XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, (2018), XXIII-039, pp. 1-15
SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS DE FUERTEVENTURA Y LA PALMA
INDIGENOUS FUNERAL SITES OF FUERTEVENTURA AND LA PALMA
Laura García Pérez ; Nuria Álvarez Rodríguez; María Antonia Perera Betancor; Jorge País Pais
Cómo citar este artículo/Citation: García Pérez, L.; Álvarez Rodríguez, N.; Perera Betancor, Mª. A.; País País, J. (2020). Sitios funerarios indígenas de Fuerteventura y La Palma. XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana (2018), XXIII-039.
http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/index.php/CHCA/article/view/10434
Resumen: El presente artículo pretende ser un primer análisis y comparativa de los diferentes sitios de enterramientos indígenas de Fuerteventura y La Palma, sus formas, material utilizado, unidad geográfica de acogida y ubicación. A través testimonios de las fuentes historiográfica (crónicas y estudios históricos sobre las Islas), fuentes arqueológicas (cartas arqueologías y excavaciones con metodología estratigráfica) y prestando especialmente atención a la tradición oral ante la carencia de estudios específicos sobre el mundo funerario ya sean de carácter arqueológico o bioantropológico para Fuerteventura. Por el contrario, La Palma dispone de más evidencias funerarias y de un elevado repertorio de piezas óseas fundamentalmente resultante del acto expoliador, por lo que la información con la que contamos resulta limitada, a pesar de tener contabilizadas más de 230 cuevas sepulcrales. Con estos condicionantes abordamos el análisis del mundo funerario de ambas islas, con el objeto de observar semejanzas y diferencias.
Palabras clave: Fuerteventura, La Palma, sitio funerario, enterramientos, cuevas.
Abstract: This article aims to be a first analysis and comparison of the different sites of indigenous burials in Fuerteventura and La Palma, their forms, material used, geographical unit of reception and location. Through testimonies from historiographic sources (chronicles and historical studies on the Islands), archaeological sources (archaeological charts and excavations with stratigraphic methodology) and paying special attention to oral tradition in view of the lack of specific studies on the funerary world, whether of an archaeological or bioanthropological nature for Fuerteventura. On the other hand, La Palma has more funerary evidence and a high repertoire of bone pieces, fundamentally resulting from the act of despoilment, a deeply rooted scourge. As a result, the information available to us is limited, despite the fact that there are more than 230 burial caves. With these conditions in mind, we approach the analysis of the funerary world of both islands in order to observe similarities and differences.
Keywords: Fuerteventura, La Palma, burial site, burials, caves.
Licenciada en Historia. Autónoma de Madrid. Máster en Antropología Física y Evolución. España. Correo electrónico: lauragarp@hotmail.com
Licenciada en Historia, especialidad en Bioantropología, Prehistoria y Arqueología. Máster de Antro-pología física, Máster en gestión de Proyectos y espacios Culturales y Máster en Museología y Museos. Docto-randa. España. Teléfono: +34 699 60 10 59; correo electrónico: nuriaalvarezrodriguez@gmail.com
Arqueóloga, doctora en Prehistoria. Profesora del Departamento de Ciencias Históricas de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote. Calle Rafael Alberti, 50. 35507. Tahiche, Lanzarote. España. Teléfono: +34 928 83 64 10; correo electrónico: antonia.perera@ulpgc.es
Arqueólogo. Doctor en Prehistoria. Inspector de Patrimonio en el Cabildo Insular de La Palma. Direc-tor del Museo Arqueológico Benahoarita. La Palma. España. Correo electrónico: jorgepaispais@gmail.com
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INTRODUCCIÓN
En el presente estudio analizamos el mundo funerario de dos islas del archipiélago de Ca-narias antagónicas geográficamente: La Palma y Fuerteventura. Sirviéndonos para ello de la etnoarqueología, de fuentes historiográfica (crónicas y estudios históricos) y de fuentes ar-queológicas (cartas arqueologías y excavaciones con metodología estratigráfica).
A finales de los 80 se da a conocer parte del contenido del «Avance de la Carta Arqueoló-gica de Fuerteventura», donde por primera vez se recogen numerosos sitios signados como lugares de enterramiento distribuidos en diferentes unidades geográficas: malpaíses, valles, barrancos, cimas de montaña, jables y crestas de macizos, Se mostraba un espectro limitado de tipologías constructivas o naturales modificadas: cavidades naturales acondicionadas, ca-vidades retocadas, artificiales, solapones acondicionados, estructuras tumulares, cistas y fi-nalmente piezas óseas humanas no asociadas a ninguna unidad. Asimismo se mostraban ente-rramientos distribuidos entre las construcciones de asentamientos y poblados, o bien aislados formando necrópolis o elementos individualizados.
Estos datos eran el resultado del desarrollo de la prospección superficial no sistemática, del vaciado de fuentes documentales y de entrevistas a personas mayores por toda la geografía insular. En la actualidad se cuenta con escaso número de sitios que con certeza son enterra-mientos, aunque se han practicado algunas intervenciones arqueológicas, producto en todos los casos de hallazgos casuales.
Por el contrario, La Palma cuenta con muchas evidencias funerarias y con un interesante registro de piezas óseas fruto de los numerosos expolios, lacra arraigada desde hace siglos. La información disponible es circunscrita a pesar de tener registrados más de 230 cuevas sepul-crales. Ello se debe, principalmente, a la escasez de prospecciones sistemáticas en aquellos términos municipales que carecen de cartas arqueológicas y en general porque las excavacio-nes de enclaves funerarios son muy limitadas.
Tipológicamente los yacimientos funerarios de La Palma responden al empleo de cavida-des naturales que según su morfología se denominan de diferentes formas: tubos volcánicos, cabocos, covachas, cejos, etc. No se ha documentado depósitos en fosas o en túmulos, aunque no se descarta su existencia. Las unidades geográficas están vinculadas, en su mayoría, con barrancos y barranqueras, montañas y acantilados. En la actualidad se están desarrollando diversos proyectos cuya finalidad es la de ampliar información sobre los sitios funerarios.
FUERTEVENTURA
Sus yacimientos arqueológicos funerarios pertenecen a diversos tipos, la mayoría de ellos arquitectónicos, y se emplazan en distintas unidades geográficas, pertenecientes igualmente a diversos ambientes arqueológicos, al asociarse espacialmente y en ocasiones a otros yacimientos, o permanecen aislados o formando necrópolis.
Las evidencias físicas que se desprenden de un asentamiento, poblado o de una unidad ganadera, no se trasladan a ciertas unidades funerarias, probablemente concebidas para no ser vistas, permanecer ocultas, y por ello, dada su invisibilidad, es fácil que pasen inadvertidas en las prospecciones arqueológicas de Fuerteventura, donde existen escasas prácticas arqueológicas. Sebastián Jiménez Sánchez señala esta particularidad para El Saladillo (documento mecanografiado de su archivo particular. Museo Canario, pp. 67-68), anotando lo imperceptible con las siguientes palabras:
[…] A tan denso poblado debía corresponder una necrópolis importante más él no nos ha proporcionado huella exacta de enterramientos, aunque suponemos que estos sean SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS...
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numerosos ubicados en la misma abigarrada zona del malpaís. Su localización es difícil de momento, ya que el isleño aborigen trataba siempre de disimular las tumbas de sus semejantes por temor a que fueran violadas por los asaltantes del vecino continente. Este disimulo le era fácil realizarlo entre el acusado barroquismo del campo de lava [...].
Este Comisario aporta un inventario de yacimientos funerarios, algunos emplazados en zonas de litoral, generalmente de cistas y/o tumulares, o bien estas unidades incorporadas al hábitat como Majada de los Negrines, para el que cita que posee apariencia tumular y que denomina «ruinas de enterramientos», asociadas a un «tagoror» y gambuesas (documento mecanografiado de su archivo particular. Ídem); en Barranquillo de Lajas Azules asocia unidades a viviendas, «tagoros» y gambuesas; en Barranco de las Cabras las ubica inmediato a viviendas y «tagoros1», en Lomo Lesque aledaño a casas, gambuesas y concheros; en el Barranco de Amuley asociadas a casas, «tagoros», gambuesas y concheros, túmulos en El Matorral donde excava uno de ellos con ajuar2, cita la presencia de piezas óseas humanas en una cueva de Roque del Buey, de donde recogió cuentas óseas, frenos de baifos y vasijas de barro destinadas a la conservación de la manteca. Este enclave es igualmente citado por Ramón Fernández Castañeyra3 y Sebastián Jiménez Sánchez4. En Montaña de Gairía cita cuevas de enterramientos5 y en La Guirra6 anota la presencia de una necrópolis.
Tipologías de enterramientos en Fuerteventura
Los arquetipos funerarios advertidos en esta isla son:
— Cavidades naturales: solapones naturales acondicionados, cuevas naturales acondicionadas, cuevas naturales retocadas y cuevas labradas.
— Estructuras arquitectónicas artificiales: cistas y túmulos.
Atendiendo a nuestro conocimiento actual, enumeramos:
— Solapones naturales acondicionados: Se sitúan en cimas de montañas en 2 ocasiones: Montaña de la Muda y El Cardón en las que se encuentran otras tipologías de construcciones funerarias. Es el tipo que en su conjunto mejor se mimetiza en el espacio, ya se sitúe en malpaís, paredes de barrancos, laderas o cimas de montañas. En esta última unidad responde Montaña de la Muda (fig. 1) y Pico el Aceitunal en el término de Puerto del Rosario. La distinción que determina si estamos ante un solapón o una cueva acondicionada es el tamaño de la oquedad. Los solapones se configuran a modo de repisas y la cueva es una oquedad mayor que el solapón, pero en la que no podemos penetrar dado su escaso alto, ancho y largo, aunque Bailadero de las Brujas, cueva emplazada en Llano de Esquinso tiene un significativo recorrido en el que se han localizado esqueletos junto a elementos de la cultura material aborigen.
1 JIMÉNEZ SÁNCHEZ (1946).
2 JIMÉNEZ SÁNCHEZ (1952).
3 FERNÁNDEZ CASTAÑEYRA (1883).
4 JIMÉNEZ SÁNCHEZ (1952).
5 JIMÉNEZ SÁNCHEZ (1946).
6 JIMÉNEZ SÁNCHEZ (1952).
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Fig. 1. Solapón acondicionado de Montaña de la Muda. Fotografía María Antonia Perera.
— Cuevas naturales acondicionadas: Distinguimos entre cuevas acondicionadas y retocadas atendiendo al grado de intervención que presenta. No conocemos ningún yacimiento funerario en cueva o solapón sin que no se le haya sometido a alguna modificación, por lo que no clasificamos ningún yacimiento como cueva o solapón natural. La cueva o solapón acondicionado es aquella oquedad que presenta una intervención exterior, generalmente el empedrado y nivelado de su superficie exterior debajo del cual se encuentra la sepultura según pudimos comprobar en Montaña de la Muda7. En ocasiones consta de una pared de piedra seca que cierra total o parcialmente el acceso. Una y otra opción depende generalmente del grado de conservación del yacimiento. La cueva retocada es cuando los elementos físicos que la componen han sido alterados y no se puede retrotraer a su estado anterior. La intervención ha modificado su estructura natural, al contrario que el acondicionamiento, en el que todas las intervenciones resultan reversibles.
En cimas de montaña solo conocemos Pico de la Fortaleza en Puerto del Rosario y El Cardón en Pájara; mientras en paredes de barrancos sabemos de 8 enclaves: Cueva de Esquinso en La Oliva, Barranco de la Herradura, Barranco Bajamanga, Cuevas Labradas de Goroy en Tejuate, en el término de Puerto del Rosario; Cantil de Grano de Oro en el Barranco de la Peña, Betancuria; Los Castillejos en el Barranco de Esquinso en Jandía, Morretes Negros en Butihondo y Punta Salinas, estos tres últimos en el municipio de Pájara. En malpaíses conocemos cinco: Cueva de Huriame y El Cuervo, ambas en Malpaís de Huriame o Guriame, término de La Oliva, Roque del Buey o del Besey, Pozo Negro y Finca del Mesías, estos tres en el término de Antigua. Dos personas localizaron diversas piezas óseas en una cavidad acondicionada de El Cuervo, próxima a un poblado de casas hondas. Dos enclaves se asientan en llanos, Cueva de Esquinse o Bailadero de las Brujas y Cueva de Villaverde, ambos en La Oliva. Un enclave en barrancos que es Cueva de Trequetefía, en Pájara.
Las cuevas de Pico de la Fortaleza (fig.2) tienen la particularidad de que la intervención practicada hace más notoria su presencia, al contrario que los demás yacimientos. La mayoría de las montañas con estructuras tumulares en su cima son visibles desde los círculos de piedras hincadas, y ello significa en algunos casos que se puedan observar los resaltes que producen las construcciones tumulares. De las dieciséis cuevas que conocemos, 4 se emplazan en los malpaíses de Huriame, Gayría y Pozo Negro; 8 en paredes de barrancos, siendo la
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unidad de acogida más frecuente para este tipo, mientras que las demás cavidades se distribuyen en el Barranco de la Herradura o Barranco Viejo, Bajamanga y Cueva Labrada de Goroy (todas en Puerto del Rosario); en el Cantil de Grano de Oro en Gran Barranco (término de Betancuria) y 3 en Jandía, Pájara, en los barrancos de Esquinso y Butihondo y otro en Punta Salinas.
Fig. 2. Cuevas acondicionadas de Pico de la Fortaleza. Fotografía María Antonia Perera.
En las unidades geográficas de llanuras con suelos calcáreos solo conocemos 2 yacimientos, Cueva de Esquinse o Bailadero de las Brujas y la de Villaverde, La Oliva. Las arqueólogas que la han investigado este último entienden que si bien la cavidad proporciona 2 esqueletos, su uso primigenio es habitacional, destinándose a fines funerarios en su última fase. La unidad geográfica de acogida cultural de barranco cuenta con la Cueva de Trequetefía, pudiendo responder a un posterior empleo habitacional, a la inversa de lo sucedido en Cueva de Villaverde, en la medida en que esta cavidad se incluye en la trama constructiva del asentamiento Lomo de la Cueva, en el Barranco Viocho y presenta excelentes dimensiones para un destino residencial.
La cueva natural es uno de los tipos funerarios, pero su elección para ejercer esta función en una u otra unidad geográfica depende naturalmente de su disposición natural. A su vez, paredes de barrancos es la unidad geográfica que alberga un mayor número de enclaves, seguido de malpaíses, al ser estas dos zonas en las que de manera natural se forman más oquedades.
Algunas cuevas naturales sepulcrales se citan en obras de arqueología, por ejemplo las anotadas por Ramón Fernández Castañeyra suelen ser reiteradas por Jiménez y del Arco8, como Hoya del Dinero, Llanos de Santa Catalina, Roque del Buey o del Besey, Montaña de Gayría, etc. Del Arco9 publica diversos enterramientos en cuevas, como Barranco de Esquinso en La Oliva, Llanos de Santa Catalina, Atalaya de Betancuria y en La Atalayita en Barranco de Pozo Negro y aunque 2 de ellos fueron previamente recogidos por Jiménez Sánchez, hasta la actualidad no está corroborados. Probablemente alguno de ellos no pertenezca a la cultura aborigen, sino que revele la práctica de dar sepultura en lugares aislados y alejados de los núcleos urbanos. Verneau10 recoge:
8 JIMÉNEZ Y DEL ARCO (1976).
9 ARCO (1976).
10 VERNEAU (1981), p. 153. LAURA GARCÍA PÉREZ; NURIA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ; MARÍA ANTONIA PERERA BETANCOR; JORGE PAÍS PAÍS
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[...] en una cueva, como lo hacían antiguamente los guanches, de quienes los habitantes de Jandía han conservado casi todas sus costumbres. Advierto a los futuros antropólogos que cuando vengan a buscar en las cuevas de esta península restos de los antiguos insulares, infaliblemente tendrán que desenterrar algún pastor muerto en nuestra época [...].
Es posible que la referencia en la literatura arqueológica a enterramientos en Barranco de Esquinso, La Oliva sea un error. En las primeras publicaciones en la que se da a conocer por Del Arco11 y por Hernández y Martín12 probablemente se refiera a Cueva de Esquinse, denominada también el Bailadero de las Brujas, y no a las cavidades que se forman en el Barranco de Esquinso, más propias para haber desarrollado una explotación económica, que para un uso funerario.
— Cuevas naturales retocadas: Resulta una tipología con escasa representación y en ocasiones las personas que las conocen las denominan labradas como las de Barranco de la Herradura y Goroy, ambas en Puerto del Rosario. Las que reconocemos son El Cardón y Risco del Acebuche, ambas en Pájara y en cimas de montaña. En ningún caso se trata de oquedades con labra sino acondicionadas disponiendo un empedrado de la superficie exterior y/o una pared de piedra que cierra totalmente el acceso a la oquedad. En ambos enclaves espacialmente se combina con cuevas naturales retocadas. Existe una referencia literaria a cuevas labradas en el Valle de Santa Inés, sin que sepamos su concreta ubicación o su existencia.
— Cuevas labradas: Se ubican en las cimas de montañas, siendo el único ejemplo El Cardón.
— Cistas: Espacialmente se vinculan a llanos del litoral, unidad en la que conocemos 9 yacimientos: Charco Bristol, Majanicho, Riego, Punta de la Seba-Bajo del Hierro, Coto de los Mojoncillos, Caleta de Mariría, todos en La Oliva, además de Ladera Blanca en Jarugo en Puerto del Rosario y Loma del Granillo y Cofete en Pájara; un yacimiento se halla en lomo: Tablero del Saladillo, Antigua y otros dos se ubican en barrancos: Los Enises en Vallebrón, la Oliva y Barranquillo del Pozo, Tuineje.
En ocasiones Jiménez Sánchez refiere la presencia de cistas pero aporta dibujos (fig.3) y fotografías que corresponden a estructuras de perfil tumular, siendo improbable saber el uso de uno u otro vocablo como elemento definidor, ya que la cista puede ser el resultado de un mal estado de conservación del módulo constructivo de tipo tumular. Esa misma circunstancia se comprueba en Cofete. Con los lugares donde se ubican las cistas, podemos establecer paralelismos entre el litoral norte en el Malpaís de Mascona, donde se documenta el mayor número de este tipo y la costa de El Matorral en Puerto del Rosario, donde el tipo funerario es el tumular y en ocasiones las piezas óseas han salido al exterior.
11 ARCO (1976), pp. 3-117.
12 HERNÁNDEZ y MARTÍN (1979), pp. 13-28. SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS...
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Fig. 3. Dibujo de Sebastián Jiménez Sánchez de estructura a la que le proporciona un uso funerario. Barranquillo de Lajas Azules.
— Estructuras de tipo tumular: Es el más abundante, ubicándose en llano de litoral con 11 enclaves: Esquinso-Taca, Lomos de Esquinso, Los Opares, Los Molinos 2, Llanos de las Salinas, El Matorral, todos ellos en el término de Puerto del Rosario, además de Llanos del Biscocho, La Guirra, Morros de la Cancela, Llanos del Morrito en el municipio de Antigua y Cofete en Pájara. Conocemos 11 yacimientos en cimas: Morro Blanco, Montaña del Sombrero, Montaña Blanca de Arriba, Cuchillete de Buenavista, todos ellos en el término de Antigua; La Atalayeja de las Brujas, Risco del Carnicero-Risco Blanco, Gran Montaña (fig. 6) en el municipio de Betancuria y Cuchillo del Cantil, Montaña Tirba y El Cardón en Pájara; En malpaíses sabemos de 7: Morro Francisco, Los Jablitos en Villaverde, Coto del Coronel en el Malpaís de la Arena, Tisajoyre, todos en La Oliva (fig. 4), además de Montaña Parrado en Gayría, Caldera de los Arrabales y La Atalayita o El Saladillo en el término de Antigua. Conocemos 6 estructuras de tipo tumular asentadas en lomos: Casas Altas en el Barranco de la Herradura, Lomo Lesque, Barranco del Cigarrón, Lomo del Cuchillete, todos en Puerto del Rosario, además de Llanos del Sombrero (fig. 7), en Pájara y Los Corrales o Altos de Miraflor en Antigua. La unidad llanos interior acoge a 4 enclaves: Llano de Esquinso en la Oliva, Barranquillo de Lajas Azules y Rincón del Valle en el municipio de La Oliva y El Junquillo, en Rosita del Vicario en Antigua. En márgenes de barrancos sabemos de 4: Barranco Tebeto, Barranco Tinojay y Barranco Río Cabras en el municipio de Puerto del Rosario y en el término de Antigua Barranco Gran Valle de la Cueva. Finalmente conocemos 2 enclaves con estructura de carácter tumular emplazadas en degolladas: Degollada Morro Tababaire en la Oliva y Degollada de las Bovias en Pájara. En las unidades llanos y márgenes de barrancos se constata una estrecha asociación con el hábitats, disponiéndose muy próximos o integrados en su cuadrícula organizativa.
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Fig. 4. Estructura de carácter tumular. Cruce Vallebrón- La Oliva. Fotografía María Antonia Perera.
Fig. 6. Estructura de carácter tumular de Gran Montaña. Fotografía María Antonia Perera.
Fig. 7. Estructura de carácter tumular del asentamiento Llanos del Sombrero. Fotografía María Antonia Perera.
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En la Degollada de las Bovias (fig. 5) las estructuras de carácter tumular se integran entre otras del asentamiento y si bien éste se localiza en una degollada, la unidad más relevante de enterramientos se halla en una pequeña loma, conectada espacialmente con la degollada. Esta orografía se eligió para el hábitat y la loma para los enterramientos, ocupándo el sector intermedio construcciones circulares de piedras hincadas, en ocasiones con su interior parcialmente empedrado. Llama la atención que las estructuras de tipo tumular emplazadas en las partes altas de montañas se ubican exclusivamente en el área central de la isla, en la franja comprendida entre Morro Blanco, en la costa central noroeste hasta Montaña del Sombrero y en la Montaña Blanca de Arriba, en la costa noreste y en la parte sur, entre El Cardón hasta Risco Colinos, estando ausente en Jandía y en las montañas del norte insular.
Fig. 5. Estructura de carácter tumular de Degollada de las Bovias. Fotografía María Antonia Perera.
Existen algunas estructuras de enterramiento que podemos considerar como una construcción mixta, atendiendo al nivel de intervención antrópica que experimentan. Los tres yacimientos de esta variante se sitúan en la misma unidad geográfica, aprovechando dos de ellas los solapones y salientes naturales, a partir de los cuales modifica, agrandando la cavidad para proporcionar espacio con el fin de acoger a los cuerpos en el exterior y otra elige las pequeñas grutas. En este último caso la cavidad no intenta mimetizarse con la intervención humana, sino evidenciar su existencia, ya que forman parapetos, al contrario que los solapones que homogeneizan su parte externa para que pase desapercibida. Los tres yacimientos arqueológicos se sitúan alineados en una misma área, Montaña de la Muda, El Aceitunal y Pico de la Fortaleza, como ya hemos parcialmente adelantado.
Forma de enterramiento
Destacamos que las piezas óseas recuperadas en contexto de excavación arqueológica son muy escasos: Cueva de Esquinse o Bailadero de las Brujas, Cueva de Villaverde, cueva en El Cuervo, cueva en Guriamen, Cueva del Majo, El Cardón, túmulo de El Matorral, túmulo de Montaña de Tirba, etc. Los hallazgos fortuitos forman un mayor número, unas 130 piezas LAURA GARCÍA PÉREZ; NURIA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ; MARÍA ANTONIA PERERA BETANCOR; JORGE PAÍS PAÍS
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óseas13, anotándose que este número sigue siendo insuficiente para realizar estudios antropológicos que arrojen luz suficiente sobre el modo de vida y la forma de enterrarse de la población aborigen14. Ante estas pocas evidencias la inhumación resulta ser la práctica más común.
LA PALMA
A diferencia de lo que sucede en la isla de Fuerteventura, La Palma cuenta con un número representativo de enclaves funerarios, en su mayoría emplazados en cavidades de tipología variada. La problemática que conlleva su estudio está relacionada con diferentes aconteci-mientos: expolio, destrucciones y transformaciones de los yacimientos, desconocimiento, ca-rencia de cartas arqueológicas y escasas excavaciones. Los saqueos que experimenta el patri-monio arqueológico de La Palma son realmente alarmantes e irrecuperables, porque no se trata de actos vinculados al pasado sino que se sigue practicando con la consiguiente descon-textualización de las piezas materiales. Esas destrucciones masivas e intencionadas implican sobre todo a las cuevas sepulcrales ya que, la autora es consciente de que son las unidades que conllevan la presencia de ajuar: piezas cerámicas, cuentas de collar, punzones, etc. En otros casos, el objeto codiciado es el cráneo sustraído solo para tener un trofeo en casa. Un claro ejemplo de expolios sufridos en La Palma y usado tradicionalmente es el acaecido en el Ba-rranco de Fernando Porto (Garafía), lugar en el que se emplaza yacimientos de variada tipo-logía. Las cuevas sepulcrales permanecen dañadas y en una de ellas se encontró un saco con piezas óseas humanas, pero no es el único ejemplo, por desgracia, que se conserva (fig. 8).
Fig. 8. Expolio en El Huerto de los Morales, Barranco de Fernando Porto. Fotografia Jorge País País.
En ocasiones, el vaciado de los yacimientos no se realizaba solo por expoliar sino por el carácter nutritivo del sedimento. Son las denominadas cuevas de polvo. Estas cavidades fueron vaciadas por agricultores por ser ricas en minerales destinados a abonar las tierras colindantes y de cuyos actos se conservan de esos actos. En ocasiones es el temor lo que hace que se destru-yan los yacimientos funerarios, un miedo que ha quedado reflejado en textos pasados:
13 LECUONA VIERA y ATOCHE PEÑA (2008).
14 GARCÍA PÉREZ y PERERA BETANCOR (2017). SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS...
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Finalmente, se acordó (el propietario por entonces de Belmaco) de otra cueva situada cerca del mar. Un día había abandonado a un conejo que se había refugiado allí, pues al quitar algunas piedras había visto huesos. Ahora bien, a pesar de sus aires de matamoros, era cobarde como una liebre. Creía como el alcalde de Buenavista, que las cuevas sepulcrales de La Palma contenían todavía guanches vivos. La vista de huesos no lo tranquilizaba. Decía que si unos estaban muertos, podían encontrarse otros que hubiesen sobrevivido. Le hice la observación de que era bastante difícil vivir encerrado en una cueva más de cuatro siglos sin comer nada y que los hombres no vivían ya cuatrocientos cincuenta años, como en los tiempos bíblicos, pero no lograba convencerlo. Los guanches, decía, eran herejes y, por consiguiente, tenían un pacto con el diablo, así que, como éste es tan poderoso, podía muy bien hacer estos milagros. El cura le había contado historias muy extraordinarias, y no se puede dudar de la palabra de un padre15.
En otros casos no es el miedo lo que provoca la destrucción, sino el deseo de transformar la cavidad en una bodega o corral.
El total de estos ejemplos implican la pérdida de las cuevas sepulcrales y por consiguiente la desaparición de la información necesaria para poder entender las prácticas y rituales funera-rias realizadas. La existencia de yacimientos intactos se vuelve una utopía a menos que se encuentren escondidos al ojo humano o en lugares escarpados de difícil acceso. A esto hay que sumar la problemática al estudiar las piezas bioantropológicas. La descontextualización hace que no se pueda realizar estudios poblacionales al no existir individuos completos.
A todo lo señalado tenemos que añadir el número reducido de Cartas Arqueológicas exis-tentes en La Palma ya que todavía hay municipios que carecen de ellas. Los términos munici-pales de Tazacorte, El Paso, Tijarafe, Puntagorda, Garafía, Barlovento, Villa de Mazo y Fuencaliente cuentan con una carta arqueológica pero aún así deben ser revisadas. Recientemente hay que incluir los trabajos de prospección comenzados en San Andrés y Sauces y los realizados en el proyecto titulado Prospecciones arqueológicas en cuevas colgadas en la isla de La Palma. A raíz de estos proyectos y otros descubrimientos casuales se puede establecer una cifra de 230 yacimientos funerarios distribuidos según se aprecia en la gráfica inferior.
Gráfica 1: Distribución de yacimientos funerarios por municipio.
15 VERNEAU (1987), pp. 260-261. LAURA GARCÍA PÉREZ; NURIA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ; MARÍA ANTONIA PERERA BETANCOR; JORGE PAÍS PAÍS
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Además, las excavaciones arqueológicas también son muy limitadas. Se conocen los traba-jos en la Necrópolis del Espigón (Puntallana), La Baranda (Tijarafe), La Palmera (Tijarafe) o Necrópolis de La Cucaracha (Mazo). Pocos ejemplos más se pueden añadir a la escasa lista de intervenciones arqueológicas en espacios funerarios. Esto implica que las colecciones del Mu-seo Benahoarita están constituidas en su mayoría de materiales productos de donaciones y no de proyectos arqueológicos.
Centrándonos, existe una tipología variada según la morfología de la cavidad. Este es un impedimento para unificar nomenclatura, ya que en las diferentes islas se suelen emplear términos específicos para referirse a una cavidad con largo o corto recorrido.
El soporte esencial de las piezas humanas benahoaritas son las cuevas. Se desconoce la existencia de túmulos aunque no se descarta su presencia. Quizás la explicación de este uso masivo sea la abundancia de cavidades disponibles en todos los barrancos de la isla. Eso puede justificar el hecho de que no sea necesario excavar fosas o crear túmulos para dar sepultura. Sin embargo, si se asume que esta población habitó en Canarias durante 1500 años y que la esperanza de vida no era muy alta, está claro que 230 yacimientos funerarios es una cifra muy baja, quizás, por la escasez de prospecciones o por la existencia de prácticas funerarias desconocidas hasta el momento.
Asumiendo que son las cavidades el soporte principal, la nomenclatura varía según su morfología. Así pues, existen cuevas, tubos volcánicos, cabocos, covachas y cejos, etc. El término de cueva es el más usado aplicable a cualquier cavidad, sin embargo, tubos volcánicos y covacha están relacionados con el recorrido del mismo siendo un tubo volcánico mucho más largo que una covacha caracterizada por ser una pequeña cavidad. Los cabocos, en cambio, destacan por su tipo de formación producida por saltos de agua. El caboco más divulgado es Belmaco (Mazo) cuyo uso ha sido muy variado a lo largo del periodo aborigen. Durante las excavaciones de Cuscoy descubrió un esqueleto humano por lo que la cavidad también posee función funeraria. Estas unidades se vinculan a barrancos y barranqueras, montañas, laderas, acantilados, etc. Se localizan tanto en la margen derecha como en la izquierda aunque según estudios anteriores refleja predilección por el uso de la margen derecha16.
Tradicionalmente se ha dicho que las cuevas utilizadas para dar sepultura presentaban peor condición de habitabilidad. Lo cierto es que muchas de ellas se localizan ocupando lugares privilegiados, indicándonos que la elección de la cavidad posiblemente tengan unas connotaciones extras que actualmente desconocemos.
Una de las característica de este tipo de yacimiento es que pueden aparecer formando parte de poblados en cueva. Normalmente, junto a un número determinado de cavidades vivideras se encuentran otras empleadas para depositar a sus muertos. Esto nos puede indicar un uso de los yacimientos funerarios por la misma comunidad o miembros de familia aunque no se puede demostrar hasta que no se realicen estudios genéticos. Ejemplo de ello es Barranco de San Juan (San Andrés y Sauces), donde se sitúa la Cueva del Tendal y al menos otras tres cuevas sepulcrales que se asocian a poblados superficiales, como sucede con la necrópolis de La Cucaracha (Mazo), en cuyo entorno existen fondos de cabañas, que debieron ser elementos esenciales de un poblado.
En otros casos, numéricamente más reducidos, las cuevas sepulcrales forman ciertas agrupaciones, en las que el yacimiento predominante es el funerario. Las Laderas del Time (Tijarafe) o en el Barranco del Cuervo (Breña Alta) sirven de ejemplo. Por otro lado, las cuevas sepulcrales situadas de forma aisladas también están dentro del abanico de posibilidades. Altaguna, localizada en una de las paredes de la Caldera de Taburiente cumple esa característica de aislamiento.
16 ÁLVAREZ RODRÍGUEZ (2009). SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS...
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En la elección del emplazamiento por parte de la población benahoarita también hemos podido detectar una cierta conectividad visual entre algunos yacimiento funerarios relevantes. Esto lo podemos ver en el municipio de Mazo apuntando una conexión visual entre la cueva funeraria del Roque Niquiomo y la Necrópolis de La Cucaracha17, ambas con cremación.
Otra característica es que algunas han sido reutilizadas. Es decir, aparentemente parecen cuevas de habitación, sin embargo, en estratos inferiores se depositan piezas óseas detectadas a través de agujeros de expoliación. Otra posibilidad son las deposiciones coetáneas al uso de la cueva. Este caso lo encontramos en uno de los grandes cejos del Barranco de La Galga, término de San Andrés y Sauces.
Los acondicionamientos externos e internos de la cavidad también se hallan en el mundo de la muerte. En algunos casos se han podido detectar en la boca de las cuevas, tubos volcánicos y covachas de uso funerario un tapiado hecho con muros de piedra seca, como sucede en el Barranco de Las Megeras (Garafía). En otros casos se conservan pequeñas plataformas artificiales en su exterior (Cueva del Cuervo, Breña Alta18). Más complejo es el acondicionamiento interno ya que normalmente suele conservarse revuelto y expoliado. A pesar de lo dicho hay constancia en algunos casos de la existencia de piedras o lajas separando los cuerpos, hornacinas19 (fig. 9) presentes en cuevas como la de Altaguna e incluso enlosados en el suelo de Juan Adalid (Garafía).
Fig. 9. Estructura semicircular adosada a la pared donde estaban las piezas óseas.
En relación a los rituales funerarios presentes en La Palma hay que destacar tres: las inhumaciones, cremaciones y momificaciones. Respecto a la primera de ellas, más que inhumaciones habría que decir que se tratan de depósitos superficiales: «todos se enterraban en cuevas, y sobre pellejos, porque decían que la tierra ni cosa de ella no había de tocar el cuerpo con ella20». Cierto es que muchas piezas humanas sí que se han encontrado formando
17 PAIS PAIS (1997).
18 ROSA ARROCHA (1991).
19 Con el término de hornacinas hacemos alusión a pequeñas estructuras semicircular, normalmente ado-sadas a la pared de la cavidad, en el que se encuentran restos humanos en su interior.
20 ABREU GALINDO (1977). LAURA GARCÍA PÉREZ; NURIA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ; MARÍA ANTONIA PERERA BETANCOR; JORGE PAÍS PAÍS
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parte de secuencias estratigráficas en interior de cavidades cuya explicación podría ser producto de la propia colmatación de la cavidad con el paso de los siglos.
En La Palma encontramos cuevas sepulcrales individuales o necrópolis según el número de depósitos existentes. Generalmente las cuevas acogen más de un individuo que han podido fallecer al tiempo o en diferentes momentos. Esto genera un depósito primario o secundario. En otros casos se han podido verificar piezas seleccionadas previamente antes de ser enterradas por segunda vez (La Zarza y La Zarcita, Garafía).
La práctica de la momificación está presente en la cultura aborigen de La Palma. Ejemplos como la momia del Espigón (Puntallana), el brazo de Bajamar (Breña Baja), las piezas de la necrópolis del Barranco de Briesta (Garafía), o las descontextualizadas que se conservan en la colección de La Cosmológica forman parte de los fondos del Museo Arqueológico Benahoarita. La principal duda que se vislumbra en esta práctica es conocer si son momificaciones naturales o artificiales.
Con respecto a la práctica de la cremación, tradicionalmente se consideraba que las piezas humanas con marcas de calor eran fruto de fuegos accidentales. En la actualidad se ha demostrando que el fuego tuvo un significado substancial para la población benahoarita más importante de lo que estimábamos. En numerosas cuevas sepulcrales los huesos están termoalterados, llegando alcanzar altas temperaturas (entre 500º-600ºC) según nos indica las coloraciones grisáceas y blanquecina que se registran en los huesos. Además de presentar una coloración específica también se registran diferentes tipos de fisuras, fracturas y deformaciones, tal y como se documenta en la Necrópolis de La Cucaracha (Mazo) (fig. 10), en el Roque Niquiomo (Mazo), o en el Barranco del Humo (Breña Alta).
Fig. 10. Necrópolis de La Cucaracha. Las piezas humanas depositadas en su interior están termoalteradas.
CONCLUSIONES
En ambas islas existe una terminología y tipología variada para clasificar los sitios funera-rios basada en la morfología de los lugares de enterramiento y en el grado de intervención de los sitios por parte de la población aborigen. La mayoría se sitúan en barrancos y en zonas altas aprovechando las oquedades y salientes del terreno esta dicotomía es común en las dos Islas. En la zona de llana de litoral localizamos cistas y túmulos conocidos solo para la Isla de Fuerteventura, aunque no se descartan para la isla de La Palma.
La forma de enterramiento más generalizada es la inhumación presente en ambas islas. Pa-ra La Palma además se conoce la práctica de cremaciones y momificaciones. SITIOS FUNERARIOS INDÍGENAS...
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