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Empresas y empresarios franceses en canarias en el siglo XIX1 MIGUEL SUÁREZ BOSA Profesor de Historia Económica de la ULPGC Boletín Millares Carlo, núm. 27. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2008. Resumen: Ciudadanos franceses llevaron a cabo interesantes iniciativas empresariales en Canarias en el siglo XIX. Ello constituyó un aporte importante a la conformación de la eco-nomía y de la sociedad en estas islas. El asentamiento de empresarios franceses en Cana-rias es parte de la expansión del capitalismo en el siglo XIX, cuando una serie de empresas se radican en los Islas de las Archipiélagos Atlánticos, y en Canarias concretamente. La presencia de estos emigrados galos a las islas da forma a cadenas migratorias iniciadas por conciudadanos presentes en el Archipiélago desde siglos anteriores o que, en algunos ca-sos, estando de paso hacia otros continentes se establecieron en ellas; en todo caso, tenían contacto con otros que se habían asentado anteriormente. Palabras clave: empresarios franceses, migración, comercio, agricultura, industria. Abstract: French citizens carried out interesting business initiatives in the Canaries in the 19th century. This constituted an important contribution to the configuration of the economy and the society of these islands. The settlement of French entrepreneurs in the Canaries is part of capitalism expansion in 19th century, when a group of companies established in the islands of the Atlantic Archipelagos and in the Canaries particularly. The presence of these Frenchmen emigrants in the islands moulds migratory chains started by citizens liv-ing in the Archipelago since past centuries or, in some ways, being travelling towards oth-er continents they set up in them; moreover, they were in contact with others who had settled before. Key words: french entrepreneurs, migration, commerce, farming, industry. 1 Este texto se enmarca en el Proyecto de Investigación I+D (del Ministerio de Edu-cación y Ciencia) «Los Puertos y la configuración del tejido empresarial en la ciudades at-lánticas (siglos XIX y XX)». (2006), HUM2006-0596/HIST. 158 Miguel Suárez Bosa I. INTRODUCCIÓN Las iniciativas empresariales de ciudadanos franceses en Canarias fueron importantes en el siglo XIX, y constituyó un factor que contribuyó a la con-formación de la economía y de la sociedad en estas islas del Atlántico Me-dio, situadas en un lugar estratégico de las rutas marítimas del Océano. La implantación de empresas francesas en estas islas se explica por varias cau-sas: 1) la expansión de la economía capitalista a raíz de la revolución indus-trial, lo cual hace que muchos capitales salgan de Europa en busca de luga-res donde invertir fuera del continente; 2) el exilio de muchos franceses a raíz de la Revolución Francesa; 3) el crecimiento de la economía local, gra-cias a su renta de situación que le permite beneficiarse de la creciente acti-vidad marítima, de la tal manera que la economía canaria atrae capitales pro-cedentes de Europa y son invertidos tanto en los servicios portuarios como en la agricultura de exportación o en la infraestructura turística. En efecto, la presencia de empresas extranjeras en Canarias es un fenóme-no asociado a la expansión del capitalismo europeo en el siglo XIX, de tal manera que en la mayoría de los casos, son entidades propiedad de extranjeros que acom-pañan al crecimiento de sus países de origen (ingleses, franceses, alemanes, bel-gas). En Canarias, se asientan en los sectores claves de la economía de las islas, como el portuario o el agrícola; frecuentemente prestan servicios a la expansión económica o estratégico/militar de sus países de origen. Muchas se localizan si-multáneamente en los diferentes archipiélagos, trasladándose de una isla a otra o fundando sucursales allí donde van, aunque no siempre mantienen las conexiones. En cierta medida, estas entidades dan continuidad a los contactos con Europa que mantuvieron estas islas desde su entrada en la historia occidental desde el leja-no período del final de la Edad Media. Se trata pues, de un fenómeno asociado a la emigración, pero a la hora de aplicar una metodología, nos encontramos con que no hay un concepto analítico específico para caracterizar las iniciativas empresariales de los emi-grantes. Por nuestra parte, acudimos a la teoría evolutiva de la empresa, aque-lla que parte del entorno para analizar las iniciativas empresariales, ya que el propósito de esta comunicación es describir, analizar y explicar la evolu-ción de las empresas que los emigrantes fundan en el lugar donde se des-plazan, insertas dentro del marco socio-económico donde operan formando cadenas migratorias. Lo expuesto nos lleva a que metodológicamente adoptemos el concepto de redes, que pueden ser sociales (o familiares) o económicas (Casson, 2006; Granovetter 1994)2; por otro lado, la perspectiva trasatlánticas, enmarcada en 2 El concepto de redes es ahora muy usado tanto en historia social como en la historia de la empresa. Hay vario tipo de redes: redes sociales (incluyendo las redes familiares), redes comerciales (que comprenden tanto comercio como inversiones) o redes de negocios locales (Casson, 2006). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 159 lo se viene llamando «historia atlántica» (según John Elliot), nos permite describir la movilidad de los empresarios o administradores de las empresas; asimismo, en la medida que estudiamos empresarios concretos, utilizamos el método la prosopográfico. Frente a la visión chandleriana de la gran empre-sa como motor del crecimiento económico, apropiado para el caso norteame-ricano pero no para formaciones sociales de otras características, por el con-trario, en el caso que nos ocupa conviene poner el acento en las firmas pequeñas o medianas, en buena medida de carácter familiar, las cuales im-pulsan el crecimiento económico en otras economías. Aplicadas estas teorías a Canarias en el siglo XIX, comprobamos que al-gunos ciudadanos franceses, jóvenes emprendedores, se asentaran en las is-las como consignatarios de buques o agricultores en los sectores emergen-tes de la agricultura canaria, tal como la caña de azúcar; gracias a la favorable regulación institucional (puertos francos) que facilitaban el libre comercio. Es el caso de los empresarios con los que ejemplificamos la actividad empresa-rial de los franceses en Canarias: Francisco Gourié, y José Ripoche y otros: El primero puso en marcha una importante industria de transformación de aguardiente (ron); el segundo ejerció su actividad fundamental como consig-natario de buques. El objetivo de esta comunicación es presentar un panorama de la presen-cia de ciudadanos galos en la empresa canaria. Tras la introducción (I), conti-nuamos (apartado II) con el análisis de la situación de Canarias durante el período de expansión capitales que dio lugar a la llamada primera globaliza-ción en el siglo XIX; se continúa con un balance de la presencia extranjera y particularmente de los franceses asentados en las islas (III), luego se estudia los casos específico de los empresarios de esta nacionalidad que tuvieron ac-tividad en Canarias (IV), para terminar con unas breves conclusiones (V). I. LA EXPANSIÓN CAPITALISTA Y LAS EMPRESAS EN EL CONTEXTO DEL MODE-LO DE CRECIMIENTO ATLÁNTICO 2.1. Relaciones entre Canarias y Europa durante la Primera Globalización La posición de las Islas Canarias en el Atlántico le confería en la época de la navegación a vapor (segunda mitad del siglo XIX), un indiscutible atrac-tivo como estación de suministro de carbón y avituallamiento de los barcos que hacían las rutas entre Europa y los países y/o las colonias de centro y sur de América y del África Occidental. A la tradición comercial y enclave de paso durante todo el proceso colonizador de los siglos anteriores, se aña-de la favorable morfología de sus costas y la benignidad de su clima, elemen-tos que acentuaban el potencial que la mera situación en un plano le daba. Así lo entendieron las autoridades locales y los inversionistas extranjeros. 160 Miguel Suárez Bosa En esta etapa las Islas Canarias registran un notable incremento de la inversión de capitales procedentes de las principales metrópolis europeas (Gran Bretaña, Bélgica, Francia), cuya importancia no sólo resulta intrínse-camente decisiva en atención a su cuantía, sino que, asimismo, se revela de-terminante en el proceso de crecimiento económico. Los sectores más be-neficiados de esta inversión son la comercialización frutera, la infraestructura portuaria, el turismo y los servicios públicos. En las islas atlánticas, el peso decisivo de los capitales excedentarios procedentes de la Europa industrial y su canalización hacia sectores económicos terciarios constituye un rasgo original del nuevo período, al tiempo que se convierten en un elemento de-terminante de la integración de los archipiélagos en los circuitos económi-cos internacionales. Este proceso hay que enmarcarlo en la articulación de un mercado mun-dial en el siglo XIX, culminado por la expansión colonial de finales de este si-glo. Tal mercado fue posible por la conjugación de diversos factores técnicos, económicos y políticos: el triunfo del librecambio como ideológica económi-ca, el triunfo del patrón oro que posibilitó la ordenación monetaria, además de la revolución de los transportes, la exportación de capital, etc. Canarias se inserta en este mundo globalizado, pero en una posición periférica, si ad- CUADRO I Principales compañías de navegación francesas con escala en los puertos canarios, s. XIX FUENTE: Cía. General de Navegación a Vapor en El Ómnibus (3-8-1852); el resto en El Liberal (25-3-1887, 1 y 2 y Suárez Bosa (2006). Líneas/Naviera Fecha Puertos de Puertos donde Rutas y Escalas inicio procedencia tocaban Compañía General de 1860 Las Palmas Marsella-Sta. Cruz de Tenerife. Navegación a Vapor Escalas: Lanzarote, Mogador, Gibraltar y Alicante Compañía de Navegación Marsella Las Palmas Marsella-Las Palmas. Escalas en Marroquí, N. Paquet C., Gibraltar, Casablanca, Mazapán, Safi y de Marsella Mogador Navegación Trasatlántica Las Palmas Cuba Chargeus Reunis 12-10- L'Avre Sta. C. Brasil 1856 Tenerife Línea Francesa (1) 1-7-1854 Marsella Sta. C. Brasil Tenerife Compagnie Générale 1878 Las Palmas, Centro América Trasantlantique Sta. C. La Palma, Sta. C. Tenerife N. Paquet Anie y Cía. 1881 Las Palmas Marsella, Gibraltar, Casa Blanca, Mazapán, Safi, Mogador, Las Palmas Cía de Mabée des Deux 1881 Las Palmas Marsella, Las Palmas, Pesquerías Mondes Afriamas y regreso Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 161 mitimos que el mundo se estructuraba, esquemáticamente, por un lado en un centro conformado por las economía de países industrializados a cuya ca-beza estaba en Europa y Norteamérica, y por otro la periferia, con los mati-ces que se quiera añadir. En el siglo XIX, Canarias se configuró como econo-mía periférica de este centro al que enviaba su producción agraria de exportación y servía de base de servicios para su flota y sus empresas, pero seguía manteniendo una activa relación con Latinoamérica, especialmente con las colonias caribeñas hispánicas (Cuba y Puerto Rico), de donde importaba algunos productos para el consumo interno y constituían el sostén de una incipiente industria: tabaco, caco, café o aguardiente; allí enviaba la produc-ción agraria demandada por los numerosos canarios establecidos en aquellos territorios ultramarinos y, especialmente, mano de obra emigrante. Pero esta dinámica económica necesitaba de las instituciones adecuadas. Si aceptamos que el desarrollo del capitalismo «racional» fue un fenómeno que no se había dado antes en la historia, asumimos que el capitalismo pudo desarrollarse donde los capitalistas y las autoridades políticas entendieron la ventajas mutuas que obtenían unos de otros. La relación entre el Estado y los empresarios fue extremadamente compleja y sólo en aquellos sitios donde el sistema político facilitó que los agentes privados capturasen la ma-yoría de los beneficios sociales, fue posible el desarrollo de las fuerzas capi-talistas. El caso español es paradigmático del bloqueo que el sistema políti-co ejerció sobre las fuerzas capitalistas. Por eso no dejar de ser una curiosidad histórica que en el caso de las Islas Canarias, la Corona española actuase como un factor dinamizador de la economía de estas islas a partir de la mitad del siglo XIX. La exposición de motivos del Real Decreto del Ministe-rio de Hacienda (de 11 de julio de 1852) sobre Declaración de Puertos Fran-cos3, es un claro ejemplo de análisis acertado de las variables del entorno eco-nómico y de las medidas necesarias para aprovechar las oportunidades del mismo. Por otro lado, ya desde el Siglo de las Luces comenzó a cambiar en la mente de de las personas y principalmente entre las de quienes se dedica-ban a tareas científicas o de Estado, los conceptos de espacio y tiempo a la par que intentaban incidir sobre ello. Todo hacía que variaran las normas y postulados sobre las comunicaciones entre océanos y continentes. Los cam-bios en las técnicas y en los métodos de transporte incidieron en el aumen-to de la velocidad de las noticias y el correo, lo cual benefició el traslado de personas y factores y mejoró el transporte y el comercio. Estos cambios mantuvieron y mejoraron la secular relación, social y económica, de Cana-rias con el mundo entero, configurando un espacio de intercambios atlánti- 3 El régimen de «Puertos Francos», supuso la práctica eliminación de aranceles —con algunas excepciones— para los intercambios comerciales realizados por los puertos ca-narios. 162 Miguel Suárez Bosa cos en el contexto de lo que se ha venido a llamar Globalización4. Las líneas marítimas que hacían escala en Canarias se multiplicaron (como puede ver-se en el cuadro), propiciando el crecimiento de una economía de servicios (suministro de agua, víveres, carbón) y agencia (seguros marítimos y consig-nación), la cual era realizada en buena medida por empresarios extranjeros (mayoritariamente franceses e ingleses) asentados en los puertos canarios. Paralelamente, en el siglo XIX se produce un proceso de expansión de la economía europea al calor de los procesos que tienen su origen en la revo-lución industrial y la expansión de la economía capitalistas. Una manifesta-ción de esta expansión es la elevada disposición de capitales y de exceden-tes considerables que alimenta un vigoroso proceso de inversión en el extranjero, en busca de altos niveles de rentabilidad. Junto al incremento de las exportaciones de capital se produce también el mayor crecimiento del co-mercio mundial, contribuyendo así a incrementar el nivel de intercambios co-merciales. Es el caso del sector terciario que, junto a la agricultura y la mi-nería, fue objeto de grandes desembolsos financieros. La infraestructura del transporte (puertos, ferrocarriles), elementos imprescindibles para el buen desarrollo del comercio, experimentó un rápido crecimiento al abrigo de las inversiones de capital. Si atendemos a las especificidades observadas en Canarias se puede es-tablecer una tipología de las empresas extranjeras establecidas en las islas, aunque somos conscientes de que esta es provisional y necesariamente re-visable al calor de futuras investigaciones sobre casos concretos. Las com-pañías extranjeras establecidas en Canarias desde mediados del siglo XIX pueden encuadrarse en la siguiente clasificación5: a) entidades foráneas de antes de la consolidación de los puertos, con sede central en las islas que sostienen una escasa o nula conexión financiera con el exterior y se estable-cieron casi todas desde la primera mitad del siglo XIX. Se puede citar en este apartado empresas de origen inglés como Hamilton & Co., Miller & Co., Swanston & Co., o francesas con apellidos como Hardisson Frères, Ripoche, Gourié o J. Ladeveze; b) a continuación cabe señalar el grupo de firmas y empresas asentadas en las islas al abrigo de la nueva dinámica económica inaugurada en el Archipiélago, tras la implantación de los nuevos cultivos de 4 La bibliografía reciente distingue diferentes momentos del fenómeno de la glo-balización. Para unos, se trata de una nueva fase de la mundialización de las relaciones in-ternacionales, desde que se configuró la llamada «economía mundo» (Wallerstein, Braudel); para otros, en el siglo XIX, asistiríamos a la auténtica primera «globalización», especialmente económica, en tanto en cuanto es en esta fecha cuando se produce una real convergencia de los precios de los factores productivos, especialmente salarios y bienes. Para lo que aquí importa, es verdaderamente cierto que Canarias estuvo siempre incluida en un espacio at-lántico en el contexto de una economía global al cual pertenecía y en la que participaba ac-tivamente. 5 Tipología en parte reelaborada a partir de Martín Hernández (1995: 403-404). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 163 exportación y el creciente protagonismo de los puertos el último tercio del siglo XIX. Se trata, asimismo, de entidades con dirección en las respectivas capitales insulares que llegan a tener un protagonismo nada desdeñable en el concierto de la economía canaria; c) un tercer grupo lo integran las gran-des compañías capitalistas, llegadas después de la década de 1880, con sede central y base accionarial radicada en las metrópolis europeas (Liverpool, Bru-selas, Hamburgo, Londres, etc.), a las que cabe reconocer como formas más representativas y definitorias de la dinámica económica generada por la ini-ciativa extranjera en Canarias a partir del progreso del capitalismo. A las empresas y a los empresarios franceses radicados en Canarias habría que encuadrarlos dentro del primer grupo. También se puede hacer una estimación por nacionalidades. Como primera aproximación, constatamos que los países europeos con intereses coloniales en el contexto de la expansión europea estaban interesados en disponer de bases de apoyo en las islas; en segundo lugar, esas economías aprovecharon esa presencia en las islas atlánticas para establecerse en ellos, diversificando sus actividades y procurando obtener la rentabilidad que se derivaba de la renta de situación de los archipiélagos. Por lo tanto, encontramos empresas inglesas en primer lugar, y continuan con francesas, belgas o alemanes, se-gún su importancia y de rivalidad por estar presentes, mientras que los es-tados ibéricos permanecen con un papel meramente político-administrativo. Para resumir, las empresas extranjera tuvieron un indiscutible presencia en la economía canarias del siglo XIX, particularmente los empresarios fran-ceses mantuvieron un indiscutible protagonismo en torno a la actividad co-mercial y de consignación en los puertos canarios; sin embargo, no tuvieron continuidad en la siguiente centuria, continuidad que sí constatamos en los emprendedores británicos, quienes terminaron por hegemonizar la actividad empresarial en las islas en los sectores punta de la economía canaria, tal vez porque los franceses tenían bases en sus territorios coloniales de la, próxi-ma a Canarias, África Occidental. III. LOS EXTRANJEROS EN LA SOCIEDAD CANARIA. TEMPRANA PRESENCIA FRANCESA Dentro de la sociedad canaria del siglo XIX aparece con fuerza la burgue-sía comercial, fundamentalmente portuaria, al calor de la dinamización eco-nómica que trajeron los puertos francos y el auge la agricultura de exporta-ción, desde la cochinilla primero a los cultivos de plátanos y tomates, después. Un grupo social específico dentro de esta sociedad de clases, lo conforma la burguesía comercial extranjera, aunque con escaso peso numérico, siendo ma-yoritario el inglés con unos 189 individuos censados en Gran Canaria al fi-nalizar el siglo y otros 71 en Tenerife (Martín Hernández, 1988). La presen- 164 Miguel Suárez Bosa cia de los extranjeros era notable además de en la actividad portuaria, en el comercio, las obras públicas, la banca y la actividad agrícola y el turismo, don-de demostraron su capacidad innovadora. Se comportaban como un grupo ce-rrado, en la mayoría de los casos, con sus lugares de reunión e instituciones específicas, especialmente los ingleses; practicaban deportes desconocidos para los naturales de las islas, como el fútbol o el tenis, y conservaban las costumbres del lugar de origen, hacia el que profesaban una actitud de nos-talgia, por lo que procuraban mantener su idioma materno y el comportamien-to ideológico y político. Pero también esta burguesía extranjera estableció lazos con el grupo au-tóctono dominante a través de enlaces matrimoniales, sociales y económicos, los cuales se tornan más frecuentes conforme pasan los años. Por último, si bien no suelen participar directamente en la política local, ello no quiere de-cir que no procuraran influir en su devenir a través personas interpuestas. Estos grupos insuflan un aliento dinamizador a la economía canaria, bien por iniciativa propia bien uniéndose con la burguesía local, comerciantes o agricultores. Miembros de esta burguesía conecta con capitalistas extranje-ros (franceses o ingleses, principalmente), controlando la actividad exporta-dora y comercial en los puertos. Los comerciantes extranjeros, alguno de los cuales eran de nacionalidad francesas, se integraron en las sociedades culturales y económicas, tales como casinos, círculos mercantiles, o sociedades de amigos del país u otras más directamente vinculadas a la actividad económica como las Juntas de Comercio. La presencia de los franceses en Canarias se remonta a la etapa del re-descubrimiento por los europeos en la baja Edad Media y la posterior con-quista. El primer conquistador de las Islas, Jean de Behencourt, es de pro-cedencia francesa así como lo fueron alguno de sus lugartenientes y muchas de las familias que le acompañaron asentadas posteriormente en el Archipié-lago, en su mayor parte vinculadas a la actividad comercial. Desde Gascog-ne y a través de la Península llega la rama de los Ascanio; de Nancy salen los Dugour; de Le Mentec proceden los Croissier; desde Saint-Malo vienen los Baulen, que se instalan en Canarias en 1544; oriundo de Béarn es el ape-llido Casalon; y son de Francia otras onomásticas de gran arraigo en las Is-las como los Porlier, Arnau, Guigou, Mustelier, Fonspertuis, Bosq o los de La Roche. Por otro lado, son múltiples las referencias a Canarias en la lite-ratura de viajes francesa desde el Renacimiento hasta nuestros días; a natu-ralistas franceses debemos las primeras descripciones de la ictionimia del Ar-chipiélago; son cosmógrafos de origen galo los que determinan la situación de la isla de El Hierro como primer meridiano, y a autores franceses perte-nece la mayoría de los estudios antropológicos realizados sobre los aboríge-nes canarios. Asimismo, hay constancia de relaciones comerciales más o menos regu-lares con Bretaña y Normandía a fines del XVI, así como de la participación Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 165 activa de los franceses en el circuito triangular establecido entre Flandes, Canarias e Inglaterra. A esa etapa inicial de apogeo seguirá, en la segunda mitad del XVII, una época de postergamiento y desplazamiento, por la hegemonía alcanzada por el negocio con Inglaterra, especialmente de vinos. Sin embargo, en la centu-ria siguiente la presencia de los Borbones en el trono español, entre otras causas, facilitaron la presencia de franceses en territorio hispano. En Cana-rias suponía entre el 18 y el 20 % de los extranjeros matriculados6. Buena prueba de la trascendencia del asentamiento de este grupo extran-jero y de su relativa importancia desde el punto de vista de los intercambios comerciales es la creación del Consulado francés a partir de 1670. Con mo-tivo de la revolución francesa, el número de galos aumentó y su número fue el más numeroso. Pero cuando la cifra sufrió un drástico incremento fue a raíz de la victoria española de Bailén en el contexto de la Guerra de Inde-pendencia tras la invasión francesa de la Península Ibérica. En efecto, en mayo de 1809 llegaron a Santa Cruz dos barcos españoles y dos ingleses que traían a bordo nada menos que 1.484 prisioneros franceses. Desde Santa Cruz se hizo la distribución entre las distintas islas. Al año siguiente llegaron ocho-cientos más. Resultaron ser unos prisioneros conflictivos y, ante la imposi-bilidad de atenderlos a todos en Tenerife, 500 fueron enviados a Gran Cana-ria quedando el resto (el doble, según la fuente) en la primera7. Como hijos de la revolución, su conducta no concordaba con los paráme-tros de las costumbres isleñas. Además, animados por las noticias que habla-ban de los avances de los napoleónicos en la Península, se envalentonaron y protagonizaron algaradas que causaron serios problemas. Con todo, lo más preocupante era su manutención. Estaban saliendo muy caros a la Hacienda Pública, por lo que muchos de ellos se dedicaron a la mendicidad. Realmen-te, los que quisieron y pudieron se fueron y los demás permanecieron en las islas y fundaron familias. Por otro lado, viajeros franceses que estuvieron o pasaron por Canarias en el siglo XIX dejaron escritos ensayos de carácter científico como prueba de su paso por las islas, constancia también de sus propias vivencias en nu-merosos diarios, cartas y relatos, que constituyen un testimonio inestimable de la vida cotidiana del Archipiélago en aquella época por la riqueza de datos e impresiones en ellos recogidos. Dado que la mayor parte de las embarca-ciones atracaban en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, es precisamente esta isla la que mejor conocerán los visitantes. Camino del Teide, el paso por La 6 Según Brito González (1999), que utiliza datos de las matriculas o recuentos realiza-dos en el siglo XVIII en los años 1764, 1765, 1766 y otras en 1791 y 1799. En esta última fecha había registrados en Canarias, 25 franceses, la mayoría comerciantes. 7 Hay noticias de esta presencia en «Traslado a Canarias de prisioneros franceses», AHPLP, rollo: 853, es copia del existente en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Fondo Estado, Signatura: 46D/83-187. 166 Miguel Suárez Bosa Laguna o La Orotava ofrece al viajero una imagen más enriquecedora y con-trastada de la variedad del paisaje insular. La ciudad de Las Palmas despier-ta la curiosidad de los viajeros por su población y por el aspecto de las casas y las calles, que recuerda la proximidad de Marruecos (tal como señala Le-clercq en su Voyage aux Iles Fortunées), o por el desarrollo de la actividad cul-tural (para Proust y Pitard es «La Ville-Lumière»). S. Berthelot, en sus Mis-cellanées canariennes8, la describe como «une ville populeuse, bien bâtie, ornée de maisons élégantes et d’édifices somptueux. Tout cela me semblait un enchantement». La figura más relevante del siglo XIX es la de Sabin Berthelot (Marsella, 1794-Santa Cruz de Tenerife, 1880), eminente naturalista e historiador que se establece en La Orotava. Allí desempeña su labor como director del Jar-dín de Aclimatación y, entre otras múltiples actividades, es fundador del Li-ceo Mixto. Junto al naturalista inglés Philip Barker Webb redacta la Histoire naturelle des Iles Canaries (1836-1844), obra cumbre todavía hoy no supera-da, resultado de más de veinte años de investigaciones. Esta publicación sus-cita la llegada de otros botánicos europeos y el desarrollo de esta disciplina entre la intelectualidad insular. Si traemos aquí a este científico es principalmente porque tiene un pro-tagonismo intelectual trascendental en la definición de los «puertos francos», verdadera «carta magna» del devenir moderno de la economía canaria, hasta el punto de que se le atribuye a esta personalidad la idea de obtener los Puer-tos Francos para Canarias9. Fundamenta su argumentación a favor de los puer-tos francos en la situación geográfica de Canarias10 que cobra más importan-cia por el auge creciente de la navegación a vapor, lo cual favorecerá a Canarias siempre que el Gobierno español conceda al comercio marítimo del archipiélago «todas las franquicias que sus circunstancias particulares recla-man », que le permitan suministrar «el combustible necesario» y refrescar «sus víveres y aguada». Así pues, esta larga presencia histórica es el antecedente de la cadena que conformaron los franceses establecidos en Canarias en el siglo XIX, reforza-da por alguno de los prisioneros de guerra que arribaron a principios del si-glo XIX. Si bien no existe una estadística semejante a la del XVIII para esta centuria que nos permite cuantificar el número total, los datos disponible nos permite realizar una aproximación a la actividad empresarial de esta mino-ría. Sabemos que la mayoría ejercían de comerciantes, en muchos casos como 8 Paris, Béthune éditeur, 1839. 9 Varios testimonios de la época destacan el papel del científico y cónsul francés afin-cado en Canarias en la definición y consecución del régimen de libertades comerciales para Canarias. (Véase Guimerá Peraza, 1989, 33-38). 10 Renta de situación favorable para estas islas en comparación, por ejemplo, con la Isla de Goré (en Senegal, cerca de Cabo Verde), que le fue concedido idéntico régimen por Fran-cia. (Guimerá Peraza, 1989, pp. 35-36) Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 167 consignatarios de las líneas de barcos que hacían escala en los puertos cana-rios, pero luego extendieron y diversificaron sus actividades, principalmente hacia la agricultura. Ciertamente, los súbditos franceses se integraron en la sociedad canaria, ejerciendo cargos en las entidades económicas y culturales. La sesión siguien-te la dedicamos al análisis de las empresas y empresarios más significati-vos de esta nacionalidad. IV. EMPRESARIOS Y EMPRESAS FRANCESES EN CANARIAS 4.1. Los Gourié y la fábrica de Ron Arehucas Los Gourié conforman una de las familias más conocidas de Gran Cana-ria. Su origen está en la llegada a la isla de Francisco Rosalie Gourié David en 1805. Originario de Fontnebleau, murió a los 50 años en Las Palmas de Gran Canaria. Su arribada a Canarias está envuelta en una nebulosa un tan-to mítica y confusa. Algunos relatos sin confirmar indican que llegó en una barca que originariamente se dirigía a la ciudad americana Saint Kitts, en compañía de quien sería un importante empresario de origen escocés y es-tablecido en Gran Canaria, James Swanston también posteriormente estable-cido en la ciudad. A la altura de la isla de Fuerteventura se vieron sorpren-didos por los corsarios americanos, quienes les despojaron de todo y los arrojaron a la playa, la cual tuvo que ganar a nado justamente con lo puesto. Socorrido en Fuerteventura, se dirigió a Tenerife, isla que ofrecía mayores posibilidades de negocio al estar en ella la representación del Real Consula-do; J. Swansto, por su parte se dirigió a Las Palmas, donde inició un próspe-ro negocio. Francisco Gourié trabó en Tenerife abundantes relaciones con empresa-rios, comerciantes y patrones de barcos y pronto olvida sus iniciales propó-sitos de trasladarse a América. Se relaciona con el acaudalado comerciante del municipio tinerfeño de Tegueste, Juan Álvarez-Conde y Verana, quien le nombra auxiliar de sus negocios con residencia en Santa Cruz de Tenerife. Fue estrechando relaciones con esta familia y se casa con la hija de estos, Juana Vidal (9-10-1806). Una vez unidos por este matrimonio, el panorama cambia para Gourié al ser nombrado socio por su suegro, detentando un 50 % de los negocios. Como ampliación de los mismos, extiende sus actividades a Gran Canaria, principalmente en las vitivinícolas, sin abandonar por ello el tráfico con los barcos que le respetaban grandes dividendos. Esta expansión y el éxito obtenido, le llevó a independizarse. Para ello se deshace de la so-ciedad que le unía a su suegro y se instala definitivamente en Las Palmas, ganando rápidamente fama de acaudalado comerciante. Hacia 1818 comenzó a destacar como hábil comerciante, hasta ser consi- 168 Miguel Suárez Bosa derado como el más acaudalado de la isla. Realiza adquisiciones de tierras en Arucas, Telde y Las Palmas, donde compró una hacienda perteneciente al mayorazgo de Matos por valor de 4.595 reales de vellón. En Francia había heredado de sus padres en 1834 bienes raíces, los que dejó bajo la adminis-tración de un tal Alejandro Tricaut, después de haber viajado a Francia para solventar los trámites de la herencia. De los 7 hijos habidos de su matrimonio, de los cuatro varones tres mar-charon a América. Fue el mayor, Alfonso, el que continuó los negocios ini-ciados por el padre. Había nacido en 1810, siendo su padrino el comerciante maltés, afincado en esta ciudad, Gabriel Azopardo. Este Gourié conformó una gran propiedad agrícola, con centro en la ciudad de Arucas, la que dedicó prin-cipalmente al cultivo de la cochinilla, actividad en auge en esta época en Ca-narias. Incrementó su patrimonio con la compra de una parte del Mayorazgo de Arucas a Doña María Luisa Castelli, Marquesa de la Fuente y condesa de Benamuza, la cual dividió el mismo en dos partes, una de las cuales, adqui-rida o comprada previamente por D. Carlos Pedro Villa (la otra fue adquirida por el Marqués de Realzuela, D. Luís Solís), terminaría en manos Alfonso Gourié por la suma de 1.900.000 reales. Era un latifundio que hacía un total de 328 fanegadas, además de 117 azadas de agua (Caballero Mujica, 1973)11. También participó en la compra de bienes desamortizados, siendo uno de los mayores compradores de bienes vinculados en la provincia de Las Palmas, realizando una compra de 2 fincas de un total de 335 fanegas y un valor de 1.933.000 reales de vellón, una muy respetable cifra que le situaba a la ca-beza de los compradores de este tipo de bienes desamortizados (Suárez Gri-món, 1987: 928). En definitiva, Alfonso de Gourié Álvarez era uno de los mayores contri-buyentes por rústica de la isla de Gran Canaria, catalogándose entre los 18 grandes propietarios pues pagaba entre 2.000 y 5.000 pesetas de contribu-ción, cantidad que significaba la mayor cuota, por sus propiedades en el mu-nicipio de Arucas, y entre 300 y 500 pesetas en el municipio de Santa Brígi-da en 1917 (Millares Cantero, 1976: 30 y 43). Cuando la grana cochinilla, el cultivo y negocio de exportación fundamen-tal de Canarias en los dos tercios centrales del siglo XIX, inició su decaden-cia por la competencia de las anilinas artificiales, Alfonso Gourié, al igual que otros propietarios se vieron obligados a buscar nuevos cultivos que paliasen la crisis que se avecinaba12. La alternativa se presentaba con la caña de azú- 11 La escritura de compra del Mayorazgo se formalizó en Sevilla, el 5 de septiembre de 1859 (Vélez, 1984: 35). 12 La grana cochinilla es un parásito de los nopales o tuneras (en Canarias) de donde se extrae un tinte, que era muy cotizado antes de la obtención de tintes artificiales. Proce-dente de Centroamérica, su cultivo se extendió en Canarias en el siglo XIX. Se introducía en Europa por los puertos de Londres y Marsella, fundamentalmente. Cabe resaltar su par-ticipación de Alfonso Gourié en la creación de la Unión Agrícola de Gran Canaria, entidad dedicada al fomento de este cultivo. Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 169 car y del tabaco, productos cada vez más demandados por los consumidores peninsulares y europeos, al extenderse el uso del café, el té y otros estimu-lantes que necesitaban edulcorantes. D. Alfonso captó rápidamente la idea y trató, sin conseguirlo, de formar una sociedad de agricultores, para plantar caña y montar una gran fábrica que procesase los productos de este cultivo. No encontró la colaboración prevista, sólo correspondió a su idea quien fue-ra adquiriente de la otra parte del Mayorazgo antes citado, Don Bruno Gon-zález Castellano y de su esposa, una vez fallecido el marido en 1883. Nace así una de las empresas de transformación agrícola más importantes de Ca-narias, la fábrica de ron llamada Fábrica de Azúcar de San Pedro. También se hicieron experimentos con el tabaco, el otro cultivo alterna-tivo para a la grana cochinilla, para lo que se celebraron conversaciones en el Sub-Gobierno de Las Palmas (Delegación local del Gobierno) con agricul-tores y comerciantes locales «con el objetivo de formar una sociedad para ve-lar por el desarrollo y cultivo del tabaco en nuestra isla» (por Gran Canaria)13. Así nació El Porvenir Agrícola de Gran Canaria, en cuya comisión para exa-minar y modificar el proyecto de reglamento figura como presidente D. Al-fonso Gourié y Álvarez14. También formó parte de la Junta de Comercio de Las Palmas, entidad que tenía como misión asesorar y emitir informes so-bre la situación del comercio (Suárez Bosa, 2006). Junto con su mujer, Gregoria Marrero Peña, fue impulsor y propietario de la fábrica de azúcar (ver más adelante), ejerciendo Don Alfonso las labo-res de administrador de esta empresa así como de las propiedades agrícolas de la Hoya de la Campana y Las Vegas. Ambos cónyuges entroncaron por matrimonio con la alta burguesía, residiendo en la ciudad de Las Palmas aun-que mantenían casa en Arucas; asimismo, participó en la constitución de la empresa de pesca con actividad en el Banco Canario-Sahariano, las Pesque-rías Canarias (Quintana Navarro, 1985:135). Don Alfonso Gourié falleció el 25 de marzo de 1890, habiendo tenido dos hijos, Rosario y Francisco Gourié Marrero. El segundo de los Gourié tuvo un protagonismo indiscutible en definir el marco jurídico donde se desenvolvería la producción de azúcar y tabaco en Canarias en el siglo XIX. Para ello impulsó la creación de la sociedad El Por-venir Agrícola de Canarias, surgida para comercializar el tabaco y las labores tabaqueras; mientras que para asegurar el mercado para el azúcar, impulsará la negociación con la Hacienda estatal, contando con el apoyo del importan-te político grancanario y futuro embajador de España en París, Fernando León y Castillo, con la pretensión de establecer conciertos con el Gobierno, con-ciertos que permitieran la entrada de este producto en el mercado peninsu- 13 Ver el Periódico El Popular, n.º 8, 15 de junio de 1873. (Hemeroteca del Museo Canario). 14 Fueron Vicepresidente D. Juan Quintana y Llerena y Secretario D. Agustín Millares y D, Juan B. Melo. ( Ver el periódico La Verdad, 14 de agosto de 1873 (HMC). 170 Miguel Suárez Bosa lar sin impuestos (De Luxán Meléndez y Bergasa Perdomo, 2004). Al mar-gen de su actividad económica, cabe resaltar de la actividad social de Alfon-so con la donación de un caudal de agua para el abastecimiento público de Arucas, cediendo a la ciudad el contenido del naciente de la Fuente del Hie-rro, situada en este municipio. El siguiente protagonista en la saga, Francisco Gourié Marrero, se inte-gra ya plenamente en la sociedad y la economía Canaria, pues tuvo una acti-va presencia en la sociedad y la política local, conduciéndose como un impor-tante miembro de la oligarquía local. Ejerció diversos cargos de representación política (fue Concejal del Ayuntamiento de Las Palmas, Con-sejero del Cabildo de Gran Canaria y miembro de la Junta de Obras del Puerto en representación de los agricultores) y económicos (vocal y presidente de la Cámara Agrícola de Gran Canaria, miembro del Consejo de Administración de la empresa Sociedad «Pesquería Canarias», vocal de la «Sociedad Fomen-to de Gran Canaria», Presidente de la Heredad de Aguas de Arucas y funda-dor y Presidente del Monte de Piedad de la Caja de Ahorros de Gran cana-rias (de 1913 a 1931)15. Conjuntamente con su hermana, cedió al Ayuntamiento de Arucas el agua de la fuente de Norado para el abastecimiento público (con ello intentaba emular a su padre que había donado las de la fuente del Hierro), mediante un acuerdo con escritura de 11 de diciembre de 1902, aunque posteriormen-te conllevó conflictos de los herederos con el consistorio. En 1942 tal sumi-nistro cesó por haberse secado de los remantes. La obra cumbre de D. Fran-cisco Gourié Marrero (nació en 18 y murió en 1931) fue su ayuda a la construcción de la iglesia de Arucas, colocándose la primera piedra el 19 de marzo de 1909. Por esta obra le fueron concedidos honores y reconocimien-to al propietario y empresario por parte del Ayuntamiento de Arucas. 15 Datos tomados de Millares Cantero (1976) y Suárez Bosa (1992). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 171 CUADRO II La actividad de la familia Gourié en Canarias La Fábrica de Azúcar San Pedro Como se ha dicho, los Gourié fueron los impulsores de uno de los pro-yectos industriales más importantes de Gran Canaria, la fábrica para moler azúcar de caña denominada San Pedro. En efecto, en 1883 pensó D. Alfonso Gourié instalar un complejo industrial que procesase toda la producción de caña de azúcar de la zona de Arucas, una vez que los agricultores habían asu-mido el beneficio que podía suponer este cultivo. Para ello trató de consti-tuir una sociedad, pero, como antes se ha dicho, sólo contó con la ayuda del otro adquiriente del Mayorazgo de Arucas, D. Bruno González Castellano, a la sazón alcalde de la villa, pero éste falleció a los pocos días (7 de abril de dicho año); no obstante, su viuda mantuvo en todo la cooperación ofrecida por su difunto marido. La fábrica se instaló en lo que fue la Era del Mayorazgo, ahora llamada de San Pedro, donde se edificó una casa de labranza a caballo de las dos principales fincas de D. Alfonso Gourié y D. Bruno González Cas-tellano. Para instalar la fábrica hubo que importar la maquinaria, la cual fue traí-da de Glasgow, donde había sido construida por la firma Duncan Stewart & Co.; su transporte había sido gestionado por el comerciante francés D. Juan Ladeveze, arraigado en Las Palmas desde hacía muchos años como consig-natario y comerciante (ver más adelante), conformando así un eslabón más de la red social y migratoria de los empresarios franceses en Canarias. La iniciativa tuvo efectos de difusión porque cerca de la fábrica se erigieron otros trapiches para moler caña. La instalación del artefacto fue una operación com- Lugar de Ac#vidad Relaciones sociales Observaciones nacimiento Francisco R. Fontnebleau Comerciante. Asesor de la Junta de Gourié David Invierte en Comercio de Las (180?-1862) terrenos Palmas Alfonso Gourié y Las Palmas Agricultor e Directivo de la Adquirió parte del Álvarez (1810- industrial Unión Agrícola de Mayorazgo de 1890) Gran Canaria, El Arucas. Donó un Porvenir Agrícola de caudal de agua para Gran Canaria y del el abastecimiento Círculo Mercantil de público de Arucas Las Palmas Francisco Gourié Las Palmas Agricultor e Ejerció diversos Financió la Barrero industrial cargos de construcción de la representación catedral de Arcas. política y económica 172 Miguel Suárez Bosa plicada, desde su desembarco en el Puerto de La Luz hasta su traslado a Aru-cas, mediante carretas tiradas por bueyes. Su llegada al pueblo ocasionó el lógico asombro a la vez que alborozo en la localidad. Para su puesta en marcha se contrató a los ingenieros franceses D. Ro-bert Gisbert y D. Enrique Giraud, así como al técnico maestro de azúcar D. Luis Buissine. Por cierto, que con motivo de la fiesta nacional francesa (14 de julio de 1884), se originó un incidente en la recepción cuando aquellos die-ron vivas a Voltaire y a la República, lo cual ocasionó la repulsa de algún in-tegrista medio local16. Al margen de esta anécdota, la fábrica comenzó a fun-cionar el 9 de agosto de 1884, para lo que se llevaron a cabo actos solemnes. La fábrica tuvo efectos de arrastre del cultivo de la caña en la zona, cuya primera zafra se recogió en 1885, plantándose en el municipio de Arucas por numerosos agricultores, a muchos de los cuales adelantó A. Gourié dinero para las atenciones del cultivo. La primera zafra supuso recolectar 5.650.040 kilogramos de caña, por lo que hubo que aumentar la maquinaria con otro tra-piche, llamado molino de repaso, pues su misión era precisamente la de que por él se volvieran a pasar las cañas después de haber sufrido una primera comprensión en frío, sin embargo el futuro del azúcar se ensombrecía en Ca-narias por las dificultades que ponía el Gobierno español a su entrada en el mercado peninsular, a pesar de las gestiones de las autoridades locales y al inicial apoyo del ministro y patricio canario Fernando León y Castillo, pos-trer embajador de España en París. La fábrica continuó su perfeccionamiento y en 1909 se adquirió un alam-bique, sistema Guillaume, a la casa Egrot y Grangé, de París, con capacidad para trabajar cada 24 horas trescientos litros de jugos fermentados, siendo el coste de los aparatos cerca de 200 mil pesetas. Con esta nueva maquina-ria, la Fábrica de San Pedro continuó a mayor escala con la producción de aguardiente, bajo la titulación de Destilería de San Pedro, labor que continúa en la actualidad con capital local después de ser adquirida por el industrial canario Alfredo Martín Reyes en 1940. 16 Apareció en el periódico Revista de Las Palmas (Vélez, 1984: 339). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 173 4.2. Los Ripoche y servicios marítimos Juan Bautista Ripoche fue comerciante de origen francés que, además de participar en la sociedad rematadora para la construcción del Puerto de La Luz, destacó por el talante caritativo y solidario según se indica más abajo, que supo demostrar con su participación activa en los malos momentos de la epidemia del cólera que azotó la isla en 1851, y también como benefactor del Hospital de San Martín17. La saga se inicia con Juan Ripoche. Nacido en la localidad francesa de Fronnai (Departamento del Loira) era hijo de René Ripoche y Juana Frena (naturales de la parroquia de San Sebastián de Nantes), murió el 23 de no-viembre de 1849 en Las palmas18; se casó (21 de junio de 1815) con la cana- CUADRO III Cosecha de caña y producción de azúcar en la Fábrica azucarera de San Pedro (Arucas) FUENTE: De Luxán Meléndez y Bergasa Perdomo, 2004: pp. 670-671. 17 El Círculo Mercantil (1879) surge con el auge de los tras la implantación de los Puer-tos Francos (1852) y al calor de la creciente actividad comercial de Las Palmas de Gran Ca-naria y su Puerto. La iniciativa partió de un grupo de empresarios del Comercio que vie-ron la necesidad de adelantarse institucionalmente al reciente dinamismo económico, frente a la siempre lenta burocracia oficial (Ojeda Quintana y Rodríguez y Díaz de Quintana, 1981. 18 Libro de defunciones de la Parroquia San Francisco de Las Palmas. Zofras Producción de caña (Kgs.) Producción dR azúcar (Kgs.) 1985 5.619.540 417.800 19876 6.187.330 542.900 1987 4.099.330 329.400 19888 4.633.260 426.600 1889 6.542.230 568.500 1890 8.358.430 664.60 1891 10.369.710 788.00 1892 13.288.800 1.095.800 1893 12.062.200 965.100 1894 12.998.340 1.090.800 1895 12.217.700 988.100 1896 13.358.060 1.144.100 1897 11.768.360 916.000 1898 11.004.310 898.300 1899 8.852.970 693.00 1900 10.019.370 818.200 174 Miguel Suárez Bosa ria doña Cándida Hernández, natural de Telde (Gran Canaria), hija de Miguel Hernández Navarro y Gertrudis Peneley. Posiblemente, Juan llegó a Cana-rias con los prisioneros franceses que fueron deportados desde la Península tras la Guerra de Independencia (ver sesión III). Se estableció en Las Pal-mas como comerciante y consignatario. Fue persona de confianza del impor-tante empresario inglés, establecido en Las Palmas, Diego Swanston el mis-mo que a principios del siglo XIX arribó a las playas de Fuerteventura con Francisco Gourié, con lo cual vemos como se anuda un eslabón más de la cadena migratoria de los empresarios extranjeros en Canarias. Su hijo, Juan Bautista Ripoche Hernández (4 de septiembre de 1818-2 de abril de 1884)19, fue un importante comerciante y consignatario de Las Pal-mas y agente consular de Francia en esta ciudad. Participó con Diego Swans-ton y Thomas Millar (ingleses) en la empresa Diego Swanston y Compañía, aportando una pequeña cantidad que se había ganado trabajando para los Swanston20. Participó activamente en la compra de bienes desamortizados, adquiriendo fincas por un valor de 100. 000 reales de vellón (Suárez Grimón, 1987: 926). En 1882 aparece como uno de los mayores contribuyentes (al epí-grafe 2º, es decir por «industria y el comercio») de la provincia de Las Pal-mas, con una contribución total de 1.959, 57 pesetas, en concepto de impor-tador y exportador y almacenista de carbón, madera, guano y frutos coloniales (Quintana Navarro, 1985: 73). Un hito importante en su actividad es su par-ticipación en el remate de las obras del puerto de Las Palmas (1882). A su muerte los negocios los administró su antiguo administrador, el ca-nario Néstor de la Torre Doreste. De la importancia de sus actividades y de su integración en la comunidad canaria da cuenta la nota necrológica (1885), insertada en un periódico local, la cual es a la vez un resumen de su actividad: «Ayer a los de la tarde falleció en esta Ciudad el reputado comerciante y eminente patricio D. Juan Bautista Ripoche. Su muerte ha producido en todas las clases de nuestra sociedad una emo-ción profunda; tal era el justo y merecido aprecio de que disfrutaba en esta Isla. Los asilos de beneficencia de esta población han perdido en él a uno de sus más decididos y constantes favorecedores, y los pobres en general un pa-dre cariñoso, siempre dispuesto a socorrer con mano generosa al desvalido. Su nombre nos recuerda la época aflictiva del cólera21, en cuyo amarguí-simo período se le vio constantemente recorrer los barrios más castigados por el terrible azote, sacar con sus manos los cadáveres, colocarlos en los carros, desinfectar las habitaciones, auxiliar y amparar a los huérfanos y acudir a to-das las necesidades de la infestada población. 19 Libro de Defunciones de la Parroquia de San Francisco. 20 Notario Sebastián Díaz, 1847, Legajos, 2153, 2155 2203. 21 A mediados del siglo XIX se desató en Gran Canaria una virulenta epidemia de cólera, que diezmó gran parte de la población local con porcentajes entre el 30 y el 40 %. Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 175 Su nombre va también unido al de nuestro puertote refugio22, en cuya li-citación a favor de la casa inglesa que felizmente lo remató, tomó una parte tan útil como decisiva. En todas ocasiones, adversas o felices, la Gran Canaria encontró en aquel corazón patriota y entusiasta un auxiliar activo y poderoso. Su recuero no se borrará jamás de los canarios ¡Qué Dios haya acogido su alma, y le dé el descanso eterno»23. No es extraño que hoy en día se le recuerde, al igual que a Francisco Gourié, con el nombre de una importante calle en la ciudad de Las Palmas, testimonio también la importante presencia de los comerciantes emprende-dores franceses en esta capital. 4.3. El consignatario y comerciante Juan Ladeveze Juan Ladeveze Redonnet fue un comerciante de origen francés, que se estableció en la ciudad de Las Palmas en 1863, donde abrió una casa de con-signación de buques y un comercio en una casa de la Plaza Cairasco. Repre-sentaba a la compañía Messageries Maritimes que tenía vapores de servicio mensual entre el Puerto de La Luz (Las Palmas) y Burdeos y El Havre, con escala en Lisboa, Oporto y La Coruña. También representaba a la em-presa de barcos Fraissenet propietaria de vapores franceses que hacían la ruta de Marsella a la costa occidental de África con escala en los puertos canarios. Además de transportar mercancías, Ladeveze vendía billetes marítimos para Francia, que en combinación los ferrocarriles franceses llevaban al pa-sajero hasta París. Asimismo era cosechero de cochinilla y tenía un comer-cio de representación de relojes y venta de joyas. Casóse con su compatrio-ta Jaquette Claverí, que fallecería en 1905, procreando a Francisca, Emilia, María Antonia, Jacinta Epifanía y Armando Ladeveze Clavería. De su vinculación con la comunidad francesa hemos dado cuenta más arri-ba. Pero mantuvo vínculos con su país natal, como testimonia el siguiente hecho: Juan Ladeveze era propietario de una casa (Villa Melpómene) en el término municipal de Guía, que había comprado en 1889 y allí residió el fa-mosos músico francés Camilo Saint-Saëns, en varias de sus siete visitas a Gran Canaria, donde pasaba largas temporadas entre enero y abril o marzo; se dice que allí compuso gran parte de su Sanso y Dalila. En ese pueblo gran-canario, el músico francés cultivó la amistad con destacados vecinos del lu- 22 La construcción del moderno puerto de La Luz (Las Palmas) se inicia en 1883, adju-dicándose sus obras al empresario inglés Diego Swanston, para lo que Juan Baustista Ripoche realizó fructíferas gestiones. 23 Reproducido de El Liberal, n.º 200, 11-9-1885, p. 2. 176 Miguel Suárez Bosa gar e inauguró el órgano de la iglesia el 14 de enero de 1900, lo cual consti-tuyó un gran acontecimiento social en la villa24. 4.4. Los Hardisson Frères De los franceses residentes en Canarias, pero en la isla de Tenerife, ha-bría que destacar a la familia de consignatarios Hardisson y a Jean La-Roche, este último consignatario establecido en el Puerto de Santa Cruz de Teneri-fe. El origen de la empresa Hardisson Hermanos se encuentra en Santa Cruz de Tenerife cuando August y Rafael Hardisson (naturales de Casis, Francia), fundaron la casa Hardisson Frères en 1842, como sociedad regular colectiva. Rafael se casó con una Canaria, Carmen. Asimismo, Los Hardisson (August y Honoré) participaron en la empresa creada en 1869 para abastecer de agua a la ciudad tinerfeña de La Laguna, debido a la escasez del líquido elemento en la zona. Entre sus 51 accionistas figuraba el ciudadano británico Carlos Caffins y otros franceses como Jean La-Roche y Sabino Berthelot, el cónsul que tan importante papel jugó en la definición del régimen económico de Ca-narias, denominado de puertos francos25. En 1883 falleció August y la casa se dividió en dos. Por un lado se crea Hijos de Honoré Hardissón (1890), por otro Adrián y Rafael Hardisson y Her-cilia, Carmen y Felicia Hardisson con sus maridos Defino Vergara, Antonio Lecuona y Bernabé Rumeu, más otros miembros de la familia Hardisson, fun-daron en Santa Cruz de Tenerife (1883) una casa de comercio para la com-praventa de mercancías y para dedicarse a toda clase de operaciones mer-cantiles, con un capital de 106.037 pesetas26. En 1989 los hermanos Rafael, August y Jules Hardisson declararon la li-quidación de la firma y la transformaron en sociedad colectiva con nombre de Hardisson Hermanos. A partir de entonces se dedicaron a la consignación de buques, para actuar como sociedad de comisiones y siguieron realizado operaciones mercantiles, con capital de 75.000 pesetas. 24 Elaborado a partir de Pedro González Sosa (2006): «Saint-Saëns en Guía», La Provin-cia, 3 de agosto de 2006, pp. 44-45. 25 La empresa de los Hardisson se inscribió en el Registro Mercantil en 1902 (Tortella, 2000: 95). (Debo parte de esta información al profesor Luis Cabrera Armas). Ver también Hardisson Hnos. (1921); Jean La-Roche se anuncia como consignatario en 1866 de la com-pañía A. López y Cía. en El Eco del Comercio, 19-12.1866, p. 4. 26 La fuente que hemos utilizado la define, equivocadamente, como «británica» (Torte-lla, 2000: 142). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 177 V. CONCLUSIONES Las empresas analizadas constituyen significativos exponentes de empre-sarios franceses que radican sus negocios en Canarias, con la finalidad de aprovechar las magníficas oportunidades que éstas ofrecen para hacer nego-cios al calor de la expansión del capitalismo. Si se instalan en las islas es porque éstas permiten aprovechar su renta de situación, pues se localizan en las rutas de las líneas marítimas que surcan el Atlántico. A partir de ahí las empresas explotan varias posibilidades, diversificando sus negocios. Por otra parte, conforman una rede social y económica, características de los proce-sos migratorios, de tal manera que la presencia de los primeros empresarios establecidos sirvió de conexión para que otros siguieran su mismo camino estableciéndose intensos contactos entre ellos. La presencia de empresarios franceses en Canarias hay que analizarlas en el marco de la expansión europea de las economías nacionales del siglo CUADRO IV Empresarios franceses en Canarias, siglo XIX FUENTE: Prensa local, documentación de archivos locales. Elaboración propia. Nombre Actividad Origen Lugar Fecha Capital Observaciones Francisco Exportación de Saboya. Lanzarote 1831 Rey aportó Asociado con Rey barrilla y (constitución 60.000 rv. de Swanstos y cochinilla a empresa) los 120.000 Miller Marsella Pedro Exportación de Francia S. C. de 1842 Asociación Schwartz vino a Londres Tenerife (constitución Schwartz con Diego empresa) 100.000 rvon de Swanston y 300.000 Cía Juan B. Comerciante y Fronnai 26/4/1847 1) 31.950 de un Inicialmente Ripoche consignatario (Loira) total de se asociación 1.203.510 rvns. con]. 2) Con Swanston y Swanston, D. yT.Miller aporta 1/3 de 2.571.759 y efectos y frutos en le extraniero Francisco Fábrica de Fontnebl María velas; Compra eau Gourié de casas; empresa agroindustrial Juan Comerciante y t? Ladeveze Consignatario Hardisson Consignatario Casis Fréres La-Roche Consil:matario ¿? 178 Miguel Suárez Bosa XIX, principalmente Francia e Inglaterra. Del inicio hasta el tercer cuarto de siglo parece que los empresarios tienen similar presencia que los anglosajo-nes, particularmente en las actividades relacionadas con la navegación marí-tima, pues alguno de los más importantes consignatarios que atienden a los barcos que arriban al puerto de La Luz en Las Palmas (Los Ripoche, por ejemplo) o al de Santa Cruz de Tenerife (los Hardisson o los La-Roche) son de esta nacionalidad. Sin embargo, conforme avanza la centuria fueron los ingleses quienes ganan la partida definitivamente. La red de los empresarios franceses en los puertos canarios La presencia de los empresarios franceses habría que relacionarla tanto con la expansión de la economía europea y la navegación a vapor como con la tradicional presencia de súbditos galos en Canarias desde los lejanos años de la incorporación de Canarias a Europa, confirmando así la importancia de la tradición y las redes sociales y migratorias, estas se consolidan si cabe en el siglo XIX pues las relaciones entre los empresarios de esta nacionalidad son evidentes. lean La-Rache Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 179 VI. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (), Cuadro histórico de las Islas Canarias de 1808 a 1812. ARENCIBIA, J., «Franceses en Tenerife», http://www.mgar.net/despacho.htm AMALVI, Ch. 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Título y subtítulo | Empresas y empresarios franceses en canarias en el siglo XIX |
Autor principal | Suárez Bosa, Miguel |
Entidad | Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Centro Asociado de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 27 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 2008 |
Páginas | p. 157-180 |
Materias | Cultura ; Literatura ; Filosofía ; Historia ; Canarias |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1142350 Bytes |
Texto | Empresas y empresarios franceses en canarias en el siglo XIX1 MIGUEL SUÁREZ BOSA Profesor de Historia Económica de la ULPGC Boletín Millares Carlo, núm. 27. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2008. Resumen: Ciudadanos franceses llevaron a cabo interesantes iniciativas empresariales en Canarias en el siglo XIX. Ello constituyó un aporte importante a la conformación de la eco-nomía y de la sociedad en estas islas. El asentamiento de empresarios franceses en Cana-rias es parte de la expansión del capitalismo en el siglo XIX, cuando una serie de empresas se radican en los Islas de las Archipiélagos Atlánticos, y en Canarias concretamente. La presencia de estos emigrados galos a las islas da forma a cadenas migratorias iniciadas por conciudadanos presentes en el Archipiélago desde siglos anteriores o que, en algunos ca-sos, estando de paso hacia otros continentes se establecieron en ellas; en todo caso, tenían contacto con otros que se habían asentado anteriormente. Palabras clave: empresarios franceses, migración, comercio, agricultura, industria. Abstract: French citizens carried out interesting business initiatives in the Canaries in the 19th century. This constituted an important contribution to the configuration of the economy and the society of these islands. The settlement of French entrepreneurs in the Canaries is part of capitalism expansion in 19th century, when a group of companies established in the islands of the Atlantic Archipelagos and in the Canaries particularly. The presence of these Frenchmen emigrants in the islands moulds migratory chains started by citizens liv-ing in the Archipelago since past centuries or, in some ways, being travelling towards oth-er continents they set up in them; moreover, they were in contact with others who had settled before. Key words: french entrepreneurs, migration, commerce, farming, industry. 1 Este texto se enmarca en el Proyecto de Investigación I+D (del Ministerio de Edu-cación y Ciencia) «Los Puertos y la configuración del tejido empresarial en la ciudades at-lánticas (siglos XIX y XX)». (2006), HUM2006-0596/HIST. 158 Miguel Suárez Bosa I. INTRODUCCIÓN Las iniciativas empresariales de ciudadanos franceses en Canarias fueron importantes en el siglo XIX, y constituyó un factor que contribuyó a la con-formación de la economía y de la sociedad en estas islas del Atlántico Me-dio, situadas en un lugar estratégico de las rutas marítimas del Océano. La implantación de empresas francesas en estas islas se explica por varias cau-sas: 1) la expansión de la economía capitalista a raíz de la revolución indus-trial, lo cual hace que muchos capitales salgan de Europa en busca de luga-res donde invertir fuera del continente; 2) el exilio de muchos franceses a raíz de la Revolución Francesa; 3) el crecimiento de la economía local, gra-cias a su renta de situación que le permite beneficiarse de la creciente acti-vidad marítima, de la tal manera que la economía canaria atrae capitales pro-cedentes de Europa y son invertidos tanto en los servicios portuarios como en la agricultura de exportación o en la infraestructura turística. En efecto, la presencia de empresas extranjeras en Canarias es un fenóme-no asociado a la expansión del capitalismo europeo en el siglo XIX, de tal manera que en la mayoría de los casos, son entidades propiedad de extranjeros que acom-pañan al crecimiento de sus países de origen (ingleses, franceses, alemanes, bel-gas). En Canarias, se asientan en los sectores claves de la economía de las islas, como el portuario o el agrícola; frecuentemente prestan servicios a la expansión económica o estratégico/militar de sus países de origen. Muchas se localizan si-multáneamente en los diferentes archipiélagos, trasladándose de una isla a otra o fundando sucursales allí donde van, aunque no siempre mantienen las conexiones. En cierta medida, estas entidades dan continuidad a los contactos con Europa que mantuvieron estas islas desde su entrada en la historia occidental desde el leja-no período del final de la Edad Media. Se trata pues, de un fenómeno asociado a la emigración, pero a la hora de aplicar una metodología, nos encontramos con que no hay un concepto analítico específico para caracterizar las iniciativas empresariales de los emi-grantes. Por nuestra parte, acudimos a la teoría evolutiva de la empresa, aque-lla que parte del entorno para analizar las iniciativas empresariales, ya que el propósito de esta comunicación es describir, analizar y explicar la evolu-ción de las empresas que los emigrantes fundan en el lugar donde se des-plazan, insertas dentro del marco socio-económico donde operan formando cadenas migratorias. Lo expuesto nos lleva a que metodológicamente adoptemos el concepto de redes, que pueden ser sociales (o familiares) o económicas (Casson, 2006; Granovetter 1994)2; por otro lado, la perspectiva trasatlánticas, enmarcada en 2 El concepto de redes es ahora muy usado tanto en historia social como en la historia de la empresa. Hay vario tipo de redes: redes sociales (incluyendo las redes familiares), redes comerciales (que comprenden tanto comercio como inversiones) o redes de negocios locales (Casson, 2006). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 159 lo se viene llamando «historia atlántica» (según John Elliot), nos permite describir la movilidad de los empresarios o administradores de las empresas; asimismo, en la medida que estudiamos empresarios concretos, utilizamos el método la prosopográfico. Frente a la visión chandleriana de la gran empre-sa como motor del crecimiento económico, apropiado para el caso norteame-ricano pero no para formaciones sociales de otras características, por el con-trario, en el caso que nos ocupa conviene poner el acento en las firmas pequeñas o medianas, en buena medida de carácter familiar, las cuales im-pulsan el crecimiento económico en otras economías. Aplicadas estas teorías a Canarias en el siglo XIX, comprobamos que al-gunos ciudadanos franceses, jóvenes emprendedores, se asentaran en las is-las como consignatarios de buques o agricultores en los sectores emergen-tes de la agricultura canaria, tal como la caña de azúcar; gracias a la favorable regulación institucional (puertos francos) que facilitaban el libre comercio. Es el caso de los empresarios con los que ejemplificamos la actividad empresa-rial de los franceses en Canarias: Francisco Gourié, y José Ripoche y otros: El primero puso en marcha una importante industria de transformación de aguardiente (ron); el segundo ejerció su actividad fundamental como consig-natario de buques. El objetivo de esta comunicación es presentar un panorama de la presen-cia de ciudadanos galos en la empresa canaria. Tras la introducción (I), conti-nuamos (apartado II) con el análisis de la situación de Canarias durante el período de expansión capitales que dio lugar a la llamada primera globaliza-ción en el siglo XIX; se continúa con un balance de la presencia extranjera y particularmente de los franceses asentados en las islas (III), luego se estudia los casos específico de los empresarios de esta nacionalidad que tuvieron ac-tividad en Canarias (IV), para terminar con unas breves conclusiones (V). I. LA EXPANSIÓN CAPITALISTA Y LAS EMPRESAS EN EL CONTEXTO DEL MODE-LO DE CRECIMIENTO ATLÁNTICO 2.1. Relaciones entre Canarias y Europa durante la Primera Globalización La posición de las Islas Canarias en el Atlántico le confería en la época de la navegación a vapor (segunda mitad del siglo XIX), un indiscutible atrac-tivo como estación de suministro de carbón y avituallamiento de los barcos que hacían las rutas entre Europa y los países y/o las colonias de centro y sur de América y del África Occidental. A la tradición comercial y enclave de paso durante todo el proceso colonizador de los siglos anteriores, se aña-de la favorable morfología de sus costas y la benignidad de su clima, elemen-tos que acentuaban el potencial que la mera situación en un plano le daba. Así lo entendieron las autoridades locales y los inversionistas extranjeros. 160 Miguel Suárez Bosa En esta etapa las Islas Canarias registran un notable incremento de la inversión de capitales procedentes de las principales metrópolis europeas (Gran Bretaña, Bélgica, Francia), cuya importancia no sólo resulta intrínse-camente decisiva en atención a su cuantía, sino que, asimismo, se revela de-terminante en el proceso de crecimiento económico. Los sectores más be-neficiados de esta inversión son la comercialización frutera, la infraestructura portuaria, el turismo y los servicios públicos. En las islas atlánticas, el peso decisivo de los capitales excedentarios procedentes de la Europa industrial y su canalización hacia sectores económicos terciarios constituye un rasgo original del nuevo período, al tiempo que se convierten en un elemento de-terminante de la integración de los archipiélagos en los circuitos económi-cos internacionales. Este proceso hay que enmarcarlo en la articulación de un mercado mun-dial en el siglo XIX, culminado por la expansión colonial de finales de este si-glo. Tal mercado fue posible por la conjugación de diversos factores técnicos, económicos y políticos: el triunfo del librecambio como ideológica económi-ca, el triunfo del patrón oro que posibilitó la ordenación monetaria, además de la revolución de los transportes, la exportación de capital, etc. Canarias se inserta en este mundo globalizado, pero en una posición periférica, si ad- CUADRO I Principales compañías de navegación francesas con escala en los puertos canarios, s. XIX FUENTE: Cía. General de Navegación a Vapor en El Ómnibus (3-8-1852); el resto en El Liberal (25-3-1887, 1 y 2 y Suárez Bosa (2006). Líneas/Naviera Fecha Puertos de Puertos donde Rutas y Escalas inicio procedencia tocaban Compañía General de 1860 Las Palmas Marsella-Sta. Cruz de Tenerife. Navegación a Vapor Escalas: Lanzarote, Mogador, Gibraltar y Alicante Compañía de Navegación Marsella Las Palmas Marsella-Las Palmas. Escalas en Marroquí, N. Paquet C., Gibraltar, Casablanca, Mazapán, Safi y de Marsella Mogador Navegación Trasatlántica Las Palmas Cuba Chargeus Reunis 12-10- L'Avre Sta. C. Brasil 1856 Tenerife Línea Francesa (1) 1-7-1854 Marsella Sta. C. Brasil Tenerife Compagnie Générale 1878 Las Palmas, Centro América Trasantlantique Sta. C. La Palma, Sta. C. Tenerife N. Paquet Anie y Cía. 1881 Las Palmas Marsella, Gibraltar, Casa Blanca, Mazapán, Safi, Mogador, Las Palmas Cía de Mabée des Deux 1881 Las Palmas Marsella, Las Palmas, Pesquerías Mondes Afriamas y regreso Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 161 mitimos que el mundo se estructuraba, esquemáticamente, por un lado en un centro conformado por las economía de países industrializados a cuya ca-beza estaba en Europa y Norteamérica, y por otro la periferia, con los mati-ces que se quiera añadir. En el siglo XIX, Canarias se configuró como econo-mía periférica de este centro al que enviaba su producción agraria de exportación y servía de base de servicios para su flota y sus empresas, pero seguía manteniendo una activa relación con Latinoamérica, especialmente con las colonias caribeñas hispánicas (Cuba y Puerto Rico), de donde importaba algunos productos para el consumo interno y constituían el sostén de una incipiente industria: tabaco, caco, café o aguardiente; allí enviaba la produc-ción agraria demandada por los numerosos canarios establecidos en aquellos territorios ultramarinos y, especialmente, mano de obra emigrante. Pero esta dinámica económica necesitaba de las instituciones adecuadas. Si aceptamos que el desarrollo del capitalismo «racional» fue un fenómeno que no se había dado antes en la historia, asumimos que el capitalismo pudo desarrollarse donde los capitalistas y las autoridades políticas entendieron la ventajas mutuas que obtenían unos de otros. La relación entre el Estado y los empresarios fue extremadamente compleja y sólo en aquellos sitios donde el sistema político facilitó que los agentes privados capturasen la ma-yoría de los beneficios sociales, fue posible el desarrollo de las fuerzas capi-talistas. El caso español es paradigmático del bloqueo que el sistema políti-co ejerció sobre las fuerzas capitalistas. Por eso no dejar de ser una curiosidad histórica que en el caso de las Islas Canarias, la Corona española actuase como un factor dinamizador de la economía de estas islas a partir de la mitad del siglo XIX. La exposición de motivos del Real Decreto del Ministe-rio de Hacienda (de 11 de julio de 1852) sobre Declaración de Puertos Fran-cos3, es un claro ejemplo de análisis acertado de las variables del entorno eco-nómico y de las medidas necesarias para aprovechar las oportunidades del mismo. Por otro lado, ya desde el Siglo de las Luces comenzó a cambiar en la mente de de las personas y principalmente entre las de quienes se dedica-ban a tareas científicas o de Estado, los conceptos de espacio y tiempo a la par que intentaban incidir sobre ello. Todo hacía que variaran las normas y postulados sobre las comunicaciones entre océanos y continentes. Los cam-bios en las técnicas y en los métodos de transporte incidieron en el aumen-to de la velocidad de las noticias y el correo, lo cual benefició el traslado de personas y factores y mejoró el transporte y el comercio. Estos cambios mantuvieron y mejoraron la secular relación, social y económica, de Cana-rias con el mundo entero, configurando un espacio de intercambios atlánti- 3 El régimen de «Puertos Francos», supuso la práctica eliminación de aranceles —con algunas excepciones— para los intercambios comerciales realizados por los puertos ca-narios. 162 Miguel Suárez Bosa cos en el contexto de lo que se ha venido a llamar Globalización4. Las líneas marítimas que hacían escala en Canarias se multiplicaron (como puede ver-se en el cuadro), propiciando el crecimiento de una economía de servicios (suministro de agua, víveres, carbón) y agencia (seguros marítimos y consig-nación), la cual era realizada en buena medida por empresarios extranjeros (mayoritariamente franceses e ingleses) asentados en los puertos canarios. Paralelamente, en el siglo XIX se produce un proceso de expansión de la economía europea al calor de los procesos que tienen su origen en la revo-lución industrial y la expansión de la economía capitalistas. Una manifesta-ción de esta expansión es la elevada disposición de capitales y de exceden-tes considerables que alimenta un vigoroso proceso de inversión en el extranjero, en busca de altos niveles de rentabilidad. Junto al incremento de las exportaciones de capital se produce también el mayor crecimiento del co-mercio mundial, contribuyendo así a incrementar el nivel de intercambios co-merciales. Es el caso del sector terciario que, junto a la agricultura y la mi-nería, fue objeto de grandes desembolsos financieros. La infraestructura del transporte (puertos, ferrocarriles), elementos imprescindibles para el buen desarrollo del comercio, experimentó un rápido crecimiento al abrigo de las inversiones de capital. Si atendemos a las especificidades observadas en Canarias se puede es-tablecer una tipología de las empresas extranjeras establecidas en las islas, aunque somos conscientes de que esta es provisional y necesariamente re-visable al calor de futuras investigaciones sobre casos concretos. Las com-pañías extranjeras establecidas en Canarias desde mediados del siglo XIX pueden encuadrarse en la siguiente clasificación5: a) entidades foráneas de antes de la consolidación de los puertos, con sede central en las islas que sostienen una escasa o nula conexión financiera con el exterior y se estable-cieron casi todas desde la primera mitad del siglo XIX. Se puede citar en este apartado empresas de origen inglés como Hamilton & Co., Miller & Co., Swanston & Co., o francesas con apellidos como Hardisson Frères, Ripoche, Gourié o J. Ladeveze; b) a continuación cabe señalar el grupo de firmas y empresas asentadas en las islas al abrigo de la nueva dinámica económica inaugurada en el Archipiélago, tras la implantación de los nuevos cultivos de 4 La bibliografía reciente distingue diferentes momentos del fenómeno de la glo-balización. Para unos, se trata de una nueva fase de la mundialización de las relaciones in-ternacionales, desde que se configuró la llamada «economía mundo» (Wallerstein, Braudel); para otros, en el siglo XIX, asistiríamos a la auténtica primera «globalización», especialmente económica, en tanto en cuanto es en esta fecha cuando se produce una real convergencia de los precios de los factores productivos, especialmente salarios y bienes. Para lo que aquí importa, es verdaderamente cierto que Canarias estuvo siempre incluida en un espacio at-lántico en el contexto de una economía global al cual pertenecía y en la que participaba ac-tivamente. 5 Tipología en parte reelaborada a partir de Martín Hernández (1995: 403-404). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 163 exportación y el creciente protagonismo de los puertos el último tercio del siglo XIX. Se trata, asimismo, de entidades con dirección en las respectivas capitales insulares que llegan a tener un protagonismo nada desdeñable en el concierto de la economía canaria; c) un tercer grupo lo integran las gran-des compañías capitalistas, llegadas después de la década de 1880, con sede central y base accionarial radicada en las metrópolis europeas (Liverpool, Bru-selas, Hamburgo, Londres, etc.), a las que cabe reconocer como formas más representativas y definitorias de la dinámica económica generada por la ini-ciativa extranjera en Canarias a partir del progreso del capitalismo. A las empresas y a los empresarios franceses radicados en Canarias habría que encuadrarlos dentro del primer grupo. También se puede hacer una estimación por nacionalidades. Como primera aproximación, constatamos que los países europeos con intereses coloniales en el contexto de la expansión europea estaban interesados en disponer de bases de apoyo en las islas; en segundo lugar, esas economías aprovecharon esa presencia en las islas atlánticas para establecerse en ellos, diversificando sus actividades y procurando obtener la rentabilidad que se derivaba de la renta de situación de los archipiélagos. Por lo tanto, encontramos empresas inglesas en primer lugar, y continuan con francesas, belgas o alemanes, se-gún su importancia y de rivalidad por estar presentes, mientras que los es-tados ibéricos permanecen con un papel meramente político-administrativo. Para resumir, las empresas extranjera tuvieron un indiscutible presencia en la economía canarias del siglo XIX, particularmente los empresarios fran-ceses mantuvieron un indiscutible protagonismo en torno a la actividad co-mercial y de consignación en los puertos canarios; sin embargo, no tuvieron continuidad en la siguiente centuria, continuidad que sí constatamos en los emprendedores británicos, quienes terminaron por hegemonizar la actividad empresarial en las islas en los sectores punta de la economía canaria, tal vez porque los franceses tenían bases en sus territorios coloniales de la, próxi-ma a Canarias, África Occidental. III. LOS EXTRANJEROS EN LA SOCIEDAD CANARIA. TEMPRANA PRESENCIA FRANCESA Dentro de la sociedad canaria del siglo XIX aparece con fuerza la burgue-sía comercial, fundamentalmente portuaria, al calor de la dinamización eco-nómica que trajeron los puertos francos y el auge la agricultura de exporta-ción, desde la cochinilla primero a los cultivos de plátanos y tomates, después. Un grupo social específico dentro de esta sociedad de clases, lo conforma la burguesía comercial extranjera, aunque con escaso peso numérico, siendo ma-yoritario el inglés con unos 189 individuos censados en Gran Canaria al fi-nalizar el siglo y otros 71 en Tenerife (Martín Hernández, 1988). La presen- 164 Miguel Suárez Bosa cia de los extranjeros era notable además de en la actividad portuaria, en el comercio, las obras públicas, la banca y la actividad agrícola y el turismo, don-de demostraron su capacidad innovadora. Se comportaban como un grupo ce-rrado, en la mayoría de los casos, con sus lugares de reunión e instituciones específicas, especialmente los ingleses; practicaban deportes desconocidos para los naturales de las islas, como el fútbol o el tenis, y conservaban las costumbres del lugar de origen, hacia el que profesaban una actitud de nos-talgia, por lo que procuraban mantener su idioma materno y el comportamien-to ideológico y político. Pero también esta burguesía extranjera estableció lazos con el grupo au-tóctono dominante a través de enlaces matrimoniales, sociales y económicos, los cuales se tornan más frecuentes conforme pasan los años. Por último, si bien no suelen participar directamente en la política local, ello no quiere de-cir que no procuraran influir en su devenir a través personas interpuestas. Estos grupos insuflan un aliento dinamizador a la economía canaria, bien por iniciativa propia bien uniéndose con la burguesía local, comerciantes o agricultores. Miembros de esta burguesía conecta con capitalistas extranje-ros (franceses o ingleses, principalmente), controlando la actividad exporta-dora y comercial en los puertos. Los comerciantes extranjeros, alguno de los cuales eran de nacionalidad francesas, se integraron en las sociedades culturales y económicas, tales como casinos, círculos mercantiles, o sociedades de amigos del país u otras más directamente vinculadas a la actividad económica como las Juntas de Comercio. La presencia de los franceses en Canarias se remonta a la etapa del re-descubrimiento por los europeos en la baja Edad Media y la posterior con-quista. El primer conquistador de las Islas, Jean de Behencourt, es de pro-cedencia francesa así como lo fueron alguno de sus lugartenientes y muchas de las familias que le acompañaron asentadas posteriormente en el Archipié-lago, en su mayor parte vinculadas a la actividad comercial. Desde Gascog-ne y a través de la Península llega la rama de los Ascanio; de Nancy salen los Dugour; de Le Mentec proceden los Croissier; desde Saint-Malo vienen los Baulen, que se instalan en Canarias en 1544; oriundo de Béarn es el ape-llido Casalon; y son de Francia otras onomásticas de gran arraigo en las Is-las como los Porlier, Arnau, Guigou, Mustelier, Fonspertuis, Bosq o los de La Roche. Por otro lado, son múltiples las referencias a Canarias en la lite-ratura de viajes francesa desde el Renacimiento hasta nuestros días; a natu-ralistas franceses debemos las primeras descripciones de la ictionimia del Ar-chipiélago; son cosmógrafos de origen galo los que determinan la situación de la isla de El Hierro como primer meridiano, y a autores franceses perte-nece la mayoría de los estudios antropológicos realizados sobre los aboríge-nes canarios. Asimismo, hay constancia de relaciones comerciales más o menos regu-lares con Bretaña y Normandía a fines del XVI, así como de la participación Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 165 activa de los franceses en el circuito triangular establecido entre Flandes, Canarias e Inglaterra. A esa etapa inicial de apogeo seguirá, en la segunda mitad del XVII, una época de postergamiento y desplazamiento, por la hegemonía alcanzada por el negocio con Inglaterra, especialmente de vinos. Sin embargo, en la centu-ria siguiente la presencia de los Borbones en el trono español, entre otras causas, facilitaron la presencia de franceses en territorio hispano. En Cana-rias suponía entre el 18 y el 20 % de los extranjeros matriculados6. Buena prueba de la trascendencia del asentamiento de este grupo extran-jero y de su relativa importancia desde el punto de vista de los intercambios comerciales es la creación del Consulado francés a partir de 1670. Con mo-tivo de la revolución francesa, el número de galos aumentó y su número fue el más numeroso. Pero cuando la cifra sufrió un drástico incremento fue a raíz de la victoria española de Bailén en el contexto de la Guerra de Inde-pendencia tras la invasión francesa de la Península Ibérica. En efecto, en mayo de 1809 llegaron a Santa Cruz dos barcos españoles y dos ingleses que traían a bordo nada menos que 1.484 prisioneros franceses. Desde Santa Cruz se hizo la distribución entre las distintas islas. Al año siguiente llegaron ocho-cientos más. Resultaron ser unos prisioneros conflictivos y, ante la imposi-bilidad de atenderlos a todos en Tenerife, 500 fueron enviados a Gran Cana-ria quedando el resto (el doble, según la fuente) en la primera7. Como hijos de la revolución, su conducta no concordaba con los paráme-tros de las costumbres isleñas. Además, animados por las noticias que habla-ban de los avances de los napoleónicos en la Península, se envalentonaron y protagonizaron algaradas que causaron serios problemas. Con todo, lo más preocupante era su manutención. Estaban saliendo muy caros a la Hacienda Pública, por lo que muchos de ellos se dedicaron a la mendicidad. Realmen-te, los que quisieron y pudieron se fueron y los demás permanecieron en las islas y fundaron familias. Por otro lado, viajeros franceses que estuvieron o pasaron por Canarias en el siglo XIX dejaron escritos ensayos de carácter científico como prueba de su paso por las islas, constancia también de sus propias vivencias en nu-merosos diarios, cartas y relatos, que constituyen un testimonio inestimable de la vida cotidiana del Archipiélago en aquella época por la riqueza de datos e impresiones en ellos recogidos. Dado que la mayor parte de las embarca-ciones atracaban en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, es precisamente esta isla la que mejor conocerán los visitantes. Camino del Teide, el paso por La 6 Según Brito González (1999), que utiliza datos de las matriculas o recuentos realiza-dos en el siglo XVIII en los años 1764, 1765, 1766 y otras en 1791 y 1799. En esta última fecha había registrados en Canarias, 25 franceses, la mayoría comerciantes. 7 Hay noticias de esta presencia en «Traslado a Canarias de prisioneros franceses», AHPLP, rollo: 853, es copia del existente en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Fondo Estado, Signatura: 46D/83-187. 166 Miguel Suárez Bosa Laguna o La Orotava ofrece al viajero una imagen más enriquecedora y con-trastada de la variedad del paisaje insular. La ciudad de Las Palmas despier-ta la curiosidad de los viajeros por su población y por el aspecto de las casas y las calles, que recuerda la proximidad de Marruecos (tal como señala Le-clercq en su Voyage aux Iles Fortunées), o por el desarrollo de la actividad cul-tural (para Proust y Pitard es «La Ville-Lumière»). S. Berthelot, en sus Mis-cellanées canariennes8, la describe como «une ville populeuse, bien bâtie, ornée de maisons élégantes et d’édifices somptueux. Tout cela me semblait un enchantement». La figura más relevante del siglo XIX es la de Sabin Berthelot (Marsella, 1794-Santa Cruz de Tenerife, 1880), eminente naturalista e historiador que se establece en La Orotava. Allí desempeña su labor como director del Jar-dín de Aclimatación y, entre otras múltiples actividades, es fundador del Li-ceo Mixto. Junto al naturalista inglés Philip Barker Webb redacta la Histoire naturelle des Iles Canaries (1836-1844), obra cumbre todavía hoy no supera-da, resultado de más de veinte años de investigaciones. Esta publicación sus-cita la llegada de otros botánicos europeos y el desarrollo de esta disciplina entre la intelectualidad insular. Si traemos aquí a este científico es principalmente porque tiene un pro-tagonismo intelectual trascendental en la definición de los «puertos francos», verdadera «carta magna» del devenir moderno de la economía canaria, hasta el punto de que se le atribuye a esta personalidad la idea de obtener los Puer-tos Francos para Canarias9. Fundamenta su argumentación a favor de los puer-tos francos en la situación geográfica de Canarias10 que cobra más importan-cia por el auge creciente de la navegación a vapor, lo cual favorecerá a Canarias siempre que el Gobierno español conceda al comercio marítimo del archipiélago «todas las franquicias que sus circunstancias particulares recla-man », que le permitan suministrar «el combustible necesario» y refrescar «sus víveres y aguada». Así pues, esta larga presencia histórica es el antecedente de la cadena que conformaron los franceses establecidos en Canarias en el siglo XIX, reforza-da por alguno de los prisioneros de guerra que arribaron a principios del si-glo XIX. Si bien no existe una estadística semejante a la del XVIII para esta centuria que nos permite cuantificar el número total, los datos disponible nos permite realizar una aproximación a la actividad empresarial de esta mino-ría. Sabemos que la mayoría ejercían de comerciantes, en muchos casos como 8 Paris, Béthune éditeur, 1839. 9 Varios testimonios de la época destacan el papel del científico y cónsul francés afin-cado en Canarias en la definición y consecución del régimen de libertades comerciales para Canarias. (Véase Guimerá Peraza, 1989, 33-38). 10 Renta de situación favorable para estas islas en comparación, por ejemplo, con la Isla de Goré (en Senegal, cerca de Cabo Verde), que le fue concedido idéntico régimen por Fran-cia. (Guimerá Peraza, 1989, pp. 35-36) Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 167 consignatarios de las líneas de barcos que hacían escala en los puertos cana-rios, pero luego extendieron y diversificaron sus actividades, principalmente hacia la agricultura. Ciertamente, los súbditos franceses se integraron en la sociedad canaria, ejerciendo cargos en las entidades económicas y culturales. La sesión siguien-te la dedicamos al análisis de las empresas y empresarios más significati-vos de esta nacionalidad. IV. EMPRESARIOS Y EMPRESAS FRANCESES EN CANARIAS 4.1. Los Gourié y la fábrica de Ron Arehucas Los Gourié conforman una de las familias más conocidas de Gran Cana-ria. Su origen está en la llegada a la isla de Francisco Rosalie Gourié David en 1805. Originario de Fontnebleau, murió a los 50 años en Las Palmas de Gran Canaria. Su arribada a Canarias está envuelta en una nebulosa un tan-to mítica y confusa. Algunos relatos sin confirmar indican que llegó en una barca que originariamente se dirigía a la ciudad americana Saint Kitts, en compañía de quien sería un importante empresario de origen escocés y es-tablecido en Gran Canaria, James Swanston también posteriormente estable-cido en la ciudad. A la altura de la isla de Fuerteventura se vieron sorpren-didos por los corsarios americanos, quienes les despojaron de todo y los arrojaron a la playa, la cual tuvo que ganar a nado justamente con lo puesto. Socorrido en Fuerteventura, se dirigió a Tenerife, isla que ofrecía mayores posibilidades de negocio al estar en ella la representación del Real Consula-do; J. Swansto, por su parte se dirigió a Las Palmas, donde inició un próspe-ro negocio. Francisco Gourié trabó en Tenerife abundantes relaciones con empresa-rios, comerciantes y patrones de barcos y pronto olvida sus iniciales propó-sitos de trasladarse a América. Se relaciona con el acaudalado comerciante del municipio tinerfeño de Tegueste, Juan Álvarez-Conde y Verana, quien le nombra auxiliar de sus negocios con residencia en Santa Cruz de Tenerife. Fue estrechando relaciones con esta familia y se casa con la hija de estos, Juana Vidal (9-10-1806). Una vez unidos por este matrimonio, el panorama cambia para Gourié al ser nombrado socio por su suegro, detentando un 50 % de los negocios. Como ampliación de los mismos, extiende sus actividades a Gran Canaria, principalmente en las vitivinícolas, sin abandonar por ello el tráfico con los barcos que le respetaban grandes dividendos. Esta expansión y el éxito obtenido, le llevó a independizarse. Para ello se deshace de la so-ciedad que le unía a su suegro y se instala definitivamente en Las Palmas, ganando rápidamente fama de acaudalado comerciante. Hacia 1818 comenzó a destacar como hábil comerciante, hasta ser consi- 168 Miguel Suárez Bosa derado como el más acaudalado de la isla. Realiza adquisiciones de tierras en Arucas, Telde y Las Palmas, donde compró una hacienda perteneciente al mayorazgo de Matos por valor de 4.595 reales de vellón. En Francia había heredado de sus padres en 1834 bienes raíces, los que dejó bajo la adminis-tración de un tal Alejandro Tricaut, después de haber viajado a Francia para solventar los trámites de la herencia. De los 7 hijos habidos de su matrimonio, de los cuatro varones tres mar-charon a América. Fue el mayor, Alfonso, el que continuó los negocios ini-ciados por el padre. Había nacido en 1810, siendo su padrino el comerciante maltés, afincado en esta ciudad, Gabriel Azopardo. Este Gourié conformó una gran propiedad agrícola, con centro en la ciudad de Arucas, la que dedicó prin-cipalmente al cultivo de la cochinilla, actividad en auge en esta época en Ca-narias. Incrementó su patrimonio con la compra de una parte del Mayorazgo de Arucas a Doña María Luisa Castelli, Marquesa de la Fuente y condesa de Benamuza, la cual dividió el mismo en dos partes, una de las cuales, adqui-rida o comprada previamente por D. Carlos Pedro Villa (la otra fue adquirida por el Marqués de Realzuela, D. Luís Solís), terminaría en manos Alfonso Gourié por la suma de 1.900.000 reales. Era un latifundio que hacía un total de 328 fanegadas, además de 117 azadas de agua (Caballero Mujica, 1973)11. También participó en la compra de bienes desamortizados, siendo uno de los mayores compradores de bienes vinculados en la provincia de Las Palmas, realizando una compra de 2 fincas de un total de 335 fanegas y un valor de 1.933.000 reales de vellón, una muy respetable cifra que le situaba a la ca-beza de los compradores de este tipo de bienes desamortizados (Suárez Gri-món, 1987: 928). En definitiva, Alfonso de Gourié Álvarez era uno de los mayores contri-buyentes por rústica de la isla de Gran Canaria, catalogándose entre los 18 grandes propietarios pues pagaba entre 2.000 y 5.000 pesetas de contribu-ción, cantidad que significaba la mayor cuota, por sus propiedades en el mu-nicipio de Arucas, y entre 300 y 500 pesetas en el municipio de Santa Brígi-da en 1917 (Millares Cantero, 1976: 30 y 43). Cuando la grana cochinilla, el cultivo y negocio de exportación fundamen-tal de Canarias en los dos tercios centrales del siglo XIX, inició su decaden-cia por la competencia de las anilinas artificiales, Alfonso Gourié, al igual que otros propietarios se vieron obligados a buscar nuevos cultivos que paliasen la crisis que se avecinaba12. La alternativa se presentaba con la caña de azú- 11 La escritura de compra del Mayorazgo se formalizó en Sevilla, el 5 de septiembre de 1859 (Vélez, 1984: 35). 12 La grana cochinilla es un parásito de los nopales o tuneras (en Canarias) de donde se extrae un tinte, que era muy cotizado antes de la obtención de tintes artificiales. Proce-dente de Centroamérica, su cultivo se extendió en Canarias en el siglo XIX. Se introducía en Europa por los puertos de Londres y Marsella, fundamentalmente. Cabe resaltar su par-ticipación de Alfonso Gourié en la creación de la Unión Agrícola de Gran Canaria, entidad dedicada al fomento de este cultivo. Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 169 car y del tabaco, productos cada vez más demandados por los consumidores peninsulares y europeos, al extenderse el uso del café, el té y otros estimu-lantes que necesitaban edulcorantes. D. Alfonso captó rápidamente la idea y trató, sin conseguirlo, de formar una sociedad de agricultores, para plantar caña y montar una gran fábrica que procesase los productos de este cultivo. No encontró la colaboración prevista, sólo correspondió a su idea quien fue-ra adquiriente de la otra parte del Mayorazgo antes citado, Don Bruno Gon-zález Castellano y de su esposa, una vez fallecido el marido en 1883. Nace así una de las empresas de transformación agrícola más importantes de Ca-narias, la fábrica de ron llamada Fábrica de Azúcar de San Pedro. También se hicieron experimentos con el tabaco, el otro cultivo alterna-tivo para a la grana cochinilla, para lo que se celebraron conversaciones en el Sub-Gobierno de Las Palmas (Delegación local del Gobierno) con agricul-tores y comerciantes locales «con el objetivo de formar una sociedad para ve-lar por el desarrollo y cultivo del tabaco en nuestra isla» (por Gran Canaria)13. Así nació El Porvenir Agrícola de Gran Canaria, en cuya comisión para exa-minar y modificar el proyecto de reglamento figura como presidente D. Al-fonso Gourié y Álvarez14. También formó parte de la Junta de Comercio de Las Palmas, entidad que tenía como misión asesorar y emitir informes so-bre la situación del comercio (Suárez Bosa, 2006). Junto con su mujer, Gregoria Marrero Peña, fue impulsor y propietario de la fábrica de azúcar (ver más adelante), ejerciendo Don Alfonso las labo-res de administrador de esta empresa así como de las propiedades agrícolas de la Hoya de la Campana y Las Vegas. Ambos cónyuges entroncaron por matrimonio con la alta burguesía, residiendo en la ciudad de Las Palmas aun-que mantenían casa en Arucas; asimismo, participó en la constitución de la empresa de pesca con actividad en el Banco Canario-Sahariano, las Pesque-rías Canarias (Quintana Navarro, 1985:135). Don Alfonso Gourié falleció el 25 de marzo de 1890, habiendo tenido dos hijos, Rosario y Francisco Gourié Marrero. El segundo de los Gourié tuvo un protagonismo indiscutible en definir el marco jurídico donde se desenvolvería la producción de azúcar y tabaco en Canarias en el siglo XIX. Para ello impulsó la creación de la sociedad El Por-venir Agrícola de Canarias, surgida para comercializar el tabaco y las labores tabaqueras; mientras que para asegurar el mercado para el azúcar, impulsará la negociación con la Hacienda estatal, contando con el apoyo del importan-te político grancanario y futuro embajador de España en París, Fernando León y Castillo, con la pretensión de establecer conciertos con el Gobierno, con-ciertos que permitieran la entrada de este producto en el mercado peninsu- 13 Ver el Periódico El Popular, n.º 8, 15 de junio de 1873. (Hemeroteca del Museo Canario). 14 Fueron Vicepresidente D. Juan Quintana y Llerena y Secretario D. Agustín Millares y D, Juan B. Melo. ( Ver el periódico La Verdad, 14 de agosto de 1873 (HMC). 170 Miguel Suárez Bosa lar sin impuestos (De Luxán Meléndez y Bergasa Perdomo, 2004). Al mar-gen de su actividad económica, cabe resaltar de la actividad social de Alfon-so con la donación de un caudal de agua para el abastecimiento público de Arucas, cediendo a la ciudad el contenido del naciente de la Fuente del Hie-rro, situada en este municipio. El siguiente protagonista en la saga, Francisco Gourié Marrero, se inte-gra ya plenamente en la sociedad y la economía Canaria, pues tuvo una acti-va presencia en la sociedad y la política local, conduciéndose como un impor-tante miembro de la oligarquía local. Ejerció diversos cargos de representación política (fue Concejal del Ayuntamiento de Las Palmas, Con-sejero del Cabildo de Gran Canaria y miembro de la Junta de Obras del Puerto en representación de los agricultores) y económicos (vocal y presidente de la Cámara Agrícola de Gran Canaria, miembro del Consejo de Administración de la empresa Sociedad «Pesquería Canarias», vocal de la «Sociedad Fomen-to de Gran Canaria», Presidente de la Heredad de Aguas de Arucas y funda-dor y Presidente del Monte de Piedad de la Caja de Ahorros de Gran cana-rias (de 1913 a 1931)15. Conjuntamente con su hermana, cedió al Ayuntamiento de Arucas el agua de la fuente de Norado para el abastecimiento público (con ello intentaba emular a su padre que había donado las de la fuente del Hierro), mediante un acuerdo con escritura de 11 de diciembre de 1902, aunque posteriormen-te conllevó conflictos de los herederos con el consistorio. En 1942 tal sumi-nistro cesó por haberse secado de los remantes. La obra cumbre de D. Fran-cisco Gourié Marrero (nació en 18 y murió en 1931) fue su ayuda a la construcción de la iglesia de Arucas, colocándose la primera piedra el 19 de marzo de 1909. Por esta obra le fueron concedidos honores y reconocimien-to al propietario y empresario por parte del Ayuntamiento de Arucas. 15 Datos tomados de Millares Cantero (1976) y Suárez Bosa (1992). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 171 CUADRO II La actividad de la familia Gourié en Canarias La Fábrica de Azúcar San Pedro Como se ha dicho, los Gourié fueron los impulsores de uno de los pro-yectos industriales más importantes de Gran Canaria, la fábrica para moler azúcar de caña denominada San Pedro. En efecto, en 1883 pensó D. Alfonso Gourié instalar un complejo industrial que procesase toda la producción de caña de azúcar de la zona de Arucas, una vez que los agricultores habían asu-mido el beneficio que podía suponer este cultivo. Para ello trató de consti-tuir una sociedad, pero, como antes se ha dicho, sólo contó con la ayuda del otro adquiriente del Mayorazgo de Arucas, D. Bruno González Castellano, a la sazón alcalde de la villa, pero éste falleció a los pocos días (7 de abril de dicho año); no obstante, su viuda mantuvo en todo la cooperación ofrecida por su difunto marido. La fábrica se instaló en lo que fue la Era del Mayorazgo, ahora llamada de San Pedro, donde se edificó una casa de labranza a caballo de las dos principales fincas de D. Alfonso Gourié y D. Bruno González Cas-tellano. Para instalar la fábrica hubo que importar la maquinaria, la cual fue traí-da de Glasgow, donde había sido construida por la firma Duncan Stewart & Co.; su transporte había sido gestionado por el comerciante francés D. Juan Ladeveze, arraigado en Las Palmas desde hacía muchos años como consig-natario y comerciante (ver más adelante), conformando así un eslabón más de la red social y migratoria de los empresarios franceses en Canarias. La iniciativa tuvo efectos de difusión porque cerca de la fábrica se erigieron otros trapiches para moler caña. La instalación del artefacto fue una operación com- Lugar de Ac#vidad Relaciones sociales Observaciones nacimiento Francisco R. Fontnebleau Comerciante. Asesor de la Junta de Gourié David Invierte en Comercio de Las (180?-1862) terrenos Palmas Alfonso Gourié y Las Palmas Agricultor e Directivo de la Adquirió parte del Álvarez (1810- industrial Unión Agrícola de Mayorazgo de 1890) Gran Canaria, El Arucas. Donó un Porvenir Agrícola de caudal de agua para Gran Canaria y del el abastecimiento Círculo Mercantil de público de Arucas Las Palmas Francisco Gourié Las Palmas Agricultor e Ejerció diversos Financió la Barrero industrial cargos de construcción de la representación catedral de Arcas. política y económica 172 Miguel Suárez Bosa plicada, desde su desembarco en el Puerto de La Luz hasta su traslado a Aru-cas, mediante carretas tiradas por bueyes. Su llegada al pueblo ocasionó el lógico asombro a la vez que alborozo en la localidad. Para su puesta en marcha se contrató a los ingenieros franceses D. Ro-bert Gisbert y D. Enrique Giraud, así como al técnico maestro de azúcar D. Luis Buissine. Por cierto, que con motivo de la fiesta nacional francesa (14 de julio de 1884), se originó un incidente en la recepción cuando aquellos die-ron vivas a Voltaire y a la República, lo cual ocasionó la repulsa de algún in-tegrista medio local16. Al margen de esta anécdota, la fábrica comenzó a fun-cionar el 9 de agosto de 1884, para lo que se llevaron a cabo actos solemnes. La fábrica tuvo efectos de arrastre del cultivo de la caña en la zona, cuya primera zafra se recogió en 1885, plantándose en el municipio de Arucas por numerosos agricultores, a muchos de los cuales adelantó A. Gourié dinero para las atenciones del cultivo. La primera zafra supuso recolectar 5.650.040 kilogramos de caña, por lo que hubo que aumentar la maquinaria con otro tra-piche, llamado molino de repaso, pues su misión era precisamente la de que por él se volvieran a pasar las cañas después de haber sufrido una primera comprensión en frío, sin embargo el futuro del azúcar se ensombrecía en Ca-narias por las dificultades que ponía el Gobierno español a su entrada en el mercado peninsular, a pesar de las gestiones de las autoridades locales y al inicial apoyo del ministro y patricio canario Fernando León y Castillo, pos-trer embajador de España en París. La fábrica continuó su perfeccionamiento y en 1909 se adquirió un alam-bique, sistema Guillaume, a la casa Egrot y Grangé, de París, con capacidad para trabajar cada 24 horas trescientos litros de jugos fermentados, siendo el coste de los aparatos cerca de 200 mil pesetas. Con esta nueva maquina-ria, la Fábrica de San Pedro continuó a mayor escala con la producción de aguardiente, bajo la titulación de Destilería de San Pedro, labor que continúa en la actualidad con capital local después de ser adquirida por el industrial canario Alfredo Martín Reyes en 1940. 16 Apareció en el periódico Revista de Las Palmas (Vélez, 1984: 339). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 173 4.2. Los Ripoche y servicios marítimos Juan Bautista Ripoche fue comerciante de origen francés que, además de participar en la sociedad rematadora para la construcción del Puerto de La Luz, destacó por el talante caritativo y solidario según se indica más abajo, que supo demostrar con su participación activa en los malos momentos de la epidemia del cólera que azotó la isla en 1851, y también como benefactor del Hospital de San Martín17. La saga se inicia con Juan Ripoche. Nacido en la localidad francesa de Fronnai (Departamento del Loira) era hijo de René Ripoche y Juana Frena (naturales de la parroquia de San Sebastián de Nantes), murió el 23 de no-viembre de 1849 en Las palmas18; se casó (21 de junio de 1815) con la cana- CUADRO III Cosecha de caña y producción de azúcar en la Fábrica azucarera de San Pedro (Arucas) FUENTE: De Luxán Meléndez y Bergasa Perdomo, 2004: pp. 670-671. 17 El Círculo Mercantil (1879) surge con el auge de los tras la implantación de los Puer-tos Francos (1852) y al calor de la creciente actividad comercial de Las Palmas de Gran Ca-naria y su Puerto. La iniciativa partió de un grupo de empresarios del Comercio que vie-ron la necesidad de adelantarse institucionalmente al reciente dinamismo económico, frente a la siempre lenta burocracia oficial (Ojeda Quintana y Rodríguez y Díaz de Quintana, 1981. 18 Libro de defunciones de la Parroquia San Francisco de Las Palmas. Zofras Producción de caña (Kgs.) Producción dR azúcar (Kgs.) 1985 5.619.540 417.800 19876 6.187.330 542.900 1987 4.099.330 329.400 19888 4.633.260 426.600 1889 6.542.230 568.500 1890 8.358.430 664.60 1891 10.369.710 788.00 1892 13.288.800 1.095.800 1893 12.062.200 965.100 1894 12.998.340 1.090.800 1895 12.217.700 988.100 1896 13.358.060 1.144.100 1897 11.768.360 916.000 1898 11.004.310 898.300 1899 8.852.970 693.00 1900 10.019.370 818.200 174 Miguel Suárez Bosa ria doña Cándida Hernández, natural de Telde (Gran Canaria), hija de Miguel Hernández Navarro y Gertrudis Peneley. Posiblemente, Juan llegó a Cana-rias con los prisioneros franceses que fueron deportados desde la Península tras la Guerra de Independencia (ver sesión III). Se estableció en Las Pal-mas como comerciante y consignatario. Fue persona de confianza del impor-tante empresario inglés, establecido en Las Palmas, Diego Swanston el mis-mo que a principios del siglo XIX arribó a las playas de Fuerteventura con Francisco Gourié, con lo cual vemos como se anuda un eslabón más de la cadena migratoria de los empresarios extranjeros en Canarias. Su hijo, Juan Bautista Ripoche Hernández (4 de septiembre de 1818-2 de abril de 1884)19, fue un importante comerciante y consignatario de Las Pal-mas y agente consular de Francia en esta ciudad. Participó con Diego Swans-ton y Thomas Millar (ingleses) en la empresa Diego Swanston y Compañía, aportando una pequeña cantidad que se había ganado trabajando para los Swanston20. Participó activamente en la compra de bienes desamortizados, adquiriendo fincas por un valor de 100. 000 reales de vellón (Suárez Grimón, 1987: 926). En 1882 aparece como uno de los mayores contribuyentes (al epí-grafe 2º, es decir por «industria y el comercio») de la provincia de Las Pal-mas, con una contribución total de 1.959, 57 pesetas, en concepto de impor-tador y exportador y almacenista de carbón, madera, guano y frutos coloniales (Quintana Navarro, 1985: 73). Un hito importante en su actividad es su par-ticipación en el remate de las obras del puerto de Las Palmas (1882). A su muerte los negocios los administró su antiguo administrador, el ca-nario Néstor de la Torre Doreste. De la importancia de sus actividades y de su integración en la comunidad canaria da cuenta la nota necrológica (1885), insertada en un periódico local, la cual es a la vez un resumen de su actividad: «Ayer a los de la tarde falleció en esta Ciudad el reputado comerciante y eminente patricio D. Juan Bautista Ripoche. Su muerte ha producido en todas las clases de nuestra sociedad una emo-ción profunda; tal era el justo y merecido aprecio de que disfrutaba en esta Isla. Los asilos de beneficencia de esta población han perdido en él a uno de sus más decididos y constantes favorecedores, y los pobres en general un pa-dre cariñoso, siempre dispuesto a socorrer con mano generosa al desvalido. Su nombre nos recuerda la época aflictiva del cólera21, en cuyo amarguí-simo período se le vio constantemente recorrer los barrios más castigados por el terrible azote, sacar con sus manos los cadáveres, colocarlos en los carros, desinfectar las habitaciones, auxiliar y amparar a los huérfanos y acudir a to-das las necesidades de la infestada población. 19 Libro de Defunciones de la Parroquia de San Francisco. 20 Notario Sebastián Díaz, 1847, Legajos, 2153, 2155 2203. 21 A mediados del siglo XIX se desató en Gran Canaria una virulenta epidemia de cólera, que diezmó gran parte de la población local con porcentajes entre el 30 y el 40 %. Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 175 Su nombre va también unido al de nuestro puertote refugio22, en cuya li-citación a favor de la casa inglesa que felizmente lo remató, tomó una parte tan útil como decisiva. En todas ocasiones, adversas o felices, la Gran Canaria encontró en aquel corazón patriota y entusiasta un auxiliar activo y poderoso. Su recuero no se borrará jamás de los canarios ¡Qué Dios haya acogido su alma, y le dé el descanso eterno»23. No es extraño que hoy en día se le recuerde, al igual que a Francisco Gourié, con el nombre de una importante calle en la ciudad de Las Palmas, testimonio también la importante presencia de los comerciantes emprende-dores franceses en esta capital. 4.3. El consignatario y comerciante Juan Ladeveze Juan Ladeveze Redonnet fue un comerciante de origen francés, que se estableció en la ciudad de Las Palmas en 1863, donde abrió una casa de con-signación de buques y un comercio en una casa de la Plaza Cairasco. Repre-sentaba a la compañía Messageries Maritimes que tenía vapores de servicio mensual entre el Puerto de La Luz (Las Palmas) y Burdeos y El Havre, con escala en Lisboa, Oporto y La Coruña. También representaba a la em-presa de barcos Fraissenet propietaria de vapores franceses que hacían la ruta de Marsella a la costa occidental de África con escala en los puertos canarios. Además de transportar mercancías, Ladeveze vendía billetes marítimos para Francia, que en combinación los ferrocarriles franceses llevaban al pa-sajero hasta París. Asimismo era cosechero de cochinilla y tenía un comer-cio de representación de relojes y venta de joyas. Casóse con su compatrio-ta Jaquette Claverí, que fallecería en 1905, procreando a Francisca, Emilia, María Antonia, Jacinta Epifanía y Armando Ladeveze Clavería. De su vinculación con la comunidad francesa hemos dado cuenta más arri-ba. Pero mantuvo vínculos con su país natal, como testimonia el siguiente hecho: Juan Ladeveze era propietario de una casa (Villa Melpómene) en el término municipal de Guía, que había comprado en 1889 y allí residió el fa-mosos músico francés Camilo Saint-Saëns, en varias de sus siete visitas a Gran Canaria, donde pasaba largas temporadas entre enero y abril o marzo; se dice que allí compuso gran parte de su Sanso y Dalila. En ese pueblo gran-canario, el músico francés cultivó la amistad con destacados vecinos del lu- 22 La construcción del moderno puerto de La Luz (Las Palmas) se inicia en 1883, adju-dicándose sus obras al empresario inglés Diego Swanston, para lo que Juan Baustista Ripoche realizó fructíferas gestiones. 23 Reproducido de El Liberal, n.º 200, 11-9-1885, p. 2. 176 Miguel Suárez Bosa gar e inauguró el órgano de la iglesia el 14 de enero de 1900, lo cual consti-tuyó un gran acontecimiento social en la villa24. 4.4. Los Hardisson Frères De los franceses residentes en Canarias, pero en la isla de Tenerife, ha-bría que destacar a la familia de consignatarios Hardisson y a Jean La-Roche, este último consignatario establecido en el Puerto de Santa Cruz de Teneri-fe. El origen de la empresa Hardisson Hermanos se encuentra en Santa Cruz de Tenerife cuando August y Rafael Hardisson (naturales de Casis, Francia), fundaron la casa Hardisson Frères en 1842, como sociedad regular colectiva. Rafael se casó con una Canaria, Carmen. Asimismo, Los Hardisson (August y Honoré) participaron en la empresa creada en 1869 para abastecer de agua a la ciudad tinerfeña de La Laguna, debido a la escasez del líquido elemento en la zona. Entre sus 51 accionistas figuraba el ciudadano británico Carlos Caffins y otros franceses como Jean La-Roche y Sabino Berthelot, el cónsul que tan importante papel jugó en la definición del régimen económico de Ca-narias, denominado de puertos francos25. En 1883 falleció August y la casa se dividió en dos. Por un lado se crea Hijos de Honoré Hardissón (1890), por otro Adrián y Rafael Hardisson y Her-cilia, Carmen y Felicia Hardisson con sus maridos Defino Vergara, Antonio Lecuona y Bernabé Rumeu, más otros miembros de la familia Hardisson, fun-daron en Santa Cruz de Tenerife (1883) una casa de comercio para la com-praventa de mercancías y para dedicarse a toda clase de operaciones mer-cantiles, con un capital de 106.037 pesetas26. En 1989 los hermanos Rafael, August y Jules Hardisson declararon la li-quidación de la firma y la transformaron en sociedad colectiva con nombre de Hardisson Hermanos. A partir de entonces se dedicaron a la consignación de buques, para actuar como sociedad de comisiones y siguieron realizado operaciones mercantiles, con capital de 75.000 pesetas. 24 Elaborado a partir de Pedro González Sosa (2006): «Saint-Saëns en Guía», La Provin-cia, 3 de agosto de 2006, pp. 44-45. 25 La empresa de los Hardisson se inscribió en el Registro Mercantil en 1902 (Tortella, 2000: 95). (Debo parte de esta información al profesor Luis Cabrera Armas). Ver también Hardisson Hnos. (1921); Jean La-Roche se anuncia como consignatario en 1866 de la com-pañía A. López y Cía. en El Eco del Comercio, 19-12.1866, p. 4. 26 La fuente que hemos utilizado la define, equivocadamente, como «británica» (Torte-lla, 2000: 142). Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 177 V. CONCLUSIONES Las empresas analizadas constituyen significativos exponentes de empre-sarios franceses que radican sus negocios en Canarias, con la finalidad de aprovechar las magníficas oportunidades que éstas ofrecen para hacer nego-cios al calor de la expansión del capitalismo. Si se instalan en las islas es porque éstas permiten aprovechar su renta de situación, pues se localizan en las rutas de las líneas marítimas que surcan el Atlántico. A partir de ahí las empresas explotan varias posibilidades, diversificando sus negocios. Por otra parte, conforman una rede social y económica, características de los proce-sos migratorios, de tal manera que la presencia de los primeros empresarios establecidos sirvió de conexión para que otros siguieran su mismo camino estableciéndose intensos contactos entre ellos. La presencia de empresarios franceses en Canarias hay que analizarlas en el marco de la expansión europea de las economías nacionales del siglo CUADRO IV Empresarios franceses en Canarias, siglo XIX FUENTE: Prensa local, documentación de archivos locales. Elaboración propia. Nombre Actividad Origen Lugar Fecha Capital Observaciones Francisco Exportación de Saboya. Lanzarote 1831 Rey aportó Asociado con Rey barrilla y (constitución 60.000 rv. de Swanstos y cochinilla a empresa) los 120.000 Miller Marsella Pedro Exportación de Francia S. C. de 1842 Asociación Schwartz vino a Londres Tenerife (constitución Schwartz con Diego empresa) 100.000 rvon de Swanston y 300.000 Cía Juan B. Comerciante y Fronnai 26/4/1847 1) 31.950 de un Inicialmente Ripoche consignatario (Loira) total de se asociación 1.203.510 rvns. con]. 2) Con Swanston y Swanston, D. yT.Miller aporta 1/3 de 2.571.759 y efectos y frutos en le extraniero Francisco Fábrica de Fontnebl María velas; Compra eau Gourié de casas; empresa agroindustrial Juan Comerciante y t? Ladeveze Consignatario Hardisson Consignatario Casis Fréres La-Roche Consil:matario ¿? 178 Miguel Suárez Bosa XIX, principalmente Francia e Inglaterra. Del inicio hasta el tercer cuarto de siglo parece que los empresarios tienen similar presencia que los anglosajo-nes, particularmente en las actividades relacionadas con la navegación marí-tima, pues alguno de los más importantes consignatarios que atienden a los barcos que arriban al puerto de La Luz en Las Palmas (Los Ripoche, por ejemplo) o al de Santa Cruz de Tenerife (los Hardisson o los La-Roche) son de esta nacionalidad. Sin embargo, conforme avanza la centuria fueron los ingleses quienes ganan la partida definitivamente. La red de los empresarios franceses en los puertos canarios La presencia de los empresarios franceses habría que relacionarla tanto con la expansión de la economía europea y la navegación a vapor como con la tradicional presencia de súbditos galos en Canarias desde los lejanos años de la incorporación de Canarias a Europa, confirmando así la importancia de la tradición y las redes sociales y migratorias, estas se consolidan si cabe en el siglo XIX pues las relaciones entre los empresarios de esta nacionalidad son evidentes. lean La-Rache Empresas y empresarios franceses en Canarias en el siglo XIX 179 VI. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (), Cuadro histórico de las Islas Canarias de 1808 a 1812. ARENCIBIA, J., «Franceses en Tenerife», http://www.mgar.net/despacho.htm AMALVI, Ch. 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