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ARQUEOLOGIA HIST~RICA EN LAS CUEVAS DE ACHBINICÓ. ALGUNAS APORTACIONES AL CONOCIMIENTO DE TENERIFE EN EL SIGLO XV Y INICIOS DEL XIJ! ACHBiNENI ECL (CjO NTExTe, DE ARQ-"-E"L"Gi* HISTÓRICA CANARIA. CONSIDERACIONES INICIALES Desde que a fines de la pasada centuria la perspectiva arqueológica comienza a ser frecuente en el estudio e interpretación del pasado cana-rio, ésta ha tenido como objeto de conocimiento prioritario y casi ex-clusivo la denominada etapa prehistórica, anterior a la Conquista y Co-lonización europea bajomedieval del Archipiélago. Pese a ello, desde 1979 se advierte una paulatina consolidación de las intervenciones en enclaves históricos ', en cuyo proceso, los años 90 resultan decisivos, no sólo por concentrar de manera significativa las excavaciones en edi-ficios claves del patrimonio histórico canario 2, sino también porque éstas se han visto beneficiadas de evidentes progresos metodológicos: mejo-ras en las técnicas de excavación y sistemas de registro, extraordinario desarrollo de la bioantropología, incorporación de nuevas disciplinas como la zooarqueología, etc. Sin embargo, lo que podría parecer el despegue definitivo de una línea de trabajo, cnmp!ementaria a !I inwrtigici6n histirriri r'nccmen-tal, se manifesta, en la mayor parte de los casos, como intervenciones puntuales, subsidiarias a la política de restauración de edificios antiguos que se promueven desde la iniciativa autonómica, de Cabildos, o de otras instituciones civiles y eclesiásticas. Esto es importante porque la prácti-ca totalidad de dichas intervenciones surgen como excavaciones de ur- ---,-..,. gLiiL;a 3, sia qüe ii;ediea üaos objetivos previos de iiluestigaciSii, Se forma que el «interés científico» llega a posteriori y casi nunca como motor impulsor de los Proyectos. Se trata de una verdadera «arqueolo-gía utilitarian que afecta a los mismos tipos de emplazamientos: habi- 572 Varios Autores tualmente Conventos o Iglesias, con sólo contadas excepciones, caso del Cementerio de Santiago en El Hierro, de la Torre del Conde en La Gomera o del asentamiento franco-normando de San Marcial del Rubicón en Lanzarote. Esto pone de manifiesto un sesgo en la perspectiva ar-queológica que se aplica en el estudio de la etapa histórica del Archi-piélago, de especial evidencia en lo relativo a los modelos de hábitat y articulación del espacio urbano y rural que se desarrollan con posterio-ridad a la conquista (A. Larraz, 1996), en el ámbito privado y cotidiano (M. C. González, 1993) o en la Historia Socioeconómica y de la Tec-nología. La ausencia de un plan global y coordinado de Investigación, así como la práctica inexistencia de «historiadores-arqueólogos», siendo ,, - normalmente el «prehistoriador» el que ha debido asumir los trabajos E de excavación, e incluso en muchos casos también, la interpretación de O ios resuitaaos, constituyen dos carcaierísíicas coñsusiaiiciales a la m- - - = yoría de las intervenciones en yacimientos históricos. Con todo lo seña- m O E lado no se pretende mostrar una visión negativa del panorama existente, E 2 ni tampoco reflejar una situación óptima, puesto que, los resultados = obtenidos son alentadores y aconsejan, sin duda, la consolidación defi-nitiva de este tipo de trabajos en los proyectos de investigación histórica 3 en que resulte oportuno. Su plena incorporación a las líneas prioritarias - - 0 de los Departamentos Universitarios implicados y el apoyo institucional m E y económico de la Dirección General de Patrimonio Histórico del Go- O bienio de Canarias, es una premisa básica para ello. En este contexto se pone en marcha el Proyecto de Investigación: - -E Intervenciones Arqueológicas en las Cuevas de Achbinicó (Candela- a ria, Tenerife), que desde un principio surge como una investigación de -2- doble naturaleza, en la que se integran la Arqueología Prehistórica e o Histórica, así como el estudio documental, para el análisis de un con- = junto de cuevas naturales donde se constata una larga ocupación huma- O na con distintos fines, prolongada incluso hasta la actualidad 4. Pese a la existencia de un plan de trabajo inicial' diseñado de acuerdo a los objetivos generales de la Investigación, la restauración, promovida por los PP. Dominicos, en uno de los enclaves más significativos de este conjunto arqueológico, la ermita de San Blas, (cuya denominación abo-rigen: Achbinicó, da nombre al mismo), propició que los trabajos de campo comenzaran por este yacimiento sin que ello fuera lo previsto en dichos i;!anes. Tu! He&= deterrr?inS que esta primerz intervenriSn revis-tiese asimismo, un carácter de urgencia, condicionando notablemente las excavaciones llevadas a cabo, las cuales debieron conjungar los intere-ses científicos con los patrimoniales derivados de las obras de reacon- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 573 dicionamiento que iban a realizarse. En esta primera fase, a las excavaciones en San Blas le siguieron las llevadas a cabo en la Cva. de Los Camellos, destinadas, en este último caso, al reconocimiento del depósito arqueosedimentario existente. (C. M. Hernández et al., 1996 a y 1996 b). En el presente trabajo se intentan poner de manifiesto los objetivos que han centrado el estudio de la secuencia histórica del conjunto ar-queológico de Achbinicó y su papel en el conocimiento del pasado in-sular, haciendo particular hincapié en el análisis de los procesos de sincretismo religioso que tuvieron lugar en torno a dicho enclave. Se aportan una serie de datos arqueológicos al ya clásico debate suscitado para este episodio de la Historia de Tenerife, contemplándose en estre-cha interrelación con la información que proporcionan las fuentes etnohistóricas. 2. UN PROYECTO DE «ARQUEOLOGIA DE CONTACTO» Las Cuevas de Achbinicó y, en general, el casco histórico de Can-delaria, emplazado en tomo a la Basílica y a la Parroquia de Santa Ana, próximas al Bco. de Tapia, constituyen un ámbito particularmente ade-cuado para el estudio del cambio cultural y la desarticulación de los modos de vida aborigen que se producen en Tenerife tras los primeros contactos foráneos y su posterior colonización europea. Dichas transfor-maciones traen como consecuencia la instalación de un nuevo orden socioecónomico, político e institucional. El estudio integral de dicho conjunto permitiría, por tanto, cubrir un triple objetivo. Por un lado, haría factible la caracterización de amplias secuencias estratigráficas de filiación prehistórica, conservadas, al menos, en dos de las cavidades que lo integran: La Cva. de San Blas y la de Los Camellos, cuyo interés ya ha sido expuesto en otros trabajos (C. M. Hemández et al., 1996 a y 1996 b) y, por otro, posibilitaría el análisis arqeológicu del ~íjelí'odcrd e contacto», con ia c~ri~iguiencíoen iri'~ución al conocimiento de los fenómenos de aculturación. Finalmente, propor-cionaría una valiosa documentación arqueológica relativa a la evolución socioeconómica de Candelaria, aportando interesantes datos para la His-toria de las mentalidades en esta comunidad rural, así como para el aná-lisis de su desarrollo económico durante el Antiguo Régimen, basado en ia agncuitura de subsistencia, ia pesca y ia aifarería. La fase de la historia insular denominada de «contacto y acultu-ración », ha suscitado el interés de numerosos investigadores desde los 574 Varios Autores trabajos pioneros de E. Serra Rhfols, A. Rumeu de Armas o L. de la Rosa Olivera, entre otros, convirtiéndose en la actualidad en uno de los objetivos prioritarios de investigación del Area de H." Medieval del Dpto. de Historia de La Universidad de La Laguna, a la que se ha incorpora-do la colaboración interdisciplinar del Dpto. de Prehistoria, Antropolo-gía e H."ntigua de la citada Universidad, producto de lo cual son al-gunos trabajos de reciente publicación e indudable interés (A. Tejera y E. Aznar, 1989, 1990; E. Aznar y A. Tejera, 1994; A. Tejera, 1992; etc). El análisis de la documentación pública y privada que originó el proceso de formación de la nueva realidad socioeconómica del Archi-piélago, y la interpretación etnohistórica de los relatos de viajeros, cro-nistas o de los llamados «historiadores clásicos», han sido la base fun-damental sobre la que se apoyan los trabajos realizados hasta el momento, lo que supone el esfuerzo de reconstruir esta historia única-mente desde ei punto de vista de uno de ios grupos protagonistas ae los hechos. En el estudio de este período, la Arqueología ha jugado normalmente, un papel secundario, puesto que se cuenta con una información parcial y desarticulada, de mayor o menor fortuna según se trate de unas islas u otras. Así, si se exceptúan las breves intervenciones en la Torre de1 Conde (La Gomera) (F. Alamo y V. Valencia, 1988), la historiografía canaria no dispondría más que de un proyecto de investigación arqueo-histórica directamente implicado en este período, que afecta al primer asentamiento europeo en las Islas, el de San Marcial del Rubicón (Lanzarote) (A. Tejera y E. Aznar, 1990), al que podrían sumarse las investigaciones realizadas en el complejo troglodita de la Cva. Pintada de Gáldar, donde las excavaciones llevada a cabo han proporcionado información de gran interés relacionable con este «horizonte» (C. Mar-tín de Guzmán et al, 1995). El resto de las evidencias arqueológicas encuadradas en este difuso «momento de contacto» se limitan a materiales de diversa naturaleza, exhumados durante las excavaciones de numerosos yacimientos prehis-tóricos. Es el caso de algunos hallazgos monetales, cerámicas de impor-tación, materiales de adorno, restos fáunicos de especies introducidas por los europeos, etc, que permiten intuir la prolongación de formas de vida prehistórica y la progresiva asimilación de nuevos elementos por parte de la sociedad aborigen, cuyo carácter fragmentario y tratamiento des- ;r.i.o1 onnnoo honon ..n@;hln n.ioln,i;pir ntr" "nn@;Anron;Xn 5 16UUI, UYbItUD 11Ubbll pUJIVIC. bUUIyUIbI VULL bUIIDIUbILlbIUII . La obra fundamental de Fr. Alonso de Espinosa (1594), así como la de otros autores (P. J. González de Mendoza (1585), Torriani (1590), Abreu Galindo (1632), etc), constituyen un soporte documental sólido Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 575 que testimonia el destacado papel desempeñado por las Cvas. de Achbinicó en las estrategias de aculturación de carácter religioso, subya-centes en los intereses expansivos de la Europa Atlántica Bajomedieval. No debe olvidarse, en este sentido, que dichas cuevas pertenecen al menceyato de Güímar, cabeza visible en torno a la que se aglutinan los bandos de paces con quienes pactarán los europeos. Asimismo, cabe destacar la presencia temprana en la costa de Candelaria de tres eremi-tas franciscanos conviviendo con los guanches y predicando en su lengua (A. Rumeu de Armas, 1976), lo que testimonia que este con-junto se hallaba inserto en el ámbito geohistórico donde tuvieron lugar desde fechas muy tempranas contactos «asiduos» entre europeos y guanches. Además de la vertiente religiosa de la aculturación, particularmente significativa en este enclave, la costa de Candelaria resulta de especial interés para analizar el solapamiento en el uso de las cuevas como es-pacios habitacionales entre la población aborigen anterior a la presencia europea y los que permanecen en aquél lugar, cristianizados y convi-viendo quizás con los nuevos pobladores, pero prolongando los modos tradicionales de explotación del territorio. A. Larraz señala, en este sen- LA.. -.-e. L I U U , YUG. «( ...) tanto las cuevas, como las chozas y las cabañas repre-sentan, por lo que se refiere a la vivienda, los momentos previos a la introducción de las técnicas y los modelos constructivos eu-ropeos en Tenerife (...). Momentos previos en los que, en el me-dio rural, coexisten las tradiciones constructivas de aborígenes y repobladores, produciéndose fenómenos de reutilización y adapta-ción a las nuevas necesidades de hábitat que merece la pena estu-diar » (A. Larraz, 1996: 165). M. J. Riquelme (1990) sitúa en 1668 el efectivo crecimiento de Can-delaria, siendo a partir de entonces cuando comienzan a proliferar las construcciones, con la consiguiente expansión de la población. La 2." mitad del siglo XVII constituye, por consiguiente, un punto de inflexión en la evolución de los modos de asentamiento en esta zona. A iniciati-va del Cabildo se edifica una «casa de apeo» para el alojamiento de peregrinos y autoridades civiles, llegados hasta allí con motivo de las ce!ebracio~rr murimas. ErstaruUas fmi!ias de !a seciedad tinerfe5i.a construyen asímismo «lujosas» viviendas, entre las que la mencionada autora destaca la levantada por los Condes de la Gomera y Marqueses de Adeje en el camino de San Blas, inserta, por tanto, en el propio conjunto arqueológico de Achbinicó, donde hasta dicho momento habían 576 Varios Autores ocupado una de las cuevas que lo integran, de gran amplitud y conoci-da precisamente como «Cueva de los Condes». Surgen también casas familiares de mampostería en la cima del acantilado, agrupadas en tor-no a la Parroquia de Santa Ana y las cuevas-viviendas se transforman en espacios anexos y complementarios a éstos. 3. CAMBIO CULTURAL EN LAS CUEVAS DE ACHBINICO Las intervenciones arqueológicas realizadas hasta el momento en las cuevas de San Blas y de Los Camellos no han permitido detectar, en la secuencia estratigráfica, un momento claramente atribuible al período de contacto entre las poblaciones prehistóricas y los europeos. Las razones que explican este hecho son de diversa índole. Unas se relacionan con las características de las excavaciones llevadas a cabo, circunscritas en ambos casos a superficies reducidas; y otras, con las reutilizaciones a que se ha visto sometido el conjunto arqueológico desde fines del siglo xv en adelante. Tales modificaciones resultan particularmente significa-tivas en la Cva. de San Blas que, en su papel de templo cristiano, ha ,:A- ..+:1:,,d, ---- l..--, A, ,,+,.,--:--r- A--A- ..-- C--L- ..L.. -- --- xuu ULiuLaua LUIIIU iugal ur; ciiiciiaiiiiciiiu ucsuc uiia icuia auii iiu pc-cisada, si bien potencialmente puede remontarse a época coetánea a la conquista, puesto que hasta 1 S26 no existe otro templo cristiano en el Valle de Güímar. A estas alteraciones del subsuelo provocadas por el uso funerario se añaden, además, el desalojo y a su vez el aporte exter-no de masas sedimentarias, producidos durante los sucesivos reacondi-cionamientos del espacio. Estas circunstancias han debido ocasionar, quizás, la desaparición de buena parte de las evidencias relativas al mencionado período 7. No obstante, el análisis de los depósitos prehistóricos excavados y las referencias en las fuentes escritas, así como las relaciones que pue-den ser establecidas entre ambos tipos de documentos, permiten reflexio-nar acerca de las causas que motivan la elección de este conjunto y específicamente de la Cueva de San Blas, para hacer efectivos los jnte-reses evangelizadores europeos. Al mismo tiempo, cabe la posibilidad también de preguntarse en qué momento de su evolución histórica di-cha cueva es dotada de un contenido religioso, pues ambas cuestiones debe!! estar intimamente re!aci~nadas. A! respecte, existen des psihi!i-dades: La primera, difícil de precisar y por supuesto de demostrar, es que la Cueva tuviera un carácter «simbólico» con anterioridad a la presen-cia de europeos en aquella zona, formando parte del entramado religio- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 577 so de la sociedad aborigen. Ello constituiría un factor decisivo que pro-piciaría su posterior cristianización, siguiendo un modelo de comporta-miento para el que se conocen otros ejemplos en el Archipiélago. En Gran Canaria, es ampliamente conocida la existencia de una piedra con grabados de podomorfos, hoy desaparecida, al pie del ejemplar de Pinus Canariensis, asociado de forma tradicional a la Virgen del Pino (Teror). En la isla de la Gomera existen asimismo, vinculaciones similares, caso del Santuario de Las Nieves o de la Ermita del Calvario, emplazadas ambas, en zonas donde, a raíz de las prospecciones dirigidas por J. F. Navarro Mederos, se han localizado recientemente importantes concen-traciones de las denominadas «aras de sacrificio». La segunda posibilidad es que esta cueva adquiriera tal componente a partir de la llegada de misioneros, lo que implicaría que desde que Q Q . ~ - P iin i i~lnr+n mn o c n ~ r. a nc .l m h A l i p n t ~ n n g1 1n pnnt~niCJn,r pri~tignn\r U.,"III,, U11 *Un"& L,V,.IV bOYUCIW UI.II"V.ICW, LII.bL. CL" W"..LW,.IU" . . " l i U C . ~ i i V l r > aunque inicialmente fuera de naturaleza sincretica En este sentido, conviene recordar que ya desde la segunda mitad del siglo xv existe un eremitorio franciscano asentado en la zona, aunque es posible remontar la influencia misionera a la centuria anterior, pues desde 1351 estaba fundado el Obispado de La Fortuna, con sede en Telde, cuya acción evangeíizadora exceciia ios iímites de ia propia isla de Gran Canaria (Rumeu de Armas: 1975, 1986). Ahora bien, habría que plantear si la cristianización efectiva de la cueva está ligada directamente a la presencia en su interior de la ima-gen de La Candelaria o, por el contrario, el hecho de que los guanches elijan a Achbinicó para depositar esta talla, corrobora un "status reli-gioso" previo para dicha cavidad, posiblemente de tipo sincrético y es-timulado por la actividad e~an~elizadodrae los minoritas, el cual la hace especialmente adecuada para acoger al icono. Si se toma en consideración la temprana presencia de los francisca-nos y se parte de la hipótesis, más aceptada, de que la imagen de La Czfi&!-íl !!qp a Tener& a m d i a d n ~de ! siglo xv (H-mAnbp.7 Pecera, 1975), resulta difícil explicar que deba retrasarse hasta la 2." mitad de dicha centuria el surgimiento y pleno desarrollo de fenómenos de sincretismo religioso, de un grado tal, que, como relata Espinosa, con-ducen a los aborígenes a aceptar la imagen, conservarla en Chinguaro y posteriormente trasladarla a la cueva, determinando entonces su sacraliza-ción como iugar cristiano. Sin embargo, adriiitir que ia iabüi iiiisioíieia genera en los aborígenes una disposición favorable hacia los cambios que habrían de sucederse no parece que constituya una hipótesis desca-bellada. Amar Vallejo señala que, como resultado de la acción francis-cana, en los habitantes del Archipiélago tiene lugar «una cristianización 578 Varios Autores formal, entendida como aceptación de ciertos ritos, que actuaban como símbolos de verdades fundamentales, pero cuyo cumplimiento no impli-caba una transformación sustantiva en el plano moral» (1990: 43). Las fuentes documentales, por sí solas, no permiten esclarecer esta disyuntiva, siendo necesario recurrir a los datos arqueológicos para in-tentar avanzar en tal sentido. Es aquí donde las excavaciones en las cuevas de Achbinicó debieran jugar un papel de primer orden. El análisis de las secuencias prehistóricas de San Blas y Los Came-llos ha puesto de manifiesto que la presencia humana en dicho ámbito se inicia, con toda probabilidad, desde fechas muy anteriores a la Ilega-da de influencias europeas a la isla, a juzgar por el amplio desarrollo que adquieren los mencionados depósitos arqueosedimentarios; pudien- m D do reconocerse la existencia de una ocupación estaciona1 de dicho con- E ilintn ya q ~ et,m te en Can R!as, C ~ X Ge n !OS CEX~!!GS,S P_ i ~ ? t a ~ L ' ~ f i J----- niveles antropizados con otros en los que se constatan encharcamientos n - =m y abandono de ambas cuevas, al menos en los sectores donde se han O E desarrollado las excavaciones (C. M. Hernández et al. 1996 b). E 2 Pese a que las alteraciones causadas por las removilizaciones histó- =E ricas en el paquete estratigráfico impiden confirmarlo, resulta muy pro-bable que este mocieio de ocupación se proiongase hasta ei momenro de 3 - la Conquista. Es quizás tal circunstancia, la que refleja Espinosa al se- - 0m ñalar que la Virgen debía ser venerada no en Chinguaro sino en un E lugar, «cerca del mar» donde no hubiera «trato y tráfago de gente por- o que no se le pierda el respeto» (Espinosa, (1594); 1967: 63). n La interpretación exclusiva de la Cueva de San Blas como un hábitat -E estacional inserto en un poblado costero puede ser matizada, a su vez, a 2 tomando en consideración los siguientes hechos arqueológicos y n contextuales. En primer lugar, no parece fácil explicar el carácter 0 estaciona1 de este hábitat atendiendo a las particularidades naturales del O3 entorno, el cual se caracteriza por la amplia diversidad y abundancia de recurso? hióticos y geológicos del Valle de Giiimau-, y por tratarse de un ámbito bien comunicado, que facilita el acceso de los grupos humanos a territorios complementarios. A ello se unen de forma notoria las ópti-mas condiciones de habitabilidad que ofrecen todas las cuevas del con-junto, de gran amplitud, bien aireadas e iluminadas 'O. ---E n segundo término, el registro ergológico recuperado, compuesto l,.- ,... :A,.-,.:-,. -- l,.,. A- LLL:hn6 -- T pul iaa cviuciiciaa cuiiiuiica cii ius yauiiiiciiws uc iiauiLaL cii i c-i-i-c-i :i Ci-c 1 1 , llama la atención por su notable escasez, difícil de explicar incluso te-niendo en cuenta los períodos de abandono anteriormente señalados. Tales manifestaciones confieren a este depósito un carácter singular, en comparación con lo que se documenta normalmente en otros emplaza- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 579 mientos prehistóricos de tipo habitacional, independientemente de que se trate de asentamientos estables (yacimientos de medianías y costa) o no (poblados de alta montaña). Atendiendo a este factor, y con los da-tos materiales actualmente disponibles, sólo resulta posible afirmar que la ocupación prehistórica de San Blas, aunque dilatada en el tiempo, debió ser episódica y poco intensa. Sin embargo, en la Cva. de los Camellos se advierte cierta diferencia, puesto que la mitad inferior de su secuencia estratigráfica parece reflejar una mayor intensidad en la ocupación humana. En cualquier caso, resulta indispensable la contras-tación de estos datos con los que proporcione la ampliación de las su-perficies de excavación, puesto que el espacio excavado hasta el mo-mento no es suficientemente representativo. En lo relativo al problema que nos ocupa, suscita gran interés el hallazgo de una significativa «área de combustión» en el lateral dere-cho de la Cueva de San Blas (sondeo Y) 1 2 , cuyas características resul-tan difícilmente explicables para un ámbito estrictamente doméstico. De manera genérica, en el Conjunto Arqueológico de Achbinicó los hoga-res poseen una destacada importancia, como lo evidencia la aparición de divrrsrs e s t r ~ c etn~ !o~s ~de s yximientes exc i~a lns ,s i bien, !as particularidades de la primera la singularizan con respecto al resto. El estudio arqueológico, estratigráfico y antracológico de este área de combustión ha permitido reconstruir su complejo funcionamiento. Parece responder a una zona en la que se realizaron diversas cthogue-ras » muy próximas entre sí, resultando probable que permanecieran en-cendidas, de manera simultánea o en períodos casi coincidentes, pues se ha detectado la convivencia estratigráfica de varios de estos focos. Se trata de hogares planos, sin ningún tipo de acondicionamiento y cuyo diámetro promedio se sitúa en unos 45 cm. Los análisis antracológicos efectuados por la Dra. M. C. Machado l3 han puesto de manifiesto la utilización casi exclusiva de Pinus canariensis como combustible, siendo una especie de la que se conservan numerosí-simos restos carbonizados producidos muy probablemente por la inte-rrupción del fuego arrojándole tierra y quizás también agua, como re-flejan los sedimentos que se superponen a los mencionados focos. Estos hogares, emplazados en el lateral derecho de la cueva, se lo-calizan müy cerca de 1a toca, eligiendo píiia d o ki zona en qüe e: sustrato rocoso aparece a cotas superiores. Ocupan, por tanto, una posi-ción topográfica relativamente destacada y una extensión superficial notable, sin que puedan hallarse paralelos en otros yacimientos excavados en Tenerife o, incluso, en el Archipiélago. Esta ubicación suponía que se hicieran visibles desde el exterior. 580 Varios Autores Un aspecto asimismo particular, lo constituyen los materiales recu-perados en este área de combustión, que se limitan a 71 evidencias, siendo especialmente interesantes los datos aportados por el registro de fauna vertebrada terrestre estudiados por V. Alberto, que aparece directamente asociada a los focos de combustión y está integrada por diversos elemen-tos anatómicos de ovicaprinos (extremidades y costillar), pudiéndose pre-cisar la existencia de restos correspondientes a cabra adulta y oveja in-fantil. Los restantes materiales que amplían el espectro de variación ergológica (moluscos, industria lítica, cerámica y restos antracológicos no pertenecientes a pino) fueron recuperados básicamente en los sedimen-tos utilizados para apagar los fuegos, por lo que su presencia no debe ser interpretada en relación con los hogares, sino con el contenido de la tie-rra destinada a dicho fin. Estas manifestaciones contrastan con las características que presenta el depósito arqueosedimentario en el lateral izquierdo de la cueva (Son-deo II), donde se constató de forma muy clara el referido carácter estaciona1 de la ocupación antrópica. Lamentablemente, en el área don-de se llevó a cabo la excavación, no pudieron establecerse las relacio-n p c ~ctratigrifi~eznr tre ~ g v l n t r a 7 n n a n i i p c t n q ~ 1e2s r e~t i ! i z z&~e~ ..-u -".S- , "‘S.. "".., y..-"." del espacio han producido la desconexión de ambos sectores. Por otro lado, los intentos de datación de estos hogares han resultado infructuo-sos hasta el momento, por lo que no se poseen datos certeros que per-mitan su adscripción cronológica. Sin embargo, desde el punto de vista cultural no existe ningún elemento que induzca a pensar que el funcio-namiento del área de combustión coincide con la presencia europea. Por el contrario las evidencias recuperadas en él no parecen ofrecer dudas en cuanto a su carácter plenamente prehistórico. Todo lo señalado permite proponer una interpretación simbólica para este área de combustión, lo que otorga a la Cva. de Achbinicó un ca-rácter singular. De ello se deduce el enorme interés que representa po-der obtener dataciones absolutas de estos hogares, para intentar precisar en qué momento manifiesta tal significación. Una vez más, las fuentes documentales describen episodios en los que el fuego es protagonista y que podrían relacionarse con estos hechos arqueológicos: A . , I L-LT-.- L.. ..-a 1"- -!J.. ..... ~viuriyuc1 . . .J rtuuwri LUJ r iuiu~uie~~u u r i ~ rui etu~u muc^r Ltu-J" vc-ces armonía del cielo y músicas celestiales, y visto muchas lum-bres encendidas a modo de procesión, no eran tan ordinarias como lo fueron después que pasaron la santa reliquia a la cueva de San Bias» (Espinosa, (1594); 1967: 64). Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 58 1 No debe olvidarse el hecho de que San Blas forma parte de un con-junto más amplio en el que las excavaciones y prospecciones realizadas han evidenciado el desarrollo de actividades subsistenciales propias de los poblados prehistóricos, lo que significa que sus particulares rasgos están insertos en un modelo caractenstico de ocupación costera, pudiendo darse incluso una dualidad funcional para este espacio, al menos en cierto momento de su ocupación. La simbiosis entre lugar de culto y lugar de hábitat, para la Cueva de San Blas, no es un fenómeno extraño, pudien-do encontrarse claras referencias a ello en la obra de Espinosa: «Quedó la santa imagen en la cueva de San Blas encomenda-da a Antón, que era su sacristán y a otros viejos que el rey había puesto para que la guardasen y mirasen por ella, barriendo La cueva donde es-bn» (Espinoai (1594)- 1967: 64): Tres siglos más tarde se repite la dualidad funcional de dicha cue-va, en la que: «( ...) al lado de la puerta esta una como sachirstia muy pe-queña y en ella tiene su cama y vive una muger que sirve este año de 1766 (...) que por vivir alli serca y caersele su casita le dio el prior que biba alli de ermitatia sola» 14. Por otro lado, algunas de las iglesias que se fundan en Gran Cana-ria con anterioridad a su conquista (Villa de Nicolás y, probablemente también, Arguineguín) son asimismo cuevas que forman parte de con-juntos más amplios (Aznar y Tejera, 1994: 3 9 , lo cual permite pensar también que éste fuera un elemento característico de las estrategias de aculturación aplicadas en el Archipiélago. En síntesis, y atendiendo a todo lo señalado hasta ahora, son nume-rosos los indicios documentales y arqueológicos con que se cuenta para 1- L:-LL--:- 2- ---A :-..:A-> A 1 -- -1 ---L--:A- -!--LL apuyai l a I I I ~ U L GW UG U I I ~LU I I L I I IU~U~iUt x I p u I a 1 GII GI CUI IL~ ~ I I IUSUII IIUU-lico de la cueva de Achbinicó, individualizándola como espacio prion-tario en el conjunto histórico al que pertenece. Su inclusión en el entramado religioso de los grupos humanos preeuropeos asentados en el Valle de Güimar, debió servir de estímulo para el destacado protagonismo de dicha cueva en la organización del proceso de cristianización de los indígenas, cuyo inicio se puede remon-tar, al menos. potencialmente, a la segunda mitad del siglo XIV. Por tan-to, resulta muy probable que las primeras manifestaciones de sincretismo religioso en San Blas coincidieran con la temprana influencia franciscana. En toda esta primera etapa, el contenido simbólico parece sirnultanearse 582 Varios Autores con una utilización doméstica de la cavidad, hecho que no constituye un rasgo original de San Blas. Se han constatado en otros lugares de la isla situaciones similares, en las que lo cotidiano y lo sagrado son difí-cilmente desvinculables. Ello ocurre incluso cuando se trata de empla-zamientos claramente relacionados con el mundo mágico-religioso, caso de los yacimientos funerarios en que determinadas actividades domésti-cas, como la preparación y consumo de alimentos, son revestidas de un carácter simbólico-ritual. Al respecto, el Dr. A. Tejera indica que el capítulo de lo que denomina «religiosidad doméstica» debió desempe-ñar un papel clave en la sociedad prehistórica, si bien resulta muy com-pleja su contrastación arqueológica (A. Tejera, 1988). Estos comportamientos religiosos de naturaleza sincrética aparecen muy bien reflejados en la obra de Espinosa, aunque el autor toma como n~intn& a-Taque 1. in~ta!a~iSn& !a imagen & La &n&!ana en e! r -"'- interior de la cueva, obviando así todo un proceso anterior de aculturación religiosa que muy probablemente desconocía. En cualquier caso, la expresión más clara de estas actitudes de sincretismo viene re-presentada por la identificación de La Candelaria como «la madre del sustentador de cielo y tierran, quedando de esta forma asimilada a uno de ios denominados seres supremos de ia cosmogonía aborígen. En este sentido, A. Tejera propone como hipótesis la vinculación entre dicha imagen y el Sol, como principio femenino fundamental, aún cuando señala su difícil confirmación. La interpretación de carácter sim-bólico que se propone para el área de combustión hallada en San Blas, podría tomarse en cuenta a la hora de considerar tal propuesta, en cuyo caso se debería entender como manifestación de rituales relacionados con la divinidad solar y, por tanto, no debieran ser casuales, ni las referen-cias documentales a la presencia del fuego en el culto aborígen a la Virgen, ni la propia elección de la forma iconográfica de La Candela-ria, y quizás tampoco la de una cueva abierta al naciente. Otras referencias documentales en torno a La Candelaria, tales como las fiestas y reuniones que celebraban en su honor los aborígenes, para lo que había destinado un ganado específico (Espinosa (1 594)- 1967: 63-64) contribuyen a perfilar el contenido sincrético del culto a la mis-ma con anterioridad a la Conquista de la Isla. La estrecha relación en-tre el ganado, los pastores y dicho culto que pone de manifiesto Espi-ima, se recoge iairi"viSii eii oiias heiiies eiii~hisiói-icas, asi como en algunos de los rasgos de la religiosidad popular que perviven actualmen-te. Se trata de una vinculación que excede temporalmente el período considerado como propiamente de aculturación para convertirse en un elemento de unión entre la imagen y los pobladores de la zona 15. No Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 583 en vano, cuando en 1526 D. Pedro de Lugo costea la construcción de la primera Iglesia de Candelaria, la Cueva de Achbinicó es inmediata-mente transformada en Ermita y colocada bajo la advocación de S. Blas, patrono de los rebaños y cardadores y, aún perdiendo gran parte de su protagonismo, mantiene su vigencia como lugar de culto, al que los peregrinos acuden desde entonces. Resulta interesante esta actitud, pues refleja claramente que el papel simbólico de la cueva supera el de m'ero contenedor de la imagen. Muy al contrario, lo tuvo antes y lo tiene después de ella. Varios Autores ESPINOSAF, r. A. de (1594) 1967: Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Goya ed. SIC de Tenerife. 220 pp. MAR~DNE CUBAST, . (1694), 1993: Historia de las siete islas de Canarias. Ca-narias Clásica Editorial. La Laguna. 438 pp. -I ,N..~- .~.',~.,R.vM.-.A. 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La primera excavación de un yacimiento histórico en el Archipiélago fue realiza-da por los hermanos Serra-Rhfols en San Marcial del Rubicón (Lanzarote) (1960), siendo retomada en los años ochenta por A. Tejera y E. Aznar (1990). Posteriormente, en 1962, L. Diego Cuscoy, efectuó una pequeña intervención en la Ermita de San Blas (Tenerife). Desde entonces, se interrumpieron los trabajos en este tipo de yacimientos hasta que son reanudados por J.F. Navarro y B. Galván con sus excavaciones en la Iglesia de la Asun-ción en La Gomera (1979-1980), a las que sucedieron las llevadas a cabo en la Torre del Conde y Casa de Colón, también en La Gomera, por V. Valencia y E. Martín, bajo la coordinación de L. D. Cuscoy en 1980 (F. Alamo y V. Valencia, 1988). J. F. Navarro, en 1986, abordaría el estudio arqueológico y documental de las criptas de la Iglesia de San Andrés y Sauces (La Palma) (J.F. Navarro, 1990) y, en 1983, junto con E. Martín y J. Cuenca el de la Iglesia Parroquia1 de San Agustín (Las Palmas de Gran Canaria) (J. F. Navarro et al. 1988). En esta misma década de los ochenta, M. C. Jiménez y E. Martín exhumaron en Valverde las sepulturas del cementerio de la Ermita de Santiago, (1984). J. F. Navarro y E. Martín, realizaron prospecciones en el Convento de San Francisco (Santa Cruz de La Palma) (J.F. Navarro y E. Martín, 1988) y el Museo Arqueológico de Tenerife, documentó el contenido del subsuelo de la Iglesia de San Benito (La Laguna-Tenerife). 2. Excavaciones en los Majanos de Chacona (Güímar), en el Parque de San Telmo (Las Palmas), el Convento de San Francisco (Las Palmas), la Iglesia de San Pedro Mártir (Telde), la Parroquia de Ntra. Sra. de La Concepción (SIC de Tfe.), la Ermita de San Blas (Candelaria), la Ermita de San Miguel Arcángel (La Laguna). 3. Como excepciones pueden señalarse el estudio realizado por los hermanos Serra- Rafols y posteriormente por A. Tejera y E. Aznar en el Rubicón (Lanzarote), así como el efectuado en la Ermita de San Miguel Arcángel (La Laguna), bajo la dirección de F. de la Rosa, más recientemente. 4. Dicho proyecto ha sido llevado a cabo por un equipo de investigación inter-disciplinar formado por prehistoriadores e historiadores vinculados a los Departamentos de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua y de Historia de la U.L.L., así como del Dpto. de Ciencias Históricas de la U.L.P.G.C., contando además con la colaboración del Dpto. de Geografía de la U.L.L., el laborotario de Paleomagnetismo del Instituto Volcanológico de Canarias (C.S.I.C.) y el Institut de Paléobotanique de la Universitat de Montpellier. 5. En Tenenfe, isla que nos ocupa, son varios los hallazgos producidos en este sen-tido, como es el caso de unas cuentas de collar de pasta vítrea en una Cueva-habitación 588 Varios Autores en la zona conocida como "Las Cuevas" (La Orotava), (M. Lorenzo Perera, 1975-76), Luis Diego Cuscoy documenta asimismo adornos de dicho material para otros yacimientos de la Isla (Diego Cuscoy, 1944). Las excavaciones de B. Galván en el asentamiento estaciona1 de Chafarí (Las Cañadas del Teide), han permitido constatar la reutilización de un asentamiento prehistórico por pastores poseedores de elementos metálicos (extre-mo de regatón y clavos), que llevaron a cabo algunas reestructuraciones del espacio preexistente. Los hallazgos de monedas portuguesas en el Conjunto Fuente-Arenas (Buenavista del Norte) y principalmente, en la Cueva de Nifa 11 (Santiago del Teide) (Excavaciones de B. Galván), en un contexto primario, asociadas a varias estructuras de combustión, son asimismo indicadores arqueológicos de este período de contacto. Más compleja resulta la interpretación de los fragmentos cerámicos y los restos óseos, pues no siempre es fácil discriminar si obedecen a intrusiones. En este sentido la interpreta-ción realizada por M. C. del Arco et al. (1992), de un momento de contacto en el nivel superior de las Cuevas del complejo Arqueológico de Don Gaspar (Icod) en base a la existencia de «cerámicas a tomo, restos de teja, «porrones» y en «Las Palomas» por un hallazgo monetal de comienzos del S. xvii», (M. C. DEL ARCO: 1992; 8), no parece per-tinente pues, es difícil prolongar un proceso de aculturación hasta un siglo después de !a C C ~ L ~ & E de !E !'!Y. Per otro !de, tarr.pecc resu!!a uceptab!e pe::sx rn !a perviiencia de los modos de vida aborígenes hasta tales fechas en esa zona de Tenerife, donde se registra una rápida ocupación agrícola desde los momentos subsiguientes a la Conquis-ta. Al contrario, teniendo en cuenta que el aporte antrópico es el principal responsable de la sedimentación en las cuevas de hábitat prehistóricas, su abandono como viviendas habituales conlleva un descenso notable del ritmo de sedimentación, lo que puede oca-sionar incluso la convivencia estratigráfica de elementos cronoculturales distantes, cir-c r n s t r z c i r c;ur podrfa exp!icar e! desc-it= ec !as cUeias de! ;;Cemi;!ejo A;qUeu!& gico de Don Gasparn. 6. Esta casa corresponde al edificio actual del Ayuntamiento. 7. En cualquier caso, el grado de intervención con fines funerarios en el subsuelo de una iglesia, no suele revestir la misma intensidad en toda su superficie, existiendo zonas, generalmente cercanas al altar principal, en las que este uso es mucho menos fre-cuente. Es probable que una excavación más amplia de la cueva hiciera posible la de-tección de depósitos primarios correspondientes a dicho momento, al menos conserva-dos parcialmente. 8. Rodríguez Moure señala: «Antes que el General Pedro de Vera hiciera cantar el Te Deum en 1483 en las orillas del Guiniguada, y por tanto, antes también que Alonso Fernández de Lugo lo hiciera entonar en Apurón, de la isla de San Miguel de La Palma y Taoro de Tenerife, ya los cristianos vecinos de la isla de Lanzarote, como Fuerte-ventura, Gomera y Hierro, sabían que los guanches de Tenerife tenían una imagen de la Virge:: Ma:ia, a !E qUe reie:enciuba:: a SU manera (...)u. (P,ed:igüez ?.ku:e, !9!?). 9. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en las cuevas que la tradición reco-nocen como de Chinguaro reflejan una intensa ocupación humana del conjunto a partir de un registro ergológico extraordinariamente rico. Agradecemos a la Dra. M.C. Jiménez Gómez y a la Lcda. J. Hernández las facilidades prestadas a algunos de nostros para efectuar los estudios de las series Iíticas y faunísticas (vertebrados terrestres y moluscos) exhumadas en el yacimiento. Así como la información contextual que amablemente nos ha side s~minist:ada. 10. No escasean en Tenerife los casos de hábitat costeros de carácter permanente, si bien es cierto que se encuentran mejores ejemplos en la costa norte de la isla. " Las excavaciones permitieron exhumar restos de fauna mastológica, (Capra hircus y Ovis aries), malacológica (P. candei crenata, P. ulyssiponensis asperu, P. piperutu, Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 589 Osilinus atratus y Thais haemastoma), gallotia galloti, un resto de ave y restos ícticos (Muraenidae, Trachinotus ovarus. Serranus sp., Pagrus pagrus, Sparisoma (Euscarus) cretense y Scomber japonicus). Las evidencias Iíticas están integradas principalmente por objetos de basaltos recolectados probablemente en la Playa de La Arena y en menor medida por piezas obsidiánicas. Las cerámicas recuperadas constituyen un conjunto muy homogéneo cuyos caracteres permiten su adscripción al Grupo 11 definido por M. Amay y E. González (1984). Para un estudio más detallado de los materiales puede acudirse a C. M. Hemández et al., 1996b. 12. Un estudio detallado de la misma se presenta en C. M. Hemández et al, 1996b. 13. Institut Paleobotanique de L'Universitat de Montpellier. 14. ARCHIVOM UNICIPADLE LA LAGUNA(A .M.L.L.): Fondo Ossuna: Diario y papeles históricos de don José de Ancheta y Alarcón. Leg. D-93 (Ossuna-9). Carpetilla 0-9-1. Fol. 71 V. 15. La tradición de que sean los aborígenes los únicos con derecho a portar la Vir-gen en su fiesta del dos de febrero, tiene antecedentes históricos remontables a la pri-mera mitad del siglo xvr, cuando se inicia el conocido «Pleito de los naturales».
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Calificación | |
Título y subtítulo | Arqueología histórica en las Cuevas de Achbinicó. Algunas aportaciones al conocimiento de Tenerife en el siglo XV e inicios del XVI |
Autor principal | Hernández Gómez, Cristo Manuel ; Larraz Mora, Alejandro ; Barro Rois, Ana ; Eugenio Florido, Carmen María ; Alberto Barroso, Verónica ; Velasco Vázquez, Javier ; Borges Domínguez, Estervina ; Matos Lorenzo, Lydia ; González Marrero, María del Cristo |
Publicación fuente | XII Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 12. Tomo 1 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1996 |
Páginas | P. 570-589 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1066573 Bytes |
Texto | ARQUEOLOGIA HIST~RICA EN LAS CUEVAS DE ACHBINICÓ. ALGUNAS APORTACIONES AL CONOCIMIENTO DE TENERIFE EN EL SIGLO XV Y INICIOS DEL XIJ! ACHBiNENI ECL (CjO NTExTe, DE ARQ-"-E"L"Gi* HISTÓRICA CANARIA. CONSIDERACIONES INICIALES Desde que a fines de la pasada centuria la perspectiva arqueológica comienza a ser frecuente en el estudio e interpretación del pasado cana-rio, ésta ha tenido como objeto de conocimiento prioritario y casi ex-clusivo la denominada etapa prehistórica, anterior a la Conquista y Co-lonización europea bajomedieval del Archipiélago. Pese a ello, desde 1979 se advierte una paulatina consolidación de las intervenciones en enclaves históricos ', en cuyo proceso, los años 90 resultan decisivos, no sólo por concentrar de manera significativa las excavaciones en edi-ficios claves del patrimonio histórico canario 2, sino también porque éstas se han visto beneficiadas de evidentes progresos metodológicos: mejo-ras en las técnicas de excavación y sistemas de registro, extraordinario desarrollo de la bioantropología, incorporación de nuevas disciplinas como la zooarqueología, etc. Sin embargo, lo que podría parecer el despegue definitivo de una línea de trabajo, cnmp!ementaria a !I inwrtigici6n histirriri r'nccmen-tal, se manifesta, en la mayor parte de los casos, como intervenciones puntuales, subsidiarias a la política de restauración de edificios antiguos que se promueven desde la iniciativa autonómica, de Cabildos, o de otras instituciones civiles y eclesiásticas. Esto es importante porque la prácti-ca totalidad de dichas intervenciones surgen como excavaciones de ur- ---,-..,. gLiiL;a 3, sia qüe ii;ediea üaos objetivos previos de iiluestigaciSii, Se forma que el «interés científico» llega a posteriori y casi nunca como motor impulsor de los Proyectos. Se trata de una verdadera «arqueolo-gía utilitarian que afecta a los mismos tipos de emplazamientos: habi- 572 Varios Autores tualmente Conventos o Iglesias, con sólo contadas excepciones, caso del Cementerio de Santiago en El Hierro, de la Torre del Conde en La Gomera o del asentamiento franco-normando de San Marcial del Rubicón en Lanzarote. Esto pone de manifiesto un sesgo en la perspectiva ar-queológica que se aplica en el estudio de la etapa histórica del Archi-piélago, de especial evidencia en lo relativo a los modelos de hábitat y articulación del espacio urbano y rural que se desarrollan con posterio-ridad a la conquista (A. Larraz, 1996), en el ámbito privado y cotidiano (M. C. González, 1993) o en la Historia Socioeconómica y de la Tec-nología. La ausencia de un plan global y coordinado de Investigación, así como la práctica inexistencia de «historiadores-arqueólogos», siendo ,, - normalmente el «prehistoriador» el que ha debido asumir los trabajos E de excavación, e incluso en muchos casos también, la interpretación de O ios resuitaaos, constituyen dos carcaierísíicas coñsusiaiiciales a la m- - - = yoría de las intervenciones en yacimientos históricos. Con todo lo seña- m O E lado no se pretende mostrar una visión negativa del panorama existente, E 2 ni tampoco reflejar una situación óptima, puesto que, los resultados = obtenidos son alentadores y aconsejan, sin duda, la consolidación defi-nitiva de este tipo de trabajos en los proyectos de investigación histórica 3 en que resulte oportuno. Su plena incorporación a las líneas prioritarias - - 0 de los Departamentos Universitarios implicados y el apoyo institucional m E y económico de la Dirección General de Patrimonio Histórico del Go- O bienio de Canarias, es una premisa básica para ello. En este contexto se pone en marcha el Proyecto de Investigación: - -E Intervenciones Arqueológicas en las Cuevas de Achbinicó (Candela- a ria, Tenerife), que desde un principio surge como una investigación de -2- doble naturaleza, en la que se integran la Arqueología Prehistórica e o Histórica, así como el estudio documental, para el análisis de un con- = junto de cuevas naturales donde se constata una larga ocupación huma- O na con distintos fines, prolongada incluso hasta la actualidad 4. Pese a la existencia de un plan de trabajo inicial' diseñado de acuerdo a los objetivos generales de la Investigación, la restauración, promovida por los PP. Dominicos, en uno de los enclaves más significativos de este conjunto arqueológico, la ermita de San Blas, (cuya denominación abo-rigen: Achbinicó, da nombre al mismo), propició que los trabajos de campo comenzaran por este yacimiento sin que ello fuera lo previsto en dichos i;!anes. Tu! He&= deterrr?inS que esta primerz intervenriSn revis-tiese asimismo, un carácter de urgencia, condicionando notablemente las excavaciones llevadas a cabo, las cuales debieron conjungar los intere-ses científicos con los patrimoniales derivados de las obras de reacon- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 573 dicionamiento que iban a realizarse. En esta primera fase, a las excavaciones en San Blas le siguieron las llevadas a cabo en la Cva. de Los Camellos, destinadas, en este último caso, al reconocimiento del depósito arqueosedimentario existente. (C. M. Hernández et al., 1996 a y 1996 b). En el presente trabajo se intentan poner de manifiesto los objetivos que han centrado el estudio de la secuencia histórica del conjunto ar-queológico de Achbinicó y su papel en el conocimiento del pasado in-sular, haciendo particular hincapié en el análisis de los procesos de sincretismo religioso que tuvieron lugar en torno a dicho enclave. Se aportan una serie de datos arqueológicos al ya clásico debate suscitado para este episodio de la Historia de Tenerife, contemplándose en estre-cha interrelación con la información que proporcionan las fuentes etnohistóricas. 2. UN PROYECTO DE «ARQUEOLOGIA DE CONTACTO» Las Cuevas de Achbinicó y, en general, el casco histórico de Can-delaria, emplazado en tomo a la Basílica y a la Parroquia de Santa Ana, próximas al Bco. de Tapia, constituyen un ámbito particularmente ade-cuado para el estudio del cambio cultural y la desarticulación de los modos de vida aborigen que se producen en Tenerife tras los primeros contactos foráneos y su posterior colonización europea. Dichas transfor-maciones traen como consecuencia la instalación de un nuevo orden socioecónomico, político e institucional. El estudio integral de dicho conjunto permitiría, por tanto, cubrir un triple objetivo. Por un lado, haría factible la caracterización de amplias secuencias estratigráficas de filiación prehistórica, conservadas, al menos, en dos de las cavidades que lo integran: La Cva. de San Blas y la de Los Camellos, cuyo interés ya ha sido expuesto en otros trabajos (C. M. Hemández et al., 1996 a y 1996 b) y, por otro, posibilitaría el análisis arqeológicu del ~íjelí'odcrd e contacto», con ia c~ri~iguiencíoen iri'~ución al conocimiento de los fenómenos de aculturación. Finalmente, propor-cionaría una valiosa documentación arqueológica relativa a la evolución socioeconómica de Candelaria, aportando interesantes datos para la His-toria de las mentalidades en esta comunidad rural, así como para el aná-lisis de su desarrollo económico durante el Antiguo Régimen, basado en ia agncuitura de subsistencia, ia pesca y ia aifarería. La fase de la historia insular denominada de «contacto y acultu-ración », ha suscitado el interés de numerosos investigadores desde los 574 Varios Autores trabajos pioneros de E. Serra Rhfols, A. Rumeu de Armas o L. de la Rosa Olivera, entre otros, convirtiéndose en la actualidad en uno de los objetivos prioritarios de investigación del Area de H." Medieval del Dpto. de Historia de La Universidad de La Laguna, a la que se ha incorpora-do la colaboración interdisciplinar del Dpto. de Prehistoria, Antropolo-gía e H."ntigua de la citada Universidad, producto de lo cual son al-gunos trabajos de reciente publicación e indudable interés (A. Tejera y E. Aznar, 1989, 1990; E. Aznar y A. Tejera, 1994; A. Tejera, 1992; etc). El análisis de la documentación pública y privada que originó el proceso de formación de la nueva realidad socioeconómica del Archi-piélago, y la interpretación etnohistórica de los relatos de viajeros, cro-nistas o de los llamados «historiadores clásicos», han sido la base fun-damental sobre la que se apoyan los trabajos realizados hasta el momento, lo que supone el esfuerzo de reconstruir esta historia única-mente desde ei punto de vista de uno de ios grupos protagonistas ae los hechos. En el estudio de este período, la Arqueología ha jugado normalmente, un papel secundario, puesto que se cuenta con una información parcial y desarticulada, de mayor o menor fortuna según se trate de unas islas u otras. Así, si se exceptúan las breves intervenciones en la Torre de1 Conde (La Gomera) (F. Alamo y V. Valencia, 1988), la historiografía canaria no dispondría más que de un proyecto de investigación arqueo-histórica directamente implicado en este período, que afecta al primer asentamiento europeo en las Islas, el de San Marcial del Rubicón (Lanzarote) (A. Tejera y E. Aznar, 1990), al que podrían sumarse las investigaciones realizadas en el complejo troglodita de la Cva. Pintada de Gáldar, donde las excavaciones llevada a cabo han proporcionado información de gran interés relacionable con este «horizonte» (C. Mar-tín de Guzmán et al, 1995). El resto de las evidencias arqueológicas encuadradas en este difuso «momento de contacto» se limitan a materiales de diversa naturaleza, exhumados durante las excavaciones de numerosos yacimientos prehis-tóricos. Es el caso de algunos hallazgos monetales, cerámicas de impor-tación, materiales de adorno, restos fáunicos de especies introducidas por los europeos, etc, que permiten intuir la prolongación de formas de vida prehistórica y la progresiva asimilación de nuevos elementos por parte de la sociedad aborigen, cuyo carácter fragmentario y tratamiento des- ;r.i.o1 onnnoo honon ..n@;hln n.ioln,i;pir ntr" "nn@;Anron;Xn 5 16UUI, UYbItUD 11Ubbll pUJIVIC. bUUIyUIbI VULL bUIIDIUbILlbIUII . La obra fundamental de Fr. Alonso de Espinosa (1594), así como la de otros autores (P. J. González de Mendoza (1585), Torriani (1590), Abreu Galindo (1632), etc), constituyen un soporte documental sólido Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 575 que testimonia el destacado papel desempeñado por las Cvas. de Achbinicó en las estrategias de aculturación de carácter religioso, subya-centes en los intereses expansivos de la Europa Atlántica Bajomedieval. No debe olvidarse, en este sentido, que dichas cuevas pertenecen al menceyato de Güímar, cabeza visible en torno a la que se aglutinan los bandos de paces con quienes pactarán los europeos. Asimismo, cabe destacar la presencia temprana en la costa de Candelaria de tres eremi-tas franciscanos conviviendo con los guanches y predicando en su lengua (A. Rumeu de Armas, 1976), lo que testimonia que este con-junto se hallaba inserto en el ámbito geohistórico donde tuvieron lugar desde fechas muy tempranas contactos «asiduos» entre europeos y guanches. Además de la vertiente religiosa de la aculturación, particularmente significativa en este enclave, la costa de Candelaria resulta de especial interés para analizar el solapamiento en el uso de las cuevas como es-pacios habitacionales entre la población aborigen anterior a la presencia europea y los que permanecen en aquél lugar, cristianizados y convi-viendo quizás con los nuevos pobladores, pero prolongando los modos tradicionales de explotación del territorio. A. Larraz señala, en este sen- LA.. -.-e. L I U U , YUG. «( ...) tanto las cuevas, como las chozas y las cabañas repre-sentan, por lo que se refiere a la vivienda, los momentos previos a la introducción de las técnicas y los modelos constructivos eu-ropeos en Tenerife (...). Momentos previos en los que, en el me-dio rural, coexisten las tradiciones constructivas de aborígenes y repobladores, produciéndose fenómenos de reutilización y adapta-ción a las nuevas necesidades de hábitat que merece la pena estu-diar » (A. Larraz, 1996: 165). M. J. Riquelme (1990) sitúa en 1668 el efectivo crecimiento de Can-delaria, siendo a partir de entonces cuando comienzan a proliferar las construcciones, con la consiguiente expansión de la población. La 2." mitad del siglo XVII constituye, por consiguiente, un punto de inflexión en la evolución de los modos de asentamiento en esta zona. A iniciati-va del Cabildo se edifica una «casa de apeo» para el alojamiento de peregrinos y autoridades civiles, llegados hasta allí con motivo de las ce!ebracio~rr murimas. ErstaruUas fmi!ias de !a seciedad tinerfe5i.a construyen asímismo «lujosas» viviendas, entre las que la mencionada autora destaca la levantada por los Condes de la Gomera y Marqueses de Adeje en el camino de San Blas, inserta, por tanto, en el propio conjunto arqueológico de Achbinicó, donde hasta dicho momento habían 576 Varios Autores ocupado una de las cuevas que lo integran, de gran amplitud y conoci-da precisamente como «Cueva de los Condes». Surgen también casas familiares de mampostería en la cima del acantilado, agrupadas en tor-no a la Parroquia de Santa Ana y las cuevas-viviendas se transforman en espacios anexos y complementarios a éstos. 3. CAMBIO CULTURAL EN LAS CUEVAS DE ACHBINICO Las intervenciones arqueológicas realizadas hasta el momento en las cuevas de San Blas y de Los Camellos no han permitido detectar, en la secuencia estratigráfica, un momento claramente atribuible al período de contacto entre las poblaciones prehistóricas y los europeos. Las razones que explican este hecho son de diversa índole. Unas se relacionan con las características de las excavaciones llevadas a cabo, circunscritas en ambos casos a superficies reducidas; y otras, con las reutilizaciones a que se ha visto sometido el conjunto arqueológico desde fines del siglo xv en adelante. Tales modificaciones resultan particularmente significa-tivas en la Cva. de San Blas que, en su papel de templo cristiano, ha ,:A- ..+:1:,,d, ---- l..--, A, ,,+,.,--:--r- A--A- ..-- C--L- ..L.. -- --- xuu ULiuLaua LUIIIU iugal ur; ciiiciiaiiiiciiiu ucsuc uiia icuia auii iiu pc-cisada, si bien potencialmente puede remontarse a época coetánea a la conquista, puesto que hasta 1 S26 no existe otro templo cristiano en el Valle de Güímar. A estas alteraciones del subsuelo provocadas por el uso funerario se añaden, además, el desalojo y a su vez el aporte exter-no de masas sedimentarias, producidos durante los sucesivos reacondi-cionamientos del espacio. Estas circunstancias han debido ocasionar, quizás, la desaparición de buena parte de las evidencias relativas al mencionado período 7. No obstante, el análisis de los depósitos prehistóricos excavados y las referencias en las fuentes escritas, así como las relaciones que pue-den ser establecidas entre ambos tipos de documentos, permiten reflexio-nar acerca de las causas que motivan la elección de este conjunto y específicamente de la Cueva de San Blas, para hacer efectivos los jnte-reses evangelizadores europeos. Al mismo tiempo, cabe la posibilidad también de preguntarse en qué momento de su evolución histórica di-cha cueva es dotada de un contenido religioso, pues ambas cuestiones debe!! estar intimamente re!aci~nadas. A! respecte, existen des psihi!i-dades: La primera, difícil de precisar y por supuesto de demostrar, es que la Cueva tuviera un carácter «simbólico» con anterioridad a la presen-cia de europeos en aquella zona, formando parte del entramado religio- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 577 so de la sociedad aborigen. Ello constituiría un factor decisivo que pro-piciaría su posterior cristianización, siguiendo un modelo de comporta-miento para el que se conocen otros ejemplos en el Archipiélago. En Gran Canaria, es ampliamente conocida la existencia de una piedra con grabados de podomorfos, hoy desaparecida, al pie del ejemplar de Pinus Canariensis, asociado de forma tradicional a la Virgen del Pino (Teror). En la isla de la Gomera existen asimismo, vinculaciones similares, caso del Santuario de Las Nieves o de la Ermita del Calvario, emplazadas ambas, en zonas donde, a raíz de las prospecciones dirigidas por J. F. Navarro Mederos, se han localizado recientemente importantes concen-traciones de las denominadas «aras de sacrificio». La segunda posibilidad es que esta cueva adquiriera tal componente a partir de la llegada de misioneros, lo que implicaría que desde que Q Q . ~ - P iin i i~lnr+n mn o c n ~ r. a nc .l m h A l i p n t ~ n n g1 1n pnnt~niCJn,r pri~tignn\r U.,"III,, U11 *Un"& L,V,.IV bOYUCIW UI.II"V.ICW, LII.bL. CL" W"..LW,.IU" . . " l i U C . ~ i i V l r > aunque inicialmente fuera de naturaleza sincretica En este sentido, conviene recordar que ya desde la segunda mitad del siglo xv existe un eremitorio franciscano asentado en la zona, aunque es posible remontar la influencia misionera a la centuria anterior, pues desde 1351 estaba fundado el Obispado de La Fortuna, con sede en Telde, cuya acción evangeíizadora exceciia ios iímites de ia propia isla de Gran Canaria (Rumeu de Armas: 1975, 1986). Ahora bien, habría que plantear si la cristianización efectiva de la cueva está ligada directamente a la presencia en su interior de la ima-gen de La Candelaria o, por el contrario, el hecho de que los guanches elijan a Achbinicó para depositar esta talla, corrobora un "status reli-gioso" previo para dicha cavidad, posiblemente de tipo sincrético y es-timulado por la actividad e~an~elizadodrae los minoritas, el cual la hace especialmente adecuada para acoger al icono. Si se toma en consideración la temprana presencia de los francisca-nos y se parte de la hipótesis, más aceptada, de que la imagen de La Czfi&!-íl !!qp a Tener& a m d i a d n ~de ! siglo xv (H-mAnbp.7 Pecera, 1975), resulta difícil explicar que deba retrasarse hasta la 2." mitad de dicha centuria el surgimiento y pleno desarrollo de fenómenos de sincretismo religioso, de un grado tal, que, como relata Espinosa, con-ducen a los aborígenes a aceptar la imagen, conservarla en Chinguaro y posteriormente trasladarla a la cueva, determinando entonces su sacraliza-ción como iugar cristiano. Sin embargo, adriiitir que ia iabüi iiiisioíieia genera en los aborígenes una disposición favorable hacia los cambios que habrían de sucederse no parece que constituya una hipótesis desca-bellada. Amar Vallejo señala que, como resultado de la acción francis-cana, en los habitantes del Archipiélago tiene lugar «una cristianización 578 Varios Autores formal, entendida como aceptación de ciertos ritos, que actuaban como símbolos de verdades fundamentales, pero cuyo cumplimiento no impli-caba una transformación sustantiva en el plano moral» (1990: 43). Las fuentes documentales, por sí solas, no permiten esclarecer esta disyuntiva, siendo necesario recurrir a los datos arqueológicos para in-tentar avanzar en tal sentido. Es aquí donde las excavaciones en las cuevas de Achbinicó debieran jugar un papel de primer orden. El análisis de las secuencias prehistóricas de San Blas y Los Came-llos ha puesto de manifiesto que la presencia humana en dicho ámbito se inicia, con toda probabilidad, desde fechas muy anteriores a la Ilega-da de influencias europeas a la isla, a juzgar por el amplio desarrollo que adquieren los mencionados depósitos arqueosedimentarios; pudien- m D do reconocerse la existencia de una ocupación estaciona1 de dicho con- E ilintn ya q ~ et,m te en Can R!as, C ~ X Ge n !OS CEX~!!GS,S P_ i ~ ? t a ~ L ' ~ f i J----- niveles antropizados con otros en los que se constatan encharcamientos n - =m y abandono de ambas cuevas, al menos en los sectores donde se han O E desarrollado las excavaciones (C. M. Hernández et al. 1996 b). E 2 Pese a que las alteraciones causadas por las removilizaciones histó- =E ricas en el paquete estratigráfico impiden confirmarlo, resulta muy pro-bable que este mocieio de ocupación se proiongase hasta ei momenro de 3 - la Conquista. Es quizás tal circunstancia, la que refleja Espinosa al se- - 0m ñalar que la Virgen debía ser venerada no en Chinguaro sino en un E lugar, «cerca del mar» donde no hubiera «trato y tráfago de gente por- o que no se le pierda el respeto» (Espinosa, (1594); 1967: 63). n La interpretación exclusiva de la Cueva de San Blas como un hábitat -E estacional inserto en un poblado costero puede ser matizada, a su vez, a 2 tomando en consideración los siguientes hechos arqueológicos y n contextuales. En primer lugar, no parece fácil explicar el carácter 0 estaciona1 de este hábitat atendiendo a las particularidades naturales del O3 entorno, el cual se caracteriza por la amplia diversidad y abundancia de recurso? hióticos y geológicos del Valle de Giiimau-, y por tratarse de un ámbito bien comunicado, que facilita el acceso de los grupos humanos a territorios complementarios. A ello se unen de forma notoria las ópti-mas condiciones de habitabilidad que ofrecen todas las cuevas del con-junto, de gran amplitud, bien aireadas e iluminadas 'O. ---E n segundo término, el registro ergológico recuperado, compuesto l,.- ,... :A,.-,.:-,. -- l,.,. A- LLL:hn6 -- T pul iaa cviuciiciaa cuiiiuiica cii ius yauiiiiciiws uc iiauiLaL cii i c-i-i-c-i :i Ci-c 1 1 , llama la atención por su notable escasez, difícil de explicar incluso te-niendo en cuenta los períodos de abandono anteriormente señalados. Tales manifestaciones confieren a este depósito un carácter singular, en comparación con lo que se documenta normalmente en otros emplaza- Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 579 mientos prehistóricos de tipo habitacional, independientemente de que se trate de asentamientos estables (yacimientos de medianías y costa) o no (poblados de alta montaña). Atendiendo a este factor, y con los da-tos materiales actualmente disponibles, sólo resulta posible afirmar que la ocupación prehistórica de San Blas, aunque dilatada en el tiempo, debió ser episódica y poco intensa. Sin embargo, en la Cva. de los Camellos se advierte cierta diferencia, puesto que la mitad inferior de su secuencia estratigráfica parece reflejar una mayor intensidad en la ocupación humana. En cualquier caso, resulta indispensable la contras-tación de estos datos con los que proporcione la ampliación de las su-perficies de excavación, puesto que el espacio excavado hasta el mo-mento no es suficientemente representativo. En lo relativo al problema que nos ocupa, suscita gran interés el hallazgo de una significativa «área de combustión» en el lateral dere-cho de la Cueva de San Blas (sondeo Y) 1 2 , cuyas características resul-tan difícilmente explicables para un ámbito estrictamente doméstico. De manera genérica, en el Conjunto Arqueológico de Achbinicó los hoga-res poseen una destacada importancia, como lo evidencia la aparición de divrrsrs e s t r ~ c etn~ !o~s ~de s yximientes exc i~a lns ,s i bien, !as particularidades de la primera la singularizan con respecto al resto. El estudio arqueológico, estratigráfico y antracológico de este área de combustión ha permitido reconstruir su complejo funcionamiento. Parece responder a una zona en la que se realizaron diversas cthogue-ras » muy próximas entre sí, resultando probable que permanecieran en-cendidas, de manera simultánea o en períodos casi coincidentes, pues se ha detectado la convivencia estratigráfica de varios de estos focos. Se trata de hogares planos, sin ningún tipo de acondicionamiento y cuyo diámetro promedio se sitúa en unos 45 cm. Los análisis antracológicos efectuados por la Dra. M. C. Machado l3 han puesto de manifiesto la utilización casi exclusiva de Pinus canariensis como combustible, siendo una especie de la que se conservan numerosí-simos restos carbonizados producidos muy probablemente por la inte-rrupción del fuego arrojándole tierra y quizás también agua, como re-flejan los sedimentos que se superponen a los mencionados focos. Estos hogares, emplazados en el lateral derecho de la cueva, se lo-calizan müy cerca de 1a toca, eligiendo píiia d o ki zona en qüe e: sustrato rocoso aparece a cotas superiores. Ocupan, por tanto, una posi-ción topográfica relativamente destacada y una extensión superficial notable, sin que puedan hallarse paralelos en otros yacimientos excavados en Tenerife o, incluso, en el Archipiélago. Esta ubicación suponía que se hicieran visibles desde el exterior. 580 Varios Autores Un aspecto asimismo particular, lo constituyen los materiales recu-perados en este área de combustión, que se limitan a 71 evidencias, siendo especialmente interesantes los datos aportados por el registro de fauna vertebrada terrestre estudiados por V. Alberto, que aparece directamente asociada a los focos de combustión y está integrada por diversos elemen-tos anatómicos de ovicaprinos (extremidades y costillar), pudiéndose pre-cisar la existencia de restos correspondientes a cabra adulta y oveja in-fantil. Los restantes materiales que amplían el espectro de variación ergológica (moluscos, industria lítica, cerámica y restos antracológicos no pertenecientes a pino) fueron recuperados básicamente en los sedimen-tos utilizados para apagar los fuegos, por lo que su presencia no debe ser interpretada en relación con los hogares, sino con el contenido de la tie-rra destinada a dicho fin. Estas manifestaciones contrastan con las características que presenta el depósito arqueosedimentario en el lateral izquierdo de la cueva (Son-deo II), donde se constató de forma muy clara el referido carácter estaciona1 de la ocupación antrópica. Lamentablemente, en el área don-de se llevó a cabo la excavación, no pudieron establecerse las relacio-n p c ~ctratigrifi~eznr tre ~ g v l n t r a 7 n n a n i i p c t n q ~ 1e2s r e~t i ! i z z&~e~ ..-u -".S- , "‘S.. "".., y..-"." del espacio han producido la desconexión de ambos sectores. Por otro lado, los intentos de datación de estos hogares han resultado infructuo-sos hasta el momento, por lo que no se poseen datos certeros que per-mitan su adscripción cronológica. Sin embargo, desde el punto de vista cultural no existe ningún elemento que induzca a pensar que el funcio-namiento del área de combustión coincide con la presencia europea. Por el contrario las evidencias recuperadas en él no parecen ofrecer dudas en cuanto a su carácter plenamente prehistórico. Todo lo señalado permite proponer una interpretación simbólica para este área de combustión, lo que otorga a la Cva. de Achbinicó un ca-rácter singular. De ello se deduce el enorme interés que representa po-der obtener dataciones absolutas de estos hogares, para intentar precisar en qué momento manifiesta tal significación. Una vez más, las fuentes documentales describen episodios en los que el fuego es protagonista y que podrían relacionarse con estos hechos arqueológicos: A . , I L-LT-.- L.. ..-a 1"- -!J.. ..... ~viuriyuc1 . . .J rtuuwri LUJ r iuiu~uie~~u u r i ~ rui etu~u muc^r Ltu-J" vc-ces armonía del cielo y músicas celestiales, y visto muchas lum-bres encendidas a modo de procesión, no eran tan ordinarias como lo fueron después que pasaron la santa reliquia a la cueva de San Bias» (Espinosa, (1594); 1967: 64). Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 58 1 No debe olvidarse el hecho de que San Blas forma parte de un con-junto más amplio en el que las excavaciones y prospecciones realizadas han evidenciado el desarrollo de actividades subsistenciales propias de los poblados prehistóricos, lo que significa que sus particulares rasgos están insertos en un modelo caractenstico de ocupación costera, pudiendo darse incluso una dualidad funcional para este espacio, al menos en cierto momento de su ocupación. La simbiosis entre lugar de culto y lugar de hábitat, para la Cueva de San Blas, no es un fenómeno extraño, pudien-do encontrarse claras referencias a ello en la obra de Espinosa: «Quedó la santa imagen en la cueva de San Blas encomenda-da a Antón, que era su sacristán y a otros viejos que el rey había puesto para que la guardasen y mirasen por ella, barriendo La cueva donde es-bn» (Espinoai (1594)- 1967: 64): Tres siglos más tarde se repite la dualidad funcional de dicha cue-va, en la que: «( ...) al lado de la puerta esta una como sachirstia muy pe-queña y en ella tiene su cama y vive una muger que sirve este año de 1766 (...) que por vivir alli serca y caersele su casita le dio el prior que biba alli de ermitatia sola» 14. Por otro lado, algunas de las iglesias que se fundan en Gran Cana-ria con anterioridad a su conquista (Villa de Nicolás y, probablemente también, Arguineguín) son asimismo cuevas que forman parte de con-juntos más amplios (Aznar y Tejera, 1994: 3 9 , lo cual permite pensar también que éste fuera un elemento característico de las estrategias de aculturación aplicadas en el Archipiélago. En síntesis, y atendiendo a todo lo señalado hasta ahora, son nume-rosos los indicios documentales y arqueológicos con que se cuenta para 1- L:-LL--:- 2- ---A :-..:A-> A 1 -- -1 ---L--:A- -!--LL apuyai l a I I I ~ U L GW UG U I I ~LU I I L I I IU~U~iUt x I p u I a 1 GII GI CUI IL~ ~ I I IUSUII IIUU-lico de la cueva de Achbinicó, individualizándola como espacio prion-tario en el conjunto histórico al que pertenece. Su inclusión en el entramado religioso de los grupos humanos preeuropeos asentados en el Valle de Güimar, debió servir de estímulo para el destacado protagonismo de dicha cueva en la organización del proceso de cristianización de los indígenas, cuyo inicio se puede remon-tar, al menos. potencialmente, a la segunda mitad del siglo XIV. Por tan-to, resulta muy probable que las primeras manifestaciones de sincretismo religioso en San Blas coincidieran con la temprana influencia franciscana. En toda esta primera etapa, el contenido simbólico parece sirnultanearse 582 Varios Autores con una utilización doméstica de la cavidad, hecho que no constituye un rasgo original de San Blas. Se han constatado en otros lugares de la isla situaciones similares, en las que lo cotidiano y lo sagrado son difí-cilmente desvinculables. Ello ocurre incluso cuando se trata de empla-zamientos claramente relacionados con el mundo mágico-religioso, caso de los yacimientos funerarios en que determinadas actividades domésti-cas, como la preparación y consumo de alimentos, son revestidas de un carácter simbólico-ritual. Al respecto, el Dr. A. Tejera indica que el capítulo de lo que denomina «religiosidad doméstica» debió desempe-ñar un papel clave en la sociedad prehistórica, si bien resulta muy com-pleja su contrastación arqueológica (A. Tejera, 1988). Estos comportamientos religiosos de naturaleza sincrética aparecen muy bien reflejados en la obra de Espinosa, aunque el autor toma como n~intn& a-Taque 1. in~ta!a~iSn& !a imagen & La &n&!ana en e! r -"'- interior de la cueva, obviando así todo un proceso anterior de aculturación religiosa que muy probablemente desconocía. En cualquier caso, la expresión más clara de estas actitudes de sincretismo viene re-presentada por la identificación de La Candelaria como «la madre del sustentador de cielo y tierran, quedando de esta forma asimilada a uno de ios denominados seres supremos de ia cosmogonía aborígen. En este sentido, A. Tejera propone como hipótesis la vinculación entre dicha imagen y el Sol, como principio femenino fundamental, aún cuando señala su difícil confirmación. La interpretación de carácter sim-bólico que se propone para el área de combustión hallada en San Blas, podría tomarse en cuenta a la hora de considerar tal propuesta, en cuyo caso se debería entender como manifestación de rituales relacionados con la divinidad solar y, por tanto, no debieran ser casuales, ni las referen-cias documentales a la presencia del fuego en el culto aborígen a la Virgen, ni la propia elección de la forma iconográfica de La Candela-ria, y quizás tampoco la de una cueva abierta al naciente. Otras referencias documentales en torno a La Candelaria, tales como las fiestas y reuniones que celebraban en su honor los aborígenes, para lo que había destinado un ganado específico (Espinosa (1 594)- 1967: 63-64) contribuyen a perfilar el contenido sincrético del culto a la mis-ma con anterioridad a la Conquista de la Isla. La estrecha relación en-tre el ganado, los pastores y dicho culto que pone de manifiesto Espi-ima, se recoge iairi"viSii eii oiias heiiies eiii~hisiói-icas, asi como en algunos de los rasgos de la religiosidad popular que perviven actualmen-te. Se trata de una vinculación que excede temporalmente el período considerado como propiamente de aculturación para convertirse en un elemento de unión entre la imagen y los pobladores de la zona 15. No Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 583 en vano, cuando en 1526 D. Pedro de Lugo costea la construcción de la primera Iglesia de Candelaria, la Cueva de Achbinicó es inmediata-mente transformada en Ermita y colocada bajo la advocación de S. Blas, patrono de los rebaños y cardadores y, aún perdiendo gran parte de su protagonismo, mantiene su vigencia como lugar de culto, al que los peregrinos acuden desde entonces. Resulta interesante esta actitud, pues refleja claramente que el papel simbólico de la cueva supera el de m'ero contenedor de la imagen. Muy al contrario, lo tuvo antes y lo tiene después de ella. Varios Autores ESPINOSAF, r. A. de (1594) 1967: Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Goya ed. SIC de Tenerife. 220 pp. MAR~DNE CUBAST, . (1694), 1993: Historia de las siete islas de Canarias. Ca-narias Clásica Editorial. La Laguna. 438 pp. -I ,N..~- .~.',~.,R.vM.-.A. 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La primera excavación de un yacimiento histórico en el Archipiélago fue realiza-da por los hermanos Serra-Rhfols en San Marcial del Rubicón (Lanzarote) (1960), siendo retomada en los años ochenta por A. Tejera y E. Aznar (1990). Posteriormente, en 1962, L. Diego Cuscoy, efectuó una pequeña intervención en la Ermita de San Blas (Tenerife). Desde entonces, se interrumpieron los trabajos en este tipo de yacimientos hasta que son reanudados por J.F. Navarro y B. Galván con sus excavaciones en la Iglesia de la Asun-ción en La Gomera (1979-1980), a las que sucedieron las llevadas a cabo en la Torre del Conde y Casa de Colón, también en La Gomera, por V. Valencia y E. Martín, bajo la coordinación de L. D. Cuscoy en 1980 (F. Alamo y V. Valencia, 1988). J. F. Navarro, en 1986, abordaría el estudio arqueológico y documental de las criptas de la Iglesia de San Andrés y Sauces (La Palma) (J.F. Navarro, 1990) y, en 1983, junto con E. Martín y J. Cuenca el de la Iglesia Parroquia1 de San Agustín (Las Palmas de Gran Canaria) (J. F. Navarro et al. 1988). En esta misma década de los ochenta, M. C. Jiménez y E. Martín exhumaron en Valverde las sepulturas del cementerio de la Ermita de Santiago, (1984). J. F. Navarro y E. Martín, realizaron prospecciones en el Convento de San Francisco (Santa Cruz de La Palma) (J.F. Navarro y E. Martín, 1988) y el Museo Arqueológico de Tenerife, documentó el contenido del subsuelo de la Iglesia de San Benito (La Laguna-Tenerife). 2. Excavaciones en los Majanos de Chacona (Güímar), en el Parque de San Telmo (Las Palmas), el Convento de San Francisco (Las Palmas), la Iglesia de San Pedro Mártir (Telde), la Parroquia de Ntra. Sra. de La Concepción (SIC de Tfe.), la Ermita de San Blas (Candelaria), la Ermita de San Miguel Arcángel (La Laguna). 3. Como excepciones pueden señalarse el estudio realizado por los hermanos Serra- Rafols y posteriormente por A. Tejera y E. Aznar en el Rubicón (Lanzarote), así como el efectuado en la Ermita de San Miguel Arcángel (La Laguna), bajo la dirección de F. de la Rosa, más recientemente. 4. Dicho proyecto ha sido llevado a cabo por un equipo de investigación inter-disciplinar formado por prehistoriadores e historiadores vinculados a los Departamentos de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua y de Historia de la U.L.L., así como del Dpto. de Ciencias Históricas de la U.L.P.G.C., contando además con la colaboración del Dpto. de Geografía de la U.L.L., el laborotario de Paleomagnetismo del Instituto Volcanológico de Canarias (C.S.I.C.) y el Institut de Paléobotanique de la Universitat de Montpellier. 5. En Tenenfe, isla que nos ocupa, son varios los hallazgos producidos en este sen-tido, como es el caso de unas cuentas de collar de pasta vítrea en una Cueva-habitación 588 Varios Autores en la zona conocida como "Las Cuevas" (La Orotava), (M. Lorenzo Perera, 1975-76), Luis Diego Cuscoy documenta asimismo adornos de dicho material para otros yacimientos de la Isla (Diego Cuscoy, 1944). Las excavaciones de B. Galván en el asentamiento estaciona1 de Chafarí (Las Cañadas del Teide), han permitido constatar la reutilización de un asentamiento prehistórico por pastores poseedores de elementos metálicos (extre-mo de regatón y clavos), que llevaron a cabo algunas reestructuraciones del espacio preexistente. Los hallazgos de monedas portuguesas en el Conjunto Fuente-Arenas (Buenavista del Norte) y principalmente, en la Cueva de Nifa 11 (Santiago del Teide) (Excavaciones de B. Galván), en un contexto primario, asociadas a varias estructuras de combustión, son asimismo indicadores arqueológicos de este período de contacto. Más compleja resulta la interpretación de los fragmentos cerámicos y los restos óseos, pues no siempre es fácil discriminar si obedecen a intrusiones. En este sentido la interpreta-ción realizada por M. C. del Arco et al. (1992), de un momento de contacto en el nivel superior de las Cuevas del complejo Arqueológico de Don Gaspar (Icod) en base a la existencia de «cerámicas a tomo, restos de teja, «porrones» y en «Las Palomas» por un hallazgo monetal de comienzos del S. xvii», (M. C. DEL ARCO: 1992; 8), no parece per-tinente pues, es difícil prolongar un proceso de aculturación hasta un siglo después de !a C C ~ L ~ & E de !E !'!Y. Per otro !de, tarr.pecc resu!!a uceptab!e pe::sx rn !a perviiencia de los modos de vida aborígenes hasta tales fechas en esa zona de Tenerife, donde se registra una rápida ocupación agrícola desde los momentos subsiguientes a la Conquis-ta. Al contrario, teniendo en cuenta que el aporte antrópico es el principal responsable de la sedimentación en las cuevas de hábitat prehistóricas, su abandono como viviendas habituales conlleva un descenso notable del ritmo de sedimentación, lo que puede oca-sionar incluso la convivencia estratigráfica de elementos cronoculturales distantes, cir-c r n s t r z c i r c;ur podrfa exp!icar e! desc-it= ec !as cUeias de! ;;Cemi;!ejo A;qUeu!& gico de Don Gasparn. 6. Esta casa corresponde al edificio actual del Ayuntamiento. 7. En cualquier caso, el grado de intervención con fines funerarios en el subsuelo de una iglesia, no suele revestir la misma intensidad en toda su superficie, existiendo zonas, generalmente cercanas al altar principal, en las que este uso es mucho menos fre-cuente. Es probable que una excavación más amplia de la cueva hiciera posible la de-tección de depósitos primarios correspondientes a dicho momento, al menos conserva-dos parcialmente. 8. Rodríguez Moure señala: «Antes que el General Pedro de Vera hiciera cantar el Te Deum en 1483 en las orillas del Guiniguada, y por tanto, antes también que Alonso Fernández de Lugo lo hiciera entonar en Apurón, de la isla de San Miguel de La Palma y Taoro de Tenerife, ya los cristianos vecinos de la isla de Lanzarote, como Fuerte-ventura, Gomera y Hierro, sabían que los guanches de Tenerife tenían una imagen de la Virge:: Ma:ia, a !E qUe reie:enciuba:: a SU manera (...)u. (P,ed:igüez ?.ku:e, !9!?). 9. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en las cuevas que la tradición reco-nocen como de Chinguaro reflejan una intensa ocupación humana del conjunto a partir de un registro ergológico extraordinariamente rico. Agradecemos a la Dra. M.C. Jiménez Gómez y a la Lcda. J. Hernández las facilidades prestadas a algunos de nostros para efectuar los estudios de las series Iíticas y faunísticas (vertebrados terrestres y moluscos) exhumadas en el yacimiento. Así como la información contextual que amablemente nos ha side s~minist:ada. 10. No escasean en Tenerife los casos de hábitat costeros de carácter permanente, si bien es cierto que se encuentran mejores ejemplos en la costa norte de la isla. " Las excavaciones permitieron exhumar restos de fauna mastológica, (Capra hircus y Ovis aries), malacológica (P. candei crenata, P. ulyssiponensis asperu, P. piperutu, Arqueología histórica en las cuevas de Achbinicó ... 589 Osilinus atratus y Thais haemastoma), gallotia galloti, un resto de ave y restos ícticos (Muraenidae, Trachinotus ovarus. Serranus sp., Pagrus pagrus, Sparisoma (Euscarus) cretense y Scomber japonicus). Las evidencias Iíticas están integradas principalmente por objetos de basaltos recolectados probablemente en la Playa de La Arena y en menor medida por piezas obsidiánicas. Las cerámicas recuperadas constituyen un conjunto muy homogéneo cuyos caracteres permiten su adscripción al Grupo 11 definido por M. Amay y E. González (1984). Para un estudio más detallado de los materiales puede acudirse a C. M. Hemández et al., 1996b. 12. Un estudio detallado de la misma se presenta en C. M. Hemández et al, 1996b. 13. Institut Paleobotanique de L'Universitat de Montpellier. 14. ARCHIVOM UNICIPADLE LA LAGUNA(A .M.L.L.): Fondo Ossuna: Diario y papeles históricos de don José de Ancheta y Alarcón. Leg. D-93 (Ossuna-9). Carpetilla 0-9-1. Fol. 71 V. 15. La tradición de que sean los aborígenes los únicos con derecho a portar la Vir-gen en su fiesta del dos de febrero, tiene antecedentes históricos remontables a la pri-mera mitad del siglo xvr, cuando se inicia el conocido «Pleito de los naturales». |
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