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ISTxiestros -viejos C r i s t os
lEl Señor de Tacoronte
Como el Señor de La Laguna, el de Tacoronte está rodeado de
piadosas leyendas y hermosas tradiciones. Núñez de la Peña afirma
que en la capilla del Palacio Real existe un Cristo igual al que se venera
en el convento de Tacoronte; pero sin afirmar que sea una réplica
de aquél o si difiere en el conjunto, y sin añadir tampoco ningún otro
dato que pueda servirnos de guía, si bien es de presumir sea una copia
de aquel. Tampoco se le ha dedicado una obra consignando
sus milagros, como lo hizo Quirós con el de La Laguna y Espinosa
con la Virgen de Candelaria, donde pudiera estudiarse la historia del
convento, sus vicisitudes y demás datos siempre interesantes para la
historia.
Del examen de la escultura se deduce que el Cristo de Tacoronte
pertenece, sin duda alguna, a la segunda mitad del siglo XVII o
principio del XVIII, creyendo que por esta afirmación no se amengua
en nada ia virtud üe la imagen, ya que es creencia muy arraigada que
la mayor antigüedad de una imagen les presta mayor veneración.
El arte sufrió en la segunda mitad del siglo XVII una notable innovación
en los tipos religiosos délas imágenes, introduciéndose nuevos
y desconocidos hasta aquella época, caracterizándose por dos tendencias
bien determinadas: el efectismo y él simbolismo. La primera
representaba el arrebato y el éxtasis, las efusiones del sentimentalismo
y las torturas físicas de los mártires y de! Señor; Jesucristo y la
Virgen aparecen esculpidos o pintados con los ojos dolorosamente levantados
hacia el cielo expresando su dolor resignado, cruento. El
mejor representante de esa inmovación lo tenemos en el Señor de las
Tribulaciones que se venera en la iglesia de San Francisco de nuestra
Capital.
De la tendencia simbólica, se deriva el Cristo que estudiamos, que
rompe con la clásica tradición. Durante un milenario y aún más, al
Hombre-Dios se le representó clavado en la cruz agonizando; al Cristo
de Tacoronte «e le ha dado otra significación. Jesús aparece de
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pié, abrazado a la cruz, mirando al cielo, y a sus plantas una calavera
y el dragón o serpiente, que lleva una manzana en la boca.
A nuestro entender, la interpretación de ese símbolo es la de Cristo
tfiunlante de la muerte y recuerdos del pasado, representados por
la calavera y la serpiente, después de morir en la Cruz por la salvación
de ios hombres redimiendo asi a toda la humanidad. Sublima
concepción, inmortalizada por el artista en el Cristo de Tacoronte
que no estaría al alcance de todos los fieles, pero que fué una innovación
del agrado de la época.
La denominación de Cristo de los Dolores, parece que también
conviene con lo que hemos expuesto, pero no en el sentido vulgar
que se le asigna a esta palabra, debiendo traducirse como la del vencedor
del Dolor, del dolor de morir eternamente, sin otra vida ultra-terrena
de consuelo y de bienes espirituales, borrando ademán del cristiano
el pecado original que los libros sagrados predicen sería redimido
de la humanidad por el Hombre Dios, aplastando para siem{|p la'
serpiente.
Por lo que respecta a la escuela, decididamente afirmamos que
pertenece a la sevillana o murciana, inclinándome sea de la primera,
ya que la sevillana es la que más acentúa la nota de realismo en el siglo
XVII.
En general, la escultura española toma un carácter tal de realismo,
y de verdad, que hace que el pueblo no las mire como obras de arte,
sino como seres reales e individuales, llegando casi hasta al olvido de
la personalidad religiosa representada en la imagen para no ser sino la
imagen misn^a, procurando, por todos los medios posibles, que así
fuera y acudiendo ios artistas a todos ios recursos para conseguirlo y
complacer al pueblo.
Y esto fué así porque nuestro temperamento ha sido siempre un
eterno enamorado de la realidad, pero de la realidad tangible más que
de la espiritual, porque ha querido ser siempre la naturaleza en sus formas
verdaderas y ha deseado apropiárselas para realizar sus obras artísticas
que se han dirigido principalmenre a darnos la sensación más
completa de la verdad, y en la interpretación de ese realismo o, si se
quiere, materialismo, mezclado con un esplritualismo rayado en fanatismo,
la escuela sevillana alcanza su mayor importancia y despliega
su mayor perfección en sus tipos y caracteres sin rival en toda la Península.
Y en efecto: El escultor sabía que sus imágenes eran para el pueblo
que no entendía» ni quería entender» de reflnamientos; lo necesa*
18 REVISTA DE HISTORIA
rio, lo indispensable, era el impresionar enérgicamente los sentido?,
ofreciendo todos los rasgos peculiares a un ser humano, que sus ojos,
sus cabellos, su rostro no fueran una expresión escultórica de la realidad,
sino imitación servil de ésta, como se observa en el Cristo de
Tacoronte que dá una sensación plena de lo real, vibrante y sólida.
¡Magnífico estudio y hermosa apoteosis de la carne macerada y sangrante!
Y el pueblo a la vista de una escultura semejante, crea sus leyen
das y consejas, impresionado y conmovido, diciéndose que apenas el
Cristo hubo recibido la última cinceladura, la imagen interrogó al artista,
diciéndole: *¿Dónde me viste, que tan bien me has retratado?»
a cuya voz el escultor cayó muerto en el taller, tradición que demuestra
el agrado de las muchedumbres a la realidad por muy fuerte que
sea, excluyendo el idealismo de los imagineros góticos y románico?.
Desde el punto de vista anatómico, el Cristo de Tacoronte no es
"una c^ra completamente perfecta; asi el rostro es maravilloso por su
acabada ejecución, pero las piernas, los brazos y la espalda parece
que están modelados por otra mano, caso muy frecuente en los talleres
de la época donde el maestro encargaba a sus discípulos la terminación
de la obra, después de ejecutar lo principal; y a tanto llegó esa
costumbre que un poco más tarde, en el siglo XVIIl, se suprimió por
completo el cuerpo en las imágenes llamadas de vestir, esculpiéndose
tan sólo las partes visibles, cabeza, pies y manos.
Si comparamos el Cristo de Tacoronte con el de La Laguna,se nota
al momento la diferencia de escuela; ausencia del elemento clásico
elaborado en Italia, en el de Tacoronte, y preponderante en el de La
Laguna, y en éste la falta del realismo de la escuela española; el uno
habla al pueblo recordándole sus dolores físicos, el otro es el Cristo
del Góigota perdonando como un iluminado todos sus extravíos.
B. BONNET.
Ldo. eu Filosofía y Letras.
(Set'i'ión de Historia).
Nota: En el antiguo solar de la Ermita de San Sebastián, íué fundado el con*
vento agustino de Tacoronte, cuya iglesia edificaron, en gran parte, los Regidores y
Capitanes don Diego Pereira de Castro y su sobrino don Diego Pereira de Castro
Ayala, cuyo patronato obtuvieron mediante escritura pública otorgada el 1.° de Febrero
de 1662 y en ella colocaron por entonces el Santo Cristo de loa Dolores y Agonía,
milagrosa Imagen a que se refiere nuestro culto colaborador, e imitación de la
que se venera en la capilla de los Terceros de la Iglesia de San Francisco el Grande,
de la Villa y Corte. Todavía campean en el frontón de la puerta mayor de la expre*
Bada iglesia oooventaal, las armas délos piadosos fundadores.