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LA CONVOCATORIA DE ELECCIONES
GENERALES DE MARZO DE 1931 Y SU
PREPARACIÓN EN LAS PALMAS DE
GRAN CANARIA
Mª Luisa Monteiro Quintana
Introducción
En enero de 1.930, el general Primo de Rivera abandonaba el ejercicio del poder, des-pués
de siete años de dictadura. Tras este abandono, le sucede el también general Dámaso
Berenguer que anunció la vuelta a la normalidad constitucional anterior a la dictadura,
intentando reconstruir de esta manera el sistema caciquil que había presidido la Restaura-ción.
Este retorno a las prácticas constitucionales se realizaría a través de un proceso
electoral que comenzaría con la celebración de elecciones generales, previstas para el uno
de marzo de 1.931, lo que fue considerado por sus adversarios como un auténtico anacro-nismo,
al pretender restablecer la situación previa al golpe de Estado, sin tener en cuenta
la imposibilidad de volver atrás, “a la farsa de partidos y gobiernos de la Restauración”,1
sistema considerado por sus oponentes como insostenible y agotado en 1930, lo que fue
duramente criticado, valiéndole el título, generalizado a partir del artículo de Ortega y
Gasset, de El error Berenguer, que consistía en “tratar de hacer como si aquí no hubiera
nada radicalmente nuevo”.2
Sin embargo, la mayor parte de los políticos monárquicos, anclados aún en su pasado
caciquil,3 no ocultaron su satisfacción por la decisión de Berenguer, y se aprestaron con
rapidez a la preparación de las candidaturas y las elecciones generales, siguiendo los vie-jos
cánones que habían caracterizado a la Restauración.
Es en este contexto en el que quisiera enmarcar el presente trabajo: la preparación en
Las Palmas de Gran Canaria de estas elecciones generales, no celebradas finalmente, pero
que puso en marcha las complejas negociaciones entre los hombres fuertes de la política
local canaria, en las que iba a jugar un papel destacado y fundamental el alcalde de la
Ciudad, José Mesa y López, quien dirigirá, bajo las directrices de Leopoldo Matos desde
Madrid, este proceso de convocatoria de elecciones generales que, a través de este trabajo,
nos disponemos a analizar.
Estas convocadas elecciones generales fueron rechazadas por grupos de opinión que
exigían la convocatoria de elecciones municipales y provinciales antes de las generales,
amenazando con una campaña de abstención. Finalmente no tuvieron lugar, tras la sustitu-ción
de Berenguer por el almirante Aznar, que decidió preceder estas elecciones generales
de las municipales y las provinciales como se había realizado con anterioridad a la dicta-dura.
Las elecciones generales tendrían lugar en junio de 1.931, pero en un marco político
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completamente diferente: el de la IIª República, proclamada tras las elecciones municipa-les
del 12 de abril de 1.931, no agotándose, por lo tanto, el triple proceso electoral previsto
por Aznar.
Los preparativos en la provincia de Las Palmas
El objetivo del presente trabajo es centrarnos, precisamente, en el análisis de la situa-ción
en que se preparan estas elecciones generales en Las Palmas, jugando el alcalde José
Mesa y López un papel protagonista en la misma, que lo vuelve a señalar como el hombre
fuerte de la política insular y provincial, que intentará recomponer la maquinaria caciquil
después de más de seis años en deshuso, como consecuencia de la dictadura de Primo de
Rivera.
Estas elecciones, como hemos apuntado, estaban previstas para el uno de marzo de
1.931, y, aunque hemos visto que, finalmente, no tuvieron lugar, su convocatoria inicial
fué suficiente para poner en marcha en Las Palmas, las complejas negociaciones para la
selección de candidatos. En esta selección van a jugar un papel fundamental personalida-des
muy destacadas de la política local, provenientes del “viejo régimen” oligárquico y
caciquil, y representantes del que fuera Partido Liberal en Gran Canaria. Entre ellos, el
propio Mesa, los hermanos Pedro y Fernando del Castillo y Cristobal Bravo de Laguna,
que tras las instrucciones precisas dadas por Leopoldo Matos desde Madrid (Ministro de
Gobernación), van a poner en marcha la máquina electoral, tal y como habían hecho antes
de 1.923, utilizando, como apunta Teresa Noreña, los contactos personales, orales o escri-tos,
centrándose en las personas importantes que contaban con una clientela fija, con vo-tos,
y que, por lo tanto, iban a influir de forma decisiva en los resultados de la elección.4
Tras la convocatoria de elecciones, Leopoldo Matos, como Ministro de Gobernación,
envía a los gobernadores civiles una circular en la que se les ordenaba el envío, a su
Ministerio, de una memoria en la que se detallara la situación política de la provincia en la
que estuviesen destinados. La circular enviada contenía instrucciones sobre las materias o
epígrafes que las memorias debían contener: las personas de mayor influjo en la región y
los partidos a que están adscritas; los partidos con más fuerza en la provincia; la importan-cia
y cuantía de los monárquicos en sus diversas tendencias; si había o no grupos naciona-listas
o si se tenía alguna impresión de quienes eran separatistas, regionalistas o de tenden-cias
o fuerzas análogas; el volumen de los partidos republicanos en sus diversas tenden-cias,
así como de los elementos socialistas y sindicalistas, y sobre la existencia de comu-nistas,
anarquistas o afines.
Se requería asimismo la composición de la Diputación, en el caso de Canarias, de la
Mancomunidad y Cabildos insulares, indicando la filiación de su presidente y las fraccio-nes
políticas presentes, así como la composición de los principales ayuntamientos, expre-sando
el carácter político de alcaldes y tenientes de alcalde, y la distribución de concejales
por partidos. Debía incluir en este último aspecto, los cargos que fueron nombrados gu-bernativamente
y cuáles habían sido designados por elección de corporaciones.
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Finalmente se exigía la relación de centros, clubs, casinos, casas del pueblo, oficinas de
sindicatos, juntas locales, comités y demás organizaciones de todos los sectores políticos,
indicando en cada caso el número de socios o afiliados.
Otros epígrafes hacían referencia a la propaganda efectuada desde la formación del
gobierno y la convocatoria de elecciones; noticias sobre existencia de pactos y turnos
entre diversas agrupaciones políticas para la elección de diputados; la posibilidad de inte-ligencia
entre los elementos dinásticos y las dificultades que presentaba su conciliación
por motivos locales o personales y que debían expresarse; la situación actual de cada
distrito, manifestando a qué candidato se proponían apoyar, su arraigo y profesión, el
partido al qué pertenecían y con qué medios y fuerzas contaban, acabando con la impre-sión
de cómo se presentaba la lucha en los distritos, qué candidatos contaban con mayores
probabilidades y qué resultados ofrecería en general la futura contienda electoral.
En el caso de Las Palmas, esta Memoria5 la realizará el Gobernador Civil Luis de León,
y en ella informará a Matos, siguiendo los epígrafes por él requeridos, sobre la situación
política en la provincia de Las Palmas. El Gobernador revelará en la introducción que
hace al informe, una constante en la política local canaria: las agrupaciones políticas, más
que en torno a ideas y principios, se han formado aquí en torno a personas, lo que implica
la tendencia personalista de tales agrupaciones, indicando así la falta de enlaces sólidos
con los partidos monárquicos nacionales, en un momento, además, en que éstos se están
reconstituyendo de cara a las próximas elecciones. Luis de León elogia a estas personali-dades
de la política canaria por su “leal servicio de las instituciones y del régimen monár-quico.
Así se entenderá fácilmente, que la inmensa mayoría del país es de ideas y senti-mientos
monárquicos”, aludiendo también a la tradición histórica de la institución monár-quica
en España, a la vez que alaba a Leopoldo Matos por ser la persona que
“providencialmente ha sabido agrupar en torno suyo la casi totalidad de dichos
elementos”.
En cuanto a las tendencias antimonárquicas, el Gobernador se refiere como “desercio-nes
aisladas” en el caso de Las Palmas, pero que podrían representar un obstáculo en la
representación exclusivamente monárquica que se pretende para las futuras elecciones.
Destaca el hecho que tanto el partido republicano como el socialista capten fácilmente a la
población obrera, lo que los podría convertir en una fuerza nada despreciable, según el
Gobernador Civil, a pesar de que, sumados los elementos de uno y otro partido no repre-senten
sino una minoría que no alterará la representación parlamentaria, en el caso de los
dos primeros candidatos.
En el desarrollo del informe, Luis de León no tiene ninguna duda en señalar a José
Mesa y López como la persona más destacada de la política, no sólo insular sino también
provincial, nombrando también a Cristobal Bravo de Laguna y a Pedro del Castillo y
Manrique de Lara, señalando su adscripción a la Monarquía, aunque no figuren afiliadas a
ningún partido, “y sí sólo afectas a la persona de V.E.”, afirmando que en todos los distri-tos
es seguro el triunfo de los candidatos monárquicos que se presenten.
Concluye el informe con la impresión de Luis de León de la situación sumamente
favorable para los dos candidatos monárquicos en Las Palmas, teniendo sus dudas para el
caso del tercero, entre el socialista Juán Negrín y el republicano Rafael Guerra del Río.
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Con posterioridad a este informe, Leopoldo Matos enviará, esta vez con carácter no
oficial, a Mesa y López, Cristobal Bravo de Laguna, hermanos del Castillo y Emilio Ley,
una carta de similar contenido, en la que les expondrá sus puntos de vista sobre las candi-daturas
a elegir, así como las pautas a seguir.
Matos les manifiesta la importancia y trascendencia de estas elecciones, por lo que
significaban de lucha entre monárquicos y republicanos, mirando el Gobierno que Matos
representaba, las candidaturas monárquicas “con la mayor simpatía”.6 Leopoldo Matos,
como Ministro de Gobernación y especial interesado en el triunfo de las candidaturas
monárquicas, dada su trayectoria política, será quien dirija estas elecciones, exponiéndo-les
a sus colaboradores el bochorno y ridículo que para él, en esa situación, supondría que
por Las Palmas saliese un candidato republicano, aparte de la defensa que de la Monar-quía
hace como consubstancial con la vida de España, representando la República un
gravísimo peligro para todo el orden social,7 haciendo así un llamamiento para que Gran
Canaria elija tres nombres monárquicos para ir al Parlamento, dado lo que se juegan en
esta contienda electoral, apelando a todos los que se consideran amigos suyos, a todas las
fuerzas que desde el principio lo han apoyado, para que apoyen ahora una candidatura
monárquica cerrada, y presenten la lucha contra cualquier candidatura republicana, sea de
minoría o de mayoría. No hay que olvidar que el Gobernador Civil de la Provincia, Luis de
León, le había apuntado en su informe sobre la situación política, la posibilidad de que el
tercero de los candidatos elegido, pudiera ser socialista o republicano. Pide a sus colabo-radores
pues que se reúnan para debatir y formar la candidatura que él aceptará, sean
quienes fueren las personas que la constituyan. Añade que si la situación fuera otra, él
habría sido el primero en buscar el apoyo de Rafael Guerra del Río, sobre el que reconoce
que le merece amistad y simpatía. Pero al tratarse de una lucha decisiva entre dos senti-mientos
políticos, no podía haber, como en otros tiempos, transacciones, siendo necesario
procurar que la candidatura monárquica triunfara.
La difícil formación de candidaturas
La reunión entre Mesa y López, Pedro y Fernando del Castillo Manrique de Lara y de
Cristobal Bravo de Laguna, tuvo lugar en la casa del primero a los pocos día de recibir las
indicaciones y deseos de Leopoldo Matos. La contestación a éste se haría de manera indi-vidual
pero todos coincidirían en los mismos aspectos y conclusiones que acordaron en la
mencionada reunión, donde, de alguna manera, fué Mesa el que llevó la voz cantante, a
juzgar por el contenido de las cartas, ya que, antes de celebrarse la reunión, Mesa manifes-taba
de manera personal a Matos sus argumentos respecto al llamamiento de éste, y que
serían, precisamente, los que les expondrían posteriormente los hermanos del Castillo y
Bravo de Laguna, refiriéndose al “conocimiento que Mesa tiene de este tinglado y su
habilidad para llegar al mismo fin aunque sea por distinto camino”.8
Los argumentos en los que coincidirían los cuatro políticos, se basaban en la dificultad
que suponía el ir a la lucha con una candidatura monárquica cerrada, dadas las circunstan-cias
del momento, por el estado de descomposición en que decían se encontraban casi
todos los núcleos políticos que antes existían, por el efecto de siete años de Dictadura y
por la paralización electoral a que ésta dió lugar, así como por las listas del nuevo censo,
con la inclusión de nuevos votantes, desconocidos. Para Bravo de Laguna, la única fuerza
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medio organizada era la integrada por el antiguo Partido Liberal “que marcha hoy de
acuerdo con Pepe Mesa, y ésta anda también medio anémica”, considerándola por sí sola
poco capaz para ir al copo, como pretendía Matos. Para los hermanos del Castillo y para el
propio Bravo de Laguna, no había otro camino mejor, si no querían exponerse al fracaso,
que la solución propuesta por Mesa, consistente en presentar la candidatura de Matos y la
de Pedro del Castillo-Olivares, dejando en completa libertad el tercer puesto para que
luchen por él Guerra del Río y el monárquico, que recojería los núcleos dispersos que no
quisieran sumarse a los primeros, y al que apoyarían sin comprometer el éxito de éstos,
adjudicándole ellos el triunfo a este último con los votos sobrantes de los dos primeros.
Mesa añade que hay que buscar a este tercer candidato, a quien él mismo indicará a qué
personas deberá dirigirse.
Un aspecto importante será la petición que le harán a Matos, a propuesta de Mesa, de
no trasladar del Gobierno Civil, de momento, a Cipriano Fernández Angulo, argumentan-do
Mesa y López la completa incapacidad del Gobernador civil para intervenir en la cam-paña
electoral: “Yo necesito que dejes aquí en comisión a Fernández Angulo hasta que
pasen las elecciones. Es muy conocedor del país y sabe hacer las cosas. El nuevo Secreta-rio
desconocedor del país no nos serviría de nada a estos efectos”.9 Fernández de Angulo
era para ellos una garantía de acierto en los trabajos que había que practicar relacionados
con las elecciones. A esta petición accederá Matos, manifestando con cierta ironía que lo
hace “a pesar de todos los requerimientos que en otra época recibí para su traslado”, refi-riéndose
con ello, posiblemente, a la condición exigida por Mesa durante la Dictadura de
no volver a la vida pública hasta que el Delegado del Gobierno, entonces Fernández de
Angulo, cesara en su cargo, permitiendo Matos a Fernández Angulo permanecer en Las
Palmas, a pesar de la orden de traslado que éste tenía desde los problemas con la prensa a
raíz de la rígida censura a la que la sometió en 1.930, intercediendo Matos para que ésta
sólo se realizara cuando se atentara contra el honor de las personas, se profirieran ataques
al rey o excitaciones a la indisciplina militar o manifestaciones violentas contra las institu-ciones.
Pero no contra aquellas cuestiones que afectaran al interés general y que la prensa
reflejara con respeto, dada la situación de tránsito hacia la normalidad constitucional por
la que, según Matos, pasaba España. La gestión personal de Mesa en el nombramiento o,
en este caso, mantenimiento de Gobernadores Civiles o Secretarios, como en esta ocasión,
se pone de manifiesto en esta delicada situación, en la que los monárquicos se jugaban
mucho frente a los republicanos, por lo que se les hacía imprescindible la presencia en el
Gobierno Civil, de alguien, como Fernández de Angulo, que les asegurase su ayuda
incondicional para facilitarles el triunfo electoral.
A partir de este momento se pone en marcha la maquinaria electoral y comienzan los
contactos a los que hacíamos referencia al principio. Mesa comunica a Matos su dedica-ción
al trabajo electoral, prepararando y organizando el terreno en los pueblos del interior,
manifestándole que en los primeros tanteos no ha quedado descontento con el resultado.
En este sentido también le informa el Secretario de la Junta de Obras de los Puertos de La
Luz y de Las Palmas, José Miranda, exponiéndole a Matos la disposición de Mesa a dar la
batalla en el sentido deseado por éste, ocupándose preferentemente de los campos, en un
primer momento, ratificando lo manifestado por Mesa acerca de la excelente impresión
obtenida, augurando por ello un resultado “como en los mejores -y ya lejanos- tiempos”.10
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Sobre la Ciudad, le manifiesta lo distintas que son las cosas debido a la nueva situación de
personal obrero y dependiente, que ha sufrido cambios, según Miranda, muy radicales.
Matos también aceptará las propuestas de sus cuatro colaboradores en relación con el
riesgo que entrañaba ir al copo, pero les comunica que las circunstancias han cambiado
tras anunciar los republicanos la abstención para las elecciones del uno de marzo, lo que
facilitaría la confeccción de una candidatura monárquica, centrándose ahora la cuestión
en el nombre del tercer candidato, proponiendo éste a Mesa de manera confidencial, a
Jerónimo Mejías por ser persona muy considerada en Madrid. Esta proposición no va a ser
muy bien acogida por Mesa en Las Palmas, por considerar a Mejías un auténtico descono-cido,
que arrastrará muy poco en las elecciones.
Mesa le comunicará a Matos las aspiraciones de Gustavo Navarro Nieto, al que Mesa
considera uno de sus peores enemigos políticos, por causas que más adelante señalare-mos,
a ocupar un acta de diputado en las próximas elecciones generales, considerando
Mesa esta candidatura caducada o muerta por la falta de arraigo y simpatías con que
contaba Gustavo Navarro.
Pero la búsqueda del tercer candidato no fue tarea fácil para Matos y los suyos. Los
deseos de éste por unir las dispersas fuerzas monárquicas en un solo frente de cara a las
elecciones, le llevaron a solicitar de Cristobal Bravo de Laguna que recabara los apoyos
necesarios por parte de Tomás Quevedo y Gustavo Navarro, en favor de la candidatura
monárquica cerrada. Pero este apoyo venía condicionado a que fuera Gustavo Navarro
uno de los tres candidatos, justificando esta condición en los sobrados elementos con que
contarían para la lucha, y que unidos a los de Matos, creían que darían el triunfo con gran
facilidad a la candidatura que representaban. Para Bravo de Laguna, la solución era la
dada por Mesa y López, basada en el apoyo a la candidatura de Matos y Pedro del Castillo,
y dejar que Gustavo Navarro se presentara por su cuenta y riesgo a luchar con Guerra del
Río, pues seguían considerando muy arriesgado ir a la lucha con la candidatura formada
por los tres. Matos declararía a Bravo de Laguna que no le pondría obstáculo a Gustavo
Navarro, pero que tampoco lo apoyaría con especial afán, dado su pasado político de
Presidente de Unión Patriótica en Las Palmas durante la Dictadura.
Sin embargo, las discrepancias y diferencias entre los posibles candidatos y los colabo-radores
de Matos no tardaron en aflorar (precisamente lo que Matos había intentado evi-tar).
Los problemas comenzaron cuando parecía que, definitivamente, no se formaría una
candidatura cerrada, sino que se ofrecerían los votos sobrantes al tercer candidato monár-quico,
Navarro Nieto. Éste, en febrero de 1931, comunicará a Matos su sorpresa y des-agrado
ante la publicación de la candidatura oficial en el periódico “órgano de Mesa”, El
Liberal. En esta noticia se anunciaba la intención de ir al copo, con Mejías como tercer
candidato, descartando así la candidatura de Gustavo Navarro. Éste último se dirige a
Matos, pues opina que seguramente ignoraría este suceso o le habrían informado tenden-ciosamente,
ocultando la verdad. Tomás Quevedo también se manifestará en este sentido
pidiendo explicaciones a Matos, y manifestándole en un telegrama “que no puede servir
pasiones lamentables representadas por gestiones oficiales políticas esta localidad”,11 refi-riéndose,
evidentemente, a Mesa, a la vez que le anuncia las funestas consecuencias que
para los monárquicos traería la lucha entre ellos, de lo que Matos era consciente y de ahí
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sus indicaciones para llegar a un consenso entre todas las fuerzas dispersas que represen-taban
a la Monarquía.
Las luchas personales tan inherentes al caciquismo tampoco habían desaparecido con
la Dictadura, sino que, en algunos casos, se habían acentuado a raíz de la misma, como el
caso entre Mesa y López y Gustavo Navarro Nieto, a quien el primero culpaba de las
persecuciones que decía haber sufrido durante la Dictadura y que lo obligaron al ostracis-mo
político durante esos años, no estando dispuesto a ayudar y apoyar con los votos logra-dos
por él al que fuera Presidente de la Unión Patriótica.
Esta aversión que Mesa y López manifiesta hacia Gustavo Navarro está muy presente
en la correspondencia que mantiene con Leopoldo Matos, e, indirectamente, en sus
Memorias. Para Mesa, Gustavo Navarro, junto con Tomás Quevedo, era el principal insti-gador
de la persecución que contra los amigos de Matos y de él mismo se llevó a cabo
entre 1924 y 1926. Gustavo Navarro y Tomás Quevedo eran, entonces, representante de la
Unión Patriótica en Madrid y Presidente del comité de la Unión Patriótica de Gran
Canaria, respectivamente. Por lo tanto, a nivel provincial, dos de los hombres fuertes del
régimen dictatorial que había expulsado a José Mesa y López de la Alcaldía de la Ciudad,
que presidía en 1923.
Mesa intenta transmitir a través de sus Memorias,12 que éste, en 1923, abandonaba la
Alcaldía sin ningún resentimiento hacia los que lo habían sustituido, y que se tomó esta
situación como una “época de tranquilidad de espíritu”. Sin embargo nos relata cómo a
finales de diciembre de 1923, “me encontré los vientos todos desencadenados en mi con-tra”,
refiriéndose a la investigación que sobre la gestión de los caciques se estaba llevando
a cabo por el nuevo régimen. En este contexto Mesa denuncia la persecución que sufrió,
cómo fue sometido a interrogatorios sin ningún sentido, sobre determinadas actuaciones
relacionadas con la utilización de los fondos municipales durante su gestión municipal, y
de las que Mesa y López manifiesta sentirse muy orgulloso, justificándolas en sus
Memorias, como la adquisición del Parque y Hotel Santa Catalina y la construcción del
camino de los Andenes. Para Mesa y López, detrás de estas “tropelías” estaban precisa-mente
Gustavo Navarro y Tomás Quevedo, a los que no duda en llamar dictadores a los
que se les ha conferido “los poderes absolutos”, que han utilizado para perseguir no sólo a
él mismo sino, según éste, también a sus amigos, algunos de los cuales fueron destituidos
de sus cargos, poniendo ejemplos de ello en la numerosa correspondencia que mantiene
con Matos.
En 1931, José Mesa y López no había olvidado estos acontecimientos y sus reticencias
a aceptar en la candidatura a Gustavo Navarro llevaron a la falta de entendimiento entre
los propios monárquicos.
No obstante, el cambio de planes del Gobierno en cuanto a la celebración de las elec-ciones,
obligó a deshacer lo realizado, dejando aparcado este asunto de momento, sin más
explicaciones por parte de Matos o del propio Mesa.
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La prensa de oposición y la preparación de las elecciones
Por su parte, la oposición política, representada en este caso en la prensa no vinculada
a Mesa y su entorno político, cada vez que se anunciaban y preparaban elecciones, se
ponía alerta sobre aspectos como la relación entre la proximidad de elecciones y la apro-bación
“por arte de magia”13 de proyectos de carreteras y otras concesiones de mejoras.
También se refieren a la caza de votos y tanto El Tribuno o El Socialista la denuncian
como una actividad puramente caciquil y de la que hacen responsables a Mesa y López y
su Corporación, cuyos funcionarios públicos afectos dicen que “andan por ahí de muñidores,
con una anticipación que descubre el intento de un copo... Los viejos muñidores han
resurgido a la voz del amo que les arroja los mendrugos del presupuesto o favores de otra
índole.”.14 La denuncia alcanza al propio periódico El Liberal, “diario del alcalde”, al que
acusan de estar cazando votos en los distritos de Vegueta, Triana y Arenales, y al primer
Teniente de Alcalde, David Ramírez Acosta, por la labor también de caza de votos llevada
a cabo en San José, denunciando el despido sistemático de obreros municipales republica-nos,
que no se someten a las presiones del “rodillo caciquista”, pidiendo una investigación
sobre esta cuestión, así como sobre las coacciones recibidas por funcionarios municipales
para influir sobre sus subordinados para votar por la candidatura monárquica.15 El Socia-lista
acusará a Mesa y López de emplear sus facultades de “gran electorero”, tratando de
coaccionar y buscando los medios para que los patronos influyeran sobre los empleados,
empleando para ello a guardias y empleados municipales, preguntándose “¿Para qué, si
no, aceptó la Alcaldía en plena dictadura de Primo de Rivera?. Esperábamos todos ésto. Y
es justo reconocer que sus secuaces amigos y contratistas de obras municipales le han
secundado maravillosamente”.16
En definitiva, la prensa no afín al entorno político de Mesa y López, y que representa
precisamente la oposición antimonárquica, está denunciando la vuelta a los viejos cáno-nes
caducos de la Restauración, criticando en este caso las artimañas de las que se valen
los políticos y caciques locales para asegurarse el triunfo electoral, en unas elecciones en
las que la Monarquía y por consiguiente sus fuerzas políticas, se jugaban mucho.
Balance
La elección de esta cuestión, la preparación de unas elecciones, nos ha parecido funda-mental
para analizar la pervivencia de una actuación encaminada al dominio de las elec-ciones,
que tan buenos resultados, como apuntaba José Miranda, había reportado al Parti-do
Liberal Canario, con León y Castillo a la cabeza, desde 1881 a 1918.
El esquema a seguir iba a ser prácticamente el mismo que hacía cincuenta años, así
como el objetivo, la continuidad en la posesión del poder a través del dominio electoral,
para el que se hacía imprescindible poner en funcionamiento la maquinaria electoral, que
en 1.931 se intentaría, con éxito, reconstruir, después de estar parada más de seis años. La
movilización y actuación de los caciques a nivel local, actuando bajo las órdenes de Mesa,
para ejercer su influencia sobre su clientela electoral, vuelve a producirse de cara a estas
no celebradas elecciones, así como la actuación del Ministro de la Gobernación, Leopoldo
Matos. No podemos olvidar el papel que vuelven a jugar los Gobernadores Civiles, en este
caso su Secretario, cuya actuación en la contienda electoral iba encaminada a asegurar el
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triunfo de la candidatura oficial. Asimismo, las gestiones beneficiosas para Gran Canaria,
de las que habla Teresa Noreña,17 de cara a las elecciones, vuelven a reproducirse, esta vez
con la petición por parte de Mesa a Matos para que logre para la Ciudad la concesión de la
zona franca, lo que supondría un golpe de efecto que beneficiaría a la candidatura de
Matos, vinculando, una vez más, concesiones administrativas con éxitos políticos. En este
sentido se expresaba Mesa cuando le escribía a Matos lo siguiente: “¿Por qué no das el
empujón final a lo de la zona franca?. Esa sería la mejor propaganda electoral”,18 manifes-tándole
Mesa que la gente murmuraba que en los últimos doce meses no habían logrado
nada importante para Gran Canaria.
Como casi treinta años antes hiciera el político grancanario y líder del Partido Liberal
Canario, Fernando León y Castillo, los políticos canarios, como ya dijimos, volvían a
vincular éxitos políticos con concesiones administrativas, y es, en este sentido, en el que
Mesa, como político local, azuza a Matos, grancanario y Ministro, para que logre, con sus
influencias, la zona franca para la Ciudad, lo que se traduciría, según Mesa y López, en
votos a favor de la candidatura que Matos encabezara o apoyara.
Mesa y López daba una gran importancia a la creación de una zona franca en el Puerto
de la Luz, como solución y salvación para el Puerto, cuyo movimiento estaba decrecien-do.
Mesa consiguió las consignaciones indispensables para su establecimiento, obtenidas
del Cabildo Insular y del Ayuntamiento que presidía, confeccionándose el Reglamento y
haciéndose la petición formal. Sin embargo, Mesa se lamentará en sus Memorias del
olvido en que dicho tema cayó tras la salida de Matos del Gobierno.
En definitiva, el triunfo electoral en estas elecciones, por lo tanto, les aseguraría la
continuidad en el manejo de los resortes de poder que seguían detentando.
Pero, a pesar de todo lo expuesto en este trabajo, ya hemos comentado cómo estas
elecciones no llegaron a celebrarse, debido a la crisis del gobierno Berenguer que tras
haber evitado celebrar tres elecciones sucesivas (municipales, provinciales y generales) se
va encontrar con la crecida de la oposición, produciéndose una campaña abstencionista,
desde fines de enero de 1931, secundada no sólo por los republicanos y socialistas, sino
por los constitucionalistas, por Santiago Alba, Cambó, etc. La solución a la crisis se saldó
con el nombramiento del almirante Aznar que prometió convocar elecciones, empezando
por las municipales, que fueron convocadas para el 12 de abril de 1931. A pesar del triunfo
de los concejales monárquicos, los resultados electorales dejaron ver cómo las candidatu-ras
republicanas habían triunfado en las principales ciudades, donde era prácticamente
imposible reproducir los mecanismos de control caciquil de las zonas rurales. El 14 de
abril de 1931 se proclamaba la IIª República Española, y en este nuevo marco político,
tendría lugar la celebración de las elecciones generales, el 28 de junio de 1931.
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NOTAS
1 TAMAMES, R.: La República. La Era de Franco. Alianza Universidad, Madrid,1.980: p.18.
2 TUSELL, J.: Manual de Historia de España. Historia 16, Madrid, 1.990: p. 285.
3 Idem, p.284
4 NOREÑA SALTO,M.T.: Canarias: Política y Sociedad durante la Restauración. Excmo. Cabildo
Insular de Gran Canaria, 1.977: p. 140
5 Archivo Histórico Provincial de Las Palmas-Fondo Documental Leopoldo Matos (En adelante AHPLP-FDLM)
6 AHPLP-FDLM. Legajo 187
7 Idem
8 AHPLP-FDLM. Legajo 7
9 AHPLP-FDLM. Legajo 187
10 Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN). Fondo Documental Títulos y Familias. 3118/767.
11 AHN. Fondo Documental Títulos y Familias. 3118/770
12 MESA Y LÓPEZ, J.: Memorias de un cacique. Fotocopia del original, mecanografiado en el Archivo
privado de Mesa y López, Las Palmas de Gran Canaria: pp.34-40
13 El Tribuno, nº 6.247, 3 de abril de 1.930: Charlas políticas y movilización general. H.M.C.
14 El Tribuno, nº 6.361, 24 de agosto de 1.930: Cuestiones electorales. H.M.C.
15 El Tribuno, nº 6.539, 5 de abril de 1.931: Cizaña y coacción. H.M.C.
16 El Socialista, nº 26, 19 de marzo de 1.931: Sinceridad.H.M.C.
17 NOREÑA: Canarias: Política y Sociedad ... op. cit.: p. 129
18 Archivo de Mesa y López, sin catalogar. (En adelante AML)