El Derecho en la Prehistoria
de las islas Canarias
HMOMO la Prehistoria, abarca aquel largo periodo que se extiende desdi
) I . los principios de la Humanidad hasta el momento en que aparece e
*^J documento histórico, sus límites han de ser provisionales y diferente!
en cada región.
Asi vemos, que en Egipto la historia de sus grandes dinastías se remen
ta a más de cuatro mil años antes de J. C. mientras que en España lo!
primeros datos históricos apenas llegan al siglo sexto antes de nuestra era
y en África, América y Oceania hay actualmente pueblos que viven ei
pleno prehistoricismo.
Refiriéndonos a Canarias es opinión común en los historiadores, que su;
habitantes al llegar los europeos por los siglos XIV y XV, encontrábanst
en la época prehistórica. Atravesaban aún la Edad de Piedra.
Como en toda existencia social un orden jurídico tenía que envolver for
zosamente la esfera de su vida; los primeros gérmenes de las funciones es
pirituales, cual pura esencia, tenía que animar sus actividades.
En efecto, la idea religiosa existia como en todos los pueblos por remo
tos que sean. Ella ha sido el foco luminoso que irradió esclareciendo los ho
rizontes sociales cuando el hombre se sintió consciente de sí mismo.
«La vida primitiva de la humanidad—como ha dicho Reinach—en todi
lo que no es exclusivamente animal, es religiosa. La religión es como 1
cantera, de donde salen sucesivamente y se van especificando, el arte, 1
agricultura, el derecho, la moral, la política y hasta el racionalismo.» (1)
(1) Keinach; Oultes, Mythes i't Keligioiis París UK18, t-omo primero, página 7.-
Traduccióu de Menéndez y Pelayo, Historia de Uw Het'pnx'.oxos a«pafif>les, sogunda edición,
Madrid, 1911, tomo primero, págitia 91
ié EL DERECHO EN LA PREHISTORIA DE LAS ISLAS CANARIAS
La religión ha sido, pues, la matriz en que se han formado la ciencia y el
derecho y las principales ideas filosóficas, que aún conservan el sello de
este origen. (1)
Veamos ahora los datos que poseemos de la organización social de los
primitivos moradores del Archipiélago.
Por la índole de este trabajo hay que acudir al testimonio humano, pero
juzgamos con espíritu crítico, inútil o perjudicial a la verdad histórica, consignar
noticias de historiadores que con posterioridad a la conquista escribieron
ampliando las reseñas de los contemporáneos, pues, en general, son
creaciones de la imaginación o narraciones equivocadas, nacidas de analogías
más o menos loicas, o tal vez de las mismas declaraciones de los aborigénes
cuyo idioma se prestaba por el desconocimiento que de él tenian
los españoles a las inierpretaqiones más convenientes o razonables. Además,
no hay que olvidar la natural timidez y hasta si se quiere verdadera
resistencia que por superstición o ideología, oponían los primitivos isleños
a la exteriorización de sus costumbres y convicciones (2). Tampoco faltarían
a los cronistas, razones de regionalismo para enaltecer aquella antigua raza,
invistiéndola de culturas que no poseían. Así afirmaban que creían en un
solo Dios y que el nivel moral de losjndigenas hallábase en envidiable altura.
Robustecían, por otra parte, esta hipótesis los especialistas en la genealogía
nobiliaria de entonces que trabajaban con notorio esfuerzo por que aquellos
(1) El profesor Halbwschs, de lai Univer.sidad de Estraburgo, lleva esta idea inuclio
rois Ifjos, cuando copiando a l'Juikheim afirii'a, (¡ue no era la funcifin principal de Ja
nügiún surainiatrar ai hombiv una explicación ilel ('njverso. «El punto de partida y il
centro de 1» vida—dice—no es el dogma. Log creyentes, los hombres que viviendo la vida
religioM 1» conocen por experiencia cuotidiana y directa, saben bien que su verdadera
fuiíción no es hacemos pena»r ni enriquecer nuestros i'onociuiientos, sino )iacemos obrar
y ayadariKW » vivir. El fiel que ha tenido ;omunicaci(.n con un Dios no ea Holamente
íni sobre todo) un hombre que percibe verdades nucvii.s que el incrédulo ignora; es un
hombra que puede irás. Siente en si más fuerza, ya para .soport-ar ~ las dificultades de
¡a eziatencia, ya para vencerlas Está en cierto mod>j por enci>na de las miserias humanas
por que se ha elevado también por r/icima de s\i condición de hombre.» (Halb-wachs-
Lo# orígenes del sentimiento religic^o. Traducción de don Miguel lópez de .^to-cba,
Madri-t. Editorial Hernando. 19-27).
(3) B! padre Espinosa, que tanto escribió íiobre ios aborígenes bastante de.spués de
ta Conquista, dice «que por que son tan cortos y encogidos los guanches viejos que
las cosas que saben no las quieren decir pensando que divulgarlas es menoscabo de su
uación.» (Espinosa; Del origen y milagros de Nuestra Señora de Candelaria que apareció
«> la isla de Tenerife, con la descripción de esta isla... Santa Cruz de Tenerife, Imprenta
Islefia, 1848).
W croiúata Azurara, escribe que induso entre los canarios las clases superiores eran
«sólo ellos los que conservaban la tradición de las creencias religiosas sin divulgarlas.
i'Oomm Eaonee de Azurara: Chronica do descobrimento e con(]uista de (juinc^... Paria,
1841).
REVISTA DE HISTORIA 19
lejanos progenitores isleños no desmerecieran a los ojos de la legislación
de la época (1).
Por todo lo expuesto, he.nos querido, como decimos, basar nuestro estudio
solo en los escritores testigos presenciales de las costumbres y acontecimientos
o a lo suma en aquellos otros que si no tuvieron visión directa
fueron coetáneos, pero nada más, pues aún con estos tratadistas hay que
observar especial cautela ya que muchos de sus trabajos no corresponden
en'su estado actual, al original. El lenguaje empleado no es el de fines del
siglo XV ni principios del XVI, lo cual supone, tal vez, imperpolaciones al
modernizarlo.
Por eso no es posible admitir aquel deismo filosófico y patriarcal que
Viera y Clavijo atribuyó a los guanches, interpretando a su modo los textos
de Espinosa, Abren Galindo, Sosa y demás predecesores suyos que también
los habian supuesto fieles observantes de la ley natural (2)
Practicaron los canarios primitivos el culto astrolátrico, el de la generación
y el de los antepasados. Por otra parte su especial cuidado por la conservación
de los muertos hace suponer además de la existencia de creencias
muy arraigadas sobre la vida futura, más o menos espiritualmente entendida,
la existencia remotísima de una necrolatria cuyo culto parece haber
sido, en general, el primitivo de la Humanidad.
Las primeras noticias fidedignas de la situación de los antiguos naturales
comprueban la práctica de la astrolatria. Dice asi el sabio Aben-Jaldun en
sus prolegómenos, escritos en 1370: «por no conocer el hierro labraban las
tierras de sementera con cuernos... se sustentaban de cebada;... los únicos
animales cuadrúpedos eran cabras;... su modo de pelear era con piedras
que tiraban hacia atrás;... su única práctica de devoción consistía en adorar
al sol naciente, sin conocer ninguna doctrina religiosa (3). El distinguido
viajero Aloisio de Cadamosto, escribía en 1455 refiriéndose a los guanches
de Tenerife: «Son idólatras, veneran al Sol y a la Luna, a las estrellas y a
otras diversas cosas> (4).
El culto a la generación parece innegable que se practicó en Gran Canaria.
«En la Gran Canaria—dice Andrés Bernáldez—tenian una casa de
(1) El culto escritor don Luis Benltoz Iiiglott, on su notable opúsculo titulado
«Instituciones primitivas del Derecho en Gran Canaria», llega en su ardiente regionalismo
a asegurar que los aborígenes de .su isU disfrutaban tal grado de cultura jurídica
que deiDtro de sus limitados medios eran mía enseñanza viviente do progreso, siendo
Gran Canaria—dice—el primer ejemplo (le liberalismo que vio España, Mucho la-,
mentamos no compartir las opiniones del publicista y ilistinguido letrado isleño.
(2) También se atribuyó a las primitivos ibens esta especio de monoteísmo y hoy
es imposible sostener tan candida afirmaciiV.i. Menéiidez > Polavo, obra y tomo citados,
página 252.
(8)i Les Prolegomenes d'Ibn Kaldoun tiaduits en trancáis et commentes par
M. de Slane... París, Imprenta Imperial,I8(W, t(>iu<i I, página 313, Trad. de Menén-dez
y Pelayo, tomo citado, pág. 222.
(4) Cadamosto: Delle sette isolo dello Canarie e delli loro costumi, citado por
fierthelot en su Historia Naturello, tomo I, p.iginas C1-G4.
20 EL DERECHO EN LA PREHISTORIA DE LAS ISLAS CANARIAS
oración llamada allí Toriña, e tenían allí una imagen de palo tan luenga
como media lanza, entallada, con todos sus niervos de mujer desnuda, con
SUS miembros de fuera, y delante della una cabra de un madero entallada,
con sus figuras de hembra que quería concebir, y tras de ella un cabrón entallado
de otro madero puesto como que quería subir a engendrar sobre la
cabra. Allí derramaban leche y manteca, parece que en ofrenda, o diezmo o
primicia...» (1). El escritor Boceado en la curiosa relación del viaje que Ijizo
por mandato del rey Alfonso IV de Portugal, el florentino Angiolino del
Teghia de Corlizzi, dice que en Gran Canaria encontraron también un oratorio
o templo en que había un ídolo o estatua de piedra que representaba
un hombre desnudo con una bola en la mano y cubiertas sus partes vergonzosas
con un tejido de hojas de palma (2).
En cuanto al culto a los antepasados lo corrobora ej testimonio del
licenciado Pedro Gómez Escudero, quien dice refiriéndose a los naturales
de Lanzarote y Fuerteventura que en los sacrificioj los faicanes «llamaban
a los Maxios o encantados que eran los espíritus de sus antepasados que
andaban por los mares y venían allí a darles aviso cuando los llamaban y
dicen que los veían en forma de nubecita a las orillas del mar los días mayores
del año, cuando hacían grandes fiestas, aunque fuese entre enemigos
y veíanlos a la madrugada el día del mayor apartamiento del sol en el
signo de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista.»
Suponían qUe estos Maxios moraban de ordinario en ciertos campos o bosques
de deleite «y que allí están vivos y algunos están arrenpentidos de lo
mal que hicieron contra sus prójimos... esto decían los más avisados faicanes
(3).
También hace suponer que existió entre los aborígenes canarios, en alguna
época, algo de zoolatría, la práctica de ciertas ceremonias. La cabra
fué sin duda el animal de preferente adoración, pues Marineo Siculo asegura
que las cabras, con cuya leche hacían las libaciones y sacrificios, «las tenían
escogidas y apartadas de las demás y las llamaban animales santos (4).
Como en todas las religiones primitivas existían entre los canarios profetas
o adivinos, los cuales además de augurar los acontecimientos por la
observación de la naturaleza realizaban una labor política y hasta docente.
Dice asi Cedeño, testigo de la Conquista en el capitulo de su interesante
manuscrito que lleva el epígrafe «5)e la orden con que vivían. «En los lugares
habla personas para todo, como a recojer diezmo y dar limosnas y castigar
culpas y enseñar niños» (5)
(1) OrónicH (le lo» Royes Católicos, cap. i;XVIV (cil. Biblioteca de Autoies KsiMiño-
Ipn, «Crónicas», tomo fll, página (ilM.)
(3)1 'Prad. de Menéndez y Pelayo, obra v *uino citadoK, página '¿^¿i.
(8) Pámaio citado por Cbil y Njiranjo, en »iis «Estudios bistórico», climatológicos
y p«Wógicsoe de lae islae Canarias», lias Palmaa, 1876-1891.
(4) De lae cosaa memorables de España, libro XTX.Edición de Mcalá, MVXXXIX,
(6) Citado por Benltez Inglatt (don í.uis), en su folleto titulado «Instiucionen
[mmitÍTM del Derecho en Cran Canaria», r,as Palmas Biblioteca de las I»las,
MCMXXVII. '
REVISTA BE HISTORIA «^
En Gran Canaria y Tenerife, consta que se administraba por sacerdotisas
vírgenes el rito lustral a los párvulos recién nacidos. Gómez Escudero
que asistió a la Conquista como capellán se expresa en estos términos: «A
los niños recién nacidos echaban agua y lavaban las cabecitas a modo de
bautismo y estas eran mujeres buenas y vírgenes, que eran las ¡Marimagua-das
y decían que tenian parentesco, como nuestros padrinos; no daban razón
de esta ceremonia y era en Canaria y Tenerife, mas no supimos de otras
aunque los usos eran comunes- (1).
El señor Bonnet en su valioso estudio etnográfico titulado «Los primitivos
habitantes de Canarias- cree, siguiendo a algunos historiadores, posteriores
á la Conquista; que el lavado de que hacemos mérito no se circunscribió
a la cabeza de los neófitos sino que se extendió a todo el cuerpo. En
esta cuestión, como en todo nuestro trabajo, en general, nos remitimos a ios
cronistas de aquella época, por lo cual opinamos que la ceremonia debió
concretarse a ser una especie de bautismo, lo cual tiene su entronque en
costumbres anteriores al cristianismo en que las supersticiones primitivas
confiaban que por esta práctica se aiuiyentaiian del recién nacido las influencias
de los espíritus malignos. Es, sin embargo, digna de consideración,
la opinión sustentada por el señor Bonnet en dicho trabajo, de que
todo ello sean vestigios de un culto al agua practicado por los pueblos en
época muy remota y del cual existen admirables leyendas (2)
Acerca de los ritos funerales, practicados por aquellas rudimentarias
sociedades isleñas, hemos de manifestar que por lo que atañe a la Oran
Canaria había diferencias, según que el muerto perteneciese a las clases superiores
o fuese simplemente plebeyo: al primero se le embalsamaba y al
segundo se le inhumaba en los malpayses o tierras volcánicas. Asi lo aür*
man terminantemente los escritores Cedeño y Gómez Escudero (3). Acerca
del procedimiento que para la conservación de las momias empleaban, no
debemos acudir, tal es al menos nuestra opinión, a las descripciones rápidas
y embrollados de los padres Espinosa y Abreu, pues el recuerdo estaba
perdido sin duda en la época que dichos religiosos escriben, siendo imposible
explicar ningún natural de las islas como se realizaban sus famosos
mirlados o enzurronados. Tampoco debemos atender a lo que más tarde
aseguraron ciertos historiadores médicos que tal vez guiados por lo que su
ciencia les marcaba, suponían una labor complicada para sacar a los difuntos
el cerebro, visceras, etc.
Concretándos, pues, a los escritores de aquel tiempo la obra era simirti-sima.
Dice así el famoso cronista de las Indias Francisco López de Gomara;
«bayaban los muertos en la mar y secábanlos a la sombra y liábanlos des-
(1) C'úa di' ('liil y Nnríiiijn^ on sn indicaila olira, tonir» II, pAgina 527.
{'!) Kslc ¡ntci-csniíti' artlculcí i!ol sofior P.nniict: si> balín publiratlo en varios númerofl
(le tiue-stni «Ucvista ilo llintovia».
(;)) Brcvo rcHiiini'ii c Hi.sioria muy voril.Milci-a de la conciuisti do Canarias. Trabajo
iniblic'ad<» piir la rovista «Rl !Mus<\<> danano».
22 EL DERECHO EN LA PREHISTORIA DE LAS ISLAS CANARIAS
pues con correas peqiieñitas tlt'cal)ras, y asi duraban mucho sin corromperse
» (1)
Pasando a otro orden de actividades hay que convenir que entre los an-iiguos
canarios existía el vínculo matrimonial. En algunas islas practicaban
la monogamia. En Lanzarote una especie de poliandria alternativa (2) y en
Tenerife la poligamia (3). No era desconocida la comunidad sexual ni mucho
menos la prelibación o jus prinue noctis (4). También existía la costumbre
por deber de hospitalidad de ofrecer su mujer al huésped, costumbre
muy extendida en la antigüedad y que aún subsiste en algunos países.
Parece indudable que por lo menos en alguna ocasión se practicó el ¡n-
(anticidio pues Gómez Escudero dice que los canarios «tenían ley de matar
todas las niñas que tuviesen como fuese primera en el parto, por haber ve-
[lido a número de catorce mil familia i y ser años estériles, mucho antes de
la Conquista*. Como en todos los pueblos primitivos es muy probable hubiese
aversión a las gemelos o mellizos, mostrándose el citado señor Bon-aet
decidido partidario de esta idea, si bien es verdad que aún nos faltan
datos concretos que nos lleven a tal afirmación.
Es innegable que las tribus que poblaban esta vieja tierra, hallábanse en
:ontinuas luchas, como la corrobora el hallazgo de huesos fracturados y el
eatimonio de los cronistas. Existió también división de clases pero ella no
le basó como quiere Abreu Galindo en ciertos principios metafisicos sino
jue debió ser solo un producto de sus guerras o de invasiones más o menos
(1) López do (jomara; TiÍKUn'ia (Icncrii, de las Judias, l'iiiiioia parle. «De las
costumbres de les canarios». Toino ] di'<íl h.^or-iaddrcs iiriiiiitivos ih' Indias», de líi-vadeneyra,
página 294.
(2) «La mayor parte de las inujiMes nmcn tres jnaridos, que alternan ]ior mesen
en flus funciones conyugales, y el ((ue siilt dií turno .sirvo de criado a la mujer durante
el mes siguiente». Pexlro Bonlier y Juan 1 ,( N'errier. «llisitor-ia del ])iT,mer descubrimiento
y conquista de las Canarias», Santa (Viiz do 'renoiife, I.S17, ciipitiilo I/.XXI.
página 76, Pedro Luxan, en sus «Uiiílogos niatriiuonialos», dice ((ue una canaria ten/
a O casaba con cinco maridos. Cita do P, iinet en el indicjido trabajo.
(3 Cadamosto, obra citada.
(4) Cadamosto y Bemnldez, obras citadas. Ilahlandd do lu (¡r-an Canaria y /,Ui
principes dice Azurara, en su mencionad;! (.'rí'mica: «'Pionen derecho a las ])rimi('ia,s do
ISfl vírgenes, las cuales no pueden casarse .-^in haber cijniplido esta lt>y». Sin ond)ai'go,
Cedefio, autoridad en la materia, dice que no existía en dielia isla la, prelibación, a.se
garando «que era tan falsa esta, noticia como atiuolla que los atribuía la unií'm legal
de tres hombres con ima mujer». Cita do lionítoz Ingl^tt.
REVISTA DE HISTORIA 23
remotas que como es lógico daban por consecuencia una raza dominadora.
De aquí que en algunas islas la raza rubia fué considerada superior (1).
En cuanto a sus costumbres políticas dice el veneciano Cadamosto, refiriéndose
a Tenerire: «Existe entre estos insulares una costumbre sumamente
bárbara: al advenimiento de cada uno de los principes es uso corriente que
uno de sus vasallos se sacrifique en su honor. El pueblo se reúne entonces
en un valle profundo y después de cierta ceremonia acompañada de algunas
palabras el que se ofrece como victima voluntaria se precipita de lo alto
de una roca. El príncipe suele gratificar a los parientes del muerto.» En
Gran Canaria «tienen dos principes a los cuales dan titulo de rey o duque
pero todo el gobierno de la isla está en poder de ciertos caballeros cuyo número
no puede ser menor de ciento ni exceder de doscientos. Cuando llegan
a fallecer cinco o seis caballeros, se juntan los demás para proceder a
la elección de las plazas vacantes, que siempre deben recaer en hijos de
caballeros. No contraen alianza jamás con las clases inferiores... Tienen derecho
a las primicias de las vírgenes, las t nales no pueden casarse sin haber
cumplido esta ley... (2)
Acerca de la propiedad, podemos afirmar que en aquella época, era de
carácter comunal, como en todos los antiguos pueblos (3) Los bienes y haciendas—
dice Cedeño, refiriéndose a Gran Canaria—eran comunes, repartiéndose
cada año por cabildos; los ganados andaban juntos menos las cabras
mansas que las cuidaban sus dueños. Y Gómez Escudero en el capítulo
XIX añade: ayudábanse unos a otros en sus sementeras; las tierras eran
concejiles que eran suyas mientras duraba el fruto, cada año se repartían.
La contratación, parece que se reducía casi a la permuta simple. Consistía
ésta, como dice Cedeño, en el trato y contrato de todas las cosas para
su menester, tanto en ganados como en cebada, pieles para sus ropas y
otras cosas necesarias tomando unas por otras.» «Tenian... pesos para unos
y medidas para otros».
Refiere también Cedeño que «tenian pena de muerte el que entraba en
la casa de otro a escondidas a hurtarle, menos que no fuese cosa de comer
con que aquel día remediase, por una vez a él y sus hijos, que esto tal era
permitido pero no se quedaba sin represión» (4).
(]) El noble tiene cabellos y barba civulos, el villano cortados barba y cabellos
y éstos son lo» qne matan la carne, la asan y la enecen, y en los mbles es delito
hacer sangre, ni andar con cosa matada, ni ¡;)uerta, ni ensangrentada, ni de herir, ni
tacar sangr-e, si no es en k pelea y al re'i;liil'i perdonan, tratan verdad, fidelidad y
1:1 cumplen», fíí'mi.z Ew iiderii Cita de Clill > Narniijii, en su in>lica<l:i obra, tomo
I, pagina 5'28'
(•2) C-r.danio^ío, obra <'itada
(.3) En España, ya en i)len;i época liist/nicii tcnenu-s t\ h,:\ vaoceos que incluso
establecían entre ellos severas penan al qui^ rrnltaba parte de la cosecha.
Í4) Cita de Benítez Inglott
24 EL DERECHO EN LA PREHISTORIA DE LAS ISLAS CANARIAS
Por los escritores posteriores a la conquista se ha hablado del derecho
de asilo y de la tregua de Dios practicados por los aborígenes. También se
lan referido cierto género de pruebas sometidas a los juicios de Dios, pero
ninguna de estas noticias se basan en las primitivas fuentes.
Referente al extremo religioso hemos de consignar por último, que el
culto como se ha indicado era simplísimo aunque no consistía solo en
ofrenda de leche y manteca, sino que se practicaban sacrificios de animales,
especialmente de cabras.
Y sus leyes—según expresa Gómez Escudero—eran los preceptos de
sus mayores que amaban, obedecían con puntualidad, primero dejándose
morir desriscados que darse vencidos.
Nada más podemos afirmar en el momento presente acerca de las instituciones
primitivas isleñas, pues aunque escritores posteriores, como queda
dicho, han consignado y ampliado numerosos datos de aquellas rudimentarias
culturas, esas noticias aun no satisfacen las exigencias de la moderna
crítica histórica.
José Peraza de Ayala.