N o t a s b i b l i o g r á f i c as
ROBERT RICAKD.—Recherckes sur les relatioits des
lies Canaries et de la Berbéríe au XVIe. siécle. Hesperia,
XXI, 1935, pigs. 79-130.
£nti« lias publicaciones periódicas extrainjeraiS que más a menudo contienen
tratoajoa interesantes para la hiaitoria de eatas islas, la revista Hespéris, el órgano
del Institut des Hautes-Etudes Marocaines, de Kabat, ee deeitaoa ainigruilair-nMinte.
Por desij^racia su recepción aquí es difícil e irregular. Por esto, prescindiendo
de la oiportuniidad de lais fechas ncus esforzaremos en ir reseñando paira
nuestoxM lectores todo lo que desdé nuestro piunto de vista insiilar pueda inte-reaiir
en didia revista. Hoy hemois de ocupavnois de un Importamte estudio del
profesor Rabert Ricard, dkx^iunentadisdmo investigador de la historia africana;
en él traita aistemáiticamente de las relaciones de estas islais con el vecino continente
en el siglo XYI. No es, ciertamente, la primera ocasión en que el autor
da a conocer el fruto de SUJS tra/bajos sobre este tema (1). Precisamente luio de
sus trabaijos, ipuiblkado en Oanarias, coincide aiproximadamente con uno de los
caipiítulos del que aquí reseñamos (2). Pero éste contiene mucho más y pue<}e
considerarse como una "summa" de las noticias hasita hoy día alcanzadias sobre
ctpisodios jnrodiucidoe {por la presencia de nuestros isleños en África y la de afri-oanoa
en islas, en dicha época.
Comienza el autor yar fijar clara y metódicamente sus fuentes de información.
Esta elemental exigencia científica, qxie tanto suele faltar en los trabajos
de nuestros investigadores, avalora extraordinariainente cualiquier estudio y permite
con 'Seguridad aportar a él nuevos mateiarles y controlar los ya aduddos.
La fuente esencial utilizada es el atrdhivo de la Inquisádón dé Canarias, tanto
en eu parte integrada en el Histórico Naciomal, de Madridí, como en el que figura
en El Museo Canario, de Las Palmas. También, a través de los extrwJtos publicados,
se «proivecihan los legajos que fueron a .parar a Gran Bretaña (3).
Ademáis la "Colección de documentos" reunidia por el infatigable Agustín Milla-íes,
hoy tamlbién en el citado Museo, aparte datos sueltos de múltiples procedencias
espiígadoa pr oíd jámente por la tenacidad del autor.
(1) Vide "Revue Afrioaine", Alger, 1980, p&gs. 207-224; "El Museo Canario",
núimero 6, ISISS, .páig. 27.
(2) Roibert Ricavd. Notas «obre los mariscos de Canarias en el «glo XVL
•^Bl Museo Canario", número 4, 1934, págs. 1-10.
(8) Bindh, "Catalogue of a colléction of original manuscripts formeriy be-lion
ging to the Holiy Office of tJhe Inquisition in the Canairy l9land«..." Edln-burg,
1908, 2 vol*.
Nos dice Ricajrd q\i>e estos ma/teróales, aún aiprovediadioisi exhaustivamente,
no permiten fommar luia historia imetódioa de las relaciones del AjiKdúipdélago
con laa tpablacáones y estados de Beriberia. Pero de heaho contüLgue reconis>truir
cuadiros comipletos die este hisitoria. Hace observar ante todo la estrecha relación
de lia induisitrdia azucarera^ pómera fuente intensiva de riqueza de Canarias, con
la esdaivitud. La verdad de esto la deimuestra el autor con ojportunos hechos;
pero convend3<á prevenir contra lia exageración de esta idea: precisainnente en
las islas de Lanzarote y Fuerteventiira es donde la población procedente áe
cautiverio vino a consititiiir una parte importante, al parecer predominante, de
la pobdación total, y estes islas no fueron jamás isla» eizuoaireras.
En efecto, la fuente die aprovisionamiento de esclavos en lais iáliais, durante
todo el isd^o XVI, no es la trata eásao las entradas y correrías en Benbería, deisde
el Galbo Bojadior al de Guea*, probablemente. En 1603 el rey prcuhibe estas cacerías,
más por i«.zonea religiosais (la presencia de esita» masasi de moriscos in-qudieitalba
al Santo Oficio), que políticas o militares. Estudia el ajotor la topo-,
nimia africana que aparece con ocasión de tales entradas, el coonercio de Tai-gaost,
la prinoiipail pobLaidóin de la región y la solidaridad de portuguetses y españoles
fílente a los moro».
En un segundo capítulo. Rescates, conversiotis et apostasiee, nos miuestra
el auitor como la dbtencdón del dinero, fruto de redención de los cautivos, era
acaso mayor aliciente de lais correrías que la consecjcióni d« esclavos. El inqui-aidor
Padilla;, en 1545, se queja de que eata codicia hace descuidar a los dueños
todo esfuerzo para la convergióla de losi cautivos. Pero de éstos eran muicftKHs
loa que carecían de bienea y no podían pensar en rescatarse; entre ellos, las deseadas
conveitsionies eran corrientes, pero estaban lejos de ser >siem.pre espontánea
». Lueigo los supuestos conversos aprovechaban cualquier ocasión para «socaparse
y volver al islam de donde procedían, en especial su particiaci^n en las
propias razias, en las que eran indispensables como guías e intérpretes (adalides).
Más raramente seguían el imiamo camino judaizantes como el escri'bano
Gonzalo de Burgos y haste un guanche, Agustín Hernándiez, escapado también
a Berbería. Hay tamibién cristianos viejos renegados, pero se trata de cauitivos
de loa motraa que desesperan de recobrar su libertad.
El capítulo i n . Les morisques des Cañarles, acaso el más interesante paira
nosotros, fué, como dijimoa, publicado en castellano y no lo resumiremos; notemos
aol'amente el aislamiento en que vivían respecto de los crisitianos viejos,
aialamiento fomentado y aún ablÍ£:ado por la Inquisición, pero que afortunadamente
no prevaleció y aed no pudo impedir una perfecta fusión con los demáiS
ialeñoe.
Ea último apartado del trabajo del profesor Riciard, Pirates barbaresctues
et captifs ckrétiens, expone la respuesta musulmana a las entradas cristianáis.
En realidaid, mientras estas cesan de hecho (y de derecho) desde fin de sigilo
XVI, los piratas berberiscos, ei comienzan sus terribles ataq^ue» como represalias
desde 1569, loe prosiguen todo el siglo siguiente, cuando ha tiempo que no
pueden calificaTse de tales. A su lado el «imple merodeo e® constaTite y IB amenaza
pesa continuamente sobre la vida insular, incluso de las islas maiyoreis que
no fueron seriaonente atacadas. El autor trate también die las varias claises de
cauítivos canarios en Berbería y su diversa procedencia, pues no todos resulten
87
d« los aitaque» lafíicanos. Los hay ^aiitiivados al servicio d* Portugial o de Bsr
paña en las plamas criatianas de Marruecos o durante pacíficos traibajos de pes^
ca. Termina el arntor con un párrafo de gran alcance que ¡mueaitra' las complejas
condiciones naturales de estas islaa y tanilbién de las influencias hitatóricas que
en ellas se han ejercido. Elate capítulo, minudosiamente documentado como todos,
no detberá ser olvidado por los varios investigadores que sabemos están trabajando
«n la íhisitoirici de la. piratería en el Archipiélag:© canario. Todavía iun
apéndice, con noticia de la presencia en Gran Canaria, en 1551, de un obiispo de
Mairruecos, y, en fin, aigunas piezas justificativas, en su mayor parte producto
de las rebuscas originales del profesor Ricard, avaloran el troibajo.
E. SERRA RAFOLS
JOHANNES VINCKE—Primeras tentativas misionales
en Canarias (siglo XIV). Analecta Sacra Tarra-conensia,
XV, 1942, págs. 291-301. (Barcelona, Balme-siana,
1943.)
La atención aicrecenitadia que se presta a la ihistoria reliígiosa !ha aitraído
también a los investigadiores al campo de los orígenes misionales dé la cristianización
de nuesitraa islas. f)e ello no podemos isino conigratularnos; de Jíeaho,
después de la interesainte aiportacién docuimental de D. José Zunzunegui, de que
dimos ouiemta hace ya tiempo (1), hoy tenemos el placer de señalar Otra amé-loga,
aunque no tan cuantiosa. Pero tamibién como entonces*, tenemos que lamentar
que los investigadores atraidtos por estos temas orean ser los primeros
que de ellos se oouipan. Los valiosos 'hallazgos documentales que nos ofreoen
antes son deslucidos que avalorados por el tra'bajo de coonentario que los precede,
en el que no consiguen imás que poner en evidencia la superfioialidaid de' su
conocimiento del asunto que tratan. En efecito, a través de las namerosa» citas
de estudios de carácter general, se ve ibien que J. Vincke no conoce sobre el tema
de las primeras misiones a estas islas, más que aquel trabajo de J. Zunzu-negui;
y así todas las reservas que tuvimos que Ihaoer entonoes sobre esta lamentable
falta de información bibliográfica previa, son válidas también aihora.
Reservas que todavía conviene acentuar, pues si no haremos cargo alguno al
aiítor por desconocer nuestros modestos tnaibaijoa, entre otros (2), no tiene ex-cilis
» en ignorar obra tan divulgada emtre los inveatigadores del Archivo de la
Corona de Aragón,'fiomo la coleocdón documental de Rubio y Lluch (3). Pero asi
(1) José Zunzunegui: Los orígenes de las misiones en las Isla® Canarias,
"Revista Bsipañola de Teología, núm. 2, 1941. Recensión nuestra en Revista de
Historia, VIII, pé(g. (818.
(2) Elias Serra Ráfols: DI descubrimiento y los viajes medievdes de los
catalanes a las Mas Afortunadas. Discurso... Univ. de La Laguna, 1926; Id. Els
catalans de Mallorca a les Ules Canaries, Barcelona; Homenatge a Rubio a Lluch,
III, ipág. 207, 1936; Id. Los malllorquines en Canarias, Revista de Historia, VII,
paga. 196-209 y 281-287, 1941.
(3) Antoni Rubio y Lluch: "Documents per l'Historia de la Cultura catalana
miíg-eval", Baircelona, vol. I, 1908; vol. II, 1921.
88
es, «n efecto: por lo vústo, iodiaivía hoy qudeAi ipénetra en fliq,u<0lki venerable caaa
(pues de ella ha obtenádo su dociunentación el Sr. Vinclce), creyendo ,pii9aT tierra
vingien y dando fpor supuesto que cualquier material que se extraiga de sus
liaos ainaiqueleis será un nuevo desciiibrimiento. No de otro modo se explica la
publicación como nuevo haílaasgo de la recoimendaci6n de los eremitas hecha jwr
Pedro de Aragón a Ud)ano VI, en 1386, que nosotros hemos reimipreso ya dos
veces, extrayéndola de aquella famosa colección documental citada (4) en donde
se publicó en 1921.
Afortunadaimente aquel archivo histórico es inimeniso y nadie puede preciarse
de haber agotada en él un tema determinado; así los otro» dos documentois
que como inéditos publica el autor lo son reaümente y tenemos aquí que valorarlos
debidamente. El primero es una carta de creencia dada por Luis de España,
príncipe de la Fortuna, a sois emisairios cerca del rey de Aragón, Pedro
IV. Esta canta original, datada en Aviñón a 20 de diciembreí, debe ser de 1344,
como añade Vincke, atendiendo la fecha de las otra» numerosas misivas expedidas
en aquellos misimos días por la Corte pontificia sobre el mismo asunto y
que pueden verse en Zunzunegui y antes, en parte, en Od. Raynaldus. Cona-ciaimos,
por el olvidado Rubio, la contestación del rey de Aragón al primer emisario
diel Príncipe, el Arzobispo de Neopatria (5), pero no la ceirta del mismo
Príncipe presentada precisamente por este embajador y sus colegas.
Más nuevo es el tema del segundo docuimient¿, una breve recoziilendación
del mismo Pedro IV al Papa Gregorio XI en favor del frandscano Fr. Francis^
00, obispo de Canarias, pero no para que le apoye en su viaje a las islas, antes
para que le dispense de esta obSigación. Por su interés y brevediad merece que
reproduzcamos ©1 texto, según lo da Vincke:
"'Sanctíssifme ac beatissfime pater: Cum venerabUis in Ghristo pater frater
Franoiscus de ordine Minorum, cui iper sanctitatem vestram provisum fuit de
epi^opatu Conamensi [sic, por Canariensi], de benignitate vestra oonfisus ad
cleroendam vestram .recurrat, ut, si placuerit sanctitati eidem¡, ad suam dioce-sim
accedat vel de licencia vestra remaneat ubi accessus suus periculosus et
inutUis videatur, nosque eundem episcopum, tam ob sue iprobitatis merita et
aliarum virtutum dona quibus ip.sium novimuB insignitum, quam propter servicia
per ipsum et eius amicos nobis inestita carum habeaimus eiusque honorem
et oomodom affectomue, beatitudini eidem humuliter supplicamus et pro d^mo
speciali petimus, quatenus velitis tiostro intuitu eundem habere propemisiu» co-mendatum
ipsumque mandare dirigi et favorabiulius ac graciosdus in et super
hüs de qtiibus sanctitati vestre 'swpplicaverit expedíri. Almam personam veatraim
etc. = Datum Barchinone sub nostro sigiillo secreto, prima die augusti auno a
iMutivitate Domdm M.° CCC.° LXX.° V!II.° Rex Petrus."
El documento es altamente curioso. Se refiere a la verdad, a un obispado
Gunamense, que Vincke corrige, al parecer con acierto, ,por Canariense (ya en
este tiempo predomina el iKiimbre de Islas de Canaria sobre el de Afortunadlas
y el mismo caanlbdo experimentaría el título episcopal). Si la corrección es acer-
(4) Rubio: Doouments, II, páig.
(6) Id. Id., II, péig. 290, nota.
89
tada, tenemos otro obdisipa, hajsta hoy desconocido, en miestro prümtúvo episco-poloigio,
que del oainm<elita Fr. Bernardo, trasladado en 1364, isaltaba al diatnuü-co
Fr. Jacme Ultzdna, mencionado en 1S94, ambos probablennerate oMullorquineis.
Pero la pretenadón de Fr. Francisco, coincidiendo con la duda de si los otros
obiisipos mencionadoia lle£:aron a trasladarse jamás a su diócesis, nos hace «oe-pechaír
que esita dii^pnidaid epiíscopal era más ibien solicitada como medio de alcanzar
el isae^rado orden, como oibiispad'o in partibu», lo cual por otro lado no debía
entrar en los propósitos de la Sede Apostólica al concederlo. £n fin, si
Fr. Famciisco solicitaba exención de residienicáa eñ 1877, su dignidad arrancaría
acaso de .bastante antes, ipero si haibía sido promovido por el propio Papa Gregorio
XI, no podía remontar más allá áe 1371.
Sn fin, el tercer documento aducido es el citado de 1S86. De él sólo diremos,
a fuer de críticos leales, que parece más cuidadosanuite transcrito que la versión
de Rubio que veníamos utilissando hasta ahora.
¥ín cuanto al texto del tralbajo de Vlncke, es aoaso inútil que entremos en
rectificaciones de errores que se explican dada la falta de infomución mencionada.
Acaso aibusa de loa diocúmentos que utiliza al deducir dé elloa afirmaciones
exaigeraidas: "£n Cataluña sacerdotes y religiosos se dieron a aprender el
idioma canario, de manera que se puede hablar de una verdadera escuela para
misioneras. Un gran número de pretendientes esperaba con ansia el momento
de partir para la lejana tiefra." No forcemos los textos; bastante es que podamos
afirmar la realidad de los viajes y hasta el martirio de aligpunos de los> apóstoles,
mediante datos desconocidos por Vincke (6).
Como decíanvois al principia, felicitamos al autor por sus valiosos hallazgos
que deseamos se multipliquen, pero hemos de rogar a los que se t>roponigan
escribir solbre historia canaria, eclesiástica o civil, que se informen de la bibliografía
de su tema.
E. SERRA RAFOLS
ALONSO QUESADA.—"Los caminos dispersos". Libro
de poemas. Prólogo de Gabriel Miró. Ediciones "Gabinete
Literario", Las Palmas de Gran Canaria. Talleres
de Domingo Sánchez Talavera. 1943. (Con un retrato
del autor debido a Juan Cario.)
Aparece lahora, a los dieciocho años de haberse escrito, esta obra que ma
autor, "Alonso Quesada", (1886-1925) tenía preparada para que saliera en 1924.
Los editores de "Los caminos dispersos" nos dicen que la biiblioteca "Atenea"
iba a publicar las obras completas del poeta y señalan lab circunstancias
qae han mantenido la obra inédita, hasta que el "Gabinete Literario" se ha decidido
a editarla.
Tres composiciones del libro figuran recogidas en la "Antología" de Gerardo
de Diego, que las daba entonces como inéditas. Anotemos que la última re-
(6) Vide Bonnet Reverón: El testamento de los» trece hermanos, Rerista
de Historia, VII, 1941, p6gs. 288-806.
90
cogi<la por Grerardo es vina, variante de la última que el libro ahora (puiblicado
inserta.
No sujpera "Los oaininos diapei^sos" a "El Uno de loa sueño»", el conocido
libro de "Quesada", aparecido en 1915 con un prólogo de Unamuno, una epístola
en verso de Tomás Moraleis y un retrato del poeta debido a Néstor, el pintor.
Los temas de "Alonso" se concentran en el mar, su corazón, la, soledad, la
mujer, la nvuerte, la eternidad y el amor, a lo largo de estos cuarenta y cuatro
poemas. "Quesada" es, preferentemente, un poeta de intimidad, de gran vida interior
y sódo ai tema que llamó Valbuena "cosmopolitismo" concede una com-poisáción,
elegía al "Capitán inglés", que—ipor lo demás—tiene poco aire cosmo-pollita.
(Aüjguna vez ¡he de ocuparme en revisar estas notas de Val'buena sobre
los poetas y la poesía canarios.)
Gabriel Miró, en su bello >próilogo, nos dice que el poeta hablaba sienupre
de morirse pronto, pero asegura qoie lo que hizo "Quesada" fué suabantivar la
nweite, alejándoila aisi al darle una objetividad. Realizándola., como una cosa'
más. Es ,poaibile. Lo que hizo más bien este Pigmalión fué crear una estatuía, la
Muerte, y llamarla desipués "Amada", "Amada muerte".
El poeta rinde tributo a su hogar y a la niñez. A aquella fiel María, la air-vienta,,
que venía a yer la familia del poeta cuando ella ya tenía cuatro hijos;
"Y busco triste, pensativo y puro / la lejana actitud inmaculada / del vientre pri-moroiso
que han herido..." La recuerda en su niñez, cuando las noches eram (profundas
y "el miedo del duende espiaba escondido su sueño:
María me besaba
y «e llevaba el miedto entre sus labios
ctial si chu{>aira sangre de una herida...
Motivos íntimos, de niñez, de fina elegía a aquel asmo del ipaisaje de Fran-cis
Jammes, seigundo Platero de su isla; de evocación al maestro que le enseñó
a buscar la verdad dentro de su huerto. Desipués, la agonía de la soledad, "esta
condena de ii&la y de mar" y el ansia de que su corazón llegará un dda, libertado,
a los linderos de la Huerta del Señor: "aunque no quieras tú,, Señor / aunque
no quieaias..."
A veces la Araada muerte, objetivada, es punto de una metáfora nuevaí,
tributo del poeta (tributo moderado) a las nuevas corrientes literarias que gra-nelban
ya por el iprimier cuarto de siglo:
¡Morir ee la nueva vía de la prolongación!
Gomo ciertos representantes del 98, su pereza .personal (a la que alude Mo-ralea
en "El Uno de los suieños") es una referencia a aquellos hombres dte fin
de siíglo que no tienen y hasta presumen de no tener voluntad. >EI ipoeta también
lo dice: "No tengo voluntad ni sentimiento". Pero de la calidad de esAa
\olunbad suya me he ocupado en otra parte.
El hastío de la provincia. La nadeidad' del ente provinciano corroe sus etn-trañas
de soilitario apasionado: "Corren los años. Uno no ha sido nada. / Se muele,
sin variar, I ... Y después viene esa cosa, oscura y fría, / que llama la In-,
91
trusa / el exoéliso poeta / dlon Poliodoro María Bemard / ... Ha pasado aohre
TOjesrtzra vida / la estulticia de la historia provincial."
Pero el poeta af iirma que él ha mea la lucha de una eombraj con una. posibilidad.
Un querer «er. Un apasionado querer ser... una determinada persona cuya
vida "solloza entx« tamto". (Pág. 76.)
Loa caminos de la provincia se amplian con un viaje a Madrid, Pero el ¡poeta
íntimo mal puede verse afectado por la circuns'tancia externa. La alegría de
Cádiz cae "comiO un pedrusco inesperado" sobre el cristal de su- alma doliente
en aquella "diuJce soledad de mármoles intactos", Y otra vez, en un aollozo, |en
un diélogio con la soledad, retoma a la "esterilidad" de la Isla, En un diálogo y
no un mionólogo, porque "Alonso", que es esencialmente soledad*, sustantiva mi
mundo interior para que esas su® criaturas íntimas le den la aneiada compañía.
Mas los sendero» del mar cautivan, ponen su mano dulce y maternal sobre
el ardiente corazón del poeta:
El mar es el maestro de lo serio,
de la salud y de la fortaleza.
Mi alma, sin mar, eeiia \ai alma
sin porvenir en el Celeste Prado,
Y tras un hermoso cantp al mar y una nostalígia por el hogar desierto, el
poeta encuentra que todos sois dolientes caminos llegan al gran camino real.
Las manos finas de una mujer, definitivamente piadoisas, llevan ^por la senda
última de su» versos al errante y solitario poeta. El alivio de su alma ha laido
otra vez, la última, el amor: "Toda mi vida se juntó a tus sueños", "Y tu ensueño
/ como las pensativas noches de estos campos":
¡Oh, nueva moza del Amor! Mañana
yo no sabré si mi dolor se aleja,
mas no te lleves esos años niños
ya que han estado junto a mi, tan cerca.
Si es tarde ipara mí, no imparta nad^a.
Tu desamor ni lo veré adquiera:
cuando tu corazón se olvide, el mío
será un oculto corazón de tierra.,,
M. R. A.
RODRIGUEZ-MOÑINO, Antonio.—«La imprenta jerezana
en los siglos XVI y XVII" (1564-1699). En
Madrid. A costa de Julián Barbarán, mercader de libros.
Año MCMXLII.
En impecable, lujosa y reducidísima edición para Ibiíbliófilos ha publicado el
Sr, Rodiríguez-Moñino un valioso trabago sobre la imprenta en Jerez de la Frontera
durante los siglos XVI y XVII, anticipo de una historia de la imprenta jerezana,
laJbor aun no realizada.
Para los canarios esta obra del Sr, Rodríguez-Moñino tíene interés porque
en «Ua ae rogistran áaAoB {«ira la 'biogirafía de Juan AiUtomo Tarazona, ini(presor
que ejerció «au arte en Jerez, a sueldo del Ayuntamiento, de 1676 a 1683.
Sobre la «lotividad canaria de Tarazo na ae expresa asi nuestro autor:
' "£ntre eata fedha de 1675 y 1689 coinocemos cuatro impreisos suyoia. l^or
cierto que dois de ellos aon relativos a las Islas Canairias y ipreciisamente de los
máa laroa y ouriosos die ia. ibiibliografía isleña. Uno es la vida diel A,pós>tol del
Brasil, el insiigne núsionero P. José de Anohieta, y otro las "Excelenicdas y antigüedades
de iaa siete Islas Canarias". (Introducción, ipó^. 18.)
Las obras que reseña «1 Sr. Rodriig:ue<i-<Moñino como isalidas de las prensáis
xericensQs entre 16i64 y 1699 «on 48; pero a los canarios nois atañe directaimen-te
las señaladas con los número» S& y 37, oibras que van descritas y jus^g^adas
con estas ipalabrae:
"¡86.—(Uamipendio / de la vida de el Apóstol / de El BrasóJ, Nvevo Thav-matvrgo,
/ y grande obrador / de maravillas. / V. P. Joseihp / die Anchieta, /
de la iCoonpañía de Jesvs, / natural de la Ciudad de La Laguna, en la Isla / de
Tenerife vna de las die / Canaria. / Pónese a el fin de él vna delineacióni tie
ios Ascendientes, y deseen- / dientes de su linage en dicha Ma, que prueva
«u anti<gua / ipatria, contra vna nueva, y Lusitanica / conjetura. / Dalo a la
estampa / Don Baltasar de Anclüeta, / Cabrera, y Sanmrtín su atibrino. / Y
lo diriige / al ca(pitá<n de corazas B. Alonso / de Nava, y Alvaradoi, del Orden
de Calatrava, / y Marqués de Villanueva del Prado.- / lEn Xerez de la Frontera,
por Juan Antonio Tara^ona. Año 1677."
Portada, v. e. b.
—Licencia, Sevilla, 28 de mayo de 1677.
—Dedicatoria.
—Censura de Pr. Pedro Bemal, Sevilla, 23 de mayo de 1677.
—Texto.
4S ((8)-62 pég», y I escudo gralbado.
La colación que da el' ilu'stre bibliógrafo Millaires Cario en so» "Escritores
canarios", «egún un ejemplar de la Biblioteca Provincial de La Laguna (37-171)
no concuerda con la que dio Allozía a vista del libro ni con' la que he comprobado
yo soibre el ejemiplaír de Soto.
Biblioteca de D. José de Soto y Molina, en Jerea de la Frontera.
(BüblioigTaffa, ^pég. 62.)
"37.—Excelendaa, J y antigüedades / de las siete islas / de Camaria. /
Primeria parte / en qve se comprehenden / las Excelencias de estas Islas en
los renonubres / que les dio la a'ntigüedad. / Dala a luz / Don Ohrioitóbal Pérez
de el Ohristo, / Doctor en Sangrada Theologfa, y natural / de la Isla de
Tenerife. / Dirlgel'a / a el muy ilvstre canrallero don Josehp / de Mesa Lugo y
Ayalai, Manques de Torreihermosa, Marqués de Azialcázaír, / Maestre de Campo
áe Infantería Española de el / Abito de Al'Cá.ntara, y Patrón de el Convento
de Santo / Domingo en la Villa de la Orotaua de la Isla de / Tenerife, vna
de las de / Canaria. / Con licencia. En Xerez de la Frontera, por luán Antonia
/ Tarazona, Imipresor de la Ciudad. Año 1679."
Portada, v. e. b. Gran escudo de armas.
—(Dedicatoria) con la genealogía de D. José de Mesa.
—^Al l'Ootoir.
93
—CenmiTA de él Doctor D. Pedto Io8«ph de loo Rios, Cura en él Sagrario
de loi Santa Ie;ilesia Metropolitana de Sevilla, fechada en Sevilla, a 28 de enero
de 1679.
—^Licencia de el Ordinario, firmada ipor el Doctor Bastan y D. Francdaco
Ginez de Torado, iSevüla, 4 de enero de 1679.
—^De vn mvy aficionado de el Autor. Anagratna!
La Isla más Fortunada
Desde oy la tuya ha de aer,
Puea por tí ae llega a ver
De espledor nuevo ilustrada.
De sus rayos ooronaida
Tu eroyca frente verá»;
Y aunque el lo prencka m&s;
Ni >por 9a fama, y su ardor,
No le dairéo tu esplendor,
Ni tu fama al Sol dar&».
—^Avtihoris ad libnvim awm. Ne Zoilos timeat, Hortatur. Deca'Siticon: Ililber
céleri ¡properato ¡per aequora^.oursu...
—Texto.
42 (16) —180 pág», y 1 h. con él .escudo.
Divídese el texto en cinco tratado» con un total de trece capítulos (m&s
doa preliminares!) sobre el nonubre, número, origen y útuaci^n de las Islas Canarias.
Encadenado por pesadísima erudición, apenas si en las traduodones de los
largos fragmentos que inserta en él texto puede aluar libremente él vuelo la
plioma del autor. Nótase, sin embargo, maestría de léxico y cierta gracia literaria
en estas versioneis. La seigunda parte de la obra no lle^ó a publicarse
nuniica.
Mejor papel que impresión.
íyeniplaír facilitado por D. Julián Bsabeaán. (Bibliografía pé«rs. M y 64.)"
He de añadir, para terminar, que la portada de las "Excelencias...»; de
Pérez del <3rlsto, mereció los honores de la reproducción facsJroilar (p&g. 68). (1).
Madrid, febrero 1944.
Emilio HARDISSON
MONREAL J>^EN, André8^''El acento prosódico en
algunas palabras italianas y en sus simUares españolas
». Giión, 194S.
El Dr. Alvarez Delgado, en su fundamental estudio "Puesto de Canarias en
la investigación lingüística", páiginas 18-16, deja sentada la importancia incues-
(1) Antea había «do reproducida por Vindel.
N. de la R.—^ArolMus ediciones están reseñadas idénticamente al Sr. Rodrf-
94
tionable que, para el estudio de las hablas aíborígenes de nueatraia islas, tiene el
comocimienlto de la fonética de las lenguas italianas—^genovesa, florenitina, napolitana—
de lo» siglos XIV, XV y XVI y del latín que en esta época se liablaba y
se escribía en las cortes papales de Roma y Aviñón.
Por ello, ipues, creemos que no estará de más traer a nuestra sección de Notas
bibliográficas el libro de D. Andrés Momreal Jaén que trata el tan importante
tema de la acentuación prosódica en italiano.
A decir verdad, particularmente nos hubiera gustado un estudio con una visión
histórica más amiplia del problema de la .prosodia italiana. Pero es justo reconocer
que la monoigrafía del Sr. Monreal Jaén responde adecuadamente a la
finalidad prevista en el próloigo de "obviar una de las mayores dificultades que
se nos ipresentan a los esjpañoles que queremos saber italiano": el aprendizaje de
las voces italianas de acentuación dudosa.
Nos agrada ver reconocida la rectitud y seguridad absolutas de la práctica
ortagráfica die la R. Academia Esipañola de la Lengua, práctica que saipera en
cxaiotitud a las normas ortográficas de las demás lenguas usoiales.
Interesantísimos y imuy útiles son los léxicos de voces de la® imaginas 49 a
72. Lástima que el ajusite tipográfico haya dislocado las nota» de su sitio adecuado
(la nota 3 de la ,pá(g. 49 en la pág. &0; la nota 2 de la páug. 62 en la ipág. 54;
dos veces la llamada 2 en la pág. 60 para la mism^ voz de la ¡pág. 59; etc., €»bc.),
pues tales dislocaciones son um estorbo constante para la lectura. Aquí y allá, al-igiuinaa
erratas de imprenta (aúu por aun, pág. 19; credible por credíbile, pé^. 27;
aquél, pájg. 9 y ésto, pág. 32 por aquel y esto respectivamente) llevan la d6:?con-íianza
al ánimo del lector acerca del cuidado en la corrección de las pruebas, en
lo que a las palabras que no le «on conocidas se refiere. Las citas deberían aparecer
entrecomadas con más atención, ya que, por ejemplo, en las páginas 36 y 36
no es fácil distiniguir dónde termina el texto de Benot y dónde comienza el del
autor. En obras de esta naturaleza han de cuidarse especialmente la limpieza y
exactitud tipográficas. '
Una omisión en la parte bibliográfica nos ha llamado la atención. Se citan
en ella obras de Brunot y de Bourciez de gramática ¡histórica y fonética francesas
reapeotivamente; se citan la "Introducción a la Lingüística romance" de Me-yer-
Lübke y su "Grammatica Storica della Lingua e ded Dialetti italiana"; creemos
qu«i, aun en el caso de que esta última obra sea adaptación de las originales del
mismo Meyer-Lübke "Die italiscihen Sprechen" y "Die italienische Spradhe",
deberían taaribién haiberse mencionado éstas en una monografía sobre la acentuación
italiana.
Y dos observaciones finales:
12 El autor, pátg. 18, parece vacilar sobre la intenpretación del tono sn
los dáisicos. "En toda palaibra latina—dice—había una vocal sobre la. cual la
voz se tupoyalba con más fuerza". Y en otro párrafo de la misma página: "En
latín toda i>alabra basílaba lleva el acento tónico en la primera". No es lo mismo
vocal pronunciada con más fuerza que acento tónico.
^ e z Moñino por Millares Cario en su "Bíobibliografía". Madrid, 193'!. Ejemplar
de la primera se conserva en nuestra Biblioteca Provincial y de la segunda
en la del "Museo Canario", de Las Palmas.
95
22 En la misma péig. 18 afirma que "en laitíin, ningoina palabra de más
üe una isflaiba es oxítona o aguda". La® afirmaciones rotundas Casi nunca stie-len
.ser ciertas; aquí hay algo de ello: algunas palabras latinas polisílaibasi, aiun»
que pocas, son agudas, por haber ¡perdido la última siOatoa o la última o últimas
letras. Tal, par ejemiplo, nostín por nostine.
Estas observaciones, por lo mínimas, alaban la monografía del Sr. Monreal
Jaén. Su estudio es indispemisable para los que quieran perfeccionarse en la lengua
qiu«, la primera, nos dio la voos civiltá.
J. REGULO PÉREZ
FRAY PEDRO NOLASCO PÉREZ, Mercedaric—Libro
de la Redempcion que han executtado los Rmos. Padres
Redemptores de las Provincias de Castilla y Andalucía,
Calcada y Descalca del Real y militar Horden
de Ntra. Sra. de la Merced, Redempcion de cauptiuos, en
la ciudad de Argel, en este Presente año de 1702.—Con
cargo y data. Del Archivo de Indias, Sevilla, Santiago,
Imp. Chile, 1937-1938, 48.
Tomamos esta refereníia del "Bulletin de bibliographie hispano-africaine"
que el profesor Rabert Ricard viene puíblicando en la revista "Hesperia", d órgano
del Instituí des Hauítes-Etudes Marocaines, Rabat, tan indispensable a los
africanistas. El profesor Ricard la comenta con las .palabras que a continuación
traducimos y por las que se ve que la obra interesa también a nuestra historia
insular: "El título indica suficientemente el oibjeto de esta publicación. Al prin^
cipio contiene instrucciones muy minuciosas del P. General a loe religiosos redentores.
Pero lo esencial del documento lo constituye la lista de losi cautivos
rescatados, con indicación para cada uno del lugar de nacimiento, circunstancias
del cautiverio, del patrono y del precio paigado. Todo ello está lleno de detalles
curiosos y sugestivos. He hallado en la lista numerosos canario» capturados
cuando pescaban en laa costas de Berbería. Muchos cautivos lo habían sido
en las costa» de Galicia y de Portugal, lo que confirma lo sabidio sobre la audacia
de los piraAais iberberiscos. También hay indicaciones interesantes para la
historia de Arigel." .