Las «señales» de los antiguos canarios
por LEOPOLDO DE LA ROA OLIVERA
Dn el Archivo mumdpail de La Laigruna, y enitre saa vaMosos fondos
(procedieniteis diél auüguo Cabdldo d« T^einerife, se ooinserv|an siete leigajoe
agnipadios iba jo la denomiinacióia "Daitas por el Adielantado y el Cabildo".
Si ibien su oonitenido no resiponde exactamente iaJ nomlbre que les fué dado,
parte poLncipai, i>or su interés histórioo, la forman los expedientes de
ooinfirniiacián die diaitas otorgedlas por D. Aloinso lOemáindlez dé Luig^, que
se instruyieroin entre los meses de julio a septiiemibre die 1608, al trasüadar-ae
a Tenerife él g'Oibemiiadlar de la iala die G<rain Oanaria Loipe die <Sosa, como
juez die reaidencda d)el AdleOlaintadio y reformador die los repartim'Lentos
por éaste ihedios. Comtiieinen tamlbdán, entre los diocumentos diel primer siglo
die vidia de la nueva codoinia, vairioo motivadiois por positeriores inciden-ciais
en tales repartos, y oomoesiones hiecihias por el OaSbildo desipués de ¡La
muierte de Luigo, cuyo valor en muchos caso® ^no es inferior al de aquéllo».
Bero no vamos a hacer albora un completo estudio dd contenido día
estos aiete liegajos; oíos limLtairemais por hoy a dar a la publiicidad las observaciones
a que nos ha conducido el hallaego en alguinos die sus exiple-dSentes
de determinados aignoe, que revistan, a nuestro juicio, destacad»
interés. Se trata de gnafíaa correspondiientes a diversos testógos que ,pres-tan
sus dedaraoiones por los años inmedliatos 'posteriores a la conquásA»
de la isüa, hechas en equivaliencia a sus firmas, Jjas cuales reprodudimos
en las láminas quie se pdbldcan oon este trabajo.
Los expedientes en quie se enoueniran son cinco: tres, de los instruí*
dos len 1608 ante Lope die Sosa; el cuarto, uno de estos mismos, pero en
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düigencias praatiaadbis el 1513 para^<lülvllcidar el iimcierto lindero de unas
tienuiia, y el quinto, él imcáado en 1530 a imstaneiea diel aegrundlo Adelantado
D. Pedro Fer<aáJndez de Lugo para ijyrobar había sido el diescubridior
de deaitos Bacá«lnteis <fe agua en le. sierra del Obispo, justificando asi él
pretender se le oonceddese pairte de aa ciaudail.
Estos cinco expedientes están oataSogadois en la seccáón primera de
este archivo, ülegajos D-II, números 3, 8 y 10, y D-IV, inúmeros 14 y 26,
ireapectivaniente.
Procuraremois ptrecLaar ouámtaa cáixTuinstancüías se dan en ellos que puedan
ser reülevantes para el eatuddo de tales grafías, así como las noticias
que haaia él monneníto ooinocemos isobre avia autores.
En la redlacdón de las diedaradomes de los diversos testigos que deponen
en los tres primeros citadlos expedientes sle observan las siguiíeintes
modaldidades. Aquéllas que aparecen firmadas terminan oon éstas o analogías
fpalalbras: "e que asta es la verdad .por él juramento que hizo e firmo-lio
de su nonbre"; en las que no hay firma ni signo lal^rumo dicen: "e que
esta es la verdad por el juramento qtie hizo e dixo que no salbia finmar"
o "que no sabia escrebir"; mientras en los que iste hkñeriOin les igrafías a
que 'IMS referimos su terminacién está redactadla en los siguientes térmi-noe:
"e que eafya. es la verdad por el juTasnueOnto que hizo e señiaEolo". Les
dos primeras de estas tres modalidades 9e repiten en los restantes expe-dtentes
de oonfármiación que se conservan. Ha qxieridio expresar el escribano,
oon témtinos distintos, los diferetntes casos que se daban en rélia-ááa
con lo que los testigos hacían: loe qtie finmÉian, los que hacíatn mi
señal y los que ni lo uno xd lo otro sabían hacer.
Puede cbservairae en la lámina número 1 la dedaraicióai de Juin Viz-
OB{DO, que hace su señal, y 1« de PVmando de Castro, que fiímia.
Bn estos citadlos expedientes de confirmaciétn debió actuar ordinariamente
Pedro Fernández, "escriba™) de Ja reformacdén", como así se llama
en ailguaK) de ellos, que aoompañaría al gobemador Lope de Sosa durante
«u raiaidn en Temerife, desde Gran Canaria, donde ejsercía el oficio.
ÍH escrilbano de concejo del Cabildo die Tenerife, Antón de Vallejo, solamente
interviene en aliguna diligencia, como en la de presentación de
tesrtigos en el expediente de Pedro Mayor, que aparece en la página
ireprodoicida. Consideramos dé Interés hacer reealitar la intervención de
Pedro Femándiez, quien, por ejercer en la isla de Gran Canaria, debiera
ser buen conocedor de las oostumíbres de su población. Por t»l causa hemos
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l.-Págino del expediente de Pedro Mayor con lo señal de Juan Vizcaíno
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-Facsímiles de las señales que aparecen en los expedientes
"Datas por el Adelantado y el Cabildo"
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adoptaido la palabra señal paira dñstingtiir tal«3 graffaa, ya que es la usada
por este esci^baino (1).
No se da tal .pred<sióii en los otros dos 4]iocuimientas ea que i^uialmente
aipareoen, en uno de los duales, aidemiáis, ae observa dáistiimba redacción en
dedai^aciones preatadas al ixurogño titempo, ai bien escritas por ddferente
mano. Así, en el documeinto número 4, en él que aparecen señales en declaraciones
de teátigros prestadas en 1513 a instancias de HIemando Elsteban
y Hero&n Goierra, como hiered«irois del regidor Lope Feroámdez, tendenr-tes
a iprobar determinado lindero entre sus tieraias y lias de los de Aintán
García Mianoébo^ cuyas dedeotaciomies ison seiis en total: la de Juan Pérez
de Virués, que firma; la de Gonzalo Martín, que hace una curiosa firma,
cuyo contenido no nos ha sido posible aclarar; las de Pedro de Párraga y
Feí^niando González, que no salbíian firmar, y las de Alonso López y Juan
de Ortegra, que hacen su señal; na obstante, ¡por isu redacdón oíada hay
que las düistinga, yia quie todas ellas, sin eocoepción, Itenmnan: "e que asy
es la verdad por el jiiraaneinto que hizo".
. Y en el quiínto de estos documentos en que aparecen lalies señales, o sea
en el instado por D. Pedro Fernández de Lugo en 1530, la dedairaciAn del
testiígo Franciisco I>íe<z Pariente, que heice »\i señal, termina dicdiendo "y
firmólo"; sigue la del jurado de la isla Juan de iHerrera, que firma, termi-aaiaáo
así: "firmólo de «u nonbre"; luego la de Diego de Arce y la de Gonzalo
de Vivero, que firmain, y el eaoribano dice: "firmólo". A comtinxtaoián
y de díistánta mano están las de Oriist6bal Díaz, que hace «u señal, y la del
(1) Comsta que Pedro Fernández, "escribano de sus Altezas", lo fué
de la "reformación" encomeind<ada a Lope de Sosa en el expediente de
Pedro Sago, o de Lu.go, canario, en comparecencia que en él hace Pedro
de Madalena, Igrialmentie canario, declaratoria de haberle vendido a aquél
ciertas tien-asi.
Que los escribanos no solían firmar los documentos que extendían es
notorio. En los regristros de la época de estos expeditetes que se conservan
en él ardiivo provincial de protocolos notariales de Santa Cruz de
Tenerife la casi totalidad' de los que contienen no lapareoen firmados.
Taimpoco estos expedientes de oonfirmaciión, ni por el escribano ni por el
refomMidor Lope de Sosa.
Creemos que este Pedro Fernández sea el Pedro Fernández o Hernández
Hidalgo que actuó en la "reformación" de Gran Canaria encomendada
en 1506 al Ldo. Ortiz de Zarate, donde ejercía. Figuira hacienao un
pregón en «1 ejcpediente de confirmación de datas a Cataluña Guerra,
prublicado, tomándolo de copia, por NÉSTOR ÁLAMO, en apéndice a La Pe.
regrina y su misterio, de la coleccián Thenesoya Vidina y otras tradiciones.
Las Palmas de Gran Canaria, 1945.
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vegidor Francisoo d« Lugo, que finma, pero él eacribano o amamU'eiise que
redactó exta diedaraoianies Oíaia termina oon estas palebraa: "e qiie esta es
la veiridiad por «1 juramento que házo", y nada máe.
Ha de tenerse en cuenta lo reüati'VBimerate itordío de este úiLtimo ex,pe-d&
ente y que tamto en éate como en el anterior no actuó Pedro Fernández.
Concreitemoa albora a quienes conrespoindien lais señales halladas y que
reproducimos con eate trabajo.
Las que llevan los números 1, 2 y 3 de la lámina segunda se encuentran
en ed expediente de Pedro Mayor, natural de Gran Oanaida y criado del
Adelantado (D-II, 8). Ee la primera de Francitsco Galváin, la segumda de
Gonzalo Pérez y la tercera de Juan Vizcaíno. Que este último era indígena
y natural de Gran Camaria es indiscutible. Aparte de figurar asi en muchos
documemtois genealógicos que de aa descendencia se conservan, const^ en
ed albalá de data expedida a .su favor por D. Alonso de Lugo en 16 de eep-tiem.
b(re de 1501, cuya copia figura en »u expediente de confirmación 'ante
Lope die Sosa (D-II, 10). Pero es interesante añadir que en él se (testdmo-masn,
además, otras ciuoo cartas de repartimienito a su nomibre, sin que en
ninguna de ellas se diga «i era o no canario. De Francisco Galván no nos
consta su naturaleza, pero en el expediente de confirmación de sus datas
(D-II, 20) se halla un albalá otorgado por Lugo a su favor, em unión de
Pablo MIartín y Cristóbal Delgado, em que se les concede una fuente y /tie-rr&
a en Adeje (2). De las observaciones hechas por el Dr. Serra Ráfois, fruto
del detenido estudio que de los Libros de datas de esta isla viene realizando
(3), cabe deducir que los repartimientos hechos en forma colectiva
suelen corresponder a indígenas, y, c n este caso, tal supuesto tiene, además,
en su favor el que los otros dos copartícipes en tai repartimiento eran de
los naturales de Gran Canaria (4). Creemos, pues, cabe afirmar que también
lo era este testigo.
(2) Dice así la data: "Yo don Alonso Ferjiandes de Lugo... doy a vos
Francisco Calvan, vesino de Tenerife, e a vos Pablo Martín e a vos Xpval
Delgado, vesános de la dha ysla, conviene a saber una fuente que esfa sobre
la de Femando Guadarteme que es en la dha ysla que se llaima Te-goys
en el rio de Adexe jujito de la tierra que puidierdes con ellla sprove-dhar
conviene a saber para viñas e mas vos doy... etc." Lleva fechaMe 30
de abril de 1603.
(3) Prometedor avance de este estudio en Las Datas de Tenerife,
Revista de Historia, números 61 y 62.
(4) Que Pablo Martín era canario resulta de díata a su favor publicada
por el Dr. SERRA RAPOLS y él autor de este trabajo en Los Reinos de
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Axua menoe eabemois de Gomzalo Pérez (5). Ahora bien, es de interós
(recordiar cuánto ocurrió con la adoipcián de noonlbreis por los indígenas de
lias Cansinas al recibir el IbciutiiS'Tno. Incorparadas que fueron lestas islas a
Costilla, eeoaoüaimois fueroa los que oonaeirvaTon su nombre amteTior, o
adoptaroin oonio ajiellido <él represenitaitivo die isu diígiüdiad, como Femando
Guamirteme; la re^la ^«nierail fué el que tomasen nombre y apellido cae-tellarao,
en muahos casos lois de svs padrinos dé bautismo, hasta aquellos
óndicaidlores de oríigen, como Viacafiio, Caatellamo, etc. Hace también aumentar
la confusión la proporción extraordinaria de patronímicos usados
por domiiiadores y domimiadios. De otra pairte, aun cuando en muchos de
los albaláes de datas, especialmente en los dé más antigua fedia, se indica
la arnturalesa del ibeiiefiaiario: "honbre de Canaria", "toatural de la
GKUKI CaiMada", "gomero", "hombre de Langarote", "de las Mas", y en
menor proporciión "gallego", "portoguiea", etc., «a* «su gran mayoría nada
m dioe. Esto último hemiois visto se observa en eil expediente de oonfiíma^
cáón de datáis de Juan VijKsino y lo mismo ocurre en otros muchos coiree-pondientes
a personas cuya condición de indígenas por otro conducto está
plenamente probada. Como ejemplo es interesante el de Juan González de
Graiq Oaiiaria, de quien luego hablaiemos, que .presenta a confirmación
'tres cédulas de repartimiento, en ninguna de las cuales hay la menor señal
dé su procedenioia, ni figura con otro inomibre que el dé Juan González.
Solameinte, y con letra del actuario dd expediente de confirmoición, ise ha
puesto en la parte superior de su primer pliego "Juain González de Gran
Tenerife, "Tagoro", 'í, Anuiairio del Instituto de Estudios Canarios, pá-girla
140.
Cristóbal Delgado y su mujer Ana Delgado, naturales de Gran Canaria,
fueron padres de Luis Delgado, casado con Francisca Rodríguez Viz-caíñio,
hija de Rodrigo Hernández Guanarteme y de Francisca Vizcaíno,
que a su vez lo era del citado Juan Vizcaíno. Escritura de dote de Luis
Delgado *nte IHernández en 1572, folio 261.
(5) Un Gonzalo Pérez, coetáneo a estos hechos, figura en diversos
documentos genealógicos como mairido de Isabel López, cuyo matrimonio
fué padre de María de Aiguiar, casada con Duarte Hernández, arrendadér
que fué de la xenta de la montaracía del CabUdo de la Isla. En la escritura
de dote a faivor de este último, otorgada en 12 de ebnl de 1529 ante eH
escrilbano Alonso Gutiérrez (fS 297), consta él nomibre de sus suegros, pero
no su naturaleza. En informaciones de nobleza ante el oonregidor de Tenerife
de sus descendientes hacen al Gonzaüo conquistador de la Ma, pero
sin que aporten prueba de ello. Así resulta dé las de D^ Antonia Díaz ÑUTOS
y de D. Juan Agustín dé la Torre, ante el escribano Saladar, registro
de 1790.
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Canaria". También al declarar como teattigro en el de Juan Vizcaíno consta
su naitoráilesla. Por t»nto, el mo fifnirar como irtáSgeaoia. en su idecliarar-ción,
ni su caatellanísimo nomibre de Gonzalo Pérez, prueban Jiada.
Y pasemos aihora a lia g^afia distingiiidla con él niímero 4 en le isegun-da
lámina. Correspondie a la declaracién die Ddego die Mainzanafio, testí'gt)
del expediente die Gonzalo Rodríguez, zapatero y vedno de Canaria (6).
Aquél es conocido indígena natural de Gran Canaria, llamado ta.nift>ián,
,por lincorrecta audlcdén o lectura, Diego de Manzainilla, como «jai figura
en leste <íocumento.
La señal múmero 6 es éel canario conquiístador die Tenerife Diego de
TorreB, cuya tiaturaileza y i>er9onalid»d es de tiempo conocida, afirmáln-dose,
sin que conozcamos pruebas die ello, que su inombre indígena era el
de Geraid a Guadl. Ha su dedaración consta era natui«il de Gran Canaria.
[HIemoa reproducido coln el^ número 6 la firma del antes citado Juan
González de Gran Canairia. Ésite, en unión de Dáego de Torrea, dtepooiie en
él expediente de confirmación de üais daitas de Juan Vizcaíno. También
figura en un dodumento privado extendido en Tenerife él 28 de agosto
de 1502 por el que Pedro Vizcaíno, canario, coinquii9tadk>r de esta iéla, vende
media miente de tierra de riego en Taoro, "en Tuem que dizen los guanches",
a Juam Vizcaíno. Está escrito el documento por el propio Juan González
de Gran CaiDlaria, con letra daña y eueilitia, d!e persona que sabe y tiene
costumbre de eaoribir. Lo firma a mombre del vendedor Martín Cosme,
canario, que hace un isigno, con au firma, muy análogo a los usados evh
tonoes por los escrübanos. De los testigos, que fueron cuatro, entile «Iloa
Diego de Torres, por cierto llamado por «1 redlactor Diego de TOP, soflat-mente
lo hace y en la forma reproducida Juan González, cuya complicada
rubrica pudiera ser igualmente im,itadón de «ñgno notarial, pero tampoco
puede desecharse que, aun cuanto intentando hiaoerlo, le «irviasen de modelo
formas ¡indígenas. Esta ha «ido la raaón de reproducir su firmta. en
unión de las señales.
El propio Juan Gonzáliez, con EHego de Torrea, comparecen luego én
(6) Este Gonzalo Rodríguez hizo su señal al dedarar en el expediente
de oonfirmadón de Gonzalo de Castañeda, herrero (D-IV, 25), pero no
la conocemos, ya que el oriíginal lo recogió en 1530 Juan Núpez, que había
comprado sus tierras y solo queíó una copia del escribano Antón de Va-
Uejo de esta fecha, en la que consta que aquél Ja hizo. No dice tampoco
la naturaleza de Gonzalo Rodríguez; solamente en la cubierta de su expe^
diente, después de su nombre y profesión, añade era vedno de Canaria.
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«I expediente die confirmación dedarauídlo fueiroin testigos de la venta he-dha
en 1602. En tales decüeradoues Ddiego de ToirreiS hace isu señal, y Juain
González firma con su nomibre, pero ruibrioa en forma más aencilla, no
haciendo la compOiicada fúguim deü ángoilo izquierdo soiiperior de la mlsnia.
Las señales «újmeros 7 y 8 oorreaponden, resipecitivaanente, a Alonso
López y e Juan de Ortega, testigos, como hento» dicho, presentados por
Hernando Esteban y Hemáii Guerra. No hemos podido precisar tampoco
quienes eetm estos testigos, ni su natuialessa. Hay datas a favor de un-
Alonso López, en unión de Alonso Lorenzo y de Diego Martín de Castro
el Río. Esta comunidad de bieaies pudiera indicar era indígena, aun cuando
iQO parece confirmarlo el apellido de este último (7). Un Juan de Ortega,
hijo dte Sancho de Ortega, fué conquistador de Tenerife y seguramente era
caetéllamo, pero aparte de que nada prueíba fuese la misma .persona, tam-
(bién «parece citado ,por Antomdo de Viana entre los canarios de la compañía
de Maninidra un Juan Añomso Ortega.
Por lütimo, las señales jinimieirois 9 y 10 son las hechas por Ori«tÓba|
Díaz y por Francisco Díaz Pariente. Tampoco ihay pruebas de que nin"-
guno de estoe dos fuese indígena. De sus dedaraciones y de üa diMgencia
de presentación solo resulta que él primero era "sacador de aguas" y dice
que el Adeltotado le "mando que fuesen a aviar y enoanyear (las aguas
que había descubierto) y que este testigo fue uno de los que fueron" y «1
aegundo que "es persona que trata en el canpo e montañas" (8).
Resumiendo, de las nueve señales hasta ahora halladas por «wsotros
(excluyeoodo la firmla d)e Jua>n González) tres corresponden a vedaos de
Tenerife, que resulta iplenamente pirobado eran naturales de Gran Canaria—
D. de Torres, Manaanaño y J. Vizcaíno—, una a otro cuya igual pro-oedencüa
creemos puede afirmaise—F. Galván—y las cinco restantes a
otros cuyo origen no hemos podido hasta ahora precisar.
Ha de 'advertiise, igualmente, que son varios los probados indígeotafl
de Gran Canaria que deponen en estos expediemites y que no flnnan, tai
bacen eu señal. Así en él expedieote de oonfirmación dte las datas de
Rodrigo de León (D-II, 25) dedaran los canarios Gonzalo Hemémdez de
(7) Expediente de confirmación D-II, 9.
(8) En el libro primero de ibautismos de la parroquia de los Remedios
de esta ciudad el fS 28 y v. (libro copiado) aparece d de Beatriz, hija
de Frandsco Díaz Pariente y de su mujer Angela Hernández, que tuvo
lug'ar el 24 de enero de 1542.
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3eis Mas, Juan Izquierdo y Gonzialo Mexía, qu« no hacen 'ni lo uno ni lo
otro, dilcienido el actuario que "no saibye. firmar". De otro áe igual naturale-za
y oanquistador tan desrtaciado de Tenerife como lo fué Guillen (Castellano,
regidor de Ha Ma y repartidor de aus tieimas, nos inforana el Dr. Sei-rra
RáfoJis que en los más amtignois doióumientos en que comipareoe ni firma
ni hade su señal, olbaervándose cómo va aprendiendo a 'hacer aquélla,
perfeccionándola así que avanza el tiemipo.
No diebe tampoco olvidarse que cuando tale» señales son hechas han
transcurrido ya bastantes años d^eade la terminación de la conquista de
aquella isla, veinte y cinco en las más antiguas—148S a 1608—, y la influencia
de las costumibres de los dooninadores ha debido ser ya profunda,
x>e'ro no puede desecharse la posiiblidad de que los autores de tales
grafías, si bien intentaindo al hacerlas adaiptarse a nuevos modos, utilizasen
como signos distintivos los quie antes de perdier isu independencia hiciesen
ipara identificar su piensona o familia.
Eli que los úndoos cuya naturaleza conozcamos, lentre los auitores de estas
señales, fuesen indígenas de la isla de Gran Canaria, si bien no quiere
decir que sólo éstos las hiciesen, sí obliga a estudiarlas con el mayan*
cuidado y a intentar la idenitifieaci'ón die sus autores, dada 9a analogía de
los traaos de algunas de ellas con los de las pintaderas halladas en dicha
isla, ya que de probarse su parentesco el incierto y dáscuitido destino de
éstas se aclararía.
El interés ded tema nos ha movido a dar a conocer él hallazigo cuando
aun son muchos los interrogiantes que sobre tales ¡grafías nos hacemos.