ALMOcanEN. La. (94) Pngr S7 105. 0 CENTROTEOLOGICO DE LAS PALMAS
LA FAMILIA, IGLESIA DOMESTICA
JOSEL . GUERRDAE ARMAS
CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS
A lo largo de 1994 la familia cristiana ha sido centro de reflexión
teológica y objeto específico de los más variados programas pastorales. Nada
nuevo, por cierto, en la historia de la Iglesia siempre preocupada por esta ins-tancia
privilegiada, aunque más desde la óptica del matrimonio que de la
familia. Lo que sí resulta novedoso es la perspectiva eclesial desde la que se
interpreta y experimenta actualmente la familia.
"Nos alegramos de que este sentimiento eclesial de la familia cristiana se
vaya despertando y difindiendo en la comunidad cristiana doméstica, frecuen-temente
de manera ejemplar y edificante"'".
En la base de esta particular forma de "sensus ecclesiae" está la reno-vación
de ideas y posturas que han sido causa y efecto del Vaticano 11, la
nueva connotación que adquiere en la doctrina conciliar el viejo término
patrístico "Iglesia doméstica" y las más recientes intervenciones de los papas
que culminan con la exhortación apostólica "Familiaris consortio" de Juan
Pablo 11").
(1) Cf Insegnamenii di Paolo VI, XIV, LEV, Cittá del Vaticano 1976, pág. 640.
(2) Cf. Familiaris consorrio, AAS 74 (1982), págs. 81-191.
Buscar una interpretación a este hecho con sus consecuencias teológi-cas
y pastorales es la finalidad de este trabajo. Para ello partiremos del más
significativo magisterio eclesiástico, y a la luz de algunos datos de la tradi-ción,
trataremos de puntualizar algunos aspectos doctrinales, abiertos a nue-vas
perspectivas de espiritualidad y apostolado.
1. EL MAGISTERIO ECLESIASTICO MAS RECIENTE
1.1. El Concilio Ecuménico Vaticano 11
Está claro que el Concilio no ha querido elaborar un documento sobre
el matrimonio y la familia cristiana. Sin embargo, no puede afirmarse que
esle argumento haya sido ajeno a la preocupación de los padres conciliares"'.
Dos son, entre todas, las afirmaciones mayores del Concilio sobre la
eclesialidad de la familia cristiana: La primera la encontramos en la constitu-ción
dogmática Lumen Gentium, la segunda en el decreto Apostolicam
Actuositatem.
Los padres conciliares, hablando de la Iglesia como Pueblo de Dios,
cuya "condición sagrada y orgánica de comunidad sacerdotal se actualiza
tanto por los sacramentos como por las virtudes", al referirse a los esposos
cristianos afirman que éstos "significan y participrin del misterio de la unidad
y del fecundo amor entre Cristo ), In Iglesiri", concluyendo que en la familia
que "podría llamarse como Iglesia doméstica ("in hac velut Ecclesia domesti-ca")
los padres han de ser para con sus hijos los primeros predicadores de la
fe y han de fomentar la vocación propia de cada uno y con atención especial
la vocación sagrada" "l'.
En el otro texto, no menos explícito, leemos que la familia cumplirá su
"misión de ser célula primera y vital de la sociedad", "si mediante el afecto
mutuo de todos sus miembros y la oración en común dirigida a Dios, se pre-senta
conlo un santuario familiar de la Iglesia; si la familia entera toma parte
131 Los textos conciliares aue de modo exnlícito o sólo de naio. hacen rcfcrrncia al tema del
matrimonio y la familia son: LG. 6,7.'11, 31, 34, 35, 41'. 44; UR. 6: OrE. 18: CD. 12: PC.
12, 15, 24; OT. 2, 3, 6, 10; GE. 3, 6, 8; CS. 6. 8, 12, 47-52, 61, 66, 67, 69, 71.74, 75; AA. 4,
11, 18, 30: DH. 5; 1M. 10, 14: AG. 15. 20, 21, 39: PO. 11, 16. Para una visión sintética
gencral cf. F. MARINELLI . Matrimonio. en Dizionnrio ilel Concilio Eci~mrnico Votica-no
I I , S. GAROFALO (cd.), Uncdi, Roma 1969, págs. 1373~1379P. ara una lectura más
teolózica-dogmática Ci E. RUFFINI, 11 mofri»ionio nei resti conciliori, cn Rivi~lnL itrrrei~
ca S< 1, 1968i oáes. 354-367. Eii clave más oastural cf. A. CORTI. Moii-imonio e vytn
coni~ignlen lln luce dei docrdmenti conciliari. Ancora, Milano 1972'.
LG 11.
LA FAMILIA, IGLESIA DOMESTICA 89
en el culto litúrgico de la Iglesia; si, por fin, la familia practica activamente la
hospitalidad, promueve la justicia y demás obras buenas al servicio de todos
los hermanos que padecen necesidad"'".
Junto a estos textos claves del Vaticano 11 que hablan de la eclesialidad
de la familia, es posible encontrar otras afirmaciones vecinas a esta perspecti-va.
En particular podemos evocar la conclusión del número 48 de la constitu-ción
Gacldi~tme t Spes: "... la familia cristiana, al brotar del matrimonio, que
es imagen y participación de la unión amorosa entre Cristo y la Iglesia, mani-festará
a todos la viva presencia del Salvador en el mundo, la auténtica natura-leza
de la Iglesia, ya sea con el amor de los esposos, con su generosa fecundi-dad,
con su unidad y fidelidad, ya sea también con la amable cooperación de
todos sus miembro.^"'^',
Así se expresa el Vaticano 11, aunque cuando uno confronta estas afir-maciones
y las sitúa en su contexto, descubre que su primera finalidad no es
determinar explícitamente la naturaleza eclesial de la familia, sino que el
Concilio las sitúa más bien en una perspectiva operativa e incluso las atenúa
con las partículas "velut" o "tamquam '"" Sin embargo, a pesar de ello, son
textos que asumen un notable valor teológico en cuanto representan un desa-rrollo
de la sacramentalidad del matrimonio cristiano y de la eclesiología del
Vaiicano 11.
1.2. La enseñanza de los Papas
El tema "Iglesia doméstica" aparece con frecuencia en la enseñanza y
en los discursos de los Papas del posconcilio, pudiéndose constatar un trata-miento
cada vez más explícito, tanto en su fundamentación teológica como
en sus implicaciones espirituales y pastorales.
1.2.1. El titulo de "lglesia doméstica" en PABLO VI
Pablo VI ha ilustrado y descrito de forma particular este título atribuí-do
a la familia cristiana. Entre los textos más relevantes está el discurso diri-gido
a los equipos de N6tre Dame el 4 de mayo de 1970, en el que manifiesta:
(5) AA. 11
(6) GS 48.
(7) La expresión -'ln hoc velur Ecclesin domésiicn" (LG 11) Iiahía aparecido ya cn la llamada
redacción Philips del esquema Lumcn Gentium, enviado a los padres conciliares, eii dos
fascículos impresos en mayo de 1963. El irnio comparaba el ministcrio de los padres en
la familia ril ministcrio episcopal en la Iglesia y citaba expresamente la doctrina de S.
Agusiín al respecto: Serm. 94; PL 36, 580 s. así como la de otras Padres de la Iglesia. Cf.
G. ALBERIGO. - F. MAGISTRETTI, Consrir~irionis Dogniaiicoe Lumeii Genrium
Synopsi.~H isroricn. Bologna 1975,p igs 51-52,
JOSE L. GUERRA DE ARMAS
"Miembros de Cristo, uno y otro, en el "Señor", su unión se
realiza también "en el Señor", como la de la Ig1esia:por eso es "un
gran misterio" (Ef 5,321, un signo que representa no sólo la unión
de Cristo con la Iglesia, sino que también la contiene y la irradia
mediante la gracia del Espiritu Santo que es su alma vivificante ...
Tal realidad interior y espiritual transforma la comunidad de vida
de los esposos en lo que se podria llamar, según la doctrina autori-zada
del Concilio, "la Iglesia doméstica", como la llamaba nuestro
amadisimo predecesor Juan XXIII.. . célula de base, célula germi-nal,
la más pequeña, sin duda, pero también la más fundamental
del organismo ecle~ial'"~'.
En este discurso el Papa precisa y detalla la relación de la familia cris-tiana
con la Iglesia, poniendo de relieve, sobre todo, su carácter cristológico y
su dimensión sacramental. La eclesialidad de la familia deriva de los sacra-mentos
como acciones de Cristo. De esta realidad primaria y decisiva dimana
su fuerza transformadora, cuya importancia cualitativa destaca el Pontífice a
través de un lenguaje novedoso, cuando la denomina "la célula más funda-mental
del organismo eclesial".
Una definición más descriptiva de este título de la familia cristiana, la
ofrece el mismo Pablo VI en la audiencia general del miércoles 11 de agosto
de 1976, cuando hablando de la aplicación práctica del sacerdocio común a la
familia cristiana, afirma:
"Ella (la familia) es una Iglesia doméstica. Representada en su
expresión honesta y moral, que recoge las inefables e inagotables
armonias del ser dos en una sola vida; en su origen sacramental,
que eleva el amor natural, frágil y voluble, al nivel de amor sobre-natural
inviolable y sienzpre nuevo; en su deontología, es decir en
la ley que la dirige y que hace de la unión en la que tiene su origen
una sociedad exclusiva y perenne, una maravillosa unidad en la
que se refleja la que existe entre Cristo y la Iglesia; esta familia
representa, deciamos, y constituye una pequeña Iglesia, un elemen-to
de construcción de la única y universal Iglesia que es el Cuerpo
mistico total de Cri~to"'~'.
Esta toma de conciencia tiene sus consecuencias operativas. En ellas
insiste frecuentemente el Papa. Si la familia en su entidad ontológica es Igle-sia,
debe serlo también participando en la misión salvífica de la Iglesia:
(8) AAS 62 (1970). págs. 431-432.
(9) Insegnamenli di Pavlo VI, XIV, o.c., pág. 639
LA FAMILIA. IGLESIA DOMESTICA 91
"Ella (la familia) ha merecido muy bien, en los diferentes
momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso
nombre de "Iglesia doméstica". Esto significa que en cada familia
cristiana deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia ente-ra.
Por otra parte, la familia, al igual que la Iglesia, debe ser un
espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se
irradia" "O'.
1.2.2. La doctrina de Juan Pablo 11 en la exhortación apostólica "Fami-liaris
consortio"
El término "Iglesia doméstica" lo encontramos también en el brevísimo
pontificado de Juan Pablo I"", pero es sobre todo en el pontificado de Juan
Pablo 11 donde este concepto alcanza una dimensión de primer orden. La
expresión "lglesia doméstica" la emplea el Papa, unas veces, para iluminar de
forma precisa la riqueza original de la familia cristiana; otras veces, para
desarrollar a partir de puntos concretos, la relación vital que se da entre
familia e Iglesia.
La documentación que podríamos aportar es vastísima y superaría los
límites de este trabajo, por ello nos limitamos a subrayar, dentro de su
amplio magisterio, aquellos aspectos más relevantes que sobre esta cuestión
desarrolla la exhortación "Familiaris con~or t io"~'c"o, nsiderada hasta el
momento como la "Summa" del pensamiento sobre la familia cristiana, al
tiempo que es exponente de "un estado de opinión" más extenso, ya que con
este documento el Papa asumía y coronaba los trabajos del Sínodo de obis-pos
de 1980 sobre "la misión de la familia cristiana en el mundo actual".
1.2.2.1. La familia cristiana y elmisterio de la maternidad de la Iglesia
Los textos teológicos más ricos que ilustran y definen el fundamento de
la misión eclesial de la familia cristiana, los encontramos en los números 49 y
50 de la exhortación apostólica.
El ámbito inmediato en el que se coloca el Papa, es el siguiente:
"Entre los cometidos fundamentales de la familia cristiana se
halla el eclesial, es decir, que ella está puesta al servicio de la edifi-cación
del Reino de Dios en la historia, mediante la participación
en la vida y misión de la Iglesia" u".
(10) PABLO VI, Evangelii nunrinndi 71, AAS 68 (1976). págs. 5~76.
(11) Enseñanrasal Pueblo de Dios, LEV, Cittá del Vaticano (1978). BAC, Madrid 1979, pág. 42
(12) AAS 74 (1982) págs. 81-191.
(13) FC 49.
Ahora bien, para conocer adecuadamente los fundamentos, contenidos
y características de esta participación, es necesario, según Juan Pablo 11:
"examinar a fondo los múltiples y prof~lndos vinculos que unen entre sí
a la Iglesia y a la familia cristiana y que hacen de esta última como "una Igle-sia
en miniat~rra" de modo que sea, a su manera, una imagen viva y una repre-sentación
histórica del nzisterio mismo de la Igle~ia'"'~~.
El texto prosigue ilustrando estos vínculos "múltiples y profundos".
Vínculos ontológicos, sobrenaturales, no sólo sociales o de orden sicológico-morales,
que hunden sus raíces en el nuevo ser de la familia que el sacramen-to
del matrimonio constituye en "Iglesia doméstica".
En la familia cristiana resplandece de este modo el misterio inefable de
la maternidad de la Iglesia "que engendra, educa y edifica la familia
cristiana""", " f r~l toy signo de la fecundidad sobrenatural de la Igle~ia""~'.
Por todo ello, las relaciones que se establecen entre la Iglesia y la fami-lia
cristiana son a nivel del ser y equivalen a las que se establecen en el plano
biológico a partir de la maternidad. En este sentido es prioritario y fundante
el vínculo que va de la Iglesia a la familia cristiana, derivando de esta rela-ción
el que va de la familia a la Iglesia.
1.2.2.2. Relaciones y mutua necesidad
"Engendrada" por la Iglesia, la familia cristiana viene continuamente
"educada" por ella, mediante el ejercicio de la misión de salvación que ha
recibido de su Señor y que la "Familiaris consortio" describe según el esque-ma
del "triplex munus": con el don y el servicio de la Palabra, del Sacramen-to
y de la Caridad, la Iglesia alimenta día a día a la familia cristiana haciéndo-la
madurar en su dimensión eclesial:
"Con el anuncio de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la
fumilia cristiana su verdadera identidad, lo que es y debe ser según
el plan del Señor; con la celebración de los sacramentos, la Iglesia
enriquece y corrobora a la,familia cristiana con la gracia de Cristo,
ee orden a su santificación para la gloria del Padre; con la renova-da
proclamación del mandamiento nuevo de la caridad, la Iglesia
anima y guía rr la familia cristiana al servicio del amor, para que
imite y reviva el nzismo amor de donación y sacrificio que el Señor
Jesús alimenta hacia toda la humanidad"'"'.
(14) Ibidern.
(15) Ibídem.
(16) Ibidcrn.
(17) Ibidcm.
LA FAMILIA, IGLESIA DOMES'IICA 93
Según esto, los vínculos que se establecen entre la familia y la Iglesia
son de tal entidad que la familia cristiana es totalmente relativa a la misma
Iglesia: relativa en su ser y en su desarrollo. Consecuentemente la familia
cristiana tiene absoluta necesidad de la Iglesia.
Pero también puede hacerse la afirmación inversa: según el mismo
designio de Dios, la Iglesia tiene necesidad de la familia cristiana, como ana-logía
privilegiada, para poder "revelarse" y "actuar" en la historia. Particular-mente
como "comunión de personas y ,fraternidad", como "casa de Dios" (1
Tm 3,15) "en la que habita su familia" (LG 6). La razón hay que buscarla,
una vez más, en la naturaleza de la estructura eclesial de la familia cristiana:
se identifica de tal manera con el Misterio de la Iglesia que, a su modo, parti-cipa
de la misión de salvación propia de la misma Iglesia.
El don (=la gracia) ofrecido a los esposos y a los padres cristianos, al
mismo tiempo que les salva, les constituye en "salvadores", en misioneros de
salvación. Esta es una afirmación explícita de la constitución conciliar Lumen
Gentium 6, de la que concluye la exhortación pontificia:
"Por eso, no sólo "reciben" el amor de Cristo, convirtiéndose en comu-nidad
salvada, sino que están también llamados a transmitir a los hermanos el
mismo amor de Cristo, haciéndose asicomunidad s al va dora""^'.
1.2.2.3. Participación propia y original
La familia cristiana, entendida como "iglesia doméstica", es imagen y
representación del misterio de la Iglesia "a su modo", como "a su modo"
participa también de su misión salvadora. Este es un dato que ya recogía el
Vaticano II y que el Papa explicita así:
"La ,familia cristiana está llanlada a tomar parte viva y respon-sable
en la misión de la Iglesia de manera propia y original, es
decir, poniendo al servicio de la Iglesia y de la sociedad su propio
ser y actuar, en cuanto comunidad íntinza de vida y de amor"""'.
Una misión original, porque original es el modo de expresarla y actua-lizarla:
el comunitario; pero también por el contenido: la misma realidad con-yugal
y familiar.
"Si la familia cristiana e,s comunidad cuyos vinculos son reno-vados
por Cristo mediante la fe y los sacranzentos, su particil~ación
en la misión de la Iglesia debe realizarse según una modalidad
(18) Ibídcm.
(19) Ibidcm, 50.
comunitaria: juntos, pues, los cónyuges en cuanto pareja, y los
padres e hijos en cuanto familia, han de vivir su servicio a la Igle-sia
y al mundo" (. . .) "La familia cristiana edifica además el Reino
de Dios en la historia mediante esas mismas realidades cotidianas
que tocan y distinguen su condición de vida" '"l.
De este modo el amor conyugal-familiar, contenido específico de la
pareja y de la familia cristiana al servicio del Reino, se convierte en la expre-sión
característica conforme a la cual los esposos y la familia cristiana viven
su misión salvífica en y para la Iglesia, su participación en la triple misión de
Cristo y de su Iglesia:
"Es en el amor conyugal y familiar v i v i d o en su extraordinaria rique-za
de valores y exigencia de totalidad, unicidad, fidelidad y fecundidad-donde
se expresa y realiza la participación de la familia cristiana en la misión
profética y real de Jesucristo y de su Iglesia""".
Esta perspectiva que estaba ya presente en el Vaticano 11, y Pablo VI
había subrayado en la "Evangelii nuntiandi" 70, Juan Pablo 11 la retoma con
especial énfasis, desarrollando en clave dinámica y operativa la triple dimen-sión
eclesial del kerigma, liturgia y hodegética.
Como es de suponer, a la luz del más alto magisterio, la idea de la fami-lia
como "Iglesia doméstica" se ha convertido también en algo corriente y
normal en los documentos episcopales de los últimos tiempos, de modo espe-cial
en todos aquellos que se han publicado en este año internacional de la
familia, y han inspirado programas pastorales novedosos y comprometidos.
2. ASPECTOS DE LA TRADICION CRISTIANA
Sin duda alguna, la enseñanza del Vaticano 11 y el magisterio eclesiásti-co
más reciente sobre la familia como "Iglesia doméstica", desarrollada a la
luz de la eclesiología del Concilio, ha ido adquiriendo una precisión y siste-matización
desconocidas en el pasado. Sin embargo en la tradición cristiana
encontramos ya elementos de gran significado. Poner de manifiesto algunos
de ellos es la finalidad de este apartado.
2.1. Las "Iglesias doinésticas" de San Pablo
Este término "Iglesia doméstica" aparece en S. Pablo estrechamente
relacionado con una estrategia misionera, centrada en la familia y que hoy
(20) Ibidem.
(21) Ibidem.
LA FAMILIA, IGLESIA DOMESTICA 95
adquiere una gran actualidad. La casa, en realidad, es la estructura básica de
toda sociedad sedentaria pre-industrial. Por ello la forma de proceder del
cristianismo se adecuaba al caracter religioso de la vida familiar y a la exis-tencia
de cultos domésticos, tanto en el mundo judío como en el greco-roma-no.
"La comunidades del primer cristianismo tuvieron su base en las fami-lias,
en grupos emparentados entre sí y en casa^""^'.
En conformidad con este hecho, se comienza hoy a prestar mayor aten-ción
a los términos "casa" y "familia" y a su incidencia en la génesis de la
comunidad cristiana.
En la carta a los romanos, Pablo, refiriéndose a los esposos Aquila y
Priscila, amigos y colaboradores suyos, alude a "la Iglesia que se reúne en su
casa", lo mismo advierte en otros escritos:
- Rm 16,4-5: "Saludad a Priscila y Aquila, colaboradores míos en Cris-to
Jesús.. ., saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa".
- 1 Cor 16,19: "Os envían muchos saludos Aquila y Prisca en el Señor,
junto con la Iglesia que se reúne en su casa".
Lo mismo se lee en Col 4,15: "Saludad a los hermanos de Laodicea, a
Ninfas y a la Iglesia de su casa.. ."
-Incluso en la breve carta a Filemón el saludo va dirigido "A nuestro
querido amigo y colaborador Filemón.. . y a la Iglesia de tu casa".
Situaciones análogas emergen a través de otros textos (Hech 11,14;
16.15.31.34; 18,8; Tit 1,11; 2 Tm 1,16; 4,19), mientras en Hech 2, 46 se afirma
expresamente que el pan era partido "de casa en casa" y en Hech 5,42 queda
constancia de que "la Buena Nueva de Cristo Jesús era anunciada cada día ...
por las casas".
- El mismo Mt 10, 11-14 (Lc 10, 5-7; Mc 6,10) se hace eco de la exis-tencia
de estas iglesias domésticas al relatarnos que Jesús envía a los discípu-los
advirtiéndoles que cuando lleguen a una ciudad o aldea se informen de
quien hay digno en ella, que vayan a su casa y, si les reciben, permanezcan en
ella convirtiéndola en centro de su actividad.
Por todo esto no resulta exagerada la afirmación de Pablo VI:
"La hospitalidad familiar y privada fué elprimer nido en el que
surgieron las primeras iglesias particulares, imbuidas ya desde el
(22) 0. MICHEL, Oikos, en TWNT, V (1954) pág. 132
principio del cnracter social, exclusivo y universal de la iglesia de
Cristo y de Dios""".
Ahora bien si la casa y la familia constituyen el nivel básico en el que
crece y se desarrolla la comunidad cristiana, no es extraño que esa intensa
experiencia influya y se haga sentir en áreas mucho más amplias del cristia-nismo
primitivo, dando origen a una "consideración familiar" de la Iglesia.
Esto sucede en dos direcciones: en primer lugar, a través de la imagen
de la "cusa/edificio" en cuya construcción colaboran los apóstoles c4' y los
miembros de la comunidad con su comunión recíproca "". . En segundo
lugar, a través de la realidad social "casa/familia": Dios es Padre, cabeza de
familia; los hijos son adoptados como tales por medio de Jesucr i~to'~E~n' .l a
comunidad todos son miembros de una casalfamilia común"'J.
Tenemos, pues, un caso singular de coi.1-elación entre historia y refle-xión
teológica, entre teoría y praxis.
2.2. El pensamiento de S. Juan Crisóstomo
Rastreando la doctrina de los Santos Padres sobre el matrimonio cris-tiano
y sus alusiones homiléticas a la vida familiar podríamos encontrar
numerosas consideraciones teológicas que ponen de manifiesto una cierta
concepción eclesiológica de la familia cristiana. Dada la extensión de este
campo, en nuestro análisis, nos reduciremos exclusivamente a algunos datos
entresacados de la doctrina del Crisóstomo, por otra parte, maestro excep-cional
y emblemático sobre el tema que nos ocupa.
Sus afirmaciones sobre la familia "como pequeña Iglesia", inspiradas en
la Biblia y apoyadas en la experiencia pastoral, ofrecen una profunda visión
cristiana del matrimonio y de la familia, visión madurada progresivamente, a
pesar de la influencia negativa de su época.
El ideal familiar, tal como lo concibe S. Juan Crisóstomo y que conti-nuamente
propone a sus fieles, lo encontramos fijado en diversas analogías,
entre las que destaca como más significativa la de la '~nmi l iac, omo pequefin
Iglesia".
(23) lnsegnamenti di Paolo VI, os., pág. 640.
(24) Cf. Gal2, 18; 1" Car 3,10-14: 2' Cor 10.8: 12, 1'); 13.10: Rm 15.20: Ef 2,20:4,12
(25) 1" Cor 14.5; 12,26: Rm 14, 19: Col 2.7; Ef 4, 16.
(26) Cf Gal4.4~6: Rm 8, págs. 14-17,
(27) Cf Gal6, 10; Ef 2. 19.
A ella nos atenemos en el presente estudio y a partir de los textos más
relevantes en los que aparece esta imagen, nos atrevemos a señalar las notas
siguientes:
a.- Correlación casa-Iglesia: El padre de familia que preside respon-sablemente
su casa e instruye correctamente a los suyos es capaz de tomar
responsabilidades mayores en la Iglesia. El padre de familia es en su casa
como el obispo en la Iglesia: "Si administramos bien nuestra casa seremos
aptos para administrar la Iglesia: La casa, de hecho, es una pequeña Iglesia"
IZ>il,
b.- Los padres pastores de su casa. Es responsabilidad de los padres
crear en la casa un clima profundamente religioso: "El hombre al levantarse
del lecho no busque en cuanto hace y dice otra cosa que aquello que contribu-ya
a una mayor piedad de su casa y ,familia. La esposa cuide su casa, pero
sobre todo cuide que en la familia se realice aquello que toca al reino de los
1'"'.
c . La casa, "Iglesia doméstica". En particular, el Crisóstomo exhorta
a hacer de la casa una Iglesia, mediante la lectura y meditación en común de
la Palabra y la transmisión a los familiares de cuanto se ha escuchado en la
Iglesia: "V~~el tao sc asa preparen una doble mesa, una de alimentos y otra con
la Sagrada Escritnra. Que el marido repita cuanto se ha dicho y la mujer
acoja cuanto le transmite, que lo escuchen también los hijos y los siervos y no
se les excluya de esta enseñanza. Haz de tu casa una iglesia"'^"'.
d . La casa espacio de oración. Se convierte en Iglesia cuando es
lugar de encuentro para la oración: "Haz de tu pequeña casa una Iglesia. En
efecto, donde se hacen presentes el salnto, la oración, los cánticos de los profe-tas,
no se equivocará quien quiera llamar Iglesia a esa reunión.. .
e.- El testimonio evangelizador de la familia. La paz familiar, la
unión de la familia, junto a una actitud de apertura y acogida hacia los de
fuera, es otra de las características eclesiales de la familia cristiana. De ella
dice el Crisóstomo: "Si los esposos viven en la concordia, los hijos encontra-rán
las mejores condiciones para ser educados rectantente, lo mismo los cria-dos,
y el buen olor que desprenderá esa casa llegará hasta los vecinos, amigos
y
(28) Hrini. in Gen. 2.4 PC;, pAgs 53.11
(29) Honi in Mirt 77, h: PG, 58. págs. 709-710.
(30) In Gen. Sermo 6.2: PG 54. pág. 607.
(31) Honi in Act. 26.4: PG 60. pdg. 203.
(32) Honi in ,511. rrd Eph. 20,I:PG. 62,pág. 136.
2.3. La tradición oriental
Esta enseñanza del Crisóstomo no ha muerto en la Iglesia oriental. Ha
permanecido viva en su reflexión, en su liturgia y en su espiritualidad hasta el
punto de permitir hoy una relectura bíblico-teológica del tema, más allá de la
doctrina del Santo.
Para resumir las ideas de fondo que animan la concepción oriental de
la pareja cristiana e iluminan la comprensión de la familia como "pequeña
iglesia", nos limitaremos a sintetizar las constataciones que, en sus varios
escritos, recoge uno de los maestros de la teología y de la espiritualidad orto-doxa
del siglo XX: Pivel Evdokimovov"".
- La pareja humana ha sido creada desde el principio a "imagen y
semejanza de Dios" y a través del matrimonio cristiano se convierte en un
"icono" misterioso de la Trinidad.
- La presencia de Cristo en las bodas de Caná eleva el amor humano
y lo convierte en amor divino y proclama que en la Eucaristía está el comple-mento
del matrimonio.
-El don del Espíritu a los esposos, invocado en la epíclesis de la cele-bración
del sacramento, ayuda a la pareja cristiana a vivir unidos y a hacer de
la propia familia una célula orgánica de la comunión de los santos, una
"pequeña Iglesia" dentro de la Iglesia.
- La comunidad conyugal y familiar forman un santuario, un "peque-ño
reino", anticipación de lo que está por venir, aunque todavía no realizado
plenamente: de ahí la tensión permanente entre el ideal de la virginidad y la
exaltación de la ascesis conyugal ("el monaquismo interior").
E l "sa cerdocio conyugal" articula los carismas particulares del espo-so
y de la esposa, en orden a ejercer su influencia decisiva en el mundo y a
participar en la Eucaristía en su condición de esposos cristianos.
2.4. La tradición occidental
En Occidente la reflexión sobre la familia cristiana y su consecuente
consideración pastoral ha despertado poca atención entre los teólogos y pas-toralistas.
Entre los Santos Padres y la renovación eclesiológica que ha
desencadenado el Concilio Vaticano 11 existe un vasto desierto. Tres factores
han desencadenado principalmente ese vacío teológico:
(33) Cf. P. Evdokimov, Ecclesia domestica en L' anneau d'or 107 (1962), págs. 353-362; Sacre-ment
de I'amor~r, París 1962; L'Ortodossio, Bolonia 1965; 11 sacerdozio coniugole, en F.
CRESPY-P. EVDOKIMOV-CH. DUQUOCO, Ilmatrimoizio, Roma 1967.
LA FAMILIA. IGLESIA DOMESTICA 99 -
- La pobreza de una lectura del matrimonio en claves exclusivamente
jurídicas y moralistas.
-La reducción de la eclesiología a lo puramente institucional.
-La influencia de una pastoral individualista y sectorial
En este punto la tradición oriental cristiana es mucho más rica que la
tradición occidental. Hemos tenido que esperar a la teología más reciente
para redescubrir y profundizar el sentido cristiano de la familia en el ámbito
de una teología del matrimonio y de una eclesiología más bíblica.
Entre las causas que han influído en que este tema emerja con fuerza
en la actualidad, podemos destacar, como ya hemos apuntado: Las enseñan-zas
conciliares, el desarrollo de la eclesiología, la renovación de la liturgia, el
dramatismo de las diversas situaciones que vive la familia hoy, así como la
renovación de la pastoral en una línea menos clerical e individua1ista'"J.
3. REFLEXION SISTEMATICA
Conscientes de los elementos que nos llegan de la tradición, pero sobre
todo, teniendo como referencia la eclesiología del Vaticano 11 y la teología
más reciente sobre el Matrimonio cristiano, intentaremos a continuación
exponer de forma sintética, las principales líneas a tener en cuenta a la hora
de elaborar un discurso sobre la familia cristiana, como expresión y actualiza-ción
de la Igle~ia!~~'.
3.1. Familia e Iglesia en la historia de la salvación
"El matrimonio no es un lugar en el que se vive un solo aspecto de la
historia de la salvación, sino más bien una ventana desde la que se puede divi-sar
todo el panorama del proyecto de Dios"!36).
Para percibir la relación que existe entre familia e Iglesia es preciso,
ante todo, situarse en la perspectiva global de la historia de la salvación,
(34) Cf. J.M. SCHEEBEN. Haiidbi~ch der k<ithoii.schen Dogmatik, T 3, Freib. im Br. 1961,
Par. 148, nn. págs. 368-374; E. MERSCH, La theologíe du Corps rnystiqur, T. 2, París
1944; P. ADNES. Mariape et vie chrélienne en Dictionnaire de spiritualité. fasc. 64-65,
París 1977. págs. 355-388; E. RUFFINI, Teologia del mnrrimonio sacramento, en
AA.VV., Nuov'i Enciclopedia del matrimonio, T. GOFFI (ed.), Brescia 1975, págs. 173-
215; D. TETTAMANZI, Lafamifglia via della chiesa. Massimo, Milán 1987.
(35) En cstc apartado, corno en a l ~ ú not ro aspccto de este trabajo, sigo fielmente la reflexión
del maestro D. SARTORE, cf. La famiglia, chiesn domático, Lateraiium XVI (1979).
págs. 382-303.
(36) Maggioni, 11 matrinionio nelln Bibbiit, en Nuovn enciclopedi<r del marrimonio, T. GOFFI
(ed.). Brescia 1975. pág. 170.
tanto si se parte de la Palabra de Dios para comprender el "misterio" de la
familia cristiana, como si se parte de la experiencia familiar y de su situación
concreta para iluminarlos con la luz que la Palabra proyecta sobre ella.
En la tradición oriental, como ya hemos advertido, este parentesco
entre comunidad eclesial y comunidad conyugal, ha sido puesto en evidencia
con mayor contundencia que en occidente. Para la teología ortodoxa, tal
como lo sintetiza P. Evdokimov'"', la creación del hombre, la institución del
matrimonio y la fundación de la "Iglesia edbnica", pertenecen a un mismo
acto creador de Dios. La primera célula familiar es tipo de la Iglesia y mani-fiesta
la esencia comunitaria de las relaciones entre Dios y el hombre. Ya en
la relación familiar de Dios con la primera pareja humana estaba prefigurado
el "gran misterio" del que habla Pablo en su carta a los Efesios 5.: el misterio
nupcial divino-humano, fundamento común de la familia y de la Iglesia.
La Biblia nos habla de la relación entre Dios y el hombre, pero esta
relación se concreta y se visualiza preferentemente, en términos matrimonia-les
y de alianza nupcial: Si el pueblo de Dios es la prometida de Dios (Os 2,'
19-20), la Iglesia es la esposa del Cordero (Ap 2,9), cuyas nupcias son cele-bradas
en el reino de Dios (Ap 19,17). Desde esta lectura alcanza particular
relevancia el que mismo Cristo se haya presentado como el "Esposo" y haya
relizado su primer signo en la celebración de una boda (Jn 2,l).
Si la elección, la alianza, la consagración, las promesas, son valores
constitutivos del pueblo de la Antigua Alianza que encuentran su cumpli-miento
en la IglesiavH'e, s también cierto que esos valores adquieren una sig-nificación
especial en la comunidad familiar cristiana. También en la raiz de
toda familia se encuentra la iniciativa de Dios, hay siempre una particular
"convocatoria": en primer lugar, a los esposos que son llamados a una dona-ción
mutua, a crecer en la unidad y a permanecer, pero también a los hijos
que son, ante todo, llamados a la vida y luego a construir la comunión con sus
padres y hermanos y así "realizar su primera experiencia de Iglesia".
Como la Iglesia, también la familia cristiana experimenta en su propia
carne el "ya" de una realidad misteriosamente presente en ella, pero también
el "todavia no" de un camino que tiene aún que recorrer: su participación en
la vida de la Trinidad, el don del Espíritu, la unidad y la multiplicidad de su
inserción en el Cuerpo de Cristo son hechos que están ahí conformando su
entidad; pero también está ahí el influjo del mal, la precariedad de las dificul-tades
de todos los días, las insufienciencias y la fragilidad del amor humano,
los "estigmas" de este mundo destinado a pasar.
(37) Cf P. EVDOKIMOV, L'Ortodo«in, oc., y Ecclrsin doniéslicicn, os.
(38) Cf. Y. CONGAR, La Iglesia como priehlo de Dios, en Concilium 1 (1965), págs. 19-41.
3.2. La familia, imagen de la Trinidad
El redescubrimiento de la dimensión trinitaria de la Iglesia, ha supues-to,
al mismo tiempo, una mejor comprensión de la familia como "imagen de
la Trinidad". Si toda la historia del cosmos y del hombre brota como de una
fuente, de la libre comunicación del Dios-Trinidad, el "sacramento-misterio"
se reduce, en última instancia, a la autorevelación trinitaria, desde la creación
a la encarnación y a la parusía final. De este modo el primer dogma cristiano
ofrece la posibilidad de estructurar de forma nueva la reflexión sobre la reali-dad
familiar y promover permanentemente su plena realización.
Los pilares sobre los que descansa esta consideración son, entre otros,
los siguientes:
- La familia como espacio privilegiado para comprender y experimen-tar
la Trinidad, porque ella vive en la comunidad familiar de modo real y
misterioso. Ella es fruto de la iniciativa del Padre, del amor redentor de Cris-to
a su Iglesia y del don del Espíritu Santo.
- Dios es familia, no es un solitario aislado en la estratosfera. Así lo
ha afirmado expresamente Juan Pablo 11 en Puebla: "Nuestro Dios en su mis-terio
más íntimo, no es un solitario, sino una familia, porque encierra en si
mismo la paternidad, la filiación y la esencia de toda familia que es el amor.
Este amor, en la familia de Dios, es el Espíritu Santo""". La familia es el
reflejo y la imagen de esa vida divina, tal y como se ha revelado a lo largo de
la historia de la salvación: una y diversa. Ella es participación y concreción de
ese modelo último e inabarcable.
- Los hijos que sellan y coronan el amor de la pareja cristiana son
imagen de la fecundidad divina. Son un icono del amor que une a la primera
y segunda persona de la Trinidad, el Padre y el Verbo y engendra a la tercera
persona, el Espíritu Santo.
3.3. La familia, célula del Cuerpo de Cristo
La reflexión sobre el fundamento cristológico de la familia cristiana
está enraizado en el misterio de la Encarnación que se prolonga en la unión
de Cristo con su Iglesia. La comunidad conyugal y familiar es símbolo y reali-zación
de esa unión.
"Según la tradición litúrgica e iconográfica -scribe P. Evdokimov-
Cristo es el que preside las bodas de Caná. Aún más, El es el único novio en
todo rito n~lpcial.E l icono de las bodas de Caná representa misticamente las
(39) Cf. AAS 71 (1979). pág. 184.
bodas de Cristo con la Iglesia y de toda alma con el Esposo. Es por ello por lo
que amándose el uno al otro, los esposos aman al mismo Cri~to"'~").
Esta convicción aparentemente novedosa viene sin embargo de lejos.
Ya los Padres del siglo 111 habían aplicado a la familia la afirmación de Cristo
en Mat 18, 30: "Donde dos o tres se reúnen en mi nombre alli estoy yo en
medio de ellos".
"¿No son acaso s e pr egunta Clemente de Alejandría- el marido, la
mujer y el hijo, reunidos en nombre del Señor, aquellos dos o tres en medio de
los cuales se hace presente el Señor?""". Lo mismo afirma Tertuliano en una
de las páginas posiblemente más bellas sobre el matrimonio, escritas por los
Santos Padres: "...los dos juntos en la iglesia de Dios, los dos juntos en la
mesa de la Eucaristía ... resuenan los cantos e himnos que elevan a Dios los
dos juntos, porfiando a ver quien canta mejor para el Señor". Cristo se alegra
viendo y escuchando tales cosas y les envía el don de su paz: donde están los
dos, allí también está El ("Ubi duo, ibi et i p~e " ) '~C" .o nclusión tanto más sig-nificativa
si se tiene en cuenta otro texto del mismo Tertuliano que citamos
con las debidas reservas: "Donde están tres, allí está la Iglesia, aunque sean
laicos" ("sed ubi tres, Ecclesia est, licet lai~i")'~".
Pero es sobre todo la enseñanza paulina sobre la Iglesia, Cuerpo de
Cristo, enraizada en la experiencia eucarística de la comunidad, la que mejor
nos ayuda a comprender el "misterio" de la familia cristiana, una y diversa en
sus miembros y en slls funciones.
Es precisamente este contexto de la doctrina del Cuerpo Místico de
Cristo, en el que la teología de hoy se sitúa cuando reflexiona sobre la rela-ción
entre matrimonio e Iglesia. "La Iglesia -escribe E. M e r c h en su
comunión con el Verbo es modelo trascendente y tlpo de la sociedad conyugal
y esta sociedad está conformada al modo de una célula que vive del organismo
entero, es una reproducción y una participación de la sociedad eclesial, que es,
a su vez, una participación en Cristo de aquella sociedad que podríamos lla-mar
absoluta: la unión de las tres personas divinas entre sí.. . Unidos a la Igle-sia..
. los esposos está en situación de recibir la gracia propia de la función par-t
i c ~ ~ l aqru e ejercen y que les convertirá, como esposos y como padres, en
miembros dignos del Cuerpo Mi~tico"'~J.
140) P. EUDOKIMOV. Ecciesirr domistico. o.". oáe. 358,
i41 j CLEM. ALEX., ~i rornl.i b. 111.. c. X: PG 8,'pzg. 1169.
(42) TERT.,Adu.rorcm 11, c. IX: PL 1. pág. 1303.
(43) TERT., De ahort. cnst., 7: PL 2, pág. 292.
(M) E. MERSCH, Lo théoiogie du Corps mysiiqoc. oc., pág. 309 SS.
LA FAMILIA, IGLESrA DOMESTICA 103
Por todo ello no es sólo la pareja cristiana, sino toda la familia la que
está llamada, en virtud del sacramento del matrimonio y de su inserción en el
Cuerpo de Cristo, a reunirse y a expresarse cada vez con mayor plenitud en
la Eucaristía, banquete nupcial de la Alianza de Cristo con la Iglesia.
Encuentro sacramental que debe conducir, al mismo tiempo, a la "Iglesia
doméstica" a ser por su testimonio y su talante servicial "Eucaristía
realizada", vivida como experiencia cristiana y eclesial (remito al lector al
artículo de Higinio Cabrera en este mismo número).
La familia "pequeña Iglesia"
Todos los caminos recorridos hasta el momento han ido subrayando,
cada vez más, una misma convicción: la eclesialidad de la familia. Un discur-so
que arranca de la antigüedad y que alcanza su mejor clima en las afirma-ciones
del Vaticano 11. Sin embargo, es necesario, llegados a este punto,
reconocer que si bien es cierto que el Concilio ha afirmado explícitamente la
eclesialidad de la comunidad familiar, también es cierto que lo ha hecho
siempre con expresiones atenuadas, -"in hac velut Ecclesia doméstica" (LG
ll), "tanquam domesticum sanctuarium Ecclesiae se exhibeat" (AA 11)-
que exigen necesariamente una explicación.
Tratemos, ante todo, de subrayar el significado positivo de lo que afir-ma
el Concilio: La familia es una imagen en pequeño de la Iglesia universal,
a la cual simboliza y hace presente a su manera. Es "Iglesia doméstica, Iglesia
reunida en la casa". No es sólo una parte de la Gran Iglesia, sino también una
de sus expresiones.
No se trata, por tanto, de una mera analogía, sino de una manifestación
auténtica de la Iglesia: Iglesia una, a través de su común y diversificada inser-ción
en el Cuerpo de Cristo; santa, por el "sacramento permanente" que le da
consistencia; católica, en cuanto vive en comunión en el espacio y en el tiem-po
con el resto de los miembros del pueblo de Dios; apostólica, por su fe, su
compromiso misionero y su apertura permanente al magisterio'"'.
La progresión de la reflexión teológica sobre la Iglesia local puede, sin
duda, ayudar al descubrimiento de la eclesialidad de la familia: La Iglesia, de
hecho, vista en su conjunto de Iglesia local, se refleja en la comunidad espon-sal
y ésta se experimenta y se reconoce en el ámbito doméstico'"'. No es que
la familia pueda ser considerada Iglesia local en sentido pleno, pero ella tam-bién,
como la Iglesia local, es la única Iglesia universal que se hace presente
(451 E. LANNE. Chiesa locale. en Di2ionario del Concilio ecumenico Vaticano 11. Roma 1969.
(46j Cf. F. P A ~ ~ A R LOa , c onscienza cristiana del Matrimonio en Presenza ~asrorale4 2.
(1972), pág. 807 ss.
1 04 JOSE 1. GUERRA DE ARMAS
en unas condiciones concretas y particulares: de lugar, de cultura, de perso-nas
determinadas, en una situación humana que favorece una experiencia de
comunión privilegiada.
3.2. Una Iglesia incompleta
Sin embargo, la "Iglesia domésficri", a pesar de ser un espejo y maqueta
de la misma Iglesia, no agota ni realiza plenamente su misterio. De ahí la
necesidad permanente que tiene la familia de crecer hacia dentro y hacia
afuera. Hacia dentro para que en ella "puedan reflejarse los diversos aspectos
de la Iglesia entera" "''. y hacia fuera, para abrirse a otras comunidades ecle-siales
más completas y universales.
La "Iglesia doméstica" no es tampoco una Iglesia local, en el sentido
técnico del término, pues no posee la nota de la apostolicidad en su pleno
sentido, ni tiene la Eucaristía, ni los ministerios instituídos. Por eso ha de ser
consciente de que toda su vida culmina en la participación de todos sus
miembros en la Eucaristía, especialmente cuando es convocada a la comuni-dad
eucarística presidida por el Obispo, en la que, según el Concilio, se da la
"principal manifestación de la 1glesiax'"K'.
Por último, es preciso reconocer que, si bien se puede afirmar que las
varias dimensiones del misterio de la lglesia se proyectan como en un prisma
en la "Iglesia doméstica", hasta el punto de convertirse, a veces, en profecía
existencia1 del Reino, también es cierto que, con harta frecuencia, esa misma
"Iglesia doméstica" aparece como piedra de tropiezo, débil, pecadora y peni-tente,
imagen de una Iglesia todavía peregrina e imperfecta.
CONCLUSION
Al término de esta reflexión sobre la "lglesin doméstica" se impone
una conclusión teológica que necesariamente debe incidir en el campo de la
espiritualidad y de la pastoral familiar:
La recuperación de la conciencia teológica de la familia como "Iglesia
doméstica" no puede quedarse en una aplicación simplemente metafórica de
este título a la familia cristiana o reducirse a una consideración meramente
operativa. Como escribe P. ADNES"']' "no se p~lede afirmar que la Iglesia se
revela y se realiza en la familia cristiana .. .plenamente, hasta elpunto de poder
(47) PABLO VI, Evnrigrlii ncinrinndi. 71
(48) SC 41.
(49') Muriuge rr "ir chdtieniie, oc., pág. 374
LA FAMILIA. IGLESIA DOMESTICA 105
hablar de una coincidencia perfecta y total entre Iglesia y ,familia, sino de una
cierta analogía.. . yue es al mi s n ~ oti empo imagen vivencia1 y presencia, porque
es también participación". Hoy día, del discurso ético-moral sobre la eclesiali-dad
de la familia, propio del pasado, la doctrina conciliar, el magisterio subsi-guiente
y la reflexión teológica han pasado a un discurso ontológico y el tér-mino
"Iglesia doméstica" ha asumido un contenido que encierra exigencias
ineludibles.
Esta categoría eclesial no es simple retórica. Está cimentada en la
sacramentalidad de la familia, porque los lazos que unen a la familia con la
Iglesia son fruto de los sacramentos: del Matrimonio como sacramento pro-pio
del que brota la eclesialidad familiar, del Bautismo como sacramento que
funda y justifica el matrimonio cristiano y de la Eucaristía como fuente y cul-men
de todo sacramento.
La eclesialidad familiar es, por tanto, ontológica, sacramental y por ello
se estructura en un doble y, al mismo tiempo, unitario nivel: de significación
y de participación.
Esta convicción teológica puede, sin duda, en estos tiempos de crisis
alentar la autoestima de las familias cristianas, pero sobre todo puede dar
origen a una profunda espiritualidad familiar que se alimente de la palabra
de Dios, de la oración en común y viva atenta al espíritu de las bienaventu-ranzas.
De este modo los diversos miembros de la familia cristiana podrán
conseguir, como grupo, ser, cada vez con mayor credibilidad, "Iglesia en el
mundo", tanto a nivel de comunión como de misión. Al mismo tiempo, la
reflexión teológica, deberá llevar a una nueva concepción de la pastoral en la
que la familia, no sólo sea objeto de la solicitud de la Iglesia, sino también
sujeto activo y responsable de la acción evangelizadora.
No se puede hacer un bello discurso sobre la eclesialidad de la familia
cristiana, definirla como "lglesia doméstica" y continuar actuando en la pas-toral
como si nada hubiera a~ontecido'~"U'.n mínimo de coherencia exigirá a
toda la comunidad eclesial aceptar el reto que la consideración de la familia,
como pequeña iglesia del hogar, dirige a toda acción evangelizadora ...
José L. Guerra de Armas
-
(50) Sobre las consccueiicias e irnplicacioncs de este redescuhrirnicnta. véase I.R. FLECHA,
La Iglerin doméstico en la evangelirntidn, en Teologiri y Cntcqir<,.$i2s0 (1986) págs. 540-543.