El Marqués de Lozoya en Tenerife
En torno a su v i s i ta
POB MAHl \ ROSA ALONSO
£}1 día 30 de juJio patsado llegó en misión oficial a-«»ta isla «1 Excmo. señor
Director GrenieraJ de Bellas Artes, D. Juan do "Ccntrerais y López de Ayala,
Mairqués de Lozeya.
Recibidlo 'por lais amtori'rtadieis y numeroso púiblico, el Sr. Marqués de Lozoya,
desde el tnismo día de ®u Ik^adaí, recibió el homenaje del mundillo artístico de
Tenerife y pudo apreciar durante sai estanda las dliversas manifesto'Cionieisi ineu-lares
del ante entre nosotros.
En honor de tan ilustre personalidad se verificó un concierto dado por los
alumnos del Conservatorio Profesional de Música el mismo día 30. Al día sii-
¡raieíAe ®e celebró un festival en el "Círculo dte Bellas Artes", en el que muchos
pintores, esfultores, músicos y icamftantes de la Isila tomaron parte, leyénd.'^e
aisünusme dáven»ae composiciones dte nuestros poetas. El día 8 de agosto, h\
Orquesrta de Cójnaira dedicó en su honor en el Teatro Guiimerá y con un escogido
progiraina, su Concierto centésiimo primero.
Los centros de Ejiseñanza, Museo Villa Benítez, Muiseo y Biblioteca Municipales,
%l6sia« de la caipital y de diversos pueblos del ititerior. Biblioteca Pro-vinciall
de La Lagruna, Jardín Botánico, obras de nuestra Univensíidiad, fueron,
visitados .por iniestro i'lustre huésped, y el paisaje die Tenerife, Monte de ilasí
Mietcedos, Afur, La Esperanza, Las Cafiadae, Vilaflor, Santuario de Candelaria
y todo cuanto en «uma hay d^e interés en, la Isla, fué visto y admiradlo por el
EHrector de Bellas Artes.
Bl día 7 de agosto pronunció el Sr. Marqués de Lozoya una conferaici» en
el Paraninfo diel Instituto de Enseñanza Media de La Laguna, con asistencia de
las «atoridades y de un. selecto púWico.
Tras tina« breves palaibras del Director del Instituto de Estudios Canarios
Sr. de Loitienzo.4Cá«eres, el I>irector General de Bellas Artas comenzó su diserta
cióu exposeeta con gnan ihrillantez y entuisáasmo. Comentó ,por uma d«siCTÍpdón
geográfica del Pterú y de lia ciudad de Linna, a la que por su delicadeza calificó de
ciudad femenina, aludiend'o a dos grandes peruanas: Santa Rosa de Lima y la
PerridhoM. Entona un canto a la colonización y afirma que más que tal cdan!-
;.aci6n fué una provinckJizacién a la que el elemento indígena Aportd las ca-raoteríslioas
de su peculiairidad. Cita como caso de influencia del arte canario
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el de la arquitectura civil d^I Perú y coiM^retamente, en 'la casa y el balean. ¡ES
llamado balcón colonial, que toma, cairta de naturaleza en Sevilla y estudiíado
por el Mstoriadior Margado, haibía desiapareoido de esta ciudad cuando s e edifica
la de Lima; a ésta llegó ¡sin duda del nexo canario, domde se edificaba entonces
con ;profuisión. Es, pue», «1 ajimez árabe el origen de nueistro baiteón canario,
que »e trasplanta al Perú.
Conviene advertir que "ajimez" no está tomado en el sentido de venitainas
gemelas, como se viene diciendo desde la época romániti'ca; el Sr. Toirres Bal-bas,
de la Escuela Superior de Arquitectura, ha deshecho este error en un notable
trabajo sobre "Las ciudades miusulimanas". "Ajimez es el balcón voliado
de madera, cerrado por oelosías a los que se asomabati, las mujeres para ver ein
ser vistas." (A este elemento es al que se refirió el Sr. Marqués <íe Lo«oy«%)
Como posible introdiuictor de nuestro ajimez modificado, señala ai corregi-doT
Mesa y Lugo, gobernador tinerfeño, y a' sai séquito, inéicanidio la paxwoncia
del arzobispo canario de Arequipa en tierras peruaTias al comienzo deí éiglo pa-
.«.ado. El barrio die la Vegueta en Gran Canaria—ddofr—«» un barrio limeño. Indica
la posibilidad de una influencia en nuestras torres de iglesiais tiirarfi^aj»
en las de la catedral mexicana. A ©ate D. Juan de Mesa y Lugo, igobemaidor
de la Paz y Arequipa en tiemípos dfí Felipe lY, podría añadtnse—lo decimos a
cuenta nuestra^-la presemcia en tierras del Perú en la segunda mitad del XVIII,
C<e\ primer marqués de Oasa Hermosa D. Frandsoo dte Mesa y Ponte, gobernador
y capitán general de Ouzco, que acaso influyera más en edificaciones que
ÍP.ÍÍ cinco años de estancia en Perú, del Arzobispo D. Luis de la Encina.
Interesantísimas ;son las declairaciones que el Sr. Marqués .¿e Lozoya ha
hucho a un redactor del diario "La Tarde"; de la edicién del 18 dé agosto repro-dtudmos
parte de tan imiportantes manifestaciones:
• "Por otra parte, me han inupresionado gratamente las ciudades Menee, su
belleza y su ambiente. Es ©1 tipo de ciudad dW siglo XIX, cuidad'as y en'declive,
con plazas arlboladas. Oiiudiadieis finas, reposadas y un poco románticas.
El ambiente artístico de Canarias es superior a lo que ise cree en la PenítJr
ímla, y deploro el que me fuera impog.ible hablar de ello en mi "Historia dtei!
A T ^ Español", pues el interesante arte antiguo canario es cam desconocido y
no hay ninguna obra de conjunto que se refiera a elk). De igual modo que hay
variedades y contrastes en ol pai.saje, desde el dasiciamo de la vega lagunera
y los pinares de la Eisíperanza al barroquismo de las cumbres y de las- costas,
loa distintos estilos diel ante más o menos acusado^ están representadlos en las
lula®. Me entusáaesna el tipo de la ¡iglesia canaria con las nave» separadas por
apeos, los techos dé tea -f los retablos barrocos que «rmoniza» con tos arteso-nados
monescos.
Owando yo era ailumno de ia Universidad dte Madrid, él catedrático don Andrés
Ovejero ñas decía que «d imaginero Salzillo tenía un contrapjeso en el extremo
occidental dle España. Se r'eferia a vuestro Lujan Pérez. En mi opiítíón
el espíritu artístico de Lujan era barroco, aainque contenido por el meoclasacie-mo
de aquel siglo. Un bairíoquismo mesurado. Su discípulo, D. Fernando Esté-vez,
aunque inferior a él, era más académico. La pintura en las islais es más
pobre. No surgió aquí en los pasados siglos el pintor extraordinario. Me interesa
Miranda, que tiene buenas compo^ciones y ibusca oombinadones de luz con
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cierta irngenoxidaid, utilizanido teas eniceriídidais. D. LULS de la Cruz, el motajble pintor
de cámara, tiene trazos exeelenííes del tipo de su conitemporáneo don FVan-cisoo
de Goya. Un retrato dtel otóspo Verdmgio que existe en La® Palmas y que
se atribuía a Goya, es proibablemente de D. Luis de la Cruz. También he viisív
to buenios paisajes de Alfaro y cuadras da González Ménd«z.
En cuanto a cuadros importados, en la Orotava he visto a'iíruinos en la colección
do Salazar, dispersos en distintáis residen'cia», incluso un San Francisco,
de Tri§tán, miuy parecido a un Greca, y unos Evangelistais qaie pueden atribuirse
a Pedro de Moya, así como otros cuadros extranjeros.
Del momento artístico actual de Canarias, están en primer lugar ©1 acaia-reliista
Bonnim, Martín González, Guezala y Arencibia, y entre los escultore.s
Ramos y Alonso Reyes. En mi visita a Las Palmas vi obras talladas en granito,
de tipos canarios, con, mucha expresióni, de un jovencito cuyo nombre no re^
cuerdo. Este a.mibiente artístico de las islas es menos conocido en la Península
de lo que se debiera.
Y,por lo que se refiere a las iimág-enes religioisas, aparte del Santísimo Cristo
de La Laiguna, indudablemente del gótico sievillano deil siiíglo XV, se destaca
sobre todo el San Dieigo que existe en Icod, obra de primier orden de Pedro de
Mena que no desmerece en nada del famoso San Franciisco que se admira y venera
en Totedo. No tenigio la menor duda sobre la autenticidad' dte esta talla del
famoso escultor granadino del siglo XVII. En Buenavista hay un San Francisco
quie ipuede ser atribuido a Alonso Cano, como una Concepción que existo eui la
iglesia d« San Telmo, dte Las Palmas. En cuanto al San Pedro de Vilaflor, quie
aliguiwjs han atribuido a la escuela italiana, en mi opinión es del escultor del siglo
XV Diego de Siloé. Tiene un sello de religiosidad y miisticisimo propio de la
escuela española y en esto coincido con el prelado de Tenerife. Llevo una fotografía
y copia de las iniscripciones, para estudiarlas y dictaiminar má.'? concre-tamembe.
Bl marqués de Lozoya nos habla cálidamente de todas estas cuestiones en
que (SU grapn erudición y su sentido crítico le hacen verdadero maiestro. Sólo nos
es dable recoger unas notas de su charla profunda y amena. lEl edificio y los
corredores de la Escuela Normal dw La Tjuguna, el p?.tio del Instituto, que ten
Castilla se podría colocar en el siglo XVI y aquí en el XVIII, cuyos pasdlloisi superiores,
de estilo aircaico, deben coniservar.«e esmeradamente; la biblioteca, con
valiosos incunables, y loa dos tomos de la Gcoigrafía Manugrafiada de Miguel
Servet, el español deiscubridor de la circulación de la san.gre y del pulso, mandado
a quemar por Calvino como hereje al protestantismo; la influencia del barroquismo
atlántico portugués en las islas, manifiesto en lo* techos con polí-gonios
de madera foirmando paineles, como en la Concepción de La Laiguna, la
catedral de Las Palmas y ía ca.=a de los marqueses de Santa Lucía, en Icod.
Y he aquí un último donaire, una lisonja dte alto estilo que nos enorgullece
como depositariois de una tradición inalienable y de una hidalguía. Allá, por el
final del «iglo XVII, nos dice el director general de Bellas Artes, reinando Carlos
II, vino de í^obernador a estas islas D. Félix Nieto de Silva, miarqués de
Teniebrón, que escribió una curiosísima lObra con los recuerdos de su vida. En
ella dice que le trajo a Canarias, antes que otra cosa, la faimia universalmiente
i'eoOTíocid'a de sus bellos paisajes, pero una vez aquí lo que más le sedujo y emo-
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cionó fué la 'gente; la llaneza y bondad y espíritu de servicio y patriotismo de
!a gente. Mi impresión, añade el marqués de Lozoya, es idéntica. Enamorado del
eapléndido paisaje de Tenerife, satisfecho d¡e mi rebusca y mis hallazgos artísticos,
la fineza espiritual y la cortesía exquisita de los habitantes ha producido
honda hueJla en mi ánimo. Dejo muchos amijiiws y espero que serán amigos para
toda la vida."
En relaición a tan interesantes afirmaciones brindamos a nuestros estudio-ees
de cuestiones de Arte, un tema relacionado con nuestra riqueza airtístioa. En
1880, con motivo de la festividad patriótica deil 25 de julio, se celebró en el Teatro
de Santa Cruz, una Exposición de Bellais Artes en la que figuraban 314 cuadros
y 93 dibujos. Pertemecían estas obras a colecciones particulares, especiall'-
Dieinte a la de D. Dositeo Cullen^ (que murió por cierto el mismo año) y de la¡
faimilia de Castro, de la Orotava. Aparte de los pintores canario® de la época
que exponían sus trabajos, tales como Valentín Sauz, González Méndez, Robaina,
Truilhé, Tarquis, Lallier, Bello y otros, D. Elias Zerolo nos habla en su "Revisa
ta de Canarias' (núm. 4 diel 8 de agosto de 1880) de gran canitidiad de obras de
Ifis dos citadas colecciones como pertenecientes a grandes maestros de la piTi-lura.
Zerolo que usa en todo de una atinada mesura, pone en duda la atribución
que hace e'' católogo a genios pictóricos, pero de interés sería que nuestros
investigadoires artísticos averiguaran el paradero de algunas de estas obras y
señalaran lo que de verdad haya en su atribución y registrar la existencia de
tales obras en una publicación ad'ecuada.
De la ooJección CuJlen nom'braba D. Elias obras de el "Borgoñón" (Jacobo
Cortois, que vivió en el XVII); un Poussin; "Dos niños", idel Greco; "El viejo
de la Tabaiba", de nuestro Luis de la Cruz. Una Santa Catalina, de Leonardo
(pero esto no lo cree el re&eñador); un "Niño comiendo soipas", de VeJázquez;
vn "Fraile de medio cuerpo", de Zurbarán; "Retrato de un pesonaje", de Van
Dick; dos abras de Ribera; una "Virgen de medio cuerpo", d* Rafael, pero que
sea de éste no lo asegura tampoco Elias Zerolo; una Dolorosa y una Purísima
de Muirillo; un "Jesús muerto" de Van der Weiden, restaurado .por Juan de
Juanes y máa taxdle, .por Rábalta.
De la fámula de Castro señala un "Cupido" de Van Dick y al que califica
de "mairavilloso"; un "Borgoñón", etc. Como perteneciente a Mr. Berthelot indica
una "Pompadour" de Van Loo y «n retrato del propio Berthelot hecho por
Couder, un discípulo de David.
EJscribe además que figuraban obras de Veronés (un San Jerónimo, "muy
bueno"), Píúlomino, Teniers, etc... Y un Crucifijo de marfil, propiedad del
Sr. CuJlen, que aunque no es de Miguel AngeJ (dice nuestro comentarista) es
'•maravilloso".
¿Qué hay de realidad en todo esto? ¿Existen estas obras; en Tenerife o se
trata de copias más o menos buenas? ¿Está<n aún aquí? ¿Quién las' pos«e hoy
día ? Extremos estos que un Padrón Acosta, un Tarquis u otro buceador de nuestro
tesoipo artístico, podría averiguar en beneficio de las obras de arte, de ma
po»eedk>rei8, del paie y de sí miaimos.
Todo esto no® ha suscitado la persona y manifestaciones del ilustre Marqués
de Lozoya que tanto nos ha beneficiado con su grata e inolvidable visita.