Antonio de Viana
t)or MARÍA ROSA ALONSO
1. ANTECEDENTES FAMILIARES DE ANTONIO DE VIANA
De un soldado que vino con Alonso Fernández de Lugo —como
tantos centenares de ellos— a la conquista de la isla de Tenerife,
llamado Juan de Viana, parece que desciende el autor de las Antigüedades
de las Islas Afortunadas, comúnmente conocidas con el
nombre de Poema, que es el que se da entre los canarios a la obra
del bachiller Antonio de Viana, única hasta ahora conocida como
del poeta tinerfeño^.
Del conquistador Juan de Viana fué hijo —según escribe el historiador
y cronista lagunero José Rodríguez Moure', siguiendo a
1 En el Templo militante, primera y segunda partes, del canónigo de
Gran Canaria Bartolomé Cairasco de Figueroa, Lisboa, 1613, aparece —entre
varias composiciones elogiosas— un soneto del «Licenciado Antonio
de Viana», que dice de esta manera:
Escribase en el bronce el protocolo
de la vida de santos que habéis hecho,
porque el tiempo jamás no vea deshecho
un libro tan divino, único y nólo,
Y la fama, del uno al otro polo,
pregone con su tuba, trecho a trecho,
contra la envidia vil y a su despecho,
que sois en ciencia el verdadero Apolo.
Muéstrese todo el mundo agradecido,
pues los santos lo están de vuestra obra,
y lauro y palma os den eri este suelo
por elocuente, grave, alto y subido,
por otro Orfeo que a Canaria sobra
y por canario del empíreo cielo.
2 JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE, ilustre historiador tinerfefio y esclarecido
sacerdote, fué el último editor del Poema de VIANA. Aludimos al trabajo
biográñco que puso al frente de la edición de la obra de VIANA. Por lo
que a Juan de Viana se refiere, el propio poeta lo hace figurar en la extensa
lista de conquistadores que incluyó en el canto XI del Poema; según él,
Juan de Viana luehó bajo las órdene's del capitán Juan de Esquivel (vid. la
pág. 303 de la edición de RODRÍGUEZ MODKE). Don FERNANDO DR LA GUERRA
escribe en el trabajo que citamos en la nota 13 que «se cree fuera descendiente
de JUAN DE VIANA».
[2] 281
don Fernando de la Guerra— un Antonio de Viana que casó con
Ana González. De este matrimonio nació María de Viana, y del de
ésta con el almotacén Francisco Hernández nacieron Antonio de
Viana —el poeta objeto de nuestro trabajo— y cuatro hermanos
más.
Ana González —la abuela del poeta— casó en segundas nupcias
con Pedro o Pero Díaz Hidalgo, sin que de este matrimonio
hubiera hijos; con su primer marido parece que sólo tuvo a María,
a la que sobrevivió su madre. Ana González testó dos veces. La
primera vez ante Bernardino Madrigal, en 19 de octubre de 1591,
cuando el poeta sólo tenía trece años; por este testamento^ deja el
quinto de sus bienes a su nieto Antonio «para su patrimonio siendo
clérip;o o sacerdote, e si no lo fuere se lo mando a Ana, mi nieta,
hija de Francisco Hernández e de María de Viana*.
Hasta ahora no habían consignado los biógrafos del poeta la
existencia de otros hermanos, aparte Juan Lorenzo. El padre de
Viana (del que sólo sabía don Fernando de la Guerra «que fué estudiante
en su mocedad») afirma en su testamento que en 1604 vivían
sus hijos Antonio y Juan Lorenzo, pero que tuvo con su esposa
María tres hijos más, aunque «los tres murieron después de la
muerte de la dicha mi mujer?^.
En el segundo testamento que hace Ana González, ante Bartolomé
Cabrejas, en 10 de mayo de 1598, sólo deja por herederos a
sus nietos Antonio y Juan Lorenzo, acaso los que sobrevivían en
aquella fecha*.
2. EL POETA EN LA LAGUNA
Antonio el poeta fué bautizado en la parroquia de la Concepción
de La Laguna el día 21 de abril de 1578; fueron sus padrinos
Pedro Afonso Máznelos e Isabel Yana'. Pedro Afonso Mazuelos era
3 Da primeramente cuenta de él don ANDRÉS DE LORENZO-CÁOERI-S,
erudito escritor tinerfefio,en su opúsculo La poesía canariaen el Siglo de Oro,
Instituto do Estudios Canarios, La Lag'una, 1942. Dicho testamento obra en
el Archivo de Protocolos, sig. 449, fols. 570 r.-573 r. Hemos tenido ocasión
de examinarlo.
4 Testamento citado, fol. 571. María, la madre del poeta, vivía en
esta fecha.
5 Testamento de Francisco Hernández, citado en la siguiente nota
10, fol. 679 r.
6 Este testamento lo cita Rodríguez Moure —conforme a los apuntes
de don Fernando de la Guerra—, y su exacta signatura en el citado Archivo
de Protocolo es, de acuerdo con la dada por Lorenzo Cáceres, Protocolo
550, fols. 630 V.-636 r. Lo hemos examinado.
7 La partida de bautismo de Viana la publicó íntegra Rodríguez
Maure, tomándola de los papeles del aludido don Fernando de la Guerra.
Existe en el libro primero de bautismos de la parroquia de la Concepción
?62 [3]
almojarife y capitán, que donó un retablo a la parroquia de los Remedios
de la misma ciudad de La Laguna, en el que estaba su retrato,
que hoy puede verse —con algunas tablas fragmentarias de
dicho retablo— en la sacristía de la citada parroquia de la Concepción.
Sabemos que, por lo menos en 1606, cuando ya su ahijado
era bachiller y había publicado el Poema, vivía aún Pedro Afonso
Máznelos*.
Por el referido segundo testamento de la abuela del poeta nos
enteramos de que era deudora del rico padrino Afonso Máznelos y
de que su hija María había ya muerto, así como de que el autor
del Poema era casado; por dicho testamento, Ana González deja
9U8 bienes a sus nietos Antonio y Juan, como hemos dicho.
Si María de Viana testó en 1598 ante Fracisco de Mesa^, murió
el mismo año que su madre; su esposo Francisco Hernández contrajo
segundas nupcias con Esperanza deMendieta, acaso en 1602,
y testó en 8 de noviembre de 1604^".
Antonio de Viana, por tanto, era casado en mayo de 1598,
cuando sólo contaba veinte años; mas el que aparezca su partida
de matrimonio en la parroquia de la Concepción de La Laguna,
con fecha 17 de junio de 1599, ha hecho pensar a sus biógrafos
3ue fué ésta la fecha de sus segundas nupcias, de las que fué pa-rino
Juan Indiano^^.
de La Laguna, y modificamos la signatura que da Rodríguez Moure, restableciendo
la exacta, que es: Lib. I de Bautismos, fol. 284 r. Damos fotocopia
de ella.
3 Vid., además de lo que escribe RODRÍGUEZ MOÜRK de este personaje
en su mentado trabajo biográfico, E. B. Y. Operaciones mercantiles en 1596,
en las que Benítez Ynglott menciona a Pedro Alfonso Mazuelos, suscrip-tor
de una cédula de 11.000 reales.»El Museo Canario», número 19, julio-septiembre
de 1946, pág. 58, y las citas que de Alfonso Mazuelos se hacen en
el Catálogo del Archivo Municipal de La Laguna por el Dr. LKOPOLDO DE LA
ROSA en «Revista de Historia», núm. 79 de julio-septiembre de 1947, tomo
Xin, pág. 383. Afonso Mazuelos es aludido por cuestiones de tributos en
los años de 1602 y 1606.
9 Es NúÑEZ DE LA PEÑA quien alude en sus Extractos de diversas escrituras
ante los escribanos de la isla, fondo Avecilla, t. I, Archivo de la parroquia
de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, al testamento hecho por
María o María Ana de Viana ante F. Mesa en 1598, fol. 630 v.; no hemos
podido verificar la cita ni examinar el documento, porque el último libro
que del citado escribano existe en el Archivo de Protocolos sólo alcanza a
1595, pero son tan exactas las referencias que en casos semejantes nos suministra
Núñez de la Peña, que no tenemos motivos para dudar de la veracidad
de esta noticia.
10 Da cuenta de este testamento LORENZO-CACERES en el citado trabajo.
Obra —como los anteriores— en el Archivo de Protocolos, y es su signatura
Prot. 552, fols. 677 v.-681v. Francisco Hernández dice que «hace
unos dos años> casó con Esperanza de Mendieta.
11 El documento de este matrimonio lo publica RODRÍGUEZ MOURE,
conforme lo encontró en los papeles de don Fernando de la Guerra. Con-
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l'arliiin lie IldiilisiiKi de Aiiltiiiii) <li' \'i(ni<i. Anión, hijo «le I''riMu'is('() Hernández v
(le sil niujci' Miin'ii de Vinnii, fué liauliziido en veinte e uno díiis del mes de al>ril
de mil e (luinientos e setenta v ociio año. Kiió su (¡adi'ino Pedro Afonso Máznelos
e su madrina Isabel .lana e tocaron sus manos en la criatura e bautizólo el líene-llciado
(labrera. Fecha ut supra. Rl HiMieliciado ('al)rei-a. (Parroquia de la CoTicej)-
ción de La Laííuna de Tenerife. Libro 1." de Hautismos, l'ol. 281 r.).
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Partida de matrimonio de Antonio de Viana. En diez y sitite días del
mes de junio del año de mil e quinientos noventa y nueve yo, el doctor
Juan Fernándííz, beneficiado de Nuestra Señora de Concepción, casé
y velé a Antonio Hernández de Viana e Francisca de Vera, habiendo
corrido las tres amonestaciontís, conforme a lo decretado por el
Santo Concilio Tridentino. E fueron sus padrinos Juan Indiano, (;
fueron testigos Gaspar Afonso e Francisco H<!rnández, e por verdad
lo firmo de mi nombre. Doctor Juan F(írnández. (Parroquia de la Concepción
de La Laguna de Tenerife. Lib. 1." de Matrimonios, fol. ¡53 r.).
[4] 263
Por unos documentos que obran en poder del académico y distinguido
bibliófilo don Manuel de Ossuna Saviñón, sabemos que
Viana, por esta fecha, no debió poseer mucho dinero, toda vez que
en 10 de junio de 1599 firmó un albalá al mercader Juan Ramos
Eor el precio de una espada que le compró una semana antes de su
oda. Viana reconoció el albalá con fecha 22 del mismo mes; pero
la suma no pudo hacerse efectiva, por cuanto Juan Ramos procede
contra él: el 26 do octubre, el joven poeta no ha podido satisfacerle
los treinta reales del precio de la espada, y a consecuencia de ello
se le hace mandamiento de ejecución el 30 de octubre^*. Ignoramos
si saldría airoso el jiivenil poeta de este lanse de espada, espada
con la que presumirían sus hermosos veintiún años laguneros junto
a su esposa.
Hasta octubre de 1599 sabemos, por tanto, que está en La Laguna.
Sus biógrafos están conformes en que el poeta estudió medicina
en Sevilla^^, y debió ser a comienzos del siglo XVII, sin duda,
firmamos la signatura dada por el cronista, o sea: parroquia de la Concepción
de La Laguna, lib. I de Matrimonios, fol. 33. Adjuntamos fotocopia
del mismo. Aunque Ana González, en mayo de 1598, diga que su nieto es
casado, y la certificación de un matrimonio de éste sea de 17 de junio de
1599, ¿sería éste su segundo matrimonio real o el dnioo que efectuó? Es
extraño que no apare/xa constancia del primer matrimonio y, aunque no
lo negamos rotundamente, sí lo ponemos en duda.
12 Adjuntamos fotocopia del primer documento. En los dos primeros
existe el autógrafo del poeta; el primero, o sea el albalá, tiene un plazo de
veinte días, y los testigos del mismo son Gonzalo Méndez, Diego de Castro
y Bernar García, vecinos de la Isla; está hecho ante el licenciado Enríquez,
teniente de la Isla. El segundo documento es reconocimiento del mismo
albalá y son testigos Pedro de Villarroel y Rodrigo Núfiez de la Pefla. El
tercero es petición y concesión del mandamiento de ejecución. El escribano
público era Fraiicisco Zambrana.
13 Los biógrafos que se han ocupado de Viana han sido: don FERNANDO
DE LA GUERRA (1734-1799), ilustre descendiente de la casa que ejerció
su mecenazgo sobre el poeta, en sus Noticias que se van recogiendo acerca
del bachiller Antonio de Viana, que existen manuscritas, y en el legajo
Núñez de la Peña. Arboles genealógicos, encuadernados con otros documentos
diversos, en la Biblioteca de la Sociedad de Amigos del País de Tenerife,
que radica en La Laguna. Procedentes del Archivo de GUERRA pasaron
al cronista RodríguezMaure,quien —junto con BU archivoy biblioteca-las
donó a la referida Sociedad Económica, estante 21, anaquel 1.
En honor a don Fernando de la Guerra digimos que él ha sido el
verdadero biógrafo del poeta Viana; sus apuntes sirvieron de base resumida
a la reseña biográfica que del poeta hizo don JOSÉ VIERA Y CLAVIJO
en su Biblioteca de los Autores Canarios, para quien generosamente compuso
don Fernando de la Guerra sus apuntes, pero que Viera no utilizó
con detención. La Biblioteca de los Autores Canarios está inserta en el tomo
IV de las Noticias, edic. de la Imp. Isleña, Sta. Cruz de Tenerife 1863, vid.
pags. 519-521.
Después han aparecido apuntes biográficos de Viana, debidos al poeta
y escritor tinerfeño JOSÉ PLÁCIDO SANSÓN, en el periódico de Santa Cruz
de Tenerife «La Aurora», 1848,1.1, págs. 164-167, que el autor firma con las
264 [5]
Eues ya en la tasa que figura al frente del Poema se le denomina
achiller en 12 de octubre de 1604,
Tanto en estos documentos del señor de Ossuna como en su
partida de matrimonio se le designa con los apellidos Hernández
Viana, aunque él adoptó el segundo de ellos posteriormente, por
estimar acaso el patronímico más vulgar, cosa frecuente entonces,
dada la arbitrariedad que existía en el uso de apellidos.
3. ANTONIO DE VIANA Y DON JUAN DE LA
GUERRA AYALA
Ignoramos las circunstancias en que Viana conoció en La Laguna
a don Juan de la Guerra Ayala, quinto señor de su casa e
hijo de don Hernando Esteban Guerra y de doña María Castilla
Peraza de Ayala, hija natural del segundo conde de La Gomera
don Luis Peraza de Ayala^"*. Don Hernando Esteban falleció el 24
iniciales J. P. S., y otras notas anónimas en el periódico —también santa-crucero—
«El Ramillete» del 13 de octubre de 1866. Nada nuevo aportan
a lo dicho por VIERA Y CLAVIJO.
MILLARES TORRES, en su Biografía de canarios célebres, I,as Palmas,
1872, da algunas citas documentales en las que se registra algún incidente
de la vida de Viana en su ciudad natal y en Las Palmas, alguna» equivocadas
y cuya referencia exacta daremos.
SABINO BKRTHELOT, en el estudio que sobre el poeta lagunero hizo,
sigue los datos de Viera y Clavijo. Se titula Antonio de Viana. Poeta-historiador
en «Revista de Canarias», Sta. Cruz de Tenerife, núms. 32 a 35, de
marzo a mayo de 1880. Hay separata de él.
El último biógrafo de Viana es el cronista lagunero JOSÉ RODRÍGUEZ
MouRE (1855-1936), en los Datos biográficos del bachiller Antonio de Viana,
qne insertó en la edición que del Poema hizo. Rodríguez Moure aprovechó
íntegramente los apuntes de don Fernando de la Guerra y casi no tuvo
(jue hacer investigación alguna sobre el poeta, aparte algún pequeño detalle
y el solicitar la referencia documental del cabildo eclesiástico de
Gran Canaria, como veremos. Sus Datos, por recoger la labor de los biógrafos
precedentes, son los más completos que hasta ahora ha habido de
Antonio de Viana.
14 Escribe VIERA Y CLAVi,ro que del matrimonio del segundo conde
de La Gomera, don Luis Peraza de Ayala, con doña María de Trujillo no
hubo hijos varones, sino «doña María de Castilla, que casó con Hernando
Esteban Guerra, tercer poseedor del Valle de Guerra, de quien descienden
los de esta noble casa en Tenerife. Hoy lo posee don Fernando de la Guerra,
marqués de la villa de San Andrés», etc. (Noticias, edic. de 1860, Imp.
Isleña, Sta. Cruz de Tenerife, tomo III, pág. 26, nota).
Don DACIO V. DARÍAS Y PAf)RÓN, en nuestros días, escribe: «Contrariamente
a lo que asegura Viera y corrobora en su conocido Nobiliario y
Blasón de Canarias Fernández de Béthencourt, el segundo conde de La
Gomera no fué casado con dona María de Trujillo y murió soltero. Así lo
confiesa el propio don Luís en su testamento, que otorgó cerrado en la
capital andaluza el 25 de enero de 1591, depositado en el oficio de Juan de
Velasco» (Los condes de la Gomera, Santa Cruz de Tenerife, 1936, pág. 22).
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ÁiiliHinifii ilv AiiliDiio (le \'i(iiiti en ini i\Ui;i!;'i licclio en h;\ Litiiunn ;\ fnvor
iiirrciidiT .Iiiaii Hamos a 10 de junio de I51t() (Arcliivo dcOssima. La Lanun
Tt'U('ríU').
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^'i'majio^e
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Autógrafo dvl l/ic<>nriaili) Antimio de Viittid en (ioouincnto de ilO('l)til<MÓii
de bienes ante (Jiihrejiís en l()()5. (Ardiivo de Protocolos, Siiiita (^^ruz
de Tenerife, Cal)rejas, KiOf), fol. J(il).
[«] 266
de julio de 16001^; el hecho de que Viana le dedique el Poema a
don Juan como «señor del mayorazgo del Valle de Guerra» nos
hace pensar que en este año o en el de 1601 se escribió la obra del
poeta, pues a juzgar por la aprobación que figura al frente de la
misma, estaba terminada por lo menos el 3 de septiembre de 1602^*.
Si es cierto lo que escribe Fernández de Béthencourt, el genea-logista
canario, don Juan de la Guerra Ayala, primogénito de su
casa, fué caballero del hábito de Santiago, maestre de campo de la
infantería española y regidor perpetuo de Tenerife por cédula real
de 6 de junio de 1605. «En 7 de octubre del mismo año —escribe
el referido genealogista—, el cabildo de la isla elevó carta súplica
a Su Majestad informándole de los particulares méritos de este caballero,
de la esclarecida nobleza de su familia y de los eminentes
servicios prestados por sus antepasados en la conquista, todo lo
cual le hacía altamente acreedor a las mercedes de la real benevolencia
»".
No es inverosímil que don Juan, para merecer «la real benevolencia
» en la especial investidura de caballero de Santiago, necesitara
esclarecer su marco genealógico y deseara disipar la molesta
nube que sobre su bisabuelo el conquistador (?) Hernando Esteban
Guerra había levantado el libro Origen y milagros de JSueitra Señora
de Candelaria, escrito por el dominico fray Alonso de Espinosa,
que había venido a \&H Islas, por la última década del siglo
XVI, atraído por la devoción de la famosa imagen, en honor a la
cual escribió su precioso libro de alabanzas a la Virgen y de información
sobre los naturales guanches y los hechos de la conquista
tinerfeña^*.
Al referirse el P. Espinssa a Lope Fernández de la Guerra, escribe
que por sus méritos y servicios en la conquista de Tenerife
Tanto Viana como Viera son cercanos en el afecto a los «ilustres >
Guerra, que lo fueron por su talento y jjenerosidad, aunque la legitimidad
de la sanare sea capítulo ante el que haya que cerrar los ojos...
15 Tomamos la fecha del Nobiliario y Blasón de Canarias de FRANCISCO
FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT. Valencia, Imp. de la Vda. de Ayoldi, 1879,
tomo III, pág. 15.
16 Véase en la edición del Poema hecha por RODRÍGUEZ MOURK la
pág. 7. Don Fernando de la Guerra, en sus apuntes manuscritos, dice:
«Escribió esta obra en l'W)2, según se halla anotado en un manuscrito, y
es tradición que la escribió en la villa de La Orotava».
17 FERNÁNDEZ DB BÉTHENCOURT, Obra y lomo citados , pág. 16.
18 Del origen y milagros de N. S. de Candelaria, que apareció en la Isla
de Tenerife, con la descripción de esta isla, compuesto por el padre Fr. ALONSO
DE ESPINOSA, de la Orden de Predicadores y predicador de ella. Impreso
en Sevilla, ano de 1594.
Reimpreso en Santa Cruz de Tenerife, Imprenta y Librería Isleña,
1848, a cuya edición referiremos nuestras citas. Hay edición posterior de
la «Biblioteca Canaria>, Santa Cruz de Tenerife [1940]. Existe versión inglesa,
edición C. Markham, London, 1907.
266 [7]
«se le dio en repartimiento el valle que dizen de Guerra, que por
averio dexado vinculado al tiempo que murió lo poseen oy los
deacendientes de un entenado suyo, hijo de su muger y de otro
marido, porque un sobrino suyo a quien él quería dexar el mayorazgo
se puso a jugar las cañas estando el tío en lo último; éste lo
desheredó a petición de su muger»i'.
El sobrino aludido era, sin duda, Hernando Esteban Guerra'",
bisabuelo de don Juan de la Guerra Ayala, y, en la familia, el libro
del P. Espinosa caería como una tempestad; ello explica por qué la
edición príncipe de la obra es hoy un rarísimo ejemplar bibliográfico
en el mundo'^; de tal manera lo perseguirían los Guerra, que
historiador tinerfeño don Juan Núñez de la Peña, que publica su
Conquista y Antigüedades de las Islas de la Gran Canaria en 1676, a
los ochenta y dos años de haber publicado el P. Espinosa su obra, y
que tan circunspecto, mesurado y respetuoso se muestra siempre
con todo señorío de relumbrón, se atreve, empero, al referirse a la
obra de Espinosa —cuyo libro IV reproduce íntegro en su Conquista—,
primero, a justificar la reimpresión del tal libro IV, por lo
escasa que ya era la obra de Espinosa, y, segundo, a lamentar su
desaparición de esta manera: «También me ha motivado el poner
aquí estos milagros [se refiere a los de la Virgen de Candelaria] por
ver que un libro que de ellos hiza el padre Fray Alonso de Espinosa,
de la Orden del patriarca y glorioso padre Santo Domingo (en
que trató por mayor de las antigüedades y conquista de estas islas),
se ha consumido con el tiempo, pues uno solo se halla hoy en esta
ciudad de La Laguna, v muchos hubiera si el dicho padre hubiera
hablado lo que no debió escribir de una noble familia, que entiendo
ha sido la que ha dado fin a ellos, y es lastimosa cosa que haya
venganza (si es que lo fué) en dar a entender a todo el mundo lo
que no pasa en descrédito de una perfección; y no me espanto que
Be hayan acabado estos libros, antes me admiro haya quedado al-
19 FK. ALONSO DE ESPINOSA, Ob. cit., págs. 74-75.
20 Sobre la persona histórica de Hernando Esteban Guerra, véase
este nombre en el Apéndice al capítulo IV de nuestra obra El Poema de
Viana. Tenemos dudas de que fuera conquistador, y acaso vino después de
la conquista, llamado por Lope Hernández.
21 Véase a este respecto el trabajo del I)r. BUENAVENTURA BONNET, La
obra del P. fray Alonso de Espinosa, en «Revista de Historia», núm. 34,
abril-junio de 19.S2, que trata de la edición príncipe, o de 1594, cuya portada
reproduce. No existe ejemplar de ella en la Nacional de Madrid ni en
biblioteca pública alguna de Sevilla. Parece ser que existe uno en la biblioteca
del duque de T'Serclaes, en Madrid, acaso único en España, pues el
ejemplar que el Dr. BONNET dice se conservaba incompleto en la Bibliotea
Municipal de Santa Cruz de Tenerife no existe en ella hoy día. LORENZO-CAcERES,
en su trabajo La poesía canaria en el Siglo de Oro, dice que la edición
príncipe de la obra de Espinosa está «reducida a cuatro ejemplares
conocidos actualmente» (pág. 18).
18] 867
guno; también creo no lo haría con segunda intenci<>n, sino mal
informado»*'.
Don Juan de la Guerra Ayala llevaría con harta pesadumbre la
espina clavada a su estirpe por el fraile dominico; conocería la
precoz inteligencia del mozo Viana; es probable que en su librería
dialogara con el poeta sobre el particular y que le instara a escribir
el Poema, cuya edición él costearía, porque sabemos que Viana
andaba muy alcanzado de dineros; su padre, el almotacén Francisco
Hernández, vivía aún y estaba casado con otra mujer; disfrutaba
los bienes de la abuela Ana González. En posesión de los que
ésta le dejó no entra el poeta hasta 1605.^^
4. LA OBRA DE VIANA COMO RÉPLICA A UNA ACTITUD
Don Juan de la Guerra tenía sus resentimientos contra el P. Es-
Einosa, pero Antonio de Viana también tenía lo suyos conforme
emos explicado en otro lugar; el mozo poseía habilidad para versificar
y puede ser que por su ciudad de San Cristóbal, la «ciudad*
por excelencia de Tenerife, paseara con don Juan de la Guerra o
con don Pedro de Alzóla Vergara, el licenciado'^, o con Rodrigo
Núñez de la Peña'^, amigos, como él, de las musas. Y entre el resentimiento
de don Juan, el resentimiento del mismo poeta, sus
ansias de hacer carrera y de salir de la isla y el deseo de publicar
22 NÚÑEZ DE LA PKÑA, Conquista y Anligüedades de las Islas de la Oran
Canaria, Madrid, 1676. Reimpresa en Santa Cruz de Tenerife, Imprenta y
Librería Islefia, afio de 1847, por cuya edición citamos las páginas. Vid.
págB. 498-499.
23 La participación de los bienes do Ana González se hizo ante Ca-brejas
en 1605, fol. 261, correspondicnti» a este escribano en el Archivo de
Protocolos de Santa Cruz de Tenerife. Por este documento sabemos que la
casa de Ana González en I^a Laguna estaba situada entre las calles de Los
Mesones y de Juan de Aguirre. La aceptación de la partición la firma Antonio
de Viana como licenciado, firma que hemos fotocopiado y adjuntamos.
La signatura que da Eodríguez Moure está, como de costumbre,
equivocada.
En nombre del menor Juan Lorenzo firma Rodrigo Hernández Lor-delo,
su tutor.
24 Don Pedro de Alzóla Vergara, licenciado, es citado por FERNANDEZ
DE BÉTHENCOüRT en SU Nobiliario, tomo I, Santa Cruz de Tenerife, 1878,
pág. 203, y de la cita se sii-ve AGUSTÍN MILLARES GARLO para incluirlo como
autor canario en su Ensayo de una bio-bibliografia de escritores naturales de
las Islas Canarias (siglos XVI, XVIIy XVIII), Madrid, 1932, vid. pág. 511.
VERGARA ALZÓLA escribió una poesía de alabanza a la obra de Viana,
que figura en la edic. del Poema.
25 Que Rodríguez Núftez de la Pefía conocía a Viana lo sabemos por
haber sido testigo en los citados documentos que poseo on La Laguna de
Tenerife don Manuel de Ossuna-Savifión; de las dotes poéticas del mismo
Rodrigo Nüfiez, tenemos pruebas por los dos sonetos que, en alabanza del
autor y la obra, se insertan en Del origen y milagros de N. S. de Candelaria,
de Fray ALONSO DE ESPINOSA.
268 [9]
una obra que no le iba a costar un dinero —que tampoco tendría—,
se rumiaría en su espíritu el bosquejo del Poema; los papeles de
don Juan —y otros que veremos consultó— le daban material; de
sus paseos por la «ancha y espaciosa vega» lagunera adquirió el
sentimiento del paisaje. Junto a la Laguna —que dará nombre a la
«ciudad»— él también gustaría de aquella delicia de que nos habla
el caballero Scory, contemporáneo suyo*", y al que acaso el mozo
trataría: en la Laguna, al atardecer, los finos halcones que la sobrevolaban
se lanzaban tras los pájaros que los honderos negros, por
diversión, espantaban. Los árboles y la hermosura del norte tiner-feño,
que cautivaron la sensibilidad del caballero Scory, los lleva el
mozo Viana en su alma de apasionado por su tierra; así pudo escribir
por 1601 —poco más o menos—su excelente Poema, a los veintitrés
o veinticuatro años de edad.
Las áulicas genuflexiones a los Guerra —que a lo largo del
Poema advertiremos— nos avisan que en gran parte se trata de una
obra de encargo, en la que alguien verá servilidad más tarde*'. No
lo negamos; pero era un tópico ritual que un poema épico se publicara
siempre, no ya bajo la protección de un mecenas, sino para
cantar las glorias de una estirpe; así, en un plano de mayor modestia,
la familia Guerra en Tenerife jugó el mismo papel en el Poema
que la ilustre casa del Este en los del Ariosto o del Tasso.
Por eso Viana cumple con su mecenas, y sobre todo asume la
concreta postura de defender a don Juan y a sus antepasados del
tremendo dardo que les infligió Espinosa; con tal motivo escribe el
poeta, categóricamente, al referirse a la genealogía de los Guerra:
El Valle que de Guerra se intitula,
y en vinculo quedó de mayorazgo
a descendientes de Hernando Esteban
Guerra, conquistador, y su sobrino;
y si en el libro de la Candelaria
afirma fray Alonso de Espinosa
sobre esta sucesión algo en contrario,
en ello se engañó, como se engaña,
por descuido o cuidado en otras cosas,
que haber sido el ya dicho Esteban Guerra
conquistador, sobrino, del maestre
su hermano carnal hijo legitimo,
consta por fidedignos instrumentos,
y a lo demás no es Justo se dé crédito^*>
26 Vid. las Observaciones del caballero inglés sir Edmond Scor¡/,edit. por
B. BONNET en «El Museo Canario»,núm. 8 enero-abril, 1936.
27 Así se expresa don GRACILIANO AFONSO, como puede verse en el
juicio que emitió de la obra de Viana en la introducción a su Oda al Teide.
Vid. en Bio-bibliografía de MILLARES GARLO, pág. 28.
28 VIANA, Poema, canto XVI, págs. 439-440, de la edición de Rodríguez
Moure.
[10] 269
Ya en el prólogo en prosn a su obra Viana había aludido a la
del P. Espinosa con singular denuedo, y casi justifíca la composición
del Poema como una réplica al libro de Espinosa, que es según
él un «tratado digno de que se destrate». Después de referirse a las
injurias que el «extranjero» hizo a su patria, Viana menciona «una
no menos injusta y detestable a los descendientes de Hernando
Esteban Guerra, conquistador, negando haber sucedido a Lope
Hernández de la Guerra, su tío, en su mayorazgo, como su sobrino
fué; temerario juicio en contrario de la verdad notoria, que, además
de serio sin gravamen de escrúpulos, consta de papeles auténticos
y fidedignos con que yo le convenciera estando a cuentas con
él si ya no las hubiera dado al verdadero Juez»'*.
5. CULTURA PROFESIONAL, HUMANÍSTICA Y LITERARIA
DE VIANA. SU RELIGIOSIDAD Y SENSIBILIDAD
•
El mozo Viana poseía al escribir su obra una cultura en terminología
médica que nos ha sorprendido siempre; el singular conocimiento
que de la diversidad de temperamentos posee, sus opiniones
al referirse a las enfermedades de los guanches, el uso de voces
como anatomía, anhélitos, astringente, decocción, egdematoso, estítico,
evacuación, excrementos, intestinos, poros, pericardio, pleuresis^'',
etcétera, nos avisa que el auior no es ajeno a los estudios de medicina,
y a menos que en Tenerife leyera libros profesionales antes
de comenzar sus estudios, la lectura del Poema da la impresión de
que éstos habían sido ya comenzados. El médico al que serviría de
paje pudo haberle facilitado literatura profesional.
Muy profunda no es su sabiduría humanística; no obstante, el
mozo ya sabe cuestiones de la vida de César y Spurina"; en mitología
no desconoce la significación de Dafne^, ae Eolo^', de Baco
o de Ceres»*. Lector de la Eneida, nos cita a Eneas, a Turno y a la
diosa Juno^^; buen hijo de su tiempo, conoce la ciencia de la esgrima
y acaso leería las Grandezas de la Espada, de Luis Pacheco de
Narváez^*,
Por su prólogo en prosa sabemos que conoce el Orlando de
29 Vid. en la edición citada Al discreto y piadoso hcior, págs. 4-5.
30 Véanse estas voces en la lista de cultismos que hemos insertado en
el capítulo IX de nuestra obra El Poema de Viana.
31 Poema, canto III, pág. 78 de la edición citada.
32 ídem, canto IX, pág. 247.
83 ídem, canto X, pág. 289.
34 ídem, canto XV, pag. 396.
35 ídem, canto VII, pág. 196.
36 ídem, canto VIII, pág. 222. En cuanto a Luis PACHECO DE NARVÁKZ,
sabemos que estuvo algún tiempo en Canarias de inspector de tropas. Su
Libro de las Orandezas de la Espada —tan satirizado por Quevedo— se pu-
270 [11]
Ariosto, Las lágrimas de Angélica (1586) de Luis Barahona de
Soto, La Hermosura de Angélica (1602), el Isidro (1599), La Dra-gontea
(1598) y La Arcadia (1598) de Lope de Vega, y el Templo
Militante del canario Cairasco de Figueroa, cuyas dos primeras
partes de las cuatro de que consta aparecieron en 1602 y 1603.
Dichas obras están aludidas en este párrafo del prólogo: »E1 porte
3ue te ofrezco no es el tesoro de Orlando, las perlas de las lágrimas
e Angélica ni el esmalte maravilloso de su hermosura; no los frutos
del labrador que glorifica a la Madrid insigne, el Dragón de
oro, las grandezas de Arcadia, las margaritas, diamantes y preciosas
perlas del Templo Militante, ni las riquezas que a tu gusto ofrece
el que en todo es peregrino, sino la verdad (desnuda por mi pobreza)
de una agradable historia»^^.
La alusión a Cairasco de Figueroa se repite una vez con admiración,
cuando el poeta se refiere a la conquista de Gran Canaria y
menciona la selva de Doramas —tan felizmente cantada varias veces
por Cairasco— con motivo del ataque de Pedro de Vera, que
fiíMo talar la tierra con escuadras
a do murió el Doramas valeroso,
señor de la montaña deleitosa
que celebra en sus rimas y bucólicas
la heroica pluma del divino Ergasto^^.
En otra ocasión dirá que las nueve ninfas de la apoteosis de
Lugo cantaron »una canción a lo canario esdnijula»'^.
Cairasco realmente influye bastante en el joven poeta lagunero,
como tendremos ocasión de advertir en pasajes concretos; la gran
decoración monumental que sirve de marco a In literatura altisonante
del canónigo canario —en el pórtico grecorromano del barroco—
impresiona al sencillo y tierno poeta lagunero, aunque él
no alcance a digerid la frondosidad ampulosa del mundo estético
de Cairasco: chapiteles, jaspes, mármoles, alabastro, estatuas y
rubio bronce salen alguna vez de su pluma en una visión de apoteosis
que le sirve para decorar un escenario con motivo del sueño
del general Lugo*", es el préstamo arquitectónico del viejo poeta
canario al joven, que en varias ocasiones esdrujulea como su ocasional
maestro, pero muchas menos veces que Cairasco. Viana usa
blicó en 1600. Al frente de él figuran composiciones poéticas laudatorias
de tres ingenios insulares: los hermanos Bartolomé y Serafín Cairasco de
Figueroa, de Las Palmas do Gran Canaria, y el tinerfefío Rodrigo Núilez
de la Pefla.
37 ídem, Al discreto y piadoso lector, pág. 4.
38 ídem, canto II, pág. 62.
39 ídem, canto XV, pág. 396.
40 ídem, fd., pág. 394.
[12] 271
montones de voces esdrújulas adquiridas en sus lecturas a Cairas-co*^,
y hasta entre los angélicos o pestíferos —que Covarrubias registra—
deja escapar ese intolerable/acort^co en el rcanario cántico
» de la Canción, que inicialmente dedica a su mecenas don Juan
de la Guerra...
Y al lado de esto su firme y sana religiosidad, su acendrado
amor a la Virgen de Candelaria —sagrada musa que ha sustituido
a lo divino las paganas deidades de los poemas clásicos— y su devoción
por el Cristo lagunero, imágenes ambas que son para el
poeta «el sol y luna de Nivaria»^2_ Yie¡\ milagro de la procesión de
peces que siguen a la Virgen en su playa es el mismo poeta testigo:
Aquesta maravilla de los peces
en tales días, muy notorio y público
es entre los vecinos de la isla;
y afirmo haberle visto por mis oybs*'.
A su cultura médica profesional y renacentista de intelectual de
su tiempo, une Antonio de Viana su sensibilidad de poeta descriptivo,
su sentimiento del paisaje real de Tenerife, su respeto nobiliario
a una familia ilustre y a una casta de conquistadores, que le
adscribe al complejo cultural de su tiempo, mas no le obliga a desdeñar
el peculiar problema racial; una auténtica religiosidad informa
este haz que sustenta la persona del mo/.o poeta lagunero. En
el marco contrarreformista ae la época, la circunspecta y a la par
apasionada figura de Antonio de Viana es un doble ejemplo de
mesura, de armonía y de finura españolas.
6. LAS DIVERSAS EDICIONES DEL «POEMA>
No mejor fortuna que la obra perseguida del P. Espinosa alcanzó
la primera edición del Poema de Antonio de Viana. ¿Se haría
una edición corta, o alguna persona estaría interesada en hacerla
desaparecer también, como le ocurrió a la obra del dominico?^*
El hecho es que, medio siglo después de haberse el Poema publicado,
la obra era ya tan rara —escribe Franz Lóher en la edición
que del Poema hizo— «que en el convento de franciscanos de la
capital de Cran Canaria un monje la copió»". Y, en efecto, Mr.
41 Vid. los citados cultismos, que incluímos en el capítulo IX de
nuestra citada obra.
42 VIANA, Poema, edición citada, canto XV, pág. 398.
43 VIANA, ídem, canto XVI, pág. 434.
44 A este respecto escribe ANDRÉS DE LORKNZO-CÁCKRKS: «La historia
de los ejemplares conocidos, su evasión de las bibliotecas que los conservaban,
hace pensar en un extraño vengador: la sombra de fray Alonso de
Espinosa» (06. cit., pág. 18).
45 Vid. la edición que LÓHER hizo del Poema y que citaremos más
adelante.
272 [13]
Berthelot —informador de Loher— nos dice en su trabajo sobre el
fioeta lagunero que gracias a esa copia, hecha por el franciscano
ray Juan de San Diego, fterminada el 26 de julio de 1659 a petición
del capitán Luis Ascanio», le fué posible a él poseer una copia
de la, a su vez, hecha sobre la del franciscano, y que el ayuntamiento
de Santa Cruz de Tenerife encargó en 1834, con destino al
erudito francés. Más tarde, Mr. Berthelot la regaló al historiador
canario Millares Torres y hoy obra tal copia en la sociedad El Museo
Canario**.
Berthelot asegura haber visto en 1824 un ejemplar de la edición
Eríncipe en la biblioteca del marqués de Villanueva del Prado, en
a Laguna, pero años más tarde este ejemplar desapareció; así que
el referido erudito facilitó su copia a fin de que la Imprenta Isleña
hiciera la edición que comenzó a publicarse en el «Noticioso de
Canarias», periódico de Santa Cruz de Tenerife, y que en forma de
folletín ocupó desde el número 51, del dos de'marzo, al 128, del
31 de mayo de 1854. En edición separada y encuadernada, la misma
imprenta lanzó la que conocemos como segunda edición del
Poema, o sea la de 1854.
En 26 de marzo de 1881, el periódico, también santacrucero,
«La Democracia» comenzaba a publicar en folletón la obra de
Viana; fué la base de la tercera edición del Poema que editó la
imprenta de José Benítez en Santa Cruz de Tenerife, en 1882.
En 1883 apareció en Tübingen la cuarta edición, debida al erudito
Franz von Lóher, y, aunque él pensó que estaba hecha sobre
la príncipe, su base fué la misma que tuvieron las anteriores.
Loher buscó en las bibliotecas públicas de Madrid, Sevilla,
París, Munich, Heidelberg, Viena, Berlín y en otras bibliotecas
f>rivadas un ejemplar de la primera edición del Poema, en vano,
gnoramos por qué error de información él pensó que en la Biblioteca
Provincial de La Laguna existía un ejemplar de la tan ansiada
edición de 1604 y que de tal ejemplar era la copia que el cónsul
americano William A. Dabney ordenó se hiciera para que publicara
su edición de 1883. No hubo tal cosa: su modelo fué el mismo que
el de la de 1854, si no un ejemplar de ella: basta confrontarlas.
En 1904, el periódico lagunero «El Noticiero Canario» editaba
en folletón el Poema, desde su número 79, del 2 de julio, al 198,
del 25 de noviembre; fué la base de la edición quinta y última,
que hizo don José Bodríguez Moure en La Laguna, 1905.
Poseía Rodríguez Moure un ejemplar de la edición príncipe en
dos volúmenes. Era el ejemplar que fué propiedad del erudito bi-blióñlo
don Lope Antonio de la Guerra y Peña, hermano de don
46 SABINO BERTHELOT, en su trabajo Antonio de Viana, y MILLARES
GARLO, Bio-Uhliografia citada, pág. 513.
[14] 273
Fernando, el primer biógrafo de Viana. El ejemplar de don Lope
tiene algunas hojas perdidas y sustituidas, desde el siglo XVII, por
otras cuidadosamente manuscritas; es decir, que ni aun descendientes
de la familia del mecenas poseían buen ejemplar de la obra de
Viana. Por la paginación continuada so advierte que la obra constaba
de un solo volumen; los folios manuscritos de este único, hasta
ahora, ejemplar que puede consultarse^ de la edición de 1604 son
del 1 al 9, que comprenden la portadilla, la canción a don Juan de
la Guerra y el prólogo en prosa titulado Al discreto y piadoso lector.
El folio 10, en que se inserta la Tasa, aparece ya impreso. En el
texto faltan los folios 43, 66 al 73, 115, 146-147 y 334 (última página,
que sólo lleva los siete últimos versos del Poema manuscritos).
Es decir, que el total de 334 folios tiene 13 manuscritos.
Don José Radríguez Moure advirtió que la edición de 1854, que
él leía, no se ajustaba con este otro ejemplar de la edición de 1604
y, en el prólogo que a su edición del Poema hizo, nos advierte que
el catedrático don Antonio Zerolo «se tomó la enojosa tarea de hacer
las correcciones, después de una concienzuda confrontación con
el original indubitado»*'. Podemos asegurar que la confrontación
del poeta Zerolo no fué concienzuda, y aunque reservamos para la
edición que preparamos un estudio detenido de las diversas ediciones,
si adelantaremos que la de 1905 omite varios versos que omitió
la de 1854, que es a veces fiel modelo suyo —sin que se siguiera en
esto a la principe, aunque el señor Zerolo contaba con ella—, y
otras veces tiene faltas que son exclusivas suyas, por mera «ultra-corrección
» de don Antonio. Advirtamos, pues, que aunque está
agotada también esta edición de 1905, citamos todos los versos del
Poema por ella, pero atendiendo a las correcciones que en un
ejemplar de la misma hemos hecho sobre el único hasta ahora accesible
de la de 1604; mas no citamos por versos, porque algunos
faltan de ella, a pesar de que Rodríguez Moure creyera que la confrontación
fué ^concienzuda».
Desaparecido el ejemplar que dice haber visto Berthelot en la
bibloteca del Marqués de Villanueva del Prado, desaparecido el
elemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, no sabemos que
exista en parte alguna otro. Un precioso ejemplar que el actual director
del Instituto de Estudios Canarios, don Andrés de Lorenzo-
Cáceres, tuvo la fortuna de adquirir en una librería de viejo madrileña,
en 1936, para la biblioteca de la Universidad de La Laguna,
si bien llegó a esta biblioteca, fué sustraído de ella y desapareció
también, sin que tuviéramos la fortuna de verlo. El señor Lorenzo-
Cáceres nos confirma que el ejemplar por él adquirido era de un
47 RODRÍGUEZ MOÜRK, prólogo a la citada edición, pág. 7. Reproducimos
una página de la edición príncipe resefiada.
274 [16J
tomo, y que la lámina que registra Gallardo en su Ensayo como
existente en la última página lo estaba en este ejemplar junto a la
página en que el poeta figura —en el canto XV— aue la Eternidad
habla con Lugo y le muestra el porvenir. En el árbol genealógico
de los Guerra, a cuya derecha está el poeta Viana dedicándole el
libro a don Juan, aparece éste en la copa del árbol sobre sus tres
antecesores y, sentado, el viejo tío don Lope Hernández: es éste el
asunto de la citada lámina o grabado, y el poeta, refiriéndose a él,
escribe en el folio 300:
El árbol que allí ves es do se encierra
el futuro linaje venturoso
del noble Lope Hernández de la Guerra,
maestre de tu campo valeroso;
en el repartimiento de esta tierra
el mayorazgo instituirá famoso
de un fértil valle, en frutos tan amigo,
que ha de dar vino a Baco, a Ceres trigo.
Sucederále en él el gran guerrero
Hernando Esteban, hijo de su hermano,
después Juan, su ungénito heredero,
padre de otro Hernando soberano:
en él sucederá como el primero,
y del saldrá aquel Juan en hechos magno
a quien será tu historia dedicada
para ser con su amparo eternizada.
Contempla que su autor, sin haber sido
presente digno, se la da humildemente
y él la recibe afable, comedido
más a su buen deseo que al presente^.
Por estos versos que sirven de texto explicativo a la lámina se
comprende que ésta había de ocupar el lugar contiguo al folio 300,
a la vista del lector*'.
Substraído, pues, tan precioso ejemplar, confrontamos con el
que poseyó Rodríguez Moure; pero los trece folios manuscritos
siempre presentarán una pequeña laguna, subsanable en parte con
la ayuda del texto que soore el (^ue existió en la Biblioteca Nacional
rehizo el bibliógrafo don Luis Maffiotte para su uso, hoy en la
biblioteca de El Museo Canario. En nuestra edición advertiremos
que la príncipe, como es natural, tiene sus erratas, y es bien notable
que la copia que hizo el aludido franciscano del cenvento de
Las Palmas estuviera hecha sobre un ejemplar corregido acaso por
48 En la edición de RODRÍGUEZ MOURE, canto XV, págs. 399-400.
49 Adjuntamos fotocopia de la indicada lámina que ilustra la edición
príncipe.
[16] 276
el propio Viana, o por indicación soya; algunos detalles pequeños,
ciertas octavas reales del canto quinto, una interpolación en el
canto octavo, que no figura en la príncipe por error y que ocupa
casi toda la página 214 de la edición de 1905, etc., nos hacen pensar
de esta manera. Repetimos que en la edición que preparamos
advertiremos con detalle tales extremos.
7. SIGNIFICACIÓN DE LA OBRA DE VIANA;
SU ESPAÑOLISMO
El Poema de Viana es para los canarios y especialmente para
nosotros, los tinerfeños, lo que —salvando las distancias— ya afirmaba
Valbuena Prat que es para los portugueses el poema de Ca-moens;
es nuestro Poema regional, con el rasgo característico de
que posee un sentido racial armónico que ni el poema de Pedro de
Oña ni el de Ercilla poseen. Vencedores y vencidos están equilibrados
con tal elegancia y generosa mesura que admira en un mozo
de 23 ó 24 años, aunque la circunspección de la atmósfera contra-rreformista
pudiera presionar las conciencias. El noble y profundo
sentido españolista de nuestra tierra, una tierra de puras esencias
de armonía que suavizan el arte, la literatura y los cantos populares
de la Península, cuando a ella llegan a través del mar ae las
Españas, está ya acusado al comenzar el siglo XVII por la obra de
Antonio de Viana. No se trata pues, la suya, de una mera obra de
puro valor regional; un alto contenido español informa el Poema
del bachiller lagui7ero. Nada importa que su marco geográfico sea
una región: que su asunto sea evocación tierna y nostálgica de una
raza prehistórica, que no se extinguió totalmente como en una
época pudo pensarse, sino que se fundió con la española hasta el
punto que el P. Espinosa diga por la región de Güímar: «lugares
donde abitan los naturales Guanches que an quedado, que son
pocos porque ya están mezclados»''<'. La lengua, el espíritu y la generosidad
hispánica presiden el Poema del mozo tinerfeño. El
Poema de Viana no es una obra provincial ni regional, sino una
obra sustantivamente española.
8. ¿VIANA, TRATADISTA DE MEDICINA?
SUS ESTUDIOS EN SEVILLA
Acaso el poeta marchó por vez primera de La Laguna para Sevilla
a fines de 1599 o en los primeros años del siglo XVII gon el
doble propósito de graduarse en medicina y de publicar su Poema::
ahora nos ocuparemos de un extremo, no delucidado por sus biógrafos,
acerca de la posibilidad de que fuera autor, además de su
50 ESPINOSA, Ob. cit., pág. 81.
276 (171
juvenil obra poética, de un tratado de medicina, famoso en el siglo
XVII.
Viera y Clavijo —informado por don Fernando de la Guerra—
es el primer biógrafo del poeta que escribe que Viana fué «cirujano
mayor de la real armada y médico del insigne hospital del Cardenal
»; semejantes títulos añrma poseer, en efecto, el mismo poeta,
en una solicitud que hace en 1633 al cabildo de Tenerife y de la
que daremos cuenta más adelante. Viera y Clavijo vería —como
nosotros— la cita que Nicolás Antonio hace de Viana en su Bí-bliótheca
Nova, toda vez que alude a ella al biografiar al poeta, y
leería asimismo que Nicolás Antonio, a continuación de la mención
que hace del Poema de Viana y de su autor^^, incluye a otro
Antonio de Viana, del que añrma que fué «médico de las galeras
hispánicas que vigilan nuestras costas de las incursiones de los extranjeros,
en otro tiempo cirujano y después en el Hospital de Sevilla,
que tomó su insigne nombre del cardenal fundador Juan
Cervantes; publicó Espejo de Chirurgía. Primeramente en tres Exer-citaciones
de Theórica, que tratan de los tiempos del apostema sanguíneo,
en Lisboa, 1631, 4.''»52_
El hecho de que nuestro poeta y paisano fuera también médico
de «las armadas reales» y del «insigne Hospital del Cardenal», y de
que estudiara en Sevilla, implica que fueron contemporáneos dos
Antonios de Viana, médicos de la armada y del hospital del Cardenal
y que estuvieron en la capital andaluza. ¿Se trata de dos personas
o de una misma? Viera y Clavijo debió preguntárselo, quizá;
pero se abstuvo de escribir que nuestro Viana fuera el autor del citado
tratado de medicina. También es de presumir que, si tomó la
cita de Nicolás Antonio por conducto indirecto, no se planteara el
problema de la identidad de ambos personajes.
No es ningún imposible que Viana publicara en 1631 un libro
de medicina en Lisboa, si bien en ese mismo año regresa a Tenerife
para establecerse algún tiempo en la isla, como veremos. Del aludido
Espejo de Chirurgía no existe en la Biblioteca Nacional de Madrid
ejemplar de la edición príncipe —que no hemos logrado examinar—
sino de la de 1696, por la que sabemos que la obra alcanzó
gran fama en su tiempo y que la primera edición se había hecho
51 Vid. NICOLÁS ANTONIO Biblioteca Nova, tomus primus, Madrid, 1783,
pág. 167.
52 El texto de NICOLÁS ANTONIO que hemos vertido al español dice:
«Antonias de Viana, medicas et apad classiarios milites Hispanicarum
trirremiam, qai iimitem nostrum a Barbarorum inoursione custodiunt,
olim chirurgus, postea in Hispalensi nosocomio, qaod a fundatore Joanne
Caervanteo 8. É. E. cardinal! nomen fortitum fait, in vulgus edidit: Espejo
de Chirargía. Primeramente en tres Exercitaciones de Theórica y Práctica,
que tratan de los tiempos del apostema sanguíneo et Olisipone, 1631, 4.°»,
Ob. cit. (dem.
118] 277
rarísima, por lo cual el impresor J. Pérez de Belanga se vio en la
necesidad de reimprimirla en Sevilla, aunque a juzgar por la licencia
de 8u edición acaso se habría reeditado alguna vez más**.
En el Espejo de Chirurgía, Antonio de Viana alude, al referirse
al tratamiento de los fletnones, a un determinado caso, y escribe:
«En el Hospital del Cardenal de Sevilla, año de 1628, en Conclusiones
Generales de Cirugía, a que concurrió toda la escuela médica
y argüyeron muchos de los más doctos y graves médicos desta
Ciudad [Sevilla], sustentando un practicante mío, presidí y se defendió
y explicó este punto con universal aplauso».
La importancia profesional del Doctor Antonio de Viana parece,
pues, ser de singular relieve en esta época. Detalles precisos y hasta
ahora desconocidos de su biografía nos los revela, al tratar de la
vacilación habida en el método de curar tumores, la lectura de este
párrafo: «Es tal el abismo o barbarismo que desto resulta, que conozco
de mí que en más de diez años de treinta y dos que na que
practico Cirugía, que manejo y estudio libros, autores diferentes y
exquisitos algunos, no sabía determinarme ni a quién seguir en esto
y es muy cierto que la misma confusión padecen muchos, y dígolo
así por haber peregrinado el mundo, andando las mejores ciudades,
no sólo de España, pero de Italia, y visto las superiores Universidades,
los más insignes hospitales, y siendo cirujano mayor de las galeras
de España por el Rey he comunicado en diferentes provincias
grandes médicos de diferentes naciones y cirujanos famosos y me
consta»''*.
53 Describimos la portadilla del ejemplar de la Biblioteca Nacional:
• Espejo/de Cirujía/en tres / Exercitaciones / De Theórica y Práctica,/
Que tratan de los tiempos / Del Apostema Sangvíneo; / Como se ha de observar,
para el / Vso recto de los Remedios / con Antidotarlo de Medicamentos
/ Repelentes, Resolutivos, Madurativos y Ruptorios / Simples y
Compuestos. / Dedicado / a Don Alonso López Cornejo / Doc. en Medicina,
Maestro en Artes y Philosofías, / Catedrático de Prima &/Con Licencia. En
Sevilla. Por Juan Pérez Belanga / Impresor de Libros, en las Siete Revueltas
». 216 págs. en 4.', más 7 de índice, s. n.
Licencia: «Domingo Leal de Saavodra, Secretario del Rey nuestro Señor
y su Secretario de Cámara más antiguo, de los que en su consejo residen,
certifico, que por decreto de los señores del, de treinta de Julio paseado
de este año se concedió licencia a Juan Pérez de Berlanga, Impresor
de Libros de la Ciudad de Sevilla, para que por una vez pueda imprimir
un libro, intitulado Viana de Phlegmon, que otras veces ha sido impreso; y
para que conste lo firmé. En Madrid a siete de Agosto de mil seiscientos y
noventa y seis años. Domingo Leal de Saavedra». Signatura: 3 / 44857.
54 VIANA: Espejo de Chirurgía, edic. cit., págs. (55 y 56, respectivamente.
De este tratado y de Viana escribe ANTONIO HKRNÁNÜKZ MOREJÓN en
su Historia bibliográfica de la Medicina española, en siete volúmenes, Madrid,
1842-1852, vol V, pág. 158;
«Antonio Viana. —Doctor en Medicina, médico cirujano mayor de las
galeras de España y del insigne hospital del cardenal de Sevilla, escribió:
276 [19]
La identiñcación del autor del tratado de cirugía con nuestro
Antonio de Viana parece tan probable, que no dudamos estimarla
cierta, a menos que alguna prueba documental noa obligue a rectificar.
En 1631, Viana —que ya serviría como paje o practicante de
algún médico de La Laguna— llevaba, en efecto, unos treinta y
dos años dedicado a la cirugía. En la época que va de la segunda
a la tercera decena, aproximadamente, del siglo XVII, el notable
médico ha hecho viajes por toda España, en el cumplimiento de
sus servicios, y por Italia. Con gran experiencia profesional, pues,
vendrá unos dos años a ejercer en su isla natal.
En el año 1604 publicó el poeta lagunero su Poema o Antigüedades
de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria, conquista de
Tenerife y aparición de la Santa imagen de Candelaria, en verso
suelto y octava rima, siende ya bachiller, como reza en la portadilla,
puesto que añade: *Por el bachiller Antonio de Viana, natural
de la Isla de Tenerife. Dirigido al Capitán don Juan Guerra y Ayala,
señor del mayorazgo del Valle de Guerra, impreso en Sevilla por
Bartolomé Gómez. Año de 1604»^^. En la capital andaluza debió
conocer a Lope de Vega, dieciséis años mayor que él, y que a la
Espejo de cirujia en tres ejercitaciones de teoría y práctica, que tratan de los
tiempos del apostema sanguíneo, como se han de observar para el uso recto de
los remedios, con antidotaría de medicamentos repelentes, resolutivos, madurativos
y ruptorios simples y compuestos. Lisboa, 1631, en 4.°
En 1696 reimprimió en Sevilla esta obra Juan Pérez Belanga, impresor
de libros, y la dedicó a don Alfonso López Cornejo, doctor en Medicina,
catedrático de prima y médico de los reales alcázares de dicha ciudad. El
motivo de volver a imprimirla, dice el editor en su dedicatoria, fué el de
haberse agotado la primera edición, y para que se eternizara la memoria
de una obra que era de conocida utilidad para todos.
Este libro no es otra cosa sino lo que manifiesta su título, una especie
de monografía sobre los apostemas, que en su tiempo fué muy apreciada.
Antonio Viana fué el primero que en Sevilla cauterizó con excelente
resultado los bubones en la terrible peste del afio 1649, y con este motivo
hace de él una honorífica mención nuestro Caldera de Heredia».
La edición del Espejo de Chirurgía, de 1696, está registrada en el Catálogo
de FRANCISCO VINDEL, Madrid, 1903, núm. 2558. El ejemplar reseñado
por Vindel es calificado de «hermoso», en pergamino y ccon los sellos de
Biblioteca Nacional. Enajenado. Da luego el Catálogo alguna noticia tomada
de la obra de Hernández Morejón.
También hemos visto citada la referida edición en el Oataleg, número
30, de ANTONi PALAH, Tarrasa, 1926.
55 El ejemplo único que se conoce —y al que aludimos— carece de
las primeras hojas; describimos la portadilla, según lo hace Gallardo:
•Antigvedades I de las Islas Afortunadas de la Gran Ca/naria. Conquista
de Tenerife. Y paresci / miento de la Ymagen. De Cadelaria. / En
verso svelto y octava ri / ma Por el Bachiller. Antonio de Viana Natural /
de la Isla de Tenerife../ Dirigido al Capitán Don / Ivan Gverra de Ayala
Señor / del Maiorazgo del Valle de / Gverra. / (Escudo de armas) / En Seui-
Ua, por Bartolomé Gomes Afio 1604. (Al fin:) Impresso en 8euilla,/Por Bartolomé
Go / mez. Afio de /1604. 8.o, 333 hojas. Fort, (grabada toda). —Tasa
[ÍO] 879
sazón vivía en Sevilla con Micaela Lujan apasionados días, Lope
dedica al mozo tinerfeño un soneto que Viana se apresura a insertar
al frente de su obra; Viana, a su vez, inspiraría al Fénix una de
aquellas rápidas «mil y quinientas>, que pudo hacerse en «horas
veinticuatro»: Los guanches de Tenerife^^.
9. VIANA, MÉDICO »E TENERIFE
Escribe Rodríguez Moure que en 11 de diciembre de 1606 el
cabildo general solicitaba el nombramiento de Viana para médico
de Tenerife", pues la isla había sufrido una reciente epidemia de
peste y el único médico que había entonces era insuficiente para
atender las necesidades de la misma^**. Si marchó a Sevilla a nnes
del siglo XVI, o principios del XVII, era ya bachiller en 1602 y
licenciado en 1605, época en que aparece, de nuevo, en La Laguna,
pues lo hemos visto aceptar la partición de bienes de su abuela
materna. En el año 1607 consta también que estaba en la Isla, toda
vez que existe un documento de fecha 1 de junio de ese año, una
escritura de redención de censo como heredero de su padre^^, que
(a tres maravedís y medio el pliego): Valladolid, 12 de abril de 1604.—
Erratas,—Suma del privilegio del autor por seis años: Valladolid, 10 de
octubre de 160.3.—Aprobación del licenciado D. Francisco de la Cueva y
Silva: Medina del Campo, 3 de Septiembre de 1602.—Canción dedicatoria
al Capitán don Juan Guerra de Avala.—Al discreto y piadoso lector.—Soneto
de Lope de Vega al autor—Id. de don Francisco Cabezuela Maldona-do
al autor y su obra.—Id. de Sebastián Mufíos en loor de la obra.—Redondilla
del licenciado D. Pedro de Arzola Vergara, natural de Tenerife, al
autor. Texto. Nota final. Grabado en madera, que ocupa la última página».
GALLARDO: Ensayo, t. IV, Madrid, 1889, págs. 1048 b), 1041 a).
Advertimos que los folios son 334 y que el grabado no está en la última
página, o al menos no debe estarlo, según vimos.
56 Hemos citado la referida obra de Lope, un análisis de la cual hemos
hecho en la Introducción a la edición de Comedia de Nuestra Stñora de
la Candelaria, Madrid, 1944. Consejo Superior de Investigaciones Cien-tíñcas.
67 RODRÍGUEZ MOURE publica el documento en parte, vid. páginas
XXXVII-XXXIX de su edición citada, pero no da la referencia, que es ésta:
Oflc. I, lib. 19, fols. 176 V.-177 v. (Archivo del Ayuntamiento de La Laguna).
La noticia la tomó de los apuntes de don Fernando de la Guerra y de
Viera y Claviio, que da una referencia semejante a la nuestra y no igual,
por error de imprenta sin duda.
58 VIERA V CLAVIJO se refiere en el tomo III de sus Noticias a la terrible
peste que comenzó declarándose en Garachico y duró desde 1601 a
1606 (Vid. 06. y t. cit., págs. 168-169).
59 Esta escritura de redención de censo a que se refiere Rodríguez
Moure está, efectivamente, otorgada en 1 de junio de 1607, ante Tomás de
Palenzuela. El censo estaba instituido por el padre de Viana, Francisco
Hernández, a María de Guzmán, sobre una casa en la calle de los Graneles
de Aguirre, por setenta doblas de principal, de las cuales redimía María
de Guzmán cincuenta; esta redención le correspondía al poeta en virtud
280 [21]
le sirvió a Rodríguez Moure para contradecir la afirmación de Viera,
quien escribió que Viana no pasó a la Isla hasta 1631*".
Consta, pues, que en 1607 estaba de médico en Tenerife. Por el
soneto que dedica a la tercera parte del Templo militante^^ de Cai-rasco,
sabemos que en 1613 era todavía licenciado. Ignoramos en
qué fecha volvió a Sevilla, ciudad en la que prosiguió sus estudios
profesionales, sin duda, y en la que se doctoraría en medicina.
Residiendo Viana en Sevilla con su familia y doctor ya en medicina,
es solicitado por el cabildo tinerfeño a fin de que preste
sus servicios de médico y cirujano en su isla natal; en efecto, por
acta del 7 de julio de 1631 sabemos que Juan de Mesa había hecho
reiteradas gestiones acerca de Viana, al que había escrito a Sevilla
con objeto de que viniese a La Laguna a desempeñar una plaza de
médico y cirujano que el cabildo costearía*^.
«En este cabildo —dice el acta citada— se leyó un escrito del
doctor Antonio de Viana con unos papeles y tres títulos de sus
grados de Medicina y Cirugía y pidió que, pues este Cabildo le
mandó venir e lo ha hecho por servirle, dejando en Sevilla muchas
comodidades, e dice que servirá de cirujano e médico e dice trae
botica e que ha hecho muchos gastos en la venida, e salió de Sevilla
desde primero de junio de este año y antes mucho tiempo dejó
su salario para disponer su venida, y pide se atienda a todo y se le
de la partición de los bienes de su abuela materna hecha con su hermano
ante Cabrejas en 1605.
No consigna Rodríguez Moure la signatura, que en el Archivo de Protocolos
es Prot. 569, fols. 562 V.-564 v.
Andrés de Lorenzo-Cáceres da cuenta de otro documento, una carta de
reconocimiento de 95 reales de plata nuevos otorgada por Viana a favor de
la misma María de Guzmán, ante Palenzuela. También lo hemos examina-nado
y lleva, en efecto, la signatura Prot. 569, fols. 383 r. y v., pero no es
el mismo a que se refiere RODRÍGUEZ MOURE en la nota 13 de sus Datos
Mográficos, sino un documento distinto, aunque con la misma persona y a
fecha de 8 de junio de 1607. Antonio de Viana se obliga a pagar los 95 reales:
«se los debo de resto de todas cuentas dares y tomares que hasta hoy
hemos tenido y de resto flnal le quedo debiendo' la dicha cantidad y me
obligo de dar e pagar los dichos 95 reales por fin del mes de julio primero
que viene deste presente año en que estamos». Tanto este documento como
el anterior contienen el autógrafo del poeta.
60 Es inexplicable cómo Viera y Clavijo escribió que Viana no volvió
a Tenerife hasta 1631, pues por los apuntes que le envió don Fernando
ie la Guerra debió estar informado del documento que Viana hizo ante
'*alenzuela sobre redención del censo, a que nos hemos referido en la nota
anterior, que don Fernando conocía y del que da cuenta en sus apuntes,
de donde Rodríguez Moure utilizó la información para desmentir a Viera.
61 Véanse el soneto y la fecha en la nota 1.
62 Por un error de imprenta, en la edición de Rodríguez Moure aparece
la fecha 7 de julio de 1613, y tal error equivocó a MILLARES GARLO en
BU eitada Bio-bibliografia, pág. 512, y al propio Lorenzo-Cáceres en su aludido
trabaja, pág. 17. Viera y Clavijo y Millares Torres dan la fecha exacta,
o sea la de 7 de julio de 1631.
[22] 281
dé de salario y ayuda de costa que le pareciere a este Cabildo, según
que de su petición pareco''''.
Se acordó, por tanto, dar al «Doctor Viana» 300 ducados por
los gastos, 80 doblas de salarios y 60 fanegas de trigo, como médico;
y además, «por cuanto el doctor Antonio de Viana es cirujano de
muy grande aprobación y es necesario que lo ejercite en esta isla»,
se le añaden 50 fanegas de trigo por tal cargo.
El hecho de que Viana presentase «tres títulos de sus grados»
nos indica con claridad que había proseguido y terminado sus estudios,
sin duda en Sevilla; la mención especial que hace el acta
de sus mérito? de cirujano brinda una base más para la probabilidad
de que fuese el autor del famoso tratado del Espejo de Cirugía.
No sirvió mucho tiempo su plaza el doctor Viana. En acta del
mismo cabildo, fechada en jueves de cuaresma, 3 de marzo de
1633, se lee que Viana había pedido que se le eximiera del salario,
porque deseaba abandonar su puesto; el licenciado Bernardo Ler-caro
manifestó que Viana había marchado a Canaria cdías pasados
» y que concertó contrato con el cabildo eclesiástico de aquella
isla, a pesar del que había hecho con el cabildo tinerfeño; que
había regresado de su viaje para preparar su marcha definitiva y
que se había trasladado a Santa Cruz, donde «tiene barco fletado»
jiara irse a Canaria, «él y su nmjer y todas sus cosas»'''.
En la misma acta leemos las manifestaciones d-^l capitán Francisco
de Molina, quien, refiriéndose a Viana y a los motivos por
los que se solicitó su venida a Tenerife, dice que era por «sus muchas
letras y experiencia, y que se podría entender curaría con mucha
afición por ser natural dcsta isla, y que juntamente con ser tan
grande médico era excelente cirujano, y su persona muy conocida,
se acordó le escribiesen se viniese a esta isla a vivir en ella»''^.
Francisco de Molina añade que, por haber muerto Francisco
Moya, cirujano, la marcha de Viana entrañaba un peligro para la
salud de la Isla, y manifiesta que no debería dejársele ir, antes «con
muestras de cariño» impedírselo. El corregidor promete que se impedirá
la salida del doctor Viana.
Más adelante, como un colofón a este asunto, informa el regidor
Lercaro que hizo las diligencias acerca de Viana para que no se
fuese, pero que no tuvieron resultado, toda vez que el médico lagunero
se mardió con «su casa» para la isla vecina.
63 RoDiifouEZ MoüUK tomó la referencia de signatura do Viera y Cla-vijoydeMiilaresTorres.
y, sin verificarla por su cuei)ta,ladió equivooa'da en
la nota 14 de sus Datos. La restablecieron exactamente: Oficio 2.°, libro X,
fols. 92 V.-93 v. (Archivo del Ayuntamiento de La Lapuna).
64 Oficio 1.0, lib. XXIII, fols. 3S3 V.-336 r. (Archivo del Ayuntamiento
de La Laguna).
65 El acta lleva fecha de 22 de marzo de 1633. Oficio 2.°, lib. XI, vid.
fols. 40 r.-40 V.
28a [28]
Viera y Clavijo escribe que Viana abandonó Tenerife,porque el
cabildo eclesiástico de Canaria le ofrecía mejor sueldo de 400 ducados
Y que el poeta, deseoso de abandonar la isla, pidió que se le
absolviese de su obligación, como hemos visto. «La ciudad —escribe
Viera— se opuso formalmente a esta pretención intempestiva;
se dio orden al alcalde de Santa Cruz para que no lo dejase embarcar
a Canaria, y Viana tuvo que suplicar se le permitiese, a lo menos
bajo de fianzas, alegando, entre otras razones, la de que en La
Laguna le hubieron de matar sus dos hijos, de cuya refriega había
quedado herido el uno»"^.
Rodríguez Moure recoge esta afirmación de Viera y asegura que
fué el sinsabor del atribulado padre, ante la desgracia ocurrida a
sus hijos, lo que le hizo abandonar la ciudad y no el mayor sueldo
que el cabildo eclesiástico de Canaria le ofrecía*'^.
Pero la realidad no fué exactamente la que pudiera desprenderse
del contenido «oficial> de las actas del cabildo ni de las afirmaciones
de Viera, mal informado por sus amigos en este extremo de
la vida del poeta-médico lagunero. Por causas que probablemente
ignororemos siempre, Viana contrajo honda enemistad con algunos
personajes muy influyentes en La Laguna, por la época en que él
ejercía como dfoctor su profesión.
Los indicados personajes parecen haber sido don Alonso de
Llarena Carrasco.y Ayala, el capitán Francisco de Molina Quesada
y el licenciado don Bernardo deLercaro.
Don Alonso de Llarena Carrasco y Ayala era en marzo de 1633
teniente de corregidor, y a él dirige Antonio de Viana una solicitud,
presentada en 3 de marzo de ese año, en la que alude a que
ha servido su cargo casi unos dos años en Tenerife y se lamenta del
escaso salario que se le asignó, no obstante habérsele prometido
muy aventajado cuando se le escribió a Sevilla para que viniera.
Viana añade que no podía sustentar su casa con lo que percibía y
que «al presente me hallo obligado de algunas causas, que por aora
me mueben a pasara vibir con mi casa en la isla de Canaria».
Afirma que no tiene hecho contrato que se lo prohiba, y pide se le
abone la cuenta de lo que se le adeuda de año^*.
Don Alonso de Llarena debía tener, a la sazón, una edad avanzada,
si es exacta la fecha que de su nacimiento nos da el doctor
Peraza de Ayala**. Por muerte del corregidor don Jerónimo Boquín,
66 VIERA Y CLAVIJO, Noticias, t. IV, pág. 520.
67 RODRÍGUEZ MOURE, Datos citados, pág. XXXI.
68 Escrito de pufío y letra del poeta, es el primero de los documentos
que reseftamos en la nota 72.
69 Don Alonso de Llarena Carrasco y Ayala nació en 1558, fué capitán
de caballos corazas, regidor en 1598, teniente de corregidor en febrero
de 1632 y castellano de la fortaleza principal de la Isla en 1596 y 1597. Casó
con doña María de Azoca en 1586. Su testamento se abrió en 1643.
124] 283
el regimiento de Tenerife había nombrado para este cargo a don
Juan Cornejo, que había sido teniente de corregidor con el anterior.
El nombramiento fué en febrero de 1633; para el cargo de teniente
de corregidor fué nombrado don Alonso de Líarena, y a él dirige
el doctor Viana tanto la solicitud del día 3 de marzo de 1633 como
la que vuelve a presentar el día 5 de los referidos mes y año; de
ellas nos ocuparemos en breve.
El capitán Francisco de Molina Quesada y Franzances fué regidor
de Tenerife desde 1609 a 1649 y era calificado personaje de la
sociedad lagunera de su tiempo; tenía a la sazón cincuenta y cinco
años, la misma edad que el doctor Antonio de Viana'". El licenciado
don Bernardo de Lercaro y Justiniani, que había estudiado
jurisprudencia en Salamanca, era igualmente persona relevante en
La Laguna y también regidor. Contaba en 1633 unos treinta y
nueve años'^.
El lector de las citadas actas del cabildo tinerfeño sacará la impresión
de que los regidores Molina y Lercaro profesaban gran admiración
y estima al doctor Viana, pero el examen de otros documentos
que se conservan en el mismo archivo del ayuntamiento de
La Laguna advierten que no era ésa la realidad^^.
Estas noticias que nos da el Dr. PERAZA DE AYALA en su Historia de la
casa de Liarcna («Revista de Historia», núm. 33, enero-marzo de 1932) no
coinciden cun las que suministra Núfiez de la Peña, que dice de este don
Alonso que era caballero de Santiago, regidor por renuncia de Esteban de
Llarena Calderón en enero de 1633, y que casó con dofía Mariana Colombo
y Guerra, sin sucesión. Según Núñez, era hijo de Juan Carrasco Llarena y
de dofla Beatriz de Ocampo (NÚÑEZ, Ob. cit., pág. 427). Segün Peraza, este
caballero era hijo de don Alonso de Llarena y de doña Inés Carrasco de
Ayala, y de su matrimonio fueron hijas Inés y Catalina de Llarena.
70 Francisco de Molina Quesada y Franzances era hijo de Juan de
Molina, natural de Úbeda, quien pasó a Flandes con motivo de la campaña
española en aquél país; allí casó con Mme. Cornelia Franzances y más
tarde se avecindaron los dos en Las Palmas de Gran Canaria; en esta ciudad
nació Francisco de Molina en 1578; fué capitán de infantería en Tenerife
y regidor perpetuo del cabildo de esta isla, de 1609 a 1646. Casó con
Francisca Ibáfiez Azoca y Vargas en 1610; en 7 de junio de 1633 hizo información
de calidad y testó en 1658. Vid. FERNÁNDEZ DE BÉTHENOOÜRT, Nobiliario,
t. II, págs. 204-205, y ÑúÑEZ, Ob. cit., pág. 418.
71 El licenciado do'n Bernardo Lercaro Justiniani era hijo de don
Francisco Lercaro y de doña Catalina Justiniani. Don Bernardo nació en
1594 y siguió la carrera de jurisprudencia como su padre y abuelo. Casó
en 1628 con doña Jacobina Westerling. Fué nombrado auditor de guerra
en 1625, juez subdelegado de Indias en 1646 y calificador del Santo Oficio
en 1653, año en que falleció.Desde 1622 había hechoinformación de su calidad.
Vid. FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOÜRT, 06. cit. t. II, págs. 172-174, y NÚÑEZ,
Ob. cit., pág. 424, que nos añade que Lercaro fué teniente del gobernador
Cornejo en 1638.
72 Los documentos en cuestión obran, como hemos dicho, en el Archivo
del Ayuntamiento de Laguna, legajo Médicos, sección 1.*. Ocupan
284 [25]
Tras la instancia de súplica al cabildo que hace Viana solicitando
se le exima de salario, el capitán Francisco de Molina dirige
otra al teniente de corregidor don Alonso de Llarena en la que
manifiesta casi lo mismo que expresó en el cabildo del citado día
3 de marzo. El capitán Molina estima que Viana falta al contrato
un total de 13 folios y están numerados del número 524 al 536; su contenido
es el siguiente:
1. Instancia de puño y letra de Viana en que solicita se le exima de
salario; dice que se dispone a marchar a Canaria; pide que se le pague lo
que se le adeuda de año.—Es el documento presentado en 3 de marzo de
1633 al que aludíamos en el texto (tol. 524).
2. Instancia del capitán Francisco de Molina -que firma el licenciado
Lercaro—, también con feclia 3 de marzo, por la que se pide al teniente de
audiencia, Alonso de Llarena, que se estorbe la salida de Viana. A continuación
se inserta el auto del dicho teniente, por el que se impide la salida
del poeta; se manda al castellano, alcalde y maestres de barcos que
observen la prohibición, bajo pena de multa; seguidamente el alguacil
Antonio Álvarez Hravo da cuenta, en fecha 4 del mismo mes, de haber hecho
las notificaciones al castellano don Miguel Antonio de Ayala, al alcalde
Antonio Diez de Vares y al maestre de barco Sebastián Rodríguez (fols.
525-526 V.).
3. Notificación del mismo alguacil al Dr. Viana, que se da por enterado
y firma el documento (si acaso no está manuscrito por él, a juzgar
por la letra). Notificación del citado alguacil al maestre de barco Perdo-mo,
ante testigos (don Luis Lorenzo, Lorenzo de Villarreal y Baltasar do
Aróla) (fol. 527).
4. Instancia del Dr. Viana (de su puño y letra, al parecer) en la que
protesta de esta resolución del cabildo y acusa de enemistad e intensión
siniestra para con él al capitán Molina. Lleva fecha 5 del mismo mes (folios
528-529 V.) Incluímos fotocopia de la firma.
5. A continuación se inserta el mandamiento del referido don Alonso
de Llarena por el que se ordena al procurador mayor [el capitán Molina]
responda al requerimiento de Viana; se hacen protestas de admiración y
cariño al Dr. Viana y se alude al pago de la ayuda de costas y casa, como
hecho efectivo. El escribano Juan de Mesa asienta la notificación hecha a
Molina (fols. 529 v.-532v.).
6. En 8 del mismo marzo el capitán Molina replica a las manifestaciones
de Viana, en calidad de procurador mayor del cabildo, insistiendo
en que Viana ha quebrantado su contrato: pide que se le impida el viaje y
responda de los cuatro mil reales que ha percibido del cabildo y que debe
devolver. También firma el documento Lercaro (fols. 532-5a3).
7. El capitán Miguel Guerra de Quiñones, a 1 de abril de 1633, en calidad
de mayordomo «que fué» del cabildo en 1631, presenta las cuentas habidas
entre el Dr. Viana y el mismo cabildo, en virtud de las cuales el mayordomo
hace la liquidación que muestra haberse pagado al Dr. Viana
(fols. 53-636).
Don Andrés de Lorenzo-Cáceres publicará en breve estos documentos,
lo que nos dispensa relación más detallada de los mismos. Los registra el
Dr. LA ROSA en su Catálogo, «Revista de Historia», ntim. 89, enero-marzo
1950, pág. 84.
Vid. sobre ellos los interesantes artículos del mismo Lorenzo-CJáoeres
Antonio de Viana, en Tenerife en «El Día», de Santa Cruz de Tenerife, 15 y 21
de febrero de 1948.
W . — — ^ —
' / . / y «íT. "-f / .-
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Aidóiirafo drl Doctor AnUmio ilc Vi<ni<i cu instancia iil Caliildo dcTcni'-
rifc, fcolm t'l 5 de marzo de 1(1:!;!. (Archivo del Ayuiitain¡(Mito de La
Laguna, L(^gajo MiUiicos, fol. 529 v.).
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EiToydcque timpo.oa n.i ¡Deenrirnvl.i.
Masayíicscflcacjucl dcqiüc íny preda?
Cafrillo fin tetnor,t)C amor vencido,
Largaia riendas íu deíToo,y lir«a
A toniarlcl^ m.ino con U íi.ya
Dsci! cünfícntCNy para dcn-oÍ! r.ille
Algunamorla apricíajyel h'dizc.
•
L-;» mano me aprctr-ysr" Con cíie aprieto,
(Prenda dichofa) rtmaí.iys ir i alma,
Bien aueys entcn Jidi> i\\ concepto,
Aunc'i noslietu: aísi la lengua e ncalmj
A vueuro amor rendido cíloy fujeto,
Vos confcntis,puc3 yn me daysla pa'í"3
( •• :
Una pí'i^itia (le lii cdiciiHi |)rín('i|)(' del Pociini de Viana cu su tamaño
()i-i<;i nal 1:')XÍ) ciii. (IJililiotrcía (le la K,. SoiMcdad Rcoiióniica de
Áulicos di'l País. La Laguna).
[26] 286
hecho con el cabildo, con el que asegura «asentó salario»; lamenta
su marcha en tiempos en que su asistencia facultativa es necesaria
y asegura que, toda vez que Viana ha recibido cuatro mil reales del
cabildo en calidad de ayuda de costas, debe cumplir con la corporación
quedándose en la Isla, de la que pide no se le permita salir.
La mesura oíicial del capitán Molina y la del ya maduro don
Alonso de Llarena son grandes; sus manifestaciones son siempre
circunspectas y de ellas sólo se deduce que el médico Viana, satisfecho
en sus demandas de salario siempre, quiere marcharse de la
Isla a pesar de lo mucho que se le estima... Pero los nervios de
Viana no resisten semejantes manifestaciones protocolarias, cuyo
«formulismo» advertimos se hacía con la intención de estar prevenidos
para una posible intervención de la Audiencia de Canaria.
Viana, en efecto, en su escrito del 5 de marzo, dice que el capitán
Francisco de Molina, «so color de procurador del cabildo y regidor
de esta isla, con siniestra relación, pretende con impedir mi viaje
que yo no alcance justicia en la causa criminal que trato en la Real
Audiencia contra deudos suyos y de V. M. [don Alonso de Llarena],
de que protesto querellarme, y del licenciado don Bernardo de
Lercaro, asimismo regidor, de quien el dicho pedimento está firmado
diciendo y alegando muchas cosas de que a V. M. consta lo
contrario»'*.
Viana alega que no se le ha pagado la ayuda de costa y que si
algo recibió fué en mercancía —«mercadurías bajas»— y a suoidos
precios. Con toda claridad denuncia el poeta las intenciones del
capitán Molina, quien, bajo una falsa preocupación por la salud
pública —según viana—, «procede en su escrito por molestarme e
impedir que yo vaya a la dicha isla Canaria a pedir- mi justicia»'*.
Dos motivos alega el médico lagunero para marcharse de Tenerife:
uno el que no se le pague y que los regidores pretendan les
asista gratuitamente, y otro «los agravios que en esta isla he recibido,
pues han querido matar alevosamente a dos hijos míos y mal
herido a uno sin causa, y queriendo matarme a mí mismo en la
plaza pública y otras sinrazones que no refiero y de que protesto
querellarme a sü tiempo ante quien^me convenga y que yo por evitar
mayores daños que se puedan seguir trate de mudar mi casa a
la isla de Canaria»"^.
Por el mismo documento que suscribe Viana, éste alude a que
ha presentado una provisión de la Real Audiencia para que el cabildo
le pague y que dicha provisión no se ha cumplido; previendo
mayor intervención de la misma Audiencia, don Alonso ue Llarena
73 Documento citado con número 4 en la nota anterior, fol. 628.
74 ídem, ídem.
75 ídem, fol. 528 v.
286 [27]
y los regidores son comedidos en sus manifestaciones. Al ordenar
el dicho don Alonso se dé curso a la réplica de Viana, alude a que
en el orden de su diligencia «los señores de la Real Andiencia vean
el ánimo que este cabildo tuvo y su merced en proveer lo proveído
en el dicho cabildo»'^. Más adelante dice que «por ser tan insigne
y gran médico como lo es el dicho doctor Antonio de Viana, y en
especial en la cirujía ser único, y que es necesario mucho más en
esta isla que en otra ninguna, por no haber persona que de esto
entienda y haber dado tantas muestras el dicho doctor de lo que
se ha dicho en esta isla y por el nombre que tenía en España, el
cabildo se esforzó a por cartas y ruegos hacer venir al dicho doctor
Viana, etc.»".
Para nada se alude oficialmente a los pleitos privados y personales
que Viana tuviese con estos relevantes personajes de La Laguna
de 1633; antes bien, en el mismo documento se hace constar
que si los regidores han querido impedir su viaje ha sido con «ánimo
de quererle y amarle sin atender ni pensar pasión alguna, como
del cabildo constará»'^. Buen cuidado muestran los interesados en
no dejar entrever en documento alguno nada que apunte personalismo
o descomedimiento; duchos en menesteres de leguleyos, la
fórmula papelera encubre una actitud pasional de la que habla tácitamente
la cuidada «bondad» que la corporación parece haber observado
con el doctor Viana; mas el temperamento de éste, a pesar
de su madurez, es el mismo que aquel de sus apasionados años
mozos, cuando escribía los vibrantes endecasílabos de su Poema.
Todavía en el mismo aludido documento se expresa que «Su Merced
pide a los señores de la Real Audiencia no consientan que el
didio doctor Viana deje de cumplir su obligación y vuelva a esta
isla acabado su pleito»^'. Casi nos suena a ironía... Antonio de Viana
—no sabemos si con razón o sin ella— se sentía muy dolido por
los agravios que en su isla le habían hedió, y lo que sus deseos le
pedían en aquellos días de 1633 era perderla de vista para siempre.
Que estos documentos los conocieron los informadores de Viera
y Clavijo es obvio; en la instancia que fecha Viana a 5 de marzo se
alude a que en Canaria le darían un sueldo de cuatrocientos ducados
(con lo que se advierte que tenía razón Viera en contra del parecer
de Rodríguez Moure); manifiesta Viana asimismo que se le
permita la salida de la Isla bajo fianza, si es preciso, y estos son
extremos de los que Viera ha dado cuenta en vista de la información
que sus amigos los Guerra o don Fernando de Molina y Que-
76 Documento citado con el núm. 5. fols. 529-530.
77 ídem, fol. 530 v.
78 ídem, fol. 531.
79 ídem, ídem.
128] 287
sada le enviarían. Prejuicios de cesta y nobiliarios «humos» —de
los que la ciudad no se ha curado todavía— obligarían acaso al
tataranieto del capitán Francisco de Molina, o a algún otro interesado
personaje, a alterar las manifestaciones del poeta en el citado
documento; entonces surge la versión de que le mataron un hijo a
Viana y le malliirieron a otro, así como de que la ciudad —por cariño
al médico— se opuso a su marcha. Ya hemos visto que el dolido
doctor lo que añrma es que «le han querido alevosamente matar
a dos hijos» y que, además de haberle malherido a uno, intentaron
matarlo a él mismo en la plaza. En esta enérgica apelación, Viaua
manifiesta que en Canaria le prometían elevado salario (claro que
él exageraría para impresionar a sus enemigos) y que, pretendiendo
impedir su marcha, «querer estorbarlo es no sólo nacerme agravio y
querer que me pierda, dando lu^ar a mayores pesadumbres, y que
con no parecer mi persona a la Real Audiencia perezca mi justicia
y tan graves delitos no se castiguen»*".
Esto es lo que los amigos de Viera no quisieron comunicar al
arcediano historiador. Su cuenta les iba en silenciarlo.
•%•
10. VIANA, MÉDICO DE GRAN CANARIA
Pocos detalles conocemos de la vida del poeta en Gran Canaria
el año que debió vivir en ella, desde comienzos de 1633 a 1634.
Nuestras noticias casi se reducen a mera y seca relación de fechas.
En 18 de enero de 1633 fué Viaria nombrado médico del cabildo
eclesiástico de Canaria; el 14 de marzo del mismo año manda el
dicho cabildo que se le otorgue el contrato —que no se hizo nunca,
al parecer—; el 13 de mayo que se le libre el primer trimestre de
su salario; el 3 de diciembre Viana se despide del cabildo, pero
éste le ruega que se quede y que «si quiere hacer escritura que el
cabildo lo estima mucho, o correr como hasta aquí de aquí a navidad
». El 25 de enero de 1634 el cabildo escribe al obispo Cámara
y Murga, a la sazón en la Península, para que traiga médico y
botica en su servicio. El 16 de octubre de dicho año se le hace el
último libramiento. «Parece ser —escribe Rodríguez Moure— que
las desavenencias de Viana y los canónigos provenían de que éstos
querían que por el salario diera asistencia facultativa a ellos y a sus
casas, acordando en esta misma fedia [23 de enero de 1634] que si
80 Documento citado con el núm. 4, fol. 528 v. El estado de reorganización
del Archivo de la Audiencia de Las Palmas de Gran Canaria no nos
ha permitido todavía averiguar si el poeta se querelló efectivamente de
sus enemigos. Afirma Lorenzo-Cáceres que Viana conoció en La Laguna las
amarguras de la cárcel. Esperamos de sus investigaciones datos de interés
que, aunque secundario, completarán la biografía del módico poeta.
288 (29]
no quería conformarse con el contrato de su antecesor se le pagasen
las visitas»*^.
En 4 de julio de 1635 el mencionado cabildo eclesiástico escribió
al canónigo Tello para que trí jera de la Península médico, pero
que no fuese ni el doctor Viana ni el doctor Crispiniano^z,
11. SUCESOS DE SU VIDA AL SAUR DE GRAN
CANARIA EN 1634
Rodríguez Moure no logró saber más noticias del poeta; es muy
probable que marchara a Sevilla; que a la Península debió ir se
deduce de lo' que el cabildo escribe al canónigo Tello. En los citados
apuntes de don Fernando de la Guerra se lee que «por algunos
peaimentos que se hallan en el Archivo del Cabildo parece que
Viana quería embarcarse a la América y tal vez puede tener sucesión
allá»".
81 RODRÍGUEZ MOÜRE, pág. XXXII de la edición citada.
Con relación a la fecha 18 de enero de 1632, en que fué recibido Viana
de módico en Canaria, leemos en el extracto de Adas capitulares. Años
1514-Í707, que se conserva en la biblioteca de El Museo Canario, signatura
I-D-5, lo siguiente:
«Que se reciba por médico al célebre doctor Antonio de Viana, de Tenerife,
con 20<) ducados de salario, y el señor Murga lo recibió; igualmente
para su persona y familia, señalándole 1.500 reales al afio, con cargo de
asistir a las monjas y al hospital y a curar de medicina y cirugía, etc.»,
fols. 251-252.
Sobre las actas originales del cabildo eclesiástico, véase lo que decimos
en la nota siguiente.
82 Hemos verificado todas las citas que, con referencia a las actas
cabildo eclesiástico de Canaria, da RODRÍGUEZ MOURE en la nota 17 de sus
JDa<o«, y que, por mediación de nuestro distinguido amigo el académico
don Eduardo Beníteí Ynglott, hizo el señor archivero, toda vez que «1 acceso
al archivo del cabildo eclesiástico no está permitido.
88 Vid. los apuntes manuscritos de don FERNANDO DE LA GUERRA,
que existen en el legajo NÚÑEZ DE LA PEÑA, citado ea la nota 13.
En otro legajo que existe en la indicada biblioteca de Amigos del País,
bajo el título de Canarios célebres, sig. 22-69, se insertan dos biografías de
VIANA, fols. 99-100 y con mayor extensión fols. 180 a 186. Casi podemos
asegurar, por la semejanza de la letra, que el autor de las biografías ma-.
nuscritas que el legajo contiene fué el canarista JOSÉ DESIHÉ DUGOUR,
.quien publicó algunas biografías en los periódicos de su época. Las notas
que se refieren a Viana contienen muchas inexactitudes, como son las de
afirmar que el poeta participó a sus padres sus éxitos profesionales en
Sevilla {jor 1606, cuando sabemos que aquéllos habían muerto en esa fecha;
que no pasó a Tenerife hasta 1631—y ya hemos visto que no fué así—;
que se había casado en segundas nupcias en Sevilla, al paso que vimos las
celebró en La Laguna, y que murió en Las Palmas, lo que sabemos no es
cierto. Lo que nos ha hecho pensar en algün posible documentó desaparecido
es esta afirmación que leemos: «En desacuerdo con sus padres y pobre
como un estudiante, según cuenta él mismo en una carta al Licenciado
Pedro de Vergara..., (fol. 183). ¿Vería Desiró Dugour esta «arta o inventó
tal extremo?
MUNICI
Liiiiiina inserta (Mi la cdicMÓn príncipe di'l Vomia de Antonio de Viana
(tamaño dol)le). Kein-esenta al ])oeta entregando su obra a Don .luán
(hierra de Avala en la copa del árbol fícnealóyico, cuya raíz sale del
con(|uistad()r- Lojie llernándeic (iiieri'a, sentado (Biblioteca déla \\. Sociedad
Económica de Aniijíos del País. I,M liMjíuna de Tenei-ifc-).
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S E L L O Q V ARTO,DIEZ MARÁ
VEDIS, AÑODE MIL YSEISCI-ENTOS
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Autófíi'íifo dv\ Doctoi- Antonio de Viiuia y Mcndirta en una infortniíción
médica licclia en Sevilla (Í1 7 de junio de l()5(). (Archivo Histórico Nacional.
Madrid. Consejos Suprimidos. Lcfrajo I:i49(l. Audiencia de ('anarias).
[301 289
Don Fernando de la Guerra, a quien se debe el noticiario fundamental
acerca del poeta, en carta dirigida en La Laguna a Viera
y Clavijo —residente en Madrid— y femada el 27 de octubre de
1775, escribe lo siguiente: «Paréceme que dije a V. M. en orden a
Viana que hay indicios de que se fué a Indias, donde es posible
tenga descendientes; se han hallado algunos pedimentos en el cabildo
en que dice su intención de embarcarse. No tenía mala letra**.
Efectivamente, que Viana poseía buena letra hemos podido comprobarlo.
¿Marcharía Viana a América? Su mecenas don Juan de la Guerra
Ayala —que no tuvo sucesión— fué gobernador y capitán general
de la provincia de Honduras*^; acaso murió en Guatemala, y el
poeta pudo haber ido a su lado; tenía ya cincuenta y seis años en
1634, última fecha en que positivamente sabemos de su existencia.
Para ir a América un español y un isleño nunca es tarde; pero lo
más probable es que volviera a Sevilla. La destacada actuación que
tuvo el doctor Antonio de Viana, según el maestro Caldera de He-redia
—citado por Hernández Morejon— en la peste que sufrió la
ciudad indicada en 1649 nos pone de manifiesto que Viana trabajaba
activamente —obligado a ello, desde luego— en edad avanzada,
pues contaría entonces setenta y un años. La fecha de su muerte
la sospechamos no muy lejana a estos años; pero gestiones hechas
acerca de archivos sevillanos y particulares consultas no nos han
dado resultados positivos todavía. Es más, en los libros de exámenes
y colaciones de grados mayores y menores de la Universidad de
Sevilla, que existen en la Biblioteca Universitaria, no aparece Antonio
de Viana por las fechas en que desarrolló sus actividades estudiantiles.
El maestro Gaspar Caldera de Heredia, en su tratado de la peste
ocurrida en Sevilla en ese año de 1649, asegura que en la ciuaad y
sus alrededores murieron unas doscientas mil personas, y todos los
médicos, excepto tres. Se refiere a los atropellos cometidos por el
En cuanto a obras del poeta, al conocimiento de Dugour llegó también
la existencia del tratado de cirugía, y escribe sobre el particular:
«En virtud de las muchas investigaciones que hemos hecho para adquirir
datos sobre los subsiguientes hechos de su vida, sólo hemos podido
rastrear que compuso una Loa a San Pedro Mártir en forma de diálogo, la
cual se representó por los afloa 1648 en unas fiestas que se hicieron al
efecto, y que escribió también una Disertación sobre casos medicinales,
que dedicó a un amigo suyo de Sevilla».
84 Cartas de don FERNANDO DE LA GUERRA, marqués consorte de San
Andrés, a don JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, que se conservan en el Archivo
del marqués de Acialcázar, en Las Palmas de Gran Canaria. Por generosidad
del difunto marqués poseemos extensa copia de ellas.
86 NúÑEz DR LA PEÑA, Ob. cit., pág. 376, y FERNÁNDEZ DE BÉTHBN-OOüRT,
Obra ñt. t. III, pág. 16.
290 [81]
gobernador contra los médicos que, con grave peligro para sus vidas,
asistían a los enfermos, a los que volvieron a atender cuando
recibieron la satisfacción debida. Caldera describe la desolación de
la ciudad —«nam a contagio ñeque decem domus inmunes persis-terunt
», se lee en la pág. 517 de la obra que citamos en nota—. y
asegura que, en medio de tantos peligros, fué de verdadera eficacia
la intervención del «doctísimo cirujano» Antonio de Viana al aplicar
su procedimiento del cauterio de los bubones, lo que hacía venciendo
unas dificultades tan repugnantes, que le hacían desvanecerse*
®.
• Hasta aquí llega la información que hemos podido reunir en la
actualidad sobre la vida y actividades de Antonio de Viana. Esperamos,
con el tiempo, bien personalmente, bien merced a la búsqueda
de investigadores locales tan prendados siempre del dato
secundario, pero poco aficionados a estudios literarios y estilísticos
propiamente dichos, completar las noticias que concluyan una biografía
del poeta. Confiamos en futuras investigaciones en los archi-
86 Gaspar Caldera de Heredla nació en 1591 en Sevilla y murió en
fecha desconocida. Era de origen portugués y estudió en Salamanca. Se
doctoró a los veintitrés aflos. Escribió unas doce obras, la mayoría de ellas
de medicina, escritas casi todas en latín.
La más famosa ha sido el Tribunal niedicum magicum el politieum. De él
se ocupa extensamente Hernández Morejón en la citada obra y tomo, páginas
203-244.
Inserta en la edición del Tribunal medicum, Lugduni Batevorum. Apud
Johannem Elsevirium. Academ. Typograh., 1648, se encuentra al final de
la primera parte— el Tractatua perutilis et necessarius de peste quae .. Hiapa-lensem
Civitatem... infecerat. En la Statio VI, pág. 525, b, se halla la cita elogiosa
del doctor Antonio de Viana:
«ínter tam confusa et diversa pericula, nec erat meta, nee instans, ubi
pOBsis consistere; unicum tamen attentione dignum, solertia doctíssimi
ohirurgi adinvenit, doctoris nempe Antonii de Viana, et erat quod pleris-que
bubonibus in medio rubores et inflamationes quaedam veluti cavilas,
sive quaedam mollities, quae tactuit cedebat, sui dabat Inditium; et licet
illa non eseet puris signum in bubono confecti; ille tamen ilium actuali
cauterio tenui et oblongo aperire incoepit, in illa cavitate seu mollitie, et
per vulnus persentit venenum expirare, velut in vaporem, seu auram vene-nosam,
foetoris tam horribilis, ut in terram procideret chirurgus; quod
Ídem sibi accidese testabatur. Doctor laxinthus Ximenes, dum aliura bu-
Donen dominae cujusdam Hispalensis aperiret, et uterque casus foelioissi-me
oessit*.
ANASTASIO CHINCHILLA, en sus Anales Históricos de la Medicina, cita a
Caldera de Heredia en el tomo II, Valencia, 1845; al referirse al Tratado
de tapeste de Sevilla en 1649, destaca que todo fué en la ciudad confusión,
y afíade que «nada se había juzgado como remedio de confianza hasta que
el doctor Antonio de Viana descubrió uno, cual era el cauterizar los bubo-nes>
(pág. 367); pero de Viana en particular no se ocupa Chinchilla, quien
advierte, al final del referido volumen, que no ha podido examinar todos
los autores del siglo xvii, pues vive «en una capital de provincia» y cuenta
sólo con su biblioteca.
[82] 291
vos sevillanos; pero la verdad es que para lograr unas fechas y uno»
cuantos datos más no hemos tenido el valor ni los medios suficientes
a fin de detenernos una temporada en la hermosa capital andaluza,
donde sospechamos que Viana moriría, ya viejo, después de 16'í9.
Escritas estas líneas y al corregir este trabajo, don Leopoldo de
la Rosa —a quien tan buenos auxilios de historiador y de. investigador
activo debemos— nos entrega copia de un precioso documen*-
to que reproducimos. Al buscar datos referentes al oidor de Canaria
don Alvaro Gil de la Serpe, encontró el doctor La Rosa en el
Archivo Histórico Nacional de Madrid una certificación de enfermedad
padecida por dicho oidor, que le eximía de su comparecencia
en Gran Canaria. La firman los doctores Luis Pérez Ramírez y
Antonio de Vinna y Mendieta en 7 de junio de 1650.
La firma de Viana es la misma, cono puede verse comparando
las fotocopias que adjuntamos, lo que nos permite asegurar que vivía
ejerciendo su profesión en Sevilla en 1650, con sus setenta y dos
años. Todavía es enérgica su firma y rúbrica habitual, y es curioso
advertir cómo al apellido Viana, materno, añade como segundo el
Mendieta, de su madrastra Esperanza. Dos mujeres apellidan al médico
lagunero. La anécdota ilustra mucho como ejemplo que oponer
a la manía de los genealogistas respecto a la exactiud de los apellidos.
La arbitrariedad de la época era grande y se abandonaba a
veces el apellido paterno, no por carecer de él, como en el caso de
nuestro médico poeta, sino porque un Viana y un Mendieta sonaban
mejor que un Hernández.
La cronología que acompaña nos ahorra explicaciones del círculo
histórico y literario en que está encuadrada la figura del médico-
poeta. Casi de la misma edad que el rey Felipe ÍH, Antonio
de Viana crece con el imperio, al anexionarse España el reino lusitano,
y envejece con el hundimiento del prestigio español. Durante
su vida se ha ganado y se ha perdido Portugal; vio el desastre de
las campañas militares y los días angustiosos de Recroy. En sus
años, los poemas épicos españoles renacentistas más notables salieron
a la luz pública; la novela pastoril cursa su ocaso —como la
España del Emperador— y va en su orto la picaresca, la primera
literatura «tremendista» del mundo. Las grandes figuras de la Edad
de Oro desaparecen antes de él morir.
El momento —es el tiempo del Quijote— condensa y a una época
de melancolías.
Nada hemos sabido aún de la descendencia de Viana en Sevilla;
su muerte es probable que ocurriera entre 1650 y 1660. Lo presumible
es que, entregado a la carrera de medicina y de cirujía, sobre
todo, estimara su Poema como un ensayo juvenil, olvidado quizá
por el gran facultativo que llegó a ser. Acaso algunas poesías de
circunstancias escribiría a posibles amigos, porque en una época en
292 [33]
la que el quehacer poético era casi naturaleza entre graduados, no
es aventurado pensarlo así. Perdidas u ocultas, serían parva materia
en la apreciación de! médico lagunero. Más que en el hallazgo
de dalos secundarios, o que la fecha misma de su muerte, que puede
en contraste en cualquier momento, siempre me ha inquietado
pensar en las hondas razones que le movieron a marcharse de la
Isla, acuciado por la presión de los poderosos señores que disponían
de La Laguna en 1632. La tierra y la ciudad se hundiría en su recuerdo,
y tal vez el médico sintiera su resentimiento por Tenerife,
que no podría cauterizar en su alma, como hacía al cumplir su misión
con los apestados sevillanos del año de 1649.
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