Las Datas en Tenerife
I'OB Ki.I AfS 8KÍÍÍIA
(Conclusión)
Vida indígena
Pero «8 mucho más que es?to lo qi» se ijjuedo extraer de las Dates, tanto
para visluinibrar aligo de lo que fué la vida ind'íg'ona, como para reconstruir el
anaibiente dte la vidla de Jos primeros colonos. Datos interesantes se deducen sobre
el reparto d«l dominio de la isla en "reinos", tema que henios' tratado en
«tra porte en colaiboración con nuestro aimiíg^o D. Leopoldk) de La Rosa (12).
Sobre la vida económioa dte los pobladores no es esoaso lo que se induce. Pocae
veces »e habla de propied'ad panticular anterior a la conquista; isólo tenemos re-g
i r a d a s "unaa cuevas... que son de Guanyxemar el puanche", en Taoro, propiedad
que jiio impddle que ise den a Francisco de Herrera, canario, lo que garantiza
que no las temía aqueO die Alonso de Lugo (II, 17, 62); casi siempre se
atribuye la propiediad a alguno ée los reyes lo que hace difíciJ aipreciar el exacto
alcance de esa propiedad. Cuando se habla de "las casas del rey de Icodte
en... Artaore" (11, 18, 86), die "el auchón que era del rey dte Taoro" (II, 18, 14)
o "Ha caea del Rey de Adexe" (II, 13, 37); es dudoso que el genitivo dienote la
prorpiiedad. Pero en otros casos tales como "los dicihos canpos heran en el tyem-po
d« lOis guanciheg del Rey de Amaga" (II, 14. 14), "tyerra® de sequero en Tabican
que fueron dtel Rey de Guyma" (II, 14, 48) se halbla claramente de pler-ténenda
«í bien la condición principesica del poseedor puede dar un sentido di-fei
«nte del de la propiedad privada. Se nos presenta también a estos reyes cuJ-tivando
patriarealanente la tierra: "en las tierras que «olía semlbar el Rey de
Goymad" (II, 19,6); "donde sombrava el Rey de Icode" (II, 14, 54); «i ibien
tanipooo es probable que deba entender^'e preci-warnente que trabajaban la tierra
por iKis propiais mamo®. Y aquí «era oportuno observar que la palabra mencey,
cOMierviada por los cronisites, no aparece en las Datas, en las que se llaft»
oonstanteimente reyoe a los jefes indígenas. Únicamente ai! margen <te un tra»-
laido de una data a favor de ID. Diego de Adexe, úMmo rey de esta comarca,
consignó el escrübctno la nota "Mencey de Adexe, levóle" (Datas II, testi.m.
foJ. 74); la letra es la cortesana dte la primera mitad del «iglo XVI, pero se ve
que el término tardó aJ'gún tiempo en adojitaTse en castellano.
VariaiS veces «e no» habla de campos dultivados por los- gnandhes: "camino
de Teño... en las tierras en qiie solían sembrar los guandhcs" (II, 14, 64);
(12) En Tagoro, puibHcación de trabajos del Instituto de Estudios Cama^
ríos, an praaaii.
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"idos haniegiais y media que ílos guan<?hes aproveclhabaní y más media que no
aprovechaibain" (II, 17, 43); "la cuall tierra nunca fué aprovecliada de £^anr-ches"
(II, 17, 45), con lo que se confinma la diferente situación de Tenerife y
üa Palma a este respecto, ya que los cronisitais nos dicen que en esta última
no ise oonocía eJ cultivo.
La caña dulce
La riqueza de la Isla, dtespués de la conquista, se basó, como es sabido, en
primer lugar en Ja caña duke. La data q[ue a seguido copio, debe neíerirse a
una de las primeras empresa*: proyectadas para explotar esta riqueza y en ella
vemos al Adelantado sumamente interesado en su desarollo, hasta el punto de
anular Datas anteriores a beneficio de lois nuevos empresarios.
[in rnairgine: "Jaime Joben—^Pedro de Campos"] = Por la presente en
nombre de sus Altezas por virtudí de su poder que para ello tengo, hago m«i>'
ced e donación a vos Jayime Joben e a Pediro de Campo®, mercadleres -vezkuya
de Thenerife, o a cualquiera de vosotros, de treinta anegas de tierra de rega'-
dio en el mejor lugar questovieren en Taganana e Tafar, quea en el reyno de
Anaga, para que sea vuestro propio e de vosi o dle cualquiera de vos para «dean-pre
jamás y esto es porqué seaiis obligadlos ée hacer un ynigenio de a^ucaír e
porque habéis prometido de hacer ett dicho yngenio ques en servicio de sus Air
tezais. = Digo que qualquiera merced o mercedes que yo hecho (sic) dé las
díichaa tierras por alvalaes o escripburas a cualquiera o cualesquiera personas,
Qo doy i>or inseguro e dligio que no valiga salvo esta düciha merced que a vosotnos
hago, a asimismo dte las tierras de sequero para sembradura que vo® doy a.
vos los suisodiohos en repartimiento, tres cayces de lo mejor que seQ>adés, y animismo
ipodades tomar toda la madera que ovieredes mieniester para beneficio
de casas e yngenio e de cualquier otro arteficio, y por esta mandto al escribano
del Repartimiento que vos lo asiente así y que vos haga una «scriptura taln
fuert» como vos convenga. Fecho en Tlhenerife a cuatro del mes de mayo de
M e quinientos años. = I^etra del Gobernadior = Que digo que puesto q«e a
otros lo haya dado para viñas que no valga «alvo esto que sea para yngenio por-qiié
es más servicio de suis Ailtezas e más pino e bien de iias Yiskis. = Alonso d« .
Lugo."
Datas II testimonios, f. 7 v?.
Pero esta actitud de estímulo cambió pronto ante el temor de la competencia,
por parte de loe poseediores de los primeros cañaverales, entre los cuales
se contaba naturalmente el propio Adelantado, Acaso taonbién se tuvo en
cuenta el limitado canidal de agua disponible; lo cierto es que vemo» prowtí?
poner traba» a la plantación de cañaverales, ante» tan alabada. En 1502 ei
Adelantado da al conquistador Rodrigo de Jaén "el agua de Tafanyc... con tal
que no «sea para cañaverales, porqué syéndolo »em¡ para quien loa puayere"
(II, 14, 8); y en 1803, Juan de Badajoz recibe en Güídmad (sic) tm hilo, de
agua, cuya data es aipostillada así por el Adelantadlo: "que digo que >^endo poi-ra
cañas que se vos dará un peda?o de tras fanegas y sy fuere para viñas que
vos daré cinco fanegas...", y aún añade al dorso "que digo que ^e vos agiente
...el 'Saioar del agua desita otra pairite contando que vos db la dicha agua ec/n ta! que
no sea para acucar" (11, 13, 11). Todas esta® citas textuales, de «nano del Adé-lamtado.
, ¡ i
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NoB decían las crónicas <ju« este culltivo y «u manipulación industrial fue^
ron traídos a Gran Canaria de la Isla de la Madera, coJanizada mucho entes
que nuestras IisIas mayores, desde 1425, y en donde se había dtesarrolládo ense-gvAáa,
intemisaimente esta indiustria. Taimlbién a Tenerife debió venir la elaibc-ración
del azúcar, de Ha Madera y no dé la vecina Gran Canaria, a pesar de
qoé et» éetai ya *xistfa ha<"fa aligrunios años, pues hay datas a favor de Juan
Roérí«rueia (11, 14, 45; II, 16, 22) y Alvar Rodiríifrues (II, 18, 64), ambos "maestro*
<íe aguicar" y portugMese» coimo (prueban portuguesismo» como estos, "te-neys
pastos en las dichas térras susodidhas tres mili sarmentos, aves por bem
d« ime «lanzar..." (II, 16, 23), que hay lemí contratos que otorgani.
Con frecuencia »e haWa tamibién dé parraJes y arboledas de frutales (11,
18, 1)8). Por cierto que e« fecha tan temprana como 1409 se reparte efl llano
de las flgoeras oon «toa áifl>olesi, en Anaína. No es poaiWe que se trate dle árboles
plantadlos por los conquístadonesi pues todavía no estaban repartidtotsi,
con lo iqu* de un lado «e confirma ®u aprovechamieiito por loo indigcnas, y de
obro retrtilta ocioso exponer que fueron importados a Gran Canaria por los ma-llorquinea,
ise^n una suposición oorrienlte, pu»s que los hallamos en Tenerife,
irfa <pie jamás aquellos ni otras extranjero® frecuentaron. "Por la presente do
a Voe Rodrisro el Coxo, en el valle d« Cueste ques en Naga, una hanega de
tienéi de reeadifo e xrnas figueras que en el valle están e una cueva con el
BtKbhótt de arriba e tierra «lue sembrey». Fecho a quatro de mayo de XC 1»
aJTos; lo cwal B* entyende «y no es daidte = Alonso <Je Lug-o." Pocos días antes,
ti It de abril, había dado a Lope de Salaiar "en el valle dé la® fygnieras que ©s
en el vándo de Anagra, el llano en que están las fyigueras que e.s*á la puerta
de ttiesti« casa", que no será lo mismo pediidk) lueg» por Rodriígo el Coxo (11,
14, 87 y I. 1, 12, respectivamente). La Data II, 16, 44, haibla de higuerales en
Heneto (que siempre se escribía agí).
"Heridoa"
Numerosas noticia» se hallan de a]<DimfoTaniiento« y conducciones de acroa»,
y» ea relación con los cañaverales, ya con mollinos y heridos, o sea presa» o
aa3ta« de a ^ a , aunque no hallo esta voz en los diccionarioi^: "la cequia que va
a d«r a un ferido" (II, 14, 46); "en Tegiieste... está un herido de molino «1
qui^ yo tenifro visto que hari^ndioee eü dicho molino será pro y utilidat del pue-
'U^ deeta villa y de toda la ysla e como yo soy ombre asperbo e que sé poner
en borden el dicho molino...* dice Diegio Martin, carpintero (II, 1«, 44); otras
veoes no mueven molinos sino aiserradoros:
Juan Pnmco =í Yo el Govemador Alonso die Logo por virtud del poder
qn« dk Bom ÁHtacaiB tengo doy a vos Juan Franco un herido para sderra dei
agtim donde qiiier que le hallaides tanto que no eea en el agua de Orotava TA
en la da Oáradiico, ponjaé 1M he dado, para' que el dicho herido de a ^ a sea
pam ro« « para quien vos quisyerdes e por bien tovierdes, B »y lo hallardes
mando al escribano del Cabildo que lo asyente en el libro de loe Reipartimienr
ora la oolonización de la Isla, aunque ee^ruramente los destrozos no fueron tota
», ss Fuella en Tenerlile, a xvüj de may» de qnintentios « un aflos. = Dige.
que ha de ser condifión que toda las tablas e madera que se aserrare qne no
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salga de la tierra salvo para haser yugenyos y navios y casas. = Alonsto de>
Lugo.
Datas II, 13, 68. Del mano del Adelaititaiclio parte subrayada..
Los bosques
Y esto nos lleva a ihalblar de Tos primeras ataques que aufrieroa, las, ib.vs-'
ques entonces vírgenes e imponente» que cubrían ca™ tod^, Ip; Itda- SJH; ^ 4 *
los guanches habían ya limpiado las zonas más favorai)l©s para el «ulltávo y
aun otras nos oultivad&s pero frecuentadas por las dievastíudioragí «abras. Se
deduce de Tas muolias veces en que pinos, palmas y (liraigpeí «e citan ai^^dioA
como punto de referencia para afrontaciomies, lo qu« corressipondie a zonas desforestadas
en ias que quedan algunos ejemplares como testimonio dei''?>tti*ili*
desaparecido. Memos a menudo se halMa dé almácigots (alma«li«:eia, J, l,i 12),
mocanales (II, 18, I I ) , tiles (II, 19, 39), la esipecie arbónea a que oarr^pondH*
el famoso Garoé de la Isla del Hierro, llamado Árbol Santo por su extrXHrdinM--
ría virtud de dar agua por «UJS hojas. Y creo poder ¿«ducir que es probwbJe qütr;
con más o menos intensidad, este fenómeno fu««e propio cke todlos Tos «j«ihip)»>
res: en Tenerife se nos habla precisámente dte los tiles del agua, en un bairanco
del camino de Erjos (II, 16, 63).
No obstante, la despoblación de los m<mtes debió recibir laisfvo Lnqyutoo
con la colonización de la Isla, aunque seguramente lo» de»trozx)|s i>0 íuflroa top
davfa comparables con los que modernamente aimenaizan aicabar ooi&.iai»'últínu>s
macizos arbolados. Ya antee de la conquista se obtenía, en moni«ntocB d*(tr«(to
pacifico con los guanohe», algunos piroductoe de los ibosq^oee de l a lala. £ n Ija.fsr
mosa Infomaacióm de Cabitos, de 1477, uno de loa tesWgns, el clérigo Albar»
Romero, dice que estando loe guanches en paz con Dieigq dieFerreiw, "yiclo en
como siacaban de la dicha Isla, pez e nuadera" (18). Qotn^ hemos viisto, imegei
se explotó el corte de ésta incluío con sii«TTas nj^oánieaj» movWa® ipor, nsediaa
hidráulicas, forma de industrialización que no hobiésetnos ima^ÍTtado pwibifiren
aquel rfglo; en otra data se habla del "valle dojidc se corta la madera para los
navios" hacia Tegüeste (II, 16, 86). De toda manera las Hmitadones
el Adelantado a Juan Franco representan vefdaderae metidas defensivas dt los
bosques de la Isla, ya que sólo peírmite la corta para consumo irte»no y no pac
ra exportación. Mayores daños que la extrawión de madera -debieran producir
la alimentación de los fuegos de los inigenios". en toda» pnirtes terribles aooíado»-
res de los» bosques, y otro aprovechamiento hoy ca»i diesoonocldo, la, ptoducétón
de pez. Hay de ella algunas noticias; wna "peguera de Duran" etl' Abona' (IK
16, 80), y una explotación en regla de un tal Caftamero «Jue vale l a ^ e n á d e co>
p i a r : .'- - ••' •
Muy magnífico Señor y muy nobl«8 señores .Tustii^a y Regydofés. ce; Antonio
Cañamero, vesyno desta ysla, fablando umylloiente con acatenryientt» «er
devido beso las magnificas manos de vuesrtra Señonrytl y de vnestnra» mei<<;edes.
a las quales les suplico plegan »aber como por ui» mer<^ que tote fy^oieu Ss-fiorya
de unos asyento» para far tres fomos para pes de loe pyinoe deirybadmt
(13) "Tnformorfón «obrp r^nm PS P1 derpicho de la Isla de Lái1zar6te:„" 1477,
parfcé testífícnl mibl. TXW TORPfJS CAMPOS. Carácter de la'conquiwtfl'y coloíl»-
JMwión die la# Ifiílfis Canariia¡p,il90I, > :,, r...... t, ,1, .,1 ..i(i¡
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los qaalKis ««syenitos yo .sy«e faser trres fornos y cortar myll y quinientas cargue
de t»a de donde podrá haiver quinientos quin)tales de pe& para euplir mi ne?e?ir
dad, por «nde «supilioo a -vuestra Señorya y a vuestrae imersedie?. pues confyn-
»ando de la merced de vuestra Señoya g-asté lo que tenia, que manden confyr-rtiar
la didha Kyen^ia pues que yo tengo (gBStado lo que temía sy quiera que [seque]
la eosta y a mi farán limosma y servyfio a Dyos" y asy (jeso rogando a
Dyoa que la vyda y onra de vuosrtra Señoría... = Digo ques bien que ¡^ vos
con£yím« o ae vos de niueva Usencia y por questo avrá de pasar ipor Cabildo,
presentad vos en el primer Cabildo, questando yo presente o no, se vos dará o
eonfyrmará por... ? aivcya trabajado mucho en sita Yíila. Fecho a xxiij diías atgon-to
Mdxij. Bl adelantado.
DatM II, 17, 2S.
Loa mencejres de Taoro
Aun en el iméis .limitadlo sentido de la historia ipodítico-imilitar se pueden tet-pigHT
noticias en estos ourioisos docuimieintois>. En loa autores tardios, especialmente
Núñez de la Peña, el rey de Taoro, a quien llaman Benicomo, mantuvo la
Msisstmeia contra los españoles hasta rendirse y aiceiptar el bautLamni en Los
. Reallejos. Pevo ya el P. Espditoaa, mi» cercano a los ihechosi, había referido (14)
que Bemcotno muni6 en iu batalla de Santa María de <>racáa, a poco de la segunda
entrada que para la conquista de la isla reaJizó Alonso de lArg<o, y antee de
I« victoria de Acentejo. Y esta versión ^ la que confirma daraimiente, dAndlola
por pública y notoria, uno de los testigos de la Informacáón die Margarita Gua-nairtesne
(15): "cuando fué el dia deil desbarate de loe guanches, cuando mataron
éü Rey (Srande, que ise llamaba el Rey Bendtomo de Taoro, el Adelantadlo y
Cbipit&n, por traer a los guanches al conocimiento de la fe de Criírto, e por que
se ^esen, sin más riesgo e muerte de gente, mandó ir al didho Guanarteme al
Rey'Bentor, hijo de Bcmátomo, a requerir que se diese y tornase cristiano e que
le farfa toda la cortesía que quisiese, e que el dicho Guanarteme fué al didho
Bey Bentor, entre los tguanche», y le faibló, pues que sabía la ilemigua de guanches,
e volvió oon reaipuesta al Real, diciendo que el dicho Rey Bentor no se quería
dar, coimo pareció después, que no se dio fasta que la tierra se tomó por fuerza
de áralas."
iBl tostiígo habla de la muerte del Bey guancJie lincidentalmente, dándola por
sabida de lo« demás, lo cual autoriza su relato. Llámale además Benitomo, y esta
es la forma en que aparece repetidamente en las Datasi. No aluden estas a la
muerte del caadlllo sino a su nacimiento: "donde nasujia Benytomo, en mieídSo
de dos barrancos como pasan él barranco hazia el Realejo* ÍII. 13, 21); el au-chón
del Rey Grande o del rey de Taoro, ya citados a p r o p ^ t o de esta palaibra;
V aán "en Taoro «"orno pasamos de casa del Rey Benytomo, que «> llnmja Amu-taba"
(II, 14, 40), que parece indicaír que la Orotava es la casa del famoso Rey.
(14> Obra citadla, 8* parte, cap. VTTI. Llama J>1 rey guanche. Ben''ho"io,
que debe leerse igual; pro'cederA dte lina fowna P<^'»ihoi»*>o. r^ii»-» t se í»r>nfiin«fl6
en c. cosa corriente eH' la escritura de la época. Vide ALVAREZ, <xp. cit. niúme-ro
144.
(15) Bn 1526. Publicóla CJhil. Estudios históricos, ITT. 204 y sñitms. Vide
tamftdén Bonnet, "ES mito de los nueve roenceyes", en REVJSTA pE mSTO-RIA,,
1988 y «eparata, pá?. 7, nota,
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La forma Benoomo no. tendrá otro origen que una mala lectuira de Eispinoiwi. en
alfruna de EVUS ig^noradas fuentes, que «e ha (perpetuado, ya que lois demáe crO'
nistas o poetas no hicieron más que aprovecJi«r o diludiT su narraici6n única ée
la conquista de la Isla.
i Y este Bentor sería acaso el que acalbó de reodinse en lo» Realejos? (16).
Así se -podo pensar, pero precisaimente en las Dates haJlamois noticia de su fin,
que no es compatible con ese supuesto. De la batalla de Acentejo, probaiblomefl-te
de la segunda, o sea de Ja Victoria hay varias referencias: "hasta la Ramibla
qu« guardavan los guanches" en Acentejo (II, 18,47) en 14S8; "en Acentejo... en
el barranco grande que sercaron Jos guanches" (II, 14, 22) ya en 1506. Bstas son
evidentes alusiones a episodio® de las sangrientas luchas allí libradas. 'Btatt de
Bentor se habla con referencia a un barranco que no podiemoe identificar, bcaso
por desconocimiento del terreno: "Del cabo del barranco donde se derriscó Ventor"
(II, 13, 39); "del barranco donde se derriscó Benitorey (?)** (n,'Í'S,''Í9)" o
simplemente "la Rambla de Bentore" (II, 18, 11). Bsta muerte en^ lo hondo de
una fuga o dérriscadero, digna del "Mtimo guanche", pudio ocurrir coitno epñtO'
dio de la batalla de Aoentejo u otro combate amálogo. i O fué acaso uno de aque*
Uos suicidioe de que tenemos recuerdo «n Gran Canaria, con que ioe héroes ÍMle>
ñoB ponían majestuoso fin a la independencia de su nación? El épico r«cuerd©
quedó en la monoTia dé la« gentes, unido a lum fragneo paraje que sería cttrimo
poder localizar.
• *,*
No nos hemos propuesto aquí hacer una recopilación sistemática de los materiales
históricos de todo orden que d^ estudio detenido de las Dataa «e extraen.
En realidad ni tan s^lo estamos en medida de hacerlo aunque nos lo propusiésemos;
estamos lejos de haber realizado este estudio minucioso ni axm de
la mitad de estos deformes libros, y ni «iquiera de aquella parte exaiminac^ hemos
elaborado todavía el material extraido. Sólo nos hemos prornieat'» en esta
ocasión, al estudiar el carácter y forma de otopgaclón de etrtas famosas • daitaa
de Alonso de Lugo, hasta hov mal comprendidas a causa, tal vez, de 'a rrrónea
versión del P. Espinosa, dar de paso algunas muestras sugestivas del ca-»da¡l áf.
noticias aue sobre los primitivos insiTlarpiS y los nuevos pobladores ^i\ Tenerifo
se espigan en ellas en abundancia. Rematsir la lalbor es uno de nuestros propó
sitos para lo futuro, pero se trata de un trabajo que no admite regateo le tiempo
ni de paciencia. Esperamos aue entre nuestros discípulos, y disclpulla!'. dte la
Facultad, no nos han de faltaT buenos colalboradores. Por lo menos ya lo« >emo8
oibtenido para otra empresa análoga nedentMnente iniciada, la preparación y estudio
de Ins Actas de Cabildo desde su dnicio hasta fin del siglo XVI< para '«
publicación íntegra o extractada, «egín su texto aconsele en cada oaso. No ti-nermos
el nrismo proyecto para las Data®, que resultarían en extrepio paonóto •
na«, pero esto mismo exige un más minucioso estudio previo para tener la ise-goridad
que nada de interés en ellas contenido quede en olvido cuando (íicho es-tviclio
86 <(é a la puíblicidad.
(fd) Oeemos aue no debe confuní'iTSe con el riierrero canarioh no guanea
». Bp'^to'b'vr. Alhontnilio o Rentpcor. Vide ALVARÉZ, op.- ciit. núme^'o W6 y
WOLPEL, Leonardo Torriani, pé)g. 266. • i