UNA FAMILIA AVENTURERA LUSO-CANARIA
EN EL NUEVO MUNDO
El afán de aventuras que xeverdeció en la Europa de fines del Me-dievo,
particularmente en Castilla despés de terminar la conquista
de Granada y descubrir el Nuevo Mundo en que se desbordó a través
de! Atldntico en ~~e rdademr ía~r el humana, en 12 qtie se mezclaron !as
más increíbles hazañas, los más altos ideales, con el afán desmedido por
el oro y las más oscuras y tortuosas pasiones, había de afectar a Ca-narias,
escala obligada en la ida hacia las Indias Occidentales.
En estos momentos nos vamos a referir a algunos miembros de
ana familia de .origen portugués, establecida en Tenerife inmediata-mente
despuCs de terminada su conquista, a quienes, como a tantos
otros, tentó la aventura ultramarina. No fueron ni héroes ni santos:
unos, los primeros, sin escrúpulos, si pisaron tierra americana, fue para
pagar en élla sus faltas; otros, de generaciones posteriores, ya con dis-tintos
conceptos y modos, consiguieron triunfar, a su modo, pero sin
apartarte de la constante hereditaria del afán de aventuras. Pensamos
que como esta familia, con sus vicios y sus virtudes, fueron otras mu-chas
las que, en diversas oleadas, llegaron a constituir la sociedad
criolla
En 1972 e1 doctor Alejandro Cioranescu publicó en el «Anuario
de Estudios Atlánticos» un trabajo que lIeva por título La aventwa
americam de los ljevmanos Silva', en el que recoge episodios ya rela-tados
por fray Pedro de Aguado y Antonio de Herrera, entre otros, so-bre
la desaprensiva conducta, por no calificarla más duramente, de los
hermanos Gaspar, Juan y Bartolomé de Silva, quienes se concertaron
con el comendador Diego de Ordás, que había suscrito en la Corte
unas capitulaciones para ir a poblar y gobernar la «provincia de1 Río
del Marañón*, con la facultad de llevar de estas islas «hasta cient
honbres y algunos cavalIos», para seguirle con ciertos navíos. El citado
mtor pre& qn$n-r eran !os Silvi y su frm&, les q ~ &e im-plios
y curiosos detalles.
1. .Anuario de Estudios Atlánticos., Patronato de la Casa de Colón, Madrid-Las Pai-mas,
1972, pp. 277-308. A su autor, el doctor Cioranescu. debemos también bastantes re-ferencias
documentales sobre esta familia. Nuestro agradecimiento.
101
Ordás, que había llegado al puerto de Santa Cruz de Tenerife el
30 de octubre de 1530, :e hizo a la mar hacia el Nuevo Mundo el 13
de diciembre siguiente y dejó a los Silva preparando su expedición.
En aquel mismo puerto, Gaspar comenzó por apoderarse de un
galeón portugués, dejándole a su dueño, a cambio, Ia maltratada nave
de que disponía y se quedó, además, no sólo con las ricas mercancías
que conducía el navío apresado, sino también con la joven hija del
capitán portugués, pars comolarse de la falta de su mujer, Catalina do
Setién, a quien dejaba en Tenerife.
De esta isla se dirigió Gaspar de Silva a las de Cabo Verde, en las
que robó cuanto pudo y al fin llegó a Paria, donde arribaron poco
después sus otros dos hermanos, no más escrupulosos que él. Ordás,
enterado de la conducta de los Silva, ordenó a su alcalde mayor Gil
Gmz21ez Eá& les fermase caiisa, w ~ e r x i n 5co n !a cnndena 8 miierte 2
y la ejecución de los tres hermanos N
E
Así terminó, antes de empezar, como dice el doctor Cioranescu, la
juvenil y desaprensiva aventura de los Silva. n--
Los tres, como otros cinco hermanos, al menos, eran hijos de Gon- m
O
E
zalo Yanes y de Teresa Borges, que habían venido ya casados de Por-tugal
a establecerse en Tenerife. Gonzalo era hijo de JoZo Moreno da E
Silva, al parecer natural de Alapa y de María Gon~alvesy habían vivido %
en Talavera dos Dineiros, en la feligresía de San Román. Muy porible- 3
mente al pasar a esta isla Gonzalo Yanes eran ya nacidos varios de sus
hijos, lo que no excluye la posibilidad de que alguno o algunos otros
vieran la primera luz en Tenerife. O
Gonzalo kanes fue uno de los ~ r o t e ~ i d oposr el conquistador de la n
isla y primer Adelantado de Canarias don Alonso Fernández de Lugo
y si bien ignoramos el motivo, tenemos la seguridad de que no fue
desinteresado. n
Don Alonso, además de darle a censo su rico ingenio azucarero si-tuado
en el antiguo reino indígena de Daute, le otorgó importantes re-partimientos
de tierras y aguas, el más antiguo de los conocidos en
enero de 1499, lo qiie prueba el temprano establecimiento de Gonzalo
Yanes en la isla. Las primeras «datas» son de tierras situadas en el rei-no
de Taoro, pero más tarde las restantes, varias y notoriamente impor-tantes,
«más de una legua», dicen algunos de los testigos del expediente
de reformación del repartimiento hecho por el licenciado Juan Ortiz
de Zárate en 1506 2, en la citada comarca de Daute, que lo convirtie-
2. Reformacidn del repartzmrento de Tenerife en iw, *ronres Rerum Canariarüim,
VI, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1953. Las declaraciones testificales re-feridas
a los repartimientos a Gonzalo Yanes de Daute, pp. 26-30, principalmente Alonso
de las Hijas es quien declara .que serán en mas de una legua de tierras.
ron en uno de los hacendados más ricos de la isla. Sus propiedades se
llegaron a conocer por «Los Silos de Gonzalo Yanes», por los depósitos
subterráneos de granos que construyó y de los que algunos se han ha-llado
hace pocos años y a él por Gonzalo Yanes o Gonzalianes de
Daute. Fundó en sus tierras una ermita dedicada a Nuestra Señora de
la Concepción y murió por julio de 1530, antes de que se iniciara la
aventura de sus hijos.
Su influencia con el Adelantado llegó a tanto que consiguió del
mismo no sólo repartimientos a su nombre, sino también al de sus
hijos, al de tres de sus hermanos, que le siguieron a Tenerife y hasta al
marido de una hermana de su mujer, Pedro Yanes.
m
Vino de Portugal casado con María Borges, hermana de Teresa, la E
mujer de Gonzalo Yanes de Daute, más o menos al tiempo que O
éstos, ya que el 1.O de enero de 1500 Fernández de Lugo dio en repar- n - m timiento a Gonzalo y a Pedro Yanes unas tierras de sembradura y de
O E
sequero. Más tarde, ya sólo a Pedro, le otorgó nuevas «datas» y en el E
2
1509, 40 fanegas de sembradura en El Palmar, valle que pertenecía E
al mismo reino de Daute, donde vivió el resto de sus días.
Pedro había traído a Tenerife, no sólo a su mujer y los hijos que 3
pudiera tener, sino también a su madre, que aún vivía en enero de -
0
m
1524 '. E
Otorgó testamento, ante el escribano Diego de Balmaseda, el 8 de O
abril de 1540, en el que declara, entre otros particulares, que «abrá n
nueve años, poco más o menos, que yo hize traher de Lisbona un E
retablo de la advocación del Espéritu Santo a esta isla, con intinción a
de hacer una hermita en esta isla y entretanto lo hize poner en la n
iglesia de Nuestra Señora de los Remedios del lugar de Buenavista,
n
e yo lo he pedido por hazer la dicha hermita y no me quisieron dar, 3
O
por tanto dende agora lo doy a la dicha yglesia e le hago donación dé1
para sienpre jamás»,
Este retablo, tallado en nadera policromada, que representa la
venida del Espíritu Santo a los Apóstoles, dentro de un edificio de
arquitectura gótica, se conserva, empotrado en lo alto de una de las
paredes de la actual sacristía de la iglesia a la que lo donó Pedrianes
de! Pe!mar. E! comrer C U ~ & se tr~jern a !U is!~ y SU precedexia, son
3. Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1538-1525), vol. IV, aFontes Rerum Canaria-rumv,
XVI, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1970, p. 259. Al adquirir las Bulas
en Buenavista, el 17 de enero de 1524, entre los que la tomaron figura aPedrianes de1
Palmar, su mujer y su madreu.
datos de notorio interés y el retablo merece un detenido estudio por
historiadores del Arte.
Pedro Yanes o Pedrianes del Palmar, dejó cinco hijos de su matri-monio
que tomaron todos el apelIido Borges, entre éI1os Inés, a la que
vamos a referirnos.
Inés Borges, la que acabamos de nombrar, contrajo matrimonio
con otro portugués, Gómez de Acebedo, natural de Lisboa. El matri-monio
debió tener lugar en el 1519, ya que el 19 de octubre de dicho
año Gonzalianes y Teresa Borges, hicieron donación de unos terrenos
conjuntamente a su sobrina Inés y a Gómez de Acebedo.
Gómez de Acebedo obtuvo del primer Adelantado 50 fanegas de
tierra en Daute y otras 30 en Ci Pairnar, donde vivió y así consra en m
D
la tazmía hecha por orden del Cabildo de la isla en octubre de 1552, E
documento que se conserva en el Archivo Municipal de La Laguna. O
Fue un matrimonio muy prolífico; ocho hijos citan en sus testa-mentos:
Gómez de Acebedo lo otorgó en su hacienda y ante testigas O
E
por falta de escribano, el 12 de abril de 1568, e Inés Borges, ante -41-
varo de Quiñones. el 20 de julio de 1582, por el que fundó una ca- E
=
pellanía en la iglesia de Buenavista. Aún vivía al siguiente año, en el $
que heredó a una de sus nietas. -
Las hijas de este matrimonio fueron: Ana de Acebedo, casada en
E primeras nupcias con Rodrigo Hernández y en segundas con Francisco ;
de Baeza; Isabel, esposa de Miguel Martín, vecino de Garachico; fue
dotada por SUS el 18 de mayo de 1540, ante Diego de Balma-seda,
no dejó descendencia y testó ante Gaspar de Xexas, el 2 de julio k
de 1556, y Mugarita de Acebedo, que contrajo matrimonio con el ca-pitán
Pedro AGndez, alcalde de Buenavista, hijo natural de1 conquis-tador
extremeño Juan Méndez; sus padres la dotaron el 8 de enero de E
1548, ante BartoIomé Joven y su' marido le dio muerte en febrero de 3
1551, por haberla sorprendido en adulterio.
De íos varones, Francisco de Acebedo pasó a Indias y de éi no te-nemos
otra noticia; Gaspar, bautizado en Buenavista el 12 de mavo
de 1532, vivió en Garachico, donde fue prioste de la cofradía de la
Vera Cmz. Contrajo matrimonio con Francisca de Roxas, hija de An-tonio
de Roxas y de Felipa Moreno, de los que nos volveremos a ocu-par.
La partición de los bienes del matrimonio se otorgó ante Salva-dor
P&z de &zm&, ei, e! a f i ~1 607, afie en e! q ~ yea 5610 vivían
tres de los siete hijos que habían tenido: Lázaro de Acebedo, casado
con Luisa de Castro Navarro; María, soltera, y Gaspar de Acebedo,
marido de Lucrecia Ferrrera, hija del capitán Melchor Díaz de Ferrera,
alcalde de Los Silos y de Magdalena Díaz
.Los otros tres varones fueron: Baltasar de Acevedo, bautizado en
Buenavista, el 17 de mayo de 1536, casado con Paula de Sotomayor;
Melchor, que .recibió el bautismo el 10 de febrero de 1538 y del que
no tenemos otra noticia y Amador. el más joven, del que vamos a hablar.
Nació en Buenavista, en cuya parroquia de los Remedios recibió
el bautismo el 1." de mayo de 1541 y contrajo matrimonio con Catalina
de Roxas, hermana de su cuñada Francisca e hija, por lo tanto, de
Antonio de Roxas y de Felipa Moreno, la que pertenecía al mismo
r!nri de les Yaces de naUte, pues hija de Luis AfoEso j: de Cata-lina
Yanes y ésta de Juan de Evora, conocido poblador portugués de
Icod, donde obtuvo repartimientos del Adelantado y de Leonor Yanes,
hermana de Gonzalianes de Daute.
Luis Afonso y Catalina Yanes dotaron a su citada hija Felipa Mo-reno
con 200.000 maravedís, ante Gaspar Martín, el 25 de noviembre
de 1540, cuando se iba a casar con Antonio de Roxas, mercader.
Ignoramos de dónde procedía Antonio de Roxas. Sabemos que en
el 1547 desempeñaba la alcaldía da Icod4, que era de «sangre limpia»,
como lo prueba el que ?no de sus nietos llegase a ser familiar del Santo
Oficio y suponemos que era de familia hidalga, lo que sería motivo
que sus descendientes, orgullosos de su apellido, aunque todos los eran
por hembra, pues sólo dejó cinco hijas, cuatro con Felipa Moreno y
una con su segunda mujer Catalina Luis, o bíen lo antepusieron al Ace-vedo,
como hicieron los que paFaron a Indias o no dejaron de usar
aquel apellido los que quedaron en Tenerife, como el capitán Fran-cisco
Pérez de Roxas, su nieto, familiar del Santo Oficio, primer patro-no
del convento franciscano de Buenavista o su hermano el capitán
Domingo de Roxas y Fonseca, casado con doña Elvira Fonte AlzoIa,
de cuyo matrimonio tiivo dos hij~s: e! doctor don Francisco Le Rmas,
presbítero, que fracasó en su intento de ser oficial de la Inquizición,
por tener ascendencia «infecta» por su madre y el sargento mayor don
Gaspar de Roxas y Alzola, casado con doña Isabel de Ponte, hermana
del primer marqués de Adeje y viuda del sexto conde de la Gomera.
Antonio de Roxas pasó a vivir de Icod a Garachico, donde otorgó
testamento, ante Juan de Ponte, el 3 de enero de 1567. Del inventario
de sus bienes resuIta que realizaba un activo comercio, entre otros, el
4. Consta que era alcalde de Icod en escritura de transacci6n otorgada ante Gaspar
Martin. el 30 de abril de 1547. A.H.P., reg. 2465, f. 283.
1 O5
de exportación de vinos a las Indias. Había enviado a Roma a su her-mano,
fray Benito de Roxas, para obtener la dispensa papa1 para su
segundo matrimonio, que lo había contraído «por palabras de presen-te
», dispensa que no le había llegado a su fallecimiento 5.
Catalina de Roxas, viuda ya de Amador de Acevedo, otorgó tes-tamento
ante Salvador Pérez de Guzmán, el 18 de junio de 1626, en
el que nombra los once hijos que le habían quedado de su matrimonio:
cinco hembras, de las que la mayor, Francisca de Roxas, bau-tizada
en Buenavista el 4 de julio de 1570, casó, con el licen-ciado
Lucas de Castillejo y las otras cuatro murieron solteras, y seis
varones, un presbítero, Amador de Acevedo; dos religiosos, fray Se-bastián
y fray Antonio de Acevedo; Melchor de Roxas, que no tuvo
descendencia de su matrimonio con Isabel de Herrera, y dos, que pa-saron
a Biienos Aires: Gaspar de Roxas y Acevedo, bautizado en Bue- 2
navista el 30 de octubre de 1575, que obtuvo en el Río de la Plata N
E
e1 lucrativo oficio de escribano del Registro y de la Hacienda Real; O
n--
5. El testamento de Antonio de Roxas, ante el escribano de las partes de Daute, m
O
Juan de Ponte, A.H.P., reg. 2217, f. 297; a continuación un wdicilo otorgado por el E
mismo y el inventario de sus bienes, por su albacea y yerno Gaspar de Acevedo. E
Antonio de Roxas tuvo de su primer matrimonio cuatro hijas: las ya citadas Fran- 2
cisca y Catalina, casadas con los hermanos Acevedo; Beatriz de Roxas, que casó wn -E
Cristóbal Pérez de Fonseca. alcalde de Garachico, que testó ante Pedro de Urbina el
30 de enero de 1590 y dejó cuatro hijos: el capitán Antonio de Roxas, Cristóbal Pérez
de Roxas, Isabel de Roxas y Domingo Pérez de Roxas, que levantó el doble arco de
3
acceso a la capilla de los Dolores de la parroquia de Buenavista, en el que está gra- - -
bada la siguiente inscripción: <<Añod e 1670-Domingos Peres-de Roxas-costeo este arco.> 0
m
La cuarta de las hijas del primer matrimonio se llamó Jerónima de Roxas y wn su E
marido el capitán Gaspar Pérez de Fonseca. hermano de su cuñado Cristóbal, fueron
padres de los hermanos Francisco de Roxas y Domingo de Roxas y Fonseca.
O
Francisco de Roxas o Pérez de Roxas fue, como hemos dicho, capitán y familiar del
Santo Oficio y primer patrono del convento franciscano de Buenavista, por escritura n
otorgada ante Miguel de Palenzuela el 20 de noviembre de 1651, por la que se obligaba, -E
entre otras cosas, a levantar la capilla mayor de la iglesia de dicho monasterio (P. FRAY a
DIEGOD E IXCHAURBNEo: ticias sobre Provinciales francismnos de Canarias, Instituto de l
Estudios Canarios, La Laguna. 1966, pp. 42-43, en que el autor detalla las obligaciones n
y beneficios de dicho patronato y quienes le sucedieron). n
Domingo de Roxas y Fonseca, casó con doiia Elvira Fonte y Alzola, de la que tuvo
dos hijos: el doctor don Francisco de Roxas y Alzola, presbítero, que pretendió un 3
oficio en el Santo Oficio y fue rechazado, como se ha dicho, por tener ascendencia «no O
limpias, por su madre (A.H.N., Inquisición, leg. 1447, exp. 25, año 1702, cuya referencia
debemos a la amabilidad del doctor Ruméu de Armas) y el sargento mayor don Gaspar
de Roxas, casado en primeras nupcias con doña Maria Ana Vcampo, con ia que im-puso
sus bienes para la fundación de un convento de clarisas recoletas en Buenavista
el 30 de enero de 1560, que no llegó a fundarse (P. INCHAURBoEp:. cit., p. 56), y casado
el1 segundas nupcias, como se dice en el texto. con doña Isabel de Ponte.
Para más noticias sobre esta familia, vid. NIWL~SD f ~ zD ORTA:A puntes históricos
del pueblo de Buenavista, Santa Cruz de Tenerife, 1908, pp. 44-47. Parece dudoso que
la madre de Gaspar y Cnstóbal Pérez de Fonseca. Isabel Alvarez de Fonseca, fuera her-mana
del gobernador de Tenerife Juan Alvarez de Fonseca, bastante posterior a aquélla.
También, para esta familia, el Nobilirio de Camrias, ed. J. Régulo, vol. 1, p. 185, si
bien hay que hacer constar que don Gaspar de Roxas y Alzola no fue caballero de la
Orden ae Caiarrava, como se afirma en estas obras.
Antonio de Roxas tuvo de su segundo matrimonio con Catalina Luis su quinta hija,
Maria de Roxas, casada, el 11 de marzo de 1592, con Salvador Pérez de Guzmán, escri-bano
público de las partes de Daute, y viuda casó de nuevo con Cristóbal de Baeza.
casó con doña Inés de Rentería y dejó, al menos, dos hijos: Gaspar de
Roxas y Acevedo, que sucedió a su padre en la escribanía del Registro
y Domingo de Roxas y Acevedo, que se licenció en Leyes y se estable-ció
en Lima, y Pedro de Roxas y Acevedo, el menor de los hijos de
Amador de Acevedo y Catalina de Roxas, del que a continuación nos
ocupamos.
Nació en Buenavista y recibió el bautismo en la parroquia de los
Remedios, el 12 de septiembre de 1594. Pasó a Buenos Aires cerca
de su hermano Gaspar de Roxas, como hemos visto, diecinueve años
más viejo que él, quien, ya bien situado, consiguió para Pedro el cargo
de &ia! mq7or de !u Contaddr. de !u &ciei,da, para e! qGe füe
nombrado el 20 de diciembre de 1618. Contaba en aquel momento
veinticuatro años.
El 11 de enero de 1622 contrajo matrimonio en la catedral de
Buenos Aires con María de Vega, que había nacido en Santiago del
Estero y era hija natural de un podero~o colono, el capitán Diego de
Vega, cuya biografía y la de su familia escribió el doctor Raúl A. Mo-h
a , con el título El pvjmer Banquevo de Atlenos Aires. Jevarquia al-canzada
por su descencia, cuyas valiosas noticias seguimos 6.
Cuando Diego de Vega iba a hacer viaje a Castilla, en el 1626, le
hizo escritura de dote a su hija María en bienes que valían seis mil
quinientos pesos: en tierras, chacras pobladas y ganado mil pesos; dos
mil trescientos en siete esclavos y tres mil doscientos en plata.
A la muerte de su hermano Gaspar y mientras duró la minoría
de edad de su hijo y homónimo, Pedro de Roxas ejerció la escribanía
del Registro.
Pedro de Roxas v Acevedo fue capitán de lanzas, obtuvo la es.
'6. Este trabajo fue publicado por el doctor MOLINAen la Revista de Historia Ame-ricana
y Argentina, de la Universidad de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Insti-tuto
de Historia, núms. 3 y 4, afio 11, Mendoza, 1958-1959.
El autor. al nombrar el ariachueio de los Naviosx, afirma que Góngora se había
referido al mismo. No hemos podido verificar la cita, como no sea la letrilla *Dineros
son calidad., que dice:
Cualquiera que pleitos trata,
aunque sea sin razón,
deje el río Marañ6n
y entr, al río de la Plata,
que hallará corriente grata y puerto de ciariciad.-
(G~NGORAO:b ras completas, ed. Juan Milld, Madrid. 1956, p. 322.)
También para las generaciones americanas de los Roxas, JUAN LUIS ESPEJO: Nobiliario
de la Cavitanía General de Chile. 2.1 ed.. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile.
1967, pp. -707.709.
-
cribanía del Cabildo de Buenos Aires y la de la Gobernación, que des-empeñó
por bastantes años, con fama de hombre rico y eficiente.
En el año 1640 era gobernador del Río de la Plata don Ventura
de Moxica, el que, hallándose enfermo, nombró, el 17 de diciembre
de aquel año por su teniente general a Pedro de Roxas, «porque en la
persona del capitán Pedro de Roxas y Acevedo -decía- concurren
las parte y ha usado cargos y oficios nobles de justicia y otros tocantes
al real servicio, el que ha dado buena cuenta y residencia y en estos
pocos días le he tratado y comunicado y reconocido así.. .D. Tuvo que
prestar fianza de mil pesos y a partir de este nombramiento Pedro de
Roxas comenzó a hacerse llamar y firmar anteponiendo el «don» a su
nombre.
Veinte días después de hecho aquel nombramiento moría el go-bernador
Moxica y en su disposicih testamentaria de 7 de enero de
o 2
1641 disponía se hiciese cargo de la gobernación don Pedro de Roxas, N
E
que interinó este cargo hasta el 17 de julio siguiente, en que se pose- o
sionó el nuevo titular, don Andrés de Sandoval, nombrado el 14 l e n--
mayo anterior por el presidente de la Real Audiencia de Charcas, don m
O
E
Juan de Lizarazu. E 2
Durante e1 corto período del mando de don Pedro de Roxas, co- E
menzó en aquella Provincia e1 uso del papel sellado y se recibieron
-
las primeras noticias del levantamiento de Portugal, como consta en 3
el acta del Cabildo de 14 de mayo de 1641.
- -
0
Un año después fallecía don Pedro de Roxas en Buenos Aires, bajo
m
E
disposición testamentaria que otorgó ante Salvador González Ruano, el
5 de mayo de 1642. Contaba a su muerte poco más de cuarenta y siete
--W años. -E
En su testamento recordaba a su hermano Gaspar, a cuya viuda
doña Inés de Rentería y a sus hijos había ayudado y arreglado sus n
cosas y declarar lo que habia invertido en e1 alimento. vestido y estu-dios
de su sobrino Domingo de Roxas y Acevedo. 30
Dejaba una gran fortuna para su tiempo: las casas de su morada;
otras varias. entre ellas en las que había muerto el gobernador Mo-xica;
solares, tierras, chacras y estancias, entre ellas una situada en cl
riachuelo de los Navíos, que había recibido en dote de su suegro y a
la que habia agregado nuevas tierras. Se trataba de una famosa estan-cia,
seguramente adquirida por Diego de Vega, cuya situación facilitaba
todos los contrabandos ", que no debieron dejar de tentar a nuestro
don Pedro. Había sido primeramente repartida a Manuel de Frías y a
Hernán Arias de Saavedra, ei primer crioiio que ejerció ei cargo de go-
7. Vid. nota 6
gobernador del Río de la Plata, que había nacido en Asunción, fue nom-brado
por los vecinos para aquel mando en 1591, estableció su resi-dencia
oficial en Buenos Aires y su gobierno fue muy beneficioso para
la ciudad, desarrolló los intereses de la provincia y tuvo sus diferencias
con los portugueses que ocupaban el Brasil.
Don Pedro de Roxas dejaba también veinte y tres esclavos negros,
entre grandes y chicos; ricos trajes de terciopelo, una cuxa, o sea, una
caina de matrimonio ricamente tallada; una silla de manos, cuadros
con motivos de las Sagradas Escrituras, vajilla de plata labrada con
peso de cuarenta marcos, cubiertos, candelabros, etc., del mismo met.11.
Su esposa, doña María de Vega, le sobrevivió muchos años. El 28
de septiembre de 1645 hizo donacióna la Compañía de Jesús de dos
solares en la plaza mayor de la ciudad, que había recibido de su pa-dre,
«por el mucho amor con que sienpre me han acudido y al dicho
ni marido.. . y han doctrinado y enseñado a nuestros hijos y hasta
agora lo están haciendo» y las daba «para edificio de su iglesia y otras
cosas».
Doña María de Vega falleció el 11 de agosto de 1664, bajo testa-mento
que había otorgado el 14 de noviembre de 1661, en el que
disponía su entierro al lado de su marido y de su hijo Agustín, que le
premurió, en la capilla de San Antonio de Padua del convento fran-ciscano
y mejoraba a su hijo Tomás, «por la asistencia que le debía».
Este matrimonio había dejado cinco hijos: Gregorio, Juan, Agus-
:fn, Tomás y Amador de Roxas y Acevedo, pero aunque este sea su
orden por edad, trataremos de tres de ellos, Gregorio, Juan y Tomás,
separadamente y más adelante.
Agustín, que debió nacer entre 1624 y 1625, casó en 1643 con
doña Juana de Amorín y Barbosa, cuyos padres, Baltasar de Amorín
y Barbosa y doña Beatriz de Lazcano, la dotaron con cinco mil pesos
el 19 de septiembre de aquel año. Debió morir entre 1645 a 1650 y su
viuda casó de nuevo con el capitán Sebastián Flores de Santa Cruz, y
dejó una importante fortuna: una vajilla de plata de cincuenta marcos,
una cadena de oro de ochenta castellanos, tierras, esclavos, etc.
Agustín de Roxas tuvo de su matrimonio tres hijos: Pedro, Catalina
y Agustín. Pedro fue regidor perpetuo de Buenos Aires, por compra
del oficio que. hizo el 2 de diciembre de 1664 en 1.250 pesos y alf&ez
real desde 1670 hasta su muerte. Casó con doña María de Matos y En-cinas,
hija bastarda de su tío Tomás de Roxas y de María de Matos y
Encinas. El 5 de enero de 1683 reclamó la suma de 4.000 pesos que le
había sido tomada, ignoramos por qué motivo, por orden del gober-nador
Andrés de Robles y de la que había salido fiador su tío Amador
de Roxas. Pedro de Roxas otorgó testamento el 5 de febrero de 1683,
en el que declaraba que había sido heredero universal de su tío Ama-dor
de Roxas, el menor de los hermanos de su padre, del que no te-nemos
otra noticia y que seguramente no casó o no dejó descendencia;
que había recibido de su mujer 1.400 pesos en plata labrada y 2.189
en ajuar y disponía su entierro en la iglesia del convento franciscano.
Primogénito de don Pedro de Roxas y doña María de Vega, nació
en Buenos Aires y fue bautizado en la catedral, el 8 de abril de 1622.
Gregorio de Roxas fue enviado por sus padres a estudiar Leyes
en la Universidad de San Marcos de Lima, bajo la protección del ca-redrárico
de insritura Diego de Le8ri Pi~ielü. Ligresó en e! Real Cole-gio
de San Felipe y fue de los primeros a quienes se le concedió beca.
Terminados sus estudios y vacante la cátedra de Instituta, se pre-sentó
a la opisición, a la que también concurrieron los doctores José
Reyes Quintero y el canónigo José Dávila. El 22 de diciembre de 1650
leyó en la cátedra el doctor Reyes y por la noche los partidarios de
Roxas y de Dávila salieron a las calles y produjeron graves disturbios,
en los que resultaron tres muertos y unos diez heridos. Finalmente
triunfó en la oposición el doctor Gregorio de Roxas y Acevedo.
En otras oposiciones celebradas en 1670, se encontraron los parti-darios
de Roxas con los de su opositor y se produjeron nuevas y cruen-tas
luchas, en que se mezclaron negros y mulatos y en las que resultaron
muchos heridos.
Impresionados por estos frecuentes hechos, el virrey conde de Le-mos
escribió un memoria1 al Rey en el que afirmaba que en estas elec-ciones
se mezclaban los obispos, se interesaba a la Inquisición y se
hacen «tantas y tan grandes maldades, que no solo las paga la repú-blica,
sino el servicio de Dios, dándose la doctrina a los incapaces para
atraer los votos de los religiosos, siendo estos tan tiranos en vender
los suyos, que deja rico a un convento la provisión de una cátedra».
En las Memorias académicas por un limeño aficionado a las anti-giiedades
de su patria, crónica anónima de la Universidad de San Mar-cos
hasta el 1786, en el capítulo que titula «Breves noticias de los
catedráticos de la Universidad y Estudio General de San Marcos de la
ciudad de Lima, etc.», dice de don Gregorio de Roxas: «Natural de
Buenos Aires, Catedrático de Instituta y Prima de Leyes, Asesor Ge-neral
de los Virreyes Conde de Lemos y D. Melchor Liñán y Fiscal
de los Charcas. Fue letrado de los más sobresalientes qua ha dado
este reino, como lo certifican diversas alegaciones en Derecho que dio
a la prensa*.
Por otra parte, habrá que añadir que fue también asesor del Real
Consulado, que dictó las cátedras de Código y de Vísperas de Cánones
y que, según don Pedro de Peralta Barnuevo, en su Lima fundada,
asegura que a su muerte estaba nombrado fiscal de la Audiencia de
Quito.
José Toribio Medina en su obra La imprenta en Lima, da a conocer
varias de las obras impresas con dictámenes del doctor don Gregorio
de Roxas y copia un libelo que llevaba por \título Moralidad sobre un
suceso contra la virtud de Eutrapelia, que contiene décimas y cuarte-tas,
una de las cuales, afirma, iba dirigida al doctor Roxas, que dice:
«Siendo tan gran de tu furia
hallo que de tus abuelos
tan solo heredaste niño
el ser León, mas no Pinelo».
Sus razones tendría Medina para hacer esta afirmación, pero pen-samos
que esta cuarteta pudiera referirse no al doctor Gregorio de
Roxas, cino a alguno de sus hijos o nietos, que eran los que descendían
de los León Pinelo.
En efecto, don Gregorio de Roxas y Acevedo había contraído ma-trimonio
en la catedral de Lima, el 30 de octubre de 1649, con doña
María Andrea de León Pinelo, hija de Fernando López Correa y de
doña Catalina Marquesa de León Pinelo, hermana del que había sido
su protector, el doctor don Diego y del famoso explorador, jurista e
historiador Antonio de León Pinelo.
Si el doctor Roxas y Acevedo ocupó una posición social elevada y
desempeñó envidiables cargos, también se creó muchos enemigos, por
su carácter extremadamente combativo como jurista y quién sabe si
también personalmente.
Su retrato, que se conserva en el Museo de Arte y de Historia de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, muestran al hombre
seguro y decidido, de gesto resuelto y altanero, con sus gruesas cejas,
sus largos mostachos y la perilla, tan de su época '.
El doctor Roxas y Acevedo murió en Lina, a los cincuenta y ocho
posiblemente de uiya heíiiiplegia, 23 de iiiayo de 1336, fecha
en la que dio poder para testar a favor de su esposa, de su yerno, el
8. Debemos al doctor Francisco Stastny, director de dicho Museo, fotografía de parte
de este retrato. Nos informa que es de cuerpo entero, mide 1.65 x 1,25 m., se halla
en muy mal estado de conservación y pendiente de ser restaurado.
doctor Miguel Núñez de Sanabria, del presbítero don Diego de León,
su primo político y del general don Juan de Urdanegui e imposibilitado
para firmar, lo hizo en su nombre el licenciado Agustín Moreno. Dis-
'ponía su entierro en el Colegio de San Pablo, de Ia Compañía de Jesús
y nombraba tutora y curadora de sus hijos, a su esposa doña María
Andrea de León Pinelo.
Hijos de este matrimonio fueron:
1. El doctor don Francisco de Roxas y Acevedo, que nació en
Lima, de cuya Audiencia fue alcalde de corte y en cuya capital falle-ció
el 24 de mayo de 1717.
2. El capitán don Pedro de Roxas y Acevedo, que se estableció
efi Sar,cisgo de Chile y cas6 das ;Teces: la primela con &aa María
García de Lamadriz, la que falleció en Santiago, bajo testamento que {
otorgó el 27 de febrero de 1712, ante José de Henestrosa y le dejó sizre
hijos, entre éllos don Andrés de Roxas y Lamadriz, bautizado en la $
catedral de Santiago, el 6 de diciembre de 1692, maestre de campo, n-- m
alcalde ordinario de dicha ciudad en dos períodos, regidor perpetuo E
y juez de comercio; caso con doña Catalina de la Cerda, cuyas capitu-laciones
matrimoniales se otorgaron el 11 de noviembre de 1729 y era -
hija de don Juan de la Cerda, natural de Lima, gobernador de Huan-caveiica,
en el Pení, que sirvió luego en la campaña de Cataluña cerca
del marqués de Aytona, hasta su retiro en 1647 y de tloña Juana de
Carvajal y Ayala. Viudo, don Pedro de Roxas contrajo segundo matri- E
monio con doña María Mercedes de Ortugum y Araya, fallecida bajo
tesiamen~oq ue otorgó, ante Luque, el 8 de octubre de 1777. 6 n
3. El doctor don Alejo Fernando de Roxas y Acevedo, nació cn
Lima, siguió la carrera eclesiástica, fue cura de Saya, rector de la hlc-tropolitana
de Lima, Obispo de Santiago de Chile desde 1720 a 1724,
fecha en que fue nombrado para ocupar la silla episcopal de La Paz,
en el Alto Perú, la que desempeñó hasta su falIecimiento en 1730;
del Consejo de Su Magestad, publicó diversas obras relacionadas con
sus actividades eclesiásticas. En una, impresa después de su muerte, se
reproduce su escudo de armas, en cuyo primer cuartel, dividido, figu-ran,
primero, las de Acevedo o Acebedo, «en campo de oro un acebo
de sinople», luego las de Roxas, con interpretación distinta a la que
le dan los ~eral&sias actu&s de <<cinco de azur de rayos,
puestas en sotuer», mientras en las de nuestro prelado aparecen en nú-mero
de once
9. En el Diccionario Histdrico del Departamento de La Paz, por Nicanor Aranzaes,
4. Doña Antonia María, bautizada en Ia catedral de Lima el 18 de
enero de 1656, donde contrajo matrimonio, el 20 de agosto de 1672,
con el doctor don Miguel Núñez de Sanabria, bautizado en la misma
iglesia, el 4 de septiembre de 1645, colegial del Real de San hJartín,
doctor en Leyes, catedrático de Víspera de Leyes, asecor del duque de
la Palata, alcalde del crímen, oidor decano y, por último, prcsidentc,
gobernador y capitán general de los reinos del Perú. Falleció a los
ochenta y cinco años, en 1730, y dejó tres hijos de su matrimonio: el
doctor don Gregorio Núñez de Roxas, oidor de Charcas y de Lima;
don Miguel Núiíez de Roxas, nacido en Lima, el 8 de agosto de 1675,
colegial del Real de San Martín de Lima, doctor en Cánones, caballero
de la Orden de Santiago, oidor decano, de los Consejos de Indias y de
Or.d ene?, juez de bienes confiscados a los disidentes de la Corona, trr-
, sus dias en Madrid y Fraíicisca Javier XSez de RGXAS, m
con descendencia de su matrimonio con el general don José de Villata D
E Aguilera y Giner, natural de Madrid. O
n -
5. Doña Catalina de Roxas y Acevedo, casada con don José de la =m
O
Fuente, de la casa de los marqueses de Fuente Roja y luego religiosa EE
de velo negro en el monasterio de Santa Catalina. S
E 6. Doña Josefa de Roxas y Acevedo, que contrajo matrimonio =
con don Ignacio de Loyola. 3
-
TOMÁS DE ROXAS Y ACEVEDO -
0m
Cuarto de los hijos del canario Pedro de Roxas, nació en Buenos
Aires y fue bautizado en la catedral, el 20 de marzo de 1626. Fueron
sus padrinos su abuelo, el capitán Diego de Vega y su tía doña Bárbola
de Vasconcellos.
Vivió al lado de su madre, a la que ayudó, como así lo declara
ésta en su testamento, en el que afirma que le debía 2.500 pesos y que
«ha gastado el dicho mi hijo en el sustento de mi casa y en mi larga en-fermedad,
vestuario de negros y otras cosas, muchas cantidades de
plata.. P. En agradecimiento, lo mejoraba en el tercio y quinto de sus
bienes y le dejaba encomendada a su nieta, Catalina de Roxas, para
darle estado.
Tomás de Roxas fue capitán del Presidio y durante el mando del
Bolivia-La Paz, 1915, cita al obispo Rojas y Acevedo y a las noticias ya dadas añade:
.El único acto notable que conocemos de este obispo es que se llev6 los libros parro-quiales
de una manera más correcta; tuvo por secretario durante su corto gobierno a
Francisco Borja Macuaga. El lujo y la ostentaci6n del clero habia llegado a su último
grado, Cstos vestían de seda, usaban dijes de oro y los del cabildo iban a rezar las
horas canónicas a la Catedral en mulas ricamente enjaezadas de plata. seguidos de dos
o tres esclavos african0s.o
gobernador Lariz fue encargado de transportar el «situado», o sea, el
dinero para el pago de las tropas, desde la ciudad de Potosí, en canti-dad
de unos 35.000 pesos, que entregó al gobernador en «moneda
de buena ley», que éste «cambió por moneda vieja de mala opinión»,
valiéndoce de dos negros y un criado, que lo hicieron «en sacos nue-vos
de lana». Tomás de Roxas demandó a Lariz al ser residenciado,
«porque había querido desterrarlo con toda su familia, sin causa y con
nota de escándalo». Consiguió que condenaran a Lariz en costas y que
le restituyeran en su honor «para que Su Magestad y sus justicias le
honren con mayores cosas».
Fue alcalde ordinario de segundo voto en 1652, regidor en 1672,
tesorero de la Santa Cruzada en l." de julio de 1660 y en el mismo
año mayordomo de las fiestas de la Virgen. También ejerció la mayor-domía
del Cabildo en 1648 y 1680.
2
Tomás de Roxas y Acevedo se confabuló con el gobernador Bai- :-
gorri para contrabandear con navíos extranjeros. Descubiertos fue nom-brado
juez comisionado para entender del caso Juan Ramírez, que puso
en prisión a los dos. =m
O
Más tarde, según resulta de un memorial que su madre doña María
2 de Vega dirigió, el 22 de diciembre de 1661, al nuevo gobernador, don E
Alonso de Mercado y Villacorta, en el que se quejaba del comisionado
y visitador del Juzgado de Difuntos, capitán don José del Saz y Saave- 5
dra, que había conminado a su hijo a que reintegrara todo lo cobrado
por la venta de Bulas, cuyo importe, afirmaba, que su hijo Tomás había
enviado a Potosí, con sus comprobantes. Doña María añadía de las E
persecuciones que por todas partes era objeto, «como si se tratara de
extinguir su casa», pues, afirmaba, que hasta una fianza que su padre
había prestado hacía unos cuarenta años, de 2.800 pesos, por Diego
de Góngora, se le pretendía cobrar y rechazaba, asimismo, al asesor d
del juez, licenciado Pedro de Ovando y Zárate, «por apasionado contra
mi hijo». 3
Como no conocemos el proceso, no podemos saber cuánto pudiera O
haber de cierto en las acusaciones posiblemente dirigidas a su inquieto
hijo. El caso es que doña María de Vega fue condenada a pagar las
deudas que se le reclamaban. En el citado memorial hablaba de su
larga enfermedad, que la tenía ostra da en cama hacía cuatro años y
solicitaba plazo de un año para pagar las cantidades a que se le con-denaba.
Años más tarde, fallecida ya su madre, Tomás de Roxas y Acevedo
fue de nuevo procesado por el oidor don Pedro de Xoxas y Luna y
condenado al pago de 5.000 pesos de muIta y a destierro por seis años
del Río de la Plata. Finalmente fue obligado a embarcar para Castilla.
Ya en la Metrópoli, después de pagar la multa, consiguió el indulto
real, el 3 de octubre de 1668, mediante un «donativo» de 1.500 pesos.
Acto ceguido, no tuvo escrúpulos para presentarse a la licitación de un
navío de registro para Buenos Aires, por el que ofreció la mayor pos-tura,
pero enterado el Consulado de Sevilla elevó protesta al Rey,
tanto por el reciente indulto, como por el peligro que podía represen-tar
la posible transferencia a un extranjero de dicha concesión, ya que
Juan de Roxas, hermano de Tomás, era a la sazón secretario de Estado
del Rey de Portugal. El escrito del Consulado es de 5 de noviembre
del mismo año 1668 y, aunque no lo sabemos, sospechamos que le fue
anulada la concesión.
Tomás de Roxas hizo viaje a Lisboa a visitar a su hermano y fa- ,,
Ileció en dicha capital, bajo testamento que había otorgado en Madrid, D
el 8 de octubre de 1668, por el que instituía por universal heredera E
a su hija doña María, que la había tenido de su matrimonio, celebrado O
n -
en Madrid después de 1643, con doña Beatriz de Lazcano, natural de =m
O
Sevilla, hija de Angel de Lazcano y de doña Juana de Guevara y viuda EE
de Baltasar de Amorín; pero reconocía a cinco hijos naturales, a los S
E
que legaba en concepto de alimentos, el quinto de sus bienes. Pese a los =
«contratiempos» que había tenido en sus negocios, su herencia alcan- 3
zaba los doscientos mil pesos. - - 0
Su hija legítima, doña María de Roxas y Acevedo, casó dos veces,
m
E
la primera con el sargento mayor don Cristóbal Jiménez Lobatón, ca- O
ballero de la Orden de Santiago y la segunda con el maestre de campo n
don Juan Vázquez de Velasco. No tuvo hijos y falleció bajo testamento -E
que otorgó el 25 de agosto de 1685, por el que instituyó heredero a a
2
su segundo marido y nombró albaceas a su medio hermano don Anto- n
nio de Amorín, canónigo de la catedral de Buenos Aires y al capitán
0
don Juan de Castro Naharro, casado con doña Inés de Amorín, tam- 3
O
bién su hermanastra.
De sus hijos naturales, el alférez Amador de Roxas y Acevedo, en-tabló
pleito en 1689 con don Juan Vázquez de Velasco, cobre la parte
que le correspondía en la herencia paterna y llegaron a una transacción;
María Mercedes, otra de las hijas, acompañó a su padre a Madrid,
el que encargó de su cuidado y educación a su padrino Pedro de Oyar-bide,
con el fin de que la internara en un convento. Los otros tres los
hubo en dona Maria de ~ a t o ys Encinas, viuda de Marcos de Sequei-ra
y dueña que fue de la famosa imagen llamada la Virgen de Luján,
de Buenos Aires; se llamaron Juan Bautista, Gregorio y María de Ma-
tor y Encinas, esta última ya citada por su matrimonio con su primo
hermano Pedro de Roxas.
Hijo segundo de don Pedro de Roxas y doña María de Vega, nació
en Buenos Aires y fue bautizado en su catedral, el 2 de junio de 1623.
IIizo viaje u Castilla cuando debía tener unos quince años, de creer
a su madre, quien había declarado en su testamento otorgado en 1661
que su hijo Juan «está en los reinos de España, que ha más de veinte
y tres años que no tengo noticia dél» y añade «y si fuera vivo, cosa
que lo dudo, ... ha de haber ante todas cosas la cantidad que han lle-vado
sus hermanos».
A fines del siglo XVII se presentaba en Buenos Aires un poder otor-
P R ~ Oen T.irhol, e! 20 & &iembre de 1689, .e, e! ZpDsentG de han u- -- 2
de Roxas, del Consejo de Su Magestad el Serenísimo Rey Don Pedro
el segundo de Portugal, Su Canciller Mayor y Secretario de la Signa- E
tura», por el que Roxas daba poder a Francisco de Lancastre, goberna-dor
de la colonia de Sacramento y a Miguel de Sequeira de Castelbran- f
co, oidor general de Río de Janeiro, para que reclamaran la herencia
de sus padres e hicieran donación de la misma a su sobrina doña María ;
de Matos y Encinas, hija de su hermano Tomás y viuda de Pedro de E
Roxas y Acevedo, también su sobrino. 3
-
El 30 de octubre del 1690, el maestre de campo Francisco Naper
de Lancastre sustituía el poder que tenía de Juan de Roxas en favor de E
Francisco Moreira da Costa, que cumplía la voluntad del poderdante en
escrituras de 30 de noviembre y 22 de diciembre del mismo año, en :
las que explica el motivo de la donación de su herencia que hacía Juan %
de Roxas en su citada sobrina: «respecto de hallarse el susodicho con
mucha hacienda, bienes y rentas bastantes de calidad, que no necesita
de las dichas sus legítimas paterna y materna para sustentarse y su 1
casa y familia y portarse con la decencia y autoridad debida a los cargos 2
y puestos que obtiene en el dicho reino de Portugal».
;OiiP hsihía he& esos t r~int c2 . ñ . ~!~q g s Jyan de ?.nvay j, L x-- ------
Acevedo? Ignoramos y, como hemos visto, también lo ignoraba su
madre cuando otorgó testamento, sus andanzas y aventuras, pero co-nocido
su final tenemos que preguntarnos cómo y cuándo llegó a en-trar
al servicio de los Reyes de Portugal y qué méritos hizo para al-canzar
una gran fortuna y los elevados puestos que ocupó.
Pensamos, sin que tengamos prueba alguna de ello, que es posible
que en Castilla entrara al servicio de la poderosa e inquieta familia de
los Guzmán: en la casa del duque de Medina Sidonia el que pretendió
proclamarse Rey de Andalucía; en la de su hermana doña Luisa, la am-biciosa
esposa de1 que llegó a ser don Juan 11 de Portugal o en la de
m pariente el ajusticiado marqués de Ayamonte, que la siguió.
El genealogista portugués Manuel José da Costa Felgueiras Gayo,
en su ATobiliario de familias de Postugal, añade algo a las noticias que
por el citado poder dado por el propio Juan de Roxas conocemos. Dice
de él: «siguió las letras y sirvió a los Reyes de Portugal, donde fue
Desembargador de Palacio y Secretario de Signatura de la Casa de Bra-ganza,
Canciller Mayor del Reino y Embajador Extraordinario a la
Corte de Roma y fue Fidalgo de la Casa Real*. Inteligencia, cultura y
servicios hay que suponerle para que alcanzara tan altos cargos.
Felgueiras Gayo agrega a sus noticias sobre Juan de Roxas que ha-bía
casado en Madrid con doña María Josefa de Contreras, hija de
Diego Torronhe de Contreras.
Al parecer, sólo tuvo un hijo, Pedro de Roxas y Acevedo, de quien
el mismo investigador dice que heredó la casa de su padre e hizo un
noble palacio en Lisboa, junto al convento de Gracia. Añade que ha-bía
nacido en Madrid, que fue «Mozo Fidalgo de Ia Casa Real, Alcalde
Mayor de Portalegre, Proveedor de la Caca de la India, Consejero de
Hacienda de capa y espada, que vivía en el año 1670; que casó con
doña Gerónima o doña Juana Micaela de Noronha e Meneses, hija de
Manuel de Sousa Meneses, Señor de Figuiró das Donas y de doña Mar-garita
Cristina de Vasconcellos, que pertenecía a la poderosa familia
de los Magallaes Vasconcellos, de cuyo matrimonio sólo tuvo dos hijas:
doña María Javier, que murió soltera el 20 de junio de 1705 y doña
Catalina de Roxas, casada con su primo Luis Tomás de Lemos e Car-valho,
Fidalgo de la Casa Real y Señor de Trofa.
Felgueiras Gayo sigue la descendencia de doña Catalina de Roxas
hasta fines del siglo XVIII, en la que predominaron las hembras y la
finaliza, por una línea con doña María del Carmen Pereira de Lemos,
casada con Lorenzo de Mello Pita Osorio, Señor de Lalim, Fidalgo de
la Casa Real y por otra en doña María de Mello, esposa de Domingo
de Gama Telles, Marqués de Niza, hijo de los Condes de Vidigueira.
Y aquí terminamos eFta semihistoria de una familia aventurera,
que de Portugal pasó a Canarias, para terminar una de sus ramas de
nuevo en Portugal, pasando por la América hispana.
El espíritu de aventura, el afán de superarse, de hacer dinero, junto;
no cabe dudarlo, con una inteligencia clara y un gran tesón, fueron
constantes hereditarias que, en una u otra forma, se repitieron desde
aquel Gonzalianes de Daute, pasando por los hermanos Silva, por don
Pedro de Roxas y Acevedo, gobernador interino de Buenos Aires y
seguramente también contrabandista; por sus hijos, el combativo letra-do
don Gregorio, padre de un obispo; por el seguramente poco escru-puloso
Tomás de Roxas, hasta el tránsfuga Juan de Roxas y Acevedo,
que alcanzó, a más de una saneada fortuna, los más elevados puestos
en la Corte del recién reztaurado Reino de Portugal.
Podremos sentir por ellos o no simpatía, seguramente sus desapren-siones
superaron a sus virtudes, pero así ocurrió y si debemos ser his-toriadores
veraces, hay que contar lo que hasta nosotros haya llegado,
sin dorarlo. No de otra forma se podrá llegar a conocer con la mayor
certeza posible nuestro pasado.
Pero no puedo terminar sin expresar mi agradecimiento a los doc-tores
Cioranescu, Rumeu de Armas y Marco Dorta, al investigador
chileno J. Miguel de la Cerda Merino y al de Icod de los Vinos Eduar-do
Espinosa de los Lvionteros v Moas, a los que debo muchos datos que
recojo en este trabaio.