LAS MANUFACTURAS ARTESANALES
Y EL ABASTECIMIENTO A LA POBLACI~N EN
GRAN CANARIA DURANTE EL SEISCIENTOS
En el siglo XVII la estructura económica de Gran Canaria experimen-ta
una sensible transformación con respecto a la centuria anterior. Su nue-vo
rol dentro del sistema productivo regional y en la redistribución de
capitales influyó significativamente sobre los parámetros básicos de su
producción y en el asentamiento de su población. El desarrollo de nue-vas
aiternarivas de captación de capítaies por ei grupo de poder, ei incre-mento
de la presión sobre los bienes de producción, el afianzamiento de
una minoría en la cúspide de la sociedad insular y el considerable aumento
de la dependencia económica exterior se convirtieron en elementos que
vieron incrementar su protagonismo a medida que avanzó el siglo.
En los primeros decenios del diecisiete la economía de Gran Cana-ria
acusa diversos altibajos que son superados a mediados del Seiscien-tos
a través del incremento de la producción agrícola de abastecimiento
al mercado interno y regional. Este hecho propició un aumento de la
población en los núcleos tradicionales y el comienzo de una acelerada
antropización del paisaje a través de la masiva roturación de tierras y la
proliferacicin de pagos en las zonas comprendidas entre los 400-800
metros de altitud. Finalmente, en el último tercio del siglo la crisis de
la estructura productiva, las contradicciones del sistema social, las rei-teradas
alteraciones en la complementariedad regional, etc., condujeron
a un deterioro de los mecanismos socioeconómicos cuya repercusión más
palpable es la postrada situación económica insular del dieciocho.
l- -A-.. 1cnn 37nn l.. --Ll..,.:L- 2.. c--- n-..,.2.. ..:- -..-,.-+-e ....,. . CIIUG I uuu- L I uu ia yuuiaLiuii u6 ulaii Laiiaiia v iu auiiiciiwu uus Ci-fras
absolutas, pasando de 9.288 habitantes en 1590 a 22.154 en 1680, con
un incremento del 138,5%, lo que representa un alza del 1,5% anual '.
Independientemente de que los datos no tenga total verosimilitud, lo que
sí indican es la tendencia alcista de los efectivos poblacionales, básica para
102 Pedro C. Quintana Andrés
entender el impulso en la solicitud de bienes y el fomento de la produc-ción
artesana insular. La demanda, en gran parte privada, se cimentaba
sobre el consumo de productos de primera necesidad, lo que inducía al
mercado insular a una tendencia engeliana donde el aumento de los gas-tos
sobre el consumo de alimentos básicos se incrementa a medida que es
menor el volumen medio de ingresos de la comunidad. Es decir, en un
circuito de intercambio interno cada vez más inelástico a medida que trans-curre
el XVII, la producción de abastecimientos se vio sometida al anqui-losamiento
donde el dinamismo inicial propiciado por la introducción de
capitales va a dar paso a un progresivo proceso de descapitalización y
autoconsumo. Pese a la temprana irrupción del capitalismo en la econo-mía
canaria, la especulación en la que cae el circuito de capitales desde la
segunda mitad del XVII va a suponer que todo atisbo de expansión indus-trial
fuera utópico. La mayoría de los capitales se dirigieron lentamente
hacia la compra de tierra -invirtiendo la tendencia de comienzos del si-glo-
para su acumulación y ostentación, a la vez que asegurar, en mo-mentos
de coyuntura adversa, unos mínimos ingresos para el grupo de
poder. Este hecho provocó una retracción en la inversión en la producción
manufacturera, lo que dio lugar a que los capitales generados por este sector
tuvieran menor peso en el vciliimen productivo general,
En Gran Canaria no podemos hablar de la existencia de una «indus-tria
» como tal, al reducirse a empresas de escasa amplitud en la inversión
y activos -salvo excepciones-, mínimo empleo en el número de oficia-les,
considerable fraccionamiento, etc., donde la mayoría de las veces el
trabajo en el propio domicilio sustituía al taller donde se trabaja de forma
colectiva. En la producción de bienes en Gran Canaria se sigue mante-niendo
una estructura medieval en la que una sustancial parte del
artesanado posee los medios de producción, genera unos cortos beneficios
y se origina una escasa diferencia entre el capital y el trabajo, al ocasionarse
apenas una concentración de este último. El gremio o el control de la
producción por la máxima institución política de la isla mantiene unas
características muy parecidas a las de otras zonas de la Península o Euro-pa,
lo mismo que las directrices registradas para el trabajo a domicilio
realizado por artesanos para fabricantes o mercaderes. Salvo los artesanos
de Las Palmas y algunos de Telde la actividad de estos productores era
complementada con la agricultura, al realizarse la producción en los mo-mentos
marginales del quehacer diario, intentando complementar parte de
los ingresos familiares. A través de esta producción se intentaba cubrir la
demanda de la unidad familiar y la local pero sin llegar a propasar, salvo
casos muy excepcionales, los límites comarcales. Así, toda una pléyade de
cabuqueros, albañiles o laneros son registrados indistintamente en las fuen-
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento u... 1 03
tes como agricultores o artesanos. Las reiteradas crisis económicas o la
competencia de las manufacturas exteriores provocaron que los grupos de
artesanos asentados en los núcleos con una elevada demanda -como Las
Palmas- progresivamente fueran combinando el ej'ercicio de su profesión
con la agricultura, el transporte o la milicia 2.
El volumen global de artesanos registrados en Gran Canaria es muy
difícil de establecer por los subregistros, impresiciones de las fuentes y la
propia ambigüedad en algunos grupos de artesanos a la hora de su regis-tro.
La única cifra que poseemos con cierta validez para el período es la de
artesanos propietarios de inmuebles en la ciudad de Las Palmas. Para un
total de 1.188 inmuebles registrados en el último tercio del siglo XVii se
han localizado los dueños de 683, de los que el 29,7%, es decir, 203, eran
artesanos 3. Algunos poseían más de una vivienda, caso del alférez Her-nando
García -platero- con dos casas; la familia Ráezj alhañiles, con
residencias en el barrio de Vegueta o Francisco de Padilla dueño de varias
viviendas y un molino. Las cifras de'propietarios, si estuvieran completas,
proporcionarían quizás un global de población dedicada a la producción
artesano-industrial en Las Palmas que rondaría unos porcentajes del 30-35%
para el siglo x v r ~ e, n consonancia a los registrados para otras poblaciones
la &ivnU cofia Vallii&1i& el p e i ~ o ~qUue fUe sede de la Coee e:'
número de artesanos representaba el 35,5% de los vecinos, y equivalente a
los de algunas ciudades andaluzas en el setecientos. Santiago de Com-postela,
núcleo de importancia regional, tenía a mediados del siglo XVIII
casi un 40% de sus vecinos empleados en el sector artesanal, llegándose
en algunas ciudades europeas hasta el 70% de la población activa 4.
El volumen de artesanos recogidos para otros núcleos de población de
la isla es reducido, no representando en ningún caso más del 10% de los
vecinos registrados. Se da la circunstancia de que en varias poblaciones
(Tejeda, Artenara) no se localiza a través de la documentación ningún
menestral. El número de artesanos se restringía a medida que se reducía
la demanda, dedicándose con menor asiduidad a la producción de bienes
y más a las tareas agrícolas. En otros núcleos donde se asentaban miem-bros
del grupo de poder socioeconómico (Agüimes, Guía, Telde) el volu-men
de artesanos era relativamente reducido, al volcar su demanda la élite
y los medianos propietarios en la adquisición de productos elaborados en
la capital, la región o, básicamente, bienes de procedencia exterior.
Este intenta ucercurse u lare2 1i&G de! uersan2& J 11 r l ~ la hac- , ..VI .."U0
tecimiento de manufacturas en Gran Canaria durante el siglo XVII, con la
salvedad de la construcción naval, análisis realizado por otros autores y
la de albañilería y carpintería que merecerá un trabajo aparte. Quizá entre
todos sea el abastecimiento de harina el de más relevancia e impacto en la
1 04 Pedro C. Quintana Andrés
población, al ser su producción (harina, gofio) básica para la dieta alimen-ticia.
Su importancia crece a medida que aumenta la población y se incre-menta
la demanda, situación que favorecerá la concentración de esta indus-tria
en muy pocas manos, figurando entre sus propietarios algunos de los
miembros más relevantes de la sociedad del momento. De este modo, el
capitán Pedro Bravo es propietario de 2 molinos en el Barranco de Las Pal-mas;
el capitán Félix Espino Peraza poseía a mediados del XVII 5 en dicho
barranco o don Diego Espino detentaba 2 molinos en Ingenio, valorados
en 1698 en 1.200.000 maravedís, además de 2 partes del molino de
Guayadeque 6. De los 45 molinos localizados en Gran Canaria a fines del
siglo 3 son comunales, 3 pertenecen a campesinos y el resto, 86,3%, al
grupo de poder local o insular. Sobresale la concentración de molinos al-rededor
de los núcleos de población con mayor peso dentro del organigra-ma
económico de la isla. En Las Palmas se localizan 10 en los márgenes
de su Barranco, uno de viento, a los que se añaden los ubicados en la Ollería
(La Calzada), Tafira, 2 en el barranco de Tenoya y 1 en los arenales de
Santa Catalina que era de viento, todos volcados en el abastecimiento de
la ciudad. En Guía existían 3, al igual que en Teror -además del localizado
en el pago de Vilaflor-, Agüimes, La Vega, Tirajana y Telde. En el ba-rranco
de Azua-je, entre Firgas-Moya, con gran riqueza acüífera se situaban
4, mientras que en Tejeda, Agaete, Arucas e Ingenio se registran 2.
VOLUMENDE VENTAS, ARRENDAMIENTOS E INVERSIÓN (EN MARAVED~S)
DE MOLINOS EN GRANC ANARIAD URANTE EL SIGLO XVII
Total ( 42
835.152
874.032
1.063.928
443.44n
734.928
1.838.976
452.160
627.504
1.340.010
I\ I . A nnn
L.044. IUU
Fuentes: Protocolos Notariales. Elaboración propia.
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a,.. 105
Los traspasos de molinos o derechos experimentan un estancamiento
a medida que avanza el siglo XVII producto de su concentración y el
alza de su valor. El aumento del precio de estos inmuebles repercutió
en que fuera aún mayor la concentración por el grupo de poder. Por
ejemplo, el molino de «Abajo», situado en el barranco de Teror, fue
traspasado por doña Teresa de Herrera a Andrés de Ortega en 1627 por
186.520 maravedís, posteriormente es vendido en 1698 por el alférez
Juan de Ortega al capitán Jerónimo del Toro por 494.400 maravedís.
Algunos por su repercusión en el mercado de la zona llegan a elevar su
valor por encima de la media de los traspasados en Las Palmas, caso
del molino de «Arriba» de Guía que es vendido por el alférez Adrián
de Pineda a su cuñado, el capitán Cristóbal del Castillo, por 660.000
maravedís, de los que 120.000 eran de rédito perpetuo '. En Las Palmas
los precios de los molinos se incrementaron desde mediados del siglo
xw, estak!eciéndose e! prori?edio de vegtu unterier en 2G0.000 mirave-dís.
A partir de la década de los cincuenta, en medio de una coyuntura
negativa, se produce una transacción de molinos de gran cuantía que caen
en poder del grupo dirigente. El desarrollo de la población y la solici-tud
de abastecimiento debió influir en la presión ejercida sobre estos
bienes por algunos de los miembros más destacados de la comunidad,
en su afán de centralizar cada vez más rentas. Los molinos establecidos
en los márgenes de los barrancos de la ciudad ven subir vertiginosamente
sus tasaciones, tal como ocurre con el de «Silva», que llega a los 576.000
maravedís en 1651, o el de «Padilla», al sobrepasar los 264.000 *. Tam-bién
la rentabilidad de los molinos era muy elevada, prefiriéndose por
sus dueños el arrendamiento a corto plazo en los momentos de coyun-turas
económicas favorables y el largo si era al contrario, generándose
considerables diferencias entre el valor de los alauileres según las zo-nas,
la tipología del molino y las condiciones de molienda.-
TEMPORALIDAYD V ALOR MEDIO POR SEMANA
DE LOS ARRENDAMIENTOS DE MOLINOS (EN MARAVED~S)
Pedro C. Quintana Andrés
(Cont.)
GU~A 1 TEROR 1 FIRGAS 1 TELDE 1 OTROS 1
* Precio medio de arrendamiento por semana.
+ Tiempo medio del alquiler de la totalidad o derecho de molino.
Fuentes: Protocolos Notariales. Elaboración propia.
Los arrendamientos en Las Palmas, pese a significativas oscilaciones,
tienden a un moderado crecimiento en las rentas. El de «Hernán Guillém
pasa de 120 maravedíslsemana en 1616 a 864 en 1684 y a 1.260 en
1692. El de «Silva» ve evolucionar su alquiler de 768 maravedís en 1650
a 960 en 1677. A comienzos del siglo XVII la falta de molinos, la de-manda
y el sostenimiento del comercio habían deparado unos altos in-crementos
medios en sus alquileres que sólo se volverán a repetir en los
momentos de la crisis agraria de 1649-1655. Molinos como el mencio-nado
de «Hernán Guillén» rentaban en 1607 a Daniel Bandama, su due-ño,
1.152 maravedís por semana más toda la molienda del pan de su
casa o en 1651 al capitán Félix Espino, propietario del mismo, 1.200
maravedís y una fanegada de pan molida. La multiplicidad de estos
inmuebles a fines del siglo, la falta de reparaciones, las diversas cargas
establecidas sobre ellos o los rendimientos decrecientes hicieron que se
estancaran las rentas medias percibidas por sus propietarios.
En el resto de la isla hay una tendencia al alza en el valor de sus
arrendamientos, debido al incremento poblacional y el deseo de abaratar
los costes de transportes de harina y gofio procedentes de molinos leja-
.,no n o .,,;,.lnn"A n nnl . lnAA- -..- +nA;An.."l--..+- ..-:.l h --.-,.-:A,. A-LIVO
ü !"O LILLC.I~UO UL ~ V V I ~ L I U L I ~ U uLc wl~~uua~uIudlwb ~ a uuu r;uuu ur;
los mismos. Los molinos enclavados en las zonas que vieron multiplicar
sus efectivos poblacionales -localizadas entre los 400-800 metros
de altitud- experimentan una propensión alcista en los precios me-dios
de sus alquileres y en el valor de los inmuebles. El molino de «Aba-jo
» de Teror pasa de un arrendamiento de 337 maravedíslsemana en 1688
a i.8E en 16%;' en La Vega en i ó9i el molino de La Saizada es arren-dado
por 300 maravedís, pasando en 1697 a 519. El alza en los precios
y las sucesivas coyunturas negativas por las que transcurre el último ter-
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a,.. 1 07
cio del siglo XVII ocasionaron que los contratos de arrendamiento cada
vez se prolongaran más, intentando los propietarios asegurar las rentas
ante cualquier fluctuación de la economía. Esta actitud es contraria a la
recogida a comienzos del siglo, donde el dinamismo económico y la fluc-tuación
de capitales debió influir en que los contratos se hicieran a cor-to
plazo, buscándose unas ganancias cada vez más sustanciosas. Las áreas
rurales son las que registran los arrendamientos con mayor prolongación
temporal, siendo siempre los arrendadores vecinos de Las Palmas, desean-do
a través de extensos contratos sostener la renta, evitar desplazamientos
o que, por la característica del arrendatario, se pudiera mantener el mo-lino
9. La situación y número de rnoliendas influía en el valor del arrien-do.
Un molino con una molienda en Las Palmas a mediados del siglo xvn
se alquilaba por un precio semanal de 864 maravedís, mientras que otro
con dos alcanza los 1.000 y hasta tres los 1.536 maravedís 'O. En algu-nos
casos los molinos son alquilados con animales para el acarreteo de
los cereales o tierras y casas, con obligación a reparaciones o condicio-nes
especiales que favorecían al arrendador ' l .
El aumento desmedido de las ganancias, el desarrollo demográfico
o la necesidad de mejorar el abastecimiento llevaron a que los vecinos
de varias localidades de Gran Canaria solicitaran al Cabildo de la isla
n~ rmi cncp . !, censtrucci& & me!iner. ~ c r a d o r e r& ogzrte, Y--""'"""
Tejeda o Agüimes denunciaban las reiteradas carencias, los abusos en
precios y arbitrariedades cometidas por los dueños de los molinos exis-tentes
en la zona, lo que llevaba a:
«los vezinos del dicho lugar (Agaete) por no tener molienda
en el dicho lugar, le es fuerca salir dé1 a otros estraños (...) y por
la longitud y largo distrito estarse seys y ocho días más o menos
en convertir el grano en harina» 1 2 .
Además de éstos fueron varios los molinos que se fabricaron duran-te
el siglo, hasta 17, de los que 10 se solicitaron o se terminaron en su
segunda mitad. En varios casos se estabiecen acuerdos y «compañías»
para su fábrica, por los costos que acarreaban, como la que realizan
María Hemández y Alejo de la Cruz para hacer un molino en el Barranco
de Tunte en tierras de María 1 3 . Son asociaciones modestas donde las
pérdidas y ganancias se reparten por igual, procediendo a un acuerdo
comercial del que se pueden derivar importantes consecuencias. En otros
casos eran sus propietarios los propios constructores directos o los que
contrataban a albañiles para su fábrica, reparación o realización de pie-dras
de moler 14.
1 08 Pedro C. Quintana Andrés
Si la producción harinera fue importante, no lo era menos la de la
sal, fundamental para la alimentación y las salazones de pescado. En la
isla sobresalen las salinas localizadas en Agüimes - d e Amoreto, del
capitán Lorenzo Betancurt y del capitán Francisco Díaz Padilla 15-
Agaete, Guanarteme, Bañaderos y las que se pretendieron hacer en El
Posudo 16. La creciente demanda de sal, el aumento del precio y el prolí-fico
negocio que crece en tomo a este producto propiciaron que miem-bros
del grupo de poder avecindados en la ciudad solicitaran amplia-ción
de sus salinas al rey y al Cabildo de la isla, como hace el capitán
Alejandro Amoreto en 1684 17, o la fábrica de nuevas, caso de las de
Guanarteme l 8 o Aldea Blanca 19. En Agaete la salina estaba dividida a
tercios entre los herederos del capitán Bartolomé de Mújica, registran-do
entre 1676-1695 ocho arrendamientos de tercios de cercados con parte
de las salinas con valores entre los 76.800 maravedís de 1676 y los 168.-
000 en 1695. En una sola ocasión, 1676, aparecen arrendándose las
salinas por el capitán Alonso Olivares a Bernabé García por seis años y
20 fanegas de trigo y 15 de millo. En 1679 el capitán Cristóbal del
Castillo cede por ocho años a Mateo de Cubas el cercado de «Las Sali-nas
» por 12.960 maravedís anuales y las salinas por 15 fanegadas de
sal. Antes de 1676 las salinas, el molino y las casas estaban incluidas
en los arrendamientos globales de la hacienda.
Por otra parte, las salinas localizadas en Aldea Blanca se encontra-ban
ya en pleno rendimiento desde el siglo XVI, lo mismo que la de
Agaete, pues don Alonso Olivares las arrendó por tres años en 1601 a
Pedro Estévez por 24 cahices de sal el primer año y 25 los dos siguien-tes.
En 1626 son vendidas al abogado Alonso Femández por 875.000
maravedís (668.100 de gravámenes y deudas). Estas salinas fueron arren-dadas
a diversos vecinos de la localidad en contratos temporales entre
uno y tres años que progresivamente fueron aumentando de renta. Si en
1631 el valor del alquiler era de 5 cahices de sal, en 1635 se elevó a
110 y en 1656 a 75 el primer año y 80 los otros dos 'O. En 1639, muer-to
el abogado, las salinas se dividieron para otorgar los 857.904
marzve& ni ie ni i ~ r l ahand e 12 d~) t ed e 11 hija de! p r ~ p i e t a r i ~ ,
1"- 1------"
Magdalena de Saavedra, casada con don Pedro Westerling, entregán-dosele
la mitad de las salinas a la vez que se obligaban ambos dueños
a poner un administrador y un esclavo cada uno 'l. En 1655 se valoran
los tajos y casas en 2.904.000 maravedís, lo que equivalía al 50,5% de
la tasación de todos los bienes del licenciado Saavedra '=. A fines del
,:-1, v ~ m ,r - A- 1- nnl:-nr. 1-0 A- 1-0 D--Anrn- DnA:lln
J I ~ I UA V I I a& 1r;giauau GII la Liuua UGJ Jauua3. iaa UG iua uauuaiiia-La uiiia,
valoradas en 120.000 maravedís, junto a las viejas de los Westerling, la
del maestre de campo Antonio Amoreto, vinculadas en 1696 -con
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a... 1 09
217 tajos viejos y 152 tajos nuevos- y las del capitán Antonio Loren-zo
Betancurt, al cual el Cabildo de la isla le entregó cuatro fanegas de
tierra para su fábrica en 1667, ya que:
<mesesita esta ysla de sal, pues por la mucha falta que ay della
se a bendido este presente año la poca que a abido (...) a dos
rreales el almud y la fanega por veinte y quatro (...), casso que
algunos baxeles vienen a llebar dicha sal para pesquería, ay ocas-sión
que la suelen llebar toda» 23.
De mayor modestia eran las de Bañaderos, en funcionamiento desde
el siglo XVI, que pertenecían a Baltasar Pérez, cuyo arrendamiento anual
se evaluaba en 30 fanegas de sal en 1600. En 1658 aún rendían a pleno
ritmo, repartiéndose entre los herederos de Baltasar que la explotaba di-rectamente
24. La producción global de todas estas salinas no es posible
o.>"l.iorlo rln fn-n -rnri;rin n n n 1-0 rlntno I.n..n;nrlr\o n i i ~ n i i n-n ro n1 n;;n
CVUIULUIU UCI LUllllU pICICIJU CUll 1VJ UULUJ UUIUJUUVJ, UUllYUC YLUU CIl UllU
1635 podrían rendir entre las 1.350- 1 S00 fanegas de sal anuales.
Dentro de las manufacturas más pujantes se encuentra la del cuero
para consumo interno y exportación. La importante cabaña ganadera de
la isla, más las cabezas de ganado procedentes del tráfico comercial con
Fuerteventura y Lanzarote, llevaron a la proliferación de tenerías en Las
Palmas, unas 6 localizadas en las cercanías de las carnicerías del Cabil-do
Catedral y del Regimiento, al sur de la ciudad y en la zona cercana
al mar. En Agüimes existe referencia de otra, lo mismo que en Telde, y
2 en Guía. También los talleres de esta manufactura comienzan a caer
en manos del gmpo de poder a mediados del siglo XVII, al pertenecer-les
ya en 1685 4 tenerías de las emplazadas en Las Palmas. La pro-ducción
era elevada lo mismo que la demanda, lo que llevaba a perió-dicas
subidas en el precio de los arrendamientos. Por ejemplo, las
tenerías detentadas por el alférez Juan González son arrendadas a favor
de Salvador Alvarez en 1643 por 4.800 maravedís anuales, subiendo al
siguiente año a 10.560. Las alzas repercutieron en los precios de sus
traspasos, ya que la media de las 10 ventas localizadas entre 1606-1691
es de 105.344 maravedís, pasando de ios íüü.üüü de principios de sigio
a los 300.000 que costó una tenería en 1686 25. En Guía los precios eran
más modestos, estableciéndose en torno a los 28.000 maravedís para las
dos localizadas en el Barranco de Las Garzas. Estos talleres eran mal
considerados por todos los vecinos, a causa de los olores, por lo que
todos se situaban cerca de cursos de agua, para lavar las piezas, y ale-jados
de zonas de habitación. No es extraño que a medida que fue
ampliando su perímetro la ciudad algunas tenerías se desplazaran de su
110 Pedro C. Quintana Andrés
1ugar.originario o incluso desaparecieran, caso de la ubicada en las cer-canías
de la ermita de la Vera Cruz (barrio de Vegueta), adquiridas por
la cofradía de la ermita, decidiendo derruirla por el mal olor y hacer
plaza 26. Paralelamente, se fabricaron gran número de molinos de peque-ñas
dimensiones para moler el zumaque, necesario para ablandar el cue-ro,
en Tafira, Barranco de Las Goteras (Telde), Satautejo y Atalaya (La
Vega) o en La Calzada, en haciendas del grupo de poder insular.
Otro abastecimiento de pretérita omnipresencia es el azúcar que pro-longa
su lánguida existencia a lo largo del primer tercio de la centuria.
La caída en las exportaciones no influyeron de forma determinante so-bre
algunos hacendados y grandes propietarios que ya individualmente,
como el regidor Marcos de León, o en compañía caso de Hernando del
Castillo y el capitán Mateo Delgado, quisieron fabricar nuevos inge-nios
en el primer cuarto del XVII, período en el que funcionaban aún
los de Agaete, Arucas, el de Marcos de León y capitán Luis de Saavedra
en Telde, y el de los Soheranis en Guía 27, Por el valor de su arrenda-miento
sobresale el ingenio de Agaete, que ve incrementar sucesiva-mente
su renta media hasta 1630, ya que si el alquiler en 1615 era
de 114 arrobas de azúcar anuales (227.040 maravedís) en 1623 se en-trega
por 140 y seis años a Gregorio Méndez de Pedroza. El de los
Soberanis, localizado en Guía, es arrendado en 1601 por 100.000
maravedís; en 1607 por 150.000 y en 1616 por 175.000 y nueve años
al mencionado Gregorio Méndez. Es decir, el azúcar seguía siendo una
industria rentable para los propietarios de ingenios porque aún se man-tenía
un consumo interno y una demanda exterior aceptable hasta el
primer tercio del siglo XVII, aunque de forma paulatina la inversión se
fue dirigiendo hacia la explotación agraria de cereales y cultivos de
huertas.
La nieve fue otro de los productos demandados por parte de la po-blación
con mayores recursos. A fines del siglo se localizaban en la
cumbre de la isla dos pozos de nieve, uno al lado del otro, que perte-necían
al Cabildo de la isla y al Catedral. Del primero se registran
mínimas referencias, aunque ya se recogía nieve en él desde media-uA-
u, a A, ,:,.+.,1-,, E 1 A-1 P,L: lA- O,i,A,,l L-l.<, ,:A, ,+,.:A, ,, 1, UG ia bciiiuila. LL UGI Lauiiuu Latcuiai iiaula aiuu Luiiauuiuu cii ia
«Mesa del Cuervo» en terrenos cedidos. por capitán Alonso Navarro.
Para la realización del pozo y la casa adjunta se solicitó un censo de
373.800 maravedís a favor del Comunal, al que se añadió otro de 113.-
760 más para reparaciones debido a los sucesivos derrumbes de las
toscas 28. SU rendimiento debió ser moderado, al igual que el del Regi-mienío,
guiándose iiacia ei coñsuiIio iIiieríio de los íiiienibios del Ca-bildo
29.
Lns manufacruras ariesanales y el abasrecimienro u... 11 1
La construcción será la industria artesana que tenga mayor relevan-cia
por el volumen de contratos y sus características aunque, como se
ha dicho, por la reducida extensión de estas páginas merecerá un estu-dio
aparte. Uno de sus aspectos más destacables es la cantería o ex-tracción
de cantos, básica para la construcción de casas, piedras de
molinos y obras públicas. Los cantos demandados para la construcción
podían ser «blancos», «rojos» o «azules», según el color de la piedra,
prefiriéndose las últimas por su robustez. Las canteras se ubican alre-dedor
de las zonas de mayor demanda, así en Las Palmas se localizan
en Lugarejo (San Lorenzo), la Ollería, Guanarteme, Rehoya, Barranco
Seco, Jinámar o a las espaldas del Hospital Viejo, estas dos últimas de
cantos blancos. En Agüimes, entre otras, destacan las sitas en su barran-co
y las localizadas en Ingenio, en Agaete la de El Valle, en el térmi-no
de Gáldar las de Pineda y Coruña, en Guía las situadas en Montaña
Gorda o Ingenio Blanco, en La Vega el Barranquillo del Castillo y en
Telde las de Guinea, de piedra azul, o la de El Portechuelo, de piedra
blanca 30. El valor de las canteras no era muy elevado, sobre todo si
éstas no eran de piedra azul, o las vetas eran poco profundas, oscilan-do
su precio entre los 24.000-72.000 maravedís.
A los canteros se unen los caleros siendo múltiples sus referencias
para todo el siglo El máximo auge en !as fuentes se regitra p_ra e!
primer tercio del siglo xvir, debido del ingente movimiento de capita-les
generado en la capital de la isla para restañar las heridas causadas
por el asalto de la piratería holandesa. En ese período sobresalen los
contratos realizados por instituciones como el Cabildo de la isla para
reparar las fortificaciones y murallas de la ciudad o de conventos para
su reconstrucción, emplazándose los hornos en tomo a los lugares de
demanda. En total se localizan 72 homos de cal en la isla aunque, como
en la cantería, destacan por su proliferación las zonas cercanas a los
grandes núcleos de población. Los Hornos del Rey en Jinámar fue el
área más rica en número de hornos, segoida por la montaña de San
Francisco, barranco de Guadalupe (Moya), los de las «Cuevas de
m loracio», en ei barranco de La Baiiena, San Zrisiói~ai o Yega de San
Lázaro (Las Palmas), Tafira, Bañaderos (Arucas), Valle de Agaete o
Barranco de Guía. Un elevado número de caleros eran negros o mula-tos,
al ser un oficio sacrificado y de escasa rentabilidad, ya que el pre-cio
de los hornos, sobre los 20.000 maravedís, los remates de obras o
el valor de su fábrica impedían todo posible despegue económico a sus
propietarios ". Algunos de los caleros tuvieron que solicitar préstamos
para poder fabricar sus homos o realizar compañía de explotación 32.
También el valor de la fanega de cal sufrió algunas oscilaciones entre
112 Pedro C. Quintana Andrés
1600-1700, en función de su demanda y calidad. Los precios medios
registrados para 1600-1625 se establecen en 88 maravedís la fanega, a
partir de 1630 se llega a 56 maravedís para caer en los años 30 hasta
casi los 40. A fines del diecisiete la fanega de cal alcanza los 100
maravedís, debido a la demanda en la construcción de edificios públi-cos
y privados. Tejas, ladrillos y demás elementos constructivos tuvie-ron
un papel destacado dentro de la industria de abastecimiento local
con una gran solicitud durante todo el siglo, aunque las fuentes a me-dida
que avanza el diecisiete se vuelve parcas en las referencias a este
tipo de artesanos. La instituciones eclesiásticas y miembros del grupo
de poder siguen siendo los mayores demandantes de esta producción,
muy ligada a la de calero ya que algunos también fabrican ladrillos y
tejas. En algunos momentos el volumen de demanda era tan elevado
en la isla que, ante la imposibilidad de conseguir ladrillos en Gran Ca-naria,
el Cabildo Catedral debe recurrir a su homónimo de Cádiz para
u a ~ i-nt nu .nununu p,,u, l üíi noíitante de 2!!.200 maravrdis 33. LIS a~-a--n-a--n-r--i-a ~
de los artesanos eran limitadas prefiriendo muchos utilizar el horno para
cal y, secundariamente, para tejas y ladrillos. El precio medio de 100
ladrillos y tejas era a comienzos del siglo de 240 maravedís, a media-dos
del siglo se redujo a 207 para, en la década 1690-99, llegar al
mismo valor medio de inicios de la centuria. Pese a su escasa relevan-cia
los hornos proliferaban localizándose, una vez más, en las cerca-nías
de Las Palmas, Telde, Guía o Agüimes. En la Angostura, Confi-tal,
Fortalezas del Puerto o Cuevas de Pedro Báez en Las Palmas, «Villa
de Arriba» o el Barranco de Las Garzas en Guía, Jinámar o Cuesta
Grande en Telde. También se arriendan, aunque siempre con una esca-sa
cuantía o por convenio entre constructor y tejero 34.
Finalmente, entre las manufacturas de abastecimiento sobresalen por
el volumen de artesanos las dedicadas a la producción de bienes de
primera necesidad (tejidos, sombreros, muebles), siendo compleja la
composición de este grupo por la variedad de sus oficios y por sus in-gresos
económicos. Las fuentes son exiguas en las referencias a
calceteros, esparteros, pellejeros, etc., al ser el grupo de artesanos con
rentas más bajas, por contra ianeros, herreros, toneieros o confiteros son
los sectores artesanos de los que se hace mayor eco la documentación
consultada aunque, en general, gran parte de ellos reciben cortas rentas
de su trabajo. La labor cotidiana la redizan en sus viviendas particula-res
o en talleres situados en casas adyacentes o cercanas a sus residen-cias,
en donde trabajan solo o acompañados por otros artesanos o
aprendices.
LAS manufacturas artesanales y el abastecimiento u... 113
La situación difiere entre las zonas rurales y la ciudad. En el campo
ia piodu~i6ii es frapeiiiada, a iiempu pixcia!, de aUtaxnsUmo y :e-ducidas
ventas. El artesano, en la mayoría de los casos, complementaba
sus rentas con la agricultura. En la ciudad la situación difiere hasta el
segundo tercio del siglo XVII, al producirse un auge del mundo artesa-nal
por la creciente demanda popular que, de forma progresiva, decrece
a medida que la estructura económica se resiente, influyendo en que las
referencias a artesanos en las fuentes consultadas disminuyan. En Las
Palmas gran parte de los artesanos se distribuían, como en otras lugares
de Europa, por barrios y calles en los que se agrupaban gremialmente.
Toneleros, laneros o zapateros estaban localizados en el barrio de Triana
y El Terrero, los curtidores, confiteros, pasteleros, guanteros, sombre-ros,
herreros o guarnicioneros en el de Vegueta cercanos a la zona de
las calles de La Pelota, Herrería y Carnicería. El volumen de talleres
era elevado, de esta forma las herrerías localizadas llegan a 14, las pas-telerías-
confiterías a 4, las sombrererías y tiendas de plateros a 5, las
carpinterías a 10 o las cererías a 3. Lógicamente, su número osciló a lo
largo de la centuria e incluso algunos oficios tendieron por la compe-tencia
exterior, la falta de oficiales o la escasa demanda a desaparecer.
Por ejemplo, las sederias eran escasas, necesitando ios artesanos asociarse
a mercaderes intentando conseguir el dinero necesario para la adquisi-ción
de los talleres, utensilios y materias primas adecuadas 35.
En general, cuando una tienda de artesano se vendía no alcanzaba
un alto precio al oscilar su valor entre los 4.800 maravedís que podía
costar una sombrerería hasta 15.000 de las herrerías o platerías. Las
rentas generadas por el alquiler de los talleres eran reducidas, producien-do
de 192 maravedís al mes de una platería hasta los 864 de una herre-
VOLUMEN DE APRENDICES REGISTRADO EN GRAN CANARIA
EN EL SIGLO XVII
ANOS
1600-10
1611-20
162 1-30
1631-40
164 1-50
1651-60
Fuentes: Protocolos Notariales. Elaboración propia.
TOTAL
8 3
48
5 8
92
139
8
%
8,6
5 8
6,O
9,6
14,5
13
ANOS
1651-60
1 66 1-70
1671-80
1681-90
169 1-00
Total
TOTAL
132
118
115
9 1
82
95 8
%
13,7
12,3
12,O
9,4
8,5
100,O
114 Pedro C. Quintana Andrés
ría localizada en una calle céntrica de la ciudad 36. La acumulación de
talleres por un solo propietario es casi nula y cuando se produce el dueño
no desempeña ningún oficio, sino que se limita a alquilar el bien a artesa-nos.
En el reparto de las propiedades de María Déniz se declara que en
la herencia entra tienda de tundidor por valor de 18.240 maravedís y
cerería, por 3.936, además de un esclavo y casa en la calle Mayor del
barrio de Triana. Ambos talleres suponían el 5,3% de la tasación de la
herencia. Quizá el sector más dinámico de este artesanado en el siglo
XVII fue el de los laneros, bataneros y calceteros. La demanda de teji-dos
de la tierra por una creciente población que no podía adquirir gran
parte de los tejidos foráneos, coadyuvó a que esta industria se consoli-dara.
Este auge se observa en la solicitud de construcción de cinco m
batanes en el Barranco de la ciudad, en Tenoya y El Lentiscal en el D
primer tercio del siglo XVII, además de contar algunos molinos harine- E
ros con anexo donde se abatanaba. En varios casos la construcción se O
n -
hizc b a j ~cG nka:o de compafiia, comv !a realizada por EsieGaii Alker- -
m
O
tos y Agustín Poggio para fabricar un batán en El Lentiscal 38. En otros EE el batán se construye mediante préstamos o se pide fianza ante posibles 2
E quiebras 39. Los alquileres de estos edificios estaban unidos al incremento =
de la demanda de tejidos elevándose las rentas medias a lo largo del 3
siglo. Si en 1629 el alquiler medio de un batán era de 16.800 maravedís --
en el año 1641 éste alcanzaba ya los 43.200 40. 0m
E Del resto de artesanos apenas si se tienen noticias esporádicas aun-que,
por el número de contratos, la calidad de sus bienes y su progresi- O
vo desplazamiento de las zonas donde se asentaban los vecinos con n
mayor poder adquisitivo, se puede apuntar que un alto porcentaje de a-E
menestrales vieron disminuir de forma drástica sus rentas a partir de la l
segunda mitad del XVII por las sucesivas crisis del sistema, la compe- n
0
tencia exterior, el anquilosamiento social y a la implantación de cam-bios
en las estrategias de captación de capitales desarrollada por el gru- 3
O
po de poder.
Las manufacturas de abastecimiento en Gran Canaria experimentan
un auge en las décadas iniciales y centrales del siglo XVII, al igual que
ia economía de ia isia. Ei incremento de la demanda, la inversión de
capitales y la posibilidad de exportar hacia otras zonas de la región o
de América incidieron en la multiplicación del artesanado. Pero las ba-ses
sobre las que se cimentaba eran muy débiles ante su escasa capita-lización,
especialización y dispersión. La falta de un mercado interno
elástico, la competencia de otras zonas del Archipiélago, la masiva Ile-gada
de productos de mayor calidad y baratura del exterior o la desvia-ción
de gran parte del capital circulante hacia la tierra supusieron que
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a,.. 115
un proceso con gran dinamismo a comienzos del período estuviera de-bilitado
a fines del siglo. La producción quedó reducida a una cada vez
más débil demanda social y a cubrir las partidas solicitadas desde Amé-rica.
Pedro C. Quintana Andrés
NOTAS
1. FERNANDEMZ ART~NL.,: ((Aspectos económicos, administrativos y humanos de
la diócesis de Canarias en la segunda mitad del siglo xvr», y SÁNCHEZH ERREROJ,.:
«La poblaci6n en las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVII (1676-1688)»,
ambos en Anuario de Estudios Atlánticos n." 21. Madrid. 1975. M~ c í a sH ERNÁNDEZ,
A.: «Fuentes y principales problemas metodológicos de la demografía histórica en Ca-narias
», en A.E.A. n." 34. Madrid. 1988.
2. Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Protocolos Notariales. Escribano:
Juan García Cabezas. Legajo: 1.093. Fecha: 23-1-1626. Fol. sf. Diego Ruiz de Miranda
combina el oficio de platero y el servicio como soldado del presidio insular. Este mis-mo
hecho se registra para Francisco de Padilla, maestro albañil, que a su vez es moli-nero,
A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Francisco Amado. Legajo: 1.047. Fecha: 24-11-1621.
Fols. 364 r.-368 v.
3. QUINTANAN DRÉSP, .: La propiedad urbana en Gran Canaria en el siglo XVII.
Tesis doctoral inédita.
4. BENNASSABR.,: Valladolid en el Siglo de Oro. Valladolid. 1989. En el año 1570
Valladolid tenía 5.258 vecinos, de los que 1.870 se dedicaban al sector secundario. En
Sevilla, en el siglo xviir, el sector industrial ocupa al 34,8% de la población, GARC~A
BAQUEROG ONZÁLEZA, ,: «Andalucía en el siglo xviii: El perfil de un crecimiento am-biguo*,
en España en el siglo XVIII. Barcelona. 1985. EIRAS ROEL, A,: «Las élites urba-nas
de una ciudad tradicional. Santiago de Compostela a mediados del siglo xvirr» y
MART~NERZO DR~GUEES.,: «El artesanado urbano de una ciudad tradicional. Santiago
de Compostela a mediados del siglo XVIII»a, mbos en Actas del 11 Coloquio de Metodo-logía
Histórica Aplicada. Salamanca 1984. Para Venecia en 1660 se recoge que el 67%
de su población activa se dedicaba a la industria y en Florencia en 1522 el 63%. CIPOLLA,
C. M.: Historia económica de la Europa preindustrial. Madrid. 1979.
5. LOBOC ABRERAM, .: «Construcciones y reparaciones navales en Canarias en los
siglos XVI y XVb, en A.E.A. n." 31. Madrid. 1985. SUÁREZG R IM~VN.:, Construcción na-val
y tráfico marítimo en Gran Canaria en la segunda mitad del siglo XVIII. Madrid. 1993.
6. Entregado en alquiler por el licenciado Pedro Ruiz a José Gutiérrez por 1 año y
42.440 maravedís de renta, A.H.P.L.P. P.N. Escribano:Andrés de Rosales. Legajo: 957.
Fecha: 14-1 1- 1627. Fol. rt.
7. A.H.P.L.P. P. N. Escribano: Jerónimo del Toro y Noble. Legajo: 1.440. Fecha:
18-1-1686. Fols. 546 v.-554 v. El vendedor lo traspasa para despacharse de alférez en
la leva que partía para Flandes.
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a,.. 117
8. A.H.P.L.P. P.N. Escribanos: Francisco de Moya y Juan Báez Golfos. Legajos:
1.203 y 1.141. Fols. 141 v.-147 r. y 805 r.410 v.
9 El caso más destacado de alquiler prolongado se encuentra en los dos arrenda-mientos
realizados por doña Teresa Pacheco a Juan Pérez de un molino en el barranco
de Teror en 1639 por dos nueves años y 10.176 maravedís anuales. Finalizado este
arrendamiento, en 1648, lo entregó a Juan Ramírez por otros 18 años. Bartolomé Mira-bal,
administrador de los bienes tras su muerte, revoca la escritura de alquiler y lo en-trega
en 1658 por 12 años (primero nueve y después dos) al alférez Lucas de Herrera.
10. El capitán Pedro Bravo de Laguna anienda un molino en Las Palmas a Sebastián
de Alvarado por dicha cantidad y por 6 años. Miguel de Collado da en arriendo a Juan
Rodríguez un molino con 2 moliendas grandes y una pequeña situada en casita adjunta,
por 1.536 maravedís y un año, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Juan de Vergara Renda. Le-gajo:
1.301. Fecha: 6-1 1-1652 y 21-1 1-1651. Fols. rt.
11. El capitán Félix Espino alquila a Melchor González un molino en Las Palmas
y tres bestias por un año y 1.344 maravedís semanales, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Fran-cisco
de Moya. Legajo: 1.200. Fecha: 3-9-1646. Fols. 696 r.-697 r. Francisco de la O
entrega a Francisco de Sequera un molino que llaman del «Racioneron en Las Palmas
por dos años y 672 maravedís a la semana, aunque no le cobra dos: la primera por
adecentar10 y la segunda por limpiar su acequia. También el capitán Cristóbal del Cas-tillo
alquila a Juan García un molino situado.en el Ingenio de «San José» (Telde) por
cuatro años y 480 maravedíslsemana, con la condición de molerle todo lo que deseara
el capitán, aderece el molino y coloque una piedra blanca para la molienda, A.H.P.L.P.
P.N. Escribanos: Francisco de Moya y Hernando de la Cruz Alarcón. Legajos: 1.202 y
3.151. Fechas: 15-10-1650 y 11-4-1651. Fols. 507 r.-508 r. y rt.
12. El alcalde del lugar, don Francisco de Aguilar, y el representante del vecinda-rio,
don Antonio de Castro, dicen haber llegado a un acuerdo con el mayorazgo del Valle
de Agaete, que ya tenía molino para sus necesidades, en fabricar uno a instancia del
pueblo, el cual se obliga a pagar la maquila al mayorazgo, A.H.P.L.P. P.N. Escribano:
Juan Báez Golfos. Legajo: 1.143. Fecha: 25-2-1653. Fols. 118 r.-119 r. Los vecinos de
Agüimes exponen en escrito dirigido a la Real Audiencia el abuso cometido por los
propietarios de algunos molinos, pues «es notorio que todos los veranos se padese
grandísima nesecidad de molienda por no aver mas molinos que el de Guayadeque y
otro molino que en día y noche no muele más que quatro fanegas de trigo por cuia caussa
padese la república grande nececidad y porque los dueños del molino de Guayadeque
(...) an pretendido no puede aver más molino que1 suyo*, aduciendo además la distancia
a que se encuentra de la Villa, 3-4 leguas, por lo que algunos vecinos no tienen caudal.
para el acarreteo. En cambio, en Tejeda el molino es construido por el cura de la loca-lidad
Pedro López, al cual le entregó en donación Cristóbal García el terreno necesario.
El molino ya operaba en el año 1666 dando una renta anual de 7.680 maravedís,
A.H.P.L.P. P.N. Escribanos: Francisco de Moya y Mateo Alvarez de Escobar. Legajos:
1.208 y 1.317. Fechas: 6-9-1657 y 16-2-1662. Fols. 226r.-227r. y 375v.-376v.
13. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Juan Pérez Mirabal. Legajo: 2.508. Fecha:
10-2- 1696. Fo~s. rt.
14. , El Hospital de San Martín vende a Francisco de Padilla, albañil, un herido de
molino en el Barranco de Las Palmas por 3.000 maravedís .de rédito anual perpetuo. En
cambio, Francisco González, arrendador, contrata a Francisco de Padilla para reedificar
el molino del «Maestrescuela», sito en el barranco de la ciudad, tras la ruina sufrida
por la avenida del barranco de 1615, por un montante de 19.200 maravedís, A.H.P.L.P.
P.N. Escribanos: Francisco Amado y Andrés de Rosales. Legajos: 1.047 y 947. Fechas:
24-11-1621 y 9-10-1615. Fols. 364 r.-368 v. y rt.
118 Pedro C. Quintana Andrés
15. Las de Amoreto y las de la familia Westerling Saavedra han sido estudiada por
MAC~AHSE RNÁNDEZA, ,: «Un artículo 'vital' para la economía canaria: producción y
precio de la sal (c. 1500-1836)», en A.E.A. n." 35. Madrid. 1989. Para más información
sobre la propiedad SUÁREZG R IM~ NV.,/ La propiedad pública, vinculada y eclesiástica
en Gran Canaria, en la crisis del Antiguo Régimen. Madrid. 1987.
16. El regidor Juan Suárez Tello solicitó al rey licencia para la fábrica de salinas
en Posudo, en tierras del regidor. Se concede la licencia el 9-1 1-1643, obligándose Suárez
a entregarle 158.400 ma-ravedís 30 días después de concederla. Pero al no abarcar a sus
he-rederos, faculta al doctor Francisco de Betancor para que lo solicite, A.H.P.L.P. P.N.
Escribano: Bartolomé Mirabal Rivero. Legajo: 1.186.. Fecha: 27-6- 1648. Fols. 400r.-v.
17. Demanda 4 fanegas de tierra para la ampliación, A.H.P.L.P. P.N. Escribano:
Diego Alvarez de Silva. Legajo: 1.295. Fecha: 10-9-1684. Fols. 366 v.-367 r.
18. Las salinas son solicitadas por Juan González Montañés en 1668, ofreciendo
al rey 48.000 maravedís o lo que ajustare, sin pasar de 105.600 maravedís. Las salinas
debían de estar ya en producción en 1672, pues impone sobre ellas un censo redimible
de 52.800 maravedís a favor del capitán Diego Cejudo Hidalgo, además de estar situa-do
otro de 72.000 a favor del convento de San Bernardo de Las Palmas, A.H.P.L.P. P.N.
Escribanos: Diego alvarez de Silva y Baltasar González Perera. Legajos: 1.284 y 1.247.
Fechas: 1-10-1668 y 7-1-1672, Fols. 241 v.-242 r. y 10 v.-12 r.
19. Se hace merced al capitán Cristóbal Bandama el 6-10-1680 de 4 fanegas de
tierra realenga junto a las salinas viejas de doña Juana Westerling (Aldea Blanca). Su
hijo, Juan Bandama, vende la mitad al capitán Francisco Díaz Padilla por 96.000
maravedís, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Baltasar González Perera. Legajo: 1.256. Fecha:
23-7-1681. Fols. 232 v.-236 v.
20. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Andrés de Rosales y Pedro Bravo de Laguna. Le-gajo:
956 y 1.210. Fecha: 17-6-1626 y 30-10-1635. Fols. 585 r.489 r. y 121 r.-125 v.
21. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Juan Báez Golfos. Legajo: 1.129. Fecha: 10-1-1639.
Fols. 7 r.-10 v.
22. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Diego Alvarez de Silva. Legajo: 1.273. Fecha: 28-
6-1655. Fols. 331 r.-343 v.
23. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Diego Alvarez de Silva. Legajo: 1.284. Fecha: 1-
11-1667. Fols. 287 r.-289 v.
24. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Fernando Hinojosa. Legajo: 968. Fecha: 5-7-1600.
Fols. rt.
25. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: José Bethencourt Herrera. Legajo: 1.332. Fecha:
7-5-1685. Fols. 78 v.-82 r.
26. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Andrés de Rosales. Legajo: 957. Fecha: 20-4-1627.
Fols. 146 r.-148 r.
27. Marcos de León contrata a Juan Gómez, albañil, para hacer ingenio en Telde.
Hernando del Castillo solicita al capitán 120.000 maravedís para continuar la fábrica del
qre tlem en. Te!&, recihiend~ 4.000 en dinern y 72.000 en k!as a 144 m2r2vedis !2
vara. También Gregorio Méndez de Pedroza, alcalde de Guía y arrendador de la Ha-cienda
de Agaete, solicita préstamo de 576.000 maravedís al capitán Pedro Ratón para
fábrica de ingenio en el barranco de Telde, A.H.P.L.P. P.N. Escribanos: Fernando Hino-josa,
Francisco de la Puerta y Salvador González. Legajos:968, 1.074 y 2.349. Fechas:
4-10-1601, 5-2-1621 y 26-8-1619. Fols.rt, 41 v.-43 r. y 96 r.-97 r.
28. A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Lázaro Figueroa. Legajos: 1.429 y 1.431. Fecha: 19-
7-1694 y 24-2-1696. Fols. 274v.-276v. y 39r.-41v.
29. Archivo Catedral de Canarias. Actas del Cabildo Tomo 24. El 14 de abril de
1695 se reparte la nieve entre la Mesa del Comunal tocando a 2 libras de nieve diarias
Las manufacturas artesanales y el abastecimiento a,.. 119
a todos menos a los Capellanes Reales, a los que sólo se les dará 1. Al obispo, por su
cariño y correspondencia, entregan 4 libras siendo el resto para vender.
30. Isabel Pérez de Orihuela, viuda, traspasa a Andrés González, albañil, cantera
de piedra blanca en el risco, frente al hospital de San Lázaro el Viejo, conforme como
se lo dio el Regimiento, por 21.600 maravedís a plazos, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Fran-cisco
de Vera Mújica. Legajo: 1.1 10. Fecha: 8-4-1633. Fols. 103 r.-104 v.
31. Gonzalo de la Concepción, negro, vende a Lope García, negro, horno de cal
sobre el molino de Siberio por 21.312 maravedís, A.H.P.L.P. P.N. Escribanos: Juan García
Cabezas. Legajo: 1.089. Fecha:12-7-1625. Fols. 96r.-97v.
32. Asensio Hernández se obliga a pagar a Juan Peraza 9.600 maravedís que le ha
prestado para fabricar horno de cal junto al mar. Del mismo modo, Luis Hernández
concierta con Cristóbal Cachupín armar y cocer en Guía o Agaete dos o tres hornos de
cal, poniendo Cristóbal la madera y Luis la piedra de cal, A.H.P.L.P. P.N. Escribanos:
Juan García Cabezas y Juan de Quintana. Legajos: 1.089 y 1.018. Fechas: 29-1-1625 y
5-1-1613. Fols. 34v.-35r. y 21r.-22r.
33. A.C.C. Libros de Cartas 1656-1712. Fecha: 6-6-1662.
34. Gaspar Rivero da en alquiler a Gaspar Hernández sitio con horno de tejar en
-1 r-i .A nonr t i i ra r l ~ a r l ei i inin 2 m d i w l n r A* zgcltc, per 500 tg~rh cenl~, A,E.?,L,P. ?,N. '.-Y-" -..
Escribano: Pedro Bravo de Laguna. Legajo: 1.210. Fecha: 4-6-1637. Fols. rt.
35. Manuel de Fonseca compra taller de sedero a don Gonzalo Suido en 67.200
maravedís que le prestó Guillermo Robinson, mercader inglés, A.H.P.L.P. P.N. Escriba-no:
Baltasar Gonzalez Perera. Legajo: 1.246. Fecha: 31-8-1671. Fols. 349 r.-350 v.
36. Diego Ruiz, platero, toma en alquiler de Pedro Vélez una tienda de platero por
288 maravedís al mes. Juan Lemes, herrero, alquila por siete años tienda de su oficio
p r y 64 miravec!is!mes, .4.FT.P.L.P. ?.N. Fscrih2ncs: J tm Ux c h C & C Zj1~ J uzn Rmrl2-
ma. Legajos: 1.092 y 1.315. Fechas: 23-1-1626 y 10-1-1652. Fols. sf. y rt.
37. La compañía no se llevó a efecto y Agustín reclama 76.800 maravedís que había
puesto en la fábrica, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Francisco Delgado Salazar. Legajo:
1.068. Fecha: 17-7-1626. Fols. 242 r.-243 r.
38. El alférez Hernando García, platero, presta a Francisco Hernández 24.000
maravedís para hacer batán en Tenoya. Por cada pieza de paño de 70 varas de largo y
6 palmos de ancho le pagará a Francisco 576 maravedís, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Juan
García Cabezas. Legajo: 1.093. Fecha: 20-5-1627. Fols. 463 v.-465 r.
39. El capitán y regidor Hernando García arrienda a Marcos Díaz, Juan y Francis-co
Sánchez batán junto al molino del «Maestrescuela» por 4 años y 43.200 maravedís
anuales, A.H.P.L.P. P.N. Escribano: Juan Leal Camacho. Legajo: 1.107. Fecha: 8-7- 1641.
Fols. 193r.-195v.