Comunicaciones a la Dirección
La elegia de Guillen Peraza
Uon respecto a la nota biibl'ioigráfica que sobre ©1 apúsouJo "Tres lecciones
de Liteiratura canaria" del profesor Joaquín Arttiles pulblicó M. R. A. en' el Wú-mero
aniterior áe nuestra REVISTA se nos comunica de iparte 4e[ autor del referido
trabajo lo siíguiente:
"Mk R. A. cree incompatibles los m>mlbres de endecha y romancillo. No ío
creía así ed gran Mieniéndiez y Pelaiyo que en el voliuimen X de isiu Antologa (Ro-imancea
poipulares), en las págs. 229 y 230, llama precitaimente a lia elegía de
Giíillén Pearaza "end'edhas" y "roimancillo peritasilábico". Ni tamipoco Hienriqíuez
Urem Cfue en "La versificaciión española irregular" (26 cd, pág». 14 y 141 - Publi.
de la<Rev. de "Filol. Eapañola") habla también de "endiecha" y de "romancillo"
a propósito del canto áe Guillen Peraza.
La teanátSca de la emdecha es casi siempre fúnebre; y su farena métrica pre-danánantcmente
romancillo de seis o de siete sílabas. No faltana endedhas con
otros temas y con otras formas nuétrieas. Las endedhas die Guillen Peraia tienen
el tema eleigíaco, aunqiue su metro es pentasilábdco. Puede coiniswltair»e (además
de la ttoble cita de arriba) M. Pelayo (en el vol. XI, ¡p&g. 102 <ie Tasi Antologías)
que habla de "endechas o <^nto9 fúnebres" refiTiéndose al romancillo die "Los
con»endadares" y... cualquier marmal de Preceptiva de tñpo escolar, como Taimayo
y Rubio, Masaa « otro cualquiera.
En cuanto a la división de la Historia de la Literatura «n momentow clásicos
y barroco», es diecir, en periodos en que predomina una u oitra itendemoiai, está
bien avalaida en el campo de la cultura. En último término, estas olartfiícacioinea
no som earihauwtivajs (no pweden piretender albarcar a todiws y a cada uno de los
escritores de un periodo) ni «son doignnais literario». Puede dlsouttnse como se discute,
por ejemplo, hasta la división tradicional de la Historia en Edades.
Que para «li conocimiento de los estilos literarios es un procedimiento eficaz
la comf>aradi6n con los formas plásticas del airte, tal vez no convenza sino
denpaés de habénse hedho los esitudioe comiparativos, Oeeimo», sin emtmrfro, que
no deA>en aiporarse las camparaidoinee".
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A su vea, M. R. A. nos oamumca respecto a estas a^-laracione* lo que siígu*:
"Señor Director: Me han isorprendüido loe tres pÁrrafos que a modo de réplica
a jni nota sabré el trabajo d«l Sr. Artiles, me dedica' su autor. Me hace pensar
qiue ipertemece o a aquella categoría de personas que estiman que gu obra es
intangible, o es de los qiue tienen d* la crítica una idea tan pobre que sólo conciben
un canto áulico o una censura; es decir, que profesan un sentido simplisíta
dle lo que no d'ebe ser otra cosa que misión objetiva y orientadona deV lertor.
Por lo que a mi respecta afinmairé que acostumbro a tratar isiempr* a Oh
níbra ajena con toda cortesía; que no he tenido inconveniente en hacer elogios sin
reservasi, como loB he hedho, pero qiíe señalo, con toda re sipón sabillidad, las observaciones
cuando estimo que deben ihacense, sin menoscabo, por ello, de la valoración
general qoie la «bra tenga.
m autor Intenta en el primer párrafo confundSnme avalando su arguanento
con la cita al gibante Menéndez Pelayo; desipuiés, tras unos puntos auapensivos,
me envía, con un gesto de conmiseración protectora, a que me itiforme de lo que
es una endecha en cualquñer manual de Preceptiva literaria.
Como dbservo que mi* palabrass se han leído apresuradamente las vuelvo a
insertar de huevo. Decía yo de pasada, sin darle mayor importancia, después de
eliogiar unas imágenes respecto a las "endechas" de Guillen Pcraza., lo siguiente;
"Es lástima que el autor plantee luego un problema inexistente. No debe extrañarse
de que este "romance"' de cinco sílabas no tuviera similar en el romancero
de Amberes, ni en la Silva de romances, ni en Timoneda, Wolf, Hoffmann, Duran,
M. Pelayo, M. Pidal... La búsqueda naturalmente era inútúil. No se trata
de un romanice. Es una endecha, una composición de igénero lírico que asonanta
como el romance. En el siglo XV se usaron mucho las que tenían un carácter lúgubre
como ésta. Parece ser un eco del sermonojio de las "Danzas de la muerte".
Y este desigarrado lamanto lírico que son las "endechas" a la nwieirte dte Guillen
son un bedlo ejemiplo del género."
Gomo puede verse me tenía imuy bien aprendidito lo que era una endecha,
sin recurrir a esos manuales que se me recomiendan. Ahora bien, lo peregrino del
caso es que en ningún lado he dicho yo que los nombres de "endecha" y "romam-cillo"
sean incom,patibles. ¿Pero cómo voy a deciir semejante cosa, si la forma
métrica tte !«« «ndechas ya se está viendo que es el verso de menos de ocho sílabas
que rima en asonante, es decir, el romancillo? Resulta extemporáneo que a
estae horas se venga a exiplicaír lo que es una endecha con todio apairato de eru-dUoión,
d«ipuiéi8 dé haberlo didho yo, y <que en cambio ni una sola ves uaiase eil
autor la tan necesaria palabra para clasificar las de Guillen. Y q<ue deis(puée de
este hallazgo "a poateriori" desviándose un poco a lo "Olkndoifíx" me dlCH que
las creo inootnipatiibles con "el romancillo", i Pero es que para un profesional de
las letraa es lo imiemo "romance" que "romancillo" ? Un "romance" d» ckico »í-l^
baa no «s un romance. NI un «lejandrir.o de nueve sflaibas ea un' alejandrino.
TodoB henwM aprendido desde el bachillerato que la palabra romance, aparte
de su paipel adjetivo para lo» lenguas neol&tinaá, tiene dos acepdoineis en Pre-ce^
itWa iliteraria: romance como composición y corto fcombinacSón. A su valor contó
comlwnaiGión aluden sin duda D. Marcelino y Ureña (qa« «e limita a seguir
al maeatxo), ya que no omiten nunca la palabra emíecha «1 mferiras a W de
GulUéOb Y a fwmr de que entm los romances como ooantunadón ti«n« el mlMno
€8
D. Marcelino su grupo de las llamados "líricos", caracteres bien definidos para
vm píofesdonal tiene el romance y la end'echa como para no oomíundirlo®.
ho que me chocaba era q^íe el autor düjera que "este romance" de "cinco sílabas"
le planteaiba un probleona y que lo pairani^onara com lo® die ooho, y qiue
para nada citara la. ipaJabra "endteoha" que consigna su primer recolector, Abreu
Galindor, dStíemdo "quie se le cantai'on". Aca«o sean ellas el único resto de eeas
"endechas d!e Cañaríais" dte que nos habla Diego Pisador (1662) en su libro de
múadca .para vühu«la, citado por Ureña y Dámaso Alonso, pero que no he podido
ver.
Tengo la evidencia de que si el autor hubiera aiprovechado a tiemipo estos
libros de D. Marcelino y Ureña, no se le hubiera escapado la palabra de "ende-dha"
y qiue una vez encontrada no la hubiera oonifundido con un i^omance. En
cuanto al carácter lírico de éstas' lo siente el imismo autor ahotra que ihabla de
elegía .paira clasificar este lamento lírico a la muerte de Perada y mi maestro Dá
miaso Alonso ai incluir las tain citadas "endecha.*" en su "Antología de la poesía
española de la Edlad Media", no lo hace en el apartado de "Romancero anónimo"
sino en el de "Cancionero anónimo". No quiero ofender la cultura litei'aria del
aiutor explicando ilo que es un Romancero y un Cancionero.
Después die ésto no puede extrañarse ya que tampoco el autor acepte mis
otras abeervaoiones sobre el abuao de lofs conieeiptos antinómicos dte clásico y barroco
(cuya realidad no he negado en parte alguna y sí sólo su liígera aplicación)
y sobre el otro abuso de las oomparaoioneg plásticas, tan expueistas a dies^Hentar
a la juventud estudiosa al desencajar el problema literario de su propio y dleli-mitado
valor. Pero no insisto en ésto pues ya expuse claramente mi pensamiento
y a lél míe atemgo. >
T nada m&a señor Director. Quede bien sentado, con toda sinceridadi, que estas
observaciones a las que me obliíra el autor, no disminuyen en nada la buena
imipresión igcneral que me produjo su trabajo y desde luogo mi testimonio de
resípeto y consíd'eracióin personal.
M. R. A."
El Poema más tuitigHo de la literatura cAbaiui
Sr. Direotor: No hace roiucho se ipromuindió en la Habana una conferemcia
soibre «I poeta cañar?© Silvestre die Balboa Troya y Qu«sada. La noitici», en verdad,
no «w muy fresca. Pepo en el estado actual, bellico y «moirmal <iel muttdio.
ooiwtttulirfai imútSil €5ciiir«"cJ« pretender wupidlez y puTitoalidad en Im» comumíca-cioiwis.
Sührmtre die Balboa Troya y Qu<eKida nació, como e^; «abidto, en Oran Cmm-
T3&, y fué baiutizadlo «n la P&nroqiulla die San Agnsitín de Las Pal^mAs el 80 de
junio d« 1508. Sntre los tiwinta y cuarenta años die au edad p«u»ó oi Annétriica y
fijó »u TieeMemicga en la l«S)a. dte Owba. AvexAndadlo en la cimdéd de Pv»eirU> Príncl-fM.
desempeñó la G8ci4t»inia áe aquid Cabildo y contrajo matrlmonilo oon D* Ga-tHiUna
de 3B Gobw. Bn «ll> ambiente tranqvñlo die la villa y de au iha«iair }« iimpire-lAoma
tena <de laa má« IneMpetoaisaH aodaidaH die liad piraterffw de «ntmww; él
OWapo de Ooba, fraiy Jtmn de tae Oaibezas y AlItMnirano, «• nprevado por 4l pi-
raite. fnamoás GiiUbento Gii<rón en. ed puerto de Man^&atéllo. Y aobre él secuestro y
láscate tíie fray Juan y la muerte del íilJi>u.stero, camjwne Baiooa un poema en
uatavu» ineiaii«8 que tutuna Kspejo de Paciencia. Eil :poeu>a no e» nimg.utka oto«
extraoira'iiii&rw; oieniuincáa, &1, un veirsuiciaiaor tácül y oai&táiao y m> gquiQpariiw,
(Aijenenoiez ±'€layo.) i'ero, apaa^te <te su vauor iwtrinseoo y ilitemario, ostenta una.
diígwlicaicuón paircicuiar y ueiievaaiice: «s «i primer poema que isie eacruoe en Jia
laia ^ (Jiut>a. Le áeOÍK&n aomebos iliaiudatoi^M»: Ir'edro de la» 'i'orries iiJUoutejí; eil
AUórez 'UriistObai Oe la Cova AJLa«luiciaü, re^yklioif die lia villa; Hai^tauomé SaniutMrz,
a!l«auiae onainawao die il>a niásnm; Juan Kiodirig^ez Oiiuentes, i^egidor de Üayanx);
Alfonso Herná>nd«£, y el Ailérez Liorenzü Laiso de la Vega y Cerd«u. A la viiata
cte ítan nutrjoa tloiracii^n d« soiietnsitaiS aicreid*i!ta<sie coimo eficaz ia seRniila senir
brsKiba por BaiUboia y manifiésitiaeie el teoreno liteirano cubano como muy tértói y
oibonaioio ¡paira el oulitivo «le \»is maeíais. Esta exuberancia poétiica d« Ouba em oa-ai
gieoneipaii entonoes en 'lia Aménica empanóla. Recuérdese, como ejeni^loi, €fa» «n
hbSó "a un «odo oertaniiei^, sodemnisiimo a la verdiad, pueeibo que lo cMUoMzaiUkn
con »u presienciu stnete obispos juntos para concilio prováincrái mexicano, ooncu-rm
«roj[i Jtadia iniejws que tresoientos poeta», segoin reliare Hemarck) de Valbueiiia
que fué uno de ilói» laureadoiS'''. No siti alguna rasón escrMa poco diefi(pué&, etn
1610, el dipamatur^ t ^ n á n González de EisilBva: "Hay más poetas que eeitiércol."
El Espejo dé Paciencia ha llegtado a notaotros tratnscrito por eá Obispo Mo-rell
c^ Sfinta Cruz en su inédita Historia de la I»la y Catedral de Cuba. Se hatii
ocupa4o ded imismo José Antonio Eichavairría, en «1 artículo .publicado primera-mante
en su periódico "Bl Fliantel" (Habana I, 1838) y reproducidlo .más tamdie
en la "Iteviistia die Ouba", Vil (Hialhana., 1880) y en la "Revista de la Babildoteca
Naicianal", die la Uaibana, números 3-6 (1910), páigs. L86-161; José MairLa Chacón
y Oalvoi, en au eatudóo 4»oibre lois Orígenes de la poesía cubana, que insertó, en
X91I&, en Cuba Contemporánea, y luego en su» Ensayos de literatura cubaba,
MBidtri4i 1922, y en fodleto tiituiliaido £1 primer poema escrito en Cuba. Documentos
inéditos referentes al Obispo Fr. Juan de las Cabezas, tiimda «ipamte de la
Revista Antillana, la Haibaaia, 1922; ipor último Millares Caiüo ha dedSoado a Sii-veata:
« EaUboa el corirespoindieinite airiiculo en au aprecdadlaiima Bio-bibliografia
de escritores naturales de las Islas Canarias. De esita obra, ¡taun rica en imtene-aaintes
dtotosi, tomo lois die cará<citer biibUográfico que pirecedCnv Todos los trabajos
citaxlois reipaieaienibain loe estudios más completos y seriosi sclbre el' iniciíaidtoir
del Paimaso cubamo. Sin embargo, menecen^ consiginairise otros dos tuitores que
Millares no cato. José A. Pérez Oainrión y Menénidez Pedayoi. El primero died^ca
a BaUboa un pequeño capitulo de su obra Loe canarios en América. En él m«c«-
oan isieñíaílarse la ireproiducción de un corto fragmento del Espejo de Paciencia,
poema que todavía no se ha publlicado íntegramente, y la fecha del fallecimiento
diél poeta (1620), diistdrta die la que súpome Millares: alrededoip de 1649. No
debe, ain embargo, resolvense la dlifeirencia a favor de Pérez (^amrión, sin previo
contiraiate, (parque sus datos, si bien sion muy abundámteis, n» siom, a veces, muy
aeiguros. Menéndlez Píflayo—en todais partes eJ inmenso y múltiple D. Marcelino—
lae oiouipa dic Bailboa y Troya en »u Historia de la poesia hispano-americana
(tomo I, p&g. 216). Aunque sóJo le dedica breves párrafos, deben éstos aer tenadas
muy em cuenltaa por la autoridad dte su autor y por el juStio crítico que oon-bi
«Qen.
1ú
IMi'miainiente, coono queda diiclho eí priiniciíipíio, eH poeta canairáo y su ot>ra han
oonsütiiiiidlo el tema de una ooofieu-enicia. Ha dnauígurado ésáia. un curso organáca-dio
ipor el .Aitesiieio dle Ha Haibana oon el tituüio g«iiie(nail d« Los poetas de ayer vÍ8toi||
por los poetss de hoy, y ha aiiáa pronunciada por el doctor fMipe Fichando de
Maya, ¡poeta e hiistoriador de lais aaitigüedades ouibaniaa. En lia interesante di-tierta
«ión eie esitudia primieraiineinite el ambiente ooloniial de Cuiba en lai época eai
que lae eaca<iíbe el Espejo de Paciencia. Después, el oonferenciamite se fija oon mayor
idetenámiieinto en el as'pecto Iwical dle Puerto Príncipe. Soibire esnte foiiido coío-oa
y examiiiia la figura de Sil'vieisitne ác Balboa y lia de los isoneitii«tiai» laudatorios
de isu obra. Pana esta parte biográfica aprovecha datos nuevoB, de primeira roano,
recogMilos en el airchivo faimúliiíaír de dioña Cupertima die Vaimina y de la Tolere,
iluistoe datnia camagüeyana. La última pante de la disertaiciión lia ded'iioai a
elatuidliair literaria e hiisitóri'camente el Espejo de Paciencia. A juicio diel! Sr. Pi-'
dhiwdo, eate ipoema ha sidio, en general, únjiustainiente maltrataido por la oritica
cubwna. Como ineisiulltadlo dle su examen halla en él valones diígno» dle oan»idieB»-
clién y señala de modio espedlal el initento dell autor, que a veces liogra, dle dar a
»u oibra un sabor genuvnaimeinite cuibano.
Antea de empezaír a hafaüar el Sr. Piohard<o, promuinoió unáis plailalbras para
alhrir el acto el dootor Ohacón y Oalvo, quiiien, como 8« ha viloto laám airiíba, se
ha ooupadlo reiteradamente de Silvestre de Balboa Troya y Quesada.
J. P. V.