B í b l i o g r r a f í d
RODRÍGUEZ MOURE: LOS Adelantados de Canarias.
Prólogo de Dacio DaJrias y Padrón. Real
Sociedad Económica de Amibos del País de Te-
'^ nerife, 1941. 42.
La Económica de Tenerife^ a iniciativa de »u Director señor Tabares de Nava,
ha estampado en tomo aparte,la valiosa obra de Rodríguez Moure sobre los
Adelantados de Canarias, que ha venido apareciendo en nuestras columnas (números
46 a 53). Esta reproducción, además de facilitar ©1 manejo y oonserva-ción'del
estudio del venerable sacerdote lagunero, va avalorada con un extenso
trabajo sobre el mismo temai que, con título de Prólogo, ha escrito el cronista
señor Darías y Padrón. Nuestros lectores conocen ya la obra de MoUre, y por
ello nos creemos eximidos de comentarla: sólo diremos que es un trabajo en que
se alian hábilmente la erudición y el estudio con la peculiar gracia narrativa del
inolvidaible cronista de La Laguna. Claro que, como acertadamente apunta su
erudito prologuista,- sus medios de información fueron limitados en algunos aspectos
y e? natural que al cotejar su trabajo con los datos que ofrecen fuientes
por él desconocidas, resulte unas veces necesario rectificarle y otras conveniente
completarle. Y e'sta es precisamente la labor que, con respeto y cariño para
el desaparecido autor, hace el señor Darías. Podríamos decir, pues, que í»oné ál
día la obra que anídiBa, advirtiendd, empero, que muchos de los datos que ax>or-ta
no í)roc€den de obfas publicadas que no pudo consultar Rodríguez Moure, sino
de personal investigación "suya. -
En un Usipécto de conjunto salva el «ñor Darlas su adhesión al trabajo de
Moure: en el juicio general sobre.la actuación de los Adelantados. Moure se
movía, en fin de cuentas, en el' ambiente romántico, que en la elaboración histórica
no conéebía la narración de lo» hechos sin v tomar partido en ellos; y contrariamente
a la tendencia habitual en los histotiadores isleños, admiradores
ingenuos de la "naci6i\ guanche". y llenos de noble indignación ante la brutalidad
de sus conquistadores, Moure reaccionó en forma, inesperada a favor de los
guerreros españoles, fundadores de la actual sociedad canaria, e hizo de ellos
los verdaderos héroes de su narración, en puro sentido literario. Otra es la posición
del señor Darías; la suya es simplemente la del hombre,de ciencia, inaccesible;
ante los hechos, a sim'patías para unos u otros. Y ciertamente no po-
sio
dríamos reprochársela, pues ©g la única que cabe mantener hoy, persuadidos como
estamos que hay que separar netamente el campo de la ciencia histórica del
de la literatura y también de la propaganda con argumentos históricos, sin discutir
ahora la necesidad.de éstas. Sólo una' observación haremos, y no en cuanto
a la exposición de los, hechos, sino cuanto a los juicios del señor Darias: si
aplicamos a las desleales acciones de Alonso Fernández de Lugo la medida de
los principios eternos e inmutables de-la moral cristiana y del honor, no caibe
duda que hay que condenarlas; pero si las medimos solamente con arreglo a la
conducta, media y habitual de los hombres en tales circunstancias, tendremos
que juzgarlas con menos severidad. En abono do Lugo pueden recordarse aquellos
anónimos versos: ' .
• , , Estas maldades íueron la saña
de todo un tiempo, que no de España. *
Y aún esta afirmacióA nos parece limita<la; ¿con qué derecho atribuiremos
a tales tiempos (llamémosles Renacimiento^ Edad Media, o como s& quiera) infidencias
que son habituales? ¿No sería fariseísmo aplicar a acciones de nuestros
antepasados ün juicio severo que no podemos extender a las propias? Consideraciones
del mismo orden nos sugiere la acusación co/ítra el segundo Adelantado
por su resistencia a admitir la magistratura de los Personeros. Es ocioso
medir esta actitud con un criterio de juridicidad totalmente periclitado; contentémonos
con decir que la función del Perspnero menoscababa o limitaba el
poder del Gobernador y Justicia Mayor y que Pedro de Lugo, muy naturalmen-
311
te, hiíjo lo que puflo para, quitarse aquel estorbo de delante. El inismo rey, que
al fin se lo impuso, habría hecbo lo propio en caso análogo. •
Dejando, pues, ya este terreno de los juicios históricos, en cuanto al examen
de los hechos, la labor documentada del señor Darlas puede bien decirse
que agota la materia al ampliar y rectificar en ciertos casos los aducidos por
Moure. Poco, en efecto, creemos que añadan en lo futuro a este tema los nuevos
hallazgos documentales^ pues ya el señor Darlas conoce, a través de Wolfel,
el proceso sustanciado por Ortiz de Zarate contra el Adelantado, que dicho autor
se propuso publicar íntegro; y si bien no tuvo luego ocasión de hacerlo, ya
en sus traiajos dio a conocer seguramente lo qiw- en él se contenía de mayor
interés histórico. En los libros de Datas, cuyo estudio minucioso tenemos en lento
curso, pocas noticias aparecen útiles para la biografía del Conquistador. Apenas
si nos parece deducir del encabezamiento de muchas de ellas que la autori-
, dad de Lugo en Berbería fué algo más permanente que el simple mando de una
u más expediciones: de 1501 a 1503 Je vemos titularse generalmente "Capitán
general de la Berveria por el Roy e la Reyna nuestros señores", a menudo añadiendo
"desde el cabo de Aguer fasta el cabo de Bogidor^. El mismo título invoca
para arrendar en el último año citado las pesquerías de San Bartolomé en
el cabo Bojadíir, misión bien ajena a las propiamente militares, según un documento
sevillano de lá colección publicada por el señor Marco Dorta en este
mismo número de REVISTA DE HISTORIA.
De.las.'=dos más divulgadas felonías que se ponen a cuenta del primer Ade-
Jí-ntado, la de la captura a traición de Tanaugú, la conocemos sólo por el relato
de Abreu Galindo^ pues los demás autores que la cuentan, de él sacan su noticia;
así no cabe en este punto ^más que aceptar lo que nos dice y tal como lo
dice, o rechazar su testimonio en esto y-en todo lo demás, actitud ésta a la verdad
poco justificable para con el más diligente y avisado de nuestros cronistas.
Lo que no cabe en modo alguno es hacer arreglos e interpretaojones caprichosas,
como en este caso hizo Mioure, siguiendo en sentido opuesto el mal ejemplo
de otros. La traición perpetrada con los guanches de Güímar nos la cuenta
sólo Espinosa; pero en este caso existe además otra noticia que parece confirmarla.
Un curioso viajero alehián, Jerónimo Münzer, recorría España en, 1494,
el misnru) añp de la invasión, de Tenerife. Hallándose .en Valencia en octubre de
aquel año, dice que vio "en una casa gentes de ambos sexos para vender, también
muchachos y niños. Eran de Tenerife, una de las islas Canarias, en el
océano Atlántico. Habiéndose rebelado ésta isla contra el.'rey de España, sometida
por él, vendió las hombres; y había un mercader de Valencia que en una
nave se llevó 87" y añade curiosos detalles sobre au tipo, costumbres y el duro
trato que recibían. ("Itinerarium hispanicum, Hieronymi MonetariiV, publ. por
Pfandl en "Rev. Hispanique", vol. 48, p. 23.) Si estas gentes procedían de Tene-j
á f e , como dice Münzer, como la primera entrada dé Lugo acabó desastrosamente
en mayo de aquel año y la segunda no «é inició .hasta noviembre, parece que
debemos reconocer en ellos a nuestros guanches de Güímar. Sólo que Münier ha-
1>la de hombres, mujeres y niños y del relato de Espinosa no esperaríamos en-
. centrar más que guerreros cautivos. Los detalles que da el viajero no dejan lugar
a dudas sobre la autenticidad de su información, salvo el explicable error
3iá "
de la suí)uesta revuelta de la isla; y cuesta creer que Lugro obtuviese presas de
buena guerra en aquella desgratíiadia campaña, i
La historia de los siguientes adelantados va entrando cada, vez más en''el
tsrreno de la biografía y se aleja del de la historia pública canaria. La curiosa
y probablemente gratuita acusación 'de impiedad que el doctor Funes formula
en 1523 contra el segundo Adelantado, Pedro de Lugo, nos trae la la memoria
una acusación del mismo género,' bastante más grave aunque acaso no mejor
fundada, que hemos visto en el "Catalogue of... manuscripts... of the Inquisition
in the Canary Islands" publicado por Birch. No va dirigida contra el segundo
Adelantado sino contra la esposa de un primo suyo, Elvira Díaz, casada con
l'edro de Lugo Bahamonte, regidor de Tenerife, y madre de lá famosa "üioa-hfmbra",
mujer del licenciado Cristóbal de Valcápcel, teniente del primer. Adelantado.
En 1527 un criado, seguramente analfabeto, acusa a está dama de que
''estava leyendo en un libro en el qual leya muchas veces... y que este testigo
preguntó a Martín Fernández que asy mismo era criado de la dicha Ellvira
Dias... —Decid ¿qué libro es~;este que nuestfa señora dexa de leer en él—el qual
le dlxo—dalo al diablo, que no lo entiendo, que es hebraido", y que oyó decir a
Pedro, que es fraile de la Orden de S. Francisco y es sobrino del Adelantado,
que el dicho libro era Bil^lia"; pero este religioso declara a su vez Vjue no conocía
en aquella casa sino iina Biblia en latín. ¡Se ve que el Fernández no lo distinguía
muy bien del hebreo! El denunciíinte añade empero con más visos de
fundamento que Elvira es "conversa y que ha oidb desLr que es hija'<Je reconciliados"
y por ello trata muy mal a sus criados, especialmente los días de Pascua.,
Seguramente de ahí arranca todo él episodio, que sólo tiene un ihterés pintoresco.
' '
En fin, la obra de Mioure y Darías contien^. inagotable mina de hechos de
muchomayor valor histórico que este que aquí añadimos, tocantes no sólo a la
priflilera sociedad cristiana de Tenerife, sino a la española del siglo XVI y. a los
conquistadores ultramarinos que la engrrandecieronj pues es sabido que el. segundo
y el tercer Adelantado gas'taron sus esfuerzos en Indias, deseosos de emular
las glorias de su padre y abuelo, si bien con muerte más bien escasa.
. . E. SEREA.
' JIMÉNEZ SÁNCHEZ, S: Primeros repartimientos
de tierras y aguas en Gran Canaria. IJas
, Palmas, El Fiel, 1940. 36 p». 42.
"Ediciones en el Piel" inicia con este estudio del culto Comisario de Exca^-
vacíones de Las Palmas, una serie de publicaciones de carácter vario, ton el
común denominador del interés insular. Trata el folleto que ahora reseñamos
de los primeros establecimientos^de la nueva siociedad española en Gran Canaria,
partiendo de lá 'Real Cédula-de 1480 por la quie los ¡Reyes 'Católicos confe-
'rfan a Pedro de Vera la comisión del reparto de Ic^ "exidos, dehesas y hereda-n)
ientos" de la isla no. conquistada aun totalmente. El. A. rfecoge las noticia*
8Í8
que sobre estas repáftos se hallan dispersas en crónicas y documentos isueltoe,
muchos de ellos inéditos, y su inventario parece exhaustivo; en efecto, no existe
al parecer para Gran Canaria la preciosa fuente de información que paraTe-iiearife
constituyen los "libros de Datas", originales y por traslado, <j[ue se custodian
en el archivo del 4nttiguo CabildOj hoy Miunicipio de La Laguna. Así no
hay que esperar en este trabajo muthas noticias de datas pequeñas otorgadas
a gentes sin importancia social, pero que a veces, como en el caso de indígenas,
extranjeros, etc., ofrecen para nosotros'considerable interés. Habida cuenta de
fcsta forzosa limitación, es doblemente útil esta recolección paciente del Sr. Jí-'
ménez Sánchez, aunque no siempre puntualice lo bastante el origen de sus datos.
En cambio nois da noticia interesante y algunas muestras del "Libro de Pro-tpcolos
de Repartimiento de tierras a los Ck>nquistadores de Gran Canaria", conservado
en El Museo Canario, libro que en su estado actual se contrae a petición
nes y datas otorgadas a partir de 1534, con posterioridad, por tanto al primer
establecimiento de colonos en la Isla. ' ' -
Felicitando por su labor al A., sólo nos permitiremos lamentar que, adem&a
de un or\len más riguroso, -no haya dtJtado su trabajo de subdivisiones 'y de índices
de nombres y lugares que facilitarían su manejo. Es esto muy común en
nuestros investigadores y, especialmente en trabajos de la naturaleza del que
nos ocupa,_convendría Stubsanarlo en lo futuro si queremos evitar que por un
siniple defecto de forma desmerezcan de los que nos vienen de fuera.
É. S.
ZUNZÜNEGUI, JOSÉ: U s orígenes de las misiones
en las Islas Cananas. ("Revista Española
de Teología", núm. 2, enero-marso 1941, 361-408).
En, mi trabajo "Los Mallorquines en Canarias", publicado e^ el pasado'número
de esta Revista, aludía ya antes de conocerlos directameijte^ a unas conferencias
dadas en El Mteeo Canario y a este artículo que ahora nos ocupa. Sin
duda con error creía estos estudios ind^pendientementea uno de otro; sus aportaciones
muevas resultah ser las mismas, si bien no me es posible, asegurar si
estas son originales de D. Juan AJonso Vega, el conferenciante de El Museo, o
Oel autor del artículo de l a "IRevista Española de Teología" que ahora vamos a
comentaiT. >
Consta éste, además de su texto propio, de una copiosa colección de 84 documentos
otorgados por la Curia Pontificia entre 1344 y 1417, todos en más o
en menos tocantes a Canarias. Con legítimo interés los estudié en cuanto el número
de la iRévista llefeó a mis manos y este examen «me permitió colocar Ift importancia
d? *ii publicación en destacado lugar.
Los documehtos 1 a IB se refieren al famoso Príncipe de la Fortuna y a su
investidura, pontificia del señorío de las Afortunadas. Todos ellos eran conocidos
más o menos fragmentariamente, o cuando menos por simple referencia.
814
desd^ los Anales Eclesiásticos de Oderico Raynaldo (1). Él A. ha publicado
aquí las partes que otros habían omitido por suponerlas faltas de interés (aunque
á veces realmente lo tengan eri algnin girado) y'ha extractado los documentos
antes solamente citados.' De todos modos acaso sean totalmente nuevos los
núms. 12, 13 y 14, que no tengo anotados, si bien no dispongo aquí del Raynaldo,
y nada substancial añaden a lo conocida. Por ellos, en enero de 1345^ Clemente
IV concede diversos privilegias espirituales a Luis de España y a sus
compañeros de empresa, entre los que nombra a Luis, hijo del conquistador en
ciernes, persona que no conocíamos. También da precisiones no publicadas el doc.
11, recomendando la expedición al gobierno de Genova, al qué pide permita al
Príncipe la extracción de tres mil ¿origas, dos mil escudos, mil cajas de saetas
y mil ballestas. Son nuevos detalles dé los preparativos que ya sabíamos reali-tiiba
por aquellos días el Príncipe de la Fortuna (2).
El doc. 17 del A. es el conocido de Urbano V que en 1369 recomienda una
empresa evangelizadora concebida por unos ciudadanos de Barcelona. Al completar
el texto de Raynaldo, nos da detalles de interés. Otro grupo son los docs.
)8 a 21 referentes a la empresa de Juari Bethencourt y a su obispo Fr. Alonso
de áarrameda. El último ya fué citado por Viera, el núm. 20 fué publicado por
el mismo historiador canario y los otros dos, en 1931, por Wolfel. Al parecer el
Sr. Zunzunegui ignora estas publicaciones nada raras (3) y hfi redescubierto
* los documentos.
El resto parecen textos inéditos, pueS aunque algunos creo los tenía registrados
el,malogrado P. Martí de Barcelona, O. M. Cap. (a quien-'citaba en la
nota 35 de mi artículo antes mencionado), no llegaron a ver la luz. Del 22 al 30
he refieren ál establecimiento y trabajos de los franciscanos en las Islas (4) hecho
conocido sobre el que dan precisiones interesantes. Del 31 al 34 y último tocan
al episcopado rubicense de Fray Mendo, y, al contrario de los anteriores,
hada añaden de interés (5).
Iittencionalmente he omitido referirme hasta ahora al doc^ 16, la Bula inédita
de Clemente VI, de 15 de mayo de 1351, que cité ya gracias a noticia particular
de las conferencias del Sr. Alonso en Las Palmas; para mi ei-a el documento
más interesante. En ella el Sumo Pontífice concede a los misnios armadores
y compañeros de la expedición que capitaneó en 1352 Arnau Roger, un privilegio
espiritual, indulgencia plenarid in artículo mortis. EstoS armadores, Juan
Doria (o De Auria) y Jaime Sagarra, son los mismos,' como digo, de 1352; pero
(!)• El núny 15 no sólo ha sido publicado varias veces apud Raynaldo, sino
también írttegrümente y hasta en facsímil (v. Fonseca, Anais das Bibliothe^
cas, II, Lisboa, 1916, p. 47).
(2) Daumet, Louis de la Cerda ou d'Espagne, BuU. Hispanique, XV, 1913,
p. 22.
(3) Viera, IV, 21 y Apéndice VI; WBlfel, Quiénes fueron los primeros conquistadores...,
Investigación'y Progreso, V, 1931, p. 184.
(4) Acaso el 26 sea. el citado por Wolfel, loe. cit., p. 132, nota 24.
(5) Del documento 31 está equivocada la fecha, que no debe reducirse a
1414 sino a 1417, con lo que no existe la aparente contradicción oon el comienzo
del pontificado de Fray Mendo. También hay un pequeño erroí de cómputo en
la fecha dada al doc. núm. 17.
815
el documento se refiere además a los canarios cristianizados^ que conocíamos
por otro lado, por la Bula de promoción de Fr. Bernardo al episcopado de Ca^
narias (6): "quasdam personas de insuUs antedictis dudum regeneratas fonte
baptismatis et sumptibus vestris de captivitate redemptas, ac in eadem fide ins-
Iructas et cathalanorum ydiomate informatas". Con ello esta Bula de 15 de ma^
yo establece la conexión expresa que faltaba entre los dos documentos ya cono- "
cides y demuestra la identidad, que ya supuse, entre la empresa concebida por
el carmelita Fr. Bernardo y la'de Arnau Boger.
En suma pues, si bien la colección documental del P. Zunzunegui está lejos
de ser totalmente inédita, tiene el doble mérito e interés de aportar un grupo
de documentos nuevos ( 12-14 ?; 16; 22-34), de importancia variable per»
.siempre apreciable; y de completar los muchos documentos extractados o sólo
citados por Oderico Raynaldo, 'que desde fentonces venían siendo indef inidamen-w
utilizados de la misma forma incompleta y deficiente por cuantos los hemos
aducido (salvo los inveétigadores portugrueses), sin que la frecuente presencia
en Roma de eclesiásticos de estas diócesis, comenzando por el mismo Viera y
Clavijo, los hubiese todavía sacado de este estado (7).
Hay que agradecer puos al A. la publicación de esta colección diplomátfca;
no podría en cambio formular un juicio tan favorable cuanto al texto del artículo
que la acompafla. Revela por.lo menos una gran precipitación y a veces un
desconocimiento- poco recomendable de los trabajos que le har\ precedido sobre
el mismo tema^ desconocimiento que impide al A. valorar deblda-mente los mismos
documentos que aporta. Si bien en las últimas páginas de su artículo, dedicadas
principalmente a las misiones franciscanas, el A. coordina discretamente
,su importante material inédito con los datos dados a conocer por otros (Viera,
Fernández de Navarréte, Eubel, Wólfel; y no el que esto escribe, aunque el
A. lo cita aquí a •destiempo)', hay que atribuir a aquella precipitación los errores
de bulto y las graves omisiones que salpican el resto del trabajo.
Error y omisión es repetir que no hay más noticias del obispo Fr. BeíTiar-do
que las que el A. cita (págs. 864 y ,S71) y desconocer el viaje de 1352 con él
relacionado; otros olvidos son el del viaje de Domingo Gual, la recomendación
c'e unos religiosos por Pedro el Ceremonioso al Papa, en 1386, el de las noticias -
de Petrarca sobi^e la coronación del Príncipe de la Fortnna, etc.^ datos todos
ellos, de largo tiempo publicados.errores grav%s decir que Dfiz Valers fué capí»
tan de "una pequeña tripulación bayoncea", en lugar de "dos coques 'boyanes-ques",
tipo especial de naVes a la sazón de uso corriente «n el Mediterráneo y
que sólo por su remoto origen se relaciona con la ciudad de Bayona (p. 365); la
.«upuesta llegada a Lanzarote de un capitán Lnii de España (¿ el hijo del Príncipe?,
p. 370) por nadie citada hasta ahora, ni siquiera poT- el mixtificador Os«u-na
Saviñón; el martirio de religiosos en 1860, que carece de fundamento serio
(p. 371), etc.
Estudiar la tradicién histórica canaria anterior al "Canarien", a través de
(6) De 7 noviembre, 1351. Vide mi articulo cit. "Los Mallorquines en Canarias",
ps. 201-203.
(7) Precisamente en la nota 22 de mi ya cit. artículo, me lamentaba de
ello con referencia a la Bula de Urbano V.
i
816 , .
Zurita y.Maa-iaria es de una gran indigencia, más curiosa en un A. que cita y
maneja .una vasta bibliograifía, por desgracia escasamente oportuna. En fin^
por falta de cuidado en el estilo, aparecen frases que TSyan en pintoirescas como
cuando nos habla de "la gran confusión' que reina entre loa»-historiadores de
las Islas Canarias al hablar de su conquista", confusión que difícilmente será
• remediada por el trabajo que nos ocupa; q cuando se nos descubre ^ libro de
Fierre Bergeron, respecto de cuyo "Canarien" el A. nos promete que "el decurso
/ de su trabajo irá enseñando su veracidad o su falsedad en cada punto" (p. 375,
nota). Desgraciadamente tan ambicioso* propósito no pasa de tal; no sólo no
avanza en esta delicada labor crítica, por fortuna muy adelantada por otros que
es inútU citar aquí, sino que recae en los yerros hace mucho tiempo enmenda-
<los por la investigación: la fecha 1425 para el fallfeelmiento de Bethentourt, su
petición de Obispo al rey de Castilla en 1406, su viaje a Boma con el nombramiento
de AJiberto de las Casas como obispo de Rubicón por Inocencio VII, etc.
Efl A. apenas ha conocido más que la edición de Bergeron^ y el hallazgo de los
do« manuscritos y su publicación, hace medio, siglo, nada más, redujo el interés
de aquella edición a la de simple curiosidad bibliográfica.
í ln fin, dejando de lado frases poco meditadas, los positivos valores del trabajo
y documentos que le siguen, compensan de sobra sus lunares y hacen a su
autor acreedor al aincero agradecimiento de todos. En realidad lo que nos ha
mortificado ha sido ver que una vez más la paciente labor de prestigiosos investigadores
que con devoción han construido un edificio histórico aólido, se ve
olvidada por quien al parecer cree pisar terreno virgen allí donde han sido gastadas
ya muchaa y largas vigiliasL ^ .
E. SEBBA.
' ALVAREZ DELGADO, Juan. Puesto de Canarias
en la investigación lingüistica, La Laguna,
Instituto de Estudios Canafios, 1941, 56 pág. en 4ü.
•^ El discurso leído por su autor en la sesión pública de que damos cuenta en
ctro lugar, ha sido impreso inmediatamente, como convenía, pues» se trata de un
trabajo denso y minucioso que er* imposible apreciar por simple audición. Por
su contenido constituye un verdadero libro cuyo debido comentario exigiría de
laplunoia de un especialista una extensión mayor que él trabajo comentado, tanta
es la i(^tidad de materiales y la vastitud, de los temas que toca.
Ocúpase primero de laií fueíites para el conocimiento de las hablas aborígenes;
y como «icertadamefite hace observar que es muy importante el idioma dpi
autor que ha conservado los materiales, clasifica dichas fuentes según los idio-
• mas de estos autores, sobre la identificación de los cuales aporta datos y sugestiones
nuevos. Interesante es el apfrecio que'liace de los materiales aportados por
ei poeta Antonio de Viana, generalmente desestimados. Al tratar de las fulen-tes
de otros idiomas, añade un inventario de voces de' dialecto canario actual
que juzga procedentes de cada lengua en cuestión. Al recapitular los caminos
,, p^T donde pudieron llegar a Canarias elementos del idioma res'peotivo, toca con
frecixencia aspectos históricos que alguna vez acaso exijan rectificación; así
no creemos en influencia portuguesa anterior a la conquista norníanda; consideramos
aventurado relacionar el reino de Ñapóles con el viaje d« Lanzarotto;
• la fecha 1417 para la segunda redacción del Canarien es sólo un terminus post
quem; en fin/si Münzer no «stuvo nunca en Canarias, conservamos por lo menos
dos relaciones de viajeros ingleses, Nicols y Scory.
Pero la parte principal del trabajo que .nos ocupa es la titulada "El español'
en Canarias ayer y'hoy", estudio detenido de todos los elementos fonéticos y sus
fenójnenas y algo también del léxico peculiar isleño, vasto campo en el que no '
podemos entrar. Con un último apartado trata de'caracterizaír con los escasos
elementos disponibles, las hablas indígenas canarias, que, por cierto, acostumbra
a.llamar guanches en general, pues el autor no se decide a aceptar la limitación
de este término a los indígenas de' Tenerife. Nos parecen niuy interesantes s'ug
t'os conclusiones aparentemente opuestas: las halílas én cuestión eran profuií-ds.
mente diversas; pero al mismo tiempo tenían importantes elementos comunes,
para lo cual propone la explicación de una diversidad de razas e idiomas .
mezclados en diferente proporción en cada isla. Y, todavía, no nos es posible sacar
otros temas de amplio alcaide con que se cierra este trabajo, que en realidad
es fiólo un anticipo densamente compendiado de vastos eatodios en gestación.
No necesitamos ponderarisu enorme interés, ni la impaciencia con que es-peramAS
los desarrollos que anuncia. Está ya fuera de duda que los trabajos de -
•AhríÍKi marcarán época decisiva en el estudio de nuestras hablas insulares an- ''
t'gnne y mftdemas, al cual aporta junto a una rigurosa técnica científica, an
k ctnocimiento del fenómeno vivo imposible de alcanzar por los más ilustres sá-
, bios extranjeroík v -
^ E. S. •
' . / • ' / - * • ••
\ ' ALONSO, MARTA .ROSA. En Tenerife, una
poetisa. /l'^IctorJa Bridoux y Mazzini. 1835-1862.
Santa Cnie de Tenerife "La Prensa" 1940, 89.
. " - ' ' • \ ' ' ' '''- . " •
Oportunamente se dlótuenta de la publicación de este Itbrito junto con los
denlAs aparecidos conjuntamente en la/Bibllotecá -Canaria. Pero así como estos
' soti reimpresiones de trabajos publicados coií anterioridad, el libro de la seño- • •
rita Alonso es obra nueva que exige una atención particular. Es una delicada
CTinlatura.^merecedora de otro tipo de edición que el que ha alcanzado; pero, en
f n, aun así debemos feHciifcftmos de tenerla como «s. No es solo un trabajo de
crítica literaria rfno una bella obra literaria en sí misma, en la oue Victorina,
laipoetisa, Jn^ga el papd de heroína. Nos interesa además la hábil recoñstruc-c'ón
de ambiente que nos hace revivir el Santa Cruz de mitad del pasado siglo. '
(;on tfa xxmíMieneia, s a |>equeiflo mundillo literario y sus trágicas epid«mÍM,
na