T/aABAJOS INÉDITOS DK DON JOSÉ HODRÍGÜKZ I|IOURE
Los Adelantados de Canarias
(Concltttlfo)
Don Alonso Lui9 Fernández de Lugo
111 ADELANTADO DK CANARIAS
' ' ' t ' • • -
Aunque no hay documetítb que lo justifique de un modo indubitado, el tercer
Ad^antado de Canaria^ don Aloiíso Luis Fernández de Lugo, cabaillero de la 0T4en
de Santiago, hijo de don Pedro Fernández de Lugo, segundo en la digrnidad, y de doña
Inés de Herrera, siempre ha sido considerado por natural de la villa de San Cris- •
tóbal de La Laguna, capital de la isla de Tenerife, y bautizado en la parroquia dé
Nuestra Señora de la Concepción (o Santa María la Mayor, como la denomina Nú-ñez
de la Peña), única entontes de la, naciente población. .^
Regularmente se supon* que vino al mundo en los, primeros años del siglo XVI,
por cuanto sus padres estaban casados, antes de 1506 y después de 1502, porque en
esta última fecha pedían los menores de Fernán Peraza que se lea diera por curador
al primer Adelantado, conforme una real cédula que para ello se habita: obtenido, lo
que,no se hubiera otorgado, respecto de doña Inés, si entonces hubiese estado desposada,
y en-1506 se hallaba ya cacada porque declarando su cuñado don Fernando
de Lugo ante el inquisidor Trlbaldo», en La Laguna, habla de su cuñada doña Inés
de Herrera, según expresa Millares Torres en su "Historia genferal de Canarias".
A don Alonso Luis Ferriéndez de Lugo, hijo y nieto de guerreros, hay que suponerlo
adiestrado en el arte militar desde que pudo ceñir espada, y seguramente no
sería aventuraba conjetura «i le supusiéramos estrenando sus armas en alguna de
^as incursiones que él padre, por orden del abuelo, realizara en África. Pero ai la
personalidad de don Pedro apai'eció eclipsada en Tenerife y en todaá las Canarias
Tiüentras vivió el iwimer Adelantado, la de su hijo lo fué más aún, x>orque vino a ser
Addantádo de estas isla» cuando tal. dignidad era un tRulo meramente honorífico
en BU fajnilia, como dejamos dicho, recordando ^sólo «u estancia en Tenerife los frutos
'de sus deslices juveniles, si bien en ellos nunca llegó a los excesos que la tradición
aplica a su tío don Fernando (33).
(3S) Kl tercer Adelantado, estando en La Laguna, tuvo ^n Francisca Martín,
mujer éoltera, cuatro hijos naturales: fray Luis de Lugo, religioso de Santo Domingo;
doña Isabel de Rivera y Lugo, que casó con el licenciado Juan Inopes de Cepeda,
gobernador y justicia mayor de Tenerife; doña Luisa, mujer de BemardioiO de Ma-
142
Ya dijimos que en 1529, con motivo de la residencia de qué fué objeto »u padre,
hizo con éste, su madre y hermana viaje a la Península, y estando con su madre en
Sevilla intervino con ella en la escritura de dote y capitulaciones matrimoniales de
su hermana doña Beatriz de Ayala,.y celebradas las bodas retornó con su madre a
Tenerife; pero en 1537 se encontraba nuevamente en la corte de Carlos V, agenciando
para su padre y para si las capitulaciones para la conquista de las tierras
que aún estaban por descubrir y dominar en lo que se llamaba provincia de Santa
Marta.
Dúdase,si don Alonso Luis se halló presente a la muerte d.e sú madre en Tenerife,
pero sábese con certeza que acompañó a su padre a Santa Marta, y después
do ser héroe, y testigo de las primeras hazañas que realizaron los expedicionarios,
por las razones expuestas en la biografía do su padre, volvióse a embarcar para España
y viéndose obligado a arribar a Tenerife por la inseguridad de los, mares a
cau«a de los corsarios, valióle e! ser preso cuando llegó a la Península, por snipo^
nerlo defraudador de los derechos de la Corona y ocultador de los tesoros de las Indias,
sirviéndole de aumento a este quebranto las noticias de la muerte del autor de
sus días y la del desastre de los haberes (de su herencia, por lo cual se vio en la necesidad
de renunciarla, aunque luego la aceptara a beneficio de inventario, según se
indica en el pleito de las Adelantados con el Estado.
Pero conjo si la mala suerte no se cansara de perseguir a este caballero, pusié-rpnsele
dificultades en conferirle el gobierno de Santa Marta por fallecimiento de su
padre, segrún tenía capitulado, y vióse enredado en un proceso y pleito con el fiscal
del Consejo de Indias, el licenciado Villalobos, tipo genuino de aquellos defensores
del Real Fisco, que, más tercos que los fiscales del diablo en la canonización de los
-«antos, hacían virtud del vicio de acusar, por no temer dar por cierto cuanto contaban
malévolos y envidioso*. Casualmente este licenciado Villalobos fué el c^élebre
fiscal que tanta parte tomara en los llamados "Pleitos de Colón", en los cuales combatió
al inmortal Almirante, queriendo arrebatarle para Martín Alonso Pinzón la iniciativa
del descubrimiento de América. (Víctor Balaguer, "Los Reyes Católicos", tomo Segundo;
página 612).
, - 11
Tenainada la conquista de la dilatada provincia de Santa Marta en 1538 con la
fundación de Santa Fe de Bogotá, el licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada, jefe
de la eo^uiíta, vínose a España con Belalcázar y Fredeman, en cuya corte encontraron
a don Alonao Luifl metido en el gran trabajo del proceso que se le seguía, sin
que fuera parte a que lo ayudaran lo apurado de su situación, antes al contrario
hay indiciM de que agraivaron la» acueaciones, tachándole de sobertóo. (Véase el
pleito de los Adelantados con el Estado). i
drigal; y doña Leonor, castula con Antonio de Villafañe. Además, por su testamento
consta que tuvo otro hijo natural,^ en distinta madre, llamado Alonso de Lugo, a quien
dejaba una pensión d^ trevcientás doblas anuales, el cual nació en 1627 y a la edad de
catorce años se le pusieron los ól«o8 por no haberlo» en la Isla cuando le bautizaron en
la parroquia d« los Remedio». ,
En la misma parroqi^ia y fen el mismo día recibió el bautismo doña Inés Luisa^ su
hija legítim» y de doña Beatriz de Noroña, su mujer.
1 «
No eran de pooo bulto los cargos que el fiero fiscal Villalobos hacía a nuestro
tercer Adelantado. Imputábale los siguientes delitos:
12 Que él y su padre habían recibido de caciques e indios principales muchos
•enrtóo* y presentes de oro y plata en gran cantidad, sin haber dado el quinto ál
Emperador.
22 Que mandó hacer guerra a los indios •estando jaeguros y de paz; que los
,prendi6 y les tomó más de cincuenta mil castellanos de oro.
82 Que con dicho« tesoros se había venido escondido a estos Reinos (España),
•íin marcarlos, registrarlos ni qjiintarlosi Y •. '
42 Que no había llevado los mil quinientos peones y doscientos de a caballo (a
TU* estaban obligados), y que si los llevaron fué a costa de cada cual, según lo expresaba
el pregón de la bandera que habían puesto en Sevilla. (Pleito de los Adelantados
con el Estado).
No fué para don Alonso cosa fácil ni posible el hacer entender a los jueces que
las dádivas y servicios voluntarios de los indios no estaban sujetos a Ips' quintos del
Roy, pues a éste derecho sólo estaba obligado el botín de guerra y los productos de
colonización, sjrviendo las dichas dádivas y servicios, no de acusación, como preten-
<lla el fiscal, sino de prueba en contrario del delito que le imputaba de haberles hecho
1« guerra estanáo en paz, jwpque era evidente que mal podían regalarle si con elíos
hubiera sido injusto.
No menor dificultad encontró para justificarse del tercer cargó, porque de hacerlo
en forma tenía que hacer patentes las diferencias habidas cOn su padre, causa
de su viaje hipido, de cuyo aprieto sacóle Cobos, secretario de Carlos V, al que confesó
ia verdad del caso, quien acreditándole cerca de su amo el Emperador, con licencia de
' *»te buscóle en su fecundo ingenio expediente para que saliese airoso de su causa, es-tiiWohando
la amistad que se tenían el casamiento de don Alonso con una cuñada del
secretario.
Por último, demostró con el pregón en Sevilla, cuando hizo el reclutamiento, ser
falsa la imputación del licenciado Villalobos, de que cada soldado se había costeado
su pasaje.
Tan evidente fué la prueba presentada por parte de nuestro tercer Adelantado en
*«te odioso proceso, que,*l fin, el Consejo dé Indias, estando la Corte en Valladolid,
A 8 de agosto de 1538, falíó absolviéndole de los cargos del fiscal, mandando se guardaran
las capitulaciones que había celebrado con el Emperador, y en su virtud, d 20
d« novl^nbre del mismo año, se le despacharon en Toledo los títulos de Adelantado,
Capitán general y Gobernador de la provincia de Santa Marta.
\ III
Al fin, vencedor nuestro Adelantado de los Villalobos y demás jauría curialesca
del Consejo de Indias, quiso reparar, antes de partir para su destino, las hondas bre-cHas
que en su hacienda habían abierto los gastos del .litigio y los de Ja-expedición
conquiatadora, todos los ¡cuales pesaban-sobre los frutos y rentas del mayorazgo de «i
padre, que venían enredados desde en vida de su abuelo; pero como a un hombre de su
calidad y posición np convenía andar en indefinido celibato, tanto más que—varón
único en su línea y poseedor de In casa de su abuelo—4ebta darle suoMor legítimo a
' t • . . . • • • . . ..
lU
sn Mnaje, toda vez qu« la fundación del mayorasg^o pedíalo de esta condición, ante todo
determinó casarse, y en haz de la Igilesia Católica celebró sus .bodas.
Fué «u.elegrida una viuda perteneciente a la alta aristocracia española: doña Beatriz
de Noroña y Mendoza, de la casa de los condes de Rivadavia, con la cual contrajo
matrimonio en la Península, y después de arreglar «us asuntos en la Corte M puso en
camino para Ten«r¡fe, trayendo con»iS^> a su esposa y servidumbre, así como a los alarifes
a quiene^ había confiado la reparación de }a casa-palacio que su abuelo haMa
edificado en La Laguna, capital de sps conquistas (34).
La estancia en Tenerife empleóla el tercer Adeltotado en transar algunos de los
litigios que pesaiban sobre las testamentarías de su padre y abuelo, y emprender otros
nuevos con objeto de recobrar varios bienes del mayorazgo del Adelantamiento deter
tados por acreedores reacios a liquidar cuentas; pero aunque la voluntad de don Alón ,
so era activa, no tuvo la eficacia necesaria para empresa de tanta monta, pues no
ronsiguió darle vado en tan breve tiempo, máxime cuando a poco de tener asentada
su casa en Tenerife, se encontró con una real cédula de Carlos V, en la cual le ordenaba
realizar utta expedición a la co^ta de África para reconstruir los castillo» de
Berbería, empresa que llevó a cabo y que repitió de nuevo en 1641 acompañado dé mu-
.chos nobles isleños, entre ellos los esforzados Diego de Mesa y Francisco Bahamonde
de Lugo, su primo y su inseparable. i
Terminada la expedición africana volvió sobre sus negocios, y como era padre
de ana hija legítima que lé había dado su esposa doña Beatriz, a la cual puso por
nombre Inés Luisa, dióse a tirar planes de engrandecimiento para su casa y conchó
eon va tío don Guillen Peráza la compra de las islas d« la Gomera y el Hierro, de las
enalés era ést* señor y dueño, llegándose a formalizar escritura de promesa, y entrando
en sus proy«ctos pedir la merded de título de marqués del Hierro para sus sucesores,
luego que se efectuara la compra, según en su testamento se ^ndica; proyecto
que. abrigaba contando con los salarios de su padre que la' Tesorería de Santa Miarta
le adeudaba, y los propios de él, qáe los, creía corriendo desde la fecha de su nombramiento.
Mas viendo que la juatida no iba en sus pleitos con las jtfisas que pedían auj
deseos, y como el tiempo le agremiaba para ir a Santa Marta a desempteñar «ua car-gQ#
de Adelantado^ capitán general y goibemador, «iH'ontó su viaje, pero antes quiso
otorgar testamento porque ya se encontraba padre de una hijii legítima y en vísperas
'^e qUf «u espoea le diera el deseado Varón que llevara sus títulos y siguiera el luetre
de «u caaa. , ' ' ,
Bn efecto, en La Laguna, y ante el escribano^ Juan del Gatillo, otorgólo cernido
«n 19 ée ««ero de 1M2, documento que por ante el mismo funcionario vino -a ti»'
|ier flu completo efecto, cuando en 15 de diciembre dte 1666 fué abierto y publicado
por haber muerto el otorgante el 16 de octubre anterior. Perq aplazando el concertar
en sU IvLgtLT correspondiente, dentro de esta biografía, dicho documento, vgamofl
por el imneneo Océano a nuestro Adelantado, para así apreciar su gestión gubernamental
en Santa Mart*.
(84) En 10 de enero de 1689 otorgó escritura éh Válladolid con el cantero Juait
de Medinero pera erta reparación, y años despuéé fué citaido a Juicio por este opera
rio para la total paga del ájoste.
, 146
. IV
Restituyendo a su esposa r hijos a la IVninsula. n dejándoles en sus rasas del Aáf
lantamiento de Tenerife, que iiarerc lo más probable, y qne ocupaban el solar que en Iñ
actualidad ocupa el templo y parte riel monasterio rie roliRiosas de Santa Catalina
de Sena en La Laguna, es Id cierto que en el n\isnir) año de l.Si'i embarcóse cop un
brillante séquito rie aguerridos y nobles caballeros rii- Tenerife y La Palma, semillas,
ganados y otras provisiones, para América, y llegó a Santa Marta en mayo de dicho
año, tomando posesión riel triple cargo hereditario rie Arielantado, capitán general y
gobernador de la dicha provincia, en'13 del mismo mes, acto ¡pie realizó con toda ostentación
en las salas del Cabildo rie Santa Marta.
Luego,que tomó posesión y se hizo cargo del gobierno de aquellos vastos domi
nios, trató de corregir muchos abusos (lue después rio la muerte rie su padre y en su
larga auseneia se habían introducido; pero dando preferent'ia a la-terminación de la
coniquista, dedicóse a ella de lleno, sojuzgando las grandes extensiones que aún quc-daiban
por reducir, organizando la administración de la colonia, fundando poblaciones
y perfeccionando las que su padre y capitanes a sus órdenes habían, por decirlo así, ci-nientado
no más, tales como las rie Nueva Córdoba, Nueva Sevilla y Los Reyes, en el
Valle de Upar; aumento de vecindario a la Nueva Tenerife, principal fundación de su
difunto padre, y el de la villa de Taimas; dando forma de ciudad a las de San Miguel
de Tocaina y Ocaña; y, por último, abriendo paso desde esta población al pueblo de
Atunja, que fundó, y de aquí a Santa Fe rie Bogotá, la que perfeccionó en su trazado;
dejó además fundados los pueblos de Triniriari, Pamplona, Mérida, Vélez Marequita,
Vague de la Victoria, San Juan de los Lhinos, San Cristóbal, Zaragoza y El Guanoro.
Tanta lahor, actividad tanta, como se entenderá, no pudo realizarse sin quebran
tos ni fatigas por parte de nuestro Adelantado y de lo? que le ayudaron en la empresa.
Así ocurrió, en efecto, llegando a tal ^tremo el sacrificio que el hambre les obligó
basta a comer lo.s cueros de las adargas y morriones.
Pero no fué soljimente el beneificio de colonizar tan extenso territorio el que este
esforzado caballero proporcionó a la Patria en fuerza de sudores y penalidades sin
wiedida, sino qye le agen<'ió medios .superabundantes para sostener tan dilatada c6]o-l
i a (mayor que la península ibérica), pues a cubrir todas las atenciones de las'nuevas
poblaciones y aún para dar un fabuloso contingente anual al Tesoro de la Metrópoli
f^ran suficierites las riquísimas minas de oro de La Sabandija y Pamplona, y la famosísima
de plata de Las Lajas, que también dejó descubierta y en explotación incipiente,
según escribe nuestro historiador Viera y Clavijo.
A estos extraordinarios servicios de don Alonso Luis Fernández de Lugo, la ruin
envidia crióle emulaciones que, unidas a los resquemores y mala voluntad que le tenían
los encomenderos de indios por la protección que a estos dispensaba el Adelanta-
<ío, coimo dice Coroleu, cumpliendo las sabias Leyes de Indias, que daba la Corona, sólo
esperaba una ocasión oportuna donde poderse ejercitar, y ésta diósela el mismo
don Alonso Luis fiado en el texto de las capitulaciones; que en unión de su padre había
establecido con Carlos V, y en lo abundante de la autoridad de que se creía investido
en virtud de los mismos contratos y compromisos estipulados con el Emperador.
V
Ya'dejamos di<?ho que, seigún ajuste, a su padre don Pedro y, por muerte de éste,
a él, correspondíale un cuento de niaravedis al año desde el día en' que la primera expedición
partiera de Tenerife. Además, por una sola vez, cuatro mil ducados de ayuda
de costas y, por último, aunque con condición temporal, la dozava parte de lo que recaudara
la Corona en oro, perlas y pedrería, ínterin no se le señalara determinado número
de vasallos indios. Ahora bien, hasta la fecha del gabiemo de don Alonso, no se
había abonado, ni a éite lii a su finado padre, ni un solo maravedís por ningún con-ceipto;
y como quiera que ya tenía todos sus haberes agotados—porque su padre había
invertido en la empresa el producto de los bienes libres, además del empeño en
que- puso los mayorazgo* y aún el patrimonio de su sobrino Francisco Bahamonde de
Lugo, de quien era tutor, y el propio don Alonso en la .segunda expedición había dis
puesto de cuanto pudo—, habiéndole exigido sus tropas los crecidos haberes que hasta
entonces les adeudaba, creyóse en el caso de pedir a la Tesorería de Santa Mart^ y a
la d«l Cabo de la; Vela el abono de; los salarios de su padre y los «suyos propios, desde •
tnxno de 1686 cuando embarcó en Tenerife.
Pero habiéndose negado los tesoreros de ambas Caja.s a satisfacei le los crwiito.s
pedidos, pretextando necesitar órdenes especiales, íi pesar que \osi requería con el pliego
de las capitulaciones, y entendiendo que lo que se pretendí^ con las eva.sivas era mal-qtiistarlé
con sus soldados y ponerle en evidencia, agotada ya su circunspección y usan
»'•> de su autoridad de Gobernador requirió la fuerza, y en virtud He ella, a.«istido del
•ícribano del Concejo y de competente número de testigos de calidad, procedió a descr-
• 'ajar las arcas y haciendo inventario de sú contenido, tomó no tnkH que la suma pre-
' i sa para el pago' de los soldados, pues si bien cogió algunas perlas, oro y pedrería
?or cuenta del dozavo que se le adeudaba en la del Cabo de l:i Vel.a,'"sólo fué como un
alarde de poder para acreditarse ante los gobernados que le vieron desobedecido, pues
nunca dispuso de ellasr, como luego veremos.
En fin, ejecutado este golpe de autoridad, entregó el resto, también mediante inventario,
a los resistentes y malintepcionádos tesoreros, dando luego cuenta de todo
,a la Corte, con expresión de motivos. f •
No se le escondía a don Alonso Luis la gravedad de su situación en la colonia, y
teniendo noticias del cúmulo de acusaciones que contra él pe-^aba en España, noticias
que seguramente recibió con la real cédula dónde se le ordenaba que restituyera a las
Cajas He Tesorería lo que había tomado, no queriendo salir vencido de sus émulos en
el mismo teatro de sus proezas, desigrnó por Gobernador y Capitán general del Nuevo
Reino de Granada, durante su ausencia, a Lope de Montalvo, su pariente, y desde el
Cabo de la Vela, adonde había ido para reingresar en arcas el oro y perlas que por el'
dozavo tomara, embarcóse para la Península el i t de septiembre de 1,544, cuando ya
estaba en marcha para residenciarle el licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, quien,
no encontrando en Nueva Granada a Fernández de Lugo, despachóse a su entera libertad
en el juicio de residencia, cuyos autos remitidos a la Corte suministraron combustible,
m&B qvje suficiente, para que el fiscal Villalobos y su sucesor Verasteg^i caldearan
el homo de sus apasionadas acusaciones e inflaran los humos de integérrimos
varones que se gastaban, como si costara lo mismo hinchar pliegos de papel con prosa
curialesca que batirae a lanza y espada con hordas de indios bravos y salvajes. (Pleito
de los Adelantados con d Estado).
A pesar de todos los méritos de nuestro tercer Adelantado de Canarias y segundo
d« Santa Marta, la estrella de los Lugo, que por lo visto era aciaga tratándose de
deudas y pleitos, metií a don Alonso Luis en un nuevo litigio con el Estado, cuyo tér-
147
vnmo no logró v«r en gu? dfs», teniei;\<io que legarlo a su hijo y sucesor, tan íntegro y
con tanta fuerza de vida que duró hasta su .nieta la princesa de Asculi; doña Porcia
Magdalena de Lugo, quien lo cortó por donde quiso transarlo pl poderoso Fisco.
Pero 8Í el Estado y la Corona, como inveterados malos pagadores, no satisfacían
£ Fernández de Lugo lo que en ley de Dios y en justicia le debían según contratos solemnemente
celebrados, permitiendo llevara vida pobre y angustiosa, agobiado por las
deudas que contrajera su padre y él para dar a P'.spaña tan vastos territorios, nn dudaban
uno y otra en utiliy.ar el singular valor y perici.-i militar rir este hóror cuando
las necesidades de la l'alria lo exigían, rcquerinnentos a los (pie n\iesti:ii Adelantado
contestó siempre con la prontitud y abnegación «pie tanto distinguió a los ile sn raza,
que nunca tituiboahan en sacrificar sus vidns y haciotulas on aras de la grandeza na
cJonal. Y asi fué, porque iTCi'udecidas las guerras de Flandes y Alemania, allá fué
enviado nuestro don,Alonso Luis para mandar uno de los rogimicntos de Caballería,
allfrente del cual prosiguió las proezas legendarias de sus,mayores, contentándose con
el mezquino salario de su cargo de maestre de campo, qnc. como todos los héroes de
aquellas gloriosas epopeyas, lo venían a recibir cuando ya la lisijra judaica de los pres
tamistas íes habían comido la mitad, si no más, de la menguada paga, dejando abandonado
nuestro Adelantado, entretanto, en manos de la Curia lo-; litigios que sostenía'
con el Estado, cuya f.aVorable sohirión le era tan neccsari;i |inr:i 1n nivelación de sus
intereses económicos. -
Por si aún fueran pocos los sei'vicios jirestados a la l'atna piic ilon Afonso Luis,
Una nueva, orden de la C'orte arran''óle de Flandes para acnd\r a la defensa dp Córcí^ga,
amenazada de berberiscos y bloqueada por los franceses i^h), enipre,s;i qde b.ajo su
dirección tuvo feliz éxito para su Roy, aunqvu' para él fuese b.asl^inte aciaga, pues si
'fn ella no perdió la vida, sino (pie antes biiMi se cubrió de laureles, de la, famosa isla
sacó el germen de la muerte.
A la sazón Fernández de Lugo había citado para Flande* a Francisco Hahanion-dc
de liUgo. a quien dejara de prinun- regidor en Santa Fe de Bogotá, y el cual, mientras
su primo peregrinaba por c] Consejo de. Indias y [lor bis campos de batalla de
Flandes, había realizacto tanjbién prodigiosas hazañas en la rcln^lión de los Pizarro,
ayudando a los virreyes Blanco Núñez, Vela y Lagasca.
Al fin don Alonso Luis partió para Córcega acompañado de Hahanmnde. que ob
tuvo grado de capitán de cab.allos ligeros, y de su otro pariente el capitán F'rancisco
Vaicárcel de Lugo, naturales de Tenerife, los cuales fueron testigos presenciales d<;l
íjrrojo y pericia de su jefe e ilustre deudo, y luego que se consiguió la retirada del
«nemigo (36) y dejar libro la Isla, con él regresaron a Flandes. para verle morir en
Gante, en cuya catedral recibió sepultura, triste suceso que tuvo lugar el 15 de octubre
de 1556, a los die<íinueve años de la muerte de su padre, ocurrida en Santa Marta, según
atrás dijimos.
(35) Cartas dcL tercer Adelantado a Carlos V y*a Felipe II, sobre sus servicios
en Canarias y la pretensión de que se le nombrara para sustituir al príncipe Andrea
Doria en la co^ta de Provenza, y que se aprobaba el traspaso del gobierno de Santa
Marta en el licefnciado Jiménez. (Tres cartas, 1534.—Archivo de Simancas, Catálogo de
Diversos, núm. 1221). .
(36) Esta liberación de Córcega, valióle a Lugo una honrosísima carta de Carlos
V, escrita de puño y letra del Emperadpr y fechada en Aranjuez a 18 de mayo de
1654. (Archivo de Simancas,' Catálogo de Diverso», núm. 1206).
1«
- .-..'-r- yri • - -
En diciembre de aquel dicho año llegó a Tenerife la noticia del óbito de don Alón
so Luis, y como hubiera fallecido sin haber otorgado otro tei5tamento que el que hizo
cerrado en La Laguna de Tenerife a 19 de enero <le 1542, del que ya queda hecha mención,
Luis V€lásquez, administrador de la casa de Canarias, presentóse con un escrito
ante Juan Ijópez de Cepeda, gobernador de Tenerife y La Palma, manifestando
que, por cartas recibidas de España, sabíase que el muy magnifico señor don Alonso
Luis de Lugo había muerto en Flandes, el 15 de octubre, y que por lo tanto pedía se
abriera el testamento que había otorgado ante Juan del Castillo, escribano de La Laguna.
Este importante dccumento^ en cuya diligencia de apertura actuó de escribano el
mismo de su otorgamiento, ante el cual fué protocolado, existe también por testimonio
en el protocolo del año 1685 del escribano Bernardino Madrigal, del ,que hemos
tomado muchos de los hechos que dejamos consignados y los demás que aun indicaremos,
que, como se verá, constit^uyen !á base de las fundadas conjeturas que en otros
escritos hemos formulado, por lo que creemos procedente hacer su extracto.
Leyendo este testamento fácilmente obsérvase la expresión de última voluntad
de un gran señor del siglo XVI, en la que la grandeza de las acciones, por el espíritu
de caballerosidad y cristiana humildad en que las informa, atenúan y.casi cubren las
debilidades de la humana naturaleza.
Después de la protestación de fe y fórmulas cristianas' acostumbradas en esta
clase de documentos en su época, dispone «e edifique a su costa la capilla mayor del
convento de Santo Domingo de La Laguna, donde quiere sean enterrados su cadáver
y el de su esposa dona Beatriz de Noroña, cuando ocurra su fallecimiento, ordenando
el traslado a la misma capilla de los restos de su abuelo el primer Adelantado, que
yacían en la iglesia de los franciscanos, y lo» de su padre don Pedro, que descansaban
en Santa Marta, y que sobre sus sepulturas se colocaran otras tantas estatuas do
mármol que los representaran, quedando por definitivo panteón familiar de los de sj
linaje; luego dispone los sufragios extraordinarios y i)erpetuos que quería se le hicieran,
señalando para los últimos una capellanía estable, en la que la misa de los sábados
fuese celebrada en honor de la Concepción de Nuestra Señora, misterio del que
' parece era especial devoto por herencia de sus mayores.
Deja considerables mandas a los hospitales de la Ciudad, a sus dos parroquias y •
todas las erniitas, lo mismo ique a los conventos de franciscanos y agustinos; pero
señala con predilección a las imágenes de Nuestra Señora de Candelaria, en su Santuario,
y a la de Nuestra Señora de la Concepcióií, en su parroquia, ordenando »«
compraran de su caudal tributos segruros, pues dejaba a las citadas dos imágenes la
dotación de una lámpara que las alumbrara perpetuamente, «in duda a la primera por
la devoción que como cañarlo y tincrfepo le profesaba, en cuyo afecto hubo de alimentarle
su padre, quien, com) es sabido, levantó el primer templo que tuvo la Patro-na
de Canarias; y * la segunda por la particplar devoción que por ella sentía, como
que había sido bautizado en la pila de su Iglesia..
Pasa luego a remunerar los servicios de sus criados fieles, los cuales, enumerados
en larga serie, dan idea del boato de su casa, distinguiendo entre ellos especialmente
a Pedro de Ocampo y a Juan Riquel, quienes, aunqUe personas de viso, no se desdeñaban
de llevar el título de servidores de tan fptán «eftor.
149
L» d(ilea<l«c« con que talva el decoro de Francisca Martín, dama en la que ha-
' Wa tenido cuatro hijos naturales—pues sin nombrarla le asegura su decente subsistencia,
por medio de un comunicado confiado a sus albaceas—es una prueba de su guiante
dijcreción.
Manifieata tener compradas a su tio don Giiillén Peraza las islas de Gomera y
Hierro, y dispone se solicite para sus sucesores el título de marqués de esta última i*la,
•> ^1 en vida no lo pidiera.
Por último, hace relación de sus bienes, sus pleitps, sus cuantiosas deudas, cario
» y descarg'os, dando fin con la de los arrendamientos de sus fincas, por la que
<ionsta que la del heredamiento del Realejo, que lo llevaba Domingo Rizo, era de doi
nú] novecientas doblas y veinticinco arrobas de azúcar, cantidad muy superior—para
aquellos tiempos de tanta baratura—en comparación a. los que hoy nos parecen fabulosos
arrendamientos en los nuevos cultivos.
Finalmente, sólo diremos que en 1¿57 se presentaban ante la Justicia de Madrid
•US lujos doña Luisa y don Alonso Luis, expresando que por ser menores de veinticinco
afios pedían se les proveyera de tutor para pleitos, con objeto de continuar litigando
con el Estadv los debatidos salarios de «u padre y abuelo paterno, que aun no ha-
Wan percibido.
Don Alonso Luis Fsrnándsz d« Lugo
IV ADEI.ANTAOO DEX^aNARlAS
I N
• / ,
Guapo como un Rafael de Urblna, Raíante v gran señor, crióse en Madrid al lado
de su madre doña Beatriz de Norqña y Mendoza, su único hijo, varón don Alonso Luis
Fernández de Lugo, IV Adelantado de Canarias, granjeándole su mucha hermosura
Varonil el sobrenombre de "El Lindo", mote con el cual la historia le distinguió de su
padre, que, como él, gastaba los mismos nombres y linajudo apellido.
A ocho lineas reduce nuestro historiador don José de Viertt y Clavijo, en el pA-Traío
LIV del libro IX del tomo II de su Historia, la del cuarto Adelantado de Canarias,
suponiéndose en ella que la vida de este personaje debió ser Oscura, superticiosa
y «nfermÍEa> por la conseja que se corrió de que había muerto hechizado, grave error
de nuestro Salustio, pues seg^uramente hubiera acertado si, en el pequeño párrafo que
le dedica, en lugar de esta suposición gratuita hubiera colocado lo que en el párrafo
XIII del libro XVI del III tomo dice del tercer Adelantado, pues no éste, y sí el Lindo
y Hechizado fué el héroe que, en unión del Cabildo y vecinos de Tenerife, socorrió en
1669 a la isla de Lanzarote invadida por los moros argelinos, acción y conducta gar^
Wa que le acreditaron no sólo de animoso y esforzado sino también de excelente patriota
y de llano carácter, porque no temió posponer al interés de la Patria las justas
consid^rationes^que a sus títulos y cbolengos se debían, todo lo cual barrúntanme que
nuestro Lindo más fué hechicero que hechizado, y más que la vida supersticiosa, osea-
'a y enfermiza que le supone Viera y Clavijo, la que le hizo llevar su singular genti-
loo '^
I
leza con las reminiscencias de raza y galante educación, dio con su hermosura en tierra
en menos que mediana edad, sin que f^era bastante al remedio las gracias de doña
María de Castilla, dama de la reina doña Isabel de la Paz, que le dieron por esposa.
A la verdad, no es explicable el craso error de nuestro historiador y sus mentores
don Lope, de la (iuerra y Peña y don F'ernando de Molina Quesada acerca de aquellos
personajes, porque constando en los ai)untes manuscritos de Núñeü de la Peña,
que tuvieron en su noder, la mu'.'rte en Flandes del tercer Adelantado, ocurrida en
Gante en \h5ñ, mal le podían fiífurar en Tenerife socorriendo a Iq isla de Langarote
tres años después. '' >
Poro no es solamente este dato PL que nos prueba ()ue don Alonso Luis Fernández
de Lugo, IV Adelantado de Canarias, estaba en las islas por esta época y que fué
quien reuniendo a sus criados, colonos y gente leclutada se ofreció voluntario al Cabildo
de, Tenerife para prestar ayuda a la isla invadida, con sólo la condición de que
se le confiara el mando de la empresa para conserVar el ho^nor debido a su persona,
condición a la que también renunció generoso en vista de las dificultades que oeasio-ivaba
y del apremio que exigía el socorro, marchando con su gente a la expedición
bajo las órdenes del comandante nombrado por el Cabildo, don Francisco de Valcár-cel,
alférez mayor de la Isla, e igualándose en un todo con ios capitanes de las tropas
reclutadas por el Consistorio de Tenerife, acción gloriosa por la cual el Concejo le
dio públicas y cumplidas gracias.
Efectivamente, existe otro documento de su permanencia en Tenerife, que a la
vez prueba que llegó a esta isla en 1567, que en 1568 ya tenía la iiíayor edad y que
su viaj* ;• la patria de su padre y también la suya, no tuvo por objeto utilizarlo como
escala para llegar a América, donde ya nada tenia^que hacer, sino que lo realizaba
por haber entrado en la mayor edad y, para tomar posesión personalmente del mayorazgo
fundado por sü bifiabuelo ei primer Adelantado, y de todos los bienes que por
herencia de sus mayores le correspondían, que por cierto hallábanse harto embrollados
aún por las fianzas de las deuda* cotitraidas por sus progenitores con motivo d?,
las empresas que llevaron a cabo.
Es este documento (37) una escritura de donación de ocho fanegadas de tierra
que, de la cabezada de su data de Tacoronte, hizo al convento de dominicos de La
Laguna, expresando hace;- el regalo por el especial afecto'que sentía por la Orden,
como todos sus antepasados, y además por ser morador de dicho cpnvento su hernia-r.
o de padre fray Luis de Lugo, a quien no dudó en declararlo por tan cercano pariente.
. ¡
Como se puede observar, coliejando las fechas de los documentos indicados, corroborarse
los a-sertos que hemos formulado. Recordará el lector que el testamento de
i. aon Alonso Luis, padre de este biografiado, otorgado en La Laguna a "19 de enero de
1542, manifiesta el testador que tenía una hija de su matrimonio y que su esposa es-taha
en cinta. A la muerte de este caballero, ocurrida eu octubre de 1556, sus dos hi-
, jos pedían en 1557 sé les nombrara curador para pleitos por ser menores, pero ya en
1'-.'. de enero de 1568 el cuarta Adelantado hace la donación que queda referida, para
(37) También lo comprueba la partida de casamiento de N. Ruiz deAlarcón y
Luisa de Lugo, que tuvp lugar a fines d,e diciembre de 1567 o enero de. 1568, en cuya
boda actuó de padrino e] cuarto Adelantado, según sé ve en el Libro de copias del
Libro I de Matrimonios de la parroquial de los Remedios.
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Id cual necesitaba ser dueño de su persona y tener por tanto los veinticinco años que
rnarcaba la Ley para este efecto en aquella época.
Ahora bien, deduciendo de 1567, en que lleg-ó a Tenerife, los veinticinco años que
en dicha fecha tenía don Alonso Luis, secundo del nombre, resultará la de 1542 en
que testaba el padre y en la cual nació su hijo El Lindo, según la esperanza que en su
testamento indicaba y que tuvo realidad el día 17 de febrero del mismo año, como
lo comprueba la correspondiente partida bautismalregistrada en el Libro L, folio 102,
vuelto, de la antigua parroquia (io Nuestra Señora de los Remedio^, hoy Sagrario-Catedral,
que dice así: .
"En viernes, diez y siete días del mes de febrero de mil quinientos cuarenta y dos
años, yo el licenciado Juan ToScano, vicario de esta isla y visitador general de este
Obispado de Canarias, bauticé en la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios de
esta ciudad de San Cristóbal, a don Alonso Luis Fernández de Lugo, hijo del Señor
don Alonso Luis de Lugo, Adelantado de estas islas, y de • la señora <loña Beatriz de
Norofia, su legítima mujer. FVeron sus padrinos, Bernardino deLezcano, regidor do
Canaria, y Doménigo Ri/.o, regidor de esta isla; y madrinas, doña Isabel de Lugo, mujer
que fué del licenciado Valcáreel, e L^abeT de Lugo, mujer de Lorenzo de Palenzue-la,
regidores de esta isla, los cuales todos tocaron sus manos en la criatura, y tiene
óleo y crisma. En fe (fe lo cual lo firmé de mi uOnibre, y asimismo fué padrino Nar-váez,
regidor de Canaria, y madrina doña Gregoria de Fonseca.—El lio«nciado Tos-cano."
Después de los hechos a que dichos documentos se refieren, no se descubre en Canarias
vestigio alguno que acredite que osle don Alonso Luis las visitara. En cambio
ei pleito con el Estado denmestra su estancia en Madrid en calillad de litigante hasta
su muerte ocurrida en 25 de agoVto di- l.^l^, coniar.jü ln i. M V .-eis :ino^ de edad, dejando
viuda ji doña María de Castilla y ht rpdándo'e MI MI uirc doña Beatriz de Noroña
en la parte de bienes libres, la cual tu\o la fic,--g! uin de \er niurir a sus dos únicos
hijos, pue« ya'^también era extinta ¡a dmiuí sa de Tti ranova, doña Luisa, bien que
éeta le dejaba una nieta, llarn.'\da dof. i Vorria, 'a quinta Adelantada, en quien comien-
•^a 1^ segunda serié de los de este título, que ya nad.i tuvieron que ver con Canarias,
íuera de las rentas que c'obrabali'por las haciendas vinculadas.
Hasta en el testamento de este último Ad^elantado, aun se advierte en dicha privilegiada
raza su amor a la isla de Tenerife, principal teatro de su gloria duradera,
pues manda ser depositado su cadáver en la iglesia de San Bernardino, extramuros de
Madrid, y qiie a su debido tiempo fueran sus restoü trasladados al sepulcro de sus
mayores en la ciudad.de S3n Cristóbal de La Laguna (38); pero, como a su pa.dre y
(88) Dice ?sí su testamento: "In Dei nomine amén. Sepan cuantos la presente
escritura de testamento e última disposición vieren, como yo don. Alonso Luis Fernández
de Lugo, Adelantado de Canarias, *tc., estante en la Corte de Su Majestad enfermo
del cuerpo, otorgo y conozco que al servicio de Dios Nuestro Señor y de su gloriosa
Müdre la Virgen Santa María, a quien trr.go por Señora y Abogada, hago y ordeno mi
testanjento e última voluntad en la forma .«iguiente. — Lo primero ofrezco mi ánima
a Dios Nuestro Señor, a quien suplico perdone mis culpas y pecados, y el cuerpo
cfretco a la tierra donde esté el día del universal juicio; Que cv^ndo yo falleciere se
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&bu«lo, esta parte de su testamento dejáronsela incumplida, ^¡orque no salo no trasladaron
su cadáver a Tenerife, sino que ni aun le dieron la sepultura provisional que
pedía, pues su cuerpo, después de extraerle todas las visceras, lo transportaron a la
villa de Mucientes, en k provincia de Valladolid, donde le hicieron el sepelio definitivo,
seg^n consta de los autos del pleito de los Adelantados con el Estado.
Con ejte hechizado lindo, o con este lindo hechicer.b, terminó la descendencia masculina
de don Alonso Fernández de Lugo, español de cuño legendario, cuya sangre
tuvo las suficientes energías para comunicar a tres generaciones sus fermentos de
arranques de gloria, grandezas y lunares.
Lo expuesto es cuanto hemos logrado inquirir de estos cuatro proceres nivarios,
porque entendemos que los dos primeros lo fueron por el derecho de conquistadores, y
los dos últimos por el de nacimiento, sin ninguna clase de duda en la investigación
histórica, quedándole reservado al tiempo, y en el tiempo a la pluma del que, más
afortunado que quien esto escribe y más estudioso de las antigüedades patrias, encuentre
otros datos con que completar y agrandar más tan nobilísimas personalidades.
A P É N D I C E
Capitulaciones entre el Emperador Carlos V y don Pedro Fernández de Lugo,
paro lo conquista de la provincia de Santo (Harta en América
Por cuanto vos D. Alonso Luis de Lugo, en nombre de D. Pedro Fernándci de
Lugo, Adelantado de Canarias, nuestro Gobernador y Justicia mayor de las iilai d«
Tenerife y La Palma, vuestro padre, e por virtud de su poder especial e bastante que
para ello presentasteis en el nuestro Consejo de las Indias, me hicisteis relación que
por la voluntad que dicho Adelantado tiene de nos servir e del acrecentamiento de
nuestra Corona Real de Castilla, nos ofrecéis que irá a conquistar • e poblar las tierras
e provincias que hay por descubrir e conquistar en la provincia de Santa Marta, que
se extiende desde donde se acaban los límites que tenemos señalados a la provincia
i e Cartagena, cuya gobernación tenemos encomendada a Pedro de Heredla, hasta
donde asimismo ^ acaban los línlites de la provincia de Venezuela y Cabo de la Vela,
cuya conquista y gobernación tenemoi encomendada a Bartolomé e Antonio Belcar,
alemaneá, de-mar a mar, e lo poner todo debajo de nuestra obediencia e señorío, guardando
siempre los dichos límites, e que para ello llevaréis de estoá nuestros Reinos it
deposite mi cuerpo en el monasterio del señor San Bernardino de la orden de los Descalzos,
extramuros de la villa de Madrid, en una sepultura cual pareciere a mis alba^
ceas, y después sea trasladado al entierro que en las islas de Canarias tienen mis pasados,
y cuanto a la forma de llevar mi cuefpo a sepultar y cera y acompañamiento
y misas y lo demás tocante al funeral, lo dejo e remito al parecer de mi señora doña
Beatriz de Noroña, mi madre y señora, si se hallare presente, y si no, quiero qiie se
haga a disposición de mis albaceas, e todo se pague de mis bienes".
(Este testamento lo otorgó en IVÍadrid el 13 de agosto de 1678, ante Cristóbal de
Kiano, escribano púbIit!o.)
Castilla e d« las islas de Canaria mil y quinientos hombres de a pie, escopetero! fl arcabuceros
e ballesteros e rodeleros, e doscientos hombres de a caballo con caballos y
yeguas de silla, y que ansí los de a pie como los de a caballo irán bien armados y
aderezados de lo necesario, todo ello a su costa y misión, sin que en ningún tiempo^
seamos obligados a les pagar ni satisfacer los gastos que en ello hicieren mág de lo
que en esta Capitulación le será otorgado, y me suplicasteis y pedísteis por merced
en el dicho nombre y por virtud del dicho poder hiciese merced al dicho Adelantado
de la conquista de la dicha provincia soore lo cual mandó tomar con vos el dicKo
D. Alonso Luis de Lugo, en el dicho nombre el asiento y capitulación.
Primeramente doy licencia y facultad al dicho D. Pedro Fernández de Lugo, Adelantado
de Canarias, para que por nos y en nuestro nombre e de la Corona Real de
Castilla, pueda conquistar e pacificar e poblar las tierras e provincias que hay por
conquistar e pacificar e poblar en la dicha provincia de Santa Marta, que «e extiende
desde como dicho es se acaban los límites de la dicha provincia 3e Cartagena, cuya
conquista e gobernación tenemos encomendada a Pedro de Heredia, haita los límites
de la provincia de Venezuela e Cabo de Vela, cuya conquista e gobernación tenemoa
asimismo encomendada a Bartolomé e Antonio Belcar, alemanes, e de hay hasta U«-
gar a la mar del sur, contando que no entren en los límites ni términos de las otra*
provincias que están encomendadas a otros gobernadores.
ítem entendiéndose ser cumplido a nuestro servicio y por honrar la peraotw del
dicho Adelantado, prometemos de le hacer nuestro Gobernador y Capitán f c a t n l d*
la dicSia provincia y pueblo de ella «n los dichos limites por todos loa diaa de M vida,
con un cuento de maravedís de salario en cada un año de los cuales goeedet dMd« «1
día que el dicho Adelantado se hiciere a la vela en cualquiera de los puertos de lia
islas de Canaria con la gente que ha de llevar para hacer la dicha conquista, los coa-les
le han de ser pagados de las rentas y derechos a nos pertenecientes en la dicha
tierra que ansí han de poblar y conquistar durante el tiempo que tuviere la dicha Gobernación
y Capitanía general, e no las habiendo en el dicho tiempo no seamos obligados
a vos pagar cosa alguna de ello. *
Otrosí. queremos e mandamos que cuando Dios Nuestro Señor fuere servido de
llevar al ;iicho Adelantado D. Pedro Fernández de Lugo de esta presente vida, vos el
dicho D. Alonso Luis de Lugo tengáis la dicha Gobernación y Cajiltanfa general de 14
dicha provincia por todos los días de vuestra vida, con el dicho salario da un cuento
de maravedís en cada un año, según'e de la manera que el dicho Adelantado, vuestro
padre, lo tiene. ,
Otrosí hacemos merced al dicho Adelantado D. Pedro Fernández de Lugo, de ti*
tulo de nuestro Adelantado de las dichas tierras y provincias que así descubriere j
poblare, el cual dicho título «uceda en vos el dicho D. Alonso Luis de Lugo, despute
de los días y vida del dicho Adelantado vuestro padre.
Otrosí le doy licencia para que con parecer de los nuestros oficiales de la dicha
provincia, pueda hacer en las dichas tierras e provincias que ansí descubrieren y ptt"
blaren en loe dichos límites, dos fortalezas en las partes y lugares que máa conveniaa,
pareciéndole a él y a los dichos oficiales ser necesarias para guarda y pacificación dé
las dichas tierras e prcrvincias, e -de le hacer merced de la tenencia de ellas con salario
de sesenta y cinco mil maravedís en cada un año, con cada una de ellas, las coalet
ha de hacer a su costa, sin que nos ni los Reyes que después de no» vinieren seamoa
obligados a se las pagar, e del salario de cada una de las dichas fortalezca que ectu-
iU
• • , /
vieren acabadas a vista de los nuestros oficiales, hayáis de jfozar de los frutos d« la
dicha tierra aegún dicho es. ' .
Otrosí,por cuanto vos el dicho D. Alonso Luis de Lugo en nombre del dicho Adelantado
D. Pedro Fernández de Lugo, vuestro padre, me suplicasteis le hiciese merced
de altanos vasallos en las dichas tien-as y provincias que ansi habéis de descubrir y
pacificar de nuevo, es nuestra merced que. entretanto que informados de lo <iue ansi
de nuevo descubriéred^s e pobláredes, proveamos en ello lo que a nuestro servicio y
a la enmienda y satisfacción de sus trabajos y servicios conviniere, tenga la dozava
parte de todos los provechos que no» tuviéremos en cada un año en las dichas tierra»
y provincias que ansi de nuevo conquistare o poblare, e hasta de lo que hasta ahora
está descubierto y pacificado, sacando ante todas cosas de ellos los gastos de los salarios
que nos hubiéremos eri ello.
Otrosí le hacemos merced.como por la presente le hacemos, de cuatro mil ducados
de. oro, los cuales le sean dados y pagados por los nuestros oficiales de la nuestra
provincia, dé las rentas y provechos que nos tuviésemos en las tierras e provincias
que ansí conquistare para ayuda a los gastos «lue ha de hacer en llevar 4 la gente
a la conquista.
Y concedemos a los vecinos y pobladores de las dichas tierras e provincias que
ansi conquistáredes e pobláredes, que les deis y repartáis los solares e tierras convenientes
a sus personas como lo han hecho e hacen los otros nuestros gobernadores da
Ut otras provincias de las dichas Indias. ^ .
Otrosí que le damos licencia, como por la presente le damos, para que de estos
nuestros Reinos o del Reino de Portugal e islas de Cabo Verd^, o donde él, o quien aa
poder hubiere, quisiere e por bien tuviere, pueda pasar y pase a la dicha provincia de
Santa Marta cien esclavos negros, en que haya a lo menos el tercio de ellos hombres
libres de todos derechos a nos pertenecientes, contando que si los dejare todbs o parte
d« ellos en la Isla Española, San Juan, Habana e Santiago o en otra cualquier parte,
los'que de ellos ansi dejare sean perdidos e aplicados a nuest^ra Cámara e Fisco.
ítem que le mandaremos dar nueétra provisión en forma, para que de los navios
qu« estuvieren en los puertos de las islas de Canaria, podáis tomar hasta tres de ellos
de los que entendieren eii trato de las Indias o quisieren fletarse para ellas, no estando
fletadoá para otra armada, pagando a los dueños de los tales navios el flete que
justo sea.
Otrosí con condición que en la dicha provincia e conquista y población y tratamiento
de los indios de la dicha provincia y de sus personas e bienes, el dicho Adelantado,
vuestro padre,'sea tenido e obligado de guardar en todo y por todo lo contenido
de l'fts didias ordenanzas, e instrucciones que para esto tenemos fechas e se hicieren.
Ítem con condición que cuando el dicho Adelantado, vuest-ro padre, saliese de las
dichas islas de CanaVia para hacer la dicha conquista é población, haya de llevar e
tener consigo las personas religiosas y eclesiásticas que por nos serán,señaladas pftra
instrucción de los indios naturales de aquellas tierras a nuestra. Santa Fe Católica,
con cuyo parecer e no sin ellos ha de hacer la dicha conquista, a los cuales religiosos
ha de dar e pagar el ^ e t e y matoletaje y los otros mantenimientos necesarios conforme
a sus personas, todo a s^u costa sin que por ello le llevar cosa alguna durante toda
la dicha navegación, lo cual rnucho le encargamos así lo haga y cumpla como cosa del
servicio de Dio» Nuestro Señor, porque de lo contrario nos tendremos por deservidos.
Otrosí como quiera que según ha de derecho o leyes de nuestros Reinos, cuando
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tas gentes o capitanes de nuestras armadas toman preso algún principie 6 señor de laa
tierras donde por nuestro mandado hacen guerra, el rescate de tal señor e c*cique
pertenece a nos con todas las otras cosafe muebles que fuesen hallados y que perteneciesen
al nuestro patrimonio, pero considerando los grandes trabajos e pelign^os que
nuestros subditos pasan en las conquistas de las Indias alguna_ enmienda de ello «
por les hacer merced declaramos e mandamos que si en la dicha nuestra conquista e
gobernación se cautivasen y prendiesen algún cacique o señor, que todos los tesoros,
oro, plata o piedras e perlas que se hubieren por vía de recate o en otra cualquiera
manera, se nos dé la sexta parte de ello, e lo demás se parta entre los conquistadores
sacando primeramente nuestro quinto, y en caso de que al dicho cacique o señor principal
mataren en la batalla o después por vía de justicia o en otra cualquiera manera,
que en tal casó de los tegoros e bienes subsodichos que del se hubieren justamente,
hayamos la mitad, la cual ante todas las cosas cobren nuestros oficiales, y la otra mitad
se reparta sacando primeramente nuestro quinto.
Nota.—^De «atas Capitulaciones, asi como del testamento del cuarto Adelantado y
de otros interesantes documentos citados por el autor, existe copia entre log manui-critoa
procedentes del archivo de los Marqueses de Villanueva del Prado, q\» el miamo
señor Rodríguez Moxire donó a la Real Sociedad Económica de Amijrios d«l País de Tenerife.
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