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FALANGE ESPAÑOLA EN LA PROVINCIA DE
TENERIFE (1933-1939)
Salvador González Vázquez
Introducción
En la provincia de Tenerife, Falange Española surgió como reacción a las amenazas
que la legislación republicana y el movimiento obrero suponían para dos instituciones
preciadas por amplios sectores de la sociedad: la Propiedad y la Iglesia. Primero en Tenerife
y en La Palma (1933), posteriormente en La Gomera (1936), el objetivo prioritario de
Falange fue desestabilizar y derribar al régimen democrático que había traído una legisla-ción
anticlerical, socavado los caciquismos tradicionales en las comarcas insulares y per-mitido
la expansión del peligro que comunistas y anarquistas conllevaban para el derecho
a la propiedad.
Desde sus orígenes minoritarios en la provincia de Tenerife, y con el aludido nexo
común de querer destruir la II República, convivieron en el seno de Falange dos aspiracio-nes.
A un sector de los falangistas “conservador” le bastaba el propósito destructivo de
acabar con la II República. Pero otra facción “regeneracionista” acumulaba también la
intención de implantar posteriormente un régimen que erradicase el caciquismo y que,
conjurados los riesgos que comportaba la lucha de clases, mejorase las condiciones de
vida de las estratos más bajos de la población.
Si bien la necesidad de derribar la II República, primero, y de vencer en la Guerra Civil,
después, unió a ambos sectores, sus programas y sus ambiciones divergían, lo que se
traducirá en una pugna por el poder entre el sector regeneracionista o nacionalsindicalista
de Falange y los elementos conservadores del bando nacional.
La Reacción
Los impulsores del sector “conservador” fueron jerarquías de la Iglesia hostiles a la
República y segmentos de la gran propiedad, tanto agraria, como comercial e industrial,
que habían sostenido enfrentamientos con unas organizaciones obreras cada vez más po-tentes
y se sintieron amenazados por el devenir republicano. Conforme transcurría el quin-quenio,
fue arraigando el deseo de acabar con el régimen democrático en buena parte del
mundo católico, en sectores económicamente acomodados del republicanismo y en las
clases altas integrados en la derecha. Durante el segundo bienio, y sobre todo, tras la
derrota electoral de febrero de 1936, los llamamientos a la defensa de los patrimonios
morales y materiales pretendieron movilizar a las feligresías, activar a las clientelas y
convencer a cualquier propietario de que la única manera de proteger sus bienes, sea cual
fuere su tamaño y rentabilidad, era terminar con la II República. De la proyección social y
económica de este conjunto se nutrirá la conspiración contra la República y, como parte de
ella, Falange Española en la provincia de Tenerife.
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Del descontento de la Iglesia era portavoz el Obispo de Tenerife, Fray Albino González
Menéndez Reigada, quien, en 1935, calificaba la situación de aquel momento de “crisis
en todos los órdenes”. “Crisis de autoridad que al prescindir de Dios se evaporó”, “sin
punto de apoyo posible”, dando bandazos “entre la anarquía esencial más o menos disi-mulada
y el cesarismo pagano”. “Crisis de educación, que al negar todo ideal religioso,
hasta la misma noción de hombre se le evaporó igualmente” empujando a la juventud
“inerte hacia las garras del bolchevismo o de un nacionalismo absoluto, que como dioses
falsos le degradan de su dignidad personal, convirtiéndole en una rueda más de su brutal y
despótico mecanismo”. “Por eso, -señalaba-, porque tan mala y tan desastrosa fue la expe-riencia,
se inicia ya en todas partes la reacción”.1 A la altura de 1939, el Obispo de Tenerife
seguía considerando a la Democracia enemiga de la “verdadera España” y de la Iglesia
católica porque imponía “la soberanía absoluta e ilimitada del Estado con desconocimien-to
de la Iglesia y de todo poder espiritual” y porque ella “ha traído esas plagas, próximas
a estallar en estragos lamentables, que se llaman Socialismo, Comunismo y Nihilismo”.2
En 1942, en reflexiones del mismo tenor, hablaba “del eclipse cuasi total de la personali-dad
de España, con la II República” y calificaba a los años de República de “delirium
tremens de mortal agonía”, del que los había sacado “milagrosamente nuestro glorioso
Movimiento”.3
También sectores de las clases altas y medias que habían apoyado la implantación de la
República se sentían contrariados por el devenir republicano y habían recalado en posicio-nes
rupturistas. Se trata de evoluciones similares a la experimentada por el administrador
de fincas rústicas y urbanas Norberto Morales Rufino, quién, adscrito al ala moderada del
Partido Republicano Tinerfeño, se sintió desengañado porque “vio” como “una Repúbli-ca
que habíamos traído todos los españoles sin distinción, para que se moviera en una
órbita conservadora” había degenerado en una “democracia vocinglera” que había in-cumplido
“el compromiso” conservador inicial. Durante la II República, involucrado en
el conflicto social contra el Sindicato de Inquilinos de Santa Cruz de Tenerife, “se le
asaltó su casa, se le destrozó su hogar y se le hizo vivir constantemente bajo la amenaza de
los desalmados predicadores”. En su opinión, se había llegado a un punto en que “España
se perdía en manos de criminales” y “solamente Falange podía contestar a este declive
funesto, porque su táctica y programa totalitario” era “el único instrumento político social
adecuado para oponer a la ola comunista”. A su juicio, “las fuerzas disgregadas del radio
democrático, desengañadas”, “forzosamente habían de derivar hacia un partido de lucha y
sacrificio como la Falange”.4
En el seno de la derecha también se percibía que la República se convertía en una
amenaza para el orden social. Sus militantes y simpatizantes se inclinaban por opciones
rupturistas hacia el régimen democrático. En marzo de 1936, el diputado de Acción Popu-lar
Ramón González de Mesa manifestaba que, aunque con la derrota electoral de febrero
les habían “jugado una mala partida”, los resultados de los comicios no le desilusionaban
porque “España es muy grande y se levantará pronto”. Añadía que se sentía “de Acción
Popular pero derechista” y aclaraba esta afirmación explicando “que si nuevas sorpresas
surgieran y nuevos contratiempos exigieran alguna evolución, yo iría siempre hacia la
derecha”. Este pensamiento quedaba más precisado al especificar que su preocupación
fundamental en esos momentos era “¡Salvar a España!...¡Cómo sea!”.5 El otro diputado
de Acción Popular elegido en las elecciones de Febrero por la provincia de Tenerife, López
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de Vergara, se encargo de defender a los jóvenes dirigentes falangistas tinerfeños deteni-dos
en la primavera de 1936 argumentando al tribunal “que una asociación que como
primera norma tiende a defender las tradiciones del pueblo español y emprender una obra
de justicia social no debe ser declarada ilegal”.6 Posteriormente, ambos diputados serían
directivos de Falange Española durante una amplio período de la Guerra Civil. También el
consignatario Andrés Arroyo González de Chávez, miembro destacado de la Unión de
Derechas durante la II República y uno de los principales directores de la campaña electo-ral
contra el Frente Popular, se exilia el 20 de febrero de 1936 y colabora con la conspira-ción
militar desde Francia en contacto con Calvo Sotelo, Juan March, Luca de Tena y el
Conde de Rodezno.7
La facción “regeneracionista” surgió fundamentalmente entre jóvenes estudiantes de
bachillerato o universitarios, deseosos de proteger las tradiciones (religión, propiedad) del
medio familiar en que se había desenvuelto su existencia pero que, imbuídos de las ideas
primorriveristas, también ambicionaban regenerar su país impidiendo la restauración del
régimen de oligarquía y caciquismo, que a su entender, causó el atraso económico y moral
de España. En la Isla de Tenerife, según refiere uno de sus fundadores, Falange surgió, en
1933, en la ciudad de La Laguna, sede del obispado, entre jóvenes estudiantes de proce-dencia
católica como el palmero Francisco Javier Centurión. Su labor política hasta ese
momento la desarrollaban como articulistas en el diario católico la Gaceta de Tenerife y
como propagandistas de la Unión de Derechas, organización que abandonaron en plena
lucha electoral, en octubre de 1933. Los motivos fueron dos: consideraban a la Unión de
Derechas una “cueva de ambiciones bastardas” y estaban en desacuerdo con la táctica
“accidentalista” escogida por la Derecha en aquellos momentos. Francisco Javier Centurión
y los suyos habían llegado a la convicción de que, mientras ellos iban “allí en guerrilla
nacional”, la Unión de Derechas “era, sencillamente, una partida”. “La inquietud española
y revolucionaria latente” en ellos les conducía hacia “El Fascio”.8
El paulatino ensamblaje de este conglomerado se produjo de tal forma que, como ates-tigua
Norberto Morales Rufino, cuando se desencadenó la sublevación militar no hubo
“ideologías políticas”, ni divisiones en “republicanos, monárquicos, populistas y
falangistas”, sino “todos unidos al Ejército para salvar a España de las garras del marxis-mo
canalla”.9 En efecto, todo este conjunto disconforme con el régimen republicano fué
recogido en la conspiración que el general Francisco Franco armó en Canarias desde su
arribada en el mes de marzo. El político republicano Tomás Quintero Espinosa fue testigo
de que “Franco no perdió el tiempo” porque “inmediatamente después de su llegada co-menzó
a preparar su campaña”, “se rodeó de los elementos más reaccionarios del país” y
celebró “continuas reuniones no sólo con sus compañeros de profesión, sino también con
los más significados elementos de derechas”. “Manejos -prosigue el republicano tinerfeño-que
no pasaban desapercibidos para la opinión pública”.10 Al mes de la llegada del nuevo
Comandante General son detenidos en La Laguna y Santa Cruz de Tenerife prominentes
representantes de la derecha y de la burguesía provincial, entre los que destacaban directi-vos
de Acción Popular y de Acción Católica, sospechosos para la autoridad gubernativa de
conspirar contra la II República.11 Otro síntoma de esta conjura aflora en el mes de junio,
cuando el general Francisco Franco visita a miembros de la burguesía agraria residente en
la Villa de la Orotava con ocasión del día del Corpus Christi. El General recibió la custo-dia
de “dos espontáneas escoltas, la militar y la civil, que parecen que han ocupado la
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pacífica población”. Según el cronista, “la escolta civil se” redobló “con jóvenes falangistas
de la centuria local”.12 La composición de estos equipos de protección en las vísperas del
golpe de estado sugieren la existencia de una relación entre el Ejército, la Falange y la
burguesía agraria del Norte de Tenerife que, efectivamente, se materializaría la mañana
del 18 de julio de 1936 en la movilización inmediata de los jóvenes falangistas y en la
colaboración con el nuevo régimen de los grandes propietarios insulares.
La Guerra Civil
La impotencia nacionalsindicalista (1936-1938).
En Tenerife, la derecha asumió el mando tras el Alzamiento Nacional. Un informe
sobre la situación política en la provincia fechado en enero de 1940 relataba que ”en
Tenerife, los politicastros amparados por el célebre General Don Ángel Dolla, enemigo de
Falange, se hacen dueños de la situación y pasan al Gobierno Civil al Teniente Coronel
Don Julio Fuentes Serrano, Presidente del partido de Acción Popular Agraria, quien repar-tió
todos los cargos públicos entre sus amigos y afines políticos, ocupando hasta las secre-tarías
de los organismos provincial e insular. Con ello se hacen pues por completo amos de
la situación, prevaleciendo esta etapa hasta mediados de 1938".13
En realidad, durante los primeros meses de la contienda se libró una lucha entre dos
sectores de los partidarios del bando nacional: el de los cosecheros y el de los exportadores.
Esta pugna entre facciones de las clases altas venía de la I Guerra Mundial y se había
recrudecido durante la etapa republicana.14 En los primeros meses de 1937, los intereses
de los grandes propietarios plataneros prevalecieron sobre los de los agentes
comercializadores debido a que las nuevas autoridades nacionalistas implantaron medidas
propugnadas con insistencia por facciones de la burguesía terrateniente. A saber: conce-sión
de un crédito agrícola, sindicación de los agricultores para comerciar la fruta y reduc-ción
de los costes en la exportación, tanto disminuyendo los salarios como esquivando los
gastos añadidos que provocaba la presencia de los exportadores en el negocio. En efecto,
los generales Ángel Dolla Lahoz y Carlos Guerra Zagala firmaron Bandos que favorecie-ron
los intereses agrarios.15 Esto provocó el profundo descontento de representantes de las
empresas exportadoras como Tomás Cruz García, diputado por Acción Popular durante el
segundo bienio y Manuel Cruz Delgado, uno de los mayores exportadores de la Provin-cia.
16 Al encarcelamiento de este último a mediados del año 1938 por órdenes del Gober-nador
Civil, hay que sumar el expediente abierto a otro destacado exportador, Cándido
García Dorta, acusado de prácticas fraudulentas en su negocio de exportación de plátanos,
de no pagar impuesto a la hacienda municipal y de “caciquear” en su comarca de origen.17
Tres años más tarde, nos encontraremos con un informe del Gobernador Civil de Tenerife
que acusa a Andrés de Arroyo y González de Chávez, otro de los principales exportadores
de Tenerife, de dirigir a los sectores partidarios del Nuevo Régimen que se oponían a las
autoridades del Movimiento en la Provincia.18 Uno de los pasajes de esta lucha se produjo
en el verano de 1937, cuando las autoridades nacionales recibieron un informe en el que se
criticaba a las autoridades públicas tinerfeñas del momento (Gobernador Civil, Presidente
del Cabildo, Alcaldía, etc.) por “no concurrir en algunas la capacidad o aptitud que las
funciones requieren”, ni tampoco “el fervor nacionalista con la intensidad proporciona-da”.
Según el escrito remitido, el resultado era que “en esta retaguardia” prevalecían “filtra-
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ciones de elementos del Frente Popular, de azañistas, masones, rotarios, y destacados afi-liados
en izquierda y marxismo”, lo que provocaba, según el mismo escrito, el “disgusto
en las clases sociales de sentido nacionalista y de tradición de orden”. La solución pro-puesta
por el autor -desconocido- pasaba por situar en los cargos principales del gobierno
provincial a personas relacionadas con las instituciones en los períodos precedentes de la
Restauración y de la Dictadura del General Primo de Rivera.19 Es decir, que una facción de
las clases dominantes durante la Restauración recababa el apoyo del Gobierno nacional
para prevalecer, ofreciéndose como un intermediario local más diligente y compenetrado
con las ideas y objetivos del Nuevo Régimen. En agosto de 1937, el recién llegado Gober-nador
Civil Daniel Arraiza Goñi se referirá a este contencioso que se libraba entre secto-res
de las clases altas tinerfeñas al afirmar que, desde su toma de posesión había detectado
una lucha soterrada entre los partidarios del Nuevo Régimen. “Se advierte -declaraba- una
absorción peligrosísima del interés general en provecho de ciertos intereses particulares,
origen de ciertas dominaciones oligárquicas, y como consecuencia, y por parte de los que
no se aprovechan de los privilegios, rencores y hábitos de delación y de queja, que obsta-culizan
la buena marcha de la justicia y de la administración”.20
Mientras esta lucha se ventilaba, entre julio de 1936 y diciembre de 1937, predomina-ron
los intereses conservadores del entramado que organizó la conspiración contra el Go-bierno
de izquierdas en detrimento de las intenciones renovadoras de los
nacionalsindicalistas de Falange. Las clases altas agrarias utilizaron la cobertura institucional
para restañar los caciquismos tradicionales, erosionados o perdidos durante la II Repúbli-ca,
para resolver las crisis económica que perjudicaba sus propiedades y para liquidar la
lucha de clases mediante la represión. En consecuencia, los “regeneracionistas” de Falan-ge
no pudieron impedir la revigorización del caciquismo en las distintas comarcas, no
supieron evitar la depresión en las condiciones de vida que padeció la clase trabajadora y
no fueron capaces de eludir que la erradicación de la lucha de clases se centrase en la
represión.
La represión
Falange Española participó plenamente en la represión desencadenada contra las iz-quierdas
timerfeñas. En un informe elevado al Ministerio de la Gobernación a principios
de 1940, se recordaba que “al estallar el Glorioso Movimiento Nacional en esta Provincia,
Falange comenzaba a formar sus primeros núcleos, pocos pero bastantes sanos de los que
algunos de sus elementos dieron su vida en la calle el 18 de julio y formaron al frente de
los pelotones que eliminaron a los dirigentes marxistas”.21 El segundo Jefe de Falange que
tuvo la Provincia ordenaba en tres etapas la experiencia vivida por la Organización duran-te
la Guerra Civil. “La primera, fueron las horas oscuras de la persecución, las horas del
18 de Julio en que Falange tenía la misión de combatir al enemigo. Falange era entonces
seguridad y policía. A los tiros había que contestar a tiros. Para todos los camaradas de
aquellas horas, el honor y la gloria de haber cumplido como buenos”.22 Los
nacionalsindicalistas concebían el cometido represivo como un primer paso imprescindi-ble
para después convencer a los trabajadores de la idoneidad de un programa social
falangista capaz de mejorar verdaderamente sus condiciones de vida. En este diseño, era
necesario desembarazarse primero de los líderes obreros que “envenenaban” al proleta-riado.
Mediante el desempeño represivo, los falangistas separaron a los principales
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propagandistas marxistas y anarcosindicalistas de la población trabajadora. Apartados de
su sostén ideológico, los afiliados a las organizaciones obreras quedarían inermes y más
receptivos a la campaña propagandística desplegada posteriormente. Anulada cualquier
competencia, Falange podría ofrecer una organización sindical atractiva para las izquier-das,
con un programa socialmente avanzado, que en algunos puntos, no desentonaba con
el sostenido por los gremios obreros durante el período democrático precedente.23
La concepción “conservadora” divergía de la “regeneracionista” en que la primera
basaba la erradicación de la lucha de clases en la represión y prescindía de una segunda
fase consistente en organizar unos sindicatos que promoviesen una mayor justicia social.
Por el contrario, consideraban que las distintas modalidades de violencia deberían prolon-garse
hasta que el objetivo pacificador estuviese plenamente asegurado. Falange Española
quedaría, de esta manera, condenada a funciones represivas que limitaría su papel en el
Nuevo Estado al de tareas policiacas. Los falangistas “regeneracionistas” que esgrimían la
represión como paso previo para asimilar al proletariado, cuando consideraron que lo
habían dado, quisieron desembarazarse de las prácticas represivas más crudas y pasar a
desarrollar su programa sindical. Los “regeneracionistas” advirtieron que para asimilar a
los trabajadores era contraproducente prolongar la represión y argumentaban que había
pasado el momento de la represión necesaria y llegaba el momento de la seducción
asimiladora. Contestando a los “conservadores” partidarios de prolongar el castigo, los
falangistas de la provincia exponían a un hipotético representante del sector conservador
que no podía “exigir a once millones de hombres que no pensaban exactamente como
piensa usted, que de repente, de la noche a la mañana, olviden los motivos de rencor que la
sociedad les dio y se entreguen con frenesí a los ideales que a usted le mueven. ¿Qué hacer
entonces?. Usted no pretenderá que <<masacremos>> a esos once millones de seres, para
que usted pueda dormir tranquilo. Confiese sinceramente que esto sería cruel y excesivo.
Por otra parte no faltarían lenguas piadosas -¡Oh sospecha!, quizás también la suya- que
nos tachasen más tarde de asesinos”.24 Más lejos aún, según este sector nacionalsindicalista,
el germen del marxismo y el anarquismo habían tenido su caldo de cultivo en la miseria
que envolvía a las clases proletarias. “Les hemos dado justificadas razones de odio. Ha-bían
de irritarse y enloquecer ante una injustísima distribución de riquezas, que permitía
que masas enormes padeciesen hambre, mientras unos pocos disfrutaban de todos los
lujos. Nosotros, con nuestra conducta, hemos provocado suficientemente la rebeldía de
las masas. Y ésto no se puede sofocar solamente a tiros”.25 Sobre esta realidad denunciada
de injusticia social, marxistas y anarquistas habían creado “unas organizaciones sindicales
que eran una cosas seria. Porque allí encontraban, <<efectivamente>>, mejoras y estudia-ban,
y había estadística, y reclamaciones y seguros, y orfelinatos, y tensión sindical y
trabajo asegurado”.26 Por eso, cerrada la represión, a los nacionalsindicalistas se les “ocu-rrió
una solución”. Debían “ofrecer ocasión de vida -y de vida digna de trabajo- a quienes
España perdonaba la vida. Esos hombres, autorizados para vivir, no podían ya morir de
hambre. Había que ampararles en su dura intemperie”.27 Una vez dentro, los sindicatos
falangistas infundirían a los obreros los ideales de Patria, de Religión y de Humanización
que antes nadie se había encargado de enseñarles.28
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La obra sindical
Finalizada la fase más urgente y cruenta de la represión, el Jefe Provincial de Falange
consideraba que se entraba en la segunda etapa de la Organización durante la Guerra civil,
la que convirtió a Falange en “resonancia de injusticias”. Era “la hora en que todas las
gentes que se consideraban heridas en sus pequeños intereses, en los pequeños pleitos de
familia, en los ya más importantes pleitos de trabajo, acudían a la Jefatura de Falange para
que ésta los resolviese”.29 Falange sólo pudo denunciar. Durante el primer año y medio de
guerra, los nacionalsindicalistas no consiguieron dar el segundo paso de impulsar la obra
sindical en la provincia. Para ellos, resultaron insalvables los impedimentos sembrados
por un amplio sector patronal protegido por unas Autoridades decididas a proporcionar a
los cosecheros plataneros la ventajas de reducir los costos salariales y de hacer la vista
gorda a los incumplimientos de la normativa laboral. Para el proletariado tinerfeño, la
abolición de los sindicatos de clase abrirá un período que durará hasta 1938, durante el
que, a pesar de los esfuerzos de los falangistas nacionalsindicalistas, no sólo serán perju-dicados
por el entramado legislativo y por las iniciativas institucionales, sino además, por
las prácticas de patronos dispuestos a aprovecharse de su situación de preeminencia, ha-ciendo
caso omiso de una normativa de por si restrictiva para los obreros. Esta combina-ción
de crisis económica e impunidad patronal abalanzándose sobre el proletariado de la
provincia de forma generalizada quedó reflejada en la descripción del pueblo tinerfeño de
Los Silos que publicó la prensa falangista a finales de Agosto de 1937. En la localidad
norteña, “el censo del paro obrero en julio de 1936, era alrededor de 200 individuos; y en
la fecha presente, entre detenidos, falangistas y soldados, faltan de la localidad más de 150
personas. No obstante, no ha sido resuelto este alarmante problema y este terrible enemigo
continúa campando por las moradas humildes repartiendo hambre y miseria. Pues bien, el
terrible mal, tiene a nuestro juicio, fácil solución si en ello se pone especial voluntad y
espíritu de sacrificio. ¿Cómo? Sencillamente. Con que cada uno de los patronos del térmi-no
municipal, cubran las vacantes que han dejado en sus respectivas fincas los soldados
movilizados (hay patronos con 12 vacantes, otros con diez y muchos con 6 o 7) y que en
vez de colocar en dichas vacantes a jóvenes de 14 años -que debían estar en la escuela-,
que se coloquen padres de familia”. La carta del vecino de Los Silos exigía que se cum-pliese
“todo lo mandado, pues ya pasaron aquellos funestos tiempos de que las leyes sólo
se dictaban para la <<Gaceta>>”. Y exponía que “muchos patronos de esta localidad, con
fundamento en el Bando del Excelentísimo señor Comandante General de la Región del
mes de noviembre de 1936, que autorizó la reducción de los días de trabajo en un 28 por
100, llegaron en su egoísmo a rebajar hasta el 50 por 100". Según la fuente del norte de la
isla, los propietarios apelaban a “las circunstancias porque atraviesa la agricultura” a “que
el plátano no es negocio”, para justificar su comportamiento.30 La cobertura institucional
permitía a los patronos de Tenerife descargar el peso de la crisis económica sobre los
jornaleros de sus localidades. Falange Española sólo podía protestar por la intención de la
patronal de vadear la crisis económica a costa de reducir los salarios y aumentar la jornada
laboral de los trabajadores. “Algunos creen que si ayer fue día del Frente Popular y el
dirigente marxista actuó a sus anchas cometiendo toda clase de arbitrariedades, lanzando
a las masas obreras hacia el ataque de la propiedad y de la economía, ahora es día de que
el patrono cobre sus cuentas atrasadas sobre el obrero, imponga una nueva arbitrariedad y
su propia dictadura porque cree que este Movimiento viene a amparar las tradicionales
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injusticias y a someter al trabajador a los caprichos desmanes de una clase que nunca ha
tenido el sentido de su responsabilidad”.31
El relevo bloqueado
Los nacionalsindicalistas también se vieron impotentes para impedir la reimplantación
de los caciquismos tradicionales. Los falangistas “regeneracionistas” se ofrecían como
alternativa al caciquismo tradicional: “nuestra juventud no muere por el sólo hecho de
ganar una guerra sino por rectificar todos los errores y eliminar todas las consecuencias de
las cuales esta guerra ha dimanado” y “poco ganaría - afirmaban- en triunfar si España
volviera al día siguiente o ahora mismo, al mismo sistema social y económico que fue
norma dentro del viejo Estado”. La “juventud” nacionalsindicalista sostenía que después
de la guerra, la mejor forma de ganar la paz y erradicar definitivamente la lucha de clases
era que un estado autoritario, en sus manos, garantizase la justicia social.32 Los principales
impedimentos estaban en el comunismo y el caciquismo. El marxismo, tras el duro castigo
recibido y su programa social, bastaba con vigilarlo, pero el caciquismo, revigorizado tras
el Alzamiento Nacional sí era un duro escollo. Primero porque ocupaba cargos públicos.
“A poco que nos fijemos, -denunciaba la prensa falangista- vemos las mismas caras, y
hasta las mismas chisteras. Se les quitó un poco de polvo, se les aireó el olor a la naftalina,
y aquí no ha pasado nada”.33 En segundo lugar porque detentaba cotas de mando en Falan-ge.
Camaleónico, “el caciquismo ha sido liberal, conservador, somatén, berenguerista,
republicano, cedista, azañista, y después falangista o requeté según sople el viento en cada
comarca”.34 En tercer lugar porque poseía una red clientelar paralela a las instituciones
locales. “Junto a la estructura burocrática y uniforme del estado -diagnosticaban los
nacionalsindicalistas- aparece el cacique con su poder mucho más fuerte inmediato y arrai-gado”.
Según los falangistas regeneracionistas, tras el levantamiento del Ejército, este
conservadurismo pretendía “que España no tenía otra cosa que hacer que volver al sistema
del día anterior al 14 de Abril de 1931”. 35 “Porque ellos pensaron que este momento que
vive España no era, ni más ni menos, que el triunfo de unas elecciones. Que ellos las
ganaron porque son los <<elementos de orden>>, y saliendo las izquierdas, tenían forzo-samente
que entrar las derechas. Cuando nos oyeron hablar de nuestra Revolución Nacio-nal
Sindicalista, ya comenzaron a inquietarse. Cuando siguieron oyéndonos de Justicia
Social, de Pan, de todas esas cosas por las cuales lucha un pueblo, ya comenzaron a temer-nos.
Porque nuestro paso hacia la vida pública era la perturbación a su forma de vivir y de
actuar.36
En definitiva, los autodenominados falangistas “revolucionarios” pensaban que los ca-ducos
caciquismos tradicionales debían ser relevados por una juventud falangista henchi-da
de nuevas ideas y avalada por la sangre derramada en los frentes de batalla.37 El primer
paso sería asumir el control de la estructura del estado. Los falangistas deberían desempe-ñar
los puestos administrativos. Desde ahí, Falange Española debía sustituir el entramado
caciquil por sus organizaciones dependientes, es decir, debía reemplazar al caciquismo
por la burocracia falangista. Los servicios que ofertaba y el poder que acumulaba debían
erradicar el caciquismo para hacerse cargo de las masas que éste controlaba. Sus redes
clientelares debían ser desbaratadas para liberar a una parte estimable de la población
campesina, obrera, e incluso, de clases medias que pasarían a la órbita de las organizacio-nes
falangistas. Los nacionalsindicalistas sabían que sus oponentes se daban cuenta de
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esta estrategia. “Por eso combaten los caciques a la Falange, porque la falange supone el
fin de su hereditaria oligarquía. Los que han quedado fuera le buscan fracasos por todas
partes, los que se han filtrado en ella -con boina roja o con camisa azul o ambos hábitos-queriéndola
hacer fracasar. Dando nombres del lenguaje de la Falange, revistiendo de
Falange, todo lo que no es Falange.38 En opinión de los falangistas “auténticos”, el ma-quiavelismo
que el conservadurismo empleaba contra Falange “no es otra cosa que un
temor cerval a nuestro movimiento”.
El nacionalsindicalismo necesitaba cimentarse sobre dos columnas para erigirse en al-ternativa
consistente a las clases dominantes en Tenerife durante la Restauración: poseer
el respaldo de un importante sector de la población que les permitiera competir con las
clientelas caciquiles y disponer de la imprescindible cobertura institucional que ejecutase
sus iniciativas y bloquease la reacción caciquil. A lo largo de los dos primeros años de
Conflicto no obtuvo ninguna de las dos cosas. La mayor parte del proletariado anterior-mente
afiliado a los sindicatos obreros de clase era reticente a integrarse en el
nacionalsindicalismo, tanto por el empeoramiento de sus condiciones de vida tras la ins-tauración
del Movimiento, como por su rencor hacia las milicias que lo llevaba castigando
un año entero.39 Por otro lado, las autoridades pertenecientes a las clases dominantes
taponaron la alternativa nacionalsindicalista. Según informaciones de la época, la podero-sa
y persistente resistencia termina por desencantar a la minoría nacionalsindicalista de la
Falange tinerfeña que se sentía impotente. El relevo no tenía visos de producirse, y enton-ces
surgió “el descontento en aquellos hombres que se echaron a la calle el 18" porque
seguía “el robo y la rapiña de los hombres del siglo XIX y también los mismos procedi-mientos”.
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Las repercusiones de la Unificación en Tenerife.
Sin embargo, tras el proceso de Unificación de Abril de 1937, el pacto a nivel nacional
alcanzado entre la Falange “joseantoniana” y Serrano Suñer conferirá a la organización
fascista un papel preeminente en la erección del Nuevo Estado a cambio de constituirse en
su subordinado soporte ideológico. Este convenio supondrá la tarea de encuadrar
disciplinadamente a las masas adeptas, el encargo de implantar el sindicalismo del nuevo
estado y el compromiso de propiciar el desembarco del partido único en órganos de go-bierno
del país, desde los municipios a los ministerios.41
Para revigorizar la Falange tinerfeña hacía falta dar un primer salto a los cargos
institucionales y en agosto es sustituido Julio Fuentes Serrano como Gobernador Civil. En
agosto de 1937, el recién llegado Gobernador Civil, falangista camisa vieja, percibió que
“hasta el momento actual, la dirección de los intereses generales estuvo acaparada por el
turbio cacique profesional que de tales actividades lograba pingües granjerías”.42 “Bien lo
sabéis por tristísima experiencia, vosotros isleños que me escucháis, como se apoyaban
estos políticos en todos los partidos y en todas las oligarquías caciquiles para vivir y triun-far
a costa de entregar al indigno medro y a la ambición inconfesable hecha jirones la
propia soberanía de nuestra madre España”.43 En Septiembre de 1937, el Gobernador Ci-vil
anunciaba que “había llegado el momento de hacer una revisión depuradora de dichas
Corporaciones, eliminando de las mismas a aquellos que nos inspiren la más insignifican-te
duda en relación a nuestros ideales”. La máxima autoridad civil de la provincia ordena-
2756
ba la remisión de “una relación de diez vecinos de cada pueblo para formar parte de una
Comisión Gestora Municipal”, no sin antes realizar “una invocación solemne”. Prudente-mente
transmitía que no era su “deseo inclinar su ánimo en favor de ninguna organización
determinada”, pero si creía “un deber llamar su atención sobre el decreto nº 255 y el de
fecha 4 de agosto pasado, el primero relativo a la fusión de las milicias nacionales y el
segundo aprobando los Estatutos de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, en
los términos que se indican. En ambas disposiciones se hace constar bien claramente que
es esta institución la base del Estado Español y la “vocación forma y estilo de la
revolución nacional”, asignándosele la “guardia permanente de los valores eternos de la
Patria”.44
En el mismo mes del cese de Julio Fuentes Serrano como Gobernador Civil, se da otro
paso que potenciará el nacionalsindicalismo en la provincia. La fundación del diario Ama-necer
que se constituirá en eficaz órgano de difusión y propaganda. El nuevo diario será
creado y dirigido por Francisco Aguilar y Paz, delegado provincial de prensa y propagan-da,
sobre el que gravitará el liderazgo de la facción nacionalsindicalista de Falange Espa-ñola
Tradicionalista y de las JONS.45
Sin embargo, este primer intento de impulsar el nacionalsindicalismo en la Provincia
no se consumó. Daniel Arraiza Goñi, el Gobernador Civil, que había llegado en agosto a la
provincia, a pesar de reconocer que en esta demarcación existían “fuertes dominaciones
oligárquicas”, anunciaba que no sería prudente “hasta terminada la epopeya guerrera”
consolidar “la labor de regeneración” que dejara “definitivamente establecido el Estado
Nacional-Sindicalista pleno de posibilidades. Ese estado sin caciques en el que la política
no será feudo de profesionales”. “De momento -continuaba-, existirán imperfecciones e
impurezas, pero si lo queremos, se irá eliminando y corrigiendo”.46
Las notables resistencias en la provincia hacían que la situación de Falange Española
en Tenerife continuara estancada47, hecho que retrasaba la ejecución del proyecto deseado
por el gobierno nacional. En vista de esta situación fue enviado un inspector de Falange a
Canarias para que evaluara la situación y consiguiera sacar a la organización del atasco.48
Años más tarde, el Gobernador Civil que sucedió a Daniel Arraiza Goñi, informaba que
en aquellas fechas se presentó “ para la Falange de Tenerife una situación especialmente
delicada” debido a “los continuos ataques que se dirigen contra ella” y “por la trayectoria
seguida en los últimos tiempos”.49
El impulso nacionalsindicalista.
El Pacto.
A principios de Diciembre llegaba a Santa Cruz de Tenerife “Francisco Barrado Zorrilla,
miembro destacado de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., designado ins-pector
con carácter extraordinario, por el Caudillo y Jefe Nacional del Movimiento. Según
noticias oficiales el señor Barrado se ha hecho cargo de la Jefatura Provincial de Santa
Cruz de Tenerife, cesando, por lo tanto, en el desempeño de la misma don Juan Cañizares
Guerrero”.50 A las pocas semanas, el inspector Francisco Barrado Zorrilla, nombra una
nueva dirección provincial para que impulse el nacionalsindicalismo en Tenerife.
2757
“La gravedad de la situación -prosigue el informe del Gobernador Civil Sergio Orbaneja-obligó
“ a los Órganos Nacionales de la Falange a enviar a esta Provincia a uno de sus
Inspectores, quien puesto en contacto con los elementos representativos de la Falange
Provincial y con las Autoridades, comprende que solamente el Camarada Aguilar puede
impulsar el Movimiento”.51
Los falangistas tinerfeños sabían que debían incorporarse a la evolución del resto del
país. “España -decía Amanecer- se está vertebrando, recobrando su fisonomía tradicional
e histórica por medio de un Movimiento Revolucionario Nacional-sindicalista” del que
era “Jefe y Conductor”, “nuestro Jefe el Caudillo de España”.52 Era “el momento decisivo
de implantar el Estado Nacional Sindicalista en Tenerife”.53 El envío de un inspector de
Falange a Canarias para reactivar a la Falange provincial y el nombramiento de un Gober-nador
Civil de espíritu joseantoniano para respaldar la obra nacionalsindicalista eran indi-cios
claros de la oportunidad que daba el gobierno. Es a partir del cambio en la junta
directiva de Falange Española54, que queda en manos del antiguo Socialista Francisco
Aguilar y Paz, y del nombramiento como Gobernador Civil, de Sergio Orbaneja, camisa
vieja, primo de José Antonio Primo de Rivera,55 cuando se impulsará el nacionalsindicalismo
en la provincia.56 El 27 de febrero de 1938, en el acto público de su presentación como
nuevo jefe provincial de FET. y de las JONS., Francisco Aguilar y Paz afirmaba que “la
tercera etapa es la que quisiéramos emprender ahora: Falange solución de injusticias. Para
ello, lo primero que tiene que hacer Falange es incorporarse al país para que a su vez el
país se sienta corporeizado en Falange”.57
No obstante, la impotencia del regeneracionismo falangista para llevar a cabo por si
sólo su programa y el carácter aglutinador con que la Jefatura del Estado concebía a Falan-ge
indujeron a buscar un pacto con otras instituciones y sectores sociales colaboradores
del régimen militar. El informe del Gobernador Civil Sergio Orbaneja reconocía que una
de las principales razones para realizar el cambio en la dirección de la Falange Provincial
era, “especialmente”, “la imprescindible necesidad de captarse el apoyo de las Autorida-des
Provinciales y de atraer a nuestras filas a muchas personas de verdadera valía y signi-ficación
en el país”.58 Ésto conducía al pacto. Pero había otro motivo para procurar el
acuerdo. Entre los partidarios del régimen militar existían sectores disconformes con los
puntos de Falange. Este desacuerdo se manifestaba crispadamente cuando denunciaban,
que para asimilar a la clase obrera que combatía al bando nacional, se pretendía perjudicar
a las clases altas que, desde el principio, apoyaban denodadamente la causa del general
Francisco Franco. El gobierno -que era quien ordenaba relanzar la Falange en Tenerife-concebía
a F.E.T. y de las J.O.N.S. como una entidad apta para soldar las distintas institu-ciones
y sectores sociales adictos, dentro del pensamiento del Jefe del Estado de convertir
el poder militar que encabezaba en una sólida autoridad arbitral de las ideas, de los intere-ses
y de las clases sociales que integrarían el Nuevo Estado. Ese poder arbitral y su políti-ca
de eclecticismo pragmático afianzarían el orden en la Patria.59 No cumplía la misión de
cohesionar asignada a F.E.T. y de las J.O.N.S. recurrir al Gobierno para imponer por la
fuerza, -a sus mismos partidarios-, el programa que la debilidad de Falange no podía im-plantar.
Durante la conmemoración del primer aniversario del decreto de Unificación, a
través de las estaciones de radio, los tinerfeños habían escuchado de boca del general
Francisco Franco, que el decreto de Unificación había servido para fundir “en una unidad
política nacional los valores, hasta entonces, disgregados de nuestro Movimiento”.60 Este
2758
deseo de los diseñadores del Nuevo Estado de coordinar sin indisponer los distintos secto-res
del bando nacional explica que en Tenerife se propugnará un pacto con la patronal más
fuerte,-la burguesía agraria-, y con la Iglesia, pilares, junto con el Ejército y FET. y de las
JONS., del Estado esbozado por Serrano Suñer en su discurso de abril de 1938.61 Pero
junto con esta derecha católica también se incorpora a personas de relevancia económica
y social en la provincia, aunque algunos de ellos tengan antecedentes republicanos, maso-nes
o socialistas. El Gobernador Civil Sergio Orbaneja parece referirse a estos sectores
cuando hablaba, por un lado, de la “necesidad de captarse el apoyo de las Autoridades
Provinciales, y por otro, “de atraer a nuestras filas a muchas personas de verdadera valía y
significación”.62 También los enemigos de este acuerdo y de la línea que adoptó la Falange
a partir de 1938, coinciden en denunciar que este pacto, llevado “a cabo en el propio
Gobierno Civil y en la misma Jefatura de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S”,
supuso que “los politicastros” pactaran “con los demócratas y masones, y éstos” fueran
“elevados a los puestos públicos”.63
En cuanto al sector agrario, el pacto sellado en 1938 continuará respetando la prevalen-cia
de los intereses agrícolas sobre los de la facción exportadora de la burguesía canaria.
“En beneficio de este mismo país -afirmaba Amanecer- vamos a emprender un trabajo
meditado de solución y ordenación de nuestra riqueza, patrimonio de la comunidad
isleña...No permitiremos bajo ningún concepto, que los logreros y los aprovechados (los
exportadores) continúen perturbando e imponiéndose con sus intereses particulares en
menoscabo del interés general”.64
En lo que se refiere a la Iglesia, esta institución tendría todas las facilidades para reali-zar
su labor proselitista en la sociedad, al concedérsele el cuidado de los valores morales
de ésta. En un acto celebrado en homenaje al Papa Pío XI, se vertieron discursos que
reflejan el entendimiento entre la iglesia y la dirección de FET. y de las JONS. en Tenerife.
El presidente de la Junta Diocesana de Acción Católica, Ciro Ucelay presentaba así a la
Falange en un acto público:
Hablará con Francisco Aguilar y Paz la gloriosa camisa azul de la Falange, de esa
Falange que es España, y por ser España es defensora de Cristo y es hija sumisa
del Papa y de la Iglesia.65
Posteriormente, el jefe provincial de FET. y de las JONS. afirmaba en su intervención
que la ruptura de las masas proletarias con la tradición católica española “rompió todo el
delicado tejido social que esta costumbre ordenaba. De ahí la revolución, de ahí también
el caos”. Urgía, según el jerarca falangista, la “necesidad de reconstruir de nuevo el orden,
necesidad de que en la sociedad el sacerdote recobre su misión”.66 Además, la Iglesia
detentará la gestión de la Enseñanza en el seno de Falange como lo demuestra que el
magistral de la catedral de La Laguna fuera nombrado gestor de este departamento.
Miembros relevantes de la derecha católica durante la II República integran la junta
directiva de FET. y de las JONS, unidos a republicanos y antiguos socialistas. Si analiza-mos
las Juntas directivas de Falange a lo largo del año 1938, no encontramos a dos diri-gentes
procedentes de la derecha (José V. López de Vergara y Ramón G. González de
Mesa), diputados en el año 1936. Otro directivo, José Manuel Guimerá, procedía de las
2759
derechas, pero se había integrado en el republicanismo durante la II República. Carlos
Rizo y Gonzalo Cáceres y Crosa también habían pertenecido al republicanismo. Eusebio
Ramos, era considerado independiente, de hecho había ingresado en Falange en el mismo
1938. Todos ellos estaban presididos por un antiguo socialista que desempeñaba la Jefatu-ra,
Francisco Aguilar y Paz.
Era el pacto de un sector de las clases altas con los nacionalsindicalistas dirigidos por
Francisco Aguilar y Paz y apoyados ahora desde el Gobierno Civil por el médico militar
falangista Sergio Orbaneja. En efecto, todos pertenecían a las clases altas o medias de la
Isla. José López de Vergara y Ramón González de Mesa eran abogados de los sectores
más adinerados de la sociedad tinerfeña. José Manuel Guimerá presidía una exclusiva
asociación de hombres de negocios (25 afiliados en Tenerife), el Rotary Club. Carlos Rizo
trabajaba como alto empleado de una de las empresas más poderosas en la Isla, la compa-ñía
Hamilton. Eusebio Ramos era secretario de la Cámara de Comercio y de la Cámara de
la Propiedad Urbana. Gelasio Alonso Siliuto pertenecía a una familia de propietarios
plataneros que estaban asociados con el Sindicato de Agricultores del Norte de la Isla
(SANT). González Cáceres Crosa era profesor universitario y Francisco Aguilar y Paz
procedía de una familia acomodada de Santa Cruz de Tenerife.67
Si extendemos este repaso a los ocupantes de cargos secundarios de la misma organiza-ción
falangista y a los gestores de puestos públicos como la Alcaldía, el Cabildo, etc, nos
encontraremos a comerciantes y profesionales liberales de la Capital de la Isla unidos a
miembros de familias de propietarios plataneros adscritos al SANT (Sindicato Agrícola
del Norte de Tenerife).68
La conversión falangista.
Durante el año 1938, se confirma la intención de potenciar la vía nacionalsindicalista.
Con el respaldo del Gobernador Civil, con los cargos públicos (Cabildo, Ayuntamiento)
controlados por este sector de Falange y con el diario Amanecer como medio de propagan-da
se intentará acumular apoyos populares que permitan aplicar el programa social
nacionalsindicalista y derrotar al Caciquismo.
En primer lugar, de motor represivo, muchas veces satisfaciendo servicios a caciques,
se pasaría a atender las necesidades públicas, encauzando las aspiraciones de la sociedad.
La misión asignada a la Falange se estaba decantando excesivamente del lado de la repre-sión,
sin que la balanza de la estrategia de pacificación social, se equilibrara con un peso
semejante en el ala sindical. “Hay dos políticas”, afirmaba Francisco Aguilar y Paz, “la
política del árbol y la política del palo. Nosotros hemos tenido hasta ahora la política del
palo que es desnudo y es infecundo”.69 Continuar con estos procedimientos pondría en
peligro las posibilidades que FET y de las JONS tenía de encuadrar las aspiraciones de
todas las clases sociales. Además, se entraba en una trampa, cuanto más profundizase la
represión, menos necesidad habría del nacionalsindicalismo para erradicar la lucha de
clases en la provincia de Tenerife.70 Por estas razones, el nuevo jefe provincial advertía
que “no toleraría ninguna clase de amenazas como ésas que se hacen porque se lleva
camisa azul a pobres gentes que apenas si conocen los postulados de nuestra Falange”.
Sería severamente sancionado “el abuso de autoridad, el abandono de nuestros comba-
2760
tientes, la violación de cualquier norma de convivencia civil, todo aquello en fin que nos
pueda presentar ante los ojos de las gentes como una partida de la porra”.71 Falange debía
cambiar el rostro siniestro de la represión por el amable del acercamiento a las inquietudes
del pueblo. A principios de 1938, el jefe provincial de Falange Española inició en el Puerto
de La Cruz una gira por distintas localidades para “trazar las directrices de la obra nacio-nal
sindicalista que encomienda a sus delegados”.72 El nuevo mando presentaba el cambio
en la línea de actuación de FET. y de las JONS que se extenderá a las restantes islas de la
provincia.73
El programa social.
“Falange necesitaba enraizarse en el pueblo”,74 y para ello, había que equilibrar el ba-lance
socioeconómico que el régimen imponía en toda la provincia. La patronal se había
beneficiado hasta entonces de las preferencias del Gobierno. Ahora tocaba elevar el nivel
de vida la población trabajadora y estructurar al país en torno a los postulados del
nacionalsindicalismo. En caso de resistencias, Falange estaba dispuesta a “limpiar a los
pueblos de los que fueron culpables de que el obrero se echara en brazos del socialismo y
de todas las fracciones enemigas de España, como protesta por los jornales de hambre, por
las jornadas de sol a sol, por negarles el reconocimiento a la dignidad humana del trabaja-dor”.
75 Falange advertía que el caciquismo activo, entre los que había muchos patronos
agrarios, no debía aglutinar la oposición a esta iniciativa, tenía que hacerse a un lado.
“Esta limpieza ha de ser aconsejando al cacique que no interrumpa nuestra labor. Que no
se oponga a la marcha ascendente de la Falange por el camino de la dignidad de España.
Que se quede en su casa, haciendo examen de conciencia de sus culpas pasadas, de haber
vendido a España al primer político de turno. Que no se inmiscuya en el quehacer de una
política que se ha sacrificado por darle a España lo que ellos le quitaron”.76 Falange Espa-ñola
Tradicionalista y de las JONS reiteraba que su objetivo por encima de todo era acabar
con la lucha de clases, imponiendo “la cordialidad y la sensatez a toda costa, hasta con las
fuerzas de las armas si fuera necesario”.77 Falange Española defendería “a los patronos de
todas las violencias revolucionarias. No permitimos huelgas, ni ninguna clase de atenta-dos
a las fuentes de producción”.78 Pero, a partir de ahí, añadía que la riqueza generada por
el ordenamiento económico en Canarias “no será para distracción y disfrute de una clase
determinada. De ella han de participar todos los hombres que la creen”.79 Había llegado el
momento de que terminaran los abusos patronales, y la riqueza se repartiera entre las
clases trabajadoras con unos salarios equiparados, como mínimo al coste de la vida. Re-puestos
de la crisis frutera, los propietarios plataneros deberían dejar de ahorrar costos
mediante la reducción de los salarios de los obreros agrícolas, se debía ir “hacia la norma-lidad
de los salarios”.80 Además, se crearía un mayor bienestar mediante condiciones la-borales
más humanas y justas. “Nadie puede aprovecharse de las circunstancias para bajar
los jornales, para mermar días de trabajo, para someter al obrero a determinadas condicio-nes
que no pueden ser aceptadas”.81 Por último, el trabajador no debería estar sometido a
sus vencedores sociales, debía haber igualdad entre todas las clases, “la dignidad del tra-bajador
ha de ser tan invulnerable como la del empresario”.82 Todo ello por dos motivos,
para implantar “un sentido cristiano de justicia social” y porque “la Revolución
Nacionalsindicalista tiene por misión desarraigar todo lo que el marxismo sembró para
destruir al pueblo español”.83
2761
El Gobierno Civil y Falange española Tradicionalista emprenden la tarea de realizar
este reparto de la riqueza generada por la economía canaria. La dirección de ambas insti-tuciones
se esfuerzan en restablecer los salarios anteriores al golpe de estado de 1936. Esta
decisión se plasmó, en la recuperación de los jornales de los trabajadores contratados en
las obras de la Puma y la de la Metropolitana en Santa Cruz de Tenerife. En esta ocasión,
los medios nacionalsindicalistas de la provincia afirmaban que “si bien las circunstancias
a veces imponen dolorosas rebajas, que nosotros somos los primeros en lamentar, no se
interprete esto como el triunfo de un sector que siempre fue enemigo de conceder al obre-ro
los derechos que legítimamente le corresponden”. Además, informaban que “en algu-nos
aspectos de la producción existen jornales que no responden para cubrir las exigencias
de la vida. Pero téngase la seguridad absoluta que desde el Gobierno civil se observa y
estudia”.84 Efectivamente, a las pocas semanas, el Comandante Militar de Canarias anula-ba
los efectos de un Bando anterior y reinstauraba los salarios existentes durante la II
República en las obras públicas y privadas de toda la provincia. El mando militar exponía
que “cesadas las causas que motivaron la fijación del tipo de jornal a percibir en las obras
subvencionadas con cargo a los fondos de las Juntas Provinciales del Paro Obrero...y ante
el ferviente deseo de esta Comandancia General que los obreros que trabajen en las referi-das
obras obtengan un mejoramiento económico”.85
A fines de junio de 1938, el pacto con la burguesía agraria funciona y tiene como
consecuencia unas bases de trabajo para las labores agrícolas que afectan a toda la provin-cia.
86 Si bien los jornales se reducen un 17% con respecto a los pagados a los obreros
agrícolas durante la II República,87 tienen la virtud de evitar un envilecimiento mayor aún,
pues, al ser unas bases pactadas entre Gobierno Civil, Falange y burguesía agraria, eran
más susceptibles de cumplirse y, por lo tanto, de poner un tope al deterioro de las condi-ciones
de vida del obrero. Posteriormente, en la primavera del año siguiente, conforme las
perspectivas de la exportación frutera continuaron mejorando, se volvieron a reglamentar
las condiciones laborales de los jornaleros del plátano, incrementándose los salarios un
20% con respecto al convenio de 1938.88 En tanto la burguesía agraria no se recuperó de
la crisis platanera no se estabilizaron los salarios. Hasta que no se confirmaron las expec-tativas
del mercado peninsular no se elevaron mínimamente.
Paralelamente, para compensar el declive real de los jornales y aliviar su retroceso con
respecto a los precios tras dos años de guerra civil, el Gobierno Civil, escoltado por FET.
y de las JONS, potenció en toda la provincia la contención e incluso la disminución de los
precios de los artículos de primera necesidad.89 Se intenta proteger el nivel adquisitivo del
obrero mediante la persecución a los comerciantes que acaparaban y especulaban con el
consiguiente encarecimiento y mediante un control más exhaustivo de la comercialización
de los productos de primera necesidad. El órgano de prensa de FET. y de las JONS., en un
editorial titulado “Contra la especulación”, advertía sobre el inicio de esta campaña. Pese
a que se contaba con una retaguardia sana, explicaba Amanecer (Tenerife) , “a la sombra
de este prestigio negocian criminalmente espíritus desaprensivos del Comercio”. “No va-mos
a acusar al Comercio en general, -aclaraba- pues todos sabemos que aunque numero-sos,
estos casos son excepciones”. Se trataba de comerciantes e industriales a quienes
“primeramente fueron advertencias las que se hicieron teniendo en cuenta su leal compor-tamiento,
pero al ver como existen bastantes que no han querido entender, el Ministro del
Interior ha tomado cartas en el asunto y muy pronto empezaremos a dar a la publicidad los
2762
nombres de quienes intentan burlar las órdenes del gobierno comerciando de una manera
deshonesta y sucia en la vida nacional del nuestra Retaguardia”.90 Indignada, la prensa
falangista recogía los argumentos de estos comerciantes. Las razones que alegaban “tan
inmorales mercaderes son siempre las mismas y a diario se les escucha: <<es la guerra>>;
<<la escasez de este producto>>; <me lo han servido particularmente y me han cobrado
tanto y cuanto>>, etc. Y ese <<es la guerra>> envuelve una conciencia sin escrúpulos,
aborrecible por todos los conceptos”.91 Nada más desembarcar en Tenerife, el nuevo Go-bernador
Civil, preocupado por el acaparamiento y la especulación existente en la provin-cia,
impuso multas de 500 pesetas “por no haber enviado a su debido tiempo el resumen de
las declaraciones juradas de subsistencias”, a los alcaldes de varias localidades de la Pro-vincia.
92 El 24 de mayo son sancionados con “5.000 pesetas de multa, decomiso de mer-cancía
y dos meses de arresto” comerciantes de las Islas por “vender trigo a precio supe-rior
al de tasa”.93 Una de las consecuencias más espectaculares de esta política fue el
descenso de los precios del gofio, -”base de la alimentación cotidiana del pueblo canario”-
, que pasó de 1,10 pesetas a 0,70 pesetas.94
Por último, el gobernador y Falange intentaron reforzar cuestaciones de carácter bené-fico
como el “Plato Único” con el objetivo de que financiasen atenciones a las clases
sociales más pobres y a las familias de los soldados movilizados. Todos estos logros hicie-ron
afirmar al gobernador civil “que la revolución Nacional Sindicalista es un hecho en
Santa Cruz de Tenerife”. “En plena guerra -reivindicaba- se aumenta el jornal y el bienes-tar
del trabajador; se le redime de vividores y explotadores, de ricachos que quieren co-merciar
con sus sudor; se acometen obras, se crean riquezas, se hacen sanatorios, se mejo-ran
los abastos, se baja el precio del gofio, se moralizan las costumbres.95
Pero, el principal cometido benefactor de Falange Española radicaba “en la CNS con
sus Sindicatos verticales”. La Central Nacional Sindicalista encuadraría por ramas pro-ductivas
a la población trabajadora y a los patronos, ordenándolos bajo una misma jerar-quía.
La organización se convertiría en el árbitro de las relaciones laborales encargada de
desterrar la lucha de clases del panorama social Español. Garantizaría los derechos de
unos y las demandas de los otros, armonizando unos intereses por encima de los cuales
estaría siempre el progreso de la economía nacional. Además, gestionaría el mundo labo-ral
recogiendo las ofertas de empleo de la patronal y las peticiones de trabajo de los obre-ros,
y distribuía la cobertura social del Nuevo Estado. En su discurso, el jefe provincial
identificaba los obstáculos para “organizar, desde esta institución, toda la vida social y
económica nacional”. En primer lugar, al “no permitir el libre juego de la economía ni la
acción individual de los factores y fuentes de riqueza”,96 FET. y de las JONS. y su obra
sindical se granjeaban el rechazo de las clases patronales; en segundo lugar, al no contar
con la devoción de las masas trabajadoras, las organizaciones sindicales falangistas
estaban vacías.97
La lucha anticaciquil.
Cuando los falangistas joseantonianos sumaron al respaldo gubernamental, el margen
que les proporcionaba el pacto con el multifundismo y la Iglesia, iniciaron lo que conside-raban
el paso previo a la implantación de su proyecto: el desmonte de las redes caciquiles
para ser sustituidos por la burocracia del Partido Único. En la primavera de ese año, las
2763
jefaturas locales de la provincia recibieron la instrucciones en una circular emitida por la
secretaría provincial de FET. y de las JONS. donde se les decía que, a pesar de que existían
“en los pueblos, por la raigambre de las viejas organizaciones políticas, concomitancias y
afinidades difíciles de arrancar de cuajo”, era, sin embargo, una de sus principales misio-nes
combatirlas,“porque mientras no desaparezcan esas concomitancias y se siga siendo
partidario de Don Fulano o Don Zutano, no podrá desaparecer a su vez la influencia perso-nal
que tantos daños han producido en la vida nacional.98 Los nacionalsindicalistas utiliza-rán
la cobertura gubernamental para proceder contra los representantes o los modos del
caciquismo conservador que obstaculizaran su desembarco en las distintas comarcas. En
el mes de marzo, el inspector nacional de FET. y de las JONS., Francisco Barrado, visitó
algunos puntos de la Provincia. Sus discursos arremetían contra los caciquismos tradicio-nales
de las Islas. En sus alocuciones afirmaba que “la justicia es para todos. Al que delin-que,
sea quien sea, se le multa y se le conduce a la cárcel”.99 Venía a imponer a la pobla-ción
de derechas el programa falangista, empezando por las autoridades, que desafectas
con el nacionalsindicalismo, no cumplían con las instrucciones superiores. Así, advertía
que “en las épocas pasadas de la política liberal, se venía a ofrecer cargos y promesas
baldías. Pero yo -dijo-, imitando el estilo del llorado Ausente, no vengo a ofrecer, sino a
exigir, a exigir el cumplimiento exacto de las obligaciones ineludibles de todo español,
empezando por las autoridades y terminando por quien fuere”.100 En la provincia, durante
1938, son multados destituidos, e incluso, detenidos, elementos claves de la burguesía.
Así, son detenidos y recluidos en la prisión de Fyffes varios miembros de las clases altas
tinerfeñas, entre los que destacaba unos de los principales exportadores de la provincia,
Manuel Cruz Delgado.
En medio de estas disposiciones coactivas, la jefatura provincial reiteraba a los jefes
locales, que las dependencias caciquiles o políticas del pasado quedaban enterradas y, por
tanto, su fidelidad y su esfuerzo debían ser ahora para la institución falangista. Era natural
que los mismos Jefes Locales “acaso sin darse cuenta de ello”, se sintieran “movidos por
aquellas fuerzas que todavía, por la ley del impulso adquirido”, actuaban “en la vida
política”.Pero cualesquiera que hayan sido los puntos de vista de los Jefes de Falange “en
el orden político con anterioridad al Movimiento, hoy, en que perteneces a la Falange y
has prestado su juramento, tienes que olvidar aquellas divisiones para no pensar sino en el
interés patrio y de la isla”.101 La presencia de Sergio Orbaneja en el Gobierno Civil propor-cionaba
una mayor autoridad a los Jefes Locales para enfrentarse al poder de los caciques
en cada comarca insular. Desde la primavera de 1938, el órgano de prensa de Falange
Española informaba a los mandos locales que “su autoridad queda robustecida”.102 Los
jefes en las distintas poblaciones recibieron una circular de la jefatura provincial encar-gándoles
enfrentarse a las resistencias surgidas a la aplicación de su programa mediante
“el atento y riguroso cumplimiento en la vigilancia de las infracciones mencionadas, de-nunciándolas
sin vacilaciones y con urgencia después de que las mismas han sido exacta-mente
comprobadas”. La circular añadía que los jefes locales “eran responsables de toda
ocultación o negligencia en la tramitación de las denuncias”.103
A la conclusión de la Guerra
Durante 1939 y 1940 prosiguió la pugna de la facción exportadora y caciquil de las
clases altas tinerfeñas contra la conjunción integrada por los intereses agrarios, la burgue-sía
capitalina, en algunos casos procedentes del republicanismo, y los nacionalsindicalistas.
2764
Los nacionalsindicalistas no habían podido obtener el respaldo de sectores populares
reticentes a entregarse con sinceridad a su proyecto sindical. Ya a mediados de 1938, la
prensa falangista se quejaba indignada de la “inexplicable conducta de algunos obreros
españoles al sentirse reacios a la sindicación; pues si bien es verdad que aún el veneno
marxista no ha sido expulsado de sus cerebros...esta conducta que venimos observando en
cierto número de obreros, nos hace concebir que siente una especie de desconfianza en la
doctrina nacionalsindicalista”.104 Para Falange era perentorio convencer “a los obreros
que esta revolución no es un fraude ni un engaño para volverles con bellas palabras a la
opresión capitalista. Es conservarle todas las pocas ventajas que adquirieron y darles otras
muchas de un orden cristiano, alegre y espléndido”.105
El caciquismo conducido por hombres de la Restauración continuaba resistiéndose a la
hegemonía nacionalsindicalista. A pocos meses de finalizar la Guerra, el secretario de
FET. de las JONS. reconocía que “no obstante las predicaciones del jefe provincial, algu-nos
continúan desatendiendo y desobedeciendo las instrucciones y las órdenes que reci-ben
de quienes tienen autoridad para darlas”. La oposición que el esfuerzo falangista pro-vocaba
en los grupos caciquiles se continuó proyectando en la prensa tinerfeña. “El caci-que
ha creído en la posibilidad de seguir enquistado en la vida nacional y no se resigna a
dejar de ser pulpo y tentáculo de oposición al caminar de una generación”.106 A fines de
1938, Amanecer afirmaba que contra la estrategia nacionalsindicalista del Movimiento
había “muchas resistencias junto con mucho brazo en alto por puro compromiso”.107
En 1940, un informe del Gobernador Civil de la provincia, Sergio Orbaneja, identifica-ba
a un sector de las clases altas, al que denominaba “monárquico”, como opositor al
Movimiento en la Isla. Estaba encabezado por Andrés Arroyo y González de Chávez, líder
del Partido Conservador durante la Restauración, representante de los intereses exportadores
durante décadas y dirigente de la Unión de Derechas durante la II República. También
incluía dentro de este bando a un sector de las clases dominantes reacio a que Falange
aumentase los costos laborales de sus explotaciones al aplicar su programa social y, ade-más,
erosionase su dominio social al sustituirlo por el entramado burocrático de sus orga-nizaciones.
Un ejemplo de este segmento podría ser el comandante Pintado, gran propie-tario
rural, señalado en el mismo informe del Gobierno Civil como integrante del grupo
“monárquico”.
En 1940, la contienda librada en la retaguardia tinerfeña estaba por decidir. En un lado
Andrés Arroyo había sido desterrado por el Gobernador Civil Sergio Orbaneja y denun-ciaba
un intento de asesinato. No obstante, su facción de las clases altas había equilibrado
la oposición de la máxima autoridad civil de la provincia con el apoyo del “monárquico”
general Serrador, a la sazón, Capitán General de Canarias. En el otro lado, Sergio Orbaneja,
Gobernador Civil “primorriverista”, informaba a sus superiores que pese a los esfuerzo
por afianzar el Movimiento en la Isla de Tenerife, el sector refractario parecía tener mayor
solvencia política. En este sentido, se quejaba del duro golpe que suponía para la Falange
tinerfeña que a Francisco Aguilar y Paz, objeto de un expediente de depuración, no se le
concediese el carnet de periodista, sanción que le obligaba a dejar la dirección de la prensa
del Movimiento y que, posteriormente, se le desterrase a una localidad de la Isla, sin que el
Gobernador Civil fuera informado.
2765
Al final de la Guerra Civil, la Falange no había obtenido el apoyo de los sectores popu-lares
que quedaban definitivamente fuera del juego político y tampoco contaba con el
apoyo sin fisuras del Gobierno nacional. Como en los tiempos de la Restauración, las
distintas opciones de las clases altas buscaban el apoyo de las autoridades militares o
civiles para prevalecer.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
Archivos:
- Archivo Capitanía General de Santa Cruz de Tenerife.
- Archivo General de la Administración de Madrid.
- Biblioteca la Cosmológica de Santa Cruz de La Palma.
- Hemeroteca de la Universidad de La Laguna.
- Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria.
Bibliografía:
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- Andrés Arroyo. Actuaciones y notas de mi vida en relación a Dios y a la Patria. Tomo II. Obras completas.
Santa Cruz de Tenerife, 1967.
- Miguel Ángel Cabrera Acosta. La II república en las Canarias Occidentales. Centro de la Cultura Popular
Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1991.
- Raymond Carr. Estudios sobre la República y la Guerra Civil Española. Editorial Sarpe. Madrid, 1985.
-Tomás Cruz García. Ensayos sobre economía Canaria. Sugerencias relativas a la exportación frutera de
Canarias. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La Laguna, 1961.
- Amando de Miguel. Sociología del Franquismo. Euros. Barcelona, 1975.
- Ronald Fraser. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Editorial Grijalbo. Barcelona, 1979.
- Fray Albino González Menéndez Reigada. Sobre la Acción Católica. Imprenta Pacheco. La Laguna, 1935.
-Los enemigos de España. Imprenta Católica. La Laguna, 1939.
- Gregorio Hernández Gómez. El Plátano. ImpreRapid. Barcelona, 1991
- Juan Sebastián Nuez Yáñez. Evolución de los costes de producción en el sector platanero canario, 1900-
1990. Homenaje a Antonio de Bethencourt Massieu. Vol. III. Ediciones del Cabildo Insular de Gran
Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, 1995.
- José Padrón Machín. Memorias de otro desmemoriado. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz
de Tenerife, 1988.
-María Paz Ortega. Datos biográficos de Francisco Aguilar y Paz. Inédito. Santa Cruz de Tenerife, 1994.
- Paul Preston. Franco. Caudillo de España. Editorial Grijalbo. Barcelona, 1994.
- Tomás Quintero Espinosa. La Guerra Fratricida. Santa Cruz de Tenerife, 1980.
- Dionisio Ridruejo. Escrito en España.. Editorial Losada. Buenos Aires, 1964.
- Victor Zurita Soler. En Tenerife planeó Franco el Movimiento Nacionalista. Imprenta El Productor. Santa
Cruz de Tenerife, 1937.
2766
Prensa:
- Amanecer (Santa Cruz de Tenerife)
- Boletín Oficial de la Provincia de Tenerife.
- Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife).
- Gaceta de Tenerife.
- La Tarde (Santa Cruz de Tenerife)
NOTAS
1 Fray Albino González Menéndez Reigada. Sobre la Acción Católica. Imprenta Pacheco. La Laguna,
1935. Pags. 5-6.
2 Fray Albino González Menéndez Reigada. Los enemigos de España. Imprenta Católica. La Laguna,
1939. Pags. 7-8 y 28-30.
3 Fray Albino González Menéndez Reigada. El Papa y España. Imprenta Católica. La Laguna, 1942. Re-cogido
en Gilberto Alemán. Los primeros días de la Guerra. Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife,
1997. Pags. 51-53.
4 Norberto Morales Rufino. Su vida política y ciudadana contada por sí mismo. Diligencias Previas
246/37. Legajo nº 180. ACG.
También el periodista republicano Víctor Zurita fue critico con la democracia cuando el devenir de la
República hizo peligrar el orden social. En su obra sobre la estancia del general Francisco Franco en
Tenerife publicada en el año 1937, el periodista de La Tarde recordará a la “desorientada y
esparcida”“opinión republicana” que “republicanos y demócratas combatimos al llamado Frente Po-pular
y ejercimos severa crítica contra las actuaciones del extremismo”, y se dirigirá a los republicanos
para aconsejarles que no culparán “jamás a una reacción por terrible e implacable que os parezca, si
obedece a una necesidad fatal”.
- Victor Zurita Soler. En Tenerife planeó Franco el Movimiento Nacionalista. Imprenta El Productor.
Santa Cruz de Tenerife, 1937. Pags 8 y 9.
5 Gaceta de Tenerife (Tenerife). Don Ramón González de Mesa nos habla de España y de Canarias.
5 marzo 1936.
6 Gaceta de Tenerife (Tenerife). La Falange en la persecución. 21 abril 1938.
7 Andrés Arroyo. Actuaciones y notas de mi vida en relación a Dios y a la Patria. Tomo II. Obras
completas. Santa Cruz de Tenerife, 1967.
8 Francisco Javier Centurión. Vieja guardia. Tenerife, 29 de octubre 33. Amanecer (Tenerife). 2 diciembre
1937.
9 . Norberto Morales Rufino. Su vida política y ciudadana contada por sí mismo. Diligencias Previas
246/37. Legajo nº 180. ACG.
10 Tomás Quintero Espinosa. La Guerra Fratricida. Santa Cruz de Tenerife, 1980. Pag. 31.
11 Miguel Ángel Cabrera Acosta. La II República en las Canarias Occidentales. Centro de la Cultura
Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1991. Pags. 606 y 607.
12 Juan del Castillo. El Corpus de 1936, entre un general ortodoxo y una alfombra herética. Diario de
Avisos (Tenerife). 12 junio 1988.
13 Informe sobre la actual situación política en Tenerife (11-1-40). Caja nº 49. Sección Presidencia. AGA..
2767
14 Miguel Ángel Cabrera Acosta: La II República en las Canarias Occidentales. Pag. 509-529.
15 Diario de Avisos (La Palma). Bando de la Comandancia General de Canarias. 11 Enero 1937.
- Bando de la Comandancia General de Canarias (8-3-37). Recogido en Gregorio Hernández Gómez.
El Plátano. Imprerapid. Barcelona, 1991. Pags. 137-140.
- Boletín Oficial de la Provincia. Bandos de la Comandancia General de Canarias (26 y 27-3-37).
29 marzo 1937.
- Boletín Oficial de la Provincia. Bando de la Comandancia Militar de las Islas Canarias (14-6-37).
16 Junio 1937.
- La Tarde (Tenerife). Bando de la Comandancia General de Canarias. 11 Noviembre 1937.
16 Gaceta de Tenerife. La Asamblea agrícola en la Mancomunidad. 16 marzo 1937.
-Tomás Cruz García. Ensayos sobre economía Canaria. Sugerencias relativas a la exportación frutera de
Canarias. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La Laguna, 1961. Pags. 15-38.
17 José Padrón Machín. Memorias de otro desmemoriado. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz
de Tenerife, 1988. Pags. 182-183.
- Expediente Informativo. Año 1937. Legajo nº 167. ACG.
18 Gaceta de Tenerife. La Conferencia del gobernador civil de la provincia Don Daniel Arraiza Goñi.
18 agosto 1937.
19 Antecedentes de algunas circunstancias que concurren en la situación actual de Tenerife. Caja nº 49.
Sección Presidencia. AGA.
20 Gaceta de Tenerife. La Conferencia del gobernador civil de la provincia Don Daniel Arraiza Goñi.
18 agosto 1937.
21 Informe sobre la actual situación política en Tenerife (11-1-40). Caja nº 49. Sección Presidencia. AGA..
22 Amanecer (Tenerife). La Falange habló al país. 1 marzo 1938.
23 Amanecer (Tenerife). El consejo de los de fuera. 21 Agosto 1937.
24 Amanecer (Tenerife). Dijo un señor... 10 Diciembre 1937.
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Ibid.
28 Ibid.
29 Amanecer (Tenerife). La Falange habló al país. 1 marzo 1938.
30 Amanecer (Tenerife). Los Silos: comentario sobre el paro obrero. 21 agosto 1937.
31 Amanecer (Tenerife). Un ruego al Sr. Delegado del Trabajo. 14 Agosto 1937.
32 Amanecer (Tenerife). El consejo de los de fuera. 21 Agosto 1937.
33 Ibid..
34 Amanecer (Tenerife). Guión. Sobre caciquismo. 28 Junio 1938.
35 Amanecer (Tenerife). El consejo de los de fuera. 21 Agosto 1937.
36 Ibid.
37 -Amanecer (Tenerife). El consejo de los de fuera. 21 Agosto 1937.
- Amanecer (Tenerife). Guión. Sobre caciquismo. 28 Junio 1938.
38 Ibid.
2768
39 Amanecer (Tenerife). Un acto de Falange en el Puerto de La Cruz. El Jefe Provincial señala las normas,
procedimientos y directrices de la labor a realizar en cumplimiento de la doctrina del Movimiento. 26
Abril 1938.
40 Informe sobre la actual situación política en Tenerife. Legajo nº 49. Sección presidencia. AGA.
41 - Raymond Carr. Estudios sobre la República y la Guerra Civil Española. Editorial Sarpe. Madrid, 1985.
Pag. 185.
- Stanley G. Payne. Falange. Historia del Fascismo Español. Editorial Sarpe. Madrid, 1985.
- Dionisio Ridruejo. Escrito en España.. Editorial Losada. Buenos Aires, 1964.
42 Gaceta de Tenerife. La Conferencia del gobernador civil de la provincia Don Daniel Arraiza Goñi.
18 agosto 1937.
43 Ibid.
44 Escrito remitido por el Gobernador Civil de la provincia de Tenerife (10-9-37). Legajo año 1937. ADG.
45 Informe del Gobernador Civil de la provincia de Tenerife sobre las actividades políticas y periodísticas
del Camarada Delegado Provincial de Prensa y Propaganda Francisco Aguilar y Paz (19-10-40).Sección
Presidencia. Caja nº 49. AGA.
46 Gaceta de Tenerife. La conferencia del gobernador civil de la provincia, don Daniel Arraiza Goñi.
18 agosto 1937.
47 Amanecer (Tenerife). Guión. 24 febrero 1938.
48 - Amanecer (Tenerife). El país oyó la voz de Falange. 1 marzo 1938.
- Gaceta de Tenerife. 11 febrero 1938.
49 Informe elaborado por el Gobierno Civil sobre las actividades políticas y periodísticas del Camarada
Delegado Provincial de Prensa y Propaganda, Francisco Aguilar y Paz (19-10-40). Legajo nº 49. Sección
Presidencia. AGA.
50 Gaceta de Tenerife. Un inspector de la Falange Española en Tenerife. 10 diciembre 1937.
51 Informe elaborado por el Gobierno Civil sobre las actividades políticas y periodísticas del Camarada
Delegado Provincial de Prensa y Propaganda, Francisco Aguilar y Paz (19-10-40). Legajo nº 49. Sección
Presidencia. AGA.
52 Amanecer (Tenerife). Guión. 1 marzo 1938.
53 Amanecer (Tenerife). El país oyó la voz de Falange. 1 marzo 1938.
54 Amanecer (Tenerife). Guión. 24 febrero 1938.
55 Paul Preston. Franco. Caudillo de España. Pag. 326.
56 Amanecer (Tenerife). Guión. 24 febrero 1938.
57 Amanecer (Tenerife). La Falange habló al país. 1 marzo 1938.
58 Informe elaborado por el Gobierno Civil sobre las actividades políticas y periodísticas del Camarada
Delegado Provincial de Prensa y Propaganda, Francisco Aguilar y Paz (19-10-40). Legajo nº 49. Sección
Presidencia. AGA.
59 - Ramón Serrano Suñer. Entre Hendaya y Gibraltar. Nauta. Barcelona, 1946. Pags. 218-219. Citado en
Amando de Miguel. Sociología del Franquismo. Euros. Barcelona, 1975. Pag. 190.
- Paul Preston. Franco. Caudillo de España. Editorial Grijalbo. Barcelona, 1994. Pag. 369-371.
60 Gaceta de Tenerife. Trascendental discurso del Caudillo. 21 abril 1938.
61 Amanecer (Tenerife). Discurso pronunciado el sábado en Sevilla, por el Ministro del Interior, camarada
Ramón Serrano Suñer. 5 abril 1938.
2769
62 Informe elaborado por el Gobierno Civil sobre las actividades políticas y periodísticas del Camarada
Delegado Provincial de Prensa y Propaganda, Francisco Aguilar y Paz (19-10-1940). Legajo nº 49.
Sección Presidencia. AGA..
63 Informe sobre la actual situación política en Tenerife (11-1-40). Legajo nº 49. Sección Presidencia. A.G.A.
64 Amanecer (Tenerife). Guión. 3 marzo 1938.
65 Amanecer (Tenerife). Discursos pronunciado en la velada del domingo, en homenajea a Su Santidad el
Papa Pío XI. 22 febrero 1938.
Dos meses antes, el canónigo de Tenerife había afirmado en un acto castrense:
El Caudillo ha abierto un cauce ancho y profundo a la corriente de las energías nacionales; ahora son
llamados al servicio todos los españoles de buena voluntad; ahora pueden colaborar todos en la obra del
engrandecimiento de la Patria; para todos hay un puesto, una tarea, una responsabilidad y una gloria.
¿Dónde? ¿Cómo?...¿Será necesario repetirlo?. EN FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE
LAS JONS.
- Gaceta de Tenerife. Alas de Imperio. 17 diciembre 1937.
66 Amanecer (Tenerife). Discursos pronunciado en la velada del domingo, en homenajea a Su Santidad el
Papa Pío XI. 22 febrero 1938.
67 Amanecer (Tenerife). Jerarquías. 16 febrero 1936.
- Informe sobre la actual situación política en Tenerife (11-1-40). Legajo nº 49. Sección Presidencia.
A.G.A.
- María Paz Ortega. Datos biográficos de Francisco Aguilar y Paz. Inédito. Santa Cruz de Tenerife, 1994.
68 Informe sobre la actual situación política en Tenerife. Legajo nº 49. Sección presidencia. AGA.
69 Ibid.
70 Entrevista a Dionisio Ridruejo. Ronald Fraser. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Editorial Grijalbo.
Barcelona, 1979. Pag. 25.
71 Amanecer (Tenerife). La Falange habló al país. 1 marzo 1938.
72 Amanecer (Tenerife). Un acto de Falange en el Puerto de La Cruz. El Jefe Provincial señala las normas,
procedimientos y directrices de la labor a realizar en cumplimiento de la doctrina del Movimiento. 26
Abril 1938.
73 Ibid.
74 Amanecer (Tenerife). La Falange habló al país. 1 marzo 1938.
75 Amanecer (Tenerife). La traición se paga con la muerte. 13 febrero 1938.
76 Ibid.
77 Amanecer (Tenerife). Guión. 3 marzo 1938.
78 Amanecer (Tenerife). Guión. La función social del jefe provincial del movimiento. 23 octubre 1938.
79 Amanecer (Tenerife). Guión. 3 marzo 1938.
80 Ibid.
81 Ibid.
82 Ibid.
83 Amanecer (Tenerife). Guión. La función social del Jefe Provincial del Movimiento. 23 octubre 1938.
84 Amanecer (Tenerife). Guión. Hacia la normalidad de los jornales. 19 mayo 1938.
85 Amanecer (Tenerife). Bando. 15 junio 1938.
86 Amanecer (Tenerife). Orden circular del ministerio de organización y acción sindical (30 abril 1938). 25
mayo 1938.
2770
87 Juan Sebastián Nuez Yáñez. Evolución de los costes de producción en el sector platanero canario, 1900-
1990. Homenaje a Antonio de Bethencourt Massieu. Vol. III. Ediciones del Cabildo Insular de Gran
Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, 1995. Pag. 597.
88 Ibid.
89 Amanecer (Tenerife). El gofio a 70 céntimos kilo. 16 Septiembre 1938.
90 Amanecer (Tenerife). Guión. Contra la especulación. 8 junio 1938.
91 Ibid.
92 Amanecer (Tenerife). Gobierno civil. Multas. 17 marzo 1938.
93 Gaceta de Tenerife. Gobierno civil. 24 mayo 1938.
94 Amanecer (Tenerife). El gofio a 70 céntimos kilo. 16 Septiembre 1938.
- Amanecer (Tenerife). Gobierno Civil. 1 octubre 1938.
95 Amanecer (Tenerife). Interesante discurso del Excmo. señor Gobernador civil de la Provincia. 20 julio
1938.
96 Amanecer (Tenerife). Un acto de Falange en el Puerto de La Cruz. El Jefe Provincial señala las normas,
procedimientos y directrices de la labor a realizar en cumplimiento de la doctrina del Movimiento.
26 Abril 1938.
97 Ibid.
98 Amanecer. Falange Española Tradicionalista y de las JONS. de Santa Cruz de Tenerife. Circular de la
Secretaría Provincial a los Jefes Locales. 2 abril 1938.
99 Ibid.
100 Ibid.
101 Ibid.
102 Amanecer (Tenerife). Guión. 1 marzo 1938.
103 Amanecer (Tenerife). Una circular de la Jefatura Provincial del Movimiento a los Jefes Locales.
8 noviembre 1938.
104 Amanecer (Tenerife). De un lado o de otro. 10 Junio 1938.
105 Amanecer (Tenerife). Guión. Organización sindical. 12 Mayo 1938.
106 Ibid.
107 Amanecer (Tenerife). Guión. Por el prestigio de nuestro Movimiento. 8 noviembre 1938.