ALMOGAKEN. 22. (98). Pág. 75-103. O CENTRO TEOLOGlCO DE LAS PALMAS
EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA
ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS'"'
(EL PAPA, LA REVOLUCION Y LA MUERTE)
J ~ s u sP EREZP LASENCIA
LICENCIADO EN HISTORIA
EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA
ULTRAMONTANO DESDE CANARIA.
E l te xto que analizamos lleva por título Oración Fúnebre en las hon-ras
del Pontífice Pío IX. Utilizamos el documento original el manuscrito que
fue leído el 28 de Febrero de 1878 en la Catedral de Las Palmas por el Lectora1
Roca y Ponsa que es además su autor'').
La Oración Fúnebre es un texto de carácter apologético y a la vez histó-rico,
puede dividirse en tres partes según el tema tratad:
En la primera el Lectora1 intenta mostrar a Pío IX como un hombre ele-gido
por la Providencia. Aparecerá así como el héroe que se mantiene firme en
la roca en tiempos, que son descritos como tempestuosos y caóticos.
(*) El presente artículo forma parte de un proyecto de mayor envergadura centrado en la figu-ra
de -D. José Roca y Ponsa y el pensamiento "Católico, contra-revolucionario" en
Canarias-. Financiado conjuntamente por la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Las Palmas y La Fundación Mapfre-Guanarteme.
(1) ARCHIVO DE LA COMUNI ~NTR ADICIONALISTA CARLISTA DE CANARIAS,
"Círculo Tradicionalista «Roca y Ponsan", Las Palmas de Gran Canaria.
76 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
La segunda parte trata de la Revolución, que es vista como la culmina-ción
de un proceso cuyo origen es la Reforma. Hará hincapié en los ataques de
que es objeto el Papa, o lo que es lo mismo, la Iglesia ya que el Lectoral iden-tifica
ambos términos, así atacar al Papa es atacar a la Iglesia y atacar a la
Iglesia es atacar a Cristo, lo cual equivale a declararse enemigo de Dios. La
corriente ultramontana puede así deslindar dos campos, sin punto medio, o se
es liberal o se es católico.
La tercera parte trata de la muerte y el triunfo; la muerte que en un con-cepto
barroco iguala a todos los hombres, pero también los distingue. Así la
buena muerte de Pío IX es enfrentada a la muerte de sus enemigos que es pre-sentada
como sucedida entre calamidades, dudas, arrepentimientos y sufri-mientos,
como si fuera un adelanto del Juicio Final. Esa buena muerte es
expuesta así como señal del triunfo del Papa y por tanto el acabamiento del
texto refleja a la vez, la esperanza en el triunfo final de la Iglesia.
INTRODUCCION:
La concepción de la Historia es providenciali~ta(T~)o.d o el texto está
impregnado, según sus partes, de un lenguaje profético, apocalíptico, esperan-zador
y triunfante. Aquí la clave para dar sentido a los sucesos es la certeza en
la existencia de un plan divino que se realizará irremediablemente, con lo cual
a pesar de la derrota y caos aparente, de los duros juicios que se realizan al
analizar los avances de la Revolución, hay una esperanza que sólo se explica
desde ese sentido providencialista. No es un texto racionalista pero tampoco es
revelacionista, es un análisis histórico desde una concepción teológica, la visión
crítica de una parcela de la Historia desde lo sagrado. No es por ello un docu-mento
fantástico ni extraordinario, ya que razón y fe se prestan apoyo. Hay una
convivencia entre lo trascendental y lo que podemos llamar efectivo o positivo,
como ocurre en la narración del milagro que antecede a la elección del Papa.
Por tanto hay una visión sagrada, una armonía entre la Revelación y lo
racional que se sitúa dentro de la corriente filosófica-cristiana en auge, el
Neotomismo, también conocida como Neoescolástica.
La historia de los sucesos humanos es analizada desde la razón e inser-tada
en un contexto sagrado dado por la Revelación , siendo el esquema el
siguiente: 1. Creación; 2. Hechos históricos, «cuyo punto culminante sería la
Encarilación», y 3. Parusía «final del mundo y de la Historia». La Historia que-daría
insertada en el medio, en el punto 2. El punto 1 afirmaría la Soberanía de
Dios sobre el hombre y la sociedad y el punto 3 prometería el cumplimiento del
(2) VVAA., Diccionario de términos básicos para la Historia, Alhambra, Madrid 1986.
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plan divino y por tanto el triunfo de la Iglesia , es decir la Historia queda entre
un origen revelado y un final profetizado.
Dos textos nos acercarán a esta concepción teológica y providencialista,
el primero es la lección que D. José expondrá, durante la inauguración del
curso 1882-83 en el Seminario, titulada -Prescindir sistemáticamente de la
Teología equivale a negarla-. En él la Teología (ciencia o tratado de Dios ate-nikndose
a las «verdades de la Revelación»), debe estar presente y reflejarse en
todas las ciencias, incluso en la moral y las leyes, «debe reflejarse en todo» ya
que el Orador la considera el «crisol donde se depuran todas las ideas científi-cas
». La Teología presentada como luminaria, cuya función consistiría en dar
sentido transcendental a las actividades humanas, no habiendo sin ella verda-dera
ciencia, ni moral, ni justicia, ni orden verdadero. Esta ciencia actuaría
como faro, sin su luz, el dominio de lo subjetivo sustituiría y negaría todo lo
«sobrenatural, superior, espiritual y noble». Este análisis llega a su punto álgi-do
cuando el Lectora1 diga, refiriéndose al desplazamiento sufrido por el bino-mio
ideal "fe-razón" frente a la "razón pura e independiente - diosa y sobera-na",
que ello implica la apoteosis de la temporalidad en el mundo, una secula-rización
de todas las acciones y actividades humanas. La "verdad absoluta" y
universal es sustituida por las opiniones y "criterios individuales" consensua-dos
o impuestos. Con esta sustitución de lo humano por lo divino se produce lo
que el Lectoral describe como el triunfo de un "absurdo" y por tanto un impo-sible,
lo cual intenta demostrar partiendo de un principio lógico «es preciso que
los efectos reconozcan una causa proporcionada y adecuada, lo que es produc-to
de la razón individual, por fuerza ha de ser individual también». La conclu-sión
final a la que llega es que la "civilización moderna" constituiría una "tira-nía"
ya que ha impuesto como universal y verdadero criterios nacidos de lo
individual y lo subjetivo.
Una última clave nos el dará un artículo escrito por Roca y Ponsa en el
periódico clerical El Faro Católico de Canarias el 9-1-1879: «Que existe una
Providencia en el universo, que preside todos los movimientos y dispone todas
las acciones aún las más insignificantes, es una verdad que se desprende de la
idea de Dios, creador libre y ordenador sabio de todo cuanto existe. Que esta
misma Providencia ejerce su influjo saludable sobre la Iglesia, ...p rocurando
que todos los acontecimientos contribuyan a su prueba y a su victoria; es un
hecho histórico de la más alta importancia.. .D.
La visión teológica-providencialista de la Historia en el presente texto,
es el producto de la ortodoxia doctrinal del autor. Realizará unos análisis y Ile-gará
a unas conclusiones, que aunque hoy puedan parecer maniqueas y carga-das
de fanatismo, mantienen una lógica y coherencia dentro de la escuela doc-trinal
en que se desarrolla. En ella todo análisis partirá de lo sagrado a lo huma-no,
y sin tomar en consideración este punto de partida, no sólo este texto sino
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prácticamente todo el pensamiento Tradicionalista, puede parecernos ininteli-gible
y sin sentido.
Es, teniendo en cuenta esta concepción, desde donde hay que analizar la
Oración Fúnebre para poder sacar las claves de la visión que tiene el Lectora1
y contiene el texto, de un periodo específico. Ello nos permitirá introducirnos
en el mundo del pensamiento y las creencias de la corriente ultramontana, y
objetivizar así sus análisis. Es decir, hacer Historia de las mentalidades utili-zando
los escritos de un clérigo militante carlista afincado en Canarias.
La primera parte del texto comienza con la narración de las propias
experiencias del Lectora1 durante la gran peregrinación española a Roma en
1877('), que fue organizada por N~c e d a l 'y~ e) l periódico El Siglo Futuro reu-niendo
como apunta el profesor F. J. Fernández de la Cigoña a más de 8.000
peregrinos. El carácter de esta peregrinación como protesta ante la ocupación
de los Estados Pontificios y los ataques contra la Iglesia, el Papado, la fe y la
moral que provocaba el Liberalismo, el gran número de participantes, la
importancia del Integrismo -ya que su poder de convocatoria nunca fue supe-rado
ni siquiera por la jerarquía eclesiástica- la hacen especial y con un mar-cado
signo tradicionalista.
D. José Roca y Ponsa fue en representación de Urquinaona, es impor-tante
decir que esta peregrinación, que forma parte de los movimientos que se
dieron en todo el mundo católico, permitió que el Lectora1 y con él Canarias
participara de forma activa dentro de esos movimientos de acción católica, así
el periódico clerical que representa a la Asociación de Católicos de Las Palmas
llamado El Gólgota, en el que escribe el Lectoral, llegará a colaborar y crear
opinión con otros de la península, dejando meramente de copiar y traducir artí-culos
nacionales y extranjeros, destacando la relación con la revista del cura
integrista D. Félix Sardá y Salvany. Estrechará la relación con el Carlismo y el
Integrismo (entendido aún como actitud). En las Palmas la relación entre el
Gólgota y los periódicos tradicionalistas, El Triunfo y La Tregua, es tan estre-cha
que este último tendrá que advertir en sus páginas que no representa a la
Asociación de Católicos la cual se define como apolítica, y que aunque defien-dan
causas comunes, ellos en lo político son legitimistas y tradicionalistas.
(3) P. LANNOA FRANCES, Privilegio y Profecía: La Iglesia Católica en España 1875-1975.
(4) B. URIGUEN, Orígenes y evolución de la derecha española: El Neocatolicismo, C.S.I.C.,
Madrid 1986.
JESUS PEREZ PLASENCIA 79
Llegará incluso Roca y Ponsa a establecer corresponsalías en Francia, de las
cuales conocemos dos: la de Burdeos que mantiene relaciones con otro corres-ponsal
en Gaeta (Italia), y la de París que, a su vez, recibe noticias de
Alemania, Inglaterra y Austria. Lo mismo se intentó dentro del archipiélago,
creando una red de informadores, corresponsales y propagandistas, cuyo éxito
o fracaso queda aún por estudiar.
El Lectoral a partir de esa experiencia personal unirá sentimientos,
razón y fe haciendo de Pío IX un "arquetipo" o "modelo de héroe" cristiano
contrapuesto al s. XIX. Así la narración de los hechos de la vida del Papa, apa-rentemente
insignificantes antes de su elección, adquieren, con el milagro ocu-rrido
antes de su elevación al Solio Pontificio, pleno sentido. Roca y Ponsa pre-tende
que, a través de la aceptación de la intervención divina, los fieles vean en
el Papa al Vicario de Cristo y sucesor de Pedro, y también que, a través de ésta
aceptación, no quede duda posible sobre la magnitud de los sucesos y enfren-tamiento~
q ue posteriormente narrará, ni de la envergadura de los personajes.
Así su ingreso en la Iglesia, su trabajo con los seres más débiles de este mundo,
los huérfanos, su actuación como Obispo centrada en la moralización y refor-ma
del clero y del pueblo, su afán en mejorar y crear hospicios, las reformas
administrativas y de gobierno, tanto en las sedes de Spoleto como de Roma,
serán narradas con un lenguaje y unas imágenes poéticas que contrastan con el
lenguaje duro y apocalíptico utilizado posteriormente en la descripción de la
Revolución(S'T. odo este pasaje culmina, desde mi punto de vista, en el aludido
hecho prodigioso, percibido por el Orador como un auténtico milagro, llave
que le permitirá exponer y hacer penetrar a los oyentes de la Catedral de Las
Palmas en una Historia en la cual la providencia se muestra de forma visible.
Dice así . . . «En los primeros días de Junio de 1846 un coche atravesaba las
calles . . . en dirección a Roma , agolpóse la multitud, ávida de novedades, mien-tras
una blanquísima paloma hendiendo el aire detiene su veloz carrera sobre
el coche, llenando de asombro a la ... muchedumbre. En vano se trató de
auyentar a la tímida ave, en vano se la castigaba, la paloma huía un instante . . .
y luego como movida por un impulso superior, se posaba otra vez complacida
sobre el recién llegado carruaje. De pronto, oyóse una aclamación universal
iViva,viva, El será el Papa, El será el Papa! Todos estaban conmovidos, El via-jero
era un Cardenal que iba al cónclave que se había de celebrar por muerte
de Gregorio XVI . . .Mastai Ferretti era ya Pío IX».
Este fragmento logra presentar al Papa como un "elegido", como un
héroe, no en el sentido pagano de hijo de dios-a / humano, y sí cristiano, es
decir como un varón ilustre por sus virtudes y trabajos, por sus sacrificios y
amor para con los más débiles y desamparados, para con los sin padres. Así el
(5) M. FLICHE, Historia de los Papas (vol. XXIV - Pío IX ), Valencia 1974.
80 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMON IANO DESDE C7ANARIAS
Lectora1 logra hacer aparecer al futuro Papa como el padre de los que están
solos, "Siervo de los siervos" (Servus servorum) es el lema de los Pontífices
¿No es así presentado Pío IX? Lo es incluso antes de su elección, así Roca y
Ponsa dirá respecto a su labor en los hospicios <<Losin felices que no habían
sentido el calor de un ósculo maternal, ni . . .las . ..caricias de un padre ... le lla-maban
ángel de la caridad ...p ara con ellos tan desgraciados».
El Lectora1 logra así crear una imagen de Obispo protector y reforma-dor,
en que los abandonados y olvidados de un mundo cada vez más materia-lista,
encuentran cobijo y amor paternal en su casa que es, a la vez, Iglesia, idea
que será repetida mediante una traslación de dicha imagen. Ahora Pío IX, ya
como Papa, se encuentra frente a un mundo que tiende a secularizarse para lo
cual desplaza e incluso persigue a la Iglesia, a la vez que niega todo orden social
que no venga exclusivamente del hombre. Se convierte así el Pontífice en un
padre y la Iglesia en una casa «contraposición y antinomia del espíritu del
mundo» '". Un Papa, padre bondadoso con los suyos, un padre que ejerce su
autoridad, un padre que frente al "siglo" es enérgico y una Iglesia que es pre-sentada,
por el autor ultramontano, como casa donde acogerse los fieles y, a la
vez, fortaleza, castillo y trinchera, frente a la Revolución.
En la Oración Fúnebre se observa que D. José Roca y Ponsa ha esta-blecido
un modelo. Si examinamos los personajes que más aparecen y cuál es
la acción que cada uno desarrolla, la trama que se deduce es la siguiente: La
Providencia es el motor oculto de la Historia, La Libertad del hombre actúa en
la historia, pero cuando esta libertad no está sujeta a norma superior alguna,
debido a la naturaleza imperfecta del hombre, se produce La Revolución, la
cual en esencia propone un orden político-social opuesto y antagónico al cris-tiano,
ya que el Liberalismo niega la soberanía de Dios para traspasarla al
hombre, o lo que es lo mismo, es el fin de un mundo sacralizado, desplazado y
sustituido por un mundo nuevo y distinto, secularizado. El cuarto personaje es
el Papa Pío IX, no olvidemos que la Oración no es un tratado de Historia y que
su finalidad es honrar y llorar, pero también desea el Lectora1 instruir, aleccio-nar
y proponer modelos de personas y acción a los fieles. El resto de los per-sonajes,
a pesar del papel que jugaron históricamente, aparecen diluidos, som-bríos,
en un segundo plano ¿tiene esto explicación? El Lectoral, desde un
punto de vista teológico, ve a éstos como instrumentos, como actores más o
menos involuntarios de un plan maligno, una llamémosle "anti-providencia".
Ello nace de una constante en el pensamiento contrarrevolucionario apuntada
por Maistre: no son los hombres los que empujan a la Revolución es lo contra-rio,
como si ésta tuviera vida propia'''.
(6) J.Ma ALSINA ROCA, Iglesirr y Civilización, en "Verbo" 317 (1993).
(7) J.L. VILLACORTA, La derrota intelectz~nl del Carlismo (Aparisi y Guijarro frente al
Siglo), Bilbao 1990, págs. 103-107.
JESUS PEREZ PLASENCIA 81
En la Oración Fúnebre, Roca y Ponsa expone e instruye desde los senti-mientos,
la razón y la fe. Intenta tocar la sensibilidad, despertar emociones,con-vencer
y hablar al entendimiento, todo ello para unir voluntades. Llorar a Pío IX
es amarlo, amar es compartir y continuar su obra y su vida, que ha sido expues-
, ta por el Lectoral en su composición de forma ejemplar. No se narra únicamen-te
un periodo histórico desde una óptica ultramontana y antiliberal, se intenta
sobre todo convencer, mostrar los padecimientos de un Papa, el hostigamiento a
la Iglesia y la violencia de la Revolución, impidiendo toda posibilidad de conci-liación,
para lo cual el Lectora1 muestra el enfrentamiento como si fuera una
"ordalía sagrada" entre dos principios, dos sistemas antitéticos e irreconciliables.
Una lucha que el orador sagrado presenta llena de traiciones, apostasías y dure-za,
una visión donosiana del fenómeno revolu~ionario~~~.
Pío IX aparece en la obra del Lectora1 como un hombre que gozó de
cierta predestinación, que fue bondadoso y que por sus trabajos sufrió perse-cuciones.
Hay que tener en cuenta que fue el Papa del Syllabus, el primero en
ser popular universalmente en el sentido moderno de la palabra. Incluso en
vida era visto por la mayoría de los fieles como un mito, entre el martirio de su
cautividad romana y la espiritualidad manifiesta en la proclamación del dogma
de la Inmaculada Concepción. En torno a su persona se realizó la primera gran
campaña de imagen de un Pontífice, sobre todo por la mayoritaria corriente
ultramontana. Roca y Ponsa, inscrito en dicha doctrina a través de la prensa,
de los sermones, de las peregrinaciones, será el máximo exponente en el
Archipiélago. Tanto es así, que tras la defunción del Papa, será a través de su
persona como se distribuirán láminas traídas del extranjero con la imagen
papal, es más, será el Lectora1 quien a través de las páginas de El Gólgota infor-me
del estado del proceso de beatificación y anime a los fieles a rezar por él(".
La corriente ultramontana a través de esta propaganda, aún después de su
muerte, encontrará un arma formidable, una bandera para favorecer la unión
de los Católicos, en pro de una "Restauración Católica", de una renovación y
expansión espiritual y de unión, en protesta contra los frutos de la Revolución.
No es por tanto extraño que en la Oración Fúnebre, muestre Roca y
Ponsa una imagen de un Papa heroico, imagen que es sentida por él, y a la que
permanecería fiel hasta su muerte en 1938, cincuenta años después. El Orador
sagrado narrará a los fieles reunidos en la Catedral de Las Palinas, su propia
experiencia hablando a los sentimientos de los congregados. Así, refiriéndose
a su visita a la Ciudad Eterna, el personaje es presentado cómo un símil de la
antigüedad, que domina los mundos oníricos, despierta el amor, el respeto, que
(8) J. MONTERO DIAZ, El Estado Carlista. (Actas) Madrid 1992.
(Y) NOTA: "El Gólgota" hizo una intensa campana de propaganda sobre Pío IX después de
su fallecimiento, siguiendo incluso el proceso de beatificación (ver Hemeroteca de El
Museo Canario).
82 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
produce con su presencia arrobamiento, un héroe cristiano como sacado de la
antigüedad y las catacumbas, pero modelo para el s. XIX. Dice así: «Roma la
ciudad de los grandes destinos . . .vimos a Pío IX ... Era el que se me presenta-ba
en sueños . . .cuando la fantasía y el deseo arrastran el alma por mundos des-conocidos,
... y no pude hablar, se abrasó el rostro, se añudó la voz en la gar-ganta
... los afectos en el corazón y las lágrimas en los ojos».
El clérigo tradicionalista se siente, durante su visita a Roma ante la pre-sencia
del Papa, que está ante un hombre elegido y quiere que así sea sentido
por los oyentes. Con ello conseguirá además presentar posteriormente el con-flicto
como una lucha de envergadura escatológica, que dará paso a una espe-cie
de maniqueísmo durante el resto del texto, al establecer como premisa cier-ta
la intervención divina. Por tanto, el Papa, los sucesos narrados y la lucha,
tendrán un carácter metahistórico, es decir, para ser comprendidos en su
dimensión real sería necesaria la teología. La primera premisa que dará la clave
interpretativa es expuesta de la siguiente forma: «Pío IX es la Providencia
velando por la Iglesia y por la verdad por todas partes discutida e impugnada,
es el sol ... única luz que ha rasgado las tinieblas que envuelven al mundo, es la
justicia contra la iniquidad, el derecho contra la fuerza, lo sobrenatural contra
el racionalismo, la misericordia de Dios contra las revueltas ... de los tiempos y
los hombres».
Es necesario advertir que la táctica de "anatemizar" a la doctrina con-traria,
fue usada por ambos grupos, aunque desde distintos parámetros. Los
liberales acusarán a sus enemigos estigmatizándolos de oscurantistas, caverní-colas,
etc., es decir tomándolos como enemigos de todo progreso y todo lo
racional, por su parte, tanto los ultramontanos en lo religioso, como en lo polí-tico,
los tradicionalistas, acusarán de réprobos y apóstatas a los liberales,
tomándolos por enemigos de la religión.
La segunda parte del texto trata de los ataques que la Revolución ejerció
sobre el Papa y la Iglesia, por tanto, el lenguaje utilizado deja de ser "poético"
y dominado por la bondad, para pasar a estar cargado de imágenes y descrip-ciones
terribles, un lenguaje que llega a ser goticista como en la espeluznante
descripción del avance de la revolución que realiza el Lectora1 y que dice así:
«Por la redondez del globo . . . agitado y revuelto desde lo mas profundo, la revo-lución
había paseado triunfante su carroza de fuego por los pueblos de la tierra
... El vértigo revolucionario había convertido en un montón de escombros los
mas ricos templos ... usurpando . ..los bienes eclesiásticos de muchos siglos».
Muchas veces se cae en el error de pensar que la Doctrina contra-revo-lucionaria
española fue pro-absolutista, todo lo contrario, el absolutismo será
visto por Roca y Ponsa como el ejercicio de la Soberanía por "un" hombre, sin
norma superior a la que sujetarse que su voluntad y, desde ese punto de vista,
JESUS PEREZ PLASENC~A 83
no sería más que una forma de liberalismo y lo único que lo diferenciaría del
democratismo sería el número de los que ejercen esa soberanía, siendo en
ambos casos la esencia la misma. Por otra parte el Lectora1 profundiza en el
análisis, reconoce que si bien el Absolutismo no llegó a negar la Soberanía
Divina, ya que ello hubiera supuesto negar el fundamento de la Monarquía de
Derecho Divino, sí rompió la armonía catre los dos poderes, introduciendo a
través de un abusivo juridiscionalismo, una concepción laica y radical, en la que
el Estado o Poder Civil se liberó primero de la tutela religiosa para luego subor-dinarla
e instrumentalizarla, haciéndola dependiente, a través de la legislación,
del nombramiento de cargos, reduciendo la autoridad del Papado e incluso
estableciendo las bases para una dependencia económica. Esta teoría de conti-nuidad
entre ciertos aspectos del Absolutismo y del Régimen revolucionario
fue desarrollada anteriormente por E. Burke y por E. Tocqueville. Este inci-piente
Estatismo originaría un centralismo que rompería el ordenamiento tra-dicional
de la sociedad desde el punto de vista contrarevolucionario'"').
Es en el análisis de sus aspectos internos, donde el Lectora1 desarrolla
teorías ultramontanas y tradicionalistas(") que le ligan a pensadores coetáneos
como Donoso, Balmes, Nocedal y Aparisi y llega a la conclusión de que tanto
el Régimen Absolutista, como el nacido de la Revolución, serían dos formas
distintas de Liberalismo o Gobierno del Hombre, sea uno o todo el cuerpo
social, quien lo ejerza. En ambos casos es indiscutible que se aboga por la
supremacía absoluta del poder civil ó político sin ninguna potestad ni ley divi-na
que obedecer, pensamiento que expresa así Roca y Ponsa: «El espíritu de
orgullo y rebeldía había causado estragos fatales en dos porciones considera-bles
del Rebaño de Cristo. El regalismo cismático de José 11 de Austria y el
Galicanismo tan absurdo como suspicaz en Francia habían amargado la exis-tencia
de grandes Pontífices ... focos de disensión".
Hay que tener en cuenta que la Oración Fúnebre fue realizada para ser
leída ante un público diverso, pero dolorido, por tanto, su función era unir, pro-vocar
una catarsis colectiva y no exponer una doctrina en profundidad. Si acu-dimos
a un texto anterior, publicado en forma de artículo en el periódico car-lista
de Las Palmas de Gran Canaria, llamado El Triunfo, el 2 de octubre de
1873, es mucho más explícito:
«La idea perniciosa de la soberanía del hombre . ..Proudhon ha dicho
que en toda cuestión política hay una cuestión religiosa y nosotros, invirtiendo
la frase, diremos que en toda cuestión religiosa hay una cuestión política, ... al
protestantismo había de seguir el liberalismo, a la soberanía del hombre en
(10) NOTA: "Juridiscionalismo estatal se refiere al acto de aumentar excesivamente el poder o
autoridad que tiene el Estado para gobernar , crear y aplicar leyes" (ver Regalismo en
Gran Enciclopedia RlALP: Madrid 1979.
(11) Ver nota 8.
84 EL PON'IIFICADO DE PIO IX VISTO POK UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
Religión (libre examen) la soberanía del hombre en política, ... el Regalismo
era la soberanía de "un" hombre que "por su voluntad quiere parecer "Dios"
... el Regalismo fue tirano ... fue el absolutismo mas completo ... de un hombre
a quien plugo concentrar en si todo poder ... fue la tiranía mas absoluta ... sus
últimas consecuencias, la soberanía de un hombre llama siempre a la soberanía
de un pueblo.. .».
Queda así claro que la identificación entre Carlismo y Absolutismo es un
error'"), cuyo origen se encuentra en la propaganda estigmatizadora liberal del
s. XIX que se dio dentro de la coyuntura de conflictos civiles, unos enfrenta-mientos
que se manifestaron no sólo en su aspecto militar (3 Guerras Carlistas
y varias conspiraciones), sino también doctrinal y de propaganda, y que reco-gido
por la historiografía liberal ha perdurado en amplios sectores hasta hoy,
pero que hay que eliminar, ya que es un falso tópico que no corresponde con la
realidad. Es más, los más importantes ideólogos y documentos del Carlismo no
sólo rechazarán el Absolutismo como doctrina sino que incluso condenarán al
Liberalismo por considerarlo similar en "esencia" (soberanía de la voluntad
humana) y "continuador" (supremacía del poder civil y centralismo ("' en la
forma de ejercer el poder.
En la Oración por el Papa fenecido, el Lectora1 califica al espíritu de la
Revolución como un "espíritu de orgullo y rebeldía", espíritu que nació dentro
de la propia Cristiandad pero a su costa. Es a través de ese espíritu de ruptura
como ligará Roca y Ponsa el Protestantismo con el Absolutismo-Regalista
(Jansenismo, Galicanismo, Josefismo al que define como regalismo cismático)
y a éste con el Liberalismo. Es decir, tanto los ultramontanos en lo religioso
como los contra-revolucionarios en lo político, verán al Liberalismo (la
Sociedad y el Estado es fuente de todo derecho) como el corolario o resultado
evidente de errores anteriores, con lo que no es de extrañar que dichas doctri-nas
antiliberales usaran condenaciones similares a las usadas en contra de los
cismas y herejías y que con un lenguaje de reminiscencias y resonancias medie-vales
tacharan al Liberalismo de ser una "herejía social y política".
Por ello, el Lectora1 alabará la actuación del Papa que, a través del
Concilio Vaticano 1(14)a',c abará con las últimas tendencias Episcopalistas (")
(adversarias de la potestad suprema del Papado) heredadas del s. XV, que sig-nifica
el triunfo de las tesis ultramontanas, al declararse en 1870 la infabilidad
del Pontífice cuando habla "ex cathedra" y su plenitud de potestad dentro de
la Iglesia. Y en el plano moral, su Potestad sobre los poderes temporales cató-licos,
(poder indirecto) , es reafirmada.
(12) A. WILHELMSEN, La formación del Pensamiento Político del Carlismo (1810-1875).
(Actas). Madrid 1995.
(13) Ver Nota 7
(14) Ver Nota2
(15) J.M. LABOA, La Iglesia en el siglo X1X Entre la Restauración y la Revolución.
JESUS PEKEZ PLASENCIA 85
Las posturas episcopalistas fueron radicalizadas por el Regalismo ( I h ) ,
rozando el cisma al tender a constituirse en casi Iglesias nacionales, todo ello
favorecido por un poder civil que abogaba por su supremacía, para lo cual
necesitaba debilitar todo poder y autoridad que escapara al Estado como era
la del Papado, (esta doctrina sobre la hegemonía civil que ejerce una injeren-cia
abusiva es muy antigua, podemos encontrar antecedentes en el enfrenta-miento
Imperio-Papado o en el que se llevó a cabo en la Inglaterra del s. XII
durante el reinado de Enrique 11 y en la Francia de Felipe el Hermoso en el s.
XIV). A todo esto hay que añadir que el s. XIX, heredero de la Revolución
francesa, traerá el fenecimiento del modelo de sociedad sacralizada del catoli-cismo,
que es sustituido por la instauración de un nuevo modelo, el Liberal'"),
que se basa en una sociedad oficialmente no cristiana, por lo que las tendencias
regalistas se radicalizarán, en lo que se definiría desde el antiliberalismo como
un "absolutismo de Estado" o abusiva supremacía del Poder Civil. Todo ello es
condenado por el Syllabus, compendio de la encíclica Quanta Cura (8-XII-
1864), este compendio de errores, tan atacado desde posturas liberales, no con-tiene
condenaciones de errores nuevos, recoge los realizados hasta entonces y
su finalidad era evitar posiciones ambiguas de aquéllos que se tildaban de cató-licos
y, de paso, mostrar el abismo que separaba al Catolicismo de los ochenta
principales "errores de los tiempos modernos". Así serán anatemizados el
Liberalismo, el Panteísmo, el Naturalismo, el Socialismo, etc. (Ix'.
Todo ello fue un eminente triunfo de las posturas ultramontanas que en
la corte pontificia era conocida como el partido o facción Zelanti, al que se
siente ligado Roca y Ponsa. De ahí el triunfalismo final que se desprende del
siguiente análisis: «... El que estudie con alguna detención la época actual
conocerá que es época de transición. Prescindiendo, por ahora, de los hechos y
ciñéndonos a las ideas; es cierto que se nota una esfervescencia . . . perturbación
. . . lucha, un caos . . . que entristece al alma y causa confusión espantosa. Todo
se discute, todo se niega, o se duda de todo: los más encontrados principios
combaten encarnizadamente: todas las ciencias se ponen en orden de batalla.
Diríase que atravesamos una crisis suprema».
Así, una vez analizada la situación, (caracterizada según el Lectoral
como un enfrentamiento de principios antagónicos que naturalmente se refle-jarán
en un choque entre los sistemas antitéticos que nacen de ellos), alabará
el Orador la publicación del Syllabus, no por su novedad, sino porque gracias
a él, la postura Católica deja atrás toda posible ambigüedad y posibilismo que,
desde su postura ultramontana, son sentidas como posicionamientos dañinos,
incluso los más dañinos, ya que perturban y rompen la necesaria unidad de los
(16) Regcrlismo, Gran Enciclopedia Rialp, Madrid 1979.
(17) Liberalismo, en Il7idem.
(18) FILCHE-MARTIN, Historia de La Iglesin, vol. XXIII.
86 ELPONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
católicos('y)A. laba, por otra parte, la reafirmación y atrincheramiento doctrinal
de la Iglesia frente a los principios del mundo moderno que, en boca del
Lectoral, suena así: «...en medio del revuelto mar de ideas y opiniones ve hoy
claro el que quiera ver ... un rayo de luz ha brillado en este caos ... Pío IX, voz
de Dios porque es su vicario en la tierra, habló: .. .Hízose la luz e ilustró al
mundo su famoso Syllabus . . .sorprendió a la incredulidad . . . pronunciando, sin
apelación, definitiva sentencia y el materialismo padre del positivismo, y el
racionalismo, personificación del orgullo y el falso progreso y la mentida civili-zación
quedaron en su lugar». Refiriéndose a la imposibilidad de confusionis-mo
dirá «...divididos para siempre los campos e imposibilitada la confusión, el
más pernicioso de los males. Gracias a Pío IX sabemos que no hay en realidad
otra lucha que la de la Iglesia, siempre idéntica a sí misma, y la Revolución, sín-tesis
del error y del mal, legítimo heredero y complemento perfecto del grito
infernal que en el corazón de Alemania lanzara el apóstata de Witemberg». En
resumen, lo que se condena, como acierta a decir Roca y Ponsa, es el "espíri-tu
de independencia" que hace de la razón y voluntad humana los nuevos ejes
sobre los que se construye el "Mundo Nuevo" con sus propias concepciones del
hombre, de la sociedad, de la filosofía, de la ciencia, del arte, etc. Para el pen-sador
ultramontano ese espíritu de independencia es fruto de lo que él mismo
califica de "orgullo y rebeldía7' que hace proclamarse al Hombre independien-te
de Dios.
Acabaremos esta parte con los apuntes que da el Lectoral sobre la
Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María por Pío IX
en 1854 y el auge de nuevos cultos. El Orador compendía en un párrafo una
serie de artículos publicados en El Gólgota, dice así: «...la definición del dogma
de la Inmaculada ... ratificación de la fe del orbe católico ... la iglesia se unió
estrechísimamente en ... María ... la declaración dogmática de la Infalibilidad
Pontifícia, fue el eco de todos los fieles que ansiaban robustecer la fe y la auto-ridad
en el siglo de la revolución y del racionalismo. El Corazón de Jesús vino
a coronar con su amor divino tan colosal obra.. .D. Roca y Ponsa da una valo-ración
y significación que va más allá de la mera expresión de fe Mariana.
Realizará desde el púlpito un análisis muy certero. Los elementos que analiza
son los siguientes: 1) Unión de los fieles y espiritualización de la Iglesia, unida
a una esperanza en el triunfo. 2) Afirmación frente al mundo racionalista. 3)
Robustecimiento de la autoridad y unidad de la Iglesia.
1) La corriente ultramontana en la que se encuentra Roca y Ponsa verá
en dicha proclamación una "postura" por parte de la Iglesia de aferramiento a
lo espiritual, milagroso y sagrado, una Iglesia que comparada a la del s. XVIII
se vuelve, quizás por estar más acosada que nunca, mucho más devota y espi-ritual,
tanto en su base como en su jerarquía. Por otra, es de advertir que la
(19) J. ROCA Y PONSA, Observaciones, Sevilla 1899.
JESUS PEREZ PLASENCIA 87
Virgen es considerada Madre y Protectora de la Iglesia, de ahí que ellos iden-tifiquen
el triunfo de la Virgen con el de la Iglesia(2UR).e sponde, por otra parte,
como apunta el Lectora1 a un "eco" de un "ansia" de los fieles, esto que es así
llamado por el orador es muy importante. El s. XIX supuso para la Iglesia un
duro choque: de ocupar un lugar privilegiado en la sociedad pasó a ser despla-zada
en un movimiento que la redujo al ámbito de las conciencias individuales,
este arqueo no se produjo de forma pacífica, es más, tuvo momentos de gran
violencia y tensión en todos los órdenes y se produjo en un periodo de tiempo
muy corto, lo cual imposibilitó todavía más cualquier probabilidad de transi-ción,
lo que provocó no sólo en las conciencias de los fieles, si no en la propia
institución, un "miedo" al ver derrumbarse el edificio y la concepción sacrali-zada
de la sociedad. El "miedo" (") es el gran aglutinador de las conciencias.
Quizás, sin este miedo, fuera muy difícil comprender la apocalíptica visión que
tienen amplios sectores confesionales de la Revolución, como si ésta tuviera un
origen y unas manifestaciones anti-cristianas, pero el miedo puede también
generar espiritualidad, en esta gran carga espiritual hay que colocar entre otros
a la proclamación de los dos dogmas, la proliferación de todo tipo de Órdenes
Religiosas y piadosas , los cultos como el del Sagrado Corazón(22e) incluso a las
apariciones marianas. Estas dos últimas, tanto el referido culto como las mani-festaciones
milagrosas, estuvieron muy vinculadas curiosamente a los sectores
ultramontanos y contrarevolucionarios-legitimistas.
Así el Sagrado Corazón se convirtió en el emblema de los Legitimistas
franceses a partir de la Vendeé, en 1792(23p),a ra pasar a ser el signo de la
Contrarevolución Católica en general y en España durante la tercera Guerra
Carlista, D. Carlos VI1 consagrará, en Mayo de 1875, su ejército católico legi-timista
al Sagrado Corazón(Z4M). uchos de los voluntarios, gran parte de ellos
extranjeros, que defendieron los Estados Papales, también portaron dicho sím-bolo,
así como D. Alfonso Carlos el Rey carlista, que ordenó a sus fieles secun-dar
el Alzamiento de 1936, consagró a España a dicho culto e incluso mandó
que dicho símbolo sagrado entrara a formar parte del Escudo Nacional en
junio de 1933(25T).a mbién el propio autor de este texto, D. José Roca y Ponsa,
le tendría gran devoción ya que propagó su culto entre los fieles en general y
entre sus correligionarios carlistas, en particular. Para finalizar, un ejemplo de
aparición muy vinculada a posiciones católico-políticas de carácter general-
20) CASTELLA GASTON, Historia de los Papas, Tomo 11, Espasa Calpe, Madrid 1970
21) Ver Nota 6 .
(22) FILCHE-MARTIN, Historia de la Iglesia, vol. XXIV - Pío 1, págs. 507,65.
(23) L. CHARBONNEAU-LASSY, Estudios sobre la Simbologia Cristiana (Iconografía y
Simbolismo del Sagrado Corazón de Jesús), Barcelona 1983.
(24) J. DEL BURGO, Carlos VII y su Tiempo, pág. 274. Consagración del Ejército Carlista
(Católico-Español) al Sagrado Corazón de Jesús, pág. 289. Distintivo de la Asociación del
Angel de la Caridad (Cruz de malta y en el centro el Sagrado Corazón), Actas, Madrid
1994
(25) I:ROMERO RAIZABAL, Boinas Rojas en Austrias, págs. 10-19, San Sebastián 1942.
88 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULCKAMON I'ANO DESDE CANARIAS
mente legitimistas, tenemos la de la Salette hacia 1846(2wq ue, aunque hoy poco
conocida, en su tiempo, provocó mucha polémica ya que el mensaje de la
Virgen fue conocido y difundido, en parte por Pío IX, en el se hablaba del
triunfo temporal de la Revolución, se profetizaba un terrible baño de sangre,
la persecución de la Iglesia y en especial de los Papas y grandes calumnias. Esta
aparición estuvo ligada a los legitimistas franceses, muy particularmente a su
rey llamado Enrique V. Estos movimientos católicos monárquicos que sobrevi-vían
en la proscripción, habitaban en una atmósfera espectral donde convivían
en un mismo universo lo sobrenatural con lo profano. Así, en medio de doctri-nas
políticas, conspiraciones restauradoras, propaganda, compras de armas,
cortes exiliadas, existían a su lado causas sentidas como santas, reliquias '"),
"detentes", consagraciones, apariciones y mensajes, profecías y promesas
celestiales. No es de extrañar, por tanto, que uno de los videntes de La Salette
abandonara Francia para servir como voluntario en los zuavos en defensa del
poder temporal de la Iglesia. El mensaje de dicha aparición en su parte final
contiene un «No hay perdón sin efusión de sangre»(28E).n medio de este con-flicto
violento, tanto en lo doctrinal como en los hechos, entre un mundo nuevo
que se impone y un mundo antiguo que se resiste a desaparecer, surgirá en el
campo católico un impulso espiritual en medio de una extraña mezcla de
miedo, expiación y esperanza. Un doble imperativo de defensa y adaptación
frente a las nuevas realidades, incluídas las socio-económicas, junto a la nece-sidad
de permanecer fieles a la Tradición, y el terror que infundían los excesos
revolucionarios, cada vez con una mayor carga anti-clerical, todo ello unido
generará una atmósfera de inseguridad, avivada en la época con sus propias
macabras "danzas de la muerte", pintadas vivamente en las descripciones ultra-montanas
de la Revolución. Como si se volviera a los tiempos de las "guerras
de religión", exclamará en 1906 el orador sagrado: "Proclamad la guerra santa
contra los partidos liberales todos, contra su prensa, contra sus casinos, organi-zad
a este fin todas las fuerzas católicas. . . D .
(26) Ver nota 22, pág. 520.
(27) URRUTIA (Padre Jesuita), Apariciones y Mensrrjes de La Snlette. Es un curioso folleto.
Madrid 1980. Notas sobre las Reliquias, CONDE DE RODEZNO, San Sebastián, págs.
95.135. A-- .
(a) "...Hubo en Estella (Corte Carlista en Navarra) una monja iluminada ... Veía a
D.Carlos (V) conducido por el Angel Custodio al Trono de Fernando el Santo ... Besaba
el Rey con unción las misivas prometedoras de la monja...».
(b) N. ..En las marchas por los campos y pueblos de Navarra (durante la guerra) lleva-ba
siempre un gentilhombre encargado de transportar las medallas, estampas, crucifijos,
reliquias y breviarios que para su uso hacía colocar en las casas donde se alojaba ... n.
, (c) «...(había nombrado a) La Virgen de Los Dolores, patrona y capitana del ejército
de cuya intervención lo esperaba todo...».
(d) Recordar por último que las Reliquias, son cuerpos o partes de este u objetos que
han estado muy relacionados con ellos como son sus ropas o instrumentos de martiri, de
Cristo, La Virgen, y los Santos, estas son encerradas en relicarios y tienen documentos para
demostrar su autenticidad. La Cristiandad les rinde culto por que de ellas esperan ayudas.
protección y milagros.
(28) Ibidenz.
JESUS PEREZ PLASENCIA 89
2) Otro aspecto es lo que considera Roca y Ponsa como golpe al
Racionalismo. Este se produce partiendo de la fe y en un momento de aparen-te
derrota. Es desde el punto de vista ultramontano una "afirmación pública
lanzada al mundo", la Iglesia elige entre todas las posibilidades la de "afirmar-se",
lo cual significa enfrentarse. Dice el Orador sagrado que dicha proclama-ción
dogmática se produce en un s. XIX dominado por ideas agnósticas y racio-nalista~'~
e"s) ,e 1 siglo del relativismo y la secularización de la sociedad civil. Un
mundo en que conceptos como milagro, pecado, dogma, fe, si son aceptados, lo
son única y exclusivamente en el ámbito de las conciencias individuales; pero
fuera de ese plano son vistos con precaución, aplicados a la sociedad serán per-cibido~
y rechazados como reminiscencias de una época oscura, media, sin la
luz de la razón, edad dominada por el fanatismo, la intolerancia y la supersti-ción,
restos de un mundo arcaico dominado por lo milagroso, un mundo que
desde el positivismo es atacado y condenado como culpable del retraso de la
civilización, el cual pensaban que habían dejado atrás. Y será'en este contexto
en el que se produzca la proclamación del dogma más "a-racional": el de la
Inmaculada Concepción de María, el más difícil de comprender únicamente
desde la razón. De ahí que fuera visto como una insolencia y un reto por pro-testantes
y sobre todo por el siglo de la ciencia positivista. Pero más que un reto
ha de ser entendido, y así lo afirma el Lectoral, como una "afirmación desde
dentro", como un eco que surge intramuros, una ratificación de la fe '"".
Podemos entenderlo como una reacción, ya que la Iglesia con dicho dogma
recuerda que, frente al modelo de hombre roussoniano bueno por naturaleza,
está la concepción católica, la cual dice que el hombre nace en pecado e insis-te
en el valor de la gracia de los sacramentos. Dice más dicho dogma: entre
otras, que las verdades y misterios de la fe quedan más allá del conocimiento
cientificista, que sólo la armonía Razón - Fe produce el verdadero conoci-miento,
de ahí el impulso que seguidamente recibiría la neo-escolástica más
conocida como neotomismo.
3) Roca y Ponsa liga el dogma referente a la Virgen con el de la
Infabilidad Papal ¿Hay razón para ello? Seguramente el Lectoral lo hace por-que
conoce el "modo" en que se produ,jo dicha proclamación. De ahí que el
orador al hablar a su público, relacionando ambos dogmas, diga que robuste-cieron
la "fe y la autoridad". Como ultramontano siente que este robusteci-miento
implica un golpe al que considera el mayor enemigo del Catolicismo, la
Revolución. La proclamación la hizo el propio Papa por su propia autoridad sin
sentirse obligado a convocar a nadie, comportándose como «Doctor y Maestro
Universal de la verdad religiosa)), adelantándose 16 años a la proclamación de
la Infabilidad en el Concilio Vaticano 1, de ahí que la afirmación del historia-
(29) G. CASTELLA. Cripítulo dedrcado a Pío IX, Tomo 11, Espasa Calpe, Madrid 1970.
(30) J. GELMI, Lor Papas (Capítulo Pío IX), Barcelona 1986.
90 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
dor bastante crítico con la Iglesia, Peter Rosa, aunque algo exagerada, se acer-que
a la realidad cuando dice, refiriéndose al dogma Mariano, que fue «la deci-sión
política más pensada de los tiempos modernos» hecha por un Papa(3').
LA REVOLUCION
El Papa, en la Oración Fúnebre, aparecerá como hombre bueno,
Pontífice sabio y Rey reformista, traicionado y expoliado, un Papa-Rey que
tuvo la desgracia de vivir en turbulentos tiempos que le impidieron finalizar las
reformas comenzadas en sus Estados, ya que gran parte de sus esfuerzos ten-dieron
a reforzar la Iglesia interiormente, fortaleciendo su unidad y autoridad;
a realizar grandes esfuerzos en la clarificación doctrinal; a expandir la fe a tra-vés
de las misiones, sobre todo en las olvidadas tierras de Africa, Asia y
Oceanía; a establecer a través de Concordatos las relaciones con un Poder
Temporal basado en nuevos fundamentos; en luchar en cada país para conser-var
lo que pudiera conservarse de los antiguos privilegios; en establecer rela-ciones
nuevas, crear Iglesias y promover el proselitismo en países antes veda-dos
como eran los protestantes; en fortalecer las relaciones con los Estados e
Iglesias orientales; en promover una nueva y profunda espiritualidad y adap-tarse
a las nuevas exigencias espirituales para poder llevar a cabo sus funciones
en una nueva realidad socio-económica liberal-capitalista'"). Todo ello sin con-tar
con la defensa de sus Estados temporales ante el empuje del nuevo
Nacionalismo. Tiempos difíciles para Pío IX que no sólo era Papa si no también
Rey. Hay que tener en cuenta que los cambios que trae el Liberalismo se pro-ducen,
como ya dijimos, bajo dos condiciones: primera es que ocurren en un
muy corto espacio de tiempo; segunda es que dichos cambios se producen en
todos los países de forma traumática y con brotes de violencia, sus formas más
comunes fueron los motines, las revoluciones, e incluso guerras civiles que, en
algunos casos, se revestirían con tintes anticlericales y, por el otro bando, bajo
un cariz de "guerras de religión" o santas. Recordemos que el historiador
Henri Pirenne hablando del Liberalismo, al que reconocía, no tan sólo como
"hijo" (producto) de la Revolución francesa sino como su "heredero espiri-tual",
dirá: «La oposición esencial entre católicos y liberales que llenó todo el
s. XIX estriba en las concepciones incompatibles que unos y otros se forjaban
del destino humano». No es, por tanto, de extrañar que los ultramontanos y los
tradicionalistas, ante el cariz y la rapidez con que se sucedían los cambios, sólo
pudieran explicárselo desde la teoría de la conspiración, cuyas dos característi-cas
serían el anticristianismo y la anti-legitimidad. Así comprende el siguiente
31) P. ROSA, Vicarios de Cristo. (Cap. Pío IX), Barcelona 1989.
32) H. JEDIN, Manual de Historia de la Iglesia, vol. VII.
JESUS PEREZ PLASENCIA 91
comentario del Lectora1 refiriéndose a los sucesos acaecidos al Papa. «. . . ha
sido víctima de la persecución mas injusta, del despojo más inicuo, de la ingra-titud
mas negra, de la mas refinada perfidia, de la conspiración de los poderes
públicos, humildes lacayos de los poderes subterráneos que dirigían y unifica-ban
tan abominable empresa...». Es esta una explicación a la que llegarán
muchos pensadores de la Contra-revolución ya que, para ellos si no, no tendría
explicación que desde el Protestantismo, pasando por el Absolutismo-regalista
hasta el Liberalismo y contando también con el Socialismo, el Comunismo, el
Anarquismo y la Masonería, todos tuvieran en común una esencia doctrinal
como era la independencia de la sociedad respecto a Dios y un enemigo común
al que todos atacaron la Iglesia (33). Esta corriente religioso-política ve cómo
todas sus contrarias, a pesar de sus abismales diferencias, coinciden en formu-lar
una propuesta de sociedad en que sea neutralizada la influencia de la Iglesia
en lo social. En todas esas doctrinas domina lo que los tradicionalistas definen
como "voluntarismo" (la razón "diosa" y los deseos humanos como soberanos
absolutos, es el gobierno del hombre por el hombre, sin ninguna otra fuente de
legitimidad), de ahí que, una vez encontrado el denominador común llamé-mosle
ideológico, la teoría de la conspiración sólo necesite un denominador
común "actuante" y lo encontrarán en la Masonería. La construcción de esta
teoría ayudaría a explicar desde las posturas contrarias a la Revolución, los
sucesos acaecidos, sobre todo los fracasos, y permitiría conectarlos como si fue-ran
parte de una cadena. Esta teoría tendría una vigencia de muy larga dura-ción
en el tiempo y no únicamente en España.
Analizaremos a continuación brevemente qué entiende D. José Roca y
Ponsa por Revolución y cómo y porqué ésta arrebató sus Estados al Papa-rey.
La esencia de la Revolución es el espíritu de "rebeldía contra la autori-dad",
es proclamar la independencia del Hombre y la Sociedad tanto de Dios
como de su Iglesia. Roca y Ponsa afirma que el primero en revelarse contra
Dios fue "Luzbel", luego fue Satanás el primer Revolucionario, desde que la
primera forma social humana fuera tentada (Adán y Eva) «...el Soberbio
Luzbel . . .parodiando al Altísimo, ha creado también su Iglesia (a la que llama
Civilización Moderna) ... con su sistema religioso (Protestantismo), con su sis-tema
filosófico (Racionalismo) y con su sistema político (Liberalismo)» (34) El
pensador Tradicionalista los ve como producto de un mismo autor, siendo el
hombre una especie de actor «. . .siembra(de) Lucifer sobre la tierra.. .» (35). Así,
lo dicho podría definirse a la Revolución como un único y largo proceso de
rebeldía contra la autoridad de Dios primero y luego contra la Iglesia. En los
(33) J. ROCA Y PONSA, Bosquejo de la civilización moderna. Imprenta Antonio López
Ramírez, Las Palmas de Gran Canaria, noviembre 1873.
(34) Idem, Bosquejo, Págs. 12-13.
(35) Idem, El Liberalismo (Ensayo sobre las Herejías modernas), pág. 1ss. Manuscrito origi-nal
en catalán, traducido por D. José M" Cusell Mallo1 en 1997.
92 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN ClJRA ULTR,4MON?ANO DESDE CANARIAS
últimos tiempos habría aumentado la velocidad de las fases e incluso sus éxitos,
destacando sobre todo las siguientes:
1) El libre examen, (rebeldía contra la Iglesia).
2) Racionalismo (rebeldía contra la fe al declararse la "razón" sobera-na
absoluta e independiente).
3) Liberalismo (rebeldía contra Dios, al ser sustituido su derecho por el
del Hombre).
Luego, y siempre desde el pensamiento "Contra-revolucionario Católi-co".
la Revolución tendría una esencia satánica, y no consistiría en un mero
cambio de gobierno, ya que, según el Lectoral, «...el Liberalismo no es una
forma política, es un sistema social y por consiguiente religioso, puesto frente
a frente del sistema religioso y social del Catolicismo ... el Liberalismo es un
cuerpo de doctrina fundado sobre la negación de Dios por parte de la socie-dad
... >> ('". Refiriéndose a la Revolución, distinguiendo entre Revolución y
revolución, dirá lo siguiente «¿Es lo mismo una revolución que La Revolución?
De ninguna manera . . .La Revolución ... ella ha existido siempre, y en todas
partes . ..ya con esta forma ya con otra ... siempre ha dirigido sus tiros contra el
Ser Supremo ... está guiada por aquel revolucionario que dijo "Subiré hasta el
trono del Señor y me declararé igual al Altísimo". La Revolución es la nega-ción
o la destrucción, si en sus manos estuviera, del lazo sagrado que debe unir
... a las criaturas con su Criador ... Desde entonces la Revolución pretende pro-mover
cismas, resucitar herejías, destruir imperios, hundir al Papa y esto a un
tiempo mismo, en todas partes del universo ...i La Revolucióni Este es el ente
misterioso clave de la Historia moderna, más todavía que de la antigua.. .» (''l.
Roca y Ponsa, plenamente integrado dentro de la corriente de pensamiento
católico tradicionalista, profundamente antiliberal, verá a la Revolución como
el intento de destruir el Orden Natural y Cristiano y de todo lo que ello impli-ca.
No es meramente una actuación violenta que intenta derribar y sustituir
unas meras forma de gobierno y unas instituciones; pretende por tanto pasar
de un Orden Teocéntrico a otro nuevo, distinto y contrario basado en el antro-pocentrismo
y en la soberanía humana. Roca y Ponsa entiende que, por este
afán de destruir y sustituir al Cristianismo, la Revolución se pretenderá
Universal, vista como un proceso cuyos puntos culminantes serían, la Reforma,
la Filosofía Ilustrada y el Liberalismo. Cuando Roca la llama "iglesia" (de
Satanás) no sólo se refiere a quien es su promotor en la sombra (una especie
de anti-providencia, también a su deseo de universalidad y al de perpetuarse
queriendo ser eterna('X'L. a Iglesia (la cual se define a sí misma como Unica,
(36) Ibídem, pág. 4.
(37) Periódico La Peguu, Artículo "La Revolución" 5-111-1874, (Periódico Tradicionalista).
(38) M. AYUSO, Lo Contrarevolllcicín Legirrmistn. Universidad Complutense, Madrid 1993
JESUS PtKEZ PLASENCIA 93
Uriiversal, Eterna, Verdadera) será, por tanto, el mayor enemigo de la
Revolución, y más cuando su influencia había sido la clave constructiva del edi-ficio
europeo y occidental hasta 1789 (que se mantenía con altibajos, ya deca-dente,
por sus propias contradicciones ) que era el que pretendía derribar y sus-tituir
la Revolución.
De ahí que los ataques sufridos por la Iglesia eri el s. XIX sean analiza-dos
desde esta perspectiva y que, en última instancia, la pérdida de los Estados
Papales sean vistos por los Contrarevolucionarios Católicos, no como una mera
consecuencia del Nacionalismo italiano, sino que éste fuera el pretexto para
debilitarla todavía más, parte de un proceso revolucionario y una perpetua
conspiración contra la Iglesia, como lo fueron las desamortizaciones, con la
diferencia de que dicha pérdida demostró dos cosas:
1) que los últimos restos de la Europa Cristiana habían desaparecido
desde el momento en que ninguno de los Estados que se autoproclamaban
Católicos defendieron los Estados de la Iglesia.
2) que un nuevo derecho internacional basado en el "realismo político"
se había impuesto. Dirá así el Orador «Pío IX ve cómo sin motivo, sin pretex-to,
sólo por el derecho de la fuerza, el Piamonte le arrebató (sus Estados) ...y
sus protestas contra la violación del más sagrado de los derechos, si logra con-mover
a los fieles, no hallan en la caballerosa Europa un (Estado) caballero
que recoja el guante arrojado de tan pérfido modo por la Saboya a la faz del
mundo». Luego la Contrarevolución Católica no dudará en pensar que la ocu-pación
de Roma fue un paso necesario para debilitar a la Iglesia, fruto de una
conspiración. La caída de la Ciudad Eterna y Universal fue un duro golpe para
la "conciencia" Católica, considerada, por tanto, como un expolio y un sacrile-gio,
imprescindible para que la Revolución fuera Universal'"' . Para Roca y
Ponsa con la invasión de los Estados Papales nace un Derecho Internacional
nuevo, basado en la "fuerza" , que será por el que se guíen ahora en sus rela-ciones
las naciones, una fuerza que, como base del nuevo derecho internacio-nal
promete futuras violencias.
P.J. Proudhon 1809-65, uno de los máximos exponentes del anarquismo,
alabará, en una de las obras más apologéticas de la violencia, a ésta y a la gue-rra,
como base del derecho entre los hombres, clases y naciones, si bien reco-nocía
que éstas acabarían cuando triunfara su modelo político, social y econó-mico.
Desde la visión de los defensores del poder temporal, con esa ocupación
-es esto lo que le dará el carácter de expolio y sacrilegio-, se han conculca-
(39) ENCICLOPEDIA ESPASA CALPE, tomo IV, págs. 1.428-1.437: "La Doctrina de la
Iglesia siempre ha reconocido que el Poder Temporal no es una "absoluta necesidad" de
la Iglesia y el Papado. Pero en sus relaciones con los Estados y en el ejercicio de sus fun-ciones
el "Poder Temporal reconocido" asegura su plena y absoluta libertad para ordenar
todo lo neccsario para la consecución de la finalidad de la Iglesia, por otra parte cl Papa
no puede ser súbdito de nadie".
94 EL PONTIFICADO DE P10 IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
do múltiples derechos, como el derecho adquirido que da la Historia. También
desde esa visión, ese acto se convierte en un atentado contra los más funda-mentales
principios de lo justo, lo que supone el fin del Derecho Natural. Pero,
ante todo, supondrá para los Contrarevolucionarios Católicos el más duro y de
mayor consecuencia de los golpes asestados al Derecho Divino, al ser el expo-lio
del último y más importante resto de un mundo construído desde el
Cristianismo. Con él desaparece la Cristiandad, como ente político. Es un
mundo que ha dejado de ser cristiano en cuanto a su ordenamiento político
social.
Hay historiadores que piensan que dicho poder temporal era un anacro-nismo,
una rémora para una Iglesia a la que ven como una institución espiri-t
~ a l ' ~pe~ro) ,e l caso es que para poder cumplir con su ministerio con garantía e
independencia necesitó siempre, e incluso hoy en día, un poder temporal reco-nocido
por la comunidad internacional, como lo es en la actualidad, y fue ese
poder el que le permitió defender su libertad frente al Sacro Imperio, las
Monarquías feudales, las Autoritarias, las Absolutistas, los Estados Liberales e
incluso los Estados totalitario^'^").
Volviendo al pensador ultramontano, la ocupación será entendida, no
como una mera cuestión italiana, ya que veían en dichos Estados algo suyo,
universal, de todos los católicos y a Pío IX como su Papa-Rey. Hay, por tanto,
un enfrentamiento entre una visión "nacionalista" nacida del Liberalismo y
una visión "universal" nacida del Catolicismo. Así se explica el número de
voluntarios que acudieron a defender la Roma P a ~ a l ' ~y ' e)l odio que estos
extranjeros despertaron en los nacionalistas italianos, al comprobar que, una
vez más, "nuevos bárbaros" ocupaban su país impidiéndoles realizar lo que
consideraban su derecho de lograr la unidad rota hacía siglos por otros bárba-ros
extranjeros e impedida, múltiples veces, siempre por gentes de fuera que
venían a dirimir disputas en su tierra'42).
(40) VV.AA., La Segunda Guerra Mundial, tomo IV, págs. 1428-37
Los Alemanes durante la 11 Guerra Mundial se abstuvieron de entrar en el Vaticano,
a pesar del refugio que la Iglesia proporcionaba a los perseguidos, sobre todo Judíos, por
el escándalo internacional que hubiera supuesto invadirlo, y la posible repercusión que
esto hubiera provocado entre los numerosos católicos que formaban sus ejércitos (Bávaro,
Austríacos y voluntarios Belga, Italianos, Franceses, Españoles entre otros).
P. MURPHY. La Pa~i s a .( biografía de Sor Pascualina . avudante del Pava Pío XII)
Plaza y Janes 1983, págs.'205~208. "
Cuenta de cómo La Guardia Suiza y Los Guardias Nobles, se armaron con armas auto-
* máticas modernas, conservando sus uniformes del s. XVI, e incluso una vez se estuvo a
punto de entablar una batalla en la Plaza de San Pedro cuando unas milicias desmandadas
querían entrar a la fuerza, ocurría esto a finales de 1943.
(41) A. VIOTTI, Garibaldi, Salvat, Barcelona 1985.
«...Voluntarios extranjeros que se alistaban por sus convicciones religiosas en . . . los
diferentes batallones y regimientos Pontifícios . . . Una especie de "Internacional religioso
- conservadora (se refiere a los Legitimistas franceses, españoles entre otros, por lo que
realmente habría que hablar de Católicos - Contrarevolucionarios), superviviente de la
época anterior a la Revolución francesa, que se preparaba para el choque con el mundo
socialista emergido en el s. XIX.. .".
(42) Ibidem.
JESUS PEREZ PLASENCIA 95
Cuando fue elegido en 1846 el Cardenal Mastai Ferreti como Papa, la
elección significó el triunfo del partido "Politicanti". Desde la Revolución
Francesa surgirían en el seno de la Iglesia dos partidos o facciones(43q)u e aun-que
en lo doctrinal no se distinguirían, sí lo harían en el campo de la política o
lo temporal, ya que al ver la facción politicanti como un hecho el triunfo de la
Revolución, aceptará como una realidad las nuevas bases de relación con el
Poder Temporal e intentará por ello adaptarse, evitando todos los roces posi-bles.
Esta facción es de un talante más abierto y con el tiempo tenderán a pos-turas
Católicas-Liberales. Frente a ellos se encuentra la "facción" Zelanti, los
cuales terminarán siendo conocidos como Ultramontanos, que en lo político
tenderán a defender la Legitimidad y serán antiliberales, optan por una postu-ra
frente a la Revolución de oposición e internamente por una reforma de la
Iglesia, tanto en lo doctrinal, como en lo referente a la autoridad.
En medio de esta división comienza el pontificado de Pío IX, el cual rea-lizará
una primera etapa reformista que provocará una fuerte tensión y oposi-ción
con los sectores tradicionales. En poco menos de dos años los Estados
Papales se modernizarán en los ámbitos administrativos, de gobierno, de desa-rrollo
económico. Así, concederá una mayor representatividad y una anmistía
general, se realizará un nuevo Código penal y se licenciarán a más de 4.000 sui-zos,
poco apreciados por los italianos debido a su carácter(44T).o do ello hizo de
la persona del Pontífice un hombre muy popular dentro y fuera de Italia.
Incluso en un país como Inglaterra, donde nunca gozaron los Papas de aprecio,
su persona era conocida y apreciada. Se estaba creando un falso mito: Pío IX
era un Papa amante de la Libertad. Pero de ninguna manera era Liberal y
menos aún, por muy italiano que fuera, era un "nacionalista". No podía renun-ciar
a la Soberanía Social de Dios ni encabezar el proceso de unidad italiana y
que en su nombre se luchara contra otro país católico como era el Imperio
Au~t r íaco'~P~ío) . IX era, antes que nada, el Padre Espiritual de todos los
Católicos y no sólo de los italianos. Todo ello hizo que la anterior popularidad
se transmutara en muy poco tiempo en abierta hostilidad. Lo dice así el
Lectoral «...La revolución que monopolizaba el entusiasmo era cada vez mas
exigente. En realidad, tantas ovaciones constituían lo que se ha llamado la
conspiración del amor ... cuando las exigencias pasaron el límite de la genero-sidad
y bondad del corazón, para penetrar en el campo de la conciencia, Pío IX
pronunció las célebres palabras: no puedo, no quiero, no debo. Entonces el
entusiasmo se convirtió en indiferencia, el amor en odio, la popularidad en per-secución
y las ovaciones en sacrílega maquinaciones de muerte.. .».
(43) Ver Nota 5.
(44 ENCICLOPEDIA ESPASA CALPE.
(45{ E. FARCIA MENDEL, l i a h : De la Unlfiracibn u 1911, Akal, Madrid 1985.
96 EL PONTIrICADO DE PIO 1X VISTO POR UN CURA ULI KAMOUTANO DESDF CANAKIAS
A continuación el Orador narrará el asesinato del Presidente del
Gobierno romano, Rossi. Estalló la Revolución y el Papa con peligro de su vida
tuvo que huir, mientras en Roma se proclamaba la República y el fin del poder
temporal de la Iglesia. Ente 1848 y 1870 se producirá un lento desmantela-miento
de los Estados de la Igle~ia'~e"n, tre promesas de seguridad por parte
de Francia que, a la vez, mantenía una ambigua política de contentar a todos y
como único resultado tuvo el quedar aislada en una terrible guerra contra
Prusia. Las promesas de respeto de Víctor Manuel y las conspiraciones liberal-nacionalistas
culminarían en 1870 con la ocupación de Roma y su proclamación
como capital del Reino de Italia, mientras el Papa, después de una simbólica
defensa'"), se encerraba en el Vaticano para decir a quien quisiera oírle que la
ocupación constituía un acto de fuerza de carácter sacrílego y por tanto un
"expolio". Por otra parte, se duele el Lectoral de que la Ciudad Eterna no
fuera defendida por ningún gobierno de los que se decían católicos y sí en cam-bio
por voluntarios, en un movimiento que un historiador ha calificado como
una "Internacional Católico Legitimista", debido a su posicionamiento político
'"l. En esto consistió el único alivio del Papa, en el carácter popular de la defen-sa
y posterior protesta. Ante la violenta conculcación de los derechos del últi-
(46) Ver Nota 5
(47) Ma.L. RIZZATI, Lu Misa nzás dramática de Pío IX, págs. 90-102. A. MACCHIAVELLO, La
Brecha de Porta Pia, págs. 102-116, ambos en "Revista Historia y Vida" 322, (1970). Notas:
(a) «...La invasión y toma de Roma produjo universal scnsación entre los Católicos.
... una serie de coincidencias que acompañaron a los hechos ... las observadas por el gene-ral
y diputado francés Du Temple, según el cual coincidieron: la salida de Roma de las tro-pas
francesas, con la primera derrota del ejército francés por los prusianos en Wissemburg,
en la cual perdieron tantos hombres como era los que salieron de Rom; la salida del últi-mo
soldado francés por Civittavecchia con la última derrota en la batalla de Reischoffe; la
fecha del convenio de Napoleón 111 con Víctor Manuel 11 para abandonarle los Estados
Pontifícios (4-Sep.-1860), con la quc fue destituído Napoleón y su familia del trono (4-Sep.
1870); en el mismo día en que los italianos aparecieron a las puertas de Roma, aparecie-ron
los prusianos a las de París, y ambas ciudades quedaron cercadas el mismo día».
(Espasa-Calpe). Así se ve cómo los franceses católicos sentían que su Nación había vendi-do
Roma, de ahí que sus propias derrotas (impensables al empezar la guerra) fueran vis-tas
como un castigo divino. la acción de la Providencia.
(b) Los franceses quc defendieron Roma mandados por los tres hermanos De
Charette a los que se conocían como "los tres Mosqueteros del Papa", acudirían después
a defender Francia (no al Emperador ni a la República) llevaban como estandarte el que
usaron en Roma con la inscripción ¡Corazón de Jesús, salvad a Francia! morirían casi todos
en la batalla de Patay contra Prusia en 1870.
(c) D. Alfonso Carlos, hermano de D. Carlos VII, participará en la defensa de Roma
con un nutrido grupo de Carlistas vistiendo el uniforme de los Zuavos, al producirse la
ocupación de la ciudad, acudiría a la llamada de su hermano, para luchar por la
Legitimidad en España, al venir se crearía con ellos la unidad de Zuavos Carlistas.
(d) Ver la carta que le envía D. Carlos VI1 al Papa Pío 1X pidiéndole la bcndición y
sus oraciones por el triunfo de su causa en la Guerra Carlista, quc identifica con la causa
de la Iglesia (30-Nov.-1869).
(e) En el personaje literario del Marqués de Bradomín se presiente, lo que Valle
Inclan debía sentir (y es de suponer que fuera un sentimiento popular), que existía cierta
afinidad entrc las dos causas, quizás las sintiera parte de un mismo combate, sea lo que sea
el joven Bradomín serviría cn Las Guardias Nobles del Papa y ya anciano serviría como
Zuavo papa1 antes de venir a España para defendcr por segunda vez con las armas a la
causa de la Legitimidad proscrita .
(48) A. VIOTTI, G~irihrrldiS, alvat, Barcelona 1985.
JESUS PEREZ PLASENCIA 97
nlo Papa-Rey, un movimiento de propaganda y protesta surgió a nivel univer-sal,
para presionar a los distintos gobiernos y que éstos a su vez hicieran lo pro-pio
frente al Reino de Italia. Esto no tuvo el efecto deseado, sí se consiguió en
cambio hacer de Pío IX el primer Papa universalmente amado, desarrollándo-se
en torno a él, incluso en vida, una actividad hagiográfica y de exaltación
hasta entonces desconocida, entre las que hay que insertar este texto canario,
junto a otras actividades que quedan aún por estudiar, lográndose crear así
entre los fieles isleños, por encima de sus preferencias políticas y a pesar del
origen ultramontano de esta actividad, la imagen popular de un Papa bonda-doso
y espiritual, un Papa mártir que murió encerrado en su palacio, un Papa
cuya soledad, despojo y tristeza, no cesaban de recordar los ultramontanos,
eran fruto de la Revolución. Ellos proponían luchar por la Restauración
Católica, que sólo sería posible mediante la unión de todos los fieles, tomando
como bandera al propio Pío IX y al Syllabus cuando él no estuviera, de ahí la
proliferación que tuvieron actos y gestos como las rogativas, las peregrinacio-nes,
las limosnas ofrecidas al Papa, la actividad de periódicos, no únicamente
clericales ,e incluso la política.
De todo ello tenía conocimiento el Lectora1 que, como hemos visto,
mantenía fluidos e importantes contactos con la Península y el extranjero.
Roca y Ponsa se identifica con la facción Zelanti y muestra en el texto esta afi-nidad
sin que por ello se resienta su fidelidad al Papa, diciendo: «...Al ocupar
la Silla de San Pedro, todas las miradas se fijaron en el ... la bondad de su cora-zón,
contra el parecer del Colegio Cardenalicio, abrió generoso las puertas de
la cárcel a los que habían tomado las armas para arrebatar al Pontífice su coro-na
temporal y de un extremo al otro del orbe resonaron cánticos de alabanza
... vió defectos en la administración y los corrigió ... modificaciones en el
gobierno político de sus estados.. .D.
Para continuar luego con su toma de postura «...No hay para qué ocul-tarlo:
los más adictos a la Santa Sede veían con acerba pena las concesiones del
Pontífice: aplaudían su intención ... la afabilidad de su carácter ... su espíritu de
sacrificio, pero conocedores de la Revolución y de sus instintos anticristianos
temían un cataclismo y mostraban en su rostro los temores que abrigaban para
el porvenir y la tristeza que embargaba su alma...». Parece ser que, desde el
punto de vista del Lectora1 compartido por la facción Zelanti, el error de Pío
IX no se encontraría tanto en el conjunto de reformas llevadas a cabo, como en
la "actitud"; da la sensación de que ellos le reprochan (aunque la justifican
como producto de su bondad) el no haber conocido en esta primera etapa de
gobierno la verdadera esencia de la Revolución, es decir su carácter. El
Pontífice por su parte esperaba con estas reformas atraerse a los liberales, de
ahí la fuerte tensión interna provocada por la facción ultramontana. De ello el
orador posee conocimientos ya que incluso conoce la alocución por la cual el
98 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA IJLTRAMONTANO DESDE CANARIAS
Papa, haciendo uso de su autoridad, les llamó al orden. Esta oposición se debía
a que dicho partido sólo veía como única salida posible de la crisis una "reac-ción
restauradora" que volviera a convertir a la Iglesia Católica en una Iglesia
unida, fuerte, doctrinalmente atrincherada y preparada para todo tipo de com-bate
y una Iglesia que al contrario de la del s. XVIII tuviera una jerarquía indis-cutida
y reconocida por todos. Todo esto porque ellos creían y así sucedió, que
frente al mundo moderno (basado en un antropocentrismo, en una filosofía
racionalista y en una sociedad basada en los ideales, mas o menos atempera-dos,
emanados de la Revolución de 1789) las únicas posibilidades eran "aggior-narse"
o la más lógica de "enfrentarse", aunque el precio fuera dejar "una
Iglesia más fuerte interiormente, pero aislada ante la hostilidad general de los
gobiernos"(") y naturalmente de parte de la opinión pública y de la intelectua-lidad
contemporánea. De ahí los grandes esfuerzos realizados por la Iglesia
para restablecer las bases de una ciencia compatible con la fe, favorecer el auge
del catolicismo social y del espíritu misional, sin olvidar la corriente de espiri-tualidad
que generó la actitud ultramontana, finalmente triunfante, que hizo de
esta época una de las más fecundas, pese a los enormes retrocesos y las dificul-tades
por parte de la Iglesia para encontrar fórmulas atrayentes con las que tra-bajar
en una nueva realidad política, social y económica . Roca y Ponsa narra-rá
el fin de la etapa reformadora del Papa y su paso a la restauradora como el
resultado de un "calvario", la revolución de 1848, o lo que él llamó "la conspi-ración
del amor" y la "ingratitud". Por ello el orador evocando a Donoso
Cortés dirá: «...Pío IX se inclinó hacia ella, (la Revolución), santificando sus
legítimas aspiraciones, descendió hasta ella con cariño,. . . para purificarla y
atraerla a la altura donde el se encontraba, a la manera ...q ue Jesucristo se hizo
judío para atraer así a los judíos. Mas los judíos con Jesucristo y la Revolución
con Pío IX cometieron el peor de los crímenes, el crimen de la ingratitud ... »
esa ingratitud, que ya en 1846 profetizaban los ultramontanos, sería el suceso
trascendental que marcaría en adelante el Pontificado de Pío IX y el posicio-namiento
de la Iglesia durante cien años. Al menos oficialmente, esta actitud
no cambiaría en líneas básicas hasta el Concilio Vaticano 11 '5"'.
ULTIMA PARTE: LA MUERTE
En esta última parte de la Oración Fúnebre por la muerte de Pío IX, será
precisamente la muerte la protagonista, una muerte que, como adelantamos,
está impregnada de cierto barroquismo, es decir, por una parte, iguala a todos
los hombres, pero también los diferencia. Como si la muerte fuera justa o más
(49) FILCHE-MARTIN, Historia de Ln Iglesia, vol XXIV, Pío IX. Valencia 1974, pág. 548.
(50) CASTELLA GASTON, Historiri ríe los Przpas, vol 11-111, Espasa Calpe, Madrd 1970.
JESUS PFRF7. PL.ASENCIA 99
bien hubiera algo de justicia en ella, este pensamiento tiene algo de medieval y
barroco. El Cid ganó batallas después de muerto y así mismo el Papa triunfa-ría
en la muerte, frente a lo efímero de los triunfos materiales de sus adversa-rios.
Por otra parte, en el barroco una buena muerte justificaba toda una vida,
así este último fragmento tiene dos lecturas ya que el Orador expondrá dos lec-ciones.
Por un lado, la muerte del Pontífice, ocurrida tal como ha sido expues-ta
por el Lectoral, tras padecimientos dantescos en nombre de la fe, una muer-te
así es la puerta del cielo. Por otro lado, está la de aquéllos que se le enfren-taron;
en la representación de sus muertes se refleja el triunfo de la Parca "des-carnadamente"
sobre las glorias y vanidades humanas (vanitas) "". Es por ello
por lo que el orador sagrado no encontrará mejor forma de culminar su narra-ción
sobre la vida del Papa, (insertada en unos hechos de índole, tal como han
sido expuestos, metahistóricos), que contraponiendo las distintas muertes y no
únicamente porque ella (la muerte) sea el final lógico e inevitable con que
acaba toda vida sino, porque a través de la exposición de los distintos modos
de morir, el Lectora1 expondrá lecciones para vivir, partiendo de la premisa de
que el fin del hombre es alcanzar la salvación.
La "buena muerte", consecuencia de la vida virtuosa, será la puerta de
la vida eterna y, por tanto, del verdadero y eterno triunfo, frente a lo perece-dero
de lo mundano. Parte como vemos Roca y Ponsa de conceptos teológicos
contrarios a los provenientes del positivismo. Utiliza, por tanto, el orador la
aparente paradoja de a través del morir explicar el vivir; premios y castigos
convertirán a la muerte en esta Oración Fúnebre en el instrumento que traerá
algo de luz y de orden a la confusión que han provocado los triunfos de la
Revolución. Como si fuera una restauradora del equilibrio, ella aparecerá
como igualadora y vehículo de la justicia, será "signo" de triunfo y de gloria, de
derrota y condenación.
Es importante la concepción que se tiene de la muerte ya que las distin-tas
formas de concebirlas serán el resultado de las diferentes ideas y compor-tamientos
que se tengan de y ante la vida. Así desde la teología católica la
muerte es el fruto del pecado, por tanto introducida en la humanidad por el
diablo y, desde la misma concepción, la victoria sobre la muerte y el pecado
sólo se obtendría a través de Cristo y de su Iglesia. Esto es imprescindible para
comprender la visión triunfal, que tiene y transmite el Lectora1 a sus oyentes,
de la muerte del Papa, enfrentada a la de sus enemigos. Así para el orador
ultramontano los adversarios del Pontífice, a los que ya ha identificado ante-riormente
como enemigos de la Iglesia, de Cristo y en última instancia de Dios,
tendrán una muerte más pronta que la del Papa. Roca y Ponsa ve en ello un
signo divino y así lo expone a un dolido público reunido en La Catedral de Las
(51) VV.AA. El Barroco. pág. 56. Misiones Culturales. Minislcrio dc Cultura Madrid 1978
100 EL PONTIFICADO DE PIO IX VISTO POR UN CURA ULTRAMONTANO DESDE CANARIAS
Palmas de Gran Canaria. Con ello conseguirá transmitir alivio y esperanza,
presentando a esas defunciones que anteceden a las del Pontífice como pre-monición
del castigo que aún han de sufrir. Son presentadas esas muertes como
sucedidas de manera inesperada o en el anonimato y la oscuridad del destierro
y la miseria de aquéllos que un día fueron poderosos y orgullosos, o entre
remordimientos pidiendo perdón en sus últimas horas, muertes, en fin, tan tur-bulentas
como sus actos'").
Frente a ellas, la muerte del Papa, que aún produciéndose en el cautive-rio
romano, será expuesta como ocurrida en medio del amor universal de los
católicos, por ello el dolor provocado será también dolor universal. Por otra
parte, el Lectora1 no olvidará presentarla como placentera y llegada con la con-ciencia
tranquila.
Como dice Jesús Bravo Lozano(53)la, concepción católica tradicional de
la muerte es distinta a la de la civilización actual en que se la oculta para poder
disfrutar tan solo de la vida. De lo contrario parte el Lectoral, así Pío IX ense-ña
su última lección en el morir : una vida consagrada a Dios y a la Iglesia trajo
por consecuencia sufrir múltiples penalidades, por lo que el Papa moriría "por
la fe y en la fe", he aquí su lección y victoria. Las imágenes que seguirán trans-portan
al Barroco, hablarán de la fugacidad de las glorias y vida humana, de los
vaivenes de la fortuna, de los superficiales conceptos de grandeza y triunfos
terrenales, transformados en la hora de la ruina en oropeles. Esta parte del
texto culminaría en el siguiente fragmento: «...Pío IX, la gloria sin par de que
se ha visto rodeado. No hablo de aquella popularidad efímera y superficial de
los primeros días que se disipó como el humo, convirtiéndose en atronadora
(52) J. BRAVO LOZANO, Que muero porque no muero, en "Historia 16" (es fotocopia y no
se la fecha creo que es de 1984. Notas sobre las muertes aludidas:
CAVOUR: Muere, súbitamente, en 1861, fue tan inesperado su fallecimiento que
causó gran conmoción, pidió confesión antes de morir .
M. VICTOR MANUEL: Muere poco antes que el Papa el 9-1-1878, pidiendo perdó.
NAPOLEON 111: Muere en el destierro 1873, enfermo, olvidado por sus antiguos
partidarios, y considerado por muchos como el causante de la ruina de Francia. Su único
hijo moriría joven y trágicamente sirviendo bajo otra bandera.
GIOBERTI: Murió en un destierro "oficioso" en París, su fallecimiento fue súbito.
MAZZINI: Fue el único que falleció después del Papa, sin remordimientos y per-maneciendo
fiel y consecuente con sus ideas.
(53) A) GRAN ENCICLOPEDIA RIALP (ver Masonería). Desde 1738 en que se produce la
primera intervención de la Santa Sede, en contra de la Masonería, a través de la
Constitución "Zn Eminenti" de Clemente XII, seguirán las de Benedicto XIV, Pío VII,
León XII, Pío VIII, Gregorio XV y Pío IX, seguiría con las condenas en la encíclica "Qui
Pluribus" del 9-Nov-1846, seguiría con las condenas en la encíclica "Quanta Cura" del 8-
Dic-1864 .Y la Bula Apostolicae Sedis del 12-Oct-1869.
B) F. GONZALO ELIZONDO, en Revista "Verbo", Octubre 1993. Comentando la
encíclica "Humanum Genus" del 20-Abril-1884, culminación de las condenas papales
sobre la Masonería, por parte de León XIII , sucesor de Pío IX, dirá que este Papa, duran-te
sus 25 años de pontificado, emitió 226 documentos condenando a la Masonería y
Sociedades Secretas, lo que indica el convencimiento que tenía la Iglesia de que eran pro-vocadoras
y manipuladoras de la Revolución sin olvidar sus errores morales, religiosos y
filosóficos.
JESUS PEREZ PLASENCIA 101
tempestad ... Tampoco le vino de los poderes de la tierra que, o le abandona-ron
cobardes, o le persiguieron . . .o le ultrajaron . .. Su gloria brilla en su lon-gevidad
sobre sus enemigos, a los cuales vio desaparecer envueltos por el tor-bellino
de la cólera divina ... Es admirable y digno de profunda meditación lo
que ha pasado entre él y sus enemigos; ... sus muertes han sido desgraciadas y
generalmente repentinas ... Murió ya (refiriéndose a Pío IX), pero su muerte es
continuación de la gloria que recibió en el mundo y comienzo de la del cielo
... Vivió triunfando por su sabiduría, padeció triunfando por su firmeza, murió
triunfando por su gloria».
En la obra del Lectora1 los personajes adversarios al Papa han sido pre-sentados
de forma vaga e imprecisa, mientras que la descripción de la
Revolución, desde su posicionamiento ultramontano, ha sido clara y sin posi-bilidad
de ambigüedad, calificándola de esencialmente mala (incluso de tener
un carácter satánico-anticristiano), ha usado un lenguaje a veces casi pictórico,
dibujando con palabras imágenes terribles y espeluznantes de la Revolución,
como si fueran modernas "danzas de la muerte", "danzas macabras de la
Revolución". ¿Qué razones puede tener? Yo encuentro tres fundamentales:
1) Presentar al Papa como el personaje principal y frente a él La
Revolución, equivale hacer de la figura del Pontífice un hombre elegido y pro-videncial,
objetivo principal de los ataques revolucionarios, todo ello con una
gran carga dramática que permite al Lectora1 presentar los sucesos dentro de
un conflicto de mucha mayor dimensión, entre principios antagónicos e irre-conciliables.
Así al leer la Oración fúnebre se saca la conclusión de que sólo
hay dos campos: en uno se defiende a Dios y sus principios y el otro es el campo
diabólico
2) Al reducir el conflicto a una lucha Papa - Revolución, uno de los ban-dos
tiene un protagonista personalizado. El Pontífice sería el delegado de Dios
y frente a él no hay hombres claramente dibujados, está la Revolución, al igual
que Maistre piensa Roca y Ponsa que es la Revolución quien maneja a los hom-bres
y no los hombres quienes la hacen, ya que su verdadero autor sería
Satanás o lo que he llamado "anti-providencia". Los ultramontanos creen sin-ceramente
que existe un anti-plan -divino, una tentación permanente por
parte del mal, para que la humanidad sumida en el orgullo y la soberbia expul-se
a Dios de la sociedad, y que el hombre declarándose su igual se gobierne a
si mismo sin norma superior a la que sujetarse.
3) Es norma casi siempre seguida en los escritos de D. José Roca y Ponsa
atacar duramente a las doctrinas que considera erróneas, respetando a las per-sonas,
un equilibrio que rompe en muy raras ocasiones.
Las descripciones de esos enemigos son tan escasas que parece claro con
su lectura que el enemigo del Catolicismo es la Revolución, no las personas,
102 EL PON~I~IFICADDOE PIO IX VIS10 POR CN CURA IILI'RAMONlANO DESDE CANAKIAS
por ello las descripciones de éstos aparecerán no sólo en los últimos párrafos
sino que lo harán de forma muy breve. También se hace patente que el Lectoral
culpabiliza a la Masonería de ser la que promueve y da el carácter "anti-cató-lico"
a la Revolución. Para acercarnos al pensamiento del autor recurriré a un
fragmento de un amplio estudio sobre la Masonería que apareció en forma de
una serie de artículos en 1874 en el periódico carlista de Las Palmas "Lu
Tregua" y dice así «...La organización de la Carbonería es una organización
diabólica . . . crímenes y sucesos obedecen ... a un misterioso y horrible plan
... No es de extrañar que casi todos los que gobiernan las naciones sean maso-nes,
por que sus frutos, sus resultados no son de otra cosa, ... todos como tales
son enemigos de Jesucristo. No extrañamos que sean masones por que su con-ducta
no solo es de tales masones, sino la de algunos hasta de carbonarios.
Todos son uno dispuestos a trabajar, en cuanto esté de su parte, para arruinar
y destruir el Catolicismo». Roca y Ponsa conoce, comparte y difunde las teorí-as
ultramontanas sobre las Sectas Secretas y la llamada con~piración(~só')l,o así
se puede entender que en las mencionadas descripciones aparezcan sobre todo
Mazzini, pero también Cavour, como los grandes hombres de la Revolución. El
orador no ve en ellos sólo al constante luchador republicano y al gran estadis-ta,
sino que haciéndose eco de los hechos y rumores de la época, los sitúa en la
Masonería, luego eso explicaría la posición y los papeles que jugaron en el
expolio. Digo expolio y no unificación porque desde la visión ultramontana y
tradicionalista no se partiría de lo que se consiguió (unidad nacional) sino de lo
que se perdió (Roma universal). El primero era un reconocido masón, Mazzini
llegaría a ser el jefe de la Masonería italiana, y Cavour mantuvo contactos lógi-camente
con Masones durante su actividad política, el caso es que Roca y
Ponsa los cree de la Sociedad Secreta. Aunque Napoleón 111 parece que en su
juventud perteneció a los Carbonarios , le diferenciaría de los otros (en la obra
del Lectoral) su carácter desleal y falso. Es quizás la del Emperador de los fran-ceses
la descripción más dura y llena de desprecio del texto. Así, frente a las
descripciones de Mazzini como mentor que le da su carácter más anticatólico a
la Revolución en su faceta nacionalista y Cavour como su gran estadista, los
otros, paradójicamente "grandes" de la tierra, serán presentados como meros
instrumentos manejados por los primeros, o lo que es lo mismo, por la
Masonería, con lo que la Unificación, desde ese punto de vista, no sería mas
que otro ataque a la Iglesia mal disfrazado, al menos así lo cree sinceramente
el Lectoral. Partiendo de esto será mas fácil entender el porqué de estos bre-ves
retratos:
Gioberti: «el sacerdote agitador y apostata».
Napoleón 111: «el hipócrita fomentador de crímenes italianos».
Victor Manuel: «el brazo ejecutor de los decretos de los carbonarios~.
Cavour: «el maquiavelo de nuestro siglo».
Mazzini: «el genio de la Revolución».
JFSUS PEREZ PLASENCIA 103
Es curioso que en el texto no se nombre a Garibaldi, al que sí nombra
Roca y Ponsa en otros artículos.
Por otra parte, apuntar que no se produce un análisis de las condiciones
socio-económicas que provocaron o hicieron sumarse a las masas a la
Revolución. Esto halla su respuesta no en el desconocimiento de tales cuestio-nes,
sino en que la Oración Fúnebre no era el lugar adecuado para tratar dicho
tema, hay que recordar que el primer sindicato católico de obreros que funcio-nó,
de forma efectiva, en España fue el de Las Palmas y desde el principio Roca
y Ponsa colaboró en dicha asociación, no dejando nunca de preocuparse por
tales cuestiones hasta su muerte.
Para finalizar, apuntar que la última lección que da el orador a los oyen-tes
canarios se reduce a afirmar lo efímero que serán los triunfos de la
Revolución y a recordar la obligación por parte de los católicos de unirse bajo
la bandera del Syllabus y del Papado, tomando como ejemplo la virtuosa vida,
tal como ha sido expuesta, de Pío TX, vida llena de bondad, sabiduría y marti-rio.
Acabando de este modo con una doble esperanza basada en el pronto reco-nocimiento,
por parte de la Iglesia, de la santidad de Pío IX, un santo al que
invocar en los tiempos "terribles" de la Revolución triunfante. Y por otra
parte, la esperanza en el Papado, piedra angular de la Iglesia y pieza impres-cindible
para el restablecimiento del orden social y político cristiano (restaura-ción).
Citando sus propias palabras, dirá: «. . .elevemos una oración por su alma
mientras aguardamos poder con autorización de la Iglesia invocar su interce-sión
. . . y hagamos una santa violencia al cielo para que la provea de un pastor
digno y celoso . . . Danos, amado Jesús un pontífice que sea como Pío IX». Con
ello acabó el 28 de Febrero de 1878 en La Catedral de Las Palmas de Gran
Canaria, la lectura de la Oración Fúnebre por la muerte de Pío IX, cuyo autor
D. José Roca y Ponsa (1852-1938) fue uno de los mas claros exponentes de lo
que popularmente se conoció como curas carlistas, o lo que es lo mismo,
"ultramontano" en lo religioso y "legitimista" en lo político.
Jesús Pérez Plasencia