PARTICIPACION DE CANARIAS EN LA FUNDACION DE
MATANZAS
Las relaciones comerciales y el paso de canarios al Nuevo
Mundo van, por así decirlo, a la zaga del Descubrimiento.
Este fenómeno se mantiene como una constante dentro de
ia historia moderna. Ei papei fertiiizador desempeñado por ias
Canarias en América, está fuera de toda duda y muy especial-mente
durante los siglos XVII y XVIII.
La emigración española en general y canaria en particular,
al decir de notables expertos, está poco estudiada. Particular in-terés
reviste la emigración del archipiélago a partir del ultimo
cuarto del siglo XVII, cuando después del 25 de abril de 1678,
se condicionan sus intercambios comerciales a la marcha de fa-milias
al ámbito del Caribe.
Este trabajo está dedicado a la fundación por colonos ca-narios
de la ciudad de Matanzas en octubre de 1693.
Esta comarca cubana tuvo desde el inicio de la presencia
hispana un valor estratégico considerable. En el siglo XVII se
acrecienta este papel y cobra, además, importancia logística.
Durante los años 20 y 30 se teme por su pérdida ante los holan-deses
y surgen los primeros pensamientos sobre la conveniencia
de su urbanización y fortificación.
En la década de los 70 los corsarios ingleses y franceses,
con sus repetidas incursiones, obligaron a abandonar la comar-ca
a gran parte de ia pobiación mrai que, de forma diseminada,
se asentaba sobre ella. Esta situación indujo al gobernador de la
Habana, José Fernández de Cordoba (setiembre de 168 1) a pro-poner
a la Corte la fundación de una ciudad en la bahía de
Matanzas, entre el río de su nombre y el Yumuri, y la construc-ción
de un fuerte para evitar el riesgo de la pérdida de dicha
bahia y, s&re to&, s~p r imi rta ! base de aprcvisionamiento a
las embarcaciones enemigas.
La acogida por parte de Madrid fue excelente, pero los
F. Castillo Meléndez
múltiples frentes a los que tiene que acudir la Corona, su tradi-cional
escasez de recursos, la tardanza en el envío de numerario
por parte del virrey novohispano y las modificaciones al
proyecto original del ingeniero Juan de Císcara que el nuevo
gobernador habanero, Viana Hinojosa, propuso incluir, así
como su sucesor Manzaneda, dilataron la acción hasta el año
1693, en el que por fin se consolido la empresa.
Se estudian también las características del emplazamiento,
las exenciones y privilegios que se concedieron a sus primeros
pobladores y la procedencia geográfica de éstos dentro de la isla
de Tenerife.
¿Fueron estas 30 familias? Esta pregunta se la formulaba el
profesor Morales Padrón en el 1 Coloquio de Historia Canario-
Americana'. Por descontado era lanzada sin ánimo de ser contestada
a la letra, pues en realidad lo que se quería preguntar era otra cosa.
Nos explicamos: sin ánimo de obtener una respuesta, porque de todos
es conocido que Matanzas se fundó el 10 de octubre 1693 y que sus
primeros vecinos fueron emigrantes canarios. Ya en 1854 un hijo de
aquella ciudad2 dio a la imprenta una nómina de aquellos primeros
pobladores. Sin duda alguna, este hombre tuvo a su alcance una copia
del testimonio sobre todo lo obrado para la fundación del escribano
Juan Uribe Oceta, conservado en el Archivo General de Indias.
En nuestra opinión, lo que en realidad encerraba la pregunta re-ferida
eran los deseos de conocer cómo se llevó a cabo el cumpli-miento
de la disposición real de 1682, que ordenaba el pase de trein-ta
familias isleñas para fundar una nueva población en la isla de
cuba, ci?ántos, ciiá!es, cóF,c? y de ci,&& eran unyiie!!~r is!PñeE fe j2-
1. Las Canarias y la Política emigratoria a Indias. «I Coloquio de Historia
Canario-americana, 1976», Las Palmas de Gran Canaria, 1977, pág. 2 14.
2. A.G.I. Santo Domingo, 457 y Escribanía de Cámara, 88 B: Expediente sobre
lo obrado en la nueva población de San Carlos y San Sevenno de Matanzas en 1693.
ALFONSO, Pedro Antonio: Memorias de un Matancero, Matanzas, 1854.
Participación de Canarias en la fundación de Matanzas 5 1
dores de tal núcleo, cuándo abandonaron las Islas Afortunadas y
cuáles fueron vicisitudes acaecidas hasta llegar a su destino final.
Y decimos esto porque en esa misma ponencia se declara que si
interesante es saber el número total de personas nacidas en las islas
que las abandonaron en el transcurso de los siglos «más sugestivo
nos parece conocer sus destinos, porcentajes por edades y profesio-nes,
razones de su salida, consecuencias de su trasplante y política
que les empujó a dejar su tierrad. Cábeme hoy el honor, como dísci-pulo
suyo que soy, de intentar dar respuesta a esas interrogantes
planteadas por el Dr. Morales Padrón con respecto al grupo, mayori-tariamente
de tinerfeños, que hizo posible el alumbramiento de una
nueva ciudad en la geografía cubana.
En un reciente trabajo nuestro4 estudiamos todo lo referente a
cantidad, distribución por sexo, edad y profesiones, procedencia geo-gráfica,
así como ei marco iegai y ei grado de cumpiimiento ae ias
disposiciones vigentes, reguladoras del paso de familias canarias a la
isla de Cuba. A e1 remitimos al lector interesado.
Una extensa y abultada certificación de mayo de 1693, firmada
por el oficial real Diego de Peñalver y Angulo, inserta en un volu-minoso
expediente sobre la fortificación de Matanzas5, nos permitió
localizar el paso de 73 familias a La Habana en el período
1681 - 1693. Ello nos dio pie para buscar las raíces canarias de sus
primeros pobladores. Así pues, este trabajo está concebido como el
estudio de la procedencia de los primeros habitantes de Matanzas y
de los inicios del proceso fundacional de la ciudad, teniendo como
línea argumenta1 la documentación conservada en los legajos de la
sección de Gobierno, Audiencia de Santo Domingo, 457, y Escriba-nía
de Cámara, 88 B, del Archivo General de Indias, donde se con-tiene
el expediente ya mencionado y otro sobre lo llevado a cabo en
la nueva ciudad por el gobernador de La Habana, Severino de Man-zaneda
y Salinas de Zumalabe.
H~elg. refi2!2r e! &sbcu& Pupr! fe:ti!izudGr F e &semPefis-ron
las Canarias en el Nuevo Mundo, en especial a partir del último
3. MORALES PADRON, Francisco: Canarias y la Politica emigratoria ...
pág. 21 1
4. La emigración Canaria a la isla de Cuba en el último cuarto del siglo XVII.
((Anuario de Estudios Americanos», vol. XL. Sevilla, 1983, págs. 41 1-467.
5. A.G.I. Santo Domingo, 457
5 2 F. Castillo MeIéndc~z
tercio de siglo XVIl y durante todo el XVIJI. Durante los últimos
veinte años, la Corona centró todos sus esfuerzos en el pase de fa-milias
con destino a Puerto Rico y Santo Domingo. La real cédula
de 1688, por la que se ampliaba el tonelaje de los productos isleños
en 400 toneladas más, lo hacía bajo la premisa de que éstas fueran
embarcadas con destino a la isla borinqueña y a ella llevasen las co-rrespondientes
familias de permisión. Sin embargo, podemos afirmar
que fracasó en el empeño, y las familias transportadas lo fueron a
otras zonas del Caribe que, si bien gozaban del beneplácito de la po-lítica
real, no constituían el foco de máximo interés en las directrices
emanadas desde Madrid en aquel entonces. ,,
Huelga también expresar que el tema de la emigración española
en general, aunque no nuevo, está poco investigado y, sobre todo, E
durante los siglos XVIl y XVIII está prácticamente" por abrir. O
En el caso de las islas Canarias, es cierto que nos encontramos =m
O
todavía lejos de una evaluación aproximada del volumen alcanzado EE
por el movimiento transoceánico de sus habitantes, por el carácter S
E clandestino de la emigración a partir de las normas restrictivas que
empiezan a dictarse en 1599, y que se continúan con mayor rigor en 3
i 6 i4 ', per o precisañieñie gracias a estos cuiuquius, han aparecido
e- algunos estudios parciales sobre el tema8. mE
Parece ser que es en torno a 1663 -ya se ha perdido Jamaica y O
los franceses se han establecido en la parte occidental de La Españo-la-
cuando se produce una inversión en el sentir de la Corona, al n
E recibir por parte del Archipiélago un ofrecimiento de 800 familias a
dispuestas a poblar distintos lugares del escenario antillano". Se co- n
mienza entonces por parte regia a estimular el paso de familias. Fue n
la necesidad de cumplir con el objetivo de defensa en zonas demo- 3
O
6. MORNER. Magnus: La emigración ~.spañulua l Nuevo Murido a n ~ eds e 1810.
Un infbrmr del c~.rladu de la inivsligaación. <<Anuario de Estudios Americanos»,
vol. XXXII. Sevilla. 1975, (págs. 43- 13 1). pág 44.
7. MORALES PADRON, Francisco: Cedidario d~ Canarias. 3 vols. Sevilla.
1970 vol. 11, págs. 53-54. Real cédula a los Jueces de Registro de Canarias, Tenerife y
La Palma. Madrid. 5 diciembre de 16 14.
8. DIHZ-TRSSHÜELO ESPiNOiA. Lourdes: ¿u ací\.pohiación de la isia cit.
Cmar ia y la <~tni,qracióinl egal CI Indias. 1621- 1625 ((1 Coloquio de Historia Canario-americana
... »
9. A.G.I. Santo Domingo, 872. Real cédula al gobernador dc La Habana. Aran-juez.
6 mayo 1663.
Participación de Canarias en lafundación de Matanzas 5 3
gráficamente depauperadas, la causante del giro experimentado por
las autoridades españolas y, desde luego, este propósito subyace en
toda la política real con respecto al Caribe durante todo el siglo
XVIII, pues en definitiva, es el peligro extranjero el generador de to-das
estas medidas, que las especiales condiciones de las islas hacen
posiblelo. No en vano, Morales Padrón pone especial énfasis en se-ñalar
que tanto la situación interna de las islas, su comercico y los
sucesos internacionales, son los principales factores del fenómeno
migratorio ' l .
El acto de la fundación y poblamiento de un enclave como Ma-tanzas,
queda claramente incluido dentro de estos parámetros de po-lítica
defensiva ante la continua agresión europea.
Desde los tiempos inmediatos a la conquista, quedó claro para
los españoles el valor estratégico de la bahía de Matanzas, así como
la conveniencia y utilidad de conseguir en ella un asentamiento de
población. Pero la secular debilidad demográfica fue demorando una
resolución que no vio la luz, de manera definitiva, hasta el último
cuarto del siglo XVII. Hasta estos momentos, la función económica
de la tierra había mantenido en las inmediaciones de la bahía una
población deseminada, dedicada a la agricultura y ganadería, relati-vamente
considerable.
10. Cfr. DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio: La Sociedad Española en el si-glo
XVJI, 2 vols. Madrid, 1963, vol. 1, Apéndice JV: La población Canaria en el
siglo XVII, págs. 352-355.
SANCHEZ HERRERO, José: La población de las islas Canarias en la segunda
mitad del siglo XVII(1676-1688) «Anuario de Estudios Atlánticos)) n.O XXI, Madrid.
Las Palmas, 1975, pags. 237,451.
MORALES PADRON, Francisco: Colonos Canarios a Indias «Anuario de Estu-dios
Americanos)), vol. VIII, Sevilla, 1951, págs. 399-441 y El desplazamiento a
Indias desde Canarias, «El Museo Canario)), vol. IX, no 33-36, Las Palmas, 1950,
pags. 1-24.
PEREZ VIDAL, José: Aportación de Canarias a la población de América. Su in-fluencia
en la lengua y en la poesía tradicional. ((Anuario de Estudios Atlánticos» n.O
1, Madrid-Las Palmas, 1955, pags. 1 - 107.
1 1. MORALES PADRON, Francisco: Las Canarias y la Política emigratoria a
Indias ..., pag, 2 1 5.
54 F. Castillo Meléndez
Por otra parte, el importante papel logístico que desempeñaba
la comarca matancera estaba fuera de toda duda. En la década de
los veinte del mencionado siglo, cayó sobre la Corte española un
auténtico bombardeo de rumores sobre posibles ataques holandeses
con la intención de establecerse y fortificarse en Matanzas, cuya
finalidad última sería la de apoderarse de La Habana y, en conse-cuencia,
de toda la isla, mediante un ataque efectuado por el in-teriorI2.
Durante el segundo cuarto de la centuria, los países europeos
fueron clavando aguijones sobre el cuerpo de la Monarquía Católica,
en esa especie de zona ventral que para el Imperio Español fue el
paisaje antillano, (Barbados, Curazao, San Martín, Nieves, Tortuga,
San Cristóbal, Antigua ...) hasta el punto de que el gobernador de La
Habana, el madrileño Francisco Gedler, alarmado, hace llegar en
1653 a Madrid que «en las islas de San Cristóbal y Santa Margarita
pasaban de ¿ü.üUü ios franceses y i0.UüU ios ingieses, donde padecen
necesidades y pudieran intentar ocupar el puerto de Matanzas; que
con 500 hombres lo podían conseguir sin que desde La Habana se les
pudiese hostigar ni por mar ni por tierra»13. Consecuentemente, -
seguía el gobernador- no era descabellado pensar en una proba-ble
y futura ocupación de la bahía por parte extranjera, por lo que
solicitaba medios para establecer en ella una fortificación que la
guardara.
Examinada la cuestión por la Junta de Guerra de Indias y visto el
parecer, contrario al proyecto, del nuevo gobernador y capitán general
12. En este sentido, el exgobernador de La Habana, Ruiz de Pereda, requerido
por la Junta de Guerra, informaba de la gravedad que para la isla supondría el que los
holandeses se hiciesen fuertes allí, ya que si lo conseguían, a duras penas serían expul-sados.
Ante la insistencia de los rumores sobre la actividad de las Provincias Unidas, el
gobernador Venegas es encargado de inspeccionar la bahía y tratar, si preciso fuera, de
levantar una pequeña fortificación con algo de artillería y unos cuantos soldados.
Todo ello, naturalmente, sin mucho gasto.
MACIAS DOMINGUEZ, Isabelo: Cuba en la primera mitad del siglo XVII. Se-villa,
1978, págs. 358 y SS.
MARRERO, Levi: Cuba: Economía y Sociedad, vol. 111, Madrid, 1975, págs. 96
y SS. Debe verse, además, el excelente trabajo de Irene A. WRIGHT: The Dutch and
Cuba, 1609-1643, ((Hispanic American Histoncal Reviewn, vol. IV, no 4, Baltimore,
noviembre 192 1. págs. 597-634.
13. A.G.I. Santo Domingo, 102. Francisco de Gedler al rey. Habana, 10 de junio
de 1653.
Parficipución de Canarias en 1u.fiindación de Marunzas 55
de La Habana, Juan de MontañoI4, la Corona dejó dormir el asunto, en
parte absorta por otros problemas y peligros más acuciantes -no olvi-demos
el punto crítico en el que se encuentran las operaciones en el es-cenario
europeo y en la propia península-, y en parte consciente de su
endemica escasez de recursos tanto humanos como materiales.
Sendas reales cédulas despachadas en Aranjuez en 1663, prue-ban
el interés y la preocupación de la Corona por la seguridad de la
isla de Cuba, a la que aquélla vuelve los ojos en cuanto la situación
internacional se lo permite. Sobre el punto de partida que proporcio-nó
la estimación comunicada por el gobernador de Canarias, Jeróni-mo
de Quiñones, de que podrá disponer de 800 familias isleñas para
ser enviadas de acuerdo con las necesidades del Estado al ámbito del
Caribe, se piden datos al gobernador de La Habana sobre lo que se
podría ofrecer a las familias que marchasen allá.
Datos tales como tierras que se les podían conceder, ganados, ven-tajas,
y lugar más a propósito para poblar, considerando la seguridad y
defensa de la isla", a la par que se hace mención acerca de la idonei-dad
y condiciones del puerto de Matanzas «para que por esa parte se
cierre la puerta a los enemigos y se asegure el paso de La Habana».
La incesante actividad desplegada durante la época de los seten-ta
en las inmediaciones de la bahía, que es escenario habitual de
aguadas, recogidas de leña y carnes, con el consiguiente perjuicio en
los hatos y corrales circundantes, por parte de piratas, corsarios y
contrabandistas de diversas nacional ida de^'^, será el origen de una
clara determinación real sobre el lugar.
La prodigalidad de las incursiones de franceses e ingleses, en
1681-, año en que efectuaron dos entradas a saco en poco tiempo
14. A.G.I. Santo Domingo, 102. La Junta de Guerra de Indias al rey. Madrid. 15
de marzo de 1654. Baso su opinión contraria en la existencia de multitud de buenos
puertos cercanos a La Habana. que servirían igual, llegado en caso, que el de Matanzas.
E! g ~ b e r ~ - . ?d,~4mr t-.ñ~s e expresaba as;: ::nc !G tiene p ~ :t:a :ab!e, ! . O por~i i e!a
bahía tiene una legua de boca y no puede cortarse !a entrada del enemigo, y 2.O si no
hay gente para defender a La Habana, que es lo más necesario, ni medios con qué for-tificarla.
no hay para que gastar tiempo en lo que no puede tener efecto)). A.G.I.: San-to
Domingo, 452. Juan Montaño al rey. La Habana 13 de agosto de 1655.
15. A.G.I. Santo Domingo 872, Real cédula a! gobernador de La Habana, Aran-juez.
6 de mayo de 1663.
! h . En m2rz0 de ! h 7 9 , e! gebernudcx se dirigia u! rey, n d f ; . c i n d ~ !qeu e en ?Na-tanzas
«entran embarcaciones holandesas y de otras naciones con pretexto de aguada y
ánimo de comerciar y, en el intermedio de avisos al gobernador, echan en tierra los gé-
5 6 F. Castillo Melendez
en el ingenio de Matanzas dejándolo prácticamente arruinado-provocaron
en Juan Pérez Barroto su dueño, la determinación de
abandonarlo y, ante la inutilidad de sus esfuerzos, no volverlo a ha-bitar.
El gobernador de La Habana, Fernández de Córdoba, se apre-'
suró a comunicar a la Corte esta situación «pues faltando este sujeto
se carece de los vigías que por propia conveniencia mantenía y avi-saban
a la plaza de las novedades)) y sólo quedaba entonces por
aquellos parajes un corral de ganado menor regentado por dos ne-gros.
La falta de este tipo de población rural diseminada por los alre-dedores
de la bahía, viene a añadir un punto débil más a la ya com-prometida
defensa de La Habana, por lo que Fernández de Córdoba
propone: lo) la necesidad de una fortificación en el puerto matance-ro,
y 2O) la convenciencia de erigir una población en aquel lugar.
Para ello, acompaña un plano de la bahía y un proyecto acerca de la
fUt~rfac rtificariSn y de si? ruste''. Asevera también j i ~ eel manteni-miento
de la guarnición se podrá hacer con poco gasto de la Real
Hacienda, sobre la base de destinar 80 infantes y unos artilleros pro-cedentes
de la guarnición habanera, los cuales serian relevados de
cuatro o de seis en seis meses. En cuanto a la primera célula funda-cional,
considera suficientes treinta familias, más o menos, proce-dentes
de Canarias, que desempeñarían una función cohesiva entre
la desparramada población de aquellos contorno^'^.
La Corona, como siempre en el plano de las intenciones, tomó
medidas con celeridad. Ocurre, sin embargo, que, como siempre
neros y no es posible saber quiénes son los transgresores por las mañas de los natu-rales
de aquel paraje» A.G.I. Santo Domingo, 874. Real cédula a Fernandez de Córdo-ba,
Madrid 22 de junio de 1680.
17. Cálculo de las varas planas y cúbicas y coste de la fortificación de Matanzas.
A.G.I. Santo Domingo, 106 y Santo Domingo, 457. Expediente sobre fortificaciones
en La Habana, fols. 60-66 v y Escribanía de Cámara, 88 B. Expediente sobre la fortifi-caci6n
de Matanzas, cuaderno 13, fols. 35 -38.
18. A.G.I. Santo Domingo, 106. Femandez de Córdoba ai rey. La nabana i2 de
setiembre de 168 1.
De la aprobación de estas medidas esperaba el gobernador obtener una serie de
ventajas:
1) Se anularía la posibilidad de invasión de La Habana a partir de Matanzas,
pues «estando aquel puesto a 20 leguas de tierra llana, paso abierto y sin ninguna opo-sición,
caso de intentar los enemigos alguna invasión por allí, pueden hacerla con mu-cha
seguridad y también la pueden 'cortar ¡os socorros de tierra».
2) Se incentiva un área de población «porque estando aquellos contornos pobla-dos
de muchos hatos y carrales de ganados mayor y menor, seran de comodidad al
Participación de Canarias en la fundación de Matanzas 57
también, habrán de pasar doce años para que las recomendaciones
sugeridas por Fernández de Córdoba alcancen el plano de la reali-dad.
No será hasta el sábado 10 de octubre de 1693. cuando den co-mienzo
las operaciones de delineación de la futura población y el
fuerte se demorará aún más. ¡.Causas? La sempiterna escasez de re-cursos,
la resistencia de ~ é x i c oa enviar mayores cantidades de nu-m
e r a n ~ ' l~as, dificultades de las islas para llevar a cabo el aporte de-mográfico
que, en estos años, no sólo se reduce a La Habana, sino
que se les exige un esfuerzo que ha de satisfacer a Santo Domingo,
Puerto Rico, Santiago de Cuba, Florida, Trinidad...20, la situación
europea donde las ambiciones de Luis XIV obligan a la exhausta
monarquía a mantener un estado de guerra casi continuo y, en defi-nitiva,
a la congénita debilidad de la persona real.
enemigo para sus bastimentos y hoy se puede temer que sus dueños despueblen mu-chos
por el temor que les ha causado para la ruina de Matanzas y de una u otra suerte,
todo es gravísimo daño para la ciudad)).
3) Se asegura, en caso de necesidad, un buen refugio para los navios que salen de
este puerto a desembocar en el canal de las Bahamas, por estar aquel puerto casi en la di-rección
norte-sur con la boca del canal, pues ahora aunque entre huyendo algún navío
español «como no tiene fuerza en qué abrigarse, se pierde como ocurre muchas veces)).
4) Se priva a los enemigos de un puerto y con él de «las esperanzas de aguardar
seguros a los galeones y las flotas como hicieron a los de don Carlos de Ibarra, Tomás
de Larraspuru, marqués de Montealegre y otros)).
5) Se elimina el pretexto, que arguyen muchos navíos españoles que hacen allí
sus arribadas, en particular los procedentes de Honduras.
19. En 1683, el virrey envió una primera remesa de 20.000 pesos con destino al
castillo de Matanzas, pero la falta de infantena en La Habana -señalaba Femández
de Córdoba- no permitía el desplazamiento de los ochenta soldados que habían de
proteger las obras y formar la guarnición temporal del futuro fuerte. (A.G.I. Santo Do-mingo,
452. Fernández de Córdoba al rey, La Habana 3 1 de julio de 1684). Igualmen-te
se expresaba en mayo de 1685.
El estado de la muralla habanera, devoradora de grandes sumas, obligó al goberna-dor
a tomar la determinación de aplicar esta cantidad a su construcción. (A.G.I. Santo
Domingo, 458. Femandez de Córdoba al rey. La Habana, 20 mayo 1685; Santo Domin-go,
457 y Escribanía de Cámara, 88 B. Expediente sobre la fortificación de Matanzas).
En los años sucesivos, el virrey va a mostrar su renuencia a remitir nuevos caudales
por un concepto que considera ya satisfecho. Serán precisas nuevas y enérgicas órdenes
reales para que -ya en los noventa- se remita de nuevo la cantidad asignada para la
fortificación. Hay que deshcar también una falta de coordinación entre los auxilios en
metálico procedentes de la cabecera del virreinato y los preciados recursos humanos que,
como ya hemos indicado, tan trabajosos resultaban de reunir en la península.
20. A.G.I. ihdiferente General, 3098. Lista de las familias que se ofkcen para ir a
Cumaná, 24 de junio de 168 1. Memoria de las familias que está resuelto pasen a Indias,
Madnd.9 de marzo 1686; Decreto del Consejo de Indias de 9 de diciembre de 1686.
5 8 F. Castillo Meléndez
En un informe del marqués de la Granja a don José de Veitia2',
se reconoce lo acertado de la exposición del gobernador cubano y la
Junta de Guerra propone la aprobación de su contenido pidiendo
que se ordene a México el envío de 30.000 pesos a La Habana para
la referida fortificación; se fabrique en España una serie de armas y
pertrechos para ello y se escriba al gobernador de las Canarias para
que proceda al envio de las 30 familias22. La real cédula enviada al
gobernador de La Habana establece, además, que todo esto se haga
en breve tiempo, concretamente de setiembre a mayo, período en
que, por los vientos dominantes, los enemigos frecuentaban menos
aquellas costas y, consecuentemente, sería más difícil impedir o
arruinar el proyectoz3. Pero por las razones antepuestas, todo irá re-tardándose
hasta el gobierno del ilusionado y activo Severino de
Manzaneda, eficaz propulsor de medidas y de cambios en la vida ha-banera,
no obstante el carácter interino de su mandato. La Corona,
conocedora de sus desvelos, lo premiaría con la presidencia de la
Audiencia de Santo Domingo.
Otro inconveniente esgrimido es la falta de mano de obra. Para
subsanarlo se pide la compra de cien esclavos con destino a la fortifi-cación
«ya que de La Habana no querrán ir por el riesgo de los ene-migos
y fugas». Un acuerdo de la Junta de Guerra dispone que «se
lleven cincuenta al coste que t u v i e r e n ~ y~ ~no, pueda empezarse la
obra hasta que haya gente para defenderla.
Pasa el tiempo y el proyecto, enredado en una malla burocráti-ca,
Habana, Madrid, Canarias, México, parece eternizarse.
La venida a la Corte en 1689 del procurador general de la ciu-dad
de La Habana, Sebastián de Arancibia, abre las jornadas que
cristalizarán en la decisión de realizar definitivamente la fundación.
Arancibia expuso, a través de dos representaciones sobre la conve-
? I A P. r c,,.t, n.....:,,.. A < , xn,AiA n A, 1 CQ?
L.,. ~ . u . I . L > ~ I L I U YUIIIIIIE>U, TJ I , i v A a u L ~ u , / uc ~ L L C I V IVVL.
22. A.G.I. Santo Domingo, 33 1 y 458. Consulta de 13 de enero de 1682.
23. A.G.I. Santo Domingo, 874 y 457: Real cédula al gobernador de La Habana,
Madrid 14 abril 1682; Santo Domingo, 874: Real cédula al gobernador de Canarias,
Felix Nieto de Silva, Madrid 15 de mayo de 1682 y real cédula al virrey Conde de Pa-redes,
ordenándole remitir 30.000 pesos a La Habana para las fortificaciones de Ma-tanzas.
En Santo Domingo 875, hay otra real cédula, Madrid 15 de junio de 1684, en
dande se !e :ec~e:da Y! vi::ey qüe remita can prcnt i t~d!u menci~xuduc untidad.
24. A.G.I. Santo Domingo, 458. Madrid, 15 de febrero 1685, y Fernandez de
Córdoba al rey, La Habana 20 de mayo de 1685.
Participacidn de Canarias en lafundacidn de Matanzas 59
niencia de la población y los incentivos a otorgar a sus fundadores,
las ventajas inherentes a la seguridad y defensa que se conseguirían.
De nuevo se abre el período de consultas sobre el tema25, y se dispa-ra,
a lo largo de 1690, toda una batería de despachos destinados a
conseguir el objetivo de la nueva población y fuerte26, y de nuevo
también cruzan el Atlántico un rosario de cartas procedentes de La
Habana2', exponiendo la imposibilidad de cumplir con las órdenes
reales, mientras el virrey no lleve a cabo lo encomendado, es decir,
no remita nuevamente los consabidos 30.000 pesos.
Con las postrimerías de 1692, se allanan todas las dificultades, y
1693 comienza a caminar con los pregones de la obra, el pase del go-bernador
Manzaneda y del ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor a
Matanzas a fin de iniciar la fortificación y los preparativos para que
las familias venidas de Canarias pasen allá.
LA NUEVA POBLACIÓN
El 25 de enero de 1693, el ingeniero militar Juan de Herrera y
Sotomayor, desplazado a Matanzas en unión del gobernador Manza-neda,
los oficiales reales Arrate y Peñalver, y el escribano Juan de
Uribe Oceta, procedió a efectuar las primeras mediciones destinadas
a enmarcar el casco urbano de la futura ciudad, a orillas del río de
25. La Junta de Guerra en 11 de octubre de 1689, decidió que se remitiesen al
marqués de la Granja para que emitiese su parecer. Este, que ya había informado fa-vorablemente
con antenondad, (el 24 de agosto de 1688), se confirmó en lo ya expre-sado
afirmativamente. La cuestión debió tener sus detractores en el seno de la Junta de
Guerra o, al menos, un elevado número de sus componentes mostrarse indecisos sobre
ella, ya que en corto espacio de tiempo se le pidieron al márques dos informes que
fueron favorables ambos. El primero, fechado el 29 de octubre de 1689 y el segundo el
7 de enero de 1690. (A.G.I. Santo Domingo, 458).
26. A.G.I. Santo Domingo, 876. Real cédula al Juez de Indias de Cananas para
cinir:o lor. trn;ri+o fnm;l;.,~ ., Aa .,--. hirnAr;A 77 Aci fd.-rri An 1 LOfi. Crin
yur riivir iu.7 ririiiru iuiiiiliuiJuiiroo J ur uiiu *L.&. inauii", i d ur irviriv ur iv/v .,a,,-
to Domingo, 332. Real cédula al gobemador de Canarias y al Juez de Indias, de 27 de
mayo de 1690.
Santo Domingo, 876 y Escnbania de Cámara, 88 B. Reales cédulas al gobemador
Manzaneda y al virrey de México, Buen Retiro, 25 junio de 1690.
Santo Domingo, 876. Real cédula a Manzaneda y al virrey, Madrid, 17 de setiem-bre
de 1692 y Santo Domingo, 457. En Escribanía de Cámara hay otra real cédula al
n n h a r n o r l n r hAan?onaAo hAoAr;A 3< A0 e0t;0mhr0 A0 1 I;an b"""I.YU". .,.Y.. I U I I I U Y , IILYUL'U, L., "1 UICIrII.".r U., . V I " .
27. A.G.I. Santo Domingo, 457 y Escribanía de Cámara, 88 B. Manzaneda al
rey, Habana, 4 de setiembre de 1690 y 20 de octubre de 1691.
60 F. Castillo Meléndez
Matanzas y del canto de la ciénaga que formaba el río Yumuri en su
curso bajo28. La figura delimitada «tenía en su área 235 cordeles de a
48 varas en cuadro cada uno».
Nueve meses después, de nuevo el gobemador, prácticamente
con el mismo séquito, más el obispo Compostela, viajó a Matanzas
dispuesto a dejar fundada la ciudad e iniciadas las obras de su casti-llo,
como así sucedió efectivamente.
En opinión de Severino de Manzaneda, «el lugar de la funda-ción
no pudiera venir mejor ni queriendo con lo marcado en las
Leyes de las Indias, respecto a sus aguas, temperamento y terreno,
así por lo eminente y defendido que está por todas partes; porque en
el frente de1 mar o del espacioso puerto que tiene saIe una punta de
triángulo que hace la montaña plana de peña viva, levantada en alti-tud
seis varas y media, con una tercia de terruño en su superficie,
dmde nuce e! mxtr, que sus ces tad~ps nr ser d e s i g l ~ ~PE! ~ln~ng itiid
lo hacen escaleno, donde a poca costa está vencido el único peligro y
riesgo de sorpresa»29.
El ingeniero Juan de Císcara había expresado, cuando por manda-to
del gobemador Fernández de Córdoba levantó el primer plano de la
bahía y del lugar donde había de asentarse la población, que «el sitio se
ve mui ameno por estar entre dos ríos. Además el agua que sale desde el
no de Yumuri, desde una peña alta que está legua y media poco más o
menos de distancia ... el agua es buena por excelencia, su caudal será de
una pipa corriente. Tiene el dicho sitio una playa de 50 o 60 pasos des-de
el mar, hasta llegar a una peña alta de una pica laxada en el río en
que se encubre una llanada mui apacible que se destiende hasta una
siénaga que sale al río Matanzas, correspondiendose y en igual distan-cia
con la dicha aguada por ambos lados deste terreno»30.
28. A.G.I. Escribanía de Cámara, 88 B, cuad. 13, fols. 56-65 y Santo Domingo,
457. Expediente sobre la fortificación de Matanzas.
29. A.G.I. Santo Domingo. 457. Manzaneda al rey, Habana, 15 de enero de
1694.
30. A.G.I. Escribanía de Cámara, 88 B, cuad. 13, fol. 17, «Explicación del plano de
la población y bahía, ejecutado por el ingeniero Juan de Císcara en 1682~T. anto las pa-labras
Manzaneda como las del ingeniero parecen una evocación de lo promulgado en
las Ordenanzas del Bosque de Segovia en 13 de julio de 1573 (ordenanzas 39 y 40 recogi-das
en la Recopilación de las Leyes de Ind~asd e i68ü) [iey 1, tit. 7, ¿i'~ro iV, que dice
textualmente: «En la costa del mar sea el sitio levantado, sano y fuerte, teniendo consi-deración
al abrigo fondo y defensa del puerto») El paralelismo entre ellos es notable.
Participación de Canarias en la fundación de Matanzas 6 1
A la nueva población le fue adjudicada por Manzaneda una juris-dicción
de seis leguas en todo su contorno, pero éste sugena al rey la
concesión de un término municipal mucho mayor. Para ello veía como
muy conveniente que por barlovento alcanzase hasta rozar con los lími-tes
de los lugares de la Tierra Adentro, o sea, Trinidad, Sancti Spiritus y
Pueblo Nuevo (la recién fundada Santa Clara) y por la parte de sotaven-to,
que mira hacia La Habana, las seis leguas ya indicadas.
La población se fundó sobre 500 caballenas de tierra, que estaban
baldías por el temor que habían generado las continuas invasiones de
piratas, que pertenecían al convento de Santa Clara de La Habana.
El viernes 9 de octubre de 1693, el escribano Uribe levantó el
plano de lo que había de ser la primitiva ciudad y al día siguiente se-ñaló
la plaza de armas, cuyo frente miraba hacia el puerto y sus cos-tados
daban a los dos ríos (Matanzas y Yumuri), con unas dimensio-nes
de 100 varas en dirección este-oeste y una profundidad de 150
varas en sentido norte-sur. Dejó delineadas además, tres calles de a
diez varas de ancho cada una.
En la plaza marcó tres solares y medio a distribuir a partes igua-les
para casas de aduana y del alcalde mayor, que ocuparon todo el
frente de dicha plaza de armas. Pasó luego a efectuar la división del
terreno en cuadras, a las que dio de superficie un rectángulo de 120
varas de longitud por 80 de anchura, capaces para 8 solares de 30 va-ras
de fachada por 40 de fondo cada uno.
Aunque el obispo procuró celebrar la primera misa el domingo
día 11, no fue posible hasta el inmediato lunes porque el escribano
consumió todo el día desmontando y delineando el sitio para la igle-sia.
Se dedicó toda una cuadra para el edificio que, en líneas genera-les,
se pensó de tres naves con un fondo de 50 varas repartidas así: 8
para el atrio, 36 para el cañón o nave principal y 6 para la sacristía.
Las dos naves laterales tendrían una anchura de 6 varas y la iglesia
estaría rodeada en todo su perímetro por una calle de 8 varas de an-cho.
El resto de la cuadra sería utlizado para la construcción de las
casas del clero.
Verificadas todas estas mediciones, el obispo bendijo la primera
piedra, la colocó en el lugar donde habna de levantarse el altar
mayor y ofició el Santo Sacrificio con la liturgia correspondiente a
San Carlos, a quien invocó por titular y patrono. A continuación, el
-g obernador de La Habana. en virtud de las facultades que le otorga-ban
las leyes de Indias, constituyó y tituló la ciudad de San Carlos y
San Severino de Matanzas.
62 F. Castillo Meléndez
El 18 de octubre, Manzaneda emprendió el camino de regreso a
La Habana y dejó al escribano Uribe que prosiguiese con sus medi-das
y divisiones del terreno, quien pudo celebrar el día 22 el sorteo
de los 30 solares y el 30 de octubre el de las caballenas de tierra. Es-tas
se distribuyeron a lo largo de las dos orillas del río de Matanzas.
En la margen izquierda señaló 11 caballerias de labor, y en la dere-cha
delimitó 22, internándose hasta casi las inmediaciones de la con-fluencia
del río de San Juan en el anteriormente citado3'.
Dejamos así relatadas las características primarias de solares y
caballenas que habían de albergar y dar sustento a aquellos canarios
fundadores del núcleo urbano que estudiamos.
LOS PRIMEROS POBLADORES
Desde 1684 se había iniciado el envío de familias a expensas de
la Real H a ~ i e n d ap~e~ro, como el dinero presupuestado para la forti-ficación
de Matanzas, se invirtió en la construcción de la muralla ha-banera,
el proceso fundacional se retrasó considerablemente. Ello
había de acarrear, como lógica consecuencia, que muchas familias
canarias, ya harto afincadas en La Habana, esgrimiesen diversos pre-textos
para eludir su traslado.
De otro lado, algunas habían consumido la edad apropiada para
acometer un proyecto que conllevaba una existencia -al menos en
los primeros años-, dura y hasta peligrosa, y otras incluso habían
desaparecido 33.
En previsión de hechos como éstos, las gestiones del procurador
general de La Habana, Sebastián de Arancibia, en Madrid, consi-guieron
la repetición de una cédula dirigida al gobernador Severino
de Manzaneda (la misma había sido enviada a Viana Hinojosa ante-riormente,
en 1688), con la orden que las familias procedentes del
31. A.G.I. Santo Domingo, 458 y Escribanía de Cámara, 88 B, cuad. 13. Expe-diente
sobre la fortificación de Matanzas.
32. Vid. Apéndice núm. 2 de nuestro trabajo La emigración Canaria a la isla de
Cuba ...
33. Hasta seis titulares de familias fallecieron en La Habana antes de llegar el
momento de su tralado a la futura ciudad. (A.G.I. Santo Domingo, 457 y Escribanía
de Cámara, 88 B, cuad. 1.O fols. 197-219 v. Expediente sobre la fortificación de Ma-tanzas,
fol. 2 15 v.)
Participación de Canarias en la fundación de Macanzas 63
Archipiélago canario no desembarcasen en La Habana, sino que fue-sen
trasladadas directamente a Matanzas, para evitar el que, poste-riormente,
pudieran negarse a desplazarse allá.
En ella, además de bosquejarse las exenciones y privilegios que
habrían de disfrutar los ciudadanos de la nueva población, se instaba
al gobernador a que llevase a cabo lo siguiente:
a) Inmediato inicio de las obras de fortificación a la recepción
del dinero novohispano para tal fin.
b) Prohibición absoluta de disponer de los consabidos 30.000
pesos que le serían remitidos en dos plazos de 20.000 y 10.000 res-pectivamente,
hacia otro objetivo que no fuese el señalado.
c) Se atenga en todo al primitivo proyecto del gobernador Fer-nández
de Córdoba, y a lo dispuesto en la real cédula de 14 de abril
de 168234.
Tres meses más tarde, tal como se había indicado en el despacho
del pasado mes de junio, se remitieron instrucciones específicas para ser
observadas y guardadas con los primeros habitantes de la nueva ciudad.
En primer lugar, se le reafirmaba a Manzaneda el envío de las
treinta familias canarias y se le insistía para que en cuanto arribasen
a aquel puerto procediera a su traslado para que se estableciesen en
la bahía, en el paraje que estaba delineado para ello en la planta de
1682, levantada bajo el gobierno de Fernández de Córdoba.
Segundamente, no debena permitir que se construyese fuera del
castillo ni en sus alrededores edificio, casa, ni cueva a menos de un
tiro de cañon del fuerte.
Tercero, que reparta las tierras para su cultivo y dé la cantidad
estipulada a cada familia para que puedan proveerse de lo necesario
para su sostenimiento y conser~ación~~.
En definitiva, los incentivos proporcionados a los emigrantes
con destino a esta nueva población fueron :
34. Buen Retiro, 25 de junio de 1690. A.G.I. Santo Domingo, 876 y Escribanía
de Cámara, 88 B, cuad. 13, fols. 32 -34 v.
Tres meses después, a la vista de una nueva carta del gobernador de La Habana
de 25 de marzo del corriente año, mediante un nuevo despacho, la Junta de Guerra de
Indias le vuelve a ordenar que se atenga a lo que ya estaba anteriormente resuelto.
(A.G.I. Santo Domingo 876 y 457 y Escribanía de Cámara, 88 B, real cédula, Madrid,
25 de setiembre de 1690).
35. A.G.I. Santo Domingo, 1127, 876, 457, 375 y Escribanía de Cámara, 88 B.
Real cédula a Manzaneda, 25 de setiembre de 1690.
64 F. Castillo Meléndez
1) Viaje a costa de la Real Hacienda.
2) Un pequeño socorro económico durante la travesía.
3) Donación de un solar de 30 varas de fachada por 40 de fon-do
y de una caballería de tierra para su cultivo.
4) Exención de toda clase de tributos durante 20 años.
5) Entrega de 50 pesos por familia.
6) Posibilidad de trabajar como peones en las obras de fortifica-ción,
con jornal idéntico al de otros operarios.
7) Facultad de sentar la plaza de soldado y poder compaginar
esta condición con las tareas de labranza en los días libres de servicio.
El 9 de abril de 1693, el capitán general, Severino de Manzane-da,
ordenó publicar un bando para que todas las familias que habían
venido desde las Canarias a costa del erario, se presentasen ante él en
el plazo de cinco días so pena de cinco pesos.
Al mismo tiempo, pidió al oficial de Real Hacienda, Diego de
Peñaiver Nnguio, que ie extendiese una certificcicitii eii la qüe cüiisia-sen
todas las familias que, bajo partida de registro, habían desembar-cado
en el puerto de La Habana y cuyo destino final era M a t a n ~ a s ~ ~ .
Al cumplirse el mes, dicho oficial real presentaba al gobernador un es-crito
en el que se podía leer que habían viajado hasta la isla de Cuba
con cargo a las arcas reales 24 familias integradas por 15 1 personas3'.
Como respuesta al bando pregonado por calles y plazas, se presen-taron
42 familias y Peñalver mostraba mediante una relación nominal
de cabezas de familia, que 34 más no habían hecho siquiera acto de
presencia. De entre las primeras, el gobernador dispuso que habnan de
pasar a Matanzas el día 15 de mayo de 1693, las treinta reseñadas en el
cuadro que se acompaña, en unión del capitán Lope de Hoces y de 60
soldados3*, que llevaban la misión de iniciar las tareas preliminares de
la fortificación a levantar y vigilar y defender a los colonos.
36. A.G.I. Santo Domingo, 457. Expediente sobre la fortificación de Matanzas,
cuad. lo, fols. 15 1 - 153 v.
37. A.G.1. Santo Domingo, 457. Seriificaciúri de Eiego de Pefiaiver Angüb, La
Habana, 19 de mayo de 1693.
38. A.G.I. Ibidem., Manzaneda al rey. La Habana, 1." de septiembre de 1696 y
Expediente sobre la fortificación de ... Orden al capitán Lope de Hoces, La Habana, 18
de mayo de 1693, cuad. 1 .O, fols. 195 - 197. En ella se le decía que habría de poner una
guardia de 6 hombres a cargo de un cabo en la entrada del puerto «en el lugar que Ila-man
la Sabanilla)) y de noche en el rancho de Pescadores, otros 6 y un cabo «con que
n i i nAr i rAn nn p i ~ r t n A ; ~n nr t - n e r Ilr e ~ n ~ l crlll~hc;m -tgr~n n pl mnntp firmen l lp qp mi ra im- L,UCULLL"' u.. I " 0 L " Y . Y Y". L I . . I l L Y I -UyY....." --a- 1- ---v.--- ------- 1- - - - -
penetrable~y envien orden al mayoral del Puerto Escondido y a todos los demás mayo-rales
«que tuviesen hacienda por allá» para que le avisen de cuantas velas divisaren.
Participación de Canarias en la fundación de Matanzas
CUADRO 139
Numcro de
Cabeza dc familia Componentes
JoSe Millán
Luis Francisco
Juan Domínguez
Juan Rodriguez
Juan Rivero
Juan Rodríguez Fiallo
Lázaro Delgado
Sebastián Rodriguez
Francisco Martín
Domingo S~árez
Francisco Ramos
Simón Perez De Villavicencio
Bartolomé Hemández
Juan Delgado Velasco
Gaspar Alfonso
Gaspar Delgado
Diego García de Oramas
Domingo González
Miguel Pérez Mallea
Domingo Alfonso Ruiz
Juan Gómez
Andrés Diaz Baltasar
Sebastián Alfonso
Diego Marrero
Pedro Díaz Guillén
Juan Amador
Gaspar Marrero
Lorenzo Rodríguez
Sebastián Alvarez
Luis Pérez
Origen
Llegada a
Cuba
Sta. Cruz de Tenerife
Sta. Cruz de Tenerife
Sta. Cruz de Tenerife
Sta. Cruz de Tenerife
Sta. Cruz de Tencrife
Pto. de la Cruz de La Orotava
Pto. de la Cruz de La Orotava
Pto. de la Cruz de La Orotava
Sta. Cruz de Tenerife
Sta Cnm de Tenerife
Sta. Cruz de Tenerife
Sta. Cruz de Tenerife
Tacoronte
Isla del Hierro
Gran Canaria
Tacoronte
El Realejo de Abajo
Pto. de la Cruz de La Orotava
El Sauzal
La Rambla
Taganana
Taco ronte
Tacoronte
Tacoronte
El Sauzal
Tacoronte
Tacoronte
Tacoronte
La Laguna
El Sauzal
39. A.G.I. Santo Domingo, 457 y Escribanía de Cámara, 88 B. Bando del gober-nador
de I 1 de mayo de 1693, para que pasen a Matanzas las familias canarias.
66 F. Castillo Meléndez
La nómina confeccionada por Manzaneda con el ánimo de que
se trasladasen los fundadores a la bahía, sufrió algunas alteraciones.
Así, Simón Pérez de Villavicencio, Pedro Díaz Guillén, Luis Fran-cisco
Bacarao y Sebastián Alfonso, fallecidos en La Habana, fueron
sustituidos por Simón González, natural de Tacoronte, Domingo
Rodríguez de Sosa, de La Laguna, Esteban de Torres, casado con
una tinerfeña y Juan González Bello, natural de La Laguna también.
Juan Gómez, cabeza de una familia de Taganana, es el único
caso que hemos encontrado que retornó al Archipielago. José Millán
y Ba,olomé Hemández, pidieron aplazamiento para incorporarse
más tarde, y al final fueron dispensados por el gobernador. A Gaspar ,,
Alfonso y Francisco Martin de Alpisar, que se desplazaron a Matan- - w
zas, se les permitió volver al poco tiempo, en junio de 1693, por sus P
achaques y enfermedades, tras presentarcertificación del cirujano n -
Carlos del Rey40. um
Hubo también otras alteraciones de familias seleccionadas en ' m
E
segundo lugar, que alegaron diversos motivos para no proceder a su B
traslado. -
S
Como consecuencia de los sorteos efectuados por el escribano 5
Uribe Oceta los días 22 y 30 de octubre de 1693, la adjudicación de --
solares y caballerías recayó sobre las familias consignadas en elcua- m0
dro 11, aunque no todas efectuaron su incorporación, algunas tarda- P
ron más de un año e incluso otras no llegaron a verificarlo. S
Se repartieron 31 solares y 33 caballerías de tierra, aunque las n
delimitadas por el escribano fueron 34, pero la señalada en trigésimo g
lugar no fue sorteada por ser cenagosa, y, por consiguiente, inade- 4
n
cuada para tierra de labor. n
n
S En dicho cuadro, que sigue a estas líneas, se enumeran las fami- 5
lias participantes en los sorteos, por sí o representadas, su composi- O
ción familiar, el lugar de procedencia dentro de la isla de Tenerife, el
momento de su arribada a La Habana y, de ellas, las que efectiva-mente
quedaron afincadas en Matanzas, tal como se recoge en la cer-tificación
dada en agosto de 1694 por el capitán de caballos de La
Habana, de guarnición en la nueva ciudad, Juan Palacián.
40. A.G.I. Santo Domingo 457. Peticiones de diferentes vecinos para que se les
aplace su traslado a Matanzas.
CUADRO 11
PRIMEROS POBLADOIRES DE MATANZAS4'
Cabeza de ~ a r n i l i a ~ ' Miembros Procedencia Fecha llegada Solar Caballería
en Agosto-94
Miguel Alfonso de Armas mujer y 4 hijos La Laguna Junio 1683 X X
Domingo Alfonso Ruíz mujer y 3 hijos La Rambla 17 agosto 1691 X X X
Salvador ~ l v a r e z ~ * - - 1693 X X X
Simón Díaz - - 1693 X X
Andrés Díaz Baltasar mujer y 4 hijos Tacoronte 9 Junio 1692 X X X
Juan Domínguez mujer y 5 hijos Sta. Cruz de Tfe. 15 Julio 1684 X X
Pedro Femández Guerrero - - 1693 X X X
Diego García Oramas mujer y 7 hijos Realejo de Abajo 23 Setiembre 1689 X X X
Baltasar González - - 1693 X X X
Diego González mujer y 4 hijos Tacoronte 18Mayo1686 X X
4 1. Ibidem. Expediente sobre lo que se ha obrado en la nueva población de San Carlos y San Severino de Matanzas, en 1693.
42. Las familias de las que no presentamos datos deben corresponder a las llegadas a La Habana el 15 de julio y el 3 1 de agosto de
1693, procedentes de Santa Cruz de Tenerife, que transportaron 27 familias a costa de la Real Hacienda y 15 y media
más dos personas a costa de la permisión y cuyos registros no hemos podido localizar. (Certificaciones de la recepción de estas familias
en La Habana en A.G.I. Indiferente General 3098).
CUAIIRO 11
PRIMEROS POBLADORES DE MATANZAS (Continuación)
Cabeza de Familia Miembros Procedencia Fecha llegada Solar Caballería
en Agosto-94
Jacinto González
Simón ~ o n z á l e z ~ ~
Juan Gonzalez ello^^
Juan González (hijo del anter.)
Blasina de Goies u ~ o c e s ~ ~
Andrés Hernandez Barroso
Matías ~ a ~ u n a ~ ~
Francisco Martín Jiménez
Angel Pérez
Luis Pérez
Miguel Pérez Mallea
mujer y 3 hijos
mujer y 4 hijos
mujer y 6 hijos
mujer
4 hijos
-
-
-
-
mujer y 4 hijos
mujer y 1 hijo
Tacoronte
Tacoronte
La Laguna
La Laguna
Sta. Cruz de La Palma
-
-
-
-
El Sauzal
El Sauzal
Junio 1683
18 Mayo 1686
Junio 1683
Junio 1683
30 Julio 1686
1693
1693
1693
1693
3 Enero 1693
17 Agosto 169 1
43. Sustituyó a la familia de Simón Pérez de Villavicencio, qui'en juntamente con su esposa, había fallecido en La Habana.
44. Sustituyó a la familia de Sebastian Alfonso, igualmente fallecido.
45. De las dos formas consta la documentación. Era csposa de Cristóbal de Castro que debió fallecer. En agosto de 1694, todavía no
se había avecindado. Tampoco lo habían hecho Miguel Alfonso de Armas. Simón Díaz, Juan Rivero, Domingo Gonzá-lez
y Angel Pérez. (Certificación del capitán de caballos, José de Calatayud, de guarnición en Matanzas, Escribanía de Cámara, 88 B,
cuad. 13 fols. 250-250 v.
46. Fue en lugar de José Millan que pagó 50 pesos por ello.
CUADRO 11
PRIMEROS POBLADORES DE MATANZAS (Continuación)
Cabeza de Familia Miembros Procedencia Fecha llegada Solar Caballería
en Agosto-94
Salvador Pérez de Ramellón
Gaspar de los Reyes4'
Juan Rivero
Domingo Rodríguez
Sebastián Rodriguez
Esteban ~ o r r e s ~ ~
Diego Felipe de Bosa
Julián Díaz Gonzalez
Pedro Pkrez Váez
Urbano Pérez
mujer y 4 hijos
-
mujer y 4 hijos
mujer y 2 hijos
mujer y 6 hijos
mujer y 2 hijos
-
-
La Orotava
-
Sta. Cruz de Tfi:.
La Laguna
La Orotava
-
-
-
22 Septiembre 1690
1693
15 Julio 1684
24 Septiembre 1689
25 Agosto 1684
?
1693
1693
- - 1693
mujer - 1693
47. Fue revelado al poco por Antonio Benitez.
48. En el puesto de Pedro Díaz Guillén, fallecido.
49. Casado en La Habana con una hija de Juan Dominguez, natural de Santa Cruz de Tenerife y llegada en 25 de julio de 1684.
Ocupó el lugar de la familia de Luis Francisco, también muerto en La Habana. Ignoramos su naturaleza, aunque lo más
probable es que fuese también canario.
CUADRO 11
PRIMEROS POBLADORES DE: MATANZAS (Continuación)
Cabeza de Familia Miembros Procedencia Fecha llegada Solar Caballería
en Agosto-94
Diego González ello'' mujer y 4 hijos La Orotava 22 Septiembre 1690 X X
Domingo González mujer y 3 hijos La Orotava 17 Agosto 169 1 X
Melchor de Melo mujer y 3 hijos Buenavista 9 Enero 1689 X X
Diego Mendez Sta. Cruz de Tlk. 1676 (probable) X X
Idem X X
(en nombre de una familia
ausente)
50. Sustituyó a Blas Dominguez, natural de la Orotava, venido en 1684, que ofreció el 21 de junio de 1693, 80 pesos a quien fuese
en su lugar.
Participación de Canarias en la fundación de Matanzas 7 1
De la consideración del cuadro antecedente se desprende que
los lugares de procedencia de las familias asentadas en la bahía de
Matanzas fueron:
CUADRO 111
FAMILIAS PARTICIPANTES FAMILIAS AVECINDADAS
LUGARES
EN EL SORTEO EN AGOSTO DE 1694
San Cristobal de La Laguna
La Orotava
Tacoronte
Santa Cruz de Tenerife
El Sauzal
Buenavista
La Rambla
El Realejo de Abajo
Santa. Cruz de La Palma
-
2 1
Isla de Tenerife (sin expresión
de la procedencia) 15
TOTAL 36 26
Estas últimas familias formaban parte, sin duda, del contingente
de 27 que fueron por cuenta de la Real Hacienda en los navíos
«Nuestra Señora del Rosario, San Juan Bautista y Santo Domingo» y
«Nuestra Señora de la Encarnación y San Antonio de Padua (alias
La Bobona)», con cuyos maestres el Juez Superindente, Isidro Garcia
Bustamante, había ajustado su transporte en cumplimiento de la real
cédula de 27 de mayo de 1690, que ordenaba el envío de treinta fa-milias
a La Habana para la población en ciernes. Estas personas fue-ron
recibidas a la orilla del mar el 10 de julio de 1693, y consta del
registro de retorno de las embarcaciones a Tenerife, que fueron en-tregadas
a los oficiales reales de la ciudad de La Habanas1.
51. A.G.I. Indiferente General, 3098. Certificación de Antonio Calderón y
Oquendo, escribano público y de número de Tenenfe de las 30 familias que se embar-caron
para La Habana a cuenta de S.M. Santa Cruz de Tenerife, 17 mayo 1697.
Las rres restantes ias iievó ei ii de noviembre de ió92 ei navio San ivlarííii y ias
Animas. Vid. Apéndice n.O 1 de nuestro trabajo: La Emigración de familias canarias ...
pág. 435.
72 F. Castillo Meléndez
Manzaneda, no obstante dilatar las diligencias sobre el nombra-miento
de ministros y justicias, para el año venidero, «hasta experi-mentar
en los nuevos pobladores los que sean suficientes y capaces
para ello»52,h abía nombrado a pedimento de todos, a Diego Méndez
de León IlladaS3, como capitán de milicias, a Juan González Bello,
como alférez y a Simón González por sargento.
También instituyó para propios de la nueva ciudad un arbitrio
de 5 pesos por solar y otros 5 por caballería de tierra, lo que estaba
en abierta contradicción con las exenciones y privilegios otorgados
en la real cédula de 25 de septiembre de 1690. Esta medida fue pro-testada,
mayormente por los propietarios de las haciendas, hatos y
corrales, que habían quedado dentro de la jurisdicción matancera, y
ello ocasionó un real despacho que redujo la imposición a un tercio
de lo estipulado por Manzaneda para los nuevos pobladores durante
!es primeres 2G añes, mientrus c;ue u !es ingenies y huciendas se !es
excusaba de ello «por lo insoportable que serían nuevos tributos)),
aunque se les pedía un donativo para la fortificación en construc-
~ i ó n ~ ~ .
En agosto de 1694, como acabamos de ver, casi al año de vida
de la nueva población, habia avencidadas 26 familias de aquéllas a
quienes el escribano Uribe Oceta había repartido tierras y solares.
De las que no se habían incorporado, parece ser que sólo una lo hizo
algo más tarde, la de Miguel Alfonso de Armas, pues aparece electo
como alcalde de segundo voto en la constitución del primer ayunta-miento
de Matanzas, que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1694, el
52. A.G.I. Santo Domingo, 457. Manzaneda al rey. La Habana, 15 enero 1694.
53. Este era hijo de Alejandro Lorenzo de Illada y de Maria Méndez de León,
personas nobles, limpios de toda mala raza y descendiente de notorios hijosdalgo que
participaron en la conquista de Tenerife.
Debió llegar a la isla de Cuba en 1676, y habia sido soldado de la compañía de
caballos hasta 1691 en que se le nombró alférez de una compañia de milicias de La
Habana. El 2 1 de junio de 1693, Manzaneda le nombró capitán de las 30 familias que
iban a avecindarse a Matanzas, empleo que desempeñó los 9 años siguientes y que le
costó su hacienda y las de los suyos con tal de conservar la población, ya que los
50 pesos prometidos no se hicieron efectivos hasta pasados dos años de establecidos.
Por estos servicios y para paliar en algo su ruina, fue nombrado capitán de una de
las compañías del presidio de La Habana en 12 de marzo de 1703. (A.G.I. Indiferente
General, 136. Relación de Méritos y Servicios de capitán Diego Méndez de León Illada).
54. A.G.I. Santo Domingo, 877. Real cédula al gobernador de La Habana, Cór-doba
y Lasso de La Vega, Toledo, 5 de junio de 1698.
CUADRO W7
--
FAM. QUE
FECHA LLEGADA A FAMILIAS FAM. IRANS FUERON
ANO MAESTRE NOMBRE DEL NAVlO SALIDA PROCEDENCIA LA HABANA QUE PORTADAS FINALMENTE " , ~ ~ ~ i ~
TRANSPORTO ESE ARO A MATANZAS
1683 Anta de Gamboa
1684 Pascual Ferrera
1684 A. Rojas Montañez
1686 A. Rojas Montañes
1686 Gaspar Pérer de
los Rcycs
1689 Juan Miguel de
la Rocha
1689 Miguel Jorge Roncales
1689 Luis Costero
1690 Francisco Femández
dc Lcmos
169 1 Bernardo Burón
1692 Bernardo Burón
1692 Domingo Melian
1693 Diego Araujo
1693 Pedro Hernández
Martínez
N. S. Guaddlupe y S. Juan Bta.
N. S. Rosario, S. José y S. Dicgo
N. S. Guadalupe y S. Juan Bta.
N. S. Guadalupe y S. Juan Bta.
N. S. de la Luz, S. Antonio
y San Telmo
N. S. de la Candelaria y
San Cayetano
N. S. Soledad y Las Animas
N. S. Rosario y San Francisco
N. S. Soledad, S. Francisco
Xavier y S. Juan de Dios
San Manin y Las Animas
San Martín y Las Animas
San Martiii y Las Aninlas
N. S Rosario, S. Juan Bta. y
Bnto Domingo
N. S. Encarnación y San Anta
de Padua (a. La Bobona)
Pto. de la Cruz
S. C. Tenerife
Pto. de la Cruz:
Pto. dc la Cruz:
Santa Cruz de
la Palma
S. C. Tenerife
S. C. Tcnerife
S. C. Tcncrifc
Pto. de la Cruz.
S. C. Tenerife
S. C. Tenerife
S. C. Tenerife
S. C. Tcnerife
S. C. Tenerife
57. De las 43 embarcaciones que navegaron a La Habana entre 1678 y 1700, sólo 24 tmsportaron familias (vid. CASTILLO MELENDEZ, Francisco: Lu emigruciun Cunuriu
u I r rslu de Cuba en e/ ~ilrirnoc uurro del b i ~ l oX Vl I «Anuario de Estudios Americanos)) vol. XL. Sevilla. 1983, págs. 41 1-467). aquí únicaniente recogemos aquillos que llcvaron
unidadcs familiares que, finalmente, llegaron a formar parte del primer núcleo fundacional de Matanzas. El lector podrá advertir alguna diferencia entre el aparlado de familias
transportadas por un iiavio y el total de las cmigrddas en ese mismo año. Ello ohedece a que en ese mismo periodo de tiempo hubo naves que llcvaron caiiarios a la isla de Cuba, pero
ninguno de éstos pasó a Matanzas. Sc comprende fácilinente al observar el total de barcos qut: hicieron la travesia el año en cuestión y los relacionados por nosotros.
58. Una de estas doce, la de Bernardo Francisco, su esposa y sus cuatro hijos. procedente de Santa Cruz de Tenerife, había viajado a Santiago de Cuba en el navío «Nuestra Se-ñora
de la Soledad y San José», cuyo maestre era Matco Palacios. Es la única faniilia que con cargo a la Real Hacienda viaja en este periodo a dicha ciudad. Y entre 1678 - 1700, sólo
lo hicieron tres más, éstas en 168 1 y con cargo a la permisión establecida por la rcal cédula de 25 dc abril de 1678.
59. Hay una diferencia de 3 familias con respecto al cuadro 11 o de Primeros Pobladore!;. Son las forniada por Juan Gonzilcz. que llegó a La Habana soltero formando parte de
la de su padre, Juan Gonrález Bello. La de Esteban de Torres (vid. nota 49) y la del capitan Diego Mendez, quedebió arribar en 1676 (vid. nota 53).
60. FUENTE: A.G.I. Contaduría: 1142. 1143. 1145. 1146, 1147; Contratación: 2849,2850; Indiferente General: 3098; Santo Domingo: 457 y Escribanía dc Cámara, 88 B.
74 F. Castillo Meléndez
cual empezaría a ejercer sus funciones, como era tradicional, el día
primero del año siguientes5.
En noviembre de 1694 la flamante población, ya había experi-mentado
un segundo aporte de familias a las que también se les re-partieron
solares y caballería de tierra, pero no así por los 50 pesos.
Tales nuevos vecinos fueron :
Francisco Rodríguez y su mujer.
Sebastián de Noda, su mujer y dos hijos.
Sebastián García, su mujer y tres hijos.
Francisco Pérez Herrera, su mujer y cuatro hijos.
Juan Martín de Noda, su mujer, cuatro hijos y su padre.
Cristóbal Palenzuela, su mujer y dos hijos.
Un hermano de éste, su mujer. y tr..e s hijos.
Félix González, su mujer y seis hijos.
Bartolome Pérez, su mujer y seis hijos.
Lorenzo de Sosa.
Andrés Acosta.
Entre todos formaron un contingente de 48 nuevos miembros
que se sumaron a aquella naciente comunidad56.
55. ALFONSO, Pedro Antonio: Memorias de un Matancero, Matanzas, 1854,
págs. 42-43. Los miembros del primer Ayuntamiento fueron: Diego Méndez de León
iiiada, naturai de lenerife, aicaide ae primer voto, ei susodicho ivíiguei Aifonso. Regi-dores:
Domingo Alfonso Ruiz, de la Rambla, Diego Garcia de Oramas, del Realejo de
Abajo, Salvador Pérez Ramellon, de la Orotava, y Pedro Femández Guerrero, de Te-nerife,
procurador general. (Ibidem).
56. A.G.I. Escribanía de Cámara, 88 B, cuad. 13, fols. 250-250 v. Certificación
del capitán José de Calatayud, San Carlos de Matanzas, 21 de agosto de 1694 y Santo
Domingo, 457, Manzaneda al rey, Habana, 3 de noviembre de 1694.
Es ae suponer que este segundo y considerabie aporte de i i faiiiiiias Fuesen iaiii-bién
tinerfeñas, pertenecientes al grupo que llegó a La Habana en agosto de 1693. Pero
hasta ahora no hemos encontrado la prueba acreditativa al efecto.