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LOS NUCLEOS HISTORICOS: HISTORIA y FUNCION TERRITORIAL
DE LA CIUDAD EN CANARIAS
Juan Sebastián López García
Algunas cuestiones de partida
«Nosotros hemos tenido ocasión de lamentar la destrucción de nuestras
ciudades; luego, de lamentar la forma como se las ha reconstruido ... » '.
Aunque esta afirmación-sentencia de Alexander Mitscherlich es mucho
más amplia y compleja, aún expuesta de forma simplificada, pone en evidencia
la delicada situación por la que ha pasado y pasa la ciudad histórica.
Hasta hace algunos años, la ciudad no había sido objeto de preferente
investigación en las distintas áreas de conocimiento que le son concurrentes,
aunque en la Universidad española gozaba de predicamento en los estudios
geográficos, con sus enfoques particulares orientados más bien a los
aspectos humanos. En este campo las aportaciones fueron realmente notables,
con la proliferación de estudios altamente especializados en temas
urbanos. Estas líneas de investigación se completaron más tarde con las
propias de la historia del arte, urbanismo, proyectación arquitectónica, etc.,
l. MITSCHERLICH, 1969, p. ¡l.
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localizadas en la facultades de Geografía e Historia y escuelas superiores
de Arquitectura.
Tal como afirma García Barba, «la situación urbanística en Canarias
no es nada halagüeña y mantiene un deterioro progresivo en los últimos
veinte años. Sin embargo, empiezan a aparecer síntomas que indican una
reconducción del proceso debido fundamentalmente al aumento del nivel
de conciencia sobre los procesos de transformación del territorio en la población
local» 2. Este mismo diagnóstico se presenta dentro del ámbito específico
de la conservación y recuperación de las ciudades heredadas,
como parte indisoluble del sistema urbano de las islas, aunque en las mismas
se ofrezca la peculiar trayectoria que le es propia. Todavía, ante la
carencia de unos planes de ordenación territorial de las comarcas históricas
y la falta de un planeamiento especial para los conjuntos históricos, se navega,
en la mayoría de los casos, entre voluntarismo político de turno y la
improvisación.
Es propósito de este artículo explicar las razones históricas y culturales
propias de los centros canarios, así como entrar en la valoración de su
papel en el territorio y proponer algunas ideas conducentes a su rehabilitación
en el sistema urbano de las islas.
La conceptualización de los centros históricos
Durante el siglo XX los mayores cambios en el sistema urbano canario
se han operado en la última treintena de años. En este corto período de
tiempo se asiste a un rápido proceso de modificación y ruptura con la estructura
urbana tradicional de las islas. La incidencia del fenómeno turístico,
unido al desarrollismo de los sesenta, produjo una nueva situación que
afectó, como parte esencial de la ciudad heredada, a los núcleos históricos,
que en la mayoría de los casos eran centros agrícolas con algunas otras
funciones de alcance estrictamente local o comarcal. La afectación fue diferente
según los casos, dado que para unos pocos supuso un aumento de
2. GARCIA BARBA, 1989, p. 18. Las distintas problemáticas que inciden en las ciudades
históricas de Canarias, fueron tratadas en el Congreso de Cultura de Canarias, en varias
ponencias: BESCOS OLAIZOLA (inédito 1986), GALANTE GOMEZ (inédito 1986),
MARTTN RODRIGUEZ (inédito 1986) y NAVARRO SEGURO (inédito 1986).
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población, mientras que en otros provocó notables estancamientos - cuando
no fuertes retrocesos- demográficos 3.
La valoración cultural de los núcleos urbanos y rurales isleños de carácter
histórico es una cuestión todavía pendiente en Canarias, ya que no se
ha logrado vertebrar una teoría y una práctica adecuada para los mismos 4 .
En el fondo de la cuestion late la persistencia de una política anterior, desarrollada
por y desde la admistración central, que desgraciadamente ha continuado
por la autonómica.
Actualmente, según las teorías que se han ido desarrollando en las
últimas décadas, no se concibe tanto a los núcleos históricos con una vocación
de pasado, sino de presente y de futuro (se habla con frecuencia de «el
futuro del pasado»), sentido hacia el que se han orientado los estudios de la
última década, encaminados preferentemente a una recuperación integral
de las viejas urbes. Por eso, la simple valoración del pasado como tal no
parece hoy que sea suficiente. En esta línea Alvarez Mora y Roch afirmarían:
«Diremos, sin más preámbulos, que la ciudad histórica no la entendemos
como la ciudad del pasado, sino como una parte diferenciada de la
ciudad actual, desde luego la más antigua, pero no sólo eso» 5.
De la aceptación de las ciudades antiguas como poseedoras de valores
históricos y culturales, ha derivado su conceptualización como «espacio
culto» preferencial. En este sentido, a la misma concentración monumental,
entendida ésta como arquitectónica y urbanística, hay que unir la de los
bienes muebles, museos y todas las manifestaciones festivas religiosas, lúdicas,
culturales, etc., que tienen como escenario cualquiera de los ámbitos
de la ciudad. La presencia de los espacios especializados para la cultura se
debe entender, pues, que es uno de los aspectos específicos y propios de las
ciudades históricas, que se convierten en un lugar de. encuentro y cohesión
de la entidad territorial.
3. Para las teorías que dominaban en el urbanismo de las ciudades históricas, Vid, LOPEZ
GARCIA, inédito 1990 b.
4. Para una clasificación de los núcleos rurales, Vid. LOPEZ GARCIA, 1991 b.
5. ALVAREZ MORA y ROCH, 1980, p. 15.
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Política, planeamiento y estudios específicos de protección
En realidad, en Canarias, el desconocimiento, falta de estudios específicos,
carencia de planeamiento adecuado y unas normativas claras para
estos núcleos de población (urbanos y rurales) han sido y son motivos constantes
de confusiones en la opinión pública, además de constituir la vía
abierta para los mayores atropellos 6. En este punto del debate se suscitan
al mismo tiempo interesantes reflexiones, pero también, por sus contradicciones,
las más estériles polémicas, que no hacen - en último extremosino
perjudicar y enturbiar más la precaria situación de nuestros centros
históricos.
Por tanto se hace necesario, aunque no se oculta la dificultad de la
tarea, una aproximación a los límites conceptuales del término «valor histórico
», en su contenido global. Esta misión corresponde en primera instancia
a las áreas disciplinares de mayor incidencia en los objetivos directos,
que por su carácter interdisciplinar, debe integrar aportaciones de todas las
áreas concurrentes, en especial la historia del arte, la arqueología, la arquitectura,
el urbanismo, la geografía, la sociología, la historia, etc.
La situación en las islas, con sus carencias, han sido el caldo de cultivo
para intervenciones arbitrarias que, a lo largo de los últimos treinta años,
han degradado las ciudades canarias. Estos extremos, lamentablemente, no
han sido exclusivos de nuestra región, sino genéricos de toda la nación, tal
como ha indicado Yago Bonet Correa: «La desintegración de los centros
históricos y de las periferias, fue un hecho que se consumó a través de una
sustitución tipológica, masiva y barbara, sin precedentes en un país civilizado
que destruyó un gran patrimonio arquitectónico.» 7.
Como es lógico suponer, el panorama tampoco fue homogéneo en todo
el territorio nacional, a pesar de existir una cobertura legal común, que se
aplica con diferentes resultados según las distintas políticas de las corres-
6. A pesar de la redacción de algunos PERIs y PEPRls de diferentes barrios y ciudades
históricas, otros proyectos de este tipo se encuentran deliberadamente aparcados en la
administración autonómica. Entre los planes especiales redactados, que afectan a conjuntos
históricos destacan los de Arucas, Puerto de la Cruz, Santa Cruz de la Palma,
Santa Cruz de Tenerife, Telde y Vegueta-Triana (Las Palmas de Gran Canaria). Véase
AA.vv., 1983. ALVAREZ, 1989, pp. 92-94. BOTE DELGADO, GARCIA MACIA Y
RAMlREZ GUEDES, 1989, pp. 117-121. CACERES MORALES, 1989, pp. 45-51. CASARIEGO,
1987. GARCIA BARBA, 1989, pp. 17-18.
7. BONET CORREA, 1989, p.55. Véase también CHUECA GOITlA, 1977.
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pondientes comunidades autónomas. En lo que respecta a Canarias, para el
estudio de la gestión y evolución reciente de sus centros históricos se han
propuesto tres etapas que marcan el proceso evolutivo en la valoración reciente
de los núcleos de las islas 8. Según quedó establecido en trabajos
anteriores, la primera etapa (hasta 1973), se caracterizó por una falta de
interés por los núcleos antiguos de Canarias, que iba parejo a una dejación
bastante generalizada de la ciudad. Es el momento del desarrollismo que
tenía como punto de mayor atracción las urbanizaciones turí sticas y en Canarias
produjo los cambios más profundos en la creación de nuevos asentamientos
y cambios demográficos del siglo xx. El archipiélago, en ese momento,
quedaba al margen del debate sobre la ciudad histórica. Esta situación
cambia en el horizonte de los años setenta, momento en el que se
inician los primeros estudios sistemáticos que tienen sus principales centros
de investigación en los departamentos de historia del arte y geografía
de la Universidad de La Laguna y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura
de Las Palmas.
La primera declaración monumental para un conjunto histórico de las
islas se produce en 1973, acontecimiento que se considera el inicio de la
segunda etapa, la cual se da por terminada en 1982 con la transferencia de
las competencias en materia cultural a la Comunidad Autónoma. En ese
periodo de tiempo, casi una década, se produce el mayor número de declaraciones
a favor de los centros urbanos históricos de Canarias. En estos
años se declaran: Barrio de Vegueta-Las Palmas (1973), Santa Cruz de La
Palma (1975), La Orotava (1976), Betancuria (1978), Teror, Arucas (1979),
Tacoronte, Teguise (1980), Gáldar, Telde (1981), y Santa María de Guía de
Gran Canaria (1982). Una lectura de estos datos, a pesar de su aparente
homogeneidad, pone en evidencia varios aspectos. En primer lugar, un reparto
atípico en el territorio. De los once conjuntos histórico-artísticos canarios,
ocho pertenecen a la provincia de Las Palmas (donde en apenas
cuatro años se declaran siete conjuntos) y sólo tres a la de Santa Cruz de
Tenerife. Esto entraba en contradicción con el mayor número de núcleos
urbanos existentes en las Canarias Occidentales, donde al mismo tiempo
había ausencias calificables de injustificadas (San Cristóbal de la Laguna,
Icod de Los Vinos, Garachico, San Juan de la Rambla, etc.). En realidad no
había oscuras y ocultas razones que explicaran estas anomalías, sino fueron
8. Vid. LO PEZ GARCIA, 1989.
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desde el principio bastante claras: el rechazo taxativo de algunas poblaciones
tinerfeñas a ser legalmente protegidas.
La tercera etapa (1982--), tiene su inicio con la asunción de las
competencias por parte de la Comunidad Autónoma de Canarias, en materia
de patrimonio histórico-artístico, monumental y arqueológico (Ley Orgánica
10/82 de 10 de agosto). Este es el que se puede denominar período
de las incoaciones que, lógicamente, afectó en mayor medida a la isla de
Tenerife (Puerto de la Cruz, Güimar, Buenavista, Los Silos, Guía de Isora,
Candelaria, Villa de Arico, El Tanque, etc.). También fueron favorecidos
Agaete y Agüimes (Gran Canaria). Las únicas declaraciones de conjuntos
históricos efectuadas hasta el momento por el Gobierno de Canarias son
San Cristóbal de La Laguna y Tegueste (1986). De gran interés es la incorporación
de los núcleos o conjuntos de carácter rural, poseedores de una
interesante arquitectura popular, entre los expedientes incoados se encontraban
los caseríos de Barranco Hondo de Abajo (Gáldar), Icor (Arico),
Masca (Buenavista del Norte), Taucho (Adeje) y Temisas (Agüimes). Esta
tercera etapa, aún vigente, se podría dar por concluída (aunque todavía falta
perspectiva histórica para su estudio) con el nuevo traspaso de los asuntos
de patrimonio histórico a los respectivos cabildos insulares.
La ciudad canaria como resultado histórico
La frase «Volver a la Historia» 9 es indicativa de una de las orientaciones
que actualmente goza de mayor prestigio en el ámbito disciplinar de la
arquitectura, y por ende también del urbanismo: la ciudad como resultado
histórico. De esta referencia de la ciudad como «valor histórico» se está
derivando a una concepción más global, considerándola un «valor cultural
». Esta última categoría ofrece una mayor dimensión a la ciudad, al integrar
un número superior de elementos de reflexión y valoración.
Los centros históricos de Canarias son el resultado de la evolución
urbana y una práctica arquitectónica de quinientos años, desarrolladas con
unas características peculiares dentro del complejo mundo hispánico. En
los modelos de asentamientos de las islas, según Cáceres Morales, predominaron
las ciudades agrícolas y estratégicas, con una menor presencia de
9. ALOMAR, 1980, p.ll.
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las de tipo ribereño 10 . Sin embargo, y a pesar de esa consideración genérica,
se debe contemplar también, y para algunos ejemplos particulares y
altamente significativos, la huella prehispánica, aspecto que no se ha tenido
demasiado en consideración a la hora de valorar los centros históricos de
las islas. Esta reutilización de emplazamientos, que tiene como consecuencia
en sus casos más significativos un modelo urbano de superposición,
presentará diferente peso cualitativo -y por tanto distinta incidencia- según
el horizonte cultural de cada isla y su forma de incorporación a la
corona de Castilla. En este sentido, parece ser la isla de Gran Canaria donde
de una manera más clara se puede apreciar continuidades entre ese pasado
prehispánico y la integración al mundo occidental y cristiano 11.
En una anterior trabajo, que estudió el sistema urbano generado en
Canarias después de la Conquista, se establecía un esquema general de la
red urbana canaria de los siglos XV y XVI. El mismo proceso de repoblación
del archipiélago, con sus diferencias cronológicas y administrativas,
se encargó de diferenciar en el transcurso del Cuatrocientos entre las islas
de señorío y las de realengo 12.
Como es sobradamente conocido, los asentamientos más antiguos de
Canarias se produjeron en torno al ciclo «bethencourtiano». De este momento
destaca El Rubicón, emplazado al sur de Lanzarote. Esta «urbe utópica
», que nunca prosperó, fue declarada «ciudad» por la bula pontificia
que elevaba su humilde capilla al rango de catedral y sede episcopal de las
Islas Afortunadas. Más efectiva fue la fundación de Santa María de Betancuria,
capital durante cuatro siglos de la isla de Fuerteventura.
En el período transcurrido desde la llegada de Jean de Bethencourt (ca.
1402) hasta el inicio de la conquista por la corona de Castilla (1478), se
constituyen las «villas de señorío», capitales respectivas que concentran
todo el aparato administrativo de sus islas. Además de Betancuria, también
hay que considerar San Miguel de Teguise (Lanzarote) J3, Santa María de
Valverde (El Hierro) 14 y San Sebastián (La Gomera) 15, todas con empla-
10. CACERES MORALES, 1977, volumen n, pp. 243-244.
11. MARTIN DE GUZMAN, 1984, pp. 189-190. GONZALEZ ANTON y TEJERA GAS-PAR,
1981 , pp. 183-189.
12. LOPEZ GARCIA, 1988.
13. LOPEZ GARCIA, en prensa 1991.
14. LO PEZ GARCIA, 1991 b.
15. Algunos aspectos de San Sebastián de la Gomera en LOPEZ GARCIA, inédito 1990 b.
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zamiento interior, a excepción de la capital gomera que, por otras circustancias
históricas, se localizó con posición costera.
El sistema de asentamientos predominante en las islas de señorío a lo
largo del siglo XVI es monofocal, con la concentración de todas las funciones
insulares en un sólo centro -la capital- , desde donde se controla todo
el territorio de la isla 16. La aparición de núcleos de carácter agrícola en
otras partes de la isla no romperá el esquema dominante, que permanecerá
inalterado hasta principios del siglo XIX. En algunos lugares es evidente la
obsolescencia del sistema desde el siglo XVIII. Ejemplo significativo lo
constituye Betancuria, donde una especie de empecinamiento de la «monofocalidad
» hizo que continuara, casi artificialmente, de capital insular,
cuando en realidad el sistema, que precisamente la había consagrado como
tal, ya estaba roto en Fuerteventura 17.
Con la conquista de la isla de Gran Canaria (1483) se inicia el ciclo de
repoblación en las islas de realengo, dependientes directamente de la administración
real. Tras la antigua Canaria, San Miguel de La Palma (1493) Y
Tenerife (1496) completan la integración de la totalidad del territorio del
archipiélago en la corona de Castilla. Las Islas de Fuerteventura, La Gomera,
El Hierro y Lanzarote mantendrán su carácter de territorios de señorío.
El sistema urbano de las islas de realengo se presentará, desde el primer
momento, mucho más complejo que el de señorío. Gran Canaria se
estructurará de una forma muy clara. El territorio se divide tripartitamente,
donde a la recién fundada ciudad de Las Palmas (originariamente el campamento
militar del mismo nombre) se unen las dos cabeceras prehispánicas:
Gáldar y Telde. Las Palmas, ya en el siglo XVI constituída por sus dos
barrios históricos, Vegueta y Triana, tendrá funciones de alcance regional
(Diócesis, Real Audiencia, Tribunal de la Santa Cruzada, Inquisición), insular
(Cabildo) y comarcal (Beneficio del Sagrario, prioratos conventuales).
Por su parte, Gáldar y Telde son los centros comarcales, desde donde
se reorganizará el norte y sur de la isla (Beneficios de Santiago y San Juan,
alcaldías y varas de justicia, escribanías, distritos de repartimientos, hospitales
de San Pedro mártir, prioratos franciscanos, etc.). Los tres núcleos se
emplazan en zonas adecuadas para el cultivo de la caña de azúcar. Otros
asentamientos que se desarrollan durante el siglo XVI son: Agaete, Agüi-
16. Estas «villas de señorio» no deben confundirse con las otras, posteriores, localizadas en
las islas de realengo: Agüimes (Gran Canaria), Adeje y Santiago (Tenerife).
17. Cfr. LOPEZ GARCIA, 1987, pp. 381-382.
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mes, Arucas, Guía, Moya (ca. 1500-1550) y Teror, San Bartolomé de Tirajana
y Santa Brígida (ca.1550-1600).
San Miguel de La Palma (incorporada en 1493), tuvo como primer
asentamiento importante el de Santa Cruz, ciudad que rápidamente experimentó
un considerable desarrollo a lo largo del siglo XVI. Esta ciudad
asumió, en virtud de su capitalidad, las funciones administrativas de la isla,
aunque también contó momentáneamente con alguna prerrogativa regional
como fue el Juzgado de Indias, de gran importancia económica y comercial.
Junto a Santa Cruz, los asentamientos más antiguos se emplazaron en
torno a las zonas de cultivo y explotación de la caña de azúcar, localizadas
al oeste y nordeste. Los Llanos (en el valle de Aridane, con las importantes
haciendas de Argual y Tazacorte) y la cornisa nor-oriental con San Andrés,
Los Sauces y Puntallana, serán los núcleos más importantes, con algunos
servicios de alcance comarcal. A fines del siglo XVI ya existían, aunque
con menor entidad que los anteriores, Barlovento, Breña Alta, Breña Baja,
Garafía, Mazo, Puntagorda, Tijarafe, etc. Este sistema urbano palmero
prácticamente permanecerá hasta la actualidad 18.
Tenerife culmina el ciclo de la conquista de Canarias en 1496. El primer
asentamiento estable de la isla fue San Cristóbal de La Laguna, con
localización interior. Esta ciudad tuvo un auge extraordinario, convirtiéndose
en pocos años en la urbe más importante del archipiélago, junto con
Las Palmas y Santa Cruz de La Palma. La Laguna, en su condición de
capital insular era sede del cabildo, de la vicaría eclesiástica y otras instancias
propias de la Administración insular. En Tenerife, en la constitución de
sus demarcaciones eclesiásticas se detecta una cierta pervivencia de los
límites de sus antiguos menceyatos, de los que en muchos casos se toma la
denominación: Daute, Taoro, Icod, Güimar, Abona, etc. , que en un primer
momento sirven para definir amplias zonas, con poblamiento disperso.
El sistema urbano tinerfeño llama la atención por un mayor equilibrio
y distribución (aunque no totalmente homogéneo) en el territorio de la isla.
En el período 1500-1550 se producen notables transformaciones en la sustitución
de las cabeceras de los primeros núcleos que se desarrollaron en el
interior. Así, La Orotava se convierte en la cabecera del valle de Taoro, en
detrimento de El Realejo de Arriba, mientras Garachico sustituye a San
Pedro de Daute. Otro núcleo que adquiere rápida importancia es Icod de los
Vinos. También destacan Realejo de Abajo, Buenavista, Santa Cruz, El
18. LOPEZ GARCIA, en prensa 1992.
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Sauzal, Tacoronte, Taganana, etc. 19 . Todos los núcleos eran centros agrícolas,
a excepción de Garachico y Santa Cruz que tenían · función portuaria,
siendo más importante el primero. La mayor novedad de la segunda mitad
del siglo (1550-1600) es la repoblación de la zona sur, con Adeje, Chasna
(actual Vilaflor) y Granadilla; en el norte se incorporan La Victoria y San
Juan de La Rambla.
Como se puede apreciar, la casi absoluta mayoría de los centros históricos
canarios se originan durante los siglos XV y XVI, pocos más pertenecen
a los siglos siguientes, siendo destacable el caso particular del Puerto
de La Cruz, desarrollado durante el siglo XVII.
En líneas generales, en relación con todo el territorio de la comunidad,
lo más destacable en el sistema urbano de las islas al finalizar el siglo XVI
es el intento de ruptura del sistema poli céfalo o tricéfalo (Las Palmas de
Gran Canaria- Santa Cruz de La Palma- San Cristóbal de La Laguna), para
establecer un sistema metropolitano. La mayor antigüedad de la incorporación
de la isla de Gran Canaria favoreció que las primeras y más importantes
instituciones de alcance regional se localizaran en la ciudad de Las Palmas.
San Cristóbal de La Laguna se convirtió a finales del siglo XVI en la
ciudad más poblada de Canarias, al mismo tiempo que era la rectora de la
isla-territorio más rica del archipiélago. Esta posición favorable de La Laguna,
en una isla que además contaba con otros importantes núcleos de
población en el interior de la isla (Garachico, La Orotava, Icod, Puerto de
la Cruz, etc.), le permitió atraerse la residencia de la máxima autoridad de
las islas, el capitán general (también denominado comandante general en
algunos momentos).
Función en el territorio: las comarcas históricas
Una de las características más notables de los conjuntos históricos canarios
es su dinamismo, y a excepción de unos pocos, la mayoría poseen
funciones urbanas importantes 20. En relación con esta misma idea, Flores
Marini ha señalado como factores que inciden en los centros históricos
19. Algunos de estos núcleos, a pesar de las espectativas iniciales de crecimiento, se vieron
paralizados desde el siglo XVI, tal como ejemplifica Taganana. Vid. LOPEZ GARCIA,
en prensa 1992 b.
20. LOPEZ GARCIA, en prensa 1992 c.
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dinámicos, «los particulares intereses políticos y económicos, la especulación,
el lucro, y aún el desconocimiento y la indiferencia» 2 1. Este autor, al
mismo tiempo, ha establecido tres categorías en la situación de las ciudades
históricas:
a) Pueblos en decadencia
b) Poblaciones en equilibrio
c) Ciudades en crecimiento 22.
Este esquema es también válido para Canarias, donde se pueden tipificar
estas categorías. Así, entre los pueblos en decadencia, o vitalmente regresivos,
se encontraría la villa de Santa María de Betancuria. Por su parte,
las poblaciones en equilibrio o estancadas, tendrían sus más claros ejemplos
en la villa de Teguise y la ciudad de Santa María de Guía de Gran
Canaria. Las ciudades en crecimiento podrían estar representadas por un
núcleo de crecimiento moderado, como es la villa de Teror, y por la ciudades
canarias de tipo medio (20.000-100.000 habitantes), es decir, Arucas,
Gáldar, La Orotava y Telde, a las que hay que sumar Icod de Los Vinos y
Puerto de La Cruz, que aunque no estén oficialmete declarados como Conjuntos
Históricos cuentan con expedientes incoados 23. A este último grupo
hay que agregar las ciudades de áreas metropolitanas, Las Palmas de Gran
Canaria y San Cristóbal de La Laguna.
El predominio de «ciudades en crecimiento» dentro de los conjuntos
históricos de Canarias, no se ha correspondido con la implementación de
los mismos en sus comarcas históricas. Al contrario, se han buscado otras
fórmulas que han desquiciado hasta lo incomprensible las más variadas
demarcaciones que, en algunas de las islas (sobre todo Gran Canaria y Tenerife),
se superponen de una forma totalmente ilógica, haciendo confusa
la identidad de las comarcas. Con diferencia a otras comunidades autónomas,
que poseen una mejor articulación y han ido restituyendo una comarcalización
histórica, en las islas se mantienen las arbitrarias y artificiales
creadas por el desconocimiento del centralismo político.
La ausencia de las «comarcas históricas» ha tenido graves consecuencias
al producirse un divorcio entre el territorio y la localización de los
21. FLORES MARINI, 1976, p. 6.
22 . FLORES MARINI, 1976, p. 6.
23. ESTEBAN Y LOPEZ, 1989, p. 10.
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servicios de la Adminsitración, donde no siempre se han hecho coincidir
las antiguas demarcaciones (coincidentes casi siempre con comarcas naturales)
con la presencia de la mayoría de los ciudadanos, produciendo un
alejamiento de los servicios y restringiendo las funciones que deben ejercer
en el territorio las ciudades históricas. Desgraciadamente, y así hay que
reconocerlo, la territorialización de Canarias ha tenido su fundamentación
en los despachos y funcionarios de las antiguas delegaciones ministeriales
y actuales consejerías, haciendo gala de un lamentable desconocimiento de
la historia y geografía de las islas. En este mismo sentido, también se está
desaprovechando la posibilidad de rehabilitación de los centros históricos a
partir de los estudios territoriales. Tal como señala Rodriguez-Gimeno
Martínez: «trastocar una red de relaciones sociales puede inducir efectos indeseados,
de la misma manera que la sobredosis o la promoción de funciones
en localizaciones inadecuadas puede agravar el proceso de desvitalización del
ámbito de actuación ( ... )>> 24 .
Uno de los factores desencadenados por la carencia de una política de
recuperación de las comarcas históricas y sus correspondientes cabeceras
es la falta de identidad que se aprecia en Canarias. No existe una política de
recuperación en este sentido. En realidad es una muestra más de la falta de
interés que los temas de la ciudad suscitan en el archipiélago.
El dinamismo de la mayoría de las ciudades históricas de la comunidad
le dan una vigencia actual, casi con la misma frescura que durante el siglo
XVI, con las correcciones propias del transcurso de cuatro siglos más. Es
indudable que económicamente, demográficamente, comercialmente, sociológicamente,
funcionalmente, territorialmente, etc. sigue vigente la vertebración
de La Palma en su capital, Santa Cruz de la Palma, Los Llanos de
Aridane y San Andrés y Sauces. En lo que respecta a Gran Canaria, la
antigua división tripartita sigue siendo válida, Las Palmas, Telde y Gáldar,
con la necesidad de las «subcomarcas históricas» de Arucas y Tirajana.
Más complejo es el panorama de Tenerife, donde sin embargo, la aproximación
al modelo territorial histórico también es posible: San Cristóbal de La
Laguna, Taoro (La Orotava-Puerto de la Cruz), !cod, Daute (Garachico),
Abona-Adeje (Granadilla), GÜÍmar, y por supuesto, Santa Cruz. Las demás
islas no ofrecen problemas, Val verde y San Sebastián siguen ostentando la
capitalidad insular, mientras Betancuria (el núcleo menos dinámico de Canarias)
se ha visto irremediablemente sustituído por Puerto del Rosario
24. RODRIGUEZ-GIMENO MARTINEZ, 1982, p. 99.
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(antes lo había sido por La Oliva y La Antigua), y Teguise por Arrecife. No
obstante el inevitable decaimiento de Betancuria, que lo ha apartado de las
funciones territoriales de su isla, Teguise, ante el evidente crecimiento de
Lanzarote, de la que es segundo municipio en población, puede recuperar
funciones comarcales 25.
A falta de unos barrios periféricos que asuman las funciones de alcance
territorial (básicamente comarcal), en la ciudades históricas canarias están
presentes las características que ha señalado Labasse: «Tradicionalmente,
el centro reúne los elementos diversos que los planificadores anglosajones
gustan de agrupar en la trilogía administración, negocios, actividades
socioculturales (civic-business-recreational centers)>> 26.
Conclusión
No obstante poseer una legislación que les ampara y los reconoce
como tales, nuestros centros históricos no reciben el tratamiento específico
que su peculiaridad requiere. Desde las distintas instancias de la administración
no son entendidos generalmente como valores culturales.
La existencia de una larga serie de ciudades históricas que soportan
importantes centros vitales de Canarias (Santa Cruz de La Palma, leod, La
Laguna, La Orotava, Gáldar, Telde, Puerto de La Cruz etc.) plantea la necesidad
de actuar en el doble sentido del mantenimiento de sus valores tradicionales
yde la posibilidad de preservar sus funciones territoriales. Esta
idea de los viejos núcleos como un organismo vivo es defendida, entre
otros, por González Valcárcel quien expresa: «por muy grande que sea su
valía histórica o artística, no puede condenarse a la urbe a un inmovilismo
suicida al interrumpirse la necesaria continuidad entre pasado, presente y
futuro, al convertirse en una ciudad-museo momificada, se degradaría irreversiblemente
» 27 .
Otro de los aspectos que se debe contemplar en los centros históricos
es su conceptualización como «espacio culto». En esta orientación, la ciudad
canaria debe potenciar su irrenunciable función cultural al integrarse
25. LOPEZ GARC1A, en prensa 1991.
26. LABASSE, 1973, p. 434.
27. GONZALEZ DE VALCARCEL, 1977, p. 48.
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los valores urbanísticos, arquitectónicos, artísticos y toda una serie de manifestaciones
de la cultura.
APENDICES
1
Conjuntos Históricos de Canarias
Población del Municipio y entidad del núcleo histórico, Padrón Municipal
de Habitantes de Canarias. 1986.
Total Municipal entidad
Arucas 27.025 9.021
Betancuria 601 182
Gáldar 20.689 14.466
La Laguna 107.593 25.841
La Orotava 35.533 10.665
Las Palmas 349.423 329.279
SIC de La Palma 17.697 14.555
Sta. Ma de Guía 12.713 3.587
Tacoronte 16.819 3.687
Tegueste 7.138 2.757
Teguise 6.447 1.127
Telde 73.847 15.920
Teror 10.516 4.011
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II
Conjuntos de carácter rural (incoados)
Padrón Municipal de Habitantes de Canarias
Conjunto Total municipal
Barranco Hondo 20.689 (Gáldar)
Icor 4.243 (Arico)
Masca 5.689 (Buenavista)
Taucho 7.014 (Adeje)
Temisas 14.471 (Agüimes)
III
entidad
561 (Juncalillo)
140 (Icor)
211 (Masca)
67 (Taucho)
415 (Temisas)
Evolución de la población en los municipios con centros históricos
Municipio 1960 1970 1986
Arucas 24.096 25.827 27.025
Betancuria 534 589 601
Gáldar 17.302 18.830 20.689
La Laguna 77.704 106.140 107.593
La Orotava 26.947 31.520 35.533
Las Palmas 263.407 360.098 349.423
SIC de La Palma 13.428 16.775 17.694
Sta. M3 de Guía 1l.652 12.160 12.713
Tacoronte 12.043 15.591 16.819
Tegueste 5.347 6.573 7.138
Teguise 5.997 6.096 6.447
Telde 43.316 62.509 73.847
Teror 8.705 9.520 10.516
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