. 99 v.".
e luego fue mandado llamar por los dichos señores al dicho
cabildo el dicho anton de la Carga escriuano e luego el veno al
dicho cabillo e fuele preguntado por algunos de los dichos señores
que dixese e diese fe aesta cibdad sy en la sentencia que
[según derecho] se dio e pronuncio en el proceso que se fiso
contra el dicho Bartolome de Maya sy auia seydo por ella privado
de su oficio de escribanía publica desta cibdad e luego el
dicho Anton de la Qarga scriuano en respondiendo dixo e dio
respuesta alos dichos señores justicia e veinte e quatros que en
la sentencia que se dio e pronuncio enel proceso que se fiso
contra el dicho Bartolome de Maya por ello fue y es privado del
dicho oficio de escribanía publica desta cibdad e asy mismo desterrado
destos rcynos e señoríos del Rey e de la Reyna nuestros
señores por tanto tiempo cuanto fuere voluntad de sus altezas
de la qual dicha sentencia como quiera quel dicho Bartolome de
Maya apelo no le fue otorgada la dicha apelación...
4." Declaración de Esteban de Villacreces en la posesión de
la escribanía de Bartolomé de Maya concedida a don Esteban de
Villacreces, su hijo. En el mismo cabildo de 18 de Abril de 1941. Libro
capitular cit., fol. 101 r.
Justifíca la sentencia del corregidor Robles impugnada por algunos
de los veinticuatros amigos de los Riquel y dice:
por ser como es cabsa e delito por que perdió el dicho Bartolome
de Maya el dicho oficio de escribanía publica ser gravísimo
lese maiestatis e sobre libelo famoso el qual como fuese en deservicio
y en gran escándalo y daño de sus altezas por lo publicar
e manifestar en su poyo e tienda de la escribania publica que
es en la plaza publica de san dionis desta cibdad y averie dado a
otros para que lo escriuiesen fue diño de perder el oficio según e
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como lo perdió... por quanto se fallara que el señor Juan de Robles
corregidor desta dicha cibdad que ouiesse dado sentencia
contra el dicho Bartolomé de Maya como corregidor como mandado
por sus altezas en que por una pesquisa o proceso que fue
fecho en esta cibdad por el dicho señor corregidor y por mandado
de sus altezas sobre rrason de unas coplas e libelo disfamatorio
e famoso que se divulgaba en esta cibdad en que redundaba grande
deservicio de sus altezas y de su estado real e fue la dicha
pesquisa a poder de los allcalles de la corte e asymismo de las
del mui alto consejo de sus altezas y en aquesta mandaron ver
la dicha relación...
5.° Título de escribanía despachado a favor de don Francisco
de Villacreces en la vacante de Bartolomé de Maya. La Rambla, 14
de Abril de 1491. Contenido en el acta del cabildo celebrado por Jerez en
18 de los mismos mes y año. Narrativa.
que agora e de aqui adelante para en toda vuestra vida seades
nuestro escriuano de numero de la cibdad de Xeres de la Frontera
en logar... de Bartolomé de Maya nuestro scriuano que fue
de la dicha cibdad por quanto por cierto delito quel dicho Barto
lome de Maya cometió dis que fue condenado a perdimiento de
dicho oficio...