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EL RESGUARDO DE LAS HACIENDAS AZUCARERAS
EN LA SUCESIÓN DEL CANARIO JUAN BAUTISTA
FRANYUTTI Y OLIVEROS (17501810)
Abel Juárez Martínez
Real Orden a Antonio de Ulloa sobre el derrotero de la flota y precauciones que
debe tomar con el tesoro en Canarias. Ilmo. Señor: en cumplimiento de las Órdenes
que comunico a Usted en este correo y de lo que previene el Sr. Marqués de
González de Catejón sobre el derrotero de la navegación que debe hacer, desde que
desemboque el Canal de Bahamas llegare Usted a dar fondo en puertos de Las
Palmas de Gran Canaria o en Santa Cruz de Tenerife, por haber sabido que hay
novedad de guerra en Europa, quiere el Rey que, en este caso, pida usted cuantos
auxilios necesite del Comandante General de aquellas islas y demás jueces de ellas
para desembarcar y poner tierra adentro, en paraje seguro, el Tesoro de la flota
proveniente de las Indias. Y que entonces me despache Usted aviso de ello a
cualquiera de los puertos de España, en diferentes embarcaciones de las que
encuentren más prontas y le parezcan mas a propósito para traer la noticia, con las
precauciones que dará Usted por instrucción a los que las manden de echar los
pliegos al mar en el caso de verse perseguidos de enemigos. Todo lo prevengo a
Usted de orden de Su Majestad para su exacto cumplimiento. 1
Josef de Gálvez Virrey de La Nueva España
EL COMIENZO DE LA AVENTURA
Como se puede apreciar en el epígrafe transliterado, Canarias en el contexto de la
economía colonial representó un sitio de imprescindible importancia tanto para la Monarquía
española como para su gobierno virreinal instaurado en América. Era de facto un eslabón de
la cadena marítima, CádizHabanaVeracruzAcapulcoFilipinas.
De tal suerte que en las
bitácoras de los Capitanes y Maestres de navíos de dicha ruta, por lo común, incluían su
nombre con letras particularmente diferentes con el propósito de acentuar su plano
protagónico.
La presente entrega para el XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
es resultado de
una serie de estudios previos sobre la presencia canaria en México, cuyo espacio insular
desempeñó desde la perspectiva comercialcultural
un sitio estratégico de envergadura
mundial. En la presente ponencia se plantea, entre otras cosas, la actuación económica y
social de los mercaderes canarios en América y su decisiva participación en el proceso de
constitución de una cultura mestiza americana y, por supuesto, su aportación decisiva para
la constitución de los mercados regionales.
El grupo empresarial español canario de referencia, que se asentó en la región del Golfo
mexicano en el umbral de siglo XVIII, procedía de las Palmas de Gran Canaria y desde las
costas veracruzanas estableció diversos giros mercantiles entre América y Europa, en
particular con el norte de España incluyendo San Sebastián, Bilbao, Santander, A Coruña,
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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Ferrol y Pontevedra entre otros sitios de arribo de mercancías importantes para transvasarlas
del continente americano.
La importancia del sureste veracruzano ha quedado bien puesta en la definición del
antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, que opinó en su momento de manera elocuente sobre
las bondades naturales de la región y entre otras cosas destaca, que aunque su etimología
alude a una región pantanosa del bajo Papaloapan: “en el comedio de las aguas”, esta
concepción no da lugar a suponer un estado de insalubridad general o putrefacción constante,
sino más bien indica con precisión la ubicación del Tlalocan o paraíso terrenal indígena,
debido a la feracidad de las tierras sotaventinas. 2
Algunos de los grupos aludidos, que se asentaron en el sur, pronto se abocaron a la
comercialización de productos nativos hacia la península, como plata, café, vainilla, cacao,
tomate, patata, tabaco, ganadería, madera, henequén y, por supuesto, caña de azúcar. La
anterior aseveración se basa fundamentalmente en las noticias históricas procedentes de los
Archivos de Indias de Sevilla y de la Real Academia de Historia de Madrid (Fondo Benito
Mata Linares). La información española ha sido cotejada cuidadosamente con noticias
nacionales procedentes del archivo General de la Nación Ramos: Aduana, Bulas Reales, Real
Hacienda, Consulados y tierras así como en fondos reservados de la Biblioteca Nacional y
Archivo del Ayuntamiento de Tlacotalpan entre otros. En referencia a este último acerbo es
increíble que aún se conserve a pesar de la excesiva humedad del sitio. Todos los documentos
aludidos contienen datos que nos permiten asomarnos al proceso que conllevó el arribo de las
inversiones de emigrantes europeos en la costa veracruzana.
Dicha información también se ha empalmado cuidadosamente con el desglose acucioso de
la Relación Corral y de su asistente Joaquín de Aranda, que en su oportunidad realizaron
Lutz Brinckmann y Alfred H. Siemens. Este documento histórico, que envuelve una
descripción etnográfica, topográfica, faunística, florística e hidrológica, incluye un detallado
recuento de las producciones del sur de Veracruz.
Los autores aludidos, con su crónica, simbólicamente “nos prestan su ojos” con los cuales
podemos obtener un punto de partida para apreciar las transformaciones de una tierra tropical
y espacio lagunar por excelencia sobre el cual con énfasis futurista, Corral sostuvo que se
podían establecer allí varias industrias y cultivos comerciales. Destacando en sus comentarios,
el estado que guardaba la joya mas preciada del imperio a saber La Nueva España, en los
aspectos militar, económico y social en el umbral de su hegemonía como Metrópoli.
“Generalmente, esta área se ve favorablemente: abundan las siembras de subsistencia; la caña
de azúcar se produce extensamente y se muele en unos 230 trapiches”. 3
Para esta última actividad, el documento de referencia destaca la presencia de africanos
denominados en América “la tercera raíz” . Estos individuos fueron extraídos de sus sitios de
origen por traficantes de esclavos ingleses que en ocasiones utilizaban las terminales náuticas
canarias para refaccionar sus naves con suficiente alimento e insumos mecánicos para el viaje
trasatlántico. El destino de dicha mercancía se localizaba en principio en la Gran Antilla, pero
una cantidad considerable era trasladada hasta las tierras calientes de México que incluía por
supuesto al sureste veracruzano. Allí desempeñarían múltiples actividades entre las que
destacaban la siembra, el cuidado, el corte y el transporte de la caña de azúcar de los campos
al batey; otros más, fungían como operarios de los trapiches.
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El resguardo de las haciendas azucareras en la sucesión del …
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En “reciprocidad mercantil”, tales empresas mercantes depositaron en las bodegas
portuarias del nuevo continente diferentes mercaderías europeas tanto suntuarias como de uso
agrícola, de consignatarios que tenían ya ubicados a sus clientes virtuales. No está de más
destacar que entre sus productos con mayor demanda se hallaba el apreciado y demandado
aguardiente de Canarias, que en la práctica rivalizaba abiertamente con el alcohol
manufacturado en plantaciones del sureste mexicano.
Además, las embarcaciones procedentes del archipiélago canario portaban en sus bodegas,
ya fuese de manera oficial o de contrabando, herramientas propias para el desarrollo de la
agricultura regional, así como telas, hierro en barra de acero, clavazón, pimienta, incienso,
canela, azafrán, papel, plumas para escribir, pólvora, espadas, yunques y libros que no podían
salir directamente de los puertos de Sevilla y Cádiz debido a que se encontraban marcados en
el Index, lista prohibida tanto por el Rey como por los representantes pontificios.
Con el decurso de los años, mercaderes procedentes directamente de Tenerife, Lanzarote y
Las Palmas de Gran Canaria realizaron su labor comercial reiniciando contactos previos,
empleando para el caso características diferentes a las empleadas en la parte álgida de la
colonia, al operar esencialmente en solitario durante las postrimerías del siglo XIX, aunque
desde luego, jamás perdieron la perspectiva de también “Hacer la América” y sobre todo, de
utilizar la estructura comercial establecida de antaño por sus ancestros, que comprendía la
práctica del paisanaje basada en los lazos familiares y coterráneos, que de alguna manera
“obligaban” moralmente al emigrante establecido a tender la mano al “recién llegado” tanto
en el aspecto material como afectivo.
La medida favoreció la génesis de nuevas empresas aunque fuesen modestas así como el
respaldo para cubrir créditos obtenidos de la Real Hacienda o de algunas Cofradías. La
tradición se practicaba consuetudinariamente entre vascos y gallegos; no obstante, los
canarios también la retomaron, impulsándola ampliamente con todos aquellos conocidos que
procedían del Archipiélago.
Bajo estas circunstancias la presente comunicación busca, entre otras cosas, reflexionar
detenidamente sobre el comportamiento de empresas y empresarios mercantiles de la época
referida, procedentes de las Islas Canarias, quienes fincaron sus negocios bajo condiciones
que de alguna manera fueron construyendo día a día, aunque de facto no perdieron de vista
para nada el tráfico transoceánico que tendía un puente comercial entre la Europa Ilustrada y
la Veracruz decimonónica.
Dichos mercaderes se fueron ubicando en nichos de mercado poco explorados durante el
arranque del periodo colonial, de tal suerte que en el umbral del siglo de las luces,
los navegantes canarios de manera visionaria planearan en prospectiva su negocios, de cara
a una nueva era, la cual obligatoriamente debía tomar ya en consideración a los mercados
potenciales de Norteamérica, en donde planeaban colocar sus reservas y excedentes
monetarios procedentes de Europa.
Y si bien es cierto, su labor principal se concentró en la práctica mercantil, no lo es menos
que también lucharon con determinación por posicionarse en la medianía de los grupos de
poder que dirigían las relaciones sociales de la región del sotavento veracruzano, que en
buena medida fijaban el mercado regional e influían en la aceptación o rechazo de los
artículos procedentes del viejo continente.
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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Una familia que tipifica los procesos de acumulación de capital referidos y cuyos
comportamientos se han seguido de manera puntual es la del canarión Juan Bautista Franyutti
y Oliveros, natural de Las Palmas de Gran Canaria, quien asoció sus intereses a los de la
criolla María Regalado y Esquivel, oriunda de la Puebla de los Ángeles y primogénita de un
mercader español también de Canarias, el cual había logrado acumular una considerable
fortuna con la práctica sistemática del cultivo, beneficio y comercialización del trigo.
Dicho empresario heredó a su primogénita doña María Regalado una fortuna considerable,
pero desde el punto de vista de la cultura agrícola mesoamericana la actividad de esta familia
en buena medida contravenía la práctica tradicional del cultivo del maíz ya que este grano
sólo lo utilizaban para autoconsumo de peones acasillados y demás gente de sus haciendas y
para sus bestias mulares y aves de corral. 4
Los Regalado y Ezquivel, por contra, habían logrado constituir un verdadero emporio
agrícolamercantil
en la Intendencia de La Puebla de los Ángeles, asentados en la región que
abarcaba las primeras estribaciones de Tecamachalco, hasta por el rumbo de Tepeaca a la vera
del camino Real VeracruzPueblaMéxico.
Los Regalado edificaron una boyante industria fincada en la considerable demanda de la
harina de trigo que exigía la población europea concentrada en todo el valle de México.
Los Regalado y Esquivel estaban emparentados con los Condes de Regla, empresarios
mineros de Pachuca y mercaderes vinculados al tráfico mercantil procedente no sólo de
España sino también de China y Filipinas. De tal manera que su poder socioeconómico,
contribuyó considerablemente al impulso de la cultura mediterráneaibérica
del pan; su labor
resultó más accesible en tanto que sus tierras de cultivo se encontraban muy cerca del
Altiplano.
Por supuesto que su actividad contrastaba drásticamente con el uso milenario que el
indígena mexicano tenía del maíz, ya que él, al procesarlo de manera artesanal, obtenía la
maza con la cual elaboraba atole, tlascal, tamal y por supuesto la singular tortilla. Con esta
familia de empresarios harineros que formaba parte de los grupos de poder novohispanos,
emparentó Juan Bautista Frantyutti. La unión de intereses económicos afines de los Franyutti
y Regalado logró, entre otras cosas, potenciar su poder y fortuna, así como incrementar sus
propiedades territoriales adquiridas ya de tiempo, durante su gestión como Alcalde Mayor
en la región de Acayucan. De esta manera, el matrimonio FranyuttiRegalado,
asentado en
el sureste veracruzano en la segunda mitad del siglo XVIII, constituyó un consorcio de
envergadura considerable.
LOS PROPÓSITOS
A través de la documentación revisada podemos avizorar su visión empresarial
internacional, la cual de alguna manera se reflejó en su capacidad para transformar y
modernizar las relaciones socioeconómicas
que imperaban en la provincia de Veracruz. Por
ejemplo, en el corredor geográfico situado desde la bahía de Coatzacoalcos hasta el estuario
de Tlacotalpan, era el único hacendado que se jactaba de que para mover la maquinaria de sus
tres ingenios no requería de estanques donde almacenar agua, ya que su Maestro del Azúcar
había diseñado un avanzado sistema de canales que traían el preciado líquido directamente de
la corriente del río.
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El resguardo de las haciendas azucareras en la sucesión del …
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Asimismo, contrató a indios burreros, todos arrieros expertos en cruzar caminos de
montaña, que se daban a la tarea de conducir las mieles de sus ingenios, para trasladarlas
hasta la ribera más cercana del río San Juan Michapa en donde se acomodaban en las barcazas
que navegaban con rumbo a TlacotalpanAlvaradoVeracruzCaribeCanariasCádiz.
Este canario poseía a nombre de su esposa, sus hijos, y la servidumbre de su total
confianza, cuatro de las siete haciendas ubicadas en el Cantón de Acayucan que, si bien es
cierto, por unidad no eran las de mayor extensión, en conjunto si representaban mas del 50%
del espacio ocupado: Cuautotolapan o Corral Nuevo con 21 sitios de tierra equivalentes a
36,855 has; Nopalapan 21 sitios de tierra, 61, 525 has; Calabozo 7 sitios de tierra, 12, 285
has. San Felipe, 21 sitios de tierra, 36, 855 has. Sumadas las cantidades mencionadas,
arrojaban la nada despreciable cantidad de 147, 580 has. 5
Las tres heredades restantes alcanzaban la cifra de 112, 320, destacando de éstas la más
grande hacienda del sur de Veracruz Solcuautla perteneciente al presbítero Prisciliano Terán.
Con la referencia anterior ya podemos inferir con certeza que Juan Bautista Franyutti y
Oliveros logró acumular una considerable posición económica a través de control
y monopolio de la tierra.
En los territorios que se ubicaron y extendieron en todo el espacio geográfico del sur
veracruzano durante las ejecutorias de la expulsión a los miembros de la Compañía de Jesús,
los propietarios españoles con intereses afincados de antaño en la región conservaron sus
privilegios durante el período que duró dicha iniciativa gracias a que encontraron recursos de
traspaso de sus propiedades, no a su sucesión directa sino a miembros colaterales de su
familia
No obstante, también se presentó el caso de heredades como san Juan Zapotal, cuyos
registros catastrales la ubicaban bajo la administración de la influyente congregación de los
agustinos, aquéllos que en el continente americano a su arribo tuvieron dificultades para
ubicarse, en virtud de su aparente relación con Lutero; no obstante, para el periodo que se
estudia, estos misioneros se hallaban bien posicionados al interior de las propiedades rurales
del sureste mexicano. Por el lado de los propietarios particulares, cada uno con su
administrador buscó el recurso adecuado para proteger sus tierras de los embates del estado
español así como del propio Vaticano.
LA PERMANENCIA DE UN EMPORIO
Esta medida dio pie para que con el tiempo jesuitas derechosos, a su regreso del destierro,
en Europa se valieran de la misma norma colonial para impedir que el estado español
aprovechase sus años de ausencia como propietarios y herederos de los bienes de sus
ancestros y se adueñase definitivamente de sus haciendas. Como se sabe, de acuerdo a
la testamentaría del hacendado, sus bienes se incrementaron día a día y por ende sus
plantaciones azucareras, cuyo producto natural era beneficiado y manufacturado en sus 11
trapiches.
Como empresario previsor, a punto de fallecer enteró a su sucesión de todo lo que dejaba
registrado con el notario Llantada, para usufructo de sus familiares, a saber: oro y plata en
lingotes y monedas de uso corriente, una mansión con cimentación de piedra y recubierta con
madera de cedro y caoba, un horno de pan cocer, bodegas y tienda en Acayucan, cabecera de
la alcaldía del mismo nombre. Por otro lado, en Paso de San Juan poseía una pulpería bien
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surtida para atender la demanda de los viajeros y mercaderes que provenían del soconusco,
Coatzacoalcos y Guatemala, así como varias bodegas sobre la rivera del río San Juan Michapa
para albergar los cargamentos de caña de azúcar y tabaco provenientes de los diversos parajes.
Respecto a la zona de influencia de Franyutti, un geógrafo nos informa de su constitución:
Todas las sierras de San Andrés y San Martín son abundantes de agua, dimanando de ellas
los varios ríos y arroyos que quedan indicados y manifiesta el mapa anexo. Hay algunas
lagunas encima de las mismas sierras, siendo la más particular la de Cathemaco, pues
tiene casi trece leguas de diámetro y de seis o siete brazas de agua con abundancia de
pescado. Las tierras tanto las bajas como las serranías, son buenas y producen
principalmente: caña de azúcar, maíz, algodón, frijol, vainilla, maderas preciosas, pita
sobué y demás semillas. 6
Mientras que el recuento de sus bienes ofrecía a los notarios un panorama del
giro transcontinental con el cual el hacendado estaba vinculado, tanto con las rutas que
se dirigían a Cuba, Canarias, Sevilla y Cádiz como con aquéllas provenientes del mercado
asiático, en particular China, Japón y Filipinas. Asimismo, el mercader canario no despreciaba
para nada los mercados regionales, por lo que en sus tendajones ofrecía al cliente local los
productos oriundos del altiplano, Istmo, occidente y norte mexicano.
En sus tierras de pastoreo, perfectamente custodiadas por vaqueros, se contabilizaron
varios atajos de yeguas, mulas, reses, machos cerreros, burros maestros cubridores y jóvenes,
así como caballos castrados. De la región de Acayucan Franyutti ofertaba varios tipos de
madera (caoba y cedro), piedras preciosas entre las que destacaban, jade y ámbar, chinguirito
y panela, ixtle y pieles, entre otros artículos.
LA SUCESIÓN
Los documentos de la testamentaría FranyuttiRegalado
revelan claramente que el
hacendado procreó con su esposa cuatro vástagos: una mujer y tres hombres. Las normas
jurídicas de aquella época con respecto a las herencias establecían con precisión que en la
transmisión de bienes el propietario en principio debería contemplar a los hijos varones. Sin
embargo, Franyutti no testó sus haciendas a favor de sus hijos Antonio, Felipe y Esteban. Por
el contrario, éste adjudicó sus tierras ubicadas en Acayucan a su yerno Joseph Quintero,
marido de su hija Aurelia Franyutti y Regalado de Quintero. 7
Una primera hipótesis, que a la postre resultó nula, conllevaba una sospecha, ya que
explicaba que la eliminación del testamento a sus tres varones, (incluyendo a Antonio el
primogénito) se debía primordialmente al hecho de que su descendencia eran caballeros
dedicados a la vida disipada que deambulaban en ambiente de vino, fandango y mujeres, cuya
conducta presagiaba una rápida dilapidación de la fortuna que tanto esfuerzo había costado a
sus padres.
Sin embargo, poco a poco los documentos fueron desvelando las razones de las acciones
tomadas por él ya que, entre otros propósitos, el patriarca de la dinastía Franyutti no era para
nada improvisado, habida cuenta de que sus tres hijos eran miembros de la Compañía de Jesús
y, por ende, se encontraban en la mira de las autoridades eclesiásticas del arzobispado
mexicano. A la distancia, y bajo una mirada ecuánime, se puede apreciar la visión futurista en
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asuntos financieros y empresariales del personaje principal de esta crónica, ya que su deceso
acaece en 1764, aunque la expulsión de la Compañía se realiza 3 años más tarde en 1767.
No obstante, ante los hechos no se puede dudar de que Franyutti y Oliveros prestara
suficiente atención a los rumores y noticias de las gacetas procedentes de Madrid, que
explicaban con lujo de detalle la expulsión de los jesuitas de Portugal y de todos sus dominios
americanos en 1759. Los relatos que presagiaban un enorme cisma religioso, arribaban hasta
sus haciendas a través de los arrieros, mercaderes, viajeros y saltimbanquis que procedían del
puerto de La Veracruz o del altiplano mexicano.
Bajo las circunstancias referidas, ya se pueden comprender las razones que preceden el
acto notarial donde nombra a Quintero su sucesor universal. En el fondo de tal decisión
subyace su preocupación por que se redujese a polvo todo su capital acumulado durante 25
años de trabajo continuo. Lo que se esconde tras esta apretada determinación, de testar a favor
de sus hijos jesuitas o de otra corporación eclesiástica, responde a la negativa de entregar sus
bienes al Arzobispado, que en La Nueva España, como representante del Vaticano, detentaba
un poder económico, religioso y político, cuyo fin no era por supuesto la “salvación de las
almas indígenas” sino vigilar cuidadosamente el beneficio que pudiesen extraer de los
naturales, a la par que conservaban el control absoluto de los bienes terrenales.
Una acotación al margen permite esbozar el trabajo realizado por los miembros de la
Compañía de Jesús en el territorio americano en lo que corresponde a romper simbólicamente
los muros de los conventos para participar con los feligreses en los diversos aspectos de su
vida cotidiana y que en ocasiones nada tenían que ver con la impartición de la doctrina. Bajo
esta tendencia los vemos inmiscuidos en empresas agropecuarias que implicaban el beneficio
de algodón, maíz, caña de azúcar, ganadería, artesanías, y en Sudamérica lograron incluso
magnificar la exportaciones de la Hierba Mate, producto natural utilizado por los indígenas
como la panacea para aliviar todos los males del cuerpo. Cada una de sus empresas fue
establecida con una visión mercantil, desde la contratación de mano de obra, planeación de
cultivos y selección de semillas en razón de las demandas del mercado mundial y el
establecimiento de relaciones de trabajo menos onerosas para el asalariado.
Pero a pesar de su éxito financiero en el territorio americano, los miembros de la Compañía
de Jesús se hicieron famosos por su habilidad para dirimir pleitos de la sucesión de algunos
prominentes propietarios, no resuelta en vida. De tal suerte que, al quedar su testamentaría
inconclusa, ya fuese por muerte súbita, ausencia definitiva o carencia de herederos directos,
eran obstáculos que impedían de facto a los familiares cercanos derechosos tomar posesión de
sus heredades. De esta manera, durante décadas permanecían irresolutos, circunstancia
que de algún modo afectaba la estabilidad de las comunidades, al tiempo que facilitaban las
diligencias de apropiación de los bienes intestados por los cabildos eclesiásticos.
Una mirada más cuidadosa a las causas por las que dicha Compañía fue expulsada del
continente, poco tiene que ver con los programas religiosos que ellos operaban en el Nuevo
Mundo, ya que éstos se apoyaban en el aristotelismo y en cierta medida utilizaba
la especulación metafísica tan común en otras órdenes. No obstante, la distancia que
les desvinculaba de la Monarquía provenía de su concepción jurídica y de su posicionamiento
antagónico en torno a la política ejercida por el Estado Español, cuyas raíces se encontraban
en Suárez, filósofo oficial de la Compañía, que al reflexionar sobre el poder dice:
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Renueva las teorías sobre los orígenes y las condiciones del ejercicio del poder y les da
una forma sistemática: la autoridad proviene de Dios, por cierto, y, según este concepto, es
sagrada, pero ella supone el consentimiento, a lo menos tácito, del pueblo sobre el cual se
ejerce, que la delega en el Rey. De ello resulta que el soberano no dispone en teoría de un
poder absoluto sobre sus súbditos ya que debe tener en consideración el bien común y
respetar el contrato tácito suscrito con aquellos a cuyo defecto, los súbditos atienen
fundada razón para ejercer el derecho de reconvención, e incluso, como último recurso, el
derecho de insurrección contra el soberano que abusa de su poder y se conduce como un
tirano. 8
Las afirmaciones arriba señaladas no permiten las dudas sobre por qué el monarca Carlos
III en 1767 expulsa de América a la Compañía, en 1774 ratifica la extinción mientras que el
Papa Clemente XIII, por su parte, en 1773 expide un breve para extinguir a dicha corporación
eclesiástica. Pues su pensamiento no sólo se constreñía al espacio eucarístico en sus
parroquias conventos y colegios, sino que al decir de ambos personajes, los discípulos de
Ignacio de Loyola invadían el aspecto profano de las sociedades americanas para, de alguna
manera, convocar al pueblo a la rebelión incidiendo en todos los asuntos que única y
exclusivamente eran competencia de Estado. 9
Al momento de emitirse la orden de expulsión, los jesuitas estaban operando en el Viejo
Continente 105 colegios y 12 Seminarios, mientras que del lado americano poseían 83
colegios y 19 seminarios. En la educación alcanzaron el éxito gracias, entre otras cosas, a que
orientaron sus miradas hacia la captación de conciencias de las oligarquías municipales e
involucraron a los padres de familia en actividades teatrales, recurso didáctico que de manera
sutil les permitió incrementar su influencia en la sociedad de su época. 10
Sin embargo, todo su poder hegemónico, conservado por décadas, se vino abajo con
su extinción, seguida por la destitución de los ministros católicos simpatizantes de su
movimiento, a pesar de las protestas que se desarrollaron en diversas regiones del País y el
temor, por parte de las autoridades coloniales, de que ocurriese un levantamiento general fue
entonces cuando se inició la inexorable diáspora hacia distintos destinos del mundo. Tras la
orden de expulsión de forma inmediata, 21 misioneros fueron acomodados en las bodegas de
La Nao de China con rumbo a Oriente. Y en abril de 1768 habrían salido vía puerto de La
Veracruz 498; dos años después, durante la primavera, partieron 90 jesuitas para Gran Canaria
y Sevilla en los navíos El buen Consejo y La Rosa . 11
A lo largo y ancho de la provincia de Veracruz, prácticamente se rastreó la presencia de los
“soldados de Cristo”, que probablemente se habían ocultado con su parentela. A las acciones
de inspección de los agentes del Virrey y del Arzobispado no escapó el área de la antigua
Alcaldía Mayor de Acayúcan, bastión socioeconómico y espiritual de Antonio, Felipe y
Esteban Franyutti Regalado. Por supuesto, no para constatar su negativa a la partida, pues sus
nombres aparecían situados en la lista del Patrón del navío la Rosa . Más bien, lo que las
autoridades pretendían, se relacionaba con el impacto socio religioso y político que en su
momento pudiese haber logrado su “mensaje evangelizador” y si sus seguidores en la región
estaban reproduciendo su obra sediciosa. Si esto último fue constatado no lo sabemos, ya que
la documentación revisada no revela información sobre el tema más allá de 1780. No
obstante, nuestras pesquisas continuaron hacia adelante en los expedientes correspondientes al
Grupo Documental Tierras, que abarca el periodo comprendido entre el 11 de mayo de 1807
y el 22 de febrero de 1811.
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Dicha documentación, bajo el Alcaldías Mayores, entre otros elementos señala lo
siguiente:
El Presbítero Don Antonio Franyutti y regalado a la par de sus coherederos y hermanos
los también Presbíteros Don Felipe y Don Esteban. Siguen autos de adjudicación de la
Hacienda de Cuautotolapan (36,855 hectáreas) perteneciente a la jurisdicción de
Acayucan, herencia de su difunto padre el Sargento Mayor Don Juan Bautista Franyutti.
Ya que la mencionada hacienda se había adjudicado a Don Joseph Quintero marido de
Doña Aurelia Franyutti quedando nula dicha adjudicación por decisión del Arzobispado
de México. 12
La sucinta información arriba señalada la entregó Antonio Franyutti al Director General de
alcabalas para que se declararan libres de pago los frutos de la hacienda mencionada, por ser
producto de bienes patrimoniales y para que ellos como religiosos estuvieran exentos de
tributaciones. Asimismo, se introducen al expediente de los querellantes los informes de la
Contraloría General de Alcabalas de fecha 9 y 23 de noviembre de 1808, y la circular nº 2
sobre juicio de Alcabalas. Don Francisco Manau y Torquemada, Albacea de los Franyutti
Regalado, solicita que le sean entregados todos los autos correspondientes para establecer
defensa legal ante el agravio padecido por sus representados al privarlos de sus terrenos, a los
que: “A todas luces tenían derecho”. 13
Una primera observación que emerge de la lectura de este documento alude a la estrategia
utilizada por el padre de los Presbíteros, ya que a pesar de lo bien planeada y ejecutada, ésta le
funcionó únicamente hasta los años postreros del siglo XVIII. Pues todavía en marzo del 94 se
registró la noticia en el Puerto de la Veracruz sobre el embarco de partidas de azúcar
procedentes del sureste veracruzano con rumbo a la Península, que correspondían a contratas
antiguas establecidas entre las firmas de Antonio Yermo y Juan Bautista Franyutti. 14
Pero con el decurso de los años, la “justicia” virreinal se instauró en Cuautotolapan para
arrancar de las manos de Joseph Quintero tanto la propiedad como el usufructo de la misma.
De tal suerte, que tuvieron que transcurrir casi cuarenta años hasta que los vientos de cambio
gaditano llegaron a La Nueva España y fueron propicios para el nuevo arribo de jesuitas a
otros territorios de América, y para que de esa manera nuestros personajes encontrasen la
coyuntura idónea para reclamar formalmente sus pertenencias.
Si bien es cierto que el reestablecimiento de la Compañía aconteció en Europa en 1814 y
hasta 1816 fue readmitida en nuestro país, 15 no lo es menos que en México las circunstancias
políticas y sociales se tornaron mas amigables para los Jesuitas a partir de 1810, a medida que
cobraba fuerza la revolución de independencia en la que llevaban el rol protagónico dos
clérigos: Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, por cierto educados en
colegios de la misma compañía.
Las gestiones de los Franyutti Regalado sí alcanzaron el éxito anhelado, afirmación que se
desprende de un estudio de largo alcance que nos sitúa en 1869, año en el que se desarrolla el
pleito por la posesión de Cuautotolapan o Corral Nuevo entre la junta directiva de la sociedad
El Pueblo, representada en la persona de Bartolomé Mercader contra Ruperta Franyutti de
Navarrete. En los alegatos de dicha sociedad se argumentaba que la hacienda era propiedad
del poblado de Acayucan; sin embargo, los representantes no pudieron comprobar con
documentos fidedignos tales afirmaciones, por tal motivo, el Ayuntamiento de Acayucan
cumpliendo órdenes expresas del Gobernador resolvió el caso de la manera siguiente:
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XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
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1. Que en todo lo escrito, en las doscientas veintitrés fojas sometidas á examen y
calificación, no hay un solo concepto, por el cual se indique siquiera, que Acayúcan
tenga derecho, ni haya estad en posesión, de todo ni parte de los terrenos que se han
conocido siempre de don Juan B. Navarrete como representante legítimo de Doña
Ruperta Franyutti de Navarrete (nieta del finado Juan Bautista Franyutti y
Oliveros), su legítima esposa y verdadera dueña.
2. Que los terrenos de la hacienda de Cuautotolapan, y que abrazan hoy, por nueva
denominación de “Corral Nuevo”, se extienden hasta los puntos y términos, que se
marcan en el deslinde que se ha mencionado de 1783.
3. Que los rumbos de Malota, Jalapa, Aguafría, Tecuanapa y Michapara, forman parte
integral de los terrenos ya dichos.
4. Que en consecuencia han sido y son, con derecho robusto de dominio y propiedad
legítima, dueños de los terrenos expresados, Doña Ruperta Franyutti y Don Juan B.
Navarrete. 16
COLOFÓN
Las visicitudes expuestas en la presente investigación demuestran, entre otras cosas, el
posicionamiento económico y social que logró el empresario canario Juan Bautista Franyutti y
Oliveros, y cómo a pesar de que sus hijos, al pertenecer a la compañía de Jesús, estaban
involucrados de alguna manera en los cambios políticos que se gestaron en el umbral del siglo
de las luces, sus estrategias de resguardo de su propiedad tuvieron éxito en tanto que las
secuelas de su imperio se extendieron durante todo el siglo XIX, como quedó constatado en la
documentación presentada.
Lo anterior también es una muestra de la participación que tuvo en su momento la cultura
canaria en la conformación de nuevas redes mercantiles hacia Norteamérica y Europa y, sobre
todo, en la construcción lenta pero consistente de los mercados regionales mexicanos.
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El resguardo de las haciendas azucareras en la sucesión del …
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NOTAS
1 Josef de Gálvez. AGI. 24 de septiembre, 1777, Sevilla, L. 2987.
2 Aguirre, Beltrán, 1992, p. 187.
3 Brinckmann y Siemens, 1976, p. 286.
4 AGN. 1754, Vol. 974, Exp. 13, ,p. 666.
5 AGN., Tierras, 17671786,
Vol., 955, Exp. 10, p. 294.
6 Brinckmann y Siemens, 1976, p. 301.
7 AGN. 1802, Reales Cédulas, Vol. 185, Exp. 103, p. 1.
8 Pérez, Joseph, Madrid, Ediciones de cultura Hispánica, 1988, p. 275.
9 Torales Pacheco, Cristina, IMCE., Universidad Iberoamericana, 1982.
10 A.R.S., Gracia y Justicia legajo 667, Doc., 58, Madrid, abril 1767.
11 Torales Pacheco, Cristina, IMCE., Universidad Iberoamericana, 1982.
12 AGN., vol. 2906 Exp. 9 fojas 222326.
13 AGN., Vol. 2906 Exp. 9 fojas 222326.
14 Archivo Real de Simancas, Gracia y Justicia, legajo 710, Madrid, 1794.
15 Stapples, Anne, La iglesia en la primera República Federal, México, 18241835,
Méx.
SEP Setentas, 237, 1976, p. 138
16 Villegas, Manuel, Breve análisis de la propiedad agraria en el Cantón de Acayucan, Orizaba, agosto 24,
1885, pp. 2324.
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