Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 455
ENTREVISTA CON JOSÉ PERAZA HERNÁNDEZ.
EL PASADO DEL VALLE DE LA OROTAVA Y LA EDICIÓN
DE AUTOR
La trayectoria de José Peraza Hernández (Los Realejos, 1953) nos sitúa
ante la biografía de un ser comprometido con el valle de La Orotava. En
ese espacio geográfico discurre toda su vida. Nació en el municipio de Los
Realejos, trabajó durante décadas en el Puerto de la Cruz y ha vivido entre
tal núcleo y La Orotava, municipio este último donde reside actualmente.
José Peraza ha dedicado más de diez años de su vida a toda una serie de
cuestiones relacionadas con su entorno más próximo. Innumerables horas
de investigación en archivos y bibliotecas se combinan con incontables mo-mentos
de trabajo con numerosos hombres y mujeres, recopilando datos
que forman parte de sus más de diez obras y centenares de artículos en
medios como El día (Santa Cruz de Tenerife), Diario de avisos (Santa Cruz
de Tenerife) y La opinión de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), revistas, así
como numerosas colaboraciones en radio y televisión. Desde el año 2006 es
el responsable de un periódico digital con el título Diario del valle. Se trata
de una cabecera en línea muy leída y apreciada por numerosa audiencia de
forma diaria, con especial atención a los lectores de América, siendo objeto
de difusión en diversos medios que organiza el propio José Peraza Hernán-dez.
Religión, tradiciones, fiestas, fútbol, personajes populares, leyendas y
otras cuestiones han formado parte de su inquietud hasta el momento. En
su despacho guarda diversas obras inéditas que esperan ser pronto objeto
de publicación.
—Javier Lima Estévez. ¿Quién es José Peraza Hernández?
—José Peraza Hernández. Nací en los años cincuenta del pasado siglo xx.
Desde niño me gustaba estudiar, pero en muchas ocasiones no podía asistir
a la escuela debido a las circunstancias económicas y a numerosos factores
familiares (cuidar a un familiar enfermo, ayudar en casa, etc.). Mi padre
era una persona que trabajó con gran esfuerzo en el sector de la agricultu-ra,
concretamente en el núcleo realejero de Los Príncipes. Tras finalizar su
jornada tenía que continuar alimentando a diversos animales para lograr
un extra con el que poder sacar adelante a nuestra familia. Transcurrieron
algunos años y a mi padre le ofrecieron una finca en el popular núcleo rea-lejero
de San Agustín, concretamente en la propiedad de don José María
Chaves. Mi madre siempre ayudó en todo a mi padre, sin embargo, pese
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al duro trabajo desarrollado por ambos, las circunstancias nunca fueron fa-vorables
para poder continuar con mis estudios tras terminar la formación
que me permitió tener un acercamiento a la cultura. No obstante, de mis
primeros años como estudiante recuerdo con nostalgia y cariño a numero-sos
profesores. En muchas ocasiones, tuve que «fugarme» de la escuela para
ayudar a mi madre en el trabajo. En ocasiones, al atardecer, cuando mis
padres y mis hermanos nos encontrábamos en casa, podía observar a mi
madre perder alguna lágrima al ver que tanto esfuerzo no tenía resultado
ni se materializaba en mejoras para nosotros. Yo, entonces, decidí que no
podía ver a mi madre trabajar tanto y con mi edad ya era consciente de que
acudir a la escuela era imposible pues quería ayudar en todo a mi familia.
Sin embargo, pese a tales adversidades, siempre me quedó la curiosidad por
aprender, por leer y dar a conocer lo que otros me habían enseñado y, ante
todo, difundir el legado de mis predecesores y continuar por una línea en
la que he trabajado duramente durante décadas, de forma altruista, pero
siempre con la misma esperanza e ilusión de que las generaciones futuras
encuentren un legado para conocer más sobre el pasado del lugar en el que
llevo residiendo treinta años, así como de otros rincones por los que he
tenido interés a lo largo de mi vida.
—jle. ¿Cuándo se inicia su interés por la investigación?
—jph. Mi afición por la lectura y la investigación creo que se remonta
a una persona de la que guardo un grato recuerdo y por la que aún siento
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un gran respeto y admiración: don Pedro, así como por su mujer y sus hijos,
aunque sobre todo quiero destacar a don Pedro. Fue un excelente profesor
que contagiaba con sus amplios conocimientos nuestras mentes juveniles.
A él le agradezco el esfuerzo que siempre hizo para ir despertando en mi
persona la curiosidad que aún tengo. Fue una persona muy implicada con-migo
y nunca dudó en impartir su magisterio en jornadas de tarde-noche,
atendiendo y adaptándose a mis problemas para compatibilizar estudio y
trabajo. Invirtió muchas horas conmigo, pues tenía cierto retraso respecto al
nivel educativo de mis compañeros de la misma edad que podían acudir a
la escuela sin problemas. Desde esta entrevista aprovecho una vez más para
agradecerle esa ayuda y estímulo por convertirme en una persona que ama
y se interesa por la cultura en sus múltiples manifestaciones.
Por otra parte, creo que mi interés por la investigación es algo vocacio-nal
y casi podría decirse que se trata de algo que he ido desarrollado con
el paso de los años, traduciendo mi interés por la investigación en visitas a
numerosos archivos y otros espacios de conocimiento. Una curiosidad y un
interés que ha ido en aumento con el transcurso de los años.
Una vez transcurridos los años, con una mente más consolidada y con
nuevas perspectivas en mi vida, solamente pensaba en el trabajo. Trabajé
desde niño durante muchos años en el sector de la construcción, iniciando
mi trabajo desde que tenía once años limpiando azulejos en la empresa
de don Agustín Toste. Con catorce años inicié mi trabajo como peón de la
construcción y, al mismo tiempo, trabajé junto al mismo empresario como
portero y acomodador del histórico Teatro-Cine Realejos. Recuerdo que
Agustín Toste era el encargado del espacio y de la venta de entradas. Trans-curridos
algunos años trabajé como albañil en el sector de la construcción,
intentando estudiar hasta que llegué al servicio militar, cuando tenía apro-ximadamente
veinte años, en Hoya Fría, situado en Santa Cruz de Tenerife.
Previamente, contraje matrimonio con mi mujer y madre de mis dos hijas.
En Hoya Fría estuve durante el periodo de instrucción pasando luego a la
Policía Militar, hecho que siempre me había motivado. Por razones familia-res
tuve que dejar a un lado la posibilidad de incorporarme al cuerpo de la
Guardia Civil o de la Policía Nacional. Recuerdo los meses en la Policía Mi-litar
y cómo allí mejoré en seriedad, lealtad y cumplimiento con el deber de
observar o intervenir ante cualquier circunstancia. Terminado mi servicio
militar, se produjo un nuevo giro en mi vida pues me tocaba sacar adelante
a mi familia. En 1976 nació mi primera hija y la etapa con Agustín Toste
terminó. En unas circunstancias diferentes inicié contactos para obtener un
nuevo trabajo en la construcción y en ese sector me movería nuevamente
durante uno o dos años trabajando en Taco y gracias a él obtuve mi primer
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seguro. Entonces, fui a trabajar a la empresa de Enrique Martel Castro.
Tras un tiempo le solicité una excedencia pues recibí una propuesta para
presentarme a vigilante de seguridad, superando las oportunas oposiciones.
Una nueva oportunidad para lograr una estabilización en mi vida laboral.
El 1 de septiembre de 1979, me incorporé al servicio como agente de segu-ridad
en el Casino Taoro, tras los superar los trámites al respecto. Empieza
entonces para mí una nueva etapa de mayor estabilidad y recursos con los
que poder hacer frente a cambios. Mi ilusión siempre había sido tener una
casa y viendo esa situación compré un terreno y, con gran esfuerzo, dinero
y tiempo, trabajé en tal proyecto. Fui agente de primera y subjefe de segu-ridad
del Casino Taoro.
En todo ello mi interés por la historia era algo que ya venía de lejos, y,
al mismo tiempo, también influyó mi cercanía con los vecinos y, como no
podía ser de otra forma, mi curiosidad constante. Todos esos factores se
unieron desde un primer momento para iniciar mi actividad en tal ámbito.
—jle. ¿Cómo y por qué decide investigar en el ámbito histórico?
—jph. A partir de estabilizar mi situación, mi mente se pudo ir ocupan-do
en otras cuestiones y ya dejaba a un lado el cemento y pasaba a inte-resarme
por la informática y el amplio mundo de la investigación. Era un
nuevo apartado y tenía que, con gran esfuerzo, adaptarme a ese hecho para
adquirir nuevas competencias. Era consciente de la necesidad que tenía de
conocer numerosas cuestiones que hasta entonces parecían estar guardadas
en un baúl del que nadie parecía conocer su interior, y ese fue un factor que
me motivó para indagar, paso a paso, la historia de La Vera, lugar en el que
residía. De hecho, inicié un diario digital, La Vera, paso a paso, donde iba
publicando las crónicas que redactaba para el periódico El día. Aglutinar
un numeroso material y analizar las posibilidades que tenía para resolver
numerosas incógnitas, tal y como se realizaba en otros núcleos, fueron fac-tores
que me motivaron para buscar las huellas de los habitantes de La
Vera, tanto de la parte portuense como de la villera, que son las dos en la
que se divide tal barrio, conviviendo en armonía a pesar de ese hecho. Tra-bajé
inicialmente más por la zona portuense, por ser el primer lugar en el
que viví tras dejar Los Realejos. Cuando me trasladé a la parte orotavense,
amplié la historia con ese lugar y pude encontrar nuevos datos, testigos y
hechos para recrear su trayectoria histórica.
He acudido a lo largo de mi carrera como investigador ante historiado-res
e investigadores que aprecio mucho, como Antonio Sebastián Hernán-dez
Gutiérrez, Melecio Hernández Pérez, Nicolás González Lemus, Sal-
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vador García Llanos, Antonio Luque Hernández, Isidoro Sánchez García,
etcétera. Personas que no han dudado en apoyarme en mi trayectoria y
preocuparse por lograr que saliera adelante cada uno de mis proyectos edi-toriales,
cuya implicación ha sido siempre un estímulo para mí, no dudando
en ningún momento, por ejemplo, en mis prólogos.
—jle. ¿Tiene nuevos proyectos de publicación? ¿Podría contarnos algún
detalle al respecto?
—jph. En efecto, tengo pensado publicar diversos libros que tomen de
nuevo como línea principal de mi investigación el lugar donde resido. En
ese sentido, puedo informarte de que he finalizado una historia sobre la
Guardia Civil en Tenerife, recopilando numerosos detalles sobre el origen
y trayectoria en tal isla. Al mismo tiempo, he concluido nuevas aportacio-nes
al conocimiento de los apodos en la zona de La Vera, recogiendo el
origen de cada uno de ellos, e incluyendo datos que los protagonistas me
han transmitido. A cada aportación se adjunta una imagen del protagonista.
También tengo un trabajo inédito sobre el origen y los actos que, de forma
anual, se realizan una semana después a la embarcación de la Virgen del
Carmen, en concreto sobre la Virgen Chiquita, tal y como se conoce a una
imagen que también es embarcada con gran fervor y seguimiento en el
muelle portuense.
Puedo informarte de que también tengo material para continuar con
nuevos proyectos en el ámbito histórico del valle de La Orotava. Proyectos
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que pretenden seguir por una línea y métodos de investigación similares a
los que he utilizado hasta ahora.
Asimismo, tal vez realice un libro sobre la asociación que presidí duran-te
años en La Vera, exponiendo mis comienzos y la visión del lugar desde
mi antiguo cargo de secretario y presidente durante casi catorce años. Du-rante
esos años se trabajó de diversas maneras por el barrio y fui testigo de
ello desde el puesto de responsabilidad que tenía.
—jle. ¿De qué libro —o libros— se siente más satisfecho?
—jph. Me siento satisfecho de toda mi obra en general. Sin embargo,
siento una especial predilección por los libros que he realizado sobre Los
Realejos, junto al periodista y amigo Esteban Domínguez, con el que he
compartido numerosas horas de investigación y un amor común por el mis-mo
lugar de nacimiento. Ese hecho se ha materializado en obras como Los
Realejos de ayer y de hoy (2011) y Memorias realejeras (2014). Para ambos
casos no encontré dificultades en su publicación.
Por otra parte, siempre intento cuidar cada detalle en mis libros y me
gusta ser el autor de las portadas, maquetar por mi cuenta el trabajo y, al
mismo tiempo, ser muy detallista, con especial cuidado por las imágenes,
cumpliendo el dicho de que «una imagen vale más que mil palabras». Es
decir, imprimir mi propio estilo personal, prolongando mi forma de ser en
mis obras.
Creo que todos mis libros se han realizado con un buen fin y cada uno
transmite un sentimiento diferente. Mi primer libro sobre la historia de las
cruces en La Vera me ayudó a ir abriendo camino al respecto. Los siguientes
libros me ofrecieron nuevas oportunidades y perspectivas. Fui trabajando
poco a poco, dedicando a tal labor incontables horas en archivos, entrevistas
o consultas en bibliotecas, que fueron formando poco a poco mis inquie-tudes.
—jle. ¿Cómo se realiza la distribución de sus obras?
—jph. En cada uno de los libros en formato papel he estado apoyado
por corporaciones municipales, y sus resultados han sido donados a deter-minados
fines. El ayuntamiento, yo y otras personas hemos procedido a su
distribución. Se trata de una serie de libros que han tenido una difusión,
en asociaciones como Cruz Roja, Milenio, Santa Rita, etcétera. Mi primer
libro sobre las cruces lo presenté en el Castillo de San Felipe de Puerto de
la Cruz; otra historia sobre el núcleo de La Vera sería presentada en el salón
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de actos de la Asociación de Vecinos. Mi libro sobre la historia de El Ramal
sería presentado en el salón de plenos del Ayuntamiento de La Orotava. En
general, todos los libros han sido aceptados y me encuentro satisfecho por
el apoyo recibido en cada una de las presentaciones.
También quiero destacar que los libros que no he podido publicar en
papel y que se encuentran recogidos en la plataforma Bubok.es, también
han logrado una buena acogida por parte de numerosos investigadores y
amigos. Esperamos que en un futuro no muy lejano su resultado pueda ser
trasladado al papel.
—jle. ¿Qué pretende José Peraza Hernández legar con sus investigacio-nes?
—jph. Pretendo que mi legado sea un testimonio para dejar constancia
de la historia en sus múltiples manifestaciones, con el fin de que las futuras
generaciones encuentren lo que es la historia en este lugar y no tengan
tanto trabajo como el que yo he tenido. Al realizar mis primeros trabajos
recuerdo que se decía que no había nada, y el trabajo constante con los ve-cinos
y horas de indagar con indicaciones de estas personas, «libros abiertos
pero sin fechas», ofrecen el resultado de una aproximación en la que yo
insistía mucho, para preguntar y reiterarme hasta hallar datos que pudieran
ir hilando mis investigaciones.
Lo que he hecho hasta ahora es trabajar por el presente, sin enriquecer-me
ni pretender con ello ganar dinero, sólo intentar proporcionar luz con
mi trabajo a las futuras generaciones.
Javier Lima Estévez