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LA INMIGRACIÓN CANARIA A CUBA: CONEXIONES
DE SOCIEDADES, FAMILIA, IDENTIDAD CULTURAL
Olga Cabrera
Introducción
Canarias y Cuba son sociedades distantes geográficamente pero consideradas las más
próximas de acuerdo con la política poblacional de las elites durante los siglos de
dominación española en Cuba, y aún más tarde, durante los primeros treinta años de
República. Los elementos que favorecieron y hasta convirtieron en una necesidad la
inmigración de canarios a Cuba fueron, aparte de la grave situación económica que se
reflejaba en la fuerte presión de la población sobre el minifundio en Canarias, el clima, que
favorecía la adaptación del inmigrante a la nueva región1 y el predominio de la economía
agraria en ambos países. Que el lugar de destino fuera preferencialmente Cuba, estuvo
favorecido por la presencia de una población “isleña” asentada desde el siglo XV en la tierra,
producto de un proceso de migración contínuo. Las posibilidades de acceder a la tierra propia
fueron el grande estímulo subjetivo para la selección de Cuba al trascender la existencia de
su excedente de tierras, situación que se mantuvo hasta el siglo XIX.
El estudio del proceso de formación del campesinado cubano está vinculado,
estrechamente, al de la inmigración y principalmente a la de los canarios. Si bien es cierto
que de otras regiones de la península también procedieron algunos de los inmigrantes que
llegaron a las zonas rurales de Cuba, éstos no sólo fueron muchos menos sino también eran
hombres solos y se tuvieron que mezclar con poblaciones de otro origen étnico o en el
mayor número de casos se desplazaron a otras actividades económicas, como en general
ocurrió con los gallegos.2 En el caso de los canarios, fundamentalmente fue una migración de
familias completas y cuando llegaban hombres solos, incorporados en los “enganches” de las
contratas para la industria azucarera, en el mayor número de casos respondió al estímulo de la
reunificación familiar. Es importante subrayar esta cuestión porque permitió la permanencia
de rasgos de la cultura de origen en el país de destino, algunos de ellos desaparecidos hoy en
aquél. Este aspecto contribuye a la discusión en torno al complejo proceso de formación de la
identidad, sin establecer la fijación a un territorio determinado. Será importante comprender
mediante otros estudios y en una perspectiva comparativa, considerando a las dos sociedades
implicadas, la de Canarias y la de Cuba, cuáles fueron los mecanismos que explicaron la
vertebración de la sociedad a través de la cultura procedente de la familia rural.
La aproximación a los estudios sobre el campesinado exige una previa definición del
mismo. Para algunos autores es el tamaño de la propiedad el elemento fundamental pero ese
es un dato que no solamente desde el punto de vista sincrónico puede variar de una región a
otra de un mismo país, a partir de una serie de indicadores como son la calidad de la tierra y
la relación con la gran propiedad y la tecnología sino que diacrónicamente también puede
tener cambios muy violentos a partir de las construcciones de vías de comunicación y otros.
Tampoco el elemento de la producción para la subsistencia puede ser el definidor del pequeño
campesino porque el campesino y no sólo el cubano, siempre se orientó a la comercialización
de sus productos sin dejar de cumplir con el objetivo de producir los alimentos para el
consumo de la familia.
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Las formas adoptadas en Cuba por la pequeña producción fueron: los vegueros, los
estancieros (desapareció a finales del siglo XIX), los sitieros y los conuqueros (aunque procede
de la forma usada por el negro se extendió también al blanco). El veguero cubano (pequeños
campesinos cosechadores de tabaco) como también estancieros y sitieros,3 siempre
produjeron para el comercio. Considero que el elemento común que transita por toda pequeña
producción es el trabajo familiar. ABROMAVAY (1991) en Brasil destacó este aspecto
como el definidor de la producción campesina, independiente del uso de otro tipo de fuerza
de trabajo complementaria, tal como ocurrió con la vega de tabaco, la estancia y hasta el sitio
de labor. En Cuba, éstas fueron las formas del vínculo del campesino a la tierra aún cuando,
en los siglos anteriores había utilizado, además del trabajo familiar, el de algún esclavo.4
En virtud de la necesidad del trabajo familiar en las zonas rurales aisladas fueron elaborados
por las elites los planes de colonización canaria en el siglo XIX. Así, se puede concluir que,
tanto la inmigración impulsada por la expansión del tabaco y la producción de alimentos en
los siglos XVIII y XIX como la regida por las exigencias del colonato y el desarrollo de los
centrales en el siglo XX, fueron privilegiadas por el trabajo familiar.
Sin embargo, a pesar de este aspecto fundamental, en Cuba los estudios de familia se han
restringido principalmente al campo de la sociología y han mantenido su carácter parcial y
limitado al método en cuestión.5 Las investigaciones históricas no han penetrado en el
proceso de formación familiar en el área rural cubana y de este descaso ha resultado afectado
también el estudio sobre la inmigración de los canarios.
Hay otra ausencia en la historiografía cubana que ha contribuído al vacío en torno al papel
de la inmigración canaria en el proceso de formación del campesinado cubano: La falta de
estudios sobre el campesino que atañe a los criterios sustentados de que bastaba entender la
sociedad a partir de la plantación y el latifundio, fortalecidos más tarde por la visión modélica
que sostiene el carácter retardatario y tradicional del campesino, visión que orientó la
“superación de los errores”de la Primera Reforma Agraria cubana. Cierto que no puede ser
eludida la importancia de la plantación y el latifundio pero, no cabe dudar que la
subalterneidad en que se coloca a la pequeña producción ha desembocado en una exclusión
que oscurece a la propia plantación. Se hace necesario cada vez más estudiar no a partir de
una visión jerárquica que obnubila la pequeña producción y con ello al sector social
campesino, sino las relaciones entre éstos con la plantación y el latifundio.
La fundación del Centro de Estudios del Caribe en Brasil ha posibilitado insistir en
temáticas que propicien los estudios comparativos. De ahí haber privilegiado la inmigración
canaria a Cuba que no sólo autoriza este tipo de perspectiva sino que permitirá desarrollar su
Centro de Documentación con fuentes y obras procedentes, principalmente, de España y
Cuba.
Debate historiográfico. La formación del campesino cubano y la inmigración canaria
Las obras clásicas de Guerra (1970) y de Fraginals (1962)6 en Cuba fueron esenciales en
una interpretación de la sociedad cubana a partir del desarrollo de la industria azucarera y de
la plantación y el latifundio. Pero, como habíamos señalado antes, esa importancia otorgada a
este sector oscureció y afectó los estudios sobre el campesinado en Cuba y en general en el
Caribe. La primera obra que abordó el tema campesino en el Caribe fue la de Mintz (1985)
seguida sólo en años más recientes por las investigaciones sobre el campesinado en la
República Dominicana, aunque con menos resultados en Puerto Rico y más pobres aún en
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Cuba. En los años 90, se han producido numerosos estudios sobre el campesinado pero en el
caso cubano sólo existen los estudios sociológicos que, como habíamos señalado antes en
relación con los de la familia, lo abordan en su contemporaneidad, sin penetrar en su
historicidad. No hay interpretaciones que recuperen el proceso de formación del campesinado
y por lo tanto el papel de la inmigración canaria en el mismo. Una excepción en este sentido
continúa siendo la obra de Francisco Pérez de la Riva (1956) aún cuando al focalizar la
propiedad de la tierra y el territorio en este trabajo se pierde la perspectiva del hombre; se
constituye en una historia de las formas que adopta en distintas épocas la apropiación del
territorio. En la obra no hay constatación sobre la pequeña propiedad campesina en su
carácter de producción con trabajo familiar (1956).
La urgencia de investigaciones sobre el pequeño campesinado ha sido destacada por
algunos autores en relación a Santo Domingo, aunque considerando la menor relevancia de
esta temática para Cuba (SAN MIGUEL, 1999). En el caso cubano existe una opinión casi
unánime coincidiendo con este criterio. Sólo en la obra Medicina y racismo en Cuba
(NARANJO y GARCÍA, 1996, 40) se afirma, refiriéndose al colonato (forma potenciada
gracias a la aparición y desarrollo de los centrales azucareros) como difusor de la pequeña
propiedad y por lo tanto, también estimulador de la inmigración de familias canarias también
en el siglo XX:
Junto a estas innovaciones hay que destacar otro factor ya señalado y que esta ley
[Ley de inmigración y colonización de 11 de junio de 1905] recoge y trata de
potenciar, nos referimos al fomento que se le quiere dar al colonato, como forma de
explotación económica que a su vez llevaba aparejado el asentamiento del
campesino en la tierra y la consolidación de un sistema de producción, que tras la
abolición de la esclavitud y en parte como consecuencia de ésta comenzó a adquirir
unas proporciones e importancia aún sin estudiar por la historiografía. (La cursiva
es de la autora, OC)
Si la plantación esclavista y el ingenio necesitaron de esa frontera física y simbólica
campesina, más tarde, durante los primeros treinta años de República cubana, el latifundio
cañero y el central continuaron entregando a familias campesinas canarias una parte de las
tierras en la formas de colonato, aparcería o arrendamiento. En un gráfico realizado a partir de
una investigación con la metodología de la historia oral en tres centrales azucareros de las
provincias de Camagüey y Oriente pude constatar que en las tierras de los centrales había una
parte que, no sólo en el tiempo muerto sino durante todo el año, se dedicaba a la producción
de alimentos. En 1959, la Primera Reforma Agraria, a partir de una antigua reivindicación
campesina “la tierra para el que la trabaja”, entregó la propiedad del 60% de la tierra
explotada por los campesinos en forma de aparcerías, arrendamientos y otras, mientras a los
trabajadores agrícolas se les mantuvo su condición de asalariados en el restante 40% de los
latifundios antes explotados como tierras de administración por el próprio central, y que
pasaron a ser propiedad del Estado.
El modelo de desarrollo económico y de modernización de la agricultura en la revolución
cubana se realizó considerando la necesidad de la transformación del campesino en obrero.
En el Congreso Nacional de Cooperativas Cañeras (1962), con el objetivo de resolver las
deficiencias de la Primera Reforma Agraria, explicaría Fidel Castro su visión de avance de la
agricultura mediante la conversión del campesino en la clase “más avanzada”. La cooperativa
sería el instrumento del cambio mediador. Mientras tanto las granjas estatales trabajadas por
los obreros agrícolas se constituían en el objetivo final de ese proceso:
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“Es que la verdadera cooperativa no puede surgir del proletariado. La verdadera
cooperativa para un proletariado sería un retroceso y en cambio para un pequeño productor
sería un avance”. (VALDÉS, 1990, 74) La historiografía, inclusive la dedicada en otros países
del Caribe español al rescate de los estudios sobre el campesinado (República Dominicana y
Puerto Rico) justifica también esta ausencia en el caso cubano. Mientras tanto, se olvida que
el próprio movimiento insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista encontró en el
espacio rural un marco privilegiado. No empece el predominio de esta postura historiográfica
nuestra investigación transitará por otros caminos.
El proceso de formación del campesinado cubano, y he aquí la importancia de la
inmigración canaria, está relacionado con las formas de predominio de la economía
campesina en las propias colonias del central, en las vegas de tabaco, en el sitio de labor, en
las estancias antes del siglo XX y, más tarde, en el conuco, forma practicada inicialmente por
el negro y adoptada por el “isleño” sobre todo en las colonias de los centrales.
Todas estas formas de la pequeña propiedad utilizaron el trabajo familiar, tanto el de las
mujeres como el de los niños.
Fernando Ortiz refiriéndose a esa forma social de trabajo familiar que adopta la vega
señaló:
El cultivo del tabaco requiere un ciclo anual de constante trabajo realizado por un
personal muy perito y especializado...Esto y ser la vega un fundo pequeño han hecho
que el veguero se pegue a su tierra, como el estanciero de antaño, y que la
explotación agrícola pueda ejecutarse con pequeños núcleos familiares...La vega
repetimos es vocablo de simple topografía; la colonia es voz de compleja ordenación
político social.(ORTIZ, 1963, 56).
Aunque estamos en desacuerdo con el criterio de simplicidad para definir la relación
social en la vega de tabaco, el trabajo familiar, consideramos que resaltó una cuestión de gran
relevancia pero, al caracterizar la colonia, ha considerado sólo la relación colono/central. El
pequeño campesino sujeto a una cuota de caña y un precio que el central le impone por su
caña mientras tiene que producir una mitad o tercera parte sin recibir nada a cambio, por el
derecho al usufructo de la tierra. Sin describir el trabajo familiar que también caracteriza la
relación social en la colonia convirtiéndose en el elemento fundamental que garantiza, en
medio de la inestabilidad de la comercialización del azúcar, las otras producciones de la
propia colonia y del conuco próximo a la vivienda. Sin olvidar que, en las épocas de crisis, el
campesino tiene que trabajar como obrero agrícola asalariado en las tierras de administración
del central mientras la familia toma cuenta de la colonia.7
La carencia de estudios sobre la pequeña producción, hay que apuntarlo también, responde
también al peso ganado por los ritos y mitos negros en los estudios antropológicos y desde la
focalización política, a la mayor atracción de los estudios dedicados a la clase obrera.
Hay que insistir que el carácter familiar de esta migración posibilitó la llegada de un
número creciente de mujeres. GUANCHE (1991) en una investigación en tres archivos
parroquiales de la Habana y a pesar de que dos de ellos tenían una población
fundamentalmente urbana, descubre un predominio de la población canaria en la inmigración
femenina hispánica, 51,98%…
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En el estudio de la familia campesina canaria hay que destacar a la mujer por su papel en
la trasmisión y permanencia de algunas manifestaciones culturales. En las comidas, en los
preparativos que anteceden a las fiestas, en las costumbres, en las décimas, cantadas en la
forma de la controversia tan gustada, en la estructura familiar y en los remedios caseros:
En las zonas rurales cubanas la presencia de la mujer curandera de origen canario se
puede constatar en la revisión de la obra El folklor médico de Cuba (SEOANE, 1987). Todas
las mujeres curanderas que aparecen en los testimonios son isleñas o descendientes que
aprendieron con ellas. En el caso de los hombres curanderos son todos negros. “Ud sabe que
las isleñas conocen de remedios caseros lo que nadie conoce”.(SEOANE, 1987,151)
Las experiencias en las diferentes culturas agrícolas también proceden de los canarios.
Ellos trajeron algunas técnicas pero otras las fueron obteniendo en el proceso de adaptación
al medio. Aunque el tabaco es originario de América su cultura como tal fue desarrollada por
los canarios. Se conoce que el tabaco exige “ser chiqueado”, como testimonian los guajiros.
Se aproximan a 200 las actividades a realizar para llevar el tabaco hasta el fumador y muchas
de ellas son efectuadas exclusivamente por mujeres y niños bajo la organización de las
primeras. Entre esas actividades podemos destacar la selección de las semillas y las posturas,
su correcta colocación en los surcos, aplicar el veneno para evitar las enfermedades de la
planta, cortar las hojas cuidadosamente con la cuchilla, engavillarlas, ensartarlas y hasta
escogerlas en la primera selección en que se separan las hojas para capas de las que servirán
para tripas. En las colonias cañeras la mujer y los niños respondían por la atención al
“conuco”de viandas y granos próximos a la vivienda así como por la cría de animales de
pequeño porte y la comercialización en los pueblos cercanos, tareas que también eran
complementarias de las vegas de tabaco. Los finísimos bordados y tejidos realizados por
encargo por las mujeres canarias y sus descendientes podían aportar también recursos para el
sostenimiento del hogar.
Mintz considera que el campesinado del Caribe es “reconstituido” por las experiencias
diversas en su formación pero, al colocar que la inserción de ellos ocurrió en función de la
plantación no se corresponde siempre con el caso cubano. Antes del siglo XIX la inmigración
masiva de colonos canarios a Cuba fueron encaminados para la colonización de las regiones
despobladas principalmente en Pinar del Río y Oriente. Aunque es cierto que tal como puede
ser corroborado por el estudio de Naranjo y García (1999) en el apogeo de la plantación
esclavista continuaron los esfuerzos por incorporar sobre todo canarios a todas las zonas
rurales cubanas. La frontera de blancos de la plantación esclavista se necesitaba que fuera
tanto física como simbólica. Además, hay otro aspecto que ha sufrido algunas exageraciones.
Si bien es cierto que, por una parte, la plantación fue replegando a la vega de tabaco cada
vez más para el occidente del país, por otra, precisó de las fronteras de los blancos canarios
por las necesidades de la producción de alimentos para la supervivencia de la propia
plantación. Hasta el siglo XIX, Cuba contó con un excedente de tierras que no ha sido
considerado al dar el predominio a la plantación sobre la pequeña propiedad en la formación
rural cubana. Tampoco la plantación significó un desplazamiento total de la vega y menos
aún de los sitios y conucos dedicados a la producción de alimentos, cuyas necesidades
aumentaron a consecuencia del auge del comercio mundial del azúcar que favoreció el
crecimiento de las ciudades. Además, la resistencia opuesta a la plantación por las vegas de
tabaco no siempre desembocó en el fracaso. San Antonio de los Baños, Santiago de las Vegas
en la provincia Habana, permanecieron con el predominio de su producción tabacalera,
fronteriza con la plantación. Una industria tabacalera en ascenso y la predilección por el
“habano” garantizaron la permanencia de las vegas, algunos de esos desplazamientos fueron
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también impulsados por la búsqueda de tierras mejores para el tabaco como lo revela el hecho
de que las más importantes industriales de tabaco adquirieron tierras en San Juan, Pinar del
Río donde vegueros isleños y sus descendientes cultivaron la rica hoja.
En la formación del campesinado también cuenta la relación con el Estado que no siempre
fue armónica. Si bien en la producción de alimentos y su comercialización se abstuvo de
participar beneficiando al comercio con su arbitraria imposición de precios de los
comerciantes tanto al campesino como a la población de las ciudades, sin embargo en el
comercio de exportación del tabaco intervino imponiendo controles monopólicos y abusivos
precios al tabaco. La oposición al monopolio comercial de la Real Factoría desembocó en un
movimiento de los vegueros y en la horca para los dirigentes del movimiento durante el siglo
XVIII. En otras regiones en época más reciente, durante la dictadura de Machado, fueron
asesinados canarios pequeños campesinos para beneficiar los intereses de una comparñía
estadounidense. (LIGA ANTIMPERIALISTA, 1926) Las pretensiones de la expropiación de
los campesinos de las tierras realengas (Guantánamo en la década del 30) también para
favorecer a los latifundistas, así como los numerosos asesinatos de los dirigentes campesinos
en las décadas del 40 y 50, miembros y dirigentes de la activa Asociación Campesina que
obtuvo una trascendencia urbana al obtener el apoyo de los estudiantes universitarios, son
expresiones de que el desenlace del movimiento campesino en el núcleo de la Sierra Maestra
y más tarde en el Escambray obedecía a un proceso histórico contínuo en defensa de la
pequeña propiedad.
Objetivos
Profundizar en el desarrollo de la economía basada en la pequeña producción en las
distintas etapas de la historia cubana para penetrar en la fuerte presencia canaria en la
formación del campesinado cubano.
Analizar la fuerte presencia de la etnia y la cultura canarias en la estructuración familiar y
social de los campesinos cubanos.
Buscar el impacto del proceso de migración durante varios siglos en la cultura de la
sociedad de origen.
Penetrar en las interconexiones entre las sociedades canaria y cubana a partir del estudio
de la migración canaria y su modelo de asentamiento en Cuba.
Intentar una búsqueda del proceso de formación de la identidad a partir de la historia,
procurando superar las socorridas interpretaciones apoyadas en la historia de las ideas o en las
visiones sincrónicas y fragmentadas de los estudios sociológicos y antropológicos.
Enriquecer el acervo del Centro de documentación del Centro de Estudios del Caribe en
Brasil mediante la investigación de este tema que integra una de las líneas de investigación
priorizadas por el CECAB.
Problematización
Durante siglos de migraciones contínuas y masivas, Canarias y Cuba han favorecido la
emergencia de un corpus de manifestaciones que se fueron incorporando al entramado
cultural cubano a partir de las experiencias del grupo cultural y étnico canario. Los canarios,
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sin duda, participaron en la configuración y reconfiguración del paisaje rural en el nuevo
lugar de asentamiento. El hecho de producirse una migración contínua durante siglos (hasta el
año 30 del siglo XX) exige considerar no sólo el estudio restringido a Cuba sino también a
Canarias. Cuáles fueron las rupturas y las continuidades y cómo éstas se relacionan a las
interconexiones de ambas sociedades.
En Cuba durante siglos, se ha ido desarrollando el reciclaje de pasados históricos canarios
mediante la incorporación de los referentes culturales reconstituídos con la incorporación de
la visión de la ausencia y de los espacios de procedencia.
Yo vine de niña y en todo lo que veía buscaba el parecido con lo que dejé...aquí
me hice curandera buscando las yerbas de mi tierra.8
El juego de prendas era el preferido allá en su tierra [se refiere al testimonio de la
madre] igual que aquí para acercar a las muchachas y muchachos al namorisqueo.9
Los conceptos territorio/nacionalidad no pueden explicar cabalmente estos diálogos y
vínculos entre sociedades. La memoria y sus elusivos procesos de olvidos y reconstrucciones
en el presente del inmigrante canario colocan la competencia de las dimensiones de
familiaridad y de pertenencia al lugar de procedencia. El deseo de regresar al lugar de origen
permanece y el nebuloso vínculo de pertenencia a Cuba siempre queda confirmado a partir
de las comparación con Canarias. ¿Cómo definir si esa pertenencia es a Cuba o a Canarias
cuando resulta un estado inasible, de alguna manera etéreo?. Los recuerdos de Canarias
atañen, más que a personas (salvo el caso de los padres cuando quedaron) a un paisaje rural
estático, al paisaje que dejaron al partir.
La investigación pretende transitar por otros caminos y pensar la identidad a partir de las
formas adoptadas por la subjetividad, bien alejadas de las creadas a partir de las estrechos
marcos nacionales o regionales. Durante siglos, Cuba fue el sueño de los canarios sometidos
a situaciones económicas harto difíciles. La visión o el sueño del desplazamiento definió a la
comunidad no como la tierra opuesta a la propia sino como el posible otro lugar adonde se
pudiera vivir. La identidad no puede configurarse a partir del territorio, los que quedaron y los
que se fueron, cuando las grandes emigraciones fueron empujadas por la necesidad y en
algunos casos fueron gestadas por la coerción. Habría que penetrar en los elementos que
configuran la frontera imaginaria o simbólica de aquellos que continúan recordando y
considerando una identidad canaria que se diluye en el nuevo paisaje. Los siglos de migración
condujeron a la constitución de una comunidad con las experiencias del lugar originario. Esa
emigración masiva, pensamos, no pudo apagarse de la memoria de la comunidad receptora ni
de la originaria y la investigación debe profundizar en la búsqueda de la reconfiguración y
los modos en que se define la identidad. El desplazamiento masivo forma parte de la historia
canaria tanto como de la cubana..
La migración es una instancia concreta que promueve la convivencia, los intercambios y
coincidencias de ciertas poblaciones en territorios literalmente comunes. Hay diferencias y
proximidades. Pretendemos buscar lo canario no en los territorios de Cuba ni en el de
Canarias sino en el lugar de entrecruzamiento, y penetrar en la transformación mutua que
promueve la migración, tanto para los que abandonan el lugar de origen como para los que se
quedan, produciendo identidades que vivencian lo cubano y lo canario. Consideramos estas
búsquedas lejos de la visión de la identidad nacional como esencia inmutable que trasciende
la historia. Las interconexiones producen lo imprevisto: “la vida te da sorpresas” una
La inmigración canaria a Cuba. Conexiones de sociedades, familia, …
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reiterativa expresión cubana refleja eso que Iain Chambers ha caracterizado al desconsiderar
las palabras claves de origen y autenticidad que conducen a la dimensión física del territorio:
Our sense of belonging, our language, and the myths we carry in us remain, but
no longer as “origins” or signs of authenticity”capable of guaranteeing the sense of
our lives. They now linger on as traces, voices, memories and murmurs that are
mixed in with other histories, episodes, encounters (CHAMBERS, 1944, 35)
Metodología
Revisión crítica de la historiografía que aborda los estudios sobre familia y campesinado
en Canarias. (La escasa historiografía cubana sobre este tema ya ha sido revisada).
Estudiar la historiografía sobre migración y especialmente la que estudia a la canaria.
Investigación en archivos canarios y cubanos en la búsqueda de datos sobre la estructura
familiar y de trabajo del campesino. Cuáles son los cambios producidos en el lugar de destino
y cuáles las permanencias?
Revisar la documentación procedente de Tiscornia en el Archivo Nacional de Cuba para
conocer las condiciones de los canarios en relación con otras migraciones peninsulares.
Revisar la literatura cuyo personaje es el campesino y el migrante en ambas regiones.
Utilizar la metodología y las fuentes orales tanto en Canarias como en Cuba. En el primer
territorio entrevistar a los que regresaron y a los que tuvieron familias en Cuba, estudiando,
especialmente, las relaciones con ellas.
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NOTAS
1 En las imágenes de la niñez nunca olvidaré los comentarios que atraían mi abuela materna y también mi
padre “tiene que ser isleño(a), tiene la fuerza de un buey”. Se acostumbraba a medir la fortaleza física por
el juego de brazos, agarrados los contendientes por las manos y él siempre resultaba vencedor. Sobre la
terquedad de la mujer canaria circulaba el cuento de la “tijereta”, la mujer que prefería morir antes de
admitir que estaba errada.
2 Los gallegos, en general, vinieron solos y su padrón terminó siendo el pequeño comercio, la bodega.
3 Para 1862, a pesar de la plantación esclavista, un 54% de las tierras útiles eran de pequeñas propiedades y
un 76% de los labradores o guajiros eran blancos y en su gran mayoría, canarios. (Conferencias de la Real
Sociedad Económica de la Habana. Consideraciones sobre la población de la Isla de Cuba según el Censo
de 31 de diciembre de 1862 por CC Coppinger, Habana, 1865.
4 Los censos cubanos revelan que aunque una estancia, un sitio y una vega utilizaran sólo 1 o 2 esclavos, en
su conjunto podían aproximarse a los utilizados en las plantaciones.
5 Aparte del primer estudio sobre familia en Problemas de la Nueva Cuba, La Habana, Foreign Policy
Association, 1934 existen otras posteriores a la revolución de 1959 con el mismo énfasis sociológico, entre
ellos cabe destacar: ÁLVAREZ. M. et al, Acerca de la familia cubana actual, La Habana, Editorial
Academia, 1993.; ÁLVAREZ TABIO, E. Vida, mansión y muerte de la burguesía cubana, La Habana,
Editorial Letras Cubanas, 1989; ARES, P. Mi familia es así,La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1985;
BENÍTEZ,M.E. Panorama sociodemográfico de la familia cubana, La Habana, Editorial Ciencias
Sociales, 1999; CATASÚS, S. La nupcialidad de los jóvenes en Cuba, La Habana, Editorial Ciencias
Sociales, 1994 e La nupcialidad cubana en el siglo XX, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1999;
RECA, I. et al, La familia cubana, cambios, actualidad y retos, La Habana, Centro de Investigaciones
Psicológicas y Sociológicas, 1996 e Análisis de las investigaciones sobre la familia cubana 1970-1987, La
Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1990; COMITÉ ESTATAL DE ESTADÍSTICAS, Veinte años de
matrimonios en Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977; MARTIN, C. et al,
Familia, emigración y vida cotidiana en Cuba, La Habana, Editora Política, 1998; PÉREZ, N.
Características sociodemográficas de la familia cubana 1953-1973, La Habana, Editorial Ciencias
Sociales, 1979 e Selección de Lecturas sobre familia y población en Cuba y América Latina, La Habana,
Universidad de La Habana, 1986; SORÏN, M. Padres e hijos amigos o adversarios, La Habana, Editorial
Ciencias Sociales, 1990; VERA, A. et al, Cuba, cuaderno sobre la familia, La Habana Centro de
Investigación y desarrollo de la cultura cubana “Juan Marinello”, 1997.y Raíz familiar,La Habana,
Editorial Letras Cubanas, 1996.
6 Los trabajos clásicos de GUERRA (1970), MORENO (1962) otorgan esta predominio a la plantación y al
latifundio.
7 El peso que tiene el trabajo campesino en las tierras de administración como trabajador agrícola asalariado
durante la zafra es revelado en el estudio de la metodología seguida por los censos de 1943 y 1953.
Realizados, en el tiempo muerto el primero y en el tiempo de zafra el segundo, el concepto campesino
englobó en el indicador de trabajadores agrícolas a millares de aquellos que se encontraban a la sazón en
las tierras de administración del central.( POLLITS,1962).
8 Entrevista a Candelaria, Central Cuba, Matanzas, 1990.
9 Testimonio de Celedonia García a la autora, Pinar del Río, 1980.