LAS BIBLIOTECAS TINERFEÑAS
EN EL PANORAMA CULTURAL DE LA 11 REPúBLICA
CARMEN J. HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo principal aportar algunos
datos referentes a lo que supuso para la provincia de Santa Cruz
de Tenerife la llegada de la 11 República y su plan cultural, en lo
concerniente a las bibliotecas. Nos centraremos en el análisis de las
bibliotecas escolares, puesto que éstas son las que tuvieron una
atención mayor.
La delimitación geográfica ha venido impuesta por estar aquella
provincia carente de estudios que aborden la situación de tales
centros en el período 1931-1936.
La elección del tema ha obedecido a la lectura del trabajo
«Análisis de la situación bibliotecaria en Las Palmas, 1931-1936»,
de Félix Pintado Pico y Pedro González Pérez, que nos hizo reflexionar
sobre la conveniencia de extender el estudio a la provincia
occidental, para completar de alguna forma un tema y período que
ha carecido de presencia en la historiografía canaria.
Debido a la dispersión de las fuentes y a la ilocalización de
otras tras la guerra, nos proponemos un primer acercamiento que
será completado posteriormente.
Las fuentes que hemos utilizado han sido diversas: la prensa del
momento, la Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas, las.
actas del 11 Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía, así
como bibliografía de carácter general y específica.
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LA 11 REpÚBLICA y SU PLAN CULTURAL
Las actividades que tuvieron lugar en el campo de la cultura en
este período fue la lógica consolidación de unas ideas que venían
fraguándose desde el XIX. La necesidad de extender la cultura a la
mayor parte de la población se dejó sentir de forma temprana, cargada
de un paternalismo que hizo imposible su efectividad. Sus promotores
un círculo reducido de la pequeña burguesía, que no lograba
salir de sus planteamientos teóricos.
Por lo que respecta específicamente al libro, a la lectura, vemos
aparecer en los primeros años del siglo XX una corriente popular que
considera esos bienes no exclusivos de una minoría, y las bibliotecas
públicas centros no restringidos a la élite estudiosal •
Esta corriente volvió a actualizarse en la segunda década del
XX. Fruto de ello fue la creación de la biblioteca circulante, dependiente
de la Dirección General de Primera Enseñanza, con secciones
provinciales. Se creó también el Museo Pedagógico, encargado
de seleccionar y enviar libros para niños y profesores de las secciones
circulantes provinciales. Asimismo aparecen una serie de bibliotecas
populares. Estas primeras bases se consolidarán en la 11
República2•
Tras el desastre de la Monarquía, el advenimiento del nuevo
régimen supuso la esperanza a todos los niveles, ya que su programa
intentaba ser la respuesta a una sociedad nueva más justa.
El «bienio reformadom (1931-1933) significó un gran paso por
lo que al programa educativo se refiere. Años en que se sientan las
bases de un ideario progresista, que será truncado en parte por el
«bienio negro» (1933-1935) y que el triunfo del Frente Popular en
febrero de 1936 ya no pudo rescatar debido a los acontecimientos
que siguieron.
Si bien es verdad que se simplificaría la cuestión si indicaramos
que las fuerzas de centro-derecha, ganadoras de las elecciones de
1933, no se interesaron por la educación, sí que se constata que a
pesar de que el presupuesto global educativo no bl\ió, las realizaciones
que afectaban a la instrucción primaria, a las bibliotecas, en
definitiva a uno de los principales programas del bienio reformador,
no fueron apoyadas de la misma forma.
Mercedes Samaniego Boneu en su libro «La política educativa
de la 11 República» indica que a partir de 1933 hay un estancamiento
de la gestión del Ministerio de Instrucción Pública. No exis-
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tió una buena elección de los responsables del Ministerio, además
de que hubo problemas que Ilcosaban a la República. Por todo ello
se dio «al traste con aquellos brillantes proyectos de los primeros
días del recién inaugurado régimen republicano»3•
¿Cuáles fueron las principales realizaciones de la República,
llevadas a cabo por el Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes?
La República contemplaba en su programa la extensión de la
educación a toda la población como fin primordial y urgente. El
aumento demográfico, que se había experimentado en España, era
lo suficientemente importante como para hacer un planteamiento
educativo-pedagógico que exigja la popularización de la enseñanza.
El analfabetismo, era tan grande que exigió un interés particular
por la instrucción primaria y su extensión4 •
En el fomento de la educación y su propagación a toda la población
se ve un fin de justicia, pero también un medio, la forma de conseguir
una población capaz de discernir, de apoyar y absorber mejor
el ideario de la República, que se sustrayera a las presiones e
influencias del caciquismo en las áreas rurales, de ahí que se intentara
llevar la instrucción hasta el último rincón de la geografía.
De las realizaciones más importantes destacaremos la creación
del Patronato de Misiones Pedagógicas y la Junta de Intercambio y
Adquisición de Libros.
Patronato de Misiones Pedagógicas. Se creó por decreto de
29 de mayo de 1931 para «difundir la cultura general, la moderna
orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y
lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la
población rural». El fomento de la cultura general se llevaría a cabo
mediante el establecimiento de bibliotecas populares, fijas y circulantes,
la organización de lecturas, conferencias públicas en relación
con estas bibliotecas, sesiones cinematográficas, musicales y exposición
de obras de artes.
La importancia que se le concede a la biblioteca es tal que se la
considera «tan eficaz como la escuela o más aún, para el desenvolvimiento
cultural». De ahí que el 7 de agosto salga otro decreto en el
que se establece que todas las escuelas primarias poseyeran una
biblioteca, tanto para el niño como para el adulto, especialmente en
las zonas rurales donde no se tenía acceso al libro en ningún otro
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establecimiento. El encargado de velar por este nuevo servicio es el
Patronato de Misiones Pedagógicas.
Las nuevas bibliotecas, de carácter público, podían hacer préstamo
exterior de libros. Su organización corre a cargo del Patronato
y la administración y reglamentación del Consejo local de
primera enseñanza6 •
El primer objetivo del Patronato fue la selección de obras que
habrían de integrar las bibliotecas escolares, tarea ardua si se tiene
en cuenta que estaban destinadas a un público nada acostumbrado a
la lectura.
Con la selección que hizo, parece que en innumerables pueblos
«el hábito de la lectura se creo» si atendemos a las comunicaciones
que al respecto recibe el Patronato? Precisamente éste fue el ideal
que con más fuerza se perseguía.
Tal fue el valor dado a las bibliotecas escolares que se reguló su
rendimiento por orden ministerial de 29 de abril de 1932, encargándose
de ello los inspectores de primera Enseñanza. Tenían además
que informar sobre las solicitudes de las escuelas que desearan tener
biblioteca, para ello se valoraría las necesidades del municipio, la
garantía profesional del maestro que la llevara, así como las condiciones
del local.
La labor del Patronato fue notoria, en 1935 había creado más
de 5.000 bibliotecas, a pesar de las críticas de los sectores oponentes,
que veían en las bibliotecas de las Misiones centros de propaganda
política subversiva, a causa de los libros que enviabaS.
Junta de Intercambio y Adquisición de Libros. Debido a la
escasa actividad de las bibliotecas públicas del Estado en la mayor
parte de las ciudades españolas, en gran parte motivada por la deficiencia
de su fondo bibliográfico moderno, heedero de una situación
anterior, plagadas de material obsoleto, de temática reiterativa
(recuérdese que gran parte del fondo de las bibliotecas públicas
había sido de los conventos que tras la Desamortización pasaron a
esos centros) y al interés del programa educativo de la República
que consideraba a la biblioteca aseguradora y continuadora del
deseo de aprender, de saber, que surgía en la escuela, aparece el
decreto de 21 de noviembre de 1931 creando la Junta de Intercambio
y Adquisición de Libros para bibliotecas públicas.
En el propio decreto se pone en tela de juicio el presupuesto,
hasta el momento muy pequeño, para la compra de material biblio-
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gráfico, así como el perjuicio causado al lector nada atraído por una
bibliografía poco interesante.
No sólo valoraba el Gobierno la importancia del material a
facilitar a esas bibliotecas, sino también la conveniencia de organizar
adecuadamente «tan importante y delicado servicio, realizado
hasta ahora desarticuladamente y sin la necesaria unidad de criterio
y orientación».
Las misiones encomendadas a la Junta eran: la inversión y
administración de las cantidades que el presupuesto de Instrucción
Pública consignara para los fondos de las bibliotecas públicas, la
formación de lotes de libros necesarios para que cada biblioteca
contara con una sección circulante (servicio constituido por el
decreto de 22 de agosto de 1931), la atención de peticiones de libros
que los encargados de bibliotecas le dirigiera, como forma de atender
la demanda del usuario, servicio éste que era extensible a las
bibliotecas de centros y sociedades particulares si justificaban el
donativo. Además la Junta tenía atribuída la función de intercambio
bibliográfico con entidades extranjeras y españolas, en ese intercambio
la Junta servía de centro de relación para que en el territorio
nacional las bibliotecas pudieran completar sus colecciones9 •
El tipo de libros que seleccionó eran de carácter ameno y la
mayor parte recientes (literatura española de los siglos XIX y XX)
además de obras clásicas y literatura europealO •
Otra labor de reseñar fue la que le concedió el decreto de 13 de
junio de 1932, por el que se disponía que los municipios en cuyo término
no existieran bibliotecas públicas del Estado, la Junta crearía
una pública municipal contando con las peticiones de los ayuntamientos,
los cuales tenían que ofrecer unas garantías mínimas (local,
inversión en libros, etc.).
La Junta aportaría un fondo fundacional que se incrementaría
periódicamente.
Las distintas circulares remitidas a los bibliotecarios encargados
de las nuevas bibliotecas se suceden, en ellas se van aclarando las
posibles dudas surgidas por el nuevo servicio, entre ellas la del préstamo
exterior.
También se encargó de la inspección de aquellos centros para
garantizar su buen funcionamiento 11 •
La causa de que estas bibliotecas no tuvieran gran éxito radica
por lo general en la desidia con que los Ayuntamientos acogieron la
idea. Tras la victoria electoral de 1933 algunas que sí se habían
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creado cayeron en un absoluto abandono, pues los nuevos responsables
de la Corporación vieron en la biblioteca una creación de sus
oponentes de izquierda. Muchas no estaban arraigadas y fue
fácil su cierrel2 •
A partir de 1933 también la Junta, en sus Memorias, indica la
crisis económica por la que atravesaba. En 1934 sus fondos son
limitados 10 que afecta al envío de libros 13 •
LA SITUACIÓN DE CANARIAS: EL CASO DE TENERIFE
La situación cultural de Canarias en estos años estuvo marcada
por el alto índice de analfabetismo, superior al 60%, de las más elevadas
a nivel nacional.
La promoción cultural antes del período que estudiamos estaba
vetada a la mayor parte de la población, y en círculos restringidos se
hallaba toda la oferta cultural.
Paralelamente a estos centros de la burguesía irán apareciendo
desde fines del siglo XIX otros de carácter menos exc1psivista, las
asociaciones obreras que reivindican su acceso a la cultura. En ellas
solía existir gabinetes de lectura o bibliotecas. Algunos reglamentos
recogían su organizaciónl4 •
El único centro público que existía en el XIX era la Biblioteca
Municipal de Santa Cruz de Tenerife cuya existencia fue muy
precaria.
Hubo además en el XIX toda una serie de bibliotecas escolares
cuyo uso estaba restringido a alumnos y profesores: Escuela de
Náutica de Santa Cruz de Tenerife, la Escuela Normal de La
Laguna y el Instituto de Canarias, cuyos fondos prove.nían de la
Biblioteca Universitaria de La Laguna, que aparece en 1793.
El interés por propagar la educación, aumentar el nivel cultural
de la población más desasistida, había sido una idea que a medida
que avanza el XX se hace más fuerte.
La prensa más combativa y comprometida dejó oír su voz. Así
por ejemplo se llevó a cabo campañas en favor de la extensión de la
educación a los sectores más desfavorecidos, como la del maestro
del Puerto de la Cruz Florencio Sosa Acevedo que, entre 1929 y
1930, planteaba que la población trabajadora necesitaba bibliotecas
y salas de lectura, reparto de libros circulantes, escuelas nocturnas,
conferencias educativas ...15 •
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La llegada de la República supondrá, por lo que respecta a la
prensa proclive al nuevo régimen, un seguimiento importante en
todo lo referente al programa educativo. La prensa conservadora por
su parte mantendrá cierta reticencia al ideario global, pero también
da cuenta puntual de las realizaciones que tienen que ver con algunas
manifestaciones del programa educativo, como es la creación de
centros escolares y bibliotecas.
Fieles intérpretes del quehacer del Ministerio de Instrucción
Pública y Bellas Artes serán el «Eco del Magisterio Canario» y «La
Prensa». Ambos, y especialmente el primero, recogen la legislación
que de aquel Ministerio emana relacionada con las bibliotecas y la
enseñanza en general. Se dan instruccIones a través de sus páginas
de cómo conseguir aquellas y se anima a ello a maestros e instituciones
locales y provinciales.
La información que poseemos es más copiosa en lo referente a
las bibliotecas escolares, dada la importancia que la República concedió
a la instrucción popular, y a estos centros, como canalizadores
de una cultura en zonas que hasta el momento habían estado
marginadas.
Por lo que respecta a las bibliotecas escolares indicar que
desde que se crea el Patronato de Misiones Pedagógicas vemos aparecer
un gran entusiasmo en la prensa. El «Eco del Magisterio
Canario», órgano de la Asociación Provincial del Magisterio Canario
de Primera Enseñanza, señalaba la necesidad de que se
pidieran aquellas:
«Las bibliotecas escolares son, de entre todas las instituciones
complementarias, una de las que responden a fines más
diversos.
Completan la obra cultural de la Escuela mientras que el niño
es alumno en ella; amplía la cultura del ex alumno y le sirve de
aliciente para seguir frecuentando el centro a que- debe su formación;
establece un lazo de unión entre el pueblo y la Escuela,
cuando los beneficios de la mencionada institución se extienden
a todo el vecindario...»16
La necesidad de ubicar estas bibliotecas en las escuelas rurales .
atendía fundamentalmente a que en esas zonas no había ningún contacto
con los libros, con la lectura, debido entre otras razones a la
lejanía de los centros rectores de la cultura, la desidia secular por
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430 Carmen J. Hemández Hemández
resolver este problema, la pobreza de sus habitantes para quienes el
libro era por su valor un lujo, su ignorancia fomentada desde
siempre.
Todo esto iba a ser tenido en cuenta en el programa de instrucción
popular de la República, de ahí que precisamente las bibliotecas
pudieran ser solicitadas al Patronato por las escuelas que
estuvieran enclavadas en poblaciones con censo inferior a cinco
mil habitantes.
No es de extrañar que el Patronato pusiera un especial cuidado
en la selección de obras a enviar a un público huérfano de saber. En
palabras del «Eco del Magisterio Canario» había muchísimos pueblos
«cuyos vecinos no conocen más que algún devocionario carcomido
o algún novelón por entregas de asuntos espeluznantes», y
éstos los más afortunados. De ahí que pidiera que se llevaran libros
de forma gratuita a todos los rincones de España17.
Los trámites que había que seguir para obtener una biblioteca
escolar fueron explicados muchas veces y llamada la atención a los
peticionarios, quizás por las irregularidades que en las instancias
habían.
La instancia podía ser remitida por el maestro o por el Consejo
Local de primera enseñanza a la Inspección Provincial, la cual realizaba
un informe sobre la capacidad del local para la biblioteca, la
labor que desempeñaría el maestro, entre otras cosas para poder evaluar
el posible rendimiento que se iba a obtener de la biblioteca. El
informe se remitía al Patronato de Misiones Pedagógicas.
El inspector provincial de Primera Enseñanza enviaba escritos
a los futuros peticionarios, a fin de que conocieran las normas que
regían la solicitud de bibliotecas escolaresl8 •
La labor llevada a cabo por un grupo de maestros fue importante,
contrastando con la de las instituciones públicas. Hecho destacable
si se tiene en cuenta que era un trabajo extra, pues debían
llevar la organización de la biblioteca y enviar informes periódicos
sobre su movimiento al inspector de Primera Enseñanza.
A pesar del interés que se puso en la creación de estas bibliotecas,
en 1934 el «Eco del Magisterio Canario» expresaba su descontento
por la poca difusión que habían tenido hasta el momento, e
insistía en su necesidad:
«La provincia de Santa Cruz de Tenerife es la que menos
bibliotecas escolares tiene, pues, según información oficial, no
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Las bibliotecas tinerfeñas en el panorama cultural de la II República 431
llegan a cincuenta las que se han solicitado, de setecientas
setenta escuelas nacionales que funcionan actualmente.
Los beneficios que reporta esta institución en la Escuela es de
suma importancia, pues el fomento de la lectura entre los escolares
y el vecindario y la cultura que se adquiere en las mismas,
son motivos suficientes para solicitar su implantación y con
más razón en los pueblos rurales, carentes de estos medios de
comunicación cultural.» 19
Si bien es verdad que todavía se carece de las cifras definitivas
de peticiones, sí conocemos cuantas bibliotecas escolares concedió
el Patronato, un total de 55 entre 1931 y 1934,28 para la provincia
de Las Palmas y 27 para la de Santa Cruz de Tenerife, repartidas de
la siguiente forma:
Provincia N.o de bibliotecas
Palmas (Las) .
Santa Cruz de Tfe ..
1931
8
9
1932
4
14
1933
5
4
1934
11
Si comparamos estas cifras con las de otras provincias de
población similar, observamos que las provincias canarias tienen un
bajo índice de concesiones20 •
En la Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas (19311933),
aparecen las bibliotecas escolares creadas en la provincia de
Santa Cruz de Tenerife: Arafo, Arico, Granadilla, La Guancha,
Güímar, Guía de Isora, La Laguna (dos), Garafía, Puerto de la
Cruz (dos), San Juan de la Rambla, Los Silos, Tazacorte, Garachico,
Las Ledas21 •
Las solicitudes realizadas por maestros o consejos locales de
Instrucción Pública que aparecen en la prensa entre 1931-1936
son:
Año Pueblo N.o de solicitudes
1931 Icod Sin especificar
1932 Arico 1
Breña Baja 1
" Cabo, El 1
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" Garachico Sin especificar
" Guancha, La 1
" Guia de Isora Sin especificar
" Ledas, Las Sin especificar
" Puerto de la Cruz 2
" San Juan de la Rambla 2
1933 Fasnia 1
" Granadilla Sin especificar
" Güímar 1
1934 Naranjeros, Los 1
1935 Garafía 1
" Guia de !sara 1
" Nieves, Las 1
" Tiguerorte 1
" Santa Cruz de La Palma 1
Hasta que no se sepa el número de solicitudes que llegaron a la
Inspección, no sabremos decir con certeza si realmente existió una
despreocupación general por el tema. Podemos apuntar como hipótesis,
que la propia situación precaria de las escuelas, imposibilitó
mayores fundaciones de bibliotecas escolares. Por otro lado debe
tenerse en cuenta la dificultad de las comunicaciones y el costo posible
del envío de material.
Por lo que respecta a las condiciones de las escuelas, precisamente
el «Eco del Magisterio Canario», en repetidas ocasiones
comentó la falta de mobiliario y otros enseres, en grupos escolares
de nueva construcción en Santa Cruz de Tenerife. Es el caso del
grupo escolar de Salamanca, el de Pescadores y el del Duggi que
carecían incluso de estanterías para la biblioteca22 •
La orientación política y las disponibilidades económicas marcan
la actuación de los distintos municipios frente a las
bibliotecas escolares.
Un caso digno de mencionar es el del Ayuntamiento de Garachico,
que en 1932 había pasado a informe del Consejo Local de
Primera Enseñanza un expediente «para la construcción de un magnífico
Grupo Escolar compuesto dé diez aulas, con biblioteca anexa
y departamentos de higiene ...»23.
Algunas Corporaciones, como la de Güímar se preocuparon
por pedir para sus pueblos bibliotecas escolares, aportando para ello
el mat~rial necesari024 •
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Por lo que respecta a las bibliotecas municipales indicar que
estuvieron más desasistidas que las escolares. Los Ayuntamientos
por lo general acogieron con poco entusiasmo el decreto de 13 de
junio de 1932.
Hubo ejemplos que nos indican que algunas Corporaciones
desearon dotarse con este tipo de bibliotecas. Es el caso del Realejo
Alto que en 1933 solicitó a la Junta de Intercambio y Adquisición
de Libros la fundación de una biblioteca pública municipal que se
colocaría en un local expresamente acondicionado para tal fin25 •
La biblioteca municipal de Santa Cruz de Tenerife no gozó de
la salud que los nuevos aires de la República traían. Se hallaba en un
local mal acondicionado y logró su instalación definitiva en su
actual sede tras diversos avatares en 1932. El Ayuntamiento en
estos años compró una serie de libros para la biblioteca y dotó económicamente
la plaza de bibliotecario. No se constata una actuación
relevante.
La biblioteca municipal de La Orotava, creada en los años
veinte, parece haber sido de interés para la Corporación municipal,
si se tiene en cuenta que en sus presupuestos consignó partidas importantes
para la biblioteca. «La Prensa» puso de relieve el hecho y
anotaba en sus páginas las cantidades, que en 1930 era de 700 pesetas
y entre 1931 y 1933 de 15.000. También realizó reformas en los
locales que ocupaba26 •
Mejor documentada está en este apartado la provincia de Las
Palmas donde se conoce la creación de bibliotecas públicas municipales
para los Ayuntamientos de Guía, Moya y Arrecife de Lanzarote.
Todos ellos se acogieron a la orden de 13 de junio de
193227 •
El ambiente renovador de la República, en materia de instrucción,
propició que surgieran bibliotecas y asociaciones no estatales,
que venían a reafirmar el programa de aquella.
En 1935 aparece el Centro de Colaboración Pedagógica Cossío,
primera institución que se creaba en la isla, del que fue secretario
Luis Diego Cuscoy. La misión del Centro era, entre otras,
realizar una acción externa de relación con el pueblo, por medio de
la creación de una biblioteca y de pequeñas misiones pedagógicas.
Propagar la educación en definitiva28 •
La Asociación Cultural de Amigos de la Escuela y el Niño
nace en 1936, en su proyecto de reglamento recogía la necesidad de
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organizar bibliotecas circulantes para extender la cultura no sólo
entre el alumnado sino también entre sus padres29 •
También en 1935 se inaugura la biblioteca circulante Galdós
ubicada en Santa Cruz de Tenerife. Era de carácter privado y según
su anuncio contaba con «más de un millar de volúmenes» que por
una cuota mensual de 2,50 pesetas podían ser utilizados3o •
La creación de esta biblioteca pudo responder a la poca efectividad
de la municipal.
Otra biblioteca circulante que funcionó en Santa Cruz fue la
ubicada en la Inspección de Primera Enseñanza. Proporcionaba
libros a los maestros por un período de tiempo. Para la mejora del
servicio se llevaron a cabo varias reformas. Se podían acoger a este
servicio de préstamo todos los maestros de la provincia3l •
CONCLUSIONES
Los resultados que se obtuvieron en materia bibliotecaria en la
11 República han de ser valorados en el corto espacio de tiempo que
el régimen duró. El programa era muy amplio y las innovaciones
necesitaban consolidarse a medio o largo plazo.
Hay que tener en cuenta que el programa del bienio progresista
no fue continuado con el mismo entusiasmo, y en algunos apartados
se contó con un total rechazo de los sectores más conservadores.
A pesar de la limitación temporal y de los problemas políticos y
económicos que acosan a la República a partir de 1933, no hubo un
saldo negativo en términos globales. Se crearon numerosas bibliotecas
y se llevó el libro y la lectura a los rincones más
apartados.
El apoyo que el Gobierno recibió de algunos sectores profesionales
fue importante. Prueba de ello la tenemos en las actas del 11
Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía celebrado en
1935.
Por lo que respecta a Canarias las realizaciones fueron desiguales.
Todavía no estamos en disposición de ofrecer conclusiones definitivas,
debido a la ilocalización de algunas fuentes, aunque los
resultados obtenidos parecen indicar que la creación de bibliotecas
no fue muy numerosa, especialmente las escolares, en comparación
con lo efectuado, según los datos existentes, a nivel nacional.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Las bibliotecas tinerfeñas en el panorama cultural de la Il República 435
Los ayuntamientos no parece que se aprovecharan de la legislación
existente, como tampoco lo hicieron muchos maestros. Estos
pudieron tener como impedimento las malas condiciones de la
escuela (para la fundación de una biblioteca escolar había que cumplir
unos requisitos mínimos, uno de ellos era tener local donde instalar
la donación) y la carga que suponía realizar un trabajo extra no
retribuido, máxime si se considera las carencias económicas que
sufrían.
Hubo un sector del magisterio que desde el primer momento
apoyó los nuevos ideales, e instó a los demás compañeros a
embarcarse en la ardua tarea.
La prensa proclive a la República intentó que las nuevas disposiciones
fueran aplicadas en las islas. Tropezó con la realidad de una
escuela con problemas estructurales, que exigían una atención más
inmediata, con la preocupación de las Corporaciones por temas que
se consideraban más urgentes y, quizás, con un ambiente que todavía
no estaba preparado para un cambio tan inmediato. A esto debe
añadirse la lejanía de Canarias, elemento que dificultaría una relación
coordinada con las instituciones responsables a nivel nacional,
al tiempo que supondría un sobrecoste en el envío del material necesario
para la creación de la biblioteca.
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NOTAS
Carmen J. Hernández Hernández
1. ESCOLAR SOBRINO, H. (1985): «Historia de las bibliotecas». Fundación
Sánchez Rupérez. Madrid, p.p. 460-61.
2. Ibídem, p.p. 461-172.
3. SAMANIEGO BONEU, M. (1977). «La politica educativa en la Segunda
República». C.S.LC. Madrid, p.p. 72 Y s.s.
4. Ibídem, p.p. XXXIII-V.
5. ECO DEL MAGISTERIO CANARIO. La Laguna, 15 junio 1931,
n.O 929.
6. ESCOLAR SOBRINO, H. (1987): «La cultura durante la guerra civil».
Alhambra. Madrid, p. 30.
7. PINTADO PICO, F. Y GONZÁLEZ PÉREZ, P. B. (1986): «Análisis de
la situación bibliotecaria en Las Palmas (1931-1936)>>. VII Coloquio de Historia
Canario-Americana. En prensa, p.p. 9-11.
8. GACETA DE TENERIFE. Santa Cruz de Tenerife, 27 junio 1935,
n.O 8.045.
9. ECO DEL MAGISTERIO CANARIO. La Laguna, 15 diciembre 1931,
n.O 953.
10. ESCOLAR SOBRINO, H. (1987): op. cít., p. 40.
11. PINTADO PICO, F. Y GONZÁLEZ PÉREZ, P. B.: op. cít., p.p.
13-16.
12. ESCOLAR PICO, F. y GONZÁLEZ PÉREZ, P. B.: op. cít., p.p.
16-17.
13. PINTADO PICO, F. Y GONZÁLEZ PÉREZ, P. B.: op. cít., p.p.
16-17.
14. HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, C. J.: «La Laguna, sociedad y cultura en
el último cuarto del siglo XIX». Memoria de Licenciatura.
15. BRITO GONZÁLEZ, O. (1980): «Historia del movimiento obrero canario
». Editorial Popular. Madrid, p.p. 204-5.
16. ECO DEL MAGISTERIO CANARIO. La Laguna, 15 febrero 1932,
n.O 961.
17. Ibídem.
18. Ibídem, 22 enero 1933, n.O 1.006.
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Las bibliotecas tinerfeñas en el panorama cultural de la II República 437
19. Ibídem, 7 abril 1934, n.O 1.063.
20. SAMANIEGO BONEU, M.: op. cit., p. 349.
21. PATRONATO DE MISIONES PEDAGOGICAS: Memorias 19311933.
22. ECO DEL MAGISTERIO CANARIO. La Laguna, 14 junio 1934,
n.O 1.073.
23. GACETA DE TENERIFE. Santa Cruz de Tenerife, 1 noviembre 1932,
n.O 7.216.
24. Ibídem, 23 marzo 1933, n.O 7.330.
25. PRENSA, LA. Santa Cruz de Tenerife, 31 enero 1933, n.O 8.862.
26. Ibídem, 19 abril 1933, n.O 8.941.
27. PINTADO PICO, F. Y GONZÁLEZ PÉREZ, P. B.: op. cit., p.p. 18
Y ss.
28. ECO DEL MAGISTERIO CANARIO. La Laguna, 30 junio 1935,
n.O 1.123.
29. Ibídem, 15 febrero 1936, n.O 1.155.
30. GACETA DE TENERIFE: Santa Cruz de Tenerife, 7 marzo 1935,
n.O 7.952.
31. PRENSA, LA, II marzo 1933, n.O 8.915.
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