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EL PATRIMONIO INDUSTRIAL AZUCARERO DE
GRAN CANARIA. RECUPERACIÓN DE LA
AZUCARERA DE SAN JUAN DE TELDE COMO MUSEO
ETNOAGRARIO
Amara Florido Castro
Introducción
El cultivo industrial de la caña de azúcar y el posterior tratamiento de ésta para la
obtención de azúcar y de ron en el archipiélago se remonta a los inicios de la conquista. Así,
para el primer cuarto del siglo XVI se llegaron a contabilizar sólo en Gran Canaria 25 ingenios,
instalándose el primero de ellos por Pedro de Vera en el barranco de Guiniguada, junto a San
Roque.1 Varias crónicas nos hablan que el norte de la isla, así como zonas de la capital,
Telde, Ingenio y Agaete tenían un paisaje plagado de cañaverales. Gran parte de la
recolección se destinaba al mercado europeo, hasta el punto de que las islas llegaron a ser
conocidas como las “islas del azúcar”, lo que permitió la entrada de un importante capital
extranjero, principalmente de mercaderes genoveses que invertían en la financiación de los
nuevos trapiches.
Entre las poblaciones grancanarias donde el cultivo, producción y comercialización del
azúcar llegó a niveles relevantes se encuentra la rica Vega de Telde. Documentos de la época
citan la existencia de cinco ingenios: el de Alonso de Matos, en los aledaños de la Plaza de
San Juan; el perteneciente a Cristóbal García del Castillo, en San José de Las Longueras; y
los erigidos por Bartolomé Martín Zorita y María Mayor. Por último, el ingenio conocido
como “los Picachos”, llamado así por las dos características columnas de piedra y cal que,
según Carlos Navarro Ruiz, fueron levantadas por Bernardino García del Castillo, quien se
retiró a este lugar para hacer vida penitente.2 La misión de estos pilotes era la de elevar el
agua que caía en forma de chorro, originando la fuerza motriz necesaria para el movimiento
de las ruedas del molino. La imagen actual dista mucho de la que tenía en el Quinientos: uno
de los picachos se derrumbó en 1994 y, el otro, se encuentra en un lamentable y peligroso
estado de conservación,3 sin que hasta el momento las autoridades competentes hayan
previsto una solución seria para la salvaguarda de estas valiosas reliquias de nuestro
patrimonio industrial azucarero.
Los ingenios contaban con una estructuración interna muy definida: la casa de purgar, la
casa del ingenio y el molino, existiendo además una rigurosa especialización del trabajo,
estando ésta perfectamente reglamentada. La construcción de estas industrias solía
encomendarse a carpinteros portugueses, importándose de Flandes o Castilla las piezas más
importantes: ruedas, cabezales, prensas, etc. Del mantenimiento se encargaban los carpinteros
y herreros que eran contratados por zafras.4
Hacia mediados del XVI comenzó el declive de la producción azucarera ante la
competencia de los azúcares africanos y americanos. La progresiva disminución de los
cultivos de caña significó la desaparición paulatina de los trapiches. De tal modo que en 1590
sólo quedaban en activo 5 de los 25 ingenios documentados para esta centuria.
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
1576
La arquitectura del azúcar en Gran Canaria: La industria del ron
Hasta mediados del siglo XIX –aproximadamente– la producción de azúcar y destilación de
alcoholes no volvió a ocupar un puesto destacado en la economía isleña. Sin embargo, ello no
quiere decir que la elaboración de aguardientes hubiera desaparecido por completo ya que las
antiguas alquitaras o alambiques continuaron produciendo esta bebida con destino,
fundamentalmente, al consumo local.
El fracaso del cultivo y exportación de la cochinilla dio paso a la implantación de otra
alternativa económica: el llamado modelo cubano, fundamentado en el cultivo del tabaco
para la exportación, la producción de la caña de azúcar y los esfuerzos por desarrollar la
industria pesquera. Gracias a esta iniciativa, los campos canarios volvieron a cubrirse de
plantaciones de caña. En nuestra isla destacan especialmente los cultivos y fábricas de Telde,
Arucas, Bañaderos y Guía. La destilación de alcoholes alcanzó así una nueva dimensión, al
aprovechar la melaza del azúcar como materia prima para la obtención de aguardientes, de
ahí que muchas factorías azucareras se reconvirtiesen en fábricas de ron. Hacia finales de la
década de los ochenta el cultivo de la caña de azúcar comienza de nuevo a retroceder,
cediendo terreno a otras explotaciones más productivas como el plátano y el tomate.
Francisco Suárez señala que en 1913 sólo quedaba en Gran Canaria una superficie de 350
fanegas de caña de las que 200 eran roturadas por los dueños de las cuatro fábricas existentes
por aquel entonces: Hijos de Juan Rodríguez, en Telde; Pedro Bravo, en Tafira; Laureano de
Armas en Arucas y David J. Leacock en Becerril de Guía.5
Los años treinta suponen el resurgir de la caña al amparo de la apertura de la industria de
La Aldea (1936) y el despertar de las instalaciones de Arucas y Telde, así como la creación
de otras factorías en Tenerife (Tejina), en El Hierro y en La Palma.
En nuestros días sólo continúan en activos las manufacturas de Arucas (Destilerías
Arehucas), y las de La Palma (Ron el Valle y Ron Aldea).
La primera de las citadas tiene su origen en 1883, fecha en la que Alfonso Gourié ideó
montar una industria con todos los adelantos conocidos para la manipulación de la caña, en
un amplio solar junto a la carretera de Gáldar.6 Las obras fueron dirigidas por Manuel
Aguilar, importándose la maquinaria desde la localidad escocesa de Glasgow. El 10 de agosto
de 1884 se celebró la inauguración oficial de estas instalaciones, bajo la advocación de San
Pedro titular de la antigua ermita ubicada en las cercanías. En los años siguientes y, debido al
aumento considerable de la producción, se fue ampliando y mejorando el equipamiento
mecánico siendo la pieza más notable la caldera de vapor que, debido a sus monumentales
proporciones, fue acarreada hasta la villa por diez parejas de bueyes. En 1920 la fábrica se
clausuró,al tiempo que la vieja maquinaria fue desmontada y vendida. En 1940 se reinicia la
actividad en un nuevo edificio diseñado por Antonio Rodríguez Uribe. De la primitiva
construcción todavía podemos contemplar, entre otros elementos, la espléndida chimenea de
ladrillo, uno de los escasos testimonios conservados en la isla. La Guía del Patrimonio
Arquitectónico de Arucas, elaborada por los profesores Saro Alemán y Manuel Martín,
aconsejan la conservación de esta pieza, así como del almacén de la cantera -emplazado junto
a la ermita-, la torre del molino, las naves anexas y la maquinaria que ésta alberga.7
No podemos concluir este apartado sobre la arquitectura del azúcar en Gran Canaria sin
hacer mención de la Destilería San Nicolás, en la Aldea de San Nicolás de Tolentino. La
industria, fundada en 1936 por Manuel Quevedo y Miguel León en la desembocadura del
El patrimonio industrial azucarero de Gran Canaria. Recuperación de la…
1577
Charco, fue conocida en sus comienzos como El Alambique.8 Durante los primeros años de
vida llegó a alcanzar una producción de 200.000 litros por zafra, tomando su producto la
marca de Ron Aldea. La factoría comenzó a funcionar en unos salones con techumbre de
plancha de zinc, próximos a la sala de motor y un pozo del consorcio de Federico Pérez. En
un principio dispuso de un molino para la trituración de la caña; de tres cubas para el trasiego
y fermentación del guarapo; así como de varios depósitos para el almacenamiento del líquido
ya fermentado; sin olvidar un fogón y un alambique de la firma Ergott de 500 litros.
En 1955 se produce la transferencia de la propiedad a los Rodríguez Quintana quienes
acometen una importante remodelación interior, modificando el nombre de la empresa por el
de Destilerías San Nicolás. Los nuevos dueños levantan tres grandes salas y varios
departamentos anexos destinados a oficinas y vivienda del maestro director del
establecimiento. En una dependencia se acomoda el molino y la sección de embotellado, en
otra, los alambiques y las cubas de fermentación, reservando las dos restantes para
almacenamiento de los productos elaborados.
La fábrica sobrevivió hasta finales de los años cincuenta, al declararse en quiebra.
En la actualidad, el inmueble ofrece un aspecto lamentable, sumido en un total abandono.
Sus actuales propietarios no han llegado a un acuerdo económico con el consistorio
municipal para la recuperación de este bien fabril que algunos han apuntado para sede del
futuro museo del ron.
Lo que he pretendido mostrar hasta aquí es cómo ha tratado el destino a dos de las
industrias azucareras más destacadas de esta isla: por un lado, la instalada en Arucas, que aún
en nuestros días continúa elaborando su prestigioso y renombrado Ron Arehucas y, por el
otro, la de La Aldea, postergada al más absoluto de los olvidos. Un tercer y último ejemplo,
bien distinto a los anteriores, es el de la Azucarera de San Juan: industria que cesó su
producción en 1992 y que está siendo rehabilitada en nuestros días para albergar un museo
etnoagrario.
La máquina de azúcar
Notas sobre su historia.
La Azucarera de San Juan está ubicada en el término municipal de Telde, siendo sus
límites geográficos: al N y O con la carretera general 814 que conduce de Telde a
Valsequillo; al S con los terrenos de Juan Rodríguez Quegles y, al E con el Barranco Real.
Los comienzos de esta emblemática industria se sitúan a mediados del Ochocientos. El
empresario majorero Juan Rodríguez y González, al amparo de la gran actividad económica
del pueblo basada en sus extensos cultivos de caña, decidió establecerse en esta localidad
grancanaria. Según Antonio González, cronista de la ciudad, el emprendedor industrial
adquirió una finca en el Barranco de las Bachilleras, conocida como Finca del Barranquillo.
La habilidad y el ingenio del señor Rodríguez llegó a tal extremo que acometió incluso la
construcción de un acueducto y trazó una línea férrea en el interior del recinto para
transportar los vagones. Lamentablemente, sobre los primeros años de actividad se tienen
muy pocas noticias.
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
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El edificio se levantó junto al puente diseñado por el ingeniero Juan de León y Castillo en
1868, en el cauce del barranco de Telde. Ignoramos el nombre del arquitecto que ideara la
histórica factoría, así como las peculiaridades del inmueble ya que me ha sido imposible
localizar la memoria descriptiva de la fábrica. Conservamos, no obstante, un plano detallado -
trazado por Manuel González en 1980 - que nos puede servir de referente para este estudio
que presentamos.
Las primeras informaciones documentadas datan del año 1938, fecha en la que Manuel
Melián Pérez –en representación de Azucarera de San Juan-, solicita a la Delegación
Provincial de Industria la autorización pertinente para la puesta en funcionamiento de las
instalaciones que habían permanecido cerradas durante 26 años.9 El principal motivo que dio
lugar al cese temporal de la empresa fue la escasez de materia prima (caña de azúcar) cuyo
cultivo fue suplantado por el del plátano. La producción estimada para el año de reapertura
era de 1.500 Tm de azúcar y 300.000 litros de aguardiente, disponiendo para ello de un
capital de 50.000 pesetas.
Durante los años siguientes se fue remodelando la obsoleta maquinaria y los depósitos
para la fermentación. Así, por ejemplo, en 1940 se sustituyeron varias cubas de fermentación
de madera por otras metálicas; en 1943 se procedió a la instalación de un generador de vapor
Galloways; y, doce años después los dueños decidieron reemplazar el alambique Savalle, que
ya estaba deteriorado, por otros de la casa Segura.
Según nuestras informaciones, la industria volvió a clausurarse en 1951. Cinco años más
tarde se reabre nuevamente, dedicándose básicamente a la destilación de aguardiente de caña
y melaza, dado los elevados costes de producción del azúcar. El personal con el que contaban
por entonces para la realización de los trabajos de elaboración se reducía a un técnico
titulado, un administrativo y seis obreros.
En 1959 los propietarios de la Máquina de Azúcar –como también es conocida-,
agrupados bajo la razón social de “Hijos de Juan Rodríguez, SA”, se constituyeron en una
sociedad mercantil, bajo la denominación de “Azucarera de San Juan, SA”, con un capital
inicial de 5 millones de pesetas. El Consejo de Administración estaba presidido por Matías
Vega Guerra, ocupando el cargo de vicepresidente Vicente Salgado Blanco. El artículo
segundo de sus Estatutos especifica que el objeto de la entidad era
la fabricación de productos derivados de la caña de azúcar, el cultivo de la misma
en terrenos propios o tomados en arrendamiento, y toda clase de operaciones
mercantiles relacionadas con dichos productos y materia prima, o que con ellos
guarden relación.10
La empresa se vio envuelta en graves problemas económicos en los años posteriores,
contrayendo importantes deudas con varias entidades bancarias. Este hecho permitió a los
hermanos Martín Rodríguez, dueños de Destilerías Arehucas, la compra de la factoría en
1964. En la zafra de 1992 se procedió al cierre definitivo de la misma dado los elevados
costes que originaba su mantenimiento.
El primer contacto entre los dueños de la Azucarera y el Ayuntamiento de la ciudad sureña
se formalizó en 1993. A comienzos de ese año se recibe una carta de oferta de venta de las
instalaciones, estableciendo como única condición que la fábrica “no será objeto de una
reanudación de la actividad industrial anterior, o sea, la destilación de alcoholes y el
El patrimonio industrial azucarero de Gran Canaria. Recuperación de la…
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embotellado de bebidas alcohólicas”.11 La cantidad propuesta ascendía a 57 millones. Sin
embargo, un Informe Técnico del Área de Urbanismo del Consistorio estimaba la venta en 10
millones menos. Finalmente, el Ayuntamiento accedió a lo establecido en primera instancia,
al considerar que esa diferencia se basaba en el valor de la maquinaria que no se había tenido
en consideración en la memoria citada.
El 29 de julio de 1994 se adoptó el acuerdo del Ayuntamiento Pleno de compraventa de la
industria. La adquisición fue llevada a efecto en virtud de escritura pública de compraventa
otorgada el 30 de septiembre de 1997.
El pago se realizó en tres plazos, cumplimentándose el último de ellos en septiembre de
1999.
El destino que se le va a dar a estas instalaciones será el de museo etnoagrario,
integrándose en una futura ruta turística que se iniciará en el histórico barrio de San
Francisco, prolongándose a lo largo del Barranco de Telde. Otros puntos de interés serán el
poblado aborigen de Tara y la ermita de San José de Las Longueras.
Plan de rehabilitación
El lugar en el que se alza la Máquina ha sido calificado en el Plan General de Ordenación
Urbanística de Telde, como suelo no urbano con la afección puntual de suelo de Especial
Protección Cultural (EPC). Asimismo, el edificio está registrado en el Catálogo de
Patrimonio Arquitectónico de 1991 con la ficha nº 145.
El complejo fabril lo conforman varias edificaciones exentas unidas por espacios libres
interiores, ocupando una superficie total de 3.547 metros cuadrados, de los cuales están
construidos 2.554. Entre dichos inmuebles se encuentran:
Edificio principal (factoría propiamente dicha).
Taller de reparación de maquinaria.
Edificaciones auxiliares.
Oficinas.
Comenzaremos el recorrido por los tres últimos, dejando para el final el comentario del
inmueble principal.
El Taller lo forma un edificio de nave única, con cubierta a dos aguas formada por
cerchas de madera y planchas de zinc. En este local de 190 m2 se realizaban las tareas
propias de reparación de artefactos mecánicos, provisto para tal cometido de un pañol
de herramientas, mesas de trabajo y de todos los útiles imprescindibles: fragua, piedra
esmeril, taladros, cizalla, etc.
Lo que se ha dado en llamar Edificaciones auxiliares hace referencia a una
construcción de 190 m2, distribuidos en dos plantas: en la baja encontraríamos varios
habitáculos dedicados a vestuarios, la sala del grupo electrógeno, almacén de botellas,
control de personal y depósito de aceites. En el piso superior se emplazaba la vivienda
del guardián.
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
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A la entrada al recinto, el edificio para Oficinas, el despacho y el laboratorio. Estas
habitaciones compartían espacio con el almacén de productos envasados, almacén de
botellas y la sala de embotellado. Esta última, equipada con una lavadora, la llenadora,
una capsuladora, la etiquetadora y un filtro. La sala anexa disponía de varios depósitos
de ron (10.000 litros cada uno) y un tonel de ron añejo. Próxima a la entrada del local
localizamos la báscula puente de 15 toneladas para el pesado de los camiones.
El edificio más destacado de todo el complejo (ilustración nº1) ocupa una superficie
total de 1.456 m2 distribuidos en cuatro pisos: semisótano, planta baja, primera y
segunda. Su planta es cuadrangular, sobresaliendo del perímetro la sala de caldera y la
chimenea. El interior se organiza en varios departamentos o secciones dedicados a los
distintos procesos del sistema de producción del azúcar y del ron. Además de la sala
de caldera ya indicada, apreciamos la sala de molturación, la azucarera, una torre de
destilación, la sala de fermentación y el almacén de alcohol.
Los materiales empleados en su construcción son los siguientes: cimentación a base de
argamasa de piedras y cal, mientras que para la estructura general se utilizaron muros de
piedra y barro. Por lo que al suelo respecta, para la planta baja se prefirió el solado continuo;
para los secaderos de azúcar, la madera; para las oficinas, la baldosa hidráulica, mientras que
para las escaleras y las entreplantas se aplica el emparrillado metálico.
La sala de caldera está ocupada en la parte central por un generador de vapor monobloc,
marca Lambda, fabricado por la constructora Field, SA, con una capacidad de producción de
4.500 kilos de vapor, siendo su principal ventaja el bajo consumo de combustible. La salida
de los humos al exterior se realizaba a través de una chimenea de seis metros, realizada en
chapa de acero. Junto a este conducto se encuentra un filtro de arena, los depósitos de
fosfato, de salmuera, de fueloil, así como un descalcificador y un estanque de agua para
alimentación de la caldera. Las paredes son de mampostería ordinaria, con un espesor de 55
centímetros. El techo a doble vertiente, construido con cerchas de hierro y planchas de zinc.
La ventilación estaba aseguraba por medio de ventanales al exterior, dispuestos en distintas
direcciones.
Junto a este local se encuentra la sala de molturación donde se lleva a efecto la primera
fase del proceso de elaboración del azúcar. Se trata de una dependencia alargada, equipada
con dos máquinas de vapor, procedentes de una fábrica de Glasgow: The Wirles Waston
Yarian Co. Ltda., que dan la energía necesaria a los dos trenes de molienda, de tres cilindros
cada uno. La alimentación de la caña al primer molino se realiza haciendo uso de un
transportador metálico de 9 metros de largo, encima del cual se encuentra instalado un
aparato cortacañas, compuesto por un eje de cuchillas y accionado por un motor eléctrico. Un
transportador intermedio alimenta al segundo molino. Sobre la sala de molienda, los
secaderos de azúcar.
En la sala central, la Azucarera donde se sitúan las máquinas específicas para el
tratamiento de la caña de azúcar, así como los defecadores y concentradores. Entre otros
artilugios mecánico cabe citar: el tacho concentrador a vacío, la bomba de vacío, etc.
Ya en el ángulo opuesto a la entrada principal del edificio podemos ver la antigua torre de
destilación, la sala de fermentación y el almacén de alcohol. En este último se localizan los
accesos a los tres depósitos de alcohol subterráneos que tenían una capacidad total de
139.224 litros. La sala de fermentación cuenta aún en nuestros días con 9 cubas cilíndricas
El patrimonio industrial azucarero de Gran Canaria. Recuperación de la…
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metálicas, de 10.000 litros cada una de ellas. Por medio de unas escaleras situadas en uno de
los extremos accedemos a dos depósitos superiores reservados para la preparación del
guarapo, amén de una cuba de fermentación.
Por último, la torre de destilación, conservada en muy buenas condiciones. Provista de un
alambique, marca Segura, con 14 coronas y 24 platillos, que sustituyó en 1955 a uno anterior
de la firma francesa Savalle. Cercano a este artilugio se dispone el rectificador, la
destrozadora, dos reguladores de vapor y una columna de cabezas. En la planta siguiente,
otros aparatos: un calienta vinos, dos reguladores de agua y un depósito regulador de flemas.
En el piso superior y último: tres depósitos circulares de agua, de flema y de vino. Esta torre
que comentamos se complementa con dos depósitos de aguardiente (10.000 litros cada uno)
construidos de hormigón; un depósito de alcohol y otro para cabezas y flemas. En el exterior
de este departamento pueden verse todavía dos estanques para las aguas de recuperación y las
vinazas.
El “Proyecto para Adecuación de la máquina de azúcar para Museo y Sala de Usos
Múltiples” ha sido encomendado al arquitecto Luis Alemany Orella.12 Profesional de
reconocido prestigio en nuestra isla, ha realizado entre otros trabajos, el Plan Especial de
Protección y Reforma Interior de Vegueta-Triana, junto a García-Márquez.
La primera fase de los trabajos ha consistido en el acondicionamiento de la primitiva sala
de embotellado, laboratorio y oficinas, destinada a albergar una Sala Cultural Polivalente de
Exposiciones y Reuniones (ilustración nº2).
Las tareas realizadas quedan resumidas en los siguientes puntos:
1º.- Cubrición de la nave principal a base de rehacer las primitivas cerdas de madera,
dotándolas de una terminación aislante acústica y térmica.
2º.- Tratamiento de todos los espacios libres a base de pavimento de piedra.
3º.- Restauración de muros perimetrales primitivos y otros trabajos de cantería.
4º.- Dotación de nuevas instalaciones acordes con el nuevo uso funcional.
5º.- Trabajos de albañilería, enfoscados especiales y acabado posterior en pintura.
6º.- Restauración o reposición de toda la carpintería exterior de madera.
7º.- Por último, la introducción de nuevos elementos como puertas de vidrio, superpuestas
a las antiguas de madera.
A esta labor se ha dedicado los dos últimos años la escuela taller “Máquina de Azúcar”,
con un presupuesto total que alcanza los 167 millones de pesetas. A la citada escuela le
relevó a finales de 1999 la denominada “Museo Etnoagrario” donde 60 jóvenes culminarán
en los dos próximos años la tarea iniciada por sus compañeros. De igual modo, durante estos
meses proceden al adecentamiento exterior del resto de las instalaciones.
Junto a esta propuesta, Alemany realizó la reforma estructural de la chimenea -en
avanzado estado de deterioro- que se concluyó a finales del pasado año (ilustración nº3). La
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
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solución ideada por este facultativo permitía asegurar las transmisiones de cargas, a la vez
que contribuía a complementar los déficits de apoyos que han provocado la crisis de la
construcción, procediéndose además al cosido de las fisuras existentes. El trabajo consistió en
la ejecución de 8 micropilotes en el perímetro de la cimentación de la chimenea, atando con
una correa las cabezas de los mismos, de forma que asegure la correcta transmisión de
esfuerzos. Cada micropilote es de 10 m de profundidad y 110 mm de diámetro, armados con
una barra GEWI de 40 mm de diámetro en su interior. En este sistema de pilotaje se aplica un
mortero de cemento envolvente que actúa como protección contra la corrosión y como
refuerzo contra el pandeo.
El presupuesto para la realización de esta obra ascendió a 13 millones de pesetas. La
empresa Castillo de Alhama llevó a cabo este complicado trabajo durante dos meses
(septiembre-octubre de 1999). En la actualidad, podemos contemplar la chimenea totalmente
restaurada.
En breves fechas el señor Alemany presentará el diseño para la recuperación del inmueble
principal, dedicando una especial atención a la rehabilitación de la maquinaria.
Conclusiones
La recuperación del patrimonio industrial azucarero ha sido objeto de especial interés, a
niveles internacionales. Con motivo de la celebración del II Coloquio Latinoamericano de
Patrimonio Industrial (La Habana, septiembre de 1998) se dedicó una comisión específica
para las investigaciones directamente relacionadas con las industrias del azúcar. No cabe
duda de que la actividad agroindustrial azucarera en esta isla (Cuba) ha legado un rico
patrimonio con valiosas evidencias materiales. Entre las comunicaciones presentadas
merecen destacar las propuestas para la creación de dos museos en dicho país: Museo de la
caña de azúcar, en un ingenio del s.XVIII (Ingenio San Andrés) en Marianao; y el Museo de la
Industria Azucarera, en Holguín. Sin olvidar, por supuesto, la magnífica rehabilitación que
desde hace unos años atrás se está realizando en el Valle de los Ingenios, constituyendo todo
un reclamo turístico para el que visita la perla del Caribe.
En España citaremos, a título de ejemplo, la creación de un Centro de Interpretación del
Azúcar, en Torre del Mar (Málaga). Se trata de una iniciativa del área de Cultura del
Ayuntamiento de Vélez, que pretende la rehabilitación y conservación de la factoría “Nuestra
Señora del Carmen”, levantada a mediados del XIX, propiedad del ayuntamiento de dicha
ciudad.
La rehabilitación de la Azucarera de San Juan supone una loable y modélica iniciativa del
Consistorio teldense que ha sabido reconocer –a tiempo – la valía de este complejo fabril,
símbolo de la memoria histórica de la cultura del azúcar, no sólo en la ciudad de los faicanes,
sino en todo el archipiélago.
Deseamos desde aquí que no tardemos mucho tiempo en poder disfrutar de estas
instalaciones en todo su esplendor. Esperamos, además, que ello sirva de aliciente para la
salvaguarda y renovación de otras muchas factorías inactivas repartidas por todo el territorio
insular y que, como en el caso de la Azucarera que nos ocupa, estaban condenadas a su
desaparición.
El patrimonio industrial azucarero de Gran Canaria. Recuperación de la…
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ANEXO GRÁFICO
Il. 1.- Plano general del edificio principal de la Azucarera de San Juan.
Il. 2.- Vista interior de la antigua sala de embotellado, ya restaurada.
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Il. 3.- Exterior de la fábrica, con la chimenea durante el proceso de restauración.
El patrimonio industrial azucarero de Gran Canaria. Recuperación de la…
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NOTAS
1 PÉREZ AGUADO, L.: La caña de azúcar en el desarrollo de la ciudad de Telde, Comisión de Cultura del
Ayto. de Telde, 1982, p.4
2 NAVARRO RUIZ, C.: Páginas históricas de Gran Canaria, Las Palmas, 1933, T.I, p.26.
3 El desmoronamiento de la columna del ingenio se produjo en la medianoche del 14 de febrero de 1994,
ocasionando serios daños a vehículos y maquinaria pesada del taller-garaje emplazado en la base del
monumento. La cimentación de este Picacho, según indicaron varios vecinos del lugar estaba seriamente
resentida por la humedad procedente de una acequia de riego que pasa por las bases de sendos picachos. A
pesar de los informes redactados por varios arqueólogos, defendiendo la necesidad de apuntalar la
estructura que aún permanece en pie así como declarar como Bien de Interés Cultural el ingenio de los
Picachos, nada se ha hecho desde entonces para salvaguardar los restos que quedan...
4 Para una mayor información sobre los ingenios del XVI (construcción, estructuración interna,
funcionamiento, etc), pueden consultarse, entre otros: CAMACHO Y PÉREZ GALDÓS, G.: “El cultivo
de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510-1535)”, Anuario de Estudios
Atlánticos, Las Palmas-Madrid, nº7 (1961), pp.11-70; DÍAZ HERNÁNDEZ, R.: El azúcar en Canarias
(S.XVI-XVII), Las Palmas de GC, Colecc. La Guagua, nº39, 1982; RIVERO SUÁREZ, B.: “El proceso de
elaboración del azúcar en Tenerife en el siglo XVI”, en Actas do II Coloquio Internacional de Historia de
Madeira, Funchal, 1989, pp.701-713.
5 SUÁREZ MORENO, F.: Ingenierías históricas de La Aldea, Ed. Del Cabildo Insular de GC, 1994, p.248.
6 Sobre la historia de esta legendaria factoría: JESÚS VÉLEZ, P.: Arucas; hombres y hechos, Las Palmas de
GC, 1984, pp.307-419.
7 ALEMÁN HERNÁNDEZ, S. y MARTÍN HERNÁNDEZ, M.J.: Guía del Patrimonio Arquitectónico de
Arucas, Excmo. Ayto. de Arucas, 1994, p.200.
8 SUÁREZ MORENO, F.: ob. cit., pp.245-265.
9 Expediente sobre la Azucarera de San Juan, facilitado por la Consejería de Patrimonio Histórico del MI
Ayto de Telde, s/f.
10 Ídem.
11 Ídem.
12 ALEMANY ORELLA, L.: Expediente sobre el “Proyecto para Adecuación de la máquina de azúcar
para Museo y Sala de Usos Múltiples”, 1998.