EL FENOMENO DEL "SUDOR EN LA PLASTICA CANARIA
ANA D~AEZ REZ
En los siglos xvrr Y XVIII varias fueron las imágenes en Canarias que
experimentaron "sudor", entendiéndose por éste la manifestación de un
líquido indeterminado que goteaba por la figura, principalmente por el
rostro, de un santo o cristo, en algunos de los casos registrados relaciona-do
con el padecimiento de enfermedades con o sin carácter epidémico, en
otros, la relación no se señalaba en los documentos:
La primera obra, de la que tenemos conocimiento, en la que se apreció
el fenómeno "sudoroso" es la pintura de San Juan Evangelista localizada
en la parroquia lagunera de Ntra. Sra. de la Concepción, coincidiendo con
la epidemia de peste bubónica de 1648, que, reinando en Sevilla, unos
barcos procedentes de Cádiz dejaron en Tenerife, afectando concretamen-te
a Santa Cruz y La Laguna1. El óleo, de pequeñas dimensiones (38 cm. x
45 cm.), fue realizado por Cristóbal Ramírez2 en madera de bomio a fina-les
del siglo m, pues se refiere que en el momento de producirse el suceso
habían pasado más de cinco décadas desde su ejecución'.
Sobre un fondo oscuro destaca el apóstol, un joven imberbe, ataviado
con túnica verde y manto rojo, siendo sus atributos el libro que porta en
sus manos y ei águiia que ocupa ei anguio superior izquierdo dei cuadro.
La tabla que se hallaba en el retablo mayor del citado templo, junto a
los también Evangelistas, San Mateo, San Marcos y San Lucas, atrajo la
atención de multitud de gente, ya que el día 5 de mayo de 1648, aproxi-madamente
a las 9,30 de la mañana, mientras el presbítero Juan de la Vega
Zapata, el diácono Ramón Serdán Trilla y Fonte y el Subdiácono Francis-co
de León celebraban conjuntamente una misa cantada4 durante el funeral
de la difunta Petrona DíazS, se observó como un humor acuoso y brillante
brotaba de la faz del santo , estado en el que pertemanecería 40 días6. Fue
por ello que acudieron al visitador general de la parroquia para que se
1148 Ana María Díaz PPrez
desplazase hasta el lugar, quien intentando averiguar la procedencia de
aquellas gotas, preguntó a los sacristanes y al monaguillo si habían
derramado agua involuntariamente y después de obtener una rotunda
negación, examinó con detenimiento el retablo, así como la imagen
titular de la iglesia, pero al no hallar humedad alguna, determinó a la
sazón mojar las pinturas de los otros tres Evanelistas y tras cerrar, acto
seguido, las puertas del templo se- guardó las llaves con el propósito de
volver por la tarde acompañado de muchas personas. Comprobó enton-ces
que las partículas esféricas no habían desaparecido de la cara de san
Juan, en tanto que encontró totalmente secas las figuras de los restantes
Evangelistas que había rociado. De nuevo cerró la-iglesia y al día si-guiente
advirtió que la faz del apóstol continuaba en idéntico estado,
poniendo ahora todo su empeño en saber si era agua o aceite el compo-nente
áei "excepcionai efiuvio" para io que preparó un par de mecnas
de algodón, las impregnó de auquel fluido y las colocó sobre un cirio
encendido, mas ni el fuego se extinguió ni se avivó, prueba, por tanto,
de que no se trataba de ninguno de los dos líquidos sospechados. De
este modo, el resultado de sus investigaciones le l l e v ~ aca lificar de
sobrenatural el acontecimiento, anunciado por el repiqueteo de las cam-panas7.
Entretanto personas de distintos ámbitos profesionales acudían al re-cinto
a presenciar el divulgado "portento", entre ellas, un pintor
británico, quien, tras un minucioso examen, llegó también a la conclusión
de milagro, incluso muchos paisanos suyos cambiaron sus convicciones
religiosas por las católicas8, y el Capitán General de aquel entonces, D.
Alonso Carrillo, que se postró ante el Apóstol y consiguió unas telas em-papadas
del "prodigioso sudorug.
Hasta aquí, lo que atestiguaron seis declarantes en el auto fechado en
mayo de 1648, pero transcumdos casi 35 años, en 1682, advirtieron que
las declaraciones carecían de la firma del juez, así pues, para paliar este
Íaiio y poder considerarias váiiaas se decidió redactar un segunao auto,
aunque las pruebas testificales no se recogieron hasta 7 años después, en
1689. Esta vez siete personas que habían asistido al prodigio no sólo reco-nocieron
las rúbricas de los testigos del auto anterior, puesto que tanto
éstos como el juez habían fallecido, sino también añadieron que desde que
el santo empezó a "sudar" no hubo más fallecimientos a causa de la peste
de Landres, porque a pesar de que los tumores invadían sus cuerpos, sana-ban
al beber zumo de Jaramagos, al mismo tiempo que se comentaba que
los enfermos de dicho mal se recuperaban al aplicárseles algodones hume-decidos
en el "extraordinario h~mor " '~L.a salud recobrada se corrobora
en el siguiente gozo popular:
El fenómeno del "sudor" en la plástica canaria
Pues sudando vuestro amor
los enfermos has curado,
amparadnos, Juan amado,
por vuestro santo sudor".
Además, gran cantidad de moscas perecían ante el cuadro del Evange-lista
mientras se mantuvo sudando12. De esa manera, este San Juan fue
considerado protector contra la pestilencia de forma accidental, ya que no
pertenece al grupo de los abogados de las epidemiasI3.
Aparte del documento original, redactado en la época, que se conserva
en la londinense British Library, cuya copia -38 folios- se guarda en el
archivo parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción en La Laguna, este
episodio fue narrado posteriormente por algunos autores, entre ellos,
Joseph de Viera y Clavijo en sus Noticias de la Historia de Canarias
(siglo xvni)14 y la que fuera esposa del cónsul británico en el Archipiélago,
Elizabeth Murray, al escribir sus Recuerdos de Gran Canaria y Tenerije
(siglo xm)I5.
Veintiseis años después, en un caluroso día de verano (domingo, 12 de
agosto de 1674), el escribano público Juan Alarcón testimonió que acu-diS,
en Cintx Cmz de Lx Pa!ma, a! d~rhici!io de! Teniente Genen! Cl_p !a
mencionada isla y Consultor del Santo Oficio de la Inquisición, D. Blas
Simón de Silva, donde, sobre un escritorio, en la imagen de un Ecce Horno
de aproximadamente "media vara de alto", con el rostro pintado y el
medio cuerpo realizado en lámina de cobre, observó esparcidas por la cara
y el lateral derecho unas gotas líquidas, como de sudor, al parecer, y baja-ban
unas señales como que había corrido el sudor abajo el pecho, que
hacían riesgos, fluido en el que empapó un algodón el Juez Visitador
Eclesiástico y Beneficiado de la parroquial, D. Juan Pinto de Guisla, sien-do
testigos presenciales de los sucedido el gentío que hasta allí llegaba
para contemplar el evento16.
No había concluido aún la primera mitad de la centuria siguiente
(1743), cuando el ambiente de paz y sosiego de Icod de los Vinos, en
Tenerife, pueblo de notoria espiritualidad, tal vez por contrarrestar la
monotonía cotidiana, fue interrumpido el 13 de junio, a las doce y media
de la mañana, al acudir con premura los vecinos a la casa de Doña Fran-cisca
Luis, esposa de Don Nicolás López, el cual se hallaba er. América,
peryv ufi pvyuefio 3dcif rudo rxud&u, cuent& E. José Ar?teni&e
León y Vergara, Beneficiado de la parroquial del lugar". Actualmente
este Cristo de ensangrentado cuerpo y marcada anatomía interna, con la
cabeza reclinada en el hombro derecho y el habitual paño de pureza anu-dado
en el lateral opuesto, se custodia en la sacristía de la iglesia de San
1150 Ana María Díaz Pérez
Marcos Evangelista de esa localidad norteña, desde que el sacerdote León
y Vergara, pidiese que, una vez comprobada la veracidad del "sudor"
por el Sr. Notario, se le entregase con la finalidad de depositarlo en la
parroquia1*.
Aparte de este relato, en el manuscrito se anotaron otros dos, cada uno
de ellos ahondando más en el tema que el precedente, así pues, D. Francis-co
José de Vergara, Beneficiado Rector de la mencionada iglesia icodense,
apuntó que de medio cuerpo hacia abajo estaba el barniz como rebenido y
como mostrando humedad y gotas muy pequeñas, lo que se detectaba con
mayor nitidez en un muslo y rodilla y tocando el susodicho Beneficiado
Rector la referida escultura sus dedos se mojaron, acto que antes habían
realizado ya cuatro veces otros concurrentes, certificando el notario que m
D
era "verdadero sudor", en tanto que el tercer informe, aunque incomple- E
- - - 1 J- n r--i J- r - i d n---~.,---- i 3- '--.--A :---1 -
LU, E:> el ut: u. JUSC UE: LCUII, ~IE:SUILGIU, q u lw L I ~ L U UE: I I IVCSL I ~ ~ I la cauba -u de aquellas gotas, y, de esta manera, examinó, alumbrando con unas luces, -- m
cuidadosamente el crucifijo, pues pensó en el cristalino líquido o en pin- o
E
tura rezumada, convenciéndose, al parecer, de que el Crsito estaba E
2
transpirandoI9. -E
En la década de los sesenta de la mencionada centuria (1765)" vuelve 3 a producirse el "milagroso efluvio", pero esta vez en la pintura de San -
Ramón Nonato del templo de Ntra. Sra. de la Asunción en la capital de la -
0
m
isla colombina2'. En el óleo sobre tabla que mide 1 m. 25 cm. x 60 cm. el E
santo leridano va ataviado con el hábito de mercedario y encima de éste el O
roquete y la manteleta, respectivamente, portando dos de sus símbolos, e1 -
personal, un ostensorio, en la mano derecha, y la palma rodeada por tres -E
coronas -castidad, elocuencia y martirio- en la izquierda, a la vez que a
2
una cuarta corona de espinas circunda su cabeza. Un lóbrego paisaje con- -- forma el segundo plano de la obra, que se haila en el retablo de su nombre,
el cual fue donado en 1771 por el capitán D. José Marcos Dávila 3
O
Quinteroz2n, atural del Hierroz3,c onstantándose en la predela la fecha y el
coiiiiieiiie 2: i1ii~1iig tiempo cjüe se lee La Milagrosa imageíi de!
gloriosísimo cardenal San Ramón no nacido, que está colocado en este
retablo sudó desde el día 12 de noviembre del año 1765 hasta el día 13 de
diciembre de dicho año de cuyo milagroso sudor se guardaron por los
fieles muchas reliquias ...
Hay que tener en cuenta que la pintura, por sus características, pudo
haberse realizado en un taller de Tenerife en los albores del Setecientos,
por tanto, el retablo que hoy la acoge es posterior a la misma. De este
modo cuando se manifestó el "sudor", esta obra pictórica se encontraba
en el altar del Corazón de Jesús, siendo muy significativo que el hueco
que dejó su traslado se llenase con una imagen de San Juan Evangeli~ta~~,
El fenómeno del "sudor" en la pldstica canaria 1151
precisamente con el apóstol que abrió en La Laguna el capítulo del repe-tido
portento.
Un quinto acontecimineto de este tipo se presenció antes de que fina-lizase
el siglo XVIII en el busto de un Ecce Homo, conocido por el Señor de
las Tribulaciones. Se trata, por sus peculiaridades artísticas, de una escul-tura
(45 cm.) del Barroco andaluz, concretamente de la escuela sevillana25,
que se venera actualmente en el retablo de Ntra. Sra. de la Consolación
(Iglesia de San Francsico de Asís, SIC de Tenerife), situado en la nave del
Evangelio.
No obstante, el "prodigio" ocurrió en el domiilio particular de D.
José Carta, Tesorero General de Reales Rentas, quien había llevado allí al
Cristo de las Tribulaciones con la finalidad de que curase a su esposa, D.a m
D
María Nicolasa Eduardo, la cual, a causa de un accidente, se hallaba en E
giaue estado. E: dki 22 de jünio de 1795, por !a tarde, comenzuro:: 2
deslizarse por la faz del mencionado Ecce Homo unas partículas esféricas d-- m
que por su fluidez y transparencia pensaba que era agua. Acto seguido O
E
secaron el rostro con unos algodones, sin embargo, en un corto espacio de E
2
tiempo, volvió a fluir el mismo humor acuoso que en un principio atribu- -E
yeron al calor que desprendía el candil que le habían ofrendado y ardía
junto a El. Seguidamente el Teniente Coronel de Milicias Provinciales D. 3
-
Francisco Tolosa requirió que las personas que contemplaron el incom- -
0
m
prensible hecho atestiguasen individualmente ante el escribano públicoz6. E
El Cristo de las Tribulaciones, que contaba con el fervor de muchas O
personas, era propiedad del presbítero D. Fernando de Fuentes, pasando n
luego, mediante escritura, a D. Francisco Tolosa, el cual mandó a hacer un -E
retablo para la referida imagen, donando ésta a principios del siglo xrx a
2
(1802) al cenobio de San Pedro Alcántara de la capital tinerfeiia2'. n
Aunque el motivo de la aparición del "extraño líquido" no fue la n
irrupción de una epidemia, posteriormente en 1893, el Cristo va a relacio- O3
narse con el contexto epidémico, pues sus favores fueron concedidos
düiaiite e! &!eia-moibo qüe :;zjo a Santa CrUz Tenerife e! y q ~ :i&
liano Remozs, cuyo agente causal atacó a los vecinos de esta ciudad en el
último trimestre del citado añoz9, al no desenvolverse la enfermedad epi-démica
en el barrio del Tosca1 con la misma fuerza que afectó a otras
zonas de la capital. Fue por ello que, en medio de solemnes actos, a instan-cias
del párroco del templo, D. Santiago Beyro y Martín, el nombre de
Oriente, con el que se distinguía una de las vías del mencionado bamo, se
sustituiría por el Señor de las Tribulaciones -una transversal a las de San
Francisco y La Rosa-, de igual manera que debía colocarse en la mencio-nada
calle una fotografía de la imagen y trasladarse hasta el lugar a
hombros de la feligresía de la vencidad30.
1152 Ana Marfa Díaz Pérez
Por último, y a modo de conclusión, es obvio que, en el Archipiélago
Canario, sucesos de esta índole, que parten del cuadro de San Juan Evan-gelista
de la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción de la Laguna, se detectan
durante dos centurias, con cierta frecuencia, en piezas artísticas religiosas,
habiéndose relacionado aquí únicamente aquellas que han gozado de ma-yor
resonancia y divulgación entre la piedad popular. Se trata de la
repetición del mismo acontecimiento, esto es, un líquido que mana súbita-mente
del rostro de una representación escultórica o pictórica del Hijo de
Dios o taumatúrgica, variando en algún caso la zona corporal afectada, y
posteriormente de discernir el hecho como auténtico milagro, tras resultar
de su análisis. mediante idéntico método de comprobación, el rechazo a
argumentos fortuitos o relativos a la técnica artística, sin olvidar que la ,,
localización del evento cambia según se perciba en santos o en cristos,
E distinguiéndose la eclesiástica para los primeros y la domiciliaria para los
segundos, ello se debe a que la pauta, en este sentido, la marcan las imáge- ii
n
nes pioneras en el portento objeto de nuestra atención, es decir, el San
- m
O
Juan Evangelista de La Laguna y el Ecce Homo, de propiedad particular, E
E
en la capital palmera. 2
E
En aquellos tiempos acudían ante el prodigio por distintas razones,
gl;l,cs, rl;l, ca!i&d zurerici,z&s e & ~ & t i ~ ~ s cuq!ipjentg &! 3
que implicaba su cargo, otros, llevados por su religiosidad y, algunos o O- otros, como meros curiosos3'. En la actualidad nosotros hemos asistido a m
E
una nueva reconstrucción de los hechos, atraídos por intereses artísticos, O
religiosos, socio-históricos e incluso, en algunos casos, hitórico-médicos
que se entremezclan en su valoración. n
E
a
n
El fenómeno del "sudor" en la plástica canaria
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1154 Ana María Díaz Pérez
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n
0
San Ramrjn Nonato. Iglesia de Nrra. Sra. de la Asiincidn. San Sel>asiiÚri de la Cornern.